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CASTRO
LA SUSPENSIÓN DEL
ACTO RECLAMADO
EN EL AMPARO
EDITORIAL PORRÚA, S. A.
MÉXICO, 1991
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CAPÍTULO III
NATURALEZA Y ESTRUCTURAS DE LAS
PROVIDENCIAS CAUTELARES.
1. Las providencias cautelares en la doctrina. 2.
Análisis de las providencias y medidas de cautela. 3.
Legislación mexicana.
Creo que el primer reto que se nos presenta para poder captar la esencia de la suspensión
del acto reclamado dentro del proceso de amparo, bajo el método adoptado con gran
convicción por parte de adscribir este instrumento procesal, en forma comparativa, a las
providencias cautelares, consiste en forma lógica en estudiar por nuestra parte la
naturaleza jurídica y la hondura de la providencia cautelar en la doctrina universal, y después
─ en forma comparativa ─, explicar en qué se adapta y en qué aspectos se diversifica
nuestro propio instituto.
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doctrina, no sólo para explicar la suspensión, si no para enriquecerla, hacerla avanzar, y
procurar el mejor provecho para una institución básica del derecho de amparo, protector de
las garantías constitucionales, y que entre nosotros no ha progresado porque estamos
ubicados en la casuística, en la práctica de de consultar precedentes, jurisprudencias en
donde aparezca conjuntadas resoluciones tomadas con anterioridad en casos idénticos o
similares, sin que aparentemente nos tomemos la molestia de intentar sistematizar si no la
suspensión en sí al menos las notas fundamentales de la doctrina universal sobre las
providencias cautelares, que mucho provecho nos daría. Todo ello sin que las adoptemos a
ciegas, tratemos de ignorar que en cualquier forma la suspensión es una providencia
cautelar, pero no todas las providencias cautelares se asemejan o se ajustan a la suspensión
en el amparo.
Bajo este entendimiento inicio el examen que se anuncia en este capitulo no sin
aclarar que parto fundamentalmente de la Introducción al Estudio Sistemático de las
Providencias Cautelares 2 que se produjo en 1945, explicándose en la Advertencia que
procede a la obra de PEIRO CALAMANDREI, actuando como Profesor de la Universidad de
Florencia, y en sus términos textuales “contiene la introducción a un curso sobre las
providencias cautelares explicando durante el año pasado a los estudiantes del segundo
bienio de esta Facultad Jurídica”, y que más adelante explica que tienen como objeto
principalmente “llamar la atención de los estudiosos, especialmente de los jóvenes, sobre
una región del derecho procesal que hasta ahora a permanecido en la sombra, y que es
extraordinariamente fecunda. . . en problemas prácticos insospechados, a la solución de los
1
La Jurisdicción Constitucional Mexicana, dentro de la obra de Mauro Cappeletti La Jurisdicción
Constitucional de la Libertad, Imprenta Universitaria, México, 1961, pág. 211.
2
Ed. Bibliográfica Argentina. Buenos Aires, 1945.
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cuales no puede dedicarse de una manera seria quien no se encuentre sólidamente
preparado en el campo de la teoría”.
Este pequeño introito para entrar de lleno ─ y sin mayor explicación ─, en el estudio
profundo del maestro.
O sea: que en forma práctica la cautelar facilita y asegura la principal. No son pues
las cautelares un apéndice de la ejecución forzada, como lo requieren algunos autores
alemanes como GüTHE Y ROSENBERG. Además, es muy importante resaltar la afirmación
de CALAMANDREI de que las providencias cautelares no anticipan los efectos ejecutivos de
la providencia principal, sino que aseguran los efectos decisorios.
La segunda reflexión nos llega igualmente por vía de F IX ZAMUDIO.5 Sostiene que si
bien un sector de la doctrina mexicana y de la jurisprudencia han estimado que las medidas
precautorias en el amparo tienen efectos exclusivamente conservativos, el llega a la
conclusión de que es verdad que esa es la regla general, pero en algunos casos es preciso
otorgar a la medida efectos constitutivos y aun restitutorios, como se señala en el Art.136 de
la Ley de Amparo, en donde se puede poner en libertad al quejoso por detenciones que se
afirma son inconstitucionales, sujetándolo a medidas de seguridad para evitar se sustraiga a
la acción de la justicia en tanto se resuelve el fondo del amparo.
3
Ob. cit.; capítulo V, págs. 135 y ss.
4
Panorama del Derecho Mexicano. Síntesis del Derecho de Amparo. UNAM, México, 1965.
5
Breve introducción al juicio de amparo mexicano. Memoria de El Colegio de México; México, 1977,
pág. 181.
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Con ambas posiciones hemos mostrado nuestra convicción, 6 y afirmamos tanto la
doble naturaleza de nuestra suspensión en el amparo indirecto y en el directo, como la
anticipación de efectos, no solo en el 136 de la ley, sino igualmente en los artículos 124,
últimos párrafos, y 174 en materia laboral.
6
Tanto en Hacia el amparo evolucionado, como en Garantías y Amparo y El Sistema del Derecho de
Amparo.
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En esta parte tendríamos que comentar que es bien claro en nuestro instituto que lo
persigue es conservar la materia de la controversia constitucional, de manera que cuando
llegue la sentencia esta pueda ejecutarse ─ porque pervive ─, y no se haya escapado entre
las manos por no prever su subsistencia.
Advierte, sin embargo, que todo esto no debe llevarnos a contraponer ─ en este tema
que estamos manejando ─, providencias que deciden sobre la relación procesal, de aquellas
otras que deciden sobre la relación sustancial.
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imperium. De ahí la afirmación intuitiva de R ICARDO COUTO 7 que llamaba a la suspensión
amparo provisional. Así todo queda en su lugar, a la luz de la doctrina universal de las
providencias cautelares, sin que por ello tengamos que aferrarnos en cuestiones de
denominación, sino por el contrario de búsqueda de una esencia.
Una ultima cita textual de la obra de CALAMANDREI que hemos venido examinando,
nos enriquece con un pensamiento final que exige nuestra reflexión: “Incluso se podría decir
que precisamente la materia de las providencias cautelares constituye la zona fronteriza
entre la función jurisdiccional y la, administrativa, de policía”.
COUTURE, 8 quien afirma que las medidas cautelares son las dispuestas por el juez
con el objeto de impedir los actos de disposición o de administración que pudieran hacer
ilusorio el resultado del juicio y con el objeto de asegurar de antemano la eficacia de la
decisión a dictarse en el mismo, nos recuerda que medida proviene del bajo latín metita, de
igual significado, post-verbal del verbo latino metior, iri, “medir” cuyo participio pretérito en el
latín clásico era mensus, mientras que en baja época se adopto la forma analógica metitus,
de donde el castellano medido y medida.
7
Tratado Teórico-Práctico de la Suspensión en el Amparo, Ed. Porrúa, segunda edición, 1957. Estudio
en Apéndice De la Suspensión con efectos de Amparo Provisional; págs. 217 y ss.
8
Eduardo J. Couture, Vocabulario Jurídico, Ed. Depalma, Buenos Aires, 1976, pág. 405.
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En cambio la providencia, por supuesto referida a la judicial, 9 es un cultismo jurídico
tardío, formado sobre el latín eclesiástico providentia,-iae (que se refería solamente a la
Providencia Divina), para servir de sustantivo al verbo proveer en su aceptación jurídica. En
el latín clásico providentia significa “sagacidad, capacidad para prever”. Es un derivado del
verbo provideo-ere “prever”, compuesto de pro “por adelantado” y video, -ere “ver”.
Cautelar, según el mismo autor que venimos citando, es derivado culto y moderno de
cautela, y éste del latín popular (arcaico y de baja época) cautela,-ae, derivado de cautus, a,
um, ”cauto”, participio pretérito de caveo-ere “prevenir” (se), “tener cuidado”.
9
Ob. cit., pág. 489.
10
Eduardo Pallares, Diccionario de Derecho Procesal Civil. Ed. Porrúa; México, 1966, pág. 525.
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Por otra parte, he subrayado en la explicación general que trata en la suspensión de
una medida cuyo contenido es una determinación jurisdiccional. En efecto, CHIOVENDA 11
sostiene que estas medidas provisionales de cautela se distinguen por la naturaleza y las
condiciones de aquellas ─ también provisionales ─, que les son permitidas dictar al juez,
vista la especial certidumbre del derecho o su naturaleza especial; pero enfatiza que no
pertenecen a esta categoría todos aquellos modos de garantizar el derecho en que no
interviene el juez con una resolución, y que consisten en acuerdos de los particulares, como
son las hipotecas y las prendas, y además todos aquellos procedimientos de cautela en que
sí interviene el juez, pero que estando concedidos únicamente en el supuesto de la efectiva
existencia del derecho, son en realidad accesorios al derecho mismo, como podrían ser las
obligaciones de prestar fianza, o el embargo de muebles de un arrendatario.
En el caso del amparo la medida cautelar suspensional puede ser dictada por las
autoridades responsables. En casos de amparo directo; por los jueces de Distrito, en los
indirectos; o por autoridades ordinarias, en auxilio de los últimos jueces citados, en los casos
previstos específicamente en la Ley de Amparo (arts. 38, 39, 40, 144 y 220),
determinaciones todas ellas que son de naturaleza jurisdiccional.
11
Giuseppe Chiovenda, Instituciones de Derecho Procesal Civil. Ed. Revista de Derecho Privado.
Madrid, 1936, págs. 297 y 298.
12
Tesis 137 ya citada. Octava Parte del Apéndice 1985, págs. 209 y 210
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negativa de una autoridad publica, haciendo cesar temporalmente sus
efectos obligatorios mientras se resuelve la controversia constitucional.
Tan se comprende así en los juzgados de distrito, que el expedientillo dentro del cual
se dicta la providencia generalmente es denominado Cuaderno Auxiliar, o sus iniciales C. A.,
seguido del numeral progresivo que le corresponda. Si el agraviado ratifica la demanda, se
abre el juicio y entonces el expediente que se forma ya lleva el número del Amparo Indirecto
correspondiente, o sea se varía totalmente la naturaleza de las actuaciones. Si no ocurre así
quedó de manifiesto que la providencia cautelar tuvo total autonomía produjo todos sus
efectos por sí misma, y jamás consistió en una cuestión incidental de un supuesto principal
nonato.
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que ejecuta o trata de ejecutar el acto reclamado, para recibir la demanda de amparo, y
cuando precisamente el amparo se promueva contra aquella, y no haya en el lugar otra de la
misma categoría, o cuando reclamándose contra diversas autoridades no resida en el lugar
juez de primera instancia, o no pudiera ser habido, se otorga la facultad de recibir la
demanda a cualquiera de las autoridades judiciales que ejercen jurisdicción en el mismo
lugar.
En todos estos casos las facultades otorgadas a autoridades diversas a las que
originalmente corresponde intervenir en los amparos, se ven adicionadas con otras para
mantener las cosas en el estado en que se encuentren ─ es decir dictar providencias
cautelares suspensionales ─, por el término de las setenta y dos horas.
2. También habría que recordar ahora la situación tan profundamente planteada por
FIX ZAMUDIO – y a la cual ya nos hemos referido ─, respecto a que si bien es claro que la
13
Op. cit., págs. 297 y ss.
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suspensión en el amparo indirecto es una cuestión incidental, o sea que constituye un
incidente (con la salvedad que nosotros hacemos en el punto anterior), en el amparo directo
la suspensión de oficio o a petición de parte la decreta el tribunal señalado como
responsable, lógicamente no lo puede hacer sino en el expediente de ejecución de la
sentencia definitiva, o de la manera como lo dispongan las previsiones procesales federales
o de los Estados correspondientes.
Quizás por ello no sólo los autores sino nuestra propia Ley de Amparo con frecuencia
se refieren a los procedimientos suspensionales como el incidente de suspensión. Sirva
como ejemplo lo dispuesto en el último párrafo del artículo 35 de la Ley, incluido dentro del
capítulo V, del titulo primero, bajo el rubro: De los Incidentes en el Juicio, cuando dispone:
“Los demás incidentes que surjan, si por su naturaleza fueren de previo y especial
pronunciamiento, se decidirán de plano y sin forma de substanciación. Fuera de estos casos,
se fallarán juntamente con el amparo, en la sentencia definitiva, salvo lo que dispone esta
Ley sobre el incidente de suspensión.”
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juez de amparo, y de manera definitiva, decrete la inconstitucionalidad del acto reclamado, y
declare su no obligatoriedad, y en ocasiones inclusive su inexistencia jurídica.
Sería ir demasiado lejos el sacar como conclusión de todo lo anterior que el amparo
en realidad es una medida política y no tanto jurisdiccional. Pero la verdad es esa, como lo
hemos aprendido demostrar en el primer capítulo de esta obra: todo el amparo gira alrededor
de una facultad política otorgada a un poder político, para que éste ─ si es el caso ─ tome
una medida o providencia realmente de carácter político, ya que debe observarse que por el
hecho de concederse el amparo la autoridad responsable no es destituida de su cargo, ni se
le despoja de sus facultades o tributos, ni forzosamente se le consigna a las autoridades
penales por abuso de poder o por un delito cometido en la administración de justicia, aunque
excepcionalmente esto pudiera ocurrir así en los casos notorios en que el acto tenia la
intención dañada de causar un mal, obtener un lucro, o ambas cosas a la vez.
No encontramos otra forma más clara de poner de manifiesto todo este proceso que
─ en la parte de la definición que ahora estamos examinando ─, contrapone como dice
CALAMANDREI, y vincula, una providencia que es de cautela, como instrumento de otra
providencia que es de anulación, y como veremos en otra parte de la propia definición, sirve
al mismo tiempo de conservadora de la materia de la controversia que de otra manera no
podría darse por haberse consumado irreparablemente el acto, o al menos impone graves
dificultades para repararlo.
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Y es aquí donde se trae a colación principalmente el artículo 136 de la Ley ─ pero en
realidad ocurre en otros muchos casos ─, que si bien está mal redactado porque ordena una
libertad perdida y que pretende obtenerse en forma definitiva cuando se resuelva el fondo del
asunto, sujeta a la libertad, a medidas de aseguramiento mucho muy difíciles de
instrumentar, pero perfectamente posibles.
Ya hemos insistido que ese cese de efectos es una situación comprometida. Por eso
recordamos a MONTESQUIEU cuando indica que frente a los abusos políticos de la autoridad,
que en todos los países y en todos los tiempos se suceden “habrá que detener el poder con
el poder”, la cual es la posición más alta del amparo, ya que este no atenta contra el poder
público sino que lo aprovecha en su estructura jurídica más honda, para detener el poder sin
destruirlo.
Por supuesto la parte más delicada de este proceso es aquella providencia cautelar,
podríamos llamarla intermedia, principal, o anticipatoria, ya que no frena el poder en forma
definitiva ─ lo cual pertenece evidentemente a la ejecutoria de amparo ─, sino cautelarmente
en forma temporal hasta que la sentencia firme resuelva. A ella se deben atener gobernantes
y gobernados tratándose de un caso concreto que sea puesto a la consideración de un poder
político del Estado Federal.
Queda así explicada la definición que proponemos. Aceptamos que pudiera estar
plena de limitaciones o inconveniencias. Pero al mismo tiempo nos da el pretexto para
examinar elementos muy valiosos de la suspensión, puesta en comparación con la mejor
doctrina de las providencias cautelares, instituto al que indudablemente corresponde.
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