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DIOS, ¿DÓNDE ESTABAS? DIOS, ¿DÓNDE ESTÁS?

En los momentos que sientes la ausencia de Dios, Su presencia está más cerca de lo que
puedes imaginar.
Y estaba enfermo cierto hombre llamado Lázaro, de Betania, la aldea de María y de su
hermana Marta. ... 21Y Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no
habría muerto. 22 Aun ahora, yo sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá. 23
Jesús le dijo: Tu hermano resucitará. ... 25 Jesús le dijo: Yo soy la resurrección y la vida; el
que cree en mí, aunque muera, vivirá.
Juan 11:1, 21-23, 25 (LBLA)

Has hecho la pregunta, “Dios, ¿dónde estabas? Dios, ¿dónde estás?” Estoy seguro de que
has sentido la realidad de estas palabras al sentir que Dios estuvo ausente en tu vida. Para
algunos de ustedes, esta realidad los ha dejado sintiéndose abandonados, indefensos,
confundidos y hasta enojados. Cuando Dios no viene en el momento o en el tiempo que lo
esperamos, nos puede hacer sentir decepcionados, y hasta puede derribar nuestra fe.
En la Biblia, vemos a Marta y María sentir la realidad de estas preguntas cuando su
hermano Lázaro se había muerto porque Jesús no había llegado a tiempo (Juan 11:1-3, 6).
Pero la tardanza de Jesús al sepulcro no era por su falta de amor por Lázaro, sino porque
Dios había orquestado la situación para un mayor propósito (Juan 11:4). Aun así, las dos
hermanas, al sentir el dolor de la pérdida de su hermano le dicen a Jesús, llenas de
lágrimas, “si solo hubieras estado aquí… (Juan 11:21, 32)”. Al oír y ver a los demás
llorando, Jesús también empezó a llorar (Juan 11:35). Pero ¿por qué lloró si Él mismo dijo,
“tu hermano resucitará” (Juan 11:23)?
La realidad era que Jesús estuvo más cerca de lo que las hermanas pudieron atreverse a
imaginar. Las lágrimas de Jesús muestran cómo el corazón de Jesús estuvo latiendo junto a
los que estuvieron haciendo duelo por la pérdida de Lázaro. Jesús, estaba llorando lleno
de compasión porque sentía y se lamentaba por el profundo dolor y sufrimiento que ellas
estaban sintiendo. Pero Jesús no solo estaba llorando con ellas, sino que estaba obrando
en la vida de Marta y María por medio del sufrimiento que ellas estaban experimentando.
Al declarar, “si solo hubieras estado aquí”, Marta y María vieron la situación de la pérdida
de su hermano por medio de una visión microscópica en vez de telescópica. Aunque Jesús
había dicho que Lázaro iba a resucitar (Juan 11:23), las hermanas habían estado pensado
en la resurrección en el día final (Juan 11:24). Sin embargo, lo que Jesús estaba diciendo
era, “Yo soy la resurrección y la vida, ahora. Los que vienen a mí, nunca verán la muerte”.
Para demostrar esta verdad, Jesús había llegado intencionalmente en el cuarto día (Juan
11:17, 39). Estos cuatro días eran significativos para los judíos porque ellos creían que el
espíritu de una persona flotaba sobre su cadáver durante tres días para ver si algún
milagro podía volver a unir el alma al cuerpo. Pero los judíos creían que, en el cuarto día,
el muerto había perdido toda esperanza de vivir de nuevo, ya que el espíritu lo había
dejado. En vista de esto, Jesús deshizo estas creencias. Derrotó y eliminó el poder y los
efectos de la muerte, al gritar, “Lázaro, ¡sal fuera!” (Juan 11:43). En ese preciso momento,
Lázaro salió con vendas y el rostro envuelto en un sudario (Juan 11:44). Por medio de esta
obra milagrosa de Jesús, muchos de los judíos llegaron a ver la gloria de Cristo y creyeron
en Él (Juan 11:45). La pregunta, “Jesús, ¿dónde estabas?” ahora, tenía una respuesta muy
clara para María y Marta.
Tal vez, hoy, te encuentras preguntándote, Dios, ¿“dónde estabas cuando estas cosas me
pasaron? ¿Dónde estabas cuando mis padres se divorciaron? ¿Dónde estabas cuando fui
abusado física o emocionalmente? ¿Dónde estabas cuando perdí a estas personas que
amé tanto? Algunos de ustedes, en este preciso momento se están preguntando, “Dios,
¿dónde estás en mi vida? ¿Por qué no quitas mi dolor insoportable? ¿Por qué no cambias
mi situación? ¿Por qué sigues ausente en mi vida? Jesús te afirma, “siempre he estado
aquí. Cuando lloraste, me senté a tu lado y lloré contigo porque mi corazón está unido
cercanamente al tuyo, y sentí el dolor que sentiste. Siempre sigo estando a tu lado.
Cuando no puedes ver cómo estoy obrando en tu vida y no puedes ver detrás de la
montaña, Yo puedo ver la tierra prometida. Pronto verás lo que haré con tus dudas y tus
dolores. Pronto verás mi gloria de nuevo en tu vida y muchos llegarán a conocer de mí por
medio de tu situación. Deja que tu corazón vuelva a latir, porque Yo soy, la resurrección y
la vida.”

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