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letra por letra
JeanAllouch
Edelp
ECC\.E LA,CANIENl'-iE CE PSYCl~ANALY5E
Revisión de la tr:iducdón: Elisa Molina
Dbeño de Tap a: Virginia Nembrini
Producción Gráfica: l\.farch Ríos Proéu,ciones
© J~an Allouch
'ri r:::cio p~r ~. J~y. c:n L'ir.:.o !Jt'!~otion dú::!ec!i<¡v:e. fttyot. 1977.? ;3;
el interés de esta definición de la salud mental tendría un valor independien·
temente de la cuestión de saber si existe quien fa satisfaga: muestra a.sí no ser
incom_patible con esa designación de los humanos como "tan necesariament(:
locos" de la cual Pascal e,;:cluía que alguien pudiers. salvarse.
¿Qué es entonces el encuentro del psiquiatra y su loco sino un intento del
primero por volver operante, con respecm al segundo, el deseo de que pase
a otra cosa_..qi.:e no sea su alienación? Evoquemos la figura de Pinel (se
perfila siempre detrás de la de Charcot) organizando toda una puesta en
escena, convocando a algunos colegas para hacerlos sesionar, vestidos como
es debido, en un simulacro de tribunal revolucionario, para obtener de uno
que creía ser objeto de una condena de muerte pcr h:ihcr dicho en público
palabras de l!U patriotismo CUdOSO, y g;acias a \a absolución qi.;e le se:-:a así
(en las formas) significada que renuncie a su creencia ddlrantc, que acepte
finalmente cambiar lo que Pind ño teme designar como "la cadena viciosa
de sus ide:!s". Se torna en cuenta aquí, de manera ;;01able, el propio discurso
del alienado 2 • Sin embargo, se pLt<;a al costado de la alienación (ce hecho,
el "t..rntmnir::ito moral" fracasa) al apoyarse, par;¡ conrracie:.:irlo, so bre lo que
quedaría de razón en el loco, sobre lo que le haría admí tir, por ejtm1;.ilo, puesto
qbe un tribunal lo absuelve, que ya no Je sueda más que considerarse no
culpable y expulsar de inmediato esos deliril.ntes pensamientos que hacían
de él un postrado permanente_
Esta forma de empujar al otro a pasar a otra cosa se encontró nuevame nte, casi
tal cual, en el psicoanális is. Sin embargo. el hechu de que la cuestión Je la
salud mental sea pl:in!ei:da conw ral, peru a pesar de todo er: otro lugar .
Jíferenle del !ug:ir donde ejerce el psiquiatra. ímroducc un notable desfasa_ie,
sugiere qce hay algunos (no son excepcionales Jos cü:;os de p.sicóLicus que se
encue:itr,rn en esta situación) que consideran, al menos corno posible, otra
forma de ;'salirse de eso'·.
De .hecho. es lo que dio a entender, en ciertos momentos prívilegíudo3, el
c'.iscurso del psicoanáli.sis. Así, quien se d:rige a un psicoallalista, cuando ya
r.o puede soslener el na pasar a otra cusa, "s:1be"' (porlo menos con esa forma
c:e saher que implica toda efectuación) que no hay ut"a vía para salir de tal
situación que la tle aumr.ízcrse a internarse en ella. S i hay aquí una
posibilidad para el pesara otra cosa, sólo podría advenir si uno pasa, una v-ez
má:;, por !a cosa del otro, lo qi;e equivale a agregar más de lo misrr:o. El
psicoanalista suscribe a eso en lar.to acepta ante todo reducir su respuesta al
monótono "a~ocie", e~ decir, dando la palabra a quien se dirige a él, abriendo
:!SÍ el campo al desarrollo de la trarn;ferencía.
Pero, se <lirá, Pínel tampoco ignoraba que sólo er:! po:iibie preter.der pa~ilr u
? P~ ?inel. 1·rt1i1é mid~co-(Jl:Ucsophi.que s~r i'tiliir.aiitJlt men~c.·~ ou !o m..:.1r.ie. >. l)O lX ~é..1.
C~u.:I~ Ju li\•tt: 1.a~;;¡e11;r.. Pwís, 1~6;, p.5~ :" 233 a 237.
otra cosa si se pasaba por la cosa del otro. ¿Acaso no es just<u'nente eso lo que
él ponía en juego cuando recomendaba "domesticar", e incluso "domar" (son
sus propias metáforns) al alienado? De aquí se desprende que esta fonnade
decir no es suficiente y que la cuestión estriba más bien en la distinción de
los diforentes modos de ese pasaje; si bien es concebible, en efecto. que no
son todos equivalentes, de cualquier forma conviene deiimitar con ?recisióa
lo que los diferencia.
Como toda cuestión elemental, ésta es difícil de tratar. Si domesticar al
alienado para alejarlo de su alienación :i.parece efectivamente como una
forma de llevarlo a presentarse en un terreno que será otro para él (aquel
donde lodos están consagrados a "la utilidad pública" - :5lcima frase del
tratado ce Pinci), se intuye, sin emt!argü, que t:se tipo de relu::ién con el otro
difiere s1;usíbkmc11te de la c.¡ue se i:istituye para a!guíe;i a partir del momento
en que se le da la palabra. Sin embargo, esto sigue sieudo confuso en paite,
y todo o.::urre como si, en lo inmediato, no fue:a posibie explicirnr los
diversos modos de ese pa~aje con las palabras de todos !os días. Así, por
ejemplo. no se está en condiciones de poder simplemente nomhrnrlcs,
establecer una lista de ellos y, de esta manera, contarlos.
Ante esta dificultad. ¿lograremcs enfrentamos, por ejemplo, a la oposiC:ón
de lo que dependeria de la sugestión y ce lo que ~starfa exento de ella?
Podemos, en efecto, pensar !a domesticación como una fonna de sugestión
y recordar que este térnúno, desde un punto de vista ncdonal, y también
práctico, sirvió durante un tiempo para ¿esígnar cierto modo de acceso -¿o
quizás debrunos decir ce no-:ic~eso?- a la alteridad. Sb embargo, ínc!uso si
consideramos el camino abierto por F:eud como algo que se inscribe a
contrapelo de ese intento, no podríamos extraer de allí ninguna bipartición
para una cfasificacióo de los diversos modos de este acceso/no acceso. En
'efecto, ·resulta evidente que Ja sugestión plantea una cuestión en el psicoaná·
~isís mismo (Freud da testimonio de esto) y no podria ser tomada en:onces
simplemente como lo que el psicoanálisis rechazó para constituirse.
El descartar toda oposición demasiado re<lucdonista parece acrecentar la
dificultad. Con todo, ofrece la ventaja de dar un lugar a lo que se llama la
experiencia. Se calificará a ésta de "clínica" por el he~ho de que se podrá ver,
en la clínica, uno de los íntenws mayon:s de produc.ir una descripción -si no
un aná:ísis- de los diverscs modos de la relación cor. la Jlteridad, de las
formas a la vez varia<las y variables con que cícrta alteridad no cesa de ser
aquello a lo que un sujeto se enfrenta, aquello a Jo cual rcspor.deen su sfotoma
(neurosis), a veces aquello a lo que responde cr. su existencia (p:;icosis) o en
su carne (enfermedades llamaJ:2;s "orgánicas").
12 )><Ira""" c/(nico p.<icr;ar.alitica dei escrr.o
'C!r. El ~¿m:! :ic de '"E horr:.bfc d: Jos. Joh.;)s", l 1\Hour.h y E. P~rec. tn Onticur?. no. 22121.
198 t. Ly::e F.t. .. c;i.:í1.
i111rodtJcción :3
' L:l;.:an. l?.. S.i., 5c1nin=tr·o .jes.2ta.c1aúat:-:t::n!c ir.i!CilO dt:l 15 d e l bCJI Ce 197~.
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'passeurs ··, dío todo su peso a esta fonna de tesúmonio. Sin embargo, este
peso no debe llevar a áesconocer que la cosa era homóloga ul hecho de que
un analista no va generalmente a verificar !a exactitud de una declaración del
analizante concerniente a un tercero, sino que se atiene, allí también, <il
testimonio indirecto.
Sin embargo, la decisión de valorar el testimonio indirecto no podría
justificarse a priori, pues!o que depende de la verificación de ia apuesta según
la cual, en cíenas condiciones, el testimonio indirecto efectúa mejor el bien
decir aquello de lo que se trata. Ahora bien. no elegiremos aquí construir el
tratado que fundamentaria la pertinenda de estas condiciones, sino que nos
intcrnatcmos en esta decisión a reserva de que algunas de clla.s pucáan
encontrar su formulación en el camino. la cosa no se juzgará ent0nces por
sus frutos, sino por una cierta calidad de estos t:utos.
Hay aquí un eje metodológico para una clínica del escñ•o. Así, la fobia, el
fetichismo y la paranoia se estudiarán a panir de lo que Lac;i.n dio testimonio
de haber leído acerca de ellos. Y ya que hay solidaridad entre la ;'.>Uesta en
práctica del testimonio indirecto y el tomar en cuenta e! caso como caso, el
estudio del testimonio de Lacan 5e concentr:uá sobre algunas de sus lectur::is,
aquellas sobre las cuales se detuvo el tiempo que fue necesario para examinar
las cosas en detalle; se tfatará de su lectura de! "pequeño Hans", de André
Gide (con el testimonio indirecto que constituye el estudio de J. Delay) y del
president~ Schreber.
Pero consultar a Lacan en tanto lector (y por lo tanto consultarlo sobre lo que
es leer) reservüba una sorpresa. El cuestionamiento así entablado debía
conducir a evidenciar una forma de lectura en L~can, forma que, una vez
enunciada. no podía más que ser reconocida por cualquiera que aceptara ver
la cosa má:; de cerca. En efecto, podemos comprobar que cada una de e~r.as
lecturas que Lac3n prosiguió hasta recibir él rrúsmo una enseñan7.a de .::Has
(y así hacer enseñanza de esta enseñanza) se Cll!acteri za pcr la puest::. en juego
de un escrito para l:i lectura, para el acceso al texto leíéo, a su lilcralich:!d.
Lacan lee con el escrito; y una clínica del escri<o revela así ser una cifoica
donde la lectura se confía <ll escrito, se deja engañar por el escriro, acepta
dejar que d escrito ia maneje a su antojo.
Esto no qui-::re decir por cieno que cuaiquicr e scrico sirva igualme!lte.
Pensemos solamente en los seminarios consagrados !ft'r Lacan a la const:uc-
ción del grafo que Je iba a per:mlür 1eer uno de lo;:; más comentados ch;stes
recopilados por Freud. íDos años! Pero hablar dd cuidado que esto puede
a veces redamar no s'.g:üfic.a respor.der a la pregunta sobre lo que funda la
pertirn:ncia ::!.:.: tal escrito ¡;-ara ser eí <::sc:ito que conviene a! ob~eto de '.:ota
lectura. Ahora bie'.'l, la preg unta es decisiva pnesl.o que la lectura escogió
ponerse bajo la depentli::ncia del cscriw, pueslO que el objeto es quí7Js ian
sólo lo que resu!t;i de la puesta. en práctica del escrito en !a lectura.
Lo abmpto de la cuestión no quiere decir que no se sepa que ésta encontró,
en ot.rosc;impo.<:, su solución. frnplica que baya lectura y lectura y que no sean
todas equivalentes; ahora bien, hay un terreno. como el de la egiptología,
donde estas diferencias han entrado en juego en el punto preciso en que, como
consec:.iencia de cier..a lectura, esta disciplina pudo ser reconocida como tal,
es dccír, como un procedimiento razonado. ¿Por qué se olvida que se "lefan''
(esac;" "const.ituyen todo el prcblema) Jos jeroglíficos mucho antes de que
Champcllion los descifrara? ¿Y acaso no tenemos Ja ímpresíón justificada
de que cierta lectura cifoíca es exactamente de! mismo tipo que cierta lectura
de los jewglificos antes de C.ha.rnpollion? Tuvo razón ese analíz:ante que se
despidió cfacr~ta:nente de su psicoanalista luego de esa sesión donde Jo oyó
proferir ic. obscenidad según la cnal, con lo que Je decfa ese día, él, el
anaiizante, reulizaba "la castración sadico-anal de su padre". ¡No hay que
dudar que este an~~i!sta creía leer! ¡E ínclu~o. al hacer esto, interpretar! Y
ciertamer:te no .-:s la s::isütución aquí de 1érminos de Freud por términos
lacaniancs lo q i.:e c.unbíará algo del estatus de ese tipo de lectura 6 .
Si bien hay .efectivamente lectura y lectura, e:; necesario también captar
mejor lo que es leer con lo escri!o no solarnentc para establecer una especie
de abanico de difer;::ntes lecrnrns, sino también para poner obsláculo al
desarrollu. en el pskminá!isi:;, de d ,gurras ctcclias. ¿Aca5o fu.e una ca<:ualidad
que haya sido a propósito de !a lectura lacaaiana del "pequeño Hans", es
decir, de un caso de .fobia, de uu caso bisagra entre la neurcsis y la psicosis,
que se pn..:dujo 13. nominación que iba :i ¡:¡erm..irir orde:lar e! conjunto de la
cuestión? 7• De toda'> manera5, una vez: franque~Jo et de esta nomina- .Pª"º
ción, vista apres coup, ia cosa pa.,ece, hablando con ,?ropicdad, trivial. En
efecto, leer con el escrito es poner en relación lo escrito con e! escrítc, Ju que
se !!ama, allí do:..é.e ocurre frecuememente que se deba pasar por es:a
operación -es decir, en la filología- una transliteración. Recor.o.::eremos,
entre div.'!rsas formas posib:<>s de "leer'', la que se distingue como una lecwra
con el escrito cuando s.; descubra que esta lectur:i no constituye callejó11 sin
~¡¡!ida sobre l:i transliteración.
!i U:J q~l! tli.stínguc: a <$ll a.ventera de ~:i pr:í1.:ttf a. rn.:?s c:o;nén hc1y cor..siste ~n <'uc !.lqui
'-?I i.l:';afi;:..'ln~e supo qt!e t.·! ::1-r.c;. (ei de su :i:'lalis13.) i:-ra i•~c;ur:.~:·l:t, que r.o Qee1ai)a !n'3:s.
p<.1r io ~nrc·. ·:~ue despedirse'! ~r ~estimcnic. Cf;. f. Peclldi, revjsta fr.1•etpn.•ra:fon, r.o.
in11·odwcción !7
como en el tr:ibajo de la ekboración del :meño para poder, a partir <le eso,
definir lo que focalizaba la traducción y !a ttanscripcíón. Escribir se llama
transcribir cuando el escrito se ajusta al sonido; traducir, cuando se ajust.1
al _sentido, y transliterar cuar.do se ajusta a la letra.
Haremo~ 1 'b;,ervar aj u~; to título< lue a partir del rnomen tn en que transcri timos,
entramos en el campo del lengt:aje y que el objeto producido pcr la
transcripción nunca. es otra cosa que objeto deternünado, él también, por el
tcng:.iaje. Sin embargc, fa transcripción toma est.:t de~erminación a contra¡:e-
!o, quiere anotar la cosa misma, como si la anotación no intervin~era en la
toma en ::uenta de! obje:o anÓtado 10• Hay ahí, para la transcripción, un
tropiezo real, ya q;ie el objeto al que se ;ipunta. no será nunca el obj~to
ob1.cnido, pues es ímposibk que produzca el tal cual del objero. La
" R. Ja.kobson. Sú: ~~~(>ru s11r te Jor. er fe sir1t.\. l~s Cilicions áe min\~it. P:uis. l ~8·t
'ºlos <Jisttibuidorc.<en Fr:ir.ci> (; ~n les p:ús~s de hab1Jc•p'1iiola) de t~ película c.\l~crouniJen~e
dtuLild:> con (;i :ic:ofo11ía E. T . t:ti~ieri.:·n no uanscriblt i::>¡te tí~lo. le que hubitca<luJo. una vez.
c~cri ~o. m. Ji:to tt'.in~:iltr::z E.T. (f.e ~r~t.1 Ce un grado J¿h,I de ~•:O:; ljcefaciCn pues DP~r.l de una
~~cri rura. alfabécic.a .:\ vt.""3. c.sc:i~ura 1a.··r:blo:!n aJf¡¡betic.;i y. odeu~~. ~0fl ·~'.")S aJf30e:o.-, q·Jc tie:>cn
n:l or:igen común). Así. Ja <:l:,se ~t?lta pronuru..:i.a "¡ri" donde !'I puebia dict "~ce·•. Eiirnir.t.fr"tOS
e: h~..:h ú •!e l;, :nf::Jc:tcla cu~i'Jl':)i y eotot1ces o:.pa.rec.e má~ poco e1 f1:~ütneno que difere:lcla la
tr::o~c.ti r-cjó:-. <l~ :::.! cr~\.'lsiilcración: si se lJ':in-.Li.:cra. ~e prod•Ji.:e ctr:: p(an~hici::>ciór.. si se
i:::in.~<.·ri·~. se pr.:> · ~!!.:e :>fra ~scnt~1r:i.
ii>lrOfl...:ción 19
. .
El am!lisis de la secuencí;i incidente <le !a vísneni/sueño/interoret!lción del
sueño (se necesita no un sueño solo, sino una sec1Jencia así para que la
cuestión cifrada en un sueño se pueda cerrar} que introduce aquí el tríptico
transcripción-traducción-translitera.ción (Cap. !!1) muestra cómo un
psicoanalizante, por haber traducido (:;in saberlo, por ot.Jo lado} una frase
escuchada la víspera y haber obtenido así algo inaceptab¡e para su Yo, puede
verse !levado a retomar e! asunto en sueños. a leerlo (transliterándolo con el
escrito que es el sueño) de otro medo. tvfostr::ue:nos t;uubíén cómo ei juego
de estas tres operaciones imc::rviene ~n algunas lecturas de Lacan. Finalmen-
te, con e! señalamiento d{~ s u puesta en ju~go en el descifra..'Tliento <le los
jeroglíficos, mostraremos que no Si! trataba, en la refere:!cia de Freud a
1
;! Paca un des:....¡ol!o rl:'::c:;tt!.cuesti,)n. c!r. ,;,qví P?· 2 !O- r 1. Cír, J Laca.91: '1No hay ningt1n3 r::.:::ón
par.i que no:• ~utt!a pnne: mi cnseiíanl.3 en fa:ta." !;cm. del 13 de entto d.: 1977.
introducci6n 21
E"n su ruptura con Charcot encuentra otro punto de obstáculo: allí lo vemos
oólígado a dar la razón a la histérica, convirtiéndola por wi tiempo (ei del
método llaTl"..ado "catárrico") en la víctima de su discurso.
. 1t 1·11·~
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ifvin i:: !'•u.:~ ·t·!C:ot f••r th•· ' rt•l!cf 11f 11>,•1·t1i~t ··•n-
d¡t \o~,, tl4.·~u··utli u~ t>11 1•E'I Y•t\~111 ~· ~ ~1a11 ·ti •11, iti
t li <• n~rv .. u:- irrit:1 hi\;1.l' full11w in;: " :-\'..;._,... nf
--A- 11,.,. ki111 I, ¡,, 11<•11r:1-tlw11i1t, 111 f1.:i! i1a1 .. ,r ·
::1•:•tiu11 i11 •h·'l"'l'·i:i, lo relit'»e lh,. lllCOd>i.I
¡ .tl•·1 u H:.. :-i•H 1 .~t .. 111i'l l -'"l r1 ·~ 11li11.~ f1·;,.11; c·xr•:,,, .......
PALATABLE ~ iu;! 1l~l'!'llH t lafl• ~r .. i u U<ltl ....Pa :1utl \·1 •.11 : t.t1~ 11(
n•li•·.X .. ,.:¡:iu, ;11111 i11 tlw l n·;1l 111cnt 11f lh" al-
PRE.PARl\.T!ON 1·r1h t1 l 111111 upi11:11 ,huliil.•.
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OF ~l~:Jl••rt;in•·e \\'ii l} r•JliU~'I anti tJU¡U1Í6•~.
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....... t . • • , ...... ~f"1ls ... ,~.. .. ~ ..........aeir la~ .....
~'4! nt ~ >UMtit '1Ct11 ~
o'f tOl· •.\r 11u-.
Qf Cfnl• tf-0"9"JV!ti"A•t.~-. ~ &e.it' fl4 te Mt '*lt.•(Jt t• ~" r'9•
•;.-al•T1t......t1.e1tii.... ,,........~~
DE'l."'1ROIT, L.S'JOE..
"Coca cordiul" , ext~aidu de R. Byck, Sigmw:d Fre:1d, De la cocatile, Ed.
C0;;1p!exe, Pmis, 1976. p.J 40.
Capftulo 1
Freud coquero
En los primeros pasos del cac:>jno abierto por Freud del psicoanálisis, está -
se dice- la histérica. La aserción es cíertarnente fur:.dada, salvo si nos
áeslizamos de allí hasta convertir a Ia histérica er. una teórica a la que Freud
le habria rapt-1do su saber. Esta tesis -feminista·· deja de lado lo que realiza
la his!érica. que no es destaca.- una teoría sino producir, con respecto a su
interlocutor, Ja sugestión de que ui!a teoña existiría efectivamente. Deja a
cargo de ese interki::.utor la elaboración de lo que ella sólo le indica con
medias palahms, aún u. riesgo Lk tener que rectificar el tiro; llegado el caso.
La operadón de diferenciación en que Freud, con lu histérica, renuncia a
hacer de bardo del discurso universitario será d objew del próximo capítulo.
Se suele <lescui<lar, en efecto. que hay parn Freud en ese tiempo otro asur..w,
el d~ la cocaína, no menos ineluc.iible pue~to qce debía converger con la
cuesti6n de la histaía er. un punto muy precisamente situ'-lble. o sea el sueño
lla;naJo <le la "Inyección a In::a" y su am''Ji:;is, el p: ímerc, como se sabe,
inaugural del método fundado ese día.
Todavía hoy !os especiali:>tas se rompen las narices toda vez que se ocupan
del tema de la intoxicación. ¡Qué :io imaginan emprender, con tal ele !og;ar
que un sujem cese ele atenerse a un objeto de satisfacción!
Freud coquero (es d..-;cir cocaínór:<ano)... : un caso que habría podido
interesrúles. ¿No lo considerar:in ejemplar? Se privarán así de interrogar la
rebci6n del suje:o con el tóxico de una manerJ que vuciva encarable lo que
hay q•J~ designar por 5U nombre, a saher, un;i. $epar<:tcíér:. f.sta. pcsii::ilida<l es,
en efecio, lo que ciiferer.cia el testimonio <le Freud del de aquel otro drogado
,
célebre que fue tv{oreau de Tours.
Es verdad que el drogado solicita un méd:co qi.le está más cerca del cuca que
del docto: pero, ¿es esto acaso una r:nón suticit~nte para plegarse a su
solícitud? Esto sería tanto como clescm:ocer lo que Freud consideró ne~esario
hal:er saber a la comunidad de doctos a qúienes se <lirigfa. Formularé ia
cuestión <le este modo: es por haber escrito su exycriencia con la cocaína en
ténninos, ligados por ias exigencias universitarias, de un discurso cienúfico,
que Freud llegó a rer.unciar a los "beneficios" de esta substancia tan
ponderada. Si c:itonces se da un estatus de síntoma a este uso, la eliminación
del síntoma se vuelve posible para Freud cuando él lo est:ribe. El síntoma
enknces cesse, des' écrire, cesa, de ~scri,birse; cesa por esc:-ibirsc.
Esto quie:e decir. solame:ite, que F:eud lee y liga (homófonos en francés: lit
y iie), con este escr!to, la relación del coq:.ero con su objeto y. a partir de ello,
como coquero, se separa de él. Por participar de lo escrito el sfntoma se
vuelve inscriptible. Esta par:icipación (convendrá precisar su estatus) funda
lo necesario del síntoma que, no cesa... e'n francés ne cesse, induso al
escribirse ... como .síntoma. Que su real llegue a ser suprimido des'écrire, es
decir, en español, por escribirse, esto es lo que constituye una cues~íón. un
problema.
El íntcré.; del apoyo tomado aquí r::n las defiHi<::ones la<~anianas de las
moda:id:~des lógicas usuales depende del hecho de que penniten plantear con
más precisión esta cuestión dd síncoma y de su supresíón. La intervención
de las modalidades de lo necesario y de !o posible la desp!az~ en efecto, la
transforma en esta otra que va a tratar sobre el escrito: el tenníno escribirse
¿ tie:ie el mismo alcance, ofrece las "mismas consecuencia~ y tiene, finalmen-
te, c:l mismo sentido en los registros de lo necesario y de lo posib!e?
Dic!lo en cqas palabras, el de s'ecrire, en francés, de escribirse, por
ese rib irse, en es palie!, en. acc.:ión en esas definiciones, esco 1:dería en su forma
si :1gular un plural; lo escom.lcrfa pero tambíén manifestaría su existencia ;;on
el equívoco que aporta alíí la coma. en franc~s, entre "de escf.birse" y "por
escribirse". La coma escr~bc ese plural. designa que hay ;r.aneras de escribir
y permite entrever que hay nl lí nna relación entre el escrilo y lo que Lacan
llamaj¡:gando con las palabras f efjai;ons, es <lecír las maneras (fat;ons) y los
borramie:llos (effat¡ons), y, entonces, que hay un posible borramiento del
síntoma.
La c:osa es dema<>iadc abrupta para ser abordada de frente. Pe.-o ¿cómo
dt:.scifrnrla de una manera que no hipoteqi.;e su solut:ión? Respondo: con el
e~c ritn. F.n efo~:t.o, es lil iJnka re~pue:;ta i~omorfa con aquello de !o que <;e
trat:i.. S í Freud lee su relación con d objeto cocaína ccn el escrito y con ello
cesa d..: depender de él. no podemos más que redoblar ac.¡ui su operacíón
leyéndola, a ella misma-puesto que es nuestro objeto-con el escrito. Escojo
para hacerlo la escritura propuesta por T..acan de lo que él llamó "discursos".
Cada uno de esos discursos se encuentra definido por el hecho de que una
serie ordenada de lettas {S 1 el significante-amo, Sz el saber, a.el plus de gozar,
el sujeto dividido) ocupa allí cuatro luzare~ fijos y marcados. He aquí esos
lugares:
El agente ~~~~~-> elotto
la verdad la producción
A partir de uno cualquiera las ttes permutaciones, únicas posibles (pues la
cuarta reconduciría al punto <le partida) e~criben los otros discursos:
si-> si .s ->-s l
..1
a->S S2 ->a
.5 a a s2 sz s l si /
s
1 En C•p>Jiol: !'siroct".cilisis Radiofor.ía & T'1evisión, E.d. All~gram:i, 8=elona. !~17, pp. '1)-76.
2 J. Lacan, ·· .~l\:.x;~1t!o~ r:iront"•n:ée pcur la cl6rure du -=~ngt~$. de l'F.cnle Fr~u¿ier.ne cl~ P:lris ~e:
~vri l 197(), ~ac s<>n d;ret!•'J(º, Sci!iar 213. Se~il, Plris. 197:), pp 391-399
28 ace.rct:. dtl cc.mir,r> abú!rtr> pnr Fteud
, La.o;. lndicaci~tt~ e.J e págü1 ;;. ét tste capírulo rer.tit~r.. salvo advene¡;cio: d.iferen~e . .'.Jl libro:
Signn:nd Frcucl, 8stri!os so/;re !a cocaína. edición y prólogo de Rot>c:i: Byck, crndt:ccicn •i
~~p a;id de 2.nrio:.;c Hegew(cz. Ect. Anagram¡,, B:u-~~lo r:a, 1980. (L'.t eilic;ón en f;-~¡"¿s ~s:
Sigmund Frtud · De la cocc:iite. !=:d. Com¡ll~xe. 1976).
A Cfr. Sd licet !13 ;.i.99 (Fn ~spa~ol: J. J.•) CM. Psicoa.""-lisis. Radiofo11fti & Televisión, Ed.
Ana~rnma. B:itcelcna, 197'1 . p. 77).
ievógfro. ;\sí, escribir con Si la refaciól'. de la lesión en:! el saber clíHjco de
~J
._,
la r.eurosis, situar esta lesíón como la verdad de ese saber puesto en posición
de agente de la acción ter~péutica, recbma adrnitir -de conformidad con ese
progrel'>o-el punto de par.ida deFreud como algo que corres pende al discurso
universitario. El interé:; de FremJ por la cocaína es a la vez personal y
científico. Esta duble polaridad, mantenida por él a todo lo largo áe su
tentativa con el objeto cocaína, va a hacer de ésta una tentativa fracasada, y
fracasada allí mismo donde logra inscribir !os efectos de la cocaína en un tipo
de escritura somcüdo a l;u; exigencias dt: un campo m¿dico que co1rcsp<Jnde
fundamentalmente al discurso univcrsírario. La c;::caína habría sido ese
objeto que httbria venido a confirmar ese díscursn d ofrecer un iarante a la
definición de 1'1 ne uros is ce mo soportada por el significan te-amo de la lesíón.
El 30 de abril de 1884 Freu<l experimenta por primera vez sc~re sí mismo los
efectos de la cocaína. No vacil aní en hacer de entrada un uso terapéutico de
ella: en el momento de escríbir a Sil novia, al diri:5ir5c a u na recepción donde
deberá hacer un buer; pupel, cuande se sienta deprimido o se metido a dolores
demasiado violentos <le estómago, encontrará en una pequeña dosis de coca
con qué afronta¡- fácilmente la dificultad, caim:rr sus dolores, superar sus
desfallecimientos. Fnvfa cocaína a lv!ana. la da a sus hermanas y colegas,
ta.,to para ellos m.i.s!nos como para sus enfermos. A partir dei mes de mayo,
la administra as11 .amigo y colega Fleischl. Continuará re..::ornendando su usu
hasta 1895, fecha de los Estudios sobre la histeria, aunque, es verdad, de una
manera mucho más limitada. El 18 de junio de 1884, puso punio final a Ober
Coca que, aparecido enjulio, debía asen.ar su reputación al ligar su no111bre
a la cccaína. Tendr:i en efecto e.l te::.ti1nonio de Not\magel (p.139) pero
tamuit:n,
i.,',
mas
'
1ne:.::peraoo,
' '
e1 oc
' K r.app, pnmer
. º ~. 'logc de N ew Y, orl<
OiW'!1no .. a
quien <!ncuentra en casa de Charcot.
Para situar la r~perc:usién d~ este artículo, debemos dejar de lado lo que hoy
evoca ei térmíno de cocaína, y acomodarnos al hecho de que ésta no era
entonces para no.da un producto prohibido. La prohibición data de 1906. En
los años 1830, la cocaína gozaba en los Estados Unidos de una inocente
preferencia qne superabl\ arnpliamente !ns círculos rnédicos. Et consumo de
vinos que contenían cocaína -les vinos Mariani- era cosa popular. La Coca
Cola iba. a contenerla hasm 1903. La Q.)Ociación contra la fiebre del heno
había adoptado ia cocaína como rernedi 0 ofir.ial. En resumen, el entusias:no
era casi gene:ral con respecto a este rnaravi!loso sustento que fortifica el
sistern11 nervio;:;c, avuda a la<lh¡estión, esjrn.ula los cuerp0s fr,tígndos, calma
J - .. ...
,
:<o <>«rea d<I '-ª"'"'ºabierto por FmJ.d
los dolores, linera de la to:<icomar:fo :i. aqudlos c¡>..:c~ e:;tfu• enredada:; en eila.
Freud. que ?efa The Detroil Thernpe.utic Ga¡rm:e. ten.fa co nccimie:iro de los
info rmes acero de las .,i ctor!as obtenidas sobre la opioman ía e d alcoholis-
ino gracias a el erytrox.y ion-c oca ' . U na ci!:.1. de Een~!e:r retc m:ida de un
corne ncario deI louísvilte ,tfedi cal ,Ve'NS muestra el tono de las gaceti:s
especializadas: ~Aunque uno no sea opiómano. se tienen g:rnas de prolia.la.
coca. Un remedio inofensivo contra la tristeza,. ¡qué maravilla!" . En les
Estados U ni<li.:ls, las co~as llegan al punto de que ero se vacila en contar que
los pofrc:ías del sud habían debido adoptrruna nuevr. pis1ofa 1i.e c3Iihre 38_
¡pues los negros coqueros estaban protegidos. gracias ala cocaína, contra ras
balasc:ilibn: 32 1No eran entonces sól o peruan:iscsa<> leyendas queatri boíaa
a la cocaína las virtude s <le una uplant:i divina qee saci:l! a los hambrientos;.
forti ftca a lo~ <lt!lnle.:; y !es perrnite olvidar s u miserabl:.: <lcstinory ( Über Coca,
o ·· ~
p . :;1~ }.
F.l ton<> er:i.: diforer. te e:J la vieja Europa: se hanEaba mu y poco de la cocaína.
No hay que excluir que el interés suscitado por. l'ber Cvca se haya deb iáo al
hec!1o de que se t.::a.taba dt::l mejor estudio eu:ropeo ~...cito hasta er:tonces.Este
lr::!.bnj0, rnuy cuidadoso e:i el plano bib[iográfi co, confirmaba ademá..~ expe-
ri:nentalr.r.e nte los e~'t:cws milagro~o~ tlcl remedio rruevo cuya apologfa.
reali1.aha:; y se sabe que, en su proiong:ación, Koller. "Coca-Koller", según
e! sobreuc.mt.re que .ing ~níosamente. Frcud le huhfa ~JUcstb, debía de~cubrir,
justo UH ~c.'> <lespués J e su pub!i::ación, las: ¡rropied:"...dc¡,.de ar.estésico local
de: ese alcatoide . Pero, además d~ i proaucro rn.ismo, lo que retoma ~reud., JQ
4ue k irnporta,. es un tr,no de enh.ts ii!Sroo- cuyos indicios en i.iber Coca
Bemfcid" no deja de desucar : Freud i::sc1ibe porejcmprcacerca de un " do n""
( Gab e) de cocaína allí Jon<le hu biese dchi do bab'i.:ix e¡: ténnínos científicos ,
más prosáicamente, de una dosis .. Bernfetd extrae de ello. con raz6~ la
i::onclusi6n de que ese tex.to está aa a.ves.ldo pu< u;:i.a ~corriente subyacente
rr.u y pen;a..'l<;iva". FreuJ le escribe a ~fartha y habl:i: aJ[íí' úe su texto como ele
un "cántico a Ja gloria de Ja coc~ína", confirmando asr fo qtte ie d'!í:fa ya e l·
25 lle mayo de 1884 cuando ac3.h aba de obtener tm briH<lnte tri1;nfo cl CU!:ir
con ia coca a un enfermo :llcc:ado de un cat<.UTC gá<;trico. "Si toáo v::r bien,
escribiré sobre e~to un artículo y espero qlte la ccc:u'.na s:e colocará ar l:t<ío y
por encima de la morfina. Ella hace it<..'CCT e n m.i º~" e:.;peranZ<"'> y otros
proyecto s. L a tomo regularrneñte en moy pequciia5 do5is para combatir la
d::prcs ió n y fa mal:l diges ti<Í n y esto con el más hrillante é;i;ito. ¡:;sp.::ro logras
su primir los vó mitos más tenaces. incluso si scm debidos a algún gra• ~
pa¿ecim.icnto; en resume n, sólo ahora me siento méáü:o pues he podido
acudir en ayuda de un enfemw y espero .socorrer a orrvS' (subrayado núo).
'J\\S.sieu .. C;j f 74;i, cc!f)\::i la plant.'1 en r.l ~;o1::n1 f,yttro.y?icr;t. Cn ~:ii6. L.:imark !o :>umbr:i
"Ery trCX)'~{J:l-Ct.:-C::l • 8 ~a1lcid~ ':...~ :u:-;l t..,"Ál t'D 13.5S ~r '.Ji/oti ·c . ;:.,,Jtlt•<O de ~.\ Urú"Vcr,i:iCad j-:
00
liot~f>g<l (1ue- h.~tiii\ ;'CC!b;do l;fljas Je i:\.'l\.~t 1r"4rl,~cta~!.J.s. ?C''. i;.i !~¡;.<JL:l N~vu;::.
" <iic.~frid & ntf<:!:f.. !,e.is ~;1<ai:('S ,'lt; .:.·r:1Jlf toi>rr :" c:>r:a1-"n.r.. i".95'3. ! cx!I.!':\ a:ron·.zx.~o,s. tn .S..
t:tc oJ~ i::.tcr:.:0 1 sob1 ~ li! rocu{nc. :.')p. cit.. 3lW 352.
.
Esta esperanza des:r.esurada (el !f..rmino vuelve cuatro veces ea seis líneas).
este entusía~mo contagioso, son aquí, hay que subrnya~lo, señalados como
tales por Fr::ud, ejectos de la co<.:L!Íllti., su magia. Efl::ctos directos, por qué no
pues n:;<la prohíbe pensar que Freud haya ingurgí12.do -í~l hecho es incluso
muy vt::rosímil- una dosís <le cocaína para escribir más fácilmente ÜberCoca.
Ahora bien, se trata de un text0 qne satisface en t.odos los puntos Ja<;
exigencias que corresponde:• a este género de ejercicio: descripción botár.icJ
precisa de la píanta, datos históricos det::úlados d~ si.: uti1iz;:ición en el Pení,
recorrido completo de la iit.::ratura científica que le habíi\ $idc consagrada,
fórmula química del alcaloide, estudio de sus efectos ~;; tos aníma!es,
repertorio de lo que se sabe rle sus efectos en el homhre cin apone de una
experimentación origínal y, para terminar, como se d(~í:;e, a.nálísh argiimen-
tado de sus numerosas indicaciones en función de hipótesis que conciernen
a las vfas y a los modos de acción fi~iológi<.:a de! producto. Es esencial not.ur
que hay aquí solidaridad entre una pre:ientación de un rigcr. ;.mivcr.sitario
incuestionable y una creencia ciega en la acdón mágic;; del objeto !\SÍ
introducido.
En efecto, las lecturas que se han propuesto sobre lo que de.signamos como
"el episodio de la cocaími" pasan todas al costado de cst.~ so!il1::uid:id. De ahí
esta designación que hace <le él un accesorio, episodion. O hien con:.idcra-
mos, como lo hace Jones, ql!t: aunque Fread pudo, por ¡.;.ri:ncra vez en su
carrera, saiir de los caminos triihdos apoyándose sob;:e "un he:::ho ai:;!ado",
no supo, en c::imbio, rnostrat suficiente espfrítu crítico cerne parn dar su
verdadero vaior a ese hecho. (La lectura del texto Contribuciór. d co1wci·
miento de ia acción de ía cocaína, de enero de 1885, f:ltlestr~ (;Uán errónea
es esta opinién de Jones.) O bíen, opucsta.rw.::nrc, y esta es !a posición de
Byck, hacemos de Freud un precursor dc. nuestra modero a .fl~kofarmacología
(el término es de l920) en la iínea de !vloreau de Tours (1845): se si::ñala
entonces el carácter cuidarlos o de sus experiencias, el valo~;paradigmático '.!ü
psicofarmacolog1a de la figura del experimentador que se tema a si mismo
como cobayo, pero nos condenamos así a no pode~ dar ya cuenta del hecho
de que Freud, finalrr:ente, renunció hastante rapida.rnente a proseguir sus
investigaciones "psicof:umacológicas". Ahora bie:i, es daro que hay ii..gar
¡:;ara dar cuer.ta a la vez e.cerca del interés áe Fr~u.d por la cocaÍ!1a y sobre
la brusca rrwdanza que puso fin a ese imerrJs. Sí Joncs :n;:ümíza su alean e::,
Byck, al elo3iarlc, lo eterniza al hacer Je él un m:idelo. La dificult!i.d nace
aquí de: que uno y 00-0 intentan escindir en dos dominios dist.intos los :rabajos
cier.tífico:> <le Fn:ud sobre fo. coca!:rn y su creencia en las virti.:des milagrosas
de! producm.
De ahí !J. especie de enceguecimicnto que hace escribir a Bernfeld, quien sin
"(C:""ia Jel 29 et.e jlln:<l ~!e 1~S~. ·::J~;.,cción de Ju¡x·iufr: ;\:tcr.nl~ Pén:2, i!!l s;~mu~1d Freud.
F.z1i.::!n&rr·u~ J. Yl.1=a y J~1.:...~ J;;vct!or.~ 1970. p. l i U). L., ¡:Ús:':l-0 .:~ ~una •::U-tl Ce) 2 d(' jt1n~o de
~ 3'14: "Y s.t re mue.~:u il".!ócil. ya ,,.e~ ~!uir;n &. ~:~~:..">e-o~ do~ e~ e; :n:!:; iucrt~: si ~a d'.J~Ce ~üa~
cp.:e ;to c.i.'lf;~ :.uticil'!~fe1:'k~U:! o e~ gran sc:ñor fog'/st: ~(1C. rJ~::c r.oc:ii~13 ~~et cu~r,>o'·.
~2 actrco. del cami:-:n ob¡t!ttn po,.. Frt'.ld
'En (.jf:a e.o.na c!cJ 30 di:'.. j1,nio de l B~-1.. Freud. 3) evoc:ir .'iu tiiuma ~ej)íU'ac.:ón. se descrif.c a sí
mi:i:;mo~n e.st"J.situacit\tt cotn0 >.:fl soidzdo ,.;ottsc1enti: ~t: ~u~ debe def~ n~cr u11a pos:cióii "pf.rrlid.;
por .mucip:!do··.
estimulante prodigiosa" de la coca, Freud escribe: "Un trabajo mental o
muscular de fa.rgc aliento puede ser ;eaiízadosin faúga; se riene la impresión
de habeTI1e desembarazado de la necesidad de comer y dormir que genera:-
mcnte se hace insistente en cien:os mornentus de la j-0mada. Bajo el efecto de
la cocaína podemos, si nos lo proponen. comer copiosamente y sin repugnan-
cia pero se liene la impresión evidente de poder prescindir de comidas.
Cuando la acdón de la cocaína se dd;iitíta, uno puede tlorrriir:;e si se mete en
Ia cama. pero se puede igua.'.mente continuar despierto sin dificultad. Duran te
las primeras horas en que la cocmna actúa no es posible dormir pero esta
ausencia de sueño ilO tiene nad.:i de pt:TJiJso" (p-110)_ La c;.1caína abre al
coque ro el acceso a um¡ dimensión en q•Je a: fa vtz puede y pueáe no, sin que
na& displacentcro se produzca para él por Ja elección de una u otra
pcsi'hrfíd.a:d ni mmp{)Co por manr.ener en sus¡:enso la al:emati va. La potencia
se en:C!lcntra. así elevada a la omnip<lr.cnc:fa, incluyendo en ella misma la
potencia de poder no (lo que itabit'-Uiim:ente se nombr~ impotencia). Este
~ampo de cohabitación de !os posibles es el imaginario mismo.
Esta cientificidad puede incluso ser designada como el punto en que Freud
diverge radicalmente de Moreau de Tours.
Con tvtoreau de Tours, el hachís abre al psiquiatra la vía iniciátíca-la palabra
viene de su pluma 9- que le p~nnitirá tener acceso a la fuente misma de la
locura. Decir la fuente se impone en efecto pues los diferentes "trastornos del
espíritu" no son más que Jos "signos exte:iores" que se originan, todos, en un
supuesto "hecho primitivo" rn "Al develar el hecho primitivo -escribe
~Ioreau <le Tuurs-, la lesión funcional primordial de laque proceden todas la.s
formas de la locura como varios arroyos de una misma fuente, espero extraer
de ello algunas enseñanzas útiles con relación al mejor modo de trata.núento
de esta enfennedad" 11 . "Esta enfermedad": la locura es una enfermedad en
singular cuyo modelo es la excitación manJaca 1 ~ presencada como el modo
de ser loco que mejor corresponde a la actividad del pensamiento entregado
a sí mismo. "Nada e~ .~omparab\e con la variedad casi infinita de los rnatices
del ádirio si no e!> b. actividad misma del pensamiento", observa Moreau de
Tours no sin pertinencia. De allí la analogía para él far.damental del sueño y
<lcl d~lirio. Si en esos estados de locura, delirio o sueño. el pensamiento está
entregado a sí mismo, es porque ha sido lcsiona<!a la vida que resulta "de
nuestras relaciones con el mundo exterior. con ese gran todo que llamamos
universo" n. Entonces la otra vida (pues según esta teDria al hombre le han
sido otorgadas dos vidas) que es imaginacíón y memoria y ya no volunmd,
se encuentra excírnda y puede más así que la primera, y realiza con ella una
"fusi0n imperfocta'', resultado de la lesión supuesta. Al realizar, también,
esta fusión imperfecta en el que la consume, el hachís le abre de este modo
un acceso a esta otra vida, pero con Ja especificidad de que deja intactas su
facultad de observación e incluso de acción. De allí el interés para el
psíquiatra quien encucr.tra una confirmación de su teoría de la ac~ión
especifica del hachís en el hecho de que e: nombre delos bebedores de hachís,
hachichiya. dio en k ngua francesa el término assassín, a.<;esino, término que
al princípio nombró a lo:> sectarios sirios que O() vacilaban en matar con el
m:tyor salvajismo a los jefes c:ist!anos o musulmanes, ferocíéad que se
atri buía a la influencia del hachís.
f .a lesión aparecía así, en Moreau de Tours, como el elemento explicativo
último de toda locura. El fin de su obra está consagrado14 a dar una respuesta
a un problema controvertido apasionadamente: ¿lesión orgánica o lesión
f-.ir.cíon:.il? Que se la~ arregle con una pirueta al imaginar la existencia de una
lesión orgánica no localizable como ta! en el organismo, indica suficiente-
mente que lo importante es mantener d apoyo tomado sobre la lesión como
signific:mte. P•ies ¿qué podriaser, entonces, si no un significante, esta lesión
orgánica sin órgano lesionado? Esta observación toma todo sa alcance por su
corolario: la uCic:ición en un segundo planc de las diferenci.!:.s que la locura
presentifica, que no son má.'.; que contingencias formales, secundarias con
rcsp<!cto al hecho ¡::rimordiai. Pero, justamente, por ser consideradas como el
colino de In extravagancia, por ser tomadas como insignificantes, esas
diferencias son. de hecho, aceptadas como ligadas exclusivamente con el
juego del significante: "Una vez que ha sido roto el lazo de las asocíacíones
regulares de las ideas. e:-itonces los pensamientos más exiravagantes, más
curíosos, las cumbinaciones de ideas más extrañas se fonnan y se instahn,
por decir así, de manera ímperati va en el espíritu. La causa más in si gn i ticanre
puede <lmlcs nacimiento exactamente como en el estado de sueño" ·5 _ :...-toreau
de Tours ilustra con un caso tomado de Esquirol esta exu-.1vagancia dd
significante: "La ciudad de Die csc't. '.orrúnada por una roca que lbmar1 la V.
A urt joven se ie ocurre agregar la let:a U a la pal.ibra Die, convinjé:idola en
ia p:llabra DIEU (8íos), y todos los habitantes de Die son nioses par~, él.
Píonto reconoce el absurdo d~ este politeísmo y concentra entonces la
divinidad en [u persona de su padre como el individuo más res~eta~l:! de ;:s(a
comarca". La teoría psiquiátrica que funda la ve.rd;i.d de la !ocera ~ni.a lesión
desconoce cor:elatíva..'l1ente los efectos de significante de los c;,in!cs sin
embargo da testimonio, al menos en su rierna infancia.
En los años 1884-1885, Freed no está interesado en la psiquiaufa sir.o en la
neunJlogia. El hecho es Íundamenlal para comprender en qué áebió diverg~r
su procede.e de! de ~1oreau de Tours, siendo que partía de datos y experiencias
símilares y que ambos trabaj:iban sobre la ba~e de las mismas exigencias
epistemológicas. ~lientras Moreau de Tours, al fundar su t~orfa sobre la
analogía. no choca jamás con et hecho 4ue constituiría un tope, Freu<l se
atiene resueltruuente, en c:Janto a su manera de ínterrogar ios :::ft:ctrn; <le la
cocaína, al primer principio de la termodinámica y cu~stiona con ese
principio los citados efec:os. Ahora-1Jíen, es por eso que 'fa cocalrw, llegará
a sobrevenir pura Freud como u:i objeto caído. Tal es la tesis que hay que
demostrar ahora.
Sea O el estado dado de un organismo_ Dispone en este estado de ;;na cantidad
de "fuer.la vital"16 F. Esta fuerza puede ser convert.i<la en una car:titlad t.ie
ITabajo W, también deternúnada perfectamente a partir de O. De donde
tenemos la secuencia:
0->F-> W
Ahora bien, el efecto estimulante de la cocaína. e! milagro que realiza, puede
e$cribir:;~ como ur. valor W' superior a W: W'>'rV. La elaboradón teórica de
Frei::d a partir de Über Coca con~bte en incerrogar cómo esto es posib!c y,
más aún, si no hay allí, con la exp~ríencía del coquero, un. cuestíona:~íer.to
consun::ión por gastar me::os energía para pennanecer con vida. Dicho de
otro mojo, si ~N parecía transfonnado en W', de hecho no ern así para nada;
más bien W había permanecido constante ~ro lo que era utilii:ado para
sobrcvívír no era W sino úl, tal que ID < W. Esta hipótesis respeta la
preemine.:icla del principio de conservación de la energía incluso sí sigue
siendo opaca la razón por la cual la sobre vivencia exige del coque ro un gasto
reducido de energía.
Resumamos esa<; tres hipótesis:
Fórmula de partida : O ->F-> \V
1• hipótesis O·> F'-> W'
2ª hipótesis 0-> F- W'
3ª hipótesis O -> F -> co ... \V
Sólo la tercera hipótesis está en conformidad con la fórnmla de partida, salvo
en que introduce una separación entre energfa utilizada y energía dispon.íble,
entre y W. La cocaína sería ese objeto que pemútirfa que haya --¿siempre?
(ese sí empre, como apuesta imaginaria, es !o que con~tituye un prübknw.)-
un excedente de energía disponí'hle con respecto de la energía efecti vamt'.!<te
gastada. Hay que notar qi.:e el conjunto de la argumentación de Freud permite
~ituur, sobre la fónnula de partida, cada una de las hipótesis:
o -> i ~ 12"11~!-;
L....~ -
,
(1-G..!TC~ l!tl c4miJ-w aiJ!eno por Ftf:Jd
~~~~~~~~~--~~~-
L1 e.sc:i u.:ra q~1~ penrJte a Freud :erminar realmente con esta equivocacíéo
abre ia pol\i biiidad de su dabornci<Sn en el simbólico: y lo que en! 887 $Í~ue
estando en s u~pei1so f,n su relación con la cocaína enconlrará su cifrado con
el desciframiento, ocho años más t:irde, del sueño inaugural llan1ado de "Ja
ir.yecci6n a Im1a".
Pero la histé~·jca no p<!r nada tiene que ver eu el acontecimien!o de ese
descifr amiento. Y si el asunto de fa cocaína fue ese tierno<> en el q~re Freud
hatría podido ams ütuirz.;e como autor -auiOr c!e ese gran descubrimiento que
hubi('.ra ,pui:sto e l selle a l discurso u:nivcrsi uu;o acerca de un objeto que
r~spon-1.ía a i fi n a la lesión s~pucs ta- es, rara terminar, la disyunción de la
pr.oducción de ese discur~D (o sea d a;1tcr mi$rno) y de su verdad (o s<:a el
sig:dican:e-arno ele la !\:~ión) lo .;¡ue le quedaba todavía por resolver a r:úz
ríe e~ta eq~ívccación.
111
0;> cit.. p.:20.
»o,,..;i:.. ~.2:::J- 221 .
C -:1p1~~u·
'\. .J. 0·
1 ..-10~
.... L)
Ja histérica en surna
l é.:ttn.1:11.., de!. (\.{. c:.;~n;a.~c: t ·;,,j'!té.rú~.1·cAl1JS s~.!:::-.:icuado:; y ~1re~t:'Jll.:l.C.O!; ;:>or E. Tri:hn.. 1971.
"?ar~ y1it h y~téro· 1n.u1runique <l~vclo pp& P'jl' sug g~s cion".
figura l Fase de grandes movimientos
..
Figura 2 Fase tie las contorsiones
(l\rco de cfrculo)
A. Delahay~ y E. Lecros1üer
' f_ Jooc1. Úl v1e et l'c;e::v-. de S. F'i-e11d, tr.ld. frar.c .• P.U.i'.• !oma 1. p.'.::<18. (Ha¡ ediáón co
e~paJ\o:: 'Vi:!a >· nbro de" Sig,ni.:nd Frttad, Ed. ~forrr,¿, Sw:r.os ,..\i,·~:s. Tomo'. p.'237).
naturalización universitaria de la histeria no es tanto retomar la !'ijsteria P.n el
discurso de la ciencia - una "puesta en ciencia" como se <li<:e una "p:::esta en
escena,.- como una manera, para la ciencia e:sl4blecicia, <le protegerse de la
histeria. Freud no abrió camino !>ara el psícoaná!isis a pan:ir de aHí, salvo si
entendemos "a partir" <.:orno un repartir, una demarcación cuya efectividad
sólo es pensable si se marca ~n qué puntos su apoyo viene de otra parte.
Segundo lugar común, corolario del primero y no menos sober:ino: gracias
a Chnrcot, Fr::ud habría pasado de la neurologfa a la psíco!ogía; y esto
constituiría, según la idea de íos autores, un primer paso hacia el psicoaná-
lisis. En primer lugar, es falso que la enseñanza de Cbarcot fl:era del registro
de una psicología; se trataba manifiestamente de una clínica de las enferme-
dades dct sistema .nervioso, o sea, de neurología.
Por cierto, en un punto muy precisamente localizable de su enseñanza scbre
Ja histeria, Charcot recurre a una explicación psicológica. El asunto merece
deiimitarse con más detalle puesto que allí se encuenrra puesta en juego !a
nm:ión de traumatisrrw como explicación de las parálisis histéricas, y
además, nada válido puede ser dicho de esta noción P.n Freud fuei:a del hecho
que su deliniciún diíier:: <.le fa que promueve Charco!.
Su teoría del traumatismo le permite a Charcot rendir cuenta de !a distancia
con1proba<la :::ntre la intensidad con que se impone, la pcm1ar.e.ncia de una
parálisis histérica y ia poca importancia, "o~jcúvmn<::nte", del incidente que
fue su punto de parti<la. P¡¡_n; reducir esta <lc::;pruporcíén, Charco! url1íza u11:i.
distinción, tomada de autores ir:gleses: si el shock (así lo escribía éí)
traumático no basta para explicar los efectos observad(ls, entonces habrá que
admitir que en Ja hist6rica se sobreagregó ctro shock calificado corr;o
"nervioso". Los trastornos ser.sitivos y molares "que se producen er. !os
miembros sometidos a UP.a contusión no pertenecen,ni co11 much~, a los
sujetos hístiricos propia."nente. En esos sujetos. sin duda se producen bajo
la inj1uencia de los shock.> aparentemente más ligeros y adquierenfcJ.cilmen·
te un desarrollo considerable iin proporción con la intt:nsidad de !a causa
traumática .. 4• La reforencia al shock nervioso es necesari::. po;que conduce
la desproporción a una. igualdad: "Ese shock nervíoso se produce cuando
sobrevie7:e una emoció1i viva, un susto, el rerro:- determirwdo [1or un.
accidente; sobre todo c;wndo este accidente amena;::,a Ja '.!ida como se ve por
ejemplo en fas colisiones de: trenes. En esas co!UiicíonP.s, se desarrolla ur.
esta.do mental muy panicular, recientemente estudiado con cuidf;¡do por el
Sr. Page, quien lo acerca, por otra parte mi<y se11sar11mente en mi opinión,
al estado de hipnotí.•mo. En efeclo, tanto en uno como en otro caso, puesto
que ia es,'Q(Jr:.tc.tr.eidad p.::.-r''°l~ica., la vo!:A.ttlad, el ./uil·io es:ári ,71ás o ml·1e()S
deprimidos u obn::.bifr:.dos, !as sugestiones son jcJ.ci!es; c:sí, la más ligera
... 1. f\.i. Charcot. Leron'f s-::r t.:s rr.o!mlt'.t::. d~· r)'$tlm~ tte:vef.1..4. t. ?1I. 1887, p.402. En adcl~!'\ce
men..::onad¿ as(: !..../rl.S N.
actrca del camine ot>ieno por r.~e~d
------·--··-· ··- ·-···
en el que et S 1 del sfncoma ocupa e l lugar del otro y el S1 del saber el lugar de
la producción, permite así :::alificar a e~ta teoría fre!ldíanasobreel traurp atismo
como "teoría hí~térica de la histeria"&. Ante Charco!, Freud se convierte en
el portavoz d e la histérica. p1'r ser, sin saberlo, su v~ctima, su incauto.
.,
1
J. M. Charca~ l.M.S.N.. p.392.
6
S. FreuG, Sµr f~ mi cuni.sr.:.e psychiq;.ut :les pher:.~tnl.ne<: hys!1:rit¡ei'..'f (En c.o;paaio~: S. Frtud.
Obra! Cnn:µl¿Jas Snbrl! oi:! mecani:;mo ps:q!lica d~ 1'n.i /enóm~nc>! hi.stir:co:s. Su ~de[.1.i,~
c i t-1 ,"l\1)$ o.e... Tomo n. 1\rrh) rr'Onu Ed .. Buenos .A..ire~. 1980, o.2i-34) .
' S. !'r:.~d. CN.rco:., O C., Op. r.i c., Too'1 1Tl. i'P· 11-~4. .
.1J:'-e~c!'fJ nación 4~~ I~ ~cbo a A. Rondi::pierre.
lq hi.srirfr:. "'suma 47
En un texto titulado "Pierre Jan et, psícólogo r~;.il:sta'">, Henri Walkm pone el
dedo sobre el postulado funda..'Ilenta! de est'i psicologfa. "No hay necesidad,
escribe, de justiftcQ.r con. razonamientos o hípótesís, la eventualidad de un
acuerdo entre !a persona y el medio psíquico y social. El hecho primitivo en
eí plano psíquico e~ este acuerdo, exitoso o falllido.es la unión esencíal de(
acto y de su objeto. "La ídea: de! shock nervioso. ccnve:tida aquí en "insufi-
ciencia psíquica", tiene como función rendir cnenta de la histeria sin rener
que cuestionar este zcuerdo postulado: "El molino puede estar muy perfec-
cionado, pero si !a fuerza motriz es insuficiente en volumen, en fuerza de
empuje, no f.lncionará y sólo producirá gemidos discordar.tes o penurba-
cicnes. Así. a falta de ur.a tensión ps(quica coni•eniente, !o que Janet l!amil
'función de lo real" se degrC'.da; el acio se hace primero hldico, se convierte
e:1 un simple simulacro, un desvarío sin eficacia real. Una nue'.la baja del
nivel trae consigo el ejercicio sin control, Íl:coercibie, obsesionado por
conjuntos funcionales desintegrados y pi;rásiros. t;n el .iivel más bajo,
vienen manifestaciones explosivas ba.jo lafom1a de acritudes pt;Siona!es o
histéricas, y finalmenre simples espasnws muscuíares caracterísJicos de !a
crisis epiléptica, ese gran mal o mal sagrado de los m1tíguos." Así, prcsigue
este texto notable, "Ja11et planteaba algunos problemas qüe es:é:!t entre los
más de!ícados de la psicología contemporánea; tos de la personalidad no ya
como individuo "en tercera persona" si.'lo como autor, al me:ios putativo, de
su propio destino frente a sí ll"ismo en !anto exisce:tcia únir.a en d mundo;
del plano mete.físico, el Yo tiende a pasar al planc psicog1.miii,·o."
Esta larg:i cita señala la apuesta de la respuesta histérica que va naéa menos
que haciJ los fundamentos de la psicología. En su versió:i univer5itari:! , !a
hist?.ria es pensada com,; insuficiencia e11 la exacta medidc. en que es
remitida u la suficiencia del Yo para smisfacer la función de lo real; cosa que
úníc:unente qu:ere decir que se >acisface ai principio funéndor de Ja psicCJlo·
gfa, el principio <le t:r. acuerdo entr~ la persona y el mundo exterior. el
frmer;welt y el Umweli. Cuando Freud, bajo sugestión de la histérica, c:scribe:
"Se puede dedr q1u: ta histen'a es :;na anomalía del sistema nervioso fJasada
en una re:xinición diferente de /as excitaciones, proi>ab!emente acompai'ia-
da por un exceJO ae • est•m:;:os
' ' en e[ organo
' d e u::
t • u·~ 1 L
memoria •
' , G~ i;ecno
rechaza est:i insuf!cíenc.ia p,:fquica, deb!1idad, depresié n o choque r!rrvioso
• poco ímpcrta cé ?Tio se r:.ou1iJre a :a cosa - que, er. rigor, no ¡;~iría tener
existencia puesto que con.tr;J.viene al prime~ principio ée l a :crmodinámica.
El J~ctor recordará aquí, que la modíficación de !a rebción de Frcud con l:!
cocaína sólo ¡?U.:io ser ~fe'-tiva por el .i~yo recibiJc de este prím<!r pri'.lcipío.
¿Cómo er.\enc er el indis(utib lc interés que freud manifestó pCJr la ensd\anza
de Ch:i.r<:ot unu ve;: c~c!uith) el emb:-0ilo psicológico? Sobre est'! punto,
11
f-~ut!, ~~r I~ '?f<c~-c.~:.ST!'le PZ>'Ct.iq1.t.~ dt:Jpherw.-r.et'les iiy.s¡irfr;i.ls. 13?.1. {D C,, Op. cit.. Tonlo ti).
• J~ressl :..1~,iicale. P~~. <?hnl d~ ( 911 .
12
lesión funcional es una lesión supuesta. La necesaríedad de esta suposición,
como lo apunta E. Trillat justamente 13, consiste en que la lesión anatómica
es la piedra angular del sistema anátomo-clínico de CharcoL La l{."síón es
aquello con lo que se relacionan los síntomas, lo que funda y justifica su
agrup¡¡.miento en un cuadro clínico, lo que confirma ese .agrupamiento como
enfennedad. La lesión da su médica legitimidad al método de localización
referencia! de los elementos sintomáticos.
Análisis diferencial de los síntomas, lesión, método anátomo-clínico: una ley
rige, para Charcot, las relaciones de esos tres términos. Se formula as.f: La
localizaci6n de las diferencias sintomáticas puede ser llevada tanto más
lejos cuanto que no implica, por el hecho mismo de la reÍere11cía última a la
lesión, ning1in peligro para el método. Esta ley autoriza, sítüa y limíta a la
vez, lo que Charcot presenta con el nombre de histeria. El desplazamiento <le
lo§ intereses del Maestro de Ja esclerosis lateral a.rn.iotrófica a Jos convulsivos
epilépticos y sobre todo histéricos no implica ningún cuesticnD.I.niento a esta
ley. Por el contrario, se trata de hacer aparecer su deslumbrante verdad sobre
el nuevo y supuestamente inasible tern:no de Ja hísteria. Siendo una puesta
a prueba de !a histeria, el método anátomo-clínico hará la prueba de su
validez.
Sóio hay que aportar pruebas en un juego de réplicas a un partídario-
adver~ar:io. Esta elaboración universitaria de la histeria toma senúdo por
at2car de falsedad a todo lo 4ue Briql!et había. puesto recientemente de moda;
es decir, la tesis de que la histeria está fundamentalmente definida por Ja
simulación''.
Briquet retoma. después de dos siglos, la teoría de Sydenham: !a histeria no
es una enfe:inedad como las otras puesto que níngún síntoma o grupo de
síntom.as la define. En 1681, Sydenharn escribía: "!.ti afeccián histérica no
sólo es muy frecuente, sino que se manifiesta también con u11a ínfi.nidad de
formas diversas e ímita a casi todas !as e!!fennedades que le ocurren al
cuerpo hurru:mo, pues en cw.i!quier pane en que se encuentre, produce
inmediatamente los síntomas que son propios d~ esa parte del cuerpo " 15• La
hlsteria es esa formación particular de las pasiones que cnns:s:e en que se
:nanifü::stan simulando <.:!.ialquier s ín ~ ;· ma. "Patología de segundo grado",
Trillat brindó esta felíz fórmula: como expresión pasional, sería asunto del
que se ocupa el moralista más que el médico.
La versión universitaria de la histeria que presenta Charcot se caracteriza por
pretender excluir la si~ulacíón. Dar una fornia a Ja histeria, definirla como
lo que Charcot designa al nombrar!:;: un "úpo fundmr.ental", frente al cual
todos los fenómenos histéricos observables se reparten ero elementos dei tipo
' J ~l. c;,¡.-.:'C~l. Ca.1a prcf4'cio :e R icheC', Étud.!s c:lirtiques !/Ar !'h~·;tiro-~pilepsie
6
''ª gra1t.Je
hysrcr.·e, Pací;;. i 3~ 1.
•t O. :\ndG:scn. StL:cJ.ir::: ~" !he pr~ftí.11<>ry nf p!)'Choo.rwlysi,-;, ~ 962, p.6''}.
La teoría del traumatismo viene e:i lugar de la lesión funcional. pero no i:i.
ar.u la ni fa subviene. Es una tentativa abortada y tímida de dar cuerpo teórico
a !oque no es localiz~ble sobre el cuerpo anatómico. El interés dedicado a Pin
no e:;; rnús que el interés desplazado des<inado a Porcz; el significante de la
lesión funcionril como verdad del cuadro sigue síendo decisivo para Charcot,
lo cual rinde cuenta del hecho dt: que se haya comprometido ton escusamente
con la teoría del traumatismo psíquico, con!entándose, como io hace notar
Freud, con una fór.nola: la del xhock nervioso.
El escalpelo de Freud corta cransver:>u!mente el texto Je Charcot. Del caso
P:n conserva el hecho de la rq:'~oducci6n de la monoplegfa braqt.:ial bajo
hipnosis; pero Jo hace p;u-a interrogar, con ei caso Por;;z:, su articulación con
la teoría neurológi ca de la lesión.
:l S . f~uO. ·"A ls¡1.1."la.S ;;.o,..si:!e.fl;ciur.~ cor: mi•.,.A.S a"·, est~~t!o C!>mpa.ratiY.j d!! !LJ.., parúli..t í..o;
mmriczs orgánfr.11s ! iUrt!rka f· . O.C. Op.ciJ. , ToflXI t p. 1'17'! sigu1e'3H'.:S. {Sl:llfaard l::J.• vol.
l. 9. 160 y si~Jie;u..-s) 'fnJ•JCil'JY.)< do l.t crn6u:<ió:J f:"w:e<:sarres.:~~er. el .,-.,.cu.
"/bid.
!a his:érfr:!.l ~:; suma
;ar. importante para la vida psfquica de este hombre que se negaba a que esta
mano tuviera cualquier otro contacto "i4 •
Esa prox.imidad con un relato cómico permite dar cuenta de! síntoma
histérico. Supongamos una parálisis braquial histérica. Ll representación
misma del brazo no se manifiesta lesionada, puesto que, por el contr:uio, d
síntoma la revela "manos a la obra". Pcr el contrario, existe - y ése es el
síntoma mismo - alteración de una función de esta representación: "Desde el
punto de vista psicológico, la parálisis del brazo consiste.en el hecho de que
la representacíón del brazo no puede entrar en asociación con las otras
representacíones que constituyen el Yo, del cual el cuerpo del sujeto forma
parte importante". La "lesión für.cional" es en•onces interpretada por Freud
como una operación por la cual la imagen narcisista se encüentra lesionada
en una parte de si misma. Esta parte, sustraída al orden especular, entra como
representación en relación con otra representación que, por el hecho de su
importancia para el sujeto, la atrae a ella. Ja quiere, de alguna manera, toda
para ella. E$ta otra representación es calificada como "traumática" porque
implica un excedente de afecto del cual el Yo no puede desembarazarse; tal
repcesentación es "causa desíntmuas histéricos permanentes" porque realii:a
la sustracción del registro del imaginario de uno de sus soportes simbólicos
que toma a su cargo ese excedente de ajecto vecíno de otra representación
y da así al síntoma su peso de real. La historia cómica hace sensible esa
relación de por lo menos dos significantes, donde el significante "mano"
representa al sujeto para el signíficanle "rey"; con la consecuencia de excluir,
por ese hecho, la mano de los ofici?s de la limpieza, puesto que la limpieza
le ha."1'.a perder esa realeza, incluso su nobleza. Seguro que duriillte el propio
tiempo de ese estrecharse de manoplas, un pensamiento informuiado para él
mismo debió penetrar a aquel que, por estar así en presencia de la Real
Persona, no pudo más que prohibirse formular, ea una iriJuria, el término:
"¡porquería!".
Esta interpretación de la "lesión funcional" vuelve sobre la noción de
traumatismo que pierde su esratus, como se ciice que uno ¡:lierde el hilo. Er.
efecto, para Freud. la discusión de la definición del craumatismo promovida
por la Salpetriere, va a implicar una modificación de la relación del médico
con el sa.ber - con sus fallas, m<is precisamente.-
El síntoma histérico se preser.ta. para Charca ta. im~gen del ~hock traumático;
nace de él tamo más naturaimente cuanto que no encuentra ningún obstáculo
por el hecho del shock nervioso. He aquí lo que Charcot enseña a propósiw
de las parólisis histero-traumáticas de P[n y de Porcz: " ...pcr i.m lado, fa
sensación de pesadez, de pesan:ez, de ausencia de! miem.bro cor.::.t.sc, y por
otro la.do, la paresia que r.ú deja de exi.s<ir siempre hasta un cieno grano,
u !bi.d.• p.208.
~.f acerca del camino abierto por Freud
s, ~
Ahora bien, ese saber no está ta;1 seguro de su propia existencia como
parecería al principio. Eso es evidente cuando se interrog1 la l6g•ca da.sifi-
cadlJra que lo sostie:ie po: detrás, en las relaciones que insuiura entre el
cuadro y el sÍn(oma. ¿Qué oc~1rre cJJn el sfmorna cuando se cncuenrrJ llamado
a integrar un agruparr.ienlO c!onde d cuat:ro se constit~ye como "especie
~/bid.
:3 "Es iT,~nester .:uii'l:.t:.:e de::;::~~ ~ue ~: rr:lurea!:!'1nc acrua a!a mar.er;:i ~~e ~•i1 ügfr.r pruv()c:l!e:~r
(en ~ranc~:o; en el ~cxto :tlcn1::n) qL:c :.ics:::l~ade~<lJ'Í.1 e! sintor:-:.a. F.s~e. :;u:ho in<..e;>enlile::.te,
s~t:sjstiri.i ~ue~f')". S. F~ud, O. C. Op.ci1. ·re;,!~·) U, p.:1-2:
::")S. frcud. ·°l'~:luf· :i. !iU tr::iducc~ón (.;: ;_,¿,,_·,:r·or:l':.1i de; ff".i:ríe.":. O C. ()p. ~·;t.. ·r:imc t p. l:'3
(.Staftáara EJ. 11nL l, ~. ~ ~9). \' ! ( ~gu;i;ment;: Fr~·.id, ;\1a vit 11r .'u p.rychr.11a{y.<tc!, t:'z.;!. fr.• p.! 9.
(PreJer.:ar.ió.1 tl=.ttOl:rog....<i¡ico, J., '!"0 111:.:0 XX. p. l 3)
enfermedad" '°, es decir, como una entidad de orden inmediatamente
superior?
El hec~o de definir a ia. especie es suficiente para hacer aparecer en el primer
nivel lo qoe no era abordable antes de su constitución, a saber, que dcsd.:: ese
momento un síntoma puede llegar a faltar. El caso ha sido expuesto con l:is
observaciones de Porcz y Pin. Dos consecuencias pueden ser extr:i.ídas de
esla nuev<!.ocurrencía, pero cada una demuestra la dificultad de una aprehen-
sión :::onceptual estable del síntoma, desde el momento en que su definición
se apoya er. la de la especie mórbida.
- O bien se decide que aquello que tenemos que considerar con ese
agrupamiento nueve (puesto que se rraca del p::ímer agrupanuento menos un
s;fntoma) es una nueva especie y, e:i ese ca.>o, al repetirse la operación, nos
vamos a encontrar con tantas especies como síntomas; dicho de otro modo,
anularnos Ja dislinción entre síntoma y e:specie que estaba planteada en el
punto de partida.
- O bien decidimos qu:: esa. falta de un sír:t.uma no es esencial con respecto
a la especie; decidimos que el nuevo agrupamiento es de la misma especie.
y entonces sacarnos como consecuencia que ha.y una división iJel registro de
los s.íntom~:. ya que la ausencia de unos no conduce a un cuestionamiento de
fa e:;pccie que pensamos estar considerando, aunque, por el contrario, la
ausencia de los otros provoca el cuestíonamiento oblígator.i::imentc.
Eittonc.es, la oµción es, o perder la dístincion símoma/espe:.:ie, o úi vitlir en
dos niveles jerarquizados la catego1fo del síntoma; pero esta operación, al
repetir;,~ indefioidamcllte pulveriza findmer.te la noción de síncoma.
,
60 Jc~rc:i dtl comb11,,•abi~rto por Fre:..d
~1 ~a
s1 ~
La presentación de la histérica en suma, en sueño, nodejabadetener su efecto
sobre la asistencia; este efecto es de contagio de ia hípnosis. Freud da
testimonio de eso cuando, describiendo la lección clínica de Charcot, habla
del Maestro como de un "m:igo'' que subyuga a un auditorio por esta
enseñanza fascinada. "Cada una de sus lecciones era una pequeña obra de
arte, de construcción y de composiciólZ: esraba en un estilo perfecra y
producía una impresión ral aue todo el resto de la jomaLia uno no podía
extirpar de sus orejas el eco de !o que él había dicho, ni desemóarazar el
espíritu. del pensamiento que había e.Jr.presaáo "41 •
L o que yo llamaré aquí eco-psicología, es esa operación cuyo producto es un
Charcol docente, y consiste en ¡mner el saber, tomado como cuadro, en ese
puesto de comando de do nde el c tro es enfocado como un objeto que es causa
cel deseo é.e dormir.
La eco-psicología es !a psicologfo que conviene a Ja universidad; la hipnosis
"P. :>.1a11e, 'Elo~e de J. M. Charcot"' Bullttin dd'AcaJémic de Uidicin•. 1925, XCIJ. Ciado
pD:' G. G1Jilh•n.
J.•~. CMrcfJI. sa vie. son oer,i;r~.
,. J. M. Chatcot. L'hysti rie, ic<io• .,,¡coghlo' por E. Tri:ta~ p.101.
~J. M. Ch:u-~o!. J!>id.• p. 100.
•• S. Fr:"d. Ciuucnr. O. C. Op. c;1.• Tome lll. ¡>.19 (Standard Ed. Vol. ili. p.! 7).
la .~r,st;rica e11 suma 63
,
Capítulo tres
dejar al lector otra salida que la de su entrada, la cual yo prefiero difícil " 1•
La función de esta preeminencia es impedir lo que puede haber allí de
demasiado flexible habitualmente en ese juego entre el imaginario y el
simbólico can importante para nuestra comprensión de la experiencia2 • A
esta flexibilidad, demasiado grande, se le pueden dar varias respuestas.
Distingo no sólo dos, sino tres respuestas.
La traducción se caracteriza por promover lo que seria una preeminencia no
sólo del sentido sino, más exactamente, del sentido único, del un-sentido;
ella se guía con este un-sentido para decidir sobre el falso sentido o el
conc:ra-senti<lo pero sólo interviene como respuesta posible al juego dema-
siado flexible del imaginario y del simbólico si participa de lo literal, dicho
de otro modo, de otra cosa que de aquello que la orienta. Este anclaje en oc:ra
parte le es tan indispensable que se puede desafiar a cualquiera a producir
un solo ejemplo de traducción en el sentido moderno de este térmitlo
que sea de antes o de fuera de la invención de ia escritura3 • Hay allí un hec'ho
que, al menos en mi conocimiento, nadie ha señalado y que no ha recibido
entonces, a foniori., toda la repercusión que merecería en una teoría de .la
traducción. Lo desaperc¡hido de este hecho tiene su razón en el mantenimien-
to de una visión( corresponde aquí decirlo) de lo escrito como pura y simple
transcripción de la palabra.
La transcripción es esta otra manera de regular lo escrito que toma apoyo no
ya sobre el sentido sino sobre e! sonido. Este modo dctennir.a 1o que se llama
la escritura fonética. Un sen ido por letra, una letra por sonido, tal es la regla
de la transcripción f0nnulada. enu·e otros, por la gramática de Port Royal y
que todo escolarizado sabe que no es aplicada. Que yo diga de ella que es
inaplicable parecerá tal vez excesivo; el hecho está all.í, sin embargo, tio
'J. Lican. l!.J~ritos l. :!'ü.iucción Tomá.~ S~govia.. .Siglo XXL Mé~ico. 198-1.. p.473.
'J. Lacan, Seminario dei 3 :le julio de 1957.
'Podcmc$ .J.ar cuenta de \O'IJOC ·'t.radudr" quiere dedr, en una socidod c¡11c no ha efectuado
la escritura de su lengua. con uJla b.coma .:¡ue tos airicnnos de amguá (wia ci.n:uascripdón
Bamileké) se conmban cn!Te si. no sin eocoucrar en ello motivtl di: hibritl:lil. Hsy que decir que
e:;td broma 0-0 fue dicha~ )u$ bl;mcos sino dc<puós de la mn<:rt.e de! ":radoct0<" afric:ino del que
.-e tr~t'1ba. L:> historia le uc.,;rrió a '\m médico blanco de una ir>Jsión pro•er;mte, el doctor
Broussous quien, para poder ej~r•:er. utilizaba los oficies de an tr.:ILl<,ctur ::.frii;;mo l!ama:\lo '
André,pucs no comprendíu ni una palabra ~D bangu:i. Un día un granjero africauo olega a'"'
cc11sukl con una go~tina.. Se ir.ici.i e.Dtonccs el s.iguicut.:: inr.etcaiflblo d: p."ll;1.br;1.');
·El consul:ame (se dirige •o banguá a André}: ¿Te~dr.í:t bien el doctor G"" yo le traiga mafüma
a r.-1i mujer?
- El drxror (se 6rir,e ".11 iront:6 a Aodré): i.Qué quiere que h.agaco~ esla ~al!ina 7
• 11nú.ré (al doctor): Quiere que us1t:d atienda a ~u mujer.
: F:I dnc:.Jr (a AnrJ,-.;): ¡Qué la traiga!
-E{ cvr.s•JJtante {ir.trigr:do por le que acab:{Ce olr sin con1prenóet, se dirige:» / .. :ldré): ¿Qu~ dice
el doctorº
... .1'.n.áré {3.l L'or.sulia~te): D!::·: ·~Ut: ~~ enuc~cs ;~ galHna a mi mujer y t;u.e :.rdi gas maña.n.;:~ eJ
d!n~io ~on cu mujer.
traduc:cíón, Jransr.ripci:Jr.., translileraci6n 69
quería decir al revés, al vés-re, "son poids" (su peso), y que así él "cargaba
su peso" al menos en el ~ueño. Consecuentemente, tomaba su alcance el
hecho de hacérselo saber a su mJijer pues el chiste (no gran cosa como chiste,
p~ro el inconscicn te si bien es snob, como dice Albert Cohen, no es mojigato)
decía a su oyente lo que el sueiio había cifrado volviéndoselo aceptable. Su
respuesta alcanzaba así su direcc.:ión pero sin lastimarla.
En el <liván se presentaban, ciertrunente, otras prolongaciones asociativas.
"Gordo" era disimulado, censurado, en los comercios burgueses en que,
cuando niño, lo vestían. "Robusto", decían de él, con un muy robusto
equívoco, "robusto", ya que aplicado a un hombre como calificativo no tiene
nada de peyorativo. En resumen, ha'::iía recibido la observación de ~u mujer
como una ca~tr:ici6n imaginaria y la interdicción que se había impi:esto a sí
mísmn, s:n saherlo, de darle una r;:spuesla demasiado brutal que la hubiese
heódo, no era más q:.ie la consecue.ncía de la imagina.rización, en el lugar del
Otro, de la herida que él había recibido sin saberlo. El malentendido es aquí
patente, pues admitía ahora que su mujer, al decirle eso, estaba lejos ée querer
destituirlo de su posición de hombre "robusto": ¡para ella, gordo no evocaba
robusto, síno más bien el impedíme!lto para serlo!
Sin embargo, esas prolongaciones desorientan al !ec~or; le hacen creer que
dicen Jo verdadero sobre lo verda<lero e.le ese sueño, siendo que no hacen,
como el sueño mismo, como su desciframiento en un chiste, más que medio·
decir esta verdad. Esas prolongaciones tienen ellas mismas otras prolonga-
ciones y la nomínación por Freud del ombligo del sueño quiere decir que no
hay ning-:.:na posibilidad de alcanzarjamás eso verdadero sobre lo verdadero.
Es, enlonces, legítimo atenerse a Ja secuencia (nunca tenemos que ver ccn
otra cosa): observación de la víspera/ sueño I chiste.
El sueño da al "has engordado" otra respuesta que aquella que fue formulada,
como si esta última no hubiese sabido resolver la cuestión que la observación
rea vi vaha. Llevar o no su peso, tal habrá sido esta cuestión. El futuro anterior
es aquí exígible pues Ja cosa no aparece más que en el tiempo tres, el d~ !a
interpretación dei sueño por~¡ chiste. Se habrá tratado de llevarsu peso como
uno lleva su edad o como uno ..la lleva más o menos bien de salud".¿ Qué es
lo que realiza el sueño con re !ación a esto? No traduce en otra lengua el anhelo
de este ana!ízante de llevar su peso; y el empleo bajo la pluma de Freud del
ténnino de Übersett.u.ng con este fin implica una dcfi:lición tan laxa de io que
es la traduc~ión que nadie podría contentarse cor. ella. La extensión de su
concepto abre enconces !a vfa a un tipo de int(!rpretación que hay que llamar,
en efecto. abus¡va. El "eso traduce... esto... o aq,Jcllo" desprende la traduc-
ción de lo iiter::i: y siglier., enton.::~s. las imbecilidades que, en boca del crítico
72 1C1s sesgrni: Úf:: 1{) (iltrc;I
"He aquí, ec:~~ una multicud un ejemplo de ' tl":"'<.:111c;;ió1l" 3b~siva; :si! tr..:ta de:: u:; ~tico~n de
1
1
U .ttonúe q1Je. ci<i <:.:iJ.(.!Ota de los étur~~iens de B:t:r~u lReunioces de S ichat) en 4.UC: ~e Jee. "e1
h1:;orertlo, ia nhcsidnd por buhmJa. la enarcsis, ~as fuga.\)' Jas cC'nducta.s dt:tincuentes traducen
a rnenurlo ur.:l rle;:i(eslón ~uby acenlc". Le hfr>nd~. l(I d~ OC ~!~)fc Lfc l9BO. pJ J.
tra4occit5., transcrip•:•nn. trarulüt!'<ldón 73
'"El wntcnido del s11eño se da. por decirlo así, en uoa escritura de imágenes cuyos sig~os dcbeo
tt3Jtsfe ;itS4: uco pot uno en la lei\gua de lo~ penwnicntos del sueño. Seri'runos inducido~
~vidi:nt.err.-;nte al error.si .se qcisicsc leeres.os signos ~c~n $U valor de imagc n c:n lugar de: Jcer los
según sus reJacionc$ de !igno~·· Sstas líneas (Ge.~umme:l'~ WerU. a/II{, pp.2S~/2S4) introduc~o
el !Cnnino de riéus ot.'\lllbiénel <le Bi14errr,irsel -~divin= pi:ro iambieo eni gmacon irruí¡:enes-
q;¡e Freud piantel como cquiv:ilcntcs.
• Es decir que yo aorucoo la malcvo;cotr. lucid>;:t de ~n F. Geor~e5 que pecmruiece dem.-.s:ado
rese:-v:tdo s.in cmbatgo en las <::anclusiones qu'! excl'\\e ~~lo que Uan"..a con un~ ~rtinc!ncia el
efcc!o "Yau de ?~~~-". ñaci!:ndo refc::~~ci:J. a esos diálogos <>.p;\rentemcnu: a.bsu:-dos quo: se
t:cr....;tn.:yen. :.:1.ol.ncio a!guien enad~na coa la ülti:r.a ~í1aUa <l;; :.n1a hd1;:c1enc:óo, una ft:lSc qu:. no
\i~~e fo:ws:urie"te n303GUc ver CM !3 óe su inte1loc·Jtor. (Así, por G;cmpto. "n fr.!llcés. >lguien
d:<~e ·'Cct~.mt.:nt v.).S·tu" y ~e tcS~Jnrlen '·yau de p<Xie". E.; decir, en i:spañol. ~¿como .i.n~ t-J.~,
-··eo e;! ·=h~~r1e3'') ¡Llscirna qué F. Ge~1;:ges ;)0 prolong:ue sus t;Ol\Si<lc:r:>cioi!eS deciuando sin
·.r~lor l.J.~s.crizuta chifl=t doude <:?J "'i~u CP. PoC!c" jueg~ un papel tan dt:-:i.$1vu! Cb s.erv~ctóo vi.lida
, iguaink?-.~ ?a.~ -:( texto de F:-::u¿ .~cbrc cJ chist:::. Lo se~o no est.1 <londc ~!lf) etee. Véase
Kie!kegaatC:.
74 lo.s stsgvs de lo lí!tml
Hay, en efecto, en el relato del sueño menos sentido l.i~!e en lo que resulta de
su interpretación, a saber una frc.sc que, ~ociando las dos imágenes, podría
forrn:ilarse así: "Yo soy cargado sobre el hombro y cargaré su peso, el peso
de est: cuerpo ql:e yo llamo "su" porque no lo !!dmito corno CT'.Íu. ya que me
,
76 los .rugos de /¡¡ /ir~ral
2.) El trabajo del sueño elige cierto número de sígnificantes que se caracte-
rizan por ser equívocos homofónicamente. "Etre porté sur", "épa«le",
''poids son"; la homofonía es uno de los nombres de la no-identidlllÍ. cnnsigo
mismo del sign/icante. Ella es un modo del equívoco. Una frase, en fra..J'\cés,
como il connatt mieux ma femme que moi que puede traducirse tanto por
"conoce mejor a nü mujer que yo" como por "conoce a mi mujer mejor que
a mi", es equívoca gramaticalmente, como ve:nos, en ese idioma, en el que
moi puede ser sujeto ("yo") o con:iplemento ("a mi") según el caso. Sin
embargo, el privilegio del equívoco homofónico (un hecho notable e:i
psicoanálisis y confirmado. si fuera necesario, por carla uno de los
((esciframiencos de !as escrituras llamadas muertas) corre$pOnde a Jo que
implica un abordaje ciel lenguaje que distingue sus elementos literales. La
poesía vuelve notoria esta incitación con e!juego de la rima. F. Pongeescribe:
"P-ara tener una verituble tabfa (verdadera mesa) basta con sacarle a veritable
su insoportable verí, a insoportable su insoportable insoporte" 7 (En español
podríamos inventar: "Para tener un precioso oso basta con sacarle a precioso
su poderoso precio, a poderoso so pGldcroso poder"). El poet.ase eleja capturar
aquí por el significante y confía a la honiofonfa el cuidado de operar cortes
inesperados. Al poner sobre el tapete otros recortes del mismo carácter, se
con.stimiría un silabario (o sea algo que corresponde a lo escrito). Un paso
más y he aquí. con las p::ilabras unilíteras y con Ja acrofonía, la distinción de
la letra como t:il. El ir.consciente es poeta. Freud cuenta que había sido
impresionado por la insistencia en los sueños de un p2ciente del nombre
fro<ic~,·c:ón. •rr.rt'icr.·pr id11. rrnn sJ;r~raciQr. 77
~~~~~·~~~~~
•
Capítulo cuatro
el pas-de-barre fóbico
,
80 lo< J<Sgos de !e /ifanl
1
Cir;ido p<:t J. C. C.irrii:1'e, !-!""'"'"' f 900. ~d. "J'<!i Lu", París. p.; 14
; ú.t l"tU:rn n gtopl:iq';J~, ti'tu~o c:!e L•l'I libcQ ti~ G. Gcody en ~~'l'S Ed. de: ~1i::.uit.
el "pa.<·de·barre"foóíco &1
Pero enunciar esta regla me obliga. Procederé entonces con el tex.to de esta
lectura de Lacan cumo él procede con el del .. pequeño Hans", adelantando
la observacíón de que esta lectura cor.siste en tres ni vdes. Escojo este
término de "nivel'' como el que conviene por su (relativa) neutralidad al
comienzo de un emplazamíento para la Iecrura. Se revelará que no deja de
tener pertinencia el hecho de que evoque con todo la metáfora de un
hojaldrado. Ya el lector puede percíbirest.-1 pertinencia si evoca~ímplemenre
la designación entre los que hablan "argot" (en francés) <le hl oreja por la
"feuille" (hoja). Para elios, no habrá duda: se escucha con e! escrito.
A estos tres níveles les corresponden tres tiempos de la lectur::i:
-,-
Age1ue Operación 1
Ohjeto
l
----,
Padre real Cas~2cíón simbólica 1
..
Imaginario •
l
J 1
Real
Simbólico-
1
.L _J
1
----- Semip:\ri~
'J. Latan. od ;.7 dt: mano de 1957.
pertinente volver a pasar en una segunda y una tercer:i vuelta de esta lectura
por este punto de encrucijada.
¿De qué manern la intervención del padre real hubiera podido liberar al
"pequeño Hans" de este callejón sin salida? La castración simbólica que él
solicita varias veces -¡Pero cógetela de una vez! Permíteme que pueda
finalmente chocar contra la piedm 6- sacando el a~unto de manos del niño,
hahrfa tenido un valor resolutivo al autorizarlo a poner a su falo por un tiempo
en re-creo. ¿Por qué razón, se dirá, esperar esto Jc un padre real? Dicho de.
otta manera: ¿en qué consiste el carácter devastador de la casir:i.ción materna,
mientras que la que viene del podre tiene valor de salida? Si toda investidura
v;:!nc del Orro, no cualquier requeño otro va a poder encontrarse en posición
de emitir un enunciado que, como dicen los lingüistas. tendrá valor
"perfonnativo". El niño sólo puede esperar su ídt:ntificacíó.ó1 sexuada, ese
don de la castración, os ta anulación del objeto fálico man.:ado a partir de ese
momento Je un "a cuenta" para un goce posterior, su legítírnación de
falóforo, de alguien que eslá él mismo en posición Je poder arriesgarse a la
evirnción y que demuestra, comportándose como es debido con su mujer, su
propia dependencia del sígnificante.
I
' La instauración de la fobia suple la falta de esta sol uc ióo. Que el objeto fóbico
se presente como parásito que puede ir hasta paralizar gravemente Jos
movimientos del sujeto, no autoriza a desconocer que este parásito no
solamt:.::tc es desigr:udo con un nombre, sino ir.ás ;iún, y por eso mismo, que
es localiz<:.ble; sólo paraiiza si e:; torr~ado como ~eñ:il dt: inhibición, a partir
de lo cual se encuentra instaurado un trazo que divide entre lo que es
frccuentable y lo que no lo es. Un miedo localizado, un miedo de algo que
se encuentra designado de manera precisa, es ya algo muy diferente del
colmo de la ang:.istia (no "rr.ucha angustia''. sino el colmo corno angustia) de
introducir, pa:a el sujeto. "la falt?i en ser en la relación de objeto".
Esta última cíta formula. en Lac:m, el efecto metonímir.:ll. E! objeto fóbico
sólo inrroduce una fractura en el universo del sujeto porque se constituye, no
metonímicamcntc, sino más exactamer.tc con una metonimia. En el diálogo
del 9 de abril con su padre, el "pequeño Hans" <lecl;ira que fue en Gmunden,
en ocasión lle sut> últimas vacaciónes de verano cuam.lo, como él dice, "le dio
la tonlería". Jugando al co.ballo, uno de sús amígos ~e había lastimado, lo que
hacía que loso tres dijer:m todoeltiempo"Wegen Jem ?ferd", es "ucausadel
c::iballo". lVeger. es ;:¡ Ja vez homófona y homógrafa en plur:ll de Wagen
(carro), cosa que el p<tdre y Freud no dejaron de notar. Este epi5odio es
anterior a la prime::a manifestación del .síntoma fóbíco (enero de 1908) por
aleunos meses. Entre ambos, un sneño de angustia h:ice visib!e . par:i el
'· S. f reud. Ci11q p.<yciwna!ystr. i'.U.l'.. Porís. 1967. p. 151. (I:~ c.,p>ñol: OiJra.t Comple1as,
tomo X. Amcr.orru ed .. Buena' Aires, 1980, p.69).
~1 ''pu.f-Je-barre''jóblc::1 87
¿Es aeccsarío funda¡ más este estatus <le escrito del objeto fóbico'? La cesa
no parece superflua. Interrogaré, entonces, la definición Jacaniana dei objeto
fóbico como objeto extraído de una lista.
Si exíste un punto en que el escrito juega un ;:iapel específico y hace algo má.'\
que duplicar la palabra. é.ste es efectivamente la lista. Y resulta exn·año
comprobar que los psicoa.'l:.distas, a la vez que en sus instituciones hacen
lista. no creyeron nunca apropiado interrogarse sobre lo que implica para un
sujeto este enlistado de su nombre. Es sabido que la propcsicíún de La.:.:an
concern:ente a la habilitac:ón del p~ícoanalista, llamacla proposición del
pase, instituía una i nstnncia llamada "jury d 'ag rément", jurado de consenti-
micn to, muy precis'1mente encargada de decidir >Í había o no 1ugar p;ira poner
en una lísta el nombre propio del ca.ndidato.
La lista es correlativa de la nominación, y doblememe: no hay nomin!!ción
sin lista, pero tampoco hay lista que no implique una nominación, la del rasgo
que r(!gula la pertenem:ia a b lista, r~;go que puede est¡¡r, ciertamenk,
primero implícito, pero que la li~ta va a revelar, ya sea por ';:SCribi.rlo, por
haberlo puesto a la luz al e~cribi~lo, o bien, más indirectamente, al vol ver
necesario su descubrimiento a fin de decidir si tal o cual ekmcnto -nuc.vo
camEdato a la lista-es adn1isíb!e o no en eila. Que el tomate sea fruta o verdur:i
no c arece de interés, a! repercutir sobre !o que hasta entonces se sabfa, de :ma
manera en parte r.cnfusa, en lo conccrnkme a lo que es una fn.n.a ú ur..a
verdura. La lísta forma.liza. raz.ón sin duda por !a que uno se moies~a tan<o por
la falta a fas forrn~ (rech::izo de hacer cirr.:ular comercial o policblmence los
ficheros infunnari·lados) incluso bajo la forma denegada del consejo bien
in¡~ncionad.o: ":to hay que :noíestarsc por eso".
Las lístas, aunque cl!si nunca se ariicubn vocalmente, rrn son .sin embargo
desdenablcs. tviuy por d contrario; así, las listas conciernen al sujeto en
cie~os puntos :.ig:;.Jos <le ~.u cxis~e.nc.ia: en su estado cívil, sus amores, sus
cumpromisos conw ciudad;;no. ses e11fermed~des. su es:atus <le ;.:or.tribuyen-
te, :m relación con !a !:Jrcp:edad. su vida profesional... Y no se puede más que
aprobara J ack Goody pc r haber ínaugur'-idu, muy freudianamenre. Sll e<;tudio
de la lista, con la lectura del Oxford Englüh Dictiormary donde el témüno list
remite ai hechc de escuchar (iisre.1í'lg), :il deseo (lusting), a un hecho de
borde o de límite (w ente r the lists equivalence en español a " entrar en liza")9 .
Goody observu que !os primeros él)Cumentos escritos de !os que disponen los
do(.;to~ consisten ea una parre no desdcfiab:e y. e:i algunos lug:ires, r.i ayori-
·: J. (iocJy, ·rile 10.rne.;ticalior. aj ~;Je )d\.a,i:e mr,-;d. l $77, tr.:tlut~<!o en I 979 e!: l(¡s F1J~ri~r_o:; ec
~Enui! 'l3JO ~l i:.;'t~ lo l:: t crfion j:afiq:~e
taria (asi ocurre en Ja antigua 1'-Iesopotamia) no en obrns literarias sino en
lísras de orden administrativo o escolar. Presenta, con justa razón, a la lista
como algo que permite una serie de operaciones GUC, sin este apoyo tomado
sobre Ja escritura, no podrían sino malograrse rápidamente. Veamos, de
acuerdo con el procedimiento adoptado aquí, una lista:
lo Estas observaciones decr,uesU"3.n .su pertinencia al ~nnitir rc1otv<:r, sin tn:\s dificuh.~de~. una
~ue~tióf\ que pr,nnaneció hasta ahom, ?:..t.ra lus doc.: tos. t.n c:sw.uJo de enigma:
¿Cómo ocurre c;ui:
nuc:st:o alrabelo !laya con.~crv;tdo tan cs.crJpu~oswncnlc: Jc:sde su panto de parti~a (en~c.io el
orcen de Ja sucesión Ce sus lcc:ras? Y canto ir.lis cunosamen~e cuanto que este orden no tiene
ningun se•tido. La :espt:esu hari el papel <le huevo de C<>lón por ser dada por la ?tegunta
oüsma. ¡Es que :'\e tiene ~ierr,'Pre nece:sidad tle !ln orden qu~ n,, tenga n~·r.gr;,. sen;ido y líl cosa
re su Ira (al) ioifecuente que no es cu-estión de sc'.tDJla cuandQ uno !\e :ncue:ntra con eHa en ma.t1os !
et "paJ-d<-i>arre "f6bico 9l
... j. Lac;.:~. ü1u1·:i:err~. :.:tic:tl:'l -opo tt:~iJo ca U uirc.u!l.re, })~.ai.s, N() 3, ::i<.:tuhrc: :11:'.: 19'71 .
·' C'Cspué.~1tc J~\ inll{:f"'Z de 1...~r:<.i.it esta. .n~tl~r~ se rt.conoce lr~11.,;ai11cnc...~ como una reccnsir!era..:!ór,
!'le !.l sent;',,,csca a11 t.j Ü.!.:.:~ . .~e d ~.: :;uc~:.rJ a:s( r.c hat:it!:r sidn ~u alumno sino en la nlc~i<la t:!l qiJe
¿1propor~>onaiia ~Ec¡;enr::os .1 1e•:os :1! insaci"Jbit aµc::uul hcrroe!1éuti:o.
1
ei ..pas·d•·/;larre"fóbico 93
"Se el')Ccr.~rJ. e! te:~~º Ct est~ <SO:le~o cüado por ~í. de Cene~u en: !.l2 posstss~on deLcui!'..th.
Co!l. Ardlives. Galli:!1atd. Paris. 1980. p. it.O.
sirve de referencia para la lectura de esta prcxiuccwn lujuriosa que d
"pequeñu Ha.ns", solicitado por su padre, desarrolla a partir de su fobia. En
un artículo de 1955, "The struczural study oj myrh"L1 • Léví-Straus!> había
mostrado que el mito no debe leerse como remitiendo a un acontecimiento
supucs:o sino que presenta una combin<itoría que, si uno obtiene los medios
para descifrarla. permite a cambio definir el míw como "modelo lógíco p:ira
resolver una contradicción''1x. Así, lo que Lacan nombra en adelante.
"fomentación mítica'' del ·'pequeño Hans" no está tomado en cuenta como
si híciera alusión a acomccímientos psíquicos, interiores-no hay equivalente
ps.:'quico que se deba imaginar correspondiente a cada una de esas
fomentaciones- sino como l:na serie de sisternas coherentes de signiÍÍCUlltes,
cuya coherencia só;o ap::;.r::~c. por otra parte, al ponerlos en serie. Su función
es, para el "pequeño Hans", de integración de su genimlídad: lo que es del
orden de la imposibihdad en el tiempo de la instauración de la fobia sólo
ocurre con la artic:.ibción sucesiva de todas las fonnas de imposibilidad
implicadas en b. cues<ión de partida.
No tengo la intención é.e retomar aquí el det::illc- de esta lectura que es, en
efecto, una lec~ura en la que r.:uent<i el detaHe, pues el valor de cada
significante no está a priori, en un codigo preestablecido, sino que depende.
para una fantasía dada, del lugar de lo.s otros significantes con Jos que forma
un conjunto '>Íntáctico. El carácter equívoco <le los elementos en juego sólo
aparece con la püesta en serie, con lo que Lacan llama, con Lévi-Srrauss, la
superposíción de lím:a<.: 9 _ Un cr.pftulo postt~rior(cfr. Capítulo nueve) dará la
demo~~.ración del c::.rácter necesario de esta superposición <le lir.eas, unica
caraz de dar cuenca del hecho de que un !cnguaje fom1al deler;nina al sujetc2°.
Bi;stará ccn notar, por et momento, que la lista de las fancasfas del "pequeño
H2ns" citada al comienzo de este estudio no es una fioritrm1 de la lectura sino
~ .
el m~dio indispens~ble de su puesta en pr:k:ic:i.
El segundo gí~o de la lectura establece la serie de !as fantasías, recorta cadu
una de ellas a titulo de ·.ir. "demento alfabéüco"~ 1 •
Pero, ~i bíe:i es verdad 4ue el real debe pas;.;.r por para se:: ~¡ im:igin::i~io
s imbolizado, falt::-. dar cuenta de csm simbol íz:icién, de lo q:lc hace posible
para el "pequcñv Hans" ..el pasaje de iu:a aprehensión fálica de la relccíón
con <a madre a una apn·hensian cas"trada del conjunto de la pareja
parenwf'!Z_ Con res¡::>t:Cto a esta exigencia. la puesta en un alfabeto urdt:nado
de la s<:riedr~ fantasías del "pequeiio Hans" no es más que un ¡:>rimerpaso. Va
17
.~f'i<.:ulo !..o. 1tst.ruc::,,rrJ de lns mi:o.t. ;:e!crnatl::- e;:. .~r.rre>pr>Wgfr1 ~irrcic:ur~!- El!<leba, Bueno$
.J\ires. !968. pp. ~gc._·¿:o. {Etlicü>n fra.'1Ct:1a: L2 .f!r11c:;:.:r? des .'7t_v:.'1t•J , e'1 Ar.chropulot,ir::
struciuri!le, ?~uu, Paris~ !953. P?· 227-2..55)
·.~ (),?. ci:.. p.209 ~EJ. francc.~ cp. cir .. ~.2'}4).
1
"' J~cJn. Sc!:;::nacio del 3 de .li::>nl ~e 1957 .
J.
J. Lac:t.'1. F.:;r.ran.\' 1, Sig)(l :<X!. \·J6:-;ic.c. l 984. p.36 •>:.~crtr.1. Seuil. P.1n~. !9ti6. p.42).
:-:i
~~J. L,;,.,:;.i,.,, ScJ:-.in~o del 3 de abril ·:1e t9S7.
;::! !bid.
a ser necesario, con el tercer giro de la lectura, escribir lo que liga e~os
elementos alfabéticos unns con otros, única :nanerade no dejar en el misterio
la apuesta simbólica de la proliferación imag¡naria.
Ya no se trat.J. en adelante, en efecto, de atenerse a un lenguaje conceptual.
Lacan es completamente explícito sobre este punto: el objeto .fóbico "nu e.s
a.;cesihle de ninguna manera a la conceptualización, sí :lo es por intermedio
de esta formalización sígni5cante" 23 • la misma que, a tírulo de e'Tano de
cilan:ro, introduce el tercer giro.
f ( ~· ) s =s ( +) s {
Se sabe que Lacan ilustró esta escritura coa un:i. metáfora tomada de Victor
Hugo: "Su gavilla no era avara ni len fa odio" (Sa g~rbe n 'était pasa.vare ni
haineuse). La fórmula subraya el hec!:J.o de que, en el tiempo mismo de la
producción met.afúri.ca, la substitución de "su gavilla" por "Booz" anula a
"Booz". Y:i no podrá tratarse en adelante de que él tome el lug3r de ;'su
gaviíla'', "el fragil '.iiiode la peq!.ieña palabra su que lo une a él ~s un obstáculo
má.s.. :·:s. Pero, .:onclatívamente, esta abolicÍÓ!I radical de su nomhre propio
II
:is S. Fte:\1Ó. Cit!q p.rycfu1ttt1Cyses, O.a. c:r.. p. I ~R. (S. ~~L'd. Obr!:s ..:11,np{c!~. O.u. c:it.. p.1 08).
- del Yo del niño (m) aumentado por su pene real (tt)
- y de su relación con e! objeto r:taterno en tanto que, más allá de la madre
como objeto, es a su deseo a lo que se trata en adelante de respondeni1 contado
efectivo.
Esta equívalencia funda lo vivido de una insuficiencia que no puede ser
planteada sino sobre su fondo. Así esta fómrnla ne vale para Ja paranoia sino
para aquello a lo que respor:de la paranoia.
p.¡
según cada ocasión, cabría proponer escrituras para las fórmulas que faltan
y desprender luego. a posteriorí. las reglas de orto grafía que q ucdan, en parte,
implícitas en el texto de Lacan. Sín embargo, dado que nú objeto no es aquí
el "pequeño Hans" sino la lectura que tacan hace de él, considero suficientes
las indicaciones retomadas aquí. Esas índicaciones permiten extraer algunas
conclusiones.
E:>ta lectura se ordena en tres líneas super¡JUCstas:
i) El cifrado concepmal. Es el nivel de la ttaducción.
2) Una transcripción de la~ fantasías del "pequeño Hans" en una serie, de
elementos alfabéticos, ordenada temporalmente.
3) Una transliteración (planteada en priucipio y realizada en f}arte) de carla
une de esos elementos, t0marlos uno por uno, y formalizados en otra escritura,
que toma su punto de partida en la escritura de la metáfora.
Sólo este tercer rri veles susceptible de e.lar i.:uen!.a del asunto, del surgimiento
óe la fobia y t.s.rnbien del hecho de que llega un iiempo en que ella cae en
desuso. En los tí1timos sem.inmios del año universitario 1956-1957, Lacan
rr.anifiesta. su vacilación en "dar una serie de formulaciones algebrafcas".
":tvle repugna un poco hacerlo, por temer que. de alguna manera, los espíritus
no estén todavía compkwnente habituados a ello, abiertos a ese algo que,
creo, está a pesar de todo en el orden de nuestro análisis clínico y terapéutico
de la evoluciíin <le lo~ casos, [algo que es1el porvenir. Quiero decir que todo
caso debería poder llegar a resumirse, al menos en sus etapas esenciales. en
una serie de transformaciones de las que les he dado la última vez dos
ejemplos... " (A continuación se retoma el comentario de las fórmulas
numeradas aquí como 111 y IV n.
E~ un bec:to que este abordaje de la clíníca. psicoanalítica no encontró
prácticamente níngún eco; no hay un solo trabajo que haya hecho suyo el
modo de lectura aquí puesto en práctica. ¿Quíe.re decir, acaso, que se trata de
ur.a simple cuestión de método? Ciertamente no, si se e::itiende por ello aJgo
que sería exte::ior y exL.-año a su objeto.
En efecto, no carece de riesgos .avenrumrse 1nás allá del ci.frndo conceprual.
El peligro no está tanlu en '.a formalización como tal (despué:; <le todo ella es
algo familiar para las ir1srruí<los) como en Jo que reclama necesariamente. a
saber, la afirmac:ón Je qne lo que lafoT11Ulliz.tu;ión. escribe n.o es símplemenJe
para d analista sino que vale también para el sujetn del que hace caso.
Justificaré prüncro la pertinencia de esta observación, antes de ponerla C!l
discusión. A.sí, se puede notar que Lacan, a propósito de la fórrnula de l.
crisis, no vacila en decir que "aquel1o de To que se trata para el niño es tal ve:;.
en efecto <le hacerevolucícnareso" (lafónnolalli) o tambíén qee d pequen o
f{5bico. por no atenerse a la solución _?Tovi;oria def miedo a lo.s caballos,
tendrá que vérselas con ..esta ecuación (que) ao puede ser resuelta m:ls que
segtín sus propias leyes•>'.!~ (s~ tr.i.ta de la fómlllla IV). Está en la línea recta
de esas afL"IllacÍones admitir, para terminar, que lo que hm:e que cese el
síntoma corresponde al hecho de que el niño, al ju_gar con los elementos dei
sistema, se da cuenta de que se trata justrunente de 1.-n .sistema que se le
aparece, cuando fo experimenta como r.ai, dotado de lógíc:i... La. [ogificación
es la transjonnacú:5n decisiva.
Puede parecer insensato ~encr que admitir q?:e el ypequeño Han&" tenía que
enfrentar este conjunto de pequeñas k:ras y de signos gráfcos que constitu-
yen un álgebra y que Lacan introduce para la lectura de lo que Hans dio a
entender a su padre y a Freud. O, también, para decirlo de otro mouo, la
re:omcndacíón de Freodde "no confundir el andamío ccn el edificio ni.ismo"
tc:idria valer no de 1;onsejo sino de comprobación de imposibiiidad: no se
trata de confundíreI andan1io con el ed:ficiu, porqi.:e él mismo es el edificío.
Se puetie observar que es ta! vez más in:;en~atD aún no admítir ese real de Ja
fom1afización. Pues, salvo si se cünsídera que d íncon:;ciente es lo ilógico
mismo, no hay elección posible, debe aúmit.ir5e efcctivarnente que esta
lógica de laque depende es, e:i efecto.la que se dice que es, pues, para ¡_¡que 11 a
que no se die~. como no se la dice, nada se puede-decir de ella. ¿Se dice sin
embargo, con esto cualquier co_sa? El asunto debe, ciert;2me:ite;, ponerse a
prueba. Pero. persiste el hecho, y no es poca cosa. deque a partir del rr.omento
en que se e.scibe la fórmula. t..:ü prueba se vuelve posible: el o::ifrado fom1al
se pres ta a la refutación_
'"1.c:t:t. !..a r.t!I~!~ .~-ms J°Et""f7'~ unc!tr.r~. ~· 77.'I8 y 38 y lá:niea LXX!. J. ~ Lau.cz.
~·aqqu1C1b. y.1 ~O y !!gur.; ;s~ t5S.
el "ptlS-de·lxlrre''fóbico JO!
Fr~,;nienro Je: los ºte;cc.:is Ce las ph'úmides... EJ je:roglff;zo señalado pr~senta ln sigiJiente p~
cul:irid"d: s(1io la par:e aaief.Qr de! bovino fue pin1;;.da de v~ como cada uno de Jos ouoo j~
roglificos del iewi: su ~:>rte poMerior habla sido taparla co.n yeso. Tales hechos se comprueban
en cero~ jero gt.:ficos qoe ti g•Jroi.o otro< grandes <lllimales. C!i. Je:in J>hilipoc Ln1cr, Saqqar<Jlt.
T.ajlandicr Ód .. Pñris, 1971.;, ~· 2í0, figura U5, foe:a d~ io.<!u.
Tales hechos son difici!es de inicrpret::u- pe::o hay dos pentos que quedan
adquiridcs. Primero, se trata aquí de elementos del textc con iguales tftulos
que los otros elementos textuales a los que acompañan. Este punto es
inc.::uescionable. Se pcdrá discutir mucho m?.s sobre el segundQ punto, pues
apela a la teología egipcia. Se sabe que no h:;,y en los antiguos egipcios
adoración como ~al de Ja Jmagen, pero que, ::n cambio, ésta es susceptible de
adquirir vida, de recibir, de albergar por un tiempo lo que llaman el Ka y que
tradujimos lo mejor que se puede -seguramente muy mal- por "el espíritu".
Este posible albergue, que opera para la imagen, !a estam:i y tfu"Il.bién para la
momia. depende de la buena voluntad dd Ka que puede decidir pasar la noche
vagabundeando por el valle u reocupar su imagen en Ja tumba (imagen que
ye privilegio aquí porque, como e;! el ca50 de Luc:a:i. ei cuerpo es pensado por
los egipcios como puesto ca el plano). En una pequefia pa..-i:e, sin embargo,
!a imagen puede influir sobre la dedsión del Ka presentá.'l<lose por sí misma
con un aspecto que sea ag:-adable a s11s ojos, q ue le convenga por su belleza
-lo que implica, en tre nume rosas exigenc ias esr.ét.ica:1 codificada.~. que sea
una imilge n completa-. Así, los diferentes rratamientus que el escriba hace
sufrir a los ideozramas se dirigen verosímilmente a los Ka( s) correspondien-
ce~ como para decir a cada uno de c:llos: "r"vfira esta imagen trur.cadu,
dec:.tpitada. tacbaca, ensuciada con un mo ntón de yeso, ¡cómo podrfas
decidir venir a habitarlo! ¡Hay otras :rr.ágcncs para tí! ¡No te engañes sobre
el valor de éstas, no están en la pared de esta tumba sino en tanto signos de
escritura!".
AndriCide
?vficntras que los ciframientos puestos en juego para la lectura podían variar,
en Lacar. pcr ei contrario, se manifiesta como una constante ese rnodo de la
lectura y, ccrrdativa.'Ilente, ese a.bardaje <.!el '.Síntoma. Lacan 1ee el caso de la
joven homosexual con el esquema L; Schreber, con el esqueina R, Juyce con
el nudo borrorneo, -·-etc. Acabamos de concluir d capítulo anterior con la
importante observación de que ese modo de /~er con el escrito implica que
el síntorna sea tomado en cuenta corno aquello que suple la falia de la
transliteración. •
No ha<.:c falta proceder exhaustivamente para confirmar esto; todos pueden
hacer la experiencia. Pero puesto gue se necesi!an al r.nenos dos ocunencias
para poder decir:" ... y así sucesivamente", elegiremos ahora estudiar el texto
Jeunesse de Gide ou La lettre et le désir (Juventu<l de Gide o Ln letra y el
deseo), que, además de esa confirmación, ofrece la ver.raja de presentar, con
el fetiche, su contraponto a Ja fobia.
'\/eamos: se realiza un baile en la casa familiar de los Gide. .A.krtadc por el
rumor inhabitual, et joven 1\ndré se atreve a descender furtivamente algunos
e.scalones de la escalera; es menester ir a ver. Cito: "1Yada tiene el aspecto
acostumhrado; me parece que voy a ser iniciado de golpe a una vida
mü teriosa, diferenrerr:en re real, m1s brillante y más patética y que solmnente
corníen;-,a cuando los niños pequeños están acos;ados." Una b~lla D~una
' A. Gilir:. "S1 I~ g~in ne: :ric:urt" (h<>y tt:Jducción es.p3.ilo1a· Sf ta !.emHla no muere, EJ. Los.od:i.
9:.u::oo:-:i Aire:-; ) 4n Pt>i$i<$, Jou.rna!, Souv~nit.'r, N.R.F., 1952. p. 310..
'Je;i.n Oelay, ú: j•uMSU de Giite, Gollimud. t. 1, p.147 y !48.
' J. Dcloy, Op.cit.,<.2, ? .636.
'Id.. L l. p. 549.
'Id.. t. l. p. 173.
4
(d, l. 2, p. 3 10.
dunde el Jesto brii>ón vttle·=dD : 07
-er. la filosofía del acto g~atuito, "Un acto que no está motivado por nada.
¿Compr:::nde usted?, ir.tcrés. pasión, nada."
'Id.. 1. l. p. .S63.
$ A, Gide. Jourr..a/ dtt fau.x !1tl)1t1Wy~;,1rs. G:.lili:n~d. p. 31.
• Ci:ovo por A. Ang!é<. An,/ri GiJ< <: fr pr<mier graupe ie la N.il.F., Gal~m:lTd. p. 38.
:o J. L.ic::tn . "Jcuricsse de Gide .. , Ecrir.t . Seuil. ?aris. l9~<1. p. 7:i6. {Hay c:<lii:n.in ;::~1 espaf.cl:
Esc.ri~os. uaciuc::iétl i.1e~ ft'3.l1ct5s ;>0r To~ Scg~'lia. Siglo XXI. MéXJco. d¿cima <!Wción
C:')rregi<la y aume:n:.ad.l.. (984. p. 7)6. E! c::ipftuJo "Juvencu(~ d~ Cjh.Je" f:1e t:ac1uc.:do por
A.rrtkl.Ddo Su;l.rcz. T::l<!uc::ión 1~odif.c;:lda ¡xir r.os:r.:tros).
" Citad" fOr J. Delly. op. cu., :. 1, p. 41 5.
108 :os s•sgos de lo literal
legitimar el lugar de ese "de nada" que, a pesar de p;¡recer redundante desde
el punto de vista semántico en la frase de Gide, tomará, cor. la coma. el sentido
de la réplica a les ag;adecimientos.
"Nada" es eso con Jo cual Gide "no descuida su deseo·' ' 2 . Se puede decir de
él !o que escribe refiriéndose al pequeño Boris de Los mo11ederos falsos: "Le
parecía qt:e se perdía, que se hundía muy lejos del cielo; pero sentía placer
en percerse y hacía de esta perdición misma su voluptuosidad" n El niño
Gide experimentó muy tempranamente que !a disolución del Yo puede no ser
sin goce 1•. También el punto donde la disolución reduce el Yo a Nada es al
mismo tiempo aquél donde cesa el goce. Y cuando Gídc necesita una fantasía
para que su deseo acceda al. placer, para turbarse hasta aquel punto de
vacilación la ent:ontrará en !a figura del niño bribón, granuja, vago. bueno
para nada. vaurien.
Dejamos escapar el asunrn si hablamos aql:!í de "pedofilía". No es cualquier
niño el que hace desfallecer a Gide, y· sus relaciones si=xuales ton un
1-foha.med (encarnación para él dd bribón, del bueno para nada) no hacen
más ruido que Ja palabra "palmas" en un verso de i\failanné. Agarrar la mano
de un Mohamed es suficiente para darle cuerpo a la fantasía, pennitirle
"gozar de desear"'~. O entonces, si uno elige mmncner esta categoiía de Ja
pedofilia. hay que apaciguar {¡si es que se puede!, -pero por supuesto no se
puede) l<\$ imaginaciones eróticas de leglsladores neuróticos, hach~ndoles
not:ir que el cazador de buenos para m.1da está provisto, no de un fusil con
cartuchos. sino de un fusil de exposición de aíre comprimído cuyo gatillo es
accio11ado por un polvorín de goma fatigado 16•
Pero gozar de su deseo -fórmula lacaniana para la perversión- no es desear.
Dcse;ir el deseo dífiere tanw ;nás claramente de obtener su goce cuanto que
dicho goce es una úitima manera de evitar el deseo. Basta con que una mujer
av<!nce hacia Gide manifestándole lo que él puede creer que es su des¡:o para
qi.:e inmediatamente el turbio miedo que lo invade sólo encuentre escf!patoria
er. ese sobresalto que, inmediatamente, hace que se aparte. Ese movimiento
siempre se verifica en Gide. Por ¡;Íerto qne ia aventura con Metie:n (me-rien.
me-n¡¡da). no lo desmiente; ni ña-mujer cogida pensando en su joven herma-
n J. 1..acan. ''Jeun<sse de Giée", écrits, op. cit., p. 757. (F..scnws, op. cit.. p. 736).
" J. Delciy. op. cit.. t. l. p. 252.
'' Cfr.: 1) Li mecamorfo<is c!e Gribouillt en vege;3J (J. De11y. t. l. p.2.50); !) el juc~o <le den,ar
i•)S sckfoditos de ?lomo (t. 1. p. l•l2 y 149): 3) la fr:i.,e .. d cs:ro~ic:o me hacia <les falle~.,.. a
prm)ósüo <le ~na 1.,o~m <le Mad= c d• Ségi;r donde una domés'.ico. • quien le hadrui
cnsquinn~. dejaba caer al saelo toda ~n3 pjtz, e~ pl:nos .
., J. t.ac;;n, Se:-':"tin:ui.o sobre •. ús /<1!'7'1".0liur..J de J.i11.t:."'J r.sr.ienr'* c~J 26 de m.'\r?O ~e l 958.
•• J. O·,!oy. op cit.. ¡:. 402. t. 2.
no Moha.med, en connivencia con Paul Laurens, que había abier~o la vía; y
no sin que la madre de Gide, al ilamado de su hijo, acuaiera hastaBiskrapara
ali viario de tener que presentarse como falóforo ante una mujer. Ya sea ante
los av anees de su tía (madre de ~1adeleine), de los de una andaluza de cabaret
o incluso de la corpulenta suiza. siempre.: se trata del mismo esquivar tan bien
observado por una prostituta de las callejudas cercanas al bulevar Saint
Germain. Víendo a ese adolescente apartarse de su cercanía. ella le dice con
una voz "a la vez regañona, burlona, mimosa yjovial: "¡Pero no hay que tener
miedo mi lindomuchacho!"-yGidequeagrega: "Un flujodesangremesubíó
al rostro. Yo estaba ccnmovído como si me hubiera librado de 'Jna buena"11•
Sobre todo no poder congraciarse con una mujer. atenerse a la posíción del
muchacho peco agraciado, tal es el imperativo. "Si yo hubiera podido
descubrir con un gesto todo el misterio femenino. no hubiese hecho ese
gesto"'~. Frase tanto más notable cuan lo que, al ser pura implicación, no dice
nada sobre la posibilidad de ese gesto, excepto precisamente el decir de no
decir nada sobre él.
Ese acto de esquivar propio de su privación que hace desear a una mujer
aparece así como ur: punto fóbíco que, con Gide, puede ser designado como
fobia a la mujer que ataca con vitriolo. Evocando sus relaciones con las
prostitutas. Gide escribe: "lv1uchos años después, estas aprerrJantes cnarurns
me inspi raban tanto terror como las mujeres que atacan con vitriolo"19 •
Sin embargo, una pesadilla k haría pasar más allá de es1e terror, lírr.ite más
aquí del cual se habra mantenido. Delay cita este texto íntegro, pero yo
reproduciré sólo el final: "Y yo tenía miedo de ver: que ria dcsi·iar los ojos,
pero • a pesar mío, miraba. Bajo el vestíáo no había nada; estaba negro,
negro como ;m agujero; yo sollozaba de desesperación. Entonces. con sus
dos rr.anos, e!la tomó el r.,1.edo de su vestido y luego !o llevó hasta por encima
de su cara. Se dio vue!tc como una ho{sa. Y ya no vi nada más; la noche ;¡e
cerró sobre ellcL .. i'vfe de~pené del miedo que semía; fa noche estaba todavía
can negra que r.o sabíc: si no era también !a nL>che del sueño ..zo Si la
arrojadora de ácldo desfizura, detrás de ese veio enceguecedor que es el
vitriolo no hay más que esa Nada que prohíbe hacer 01ra cosa salvo figurar.
Así, se revelan solidarios: Iº - ei hecho .de que el Yo no ces;i de ~.~igir un
"representar", 2° - el fracaso de ese iepre5enta;: (o sea la reducción del Yo a
la Nnda) y 3º - la necesidad que, esa Nada bajo su vestido, constituye la
mínímu manife:>tación de una mujer fatal.
Este primer recorrido, que evocn algunos de los principales temas de la
empresa g!deana. va a servir ahoro de trampolín para el estudio de 1a lectura
" J. Delay, i<!.. t. l. p. 358, :i.si <:0mo p. 2'r7 (con Ja <.iol. 1. 2. p. JS I ¡:o <uizo), y p. 223 (I~
ar.<l'11iJza).
" J. !Je!ay. L l. p. 357.
" J. Lle!~y. l. l. p. 2!)').
"'J. De;ay, '.. 1, p. 52$.
1 U) los sesgo.• de to literal
~~~~- -~~~~~~~~~~-
Lo que se trata de explicar sólo es enunciado al final del artículo. pero no deja
de focalizar las observaciones anreriure:s, o sea: " .. xse intercambio fatídico
por el cual la letra viene a ocupar el Jugar mismo de donde se retiró el deseo"21 .
Ahora bien, este intercambio que da su estatus de fetiche a la letra gídeana
define !a empresa tanto más necesariamente cuanto que él mismo depende de
la modalidad Je lo necesario. De escribirse, la felichización de Ja letra no
cesa.
Lacan lee a Gide con el esquema L. Pero ¿qué quiere decir aquí "con"? Eso
es lo que hay que precisar. Veamos primero ese esquema:
(yo) :i
~· Ccrits, ;>. 16'1.. (E:•crf:oJ. r:r. ::it, -p. 7~2. uadocciórl !:lC·dific'l~<! por r.·::>sctros}.
;:: Sohretlesqo:ema L. ver J lacan· Écrit.<, pp. 53. 5JJj, SS 1 í€sr,,jr,,s, rµ. J".'. 530. 53j) ª'¡ wrr.v
t'.I u~x rn qut>: lo i r:1rodu~e. :".n ~I senUnario Le r.rui clt":tt.S !a !héon·e ~·r Frea.:.d. e: cl..ans ú1 tf!f',~nit}CJI!
Jt: (ti psycfi~rtülyJe, se:s!one~ de.1 2 d~ febrero. 25 de t:'layo y i>). ()ej1>nio Je J9 ~5. '/r:.r t.Jmbien.
;·,qui mi~ma: "c:l t:ngil!zamicnto de la tt;.l:lSfe:rencia''. ~~r. lX.
~Ver J. Lacan. U! m1>i ... , .<o.<iones del 2 ~e fe bce10 y ~5 d• may<> de 1955.
dvnde e! deseo br:bó:; vc!e-nQdQ 111
·-··---- ··- ·-· --------
más allá del principio de placer". Por el momento, lo tomo er. cuenta en tanto
escrito del cual depende una lectura.
Situar con el esquema L la empresa gid~ana puede parecer totalmente
inadecuado y lo es, en efecto, puesto que la posíción de exclusión de su
relación con el semejante, de la que Gic.Je <la testimonio, prohibe dar
cunsistencia a la línea a-a'; la J.isolucíón enturbia siempre, con la del otro, la
imagen que no cesa jamás de no hacerse "Yo". ¿Hay que admitir por lo tanto
que un hecho de este orden obliga a no desestimar d esquema L, e incluso
in val ida ese esquema? Esa no es I<! consecuencia. que extrae Lac:.ui 4uicn, por
ei contrario, funda sobre este obstáculo para la transliteración el carácter
necesario, para Gide, de su empresa.
Lacan nota ·'que se redoblan en las crelciones de! es<.:ritor, las construcciones
m<Úi pn:coc::s que fueron más :1.CC!:sarias en d níiio, por haber tenido que
ocupar esos cuatro lugares que se volvieron más ir.ciertos por la carencia que
ailí se alojaba"24 . Lo necesario d~ que se trata ac..¡d es aquello mismo gce
escribe el esquema L (directamente designado cinco líneas más a...rribu). Así,
leer con el esquema L, qui~re decir reconoc~r que !a empresa gideana 5e
escribe tanlo "más" necesariamente con el esquema L cuanto que h¡¡y
obstáculo para 1a transliteración. Allí donde no se satisface a la tran;>líterac ión,
está lo necesario; o sea, lo que, a título ée suplencia, va ahac::rqu~ el esquema
se s<ltisfagil" pesar de todo. F.n.:::cr:cramos aquí le que ya ha sido señaladn en
lo corn.:enúenie :i.I e:,t<&l'..1.$ dei síntcma con el peqt:ciio Hans.
Tener que ocufH'.r los cuarro lugares del esquema L no es un asunto
desestimable. El estudio de Lacan·desarrolla sus consecuencias -dicho de
otro modo, el asunto mismo.
En primer lugar, en el imaginario, donde e:l problema implica lo que Lar.an
nombrn "<les<lohlamiento"25 (diferente -como ~e verá- dei "rcucbi:lrr:5cntc''
citado más arril::a}. .21 defecto de lo semejante i:rae un desdobtarníentc, cuya "
figura ejemplar eacuentra Lacan en un estudio de Lévi-Str;:uss sobre fas
máscaras16 _ La cuestión de lo que quíere decir "desenmascarar" se encontr:i-
ba planteada en Lévi-Strau.ss a pa.r-Jr de un conjunto de r<l.!>gos estilísticos
amílogos, señalaéos por los antropólogos, entre producciones artísticas de
poblaciones .sin embargo muy alejadas: Una :!e esas características había
recibido el r.ombre de "split representation": un diblljo caduveo mue~tra un
rostro taruado compuesto por des perfiles adyacentes. El trazadc .>obre el
plano no respeta las leyes del trompe-l 1 02il o perspectiva engañosa, que
tienen las dos díme:\'Siones, pero elige reproducir sobre el plano soporte, sin
defonr.ac:ór:, el decorado tal como habría podido s~rdíb•Jja.do sobre e! rostro;
de allí proviene ese efe::to de perflles acolados. L~ví-Strauss intc:¡prcta esca
Reconocerse err Goethe será decisivo para Gidc a partir de allí. El "yo no soy
igual a los otros" se pn.>longa desde entonces en un "yo soy elegido".
Gide expre:>ará de mil maneras ese entrecruzamiento que constituírá en lo
sacesívo la tensión de su vida; así, anota: " ...c:.iando uno está envuelto por lo
admirable se tiene el mayor deseo de ver el en 'otra parte' (muy difícil de
escribir es:o)"~9 . El pasaje de lo blanco del casamiento a! de Ja hoja hace
posible la erec:::ión de la obra, pero de una obra que llevará necesariamente
el sello de ese a~splaz:uuiento. Sin duca vuelve a poner en juego lo que se
encontraba simhólicamente sustraído (levanto aquí el aspecto alusivo de esa
"sustracción símbólica" que Lacan designa en la página 754 de los Ecrits; p.
734 de los Escritos) con d amor de :Yfo.<leleinc; pero sí el deseo encuentra su
ley ahí, es al precio de desautorizarse a sí mismo en Jo que apunta a la obra,
a saber, su propia unidad. Pigmalión s~ cc.msagra a su estatua no ignorando
que ella no .~erá reconocida como una, más que después de .~u propia muerte.
Pero, ¿cómo fundar la unidad de una obra? Gide recibe de Goethc la
afirmació n posible de la unidad, no la de un corpus entregado en su
co mpletamiento, tanro más problemático cuanto que iniervienen los peque-
ños trozos de p;ipel, sino la de un estilo; el estilo presentificado por el ideal
de la belleza :::lásica. De Helena, que lo encarna, Goecheesc:ibe: "Sie ist mein
einziges begehren!" (el!a es mi único deseo); y Gide, al encontrar!J. "espién-
dida", no hará suya esta única exigencia sino i:1terpretándola como exigencia
de lo unoJ0 •
No conozco naca más susceptible de hacer resonar el aforismo lacaniano
según el cual "El estilo es el objeto" que esta rebción de Gidc con su obra.
¿Se hará alguna o bjeción evocando el nomadismo? Seña olvidar que "esa
bel!a palabra: NON10S, pasturaje"11 evocaa1vtO¡-.;os y que así el nomadismo
revela ser un monoteísmo: "Fíjese: yo creo que llamo lirismo al estado del
hom Jre que cunsiente en dejan;e vencer por Dios" 12.
A Ja obra monolito. ~1adeleine le ha dado un golpe fatal. Antes que nada, hay
~ ue admitir que dla .se encontraba con respect0 a Gide en una po.sici6n en la
cual serr.ejante acto -que Lacan calificó como el "de una verdadera mujer'' -
podfa surtir efecto. No es que debamos sacar la conclusíón, por el hecho de
que la obra invocaba, con respecto a ella,-un "otra parte" (e incluía en esa otra
parte a ~fade lei ne misma) de que esa escisión satisfacía .:i :os que se prestaban
a ella. Gide anotó varias veces que toda su obra estaba inclinada ~ucia
:\1adeleine, qce existía ''para arrastrarla"~ 3 • Y será 5ufrcieme con que él le
con ti ese e o n medias pa!J.bras su alegría de no p anir soio hacía Inglaterra para
" A. Gide, ·· De m( tpsc UQ/iis'". Citado por C. Martin, LA ttu.Jt•rité d'A•dreGide. Klinckl<ieck.
p. 2 34.
,. Citndo yor J. Delay. t. 2. p. 66-1.
11
{IJ! m. L 2. p. 596.
l ? !d~.'N, p. 671 .
11
ld~n:, p. 5~ i'.
dnn,.le ~1 <.f~seo brih<fn \'cle-;"4.-:da 1~ 5
que en respuesta a ese demasiado t!vídente don de su fantasía. ella arroje, un;i.
a una, al fuego de su femineidad, esas cartas que tienen la característica de
ser a la vez parte de su obra y de su amor. En la jumura del imaginario y del
simb1ílíco, er. ese punto de torsié'n que circunscribe la escritura del esquema
'., Lacan sitúa Jo que para Gicte produce irremediable:nente un agujero, con
a destrucción de esas cmas. Allí se ~eñala lo que habría implicado e: cierre
Je la máscara. el cese del desdohlamiemo; de ahí se desprende l:l razón por
la cual, esforzarse por dejar la máscara abierta ha sido una ne::esídad para
André Gide. Esta necesidad se funda en una imposibilidad de la cual obtiene
su real: no conse:uir en ese ag~jero se revela como imposible pu~sto que el
correlato de ese rechazo es esta necesidad de mantener a~ierta la máscara, de
tener ocupados (!SOS lugares (a-a') que sólo tienen valor siempre, uno en
relación con el otro, por ese agujerl).
Fue necesario que Lacan se n1an~uviese firme en e:;ta escrítura mínima :le la
estruct'Jra que fue e! esquema L, para .señalar en Gide "este intercambio
fatídico por el cual la letra viene a tomar el lugar mismo de donde el deseo
:;e ha retir:ido"35. Por ei hecho de que Lacan tuvo la delicadt!Za de no ca!ific-ir
de "feliclüsr.a" 'l Gíde (¡qué lío, en efecto! ¡pero, sobre todo, qué cantidad de
malentendiucs!). no se percibió que su !ectura, que prolonga el estudio <le
Delay, es el mlÍs impor?a111e trabajo de Lacan sohre el jetichismo. Este
"intercambio fatídico" e~ cunstituyenl:: del objeto fetiche, y éste. al obtener
su consistenc!a de ;:;.qut:l intercambio, apan:ce así como el objeto literal qt~e
es. Por ese se acfara que Lacan haya confundido la madre~ Hans con !a de
Gic.ie: e:; a és'.a última a quien le dijeron, con ocasión de :a búsqueda de un
nu~vo departamento. en relación con la obiígación burguesa de tener una
puert:i ·::oche~a 'Como puena de entrada: "Se lo debes a tu hijo"' 6 .
Fuera de este apoyo del escrito. la clínica psicoanalítica sóio puede virar
hacia lo peor; ·~se peor que Gíde n.o encontraba en l'reud (proyectaba pedirle
ur. prefacio para s:.i Corydon), pero cuya exist•~nci;i no ignoraba puesto que,
evocando lo que los médico~ habían garabateado scbre el urar.ísmo, no deja
de señalar, en términos perfectamente escogidos, "un intolerable obr a
ctínica 3-;.
1
'
~~J. !~.::icar. . E!:rü.~. ?· 76l . (é.x:.:rl(rJ~;. ;:i. ?:~1. -:--w.Cu~clJ!\ ~n·2ci1lc~:.~.1 pcr t.o5ci:.ros}.
~~ta .. p. 762. (fscritas, ;J. 7:.J2. ·rr2ctuccióh ~Gdifl::<.ic!a !JOr ncs:JCJOS}.
=-" 1. T.1.::::!!t i ..i ='~l:.ocia11 a''ob]e(, 1r.6éitl.) ..icl ~ 5..5·1957.
,:;.;.:1rúnat10
doctrina de la letra
"Esos que se jactan de leer !as letras cifradas son más charlmanes a.ún
que los que presumieran de comprender 1ma lengua que no han
aprendido ".
Voltaire, Dir:rionnaire philosophíque., citado
porCullmann: Le déchiffrementde:r é,·~itures et
des lang!lts.
lectura
de un desciframiento
1
G. Mounln, Ú:.l prublt.:mes 1ñenriq'4tr :le Ja u·aJuc.rion, E.el Gallirr:ard. (963.
: Op. cit.. p. 27 S.
' Cp• .:it. p. 275.
Diré que esta conclusión está fundada y, a !a comprobadór; que establece
honestamente, !e agreg:ué soiamente: ¡y no sin razón! Es que la práctica del
traductor desborda de hecho lo que éi desea producir, a saber una traducción,
y llarnar "traducción" a la vez a la traducción propiamente dicha (o sea Ja
primacía dada al sentido en esta operación compleja) y a lo que la desborda,
pero que sin embargo la funda, viene a ser lo mismo que crear un objeto
compuesto donde ni síquiera cna gata reconocería a sus gatitos.
¿Qué quiere decir, por ejemplo, que sea ur.a buena traducción Ja que propone
Lacan para el Unbewusste freudíano que vertió en francés con ''i'une
bévue"?* Es tanto mis ínteresante estudiar este caso cuanto que encentramos
hechos del mismo orden. por ejemplo. en los análisis en francés de quienes
han estado sumergidos en su primera juventud en un mcéio dond-:: se hablaba
otra lengua, ya sea franceses que han resídido en el extranjero, ya sea
extranjeros de origen.
La "une bévue" vierte el Unbewusste de dos m:rneras. Esta traducción
propone por un lado un equivalente semántico para el término traducido.
Ciertamente esta equivalencia podría discutirse, y podríamos preferir, <lesde
ese punto de vista, el término de inconsciente. Pero ¿cómo decidir entre la
posición de aqud que encontraría dernasíado obsesiva !a traducción por
''l'une bévue", y la de quien la escoge poniendo como objeció n al término de
inconsciente el arg1.:mento de que favorece un fr:lcaso al acentuar al
Unbewusste :::orno negación de lo conciente? No quedaría otra opcién sino
apelar al conjunto de la obra de Freud, pero, con la dscusión desplazándose
de un nudo a o:ro <le esta obra, corremos el riesgo de esperar mucho tiempo
ante:; de que se introduzca un acuerdo entre los interlocutores, p;uponienc.io
que no hayan olvidaéo en el camino lo que había es:ado en el pune o de partida
de sus debates! Lo cómico de la cosa no contradice, sino que más bien
subraya su ~riedad. Su razón · depende de que, siguienáo la fórmula
lacaniana, "el sentido pierde" (como p:erde un tonel) y que el un-sentido, que
debería dar su regl;i a la elección del :raductor, es inestable por naturaleza;
muestra. en el instante en que creemos tenerlo, la cuestí<Sn de su sentido
revelando así que siempre y desde ya el sentido del se:1tido (meaníng of
meaning) habita el un-sentido.
Así, result:i ser necesario, para poner fin a la etemización del debate, h
intervención de otra di(cho)mrensiór.. Esta es notable er. el ejemplo que
hemos considerado. La une bévue 1:0 sólo vierte el Unbewusste en cuanto a!
sei:tído, sino también como sizníficante: el pasaje de una a otra lengua
mantiene, con Ja homofonía de tos dos términos, !;;. Ltcr::.lídad del primera.
Hemos dado ya, aquí mismo, su r.ombre cte tr;m.s!íteración a estu tr:lílsfcrer.-
ciu de la letra. ¿Se repl:ca:á, acaso, esgrimiendo el car:Kti:r incomp!ew <le
• "'Aquci que es ei m.is1:io. ~J lntroducir .'iu une-bé•Jue. hubía sin em::>arso ca.mbi~do ·· :Ytr 1c3n
.-\llouc~. "C< l qu<ii ;·und>évue obv;e .. ,º" L:or.d•ivu< N" 2. ?ms, El'E!.. 1993.
,
la homofonía? No vería ningún ínconveniente en esto, sino más bien la
oportunidad de indicar su diferencia con la asonancia, que es aquello sobre
lo cual se ajusta la transcripción. Esta distancia, esta disyunción entre la
homofonía y la asonancia es un hecho de lenguaje (.¡),n fundamental que llegó
incluso a recibir su nombre de aquél que hizo del lenguaje una pasión, a saber,
el canEante Bobby Lapoínte, quien llamó a eso el /ape-pres (lame cerc:i),
jugando cQn la homofonía con ñ peu pres (más o menos, aproximadamente).
El "lape-pres" es ese resto que marca q•Je el objetivo de la asonancia tropieza
con la imposibilíd;irl de la transcripC:ón. El presidente Schreber da testimo-
nio, lo veremos (cfr. Capítulo ocho). ce que la homofonía le basta para
desactivare! c::trácte~ venenoso de lo que le ..-.achacan los pájaros parlantes.
Así. laune-hévue traduce (sentirlo) y translitera (letra) a :a ve7. 3J Unbewusste
freudiano. Y d inconsciente ap;u·ece ahora como el nombre de la une-hP.vue
oruologi:.:ada.
NJda impide, por supuesto, que nombremos "t:aducción" a estas dos
operaciones: sin embargo, se gana en precisión si se las distingue. Que hasta
ahora no se haya Jocaliza<lo esta transliter.:icíón es un hecho del que debo dar
cue!lta. La raz,ín de esto reside en que los dos alfabetos que se ponen en juego
-aquí el alemán y el francés-, si bien difieren notablemente, vienen, sin
emba~go, de una :nis.:na familia, la que agrupa a las escrituras llamadas
"fonéticas··. y qt:e así esta familiarida<t hace creer que se trata simplemente
de una traducción qu~ contó con la ayuda de ur. afortunado cúmulo ce
circunstancias. Sin embargo, basta con que el traductor tenga que vérselas
con un primo más lejar.o de esta misma família, como la escritura árabe, para
que reconozca como tal la operación de la transliteración. ¿Cómo transliterar
los nombres propios occidentales que vienen. por un tiempo. a mostrarse a
la luz.de la actualidad? Esto preocupa a bastante gente como para ser el objeto
de ponencias en congresos, para que se intente responder a la n.:cesi<lad cada
vez 1ll<is clar:i d.: un sistema de transliteración de los elementos modula¿os
de manera diversa del alfabeto latino en escritura árabe. No porque la
transliteración juegue amplia:n.entc allí donde nos enfrentamos con dos
modos cífer~ntes de Ja escritura (como era el caso del cifrado del sueño
ex;>uesto en e! Capítulo III) debemos dejar de lado la diferencia de la
tran.sliter:ición con la traducción, allí donde aquella interviene de manera
menos fác il de detect;rr.
La tr:i.n.slitcrací6n. r¡ue escribe lo escrito, es un cifrado. Y el frac:nso de la
elaboración Je un'3. !eor:a Je la traduccíón sorprenderá menos si notamos que
estos íntencos. al .:!escuídar la di(cho)m<:e:isión de ~a cifra, han excavado sus
propi,)S cal'.::jones sin salida il centrarse exc!usivamer:te en !a del sentíco.
lec:ura de ~x de~ci/ror.ite1110 t2J
La obra de Freud abre un lugar a esa pregunta con la fluctuación en el uso que
hace del ténninu Übersetzung. Si bien, en efe::to. algunas veces frcud pw-ece
identificar la interpretación ce! sueño con 'Jna tr¡¡éucción. ctras veces precí·;;1
que no se trata de una transferencia de senti¿o de una leng1Ja a otra.
Corrigiéndos~ a ~í
mismo, escribe, por ejemplo: "Nos parece más correcto
comparar el sueño con un sistema ele escritura que con llna lengua. De hecho,
la interpr'!!tación de un sueño es a11áloga de comíenzo afín al de.rdframienro
de una escritura figurativa de la A.ntigueda.d como los jercglíticos cgi~cios" <.
Tenc:mos el testimonio. en sus obr.:!s, pero también en sus lecr.irns, de que
Freud tenía un conocimiento serio de los jeroglíficos egipcios; podemos
entonces est.;ir seguros de que, al evocar aquíl a operacíón de .su clesci trarnien to,
no lo hacía sin haber refle.xiomt(!o cuidadosamente. Sin embargo, sí hien
F~eud permite que cohabiten pacífican:ente las tlo~ palal:rn:;, "éescifrar:.ientc''
y "traC:ucción", Lacen, que introduce en la doctrina psic·..>anaifcica ei ternriri<>
real/simbólico/imagínario, acaba con esta fiuctuaci:.ín dísociúndolas: "El
ir.consciente no traduce sino que cifra" 5• Esta fórmula, corolario de la que
se c!ta más frecuenteme:ite ("El inconsciente estA estructurado como un
lengu~je"), la aclara quizá:; más de lo que se cree. Des:irrollaré este punto en
el próximo C<lpírulo. Por el momeotti, la distinción la.c:-.nü:.na de la cifra y del
sentido será un apoyo suficiente para presenL".í er: u:i descifra.rnie:itc el juego
de Ja tradi.;cción y de k. transliteración.
¿Cómo intervinieron estas dos operaciones en el desciframíenro de los
jeroglíficos? Est:i es la pregunta con la que interrogo ahora el texto de
Chamooll;on.
. "
Cham;:iolEon era un homb~e <.!e su época. Quiere decir que comp:irtía coo un
Silvesl!e de S2.cy, qL:e había s¡do su profesor, con un Qua~rcmerc y cun om.Js,
coda una serie de opiniones so bn~ aquello en lo que debía consistir laescrimra
jeroglífica. Es[as opiniones, organizadas en una verdadera reoria de la
escritura, eran el resul:ado de una larga serie de elucubraciones a que habíar.
dado lugar los jeroglífico~. Los nombres de Kircher y de Warbunon se
habían distinguido pruticu!annente en ese linaje. Kircher afirmaba que sabía
leer los jcrog!íficos; proponía, por ejemplo. para el nombre de un faraón que
hoy se translítera "Apries" la siguiente lectura: "Los beneficios del di'Vino
Osiris deben ser procurados por medio de ceremn:Jias sa.grc.tics y de ta
1
F:.:uJ. .:;. ~v·.. l l / t J l . p. LOJ.. Cu!'lsUll.3.lemos ~obre es\.:: punto e:-: di.)cusión ~uí 'J fl. V'er~cs.
"'F.c!"'lrure du ~t!ve e! ~crirure hit:~glyphit¿ue··. en UfíOrai "11S. &~~ T0uJoo:;t, '98 r. Eu -es palio l.
"Es;;::-frur:> d'~ I ~u~ñQ y ::? .~criturnjeroglif:c.•J.. L.iucrra! _~ló. .::d t.J l'omo: .;boh1~a CórdCbJ_ Rep.
Ar~":H;M, l%3.
! :_.;i,clo, "~r.O"l'C·Jc:.ic :i l 1' ~dicioo aJlc:T.~i!ft: d' ;;~ ¡;~rr.iet ·1ol·.J:ne <le5Ec~ús''. :t. S~:lic:t:t, .S. p.
, ~ 1 a i7; "...1d i1~.:.on!ic:(:r.ce ... : un s;ibt:: 4 ¡1e .s.:.;o se: ·.rata l!c d:::sci(rar. ya 'i''~ con:.istc c:1 1.1n
cifr:ido"
124 dnr.tril?a de ta t::ra
cadena de los genios, a fin de que los beneficios del cielo sean obtenidos."
Sería un error burlarse de esta traducción desbocada. Sería desconocer lo
posible de este estilo de la lectura, y no ver entonces que el psicoanálisís
contemporáneo dista de estar exento de ese género de facilidad. No creo que
sea injus¡ificado calificar de "kircheriana" a esta clínica, puesto que el
ps¡coanálisis dirige así un guiño de tierna complicidad a la Iglesia.
De Silvestre de Sacy, Champollion recibe el concepto de una "lengua
jeroglífica". Este concepto ya no se puede superponer a la noción kircheriana
de la escritura jeroglífica como notación directa de Ja intuición, como
escritura eminentemente superior, por escapar a la maldición de Babel. Este
último abordaje de los jeroglfficos, cuyo nervio encontramos nuevamente en
Leibniz con la idea de una lingua característica, les da un estatus de
excepción. El concepto de una lengua jeroglífica, por el ccntra..-io, aproxima
la escritura egipcia a !a china, situándolas a las dos como representantes de
un supuesto estadio "i<leográfíco" de la escri rura. Este estadio estaría
caracterizado por el h~cho de qm: los términos escritos no tendrían flexiones,
serfan independientes e invariables. Pero hablar de "estadio" pide un plural.
Se trata, en efecto, de una teoría evolucionista -o, si se prefiere, progresista-
de la escritura que distingue en ésta tres tipos o, más precisamente, que
diferencia tres relacíones de la escritura con la lengua. De las lenguas
"bárbaras", po r no tener escritura, se dice que están sometidas a un continuo
cumbio; las lenguas jeroglífic.:is (egipcia y china), tienen su vocabulario
est::i.bitizado por la ideografía, pero, tomando en cuenta lo que se ha dicho más
arriba sobre la naturaleza de esta ideografía, a estas lenguas jeroglíficas les
falta una gramática, lo que les impide sentur por escrito los matices del
pensamiento. Solamente las lenguas escritas fonéúcan:ente (es el tercer tipo
de lengua y el segundo tipo de escritura), como el griego o el latín, colnbínan
b estabilidad del escrito con la flexibilidad de la palabra.
Esta clasíficación se apoya entonces sobre el prejuicio que ve en lo escrito un
instrumento de fijación de la palabra. No hay :1n solo texto sobre la escritura
c¡ue no retome este leitmotiv. La evidencia se impone aquí con tanta fuerza,
que conduce a desconocer lo que, según el adag\c, trae en la experiencia una
.
doble desmentida: las palabras quedan y resultan ser operantes mu~ho más
.•
allá de la muerte de quien !.Js había proferido, y lo& esc ritos pasan, y de una
manera ca;i ilOtab!e que hay que realizar una orgnnización compleja para
asegurar su conservación, desde ei aimacenamiento en míc~cfilms en los
lugares con aire acondicionado hasta la simple carta que, a partir del
momento en que tíene alguna importuncía, se debe certific::r. ¡Cuánto
esfuerzo realizamcs pa.ra evitarle a! escrito el ba-;urcrc !
Laconsideració:1 de los jeroglíficos eglpcios baje e! co ncepto de una ªlengua
iccrura de ~n desci¡-,.c1ttientc llS
,
El nombre propio 110 se traduce. Cuando hay que hacer pasar un nombre
propio de una lengua a ntra adoptando'(no hay otra posibílidad) las cor.dkío-
nes escriturales ligadas co n la segunda, se intenta mantener en este paso lo
que Frege llamó "el color del nombre propio" (cfr. Frege, Ecrits logf.ques et
phílosophiques, París, Seuil, 1971, p. 107; este punto será desarrollado aquí
mismo, en el capítulo oc!lo ), se apunta a la asonancia para expresaría., a fin
de cuentas, por la homofonía. La fra:;e "el nombre propio no se traduce" debe
entonces leerse corno esas frases usuales dirigida." a les niños, del estilo ..no
se habla con la boca llena"; no implica que el nombre propio sea imr:illucibfe
("Smith" quiere decir "herrero", y "Sebek-Hopte", nombre de "hijo de Re"
de un faraón, puede leerse "Sobk está contento"). sino que eso de traducirlo
no se hace (no díremos "fvl. Smíth" come "Sr. Herrero" en español. ni
"Kierkegaard" como ''Cementerio").
Lo que importa en un nombre propio no es que pueda tener sentido. Tomar
en cuenta el nombre propío como tal consisre en e!>e rechazo mismo. en ese
tratarniento específico que lo mantiene corno nombre propio sólo al predu
de no interesarnos más que en su color. Se tiene la prueba de que eI nombre
prcpio ha sido considerado de esta manera desde los tiempos más remotos en
el hecho de que los desciframientos de las escrituras llamadas "muertas•• han
tomadn. en su gra:1 mayoría. un apoyo sohre el nombre propio, apoyo qce
resuhó ser decisivo. Con respecto a esto, el desciframiento de los jeroglíficos
no tiene niid<t de excepcional.
~o nos extrañará, entor.ces, que el comienzo de la o peración charnpoll:oniar.a
se centrara sobre el juego de la letra en la escritura del sig.níticante del nombre
propio sín ningún cuidado pt>r lo que sería el sentido de estos nombres. No
se tratará m3s que de ur.a especie de juego de batalla n:.val, juego fuera del
sentido donde las detenninacioncs de 1os valores d e !as !etras serán dados por
la relación de las leirc.s con los lugares de los cuales Champollion podrá
decir "wuche~· cuando la lena sea ubicada por él en el iugar mismo donde la
esperaba.
F.l texto jeroglífico de b ¡úedra de Roseta estaba tninco: sólo aparecía, escrito
en un recuadro. un solo nombre que, se suponía, era el de Ptolomeo. Esta
ce nje tura se basaba en e l hecho de que el texto demótico, que nadie sabía leer,
incluía un grupo de carac teres que aparecía en un número de ocasíones igual
al de las inscri¡:¡cione:s del nombr(! de Ptolomeo en e! texto griego. t.: n solo
recuadro no permití.a proc:.:der a confirmaciones, y esta~ conjetur:is quedaban
sin co nsecuenc ias pue~ no eran confirmadas desde un p unto de vísta
estrictamente textu::tl.
Champollion tuvo la !dea de relucionar ese recua<lro con !es que estaban
lec/urc: 1/t :Jte drscif':'amft!'!fto l 29
A
o Q f( ~e=_.~ ~ r
2 3 4 5 6 7 8 9 10 11
o ·íl ~.
~'\ ,._..., <.=:>
B ¿; ::.i:,,"-..b 1 ::::J ...... ..;.. .... ~-- ~ ó
(",
,J
4. A 2 = B ~O da para o el v:.i!or T.
5. Esta misma ktra deb<;rfa c:ncontrurse nuevamente en B 7. Ahora oien, en
lugar de O cs1á ~ Champollinn nma que er. otro!; c:1scs de la
esc;iLura dd nombre de .KÁzon;cnpa.. se tiene efe:;tivam~nle ~ y no Q;
no hacl? casu. enturi ..:es, de esta difir.!tltn.d anotando i::n su alfabeto que
~::...: escribe de la mism:i maner..t c;ue r-::-\ la ktra l'.
6 La di lima letra de fltoAµrJ~ es una sigma, por lo que Champo Ilion inscribe
' Ro.:xn \o\ PiJ ~i~. r.~r:i~t: ,/~ Zen e de l'er.tre.!i.Ln des mfJ!Ot--:.'c!t::e.s_ P::,ri-.¡_ Seuil. 1973.
'• S:iber.·vJs h:Jy ~ue 1' cocr:::,.7ond~ a.i bilíte::''l f ; se 6be pronunciar sabiendo <ln:t
.::orr::sp<,nde (~~ fr~cés J ~&J "h'' a.sp1f:l.Ca de hCJlne (odio) '! al scn::iUo ·'uti'"' """te 011c,:e (.:1l~oCC11}
~s ~? :<l~og!':~ri.1 ~.o. 3..i$1.
... --- ·-- ·---
7. Encontramos en el nombre de Kl..t:o1ta:tpa dos veces la letra A en dos
lugares que corresponden a los lugares dende se repite el jeroglífico del
b•Jitre; de ahí, la equivalencia: ~ =A
8. En B 3, el si!mo ~ debe corrcsuonder
~ . a la vocal E. Este mismo signo
está presente pero de manera doble en A 6. Esto conduce a Champo Ilion a
so~pcchar que su doblaje en A 6 escribiría algo que se acercaría al diptongo
AI (de AIO!.), que escribirá a continuación H.
9. Como la lectura de los do~ noml::res propios parece a~egurada ahora,
podemos permicírnoscompletar, esperando confirmacfrmes posteriores: A 5,
o sea e::::::.... debe equivaler a~; B l. o sea ¿ =
K; y B 8, o sea <=> =P.
JO. Queda planteada la pregunta suscitada por B 10 y B 11. Champollion
recurre aquí al que ha pretendido se.:- su rival para el descifra.miento, a saber
Young, quien había emitido la idea de que se trataba en estos dos signos de
unadesincllcia femenina que aparecía siempre en Jos nombres de las diosas.
Esta serie de ídenlificaciones puede _;>resentcrse en ur. cuadro donde se
enmarca, en cada nuevo paso del desciframiento, la letra que correspond~ a
la numeración dada más arriba.
2 3 4 5 6 7 8 9 10
A [n
B ITT!
A n .::1) 1
B 0 n
A rr [QJ ¡\
B A fQJ.. n
!A n ·-!-
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l;i
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N ;;:¡ ::J ~ . - . ;> . ....... ~8 ~ ~ ~ ~
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· ~ ........ "'"""' ._..... . ~ -=- (l
o \(c f ~ . f~ !l. ~ ~ - q \. ..a.,
n ':l- - ~ i. :1:.~ ;.J v .'1 11 . 1
aao .=4
f / J <> - - <> ~ b .b t<> d ~ ~ k
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!: m . <n. '!J . ...,.. . ~ ..... '1 - - ~ ~'-'? ~~ ~ ~ lP .tf:J. .. .
c:_-!6.0.~
1 TO · .,¿)
~ :-=
• /.3
···-
:"='·
Sin embargo (esta es la fuerza del prejuicío jeroglífico), llegado a este punto,
Champollion no cree haber descifrado los jeroglíficos. m<is bien piensa que
simplemen~e ha ~eído nombres propios extranjeros, todos posteriores, ~n
efecto. a Ja ;nvasión gr;ega. Nada en su trabajo viene por ahora a cor.tra<lecir
la comparación de la escritura china con Ja escritura je~oglífica, que era uno
de los pilares de la teoría de la escritura que estaba de moda en esta época.
Champollion nombrn entonces "Jcroglífkos fonéticos" a este uso excepcio-
nalmente fonético de los jerogJífi¡;ns para la escritura de estos nombres
propios extranjeros, y admite que no ha cesenmarañado nada del problema
propíar:1c11te dicho, o .sea lo que él d::signa con un término que, justamente,
r~tifica el prejuicio: "Jeroglíficos purus".
¿Qué es lo que r~sulcó ser decisivo para la eliminación de ese prejuicio. que
provocó que Champollíon publicara con prisa su Lettre a A1. Dader'!
Partiendo de la presentación que acaba de hacerse, el lector puede imaginár-
selo: se trata de la certidumbre, arlquirida por 61, de <;uesabía leer también los
nombres de faraones cuyos reinos estahan históricamente situados en fechas
muy anteriores a fa ;;onquista de Alejandro.
Todo se jugó en unos pocos minutos. el 14 de sepüernbre de 1822. cuando
Champollion tuvo entre sus manos unas copias de bajorrelieves del templo
de Abu-Simbel. Uno de los recuadros se presentaba asi:
f .n ese rec:iauro, los dos signos de la tela µkgada ya están ub~cados corr.o
ar.atando la leu·a í: (última !etra de ll'ru).µe:.;); separado entonces de lo que
sería una doble sígma por un signo problemático: {~ . podemos ver el
l1
lt!ctura dtt :.ut dttscifratttittnro lJS
pic;togrnmadd sol que. en lengua copta. se dice RE; tendremos entonces, por
lo que respecta a la parte derecha de este recuadro: "PE.?, .L:L.". De ahí la
hípócesis, puesto que sabemos que el templo de Abu-Simbel fue const..-uido
por Ramsés. de que se trataría uquí de !a escritura de ese nombre. Champo!líon
encuentra una confinnación de esto unos minutos más tar::le con otro
recuadro que se presentaba así:
E:i este úlrimo recuadro, el ibis debía figurar pictógr:íficamente al dios Toth
y por lo tanto escribir, posiblemente. por el procedimiento ya situado aquí del
rébus de tranferencia. el signitkante TOT. Ahora bien, de ~a cronología
establecida por l'vfo.netho..se conoce el nombre de un faraón de la dinastía
X'VIII: Tuthmosis. Tendremos. entonc::s, para este re:.:uadro, lo que sígt:e:
"TOT, ?. I"; de la conjunción de estas dos conjet:Jras concernientes a los dos
recuadros :ncncionados, aparece algo que va a C;)nfirmarlas de una sola vez
a las <los, o se:i el hecho de que el mismo jeroglífico !n escribe el "MO" de
-ro-::µo<; en el segundo recuadro y. en el primero, el "1Wé" de pe~cr<;. Así
se demost~aba que "el uso fonético·· de los jeroglíficos no databa de la
invasión griega. Champollion está entonces en un estado de excitación
considerable: a mediodía, se precipita al Instituto donde trabajaba su hermu-
no Jacques-Joseph; abre bruscamente la puerta de la biblioteca, le tira sus
papeles scbre la mesa. proclam:i triunfalmente "Tengo el c;.sunto", y se
derrumba inmediatamente desvanecido. Después de cinco dias de enfcrr:ic-
dad pa<;ados en !a cama, es~ribe su Lettre aM. Dacier re!ative a l'alphabet
des hiéroglyphes phonétíques, que el destinatario lee en la Academia. dd 27
de septiembre.
Es un hec:io notable que la Lettre a 1'4. Dacier omita las lecturas de los
nombres de Ramsés y de 'f"tlrhmosis y, por lo canto, no revele !o q uc la causó.
Champo! !ion ya re nía suficientes cnemígoscomo para echarse en contra a sus
arr.ígos contrariándolos con lo que constí:uía una evidencía. Tener el asunto,
significaba haber agarrado. al menos en un caso (pero este "al menos uno"
era suficiente para suhv~rtir la idea que se tenía del conjunto) "d u~o
fonético" de los jeroglíficos fuera <le toda supuesta influencia del alfabeto
griego. Eso cuesüo1:aba nuevamente b oposición de lo "figurativo" y de lo
"fonét:co" que parec!a evidente a codo el mundo y, con ella, la noción de
escritura jerogJJica como escritura directa de las ícieas. Como esta noción
subsumía las escritur:::s cgi~c:as y chin:is, no nos extrañará que una de las
consecuencias más impor:oJ.ntes del descifrarnien:o ch:unpollioniano fue la
de disociarlas.
,
136 doctrina de 1" :erra
La disociación es efectiva desde 1824, ft=eha <le I¡¡ prirneraedición del Précis
du .rysreme hieroglyphique. Procediendo primero a un cifrado de los textos
jeroglíficos de que dispone, con la ayuda de ia serie numérica, Charnpollion
comienza el trabajo de esta disociación. La escritura china, descrita por
Remusat, está com puesta por quinientos cruacteres simples, y varios miles de
caracteres compuestos, constituidos po r el enlazamiento de dos o varios
caracteres s imples. Champollion no e ncuentra semejante proporción e n la
escritura eg!pcia: cuenta, para un texto dado, 860 signos, de loli cuale;;; sólo
20 parecen enlazados. La escritura jeroglífica del Egipto antiguo se dist'in-
gtriría entonces de Ja ch.i na por no se:r puramente ideográfica. U na confirma-
ción de esto es dada por el texto de la piedra de Roseta, donde Champollion
cnenta 500 palabras griegas por l 419 signos jeroglíficos conservados; cada
uno <le estos últimos no poúóa entor.ces corresponder a una pálabra.
Además, eMe tex:o jeroglífico tiene una proporción de 66 % de s ignos ya
a
trans!icerndos a partir de los nombres propios de la Letrre M. Dacier, esta
frecuencia de aparición es inadmisible con respecto a la teoría que pretende-
d a que , fuera de Jos recuadros. estos signos no tendrían más que un valor
ideogramátil:O. A par>..ir del momento que ya no se considera más como
" ideogramática" , la escritura jeroglífica se ve separada de la escritura china.
Charopollion escribe entonces, desde el comienzo dd Précis: "El uso
for.ético de los jeroglíficos no está subordinado, sino que es central. es de
hecho el illma de to<ld el sistema de escritura.''
De Ja Lettre ¡;.J Précís, la generalización del fonetismc separa a Ja escrilnra
jerog! ífica y ala chir.a en o tro punto más: !a a-aducción del signo del recuadro
está litre, a pa:.tirde ahor;;i, del modelo chino; el re¡;uadro puede leerse como
aigo distinto de la mD.Ica de un uso ex.l:epcionalmente fonético de los
ideogramas. A hora bien, la correccj6n e.le esta pómera traducción es
import an t.:, pues permite Ja extensít'ín dd desciframiento, va a volver p osible
es:n ~xtensíón por el hecho de qt:c otros jcroglíficu!S podrán venir en lugar del
recuadro con esta misma función de índice de los nombres prnpios qt~e fuera
la del recuadro en los primeros pasos éel descifrilffiiento.
¿Cuiles fue:-onescos olrosjeroglíficos? Al coll'jc?":zode\ Précis, Champollion
propone un a transliteración parn.1\ruinoo, fa vorito ampliamente celebrado
por el emperador 1.\driano. El interés de In coi;u no consiste e n lo rr:insl iteración
misma, sino en la localización comt> tal de ese nombre prcpio. Son, en efecto,
rn.10 que prec:.;Jc y el otro que sigue a los j ~rogiíficos que escriben aAntinoo,
dos grupos de jeroglíficos que, esta vez, indican que se trataaHí de un nombre
propio. El primero es el nombre mas usual para Osiris: '"'ª'll (hoy se
transliter:i ws-ir); el segundo grupo: b~ presenta como particularidad
:e sig•Ji~ntc: que sigue teguiarmentc, en los ;nanuscrítos y en las estelas
!ec:ur.a de 1.tll dtscifrarnie4!::J 137
Situar esta intervención se impone tanto :nas cuanto que se podría imaginar
que más allá de cierro umhral, una vez que se emplazó el sistema de la
translít~ración dei alfobeco jerogfrfico al alfabeto griego, ya no se tnitó, en el
desciframiento, más que de traducción. Para demostrar la falsedad de este
punto de visrn. apdaré a •Jn material que ya fue presentado aquí mísmc.
Estu se¡;uencia vuelve aparente el hccio <le que, iejos de constituir por sí sob
el desciframiento. la trati1:.cc!ón está, en ei de3ciframíento, pu<!sta al ser.1icio
de la transliieración abasteciendo a ésrn de su soporte hornofónicc, ailí
mismo donde falb el nomb¡-e p.rc2ic ~n su funcíón que lla.rnaré ahora
(desvianc.'c un término cuyo uso linguístico conocemos) el shífter de la
homofonía. La lengua copta alimenta el d~scifranúc nto con la homofonía;
esa es Ja razón (resonante) del llu.mado que el descíframientc le dirige
cuando, queriendo leer otru ¡;cJ:;a que nu :;e:m Jo:; nombres propios, tiene ur.a
carencia de homofonía. Es necesario, alií Jom!e se¡ ospech'1 L!TI sentido.no
traducir para transportar el sentído. s:no traducir para tener significante
sobre el cual senrar el ª !JºYº homofóníco de la translíreración.
Tras haber presentado esto a ¡::ani~ de un ejemplo muy sirnple. daré ahora dos
más. Se habrá notado quizás en el recuacro de Ramsés, u. la izquierda de su
nom bre de Ramsés, una serie ác jeroglíficos que fueron dejados de lado.
Champollíon hace nc<ar la muy frecuente aparición de este tipo di~ signos en
los recuadros. He aquí dos ejemplos: ~ fil
y le~ .¿Cémo de-
0
ben ser lddos?La.s a¡::c!acior.es rle los faraones eran conocidas <'.esde b época
ptoloinéica. Que hu.yan sido r.ombí:idosen esa época " César" o "Autocraror"
no signíficaba más que retol!'.ar una tradición andgu:i. que los ll:imaba
"Amados de Pta h", ·'Siempre vivo" ... , c:c. Se disponía entonces de t:na lis<a
de est:is <! pdncione.s. se sabfa su :;(!müfo. pc:ro se era iP-crrpaz. de decir, para
"
I 4'J doctrine di!' {e i.ef!"a
cuda una, qué grupo de jeroglíficos le correspondía, y con m•ís razón el valor
literal de cada uno de los jeroglíficos de e:;tos grupos.
T0mcmos el pr:.mer grupo mencionado aquí. Cha1npollion, a partir de su
"alfabeto" translítera O:= l I y=.; T. Supone entonces que e! conjunto debe
escr:bir "am:i.uo por Pt..<i.h.. y, en consecuencia, q~e el tercer jerog!ffico debe
equivaler a H. A partir de ahí, el cuarto escribiría "arnado". Ahora bien.
"amar" se dice en :opto "mci"' o "mere" ; Champollion conduye entor.ces su
lectura admitiendo que uno u otro de estos <ios valores es escrito por el signo
JI . Ya ne quedará más que confirn1ar esto atando cabos, para obtener
de este atar cabo.:; Ja c~rtidurhbre de que se puede legrtímamentc comenzar
~constituir, con TI , una lista ya no de nombres pcopios, sino de verhns .
n
En cuanto al scgunco grupo, sabemos sobre él que 1"" es un ideograma que
significa uvivir" o "la vida". Ahora bien, la vida se dice en copto "6nkb"; y
esta identificación recibe un comienzo de conf;.nnación con una variante <le
f- que se escribe ?e;-· ,
donde volvemos a encontrar 1a N de "onkh"
con el jer,)glíficu f"'"\ que ya ha sido transliterado N. Este grupo de
jerogl íficos tomados en su conjunto escribiría entonces "siempre vivo", de
donde resulta por sustracció n que ~~debe escribir el a<l verhio ".~iempre".
No es ncccs;i.no, me parece, continum- más hacia addantc esta lectura del
desciframiento cha:."!lpollionim10; su pre~er.tación aquí mismo basta para
f:".Xtraer cierco número de enseifanz:is simoles;
•
t. C:.ianclo in lectura, portrntarcon lacifrn, se ve cuns::refüdc.;;:ldescifrruniento,
dejamos 1:scapar su consi~tencia al señalarla con ei término de "tradticción".
....
, E'l. d esc1.franuento
. .
pone e:-1 JUego i
;.,os .
opern.crnr:es: l a tra_ucc!Ofl
rl . , y la
translitcrnción.
3. En e! de::scifram.!enw, la tradm:r;ión se vuelve haci!I la homofonía
- ya sea ~¡ne la loca: ice ;illí donde cstú en juego (traducci1Sn dei detenninativo
dd nombre propio)
- ya sea que la procluzc:a, allí donde su apoyo fo~ta.
(-'.
L H !\:[ o A T n gnego
s E o L T p Ja¡í:l
( ..;J invcr!>iiliu :Je la L yJ;: le:. e :;01:espC1nd~ .1,) T~Spt~t!J del o:d\!n <le l;iS lec.~ (~n al~iJOS r.:ci;a·:Co~}
e11el al::nr.~nto d~ ').\\ ~r:-tr.sHce!::!.ci5n. (~fr. le!!re alrl. Daci':'r. !'lancha '.. re~i;¡tc!:'o:- º°"· ~.O 'j .¡.()_
,
t!W doctrV.a J~ ~ {~t."'t!
" C1.imp :Jion. V.tire.Y de C>-.ampo/!!mi ie je"n<. B!bli. Egyp(., l 9GI. ~· 5J y 80.
Capítulo siete
la "conjetura de Lacan"
sobre el origen d.e la escritura
~ j L;)r~tn. /..": sc.vr>ir d'.J. p.rycr.~r,.c;tys:e, C,:uf.:rcr.c~a =n L.t Ct!:.·v~l~c; . .sa;r.t·Aonc. de! ~·~~e
C'!C\'i~rnbre de i9~l. fr1¿d!t~.
~46 do¡;trina dl! úJ letl'~
manera. que no sen pcr una eleccíón sometída a les ?rejui:.:ios o ínclir.acion~s
del lector?
Cerno la duda invita a la ahscención, daremos a ~st;i. su alcance positivo
concluyendo que el inconsciente está estructurado como ese lengriaje que no •
es posible, por el momento, designar.
He aquí, por ejemplo (para citar algo que esté en las antípodas áel carácter
"acuñado" de !as fórmulas precedentes) una observación muy "hablada" en
que Lacan comenta eí trabajo del matemático René Thom: "Si mí amigo René
Thom llega tan fiicilmenxe a encontrar cortes de superficies matemáticas
complicadas, algo como 1'n dibujo, un rayado, en.fin algo que él llama tanto
una punta, (comoj una escama, w1fruncido, un pliegue, y a hacer de eso un
uso tan verdaderc.mente caurivc.nre; si, en otros términos, hay una cosa que
existe, ta/ que se pueda escribir .x que satisface la función tPx. si: si i! hace
eso con tanta facilidad, no quiere decir que no persistirá en es:o, mien:ras
no haya justificado de un modo exhausrívo aquello con lo que, pese a todo,
está efectivamente forzado a explicarles, a saber el fenguaje común y la
gramárica para rodas. <que. no penisrirá en esto> una zona que llamo zona
del discurso y que es aquella sobre la cual el disr.uno (lr..fllírir.o arroja una
viva luz." 3
~
Lo que se escribe en lenguaje
.
maremitico no está ~arantizado- µor
·- -un- ....._
.metalenguaie y. además, no podría explicarse sin poner en juego este habla,
esta palabra que se apoya en el lenguaje común. Así, el que no h:lya
"metalenguaje que pueda ser hablado" 4 quiere decir q!Je lo ou~ se nombra
CO!l "metalenguaje" m.1 es otra cosa que la pal~bru misma.
El escrito, entonces. ocuparía esle lugar mismo que sen·a el del lenguaje·
objeto.
La substitución por Ja que la oposición escrito/palabra ocupa el lugar del par
lenguaje-objeto/metaler.guaje ratifica el carácter noelírnioable de la pa1abra:
hay palabra en el <lcf.::cto del meta!engu~e. justamente allí d(}nde desfallece
para decir lo verdadero sobre lo verdadero.
'J. J.;¡~an. ""''·' S<~1I. P:iti;. 19€6. p.81J. (En c•paool. E sa<:UJ, Siglo XXI, Méx:co. 198-1,
p.793). Térr:tlMS subrly~dos por ~i.
148 cloct1i11a de la 11..•tr,z
" ,.• la estn!C:!.lración del /engucj e se identifica (si se puede decir) cor1 la
/ocaliz.adón de la primera conjugación de ww emisión vocal cor. un signo
ccmo tal -es decir con algo que, ya, se refiere a una primera manipulación
del objeto. La hemos llanuu:/o "simplificadora" (a esta primera manipula-
ción) cuando se trató de definir la génesis del trazo.¿ Q!lé hay nzás destruído,
más borrado, que un objeto si es del objeto del que el tra;;,u surge {si es} algo
del objeto que el trazo retíene,justamente su unicidc.d? El borramiento, !a
destrucción absoluta de todas sus ot/as emergencias, de todas sus otras
proíongaciones, de todos sus otros apéndices, de iodo lo que puede haber de
ramificado, de palpitante, y bien, esa relación con el objeto en el nacimienio
de algo que se llama aquí el signo, en tanto nos interesa en el nacimienia del
significante, es efectivamente e! preciso lugar en el cual nos hemos detenido,
y es en tomo de lo que no carece de promesas donde hemos hecho, .~i se puede
decir, r.m descubrimier.to, pues yo creo qu.:J lo es: esta indicación. Je que hay
-digamos en un tiempo, en un tiempo (ocalizable, históricamenre definido· un
momento en. que algo está ya ahí, para ser leído, leído con lenguaje cuando
no hay rodavfa esc;irura.. Es por la !nve;.--sión de. esa reíació11, de esa relación
de lectura del signo, como puede nacer luego la escrirura en tanto ella puede
servir para connotar la fonematfr:.ación" 1º.
El descubrimiento toma su punto de partida en la lecrura del libro de J. G.
Février ti tu \aáo Histoire del' écriture. Este primer dato, pronto se dará cuer.ta
el lector. no es exterior a la conjeiura misma. Hay erres ta lectura una manera
de leer que es homólogo. a lo m.ismo que la lectura pone ;i Ja luz. Recordemos
que el análisis de Ja lectura, por Lac:m, dei texto sobre el "pequeño Har:.s" hizo
valer una homología semejante. ¿En qué consiste ella esta vez~
Después de haber citado el monumental trabajo de Février, Lacan invita a $1.!S
oyeutes ce entonces a rerrjtir~e a él: "Ustedes verán desplegarse allí con
evidencia algo cuyo dinamismo general, cuyo resorre, )'IJ !es indico, porque
de alguna manera no está despejado,, y está 1!n todas partes presente"' 1• Es
decir que e5te re'Scrte se e(IC'Jentra en e:;tado latence en el texto de Févricr.
Ahora bien, se va a tratar, precisarnc,nre, de ia escritura como una función °'
latente en el lenguaje mismo 11 • Aparece así que e! modo de abordaje de
aquello de lo que se trata -la locaiización de una latencia- es del r.1i;;mo orden
de lo que se trata: la escritura c~o función latente. No hay diferenciu.
fundruner.tal entre la opernción ce lacscrítura, en ~anto vuelve manifiesta la
latencia <le la escritura en ei lenguaje. ~ria operación de descubri.nrientu de
esta operación. Es d::cir que ponerlo en la c•~er.ta de un talento de autor o de
lector, sería desconocerlo pnes pcr el •::ontrarío e! autcr se demuestra aquí
íeduci<.!o en su descubrirr.íen:o i.! eso mismo que él descubre.
¿Cuál es entonces. ese resonc gcner¡¡J de la historia de la escritt;r::¡? Lacan
m>ta pr:mc:-o que e¡ m:itt:rial que;\::;! a c011.sütuir !a esci-;tuc;1 se encontrnba ya
'! s~ <:Oll$Hl~::r~ :\\;Ore ~SIO \f:ixi rr.~ f)or~P.. V.r p r,{-~:;r;r'.lrP.0: .Y.: /'.n.•')l:J:i"n rles 1 : (\:riisa~iatt.f, t<.Hnck:.;iccS:
ed, P:>.ri'i, l 97:.1.. .Sobre la ~rcexi>ICnci.a Uc !a.oe;. m::irc1~ .'ie encontrJri un.a \.:onllrntactón 11.:1..;jc r,,c i:n C.
Ch<ldcf•~U(, "Egyplc pha;lonit:~uc: Je J'c~p!es.s:ion ?iCtJrale ~ l'G(~ltlJce esy;>t(!noe'' . en fi¡,•;i/urt!S, F.d.
s
Lo= ·1c:.,1!;uce, r~: i's. ~ g~r.:. p .37.
1• :...1. f~ur-.1ulc. t ..1~fi fl°<~.:if pos .i:-.e .vipe. J3. Royect .. P~ís, :973, ?.10. (E:i ~spa1íot, ,'!,..,,~rJ r.n es UJ!aplpa.
Ed....),.~1:i.~r:..JtL:L a~cct~)r.¡, , i 9~ 1 ).
,.,
(El texto de esta imagen die:.:, debajo del dibujo, "esto no es una pipa", y más
abajo: "Esta irnazen que hace pensar ínmediatameme en una pipa, denuestra
muy bien, gracias a las palabras que la ::.compafian, que es un obstinado abuso
de lenguaje e! que haría decir: «Esto es una pipa»'").
Si se adm.ik:, \:Omo le :;u:;iere s:i vecindad en d espacio del cuadro. que el
deíctico apunta a la figcra a la que sigue inmediatamente (en el orden habitual
de !a lectura), en1once:;. en efecto, se reconocerá la verdad de la leyenda: el
dibujo de b pipa no es ur.a pipa. Sin embargo, cuando exhibiendo el dibujo
de una pípa yo interrogo a cualquiera y le pregunto: "¿Qué ~s esto?" la
respuesta "Una pipa" no deja de producirse. La debilidad mental de lu
respuesta no hipoteca para nada su verdad: es una pipa, en efecto, y :.1nto más
cuanto que :;u presentificación en el simbólico pasa por el zig-zag, por el
ardid. de una presentacíón ímaginaria. Ahora bien, se puede mostrar que ese
pasaje no es obligatorio para una puesta en presencia con el objeto del deseo.
Para hacerlo yuxtapondré aquí. al cuadro de i\.fagrittc, un relato que se
c:ientan mutnamentt: loyüños de diez años, una edad en que ensayan fumar
a escondidas, a falm de que sea con calma, pero una edad, tmnblé n, en que
es muy net:esarío prohibírselo:
V ... ?'1?
l • . /,/.,/, .... ~ •
u Tc:i::tv y dibujo de i7.anos. de ~!Jg:-:tt'!. Toi:l!ldo cJc A.vec }4ug,.{:tff. c.1~ !. cu;s Sc1.Hc:1:air.:, ~
Leb.;e~ tJos~n~~."ln, B.n.l::.cl;>s. 1977. p.89. Ei co~~n~o :!e es~ ··un cómt~::>." ¿e \í:igd~:r. f.Je
pl!b!lc:ida CO ~ tillO!;;tit)l'l )'IA,-."'ÍiJl!JU!. nº !'2, del 1.5 <le d!~:~n:bci::, IJ.:: 19".!9, C\"'~ el iCgcnd~
~~r.ific~1n t!c:l sa1.:::i~jsf'7'0.
! .S2 doctrina de /(l J,.tr::1
•
Te ve ahí, escapado de la escuela, y te dice. corno de costu1nbre:
" ¡insolente!'·.
Tienes el sol y la lente, sacas de ahí la lente.
1
• Mathieu Hebrnrd tuvo la gentileza de escribir este texto, eri francés, para mí, (que aquí hemos
susti1uído pcr un texto díferer.te en español ... para que diga algo equivale~.Je):
X C'e.~t ~imple 1
Tu voi~ 'Jlle par1L'1ére pa.sscr.
Tu mets ca ballc.
Tu tires et ru la loupcs.
Tu prends la !aupe.
Tu fa.is 11n grand cas de sable el 11n petit.
Tu prends pas le tas haut mais le tas oas.
l;.pan!hére repassc.
Tu mets ~ Dalie.
Tu frres et tu la tues.
Tu J;¡ prend~ par la queue.
Tu la fo.is touroe: autour de ta rete.
<;:a fai t uoe circonféreoc~;
une circonferencc egale 2R.
c;:a foit deux ¡¡i ¡:iantherc.
Tu prends une pipe.
Tu .mets le t::.b;ic.
Tu prends Ja :oupe.
et tu ~llumes Ja ¡:ipe.
la ·'co1tje11Jra dt lacan" sobre el origen de !a escri!l.lra 153
.
La técníca, reiterada tres veces de ese don del objeto al Otro (A), de este
reconocimiento de una privación. es la del rébus de transferencia pero
recorrido aquí, de alguna manera, en sentido inverso:
~
La pi ca.dur.i. "picadnra. de tabaco" picador.a
(simbólico)
de una privación •
(real)
Pero estudiar ahora e::;ta técnica (tomo este término en el sentido q11e Freud
le da en su estudio del chiste: la técnica del chiste es la vía pricnera para dar
cuenta de él) con1promctería demasiado temprano y anticipadarnente la
cue:Hión de la escritura. Basta para la presentación de lo que da su punto de
pa.i--t.ida a la conjetura <le Laca.n con adrnitir que toda sociedad humana ha_
constituído dos series de cosas: por una parte objetos que el lengu~rje nombra,
y pG'r otra parte, signes, tnarc::is b trazos que, por lejos que uno se rernonte,
no pueden de ninguna nanera ser con:>ié.erndos como de un tiempo que seria
segundo, y de los que algunos son imágenes de objetos.
En lo que concierne a Ja arúculación de estas dos series, todo ocurre como si
ne se pudiera eliminar cierta ambigüe:.lad sin la intervención de la escritura.
Esta ambigüedad, que se duplica en el grafisrno mis1no, es la única suscep-
tible de explicar por qué se pudo creer durante largo tiempo, por ejemplo, que
el ideograma 1:J que escribe el verbo yue figuraba pictográfica.mente una
boca de la que salía un soplo de voz, para corregir luego ,como da cuenta un
reciente estudio de V andermeersch: en su grafía arcaica figura un o
recipiente visto en un corte, lo que él llama el "porta.-escrito" 17 • Pero lo
notable es que, si nos :::i.tenemos al grafismo solamente, es imposible decidir
y V nndenneersch. con motivos, produce todo un conjunto de orros ideogra:na.s
Q ue !a :it:esta en :-elación consista en una "lectura del signo" quiere decir que
:~ist~u!~.~ lecn:ra nn:erior a '.a escri:ura, yu<: cierco "leer" precede al escrito.
F.sr::t lec!ura e:;, entonces, distinta de aquélla aislada a'luí en Laca n y
d:::s ignada como una ~'lectura con ese.rito". La lectura del signo es no sólo
2;;rerior sino previa a lo escrito, es un riempo consti¡uyence de éste. lvtagritce
roma come blanco esa lt:ctura, pero que sea necesario tom:irla como blanco
implica el reconocimiento <le su importancia, subraya :;u modo de eficiencia,
al que un pinlOrpuede ser sensible. y a tai punto de querer valerse de su abuso.
Imagim;mos desarrollarse t:~la kctura como por sí misma en una ''esciitu1 a"
q ue, ~monees, ne habría ro10 con esta lectura s:no que se atendrfa a la decisión
de no haceroira cosa que proio ngarla: tendremos entonces, eGil Ju idea tle unu
escritu~:i llamada "pictográfica'', una de las figuras mayores del citudo abuso.
:t 1-:. F'arrr:t::o:!c.li. ··Rever :'jdcogramme: ?v1allarmé. Ségn.i~a. Michnux. M:te6'', ::n .'i.;;:it:.rt!s,
209 ~ 233.
o;.>. cit.. ¡.¡. '
;·; Seg\:r. h1 f~:i;-; r::!d!J·~=ión . .11 !ran.::s. dt:: r...:,,.~!,.f1;,;~ch~ frl!Ud~;.<JlO pro~O~$Gl ;x:r J 'Nllss~;
ia "cr;r.je1ura de ú:can ·•sobre ri c;rige:t d~ :'a ~scritura 155
xi Se: Ct;?JSu:t.a.r.l. ~ne-e ml!Ch"s ottcs. ~l mícu~o te J. .Sot:é:-o: "ae l *atde ftlé:ncirc .l 1' t cti:tLre''.
relación (hemos visto que era siempre precaria, sin posibilidad de encontrar-
se jamás estabilizada) entre las marcas, huella<;, figuras. trazos o todo lo que
se quiera agregar -estando ~mbsumi<lo el conjunto aquí bajo el término. de
"signo"- y esos elementos del lenguaje que vi~nen a nombrar esos signos en
ia lectura y por el hecho de ia lt:ctura. Esta lectura del signo hace ya girar la
relaci6n con el ohjt:to puesto que el mismo nombre vale par<1 el objeto y para
ese trazo que lo representa, ese trazo que, fuera incluso de toda figurabilidad,
será, en el apres-coup de esta lectura, identificable como un sígno de! objeto.
La lectura del signo objeta ya la idea de un isomorfismo del signo y de 1objeto.
a
En su seminario titulado D 'un Autre !'autre22 , en ocasión de la sesión del
l•~Jcmayode 1969, Lacan decía esto: "Unserquepuede leer su huella... esto
basta para que él pueda reinscribirse en otra parte que alll de do11.de la ha
tomado". Esta reínscripción "en otra parte" corresponde exactrune r.te ~ lo
que :::n 1962, al presentar su "<l:::scubrimientu" sobre el origen c.k la ~s<.:rilura,
Lac:in llamaba "lectura del signo". El texto rJe 1969 se prolonga as{: "En esta
rein.scripción está el bzo que lo hace, desde ese momento, dependiente de un
Otro cuya estrucwra no depende de ·t ·_ Esta prolongación corresponde
entonces al :;egundo tiempo de la implantacíén del escrito. Aquí aparece Ja
aridez de ese cierre: se lo ve consistir, en efecto, en la instauraciór. de ur. lazo
de dependencia sin interdependencia, de un lazo de este ser con un Otro o
tambíér. de u na relación del Sujeto con el significante tal que al mismo tiempo
la culpabilidad que habita ai Sujeto se le revela sin objeto (puesto que uno no
se piensa ';ulpabie más que de <i.quello sobre lo cual se imagina tener
influencia: hay orgullo en la culpabilidad) y entonces s~ disuelve allí pero no
sin que esta dependencia no rec:proca, sin contrapartida, aparezca al Sujeto
como lo que es, a saber, persecutoria.
Palpamos nquí la esencial pro.\imidad de la persecusión literal (no hay otra,
a decir verdud, cfr. c:i.pítuío VUI) a !a hipótesis del ínconscíente. Así, la.
apuesta de es:a presentación de la estructura del inconsciente a partir de la
conjetura de Lacan sobre el origen de la escritura revela ser un posible
desplazamiento, y por lo tanto una renovación, de la relación de! psicoaná-
li:;is con la paranoia. Si se admite la :lefrniciór. lacaníana de! pslcoanáiisis
;;omu una "paranoia dirigidil" se ve que vale la pena interrogar cuál es la
cperación de este segundo tiempo en que se constituírfa el escrito.
Dicho scgur:do tiempo e::; e! J~ la "inversión de esta relación" ir.stauraÚ¡;, por
la lectur:i del signo: la conjetura ad:nite que allí donde 1Jn e!~mento del
lenguaj~ había enlazado un signo al nombrarlo con e! nombre del objeto, es
a~lora este signo el que es consJderado como si csc~i b;cr;! est~ ek:meillo Je!
knguaje que lo icía.
" El título .t.: es¡e seminario debe. en ek,to. escri~irs~ de esl• mo<lo.
ll ··con}e<r1ra c1.e l.aca11 ·• robre el ori3e11 d~ la ~Jcrc·rura t 57
¿Cómo saber la efectividad de esa inversión por la cual nace el escrito del
corte mismo que ella realiza? Para responder a esta pregunta conviene
franquear el estrecho umbral que escinde la presentacíón de la conjetura de
aquello que propongo como su interpretación obligada.
La efectividad de la inversión será establecida sí es ;:iosiblc distinguir Jo que
puede prácticamenre parecer muy cercano, a saber. el signo en tanto el
lenguaje lo lee de aquel que escribe a este elemento del lenguaje. Esta
diferenciación es tanto más esencial cuanto que puede ser en efecto "el
mismo" ttazado el que es susceptible de s:<:r :::ncontrado en una posición y en
la otra. Ahora bien, no hay más que una sola y de:isíva manera de zanjar la
dificultad: estaremos seguros de que el slgno vale como escritura del
signiñcante del nombre cuando nos encontramos con el caso en que el
r.ombre se relacione no con el objeto que corre.~pcndfa primero a1 signo (en
d tiempo l de la lectura del signo) sino con otro objeto cuyo nomb;-e es
homófono (a veces sólo en una parte) del nombre con el cud ese signo era
k:ído. Se observa de inmediato que eu ese caso, que es ex:ictarnente el del
rébus de transferencia, ei signo ha tomado el nombre por objeto, ha tratado
ese nombre como un significante en ;;u materialidad es decir en su iít~ralidad.
Se trata, en efecto, en e! :::m;o de este nombre, tle un significante er. el sentido
lacaníano de este término puesto que este nombre, en el rébus de tr&nsferen-
cia, es tomado ~orno si denotara otro objeto, como susceptible de hacer valer
otra sigruficación que la que el código Je asígna. Con el réhus de transferencia
el escrito á.c. al signifi.caJtte su estatus de significanre al producir con el
mismo movímiento al objeto como obje!o metonímico. La disyur.ción del
sigco y del objeto aparece así como un hecho de escrirura, pero igualmente
como un hecho constituyente de la escritura. puesto que en adelante todo
objeto con nombre homófono será susceptible de ser asociado al signo
considerado.
Podemos damos cuenta :iquí cómo la conjetura de Lacan sobre el origen de
la escritura es el eje de su elaboración de las relaciones c1el Sujeto con el
significante y con d objeto. E~to, que puede parecer "teórico", no es sin
embargo abstracto. sino que toca a los datos más concretos de la clínica. Si
algún analizantc articula, por ejemplo, una fra~e como "agarrar et pecho: eso
rr.e divierte" frll m 'amuse, en francés), esto dest:ica una relación c on el pecho
(la ma.mme. la mama) que no es la misma qi;e la que habría estado implicad<:.
por otra afirmación que, sín cn1bargo, p•..:cdc ser considerada equivalente;
<>lgo como: "No es muy divertido agarrar!' · el pecho a esre vejestorio que no
cesa de declararse jatigr..ulü''. l.a diferencia es ésta: en el ca:;o <ld juego <l~
palabras en que se conde;;s:\n el desgaste. fo usuro. de la ."Ulma (m 'amuse) y
io qu::: ella puede ~i~scitar de goce de la <live:sión (l'amu.se), la homofonía
! S8 doctrino de la ILtra
realiza 1Jna toma en cuer.ta del significante como tal. lo cual no efectúa,
incluso sin saberlo . Ja palabra quejosa. En el primer caso el objeto "pecho~
no está ya asociado al signo como en la lectura del signo sino por el contr..rio
disociado de él por la intervención del significante como tal, escrito,
localizado en el lugar de la homofonfa. Freud, como se sabe, encuentra en Ja
descarga de la investidura, de la carga, 4ue la risa es d índice del éxito del
chiste, la prueba de que el juego con las palabras alcanza y modifica la
relación con las cosas. Ahora bien. el rébus de tnmsferencia, t.1n importante
en cada una de las escrituras conocidas, no es orra cosa que un juego de
palabras, y por lo tanto, una formación dd inconsciente que inrervíene como
tratamiento efectivo de eso de lo que se trata en el silencio de la pulsíón.
U na serie de esquemas ex p!ic:tará la conjerura óe Lacan, desde su suposición
de partida hasta su cierre en el rébu.s de transferencia.
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Si bien se pued~n así encontrar, en el libro <le Gelb, ciertas afírmacíones que
parecen muy cercanas a lo que destaca la conjetura de Laca:i, hay allí. sin
embargo, dos enfoques diferente$ de In escritur:i; la conjetura de Lacan
exctuye la suposición de la existencia de un estadio llamado "scmasiognífico"
de la escritura. un estadio en que las figuras y las imágenes se comprenderian
por sí mismas sin corresponder a un signo del lenguaje habtaa"o=4 • El si.:eno
del ideograma, como se ve aquí, no es asunto que 'c oncierne sólo a los poetas
sino que se encuentra también en los teóricos. Debe notarse que el supuesto
estadio semasiogrifico de la escritura, al intentar circunscribir un modo del
escrito que no tendria ccrrespondenci<l con lo que hace "signo'' en el lenguaje
hab!Jdo, trata de dar existencia a ur.a escritura que estaría fuera de la
transliterncióri, p!1e:; la operución de la transliteración es lo que explicita esta
correspondencia. No es asombroso, entonces, que Gelb reduzc:i a un simpfc
problema técnico <::! esc~cus <le esta operación.
Dar, con la transliteración, su estatus de escrito al escrito no tiene como úr.ico
ir..terés el dé hacer un poco de límpiez:i teérica. Se puede ta;nbíén l~rdes<le
nllí. rP.tcn1ando a ello ;:¡hora, lo que yo nombrada en l'vfagrine la uoria de les
pípas, con el fin de subrayar su importancia pura e! discurso de la lógica.
\'fiche! Foucault admite. como e11 de-~to lo impone la.sola: lectura del sígno,
4ue- es ":mposib.It! definir el plano que permitiría decir que la: aserc.íón «Esto
no e.s una pipa))> es verdader::.. íaisa. contradictoria''"~ Entonces, para dar
cuenta de lcrq_uc rc::iliza l'l1agritte.se crata de remo mm: más.acádeE cuadro con
el fin de inrerrcgJr, aiií donde las condiciones (}0 están reunidas en vistas a
Uila l€ctura. pur::.n1c11t~. logiciz:ida, la.operación de la que el cu.adro sólo sería
el resultado .. Fom..-ar.tlt da. es le resultado coma un caligrama. deshecho.¿ Qué
quiere dccfr esto!
Foucanlt ;;upone '·que se fo.rm6 un caligranrn. y luego se descompuso". El
cuadro sería ~la comoroóación
. del fracaso 'v lo~ restos irónicos'.'26 de ese
caligrama. La puesta en juego de esta. suposición resulta,. de hecho, muy
csc!arcc~dora.. Al hacer del cuadro el resultado de una disyunción del texto
y de fa. imag-::n. ella revela el texto como imagen (a pa11ir de esto reducida a
la imagen "de él m..ismo") y revda también la imagen procedí'endo de la
mi'sma pluma que el texto. Pero, inás aún, esta suposición es Ja úníca
susceptible de <lar cuenta de la negación (esto no es) que el texto privilegfa
y que dige escribir a despecho de la imposibi1idad apuntada más arriba; el
decir que no, pi;es dt. esw se trata. es, en el cuadro, el rest0 del no dr.•cir;¡ropio
del caligrama. En el caligram::i. en efecto, el acceso al decir está bloqueado
por !a manera de presemar; el mirón, el voyeur, detiene al lector. Cn
caligrama no se descifra sin que se disuelva lo que d figura con el hecho
mismo que él figura. Dicho ríe otro m~)do. un caligrama, en tanto caligranw,
no se descifra; y recíprucame.:ite, un r.:aligrama no se núr:i. sin que sea puesto
en juego con esa m..iraifo. el desconocimiento de e~e texto que constitye su
1cxmra. Dicho dz ocro modo, un caligrc.ma, en tanto caligrama, no se mira.
Ni visto, ni leido, ¿cÓ'mo t-:ndria ::ccesu un caligr<una al decir, a la palü.bra en
tanto ¿stn <lesplieg<l su::; efectos en el lugar del Ot;o? Asf, ia suposición del
(;aligrama cfeshecho da cuenta efec:.ivameme dei no decir caligram<ítico al
. ., l l .
d estacar un nnpos;o e ~.ecir qt:e no.
¿Es. acaso. el caligruma deshecho (défa..it) la derrota ídéfaile) del ca!igrama?
¿Realiz;; el cuadro de lvl:igritt<:: una separación completa del texto y de la
írnagen que caerfan, come escribe Foucauit, ''i.;ada uno de su !ado"'J ¿Efectúa
ei. cuadro, como él es·:ribe iambíén~7 " ;•un bon-am.iento del "lugar común"
e:-itrl! los signe.:; de la escrirura y las ííne3s de la imagen"? Podemos
re gocij Jffi()S aquí r c'l~rc:.i.mente, por e1; oc e qce Foucault exnae al imaginurizar
la escen'.l.áci. desccnciertodcl muestro de!!SCuela que se embro!la, balb'1cea,
se revela: incáp~z de decir con qué se relaciona "esto·•. y provocu asL c;on su
burlü, el e:>cánéwlc de lo~ d;rr1:nüs hasta lu..susper;.sión que constituye. con la
c:údu del .:uadro de 1fo.g:ritte, la diseminación óc las ktr:is def texto y los mil
p~tlazus del. en r..delant~. ir:eca r.ocible dib~!JO de ra pipa. Pero ¿pcr c¡ué
1
:. \•t. F!iuc~•JJ :. ()~?. cit . p.~ 9
,, ·~ 1'bü!. - ~.20.
!~· !\t(. Fcuí:ault Oji" C!c•. p·. ?4.
e62 docJrir.11 dela letra
--·--·--·-····--- - - - - - - - - - - - - · · - - - --
escena? ¿Por qué concebir el cuadro como el pizarrón de un salón de clases?
Y ¿se ha visto, aca:;o, alguna vez semejantes pizarrones de es;;uela n:vestidos
con el grueso marco que muestra la última versión de "este no es una pipa"?
Se notará primero que la in<letermina<.:ión del objeto del "esto" retorna
simplemente a la lectura. del signo y no saca provecho dei análisis que ha
precedido. Pero sobre todo es claro que es necesario el agregado de esta
escena ¡:ii::es el cuadro de Magritte muo::stra, por ser él mismo el objeto de una
mostración, que, contrariamente a lo que afirma Foucau!t, no efectúa
plenamente el borrmnit:ntodd lugar común entre signos de escrituras y líneas
de imágenes. Ese cuadro só:o e;ic;iste porque este borramiento sigue siendo
parcial, por el lazo de la lmagen con el lex to sobre el que persiste en a!?oyarse.
incluso si es para interrogarlo.
Entonces se plantea la cuestión de S;lber si no sería posíble una derrqta más
r<?.áical del caligrama, si un modo del escrito no ser!asusc:::ptible de separar
más lainrngen y el te.xtO, de llevar más adelante la realiz:ición del borratniento
de su lugar común.
Y. puesto que hay que ir a buscar la verdad de este borramiemo en la boca de
los níños, escogeré no aquellos escandalosos, encantados con el aplastamiento
del maestro que concibe la diablura de Foucault, sino esos que, más
discretamente, entre ellos, se aplican (en el sentído del guerrero "aplicado"
de P:lulhan), pues es muy necesario, a inter.tar privarse de fumar. Tienen al.
menos la ventaja inicial sobre los primeros de pla::tear su cuestión pon:endo
e:i juego no :los eleme:itos -ímagen y letra- sino tres, pues además de los dos
citados interviene el objeto.
Al obtener en la palabra prefabricada de su relato una pipa con lu "~i para la
hor:l", es decir gracias al apoyo horno fónico, esos niños separan el significante
..pipa" de su objeto, rompen ei lazo referencial. Su chiste re~lta así del
mismo tipo que aquél sobre el que se funda el rébus de transferencia donde
el mismo :ipoyo homofónico disocia a la vez el significante del objeto y éste
de su s igno pues, por el rébus de transferencia. este sígno valdrá para otro
objeto. La separación de la imagen de la pipa del objeto qi.:e snpuest:imente
le corresponde estaría así más concluida si una escritura escogiese tomar la
imagen estereotip::.da de una pipa como cifra de las dos primeras sílabas <le
la palabra que nombra esa ~specialiúad culinaria vasca llamada
"?!PARRADA". Entonces, por este lazo de la imagen con el $Ígnifi<:ante. la
imagen de la pipa ya no tendría razones para ma.ntener su s1:mcjanz:1 con el
objeto. prueba de que una dísyunción se ha cfectuudo seguramente. Si es
v~rdad como fue mostrado más <iniha, que la :.r;i.nslíteración vuelve explícito
lo que d rébus de transferencia efectúa, entonces ella deberá ser considerada
lo que el rébu.~ ce tnmsfcr~r.cia efectúa. entonces ella deberá ser c.:onsideracia
como la operación (!Ue despliega (en el sentido de P. Soury) :o que el
caligrama condensa. Entre los dos, d cuadro de .lv1agrittc está como a mi:a<l
de crunino: no una escritura sino una pinrura que es una pregunta sobre la
escrilura.
Soury llama "desplegar" al hezho de producir una presentación de un objeto
topc!ógico que aisla, mejorq ue otro. los puntos éc singularidad caracterísitcos
de este objeto. La fórmula que en uncia que la rrc.ns literac ión despliega lo que
el calif(rama condensa encuentra su confirrn:ición en e! ar.álisis del caligram:i
que propoai: Fouc:iult. El ca!igr:ima -escribe- intenta atrap:ir las cosas en la
trampa de una ''doble grafía"~alfabetiz:. el ideograma y reparte en una figura.
. -
en una forma uicto!!ramática la mon6wna $U<.::::siún de !os elementos lite1aks
q•.ie suscita !a escritura :ilfobécica. Se ve qi:e este "doble" de !a dobie gr:ifia
se opone al trans de lo trar:sliteral que. como atraviesa texto de una escríiura
en otra, supone el dcsdohlamiento de lo que el caligrama redobla. En este
sentido el caligrarrui es ei negarivo de lo trar.s!iteral, oposición que se
confirma si se noca que el ca~igrama intenta inscribir ese redoblamiento en
una simulta:ieidad allf dar.de la '.ransiiteraci<Sn r.ecesí ca je la sucesión. por ser
ésta la única 4ue permiu:: el btra por letra de los dementes transEter<:.dos.
Se ve, entonces, cómo la cor.jctura de L;1can pemlite prolongar la interpre-
tación del "esto no es una pí¡:::a" que Foucault c.I~s~olla. Que se haya podido
i;on ello descubrir la oposición de lo ca!igrnmado y de lo transl.irerado no e:;
poca cosa, pues de allí resu:ca, sí :ios atenemos a una tlefinkión de le escrito
por Jo tr::.i:isliteral, que el caligrama, deshecho o no, no es del orden de lo
esc~ito. Magritte pinra. así fuese con "escrito". Tal es la conclusión. que
a!gur.os cncont:';)J'Úíl trivial.
Jugar con lo e.scrito no es nc!.:esariame:ite escdbir. Se podría, a partir de esto,
inte::rogar cómo la ¡:mesta en j ucgo ::ic i;na exigeuc;a d·! be Hez.a (ka!los) ::n Ja
µrcscntac:ón de lo que enuncia el analizame se consirnye cucr.o un grave
(Lac:in dice "últirr.o") obst;kulo p;ira que cese de no e~cribirsc el saber
:extud lievado ¡:ior sus enunciados. Sin cmharzo, n-.e parece deseable
precisar más hien cuál es la apuesta de la cor.jetura de Lr.can en la <lor.;t:"ina
anaíítica.
Esta aµuesta consiste nada mcr..os que en !a Jist11:..:ión misma de i<Js tres
~ -
registros del simbólico. del !ma~in:nio v del r~:i!. Si estn es exacto, lo cual
'
espero demostrar de inmetliaro, habrá que convenir que, a partir de Lacan,no
hay otra d::c:.:ió.r. posible más que dejar de lado esta conjcmra y con ello
prohibirse d tornar en cuenta estos t~cs registros. o bi:::n an:cul::'.f el .;irr.hó-
lico. e~ imaginario y el rcai J partir del e::;l:ríto.
l64 doctrina t!~ 1il l~tra
:s E.se :cxc.o :ircu~.:a.. ~n frasu.:.é:s.. .::l c.rr.a edición Jl.a.,~..ad.a ''?ira.ta" con ~;\S ac!aS. del can·g.r"!So d~
Rom., donde lo tru:nos """' poc'cm".'~ <!eci.;· es qi•e-. ¡la rch~os;dad no t:11c:1' Se e neo...,.,,; la
,•.,r• qoc r!':<ncioumios ~'!'1i en la p:\g;"'! 1O de ~e fasckulo. [Erjste.'1 e11 español di'VIO,S:IS
versi.:<nes d:: •~lidad v-..riada. N. de E.}
,, lhid.
la "cr.ittjetura Je T..acor.'* Jabre ei orig~n de/(! escritura J65
'º 1 l.,;1con. L'üt.$ U t/Ue ~nú de l'u!te -bf'i1.•ut- s'(u(P ti "-tJUTtf> s~!'C'l1fl:lf10 del 16 iiP. nov1en1bre de
1976; Cfr Cnnierenc:a en Bruselas dol ~6 tlo feb ro:a de l'li7. ln.óditos.
Cuarta parte
,
Capítulo ocho
sobreestima desmesurada que tiene <le sí mismo" 2 (lüs itálicas son mías).
Sérieux y Capgras se Íl!n<Üm en la presencia o ía ausencia de este acuerdo
para, en et primer caso, establecer un diagnóstico de p~icosis paranoica y, en
el segundo, el de una psicosis alucinatoria en sus cCJmienzo.s, o sea, cr. un
mun~ento en el que puede no haber más que ir:terpretaciones delirantes; dicho
de otro mo<lo, no hay nada (fuera de la ausencia justamente de ese
acuerdo) que permita díscinguir este cuadro de aquél del delirio de
interpre~ación de la locura razonante. "El delirante alucinado -escriben-
experimenm un cambio que lo inquieta: r~chaza al principio les pensamien-
to~ que !o asaltan. Tiene conciencia del desacuerdo de éstos con su menta-
lidad ar.tericr: se muestra indeciso. Sólo llega a la ccr.idumbre, a la
sistematizJ.ción, el dfa en que ia ide;i. delirante se ha vuelto scnsacíér:. (. .. )
Nada semejante ocun-e en el delirio de interpretación, cu yo origen se pierde
~!.!..:.~:!.O. C)&! :'.:: c;.t)·:.·.r..,,":f! p~ r1,11!;;f<1t?ii~ ::an.::· .~·r.s ''-':11u>r!s CV.!l' !a ,tH.>!'zo:111al.::e. .i':r.". j;t ~ci~l':,
:.....: F;:i?ll(ci~. l ~~1 ·2·. 2.da. ~ilic .. Se:•. a i. ; 07J. p. ~':l. (E~ esp:Jñul: D~ :t.J p~·:<:o;,i.;· pr1r.·;11<1ü:a ~r. .::;~o;.
:¿·:,...:··<'''~;,· .::JP. ;,: :--:1.:r~·.:u:~;n~~aa. 4ta. ..:d.. S lz~·.:i XXL ~(é~!t.:O. J·~s::. p. SJ~·
'1~1..; '.'ll."I. :'h;·,.1. p. ó? ~· t;d •.En ~:-:jl3 i1ol: /J;to·. t-'.·5 ;.)
1
(iér.i 1· ?~!'t'.::. Le i par..:.1o:'éJq!0eS, P~ci~. ~.tal1!:r.e. i ':Yi.:l. p. S~9 .
.- Gén1i f>!!rr:n, !.?;u. ~· ¡-:l
del discardio pan:.noic11 \ 71
Una vez que ha ~ido puesto de manifiesto este pedestal paranoico scbre el
cual se han construido -de manera concomitante, por otro lado- tan~o la
paranoia como la esquizofrenia. una ve'l que se ha mostrado este rasgQ que
pennite señalar como paranoico al campo de las psicosis, se vuelve posible
íncerrogar a la psicosís, ya no a partir de la evidencia paranoica (la de la
personali<laú definiúa corno "la unidad Je un rJesur;:o!io regular y
comprensible", o sea aquello mismo que Lacan ubica apres-cn(<p como
paranoico), sino a plliiir de la par¡¡noia misma, es <lec ir, del tipo de discordic
que ésta presentifica 6 .
~ .
quiere decir que todas las psicosis se:i.n paranojas.
.
El psicoanálisis no es ajeno ai hecho de que esta prcgu;ita pueda por lo menos
piantearse.
No soy yo el que...
•J. L~c:i.1. D< ia pJychos! • o¡; cir.. p. 3'1. {En e~¡;:iñol: D~ Ja ·"sici>Ji.s. .. op. ,·it.. ~. 3ó-37}
1
J. Llc:tri. i·ins~ qut' so ir de /'tute . bé~·:J~ J.."ilt t..l mn'.l.rre. Scmin3tio t1e1 ?9 de: "'bri! <l~ J 97?',
;~~Jl~o,
172 fa;~ción perseGu!orlc. a·e la letra
enunciativo donde resultaba que uno decía lo que e! otro había dicho;
expresado de otra manera, una forma de presentar el psicoanálisis apropósito
de la cual ya no es posible hoy dejar de interrogar si no habrá una enig.¡nátíca
proxirr1idad con el modo de dírigirse de la paranoia_
Lacan !legó a interrogar a Freud a partir de la paranoia. ¡,Diremos que 1e
preguntó cómo d3I' cuenta del autocastigo en tanto que necesario? ¿O de lo
que podía dar al pasaje a1 acto esa función resolutiva que el caso Aimée
testimonia? Pero. en lugar de decidir demasiado rápido sobre la fonnulacíón
de la cuesti15n. me parece preferíble juzgar el asuato por sus consecuencias.
En 19'.:!2, Lacan encuentra en la doctrina psicoanalítica los elementos más
aptos para é<rr cuent1 en forma válida de la paranoia de autocastigo; la tesis
se apoya de manera decisiv<l. en el ger.etismo de Abraham. Pero también
espera de la práctica psicoanalí~r:a que no se níegue al tratamiento de 1a.s
psicosis, aunque sea 3¡ precio de una transfonnación técnica: el psicoanálisis
del inconscien te debería convertirse en ur. psicoanálisis del Yo. Estas
índícaciones, que encontramos en la tesis, podrán pa¡ecer anti-lacaníana<>
para una mirada apresurado.: no por eso deben ser desdeñadas. En efecto,
vienen accmpañad3S de ciertas consi<leradones que muestran que Lacan, ya
desde ~;s a é¡::oca, estaba enterado de los problemas puestos de relieve por el
analis:s de ias psicosis paranoicas. Así ocurre, por ejemplo, cuando más alJá
de la antüwmi;.; bien localizada según la cual el psicoanálista, ine vi tablemen-
te, se vuelve el pcr~eguidor, describe esta otra antinomia q•Je es la de la
interpretación misma: considerada como lo que debería disolver el delirio,
o por lo n1cno;; ayudar a su disolución, no logra otra cusa que aliment.arlo.
Se notarú que, con respecto a este llamado a un psicoanálisis del Yo, la
intervención de ! 936 en ei congreso <le :tvfarienbad no debe ser situada como
lo que produc::: ruptura, sino como lo que da continuidad. El "estadio del
espejo" t!ene como t~::isfondo b problemática de la paranoia; por otro lado,
la continuación, y muy especialmente lo que se llamará "estructura paranoica
de! Yo"\ volverá explícito este trasíon<lo.
En sum<i, "el estadio del espejo" daba testimonio de que, ~.i bien la paranoia
podía ser ad arada por la doctrina psícoanalítica. era necesa..-io modificar esta
ílurr.inaci6n misma. Dicho texto responde entonces a la profecía de la tesís
según la cual, fuera del abordaje de "este probíema, el más actual dd
psicoanáiisis" (el del tratamiento analítico de las psicosis), no podría haber,
para el an;ílisis, más que un "e:stan:.:amiento de los re:;ultados técnicos en su
alcance actual , (cosa q ne) r;,o ta.cd<iría en acarrear consigo un debilitamiento
d~ la <loc:rina" 9 •
'J. Lo.:ar.. Écrits. op. ciL. p. 114. (en csp;uiol: Escrisos. 01>. cit.,;>. :06).
•• ! . í..~can. D~ !a p.))'Chose pt!tí1nofaqu<.. .. up. cis .• ~- 279. {E:1 t spañot: Dt lo p:h.:o.~is
p(ifa.':Oo'•7J .. ., Ci.O. cit., p. '253)
de{ discvrtfio paranoico t 73
Unos treinta años más tarde, en la lección inaugural del seminario de 1964-
6 5, con ocasión de una discus:ón sobre las relaciones del psicoanálisis con
h cí1~11cia, L.::can hace referencia 2 lo que seria unapar::mvia exi:osa. Por otro
lado, precisa inmediatarr1entc, en una frase que debe citarse pues se encuen-
tran allí ligados los <los térrninos de yo y de paranoia: " ... no soy yu quien
introdujo la fórmula de la paranoia exitosa" :o. Ahora bien, si queremos
efecti varrn:nte considerar esta afirmación literalmente, será necesario admi-
tir que el enunciado es inexacto: es efectivamente L::ican quien introduce esta
fóm)ula (en el instante misn~o en que lo niega) ya que Frcud, quien presentó
efe:.:tivamente la posibílida<l de un éxito en conuupunto con la efectuación
paranoica, no por eso introdujo, corno Lacan alusiva y abusivament~ se lo
írnputa aquí, lajómiuia de un.a paranoia exitosa.
Someter a estudio los lazos del psicoanálisis con Ja paranoia a partir de lo que
se h a llm:-Jado rná~ arriba un segundo tiempo e frece el interés panicular de dar
toda su opor.unida<l a esta fórmula.
En efecto, se necesita una segunda persona. por lo menos invocada, para
arricular un "no soy yo el que ..."; aJemás, se trata de r:o e:'lcamotear aquí su
pertinencia retomándo lo, como se puede hacer tun fácilmente, con um'i.
respuesta que diría "Pero sí, es éf', respuesta que perde~ía de vis ta lo que está
en juego en todo el as11nto bacienJo intervenir allí demasiado pro.r.tu esta no
persona que cs . .segt.Ín l3enveniste, la que llaman tercera. Por e! momenio,
sólo se :rara de "yo" y de "no ye''.
Puesto que su aicanc e no es d de la confonnidad cor. una realidad, sino otro,
¿cuál es entonc~s la verdad d.e ese "no yo"?
J:J J 1:.!:.:an. ,, L.;,; SL'ien:.:~ et la ven ré .. en Ct:ñie r.'i po!.i T :-,:n1:!ys.<!, i'l(J : r"2. P~is. Cu~:Ja.h. rQtl9. ? .
~7 (En ~s;:;1ñol: .~.'J ::~:!1t<:i:..: )' !u ·: erf.ia.;:'-:>;f! E~cr.lo:-. lL úp. Cit..~· S53).
11 !) P. Schrcbcr. ."rfi1n,,ire:> ri'r:r: l\<Í';rop;..:rhe. :::";ló f.1 Dnqu:!n!'le :1 ;.t. s~~:<i. Pa.cis. E:.l. Le!' S·~•J;,! .
.,•..'.~.
i':1 , p. ·- ... · ,V(, ~.7tl•f!cJS;.;.e
:' .:, (.::.:<·:S?i.:llOl: · · :.111 c'tlje.prtVP.t!r'./~O.~O.
· · EJ . ·· · L·,'•"~
·..•lí.:Jl'I .. •,\ <l.
vu;.... O..i .. 1ª"9p
•'. .
: 5;. :" J. [ ,::.~:a!~.!.<':S 1-:.~1 tu! :¡~,·e.\'frl~!Ul!enn~s dc::lS :"•s ~?f")-T/J(J.~~.-.. Se r.:in~~u ·~el ~ : de eoerc. l 9~6.
l 74 junció• puucuwria de la letra
Nombr::u- "inconsciente" a este "discurso <le! Otro'', ¿hace que ese iucons·
cience ex-sista? ¿Y que ex-sí~tacómo? ¿Se mantendrá ;:fuera, de una ma:1ern
distinta de !a dd Dios de Schreher?
Yo es erógeno ·~
L~1can abrió uno de io:> c:iminos Jei modo ¡;arandco de enunciación ex¡¡o-
r.iendc la fórmula d.: una ··cst."Uctun paranoica del Yo".
Esta fórmula est:í remada de un texto de 1948 ..Hay varias ma::crns de referir
el dcsplaz:imi..:nto Je la Lnrobl~:nátic::i des<le la tesis hastJ !o aue •
se el:ioorn
entc:;ces en ID. misma vetad~ "El es:adio dcí espejo" (retomado y pubiicado,
p<.Jr otro lado, en 1949 ). Un~ formu divertida potlria consistir en subrayar el
camhiü Je l:i refo~enc ia filosófica: !a tesis<:~. en efectn spi:;ozíana. mientras
qu~ la "estructura para:1oica del "úJ" se apoya sob;e una de !u> tiguras
principales de L<1.fenomenologfa del Espíriru. Que d f¡!ósdo ri:::nrroz·~a d~
Spin•J·¿:a a iieg::!l ur.:1 :nis.mu inspiración. u:i mismo sistemari.smo. ;io r·~:;;,on
.2~ ~ i:1 ;:·!·,~~;1 ; 11tJ. s:r:~~;:~: ~~J q1~e ct1nst!riJ:..·~ ~~ ~ ::·.:: ·~ 1 ~~.e :·J :nbto.
La doctrina de Spinoza se presenta cn la. te~i:; como la ":.Í!li<:a concep<;ión" 1•
capaz de dar cuenta de la psico~is paranoica, ya no como un fenómeno
<lt:fíci11uio (cfr. aquí mismo los cap!lulos uno y dos) sino como un hecho de
cli.scordanciu frente a !o que sería el des:urollo normal de la personalidad.
Lacan, áespués de haberlo puesto en exergo, conciuye su tr;!.bajo sobre una
prcposící<ín de la Etltique (Etica) que aparece primero en !alfo (p. 14), luego
en una a-aducción en francés (p. 312) de la que se puede conjeturar que se
!a debemos a él (nada se dice en la tesis sobre la procedencia de esta
traducción). D!:: a lguna manera, la tesis misma sólo fue el c!esarrol!o de Ja
discusión que d:iría como ju.srificada dicha tradncción. /Jlc1ra bien, ésta se
caracterizr. m uy especialmente por la introducción dei término de "discor-
dancia". Ba}o :.mu pluma tan informada sobre el saber psiquiátrico, esto no
podría deberse de ninguna mnnera a una ca.."ualiáad.
l.a proposición. "Quiliber unius afjectus ab a.ffectu r;lterius tantum discrepat,
quant:tm !!:;sentia unius ab essentia alteriu.s d~fjerr" pon~ a actuar une) tras
otro los dos verbos discrepare y d(ffere qlie las trn.ducc!ones hahítuales
vuc'.v:::n :nJ¡slimos al :iacerios ~qui valer al único verbo "diferir''. Asi ocurre
t.: D:; 1:i edición de Pléíade: "Tottt sentiment d' un indivit)u díjfere du .sentiment
d'ur, .:u•tre autan! que l' essence de/' un di¡]ere de l' essence del' au1re" (Todo
sentimit~'."ilO :le un individuo difiere del sentimit:nto de otro tanto como ia
;:seucja de uno difiere de la esencia del otro). La traducción de Lacan, por
~ll parte. toma en cuenta su diferencia incluso si clebt:, para esto, paga: el
precio de introducir el verbo mrm.trer (mo.str:ir) qne buscaríamos e;i vario en
d ti::xw latino. pero que es necesario para bac!!r v~r la palabrn liscordance
(discordancia) , sustantivoqt!e se vudve obiigatorio por el car:ícterinusir:.tdo,
en fr~rncés . dei verbo discorder (discordar) (sin embargo, es;e verbo habría
sien muy útil pnra munrene: d babnceo que es, en cambio, cfccüvamente
dado r;o¡ la !raduc:.:iór; habitual, por Ja rcilernció n del verbo "diferir''"~
' ~
~ ~ J L;1:::in. Df. :e :J.n•cf:.1)$t ,1Jura1vJiaqt.te .... ''P· ,_.;: .. p. 3:37. ~En t::ip~lol: E>e ~~ psi1:Hsis
p.JT·3Noica .. .. ap cir.. ~· .1(}7). Sobrt: to que: sigue, c:o;isuh°:tf ~ R Mis;ohi : 'Spinow ~.~ ¿ptg!·aphe
di! l~c:lfJ". ~1• lit:o ra:·. :;.:i . f.;:h:ero ~e ~ l)3·2 . p.73- 85, <.'<l. Fr~~.
decír, en c;Jnc~rdar.cia con s:..: esencia (lo que es también >!I caso de ia
plll'ailoia ~uyo tlisc()rdio no se sosüene más que por su confrontación cor. la
personalidad normal), podria ser conocido por otras individualidades, yaq~e
ella es capaz de hacer conocer d conocimiento que tiene de sí misma, de
hacer que este conocimiento encuentre el asentimiento social.
uJ tJ:.:110. f)-t l.i ps-:.·chose pf.11tuto{;,i1~w~ ...• :>p. <.'•'·. p 28J y ~·~t . ~.En ~~p;:,,f!ul: De· !n ¡J.S!·c,·,s:'s
~U? r(Jr.t~(c.;;.J . . up. cit., p. 2 5~ '! 3 ~ljl
embarcados en la m:sma ga:cra. Entorn.:e ~ . ¡quién podda pretend er q ue
semejnnic desventura ligue al psiqu iatra con su loco!
P::ro precü;amen te, ese tipo ele seguridad cae ; la evidencia falta allí a partir
del mome nto e n que el deseo es pen$ado .:omo constituyéndose e: n el lugar
de l Otro . Y la respuesta, a p:irtir de ese mome nto, serálocalízarel D OS paxa
dcli:n itar lo qi,;e será (o scrfa, ahí está toda ia cuestión) susceptible d e
depender de otro orden. y de escapar así a la locura Jel dos, e incluso dt:
permitir contar tres.
" Neuros is narc isista": esta ub icac ió n freudiJ n:.1 para !a psicos is ( 1915) to ma
aquf todo su alcance : el alma be lla no recorn.x-<: :;u :;eren ío qu,~ ella cenunc ia
como el deso rden del mundo, y tam poco c ri. la ley de su corazón reco noce la
image n de ese mismo mundo simplemente invertjda. El mecanismo de la
psicosis es c~mc~biíl.o entonces por Lacun comu el dcsconocimie:ito de u na
ide nti ficuciún.
E! Yo no tiene otra posibiliuad constit:.iyence que acordarse(en el sentido del
aco:-?1od<!micnto fotográfico ) con la imagen d el o tro (esa era la puesta al día
de! :cxto sobre e l e:;t::idio <le! espejo), que acordar así a ese otro un a parte
ÍIT\portam.e de !Ju libido. Peroest:i heteroge:ieic:::d fundamemai del Yo golpea
al Yo , atenta contra s u .susec~tibilidad , no con.,iei:e a lo que en él -iibidu
n;;.rcisista obliga-, no cesa de pre-te nde r :ü " Yo '-'ºY Yo", de afirmar contra
vien!Oy marea el carácter inalienable áe cst:i pn: piedad del Yo de no ser m á~
yue Yo . Frc11tc a eso, que es.::! narc is ismo rnismo, la alteridad apare:.;e, por
sí misma, persecutoria; el objeto. por ser O\ro, es ya fuer.te de !nsatisfacci6n,
se presenta inmediatamente r..:omo io 4ue M . Kkin ;ia.T.;;b;:i un " objeto int~o
m«1o" .
El desco1:ocimient1.> <le In 4ue lo :c,nstimye c~'t:í. as\ implicado nec ::sarirunen-
te en !<l postura "alc ~srnosa" <le! Yo 1 ~. Así la fonnu!a lacaniana de una
'"estru~~uru par:ütoica d el Yo" debe leefse como no haciendo ot.."a cosa. e n
cicr.o sentido, q ue ap unt:ir un co<o!s.rio de este de~co nticim ient0. P:ir:i el Yo,
c <.lda eleme nto q ue q uit::rr.a e~te desconocir...ien<c, es d ecir, que llevara al Yo
r.ue vame ntt: J s u origen en d otro, pr;::sen:.a un v:Jor persec:Horio .
No hay ~is í salida lógica p<>ra el Yo parano ico m<!s que en el pa.~aje al ac to .
rJ~i di.scordU:> f'01'<11toico 179
"!. Llcan. E«m.~. p!) l4ly 187 ( En :spañol: J.1.ac:in, Escraw>. pp. l32-133y 177).
l 80 /u.:-Jc:úJu p'.rse::'.!t():>Í/.l de la teJra
Esta expresión designa en lac<:n el grado má<> bajo de una serie que va ha.5ta
el pas•tje ai ac10 y donde se ordenan las formas de la organización del Yo con
el objeto, "los estadio(s) de la identificación objetivante" 1 ~.
Haber puesto de manifiesto ia es:rucmra paranoica del Yo obliga a rener que
dar cttcnta del h!!cho de que clínicamente existen c:i.so~ en los que algo reduce
esta p(!ranoia ~spontánea (porque hay una pnr;moia espontánea del Yo como
huy. lo sub. ay6 L. Allhw;~er, una filosofía espontánea del subio), en los que
::.lgo in!erviene con la ccnsecuencia de desactivar sus efectos. Dicho ,de arra
manera, Ja ídentificaciór. objetívante no siempre va acompañada con la
:r.anifostacíón de [a función persecutoria dc:I objeto.
}'ero si bien es cierto, por otro lado, que no hay salida lógica para la
disc ordancia organizadora de la estructura paranoica del Yo más que en el
¡.assje al acto, ;;i éste parece la cominuación necesaria del desarrollo íntemo
de ,:-,q1;c! J;>, es cntun!:cs necesario convenir que las otras posibilidades de que
ciu rr.:st:monio !a clínica no pueden ocurrir más que por otra dimensión, por
n1~;1 in~er'it:Hciúr¡ eJ. teríor a ~sta dial~ctic:l yo íca, y que interferiría con' ella
[ ,;:.sta el ¡;unto de n'cdifJcar su desenl«.:e.
En 1.1:; ai'i~JS que c;orrespondcn a l0s textos iuc::rrogados ahor:l (esos sobre los
q:1e di¿o ql!e sor. de la vet!'. abierta por "el estadio del espejo") Lacan no ha
p;oduci::!o todavía la úistinción de lastre:; dimensiones del real, el simbóiico
y d Ím:!.ginario. Remitá;r.onos a k página 102 de los Escriros dond~ el
p~icuar:.ülisis es deñnido como e! hecho de "im~ucir en el suje:o unJ paranoía
dirigida" (est..:: ¡:uoto se;á discutido n¡á.<: adelante); se puede cvmprobar ahf
q:.:c la disl:usiór. se organiza según las categcrfos~dcl espacio y de! tie~po de·
la ~:;!ét.íca trascendent:ü. Para quien no ignoraba del todo lo que ocurrió
después, esto vuelve c:i.duco un intento guc apur>.t:irfa a rendir :::uen.ta~ de un
:ér:nino como el de idenrijicación resolutiva. que está. sin embargo, en el
;;.:ntro J;: la cues:ión, ya que Lacan nombra asf un modo de Ja identificación
qt;e, iejos de alimentar al molinc¡c ;:i~nnoico. tendría cerno e:ecto1 por el
ccntrario. pasarie la esponja.
: La idenzijicación resolutiva: este término ofrece el mismo tipo úe anibigü~
'Jad que el de b áemo.1trccid11 ir::erpretativa convocadü más ar:iha. Consi-
dt~o:.do en "]a gl.ierra frfo. ce las derl!QS(raciC!lCS interpretativas", [a demostr~
dór. s~ vuelve rm;stra,:ión, Uíl "hacer muest:O! de". un resalt:!r dQnde la
operación demos~rntiv:i ?Mece no te1:er otro alc:i:icr. q1:c el de os;em:ic:ón. d~
exh.ibici0íl, de $;~tisfacc;6n r.arc i~ista. Pero si (~.Sta d~rnostrn.ció1~ ~s cfccüvu-
men:.e lo qu:: pretende ser, u s:i.ber una dcmc~.tr;li.;ió n, tendr:i como,e:t'ecto.
del discctdi() parar~oico ta 1
bien la fórrr,ula de la paranoia exitosa daw. efe¡;¡j 'la:.nente <ld 1º d::: diciemb~:;
d.e 1965, la descripción de lo que sería una para nota. exitosa es rnuy amc:rior,
y1 que no se trata de otra cosa que de la descripción misma del ~~t:ldio ad
e ºJ }:-''-'J
.. f'.1Q ..
~· 1. Lac=in. U .V.vi d!lns L11 :.J:ior1e di! Fte'.ld e1 ~ltJ lu :ec .;•.,tq:1~ psycl'.1.tnatyrii'.¡t:~. Sc::-,\n=.rio
<.!t! 8 de j~nic ~t::: ~ 955.
~ J. t..'"!.f:~n. f c,.!!J, 1\p r.it., µ 1c,9 ( ~n !5p~ol: J. Lle~. E.!crisns, p. 101).
, ~ L L~c:~rt. l~ .r.vi,. .. 4p. t:il. Sen~i ;l:llÍO c!e:l 15 de: m.a~o e~ 1955.
~ J. L::<:JJL F::.:.·as. ?P· gK~ i68-: 7C.( Ert c-spañol. J. L:J~;)J\. E~:cl':·ros, ~p. 91. i5~~6L:.
cut:s•ití'! de !a identificación re,;olutiva se encuentre dcfíuití;·amente resuel-
rn: sabemos que en e! punco extremo de su enseñanza. Lac:in le dio la fonna
última de la identificación con el ~íntoma) . En el momento del informe de
Roma. Lacan ace ntúa el hecho <le qce esta identific:u-:iór. dicha sin mediación
no podría por ello provenir de una cxcrater.itorialídad con re~pecto a!
lenguaje. Se trata entonces de interrogar In relación dd sujeto con el lengunje
para encontrar allí Jo que, en algunos casos, vuelve inoperante Ja mediación
d1.: la relación iL1aginaria que el leng:.iaje produce ~n el ser hablante.
Fr~:id, dice Lacar:, úa "ur. desc;frn.miento ch¡¡.mpollionesco" 'J del texto del
prcsiJcnte Schreber. Se considerará aq\!f q ue este s:::ñalamiento no es una
simple mane ra Je hablar. ni siquíera ur.a analogía. La continuación de l texto
lo cxpli1.:ita . Dic!lo texto hace notarqi.:e Freúd idcnti!ica :os pájaros del cíelo
sd1reberiano con muchachas jóvenes y luego, de al\l, logra "volver a poner
de: pie el uso de tcdcs los signos de esta lengua", la que e! mismo Sc hrcbcr
1
1::.ma la lengua fundamental. Una :denrific:Jción correcta ele un significante
de tal modo localizado (es decir. escrito) ofrece, si uno se atiene sólo a sus
resultados y si se prosigue un mismo modo de lectura, el conjunto de los
enunciados píopuestos: esta idencific:ic:ó a permire así r.o solamente
-
"r~constituir \oda la cadeila dci tc;:¡o", s i :-:e tan1Cién :a lengua misma de c¡ue
está ht~cho. I:stas son (lo hemos visto e n el capítulo seis) las características
-
¡.it incipales del dcscifrrun!ento de los jeroglífico::; realizado pcr Charnpollion .
Pero er.¡onces. si fue necesario que Freud vo lviera a poner de pie el tex:o de
Sd1rebo..:r, s i fue necesario un descifrnmi.ento, es porque su sentido no era
nc~·~sibl c n una l~crurr; lf.!e se hubier:l caracterizado por !a inmediatez. es
porque este texto se diferenciaba. a pesar de las apariencia~. de los escritos
usuales q:;e pen.nikn imaginar esta inmcdí::ita accesitilidad.
Entu1:ces, lo;a equi vale aq'. 1Í a "descifrar"; leer irnpl!::a así que el texto sea
tornado en cuentacomocifr::i. Tal toma en <.:;.ientase presenta como indu.~íhle
en lo que concier:;ie d texto que da ¡¡ara lec~ el psicótico. Es que lo que
especific::i s a form a de usar el :eng\rnje {esta forma e s aquello sobre lo cua.1
la cuesticín se cncuent;a centrada :l.hora) no llama la atención por algo que
estar fa rclajndo, que incluso seríaddicitario, si o o por el contrario, po r s u muy
particular seriedad. pcr'Jna regulación de lo 4ue se produce como pulabra o
escrito :;obre el cristal :nismo de in l"engua; dic ho ele mro modo, sobre lo que,
de b estructura del !engu:::je, r.o se revela rr:ás que ;:>Or desc rito_
El psi.::6ricu a~i~nra sus interpn~:acion::s fundándol,1s sobre el esc:i10. E.;ta
de! d;scordfa pur1lr:c;icu !87
es ia razón ql!e l¡~s vuelve ílegíbles, que desalienr.a su lecti.:ra, qu~, Jei mismo
modo, rec!filTia su desciframiento y <la al conjunto ée sus producciar.cs este
aspecto Je desnudamiento, de pre~entación a cieío abierto de las operaciones
del incon~c:en~e. que Lacan había anotado en su tesis. v después había
•. 1 -
¿Q11e es:;;tu:> hay que dar, en esta !ec;tura, a la imagen de! cc:luloide. (n sí se
pr~ficre aquí. a: objeto wmado como algo qu~ se pn:senta a ~l mismo, corno
b irnage;; <le e :;iismo)? La lectura de JVL, que en el fondo es totalmente
tri vial ei\ d cam.po de la escritura. pone er. juego•'Ln rébus de t'ansfer~ncia,
y ~mr e:;t} ~;e ¡:mcde situar como un hecho de escritura. Como ya rr:ostré en qué
scmiéo el ré.bus de trnnsfc;cn::iaera idenlificablecon una transliteración (cfr.
c:qítn!o tres), recordaré aquí ia cosa e:i pocas pa!abra.s: c;r;mo la homofonía
ímpiica una esc;ítura alfabética. la figura de c::lulcíde escribe, en la interpre-
tación de IYL, io que se escribe de O\Ia m<1nera. a saber "e'est loulou l.loyd":
esta op;;ración constituye ;.:ntunce~ [a puesta en relación ele dos escrituras.
:1na figurativa y la otra alfabé'.ica. Lá esc:!tura figurnü va. aquí, es lo contrurio
de lo que uno se imagína que es la historia de la escriéura: escribe lo que se
o:i. con b ho!Tlafonfa. en una .::scrüura ;ilfabé:ica. Esta escritura del escrito
resulta ser, ent0nces, una [ransfüeración. lo cual. en con~ecu\;;:~ia. pemtite
a::;egur::ir qi.:c ia imerpret::icíén llamada rlelir:mt:! ::;s un he::ho de ;:scrüura.
dei di.l'córa·io paranoü:a 1S9
Hasta ahora. se había :ratado de seguir las incicacion::s de M., sin atenernos.
como babía resuello hacerlo Guiraud, a una íntc:rpretacíón no verbal sir.o
verbos& que consistel!n recibir el "c'es: Loulou Lioy<f' como el indicio de una
··represión progresiva del sentido crítico por el estado afectivo patológico" 31 .
Por otro lado, M. ya se había tropezado con estt: tipo de "traduccíón"
obstinadamente sorda. Llegada la ocasión, incluso había tomado Ja pluma
para aclarar a la Academia de medicina y orientar su atención sobre hechos
que no extr:icn su consistencia má.~ que de la cifra:"¿ Por qué hay personas
que vienen al mundo con fecha fija y por qué se vuelven locos con fecha
ftja? ... Para los doctores que sólo verían allí cifra:; q~!e no tuvieran nada que
ver con la medicina. tengo información precisa a StJ disposición" 32. Pero
ahora es oportuno dar un paso más, presentar una conjetura capaz de dar
cuenta de aquello por lo cu.al fue necesario que ~L lcye:a como "e' es! Loulou
L!oyd" esca imagen del celuloide que se ponía frente a su mirada. ¿Qué es Jo
que necesitó esa lectura?¿ Y cómo produjo un descenso <le la tensión en l'Yi. ?;
dicho de otra manera, ¿En que la satisfizo?
Guiraud precisa que loqueé~ Ii:i..rna una ' 'tendencia ínterpret:itiva" (o sea: la
producción más o menos sostenida de interpretaciones dellrantes) "está
exclusivamente localizaáa en el tema delirante" Jl. Que cite el caso de t.L
inmcdiatarnente tlespués de esta ano«;c:ón clínica vueivc aún más extraño el
hecho de que no h.aya inter.tado ligar el Iema delirante resaltado por M. con
la ir,rerpretación "e· est ú:Julou Uoytf' . .t.:>to j11srific:u1uc intentemos produ-
cir ese lazo.
Eí tema perser.:utorio del delirio de YI. e:; simple: se lo acusa de asesinalo. Los
p.:r;eguiuon:s tienen entonces el óbpecto de ¡a policía, pero trunbién el de su
novia y' más tarde, el ce Sil méd!co. Guirnud escribe: usi ~vL considera a su
médico como un campesíno es porque comprendió que se asociaba con sus
perseguidores'' 3' . La imagen es más precisamente la de un campesino
endomingado, es decir, de un ser no precisamente cómodo (¡que me perd~
nen los carnpesi:ios!), que habita torpemente un traje dcmasiaúo bello y
dem~iado inhitbitual. que está demasiado incómodo por su atuendo como
par1 ser vc:-tlad::r::unente peiígroso. Para .tvL, ia figura úd campesjno
endomingado viene a oponerse a !a Je sus perseguidores, superponiéndose
a ella. trae una respuesta tranquilizante a ta idea de que ese doctor Archambault
foITI\aria parte dd grupo de sus perseguidores.
S in embaroo
b '
hav.,, aue
•
dar una precisíón, y de bue:;a talla. Es que la
identificación del doctor An.:hambauit con el campesino, s i bien tiene
efectivamente ese alcance que yo llamaré conua-pe~ecutorio {es dt!cir,
pcrstcutnrio, ese "centra", todos lo snben, es un ":nuy contt:i" en d >entido
<l~ "muy pegado :i.") no extrae su consistencia de lo qu:: ac:ibo de evocar :iquí
lVL identifica ciertos rasgos que extrae del cuello de un enfermero como
merca del celuloide. Este nombre mismo se encuentra entonces convocado
allí. P~ro ese nombre- tomado como significante evoca otro significante.
¿Cuál habrá sído éste' La respuesta aqt.:í no podría más que ser ur:a
conjetura. Y no.s vemos reducido$ a referir:-:os al delírio, como nos invita a
hacerlo Guiraud, para sostener algunas proposiciones. Así, la palabra
"celuloice", tomada como significante, pudo sugerir !a pabbr::i "celda"
(célula) pues es en una celda donde terminarla 1-1. si su rerseguictor policial
le echara el guante. Pero podría ser tambíén el térnlino "celu.Josa", que
evocJria a ~sa novia farmacéutica que i\L c~1enta entre e! número de sus
perseguidores. Podemos, de hecho, dispensarnos de precipitarnos a! querer
validar tal o cual conjet:.ir3. Lo imporunte es que "celuloide" haya evocado
otro significante en estrecha relación con los per.ieguidores: este otro
significante tiene en efecto su lugartc<alrnente constituido entree1 pictograma
del celuloide y "c'est Lou/ou L/oy(f', como hubo lug:rr para "Bauer" entre
el nombre de Archambault y el campesino t!ndomíngadc. Podemos estar
seguros de la inte'(Vención de este significante, a juzgar por lo que hizo las
vec~s de su respuesta. a saber. ta cransli<er;icién del pictograma del celuloide
en "c'est Lou!ou Lloyd' -translíteración que, por su carácter rigurosame::ite
e.~crito, venía a asegurar a IVL que no había ning•Jr.a otra cosa que leer en el
pictograma dd celuloide más que eso que efectivamente él lefa, a saber"c 'es!
Louloll Lloya"'. "C'est Loulnu Lioyd" equivale estric~;.;·11ente al campesino
endomingado y presenta. entor:ces el mismo alc:mce peísecutorio. "C'est
Louiou Lloyd' víste ai significante que confirmaría para ?\.-1. la intervención
de sus pers;::guidores de !a nüsma manera que el verdadero responsable de!
asesinato de que se lo acusa (un empleado de su novia) supo, para cometer
su fechoría, vestirse con un traje gris que le pertenecía.
Se supone entonci;s que hubo, p:ira ÑL, con la imagen del celuloide, un
., significante que se imponía. y que leer el pictograma "e ·est loulou Ltoyd'
fue para él •Jna manera de contrarrestar esta imposición: la leetura debía ser
tanio más literal cuanto que lo q!.l.e estaba en juego en ella era. el hacer a un
lado lo que se imponía borrcn<ÚJ su causa mo.teria/. La operación de Ja
interpretación delirante es así susceptible de ser condensada en una fórmula:
¡Es leído (e'est lu) el celuloide! La prueba es: "C'est Loulou L!oyd''. Aquí
tenemos entonces a la interpretación puesta nuevame:w~ de pie, es decir.
presentada a la manera de B. Lapointc.
Que se esperara que !>.t. introdujera el juego de una respuesta encuentra su
confinnacii5n en una anotación de Guiraud: "Le advierten por señales.
tr.:msmite su pensamiento por una especie C.e telégrafo sin hilos y recibe l:l
respuesta bajo forma de intuición"' ;s. Schreber también replica con una
¡Oh. dile!
El voto que fonnulo así, pan• la evocación horno fónica de Odile (el objeto
perseguidor pñvilegiado de esta joven mujer). este voto, nunca satisfecho,
había acabado por hacer que viniera a consultarme. ¿Para demandarme qué?
El sentido por ñn, el sentido de eso que se presentaba ante ella con -esa era
la ex presión que ella usaba- "aspecto de decir". Es.o teníarnuy frecuentemen-
te a~pecto de decir ... pero ¿qué? F.so era lo que ella me-demandaba.
Lo qoe tiene aspee:o de decir no díce, al menos. no plenamente:s~ dijera. no
cenéria ese aspecto. Aquí no hay paJabra. plena, la cual seña transpme.nte a
sí illi:s.:ina. cuya enunciación efoctu.:iría completamente lo que con.ella quena
d~c..,"irse, y que la habría provocado. Sin embargo, esta palabra que tiene et
¡:.5pecto de decir está bie:i llena de lo que no die;;:. Tieoe aspecto dedec.ir sólo
p0rque d:~e que no dice y porque tiene entonces, íguahnente, aspecto de no
de~ir. Lo que LÍ<:ne aspecto lle c!ecir reclama un desdfrurn.ienco: ~() lo
sabemos ya desde que sabe::nos que tiene. aspecto de decir. Entonces her.ios
franqueado esta primera etapa de! desciframie:!to (que presenta a veces
dificuit:!des considerables) que ccnsíste en establecer que ci texto que se
úene entre las manos es efectivamente un texro cifrado_ Que aquello con lo
qt;e se e afrentaba penenecia al o!át.:a de la cifra, era algo que esa joven mujer
sabfd.
Fundindome en nuestras entrevistas, creo poder addanmr que esto último se
produjo como res?uesta al e::igma abierto pon:! "eso tierre aspe::::o de decir"
?ero así, como introducción del enigma mismo, cuando las palabr;.is en un
momento dado se pu.sieron a ''resonar" m~ivamente. Ella encuentra, cerno
el poeta F. Ponge, una razón para-esa resón ...anc:ia.Un poco nada más. porque
le fue necesa.-io, mis ailá de !J. exuberancia de les juegos de palabras., venir
a con~ult:i.rme. He aquí entonces una breve lista de est:is resowm:fas
vertia!es:
"' En la caja de ur.a tienda ella paga unas cnmprns con un biilet ;?tune piece
de seo francs ¡un biilete y 1..:.na moneda de 500 F) (as:'. se füunó dur~n:e
hQta:i.te tiempo a ias actual~s moa~das de 5 .f-). Advierte. mientras pag;r. que
una persona a su lado observa esto con curiosídarl. Se pone entonces a leer:
ói, es decir, dos; iller quiere der.ir que eila y es; (ahí está); sobre cinq (cinco)
nu sabe si es sein {seno) o sailtt (santo); cent (cien) es sans (sin) y franc:s
(francos) esfranc (franco) de la franqueza.
* En el umbral, Odile pone fin a una visic:i o;:a su casa diciéndole: "Salid'.
Ella incerroga entonces: ¿Por qué me habrá dicho esa palabra? Elia lee
entonces: ~a elle eur (ella ruvo eso).
"'Al final de una sesión, cuando yo le decía "Váya~e" ella lee ;Bah ella sí es!,
como una observación que yo habóa producido a propósito de 1a persona de
la que ella acababa de hablanne. Y a pm-tir de ese momento, me interrogó:
¿Por qué le había dicho que ella sí es·? Otra vez descifrará un "excelente" con
un "¡oh, ese es lento!"
a cuyo lado ella está sentada, le alcanzó unos lentes de sol justo en el momento
en que pas~bar. cerca de un árbol donde unos monos cargaban a sus hijo~
sobre la espahJ.a. Pero estas pregunta> que se apoyan, Lo<las, sobre la
simultaneid;:id, que encuentran en ella ~a confirmación de que efectiva.mente
es:á en juego Jn sentido en lo que ella junta. estas preguntas que suponen que
t.:fla ra.zún está obrando sordamente en lo que ocurre simultáneamente, esa~
preguntas implicaban en mí otra. de la que nada. por otra parte, me autoriza
a pe:isar que fuera de esencia diferente. En la superabundancia de los rasgos
pos:b!es que podían ser tomados en cualquier instante como co-incidentes en
Ja :->imultaneidad. ¿qué era lo que provocaba que algunos fueran aishdos,
nocados, ligados h<;.sta hacer de su simultaneidad, para ella, un enigma? La
respuesta de esto lada el carraspeo tomado como deternünativo. Quiere decir
que conjeturo ia intervención de un dc~cnninativo semejante ¡¡Jl[ donde n.o
logro. en el diálogo con ella. localizarlo (la lectura "bi y est -saint osein· sans
• franc" es también llamada por un deterrn.inatívo, a saber, Ja mirada de esta
perscna a su lario, que ella se da cuenta de que está dirigida hacia ese billete
y hacia e:>a moneda que acaba Je colocar en el mostrador, mirada a panir de
In cual c!l:! sabe que la ;-iersor.a en cuestión lee este depósito, lo que la obliga
a hacer, a su vez, su lectura).
La función del determinativo es indícm- a! :ector lo que debe l1::er; más
prccisan1cnte todavía, en qué sentido debe descifrar tal elemento equívoco en
sí n:isr:-\O. El Jetennin;i.tivo interviene para eliminar el equivoco signific¡;nte
en q11e cGnsjste la homofonía y que se duplica en una hornografía c:Jando se
po;1c -::n jucgo en Ja escritura la operación dd rébus de transferencia. En la
escritura ct:ir.a, ta clave tiene esta misma func:ón. Sí buscamos Jo que. en la
lengu:i hablada, correspond1::ria más at <leterminati vo. lo encontraremos ea
esos pequeños pedazos <le diálogo gracias a los C!l.ales un chino que r.o sabe
escribir elimina para su oyente el ~quívoco que porta una ~ílaba que acaba de
emple:ir. Allí donde uno que sabe esc~ibir trazaría el ideograma correspcn-
diente íeste ideograma que ír.cluirá !a "ciave'', además de lo "fonético")
vcumos 1.m ejemplo de diálogo que suple así a estos r.razos efímeros, sin pa¡:>cl
r.i p!uma, ya que b<!sta con el dedo y la palma de la mano: "Si habló de che
"vehfculo" v d ovente manifiesta su vacilacil)n entre varios homvnimo~
J •
' " 'I Ai.(e~Ofl. l.'icrirvre cl:tr.rnse. P U.f.. Col. .. Qce !=.ai~-j e.. , PMls. lera. ~d., 1970. 2~ ed .
.:c:·1i,.acJa y carregid:i. j976. p. 1l.
~,. Ch. FJe:n;íie-11x., Ht ,·torce de !'CJrto c¡tY:ph.:· 1Ta1'1r!li.~e. l.i!::. H~ Cia.mµton. Pris: 1~)6';. ?· Xl1l.
del JUl!ordi(J p<Jr~oico 197
------------------·-------
detemún<1tivo en la traducción de en escrito que Jo usa. Traducirlo sería una.
falta, la de considerarlo como algo que constituye el texto cuando sólo (pero
ese "sólo" es esencial) forma parte de él como un índice que orienta al lector
de este texto hacia una significación; el determinativo no se truduce pero
orienta ia traducción.
Ahora bien, este estatus, a la vez interno y externo al mensaje, esta función
de índice para la determinación de su sentido, este juego de una respuesta
frente a una simulta:ieidad que constit:.1ye un problema (puest0 que la
homofonía es el nombre de la simultaneidad cuando ésta interviene en la
pasta misma del lenguaje), eso mismo que, entonces, constituye el
determinativo se em:uenrra en el "hum hum".
Al igual que la míraúa :;obre el biliete y sobre la moneda de 500 francos. el
"hmn hum", en tanto que ddernúnatí vo no es en sí mismo cqdvoco. No hay
duda sobre el hecho de que Odíle sepa, incluso si no dice lo que sabe. Con d
carraspeo, ella índica que sabe. De~;igna t:ntom:es :!. la simultaneídad de los
dos rasgos como algo que constituye un sentido; no quedaría entonces más
que saber Jo que esta hermana ya sabe. Y ese sentido tomado como
enigmático hace sentir aú:i más lo que tiene de pcrs:::cutoría la presencia del
significante en d Otro. Porque la persecución está allí, sutil pero eficiente:
sabe lo que eso decía. Esto es io que d detenninativo indica. Pero
pasaríamos al costado del asunto si no llc:·ráramos el análisis un paso más
lejos.
Si el "hum hum'' y otros significantes con esta función determinativa son bi~n
identificables como tales, queda por hacer notar que en cnda una de sus
ocurrencias operan, con respecto al uso establecido p&r:i los determinativos,
una especie de pasaj~ en el límíte. Este extremo se puede palpar a partir de
rhi incapacicfad, como depositurio de un gr¡¡n número de estos relatos d::
intuiciones delirantes, parn orientar mi lectura a partir de una lista predeter-
minada (o que yo mismo fijar.fa) de estos detenninativos. A diferencia de lo
que ocurre con los determinativos de la escritur:l faraóni::a o con las claves
de la escritura china, no puedo decir aquí absolutamer.tc nada en cuanto al
número de determinativos que está en juego; no puedo, afortiori. ni ponerlos
en lista ní decir de :-¡1:é manera deiimitan regiones en la significación.
Cier1amente, no sería imposible considerar cierta cantidad de lo que ella me
ha d ic b<J. definir así un corpus y establecer de ahíla lístu. <le los Jctenni natív os
que se revelttrfan como tales en ese corpus. Pero habrfo ailí un forza-;nic:ito
y e:;e abordaje de corte científico pasaría. completamente al ccstado de
aquello d-e lo que se trata. ya que por lo que se reiiere al deterrnin::nívo en
juego sólo es cuestión de señalar siempre una sola y misma cosa, a s ab~r. la
simultaneidad de dos rasgos como sigr.ific:i.tiva.
198: / ur.cirin per1ec:.4torla de !a lerru
simult:ineldod
51 S: s, S,
1
• S. Freud. Die Trc,m4eu1ur.g , G. W. l l/Ill, Fischcr od., ~· Jl9.
,
sistema de registro de las huellas mnémicas, el más próxírno a Ja percepción
y, por !o tanto, el último que es atravesado antes de que el sueño se realice en
su fonna alucinatoria.
El panel de la homoftJnia
*'S. Fr::uc.!. Dre Tru:Jmde:J!:ing. G \V. U/fE. p 55.¡, (r:n c:sp~ulol : ~. Fr!c!l CJ.7,·-Js Compl~:-::.::,
Lu cnl.!rpre~~,.:if.)n d~ los sueriCl3, t. V • .~morrort:.i e.U., U.n;:tos A11e~. 19~6. Pf · 5~ t.. 542.)
del dís~ordio poranoic<> 20:
sus frases aprendidas de memoria- ya sea en las vibraciones d<~ mis prol>ios
nervios (mis pensamientos), ya sea en las palabr<l.5 que se ciicen e¡¡ mi
proximidad inmediata, palabras que <lan un sonido idéntico o c;ercano 2!
sonído de las palabras que deben descargar, esto crea en ellos, al parecer, un
sobrecogimiento que los aturde completamente: por medio de esrn vienen,
por así decirlo, a caer en la trampa (donner dans le pcumeau: a caer contra el
panel) de Ja homofonía, el estupor les hace olvidar las frases que quedan aún
porrecítar, y hdos aquí repentinamente dados a la expresíónde un sentimien-
to auténtíco" ' 1•
u n. P. Sch.re!:;~r. (>¡J. Cil. p. l 7S. { ~n t:spañol: o,?. t.'il. p. ['/)). "l*:!rnUr.os s.ubr~y::!d:)S pnr
puntuaciones para admitir que oo hace otra cosa que tomar su medida. Es
decir ~u e podemos dej arnos guiar sin temor por su testitnonio, hacer con
Schreber lo que Lacan, en un n1uy bienvenido j uego de palabras hon1ofónico
llamaba " au tor-stop" (auteur-stop). He aguí cón10 Schrcber delirrúta la
homofon!<.1:
"Ya lo dije, no es necesario que la homofonía sea absoluta; basta, puesto que
no captan el sentid<> de las palabras, con que !os pájaros disciernan una
analogía en los sonidos; importa poco que digarnos, por ejemplo:
"Santiago" o "Carthago"
"Chir.esenthum'· o "Jesum-Chri.stum"
"A.bendrot" o "A lemnot"
"Arinwn" o "Ackermann"
43
"Briejbeschwerer' o "Herr Prufer schwort" ere."
Schreber recor~a aquí el lugar del " tape-pres". Así cmno se dice que una
cuenta vale con la aproximación de·una unidad inás o menos (a l'unité p res),
el iremos que Ja hornofonía está <!n el tape-pres. El lape -pres es el nornbre de
:iU diferencia con la .asonancia.
•
dr.J discordia poranoir.o 203
en alentán. la tenninación tum tiene una sonoridad particular. Por esto, l<l
palabra latina puede ver.ir aquí como un equivalente de Chinesenrhum" ~.
En e! fenómeno elemental no se trata de un modo de la coordinación que se
prestaría a la traducción. Este punto, subrayado claramente por Lacan, es
verdaderamenre decisivo: al excluir que esta lectura pueda fundarse en el
sentido, .la.can da a los rénninos en juego en el fenómeno elemental un
estatus que los hace equi\!a/entes a nombres propios. A decir verdad, esto
está en Schreber. pero no es poca cosa que Lacan (en lugar de decir minucias
en este punto. de limitar su alcance) pura y simplemente, ratificándolo, lo
confírn1e.
¿En qué consiste entonces el otro tipo de coordinación, ese quc se califica de
"fone1nático" y de "puramente :;igníficanrc"? ¿Bastaría aquí con rentitirse a
Jakobson para encontrar definiciones que son ahora clásicas? i\fás bien
escogeremos consultar las precisíones que están en d textl3 mismo de ese
seminario: "Lo ímpo1tante es que esto no es cualquier cosa como asonancia;
lo que es importante no es la asonancía. es la corresporuJ.encia ténnino a
ténnino de elenzentos de discriminación muy cercunos que esnicta.tnente no
tienen alcance, para un políg!ota como Schreber, en el interior del s¡sterna
linguístico alt!mán, (más que) por la sucesión. en una misma pal:1hra, de un::i
N, de una D, de una E •.5 ."
Cíerta1nente, no es una casui'\lidad si se pre~enta una ser.e Je letras en el
momento en que Lacan apunta a dar su esratus a esta equivalencia: en esta
correspondencia término a témúr.o que Schreber Introduce con el recurso a
la homofonía, Lacan localiza una puesta en equivalencia cte elementos como
tales, escritos.
"L:i transcripción que prc¡>oogo aqui <le ~s1e fr3gmento de seminario difiere notablemenrr. d~
la de J. A. Miller (cfr. ús psyclwses. Lo Seuil. Paris, p. 262. En español: Las p.ricoslJ, Pilid"-'·
p. 330}. La 3'anscripción pu bücad.'.l enmascara sus propiM éificultades, hace como si no
encontt=J ninguna. El medio que se escogió pam e<to es de b s más ~imples: se omiteo !~
fnl~S 4~e dan problema. De esto resulta una importune reduccicin del texto discutido ¡¡qui:
wdas las prcp<>siciooes desde " ... vemos en efecto ..." hasm " ... fün ~rr,..noe;e mental ...·· pasan por
el incinerldor. Pordemos mucho con eso. En p:ll"ticlllat', poder ver que <I thmino d.,
"coordinación.. aparece en dos: ocasiones yque a_t;J liJcan opor.e aqwido:; 1ipos dt coordiM.ción.
Tgualmcme, ha desapatecido d "feoómeno elemental" q>1e. como s~!iemos. es decisivo en
Lacan. E.<ta última omisión oscurece, además. la frase que si!f~c. dooJe no sallemos ;o q'1e
imp!.ic.'\ ~¡"lo qu<: ;e busca", ya qut no hay nada que ptecite a partir ele ~s~ mome~to que es::i
bésqod~ <sel fenómeno elerr.enial ,,Usmo. En esca frase, el verbo tomar("tomaclo") oa siclv
orni:iJo, lo que cba !atquiva;eoeiaen ~uesQón un ispe~toestáóco. hac::: cic ella clgo que hubiera
e~LJ\:lt' <lhí ya desde siern::re. y e•Jacúa así el v:1loc óc respues1a Je! recurso ho1nofónico, nac:~
rne~os, entone.es. que esL~ 11:lación con el Otro que e., lo que est.3 eo juego en el fonti~no
d"mentaJ.
'J No sahe1nos :?q_i.;a! ccmspon<le;i esas~. D. E. yf.l 4ucla cster.ó~J.faco :iopo anotnr el cj~:n;:o:o
que disc~cc ene se momento !.<lean. Leemos. e~ efecto. justo 8.llteSde esta ci ra : "No es c"alquie:
cosa ln que es c..uiv 1!.lcntc oc ... ~s ...• no (.5cualquier cnsa como 3Sor.ancia.." ¿Quier:, ·=iycncc Je
oque 11~.s époc:i.s. podr:í :leo;ir l{)S hueco.~ 1 U. propcsición subrayada. JI) fue por rtú.
,
Esto quiere decir que la correspondencia definida de esta manera sólo es
situnbie como transliteración. Algunos seminarios antes, Lacan había
disociado (el 8 de febrero de 1956) lo que contituye el dísclll:so· y Jo que
depende del sonido: "Lo que ustedes oyen en un dlscurso, es otra cosa
diferente de lo que se regístra acústica.mente." La respuesta homofónica de
Schreber a los pájaros parlantes, cuando provoca el r~torno de s:.i humanidad,
revela 2sí que ellos han ubicado allí los elementos discretos de su propio
mensaje, elementos literales en el sentído de Lacan. ya que la letra.se define
er.!cnces er. él como la discreción significante misma. La letra como
"estructura esencialmente localizada del signíficante" está fechada el 9 de
mayo de 1957, o sea un año, :.lía por día, después del seminario d\.s::utido aquí.
Dist:ng•Jiremos entonces. en adelante, con Lacan, /a asonancia que es, en el
imaginario. la mar.era de concebir la homofonía cuanJc la escriturase pie!'lsa
como trnns.::riptiva, y la homofonía que es, en el simbólico, el nombre de la
ape-:-:ición de !a t:ansliterlc~ón cuando adquiere voz. El lape·pre:r desígna
esta oposición cerno irretlui:cible.
Una cor.fi;-rnac.:íón: en el escrito que retoma este seminario sobre las ps icosis,
Lacan subr:iy•l esta consubstar.cial:<lad de la literalidad y d~ Ja homcfonía
abordando esta última como "la dimensíón donde la letra se manifiesta en el
incon:>dente" 46 . Este texto, que da como "sinc:·ónica" a est~ homofonía (lo
que fue cicsigni.tfo aquí mismo como simultaneidad), supone entonces la
posibilidad Je u11a cor;:espondencia $incrónica <le eiementos. Basta;á ccn
agregar el " término a tér.rúno" de !o que se ~ ncuentr:i así co-ordinadn, y
tend:-eríllJS el conjunto necesar:o y suiic.:iente lle ius elementos que cor.slilu-
yen 1:i. tnmsEtt:ración.
.., J. Lacon, Üri!.J. p. 569. (En <>pañol: J. l....lc..:lll, Es:riM.<, ¡>. 55!).
''D. P. Sc~rerer. c>p. cit., p. 176. nota no. 90. ( Ea español:?· l 73).
d~J d1.scordi:J pcJronorco 205
por este mismo 1ogro: en el momento mismo en que se le eni".::ia a otro, por
prirnera vez, cae. desvanecido. Entonc~s. no está en cuesti\ln ~u ·. ;u:6n, siiio
su destino.
Este resultado no debería casi sorprender, ya que no hace más que tomru- al
píe de la letra la ofirmaciór. princeps de ese seminario sobre las psicosis.
donde Lacan ide:Hifica la lectura hecha ;>or Freud de Sc:rreber con un
"descifrado champollionesco" ' 8. Si, como lo dice tambit:n, Fre:..;d legra así
"volver a poner de pie el uso de todos los signos de esta lengua"·~. es porque
la cifra en que cor.sístía era el f1uto desecado del¡¡ oper;¡ción mbma que iba
:: µroducír su desciframiento.
¿Hay algún otro interés, que no sea metodológico, en esta ubicación que se
ha vuelto posible por la distinción aquí efectuadú.de tres cperaciones que sor.
Ja transcripción, la traducción y la transliteración? ¿Hay, apanirdc esm, una
gananci<.1 para el abordaje de la cuestión de la psicosis" Re~pondo t:rnto mas
aiirmacivameme cuanm que esta ganancía ya fue indicada. pero só(o como
al ;>asar, y entonces que ahora sabemos qt:e ne :;;e trata más que de r(.':forrr.ularla
y de ex~raer sus implicaciones más inmedíat;i,s.
El significante en la. psicosis resulta equivalen!e a w1 nombre propio. Esto
es lo que quiere decir que permüe no una traducción síuo que se prestil.;;, una
transliteración que define su lhcralidad y lo :iace ir.terveni.r por esto C('mo
persec1:rnrío.
Así, e~ te ''¡::u tomntismo de 1a función del discurso" so, ql:c Lac~n adm1 te como
característico del hecho psicólico, parece consis;ir en unr. pululación e·~
equi vah~ntes de nombres propios que el p:ücótico ~n::uentra ta!l.to en el cJello
de un enfermero ("ce11u lofr!' ir:;;is 1i <ern.<ln "C 'est Loulo:i Lloyd") cc;no en u!l
significante ct¡cho dlrigié:1dose a ella ("Salur" tram;J;ter:;Ju: '\a elle eur"},
evocado ~ür la situación ("te •petit étair gené"), o inciuS(> alucínado (los
milbres de transliteraciones schreberianas).
Admitica como un hecho esta equívaler.ci::i, resultar<\n Je ella ~ierto r;ú:r.cro
de consecucncius; en p:mícular, podremos pretende:: aproximarnos, desde
ahí, o. la difícil cuestión de !a forch::sión. Pero antes, convier:<: dar bgar J. un
esmdio del nombre pro pío tomaco como cifra. En efecto, si los rasgos del
celuioide sobre el c'cidlo <le! enÍemero o e! alucinado Chinesenthum valen
Jo que valen los rec1;«rlros de Ptol.:imeo y de Cleopatra, ¿qué definición del
:io.!'11bre pro¡,\;) se er!.z:uentra utílizad;,i cu••.;1du, ~n la psícosis, ~: signíiicnnte
es señahdo ,.:orno equi v'21ente de é:?
- --
H.~. L~:Jn, E,r:r.t.::ur;.•,· /•! :1a'ie.'l!;es ...• op. :;l1 ., S1;:runariu de : :s .:Je ...,,,.~l!'~b-cc . !:"' i956
~;i: L3cau. E.st.-ucturr!S_fr~ ~.!I.•r..~e» . . , o;i. .:it., St'.HUnar.~ ;ji;:l l"" .:le ¡,'\ar::.o ·ic 1t!56
ti) /bu/
El color del significante
H:lsca donde yo sé, no hay ninguna definición del nombre propio que se haya
apoyado en su notable especificidad en el desciframíento. No es que esta
espedtícidad no se haya localizado explícitamente: respondíendo a numero-
SJs necesidades de una información hoy uni versaiizada. de una información
que debe atravesar la dí vcrsidad de las nacienes, pero tambiér. de las culturas
y de las escrit;;ras, ai!!unos lingüistas se ocupan en estable~er convenciones
para la translitt>rnción de Jos nombres propios. Por su parte, los servicios de
Ja cifra sJben apoyarse en el hecho de que Jos nombres propios, si bien se
cifran, no se traducen. Pero el efecr.o obscurantista de la división de los
campos del saber es tal, que entre estos dos campos y su abordaje ·~n lógica
se abre la trampa donde se desliza como si no tu viera importancia el hecho
de que el nom bre pro pio se translitera.
El nombre propio sólo se translitera porque depende del escrito. Que el lector
se remita, si lo desea, a la dbcusíón del debate entre Russell y Gardiner donde
vemns a Lac:ln, t n su seminarío sobre !a iclentificaci<)n, abrir su camino entre
dos escollos que se ofrecen para que venga a chocar contra ellos la cuestió n
del nombre propio. S'JS dos veces "no" (no son equivalentes) desembocan
en la tesis del carác1er estrictamente escrito del nombre propio. Al querer
precisar el alcani.:c de este 5cñalamícnto lacaniano no se me apareció
simplc:ncr.tc l:t :a:ta de una definición del nombre propío como cifra. sino
rn ucho rnús: e: de :«.:e to anotado rt:su kaba :;er el producto de una <: :x:c1us¡ón
localizable de manera precisa. El nombre propio como cifra era localizable
como Jo que su abordaje en lógic::1 debía t:xc!uir para constítuirse.
No se excluye q·x~ est:i P.Xclusión de principío haya ~ido una de :as razones
que condujeron a Lacan a apelar a ocra lógica, una lógica <le la fantasía, una
topo-lógÍCJ. que primero tomó el aspecto de un;i lógica que se escribiría r.:on
las superficies •opol&gicas dásícas y que luego se focalizó no como lógica
modal, sirio nodal. como nodologfa.
Lo. ex:::lus ió ~ localizada se presentabú ~ntonces como una verdadera encru-
cíj ad:i.. Es di!~'.r que se !rata prir:icro de haccda valer ·::orno hecho allí donde
es operante, en los padres funpadores de lo que se Iiamó, apres-coup. el
logici:smo.
Frege, en su arrículo "Sens e! dénolaiion", escri:::e esto: ·· ... ¡:¡or ·•signos" y
"nombres'', yo entiendo teda manera de designar que juegue el p;¡pel de un
nom bre propio: aq11e\-!o cuyadenomción es un ohjeto determinado ...";y justo
después, cr: el mis mJ .;><írrafo: "La designad én de un objeto .,ingular puede
c()n~í stir en v:irias ¡:¡al:i.bras u orros signos. Cor. fines de brevedad, llamare-
mos nombre propio a toda designación de ese tipo" i i. He aquí ahora. de la
pluma de Russell: "El nombre mismo es sólo un medio para indicar !u co~a
y no interviene en la aserción que usted hace de ta! manera que. si una cosa
tiene dos nombres. usted hace exactamente la mismaasercíón sea cual sea el
que usted use" H. Con estas citas, podemos captar inmediatamente el
problema: basta con ímaginar a Russel encontrándose con Schreber e
intentando hacer que 1dmlta que el nombre no !ntervicne en la aserción que
se hace. La asertitlumbre del segundo es es1rictamente opuesta a la aserción
del primero.
Es claro, ante todo, que la extensión qui! se da al nombre propio (Frege llama
"nombre propio" ianto a una pal3brn, como a un signo, una combinación de
signos, ur.a expresión, una proposición afirmativa: esia extensión es el
rev~rso de !u "breve:fad'' ..¡ue muestra) es solidaria con el gesm que fr. mda su
definición e.'1 la referencia, en la denot:H:ió!l o incluso er: la relación de objeto
en el sentido en que se diría que el nombre propio ªrelata" el objeto. La
referencía da su fundamen:o a este abordaje éel nombre pro_pio, lo que se
comprueba en el hecho de que es la base del principio de sustituti vidad.
Todos !os nombres propios que tienen como rcforenc;a un mismo o bjeto son,
por eso, equivalentes y. _?orlo tanto, sustituibles unes por otros saiva ve rita te.
<t (i. ?'~cg'.!'. Éc~t<:t fogr·,,,~,e.'i 1-:f ,-,iiiloJ~'¡:J~ü¡i.4f!S. L~ S!!!JH. PJ.ris. l Q71. ?P· 103 y ; 04.
I3. ~\Jsseil ciw~o ~o: F R..:·;:.in;;iti. : !l /..;J rrc.1r.Jpurr:ncr ttl J ·~..:rr;.>ncr:.i!1r1~. L< Sl."~11. P.:.u-:s. i 9 :'(),
1
'!
, p. Jé
sustirntividad es la equivalencia de do.~ o varias transcripciones cuando la
denc)<ación es la misma); Champollion lo define como una translireración
obligatoria. Schreber responde igualmente a Chinesenthum fuera de toda
preocupación por una referencia común.
Perr., sí bie:1 la dístincíón de la transcripción y la tr;.insliterdción permite leer
en qué difieren estos dos enfoques. es necesario t0davía decir cómo se sitúa
cada una frente a la traducción. Es el mínimo exigido por la diferenciación
de estas ües operaciones.
Apare~ Je! asunto de !a trackcción del dctemünativo, es decir. curiosamente,
d..: lo que no se traduce (no descuido este punto, que será tratado largar.iente
inmediatamentede~pués de ladiscuslón presenle.),es notable que Champo ilion
haya po<lico construir su "alfabeto" sin a.poyarse en la tradncción. Si bí~n
kleo - p!<lra puede traducirse como "celebridad de la descendencia", no es
por ese sesgo que ::.ste nombre jugó ~n papel en d desci fnm:íento; y cuundo
éstt~, mu1:ho más avanzado, pu<lo po!lerse a hacer hipótesis de traductor, fue
p:ira ponerle l2 '!lar.o encírna al significante equí val ente en Ja lcngu::: copta
y, por ahí, reg<t!\:J.r a la horr.ofor.fa cuanuo el nombre propio ya no era el que
aseguraba este apoyo homofónico. Esto corresponde, por otro la.do, a U:l
seg'.:ndo '.ie:r.po del descitramien:o, a un tiempo que ya :10 es de apertura sino
de confirmación.
En cambio, si se define el nombre propio como \ranscripción, estamos
nh!igados a apelnr ipso fuero a un sentido. Esto se lee peifcctamente en Frege;
es tan:o m:ís decisivo consultarlo aquí cuar.to que lo veremos :mroduci::- en
::sta discusión, él mismo, lo que llama eres "niveles" que son exac:amente
correlativos de !as zres operaciones que son la rranscriµción, la trn.duc:::icín
y h tr:rnsliterncíón. Encontramos enwnces en Frege una confirmación del
interés de considerarlas como un t:!ptíco. Nos proponemos entonces
est:óle:::er cómo la logística y una ler.:tura del desciframiento toman de
maneras diferentes su asídero en estos tres nive!es u operaciones; un cuadro,
a pe~ ar de cierca ;iesadez, y de las simplíí:icaciones a las que procede. dará su
valor, sin embargo a c.stos diferentes asideros:
!::-~.;ene~:- j -~ranscri~~ió!l
~-+-~~~~~~~~ ~
SI NO
1 ~;:.~iúo : Trndt:ccron ~o
Color Translicer::ic:6n NO SI
P:.rn cxpi!citar !a o.rticu:tc'.ón (~n tre e! :;eníiclo .v '. a dcnot:i:ión, Fre~e const::u-
~
ye d siguiente esquema:
,
Nombra a. cada una de las u es rectas que unen a cada uno úe los vértices del
triángulo con la mitad del lado º?uesto: a, b, c. A partir ue es~o, podemos
denotar su punto rlc intersección (existe una demostraciór: maremitícade su
unicidad) de di ferentcs maneras, diciendo, por ejemplo: "i ntersecc:(ín de a y
de b" o también: "int¡:rseccíón de a y de e". Estas expresiones son, para
Frege, ncml::res propics del objeto. Denotan efectivamente e! mismo objeto,
pero no t.iene:i el mi;;mo sentido. Como denoian el mismo ()Ojeto, su valor
de verdad es idéntico y son entonces sustituibles unas porot~as en un cálculo;
pero lo que vuelve posible el cálculo, lo que vuelve pcr.sable una progresió:i
del pensamiento, es est1 diferencia en cur.r;.to a1 sentido que es la 1r.ica que
puede explic:J.r que la sustitución no se reduzc:i. a un simple mar::ar .::i p~so en
el mismo sitio.
Frege sitúa el se!"ltido defin:do d::: esca rnaner:i. como lo que la traducción de
un e'.lunC:ado es susce_;:¡tible de transportar. Por esto, es muy notable ;¡ue lo
q·.Je se sostiene de esta ma:icra despeja, en vaciado, algo que, en cambio, es
dejado de lado por la traduccíón, pero a lo que Frege no duda en otorgar el
estatus de un "nivel". En esa bolsa que reúne Jo que queda como ::esto de la
traducción, a:;reg:..t :..t bs "represent1ciones asocii;.das" (s;:;hjetivus, singula-
res, no tnmsmí;;ible:; salvo si se sigue un "camino que nos Jle'laría demasiado
lejos" SJ), lo que él llama el color y la bz d.:: las pal;ibras, de las cxp;csioncs
o de las proposiciones. E~ rcct:azo de esrc nivel es fundadcr de la ideografía
fregeana. Pero ~St.1 rün¿ación, que ;:r:cue:itra su lcgitimíéad en ia fe-:::mdidad
de sus consecuencias, se vue::l v.: el punto dor.<lc se inje:ta una aserción que es
verdadcramemc abusiva, ya que Frege enuncía que, de estas repceser.tacio-
"es ;isociadns ";101.;s pos ibk ha~er una cum¡.mrai:;ión rigurosa", o tamhién c¡ue
"este color y est:i luz no ciener: nada de objeci vo". Tomarn~o en c:~cn:n la
import.111cia ée esca disc:.isión. reproduzco aquí lus dos párrafos de "Sens et
d¿notatíon" (Sen!Ído y éenot:ición) que me parecen condensar mejer en un
mínímo de lugar el conjunto de estos datos: distinción de los niveles, lugar
de b traducción, ges~o de exc:u:;ión con ese $up.".emenco de la afirmno.:ión del
cad.cter no objeti vo de !o que es rechazado:
"En esta.o; observaciones, poc'emos ver que las palabras, expresiones y
¡:irnpo:;iciones com?leca.;. pue:ien ser com_?ar<ltlas a trf'.s !li veles O bien
d~fiercn toma:ido en c·.ient(! !as recresen1aclo11cs asociod~•s . o difieren tornan-
21 O fun~ión p~ rtecYsoria u"e .•a letr4
., lhi.I.
~~ Frc5::::. rt1?. !:it .. ~· i 1'7
del discord io poranoicfJ 211
La f orclusión localizada
En la escritura lógica. las comillas son un:i m:i.rca dererminariva que indicu
q¡;e el ::igno rr:ismo vule como objeto denorndo. Se trma efectivamente de un
determinativQ ;¡ue, como en la escritura china o jeroglífica, tiene a su cargo
la elimínación de un equívoco significante.
Recordemos que la ~ntervcnción del detecninat:vo permitió aquí óstinguir
:a interpretació n y !a intuición celirante; en ésta, el determinativo venía a
designar una simulta::ieidud significante como significur.te, mícnrras que,
para aquella. la hcmofo:iía misma determinaba la cifra que la constituye. Es
enl.onc:::.'\ claro ahora que las comillas de la escri1ura lógica .son idéncicas a
tos dererminativo.s de !a in;;.iición delirct:te. Como los detenn:nativos, ellos
designan como significante una simultaneidad que, en un caso (intuición
ddirante). está duda así par;; ser tomada er. cuenta, rnientrns que en la otra
(escritura lógica), debe ser excluida. De esta manera, la operacíón fregeana
de inu-oducción de las comilla:; es identificable con la que presen1ifiqué co:i
el "hum hum" sobre el cual perdonará el lector que to haya obligado a
detenerse tan brgumente.
Ader.Jás, c;Jando miramos de cerca el descifr:imiento de Champoílion, nos
encontrarnos frente a esta misma puesta en juego de una simulraneidad
significante y de un determinativo: el recuadro pennitió identificar !os
nombres propios como nombres propios, localizarlos, y éstos. como escritos,
,Ji oporcíon.:ron el ap<Jyo homofónico que iba a dar las reglas de !.::
:runsliter-Jdcín de los c:::.rac!eres jerDglíficos a caracteres griegos.
C n cuadro por,crá de manifiesto, mejor que un largo desarrollo, cómo .~e
ksprende. d e ~a convergencia Je !as discusiones ant::rior::s, una operac:ón
:n dos tiempos; cómo c~da una de las operaciones analizadas pone en juegn
a su maner::i un equívoco s lgniiicante con la cuestión de 5u levantamiento.
::¡mismo jucg:'.l de un detem1i nativo aparejado a una si multaneid;:i<l significante
na vez ider:tificado, podrá aclar:ir la operación de la forclusió n. Notaremos
" C. 1oc0 ;1c1 e (r.•b<n. "Eu a.dogiq'IJ il/)hi!nsopltu¡u•.<.. Cp. ~ll.. p.! ') .
•
TABLA 1
Sin ............ .. 1111 apre1m:i1i11 delimnre [T1unsl itGrnció11 de "celh1loid" a "c'ts1 Loulou
___-Y
d~1~1 111 i11u1tvo L111ytl", tic "Chine-sen1hu111" n "lcsum
C!instum" J Cºíl e:~ [ ri -)''
_.l ! ,,,.!
e l¡
Hu111ufóniru pum 10111ar en cucnl:i descijml/lie11111 1Hecu:nlro, lrnnsli lcrarión de <? e=. J
' N11
l lnnmfónirn
Co11 ..... .... .. . .............................................. lnt1dcití11 dclim11te
lle ter n1111n t1 vo
... l"Hu111 hu m", peduiodccan11;cn labora y
mido de aguo en el piso de ambu 1
--,
TAJILA 2
r---·- Intuición
-+-------SI La s i1nu llaucitlatl Oujct<l Su t!c:fi:cto vuelve pcrsccutoriu u Cus.i nomhre propi o
ddirnnte (hum hum) lo suple metonímico la hiancia tJe lo si¡¡nilicnción ( fuera de sent ido)
- - --- - --!-- - - - -+-- - - - --
~¡ Delirante Tnmsli1crnc1ón Liter:ilizedo como
Loglsticn Eiccluída
(Conullus) 1 (Ql>jcto "1 ~.il") (Forclu~1611del sujeto) nombre propio
\--- - -- - ---+- -- - - ----
o.:~ciframiento
si
(Rccu.Jro)
- -- - 1-------I
apoyo Objeto
111c10111111ito
Transhtcrnc1ón
-
·-·--~-F~dit1g-~cl_ su~~ml____
l
,___ - --- -
Litcrnhzado como
nombre propio
1
_J
'-
.;,¡ discordio paronuicv 217
antes que nada que dos razones vienen a apoyar esta conjetur;:i_ Al señalar e!
c:i.:-:tcter "champofüonesco" de Ja lcct:Jra freudiana ¡_ie Schreber, laca!'\
sugiere que lo que "vuelve a poner de pie" al texto de Schreber no deja de
tener relación con la 0peración ele Ja forclusión de que da test!monio este
texto, ya que constituye su sedimento. La segunda razón no es menos
importante: tras haber notado ya que el significante en la p.sicosis pulula
como algo que ocupa el lugar de nombre propio, podemos concebir !a
existencia <le un lazo entre esa proliferación del ~igníficante y ~ta operación
local de ia forclusíón ql!e actúa, preci~:i.meme, sobre un nombre. A decir
verdad, es imposibie dar cuenta de nada en ese "ca.'llpo paranoico de las
psicosis" una vez admitido qm: Ja forcl usi6n del Nombre-del-Padre consti-
tuye su operación decisiva, si no se establece cómo, a partir de dicha
forclusión, ocurre esta proliferación del signífica:ite.
No es cualquier significante lo que tacan apunta ::orno forcluido en la
psicosis, es el ;;ígnificante !!nmado del "Nombre-del-P:idre". En tanto que r.o
es cualquiera, este significante est<i necesariam~nte loca Ezado_ Esta loc:ali-
zt.ción estará mejor subrayada si tomamos el problema a contrarii.
Podemos imaginar .... -v, i::or
...
,.;
ctro lado.. nu ilOS privamos de hucerlo- que el
lenguaje es~lÍ lejos de <l:ir t1Jda.:: lll:s .satis fu.ci.:iom:s u la:; cuesticncs que pueden
presentarse. Si, por ejemple, soy niña y me encuentro en un tiempo eil que
tengo que simbolizar mi sexo, me voy a topar con el hecho de que d lenguaje
no me proporciona ningún equíva!e n~e d~ ese sígnífic¡:nte so b.re ei cuai el
varoncitopuede fundarse par~ simboliza.- e! suyo. Me las veré, entcnces, no
solamente (;Ofl una ausencia en el imD.!::ínario, sino con ~n aguiero
simbólico que es la razón ée lo que Freud descubre <::orno c!is\mettfa
- . c:1 el -
inelu<iib1c entre e! Edipo masculino y el femt!r:ino. Ahora biea, ;a experien-
cia muestra que un agujero como ése en ei simbólico no pror:iuce necesaria-
mente una ¡:;sicosis. Si, del mismo modo. pero ne ¡me las mismas r~zor.es, a
alguien se le me~e en ia cabeza piuntear al slgni fic:11tte la preg~fita de su
ex istencíu singular, algo que se formularia como un ª¿por qué estciy aquí?"
o también "¿por qué voy a desaparecer?", ese alguien enccmr:trá también un
agujero, ya GUe e l significante r.o 9uede responderle :i un sujeto cualquíer
cosa sobre :a caai éste lo interrogue más que si io consideru como ya mueren,
~
es vec -ir, s:. l o 1. nrnorta¡·;z.a ~1 .
t.t J. !.Jr,;:an. E.>•rt.:.~:are /reud;1:r..t1r! . .. op. c:'t. , Sc;;liu~<io i.!cl 2 S de: m:?..""?0 \;~ J956.
"t j . l...o!ca;: . Écrt't.". <;p. c.:i1.. p. 577, (E,1 ~:c;par.oi: J. f .::e.Jo. E~crr·:or. ?í?· 558·559),
218 fenc:iáh pl'tSl!'1'ntori11 dt la 1'etra
aquel donde Ja huella dei paso es :efda "paso" y así es bom.da en tanto que
piccogrnma del paso, en tanto que impronta de una marcha. El pictograma
Ke sufre una vicisitud 5ernejante pero que sólo puede reconstruirse a partir
del tercer úempo.
Este conteo 1-3-2 es, por otro lado, igualmente verdadero en el caso del
"paso". El tercer tiempo es d de! rasgo que viene a rodear la !luella borrada,
que ratifica así definitivamente este borra.miento al tornar esta hu~lla borrada
como algo que escribe este homófono del "paso" primero que es, en !alengua
francesa, el pas {no) de la negac:ón. Es entonces en el apres-coup de e.ste
tercer tiempo cuando el borramiento. constitutivo del segundo. puede ser
considera.do como una homofonía. Y 'J. hemo:; identificado como
translite~ación es:a upt:ración del rébus de trans:"erenc.ia ·~n que Ja huella del
"paso" viene a escr:hir un pas de negación I borrnmiemo de la huella.
Igualmente, para el carácter Ke: convendrá estudiar este juego del puntn de
partída concreto (en el signo) y del equívoco (homofór.ico) desde el tercer
tiempo.
En este tercer tiempQ, el signo ;!;. da, que se tradm::: "gr:móc". vino, al ig::al
que la delimitación alrededor de Ja huella de paso borrada, a agregarse a Ké
para dar: ~ . Sín embargo, el conjunto forjado de esta manera no escribe
•
de ningún modo "gran poder", como se espera a vec.:es cuando se supone que
fuera de la escritura llamada "fonética". es la semántica la que preside el
destino de lo escrito. Este conjunto escribe la palabra "impar" en el s~r:ti<lo
de "falta'', de "metida de pata". Este lazo entre "! y ,;f. , por una parte y
por otra ~ no está ajustado sobre el sentido. ¿De qué está hecho enton<.:es?
r .acan hace notar aquí que este último carácter compuesto se pronuncia yi;
este y1-es escrito a.~í por el carácierr.:ompuesto apoyándose en el hecho de .:¡ue,
en cierta época de la lengua de que da testímonio el Yi-King, ha sido próximo
fonéticamente a Ké. Hay entonces, ¡gualmente aquí, un tier.ipo dos que es de
borramienro homofónico.
Pero el interés de referirse a la lengua y a la escritura china obedece al hecho
de que ¿sta viene a apoyar Ja metáfora de la rueda de molino, ya que en ella
podemos designar apiJamíemos de rébus de transfe:e11cia como el qt:c acaba
de mostrarse. El signific:rnte no sola.mente viene, sir.o que "viene de regreso
a batir el agua del flujo con las aspas de su molino", y la escritura china, más
que c:ialquier otra, es capaz de dar cuer.ta de est::. ~eiter:icién. puesto que :orna
cuerpo precisamente de ella misma.
El punto de equívoco es. er. esta siguiente vez, el yl. L¡¡c:m hace notar que
sí agregamos ;:f. mu. que es d determinativo áe ~odo lo que es de r:wdera.
220 fullcicln pe~ec:uff?'!'lil de tG !~tra
'~Cfr. J. AU0~1:h. "l.;i. ")a,'i..~c r:itée i:!u '-'1s~ ·c-ons1l! .. (en l4l1,.es Je fF..:o!e. b•>:c!Jn jll(::1::0 <le frt
.
ÉcG~~ Fr.:udii!:ioe el-: P~~s. :n~a:::c c!e l978. Es:e re~fo e~ n.:~amal!t.:1 .~11.cc1al:-:;er:\eG!> (jmic:.at? :11;3
del dücf/rdi<> paranoico 223
¿Quiere decir esto que el nombre no bastaría, por sí mismo, para hacer
agujero?
No abordaré aquí el estudio <le! cifrado topológico de esta cuestión. Las cosas
están, en los últimos seminarios, dispersas, ¡ncJuso en estalli.io, lo que obliga
al lector verdaderamente a cor.struír la tesis de Laca:-i: ésta es menos accesible
que nunca a la inmediatez. Ahora bíen. nadie, hrusta huy, ha producido esta
constrJcci6n y estos últímos seminarios siguen, así, sufriendo una espera.
Sin e1nbargo, !as co~as fueron retomadas aquí mismo sutici~nt::n1ente desde
el principio para estar en posición de enmarcar lo que está en juego en esta
continuación. La cuestión '10 es nada menos que Ja de saber si es posible
prescindir dd significante del Nombre-del-Pndre 65 •
"'J. L...:l11. R. S. l.. Semi""'1c inédito del ; 1-3-1975: " ... redt1t~o el !'ombrc-<lcl-P:ulre a su
func:tlt. r.:i.dteaJ q~t '~ ~ Je c.1.u un non1bre. ..... E.se.:! :se~lin"'-rio ~sludia lo que seó::i la
i&.ocií:.,,Oón del Nombrt:..:lcl-Pló~ y del "udo bom::rneo suponieodo l3S l!es consistencias
<!esanu.:lldas y pbnteando al Nombre-del-Pa<lr<: como :;uar~1 cuerda aue v~ene 3 anu<b!
borrmne:ir.ameme J.'\S 01tas eres. Esta cuan.1 cuorda ~sel ciir;:,do lac.11\iano del padre en Freu.:I.
A p"1tir de º'"'· 13 identill<.:>cióo ~il:!da más om ~:» <l•~nrl• del proi>Jer.m topológico de 13
rcd1.:c:.ióo l!c este :iudo G.e: cuatro •t uoo ..k. tri::s. .'L"'OS :.!~ hHo (Crr. .,;.apltuJo dici;j.
~'Cfr. J. I.~!.Jn, Le s:r.t"-o.tf!I! . .'icr..1.1ruio ¡n::-dfro det 13 de lbriJ de l 976: ''La h!póu:sis del
1ncciJ5'ci:=nt~ tk-:-:e -;u s~o:~ pt:c:~r~tr.t~ <:!:t el hecho de que e ste: .:.igujc::rito (se tn.tta lle~
"·..·e:·~deo :lguj.c~o... a.~lu:ru~o por en :11uJ.:i borromto de aes como lo que jn,s.;.ribc e~
•~"nciado<le que oo !l.lyOtto del OaoJ puc~' poc si ;o!o proporci~n:i.r~on ayudo•_ La hipótesis
d.<!1 ir.=-~scii:n:f!. lo subraya F:-eud. ·:.\ iJ~~l •l:~c JlO se pcecie scstel'!er :n:is que si suponemos e:
Ncmbre-dd-P:>dre. SGpo= d Nomb,,·C""1'aare. ;ie~-c-,,enre. <S Oi<>S. c~n esu del p$iC~
.!ncill~~ '.)¡ :icnc lri:o. pn:eh<J q~c ·~e~ 1~ton~b1e -d<!-P(V.i!c pode~os brnb.iCn pcesc~o<lir.
P~mos tmblén :rrcsc~ndir ~e -:i, cun ~ cotutic.ión de :\crvimos d~ 1H".
,, ""'J . J..:?~ f., 'ins;. qi.J< sDfl J~ !'iuv.-:~..;v.tl! .~a;:~ ti rno"rr~. ~err..in~o l.!1:.115 de f~...bn!m de- 1977.
•8 o cUJ.. ~~ Ll :t:::cer.i FCtr.J?r.i,. e.'i :i. ( ) tto ~~i cúmo ye !o dt.r1 oo, ~s eJ i::iconsci<".r.te·.
"' J. L3c:!n, Ccufe rcn<.·i¡¡ i:u:~;~a J-:l 26 de feh:: ro de t977, c u Aru:s.c!.:\S.
224 función per:'it:CuttJriG J., le le1ra
Que huya "pe re" (padre) en ..perseguíclor" delimita lo que está en juego e:i
caJa anáiisis como Ja posible reducc.:ión de su nombre al significante
cuaiquiern. La interpretacíón sóio parece delirante por depender del escrito:
cuarido está escrito "ya no se puede poder decir por quién fue pensado eso.
/n,¡:/!.~so, en todo lo que está escrito; esto es con lo que ustedes se enfrentan" 00 .
"'1. La.can, L"ins" ...• ~I 19 de aotil d~ 1977: "En ¡>ocas pai:ib•a.•. ta~ que resal!M ra c""üesción de
saber si el psiccan:ílisis -~es pid::> r<rdón. ¡>ido perdóll. ar me1;cs ~.:os ¡isicunnafüt::>.s· no es :o
que 9od,,:nos llamar un auri.<mr:>t!t dos. Hay ,C<Jn rodo, a<1.1 cos~que permi11: fo=r este autismo.
es jusc;.ut~en!.c t¡uc ~n ll!ri guil es ~n :isunt:i ~omún y q!:e es just~!1~o:::n~e alli donde estoy. l!s c.Jc=ir.
~:.tpuz. de: hacerme! oic? O C lO~O ~1 rr.:todo :!CjUC. t~tQ ~:') ra c;~!C $ iU!lO!:it .J.( ... } LLUI!: el pstccan:ilisis
no coj~e j t"l'edu~tiblemc:na~ en ]o qo~ f!ar..C h:sce un rnot"'3'!nto ·lHti~;r.o de dos. AdCl~Í..'\ .~u ve: ta
.~ pir.o.::sta. r.CJtaJ::mo.s la :-orda 1ron!a d.i: una ac~:-ciór.. d.irigi<la a un pllbHco que no ccs~h;?. ríe
inval!d~u· esca aserción.
,;, 1. L;.i.can. Cu. p!r e, u rrJnario !r.idito tlt' l ~ t1e mar.(.Cj de l 972.
,
Quinta parte
Tal es la interrogación en lú. que desemboca ese recorrido clínico que. desde
los primerísimos pasos del camino abierto por Fre:,J ( cocainomanía,
histeria), junto con el e~·tudio del sueño, de la fobia ,del fetichismo, permitió
ex~raer un modo de la lectura (definido por el tríprico transcripción /
traducción I transliteración) a partir del cual el campo paranoico de las
psicosis ofrecía, puesta al desnudo, la función persecutoria de la letra.
Dícho dP. ocro modo:¿ qué ocurre al final del recorrido de la lerrl1 que sufre
demora en la transferencia? .Y la discursividad -que es el nombre lacaniano
de la leZ!"aque sufre demora cuando constituye lazo social- ¿es acaso el suelo
que conviene. para el "lerra por letra" dond~ !a jimción ¡¡erser.uicria de la
ierra no lle•;aría a !a psicosis como su atolladero ineludible ?
~~aoítulo nueve
el "e·no-arzamiento ''
de la transferencia*
t AJ•;sión .al svfism~ de~~.rroUaJo poc j. La~~n e:1 ··~....I:' !~il1DS logiq·Jc-:-:t t•assertion d~ ~ert:C'Jde
~:uJr;ipJ:: · (E.J tiempo lóg:c.o j' 1,, .i~c~~·:'ón de ~c~k3um1r~ i\il~ici9~ci:t), É;:tifJ, py. l 9i a 2 l 3
(E.tcriros. 1..: a<l. d.: Tomá.~ s~~ovi<:i, Ssgl:i X>: 1. rv1éxic<J, Jc:r :ciic!ór.. l 9~ ~. ??· ~ ~7 a 203).
2Ji) ta /e(ra que Ju/re demoro
evidente que el rey haya sido ajeno a lo que prerende haber sufrido por el
hecho de la lubricidad y de la a.stucía de su berma no. ¿Acaso evocaremos la
figura de un rey incapaz de gobernar? Cuáles son, pues, sus faltas, errores y
pecados que han convertido a esta víctima en alguien aquíen el cielo condena
"a errar por la noche y a ayunar durante el día en la prisión de las lla.'llas"?
Lo ímportan1e es que Harnlet no se plantea la pregunta ni tampoco se la
p lantea al espectro. No interroga tampoco al lazo entre lo que fundaria esta
c ondena y el fin trágico de su padre. Sin embargo. basta con imaginar por un
instante que Harnlet haya estado en posición de abordares tas cuesúones para
concebir que su respuesta al especrro se hubiera encontrado ip.rn facto
modificada: hubiera iu1errogado a la errancia nocturna de esta figura fantas-
magóríc:i, y su intención é.e hablar sin testigos ya oo le hubiera parecido tan
lógica. Desde ese lugar, del cual iba a arrancarlo el amor del padre, habría
poc!íco enwnces escuchar lo que era dejado de lado por ese arrancamiento
mismo. habría podido situarse con respecto a las palabras paternas de una
manera tal que ellas lo habrían conducido a hacer otra cosa que no fuera
simplemente tragár5das.
He aquí entonces a Hamlet subido en la escena paterna. Al llamado del
espectro, interesado por Ja puesta en ejecución de su venganza. pero sin que
se sospeche su demanda, responde en Hamlet la tentativa de re$taurar Ja
figura de un padre ideal; es decir, divinizado. allí donde ese padre, aunque
más no fuera ?Or haberse revelado como mortal, le presentaría esta figura
como justamente aquello cie lo que Hamlet tenía que hacer el duelo.
üna vez sellada la complicidad de! padre con el hijo, la imagen del espectro
desaparece de la escena. Se produce entonces algo así como un recubrirrúento:
la escena, contemplada por Jos espectadores, devier.e escena paterna; de ahí
en <.delante, todo va a jugarse bajo la mirada dei espectro que. en la sala, tomó
a su cargo la mirada del espectador. Sólo existe tragedia p;ira él, mirada
espectral. inquisidora, en espera de la consumación de su venganza; y Ja
contiauación sólo aparecerá "trágica" para el espectador en la medida en que
ha adoptado sin darse cuenta el punto de vista del espectro.
Si el fra1:queamíenlo por e ~ cual Hamlet accede a e sta escena ;i.hora
"pat<:rndizada" puede ser señalado como "transferencia paterna", esa tr:ms-
ferencia se especifica por ser sín an:ílisis; dicho de otro modo, como ac:ing-
our, .según la fórmula lo.caniana. El '\;in análisis" consísre en que a la
aceptación pcr p:irte de Hamlet de la accién que su padre le asigna no
respol".de, er. el lugar del O:ro, más que esa mirada interesada en la realiz:<lción
de esa acción.
el ·· errgarz.a;11lt1tlfl" d~ la 1ru11.•fe.""~ncia 23 ~
El gueesa mirada haya acaparado e:i la sala la dei espectador es resultado del
juego de Shakespeare, en el sentído de "juego de manos" del hombre de
teatro. Ahora el espectador está aprisionado entre sala y escena. Se puede
encontrar la indicación de que ése es el caso notando hasta qué punto nos
hemos interrogado sobre Jo que podría estar en el origen del impedimento en
que se encue:-itra Hamlet para ejecutar la ~entem:ia paterna. la fü<:.-za, la.
insistencia de esta cuestión, coextcnsiva a la escena trágica, es propia del
i~terés que le dedicamos. En consecr;encia, no se trata tanto de elegir encre
las múltiples respuestas (incluida<.> las psícoanalíúc:i.s) aquella que podría ser
Ja buena, sino de darse :::uenta, en pri:ner lugar, que es la propia cuestión Ja
que produce el impedimento.°La ¡::regunta e:; su propia respuesta en tanto que
es !a pregunta que se plantea el espectro, convertida, sin que él lo sepa en !a
del e:;pe:t(ro)ador. .4.quíia inhibición.se revela como correlativa del acting·out.
La inhibición es lo que, en el ac!in.¡::-out, rechaza al acrin.g-out, \o quecesigna,
más allá de la impotencia que aquélla representa, su punto de imposibilidad.
No puedo vengar a rni padre, pues si yo efectuara esta venganza a fin de
sostener la idealidad de su figura, quedaría el hecho de que sería poner esta
venganza en una dependendu con respecto a mi propia aceptación ¿e
ofrecerle mi hrazo; ese padre no se hahría vengado, entonces, por sí mismo
y así se revelaría a mis ojos como no habíendo tomado a. cargo sus propios
asuntos. Dicho de otro modo, desfallecerfa, al menos en ese punco (pero al-
menos-uno es suficiente para esta clase de desfallecimiento). de esa idealidad
del padre ';'Je: se revela así a la vez como algo por Jo cual acepto consagrarme
a su demanda y aquello por lo que no estoy en condiciones, sín embargo, de
re:.ilizarla hasta el fin. El acting·ou1 es acto necesariamellle inhibido.
La inhibición es el símomLJ. del acting -out. He aquí, pues, a Hatnlec impedido;
o sea, (Lacan lo ha observado): impedicare, atrapado en la trampa. Será
necesario un nuevo frunqueamiento, la introducción de otra escena, de la
escena sobre la ese= na, par:i.que la trampa en el combate con Laertes a!)arezca
como tal. Hamlet no sabe que la espada de su advcrsruio está envenenada,
sólo lo sabrá después d~ haber sido mortalmente herido por ella. Ahora hien,
solamente en ese momento ¡:odrá marnr a (]audius, el incestuo.'<o, el
fratric:idu, el usurpador: la desaparición de la inhibición es correlativa de ese
otro frar.q:ieamíento. Una vez que Hamlet está muerto, la trampa no actúa
más. El pa.taj!Z al acto efec:úa lo que el acti.'l.g-out ínhihe. Pero si fue
necesnria esta trans:ormacíón escrucrural del pasaje a! act0 para que Hamlet
aicnnza:a ese punto dor.de el amor sacrifica el bienestar del amante a la
satisfacción de la demanda del amado, para que H.:imkt dé al es~ectro la vida
de C!audíus, dicho de otra manera: para que le dé lo que no tiene, es que este
::'tmor no pe día ve! verse efc:::tivo más que al precio de la reducción de! &11antc
232 la (~~.-a quf! ~uft~ 1J~m.r>ta
------·--------
a esa mirada fundadura dd acting-out ai cuaL en t: pasaje al Jeto, éi da
satisfacción. aunque al precio de su pro1:iia vidü, y este precio vale e'lWOlces
como último modo, cuanóo r:ingun otro hasldo posible, de interrog::r a! padr~~
y de decirle que no a la vez.
Esta articulación del a::tfrtg-out y del pasaje al acto no se encuentra e;i Fre.l!G.
Ha sido introducida por Lacan; luego, c:iriosamcnte, fue obje~o Je con ~rr:sen
cidos repetidos. En lo que respecta al término de acting-out, se debe a
Strachey, qi.:icr. cr:i.duce así el agiere11 freud¡uno; esra traducción tuvo un
éxito considerable hasta el ;:¡unto de vP.:iir a dc~ignar todo comportamie:ao
llamado ··celíncuente". Dado este abuso. no será inoportu.oo interrogz:.r los
textos de freud a fin de exr.ni.er le que lo otiligó, a pmir de su experieneía del
psicoanálisis. a sacar a !a luz este cxrraño ;;vatar del acto que es el actú1g-out.
El artículo "Rememorar, repP.<ir, perlabornr" de !914 es a este respecto el
texto capital. Antes que nada se notad, no sin algo de a~ombro, que ese
r..rtíc:ilo se: cierr:l con una referenci<:. a la abreacción ("Abreagie1·e11 "),
objeti vo de !:i. antigua técnica hipnótic:i, de la cual frend escribe al comienzo
del urrfo~i l c que "hay que recordarla siempre de nuevo". Así, de entrada
;:i¡_;arece que ía elecció;1 del término agieren en lugar de d ie Tat que se podía
esper;.ir de la pluma de un lector de Goethe, e:; mencímwdo ?ªrn evocar la
a bieagieren del "feliz" tiempo de la hipnosis. Esto pemüte exponer apre.~
co;lp c¡ue con la ahrcacción como objetivo del traramicnr.o del primer típo, lo
qcc .St~ le pedía a la histérica cr:cuentrn su estai'JS ~n d ü.r.tit!g-our. De alíí viene
esta definición de punto de paráda: el acting-om es lo que surge como
p roblemático del acto cuc.;ndo et médico nmuncia a su demanda de
abreacción.Eiitorices, d actirig-out es corrc.btivo dci emplazamiento como
cal de la posición del p~ic;.)analísta: no es que ne haya acting-out fuera del
~:iá:isis, s:no más bien .:onstanciaáe que foe necesario el psico~núlisis p<!!a
no mbrarlo. Deb<~mos precisar el detalle de esta correlación.
Preud disiingue ~res '.ie:npcs en el e:n¡:fazamiento del disposíti vo que da su
oosición ai analista. El •orime~o. ei de los Eswdíos sobre !a histeria, consistió
•
en esti:diai· la hípnüsis. no ::orno Bernheim para sugerir ol cnfem10 que
abandor:e su síntoma, si:i.o para descubrir los recuerdos que lo hu:-i provcicado
y 1)r0<bcir la descarga emotiva de
la:; ten:;ior.es concomirnntcs. Segunda
dem;;.rcacíón con respec:o a la ambición terapéutica: d :nédíco red:;cc
tod;;ivfa s•1s exígen-:::ias de no iecl¡¡mar y<J la abreacción, sino simplemente los
hec:Oos cr.!e h<i.n provocado la neuro~is. i .a i mp1):tanc ~:i ('.e f:Ste segur.do pa:;o
·consisti! en que ía :ibn:accí6n es tanto m:b ra!iic:ilmeme desechada cuarit0
que algo viene en ~u lug:rr; algo qi;e Freud Hama "gasto d-~ trab&jo", y es \e
:nismo q:it: el p:iden1e <?::; invit'-ldo a producir en ccnc:xJ;;nc!a con la reglu
for.d¡¡¡nental. gaseo de las palabras de su libre as<1ciación fuero. de tocia
vigílancia crfrica". En lugar d:: la abr~acción, entonces, :.m "dispendio" que
es t:nr.bi·5n u1: dis-pe;;samienlO. Una vez e11ur.ciada la regla fundar.ierHal, ya
sólo le ;ued;:i al médico Jkvar mris adelante e! movimiento de retiro d~ su
óe:->1m.da; éste es el tercer tiempo caracterizado por el hecho de que el médico
ya ne reclama de su pacleme que éste le c-:ien1e los acontecimientcis que han
prcvoc:;do la neurosis. ¿Equivitle a decir que cnn este retrnceso lkvado lan
lejos cumo se pL!e:da, el análís:s había tennínado con la hip::o!;is?
L:i respuesta 11e Freud es sorprendente. Si bien la ruptura c:>n la hípno~is
parece aho(a consumada, (;Orno lo mi!estra d empico del término "nueva
técnica" que 'liene de ~u plum.a, queda el hecho de ql!e ésta cor.serva de la
antigua algo que no es despred::;b!e, ¡m~sto que se trata nada menos que de
su objt tivo (lieé), ~u mJra. L:::. hipnosis era 1a vía regia de la rememoración;
el anáiisis renl!nciaa la hipnosi:>, peco conserva el objetivo de la rememoración.
¡Es extraño, y hasta p:lt:?dójico, ver <l ;ligüien pr:varse<::e! martillo para clavar
un davo ! Juzga.remos ei <'.sur.to pQr sus co::isecuer:cías.
Freud da tesrimoni•) entonces de que se present::?n dos casos. Alguncs de sus
pacien!es se cc>rnpcrum co.r:w aquellos para lüs cuales se emple:lba la técníca
hipn.ótíc:.; rememon::in de una m::rneru muy satisfactoria, ;;I punio que freud
nu vacila en ae::i: que, ::i. pesar de que r.1) ol\ce nada de su pa~e par.'.l ello, para
esos pacientes ¡el p:;ir.oanalist.:; encarna toGa,·fa la figura del hip1!otizadorl
Per<> llega un momento en que la remt:moració:l frac<'.\sa. Pa.s.:;,n a imegrar
enton::es el segundo grupo cJe paciente~ que ¡\1; n::r'lemornn lo olvidado o lo
reprimido, sino que le rtpn.i<lucen corr.o "agieren", c()sa que Str::chcy
traduce: "bu1 acts it O!lf'. El agieren es lo que, del campo del hacer (die Tat)
se 1mcuentra determinadci por el frCicr+sc de la rememoración. La férr:mla
v::ile par:i. la trnnsforer.;::ia (los ejemplos dados pcr Freud lo testimoní:J.r.) y
también p;;,ra el acting out El agieren así circunscrito es lo que pro<lu::e
eq11iv::ikncia de uno con d otr0.
Entonces, ¿qué es lo que ccnstitt:ye la dificültad del rememor::ir? Freud, en
b ?rimera edición de este :i.rtículo, aborda esta cuestión en tipografía mú~
pequena; es unn manerr. de sefü::ar que se ve llevaC.o a<.¡uí a introducir algo
totulmente nuevol. Esa aperturn de ·.;::im!nos ~;:; tr.:iza con un.i dcbk :.::ompro-
bac!ó:i.
Primera proposición se olvida mucho mel'.ns de lo c;ue Sé cree olvidar. Lo:;
hechos son ca~i siempre conocidos por el sujcw, pe.re ar;tcs r¡ue los de
rememore, se encuer.tran como bloqueados. m1;dos, :l!sla<los t<into de lo que
los ha producido corno de S!.15 ccnsecuenci::1s; ::e :: o:-:s trt:.!y~:l ;1cm1te;;imie~;t0.
Entonces. cs(.in :::xchúdcs no t::intv de !a memoria como oe b ::xister:cia éel
' "D111CI: d:tn .4.rGec:u.if1.v<!.'1<.t ', ~>:C~·3e :=1eud. S~ p~l'!:d! ~c:~c ~lií i:i. prime!'a ~nsc:i;)o.,;1é~ dc:I
"cJ;Jr( f¡arheici:tl .• -r¡t\t': Ffe.1td inu-0<11!".'e;:;' ~se :cxto y .¡j~~ C'J~J e;::~ q~tt': h:J...:r. J~ ::!.iiC:"C::cia e~~~
e:~ trJCa.~ ~:1:~ :.:·:.~fr~.:~ 't c!I t:'~ ~ami~ n to :ior sut:cs;:ó n.
(s~ p1'lli; ... ~:~<:;::r; ¡....~ .~~j!:::~·;1 Z':OC3nclo '.::1 ,Prf>;·ec:o. Pct'-0, ~ Qui¿n h~~;·a ~Gi<.!t~ e! p r~Jy~.;I() ~'l
J~)J ~?
sujeto. Es difícil no entender aquí el reme&norar con10 lectura; no se tra!l:! de
recordar lo que habría estado sumergido s1no de leer lo que está allí y que,
sín embargo, no ex·-siste, por no ser leído. Freud señala la nota de decepción
que espera al paciente cuando se compromete en ese trabajo de lectura. Pero,
¿decepción con relación a qué? Con relación a su espera de encontrar en el
an:ílisis una reminiscencia que, hablando con propiedad, -eigen.tlich- sea una
reminiscencia. Sólo la histérica, escribe humorísticamente Freud, estará
satisfecha en ese plano, rasgo de humor en efecto, pues al olvido al cual ella
dice que debe enfrentarse, Freud le dio el nombre dt: represión, o sea lo
contrario exacto del olvido.
Segunda somprcbación: e.n el análisis ocurre que sea rememorado lo que no
ha sido sabido y por lo tanto no ha podido ser olvidado. Es la lección del
o bsesivo a propósito de la cual Freud deciara que es lo misn10. para el l'rabajo
del rememorar, que los actos internos (der Aki) hayan sídodurante un tiempo
concientes o que no lo hayan sido-jamás.
Todavía 1nás extraño es un tercer orden de fenómenos que se debe poner en
el legajo del rememorar. Se trata de ciertos acontecimientos de la tierna
infancia c:.iya ocurrencia está establecida en el análisis con una con1p:eta
ce1iidumbre, mientras que el sujeto, de:;pués del anriiisis, persiste en no
recordarlos. No obstante, la existencia de la neurosis es suficiente para
a<lmícir la efectividad de esos acontecimientos.
Se vt: qué !a rn.anera como Freud aborda la cuestión de! rernemorar evoca el
tipo de argumentación cuyo paradign1a dio con el ejernpio del caidero
agujereado. Cuatro proposiciones son desarrolladas aquí:
l" Nada de io que ha sido experinientado es olvidado.
2" Uno rememora lo que jamás ha sido olvidado.
3" No :>e rememora de la misma manera lo que ha sido olvidado y !o que no
lo ha s ido.
4º Se re1ne1nora io que pennanecc olvidnJo incluso después de habedo
remernorado.
Realmente hay que sacar la conclusió n: el "rememorar" freudiano
estacutariamente no tiene ninguna relación con el olvido.
Es decir que la dificultad.aunque también la novedad. del carnino abierto por
F reud consiste en el hecho de que el co ncepto de la rememor<lción difiere del
de la reminiscencia.
E:1conrrnrernos una confirrnación de esto si nos referimos por un instante ai
~l "er..~ar:amiento " dt. !a :rcnsjerencf.a 235
texto dei rv1enón. El episodio llamado del torpedo (va.Ol:(T) narké) desig!la la
operaciói1 de la retniniscencia como agieren, hacien<lo resaltar que no accede
a Ja efectividad sino pasando por ese entumecímiento (vaowrr es el mismo
término) que es constüutivo de la transferencia-sin análisis-con Sócrate~. La
reminiscencia es una narco-mriesia. Ei rechazo a la puesta en juego inmedia-
ta del narcótico en lugar de la demanda del médico tiene entonces como
efecto separar reminiscencia y reme1noración. La operación de ese rechazo
no deja, sin ernbargo, <le tener un resto ya que el "re1nen1orar" freudiano, por
no confundirse más con 1a reminiscencia. tiene que vérselas ahora con lo que
la sostenía y que escapaba así necesariamente a sus redes . Con lo que se
esclarece el hecho de que ia técnica hipnótica :to podía áe ninguna manera
plantear la cuestión d.el agier.en {ya sea rransfereucia o acting-out): era el
c:.cting-out el q!.!e b soste:-Jn.
Una vez evacuado el obstáculo constituido por la demanda del m.édico, el
agíere.n es lo que, de la hipnosis, retorna. en e! rememorar. Que est0 pueda
ahora ser nombrado no constituye utt resultado pequeño. Sin emhargo, Ja
no1ninación no <'..rregla esta cuestiór.. ·:-v1;1s bien, como toda non!inación que
,
se respete, 1a p1antea. Y e.loostacu
' ' lo rnu.~str;; toaav1a ' ' su pre.senc1a.
.
•S. í-re::d. G. W.. tora•·:<. "fainncrn. W!dcrho!~~ urui Dr.rch:i...-t:<:itcll", p. 131. (S. Fr~u:d, O?ra·
'~""'fJle1as. .Ed. ,l\mu.rror;u. iluenos Aif'!:;, 1980, Torno Xil, p. i.53).
suj.'::o en este modo del repetir. Pero nos privrunos además de los medios para
inlervenir sobre aquello para lo que somos consultados, pues la neurosis, por
su parte, no vacila en llevar mucho más allá el asunto, en ~mpujar más alla
el bochín, para decirlo en término:; del juegf> de bocha:;. Así, gracías a los
buenos oficios de algunos "mayores", se ve a veces al analist3. protúb\rse sólo
pcr éi mi::;mo.
La expresión de esta interdicción puede fommlarse así: yo no soy el que u~ted
ere.e. Eslc rechazo de la cran:;ferencia hipoteca todo lo que, desde el lugar del
Otro, puede retornar 3.I analÍzliilte. En francés hay un matiz que es difícil
traducir, pero que también en español está subyacente, en la siguiente
situación; una joven francesa dice7 a su amigo: "Je ne compte par .sur toi, je
compre avec tof', es decir: "No cuento sobre ti (literalmente: sur roi), cuento
.::ontigo (iitera!mente: avec toi)", ¿Cómo entenderme bien en adelante con
quier. desco:J.oce que no puede entenderme más que con ... éi '!No hay en esto
n' ng11r.::i !iL!Sión sino más bien una creencia, o sea el movimi•!nto por el cual
nos rVrigimos a aigo en tanto es susceptible de hablarnos. Esta dcfiní:::íón
la.:.aniana de la cree:nc!a pennite fom1ular los efectos de su denuncia. El
a:ia iist~ que se su.-;tr;'.',~ ,¡ 1,1.., consecuencias de su acto en tantn éste reclama
o~éi qm: uc<>pte ser alií el ~opoite de Ja rransfecencia, desistt: al mismo tiempo
al piar.o de la pahlhra, ya que es de ailí precisamente de donde es esperad~ una
palabr~ que tuvíera función de lectura.
11. 1Ya.die puede ser tu es (tú eres, tué: matado) i"I absentia
Nos vemQs llevados a situar no la transferencia sino la relación de la
transferencia con e! anóiisis.
Para hacedo retomaré un procedimíer.tc puesto en prácfr.:a un¡i primera vez
aquí mismo, en el capí!Ulo trc;;, donde fue dcsarro iluda, a pror;é~ico del sueño,
una secuencia (incidente el~ la víspera - sueño - interpretación del sueño por
el ch.iste) qur: ern necesario tomar en cuema para pcner a la Ju;: la h:ciun:.que
efeciúa el sueño. Ahora, ou-a vez, debt:rá se::r presentalla una secuencia para
el estudio de la relación trans ferencia/análisis, o se.o. algo que se ¡:mede
nombrar :ambíén, con Lac:rn, un "recorrido subjetivo".
· Tal recorrido es a veces localizable en el lugar misrr:o deí sueño. Es porlo ll'Je
m~ apoyaré d:! entrada sobre el sueño llamado de "b iny~ccióo hec~i't a frma"
'Es sorprender.te r¡ue la interpretación propuesta por Lac:m para ese 5ueño
inaugurni mamcnga Ja contradü;ción qu~ un lector desconfi;ido $cna c.ondi:-
cido a querer eli:nina.:. El análisis no tiene nada que ver con una "tiíoscffa é e
Ja sospech:i.",
.. "'Of
t"' :mís cuc
• ~foba. poi este hecho, or:v:usc de la dicha de vt!r ~
No es necesat:o pro:¡eguir :1:6s adc!ar.cc .::01~ ei cifntlo ¡x:ra admi;ir af:ura ~u~
no huy ley de sucesiór: -y por ~o !anto no hay irnposibiiidad !oca!iz.abk- sir.o
cor. io trcmsli:eruciún ,Je ro q11e es trcr1scripru pl imeTO. La escritura ce la ley
e:<ige la <rans.literacióo en otra .:sc:-imra cuy::;s términos e:;tán precisamerue
detir. ídos oor una ccn11ención "lnue es. es" conve:ición m isma, la re11/a
., l ""'
de la
cr!1nslireraci6n. Esu solil'. aridad de ia en:ación -con !a L-ar..>llter¡¡ción- dt !os
sfmt olos como tales y de la escrítur:!. l'.e la !ey es un argurner,to en mi opi nión
decisivo que jt:stific::i l:? paúni::ncia de le di sti nc ión in tn.iJucida aqui de la
tra nscripción y b transliter;:¡;~ i6n .
E.;rn primera tr~rnsliteraclén <lene, sin emb<1rgo, d ir.ccr:ve;1i1:mtc de: ír.mi<:u-
cin .ma chspar.daú e:i la ;:irohabílicad ceaparición. de! los •res :> ítnbo:o~ p uesto~
en j ueg-:i, ya que In ;Jrobabi:id:.id atribuible al (2; es :gua! a Ja de: ( 1) m:ís !;i.
; ~;;,.-¡.¡·~~~::~.~ -n:l:->:~:c~.:J1~l'!n· ;.r:~ •;i.~ne
:-i :i'.r .::•'e 1a(l~.:i:ir ~! ;u:.Jr'.' '( b\t:::i. :-:c . ..')e;: e~._:;:..<.-> Ci;; la
('X':h.::os,\,¡ :,j"l r !'1 a ;:;,:_~jr Je;! {3). Si ~1: ::l'r.111i~.r: ~j ~~) í¡~:~ ~e •er:njna Jesp~>¿.s de •.:.n& ~tr.t .,..
. "=". e l ua: d:.~ ;'.Jeg:. ·.~ se'!~ ;::;.~ :-::1trá Cilt?n~'l:~ ur. i2.), u .b!~~ - y $C ·::n~ci .!nto.ic:..s •.tr! ~; )1
:.t~11.:i t¡.;c c:.scai(.·! ¡~ $t~i~ . .. . ·~e n~ :.q1:i qu.; ::~ ~:vb!c..eo~ pl.'i.!;~~ pan!! ;.!r~bi~:i =e C:St:'\ ~:".tia!
,;;:r;:. ia i!:.i.;rr-.a J!.:·!!"~~u~:o:..
del (3). ¡..hora bien, el efecto sintáctico será tanto :Gtás puramente manifiesto
en la medida en que a cada uno de los térrninos esté ligada la misi:na
prob~bil¡dad de aparición. Para satisfacer a esta exigencia supiementaría, se
introducirá una nueva sjntaxis emplazada por una segunda t ·ansliteración. Se
anotará entonces:
et. la conjunción de una simetría y de una s.imetría. o sea:
(1)- (l), (3)- (3), (3)- (1) y (1). (3)
p lo. conjunclón ce una simetría y una disimetría, o sea:
(1) - (2) y (3)- (2)
¡ la conjunción de una disimetría y de una disimetría, o sea:
(2) - (2)
o la conjunción de una disimetria y de una simetría, o sea:
(2) - (l) y (2) - (3).
o&ª~ª 1 ~º º ~ª
Esta segunda transliteración, como la precedente y por las mismas razones,
permite escribir una ley de la.s exclusiones gue es dada en los Escritos bajo
la forn1a de un "repartitorio". Aquí i.ene1nos otra presentación:
(( o -> pemiten
B·1 o ,v excll1ven
, -> y o
~.
et.
'. '
"( ~ -> pennite11 __:;:y y excluyen-> a f>
i~r .
ti~rnpo ?" .
- tiempo ·3° ,:"mpo
¡;. '-''' Á
1a--;r 1a:
1
p 'Y al 1 !3 rl' J
~·~--o
1
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' p a: . ~ p
ͺ y ~ - 1
Ó; (J.
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6 1 l• ª ria (l
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1
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.
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i 1 (t o: .1
1 13 í3 ! l • y y
1
extr. exel. extr. excl. extr. 1 ex el.
1 extr. exel.
1 1 1 1 1 1
111 • ( ., .~···1
J • ..... ...-.a••
('.·, ,.·
c ... Ct.<:, p. 54 \.-:;-..
.... . > C•,.,•,flJ.~.. p.....
•'i) .
a: y "(
Cuadro O
B:i.stará indica· 1:1 cosa o::or: un eje!1.1plo: si una se:-!~ de (2) sigue a un ( ! Jq uc
se ~scribc + + + y contínúa con un (3). e:>te (3) sólo podrá ser e! que
corr~sporide a Ja serie+·-+ cuando el m.ímero de (2) incluidos entre ( 1) y (3)
sea igual a 1 5 9 13 17...etc., míentras que para la otra serie de números
impares (3 7 l 1 15 19...t:!tC.), este (3) _<leber.i escribirse necesariamente - + -.
Esta regfa se invierte si panimos de un (1) escrito - - -.
La caza del equívoco litenll conduce así a reconsiderar las definiciones de
partida, a proponet un nuevo alfabeto compuesto ya no port..res, s íno por ocho
kuas: dos letras para el ( l), dos para el (3) y cuatro !erras para el (2).
Escribiñarnos así:
a:+++
b: - - - }n>
e:+. + (3
} . \)
d: - +-
e:+ - -
f: -++
g: - . + (2)
h: + +-
¿Habremos puesto cor. este un díque al equívoco? El grafo de las instruccio-
nes que escribe las sucesiones posibles de las ah c ...h presenta efectivamence,
es~a vez, una ictra diferente para cada uno de los cruces. He aquf ese grafo:
g
~ r·---·
f __.....,., -
!'
/~--
¡
1
1 " \ J
1
;-- ~ \
a l )b
i _,
I
\ f /
' ....... __ L _ .,,
.(
..-
' -·. /
/ "
h e
o
La l;orno!ogía con el grafo de las et ~y es seguramente llamativa, pero ahí
dnnde teníamos dos veces la inisma letra, tenemos esta vez dos letras
diferentes. Sin embargo, el equívoco de la letra sígue aquí, actuando. y por
d s!rr.ple hecho de que hay, aquí nuevamente, uoa ley de sucesión.
En ~fecto: a una letra dad.a le pueden seguir dos letras (en el caso de las letras
a y b. una de las !etras es ella misma). Aderr. :ís, ia regla <!e la translitera:::ión
que ~e adoptó aquí exige el recubrimiento: si toJa lelra se compone a partir
de tres lugares, será necesario que los+ y-que ocupan los dos últimos lugares
de una letra sean "los mismos" 'i•le los que van a venir a ocupar los do.>
primeros l<Jgm:es de la s iguiente letra. Basta ccn num~rar estos lugares para
darse cuenta de que actúan C!J!E::> ",;i:.gundo" y "tcrce;o" para la letra que
' t ra~ que va11'
. mien,
prcceae, . . .,y,'segund'
c.ra!l ;::ü!flü .pnmero· o' para 1a letra r;;ue
sígue. Este simple cambio d~ lugar hace, con lo íguai, lo diferente. Se hace
aparente entonces que d equívoco que ~z ha querido eva:::wrde la definición
dt: las letras sizue engr.mc}w.ao a los iilgares.
. , ~'] a!11ada "de pos1i.:1on·
,..., orno en ..1a nt1mcr;:;.c1on
.... . . , .,, d ond e e1val or :'!U~enco
, . no
se apoya solamente en Ja cifra, sino que depende igualmente de su lugar (1
en l '.i.3 no tic.ne el mísr:>.0 valor que 1en12), vemos aquí, con l:! transLileración,
que!;~ letra no está definida sirnp!emen~e en ei\a mísrm1. No se compone r.on
"ella m~.sr.1a" más eme tom::i.;1do de ciet:o sitio, en lugar de la otra letra (y para
otorgarle er. "ella misma" otro sitio) una p:tr:.e de la otra letra cor. la cual "ella
misma" se constituye. La translit.era-ción es e! nombre de lo que Lacan
dt:signa como ''la compcsicíór: consigo mismo del símbolo primordial" :4 .
Hace falta por Jo menos una "prímera" 15 graffa para que: la grafía produzca,
por eib misma, una orto-grafía que de t-sta manera no ~.stá ligada más que al
hecho de Ja corriposición ,;onsigo mismo del sim:::iolo.
Esto se confmna ~on una contnipn!eb<!. Basta ccn suprimir<::[ ::eccbrimiento
donde ~e Ice e! ec.¡uívoco liter:i.I para qui! ínmecliut::imc::tc. ya no haya ning1ma
ley de las sucesiones. 1-a~eesc:itur:i<le cua!quier cadena de +-con el alfabeto
a b c ...Ji ~ro<luce entom:es una simple 1eduplicaciú!l de la serie de los·~ -, ta:i
al azar como ella. y será imposible extraer una ley de las sucesiones. Una
traducción como esta tam¡;c"..:o permite ubicar el efecto de hi cumposición
consigo misn1odel símbolo porque lo exduye de su O;Jcración poídefinición.
En cambio. desde la más simple de las trunsliternci un::s _pcnsab\es, ln que
exige yue el recubrimienta cOr:--:!spori'rfo al :ne nos !'obre ~n signo (+ ó -), la
que, '!nConces, se establece cun t:n c;Jfabcto compuesto ror cuacro acopla-
mit:ntos po~ibles de+· (A=+'!'; f.\ = - -; C + -; D = =-
+),aparece una ley
de la.<; sucesiones:
(Es) S a· (otro)
$,
' '
'' '
./~ ' ' '
('º
"..r(' - -~
/~
"!'~ a. ~el:ición tmnginari~ a'
(yo) a c- - - - + - - ---u A (Otro) yo Transferencia A
,
250 la lttm qu• sufr< dwwra
Es posible v•)l ver aún más manifiestas las condiciones ligada.<: a1 redoblamie:ito
de las p8 traduciendo esw con los paréntesis y los corchetes (los lh:11naremos
igui.!lmcnte "comillas") de la escritura matemática. En matemáticas, el
corchete -lo q1Je Lacan designa como "paréntesis de los par:!nlcsis"- se
c:iractetí za. una vez abierto, por no poder ser cerrado más que ::k spués d.:: que
se ha. cerrado el último p<l!'é1:tesis interior; del mismo modo e n Ja cadena, el
ei ''tngaf":amV.nlO" de Jo 1rons/tr~11cia 25¡
corchete abierto por la~ucesión de dos J3 no podrá en ningún caso ser cerrado
has1a que se presente una serie aJter:iada de p 3 (a la que correspor.áen la
apertura y el <.:ierre de paréntesis interiores), pero pcdráserlo, por el contrario,
o
si se presenta una sucesión de dos sin interposición de j3. Ll cade.r.<l
traducida así es esta:
[ :iv! ( N) O ( N) M J P ( Q ) P
M nombra el inle!Íor Jd forro; l'<, el incerior de los paréntesis incluidos en las
comíllas; O, lo que, di::ntr:J de ía:s comillas, esta fuera de estos paréfltesis; P,
lo que es exterior a la vez a los paréntesis y a las comillas, y Q, el interior de
los paréntesis f..1era de 1as e or:üllas.
Así se ve facilitada la ubicación de la co1Tespondencia en que consist~ la
transliteración del esquem1 L en cadena L. He aquí e~ta correspondencia
bajo la forma de ur. cuariro:
fuera
P: serie de la.~ a A : d campo de lo simbolizable
l.~onlill~
de las
Q: :lltema:\cia de las a·¡ El"yo" psicológico
J
Esta condición depe:iée dei psicoanalista, con lo qu~ (n0 digo "con quien"),
posiblemente, el anuliz~nte se entiende bien. Este "con" escrito prim~ro por
ef recubrimiento de a· y de A está retomado aquí en una .secuencia: micr.iras
la pubaciún de C1. siga remitido a y (dicho de otro medo, cuando ei número
de r.:'. -í sea impar), no podrá habt:r más que aperturas de nuevos par~ntesi.s
ir!teriores, y el eng~zamienlo sólo apareced en su funcíún de: obstáculo
some;iéo a la satisfacción pulsiona! a la cual remitirá (son los paréntesb
interiores). El sínto~la permanecerá en~onces cc)mo significante de ur..a
el "engor:,amier.to .. de !a trar..sfer~1tCÍJJ 253
apuesta que debe ser silU ada sobre otra escena, diferente de1Es. Por el hecho
de que, inquieta.do por el síntoma, el sujeto se dirige a un partenaire que
puede autorizarse a dejar vacío el lugar de y y cor.firmar así Jo que se
encuentra engan::iclo en <X, se vol verá posible, en <5, el franqueamiento de las
comillas y, más allá de esta salida. la inscripciór. en el Jugar del Otro, o sea
en a, del rasgo significante que, por insistir en e! eng.arzamicnto, acaba por
ex-sistir como significante en el Otro; dicho de otro modo, llega a tachar al
Otro. por hacer aguje~o en él.
,
Cauítulo diez
la discursividad
.
efec:o, la tran~ferencia en el discurso una de sus salidas posibles, o incluso
-
su salida? At;n si adml'l:imos esta solución, no podremos considerar a priori
como seguro el hecho de que ella no eternice, en cada psicoanalista, una
transferencia a Freud que deja a su letra sufriendo demora. Así como hay. en
Kicrkcgaard, un Caballero de la fe, ¿se reduciría la finalidad del dídáctico a
transformar al lnafrz.ance que pasó al analista en uncahallerode la discursividad
analítica?
E;; inevitable la cuestión de saber si la discursividad no es el nombre de la letra
que sufre demora cuando constituye lazo social. ¿Producíría ella -
p(at)er;ersion obliga- como un cortoc~uito sobre lo que podemos esperar
de una efectuación.de la transferencia? El presente capítulo mostrará qu¡;
Lacan, por .su parte, no se atuvo~ una versióu discursiva de su lazo con Freud.
Hay un;.? ~paración -productíva-entr:-: un:i. definición del psicuanálísis como
discurso y su abordaje como "un delirio del que se espera que traiga una
,;
:!6 ¡« !e1ra que sufre uen1flra
¿Freudiano?
Poco tiempo después de la aparición del Vocab!dario del p.ficoa11álisis
( i967). se atribt:fa 1 un antiguo alumno de Lacan. '!(que, sín ei11bargo, era
profesor), la siguienterespuesta. ¡iJu pr;;:gunta sobre surdacíón con él y sobre
el lugar c¡u<! ocupaba Lacan der,tto del movimiento analítico: '4¿Lacan? Es
el 5 % dei Vccabul::uío" .
1
~J..iy una ·1:1.cila;ió!! e;i ~ti::into al nomhre de los, cnmpon~ntes clecstt:: voc~bul:uio. vCvpceptcs
o noccone:>~ L3 1r..c:-ociucción no (tSu~lv~ e 1to . .:. Cómo .io ·.¡er. pct otro ladv. que Ja 1..·norme
preeminencia ~uc: sed~ :>.lli ~ Fce\Lct .:se n cft>1.:to. un.1 scc:uef;i, y por esto ~~n ~econo~i rt'.fcnto
;mpiícito del rolomo > fr2od de Locan'
En efecto, si la ecuación que iguala a L~can a un 5 % de agregado a freud no
se sostiene, del:e anotarse que este modo aditivo va]e también para el propio
Freud; ¿qué porcentaje agrega la pulsión de muette ai "prímer Freud"? Esra
pregunta va en la misma dirección de una empresa como la del Vocabulario
del psicoanálisís, ya que trata a Fre:id, a Lacan y a otros de la misma manera:
sopesando (por Jo menos en principio) cada témiino de ello.~ para decidir
excluirlo o adoptarlo.
Este enviscamiento de la lectura de Freud en una problemática del incorpo·
rar I rechazar permite identit-:carla como no freudiana en el sentido de que
este modo de la l:ctura ne es el que Freud indica como capaz de producir una
intcrpret,'\c\ón. En F:cud, leer es descífrar, lo que <la nn estatus dífcrcntc a
cada uno de los té:-n:inos. ya que basta con que uno solo <lt: dios '::~Cape al
de~ciframientu para que éste últimn, y po:;ihlememt: has:a en st:s propios
principios, sea cuestionado r.uevamente (cfr. págs. 14 l/4 del capítulo seis).
'!;na lectura del descifr~iento es una lectura que no tiene otra elección que
prohíbírse elegir. ¿Qué ;;ería un descíframienr.o si comen:z:áramos por
arrogamos d der:::cho de extraer, del texto por lee~. alg-Jnos pasajes escogidos?
Resulta, entonces, que no basracon habertomado algunos témúnos de Freud.
con haber tomado a Freud como objeto de una lectura, para poder llamar
"freudiana" a la elaboración que resulte de ello. Con respecto a esto, De
l'interpre1ari011 (Sobre la interpretación) es tambiéa un caso ejemplar 1 • Si
c:itcndcmos bien el ténnino -incluso en lo que se indica ü.llí de un no hay
e!eccíón- Jiremos que es de la cas:ración de donde p(Ovi::ne una lectUí:a
frcudiana. En lngarde esto. consi<le~:mms, terrible y quizás mon:al enferme-
dad dd p>icoanáíisis ;;ontemporár.eo. lu que llamaré, con Kierkegaard, la
falsa seriedad, de 1a que el Vocabulario del psicoandlisís es tan solo una
tigura ;;:;ilre otras. La faisa sede<Uld es una de las formas más prácticas de
disctt.:ir (co este caso sohrc Frcud, e incluso en ténninos freudiano~) mant~>
nier:do al mismo tiemuo . ese tli.scurso fuera del alca:ice del menor ras11uño.
"·
pr.eg1mta o moditicacif.n qi:c pocrfa venirle de ~u objeto (aquí. de Freud que,
de falsa seriedad, "tiene su dosis"').
La falsa seriedad hace estragos seguramente en otros lugares además de la
ampulcsídad dd campo freudiano y, para indicar en qué consiste y tle quC:
manera la inteligencia es~á a su servicio, elegiré una r.!esv~ntura ocurrida, no
hace tanto tiempo, seg·ln se dice, al filósofo marxista Lucien Seve. Con
ocasión de un viaje a Inglaterra, un periodista local, entre toda. una serie de
asuntos, le pregumó: "¿,cómo explica usted que haya tantos trabajos sobre
Marx y. en cambio, tan poco sobre Spencer?" Sacrific.i:idose anre la ley de
un género que espera c;l!e uno tenga una rt~puesta para todo. L S~ve se lanza
en una gran expEca::ién cuyo tcx:o no tiene. en esta ocasión. ninguna
import<incia, ya que sólo ci.:enla el hecho de que aquella tomó e! lugar de la
carcajada que habría sido la respuesta que se hubiera producido sí. menos
cargado con la falsa seriedad, se hubieraacordadode que e-xisten, en ese ;:>aís,
grandes comercios conocidos por todos bajo el nombre de "Marks and
Spt:ncer", y qui:: la pregunta del per:odista. que tomaba esto como fuente, era
una broma fundad::t sobre t!n juego de pal~bras.
Not<in:mos que, si la lectura de Freud que prnpone el Vocab!dario del
psicoaná!isis es r.o freudiana, eso no pone ninguna objecíón a la empresa; en
efecto. ese voi;abuiario no pretende se.r freudiano sino "del psicoanálísis",
cosa que es nolablemente diferente. Lejos de tener aquí. corno en Lac3n,
"consistencia por los ti:xtcs de rreud" 1 ,el psicoanálisis es cnr:.side;ado como
pudo sedo para la psíquim:ía o !a filosofía (por mro lado. el Diccionario
LalamJr. es pue~tu explícitame:lte coino mod(!lo), es decir, como una
disciplina que vale por encima de cualquier producción de autor. Por eso.
dicho trabajo es ef::cfr•arnente :;na inter;iretación de Freud, lo qlle no
contr;idicc el hecho de que se reconozca, en esta promoción dei psicounáEsis
en tanto separ;ido -aur.que sólo fuera e:i principio- dc: !a doctrina freudiana,
una de las figur:is clásicas del recha7.o francés al camino abierto pnr Freud.
"No f::eudiar.o" ~ornado como objeción sólo vale allí donde uno pretende se<
freud!ano. Reivindicara Freud riene como corolario que nos pongamos bajo
s11 dependef!cia. Así. se puede (no nos hemos privado de ello, por otra parte)
contestar a La.can:''¿ Y el afecto? ¿Dónde deja usted al afeG:o?" contando
coa el hecho de que Lacan (no se priv~ba de dio, por otro ladu) estáobligi:do
a responder. Y su respuesta puede ::onducir!o a modificar .>u imerprctaciün
freudiaua de Fn::id. Pero si. al <líriginne a los actore.s <l~ un Vocubulurio del
psicoanálisis, les solicito que se pronuncien sohre el Umschrift o el
Gedanker1iiberrriig11ng 'en Freud, responderán uan~uílamente que, dadc las
pocas veces qtie esos términos so:i mencior.arlos en :a líter::itur:i an::lírica, no
creyeron que fü~ra ú~1l... pero que, si por cas~alidad ... ahorn ... vaya, gue esto
nu les íntc~esa en Jo rnJs rr.frlimo.
Así. el C:!.SO ce! Vocabulario del psicollmili~ís resulw s~r eje:npbr ~on;ue
presentífíc3, y quiz.is <:Hí donde no !o esperariamos, ::na forma :io frcudi::na
de tr:itac a freud. Basta entor:ces para establecer el hecho úe que e:;tas
diversas fonnas no son todas fre·.1dianas. Tenemos que o.otar, sin embargo,
que :;i rio nos a;:iartamos de! enunc::ido ::¡ue afi:rna que no rodas [as formas
de tratara Freud sonfreudiamis, argumentando, por ejemplo. su trivíaliclad,
eso conduce a plar.tear la pregunt.1 sobre sa'.:cr !o qt;e t::llificacumo freudi~na
a ta! o cual relación con Freud.
; 1. Llc :ln, Pro.~csiciór. de! 9 de oc:!lb."e :Jt! i%7 s:>htt el :).\'Ú.::"JC:::{.J!i:<:a <fe !·u ,.r<.::'''Ü1 .
. S~cJdn J. !a l~z rcc1en~!l"';')::O~c~ :e. , ~C'of .'\\:.C ~ tc : :~c.·:;.,: Cir:1:lt;1·{. J -'A Rl"'.y, l 'rx:t:u:';e. ubjtr ,!~
ui p e •..,Ji"j rt•cdi.f'r.r.t> . P :.} .F. ?:uis. 1983. $.~! leva aHí. t:J.."l 1€jO.'i ca ni.o :\"e pt:edt-. :Jll:.I ieciul"';l d~
Fre~ qi.;e ~~~?O~ª c!'R ras cu~su cr.es prC'JCC:td.:t.'i P"!' ~~$ tc~u.:~~c:iO:'l~S. E .{le" rr.é~ct!.: de :~~;'\J:a
r.I,) 1~s fc:.td;ar.:i .::n :~~ senr1Jo ~ n qtie F~!Jd .iv Je~ sus ~ u efos t;;:ic.ll'cl:> ú~ :r;1J:,1..:~c h)~. Es:n no
qu1~r:;:: J~::r ::_l!e ~Sl:~ ;e:::r.JcJ. ~C· ~ fru~o .... Sln en>b:- !'eo. t~ :lnt,;:,'lt.:JÓR ~~n ~i c:!i: !o 4u~ .)e mc5tró
Df i1l:c10 d~Jil c urio~a1r:erae ~~º·" :rJc~ -en .;:;J ::c111l!~ciér..
¿?cr qcé el completar a Frcud (S. Fromrr. .~e hizo d chantre áe. esco), o el
extraer áe F,.ei-d (Lipl¡¡m:he y Pontalis se consagraron a ello), se rcsister. ;;.
que se: :os :.Jbíquc cerno una empresa fr~udiilna, mientras que, a pesar de todo,
baj<J una fc rmJ. ciertamente ciega. ciertamente casi muúa, cier'.amente no
crítica, la consigna dd retorno a Fr¿ud fue r~cibida (y ratificada tle hecho si
no de derecho) com0 insc-:-ita siguiendo el hilo recto •1d .freudismo?
Po<lemos intuir que esta pregunta pene en juego unos homólog0s diferenles
de los que Lacan mostrabas cuando subrayaba que en el psicoan:ilisis no se
tratn tanto de hablar de Ja palabra <:omo d.e hablar en el hito de le palabra.
Igualmente, ser freudiano no consistiría solamente en hablar de Freud, sino
en habliú en el carn.ino abierto por Fre'.ld . Sin e mbargo. tenemos la sensación
Üe que ::::;Ll! Opi)SÍ::ÍÓn es ue un ma¡¡eja demasia<lt: de!ic;ido, de que e:;ta
referencia a ia palabra no ba~la para perm!tir que s~ <le:;pliegue la cuestión.
De hecho. su elaboración ha tomndo hi;,:tóricarnem.e otros sesgos.
Este no quiere decir que la cuestión fuera a.bordada de frente; pero después
Je la di:,cl 1.1ción de lo que se Hamó Ecoie Freuáienne de Paris, y q¡;e oímos
nombrar tambiúi (;Orno "la escuela de Lac¡¡n" (todo ei problema del presente
estudie csiá ahí, en esta cioble de:1nminadón), parece que esta cuestión ya no
se pu~dc e.vitar por más iiempo. ¿Qué quiere decir ''freudiano" cuando se
plantea (o si se pJ;i.ntea, lo que viene a ser lo mismo, ya que "plantear" una
operación no es n•.solverla, ni siquiera validar la fonna en que se la pl.anlea)
que ese teLmin.o vale come nomenclaturn p:>r ia vía de Luca..1?
No deja de ten'!r 0;01~secuencias el he:cho de no detent:rse dur:mte un tiempo
~~i ~f!ci~nte ~:: ~;stn lc)gi~<t partic~lar S\!gÚ1l la ·.:ual ~'freudia110·' va1e por Laca11.
V;~an.os d:;s casos Je tnibajos reden tes qac sufren las consecuencias de no
haber '.!:>ti!d..íado, en el prcpio L:ican, las diversas ehccrncíones de esta
cuesüón. Ciertamente, no permiten que se ia resuel'ra {ya que se tfaca de
c;:sc s negativos y que, según el dicho freudiano "dass nega;ive Fi:itle n.ichts
beweisen") 6, pero dan testimonio de la urgente necesidad de S'.! abordaje.
F reud e! le dé:sir del' analystee.:. un Ebro cotizado. por lo menos en el sentido
de que cueut:l con d beneficio del impriTn1.lll..:r de la oficina que (según su
prop!o término) "massmedíatiz:i" a wc:1n. Pero, por e::ncima de esta pre-
canción. hace falt.1 un gran descaro para atreverse a escribir, en una tesis, y
además dedic:J<la a Laca.n, una fr.a~~ como ~si.a. que encont:rai-nos ya en la
introducdér.., y que no ~s otra ·::osa que un ~scobaro asestado al tr:ibajo d~
Lac:m sC'brn ft-eud: ''La ?roblemntic:i. ctd d~eo del analistl., sin err,hargo, no
e:<crae su legitü::ü<l;;d de !a operación l<:.cmliana y & los ;orres que Lacan 0
efectuó sobre t~~ t~..:x.to ·frcu·~:ar.:o.r. ¿ A.c~o e! lector se "·erá <:egrtáo sob:e e~
aicu.n!:C Je semejante ,\Scrción, por lo pcre;:~orio d el :ono :mide a les g<iloncs
s i . J.<lC::.11. '..Ls .t~Jf!'fY:Uon.s de r~·ncO•t.)Ci~111, sc~oi::i;i..rio i:J¿f'..il~ ;j~ ! ~. ·le !:IO\d~tbt~ •Je ~ 9S"/.
" 3. F~.: o<!. ! tf~rr.1~ ?Ct~::i ;!~~.. ~:f! t~c1ár. ::J fJ::u~l:'i\ ;>i.~ ...,l . G~::,~c :'f-¡ J -;\t. R.::y ~ l. 'Dcci<~te.
001::! ! 1e ,.., pensée f1~Jltitt7!'1.l'. P. u . F' ., ?::ns:. ! 9 8.~. ;á; ..~y i'~.~. 21 ~ rar~ e: ~O CTit:l~:~o : ¡'.!·:! d.an
•
univers[ta..-ios? Niega. a prioH, tcdo valor de efecruació.'! dd.. freudismo al
retome a :t:r::ud de Lacan. Tornar este retof::.o .scri<imc~:t:! equi·1ale a decir,
contrariamente, que Lican es fre;!diano porque la proble:nát!ca del deseo del
analista, que él introdujo en d p•>icoa.'lálisis tr~u<liarm, e::xttae S!! kgitimiciad
de su operac:iüo sohre Freud (de s:.i retorno a "Sreud) y, p;)r !0 t<mco. de los
cortes que efectuó sobre el texto de Freud. Por utr~ lsdo, yendo mucho más
lejos, Lac<m :ia vucila en situar su retomo a Frcud come un a legitfmac:ior! Je
Freu.d (rcg¡-csaré sobre ese se:ninario del 8 de enero de i96~ que lo ciice
~xpiícit'.lffientc) y reci be de Foucai;it (del lazo que Fou,:;!ul: f)C::~ a fa Iuzentre
d "retomo a..." y i:: iostaumcíón de 'J!la.discursividad} >J r.n •.:o;ifir?nación d::
su legitimación de F.rr;:ud.
Es curiosc, por eso, comprobar q•~t' una tesis qu~ <l<i i;i esr a:da a esQ se pierde
inmedíatamentc en las arenas mov:!díza.s. En efectc, C'..l''W i.;rwca jastifica-
ción de lo que '-!finna. el autor deciara que se pu~c!e con~id,~rn.r co;no
equivalente al de>;co del anaJjst:i.. !e que él sct'laJ;¡ en Frcu:~ ,:cm:ü ia:; rúbric~:
"la sugestión, los ideales de! analista. la iden del fin del l'!ll.íli:;:is {¡c:)rno ::ii, en
Fre:.id. el fin dd análisis fuera unu ;dea!). ia érica d·~ Frtud" . E.so e:< t<mto
como cec:r que todo está en todo y viceversa. Lo '"ernos: a falta de ¡;¡¡ ~·:m<l~é'
(jorage) corr:::cr.o del lazo Fr::ud / Lacan, la ,Jüm:e:i (j'oiro.g>:?.) rio st hac~
e~pera.r, esto vale quizás como el signo del caráUer ~:\pec:~iim:!'.' '; bien
templado, "remojado", ée este lazo.
i'Yfíchd de Certcau no csqt.Ü't<• el problema de su impl<:!r:t.'.H;ú)n; ;;e ~,-,;::e- a él 7•
Pero :;in tomarse el tiempo suficiente para <lespkg:i: lv que ú.1 c el .:-etorno :!
Freud de Lacan, da inme.Ci;;tumente, p;crnatur=t.:ncnt.::, r:a st·n1idv a ern
.
n:to¡no 1n:erpretan ' do l o como un " rernrr.o 1.e .,... ~u d". E·sr:i i•);:;'lair.
1 .t"; " . Gt)~
. . ver
lo que desígna, si imaginamos una esc:::<a y un peno11;tje que, Cc:)pués <le
haber "estado en la escena" y luego haberse suscrafdo. regresaad1 ~ ci'~ nui! vo:
como cí Zorro, c~yo "retomo" a las panta!Ia.s dei c;r.e;nat6gr=d•:.• ~~;:; :•::u:t-
ciado por una :publicidad, qnc hoy ya pertenece :ll pasadc, o, ~.n ¡¡e-ga:ivu,
Bjorn Borg que se particulariz~ba por r..o lograr hac{~r realidad su reto'i'no. e;;
esta visión del "re:on:o de Freud". Lacan es romaéo como una re:::ncanutción
de Freud. Ésta puede interpretarse de dos :naneri:~ diforer.r::s, y las dos s~
encuentran e~ el trabé:.jo de Michel d!'.:: Cerceau. Pu::de valer, mágicamente,
como un retorno de Fre1!C en ocrn cuerpo,'! ento;ices "I .a..:a:i'' no sería más
q1.:e u;i nornbre J e Freud; o bien, ~ n u::~ perspectiva mis hegeiiana <!e ia
histori:l. Lac::m es acogido como re:iii;:"-ndo u Frecd. como el cristianismo
"re~!i za" :i.J judaísmo. Aquellos a los que el p!lii.:oanáiisis cor:c;erne estarían
ento::ci::s en un<l posic!6n si~ílar a ::i ,fr los •:7!:>t~ n.nos {satemos que los
pri1neros : risti.:l(ios esperaban un rc~orr~o i ~;:-¡ ..;·.:í:.~0 ,Jel ~·,feSÍ;!S ), ~J.I"<l l~s
c ;¡:ile~
.. ~ 11 ~a "
.u ;-r."imc::•a
i. . .. V""nida
._, d ..... I .....~ nvi ............-io del p.,.;.,. .h.....""'s•~
0
~ - "" 'lo4' •.,..,.,.. ti
:--·..:a~ -.. ~....,o a :a
.... v·· ·... ..............
~ '
e.sperani'~l (!~SU retorno. l)e hecho, e{ art!c\JIO de YiiCliC¡ de c~~i·tcJ.U se cicn·a
con esta l!.soera ·.¡.. ..\Jcese.nt::\ ~s1,,u . . . , . 'd 1 --¡·'
. 1J1e~t:tnnb ~ v1rtut: e v~} ,,~, nun ;!:n i<J (~ee ~ ~
,.;.\ . •i co .'1·.:
... ·; ·) r~r:
~-e- - ..se (t un rf!tOr:lo ~l
Freu<.!, Uj~ ret{)í~10 c2:_;e !r~et ~rr101fosc::i 1 ~r1
:(~·reudj~~110' ' ::i 1~u!cn se consagra a é~, l.:ican ~teccti:~ ~'l' sai to. c.umbi:! e~
:·~~-.· ···-ü· ~·), 11 1c~ _,,,: ..·o· \.,.., n,,.. ...1;·· 'T"'"/· t•n ..a 1-i' ll ,.. ·r.: .. -'., ·~ ·•r ...... C'f~ :íl ,t,... .1 ••
4' .. t;.> 1 ~ "" ... ~ ·-·· ,, ,,:i;,,.i\ . ~.. ~... · '-'" • • -.•!·.,.l fl..,,.11 _.:, 1.·{:.. ' ' ' ~·''-· ~.~1~. ' ' · :~ ... 1. s--1. C: e:
... ;:; ~'Je..:;un p~i<.l1an.íli~~s. :::-;¡;.~c~altr.cru.e el i!t: de ,111 ?'S!CíJ;lt::~li.'i: .~ <:~,i~;Oc;:} ccn r:sre ~¡ t-irJ l~.:
1
~~~=:.~;~1:nhs(~ q1;c: ~·:~·..:p\t::i~n1c. n.:-: ~e :o:'Tl::i V<Jr un J.r:aij~!...:. q~~ no corre~-= pci~gl'O y~ qu~
e~·:::i~: ~:l :~ue (:~ a::~~= st; ::ea ... •:.tC'et, 4C• ~~ :·,)~~, ~!:~ "'º~ 1.::l:¡j,::i ·Je1p¡1.'ie h:J:->;¡i~~ ood:d-rl :: olt:.!~
•
este caso) que se produce con '.a hípótcsís deque el sujeto "dice algo diferente
de lo que é1 díce". El retomo a Freud, por el lazn que instaura entre Lacan
y Freud, plantea entonces, al decir. una pregunta más fundamental que laque
le ~s dirigida por la hipótesis del inconsciente. .Esta diferencia de nivel es
análoga a la que está en juego cuando, frente a un niño anoréxíco, la Juena
iiitención nulricia propt>íle, cun estúpida malicia: "¿Quien::; zanahorias o
papas'!"; evidentemente, esto supone que ha sido resuelto el problema.
El retorno a Freud se deja entonces arrapar en esta pregunta, que ahora se ha
vuelto inevítable, de saber cuándo :ilguíen está en esa postura de decir lo que
otro dijo ... ¿quién es el que lo dice? ¿Es ese alguien o es el otro?
En un capítulo anterior, llamé enunciación paranoica al modo de enuncia-
cíón no despersonalizado sino despersonalizancc que consiste en ofrecer su
propío decír al testimonio de lo que otro dije -frase que, aunque la escribo,
no la puedo escribir, ya que "su propio" y "otro" son justamente lo que ese
mc<lo de la enunciación cuestiona en su estatus 9 • ¿Acaso no estaba ya
apuntaca Ja enunciación paranoica e:i !a definicí6n restringida de la palabra
producide;. e:i el psicoanállsis con el "eso habla''? La última palabra de Lacan
soure la pulubru consistió en una acentuación del "eso habla" en Ja califica-
ción de !a palabra como "palabra impuesta".
¿Por q•_;é fue Lacan, en vez tle algún otro, e! que se precipitó en un retomo .a
Freud'' ¿Por qué puso él su decir bajo la dependencia del de Frcud?
ComcnzJmo:. aquí a entrever que es porque él, mús que cualquier otro, se
había constituido en e! testigo del paranoico en tr.mo que impune situar la
palabra como aigu que :to es nunca otra cosa que una palabra impuesta.
,, K~mHirsc !I artic:.Jlo áe Ccevef que da cuenl:l de ra tesis en te $tJtreulltme '"' sen:ict ¿,la
ri1,1ofl1rior.. no. S.
: .)e lo encu~:ltra c:n la c.C'!icit'.:o de Stt:il. adj:,;r.?o a la ces is.. cfí. p. 396. la c1r:t :.!11t~ri:>r "":Sti en
1
iVaves quemc!das
Sof,1f11<P-r.!t hay CJll .•:~cño nuevo, el primer hechn nttevo dt.fiÍP. que el nrticu!t)
ft11tc:'on.a,Jtr.:'r. desdt siempre; ~s uno de t'1is ~scriu.1.s qJJt ~e lútfll4 LA chfJs~
t'.t
fr~ 1.ulie1ttte ( Í.&J
cosa frt:tdiana). donde indiqué }<1 que ruidie lstJb(a dicho n11nca.
S6lo que, :omo está escrito. na~uralme111e, t,iJfede.'i rto lo han oído.
·.1J L.ic""· ir.r:rs. op. Cll.. p 402. :Eo ~spa/lol: C..critl).I. o?P. di.. p5g. 38S).
"l l.at"º· fr1t1s.. op. dr. ~ S8 (f.o • .<poiiol: Escrito.. op. cit.. p~g. 88).
•= Su~rr~g;in la !:~.lg.encio de<.$(~ pu<!:-;t3 ~nequi v:ilenci~ y obreod('jn ia tri:cuto~;~ q~)e suOtic:-lck.
la tmp r.:~ .l di;l 1/,,cobu!•:n·n de nsicounoilisi.1.
.. - -
-~
retomo a Freud pudiera ser lanzada desde otro lugar que no fuero desde !a
tierra de Freud: era lógico estar allí en cuerpo para decir que faltaba acudir
allí, y que entonces sólo podía tratarse de retornar allí.
Viena fue entonces un acontecimiento. L>can se metamorfose:~ allf en
"freudiano" (se trata de: prt:cisar lo que eso quiere decir) al enunciar "la cosa
freudiana" como aquello que no podía constituirse mds que en el movimiento
de un retorno a Freud. Ai hacerse el anunciador de él, Lacan, ese día, en
Viena, se encarama al escenario de este retomo.
¿Qué es lo que volvió posible, y en ese momento preciso, este enganche de
Lacan en el freudísrno, en ese freudismo? La cuestión no puede ne ser
planteada, incluso si es necesario esperar al final de este estudio ¡>Jra
responder a esto; ¿Freud no se disculpaba acaso de: tener que actuar c::m10
esos malos historiadores que, en el curso de sus reconstrucciones. predicen
tanto más fácilmente el futuro cuanto que ya lo conocen? Responderé
entonces ahora, a reserva de dar apoyo m<ÍS adel3nre a esta afirmación. que
es porque tiene en su poder, desde el 8 de julio d~ 1953 18 , el tríptico del
simbólico, del imaginario y del reai; es porque no sclatr:ente dispone de cada
una de estas categorías, sino de estas categorías en tanto que son tres, CJlli!
Lacan puede iniciar la operación de un retomo a Freud, que puede. entonces,
"él mismo" quemar sus naves ahí. A partir de entonces, el problema teórico
que no cesará de trabajar este retorno, que.no cesará de ser trabaj~dc por es:e
retomo, será el de la articulación de Freud co:1 S.LR. :'...a cosasóio será tratad.a
de frente con la tí!tima versión d::: ese retomo; pero ya a partir de su tesis, y
de la manera en que Lacan introdujo otra definición del Yo en el freudismo,
podemos pensar que una áe las soluciones posibles, quizás !a más inmedifl.-
tamente al alcance del retomo a Freud, consiste en experimentar R .S .I. corr:o
lo que le falta a Freud.
·· Cl Otro cnmo tal sigue siendt) "" probleltJIJ t1J la doc:rifUJ.. ert Ül Jenrta de F1eu.d;
uqui( qu.t 'Jt exprtsó er. Ú> .sjguien1e: 1;qui qui.ere la "1:.J.j~r? .. Ll 1nuier.fe1fo. en eJtt
CIW>. d ~qs.iw!ltntt <Í< la VmJ,ul."
Freud
:·' RccerCemos aquí a !a Sra. Ju1~g y s:J ·~!ic;.!Z i1H~!"',~nciG:1 ?at3 ·~u-:: '."< Qt->tt~;:Je Ju~g -~ F:-eud.
IJ ruptur:i po:- la cual ~l ?nm~cc Cl"'Sa de ."ic~ (reudl(IDV ~;,u·::. •.. o~v~:si: jun&,:.i::l.!lo t.:11;:> :rtisn?a
;r.t~cvi:n(:ón. y dos ei~cto.s t:Oi~l(:tri'J.~; por e.~fl. ;i ble:i í~ rn~jor q~e pc.:~e hocer ur. horn~re e.'i
~ere;' i;ic~ut~ de \JJ:~ mujer. no ft:!~dc CJ~~ars~ de •;u~tl<!ulera.
:l J. L.;,1c:!n. É.c,ri<.t. nr1. r.it., p. .:02. (F..u e~paüol: E.-:cri!o:s 11p. .:i1., y.385).
uJ te1111 que sJJfre d1!111orn
Lacan
La Q"Uardia
~ Qué resulta de esta retirada de los perros? Nada más que una dis¡Jersión
donde cada uno de ellos, por no haber hecho de Actecín su presa y, erüon~""s,
por no poder presentarse con él frente a la díosa, se vuelve "la presa de los
perros de sus pensamientos" n. Releamos esta página 395 de los Escriros
para oir. hoy por fin, el extremismo del cual da pruebas Lacan en esta
introducción del retorno a Freud. Porque. st devorarse a sí mismo es le que
resulta de la r~tirada (pür lo tanto: lo peor), la alternatíva, que es el retorno
a Freud, tiene por boi:izonte algo como una destrucción colectiva (la que no
se produjo en el momento de la primera caza), en una comunión "casi
mística" dende Freud/A.cteón, devor~do ahora po r los perros, le ofrecería
este devorar mismo <l la Diana cton¡ana para recibir de ésta, con la n1ucrt.:! de
todcs, ~na confinnación de que, como la Verdad, f ue efecüvamer.te "toca-
da".
Sólo una visión 1imitada de la locura puede escandalizarse con este extremis-
mo (o simular estar escandalizada); pues ¿c.:ómo opo nerse al extr~mo de la
locura si no es <lt:ntro ck un compromiso igualrnente extrf:rno?
Retomar a Freud, es retomar con él esta caza de la V crdüd; su fin no puede
consistir :.nis que en el geste que se remite a ella, ofreciéndo le 1o que ella ha
rechazado, ya que la posició n dcsarmad;:i en que es sorprendida, en d baño,
es esa misma que vie ne a ocupar frente a ella aquél que pretende convertirla
en su presa. En este punto límite, las categ<x ú1s, !as ctiferencíaciones mísmas
desfallecen: el montero se co n vierte en presa y la presa se vuelve sombra y
el n1ontero falla así, pero de la buena manera, en s u caza de la Verdad.
Tenemos aquí, entonces, esta muerte transfigurada. s ublírne, a nunciada de
entrada, puesta de entrada e n el horizonte deí retorno a Freud. A pe~ar de que
e lla a pele, lateralme nte, a la fo rrnidable rr.e~g ia de~ ITc<lsoquismo (aunque d!a
sea quizás una fo rma de trntario), no est:i de miís usar los encantOs del
aiejandri::o para invítar a nue vos perros a semej<J.nte empres~. Veamos
presentados como tales. lo:; cuatro alejandrinos que se en(.;uentran 31fi ~a! de
In cc nferencía pro r.uncía<la en Vie na:
~ i.a etez-ción Ce de•1cr;:irse ~ s! mi~mo r.nc.:.~ ~·Je :.ejv• ~ic •:::J!d.J: 1Jel Otro 5e vuelve ~a!::::u.:: ~o
!a e~oe:-jto<.::a de un os!coílr.ii:is;s y. 'l!:~vi=c(:i~nle.nte. en ~o:i :;:ASos. d::: µ:-¡tc:osis. f'~=-~ es 1.Jn~ r~g:3.
para ~orii.>.~. qoe ..:uestionarse ~s rn:is !ácit,V~!lrr..t.riJJnen~c ~~o qt.:e se dice. qa:: ~l.h!sdvnar :.il Oero.
:s dt:.c;r. qvic pcncrlo a ia escue ia de su f::tl~.
274 C.. ie1ra que :;11fre d~t"'1ra
Retomo JI - La discursividad
Ha habido gente -y cada vez hay más-que se interesó en el "retomo a Freud"
de Lacan, incluso para comprometerse en él, y con frecuencia muy adentro
dei>de un punto de vista personal. Se trataba, en su mayoría, de lo que La¿an
llamaba "caso;; de verdad". Pero esto no impedfa cierta opacidad mantenida
en cada uno de estos compromisos: el acuerdo dado al ..retomo a Freud" era
a la vez efe:: ti vo, confuso y, finalmente, silencioso, salvo este reconocimie:i-
to de que estaba en juego allí una verdad, con toda certeza. la del freudismo
mismo; dicho de otro modo, de cierta relación con la verdad. ¿Tal vez hay
que ver este silencio como la necesaria contrapartida de Ja participación
efectiva de los perros en Ja caza, como el signo de un compromiso demasiado
poderoso? El hecho es que la intervención de ~1ichel Foucault vino de otto
lugar, y que, desde !955 hasta 1982. Lacan no recibió nunca la menor
inrerpretac.ién de su ''retorno u. Freud", salvo en febrero de 191)9, y por obra
de Foucault.
Con su conferencia, titulada"¡, Qué es un autor?", Michcl Foucau!t procede
¡¡ una presenración del "retorno ·a ..... como hecho de díscurso; confirma así
No por eso Lacan se atendrá, a partír de ese momento, a un uso esoicto del
témúno "discurso"; al hablar igualmente de "discurso capít:ilista" o de
"discurso Je la ciencia", se verá obligado a precisar de qué se trata en su
doctrina de los cuatro discursos, distinguiéndolos como "discursos radica-
les". Tenemos aquí una dificultad taxonómica que, como veremos, no deja
de tener importancia para el pasaje a una {ercera ver;;;ión del retomo a Freud.
La constniccíón de cuatro discursos radicales es esencialmente el productí'.l'
Je una escritura; hny cuatro discursos porque <!Sta escritura proviene de un
"alfabeto" de cuatf\) ler.:-as. por.que cuatro letras nunca pueden ocupar más
que cuatro lugares, y porque sí se mantiene la serie de las cuatro letras como
una serie ordenada, así como la c.lispusición de esos cuatro lu~ares, no quedan
más que cuatro "fra.'\es" posibles !l.
Como he(.;ho de escritura, los cuatro discursos sellan e! nuevo valor dado ai
"discurso": a partir de ~se momemto est;í des1.mido de la palabra, y toma en
e! escrito e! estatus de un "discurso sin palabr:!", mientras que en su acepción
habitual. el discurso permanece ligado a la palabra, incluso sí esm palabra ya
no !o es totalmente por tener que presentarse como una p;i.labra ritual izada.
Esta construcción s~ puede precisar mejor cmm.> la conjunción de dos series
u .~l~·Jnos se pus le ron 1ocne::iia(.¿1mt-:iu: :! : n1cnt:.:r n~od.i ftc:1r el orrl~n rl~ !:t.~ ~el.a~ (u:1a empresa
a la que U:::,l se cpuio tle inroedi~lo) pero. c urios;unente . .:a naóie se le oc:urrjt'i (a.tnbi:i.r la'i
retacíon!:s. con ~o~ :!1g,;1. r~s {que. ~~n e:nbat!;.C'· t:¡a ft)cti Ce pens.:u- ¡;iues10 que e!;.tab1.-1 :'lornbra-
~<>l ).
276 ta le1Ta que 1u¡re demora
s ~si ~s2
La otra ;;erie, mucho más reciente (vista desde este 26 de noviembre de 1969)
fue construida en la inmediata prolongación del gesto de la admínistracíón·
de la Écoíe Nonnale Supérieure echando I cazando (chassantqujere decir las
dos cosas, ¡qué casualidad!) al se1ninario de sus locales. El día de su última
presentación en la calle t.i!m, Lacan ubica este acontecimiento como un
intento para liquidarlo, del mismo orden que el de 1953. Par¡¡ captar la
lección que él va a extraer de este acontecimiento, es necesario recordar ante
todo que fue en esos locales de la E.N.S. donde Lacan, viéndose con los ojos
que lo veían, los de los "príncipes de la universidad" (como él los· llamaba),
iba a acredítar su decir como algo que era una enseñanza 24. Pero si obtuve
la comprobación de que su enseñanza no era universitaria, eHa víno, esta vez,
de la administración de la E.N.S., ya que eso fue lo que el <lirector adminis-
trativo le dijo en el momento mismo en que lo echaba 2!. Desde ese tnomento,
Lacan concluyó que debe haber varios tipos de enseñanza, una "universita-
ria" y, por lo menos, otta que no lo sería.
Hay aquí en el nivel de la doctrina, una toma en cuenta muy notable de un
acontechniento sobre el que nos equivocmfamos si lo considerásemos como
puru~ente institucional. Lacan, excluido de uno de los lugares destacados
de la universidad, propone inmediatamente una escritura de la posición
uní versitaria. Esta escrirur:i. Ja hace codearse con la posición del amo y de la
histérica, cada una de las cuales responde a una de las tres realizaciones
posibles de la serie
a
cuando J¡~ insertamos en los tres lugares marcados como se muestra:
on ..
La conjunción de estas dos series de escriros, una antigtm, la otra
nluy reciente, da la serie de las cuatro letras que van a escribir los cuatro
•
discursos:
:i ''..;qui e:~ dnnüe se ad,·?:-ta~ q~'! lo que yo de:::!a e~:l ;,in~ ~nseci;anz~... ) Lac~1:1, .$cminwio éc !
26 de ~ovie~ore de : 969.
!5 .'\!!rs:=iar.!o ~n la tomtenta det z~or.recim.icnro. l...o:i:::in Jl~sar tl a 11:llnat a su ~nseñanza
·•:i.n~un:t.;r.r:.i~'1ri;\''. E.->te Lipo cie desJiZ2.m.iento es lo q1:e prohibirá la utilii.ación ée Jo.s cuatro
cliscu:~os. Pero :il hien eso io prohite. no :o ;cnpide, como c:l po;-;t.. Wc:in lo oste~tó
desgrac;:i.d=enre.
la discursividad 277
2) Campo: "Ellos ahr;eron el espacio para otra cn~a que no era dlos mismos,
y que sir. embargo pertenece a lo que ellos fundaron."
"... el campo del que Freud hizo la experiencia sobrepasaba las avenidas que
él se e.'lcargó de preparamos... " (Escritos, p. 387)
3) Enunciación: " ...Casi no oiríamos d sonido Je una indiferenci:-.: "Qué
280 Ja let:a que sufre demoru
"El sujeto del discurso no se sabe a sí 1nismo en zar.to que sujeto que sostiene
el discurso; que él no sepa lo que dice, ... vaya y pase, siernpre se lo ha
suplido. Pero lo que Freud dice es que éi no sab·e quién lo dice" (10 de
febrero de l 970)
4) Relaciones socia.tes: .... Ja manera como ellos (los discursos) se articulan
sobre reiacíones sociales... "
" ... esta noc!.ón de discurso debe torr.a•rse como !azo socíal... " (19 de
dicic:-r1bre de I 972)
" ' ,j;.gar
~) ' A[
... "C'
¿ orno, segun
.
e su1eto: , que, coiit:1c1ones
J'. :iJO que'fionnas, rugo
y b. 1
,9) Susperis ión: " ...a difeP~ncia de la fundación de una ciencia. la instauración
discursiva no fer.na parte de sus transformaciones posrerior~s. permanece
•
necesa.ria;nentc re~irada o sus;::iendida
•'
sobre ;;Il¡i::;. La con.secuencia de esto
es que defínin1r,.s líl validez teórica de una proposición con rc!ación a la obra
,
la di.sc!l.rsivfrJ,;J 28 ¡
10) Olvido: " ... es necesario que primero haya habldo olvido, no olvido
accidental, no recubrimiento por algunaincorr1prensión, sino olvido esencial
y constitutivo."
Frell.d". Se plantea, en. efecto, la pregunta (puesto que Freud está tomado aquí
r.! La ve.:: coG10 autor de una obra v como instaurador <le un discurso) de saber
~
p;irtic.:uilli :r~~n te de lo que opera sobre f' reud u partir del momento er. que
sabemos que es el de Freud en el sentido que se precisó mú.s arriba.
He aqufla lectura yue hizo LacJ.n <le esta fra!le del anuncio; no solamente aísla
y por lo tanto Ia distingue, sino que la dice, como !o voy a mostrar, de cierta
manera: subraya et lugar de "Freud" en "retomo a Freud" como un lugar
posiblemente Y:lcÍo (son los tres puntitos) y sitúa de o.Hí lo que quíere decir
que Freud sea puesto en ese sitio:
"En el anuncio que hizo de su proyecto de J3 ínterrogación "¿Qué es un
autor"?, la función del "retomo a" -puso tres puntitos después- se encontraba
a! fí nal, y debo decir que -por ese solo hecho- me consideré convocado allí."
(La transcripci61i es mia y, por io tar1!0, tarnbiérz la p untuación. La frase está
extraída d~l semine.rio que si3itié inrr:edia:cmenie a le. conferencia.)
• •
"' G. Mounin. Q•elques r1:1rai1s du sl)Ü de j, w c""· N.R.f-. na. l 93 , 1 de "'e'" í 969.
" fü1a ~:islt~ción ocurre cuando <1 sujr.(() reconoce $UimPQsibilidod ~e dom;nar el punto en el
Otro Jes<le donde io que él da para ver se fl'Jra *
la tiisc~r.•ivid.ad 283
~ E; ..
t.·.,da del se~nario . . o._. p:ri! ~ ncl•Jyc i.::;l·:ls l:C:::~ pur.dLos. al ·:;O'!';".er.:J.i.o. ..:on c~~to n {..e '
; la p(~r..G:a ~e.:;i~:: (S c!I:! 1~i...::~::~O~<: -~~ 197~. t.;~::il'! ~Jrc~:::o;;l que .~:f'\'er. F:ua ··rnarca! U-:J h;g:U
Yacio ". :.: n ,l!~::t •1:tc;r, ~e r.hr '2St.i ::s ~:n !u~~.Jr n~ ;n;lcc:li.~O. La 1.::r:-.J...;a J.c ia fobia da tes Or.-:uchU
dt! ~Stf:.
¿Qi:.é quiere decir esto? Al funcionalizar el "retomo a ...", Lacan confinna el
alcance reconocido aquí de estos tres puntitos, ya que uaa función es algo que
le hace un lugar a una variable y, entonces, este Jugar marcado con tres
puntitos está ranto m;ís asentado como lugar virtualmente vacío cuanto que
es el lugar mismo donde viene a inscribirse una variable. En efecto, si hay,
como lo dice ese día Lacan, una función "retomo a ...", podemos,igualmente
escribir esto:
RETOR.'\fO A ...
o esto: [ (x)
Así respondemos entonces a la pregunta que se planteó sobre saber lo que era
"Freud" en Ja expresión "retorno a Freud". Si este retomo es una función,
entonces Freud es lo que la iógíca de las funciones predicatívas llama un
argumento, un término definido y susceptible de venir a ocupar ei lugar de
una variable en una función lógica. Freud es el argumento del retomo a
Freud. Pero, al mismo tiempo, damos cuenta del "convocado", pues si esos
tres puntitos tuvieron ese efecto, aparece ahora que es porque estaba fa.era
de cuestión, para l.acan, poner w-i.a variable en el lugar de este argumento.
Quiere decir también que en la expresión "retorno a Freud", "Freud" es
tomado no como cualquiera.. Pero, si no se reduce a esto en el momento del
retomQ, ¿es porque su nombre de "Freud" no se puede reducir al significan ti:;
cualquiera }C? Esta última pregunta es homóloga de Jaque planteabaFoucault
• en el anuncio de su conferencia:"¿Qué puede significar et "retorno a ..." como
momento decísi vo de la transformación de un c;arr,po de discurso?" En e:>ta
formulación, Foucauit revela una gran prudencia, ya que se contenta con
hacerle 1.rn lugar aquí, sin decirla como tal, a la eventualidad <le que esta
"tr:msformacíón", que él califica, con todo, como "decisivu", no sea otra cosa
que una destrucción de la discursividad. Si el ''recomo a ..." es una operación
efectiva, ¿qué resulta de esto para la discursividad? ¿Es acaso esta destruc-
ción un pasaje a otro discurso o una salida -¿pero hacia dónde?- de la
discursividad?
,
la discurJiviJad 285
;
286 /11 l<rm '1"" sufre demora
Aquí, <le una manera quizás más ineludible que en otros lugares, e! autor
aparece, en la d<.:pendencia en la que él está de lo que lo lee (el retomo), como
un "autor mediato". como una "función autor'', como producido por la
lectura. ¿Est<irno.s midiendo la fonnídable potem:ia 4ue Je re:::onuceinos aquí
a la lectura? Es exactamente igual a Ja energía puesta a actuar en el olvido
~sencial que excluía toda posibilidad de una lectura inmediata.
¿Por qué fue necesario este olvido? ¿Por qué la lectura, el reconocimiento
del acto instaurador, no fue posible de entrada? Esta última pregunca se une
a otra, de la cual no es más gue la contrapartida: ¿qué ocurre con un discurso
cuanuo se vuelve efectivo el reconocínúento de 1o que fue para él su acto de
instauración? Ahora bien, no enconrramos ní en Fouc:ault ni en Lacan una
respuesta ::i estas dos ¡;reguntas que vaya en la dirección de esta problemática
de la disc:.i rs i vid:.<d. La razón para esto e5 quizás que las respuestas no están
al ;i.lcance de la discursividad, que exígen ser tomadas por otro sesgo.
En todo caso, esto es lo que atestigua la existencia núsma. en Lacan, de una
tercera versión de su retomo a Freud; este nuevo abordaje, topológico, vuelve
aniculable una resµ uesta a es.as preguntas. aunque al precio, es cierto, de
refom1u! arla~.
Pero yo veo otra razón pura la existencia de una tercera versión del retomo
af-reud. t.ma r az.ón que no viene de la probiemálicageneral de ladiscursividac,
:;ino de su ímplan'.acíón propiamer.te lacaniana, esto quiere decir que es
interna a la escriwrl; de los cuatro discursos.
Esta escritura, como toda escritura 4ue se respete, puede escribir ciertas cosas
y no olras. y entonces obliga. en algún momento, a optar por otro modo de
lo escrito. Aunque trivial. un hecho como este no es por ello desdeñable. Al
distinguir el lugar llamado del agente y el de la producción, la escritura de
los cuau·o discursos no puede mostrar cómo. en la operación de un psicoaná-
la discursiwdtul 2ll"l
u Se co1:~u.tat:í ~otre ~sio$ ~t.:~1~0~ :os avbajos de P. Soury {en ü~rnrcl ncs. 5 y ó. y <.i..ur.!>ién
su '>p~s:l!io ... ~~ciiJo por l:t ;::.;;::~;e!;> d.:! la C::Jcs:i). 1'\i cGr::.r;. YI . \'iltard. "Une ~·n!scn1.o.lion de
:.icouµure: ~e ~oe·~d borr·J~n ~.:r.Cralísc·· .er. L ;11or'.J( 11" l . &í. F.:es. Touloo.s~.1ruiyo de J 9~ 1.
(E:1 ;::..?aiio\: "1;r.~t pn::$o'!:l~!éa ~e! ~O!'te: e.1 :u:do bof":"orneo g~ncr~Hz:i.do" li~tnral !l:>. :!. Ed.
La t~ r:e "ocli,Ja. c ,,rf.o ho . .>.1~r.111;,,a. í987 )
28~ ~" !elr!l qu~ :rufr~ liemora
Ve ~os qi;e e:; cnm::ebibk cs:.:ribír ::ualqu}er entero naturnl a µmir del tres, ;
po r lo canto, e:ure ellos. el númeH• cu;J.tn1. Pero el nudo de cuatro introduciéo
por !,acar. el i4 de er.cro d:: !975 es tomado por mro sesgo: ya 110 es
·~ ~e:.;:lr. e.\ta c::>inc ider.ci;:i, Ja !'l''=c~n:1:e1:cia :.1t:1 .:ni.l.~in~rio ,.~(dría desde ~ 932 :ia~tn ~ 955r In
del si:r.JOJtco L.!e.~de 1955 h~ia l 975. v Ja érJ .re-Gl ,tc;;puC:s tJe i 975 .
•
simplen1c nte oLra presentación, sfao una torna en cuemade una especificidad
del cuatro borromeo, quizás alcanz4l<la gracias a esta otra presentación.
Hela aquí. Está tanto más justificado que !Ievemcs allí las diversas identi-
ficaciones de las consistencias a las que procedíó Li'.laln etrauro que, de
inmediato, él mísmo interpretó de esta manera su la.ro con Frettd.
realidad psíquica
La lectura del retorno a Freud con este r:udo de cuatro descansa sobre cierto
número de decisiones que pueden ser cxp!icít:tdas como sigue:
I) Hay, en Freud, elementos susceptibles de acoger el imaginario, el
sirnbólico y el reai; son corr.o puntos favorables a un injerto, más particular-
mente,. a estos injer.os.
2) Hay, en Freud, la exigencia de una efectuación de un anudamiento
borror.1eo.
3) Pero este anudamiento, por el hecbo de la no puesta a !a luz de las tres
consistencias. responde aalgunac; exigencia<; específicas: particularmeme, la
designación hecha por Freud de una "realidad psíquica" que no tendría así
otra función que la de ser esta c.:uarta ccnsistencia que viene a asegurar el
anudamiento borromco.
¿Cuáles son, en Freud. los elementos susceptibles de aceptar este injerto del
real, del s:mbólico y dd imagínario? ¿Qué es '.o que. en Freud', vendría a
~:onfirmar que estos tres nombres que se le· udeslizarian bajo los pies"
(Lac:i.n), lejos de venii-como cuerpos extraños ala doctrina freudiai::a, por d
comrZlrio la revelaría11 a ellu misma? Comu en este. estudio no se trata de
pfantearle estas preguntas a Freud, me contentaré con mencionar cómo
~w kl il!It'd que s:.¡rt dtmr1ra
En Caracas, eP. una <le sus últimas intervt::iciones públicas, Lacan decía:
"Vengo squí ;;nt;::s de lan= mi Ca.usafreudil}Jla. Ustedes pueden ver que
me atengo a este adjetivo. Ser Jacanianos les corrcsp(:nde,si ustedes quieren.
Yo soy freudi¿nc."
A partir del prcser.te estudio de las~ elaboraciones sucesivas del retomo
a Freud. ¿cómo responder a esta solicil/\cióil, si es cierto que la hay? Hago
no~ar an:es que nada que r:ingi.mo de los re.'.lgrul'iunientos que invocan a
Lacan se presenta (junio de 1983) .::orno una "escuela !acaciana de psicoaná-
lisis". Con toda razón, ya qllf: el retomo a Freud volvió e&<l!.!co definiúva-
rr:en~e todo apoyo sobre Lle.a.-¡ en. ta.'lto que calificador. Quetla Freud. Pero
como nos :i.bs",.enemos de precisar lo que quiere decir~freudl:mo~ con lacan,
•
la discurlivi®d 293
esta referencia a Freud está hoy retirada ha1.;ia arrás con n:~pecto a la
problemática del retorno a Freud.
Sí nos mantene:nos en el reconocimiento del cMácter freudiano del retorno
a Freud. si nos atenemos a este freudismo, ¿cómo responder? Si hubiera
resultado que R.S.I. es lo que le falta a Freud. entonces el retomo a Frcud
habría operado una perforación efectiva en Freud. Y no vemos por qué nos
prohibiríamos, a par:ir de esto, nombrar como seria cor.·1er:iente a una
institución para el psicounálisis, o sea: escuela borromeade psicoanálisís. El
psicoanálisis se reinscribírfa enconces más netamente en la ciencia (el
problema de( anudamiento borromeo es matemático, Lacan pretendía tratar-
lo "matemáticamente"; él trabajaba en este trutamien!o de una manera
privilegiada con el r.1atemático Pierre Soury), y la existencia de una "tercera"
versión de¡ retorno a Freud manifestaría que la transformacíón decisiva de
una discursividad, realizada por la operación de un "retorno a ...", es una
dcstrucc:ón de la discursividad, una salida a Ja cícncia de la discursividad (no
la instauración de un discurso díferente o el pasaje a un discurso diferente).
Semejante paso se encuentra en la extrema avanzada del retomo a Freud;
supone la soiución de cierto número de problemas hoy apenas abordados. He
aquí, sin ufán de e;d1austívidad, algunos de estos problemas:
"¿Confirmará una leccura de Freud a R.S.I. como falta en Freud?
¿Qué t.:tilizac:ón, qw~ reorganización óe !os conceptos de Freud resulta de la
localízacíóo de esta falta?
*¿Cuál es el estarns matemático de la topología lacaníana? Pero
también y recíprocamente: ¿En qué cuestionaría dicha topología (como lo
atestiguaba el trabajo de P. Soury) lo que seria el primado del aígebrísmo en
macemátic:lS? ¿Encuentra ac:.so el trípüco de R.S.I., en el nudo borromeo
generaEzaco (úe donde se enge~dra un campo que ya no es el de un~
geometría de \a sierra) el r.iatema capaz de producir estos tres registros como
tres dimen~iones?
• ¿Qué modificaciones son aportadas a la práctica analítica con la
puesta a !a luz de estas tres dimensior.es? ¿,Tí ene su anud:;.,:;iento en cada
análisis la misma ap uesta real que la perforación h:.-caniana de Freud: una
recucción de la verslón del padre edípico?
Conclusión
el estatus psicoanalítico
de lo sexual
Yn e1tur.cil. ponífndolo t r. pr~.re"re. que "º hay rekicidn u;r:ia /. E.ue es el
furzdamefllo del psicoand!iii.t.
' Ottc \Ve1n111 ger, SeYe ~t ~a.t~t:tir~. fd. L 'A ge ó'ho1r.rr.c. Laus\11\;i, 197.5. ~H3c~ fal:a, ~<::aso.
reccrd~ el cr.onne éx.ho de :SC;) obr~ que, ~Dil'.o ·o h::ice not~ R. !a.cc:uci en su pr<:f=><::io• .'ie
cnconrr.:ibo. ~n ~u c ?o::.1t:1 ~edición 'J':l año Ct::$¡)'vés <t.e su Jp~ión ( ! ~)?
(Onclu.sión 297
en une iado mismo que anota que entre hombre y mujer, ::io hay relación. Pero
esta transcripción de un defecto, de una falla, permanece semantizada;
traduce bien una de !as principales puestas a ia luz. que se le deban al análísis,
sin estar en posición, con todo. de escribir este "no hay" como imposibilidad;
no escrito, (es decir, no transliterado por un escrito; es decir, no leído con esa
manera de leer que este libro intentó situar) conserva, hasta que se demuestre
lo contrario, el estatus de un hecho ciertarr..ente decisivo pero. sin embargo,
contigente.
¿Con restaríamos, acaso, que las sábanas dentro de las chozas están lllT'Jgadas
u veces a causa de otras cosas que sueños agitados'! Eso no seria una objeción
ya que. incluso si aceptamos e! a priori de una rcdución de lo sexual a lo
genital, sobre Jo cual la objecíón se funda, seguiría siendo cierto que, si
tomamos la cosa por su lado bueno, el de sus avatares (el poder no poder hajo
las dos formas de '.a impotencia o la frigíde:r.). resulta que estos últímos
panícipan mucho más de la imagínarízacíón de una relación sexual que el
coito ~egul:ldo desde el comienzo hasta el final. e incluso en sus más mínimos
detalles, por el significante. Que no haya relación sexual anota. ante todo,
que en el acto sexual cada •Jno de los par:icípante.s no se enfrenta num:a con
otra cosa que no sea el objeto de su fantasía, porque una simbolización de este
objeto. delos ;;igníficentes que están en juego en ia gramática de esta fantasía.
pennite que esta última intervenga en su función que consiste en volver al
deseo apto para el pince;.
Pode~os ver que el enunciado "no hay relación sexual" no podr{ade ninguna
manera ser concebido como una verdad primera. Esta verdad tampoco es
primera con respecto a s;.1 formulación por Lac:.m. No será inútil un breve
recorrido por su aparición, con ei fin de íntroducir su desciframiento y de
precisar. a pruiir de ahí, el este.tus de lo sexual en psicoanálisis.
Esta emergencia oc~rrió en tres tiempos.
Tiempo uno: d acto sexual es un acto 4 • El acto no es la :tc::ión,
mnchc mer.os el rrwv!miento; el ?Sicoanálisis lo hace mani tiesto, y esto lo
vuelve diferente de cualquier sexolog:a, con la observacíón de que el ac!O
seX'Jal es irreductibk a una gimnasia. La acción sólo tiene valor de .'.lcto en
tar.io el sujeto depende ahí del significante, pero de cierra manera. Con la
distinción del acling out y del pasaje al acto (cfr. capítulo nueve) hemos
estudiado otras dvs ce esll.S :naneras. Diremos, con Lacan, que hay acto
cuando la acción que está en j·.iego se encuentra sometída a la instancia de la
letra de w.I manera que el significnnte, del que ella se hace cargo, opera ahí
por eso, y él mismo, como corte. El acto inaugura y por eso nunca va sín
ir.scripción. C::.1: respecto a loqueé( repíte, se caracteriza por ter;e~ un efecto
298 el ,:)·1v;Uo$ pJÍcfJan.a::1ico <...'~to .sexual
resolutivo; el precio será que el sujeto se preste ahí para soportar sus
consecaencías, a pesar de que las ignora durante el tiempo de su efectuación.
Así, el acto no tiene retomo. Estas indicacíones demasiado breves sobre el
acto no se dan aquí más que para recordar la problemática que da su alcance
a un hecho que, por lo que sé, no ha sido advertido; a saber, que el momento
mismo en que Lacan imroduce en la doctrina analítica esta noción del acto
es también el momento en que señala lo sexual de ese ténnino.
El acceso a una relación genital tiene estatus de acto porque no es posible más
que en un sujeto que se encuentre en esta depe:idencia del significante que
el psicoanálisis llamó "castración".
Tiempo t:lo.s: no hay acto sexual 5 • Síguíer.do de cerca, en Ja serie
de los semínarios, ei señalamiento de Jo sexual como acto, vemos que csco
no es la ancítesis -en e! sentido lie la dialéctica hegeliana- de la pr:mcra
aserción. ~lás bien es un hecho ex¡erior, suplementario y, en suma, no
necesario que, tomado en cuenta en el interior de la problemática del acto
scxunl, van introducir la negación que diferencia a este segundo enunciado.
Esta intervención e:; la de lo psicoanalítico <le:;ígnado ahora, también, como
acto. En el momento mismo en que inrroduce por primera vez el término de
acto analítico, Lacan produce su corolario con la afirmación de que no hay
ar:to se;-:ual. En vez de intentar formular lo que '«~so" quíe:e decir, seguire-
mos el hilo de esta consecución.
Tiempo tres: no h:iy relación sexual 6• El término de "re!ación"
sustituye ahora al de acto. Esta sustitución es de orde:i metonímico ya que
la ln!>cripc!ón que acompañaba al acto es ahora lo único que se tou:a en cuenta
con este término de "relación''. El acento se desplaza así de una inscripción
notarial a una escritura lógica: oo hay conector que pueda ligur lo que sería
un signo "hombre" y un signo "mujer... .,
Esta metonimia no deja de tener consecuencias, en part:culur sobre la lectura
de lo que propone el espuñol con el sintagma "el octo sexual". Sígue sin haber
acto -y por eso el acto es requerido allí, esa es la verdad de la afirmación del
tiempo uno, leída apres·coup desde el tiempo tres- que pueda fundar lo
sexual como relación. A partir de este tiempo tres, también, podemos
sostener corno U:la verdad, como un semi-dccír. que no hay acto sexual. Las
afir.nacíones de los tiempos uno y dos no se ven contradichas ní superadas
(Aujhebang), ni tampoco sobrepasadas ni "destacadas" en el tiempo tres; son
situadas. E! acto sexual es efectivamente ur. acto, pero un acto al que se apela
a fa!ta de la relación, un acto cuyo alcance serfo. fond;ir c:sta relación pero que
no legra rn:.is que oc:.:par el lugar de ésta. Por eso, no hay acto sexual allí
dende no hay reladón sexual.
,
JOO el c-.t:atut ps4~00lftJlc'tica de la .sexual
Dante.
El ::r.canto de Bea(riz n<J es dcspr::ci~bic. Romper un en::;rnto sigue síc:ido
sin embargo, co mo ya ha sido dicho'', la apuesta de cada psicoanálisi:;. Y
co mo est<: "desencontnm iento" da la medid¡¡ de sus efec:os sobr:: l¡is
in ve~tié ur<.:s E;.;idin:iles Jel sujeto. no está cxduü.lo que k escr:tllra de la :io
relación ten!!a '··
c onsecuencias sobre nuestra erótic2 nüsma.
El !etrapor ietr('. es le mtc se encuer.tr:l (co:no lo testi:n.::mi;1 el Ou!ivo ') mós
' ' '
alejado de toca o molog.í:l: b ;ta to maría al ser como supre:no al llamarlo
arnac!o.
•
306 índice tenhinuliígico y dt 11ombrts propios
Ideograma 73. 74. 100. 101, 126, 196 LJpsus 77, J 93, 248
Ignorancia 227 LASEGUE27
Ilusión 236, 237 LAURENS 109
Imagen-i mllgen n:ircisist:i 52-53. 72·75. 91, JOI, LAUTRÉAMONT 145
102. 188.265,266 LECLAfRE 301
Imaginario 17. 32, 53, 68, 83-!!5, 94.103, 151, ~crura 14-1 7, 20. 27, 31 , 44, 78, 81-83. 85, 90.
237, 249 y sig., 266, 2 69, 288, 290, 300 92.93, 94,97-99, 141, 154,225.228, 234.
Impedi mento 23 1 236. 2.55.258. 283. 285, 298
Im posible- imposibiUd~d l 8, 60, 79. 87, 94, 99. Leer 67 . 2Z7
22 1, 239, 242, 247. 2íJ!. 299 Legitimidad 49, 61. 86, 96, 260
lmpo~m:ia 8!!, 23 J, 297 LEfBNITT 124
ltr.prirrwlur 260 Lengua 75, 123. 257
Incauto 15, 23. 63. &O. 90. 273 Lenguaje l ~, 76, 77.94, 145. 1-16. 149, 290
Inconsciente 17. 21, 76, 78, 99, 145, 148. 1.56, Lenguaje obje to 146, 147
165. 166. 175.204. 223. 227, 249. 250. 263. Lesión 27-29. 32-34, 37. 38, 39. 43. 48. 50-55, 58.
265 60
[nde::idibie ! .54. 155 Letra 11-22, 52, 67, 69, 77, 81. 92. 101, 105, J 10,
(ndice 60. 197 ! 15, 140. 1-l2, 203. 204, 213. 213, 238, 243,
ln!luer.cía 4 . 2"i7 2+l.. 245.246, 143,270. 275,279, 295, 297,
Inhibición 86, 227. 231, 235 299
Iniciació n 33 Letra-c:ir..a que sufre de:nora '244 , 296
Inmediato 14, 81 LEvl-SíRAUSS 93-95, l l I
Insistencia 22. 283 Ley!14.239.2.t.i,247,248
Insuficiencia 85 Libido 296
lnt~ligencia72, 258 LICHTENBERG 7, 6 1. 125, 237
íntención 23 8 Lig¡¡zón ~. '240
lnterpretnción-inrerpretación delirante 13. 16, 17. Lingüístic:i 18, 282
20, 21. 69. 71, 72, 75, 77, 30, 82, 186. 188, Lisca 87-90. 94, 139
190. !92. 193, 198, 2l5. 216, 220, 229, 235, Lltt:ml 1 l 5. 141
236. 256. 253. 259, 272,274.277-279,282. Litoral 92. iOl, 295
283 L!a"i: 73
Intrc-rrjsión (de los suj::::os) 237 Locur:J 10, l2. J3, 34. l 70. 176, ! 85, 273
ln r:-Jición-imuición de!irance l 1. 79, 80, l 92. 193. Loc:!ra .~ imul cánea 177 . 183
195, 198, 199, 214-216 Lógica 21, 55-.56. 94 , 99, 260, 284. 296
Lugar 247, 261
JAKOBSON 203
JANc"T 18, 46, 47 M . (ca~o) iB7-192
)¡\y 9 ~fagfa
30, 32. J3. 26 1
Jerogliñco 16. 21. 119. 123 -124, !27- 144 MAGRITTE 1.50, !5 1, 154-155. !60-161
JONES 31. 33, 44 Molemc nd.i.:!o 7J. !O L 249
f
JOUY 80 MALLA.RMÉ 165
JOYCE 105. 29! M:inia 33
JUNG 271 MAJ\/TE G A 7_.$, 32
_iuss;Eu 29 Marcil !iJ l , ::?.45
~ARCELLUS 2Z9
K;\THARINA (c3So) 54 ~1A!UE 62
r:~ V "=GA ....
K•l~·'"'~ .1 ,., "" 73 ; <; J,
"\!...' l _ _- "58
¿ • "'"'º "'8"
- ¡ • ,:. ""' l'r111RIBA P~.PPENHEI?vl 29. 30, 31
KIRCHER J 23. T~l. 104 MARTJJ'.i 114
KLETN 178 • MARX 2J7, 2:58. 280, 296
KNAP29 M;;iscqu i~mc 273
KOJEVE 177 Masturbación 34
KOLLER 30 M:ite!lU '.!93
KOYRE 19. 146 Macemitic-.i '250, 29'..I, 299
KRAEPELIN 169. 173 M:ísc:i.ra ! 03
MdancoliH T7
L1\1'-fARCK ~9 Memoria 13. 233. 244
~~·cerc:i 122. 202, : C4 Metalenguajl:": 103. l "6. 1~7. 237
L.'\?LANCHE Y PO.NTAL1S 260 Metáfora 55, 33, 85. 37, 95-98, 100, 103, i46,
LAPO!NTE 198, 203 218,250. 300
intJi<:e lt:rmvw{ógiCQ y de Mmbrt:S propios X)/