Está en la página 1de 4

Maestra Titular: MPB. Roxana Arizaí Polanco Rodríguez.

Terapia Breve y Estratégica.

Paradigma.

Instituto Universitario de Ciencias y Humanidades.

Alumno:
Jorge Alberto Chavira Barragán.
Paradigma; significado e importancia en el diario vivir de las personas para
interpretar su manera de pensar y sus conductas. Influencia de los
paradigmas para lograr cambios de conducta.

Paradigma, palabra que tiene su origen en el latín tardío, y este del griego
antiguo παράδειγμα (parádeigma, "modelo"), a su vez del prefijo παρα- y δεῖγμα
(deĩgma, "patrón"), de δείκνυμι (deíknymi, "mostrar"), en última instancia del
protoindoeuropeo *deyḱ-

La real Academia Española lo define como ejemplo o ejemplar; es


utilizado también como modelo.

En general, hablar de un paradigma es hablar de algo ejemplar, o sea,


de algo característico de una visión o perspectiva, o bien algo que resume
un sistema de pensamiento o de hacer las cosas.

El uso contemporáneo del término paradigma se empleó por primera vez a


propósito de las ciencias, y es fruto del pensamiento de Thomas Kuhn (1922-
1996), un físico, historiador de la ciencia y filósofo estadounidense, a partir de
1960.

Según él, un paradigma es “una completa constelación de creencias,


valores y técnicas” que definen el ejercicio de una disciplina científica en un
momento determinado de su historia, esto es, su modo general de entenderse a sí
misma: los métodos que elige, los problemas que aborda y las teorías que acepta
y da por sentadas.

Por lo que podremos definir que un paradigma es un esquema, que


aprendemos o nos es impuesto, dentro del cual podemos determinar que se
incluye la perspectiva o manera de pensamiento, que nos hace interpretar
nuestras percepciones del mundo que nos rodea y actuar de acuerdo a dicha
interpretación con la firme creencia de que esa es la manera verdadera y correcta
en que se debe de actuar en los distintos ámbitos de nuestra vida, y conforme a la

1
misma se podrá juzgar, calificando o desaprobando, la forma en que los demás
perciben su entorno y actúan.

Conforme a lo anteriormente dicho, cada quien reacciona y actúa de


manera distinta frente al dinero, la pareja, los amigos, el trabajo, la abundancia, la
auto imagen que cada uno de nosotros tenemos. Mucho de los paradigmas
personales reciben la influencia y la inercia que les imprime: la familia, la sociedad,
los amigos, la escuela o el sistema educativo, los compañeros de salón o los de
labores, en una época o temporalidad dada, al igual que sobre los mismos incide
la territorialidad o región en donde las personas se desenvuelvan.

Los paradigmas con los que he crecido:

1. – El más común de todos, los verdaderos hombres (los meros


“machos”) no lloran. Esto hizo inhibir mis sentimientos, ser poco
demostrativo y tener poca apertura hasta con las personas más
cercanas. Una vez que me di cuenta de ello, años hace ya de esto, me
percaté del daño que andar rumiando dichas cuestiones me había
hecho: había sido huraño, malhumorado, violento y agresivo; había
logrado lo que no quería, que la gente se alejara de mí puesto que mi
sola expresión y lenguaje corporal andaban “diciendo de mi” cosas que
yo no manifestaba expresamente.
2. – No hay que hacer las cosas a lo tonto (“a lo pendejo, sinónimo de no
hay que ser pendejo”). Cuando le dicen a uno que debe de ser
“hombre”, responsable, proveedor, exitoso, con empuje, pero también
que se anda uno ahí por la vida haciendo las cosas sin planear, sin
reflexionarlas, o sea, a lo pendejo, se vuelve uno miedoso para
emprender, para tomar oportunidades que por exceso de “pensar muy
bien lo que vas a hacer”, se pasan. Se convierte uno en una persona
muy metida en su propio mundo, lleno de vergüenza para
desenvolverse y expresarse porque “no vayan a decir de mí que me la
paso haciendo pendejadas”. Un ser acomplejado, de autoestima baja,
se siente uno como un zombi que deambula por la vida, ahí, nada más

2
pasándola, buscando la aprobación de los demás con tal de no verse
expuesto, criticado, y, además, paranoico por la sospecha de que lo
demás hablan de cuán pendejo está uno.

¿Es posible que las personas cambien? De acuerdo al artículo de Ángel


Izquierdo Martínez¹, y refiriéndose a las definiciones de Allport, concluimos que
el temperamento es la parte de la personalidad que proviene de la biología y
el carácter se refiere a la parte de la personalidad que proviene del ambiente que
rodea a la persona. Por lo tanto, de antemano sabemos que hay una parte de la
persona que definitivamente no cambiará; la otra parte, el carácter, puede
modificarse si se obra en terapia y Modificación de Conducta, realizando
acercamientos de tipo cognitivo o emocional, o de ambos tipos, según cada
persona, y convencerle que los paradigmas que le están causando problema en
su vida han resultado ser obsoletos o impedimentos para lograr su pleno
desarrollo como persona y pudiéramos suavizar ciertos aspectos que conforman
su temperamento, por ejemplo, disminución del grado de impulsividad o
agresividad en sus respuestas a estímulos de interacción personal, sociales o
ambientales. Pero esos esfuerzos serán solamente dirigidos a la modificación del
carácter y no cambiarán en nada el temperamento por lo que no se modificará la
esencia misma de la persona.

¹ “Temperamento, carácter personalidad. Una aproximación a su concepto e interacción”, publicado


en la Revista Complutense de Educación, Vol. 13 Núm. 2 (2002) 617-643; IS5N: 1130-2496. Departamento de
Psicología Evolutiva y de la Educación, Facultad de Educación. Universidad Complutense de Madrid.

También podría gustarte