Está en la página 1de 279

Esta traducción fue hecha sin fines de lucro.

Es una traducción de fans para fans.


Si el libro llega a tu país, apoya al escritor comprando su libro.
También puedes apoyar al autor con una reseña, siguiéndolo en redes
sociales y ayudándolo a promocionar su libro.
¡Disfruta de la lectura!

2
NOTA
Los autores (as) y editoriales también están en Wattpad.
Las editoriales y ciertas autoras tienen demandados a usuarios que
suben sus libros, ya que Wattpad es una página para subir tus propias
historias. Al subir libros de un autor, se toma como plagio.
Ciertas autoras han descubierto que traducimos sus libros porque
están subidos a Wattpad, pidiendo en sus páginas de Facebook y grupos
de fans las direcciones de los blogs de descarga, grupos y foros.
¡No subas nuestras traducciones a Wattpad! Es un gran problema
que enfrentan y luchan todos los foros de traducciones. Más libros
saldrán si se deja de invertir tiempo en este problema.
También, por favor, NO subas CAPTURAS de los PDFs a las
redes sociales y etiquetes a las autoras, no vayas a sus páginas a
pedir la traducción de un libro cuando ninguna editorial lo ha hecho,
no vayas a sus grupos y comentes que leíste sus libros ni subas 3
capturas de las portadas de la traducción, porque estas tienen el logo
del foro.
No continúes con ello, de lo contrario: ¡Te quedarás sin Wattpad,
sin foros de traducción y sin sitios de descargas!
STAFF
Auris

-queen-ari- Genevieve Mely08610


amaria.viana Gesi Miry
Anna Karol IsCris Umiangel
AnnyR’ Jadasa Val_17
Auris Joselin Valentina Rose
Beatrix Julie
4
Dakya MadHatter

AnnyR’ Jadasa Karen_D


Daliam Julie Pame .R.

Beatrix Miry
Jadasa Val_17
Julie

Vane Black
ÎNDICE
Sinopsis
Capítulo 1: Feelgood en mis pantalones
Capítulo 2: Un reto desafiante
Capítulo 3: Cazando al éxito de ventas
Capítulo 4: Pizza y pasión
Capítulo 5: En el clavo
Capítulo 6: Todo irá bien, eventualmente
Capítulo 7: Tan no
Capítulo 8: La mangosta y la cobra
Capítulo 9: El idiota de al lado
Capítulo 10: Empeora
5
Capítulo 11: Oh, no, no lo hizo
Capítulo 12: Corazones rotos y paredes invisibles
Capítulo 13: Escribe sobre
Capítulo 14: Sarcasmo y arrogancia
Capítulo 15: Cobro de impuestos sobre la esperanza
Capítulo 16: Tan jefe
Capítulo 17: Libro quemado
Capítulo 18: Ajetreado
Capítulo 19: Toda la verdad
Capítulo 20: Solo amigos
Capítulo 21: Sin remordimientos
Capítulo 22: Expuesto
Capítulo 23: Castillo de Naipes
Capítulo 24: El sueño imposible
Capítulo 25: Nuestra historia
Sobre la autora
SINOPSIS
¿Qué puede hacer una chica cuando un hombre que tiene
innumerables matices de mal se siente tan bien?
La ambiciosa editora de libros, Asha Tate, es una romántica
empedernida. A pesar de su historial mediocre con los hombres, cree en
desmayos, suspiros, y el amor eterno de las verdaderas almas gemelas.
Claro, el sexo está bien, pero ella no es alguien que alguna vez haya sido
impulsada por sus impulsos animales.
Hasta ahora.
Cuando Asha se topa con el candente contenido de Instagram de
alguien que se llama a sí mismo Profesor Feelgood, se pone lujuriosa
primera vez. No solo se queda jadeando sobre el insano cuerpo del
profesor, sino que su poesía llena de angustia por perder su único amor
verdadero le habla directamente al alma.
Desesperadamente necesitada de un éxito de ventas para su 6
empresa editorial con problemas, Asha sabe que el potencial del profesor
para venderse a sus millones de leales seguidores podría ser el salvavidas
que sus jefes necesitan. Sin embargo, la tinta apenas está seca en el
contrato por libros antes de que se dé cuenta de que ha cometido un
terrible error. Claro, el profesor es increíblemente talentoso y más sexy
de lo que cualquier hombre tiene derecho a ser, pero el hombre detrás de
la persona no es en absoluto lo que imaginó. En la vida real, es intenso,
arrogante y exasperante, y su extraña habilidad para rozarla de manera
incorrecta convierte el proyecto de su sueño en una completa pesadilla.
Saber que el profesor es todo lo que no quiere en un hombre,
debería ayudar a Asha a ignorar sus impulsos ocasionales de montarlo,
pero rápidamente descubre que la química explosiva e indeseada puede
hacer que incluso las personas inteligentes hagan cosas estúpidas.
Masters of Love #2
1
Feelgood en mis pantalones
Traducido por Val_17
Corregido por Jadasa

Bueno, esto es mortificante.


Aquí estoy a las siete y media de la mañana del lunes, más excitada
de lo que he estado en todos mis veintitrés años y tres cuartos de vida.
¿Pero me encuentro con el hombre de mis sueños? ¿Estoy siendo
cortejada con citas y conquistada hasta querer quitarme los pantalones?
¿Estoy en un lugar exótico con arena, mar y camareros semidesnudos
sirviendo bebidas con diminutas sombrillas de papel? 7
No.
Estoy sentada en mi escritorio en Whiplash Publishing, rodeada
por una oficina vacía y el leve chasquido de la máquina de agua, mientras
soy bombardeada con pensamientos muy malos sobre un hombre al que
jamás he conocido.
Esto no es bueno.
Escucho un sonido de golpes desde el pasillo. El único otro pájaro
madrugador aquí hoy es nuestro gerente de finanzas escocés, Fergus,
quien tiene una relación antagónica con nuestra vieja fotocopiadora y no
le importa quién lo sepa.
—Túúú, maldita criatura —grita, su grueso acento aumentando en
volumen a medida que escucho más golpes—. Asquerosa y fétida hija de
puta. —Sus palabras están acentuadas por el sonido del papel rasgado—
. Sólo… joder… engrapar, ¡maldita lame pollas!
Hay un sonido de pitido fuerte, seguido por los gritos de frustración
de Fergus. Ofrecería ayuda, pero no puedo alejarme de mi porno escrito.
Además, Fergus siempre parece extra malhumorado cuando está
compilando las proyecciones de ganancias/pérdidas de fin de trimestre,
así que me gustaría mantenerme fuera de su órbita tanto como sea
posible en este momento.
A medida que continúa el abuso a la copiadora, cruzo las piernas
debajo de mi escritorio y miro alrededor para asegurarme de que todavía
tengo el área de la oficina principal para mí. Si alguien me viera en este
momento ¿podría notar lo excitada que estoy? ¿Sabría que la sangre
inundando mi rostro brillante y ruborizado se desvanece en comparación
con la sangre que se apresura hacia las partes más bajas de mi cuerpo?
Con una exhalación purificadora, me pongo de pie y me dirijo al
baño. El resto de la tripulación estará aquí en cualquier momento, y de
verdad necesito controlarme antes de que eso ocurra.
Entro en el baño de mujeres y pongo las manos bajo el agua fría
antes de darme unas palmaditas en el rostro. Cuando miro mi reflejo,
niego con la cabeza. Ninguna cantidad de agua podría hacer desaparecer
mi ridículo rubor rosa brillante.
—¿Qué demonios estás haciendo, Asha? En serio. Quieres lamer a
un hombre que ni siquiera conoces. Peor aún, a un hombre cuyo rostro
no has visto. Estás fuera de control.
Yo no soy así.
Soy una romántica. Quiero flores y citas para cenar, besos largos y
lentos a la luz de la luna. No me gustan los enganches al azar y el sexo
indiscriminado. Nunca entendí cómo mi hermana mayor podía obtener
tanta satisfacción con las aventuras de una noche. Las he probado. Son
incómodas y llenas de timidez. Prefiero conocer a los hombres a quienes
permito el acceso a mi cuerpo. Para mí, no hay nada más sexy que un
hombre que quiere estar en una relación.
8
Pero supongo que esa es la razón principal por la que he
desarrollado intensos antojos de la salchicha de un total desconocido. Mi
hombre misterioso ha perdido al amor de su vida, y se lo cuenta al mundo
sin vergüenza. Cuando leo sus palabras, encuentro contagiosa su pasión
y, aparentemente, estúpidamente excitante.
Después de respirar hondo, regreso a mi escritorio. Una vez allí,
agarro el ratón con toda la intención de avanzar en la pila gigante de
trabajo en la agenda de hoy, pero en su lugar, termino echando un último
vistazo a través de la página de Instagram del hombre que se hace llamar
Profesor Feelgood. Maldita sea, tiene el nombre correcto. Aunque
probablemente debería haber añadido “en mis pantalones”1, para ser más
precisos. Justo encima del nombre en su perfil hay una imagen de
Harrison Ford como Han Solo, y debajo está su biografía, la cual dice:
“Un imbécil en recuperación comprometido en una introspección brutal un
día a la vez. Soy una colección de malas decisiones enmascarado como un
hombre semi-funcional”. Bueno, al parecer, un montón de gente se
relaciona con sus malas decisiones, porque tiene más de tres millones de
seguidores.
Me encontré con sus publicaciones hace un par de semanas
cuando alguien a quien sigo publicó uno de sus poemas, y desde

1Es un juego de palabras ya que Feelgood puede traducirse como Sentirse bien (y
también es como se hace llamar el protagonista). En español sería: Se siente bien en
mis pantalones.
entonces, caí por un agujero de conejo en su mundo. Hay fotos pixeladas
y artísticas de él, todas tomadas en ángulos que hacen imposible ver su
rostro. Algunas se han tomado en el extranjero frente a lugares famosos,
mientras que otras están tan cerca de su cuerpo musculoso que siento
que estoy acariciándolo con sólo mirarlas.
Pero más que las imágenes provocadoras, son sus palabras las que
me matan. Sus palabras a veces dulces, a veces tristes, siempre sexys,
sobre el amor y la pérdida parecen pasar por alto mi cerebro y hablarle
directamente a mi alma.

Quiero estar dentro de ti, rodeado por tu calidez


Con los músculos temblorosos y el cerebro nublado mientras empujo, y
empujo, y empujo.
Quiero estar dentro de ti, envuelto en tus extremidades
Con la piel caliente y tus gemidos oh-dios-dulce-Jesús haciendo eco a
nuestro alrededor
Quiero estar dentro de ti, haciendo que tu cuerpo baile, y arda, y vuele
Pero lo que realmente quiero es estar dentro de ti
porque tú has estado dentro de mí desde el momento en que nos
conocimos 9
y ahora, es mi turno.

He leído ese alrededor de diez veces, y es sólo la punta del iceberg


en lo que refiere a su talento. Mientras más leo, más me obsesiono con
él.
Me desplazo al principio de su línea de tiempo, tratando de
averiguar exactamente por qué me estimula tan profundamente. Sí, hay
una respuesta física a sus fotos, especialmente a aquellas que lo
muestran semidesnudo, porque en serio, su cuerpo es una locura. Pero
hay más que eso. Todas sus publicaciones se sienten como confesiones
profundamente personales. Creo que parte de por qué es tan popular es
porque él se está separando de sus problemas, errores, y
arrepentimientos para que todo el mundo lo vea, y la valentía y
honestidad que se desprende de la pantalla se siente como una inyección
de pasión líquida directamente en mi corazón. Está causando dulces
estragos con mi presión arterial.
Me sobresalto cuando un ruido excepcionalmente fuerte hace eco
en el pasillo. Me levanto para ver a Fergus saliendo de la sala de
fotocopias, con un alimentador de documentos muy agrietado colgado
casualmente bajo un brazo.
Pasa a mi lado y asiente en mi dirección. —Buenos días, Asha. —
Con su acento, suena como “bueneeeees”.
—Oye, Fergus. ¿Todo bien?
—Oh, sí. Simplemente genial. Iré a dar un pequeño paseo.
Estoy bastante segura de que no habla de tomar un descanso en el
baño mientras camina hasta el otro extremo de la oficina y empuja la
puerta que conduce a las escaleras hacia la azotea. Me pregunto
brevemente si debería estar preocupada de que vaya a lanzar el
alimentador de documentos hacia el río por el costado del edificio.
Estoy a punto de seguirlo para asegurarme de que no haga algo
estúpido cuando mi teléfono se ilumina con una foto de mi hermana
mayor sonriendo mientras me saca el dedo medio.
Es una flor tan delicada. —Hola, Eden.
—Hola, tú. ¿Ya estás en el trabajo? Max iba a preparar el desayuno,
pero te fuiste antes de que nos levantáramos.
—Eso no es cierto. A juzgar por los sonidos que venían de tu
habitación, Max se levantó al menos veinte minutos antes de que me
fuera.
Eden se ríe, y sonrío. Su felicidad es bien merecida. Finalmente
dejó atrás su ciclo de aventuras de una noche con chicos mediocres y
encontró a un hombre de verdad. Y ahora, por primera vez en su vida, se
encuentra en una verdadera relación adulta. Sólo desearía no tener que
escuchar las completas escapadas sexuales que van junto con ello. 10

—Me disculparía porque mi hombre no sea capaz de permanecer


en silencio —dice, exudando satisfacción—. Pero disfruto demasiado de
sus ruidos.
—Sí, entendí eso por todos tus ruidos. En serio, no tengo ninguna
duda de que despertaste a la vieja señora Eidleman en el cuarto piso, y
ambas sabemos que ella no se pone sus audífonos hasta las nueve.
Eden tiene otro ataque de risa. Honestamente, tan ofensivo como
es oír a la gente tener sexo increíble cuando tú no lo tienes, me siento
encantada de que finalmente tenga un novio serio. Hasta hace un par de
semanas, pensé que ella tendría que ser enterrada con un brazo
sobresaliendo del suelo, así podría darle eternamente el dedo medio al
amor y el compromiso. Pero enamorarse de Max Riley ha cambiado todo
eso. Ahora ha avanzado tanto que prácticamente veo caricaturas de
corazones flotando a su alrededor cada vez que él se encuentra cerca.
—Todavía no puedo creer que hayas conseguido a Mister Romance
como novio —digo, recostándome en la silla y girando para hacer frente
a la oficina—. Y para que conste, me lo debes todo a mí.
—Sí, sí. Aquí vamos de nuevo.
—Bueno ¿puedes negar que ni siquiera habrías sabido que Max
existía si no te lo hubiera dicho? Sin mencionar que arreglé su primera
cita. Ambos me lo deben, a lo grande. Pero no te preocupes. No te lo
restregaré en la cara para siempre. Sólo una década o dos.
Ella gruñe. Sé que intenta ocultar lo tontamente enamorada que
está, pero es más allá de evidente. Y honestamente, no la culpo. Max es
bastante especial. Hasta hace poco, él era el secreto mejor guardado de
la élite social de Nueva York. Era un acompañante profesional que
proporcionaba a las mujeres algo mucho mejor que sexo: citas para
desmayarse que les daba un aumento saludable a su autoestima. Fue
capaz de mantener oculto su alter ego durante un par de años, pero desde
que la historia de Eden sobre él se volvió viral, se ha convertido en una
absoluta celebridad. Todavía me resulta extraño que el tipo que veo en
todos los programas de entrevistas sea el mismo que destapó el fregadero
de nuestra cocina ayer.
Mientras termino ese pensamiento, traslado mi mirada hacia la
ventana, y es entonces cuando veo lo que sospechosamente se parece al
alimentador de documentos de nuestra fotocopiadora cayendo en picada
hacia el suelo.
Oh, Fergus. ¿Qué hiciste?
Escribo una nota en mi agenda para llamar a nuestro experto en
reparaciones de Xerox lo antes posible. Unos segundos más tarde, me
volteo para ver a Fergus emerger de las escaleras con una gran sonrisa
en su rostro. Supongo que algunos días, tomas tus victorias donde sea
que puedas obtenerlas.
—Si has terminado con tu “te lo dije” diario —dice Eden, 11
llevándome de regreso a nuestra conversación—, ¿podemos pasar a algo
más importante? Siento que no hemos tenido una conversación real en
días. ¿Estás bien? ¿Cómo van las cosas con tu chico francés?
Dejo escapar un suspiro de felicidad. —Aw, fantástico, Edie. Él es
increíble. De verdad creo que podría ser el indicado.
—Ohhhh —gime, como si estuviera viendo a un patinador cayendo
de un barandal directamente sobre su entrepierna—. Así de mal, ¿eh?
Me recuesto en mi silla y cruzo las piernas. —¿De qué estás
hablando? Te acabo de decir que estamos muy bien. Él ha marcado más
casillas que cualquier otro hombre con el que haya salido jamás.
—Ajá. Te das cuenta que tener una lista de revisión para los chicos
no es realista, ¿verdad?
—No es una lista de revisión. —Ignoro su risa burlona—. Es una
lista de pautas. Características generales que me ayudan a definir mejor
mi búsqueda del verdadero amor.
—No, hermanita, es una lista de características específicas que
utilizas en todos los hombres con los que sales. Si se atreven a desviarse
de tus ideales, los botas.
—No es cierto.
—Oh ¿en serio? Vamos a repasar ¿de acuerdo? —Se aclara la
garganta—. El hombre de tus sueños debe tener un título universitario,
un empleo y al menos ser moderadamente exitoso, amar a los niños, al
igual que los dramas de Aaron Sorkin…
—Ese ítem es negociable.
—… ser romántico, tener un gran gusto, decir todas las
consonantes en las palabras “reconocer”, “entretenimiento”, y
“frustración”…
—Discúlpame por gustarme la dicción.
—Nunca debe usar la palabra “droga” como verbo en vez de un
sustantivo…
Levanto las manos. —¡“Drogarse” es el verbo en tiempo pasado! No
es tan difícil.
—Y cada vez que has salido con un chico el tiempo suficiente para
que tus bonitas gafas rosas se empañen, entras en un extraño período de
negación, porque eres demasiado orgullosa para admitir que estás a
punto de mandar a volar a otro chico decente. Ya estás en ese punto con
Phillipe, ¿verdad?
Me río falsamente por unos momentos antes de terminar como una
sirena de alarma. —Oh, Eden. Mi pobre hermana engañada. No podrías
estar más equivocada.
Por supuesto, tiene toda la razón. Maldita sea por conocerme tan 12
bien.
Conocí a un chico en París recientemente y tuve el tipo de romance
torbellino con el que siempre había soñado. Pero a pesar de que lo adoro
y pasamos un tiempo increíble cuando estamos juntos, el problema que
siempre tengo con mis novios comienza a asomar su fea cabeza, y no
puedo averiguar cómo solucionarlo. Eso sí, será un día seco en el Atlantis
antes de admitirle eso a mi hermana sabelotodo.
—Vamos a hablar de algo más —digo, mientras me dirijo a la sala
de descanso para prepararme café—. Cualquier otra cosa. —Escucho un
ruido y me doy cuenta que Eden también está haciendo café. Grandes
mentes, y todo eso.
—Pero en serio —dice ella—. Tienes que romper este ciclo, Ash. Se
está volviendo ridículo. ¿Dime otra vez por qué rompiste con el chico
antes de este? Ese tipo Gary.
—Sabes por qué. —Empujo un filtro crujiente en la máquina y lo
lleno con café.
—Afirmaste que era demasiado pegajoso.
—Exactamente —digo, mientras se vierte el agua—. No me importa
que considerara nuestra situación de vida en Jersey/Brooklyn como una
“relación a larga distancia” ¿pero llamarme diez veces al día “sólo para
escuchar mi voz”? No, gracias.
—Ajá. Y el chico antes que él… ¿John? Él no era lo bastante
pegajoso, ¿verdad?
—Sí. ¿Y? —La máquina tose y escupe mientras el café humeante
gotea en la taza.
—Y más abajo en tu lista de rechazos se encuentra Pablo, que era
demasiado pequeño; Damien, demasiado alto; Bartholomew, demasiado
rubio.
—Sabes por qué no puedo estar con chicos rubios.
—Y luego estaba el pobre y perfecto Peter, al que dejaste porque se
depilaba.
Agarro una taza limpia del armario y le pongo cuatro cucharaditas
de azúcar. —Oye, tú no tenías que mirar sus cejas perfectas todo el
tiempo. Era desagradable lo arqueadas que se veían. Y no tenía pelos por
debajo de la cintura. Quiero decir, vamos. No me importa que los chicos
mantengan ordenado ahí abajo, pero él era totalmente suave. Traté de
superarlo, pero era como salir con un muñeco Ken.
Prácticamente puedo oír a Eden rodando los ojos. —¿Alguna vez
has considerado que tal vez la razón por la que no puedes mantener una
relación a largo plazo es porque en realidad no quieres una?
Ruedo los ojos con fuerza en respuesta. —Sí, por supuesto, querida
hermana. Definitivamente esa es mi motivación para pasar tiempo con
todos esos hombres. Para nunca tener una relación amorosa satisfactoria
y morir sola. —No menciono la verdadera razón porque la cual me deshice 13
de todos esos hombres. Es demasiado vergonzoso para discutirlo, incluso
con ella.
—Entonces, ¿por qué encuentras excusas débiles y poco
convincentes para romper con cada tipo con el que sales? ¿Alguna vez
consideraste que eres demasiado exigente?
—No soy exigente. Sólo sé lo que quiero en una relación, y no estoy
dispuesta a comprometer mis estándares por un tipo que no es
exactamente el indicado.
Eden hace un ruido de protesta antes de quedarse en un
sospechoso silencio.
—¿Qué? —digo, vertiendo un poco de crema y revolviendo mi café—
. ¿Qué broma sarcástica estás reprimiendo en este momento?
Se aclara la garganta. —Iba a decir que no hay hombre vivo que
podría cumplir con todos tus estándares imposibles, pero luego me di
cuenta de que hay al menos uno, y estoy saliendo con él.
Hago un ruido triunfante. —Exactamente. Tienes a tu chico
perfecto, y aun así ¿me alientas a renunciar al mío? Qué vergüenza, Eden
Marigold Tate.
Después de botar la cuchara plástica a la basura, tomo mi café y
regreso a mi escritorio.
—Está bien, tienes un punto —dice Eden—. De todos modos, sólo
quería hablar contigo. Sé que he estado pasando mucho tiempo con Max
recientemente, y… bueno, te extraño. ¿Estás segura de que no hay nada
de lo que quieras hablar? ¿No hay otros hombres posibles en el horizonte?
¿Algún flechazo con una celebridad que quieras compartir?
Mientras me deslizo en mi silla, hago clic en el ratón sobre las
actualizaciones de Profesor Feelgood una vez más y me abanico con mi
libreta de notas. —Nop. Nada ni nadie. Todo está bien. Sólo… ocupada.
—Y a punto de resolver la crisis energética de las palabras si puedo
averiguar cómo colocar un generador térmico en mi ropa interior.
Eden hace una pausa. Sé que no se está creyendo totalmente mi
actitud casual, pero tampoco presiona. Conociendo a mi hermana, eso
no durará mucho.
—Entonces, está bien —dice—, nos vemos esta noche. Te amo.
—También te amo.
Cuando cuelgo, dejo escapar un profundo suspiro. Sé que ella está
percibiendo mi creciente malestar con mi novio, pero esa no es la única
cosa en mi mente.
Recientemente, me he estado sintiendo… apagada, y no sé por qué.
¿Existe tal cosa como una crisis de mediados de los veinte? Voy a cumplir
veinticuatro en un par de semanas, así que podría ser parte de eso,
supongo. Pero me siento plagada por errores persistentes, como si
estuviera recorriendo el camino incorrecto usando los zapatos de alguien 14
más. Y a pesar de que esos zapatos se sienten una talla más pequeños,
mientras no lo piense demasiado, soy capaz de ignorar la incomodidad y
seguir adelante.
Las publicaciones del Profesor hacen que me den ganas de echarle
un buen vistazo a los errores. Me da la repentina necesidad de ser
valiente y encontrar el camino correcto, junto con un par de zapatos
cómodos.
Si tan sólo tuviera la primera pista de cómo hacerlo.
2
Un reto desafiante
Traducido por Umiangel
Corregido por Julie

A las ocho y media de la mañana, la oficina ha pasado de estéril y


silenciosa a una colmena de charlas y actividades.
Con la pestaña del navegador del Profesor cerrada de manera
segura, continúo con mi lista de tareas del día. Es una locura por mucho
tiempo, y no tengo ninguna duda de que después de que todos los demás
se vayan a casa esta noche, todavía estaré aquí, trabajando como esclava.
15
Alrededor de las nueve, levanto la vista de mi computadora y
reprimo un gemido.
Es el día quinientos veintitrés de trabajar en Whiplash, y aquí viene
Devin Shields para que se me insinúe por quingentésima vigésima tercera
vez. Como de costumbre, su cabello rubio es liso y perfecto, y lleva una
camiseta brillante y estampada debajo de su delgado traje azul marino.
No estoy segura de si le gusta la vibra de Draco Malfoy a propósito, pero
no obstante, se encuentra ahí. Si sólo pudiera hacerle un Expecto
Patronum a su culo.
—Tate.
—Shields.
Mantengo los ojos en la pantalla de mi computadora, pero en mi
visión periférica, lo veo apoyado contra la parte superior de mi cubículo.
Sigo trabajando, con la esperanza de que reciba la indirecta de que
prefiero acabar este informe de ventas en lugar de tratar con él. Además,
sé que si lo miro ahora mismo, lo sorprenderé haciendo una evaluación
con lujo de detalle de mi escote, y no estoy de humor para contenerme de
engrapar un Post-it en la mitad de su frente que diga: “Mis ojos están aquí
arriba, idiota”.
Devin cree que es el semental de los asistentes editoriales en
nuestra pequeña y atrevida editorial, y como el resto somos mujeres,
tiene razón por defecto. Muchas de las chicas avivan su ego compitiendo
por su atención, y supongo que tiene algo de atractivo visual, en una
forma metrosexual, más pulida que la vaselina. Pero se parece demasiado
al imbécil mentiroso con el que salí en la secundaria para que alguna vez
lo considere atractivo. La triste verdad es que, incluso después de todos
estos años y docenas de relaciones fallidas, los hombres rubios todavía
me dan urticaria.
—Te vistes así para torturarme, ¿no? —dice Devin—. Falda lápiz,
camisa ajustada. Todo está diseñado para volverme loco.
Asiento solemnemente, aún sin hacer contacto visual. —Sí, Devin.
Mi primer pensamiento cuando me visto cada mañana es cómo te
afectará. No tiene nada que ver con lo que está limpio y lo que me queda
bien. Me has atrapado. Rayos.
—Lo sabía. Y para empeorar las cosas, hoy te ves muy bien. ¿Son
nuevas esas gafas?
—No. Es el mismo par que he usado todos los días durante los
últimos dos años, pero buen trabajo en esas habilidades de observación
en crecimiento. —Probablemente le parezcan nuevas, porque está más
acostumbrado a mirar mi pecho que mi cara. A veces pienso que debería
usar un par de tetas de plástico en una diadema para ayudar a los
hombres a mirar hacia el norte. Podría vender la idea en Shark Tank y
ganar millones gracias a las mujeres que están hartas de que sus pezones
reciban más atención que sus globos oculares.
—Bueno, me gustan los detalles —dice Devin mientras se sienta en
16
la silla a mi lado sin una invitación—. Muy… sensual.
Lo ignoro y sigo escribiendo. En realidad, no necesito gafas, pero
siempre me he sentido más cómoda al usarlas en un entorno literario.
Ser mujer y tener curvas en cualquier industria llevará automáticamente
a que las personas hagan suposiciones sobre la inteligencia de uno, como
si el tamaño del busto fuera inversamente proporcional al coeficiente
intelectual. Entonces, comencé a usar lentes con montura gruesa en la
universidad para darme algún tipo de familiaridad en la cultura.
Credencial de bibliotecaria, si quieres. Siento que las personas me toman
más en serio cuando las uso.
Claramente, Devin es la excepción a la regla. Podría ponerme una
manta térmica de cuello alto de cuerpo entero, y todavía encontraría una
parte de mí para objetivar. “Vaya, Tate, esas perillas de tobillo están
calientes. Luces bien, chica”.
—Entonces, dime, Asha —dice Devin, ignorando alegremente mi
completa falta de interés—. ¿Es esta la semana en que cedes a nuestra
intensa atracción mutua y sales conmigo?
Finalmente me giro para mirarlo y le doy una sonrisa paciente, que
es más de lo que merece. —Devin, te lo dije antes, no eres mi tipo. Pero
incluso si lo fueras, sabes que estoy viendo a alguien.
—Sí, pero él está en Francia, ¿verdad? Esas situaciones de larga
distancia nunca funcionan.
—Tal vez no, pero le estamos dando un toque candente.
Mi novio no está en Francia en este momento, pero esa es la historia
que les estoy contando a todos. Pensé ingenuamente que Devin, sabiendo
que me encontraba fuera del mercado, podría darme un respiro de sus
visitas diarias, pero no. Sólo es un retorcijón más en el intestino irritable
de mi plan de vida actual.
—Bueno —dice Devin, mientras se inclina más cerca y baja la voz
a lo que probablemente considera un “susurro sexy”—. Si las cosas no
funcionan con tu francés, házmelo saber. Puede que no hable el idioma,
pero soy un experto en su estilo de besar.
Termina con un guiño.
Qué asco.
Aprieto mis dientes en una vaga aproximación de una sonrisa. No
soy tan buena como mi hermana al intimidar a un chico con una mirada
fulminante o una quemadura al ego bien redactada, pero está en mi lista
de cosas en las que trabajar, junto con mi adicción a los carbohidratos y
mi obsesión con la moda de diseñadores de segunda mano.
—Voy a tratar de recordar eso.
Devin mira a su alrededor para asegurarse de que nadie pueda
oírnos y luego dice—: ¿Serena te dijo que la compañía está buscando
promocionar a alguien para que sea editor?
Serena es la editora supervisora y mi jefa directa, así que apuesto 17
a que lo supe antes que él. —Por supuesto.
—¿Y has lanzado el aro para probar suerte?
Como si no supiera la respuesta a eso. —¿Qué piensas?
No he ocultado mi deseo de ser el editor más joven en Whiplash
Publishing. De hecho, creo que mi ambición descarada en mi entrevista
fue lo que me consiguió el trabajo como asistente editorial cuando salí de
la universidad y era más verde que Kermit2. Durante los últimos dos
años, he hecho todo lo que se encontraba a mi alcance para demostrar
que tengo lo que se necesita, desde ayudar a Serena con ediciones
importantes, hasta escribir de forma anónima en capítulos completos
sobre manuscritos que simplemente no funcionaban. Después de todas
las largas horas y kilómetros adicionales que he viajado para hacerme
indispensable, esta promoción tiene mi nombre escrito por todas partes.
O, al menos, debería hacerlo.
Por supuesto, Devin también es sumamente confiado, sobre todo
porque es el sobrino de nuestro CEO, Robert Whip, lo que significa que
su trayectoria profesional está casi garantizada. Él no es un mal editor,
pero tampoco es genial. Sin embargo, lo que lo distingue de casi todos los
demás aquí es la suprema seguridad en sí mismo. En las palabras de mi
sabia abuela: “Oh, Señor, dame la confianza de un hombre mediocre”.

2Personaje principal de los Muppets.


A pesar de la conexión familiar, dudo que el señor Whip hiciera un
nepotismo completo y le diera una promoción que no se merecía. Y, sin
embargo, Devin utiliza una expresión de suficiencia que activa mi sistema
de alerta temprana.
Cruza sus piernas. —Lo que Serena no te dijo es que el tío Robert
ha convertido el proceso de entrevista en un desafío. El candidato que
presenta un proyecto con el mayor potencial para ser un éxito de ventas
obtiene el trabajo.
Dejo de escribir y me vuelvo hacia él. Esta es una nueva
información. —¿Qué?
Esto no está bien. En circunstancias normales, tengo una fe
absoluta en que obtendré ese trabajo en un abrir y cerrar de ojos, ¿pero
encontrar un éxito de ventas? Eso es como pedirme que saque un duende
de mi axila. Algunos de los editores más experimentados aquí todavía no
han conseguido un éxito de ventas, y lo han estado intentando durante
años.
¿Por qué me da la impresión de que Devin tendió una mano para
ayudar al señor Whip en desarrollar este plan disparatado?
—Sí —afirma Devin mientras se acerca para recoger mi muñeco
cabezón de Shakespeare—. Serena emitirá un memorándum en cualquier
momento. —Toca la cabeza de Willy y la observa rebotar. Rechino mis
18
dientes. No me gusta que nadie toque a mi Willy. Además, una vez que
cité a Macbeth con Devin, pensó que era Juego de Tronos, por lo que no
tiene ningún derecho a acariciar al Gran Will.
Justo a tiempo para evitar incurrir en mi creciente ira, Devin coloca
a Willy de nuevo en el escritorio y se pone de pie. —De todos modos, solo
pensé que debías saberlo. Parece que tú y yo lucharemos por ese trabajo.
Es bueno que tu mal gusto por los libros signifique que es probable que
obtenga la victoria.
Lo fulmino con la mirada. —¿Mi mal gusto en qué?
—Aww, vamos. Sabes que tienes debilidad por esa mierda
romántica. Te veo devorándolo cada hora del almuerzo y descanso.
Personalmente, no podría soportar leer la misma mierda poco realista
una y otra vez, pero si lo tuyo es el porno de mamás, ¿quién soy yo para
criticar?
Un arrebato de ira me golpea, y lo enfrento. —Si alguna vez leíste
una novela romántica, Devin, sabrías que hay mucho más en ellas que
sólo erótica. Empoderan e inspiran a las mujeres. Nos consuelan, y sí, a
veces excitan. No puedo creer que tengas tantas ideas preconcebidas
sobre un género completo, especialmente considerando que “esa mierda
romántica” es lo que mantiene a esta editorial a flote. Año tras año, las
ventas románticas demuestran que el poder adquisitivo de las mujeres
es…
Devin levanta sus manos. —Guau, está bien, está bien. Cálmate,
cariño. No me di cuenta de que disecar tus preciosos romances desataría
a la bestia. Creo que nunca te había visto tan emocionada. —Se inclina—
. Es increíblemente caliente.
Por primera vez en la vida, le pongo las manos encima a Devin
Shields, específicamente sobre sus hombros para alejarlo de mi
escritorio. —Vete, Devin. Hoy no tengo la paciencia para tratar contigo.
Me da una expresión de dolor. —¿Estás enojada? Porque si ese es
el caso, me encantaría encontrarte en la sala de suministros para que
puedas castigarme.
Suspiro y empujo mis gafas por la nariz. —Será suficiente castigo
cuando consiga este ascenso. Probablemente deberías irte antes de que
llame a Recursos Humanos y pregunte sobre nuestra política de acoso
sexual.
Eso me gana un gesto burlón. —Jesús, Tate, aprende a reconocer
un chiste. Creo que estás tensa porque sabes que voy a conseguir este
trabajo. No te preocupes, seré un jefe benevolente cuando me pongan en
la cima corporativa. —Sonríe de nuevo, pero esta vez es menos amigable.
Sabe muy bien que soy su principal competencia y que haré todo lo que
esté a mi alcance para vencerlo. Sin embargo, tiene una gran ventaja
sobre mí, ya que sus familiares trabajan en tres de las principales
editoriales de Nueva York. No tengo dudas de que ya ha llamado a cada
uno de ellos en la búsqueda del manuscrito de oro.
19
Siento que estoy entrando a la cúpula del trueno3 con un plátano
clavado en un palo mientras él lleva una espada jodidamente enorme.
—Hasta luego, Tate. Ah, y buena suerte.
Devin echa un vistazo más a mis tetas antes de regresar al otro
lado de la oficina donde se encuentra su escritorio.
Sigo mirando en su dirección cuando un aviso sobre el desafío llega
a mi bandeja de entrada. Mientras lo leo, una sensación enfermiza de
temor se asienta en mi estómago. Todos los asistentes editoriales tienen
dos semanas para encontrar el proyecto que queremos presentar,
entonces Serena y el señor Whip analizarán las presentaciones y las
juzgarán por las ventas proyectadas y la originalidad.
Tomo mi lista actual de manuscritos del archivo de mi escritorio y
me dirijo a la oficina de Serena. Su espacio de trabajo es muy parecido a
ella: pulido, moderno y pálido. Ella levanta la vista, sorprendida por mi
presencia.
—Leíste el aviso.
—Sí.
Hace un gesto para que me siente. —¿Tienes alguna idea?

3De la película Mad Max, en la cúpula del trueno tenían la consigna de que dos hombres
entraban, sólo uno salía.
—En realidad no. Estos son los manuscritos más interesantes que
han llegado recientemente, y ninguno de ellos ha prendido fuego a mis
pantalones.
Le entrego la hoja suelta y luego me siento.
Serena presiona sus labios de color rojo cereza mientras revisa mi
lista. Con su cabello corto platinado brillando a la luz de la mañana y su
vestido en su habitual paleta de crema, beige y blanco, se parece a un
hermoso ángel a la moda con gafas de montura azul. Nunca he conocido
a una mujer tan perfecta como Serena. Parece flotar por la vida sin un
cabello fuera de lugar o incluso una pizca de mancha en su prístina y
pálida ropa. Es inspirador e irritante a la vez.
Personalmente, prefiero más un estilo antiguo y elegante, y termino
comiendo mi lápiz labial carmesí a los cinco minutos de aplicarlo. Aprendí
a no vestirme nunca de blanco, porque siempre que lo hago me derramo
cosas con la regularidad de un niño descoordinado.
Después de leer mi lista, coloca cuidadosamente la hoja de papel
en su escritorio. —Estas son perspectivas poco emocionantes.
Dime algo que no sepa.
—Voy a seguir buscando. Pero honestamente, Serena, este desafío
es ridículo, ¿verdad? Es como decir que alguien que tiene la suerte de
comprar un billete de lotería ganador debería convertirse en asesor 20
financiero. No es una forma lógica de elegir un nuevo editor.
Asiente y se quita las gafas. —Sé que contabas con este ascenso,
Asha, pero tengo las manos atadas.
Cuando me devuelve la lista, la hago una bola. —Sé que no puedes
hacer nada, pero… soy la única novata en la que has confiado con
algunos de tus más grandes autores. Devin tardó tres semanas en editar
el nuevo manual de simulacros de incendio. Necesitaría una supervisión
constante.
—Lo sé. —Escanea la oficina a través de la pared de vidrio detrás
de mí antes de inclinarse y bajar la voz—. Asha, estás a kilómetros por
delante de los otros asistentes, pero Robert siempre tiene que hacer las
cosas a su manera. A menos que encuentres algo que lo aleje, no tendré
pierna en la que pararme. Entonces tienes que cumplir, ¿de acuerdo?
Asiento, aunque no me siento optimista. —De casualidad tienes
alguna pista sobre dónde se supone que debo encontrar a un elusivo éxito
de ventas.
Me da una mirada compasiva. —Si tuviera algo con algún tipo de
potencial, te lo daría sin dudar. Desafortunadamente, nada emocionante
ha cruzado mi escritorio en semanas. Pero incluso ahora que el panorama
de los libros más vendidos parece desolado, tengo fe en ti. Eres lista y
tienes buenos instintos.
—Para ser justas, lo mismo podría decirse de Devin. Además, es
parte del clan Shields-Whip de los pesos pesados de la publicación, por
lo que tendrá ojos y oídos en cada gran fango de la ciudad.
—Devin no tiene tu ingenio. Ahí es donde puedes vencerlo. Tráenos
algo inusual. Algo que no hayamos visto antes.
Como si fuera una tarea fácil.
—Está bien, gracias, Serena. Haré mi mayor esfuerzo.
Sonríe. —Siempre lo haces. Por eso eres mi favorita.
Desafortunadamente, ser su favorita significa un pepino en esta
situación.
Cuando regreso a mi escritorio, me paso las manos por el pelo.
Regularmente rebusco entre las profundidades de los manuscritos de la
compañía, pero encontrar cualquier cosa con potencial de estrella de oro
en la montaña de manuscritos no solicitados es como sumergirse de lleno
en el basurero y emerger con un prístino bolso de Chanel.
Podría rastrear la gran cantidad de ficción gratuita online y ver si
puedo encontrar algún talento allí, supongo. Se han descubierto más de
unos pocos autores de gran éxito de esta manera, pero no muestra mucho
en cuanto a la originalidad.
Todavía estoy pensando profundamente cuando mi amiga Joanna 21
aparece a mi lado. Por la expresión de su rostro, ya ha escuchado las
noticias. Por otra parte, Joanna tiene una manera de descubrir cosas que
nadie más puede. Si estos fueran tiempos de guerra, ella habría sido un
espía increíble. Parece tener redes de informantes por todas partes.
—Devin ya le envió un correo electrónico a Sandra Larson sobre la
presentación de un nuevo libro —susurra mientras se hunde en la silla
junto a mi escritorio. Abro la boca para decir que es una idea ridícula,
pero ya está negando con la cabeza—. Sé que no ha publicado en cinco
años y todos piensan que se ha retirado, pero el hermano de Devin en
Random House la conoce, y jura que está escribiendo de nuevo. Casi ha
terminado con el primer borrador de un nuevo libro ambientado en el
universo de Rageheart.
La tensión en mi estómago aumenta una muesca. Rageheart era
una trilogía de fantasía masiva que no sólo fue un éxito de ventas
internacional, sino que también engendró una franquicia de películas de
gran éxito. ¿Cómo diablos se supone que debo competir con una serie
para la que hay todo un conjunto de figuras de acción, por el amor de
Dios?
—Seguramente, primero ella tendría que ofrecerlo a su editor
actual —le digo—. ¿Por qué se mudaría con nosotros? Somos mucho más
pequeños.
—La cuestión es que ha sido infeliz allí por un tiempo y está
buscando un cambio. Devin podría ser el chico para convencerla de que
venga con nosotros. Sabes que su lengua de plata es la única razón por
la que tiene sexo.
Mi mente se tambalea. —Si lo logra, obtendrá ese ascenso en un
abrir y cerrar de ojos.
Asiente. —Sí. Entonces, tenemos que encontrarte algo mejor.
Me quito las gafas y me froto los ojos. —¿Mejor que un spin-off de
una serie de fantasía muy popular? ¿Como qué?
Se encoge de hombros. —No lo sé, pero puedes hacerlo totalmente.
Puedo sentirlo en mis tetas.
Eso me hace sonreír. Una cosa que me encanta de Joanna es su
positividad. Parece tener un pozo de optimismo sin fin y está contenta de
compartirlo.
—Bueno, siempre y cuando tus tetas crean en mí…
Joanna toma mis manos y me tira para enfrentarla. —Escucha, no
le digo esto a muchas personas, porque les asusta saber lo poderosa que
soy, pero a menudo tengo fuertes presentimientos sobre los eventos y las
personas, y sé que si aprovechas esta oportunidad con ambas manos, va
a tener un gran impacto en tu vida. Confía en mí en esto. Mis tetas nunca
se equivocan. —Me aprieta las manos y luego se pone de pie—. Ahora,
ponte a trabajar. Voy a ir a buscarte un poco de café. Lo vas a necesitar.
22
Cuando se va, me recuesto en mi silla y cierro los ojos. Un éxito de
ventas seguro. Dos semanas. No hay problema.
Echo un vistazo rápido bajo mis axilas. Lamentablemente, no
aparecen los duendes.
Parece que estoy por mi cuenta.
3
Cazando al éxito de ventas
Traducido por Gesi & AnnyR’
Corregido por Julie

Después de sentarme en mi cama durante horas con mi ordenador


apoyado en los muslos, ruedo el cuello y me estremezco cuando cruje. En
las últimas semanas, Serena me ha enviado diecisiete manuscritos en un
esfuerzo por ayudar en mi búsqueda del éxito de ventas, pero nada ha
llamado mi atención. Ahora, dos días antes de la fecha de presentación,
estoy hojeando desesperadamente los últimos libros de mi lista con la
inútil esperanza de encontrar un diamante en bruto. 23
Tengo una hoja de cálculo abierta en la cual tomé notas de todo lo
que leí y codifiqué por colores su potencial. Rojo significa “usar para
revestir la caja de arena o iniciar incendios”. Amarillo es “leer borracho o
drogado, dolerá menos”, y verde significa “¡Dios mío! ¡No odio esto! ¡Creo
que acabo de venirme un poco!”. Por supuesto, no tengo nada marcado
en verde. Tengo uno que es amarrillo verdoso, pero lo he clasificado como
mi manuscrito de alarma de incendios: Usarlo sólo en caso de
emergencia.
He leído tanto en los últimos catorce días que prácticamente estoy
bizca. Docenas de libros y millones de palabras se han filtrado a través
de mi cerebro, pero fue en vano, y ahora me estoy quedando sin tiempo.
Maldición.
Abro un nuevo documento y calmo mis sentimientos de rabia sobre
mi búsqueda del Próximo Gran Éxito de Ventas de América. Comienzo con
la intención de que sea algún tipo de poema épico, pero cuando mis dedos
vuelan sobre las teclas, sale pareciéndose más al doctor Seuss.

Busqué entre imponentes pilas de fango,


busqué entre bibliotecas llenas de silencio,
saqueé las revistas de alto nivel,
y fui testigo de crímenes de lenguaje bastante obscenos.
Me sumergí en el fanfic y cantidades de géneros,
intenté superar el aburrimiento y los ronquidos,
pero ay, el grial que buscaba no estaba por ninguna parte.
Nada clamó por ser alabado y comprado,
y ahora estoy cansada, angustiada y desesperada.
Me estoy quedando sin tiempo y tirando de todos los hilos,
porque el libro que necesito es míticamente raro,
y reside sano y salvo en la tierra de nadie.

Alejo el ordenador y me apoyo contra la cabecera. No puedo creer


que esto esté sucediendo. Después de años de hacer lo imposible para
probarme a mí misma, este ascenso se reducirá a un estúpido desafío
que no tengo la oportunidad de ganar. Los rumores sobre Devin y Sandra
Larson son ciertos. Toda la semana, ha estado alardeando sobre ello,
como el gran imbécil que es.
A mi lado, mi teléfono vibra en la mesa de noche. Es un mensaje
de texto de Joanna.
Estaré allí en veinte. Tengo alcohol.
Estupendo. Está viniendo a ayudarme a afinar mi presentación, y
ahora mismo, tengo una gran pila de nada. 24
Estoy a punto de regresar a terminar una novela de ciencia ficción
que es básicamente una versión mal escrita de Orgullo y Perjuicio en el
espacio, cuando “Wrecking Balls” de Miley Cyrus retumba desde mi
teléfono. Al mismo tiempo, una foto de mi abuela aparece en la pantalla.
Su cabello rojo con reflejos grises está en dos moños al estilo Leia a cada
lado de su cabeza, y sonríe mientras forma un corazón con sus manos.
Esa foto resume perfectamente la personalidad de Nannabeth. En
otras palabras, una chica de trece años que vive en el cuerpo de una
mujer de setenta y cinco. A veces me pregunto si allí afuera hay una pobre
chica de secundaria cuyo cuerpo se intercambió con el de ella durante
una luna llena y ahora se queja por “cómo los chicos de estos días no
saben nada” y evalúa cuando lloverá por el dolor de su rodilla.
Ese pensamiento me hace sonreír.
A pesar de su comportamiento juvenil, no cambiaría a mi Nan por
nada. Es única, y una de las dos personas en este mundo a quién
confiaría mi vida.
Presiono el botón para responder y coloco el teléfono en altavoz.
—Hola, Nan. ¿Qué sucede?
—Asha —dice en un familiar tono de pánico—. Es Moby. Creo que
se está muriendo.
—¿De nuevo? Esta es la tercera vez en la semana.
Está completamente dedicada a su pato mascota, Moby. (Sí, Moby
Duck. Un nombre épico para un ave épica). Junto a Eden y a mí, Moby
es la relación más importante en la vida de Nannabeth, y déjenme decirles
que no hay un ave que sea más consentida en el planeta. Nan siempre se
preocupa por él como si fuera una madre gallina.
—Asha, estoy hablando en serio.
—Lo sé, Nan, pero dudo que se esté muriendo. Probablemente sólo
está actuando para llamar la atención.
—Está haciendo ruidos raros mientras duerme.
—Ronca. Lo sabes.
—Bueno, sí, pero esto suena diferente. Por lo general, suena así. —
Hace un sonido como un jerbo con un resfriado—. Y hoy, suena así. —
Hace exactamente el mismo ruido.
Suspiro. Después de que nuestro padre nos abandonara cuando
era una niña, y mamá muriera mientras aún estábamos en la primaria,
Nannabeth se hizo cargo y se convirtió en una madre y un padre para
nosotras. Significa todo, y la amo más que a la vida misma, pero eso no
significa que no me vuelva loca a veces. En mi experiencia, las personas
a las que amamos son las mejores en presionar nuestros botones.
—Nan, no tengo duda de que Moby está bien, pero si te preocupa,
entonces llama al doctor Solley. Estará encantado de hacer una visita a 25
domicilio. —Él ha sido el veterinario del pato desde el principio, y estoy
segura de que ha renovado todo su piso en Park Avenue únicamente con
los honorarios de Nannabeth.
—Probablemente tienes razón —dice, sonando un poco más
calmada—. Es que odio la idea de que algo podría sucederle.
—Lo entiendo. Pero es un pájaro rudo. Nunca tendría algo tan tonto
como la apnea del sueño.
Puede que sea una neurótica sobre su amado pato, pero lo
entiendo. Ha perdido a muchas personas cercanas, incluida su hija, por
lo que su miedo es una reacción natural. Una que entiendo demasiado
bien.
Escucho unos crujidos y puedo imaginármela acurrucándose en su
cama junto a Moby, con un brazo envuelto protectoramente a su
alrededor.
—Entonces, ¿qué harás esta noche, cariño? —pregunta en voz
baja—. ¿Harás FaceTime con tu hombre francés, tal vez? O un poco de…
¿cuál es esa palabra? ¿Sexting?
—¡Nan!
—¿Qué? Eso es lo que hacen ustedes, ¿verdad? No hay nada de
qué avergonzarse. Tu abuelo y yo solíamos hacer nuestra justa parte de
sexting cuando se encontraba vivo, pero por supuesto, en ese entonces
se llamaba escribir cartas.
Cierro los ojos. —Nan, por favor. Sabes lo incómoda que me pongo
cuando hablas de sexo con el abuelo.
—Oh, cariño, ¿no crees que las personas mayores también se
merecen un orgasmo decente de vez en cuando? Incluso los viejos
tenemos necesidades.
Dios, mi cerebro. Enviar lejía. Inmediatamente.
—Entonces, de todos modos, Nan, para responder a tu pregunta
sobre mis planes para esta noche, no hablaré con mi novio. Estoy
trabajando. Y tengo una importantísima fecha límite el lunes, así que
tendré que cortar rápidamente. —Coloco el teléfono en mi escote para
poder seguir escribiendo mientras hablamos. Eden siempre me molesta
cuando me ve haciéndolo, pero es solo porque sus tetas son demasiado
pequeñas como para poder hacerlo. Su cuerpo delgado puede verse mejor
con la ropa que el mío, pero carece patéticamente de un equipo de tetas-
manos libres.
—Oh, querida —dice—. Tener que trabajar un sábado por la noche
es trágico. ¿Es por ese desafío del ascenso?
—Síp.
—Ahh. Entonces, ¿cómo va tu búsqueda por la próxima gran
novela americana?
—No muy bien. —Escribo el nombre del manuscrito que estoy 26
leyendo en la columna amarrilla de mi hoja de cálculo—. Mi pila de
rechazados acaba de robarle el título de la estructura más alta en Nueva
York a la Estatua de la Libertad.
Se ríe. —Bueno, debería dejar que regreses a eso, entonces.
—Por desgracia, sí. —Saco el teléfono de mis tetas y lo acerco a mi
boca—. Dale a Moby un abrazo de mi parte, ¿de acuerdo? Y te veré la
próxima semana para la cena.
—Absolutamente, cariño. Hablamos pronto.
—Te amo, Nannabeth.
—También te amo.
Cuelgo y me froto los ojos. No he descansado en cinco horas, y mis
globos oculares se sienten como si estuvieran hecho de papel de lija. Sin
siquiera pensarlo, abro mi aplicación de Instagram y entro en el perfil del
Profesor.
—Sólo un vistazo rápido antes de volver al trabajo —me digo—. No
es gran cosa. Puedo dejarlo en cualquier momento que quiera.
Mientras navego por sus publicaciones, inmediatamente me siento
más relajada. Y más que un poco cachonda. —Ven con mamá, musculoso
profesor pornográfico de las palabras. Déjame disfrutar de tu esplendor.
No tengo una gran presencia en las redes sociales, y la mayoría de
las cuentas que tengo son con el propósito de acechar. Pero la plataforma
en la que soy más visible es Instagram, y la uso para destacar a mis
diseñadores vintage favoritos de los mercados de pulgas y tiendas de
segunda mano. No hay selfies, sólo fotos de ropa, bolsos y zapatos, y
aunque no soy buena en publicar regularmente, ChicaVintagedeBrooklyn
tiene casi doscientos seguidores. Supongo que allí afuera hay algunas
personas que comprenden mi búsqueda en tiendas de segunda mano
tanto como yo.
Sin embargo, algo que nunca hago en Instagram es dejar
comentarios. Sí, doy me gusta en todos lados, pero siempre me siento
incómoda al escribir comentarios en mis perfiles favoritos. Como, ¿por
qué les importaría lo que alguien como yo, que no soy nadie, tiene que
decir? Mi opinión no significa nada, y honestamente, algunos de los otros
comentarios son tan groseros que preferiría no agregarme al ruido.
Pero ahora, seriamente estoy considerando dejar uno en una de las
nuevas publicaciones del Profesor. Es una foto de él desde atrás, sin
camisa. Su cabeza está gacha, su cabello oscuro mojado, y tiene las
manos envueltas en una cinta de boxeo mientras se acuna la cabeza.
Como de costumbre, es imposible verle la cara, pero la imagen tiene
poder. Habla de alguien atormentado que intenta no estarlo.
Debajo está la leyenda:

27
Me digo a mí mismo que debo dejarlo atrás, que debo dejar de depositar
mis esperanzas en lo imposible.
Lo intento.
Reflexiono en estupor, y luego termino el trabajo con licor.
Castigo un saco de boxeo hasta que mis nudillos están magullados,
entonces sangro las palabras en una página en blanco.
Reorganizo todo mi mundo, por lo que apenas puedo ver los lugares
donde alguna vez estuviste.
Y aun así, cada vez que me giro, allí estás.
Cazando los rincones de mi memoria.

No sé por qué tengo la necesidad de decir algo que lo haga sentir


mejor, pero es así.
Respiro hondo e intento lograr el comentario perfecto, lo cual es
estúpido considerando que le escribo a alguien que probablemente no lo
leerá.
Increíbles palabras. Gracias por compartirlo. Me haces querer
ser valiente.
Rápidamente presiono “enviar” antes de tener la oportunidad de
acobardarme, y luego me fastidio cuando mi mensaje aparece al final de
los miles de comentarios.
Oh, ¿sólo treinta y seis mil personas más publicaron antes que yo?
Bien, entonces.
Respiro profundamente y me preparo para cerrar la aplicación
cuando recibo una notificación.
De ninguna manera.
No solo el Profesor le dio me gusta a mi comentario, sino que
respondió.
Dejo de respirar mientras leo sus palabras.
@ChicaVintagedeBrooklyn Hazlo. Sé valiente. Ve tras lo que
quieres con toda la pasión que posees. Nada ahueca más a fondo
un corazón que el arrepentimiento.
Guau.
De repente, mi ritmo cardíaco se ha duplicado. Hay algo muy malo
en mí para que unas palabras de un completo extraño puedan afectarme
tanto. Sé que esto es simplemente un tonto enamoramiento por una
celebridad de internet, pero es más poderoso que cualquier cosa que haya
sentido, y para ser honesta, es un poco preocupante.
Aun sintiéndome emocionada, pongo me gusta en su comentario e
intento pensar en algo profundo que contestar. Cuando no se me ocurre
nada después de cinco minutos, escribo apresuradamente: Gracias por 28
el ánimo. Daré lo mejor de mí.
En segundos, también le pone me gusta a eso, pero no ofrece más
perlas de sabiduría. Explorando los comentarios que otros han dejado,
no puedo hallar ninguno al que le haya puesto me gusta o respondido.
Aunque puede que no signifique absolutamente nada, hace que lo que
acaba de suceder se sienta especial. No tengo idea de por qué me eligió,
pero estoy agradecida.
Es entonces cuando me doy cuenta de que le estoy sonriendo
cariñosamente al teléfono como una completa tonta.
¿Por qué no puedo encontrar algo como esto? Una versión de su
pasión y honestidad en un libro. Eso podría venderlo. Demonios, se
vendería solo.
Volviendo a repasar sus palabras y fotos, siento que algo se
enciende dentro de mí; la brasa de una idea tan loca que podría ser solo
un destello de genialidad despeinada.
¿Por qué no he considerado esto antes?
Mientras la idea toma forma, miro las publicaciones del Profesor a
través de los ojos de un editor en vez de los de una fanática. Cada una
aleja mi niebla mental y me hace sentir como si me hubieran golpeado
repetidamente en el pecho.
Dios mío… esto podría ser algo. ¡Esto podría ser mi duende!
Sigo desplazándome y leyendo, y de repente me doy cuenta de que
estoy masticando el interior de mi mejilla mientras la emoción me llena
los músculos.
Siempre pensé que la sensación de ser golpeada por un rayo
mientras canta un coro de ángeles ocurriría cuando conociera a mi único
amor verdadero, pero ahora mismo, mirando el perfil del Profesor, estoy
teniendo una sensación de destino más fuerte que la que he tenido con
algún novio. Puede que haya buscado arduamente, pero tal vez lo hacía
en los lugares equivocados. La tierra de nadie verdaderamente existe, y
hay un solo habitante que es lo suficientemente popular como para
convertirse en un éxito de ventas instantáneo.
Asombroso. Puede que aún gane esto.

***

Me inclino hacia delante mientras veo la cara de Joanna. Está


agarrando su teléfono con fuerza, con la boca abierta mientras escanea
la pantalla.
Dios, por favor, que confirme mi opinión, de lo contrario, solo soy una
persona loca que se aferra a briznas por la desesperación.
29
Se toma su tiempo, y no sé si mantiene su rostro pasivo para
volverme loca, o si realmente no reacciona a lo que está leyendo. Si es lo
segundo, estoy hundida. Si es lo primero, la golpearé brutalmente con mi
almohada corporal de Chris Hemsworth.
Oigo que la puerta del apartamento se abre y se cierra, seguido por
el suave murmullo de mi hermana y su novio llegando a casa. En general,
saldría a saludarlos, pero ahora tengo cosas más importantes que hacer.
Como abstenerme de sacudir a Joanna hasta que me diga qué diablos le
parece.
Justo cuando estoy empezando a creer que el poder del Profesor
Feelgood se encuentra en mi cabeza, veo la reacción exacta que esperaba:
su cara se vuelve de un rojo intenso, luego hay exhalaciones superficiales
aleatorias cada vez que hace clic en el botón de una nueva publicación.
¡Síiiiiiiii!
Esto es importante. A pesar de trabajar juntas durante dos años,
nunca he visto a Joanna perder la calma. Pero en este momento, sus
perfectos rizos rubios y su maquillaje impecable no pueden ocultar lo
atónita que está.
—Oh, Dios mío —dice, su mirada se mueve hacia mí, luego se aleja.
—¿Cierto?
Su pecho sube y baja rápidamente, y sus dedos casi tiemblan.
—Oh… Dios mío.
—Lo sé.
—Oh, DIOS mío.
Comienza a abanicarse con su mano, y sé exactamente cuán rápido
y caliente está golpeando su sangre. Cómo su piel grita por demasiadas
sensaciones.
Me animo a hacerle mi pregunta más candente. —Dime que estás
sintiendo lo mismo que yo.
Asiente. —Por supuesto. —Cuando me mira, está boquiabierta—.
Santo calor, Asha.
Me recuesto en mi cabecera, aliviando mi ritmo errático. —Sólo
para que quede claro, estás excitada, ¿verdad?
Regresa a la pantalla. —Taaaaaaaan excitada.
Mi hermana Eden asoma la cabeza por el borde de la puerta de mi
habitación y nos mira con suspicacia. No estoy segura de lo que esperaba
encontrar, pero estoy segura de que no era a Joanna y a mí sentadas en
mi cama, acariciando nuestros teléfonos.
—¿Qué demonios pasa con ustedes dos? —pregunta, con los ojos
entrecerrados—. ¿Están viendo porno juntas?
Sonrío y la llamo. —En cierto modo.
30
Le entrego mi teléfono y veo su cara para evaluar su reacción. A
medida que el pulgar se desplaza por su línea de tiempo, sé que Eden
será la verdadera prueba aquí. Su cinismo innato y su falta de paciencia
significan que es inmune a la mayoría de las formas de manipulación
emocional. Si le gusta el Profesor, entonces estoy salvada.
Aguanto la respiración con anticipación. Aproximadamente treinta
segundos después, tengo mi respuesta.
Frunce el ceño, abre la boca y luego las manzanas de sus mejillas
se iluminan de color.
Ambas hemos heredado el colorante melocotón y crema de nuestra
difunta madre, y aunque las puntas de color caoba de Eden son rizadas
y trabajo duro para mantener las mías rectas, no hay duda de cómo se
iluminan nuestras mejillas cuando estamos avergonzadas. O excitadas.
—Oh, Dios mío —dice.
Joanna asiente y señala. —Ahí está.
—Oh… Dios mío —repite Eden, moviendo los ojos a una velocidad
extraordinaria mientras su voz se vuelve más suave cada segundo.
Me siento radiante en reivindicación. —Es increíble, ¿verdad?
—¡Oh, DIOS mío!
Salta un poco cuando su novio grande y guapo aparece en la
puerta.
—De acuerdo —dice Max, estrechando sus ojos verdes hacia
Eden—. Normalmente soy el que te hace sonar así. ¿Qué demonios pasa
aquí?
Joanna se inclina y susurra—: No creo que me acostumbre a ver a
Mister Romance en tu apartamento. Es, como, un unicornio entre los
hombres. Tan malditamente hermoso, por dentro y por fuera.
Asiento. —Lo sé, ¿verdad?
Eden lo llama, y cuando se encuentra junto a ella, le entrega el
teléfono para mostrarle lo que estamos viendo.
—Es el perfil de Instagram de un chico que se hace llamar Profesor
Feelgood —explica.
Max frunce el ceño mientras se desplaza. —Guau. Tres millones de
seguidores. ¿Cómo diablos es un tipo del que nunca antes había oído
hablar?
Aun corriendo con exceso de adrenalina, escribo el nombre del
profesor en mi hoja de cálculo y lo resalto en el verde más brillante y neón
que puedo encontrar.
—Lo creas o no, Max, hay montones de personas que son
masivamente famosas en Insta pero por lo demás anónimas. Bloggers de
moda, maquilladores, médicos calientes y abogados. ¿Pero este chico?
Tiene algo… indefinible. Es fascinante. 31

Mientras Max continúa desplazándose, Eden agarra sus bíceps y


no me pierdo la forma en que lo acaricia con amor.
—¿Qué piensas? —pregunta.
Max se encoge de hombros. —No estoy seguro de lo que veo.
Fotografías artísticas, muchas fotos de monumentos internacionales.
Algo de poesía angustiosa.
—Es un viaje de descubrimiento —le dice Eden, señalando la
pantalla—. Si empiezas por el principio, verás que trata de encontrarse
viajando por el mundo. Luego conoce a alguien que cree que es su alma
gemela, tienen una relación apasionada y la pierde. Ahora está tratando
de encontrar maneras de hacerle frente a la vida sin ella.
Asiente. —Está bien. —Mira entre Eden, Joanna y yo—. Espera…
¿todas ustedes encuentran sexy esto?
Contestamos casi al unísono. —¡Oh, Dios mío, sí!
—Él debería haberse llamado: Profesor Feelgood en mis pantalones
—dice Joanna, abanicándose de nuevo.
—¡¿Cierto?! —digo, asintiendo vigorosamente.
Eden se ríe. —Absolutamente.
Max levanta las cejas y se vuelve hacia su novia. —¿Es eso cierto?
Su sonrisa cae, y se aclara la garganta antes de estirarse y besarlo
suavemente. —No me malinterpretes, nadie será tan sexy como tú, pero…
puedo ver el atractivo. ¿Chico guapo, con el corazón roto y angustiado
por la mujer de sus sueños? Eso es bastante sensual.
Max me devuelve el teléfono. —¿Cómo sabes que es guapo? No hay
imágenes de su cara.
—Oh, es guapo —dice Joanna, todavía mirando su pantalla—. Solo
por los pocos destellos de esa mandíbula desaliñada, se puede decir que
es un maldito sueño.
—Pero cómo se ve no es el punto —le digo, levantando la vista de
mi computadora portátil—. Son sus palabras las que nos afectan, mucho
más que su cuerpo o su cara. Son tan… conmovedoras. Rebosantes de
pasión.
Joanna le pasa su teléfono a Max. —Mira, aquí hay un buen
ejemplo. Lee esto en voz alta.
Max nos mira a todas con desconfianza antes de levantar el teléfono
y recitar lo que hay en la pantalla.

Si las personas fueran colores, entonces ella sería de color amarillo


brillante, como el sol.
Yo sería gris carbón, como el cielo antes de una tormenta.
Pero cada vez que estuve con ella, era como si estuviera de pie a pleno 32
sol,
brillante y feliz
Yo también era amarillo.
Me gustaba ser amarillo.
Traté de permanecer así cuando ella se fue. Mantener su luz dentro de
mí.
Pero siempre he estado hecho de nubes de tormenta, y finalmente, ella se
desvaneció
y el gris descendió de nuevo.
A veces, levanto mi mano hacia el sol,
y el calor siempre me recuerda cómo solía sentirse.
Cuando sostuve sus dedos entre los míos.

Cuando termina, Joanna y yo soltamos un profundo suspiro.


Eden tiene una reacción más… física. Mira a Max como si estuviera
a tres segundos de romperle la camisa por la mitad y lamerle el pecho.
Max no se pierde su expresión salvaje. —Sabes, si te gusta este tipo
de cosas, tengo un montón de poesía angustiosa en mi desván que escribí
hace unos años.
Eden se acerca y toca su abdomen. —¿En serio?
Cuando él asiente, pone sus brazos alrededor de su cuello y lo atrae
hacia abajo para que estén cara a cara. —Entonces parece que me darás
una lectura privada más tarde esta noche.
Max la besa, y con Joanna suspiramos de nuevo. Es maravilloso y
terrible estar rodeado de gente tan enamorada. Por un lado, estoy feliz de
que mi hermana finalmente haya encontrado a alguien digno de ella. Por
otro lado, hacen que el amor parezca tan fácil y natural, me pregunto si
hay algo malo en mí por tomarme tanto tiempo para encontrarlo.
Después de unos segundos de chuparse los labios, Max se retrae,
pareciendo cohibido mientras mete las manos en los bolsillos.
Oh, por favor. Como si no estuviera acostumbrada a estas alturas
a la reacción de su cuerpo por besar a mi hermana.
—De acuerdo —dice, dándole a Eden un último beso en los labios—
. Tengo que ir a supervisar algunos nuevos miembros del personal en sus
citas esta noche. ¿Nos vemos luego en mi casa?
Eden asiente. —Definitivamente.
—Ah, Max —le digo—. ¿No te vas a quedar a cenar? Pero ya he
hecho nuestro pedido de pizza. Piña extra, solo para ti.
Estrecha los ojos. —Eres un monstruo, Asha. Lo sabes, ¿no? 33
Su repugnancia por la fruta en las pizzas es casi tan apasionante
como su amor por mi hermana, y eso es decir algo.
Joanna se ríe cuando mi hermana saca a su novio de la habitación.
—Vamos, grandote. No volveremos a entrar en el debate sobre la pizza.
Te vuelves demasiado intenso con todo el asunto.
—No soy intenso —dice Max, y su voz se desvanece cuando Eden
lo empuja hacia la puerta principal—. Hay una forma correcta e
incorrecta de comer pizza, y tú y tu hermana lo hacen mal. Fin de la
historia.
Mientras continúo escribiendo algunas notas preliminares que
amplían la idea de mi libro, escucho que se abre la puerta del
apartamento, luego algunos gemidos y susurros. No tengo ninguna duda
de que Max y Eden se están despidiendo chupándose la cara.
Después de un par de minutos, escucho que la puerta principal se
cierra, Eden regresa y se deja caer en la silla junto a mi cama con un
profundo suspiro.
—Está bien —dice, apartándose el cabello de la cara—. Ahora que
estoy libre de una distracción gigante con forma de hombre, dame todos
los detalles de este profesor. ¿Puedo suponer por la forma en que rebotas
en tu asiento que estás pensando en él para tu proyecto de éxito de
ventas?
—Tal vez —le digo, tratando de parecer tranquila—. ¿Crees que es
totalmente loco tratar de publicar a este tipo?
A mi lado, Joanna hace un ruido de excitación cuando los ojos de
Eden se iluminan. —No tan loco como brillante. Toda su línea de tiempo
se lee como una versión de un tipo sexy de Comer, Rezar, Amar. Si puedes
colaborar con él para evocar una narrativa fantástica, podrías sacar
fácilmente un libro.
Joanna asiente con entusiasmo. —Síiiii.
—Eso es lo que pienso —le digo, permitiéndome emocionarme
más—. Y con la cantidad de seguidores que tiene, seguramente será un
éxito, ¿verdad?
Joanna se endereza. —¡Absolutamente! Incluso si solo el uno por
ciento de sus seguidores compra el libro, todavía estaría en la lista de los
más vendidos del New York Times. —Agita las manos con entusiasmo—.
Haré una hoja de cálculo para las ventas proyectadas. Incluso lo
codificaré con colores para que un ciego pueda ver lo increíble que podría
ser.
Sonrío. —Esperaba que dijeras eso.
A pesar de la obsesión de Joanna por todo lo relacionado con la
moda y la cultura pop, me he dado cuenta de que es un demonio absoluto
con los números. Supongo que es lo que viene de administrar su propia
cartera de riqueza internacional desde que tenía dieciocho años.
Sospecho que no tiene ninguna razón financiera para trabajar en
34
Whiplash, pero sí tiene un amor genuino por los libros.
—Vamos a hacer esto —digo, escribiendo con furia—. Si voy a
ganar esta propuesta, tengo que hacer que el buen profesor parezca el
ganso que pone los huevos de oro. O más exactamente, el hombre que
escribe los libros de oro. No sé si incluso con los seguidores de este chico,
podré competir con un nuevo libro de Rageheart, pero al menos ahora
voy a columpiarme.
—¿No deberías contactarlo primero? —dice Eden—. ¿Sabes, en
caso de que sea algún tipo de bicho raro que no quiera ser un autor de
un gran éxito de ventas?
—Eh. Tienes razón.
Eso frena mi impulso.
Alguien llama a la puerta principal. —Esa tiene que ser nuestra
pizza. —Eden se levanta de un salto y sale de la habitación. Después de
murmurar con el repartidor, la oigo reír.
Cuando regresa, sonríe. —Parece que Max abordó al chico de la
pizza en el vestíbulo. —Sostiene la caja de la pizza, y veo que Max ha
escrito en letras grandes y negras: “¡Esta pizza es una abominación!
¡Cambien sus maneras de comer antes de que sea tarde!”.
Las tres nos reímos. Luego, el olor a delicioso queso derretido me
llega, y mi estómago gruñe tan fuerte que las otras dos me miran
sorprendidas.
—Me salté el almuerzo —digo, encogiéndome de hombros.
—Está bien —dice Joanna mientras se para y va hacia Eden—. Tú
envía un mensaje al profesor y nosotras prepararemos cócteles.
Mientras salen, les pregunto—: No importa lo que estemos
bebiendo, me tomaré uno doble.
Cuando se han ido, me siento, miro mi teléfono por unos minutos
y solo respiro. No sé por qué, pero estoy estúpidamente nerviosa por
enviarle un mensaje al profesor. Creo que parte de esto se debe a que
tengo miedo de que se niegue al proyecto, y otra parte está aterrorizada
de que diga que sí. Esto podría ser enorme para mí, o podría ponerme en
ridículo en una industria que amo.
Mi dedo se cierne sobre la pantalla mientras trato de pensar en
cómo redactar mi solicitud.
¡Hola, completo extraño! Por favor, déjame robar tu talento, tu
mina de palabras y fotos porno, para que pueda obtener un ascenso
y gritarle “¡En tu cara!” a Devin observa-tetas Shields.
Hmmm. No está mal. Puede que necesite algo de refinamiento.
Algo más que debo considerar es que alguien con tantos seguidores
probablemente reciba una gran cantidad de locos invadiendo su bandeja
de entrada todos los días, y no quiero que piense que soy uno de ellos.
Me inclino y escojo mis cartas cuidadosamente con mi dedo índice.
Comienzo el mensaje varias veces antes de borrarlo y volver a hacerlo. No 35
me considero tímida, pero hay algo acerca de lo honesto y apasionado
que es el profesor que hace que me desespere por impresionarlo.
Esto está tardando mucho.
Respiro y decido simplemente seguir los hechos.
Hola, Profesor Feelgood. Me llamo Asha Tate y trabajo en la
editorial Whiplash. Encontré tu Instagram hace poco tiempo y creo
que tiene un enorme potencial para ser transformado en una novela
de éxito de ventas. ¿Has pensado alguna vez en convertirte en
escritor? Tienes una maravillosa y apasionada habilidad con las
palabras, y está claro que tus mensajes repercuten en mucha gente,
incluyéndome. Me encantaría ayudarte a llegar a un público aún más
amplio, si estás interesado. Por favor, envíame un mensaje tan
pronto como te sea posible, para que podamos discutir el asunto más
a fondo. Saludos cordiales.
Incluyo mi número de teléfono en caso de que quisiera llamar en
lugar de mandar un mensaje, y no me pierdo la forma en que me tiembla
la mano al presionar “enviar”.
Me desplomo y cierro los ojos. Dios, eso fue más estresante que mi
última prueba de Papanicolaou.
Por favor, di que sí, por favor, di que sí.
Si me pierdo este ascenso, no sólo estaré decepcionada, Devin
técnicamente se convertirá en mi superior, y eso no es genial en ningún
universo. Pero más allá de eso, creo que el profesor tiene una voz real y
auténtica y que su potencial libro podría inspirar a la gente. Eso sería
aún más satisfactorio.
—¡Vamos, Ash! —grita Eden desde la cocina—. La pizza se está
enfriando. Y tu margarita está lista. La preparé en nuestro jarrón más
grande. Espero que esté bien.
Me levanto de la cama y me uno a ellas. Si tengo que estar en el
infierno mientras espero que el profesor responda, es mejor estar
achispada mientras me encuentro allí.

36
4
Pizza y pasión
Traducido por Dakya & Miry
Corregido por Julie

Treinta minutos después, nuestra mesa de café es un lío de platos,


pedacitos de pizza a medio comer, servilletas y manchas de grasa. Joanna
y yo estamos en los extremos opuestos del sofá, cada una agarrando
enormes vasos llenos de margaritas que sorbemos a través de pajitas
súper flexionadas. Estamos en nuestra segunda recarga, y la mayor parte
de la botella de Patron que Joanna tuvo la amabilidad de donar ya no
está. ¿Mencioné que mi hermana hace los cócteles más fuertes del 37
mundo?
Después de haber cumplido con sus deberes de camarera, Eden se
encuentra encorvada en nuestro sillón gigante, con los pies descalzos
sobre la mesa de café mientras sorbe lentamente su bebida y se frota el
vientre.
—Mi hombre tiene muchas cualidades asombrosas —dice—. Pero
sus preferencias de pizza son estrechas e incorrectas. —Cierra los ojos e
inclina la cabeza hacia atrás—. La piña y el pepperoni es lo mejor.
Lucharé contra cualquiera que diga lo contrario.
—¡Sí! —digo, levantando las manos—. ¡Qué se joda el sistema de
pizza patriarcal!
Joanna se echa a reír. En el transcurso de nuestra amistad, he
llegado a reconocer que nos convertimos en partes iguales, riendo cuando
bebemos.
—Ahora, escuchen —dice Joanna, y puedo ver que es hora de un
parloteo perverso—. Saben que amo a los hombres… pero hablemos de
fotos de penes no solicitadas. Quiero decir, en serio.
Arrugo la cara. Después de haber recibido ese tipo de fotografías
en más de una ocasión, sé lo raro e incómodo que es. —¿Por qué los
hombres hacen eso? Especialmente con las chicas que apenas conocen.
¿Creen honestamente que nos excita?
Joanna asiente. —Una vez, un destacado europeo de la realeza me
envió una foto de su pene. No fue la primera vez que una fuerza de
seguridad extranjera me detuvo para eliminar imágenes de mi teléfono,
pero sin duda fue la más incómoda. Esos agentes de seguridad no querían
ver el pene de su jefe.
—Oh, Dios. —Eden se ríe mientras agarra los platos sucios y los
lleva a la cocina—. Me acabas de dar una imagen mental de Derek
enviándome una foto de sus bolas. Apuesto a que todo es rojo y enojado,
como él casi todos los días.
Derek es el jefe de Eden y los dos tienen una de las relaciones
profesionales más conflictivas que he visto. Ante la mención de su
nombre, tomo un largo sorbo de alcohol. Personalmente, siempre he
encontrado a Derek bastante guapo.
Joanna se desploma de nuevo en el sofá y suspira. —Deberíamos
hacer un pacto para que el próximo tipo que nos envíe fotos no deseadas
de sus bolas reciba un bombardeo de enormes y gigantescos penes de
burro que harán que sus penes promedio parezcan golosinas.
Eso nos hace reír a todas, y reprimo más risitas mientras veo a
Joanna perseguir la punta de su pajita con la lengua y no lograr
agarrarla.
—Oh, maldita sea —murmura antes de agarrarla con los dedos y
metérsela entre los labios. Después de succionar un gran sorbo, se
inclina sobre la mesa y toca algunas teclas de mi portátil para agregar los
38
toques finales a su hoja de cálculo—. Ahí —dice ella con una floritura—.
Proyección de ganancias épicas del Profesor: listo.
Gira la pantalla para que pueda verla. Es algo hermoso.
—Joanna, ¿cómo demonios puedes hacer una hoja de cálculo tan
buena estando totalmente borracha?
Se recuesta y sonríe. —Práctica, querida amiga. Ahora solo
necesitamos que el Profesor se suba a bordo de nuestro tren de éxito en
ventas hacia Editorville.
Tomo otro sorbo de alcohol y reviso mi teléfono por centésima vez.
Maldita sea. Todavía no hay respuesta.
Vamos, Profesor. Sácame de mi miseria. Di que sí o dime que salte
al río Hudson. Sólo házmelo saber.
Vuelvo a su línea de tiempo y estudio de nuevo su última
publicación. Mientras leo, mi cara se calienta, y no creo que el alcohol
esté ayudando.

Quiero deslizar mi lengua sobre la tuya


hasta que entiendas todas las razones por las que te amo
que no puedo poner en palabras.
Dios, lo que me hace. Siempre me ha gustado escribir, pero no se
me ocurre nada tan visceral como su prosa. Me pregunto cómo es él como
persona. Su biografía dice que es un idiota reformado, así que supongo
que no es un ángel, pero hay un millón de etapas diferentes de idiota. Me
pregunto en cual encaja.
También me fascina la historia de lo que pasó con su mujer. ¿Lo
dejó ella? Y si es así, ¿por qué? La mayoría de sus seguidores son
mujeres, por lo que estoy segura de que no le faltaría compañía si lo
deseara, pero todos sus mensajes sugieren que es soltero, de corazón roto
y pesimista. Maldita sea, eso es atractivo.
Tomo un sorbo de mi bebida mientras reflexiono lo que debe ser
amar tanto a alguien que te arruina cuando se van. Una parte retorcida
y curiosa de mí quiere averiguarlo. Una enorme angustia significa amor
épico, ¿verdad? Solo he tenido una verdadera angustia en mi vida, y eso
fue en la secundaria. Aunque sigo pensando en esa relación, dudo que
mi dolor esté en la misma categoría que la del profesor. Me pregunto si
alguna vez volverá a amar después de perder a su alma gemela, o si todas
las mujeres a partir de ahora jugarán un papel secundario por la que se
le escapó.
—¿Ash? —Levanto la vista para encontrar a Eden regresando a su
silla y mirándome—. ¿Ya respondió?
Niego con la cabeza. —Sigo esperando. 39
—Entonces, ¿qué es esa expresión que tienes? —Se sienta, con los
ojos brillantes—. Santa mierda. En verdad quieres tener sexo con este
chico, ¿no?
—Eden…
—No, no trates de negarlo. Está escrito por toda tu cara. Este tipo
te tiene bajo su esclavitud. ¿Cierto, Joanna?
No me mira, pero asiente de todos modos. —Sí. Muy escandaloso.
—No es que te culpe —dice Eden, removiendo su bebida con su
pajilla—. Incluso debo admitir que él es un espécimen muy bueno.
Además, cualquier hombre que abra su pecho para mostrar cuán dañado
está, definitivamente califica como extra-follable. Deberías ofrecerte para
calmar su pobre alma angustiada, con tu boca alrededor de su polla.
Ruedo los ojos. —Quiero publicarlo. No follarlo.
—¿No puedes hacer las dos cosas? Él es atractivo. Tú también.
Pásenlo bien juntos.
—No, gracias. En realidad, no es lo mío.
Eden se deja caer en su silla. —Ash, ¿no puedes dejar a un lado tu
estúpida lista de comprobación de hombres por una vez y permitirte un
poco de placer por el simple hecho de hacerlo? Quiero decir, no estoy
abogando que te parezcas a mí antes de Max y solo tengas sexo sin
sentido, pero de vez en cuando, no hay vergüenza en disfrutar de algo
que es puramente físico. La vida es demasiado corta.
—En caso de que lo hayas olvidado, tengo un hombre para tener
sexo.
—No, tienes un hombre en un país diferente con el que te estás
enviando mensajes de texto y correos electrónicos. Hay cero sexo caliente
entre ustedes dos.
Bien, eso es cierto. Y también falso.
—¿No has oído hablar de algo llamado sexo telefónico? —le digo.
—He oído de eso —dice Eden—. Lo intenté. Lo odié. En este
momento, puedo obtener más acción que tú montando el carrusel de
Coney Island, lo cual es simplemente triste.
—Una historia divertida —dice Joanna, retomando el hilo de la
conversación—. Tuve mi primer orgasmo durante una lección de
equitación cuando tenía doce años, así que sí, uno de esos ponis de
carrusel de madera dura definitivamente haría el truco.
Eden asiente. —Eso es lo que estoy diciendo. Tener un hombre sexy
en un país diferente es como un lápiz sin plomo. —Cuando Joanna frunce
el ceño, le susurra—: Sin sentido.
Ambas se ríen, pero no me atrevo a unirme. Como de costumbre,
cuando Eden menciona a mi novio, trato de cambiar de tema. Si
descubriera que he estado mintiéndole todo este tiempo, me golpearía. La
evitación parece la mejor táctica. 40

—Independientemente de mi estado sentimental —digo cuando su


risa se apaga—. No estoy interesada en acostarme con chicos que apenas
conozco. Quitarme la ropa frente a un chico es lo suficientemente
traumático sin que involucre a extraños.
—Pero no has conocido a este chico y quieres… —Eden imita el
subirse a un caballo, luego hace un empuje pélvico acompañado de un
gesto con el brazo y gruñidos sexuales que me hacen encogerme y Joanna
se ríe.
—Eden, la última vez que sentí lo mismo por un chico, resultó ser
tu alma gemela, por lo que claramente no puedo fiarme en seguir mis
hormonas.
Me hace un gesto desdeñoso y se deja caer de nuevo en su silla.
—Pfft. Desear a Max es una reacción femenina natural. Ninguna
chica heterosexual con una vagina en funcionamiento es inmune a ese
pedazo de hombre caliente.
Todavía hago una mueca cuando recuerdo la noche en que puse
los ojos en Max. Pensé que era el tipo más hermoso que había visto, pero
no tardé en darme cuenta de que no era la hermana Tate en la que se
hallaba interesado.
—¿Qué hay de ti, Joanna? —pregunto, desesperada por desviar la
atención de mí—. Casi nunca hablas de chicos.
Joanna sonríe, y es claro por el tiempo que tarda en parpadear que
ha llegado a la parte somnolienta de su embriaguez.
—Bueno, he hecho un voto de castidad durante el año pasado para
protestar por la sexualización de las mujeres y las niñas en los medios de
comunicación, así que ahora, los chicos no están en mi radar. Pero siendo
sincera, después de mi divorcio con el príncipe Abdulla, sólo necesitaba
un descanso de las relaciones por un tiempo. Puede que haya sido un
imbécil, pero eso no significa que no lo extrañe. Ya ni siquiera puedo
mirar un camello sin recordar cómo hicimos el amor en las dunas en
nuestra luna de miel.
Cuando termina de hablar, hay un momento de silencio en el que
Eden y yo compartimos una mirada. Hubo un tiempo en que pensábamos
que Joanna era una mentirosa compulsiva, porque la mayoría de sus
afirmaciones eran demasiado locas para ser verdad. Pero cuanto más la
conocimos, más nos dimos cuenta de que su vida debería ser ficticia y
convertirse en una serie alucinante para HBO. Algunas de las cosas que
ha hecho y visto son extraordinarias y, sin embargo, continúa soltando
estas perlitas de conocimiento, como “Soy voluntariamente célibe” o “He
recibido fotos de penes de la realeza” o “Solía estar casada con un
príncipe”, como si siempre lo hubiésemos sabido.
Mentiría si dijera que no me divierto.
—¿Un príncipe de la vida real? —pregunto—. Por favor, dime que 41
cabalgaba un caballo blanco.
Asiente. —Solo montaba caballos blancos. Árabes.
Eden todavía lo está procesando, pero finalmente encuentra su voz.
—¿Cómo diablos tienes edad suficiente para estar casada y divorciada
ya?
Joanna toma un sorbo de su bebida. —No es gran cosa. Fui parte
de un núcleo diplomático juvenil cuando tenía dieciocho años, tuve una
aventura con un chico caliente… y de repente, bum. Lo siguiente que sé
es que me voy a casar en el palacio real. Podría haberle pasado a
cualquiera.
—No —dice Eden—. Estas locuras solo te pasan a ti, y no entiendo
cómo puedes estar tan calmada al respecto. Te casaste con un príncipe.
Joanna ladea la cabeza y cierra los ojos. —Sí, pero un príncipe
puede ser un idiota tanto como cualquier otro hombre, y Joe Average de
Smalltown Nowhere puede llegar a ser mejor que cualquier realeza del
planeta. Todo es relativo.
Eden y yo compartimos otra mirada. Nuestras vidas son más
interesantes gracias a Joanna. Tendría más posibilidades de elegir
números de lotería ganadores que de predecir lo que saldrá de su boca
en un día determinado.
—Tengo que orinar —dice Eden, dirigiéndose hacia el baño—. No
se diviertan mientras me voy.
Cuando se va, mi teléfono vibra en la mesa de café. Cuando lo
agarro y reviso la pantalla, sonrío.
—Bueno —dice Joanna—, ¿vas a compartir?
Giro mi teléfono para que ella pueda verlo.
Te extraño, mon cherie.
Joanna me da una mirada atontada. —Ahhh. Mira esos mensajes.
—Los revisa y no la detengo—. “No puedo esperar para verte de nuevo”.
“He estado pensando en ti todo el día”. “Me siento aquí, recordando lo
hermosa que eres y lo que se siente estar contigo”. —Me mira—. Tan
romántico.
Asiento. —Es dulce, romántico, considerado, guapo y…
Frunce el ceño —¿Y qué?
¿Cómo le digo que, en términos de personalidad, él es el hombre
más fascinante y maravilloso con el que he salido, y mientras estamos
vestidos, las cosas son calientes y pesadas, pero tan pronto como el aire
golpea mi piel desnuda, aparece mi habitual inhibición? Sólo una vez
quiero poder dejarme llevar lo suficiente como para tener sexo increíble.
Esperaba que las cosas con él fueran diferentes. Es decir, nos llevamos
tan bien.
—Jo, este hombre es increíble, caliente y perfecto para mí, sin 42
embargo…
—¿No califica en el medidor de la vagina?
Resoplo. —¿Medidor de la vagina?
—Sí. Uno tiene el medidor del corazón, que mide lo romántico
pegajoso. El medidor del cerebro mide cuánto te estimulan mentalmente.
Y luego está el medidor de la vagina, también conocido como la escala de
lo intenso que puede ser el orgasmo que te dé. La mayoría de los hombres
reciben altas calificaciones en un solo medidor, por eso hay tantas chicas
solteras por ahí. Si consigues a alguien que cumpla con dos, agárralo con
ambas manos. Eso es bastante raro.
—Ese es mi dilema. Él cumple con dos, pero eso no es suficiente
para mí. Quiero los tres. —Y mi mayor temor es que estoy tan tensa
sexualmente, que nunca lo conseguiré.
—Bueno, querer los tres es simplemente codicioso —dice Joanna,
haciendo eco de mi miedo—. Tal vez deberíamos conformarnos con dos y
terminar con eso.
—Sí —digo, desplomándome en mi asiento—. Tal vez sea lo mejor
que podemos esperar. Probablemente debería dejar de echar a los tipos
perfectamente buenos por algo sobre lo que no tienen control.
Joanna se queda mirando hacia el espacio, sus ojos se vuelven
suaves y desenfocados. —Los tres es el sueño, ¿verdad? Tres significa tu
alma gemela. Me gustaría un alma gemela.
—A mí también.
Eden se desploma en su silla y suspira. —¿Ustedes dos parecen
totalmente drogadas en este momento, o…?
Todas estamos sorprendidas cuando mi teléfono vibra.
—¿El Profesor? —pregunta Eden mientras se sienta derecha.
Reviso la pantalla. —No. Novio.
Se desinfla con decepción. —Maldita sea.
Abro el mensaje.
Ojalá estuvieras en mi cama ahora. Las cosas que te haría…
Me aclaro la garganta y me pongo de pie. Nuestro sexo verdadero
puede ser mediocre, pero nuestro cibersexo es dinamita pura. Claro, es
totalmente impersonal, pero en este momento, no tengo la energía para
preocuparme. Gracias al Profesor, estoy borracha, caliente, ansiosa y
necesito cualquier alivio que pueda conseguir.
—Está bien, se está haciendo tarde —les digo, tomando mi
bebida—. Me voy a la cama.
Ahora, es el turno de Joanna y Eden de compartir una mirada.
—Qué lo pases bien —dice Joanna con un resoplido—. Nos vemos
en el trabajo el lunes. 43
Después de darle un abrazo rápido, me dirijo a mi habitación. Me
saco la ropa y me arrastro hasta la cama cuando suena mi FaceTime.
Mi hombre guapo aparece en la pantalla, y mientras observa mi
apariencia, una sonrisa lenta se extiende en su rostro.
—Bonjour —dice y saca su propio teléfono, para que pueda verlo
sin camisa, sentado en la cama.
Sonrío. —Bonjour, para ti.

***

Froto una toalla sobre mi cabello húmedo y camino en la cocina de


mi apartamento con mi bata en busca de sobras de pizza. Si pudiera
mantener una relación sexual con un hombre sólo en las sesiones de
FaceTime, me conformaría. Pero sé muy bien que ningún hombre estaría
satisfecho con eso, y no debería esperar que lo estén.
Eden no se equivocó cuando dijo que encontraba excusas para
romper con los chicos. Lo sé, pero las razones que doy a todos los demás
son solo desviaciones de la verdad. El problema real es que podría tener
al hombre más atractivo del mundo en mi cama y aun así recibir una
respuesta tibia de mi cuerpo cuando estoy desnuda, y no tengo idea de
por qué ocurre eso.
No es que no sea capaz de excitarme, porque lo soy totalmente. La
pornografía me excita. También las novelas románticas. Diablos, incluso
los pastelitos glaseados.
Pero tan pronto como la ropa comienza a irse, aparecen algunos
cambios dentro de mí y mi emoción se convierte en ansiedad. He tratado
de averiguar por qué sigue ocurriendo, y la teoría en la que trabajo es que
mi novio de la secundaria fue un polvo terrible. En ese momento, pensaba
que los encuentros incómodos y torpes que duraban unos minutos eran
normales para las relaciones de adolescentes, pero estuvimos juntos
durante algunos años y nunca mejoró. Era evidente que él no se
encontraba interesado en mi placer, y cuando comenzó a decir sutilmente
que era porque era imposible dármelo, le creí. No ayudó que, en más de
una ocasión, me recordó que era muy gordita como para tener un cuerpo
verdaderamente atractivo. Siempre tuve inseguridades acerca de mis
tetas demasiado grandes y mi complexión con curvas, por lo que sus
frecuentes ataques me hicieron temer quitarme la ropa.
Tener esa experiencia durante mi despertar sexual debe haber
tirado una llave inglesa en mis partes de mujer, porque este problema me
ha atormentado desde entonces. Es la razón principal por la que nunca
me ha gustado el sexo casual. O tener relaciones sexuales con otra
persona, si soy honesta. Tanto como trato de disfrutarlo, simplemente no
lo hago, así que sólo me quedo allí y espero a que terminen.
44
En estos días, mi método preferido de satisfacción sexual es la
masturbación. No es de arrogante ni nada, pero soy increíble al tocar mi
propia bocina. Sin dudas, soy la compañera sexual más satisfactoria que
he tenido, lo cual describe el triste estado de mis romances.
El único punto brillante en mi situación actual es que tener
videollamadas con mi hombre me ofrece un compromiso increíble. Me
siento cómoda al estar desnuda, porque sólo ve lo que quiero que vea, y
debido a que me estoy tocando a mí misma, puedo llegar al orgasmo en
un tiempo récord.
Así que sí. Aunque he llegado a aceptar que tener sexo con un
hombre y sentirme sexualmente satisfecha son dos ejercicios diferentes
y algo mutuamente excluyentes, con el cibersexo, consigo lo mejor de
ambos mundos: un hombre atractivo para mí y mis propias manos
experimentadas para hacerme llegar. Ganamos todos.
El gran inconveniente es que sé que esto no puede durar. Ningún
hombre querrá continuar una relación con una mujer que no puede
tocar. A menos que pueda resolver mis problemas pronto, esta relación
estará tan condenada como todas las demás, y la idea de que eso ocurra
es tan odiosa que la empujo a la parte trasera de mi mente y trato de
pensar en otras cosas.
Tomo una porción de pizza fría de la nevera y le doy un mordisco
mientras reviso mi teléfono para ver si el Profesor me ha contactado.
Nop.
Suspiro mientras mastico. Siempre podría enviar la idea del libro
sin su permiso, pero eso podría causar problemas si a Serena y el señor
Whip les encanta, y luego no puedo cumplir. No sólo no me darían el
ascenso, sino que también sería considerada poco confiable.
Cuando vuelvo a mi habitación, me sorprende ver a Eden allí,
agarrando un suéter de punto de uno de mis cajones.
—Oye —dice—. ¿Está bien si tomo prestado esto? Me dirijo a casa
de Max pronto, y hace frío afuera.
—Claro. —Me siento en mi cama y me desplazo por mi teléfono.
Una vez más, me encuentro volviendo a las publicaciones del Profesor.
Hombre, estoy empezando a entender cómo se siente un adicto. Sólo unas
pocas publicaciones. Eso es todo lo que necesito. Algo para reavivar el
calor en mi sangre.

Estar contigo fue tan fácil como respirar. Hasta que no lo fue.
Un día sin previo aviso, te miré y todo el aire salió de la habitación.
Odio que mis sentimientos hayan cambiado.
Y odio aún más que los tuyos no lo hicieran.

45
Suspiro de placer y paso a la siguiente publicación.

Construí una casa a tu alrededor dentro de mi corazón,


y luego la quemé hasta los cimientos,
porque prefiero verla desmoronarse hasta las cenizas
que vivir en ella solo.

Dios, qué triste. Y asombroso.


Eden se pone el suéter y se sienta en la silla junto a mi cama para
atarse las botas.
—¿El Profesor aún no te ha enviado un mensaje?
—Nop.
—Bueno, si no resulta con él, sé de otra increíble idea para un libro
que podrías enviar. —Lanza una mirada hacia mi armario.
Niego con la cabeza —No empieces conmigo. Sabes que es solo un
pasatiempo.
—Sí —dice mientras termina con sus cordones y se sienta—. Pero
es un pasatiempo en el que eres muy buena. —Se levanta de la silla y
abre el armario. En el estante superior hay una pila de cuadernos
desgastados que saca antes de volverse hacia mí.
Uno por uno, los arroja sobre la cama. —Este es fantástico, pero
necesitas desarrollar a los personajes. Este tiene un gran potencial, si te
pones en movimiento y escribes un final de verdad. Y este… —Sostiene
el cuaderno con la etiqueta “Todas las cosas que siento pero no puedo
decir” y lo presiona contra su pecho con un suspiro—. Este es mi favorito,
y por favor, sabes que te molestaré hasta el día de tu muerte. O hasta
que lo termines. Lo que sea que venga primero.
Agarro los cuadernos y los coloco con cuidado en mi mesita de
noche. —¿Sabes cuánto me molestarían en el trabajo si le hago saber a
alguien que escribo? Ya hay una idea errónea de que los editores son
simplemente autores frustrados.
—Bueno, en tu caso, es algo cierto. Querías ser escritora cuando
eras niña, ¿verdad?
—Sí, pero también quería ser catadora de chocolate profesional,
Indiana Jones y un canguro, así que…
Coloca las manos en las caderas. —¿Entonces me dices que ya no
quieres ser escritora? ¿Que pasaste cientos de horas trabajando en tus
historias porque… qué? ¿Necesitabas practicar tu caligrafía?
Agarro la crema para manos de la mesita de noche y echo un poco
en mis palmas. —Digo que tengo tantas posibilidades de convertirme en
una autora exitosa como en canguro australiano. Ahora, tienes a un
46
hombre ardiente esperándote a unas cuadras de distancia. ¿De verdad
quieres perder más tiempo analizando mis opciones de carrera?
Se detiene por un momento antes de inclinarse y besar la cima de
mi cabeza. —Bien, de acuerdo. Me voy. Pero debes saber que si y cuando
publiques tu propio trabajo, tendrás al menos un cliente que comprará
todo lo que escribas.
Agito la mano mientras se va, y mientras termino de frotar la crema
en mis manos, mi mirada se dirige a mi pila de cuadernos. Hubo un
tiempo en el que pasé cada momento libre escribiendo. Era una forma de
terapia, exorcizando toda mi angustia y frustración en las páginas
nuevas. También tengo algunos que Eden no ha visto. Son mi versión de
gritar cuando pasa un tren, y me ayudaron a atravesar algunos
momentos oscuros. En estos días, me encuentro demasiado ocupada con
mi trabajo como para considerar la posibilidad de volver a permitírmelo.
Agarro los cuadernos y los apilo cuidadosamente en la parte
superior de mi armario. Es más fácil ignorar mis impulsos creativos
cuando los pierdo de vista.
No puedo molestarme en secarme el cabello aún húmedo, así que
me quito la bata, tomo el teléfono y me meto en la cama. En contraste
con mi vacilación de desnudarme con otras personas, me encanta dormir
desnuda, y suspiro de placer al sentir las sábanas frías en mi piel.
Cuando me siento cómoda, vuelvo a la línea de tiempo del Profesor, y
descubro que hay una nueva publicación.
Emocionada, me pongo en posición sentada. Es una imagen
sudorosa de él en una camiseta y pantalones cortos. Sus músculos
brillan en el bochornoso blanco y negro. Me doy cuenta de que usa mucho
el blanco y negro. Hace que todo parezca sombrío y misterioso, y eso sólo
aumenta su atractivo.
Me desplazo hacia abajo para leer la leyenda.

Corro para acallar mi mente,


y cuando fuerzo mis pies uno frente al otro, mis pensamientos oscuros se
van quedando tras de mí,
como una fuga de aceite.
Corro para purgar. Para castigarme. Para alejar los pensamientos.
Corro, porque cada vez que me detengo,
el amor sofocante y desgarrador que siento por ti
me alcanza.

Una vez más, un escalofrío me sube por la espalda. Maldición,


necesito publicar las palabras de este hombre. Tengo un ardiente deseo
de darles forma, enmarcarlas y regalarlas al mundo. Tiene que pasar. 47
Aunque acabo de tener un orgasmo bastante decente, el Profesor
me hace sentir que podría comenzar una segunda ronda.
Rápidamente escribo un mensaje. No sé si incluso ya recibió el
último que le envié, pero quiero contactarlo mientras sé que se encuentra
en línea.
Hola, Profesor. Es Asha Tate de nuevo. Te envié un mensaje
antes. Si estás ahí, me encantaría hablar. Lamento molestarte, pero
tengo una fecha límite.
Presiono enviar y luego mordisqueo la uña de mi pulgar. Vamos,
chico, responde. Lee el mensaje y responde. Ahora, por favor.
Pasa casi un minuto ante de que reciba su respuesta.
J, detente. De quien sea el teléfono que has secuestrado, esto
no es gracioso. No voy a jugar este juego contigo.
Frunzo el ceño hacia la pantalla y tecleo.
Esto no es un juego. Hablo muy en serio con este proyecto.
Seguro que sí. Además, eres un idiota. Déjalo. Ahora.
Está bien. Fallo imprevisto.
Profesor, no soy J, quienquiera que sea. Como mencioné, soy
asistente en una editorial y planeo enviar tu trabajo a mis jefes
mañana con el fin de convertir tus publicaciones de Instagram en un
libro. Me gustaría hablar sobre los detalles contigo. Por favor, no
creas que esto es una estafa o una broma.
Aún nada.
Bieeeeen.
Señor, entiendo que debes recibir muchos mensajes extraños
considerando tu número de seguidores, pero te aseguro que soy
quien digo que soy. Puedes ir al sitio web de Whiplash Publishing y
buscarme en la página “Nuestro personal”. Tengo el pelo rojo y gafas.
Si prefieres comunicarte por correo electrónico, mi dirección es
atate@whiplash.com
Vuelvo a mordisquear mi uña mientras espero. Esta vez son cinco
minutos antes de que suceda algo.
Dirigirme a una imagen en un sitio web es una nueva
estrategia, te lo concederé. Pero, ¿de verdad no tienes nada mejor
que hacer con tu tiempo que joderme? Eso es triste y patético.
Exhalo, frustrada. Maldición, sabía que estaría acostumbrado a
recibir mensajes de chiflados, pero esto se vuelve ridículo. ¿Cómo diablos
lo convenzo de que soy yo?
Obtengo un destello de inspiración y voy a su publicación anterior,
así puedo tomar una captura de pantalla de nuestra breve interacción,
pero aparentemente significativa. Luego, la publico en nuestro chat. 48

Profesor, no estoy segura de si lo recuerdas, pero antes tuvimos


una breve interacción. No tengo ninguna duda de que J no tiene nada
mejor que hacer que molestarte, porque francamente, él/ella suena
como un idiota. Pero mi tiempo es precioso y se acaba rápidamente.
Por favor, llámame, y verás que no te estoy engañando. Demonios,
incluso podemos hacer una videollamada si quieres. Lo que sea
necesario para convencerte de que hablo en serio.
Una vez más, presiono enviar y espero. Los minutos pasan.
Vamoooooos.
Cuando mi teléfono finalmente suena, es tan fuerte que salto. Me
toma un segundo registrar que él aceptó mi oferta de la videollamada y
un segundo más para darme cuenta de que aún me encuentro cien por
ciento desnuda.
—¡Mierda! —Salto de la cama y murmuro—: ¡Espera un segundo!
¡No cuelgues! —Mientras me coloco rápidamente la bata—. ¡Ya casi! Sigue
en la línea. ¡No te atrevas a colgar!
En el instante en que me ato la bata, me siento en la cama, me
quito el cabello pegajoso de la cara y presiono el botón de responder.
—¿Profesor? ¿Eres tú? Soy Asha Tate.
Aparece un pequeño rectángulo que me muestra en la esquina de
la pantalla, y me estremezco al lucir como que me han arrastrado a través
de un campo bajo la lluvia. Ni siquiera me he cepillado el pelo después
de que me lo lavé, y se encuentra alrededor de mi rostro en rizos gruesos
y húmedos. No es la primera impresión que habría elegido.
Escaneo la pantalla en busca del profesor, pero sigue estando
negra.
—¿Hola?
Cuando me saluda el silencio, verifico si aún estamos conectados.
—¿Profesor?
—Asha Tate. —Su voz es profunda, oscura y ronca, y si soy sincera,
bastante sexy. Mi piel hormiguea en respuesta.
—¡Sí! Hola. —Dios, mi voz es rara. Respiro tan fuerte por mi apuro
en ponerme la bata, parece que tengo asma.
Trago y trato de recuperar algo de compostura. Puede que me
encuentre hablando con el hombre que ha sido la inspiración de varias
sesiones de masturbación prolongadas, pero eso no es relevante para esta
conversación. Si tan sólo mis hormonas galopantes entendieran eso.
—Entonces —dice—, eres Chica Vintage de Brooklyn.
—Sí —digo, demasiado brillante—. Esa soy yo.
—¿Vives en Brooklyn?
—Ajá. Nacida y criada. 49
—Me has seguido ya desde hace un tiempo. —Cada vez que habla,
hay una extraña intimidad. Apuesto a que sería increíble en el sexo
telefónico.
—Sí —le digo—. Casi un mes. —Un mes en el que te he acechado
excesivamente.
—¿Y? ¿Qué piensas?
Trato de mantener mi rostro pasivo, a pesar de que su voz me afecta
de maneras nuevas y excitantes.
—Creo que… uh… tienes un don para combinar palabras con
imágenes… describiendo emociones. Siempre dejas a tu audiencia con
ganas de más.
Eso último es una subestimación. Si no estuviera en cámara en
este momento, estaría abrazando la almohada con el rostro de
Hemsworth.
—Estás mojada —dice el Profesor en voz baja, y casi me ahogo con
mi propia lengua.
—¿Uh… qué? No. No, estoy...
—Tu cabello, Brooklyn. Está mojado.
—Oh. —Dios, ayúdame—. Sí. Lo siento. Ducha. Quiero decir, me
bañé antes. Por eso lo… uh… húmedo.
—Me alegro por ti. —Sarcasmo. Además, extrañamente atractivo.
Me río nerviosamente, pero hay un aire viciado a mí alrededor.
Estoy arruinándolo, pero no tengo ni idea de cómo detenerme.
—Uh, como sea, es genial hablar contigo. Uh… sólo para hacértelo
saber, no puedo verte.
—Mi cámara está apagada. El punto de este chat es que te vea,
¿no?
—Correcto. Por supuesto. Y como puedes ver, no soy J.
—No. No lo eres.
—¿Quién es, por cierto?
Pasa un instante. —Alguien de quien preferiría no discutir.
—Claro, sí. —Me aclaro la garganta y coloco un grueso rizo detrás
de mi oreja—. Entonces, sobre esta propuesta de libro…
—No soy autor. —Su tono es brusco. Casi enojado.
—Tal vez no, pero tienes una habilidad increíble con las palabras,
y no se necesitaría mucho para construir una narrativa.
Deja escapar un sonido de burla. —Y me ayudarías a hacer eso,
¿verdad, Asha Tate?
Hay un modo en cómo dice mi nombre. Algo familiar que no puedo
descifrar. 50
—Me gustaría, sí. Por supuesto, dependería de mis jefes tomar esa
decisión, pero primero tengo que venderles la idea. Solo di que sí, y les
llevaré el concepto el lunes a primera hora. Si no lo aprueban, no pierdes
nada. Pero si dicen que sí… bueno, se abrirían puertas que podrían
cambiar tu vida.
Otra pausa, esta vez más larga. —¿Y si me siento feliz con mi vida?
—Bueno, he estado leyendo tu línea de tiempo, y esa no es la
impresión que recibo. Es más como si te resultara difícil purgar los
recuerdos de una mujer en la que no puedes dejar de pensar. Quizás este
libro pueda ayudarte a seguir adelante. O incluso ayudarte a recuperarla,
si eso es algo en lo que estarías interesado.
Dejo de respirar mientras espero su respuesta. Mi sangre palpita
tan fuerte en mis oídos, siento que él puede oírlo.
Cuando el silencio se prolonga en un grado incómodo, bajo la voz
y digo—: Mira, Profesor, por lo que puedo decir, has estado en un viaje
bastante largo en los últimos años, y creo que tus palabras realmente
podrían ayudar a otros que atraviesan problemas similares. No tienes
nada que perder y mucho que ganar, ¿verdad?
—¿Y qué ganarías tú? —pregunta, su voz tan tranquila como la
mía—. Dudo que hagas esto por la bondad de tu corazón.
El borde de la amargura en su voz no se me pierde. Idiota
reformado, por cierto. Este chico claramente todavía tiene algunos
problemas.
—Si a mis jefes les gusta la idea, bueno… puedo ser ascendida. Y
si eso sucede, entonces me esforzaré por incluir este libro en la mayor
cantidad posible de listas de éxitos de venta.
—Ya veo. Entonces, cuando dices que puedo ayudar a la gente, lo
que quieres decir es que podría ayudarte a ti.
De repente, siento que me estoy aprovechando de él, y no sé por
qué.
—Profesor, no voy a mentir y decir que esto no sería increíble para
mi carrera, porque lo sería. Pero incluso si no hubiera un ascenso
adjunto, aun creo que este es un proyecto que vale la pena. Tus palabras
son tan… viscerales. Se encuentran llenas de pasión, de anhelo y dolor,
y la forma en que escribes… —Niego con la cabeza con asombro—. Afecta
a las personas. Y eso es lo que debe hacer el mejor arte. El arte no debería
hacernos felices y cómodos. Debería desafiarnos. Desafiarnos a salir de
nuestra zona de comodidad por un tiempo. —Mientras digo esto,
comprendo que nunca antes hablé de un proyecto con tanta pasión, y
quiero decir cada palabra—. Este libro podría ser... bueno, es el tipo de
libro que podría inspirar a personas a ser más de lo que creían posible.
Antes, me dijiste que fuera valiente y siguiera mi pasión. Bueno, estoy
apasionada por ti y tus palabras. Por favor, déjame compartirlas con el
mundo.
Cuando termino, la línea permanece en silencio, y soy consciente 51
de que la tensión de esta conversación hace que mi respiración sea
demasiado rápida y mi cara se sienta demasiado caliente. Quiero esto, y
me siento un poco desilusionada por la sensación de que el Profesor no
lo quiera.
Hago un esfuerzo para reducir la velocidad de mi respiración, y es
cuando me doy cuenta de que puedo escuchar sus exhalaciones. Son
desiguales, un poco frustradas. Como si lo forzara a tomar una decisión
que no quiere. Ojalá su cámara estuviera encendida. Me encantaría poder
ver la expresión en su rostro. Podría ayudarme a leerlo mejor. Además,
me muero por saber cómo luce. Me pregunto si su rostro es tan
impresionante como su cuerpo.
Después de lo que parece una eternidad, dice—: Brooklyn, aunque
te agradezco que hayas aceptado la videollamada para demostrar tu
identidad, lamento decir que…
—Espera, Profesor, no digas que no. —Agarro el teléfono con más
fuerza—. Solo, por favor, no lo hagas. Sé que esto probablemente se
encuentre fuera de tu zona de comodidad, pero podría ser increíble.
Incluso si no crees en ti mismo, por favor, sé que creo en ti.
Hay otro segundo de silencio, y luego dice—: Aunque me siento
mareado de emoción porque crees en mí, no le decía no al libro. Iba a
decirte que tu bata se ha abierto, y puedo ver tus pechos.
Un rubor incandescente me golpea el rostro cuando jadeo y bajo la
vista. Por supuesto, el retorcerla por los nervios la aflojó lo suficiente para
que se abriera, dejando al descubierto la mayoría de mis pechos y solo
un toque de pezón.
¡Mierda!
Mi imagen era tan pequeña en la pantalla que no me di cuenta.
Rápido como un destello, agarro los bordes de la tela sedosa y mantengo
la cámara cerca de mi rostro.
—Oh, Dios. No tenía idea. Lo siento mucho.
—¿De verdad? ¿O eso fue algún tipo de incitación sexual para
trabajar contigo? ¿Una muestra de lo que vendrá?
Justo cuando pensé que no podía avergonzarme más. —¡No! ¡Dios,
no!
—No sería la primera vez que una mujer dice querer ayudarme,
sólo para tener una relación sexual. ¿Es eso lo que ocurre aquí? ¿Tratas
de seducirme?
Estoy casi apoplética por la vergüenza. —¡No! Profesor, te aseguro
que me atengo a los más altos estándares profesionales. ¡Nunca haría
eso! Me encuentro mortificada de que esto sucediera, pero, por favor…
fue un accidente. Sinceramente me disculpo y…
—Relájate, Brooklyn —dice, y no estoy segura, pero creo que oigo
un atisbo de sonrisa—. Bromeaba. Creo que el mal funcionamiento de tu 52
vestuario no fue intencional.
—Oh. —Me río débilmente—. Bien. —Respiro hondo y trato de
calmar mi sonrojo salvaje—. Este proyecto es increíblemente importante.
No lo suficiente como para exhibirme, pero lo es…
Espero que se ría, pero no lo hace. En cambio, hay otra pausa.
—Entonces, si esto ocurre —dice—, ¿trabajaríamos juntos?
—Sí, esa es la idea. Sería tu editora. Te ayudaría a definir la
dirección del libro, sugerir cambios y comunicarme contigo sobre la
portada y el mercadeo. Espero que todo el proceso tome al menos nueve
meses. Quizá más.
—Eso es un largo tiempo. ¿Y si resulta que soy un imbécil
insoportable del que no puedas soportar estar cerca?
Sonrío. —Dudo que eso vaya a pasar.
—Podría. Después de todo, no me conoces. Ni siquiera me has
preguntado si soy el chico de las fotos. Por lo que sabes, soy un jubilado
de sesenta y cinco años con una barriga cervecera y calvicie.
Maldita sea, tiene razón. He estado tan concentrada en demostrar
quién era yo, que ni siquiera pensé en pedirle que hiciera lo mismo.
—Bueno, ¿eres el chico de las fotos? —pregunto, nerviosa por su
respuesta.
—¿Importa? Me quieres por mis palabras, ¿verdad?
Aquí hay un inconveniente en el que no pensé. Parte de mi
confianza sobre la popularidad potencial de este libro, depende de los
extremos atributos físicos del profesor. Si no es su ardiente musculatura
la de las fotos, entonces... bueno, tendría que encontrar una forma
diferente de venderlo.
—Escucha, Profesor, no mentiré y diré que tu... uh... atractivo
físico no fue un factor que me atrajo, pero ciertamente no es la razón
principal. Sin embargo, antes de seguir adelante, debería saber con qué
estoy tratando exactamente. Si no eres tú el de las fotos, está bien. Solo
házmelo saber. No me hará alejarme de este proyecto, te lo aseguro.
Una vez más, hay una larga pausa, y el único sonido es su
respiración. Luego escucho ruidos apagados, y en unos pocos segundos,
la pantalla cobra vida. Veo musculosos brazos tatuados y pectorales
anchos y duros. Veo abdominales durante días, y una mandíbula
cuadrada enmarcada con rastrojo sobre un cuello fuerte. Sin embargo,
ningún rostro. Como siempre.
—Este soy yo —dice—. ¿Prueba suficiente para ti?
Trago y asiento. —Ah, sí. Eso está… bien. —Dios, muy bien. Tengo
una preocupación real de si podré trabajar con él todos los días sin
volverme un verdadero lío cachondo. En este momento, la saliva se
acumula en mi boca más rápido de lo que puedo tragarla. Este es un giro
nuevo e inquietante de cómo me afecta. 53
Trago dos veces más antes de encontrar mi voz. —Entonces, uh…
¿no quieres mostrarme tu rostro mientras nos exponemos? —Me doy
cuenta del mal uso de las palabras tan pronto como las he dicho, pero
qué demonios. Sabe lo que quiero decir.
—Esta noche no, Brooklyn —dice, y vislumbro su labio inferior
mientras habla—. Me gusta mi anonimato. Irónico, considerando que
podría perderlo pronto. —Suspira, y trago de nuevo cuando sus bíceps
se abultan mientras se pasa una mano por la mejilla.
—Si todo va bien —le digo—, serás un nombre familiar antes de
que te des cuenta.
—Genial. —Sarcasmo de nuevo—. Justo lo que siempre he querido.
—Algo suena, y su postura cambia—. Así que, eso es todo, entonces.
Tienes mi bendición para ofrecer tu libro, por lo que sea que valga. Me
tengo que ir.
Antes de que tenga tiempo de decir adiós, la línea se corta. Miro el
teléfono por un segundo y, a pesar de la conmoción que causó el desliz-
del-pezón y su clara falta de entusiasmo, me tumbo en la cama y me
remuevo como un pez emocionado. Ni siquiera me importa que mis tetas
salgan y se muevan.
Condenado maldito infierno, ¡síiiii!
Esto funcionará. Simplemente lo sé.
Mi teléfono vibra. Cuando reviso la pantalla, encuentro un texto de
Joanna.
El Profesor dijo que sí, ¿verdad? ¡Mis tetas están
hormigueando!
Escribo una respuesta para confirmar que incluiré su hoja de
cálculo de ventas proyectada en mi presentación el lunes, y luego empiezo
a trabajar en lo que espero sea la mejor propuesta de libro en la historia
de la publicación.

54
5
En el clavo
Traducido por Gesi
Corregido por Jadasa

La sala de conferencias en Whiplash Publishing es apodada “La


Pecera” por una buena razón. Está en el centro de la oficina y es de vidrio.
He leído docenas de novelas románticas en las que las parejas follan en
gigantescas mesas de conferencia de caoba, pero si alguien lo intentara
aquí, podría obtener una buena ganancia en la venta de boletos. Toda la
oficina tendría asientos en primera fila.
Ahora, mientras intento ignorar mi pulso enloquecedor y hacer una 55
presentación matadora, nunca he sido más consciente de la frecuencia
con la que la gente mira hacia la pecera. Sigo distrayéndome con los
rostros que aparecen en la parte superior de los cubículos grises como si
fueran una colonia de suricatas en busca de depredadores hambrientos.
Trago y paso a la siguiente diapositiva de mi presentación de
PowerPoint. —Aquí hay algunos ejemplos del trabajo de Profesor
Feelgood. Creo que estarán de acuerdo en que su estilo es bastante…
estimulante.
Sigo hablando a medida que observo las caras sentadas alrededor
de la mesa. Cuando Serena me preguntó sobre lo que iba a presentar, le
dije que quería que fuera una sorpresa, y juzgar por su expresión, lo
logré. Su mirada se mueve a través de la pantalla, y no me pierdo la forma
en que se inclina ligeramente. Para el momento en que ha leído la
segunda y tercera captura de pantalla, su boca está abierta.
Excelente.
Tenerla a bordo es como ganar la mitad de la batalla, y puedo decir
que está entusiasmada en más de un sentido por el concepto.
El señor Whip no tiene la misma reacción, pero tampoco la
esperaría. Es un hombre. Este libro va a vivir y morir basado en el
increíble poder de la compra femenina. Revisé la lista de seguidores del
profesor, y sé que solo hay unas pocas pollas en un mar de vaginas
devotas.
En tanto expongo el desglose de las ventas proyectadas, veo que
nuestro gerente de marketing, Sidney, refleja la reacción de Serena. Su
piel color chocolate hace que sea difícil ver si sus mejillas muestran un
color extra, pero conociendo el gusto de Sid por los hombres, estoy segura
de que el profesor es de su estilo: oscuro, áspero en los bordes, y luciendo
un paquete de seis.
A continuación, miro a Devin, quien me observa cuidadosamente
mientras se inclina contra el lateral de su cubículo justo afuera de la sala
de conferencias. Si las miradas pudiesen matar, ahora mismo estaría
derritiendo mi cuerpo en una bañera llena de ácido.
Ahora no eres tan engreído, ¿verdad, idiota?
A pesar de la sensación positiva en la habitación, no soy lo
suficientemente estúpida como para pensar que lo tengo en la bolsa.
Antes espié la presentación de Devin, y me duele admitir que hizo un
trabajo increíble. Sus gráficos eran magníficos, elegantes y atractivos, y
admitámoslo, si pudiera lograr una secuela de Rageheart, podría estar
escrita en crayones siendo apenas legible, y la gente aún la compraría.
Su propuesta equivale a dinero en el banco. Pero la mía es más
vanguardista, y ese será nuestro gran punto de diferencia. ¿El señor
Whip quiere algo tradicional y seguro, o algo arriesgado y emocionante?
Espero que sea la segunda opción.
Presiono nuevamente en mi control, y el gráfico de ganancias 56
aparece en la pantalla. —Como pueden ver, estas proyecciones son
conservadoras. Si solo el diez por ciento de sus seguidores compran el
libro, todavía tendríamos un gran éxito en nuestras manos. Pero para ser
honesta, esperaría que los números de ventas sean significativamente
más altos. Creo que el boca a boca va a hacer que este libro sea una gran
sensación, y el estilo del profesor apelará a una amplia sección de
lectores.
Puedo oír mi voz temblando a medida que hablo, pero creo que es
más por la excitación que por los nervios. No he tropezado con ninguna
palabra ni le he hecho señas accidentalmente a nadie, así que, en general,
lo considero una victoria.
Echo un vistazo hacia la pantalla mientras proyecto el montaje
final, ofrezco algunas de las fotos más llamativas del profesor
superpuestas con sus poderosas palabras.
De acuerdo, chica, da el golpe final.
—Hay ciertos momentos definitorios en la historia de la
publicación. Aquellos en los que el libro correcto aparece en el momento
adecuado y le habla a los corazones y mentes de una generación.
Realmente creo que este es ese libro. Y me sentiría honrada de darle la
oportunidad para convertirse en el nuevo buque de insignia en la flota de
las historias de éxito de Whiplash. Gracias.
Respiro temblorosamente cuando termino y luego me quedo allí de
pie mientras espero la reacción. Serena está prácticamente radiante, y
Sidney me da un sutil pulgar hacia arriba.
El señor Whip se toma su tiempo antes de decir algo. Hojea la copia
impresa de mi presentación una vez más, luego me mira fijamente por
unos segundos antes de asentir. —Bien hecho, Asha. Una idea muy
creativa. Tenemos que ver algunas presentaciones más antes de tomar
nuestra decisión, pero creo que es seguro decir que nos has
impresionado.
Mi sonrisa es tan grande que me duele la cara. —Gracias, señor
Whip. Lo aprecio.
—Por favor, envía al siguiente candidato.
Rápidamente recojo mis materiales y me dirijo hacia afuera donde
Kandace, una de nuestras asistentes editoriales veteranas, está
esperando nerviosamente. —Están listos para ti. Mátalos.
Me sonríe temblorosamente antes de entrar en la guarida del león.
Cuando regreso a mi escritorio, me desplomo en la silla. Dios, este
ascenso está tan cerca que puedo saborearlo. Todo se siente bien, como
si debería enviarle un correo electrónico a nuestro gerente de oficina y
decirle que ordene mis nuevas tarjetas de negocio.
Mi teléfono vibra con un mensaje de texto de Joanna. ¡Diste EN EL 57
CLAVO! ¡Tienes este ascenso en la bolsa, nena!
Le respondo una serie de emoticones felices y nerviosos, luego
levanto la mirada para encontrar a Devin de pie frente a mí.
—Nada mal, Tate —dice mientras se mete las manos en los
bolsillos—. Hubo un par de momentos donde pensé que ibas a vomitar
sobre tus notas, pero conseguiste mantener la compostura.
—Simplemente seguí pensando en cuánto quería vencerte, Devin,
y mi estómago estuvo más que feliz de cooperar.
Se alisa la corbata. —Es un gran riesgo apostar todo a un chico
que ni siquiera es autor.
—Creo que hay un pequeño salto entre ser escritor y autor, y este
chico definitivamente es escritor. En mi mente, no es un gran riesgo
cuando puede describir tan bien las emociones. La gente se va a volver
loca con él.
Me sonríe condescendientemente. —¿Viste mi presentación?
Sandra Larson. Ella es bastante importante, ¿verdad?
—Absolutamente. Tu presentación estuvo excelente.
—¿Pero crees que me has vencido?
Me encojo de hombros. —Creo que Whiplash está lista para
mostrar a un autor que ellos han descubierto. Va más allá de lo esperado.
Profesor Feelgood podría ser su chico.
Su rostro se arruga. —Sigue diciéndote eso cuando te envíe a
comprar mi café.
Se escabulle, y me sorprende que competir por el trabajo que quiere
haya sido todo lo que tenía que hacer para que dejara de coquetear
conmigo. Tan simple, y aun así, tan efectivo.
Me pongo de pie para poder espiar lo que está sucediendo en la
pecera. La pobre Kandace parece estar a punto de desmayarse.
Tras volver a tomar asiento, enciendo mi computadora e intento
concentrarme en el trabajo por un tiempo, pero en el momento en que
oigo a gente saliendo de la sala de conferencias, me pongo de pie para ver
a Serena regresando a su oficina.
Me hace un gesto para que la siga. —Finge que charlamos sobre el
libro de Delaney y mantén una expresión neutral —dice en voz baja.
Asiento cuando me entrega un archivo. —De acuerdo.
Revuelve papales alrededor de su escritorio en tanto habla, apenas
mirándome. —No puedo decir nada oficialmente, pero nos dejaste
boquiabiertos, Asha. Tu presentación fue excelente, y creo que
convenciste a Robert de que eres la persona adecuada para el trabajo.
Voy a hablar con finanzas sobre qué tipo de oferta podemos hacerle al
profesor y mañana lo contactaré para comenzar el proceso. ¿Tienes su
número? 58
Asiento. —Te lo enviaré por mensaje. ¿Qué hay de Devin y Sandra
Larson?
—Robert no quiere tomarse la molestia de sacarla de su contrato
actual; podría tomarnos meses. Además, no podemos costearla.
Destrozaría todo nuestro presupuesto para el próximo año. Ella sin duda
pedirá uno de los cinco grandes.
Mantengo mi expresión neutral, pero no puedo evitar la excitación
que se filtra en mi voz. —Dios mío, Serena, ¿realmente voy a ser editora?
Escribe algo en su agenda y me sonríe brevemente. —Eso parece,
cariño. ¿Estás lista para publicar un éxito de ventas?
—¡Demonios, sí!
—Bien. Ahora, sal de aquí y actúa como si no hubiera dicho nada.
Ni siquiera se lo digas a Joanna. Una vez que hayamos cerrado el trato
con el Profesor, Robert hará el anuncio formal. Ah, y prepárate para
ayudarme a encontrar a alguien que te reemplace. Eres bastante difícil
de seguir, jovencita. —Me dispara otra mirada, y borro mi sonrisa
mientras asiento y regreso a mi escritorio.
Actuando tan natural como puedo, rápidamente le envío un
mensaje de texto al número del profesor.
Mis jefes AMARON la idea de tu libro. Nada es oficial aún, pero
si todo sale de acuerdo a lo esperado, alguien se comunicará mañana
contigo para arreglar los detalles. ¡FELICITACIONES! ¡Vas a ser un
autor publicado!
Mientras envío el mensaje, puedo sentir que una sonrisa gigante
amenaza con revelarse, pero en el último segundo, aprieto los labios y me
pongo a trabajar.
Al otro lado de la oficina, veo a Devin inclinado contra el marco de
la puerta de la sala de descanso, mirándome. Estoy segura de que no
estoy revelando nada, pero no me pierdo el ceño fruncido que me da antes
de saludar con su taza de café y regresar a su escritorio.
Guau, realmente no voy a extrañar sus visitas todos los días.
Pronto tendré una oficina real con una puerta real, y Devin tendrá que
acostumbrarse a ser golpeado en la cara con ella.

59
6
Todo irá bien, eventualmente
Traducido por Umiangel & Anna Karol
Corregido por Karen_D

A la mañana siguiente, mientras camino por las bulliciosas calles


de Brooklyn en un día particularmente glorioso de otoño, juro que puedo
escuchar los coros de “Walking on Sunshine” siguiéndome. Estoy
teniendo uno de esos días; esos en los que tienes el mundo en una
cuerda, y parece que nada puede descarrilar tu impulso positivo.
Hoy va a ser grandioso. Para citar a Joanna, puedo sentirlo en mis
tetas. 60
—¡Buenos días, Asha!
—¡Hola, señora Eidleman! —Mi vecina octogenaria se pasea con
sus dos Shih Tzus vistiendo en rosa brillante con la palabra “JUICY”
adornada en el culo con letras grandes de plata—. Luce bien.
—¿En serio? Tú también, cariño.
Le doy una sonrisa humilde, pero sé que mi atuendo me queda
bien. Es posible que desnuda me sienta cohibida, pero con la ropa
adecuada, me siento como una reina. El conjunto de hoy es una blusa
con estampado de cerezas, una ajustada falda de lápiz color negro con
un cinturón negro grueso, todo rematado con una gabardina Burberry
que encontré en el mercado de pulgas de Brooklyn por solo veinticinco
dólares. Incluso mi pelo está arreglado. Mi lío castaño rojizo se secó con
delicadeza y se desliza alrededor de mi cara mientras camino. No podría
parecer más editorial ni aunque lo intentara. Ahora, necesito practicar
mi cara de sorpresa para cuando me ofrezcan el ascenso.
—Asha, ¡hola! Hermoso día, ¿verdad?
—Claro que sí, Randy. —Mi barista favorito cuelga de la ventana
de servicio rápido de mi cafetería local y me extiende mi orden regular,
justo a tiempo.
—Té verde grande y un pastel de espinacas sin harina y bajo en
carbohidratos.
Le entrego un diez y agarro la taza y la bolsa sin parar. —Eres el
mejor, Randy. ¡Gracias!
—De nada. Y ten un buen día.
Suspiro feliz mientras me dirijo al metro. La vida es buena.
Hubo momentos en el pasado en los que sentía que tenía que
luchar con uñas y dientes por cada cosa decente que conseguía. Ser
pobre y tener sueños de ir a la universidad eran conceptos mutuamente
excluyentes en nuestro vecindario, pero tanto Eden como yo trabajamos
mucho en la escuela secundaria para obtener becas. Y ahora, aunque no
estamos haciendo mucho más que sobrevivir, al menos tenemos buenos
trabajos. Y con el aumento de sueldo que me proveerán como editora, tal
vez pueda empezar a pagarle a Nannabeth los innumerables préstamos
que me ha concedido a lo largo de los años. Sé que no podría importarle
menos el dinero, pero para mí, es cuestión de principios.
Reboto durante el resto de mi viaje a la oficina, y cuando entro en
el ascensor y encuentro a Devin allí, trato de controlar mi sonrisa.
Me mira con recelo. —Te ves presumida esta mañana, Tate. ¿Qué
está pasando?
—Nada. ¿Qué pasa contigo?
Su confianza casi le sale con un estallido. —Ah, hoy me van a
ascender. Cuenta con ello. 61

Aprieto los dientes para sofocar una carcajada. —¿De verdad?


Bueno, bien por ti.
Gira hacia mí, su cara demasiado cerca y su colonia demasiado
fuerte. —Realmente crees que tienes esto en la bolsa, ¿no? ¿En serio crees
que son tan tontos como para apostar por un impostor de los medios
sociales cuando tienen a un fenómeno literario como Sandra Larson
esperando entre bastidores?
Me encogí de hombros —Creo que tienen muchos factores a
considerar. Te sorprenderías.
Resopla —Sí. Cierto. Creo que hoy uno de nosotros estará
sorprendido, pero no seré yo.
El elevador se abre hacia nuestro piso y nos separamos para
dirigirnos a nuestros respectivos escritorios. Miro para ver a Serena ya
en su oficina, lo cual es inusual considerando que siempre estoy aquí por
lo menos media hora antes que ella. Está al teléfono con la puerta
cerrada, lo cual es otra rareza. Frunzo el ceño mientras me quito el abrigo
y lo cuelgo en el estante cercano. Cuando llego a mi escritorio, Serena me
lanza una mirada irritada antes de mirar hacia la ventana mientras
continúa su conversación.
De acuerdo. Esto no tiene buena pinta. Tal vez el Profesor cambió
de opinión.
Por favor, Dios, no.
Cuando estoy a punto de sentarme, Joanna aparece justo detrás
de mí, con una expresión preocupada torciendo su rostro impecable.
—No es mi culpa, lo juro.
—¿De qué hablas?
—No le dije a nadie sobre el Profesor. Bueno, está bien, se lo dije a
mi manicurista, pero es todo, y ella habla principalmente vietnamita, así
que dudo que haya tenido algo que ver con lo que está pasando.
—Bieeeen. ¿Qué está pasando?
Antes de que Joanna tenga la oportunidad de decirme, escucho que
se abre la puerta de Serena y giro para verla caminar hacia mí.
—Ven conmigo —dice, haciendo un gesto para que la siga—.
Necesitamos hablar.
Miro a Joanna mientras Serena y yo nos dirigimos hacia los
ascensores. Cuando pasamos a Devin, se despide de manera casual.
—¿A dónde vamos?
Serena presiona el botón con más entusiasmo de lo habitual.
—Vamos con Robert. —El tono de su voz hace que mi pánico
agudice mis oídos.
—¿Qué pasa? 62
Llega el ascensor y entramos. Tan pronto como las puertas se
cierran, se gira hacia mí. —Asha, odio tener que preguntarte esto, pero
tenemos una situación, así que es imperativo que seas sincera conmigo,
¿de acuerdo?
—Siempre soy honesta contigo.
—Lo sé, pero... —suspira—. Existe una acusación de que el libro
del Profesor Feelgood no fue idea tuya.
Mi boca se abre. —¿Qué?
Aparentemente, Robert fue a un evento de la industria anoche y
alguien dijo que se enteraron de tu presentación y que el Profesor ya está
en negociaciones con otra editorial. Comprensiblemente, Robert se puso
furioso. Quedó impresionado con tu presentación, pero ahora con la
posibilidad de que no hayas tenido la idea tú misma... bueno...
Me obligo a mantener la calma incluso cuando mi cara se pone
caliente. Me horroriza que sea cuestionada incluso mi integridad. —Me
contacté con el Profesor personalmente. Cuando hablamos, parecía que
nunca había considerado publicar. —Recuerdo nuestras conversaciones
para asegurarme de que no pasé algo por alto. Supongo que es posible
que alguien más haya visto el potencial en él, pero seguramente lo habría
mencionado—. No dijo nada acerca de tener ya un editor.
—¿Tienes un registro de tu conversación?
—Tengo mensajes de Instagram, pero nuestra comunicación
principal fue verbal.
—¿Entonces no puedes probar que no dijo que estaba con otro
editor?
—No, pero no te mentiría, Serena. Ni al señor Whip.
Cuando las puertas del ascensor se abren al piso ejecutivo, miro
hacia el corto pasillo que conduce a la oficina del señor Whip. En este
momento, es tan horrible como algo salido de The Shining.
—Asha, Robert cree que tu ambición te superó —dice en voz baja—
. Que preferirías engañar a perder el ascenso.
—Bueno, se equivoca —le susurro—. Nos pondremos en contacto
con el Profesor y conoceremos su versión de la historia. Te dirá que la
idea fue mía.
—Llamé al número de teléfono que me diste y no recibí respuesta.
El asistente de Robert está con el caso, probando cada cinco minutos.
—¿Qué hay de hablar con alguien de la supuesta otra editorial?
—Ya se hizo. Dijeron que no harán comentarios sobre algo que
pueda afectar las negociaciones de contratos en curso, lo que no hace
nada para refutar la historia.
—Esto es una locura. No hice nada malo. Encontré una gran 63
ventaja y me esforcé mucho en mi presentación. Lo que viste en esa sala
de conferencias fue todo trabajo mío, de nadie más.
—Te creo. Pero Robert está furioso y en este momento estoy
trabajando horas extras solo para convencerlo de que no te despida.
Sacudo la cabeza y me apresuro a organizar mis pensamientos. No
puedo creer lo rápido que este día se ha ido a la mierda.
Recuerdo las palabras de Devin en el ascensor. Creo que hoy uno
de nosotros estará sorprendido, pero no seré yo.
—Devin —le digo en voz baja—. Él hizo esto.
Serena levanta una ceja. —Esa es una acusación seria.
—Piénsalo. ¿Quién ganará más si esto fracasa? ¿Y quién tiene
familiares trabajando en otras editoriales? No se necesitaría mucho para
preparar esto.
Serena mira hacia las puertas de la oficina. —Bueno, quizás sea
mejor que te guardes tus sospechas hasta que podamos descubrir más.
Lo único que Robert soportará menos a que uno de los miembros de su
personal tome prestadas ideas de otra persona es estas acusaciones
infundadas contra su sobrino.
Asiento, y continuamos por el pasillo hacia la oficina del señor
Whip. Estoy tan conmocionada y enojada que me tiemblan las manos.
Siempre supe que Devin era un imbécil, ¿pero sabotear mi carrera?
Ese es un nivel de bajeza que no imaginé.
Tiene que haber alguna forma de arreglar esto, y maldita sea, lo
encontraré.

***

El señor Whip no se enoja a menudo, pero cuando lo hace, se


percibe en la boca del estómago. No estoy segura de cómo se siente la
enfermedad de la radiación, pero si es algo así como pararse cerca de la
furia silenciosa del señor Whip, entonces es horrible.
Está sentado a su mesa mientras Serena y yo nos paramos frente
a él, y me siento como un niño de secundaria que ha sido sorprendido
dibujando obscenidades en el auto del director.
—Es bastante vergonzoso que me hayas engañado al hablar de este
libro y de lo original que era. Pero luego, descubrir que una casa en
competencia ya lo había pensado y se acercó al autor…
—Al parecer —se interpone Serena—, esto podría ser todo un
malentendido, Robert. Al menos necesitamos descubrir toda la historia
antes de saltar a cualquier conclusión.
—Este desarrollo pone en duda todo el ascenso de Asha —dice
Whip—. El desafío era que encontraras un éxito de ventas. Pero si 64
presentaste la idea de otro editor... —Me mira y suspira—. Asha, dime
que me equivoco.
—Se equivoca, señor. Cien por ciento. Nunca le faltaría el respeto a
usted o Serena presentando el material de otra persona. No tengo idea de
cómo comenzó este rumor, pero puedo asegurarle que cuando nos
pongamos en contacto con el Profesor, él respaldará mi versión de los
eventos.
Asiente. —Entonces será mejor que podamos comunicarnos con él
pronto, porque mientras más tiempo continúe este rumor, más daño
causará a nuestra marca y tu reputación profesional. Para ponerle fin,
necesitamos que se firme un contrato lo antes posible. Tus cifras de
ventas proyectadas fueron impresionantes, y si te has dado cuenta de
eso, entonces otros también lo han hecho. No podemos permitirnos una
guerra de ofertas.
Alguien golpea ligeramente la puerta, y luego Craig, el asistente del
señor Whip, entra nerviosamente.
—Lo siento, señor, pero acabo de recibir una llamada de alguien en
Publisher's Weekly. Están tratando de confirmar los informes de que
Whiplash está en una especie de guerra de ofertas con los cinco grandes
para el libro de Profesor Feelgood.
La cara del señor Whip se enrojece cuando se gira hacia mí.
—¡Maldita sea!
—No tengo idea de cómo está sucediendo esto —le digo,
sintiéndome más indefensa por segundo—. Pero le prometo que lo
resolveré.
—Más te vale que lo hagas —dice, antes de girarse hacia su
computadora—. Tu futuro aquí depende de ello.
Con eso, nos disculpa a Serena y a mí, y caminamos de regreso a
los ascensores en un silencio sepulcral.
—Esto es malo, Asha.
—Lo sé.
—Me temo que no. —Serena me mira—. A Whiplash no le ha ido
bien, y ha sido así por un tiempo. Robert contaba con que este libro nos
arrastrara del rojo al negro, y si cae... —Respira y mira los números
digitales sobre las puertas del ascensor—. No solo tú estás en riesgo.
Todos podríamos estar buscando nuevos empleos.
Esa noticia me hace estremecer. —¿Tan mal están las cosas?
Asiente. —Lleva casi dos años posponiendo nuestro balance final,
porque esta compañía es su vida, y ama a todo su personal como si fuera
su familia. Pero la industria editorial se halla en una situación
desesperada y, a menos que podamos encontrar algo para mantener a
raya a los lobos, Whiplash, como lo conocemos, dejará de existir.
65
Subimos al ascensor y, cuando se cierran las puertas, la presión
para solucionar esta situación me hace sentir claustrofóbica.
Tan pronto como vuelvo a mi escritorio, tomo mi teléfono y pruebo
el número del Profesor. Va directamente al buzón de mensajes.
—Maldita sea.
Llamo un par de veces más, pero el resultado es siempre el mismo.
O me está evitando o habla por teléfono con otra editorial. Las dos son
opciones de mierda.
Escribo un texto rápido.
Hola, Profesor. ¿Podrías llamarme tan pronto como sea
posible? Necesitamos hablar.
Después de enviar el mensaje, lanzo mi teléfono sobre el escritorio
y me froto la frente. Comienzo a sospechar que, por cualquier motivo, he
sido engañada. Me sentía tan segura de todo esto, pero ahora parece que
estoy guindando para secarme con un pañuelo en un huracán.
Una gran taza de café es puesta frente a mí, y levanto la vista para
encontrar a Joanna que se está hundiendo en mi silla extra con su propia
gran taza.
—Si necesitas Valium —dice mientras cruza las piernas—, puedo
conseguirte.
—Es tentador. Pero lo que necesito son respuestas. Nadie puede
comunicarse con el Profesor, y todo se está desmoronando.
—Bueno, hay un millón de razones por las que podría no estar
contestando su teléfono.
—¿Cómo…?
Ella tintinea sus dedos. —Su teléfono cayó en las vías del metro y
fue aplastado por un tren; fue atropellado por un taxi, tiene amnesia y
está en el hospital; fue secuestrado por piratas armenios. O quizás está
participando en una sesión de masturbación desenvuelta en la ducha y
no está atendiendo llamadas. Las posibilidades son infinitas.
—O —le digo, reclinándome en mi silla—, está siendo cortejado por
otros editores y es muy cobarde como para decírmelo.
Joanna toma un sorbo de su café y asiente. —Bueno, claro, si
quieres ir con la excusa más oscura. Personalmente, apoyo el escenario
de la ducha.
Rompo cuatro paquetes de azúcar y los vacío en mi taza. —Si esto
se derrumba y otro editor lo hace firmar... —Niego—. En realidad podría
matar a Devin. Quiero decir, generalmente no soy violenta, pero en este
momento en lo único que puedo pensar es en darle una patada en la
entrepierna tan fuerte que explote su escroto.
—Muy descriptivo. Especialmente considerando que no sabes si fue
él.
—Oh, vamos. ¿Quién más podría ser? Haría cualquier cosa para 66
asegurar ese ascenso. Además, desde que regresé de la oficina del señor
Whip, no me ha visto a los ojos.
—Claro, pero eso podría tener algo que ver por la manera en que lo
miras, como si quisieras destruir su escroto. Podrías preguntarle al
respecto.
—¿Para qué? Simplemente lo negaría.
El teléfono de Joanna zumba, y mientras revisa el mensaje, su
expresión decae. —Oh, mierda.
—¿Qué es?
Sigue mirando la pantalla, frunciendo el ceño. —Después de que
todo esto sucediera esta mañana, le puse algunos sensores a mis
contactos. Acabo de escuchar de un amigo en Macmillan. Confirma que
hubo reuniones apresuradas esta mañana respecto al Profesor. Si aún
no han hecho una oferta, entonces una es inminente. Ella dijo que hay
al menos otras dos casas editoriales que lo han contactado. Parece que
esta guerra de ofertas sí existe después de todo.
—¿Han contactado con él? Eso significa que está evitando las
llamadas de Whiplash. —Dejo caer mi cabeza sobre el escritorio, y hace
un ruido fuerte—. Eso es todo, entonces. Juego terminado.
—No necesariamente.
Levanto la cabeza y la miro. —Vamos, Jo. Sabes tan bien como yo
que no podemos competir si los chicos grandes deciden involucrarse. No
tenemos su distribución, sus conexiones, ni sus bolsillos llenos. ¿Qué
podríamos ofrecerle que no puedan ellos?
—A ti.
—Oh, es cierto. Aquí puede tener una editora novata que nunca
antes ha tenido un proyecto en solitario. Eso seguro que trabajará a
nuestro favor.
Joanna pone una mano en mi brazo. —Escucha, si trabaja contigo
por mero dinero, entonces es un idiota. El hombre que valora el dinero
por encima de todo es el más pobre.
Le lanzo una mirada. —Hablas como una verdadera persona rica.
—Ash, descubriste a este tipo. Fuiste tú quien verdaderamente
creyó en su talento. Si se va con un editor que solo se preocupa por sus
resultados, entonces él lo lamentará, recuerda mis palabras. Una vez
vendí un manuscrito muy querido al mejor postor, y los bastardos lo
mataron. Apenas entré a la lista de libros más vendidos del New York
Times, y así no era como veía mi novela debut, créeme. Gracias a Dios,
insistí en la producción ejecutiva de la película. Si lo hubieran arruinado,
habría desquiciado a toda la industria. Y si eso hubiera sucedido,
entonces no tendría un Oscar sobre mi repisa.
Alegaría su argumento, pero he estado en su apartamento. Tiene
un Oscar. Simplemente asumí que era una falsificación. 67
—Está bien, entiendo lo que quieres decir, y para ser claros,
volveremos a esa historia más tarde. Pero por ahora, ¿qué debo hacer?
Sonríe. —Lucha por él. Demuestra que la pasión vale más que el
dinero.
Tomo un sorbo de café súper dulce y asiento. —¿Sabes qué? Tienes
razón. Es mi autor, y maldita sea, lo voy a recuperar.
Agarro mi teléfono y escribo un texto.
Estimado Profesor, si me estás evitando porque otras editoras
se encuentran tras tu libro, no lo hagas. Merezco la oportunidad de
demostrar que soy con quien debes firmar. Te agradecería no me
excluyeras de este proceso.
—Bien —dice Joanna, leyendo sobre mi hombro—. Ve por él, chica.
Le doy una sonrisa, luego me dirijo a la oficina de Serena. —¿Tú y
el señor Whip han manifestado un adelanto para el Profesor?
Se inclina hacia atrás en su silla. —No. Íbamos a hablar de eso esta
mañana, y luego todo se fue al infierno.
Mi teléfono vibra en mi mano. Cuando reviso la pantalla, veo un
texto del Profesor.
No te estoy evitando. He estado ocupado. Llamaré en diez
minutos.
Oh sí.
—Serena, haz esos números ahora, y hazlo rápido. Vamos a tener
una oportunidad de conseguir a este tipo, así que dame una cifra que nos
mantenga en el juego.
Nunca le he dicho a Serena qué hacer antes, así que esta es una
experiencia nueva, pero necesito que las cosas sucedan rápido. A juzgar
por la rapidez con que llama a Robert y le dice que vaya a la sala de
conferencias para una negociación de emergencia, parece que mi sentido
de apremio es contagioso.
Cuando estamos todos juntos, los dos se sientan y discuten sobre
los dólares, mientras espero a que llame el Profesor. Aprovecho mi tiempo
para vincular mi teléfono con nuestro dispositivo de llamada de
conferencia en el centro de la mesa.
—¿Asha?
Me vuelvo para ver al señor Whip mirándome.
—Haremos todo lo posible por esto. —Sus ojos brillan con emoción
o ansiedad. Es difícil decir cuál—. Trescientos mil dólares.
Mi boca se abre. —¿En serio?
Asiente. —Eso es más del doble de nuestro récord existente para
un autor debut, pero creo que esa cifra al menos nos hará competitivos.
—De acuerdo. —Mi mente está disipada. Hace un año, gastamos 68
ciento treinta mil dólares en un debut, y el señor Whip se encontraba tan
emocionado al respecto, que tuvimos que llamar a los paramédicos para
revisar su presión arterial. Ahora, él parece estar de acuerdo en sacar esa
figura del agua. Supongo que si la compañía está en tantos problemas
como Serena afirma, entonces el señor Whip preferiría salir con una
explosión que con un gemido.
—¿Los demás ofrecerían tanto? —pregunto.
Serena niega. —No lo creo. No por la idea de un libro. Si hubiera
un manuscrito por el que todos se volvieran locos, entonces, claro. Así
que, incluso si el Profesor ha sido contactado por otra persona, no tengo
duda de que este avance le hará dudar.
Todos miramos el teléfono.
Después de un tenso minuto, Serena dice—: A menos que, por
supuesto, él ya haya firmado un contrato.
Sacudo la cabeza —No parecía ser el tipo de persona que toma
decisiones apresuradas. Me llevó casi quince minutos convencerlo de que
me dejara lanzar un libro. Creo que llamará.
Las palabras apenas salen de mi boca cuando mi teléfono suena.
Respiro hondo y toco el botón de respuesta.
—Hola, Profesor, muchas gracias por llamar.
—¿Qué hiciste? —Suena tenso.
Eso me toma por sorpresa. —¿Perdón?
—¿Ofreciste mi libro a todo Nueva York? La gente de publicidad me
ha estado acosando toda la mañana. ¿Qué está pasando?
—Honestamente, no tengo idea. Creo que alguien de aquí filtró
información a nuestros rivales.
Él hace un ruido de burla. —¿Es ese el tipo de empresa para la que
trabajas?
—En absoluto —dice el señor Whip—. Siento irrumpir, Profesor.
Soy Robert Whip, y junto a mí está nuestra editora principal, Serena
White.
—Hola, Profesor —dice Serena—. Un gusto hablar con usted.
—Sí, igualmente.
—Todos aquí admiramos su trabajo —dice el señor Whip—. Esta es
mi compañía, y puedo asegurarle que todo este incidente no es nada
común para nosotros. Teníamos toda la intención de comunicarnos con
usted hoy con nuestra oferta formal, pero luego ocurrieron eventos que
estuvieron fuera de nuestro control. Me disculpo profundamente.
Hay una exhalación. —Bueno. ¿Qué pasa ahora?
Me inclino hacia el micrófono. —Bueno, antes de continuar, ¿puedo
aclarar algo contigo? Otra editorial me ha acusado de cazarte. En otras
palabras, afirman que se les ocurrió la idea de que escribieras un libro y 69
ya se te había ofrecido un contrato. ¿Es eso cierto?
Confío en que la idea fue mía y, sin embargo, en los tres segundos
que le toma contestar, mi corazón se aloja en mi garganta.
—¿Qué clase de gente trabaja en la industria editorial? La primera
persona que sugirió un libro fuiste tú, Brooklyn. Pero esta mañana, otras
tres editoriales hicieron ofertas formales.
El señor Whip maldice por lo bajo. —¿Ha aceptado alguna?
—No. Pero no voy a mentir, la cantidad de dinero de la que están
hablando es tentadora.
—Entonces, permítanos lanzar formalmente nuestra oferta. —Me
lanza una mirada—. ¿Asha? ¿Te gustaría hacer los honores?
Asiento.
Está bien, aquí está. Mi primera negociación de autor.
Sé genial, Ash. Cortéjalo con tu pasión.
—Profesor... uh, lo siento. ¿Quieres que te llame por tu nombre?
Hay una larga pausa. —Profesor está bien por ahora.
—Está bien. —Me aclaro la garganta—. Profesor, no he ocultado
cuánto te respeto y a tu talento. Creo que tu poesía es extraordinaria, y
no tengo ninguna duda de que si decides escribir una novela basada en
tus experiencias de viaje y la perdida de tu amada, sería igualmente
conmovedora y poderosa. Es posible que Whiplash no sea la mayor
editorial de Nueva York, pero nos apasionan nuestros autores, y
trabajaremos las veinticuatro horas del día para hacerte feliz.
—Es bueno saberlo.
—Si decides firmar con nosotros, me honraría ser tu editora.
Conozco tu estilo, entiendo tu ritmo y realmente creo que soy la mejor
persona para hacer que tus palabras cobren vida.
—Está bien. —Puedo sentir un aire de impaciencia.
Respiro. Estimado Profesor, prepárate para que vuele tu mente.
—Con todo eso sobre la mesa, a Whiplash le gustaría ofrecerte la
mayor inversión que le hemos hecho a un autor debutante. ¿Qué tal
trescientos mil dólares?
Hay silencio en el otro extremo de la línea.
Serena, el señor Whip y yo compartimos una mirada. No es la
reacción que esperábamos. Tal vez está en shock.
—¿Profesor?
—Sí, estoy aquí. Solo pensaba.
—Está bien, por supuesto. Entiendo que esta es una gran decisión.
Es mucho dinero.
—Ajá. 70
He conocido a algunos hombres lacónicos en mi vida, pero creo que
el Profesor es el rey de todos. La mayoría de las personas al menos
mostrarían un indicio de emoción cuando se enfrentan a una pequeña
fortuna, pero estoy aprendiendo rápidamente que este hombre no es la
mayoría de las personas.
—Uh... si necesitas más tiempo, puedes volver a llamarnos más
tarde. ¿O mañana?
Otra pausa, seguida de una exhalación ruidosa. —Sí, de acuerdo.
—Bueno. Genial. Entonces, llámanos cuando...
—No, me refiero al trato. Firmaré con Whiplash.
Hay unos pocos segundos de silencio, durante los cuales todos
compartimos una mirada sorprendida. Entonces el señor Whip estalla de
alegría.
—¡Es una noticia fantástica! Estamos encantados de tenerlo a
bordo.
—No se arrepentirá, Profesor —dice Serena—. Asha hará cosas
maravillosas con sus palabras. No tengo ninguna duda. —Me sonríe—.
Comenzaré con el contrato y lo llamaré más tarde hoy para resolver los
detalles.
—Suena bien.
—Bueno —dice el señor Whip, sonriéndome—. Sé que Asha está
dispuesta a comenzar tan pronto como sea posible. ¿Está disponible para
venir mañana a conocer a todo el equipo? Y después, usted y Asha
pueden intercambiar algunas ideas de contenido.
—Por supuesto.
—Estupendo. Organizaré a todos para una mesa redonda a las
nueve de la mañana. Espero conocerlo en persona entonces.
—Sí. Yo también.
El señor Whip y Serena salen de la sala de conferencias y me dejan
para refrendar.
Estoy tan emocionada y aliviada de que toda esta situación de
mierda haya tenido un resultado positivo que tengo ganas de abrazar a
alguien. Preferiblemente al Profesor.
—Vale, entonces —digo, hundiéndome en la silla—. Esto se está
convirtiendo en un día increíble después de todo. Profesor, no puedo
agradecerte lo suficiente por unirte a la familia Whiplash. Estoy ansiosa
por trabajar contigo.
—Sí, hasta que descubras lo difícil que soy. Luego correrás por las
colinas.
No sé si bromea o no, pero de todos modos me río. —Nada menos 71
que un delito grave me va a desanimar, créeme.
—Ya lo veremos.
Alzo la vista mientras Joanna se cuela en la habitación. Sonríe y
hace mímica silenciosa de un touchdown, acompañada de un ridículo
baile de celebración.
Reprimo una risa —Entonces, Profesor, antes de irte, ¿tienes
alguna pregunta para mí? ¿Preocupaciones?
Hay una larga pausa durante la cual Joanna se acerca y se sienta
a mi lado. Ambas miramos fijamente el teléfono. Después de unos treinta
segundos, el Profesor dice—: Sí, hay algo de lo que tenemos que hablar,
pero preferiría hacerlo en persona. ¿Puedes salir conmigo esta noche?
Joanna deja caer la mandíbula y masculla—: ¡Dios mío, él te quiere!
La descarto mientras mi mente se acelera. Sí, la forma en que lo
dijo fue estúpidamente sexy, pero estamos entrando en un acuerdo de
negocios, no en una relación. Además, ya tengo un hombre maravilloso
en mi vida, y si puedo averiguar cómo tener sexo alucinante con él, tengo
la intención mantenerlo.
—¿Brooklyn? ¿Sigues ahí?
—Uh... sí. Lo siento. Por supuesto que podemos reunirnos esta
noche. Sería una gran manera de celebrar nuestra nueva asociación. Solo
di cuándo y dónde. Yo invito el champán.
—Te escribiré.
—Fantástico. Hablaré contigo más tarde.
—Bien.
Tan pronto como desconecto la llamada, Joanna jadea. —Oh,
queridas voces sexuales celestiales. Vas a ver a ese pedazo de hombre
caliente en persona esta noche. Tengo unas bragas de repuesto, si las
necesitas.
Pongo los ojos en blanco mientras agarro mi teléfono antes de que
ambas salgamos de la sala de conferencias.
—Es una reunión de negocios, Jo. No son necesarias.
—Lo que digas. Pero ¿y si trata de besarte?
—No lo hará.
—Podría. Eres hermosa. En cualquier caso, ponte algo caliente. Si
enloquece de lujuria contigo, que así sea.
—Jo, estoy comprometida, así que voy a ponerme algo apropiado
para una reunión de negocios.
Hace un sonido de decepción pero no insiste más.
Cuando llegamos a mi escritorio, se sienta en la silla extra. Reviso
rápidamente mi bandeja de entrada y veo que Serena ya ha enviado una
gran cantidad de correos electrónicos sobre la llegada del Profesor a la 72
oficina mañana. También me ha pedido que informe a todos antes de que
él llegue, así nos encontramos en la misma página. Mientras leo los
memorandos, me siento sonriendo.
Me vuelvo para ver a Joanna sonriendo también. —Tu primer
autor, Ash. ¿Qué tan genial es eso?
Asiento. —Bastante genial.
—Estoy tan apestosamente orgullosa de ti.
Agarro mi teléfono con la idea de llamar a Nannabeth y Eden para
darles la buena noticia, pero luego llega un mensaje de texto del Profesor.
Clydesdales en E9th St. 8pm.
Un escalofrío de emoción me recorre cuando contesto: Te veo
entonces.
Joanna se abanica. —Y la cuenta regresiva para el calor debilitante
comienza en tres... dos... uno... ya.
Me sigo riendo de ella cuando Devin pasa junto a nosotros de
camino al vestíbulo.
7
Tan no
Traducido por Mely08610
Corregido por Karen_D

Mientras estoy sentada en la barra, muevo la pierna por debajo de


la mesa. Mis nervios me hacen sentir mal y caliente, y no importa cuánto
intente calmarme, nada parece ayudar, ni siquiera el cóctel más fuerte
que estoy tomando.
A medida que aliso mi cabello, miro a mi alrededor y trato de evitar
parecer desesperada. Solo hay un tiempo en el que puedes sentarte sola
en un bar antes de que la gente empiece a mirarte con simpatía, sabiendo 73
que te han dejado plantada. Ahora mismo, estoy en esa línea. El Profesor
lleva más de quince minutos de retraso y estoy empezando a parecer una
paria social.
Un rubio afeitado se me acerca, pero le desanimó antes de que abra
la boca.
—Estoy esperando a alguien.
Agradezco cuando asiente con la cabeza y me pasa para acercarse
a un par de universitarias.
Alcanzo sutilmente debajo de la mesa y tiro del dobladillo de mi
vestido. Anteriormente, me había probado casi todos los trajes de mi
armario antes de ponerme un elegante vestido negro. Como la mayoría
de los artículos en mi armario, se ajusta a la figura, porque he aprendido
que la mejor manera de minimizar mis curvas es no añadir más volumen,
pero el dobladillo y el escote son lo suficientemente conservadores como
para darle un aire pulido y profesional. Espero parecer una versión más
completa de Audrey Hepburn; con clase, con estilo y con confianza.
Admito que estoy anormalmente nerviosa por la reunión de esta
noche. Me siento profundamente atraída por el trabajo del Profesor y por
lo tanto por él, pero más que eso, tengo una poderosa necesidad de
impresionarlo. Espero estar a la altura del reto de hacer justicia a sus
palabras. Aunque solo he visto pequeños destellos de quién es a través
de nuestras conversaciones, sé sin duda alguna que posee algún tipo de
integridad dura y valiente que no he encontrado a menudo en mi vida.
Sabe quién es, y aunque no parece gustarle mucho, no se esconde detrás
de una especie de fachada perfecta. Admite libremente sus defectos y los
pone a la vista de todo el mundo. Habría menos mentiras en el mundo si
más gente hiciera eso.
Me pregunto si alguna vez podría ser lo suficientemente valiente
para seguir su ejemplo. Ser real y auténticamente yo.
—¡Oh por Dios! ¡Él no dijo eso! —grita la chica de la mesa al lado,
antes de que ella y sus dos amigas tuvieran un ataque de risas—. Es
increíble, tienes mucha suerte de tenerlo.
Bebo mi trago mientras observo al grupo. Todo se amplifica con
ellas, y su falsa exageración me irrita. Y sin embargo, la idea de tratar
con un hombre como el Profesor que rezuma sinceridad me hace sudar
frío. ¿Qué demonios dice eso de mí?
Reviso mi reloj antes de volver a escanear las caras de los hombres
que rodean la barra. Elegí una mesa razonablemente cerca del frente,
para que el Profesor pudiera encontrarme fácilmente. Después de todo,
tendrá que hacer el primer contacto, porque no tengo ni idea de cómo es.
Bueno, eso no es estrictamente cierto. He mirado sus fotos tan a menudo,
que probablemente podría escoger sus abdominales de una rueda de
sospechosos.
Lo único que sé es que estoy buscando pelo oscuro y una
74
mandíbula asesina cubierta de barba. Qué tan oscuro, no tengo ni idea,
así que cada hombre de pelo castaño que pasa dentro de mi órbita es
escudriñado tan intensamente, que estoy segura de que estoy emitiendo
vibraciones de acosadora desesperada.
Reviso mi reloj otra vez. Vale, ahora llega veinticinco minutos tarde.
Esto no está bien. Aunque tenga una buena excusa, al menos espero un
mensaje.
O tal vez me ha abandonado por completo.
Agarro mi teléfono y escribo: Oye, solo te aviso que estoy aquí,
esperándote. ¿Todo bien?
Presiono enviar y miro la pantalla, pero no responde.
Mierda.
Tomo el resto de mi bebida y suspiro. ¿Irse o no irse? Esa es la
cuestión.
Pienso si darle el beneficio de la duda y pasar a mi segundo cóctel,
cuando veo a un tipo caminando hacia mí, entrecerrando los ojos a través
de la luz tenue.
Bien, aquí vamos. Ya era hora.
Me siento más derecha mientras se acerca.
¿Pelo negro? Listo.
¿Barba? Listo.
¿Cuerpo caliente? Eh. Difícil de decir considerando que está
usando un abrigo de cuero estilo Matrix, pero vamos con “tal vez”. Las
gafas me están despistando, pero aun así. El hecho de que parezca
reconocerme indica que es mi hombre.
—Vaya… —dice dándome una mirada evaluadora—. Tu foto no te
hace justicia. Eres más atractiva en persona.
Me sorprenden sus palabras, incluso su tono es más de sorpresa
que de coqueteo. Es como que no hubiera línea de filtro si no que “aquí
están mis pensamientos”, claro, solo ha visto mi foto de perfil cursi en el
sitio Whiplash y una foto de una rata ahogada en un piso granular en
facetime, así que puedo ignorar su comentario, especialmente porque
luzco decente esta noche.
—Siento llegar tarde, ha sido uno de esos días —me dice.
Su voz es más grave de lo que recordaba. O tal vez solo suena
diferente en la vida real en lugar de la oscuridad sexy que irradia en el
teléfono. Está más sonriente de lo que esperaba por sus publicaciones
angustiosas. De hecho, mi imagen mental del buen Profesor no se parece
en nada a la realidad.
—No hay problema —digo mientras le ofrezco mi mano—. Gracias
por venir.
Agarra mi mano y presiona sus labios en ella. La acción me da 75
escalofríos, pero lo controlo. Una cosa un poco rara para hacer al conocer
a alguien por primera vez, especialmente en una relación de negocios.
Tengo que creer que no pretende que sea tan espeluznante como parece.
Aun así, no puedo evitar el escalofrío que me recorre el brazo.
—Es un placer, mi señora. Y no me cabe duda de que será el
primero de muchos placeres esta noche.
Le doy una sonrisa confusa y retiro mi mano.
Por Dios… ¿Mi señora? ¿Placer? ¿Qué ocurre? ¿En qué momento
juzgué tan mal a este hombre?
El chico es atractivo eso es seguro, pero en una forma nerd y rara.
Considerando que no tiene reparos en mostrar su cuerpo musculoso y
tatuado esperaba que fuera más rudo, más confiado. Talvez un poco
arrogante.
Pero en lugar de eso, se mira nervioso mientras se desliza con
cuidado sobre el lugar a mi lado —Así que… ¿Cómo estás?
—Estoy bien. ¿y tú?
—Bien, bien.
Hay una breve pausa, después de la cual ambos vamos a hablar al
mismo tiempo. Luego nos reímos, y él hace un gesto para que hable
primero. No voy a mentir, estoy un poco aliviada de que conocerlo en
persona haya aplacado la loca lujuria que sentí mientras rastreaba su
línea de tiempo. Aunque no es lo que esperaba, no tener química en la
vida real mientras trabajamos juntos me ayudará a mantenerme objetiva.
Eso es bueno para mi presión arterial, sin mencionar mi profesionalismo.
Y, sin embargo, otra parte de mí está decepcionada. ¿Cómo es que mi
imagen mental y el hombre real fueron tan distintos? Creo que mi
medidor de hombres guapos está roto.
—Así que —digo y me aclaro la garganta—. Deberíamos hablar de
negocios.
Asiente y saca un sobre del bolsillo de su chaqueta. —Por supuesto.
Eres una mujer ocupada. Vayamos al grano. —Mira a su alrededor antes
de deslizar el sobre hacia mí—. Creo que descubrirás que está todo ahí.
Y solo para aclarar... —Se inclina y susurra—: He incluido los doscientos
adicionales de los que hablamos para el... eh... —Guiña el ojo—...esos
extras opcionales. Hablando de eso... —Mira mi vaso vacío—. ¿No
deberías estar bebiendo más? Quiero decir, eso es una cosa, ¿verdad?
Tienes que llenar tu vejiga para que puedas, ya sabes... ducharme con
tu...
—Oh, Dios mío —digo, inclinándome hacia atrás hasta que casi me
caigo del taburete—. ¡¿Qué demonios, amigo?! ¿Quién te crees que soy?
Parpadea confundido. —¿Esto es una prueba? Eres la Señora
Trinidad, por supuesto, y yo soy tu sirviente inútil. —Su cara se
ilumina—. Oh, espera, ¿esto es parte de tu plan? ¿Querías castigarme
aquí? Porque aún no he hecho humillación pública, pero estoy muy 76
abierto a la idea. —Susurra—: Hasta tengo mi propio collar y correa.
—Mierda. —Mientras la vergüenza y la incredulidad se apoderan
de mí para ver quién puede hacerme sonrojar más, miro a mi alrededor
y me aseguro de que no haya chicos de fraternidad riendo en un rincón,
riéndose a mi costa. Un rápido vistazo a la habitación sugiere que estoy
sola en esta burbuja de mortificación. Bueno, no completamente. El
sumiso Neo me mira expectante, esperando instrucciones adicionales.
—Mira... —Le devuelvo el sobre y me pregunto vagamente cuánto
dinero haría que se sintiera tan grueso. Obviamente, estoy en la línea de
trabajo equivocada—. Creo que ha habido un error...
Su expresión decae. —Oh, Dios. Ya la he cagado, ¿no? Vamos,
demasiado rápido. Ha sido demasiado raro. Por favor, dime qué hice mal.
Puedo hacerlo mejor. —Se inclina hacia adelante de nuevo, la emoción lo
ilumina—. Soy un chico malo, maestra, pero puedes entrenarme.
Castígame tan duro como quieras. Puedo soportarlo. Por favor, llévame a
casa contigo. Hazme tu esclavo.
Se arrodilla en el suelo frente a mí, y se inclina en sumisión, y
aunque mi cabeza está girando mientras trato de encontrar a alguien más
que presencie esta locura, ninguna persona cercana a nosotros parpadea
a nuestra dirección. En la ciudad de Nueva york supongo que todo el
mundo está tan harto de los espectáculos locos, es casi como si
estuvieran aburridos.
—Por favor levántate —le digo jalándolo de su manga—. Estoy
segura que serías un esclavo maravilloso, pero no soy quien crees que
soy. Vamos, ahora. —Me sorprendo cuando una mujer aparece a mi lado.
Lleva un corpiño de cuero sobre unos vaqueros negros y unas botas de
tacón de aguja, y su pelo rojo es arrastrado hacia atrás en una cola de
caballo inmaculada que es tan apretada que parece dolorosa.
—Um... hola... allí —dice dándome una sonrisa de disculpa antes
de voltearse a Neo—. Creo que esto me pertenece.
Neo la observa sorprendido y luego me frunce el ceño antes de
sonreír con adoración hacia la otra mujer.
—¡Maestra!
Me estremezco cuando ella le da una fuerte bofetada en la cara.
—¿Cómo te atreves a ofrecerte a otra mujer? —Lo observa antes de
tomar sutilmente el sobre en la mesa—. Te vas a arrepentir de tu error,
sapo patético.
Neo emite un gemido bajo. —Oh, sí, señora. Por favor, haz que me
arrepienta.
Ella le da otra bofetada. —Sal de ahí y espérame, gusano. Me
encargaré de ti en breve.
Neo sonríe como un niño lleno de azúcar antes de ponerse de pie y 77
abrirse paso entre la multitud.
Sip, es solo un martes normal en la noche en el East Village.
Después que él se haya ido, la mujer se gira hacia mí con una
sonrisa gentil. —Perdona por eso. Hombres ¿verdad? Una pelirroja es
obviamente intercambiable con otra. Necesito utilizar un clavel rosa o
algo así.
—¿Esto ha pasado antes?
—Oh, sí. Todo el tiempo. Le dije que estaría en la parte de atrás de
la barra, y en realidad, el cuero debería haber sido algo obvio ¿verdad?
Pero no. Bueno al menos no tengo que inventar una razón para castigarlo.
El pobrecito no podrá sentarse mañana.
Me sonríe mientras guarda el sobre en la parte superior de su bota.
Luego saca una botella de agua de su bolso y traga la mitad en tres tragos
gigantes. Cuando termina, me mira con timidez.
—Tengo que seguir con estos líquidos, ¿verdad? De cualquier
manera, es mejor que me vaya. Su pene no se va a enjaular solo. Tus
gafas son súper lindas, por cierto. ¡Que tengas una buena noche!
—Um... gracias, igualmente.
Me sonríe. —Oh, sí la tendré.
Ella sale del bar como una perra malvada mientras hago un gesto
a la camarera más cercana para que me traiga otro trago. Al menos esta
noche no ha sido aburrida. Esperen a que se lo cuente a Eden y a Joanna.
Pueden orinarse encima tanto como la Maestra.
Reviso mi teléfono de nuevo, y un golpe de decepción me llega
cuando veo que todavía no hay nada del Profesor.
Maldita sea.
Que te planten es humillante en el mejor de los casos, pero es aún
peor cuando se trata de alguien a quien realmente quieres conocer.
Obviamente, tenía un lugar más importante en el que estar esta noche.
Solo espero que este nivel de falta de fiabilidad no sea indicativo de lo que
está por venir.
—Vaya, vaya, vaya… —dice una voz profunda detrás de mí—. ¿Me
engañan mis ojos o la pequeña Asha Tate se convirtió en una loca sexual?
La voz me da un escalofrío en la columna vertebral, y cuando el
hombre entra en mi línea de visión, frunzo el ceño confundida. Me es
familiar, pero al mismo tiempo, no. Mientras lo escudriño, una pizca de
reconocimiento chispea en la esquina de mi cerebro. Pero entonces mi
mirada viaja a su barba corta y cuán alto y ancho es, y el nombre que
flota en mi cerebro se vuelve pálido por la incredulidad. Es un rostro que
conozco tan bien como el mío, pero no en esta forma; y ciertamente no
en este cuerpo. Es la cara de alguien a quien he amado y odiado, y
sinceramente esperaba no volver a ver.
78
Con el reconocimiento viene una ráfaga de ira.
—Jacob. —Mi voz es tan tensa que su nombre suena como una
acusación.
Tiene las manos en los bolsillos, los hombros encogidos, los ojos
cautelosos. Se ve ligeramente divertido por mi incomodidad, así como
molesto por estar en mi presencia, que fue más o menos el status quo
para nosotros durante la escuela secundaria. Con como ha ido esta
noche, no me sorprendería encontrarme con el tipo que hizo de toda mi
experiencia en la escuela secundaria un infierno, y sin embargo...
—Hola, Asha. ¿O prefieres que te llame Maestra estos días?
—Eso depende. Si puedo infligirte dolor físico, llámame como
quieras.
Inclina la cabeza. —¿Estamos hablando de dolor normal? ¿O dolor
de tipo lencería sexy y tacones de aguja? Porque consideraría lo segundo
solo para reírme. Sin embargo, si hablamos de una patada en el culo
normal, estoy seguro de que podría soportarlo.
Como de costumbre, me observa con una intensidad tan
desconcertante que siento que empieza a surgir la ansiedad. La última
vez que vi a Jake, estaba saliendo de mi casa, maldiciendo mi nombre
mientras le decía que era un imbécil egoísta. En ese entonces, era alto y
delgado, con el pelo largo y una actitud de mierda. Ahora, puede que se
vea muy diferente del imbécil adolescente que conocía, pero la tensión
que él inspira no ha cambiado. Si no pensara que mostraba debilidad,
iría corriendo al baño y dejaría que mi estómago se purgara con todo lo
que está pidiendo expulsar.
—Así que —dice, escudriñándome de pies a cabeza con su habitual
mirada penetrante—. Te ves... diferente. Crecida. —Me señala a la cara—
. ¿Ahora necesitas gafas, abuela?
—Sí. Quiero decir, no. —Me quito las gafas y las pongo sobre la
mesa mientras paso una mano por el sudor frío que me está picando en
la nuca—. Son para mi trabajo. Camuflaje.
—Correcto. —Asiente—. Así que, es falso. Algunas cosas nunca
cambian.
Ignoro la pulla. He tenido mucha práctica. —Pues tú sí. Graduado
de pelusa de melocotón a vello facial de niño grande, ya veo.
—Es la pereza. Afeitarse es una carga.
—Ajá. Eso es fascinante. —Le doy mi mejor expresión de
aburrimiento. Lo contesta con una sonrisa condescendiente. Imbécil.
—Bueno —le digo, sin darle la satisfacción de mostrar cómo me
está afectando—. Diría que es bueno verte, pero ambos sabemos que eso
sería mentira.
Sus labios se curvan más. No es una sonrisa, pero es suficiente
para irritarme aún más. —Estaba a punto de decir lo mismo. ¿Cuánto 79
tiempo ha pasado? ¿Seis años?
—Algo así, y aun así no ha sido lo suficiente. Para tu información,
no estoy de humor para que me digas que me pudra esta noche, así que
si es eso lo que estás planeando…
—No lo planeaba, pero la noche es joven y parece que estás
buscando pelea. Veamos qué pasa.
Todavía recuerdo lo traicionada que me sentí después de nuestra
última discusión. Justo antes, una parte de mí tenía la esperanza de que
tal vez podríamos superar los años de animosidad mutua y al menos ser
civilizados el uno con el otro, pero dejó claro que no estaba interesado.
Ese fue el momento en que enterré los últimos restos de afecto que había
sentido por él y le puse un “Púdrete” gigante a su retrato mental.
Jacob es la prueba viviente de que los imbéciles tienen que ser
imbéciles.
—En fin —le digo—, esto ha sido apropiadamente insoportable, así
que ahora, si me disculpas, estoy esperando a alguien.
Puede que haya perdido la esperanza de que el Profesor aparezca
en este momento, pero espero que mi tono despectivo le dé a Jake la pista
de que nuestra conversación ha terminado. Es increíble cómo verlo de
nuevo hace que los últimos seis años parezcan como si nunca hubieran
pasado. Tiene que alejarse de mí para que pueda dejar de sentirme como
una adolescente angustiada otra vez.
—Oh, vamos —dice Jake mientras señala a una camarera—.
Seguramente tienes más tiempo para un viejo amigo. Y como casi me
rogaste, me encantaría tomar un trago. Gracias.
Tira su chaqueta sobre la mía, que yace en un taburete de
repuesto, y hace un movimiento para sentarse. Por instinto, tiendo la
mano para detenerlo. No tengo tiempo para las tonterías de Jacob Stone.
—No seas imbécil, Jake. Sé que es tu estado natural, pero por una
vez, intenta resistirte. Ese asiento está reservado.
—Lo sé. Para mí.
Respiro a través de mi frustración mientras él se desliza sobre el
taburete, y una camarera aparece a su lado. Cuando pide un bourbon,
una parte de mí se retuerce porque no es tan viejo para beber licor fuerte.
Pero por supuesto, eso ya no es cierto. Ahora que lo pienso, el adolescente
Jake tampoco se preocupó mucho por la edad legal para beber.
Cuando la camarera se va, le doy mi mirada más potente. —A pesar
de la tentación que tengo de escuchar sobre cualquier tontería que hayas
estado haciendo desde la secundaria, voy a tener que pasar de esta
reunión. Tengo una reunión de negocios.
Me mira como si le hubiera dicho que la gravedad es real.
—Hablemos de negocios. ¿Está bien si también pago por “extras
opcionales”, señora? Lo de la lluvia dorada no es lo mío, pero estoy seguro 80
de que podemos hacer otra cosa. ¿Cuál es tu opinión sobre las nalgadas?
¿Sí? O, ¿demonios, sí?
Dios, dame fuerzas.
—¿Sabes qué? —Vuelvo a meter el teléfono en el bolso—. ¿Quieres
ser un imbécil? No hay problema. Ya lo eres. Pero me voy a ir a otra mesa.
—Le doy una sonrisa poco sincera—. Me alegro de que nos hayamos
encontrado, Jacob. No lo volvamos a hacer, ¿de acuerdo?
Cuando me deslizo de mi taburete y me doy la vuelta, su mano se
cierra alrededor de mi brazo.
—Por el amor de Dios, Tate, ¿siempre fuiste así de despistada?
Siéntate de nuevo.
—¿Disculpa?
Deja escapar un suspiro de frustración. —Lo siento, eso fue
grosero. Siéntate, por favor.
Le quito el brazo de la mano y me resisto a limpiarlo de gérmenes
de Jake. Dios, estoy viviendo en un túnel del tiempo esta noche.
—Primero —digo, apuntándole con el dedo—. No me toques.
Segundo, no me digas qué hacer. Tus tácticas de intimidación ya no
funcionan conmigo. Y tercero, no me toques.
Ya no soporto la huella de la mano húmeda de mi piel, así que me
limpio rápidamente la sensación de hormigueo. —Sé que esto puede
sorprenderte, pero eras un imbécil en el instituto, y ahora eres un
imbécil, así que no, no me voy a someter ni un momento más en tu
presencia. Y aquí hay otra noticia: he completado tres cursos de
autodefensa en Tae Kwon Do, así que créeme cuando te digo que, si
vuelves a ponerme las manos de gorila gigante encima, te voy a joder.
Se queda mirando fijamente por un segundo y parece más que
sorprendido de que me haya defendido por una vez. Para ser honesta, me
he sorprendido a mí misma. Esta reacción es el resultado de las
innumerables veces que fantaseé con lo que debería haberle hecho o
dicho en la escuela secundaria, en lugar de sufrir en silencio.
Aun así, no estoy acostumbrada a ser tan enérgica con él, y mi
corazón late tan fuerte que puedo sentir las vibraciones en mis pies.
Jake sigue mirándome fijamente en un silencio aturdido.
Mierda. ¿Es así como se siente vencer a Jacob Stone? ¿Será que por
fin he aprendido el secreto para derrotarlo a él y a su molesta mierda?
Tres segundos más tarde, mi cálida sensación de satisfacción se
disuelve en una bocanada de humillación cuando él estalla en un bajo
murmullo de risa.
—Maldita sea, Tate —dice, en un tono asombrado—. Eso fue
aterrador. Por favor, no me jodas, mujercita. Soy joven y tengo mucho por
lo que vivir. 81
Hago un ruido de asco y luego cojo mi vaso y doy un paso hacia
una mesa libre a unos metros. Desafortunadamente, no llego lejos,
porque en un instante, Jake está fuera de su asiento y bloqueando mi
camino.
Vale, no esperaba que alguien tan grande se moviera tan rápido. Es
inconveniente.
—Tate, vamos. No puedes irte. No tengo suficiente dinero para
pagar la comedia profesional esta noche. —Aunque Jake siempre ha
preferido meditar que sonreír, está claro que encuentra mi irritación
hilarante y, en consecuencia, me irrito aún más.
Maldita sea.
—Ya sabes —digo levantándome tan alto como me es posible en
estos tacones—. Tal vez tienes razón. Deberías quedarte y conocer al
chico que estoy esperando.
—Oh ¿de verdad? ¿Y por qué?
—Porque es sincero, realista y emocionalmente consciente de una
manera que nunca lo serás. Él es alguien que no tiene que esconderse
detrás de la estupidez y el sarcasmo. Es real y honesto, escribe con el
tipo de vulnerabilidad en bruto que nunca entenderás. Así que ríete de
mí todo lo que quieras. Me importa una mierda lo que pienses. Por lo que
a mí respecta, no eres más que un obstáculo en una carretera de mierda
que dejé atrás hace años.
La expresión de Jake se oscurece. ¿Puede ser que por fin haya
tocado un nervio?
Se detiene, y un músculo se tensa en su mandíbula. —¿Ah, sí?
—Sí, así es.
Hay un dicho que dice que la gente mira fijamente cuando están
enojados. Con Jake, es más intenso. Sus ojos siempre han sido los más
oscuros que he visto; casi negros. Pero cuando se enoja, parecen ocultar
algún tipo de fuego interno. Pequeñas manchas de ámbar juegan malas
pasadas con la luz. Son lo que hace que su mirada sea tan debilitante.
¿Cómo me está mirando ahora? Lo experimenté con demasiada
frecuencia en la escuela secundaria, y siempre se me paralizaban los
pulmones, como si estuviera montando en una montaña rusa que se
desplomaba hasta su punto más bajo en un milisegundo.
En el pasado, me habría hecho salir corriendo lo más rápido posible
antes de que él pudiera decir algo que me hiciera sentir estúpida o
pequeña, pero esta noche no. A pesar de que todo mi cuerpo se siente
como una bomba nuclear, levanto la barbilla y pongo mi mirada más
desafiante. —Ahora... si has terminado con tu estupidez machista por
esta noche, me voy. Como siempre, tengo gente mucho más interesante
con la que pasar el tiempo que contigo.
Veo esos destellos en sus ojos otra vez, esta vez más. Sé que estoy 82
golpeando por debajo del cinturón, pero me niego a volver a ser su saco
de boxeo. Ya tengo suficiente autodesprecio por nuestro pasado, y estoy
decidida a no volver a ser esa chica nunca más.
Jake se queda mirando unos segundos más, y sé que lucha contra
la necesidad de responder. Pero en una sorprendente muestra de
moderación, presiona sus labios en una línea, hace un pequeño gesto con
la cabeza y se aparta de mi camino.
—No hay problema, señora Tate. Siento mucho haber arruinado tu
noche con mi presencia. Debería haberlo sabido. Por supuesto, vete. —
Con un respiro para calmar mis nervios, voy a pasar junto a él, pero me
paro cuando añade—: Aunque esperaba una recepción más cálida esta
noche, considerando que ahora soy tu autor estrella.
Dejo de respirar mientras los engranajes de mi mente chillan hasta
detenerse de repente. Cuando me doy la vuelta para enfrentarme a él en
cámara lenta, me pregunto vagamente si puede ver que toda la sangre se
drena de mi cara.
—¿Qué... has dicho?
—Oh, sí, Brooklyn —dice, su tono se vuelve tan duro como su
mirada—. Normalmente no encuentro atractiva la desesperación en una
mujer, pero hoy cuando prácticamente me rogaste que firmara contigo...
bueno, esa fue una de las experiencias más satisfactorias de mi vida.
Su voz ha cambiado. Cayó en tono y se oscureció en color. Ya no
es de Jake. Es de él.
Dios mío, no.
Me pica el cuero cabelludo mientras la piel de gallina se arrastra
por todo mi cuerpo.
El sarcasmo que estoy tan acostumbrada a ver en su rostro ha
desaparecido, y de repente está muy serio. Empiezo a sentirme como un
insecto atrapado en una red.
—Vaya —dice, estudiando mi expresión—. ¿Puede ser que por fin
te haya dejado sin palabras? ¿O solo estás tratando de encontrar una
manera de retractarte de todas esas cosas bonitas que dijiste sobre mí y
mi escritura? Por la forma en que te arrastrabas, juraría que estás
enamorada de un hombre que desprecias. ¿No sería una gran ironía?
Lo miro fijamente, estupefacta. Mis ojos se contraen. —No… no
puedes serlo. Es que... no.
Me mira impasible, esperando que acepte lo inevitable.
¿Por qué no lo vi antes? Todas las pistas estaban ahí.
Pelo oscuro. Mandíbula afilada.
Le miro los brazos. Las mangas largas de la camiseta ajustada que
lleva puesta están levantadas, mostrando músculos firmes y tinta
intrincada. No solo eso, prácticamente puedo ver sus abdominales a
través de la tela gruesa. No me di cuenta antes, porque era Jacob, y será 83
un tiempo de suéteres en el infierno antes de evaluar su cuerpo con
cualquier cosa menos que desdén. Pero ahora...
Siento como si me hubieran tirado un cubo de hielo por la espalda.
—No —digo, deseando que la realidad se transforme en algo que no
sea esto.
—Sí.
Dios mío, esto no puede estar pasando.
—No... —digo nuevamente más para mí que para él.
—Puedes decir eso todo lo que quieras —dice irritado—. Pero no
hará desaparecer la realidad.
Lo miro unos segundos más, tratando de reconciliar los conceptos
conflictivos que pelean dentro de mi cerebro.
Jacob Stone es el Profesor Feelgood.
El Profesor Feelgood es Jacob.
Hijo de perra.
8
La mangosta y la cobra
Traducido por Julie & Auris
Corregido por Karen_D

No recuerdo haberme sentado de nuevo en la mesa, ni haber


ordenado a la camarera que me trajera una botella entera de tequila y
cuatro vasos de chupito, pero aquí estoy sentada junto a Jake otra vez
con una sed ardiente de una tonelada métrica de alcohol. Mi estúpida
mano dejará de temblar cuando llene los vasos. Cuando termino, tomo
los dos tragos en rápida sucesión. Si alguna vez necesité alcohol para
calmarme y embotar mis sentidos, es ahora mismo. 84
Tengo la necesidad de agarrar mi bolso y marcharme, porque ese
es mi método por defecto cerca de él; alejarme de la incomodidad que
siempre conlleva estar con él. Pero luego tengo una imagen de Serena y
el señor Whip, y Joanna, y Fergus golpeando la fotocopiadora, y el
maldito Devin el Engañador pensando que es mejor que yo, y de repente,
mi trasero se siente como si estuviera súper pegado al asiento.
Jake me observa con la intensidad de una mangosta mirando una
cobra. No tengo ni idea de por qué. Él es el que está lleno de veneno. ¿Por
qué otra razón habría hecho esta maniobra?
Tomo un tercer trago.
Se toma el cuarto antes de que yo pueda. —Pensé que le ofrecerías
a tu nuevo autor un trago para celebrar nuestra gloriosa unión, pero no.
No es un buen comienzo, princesa. Esto va a volver a atormentarte
cuando llene tu informe de rendimiento.
Frunzo el ceño y vuelvo a llenar los tres vasos que todavía tengo
delante. —Jacob, a menos que quieras confesar que todo este truco del
Profesor Feelgood es una broma, y no eres él y él no eres tú, cállate. Ya
has hecho suficiente para arruinar esta noche.
Se toma el chupito delante de él y silba al tragarlo. —Hombre, te
has vuelto mandona en los últimos seis años. Y cruel. ¿Qué te ha pasado,
Asha? ¿Quién te lastimó? ¿Es alguien de aquí? ¿Puedo darle la mano?
Lo nivelo con una mirada. —¿Qué acabo de decir sobre no hablar?
Trato de calmar la decepción y el enojo que siento con otro trago,
pero no creo que nada que no sea envenenamiento total por alcohol vaya
a hacer que esto desaparezca. Claro, mi cabeza me da vueltas, pero es
menos por el alcohol y más por este giro vicioso e inesperado de los
acontecimientos.
Mis pensamientos tartamudean y se estancan, llenos de vueltas en
U y contradicciones. Desprecio a Jacob Stone y todas las formas en que
me lastimó. Pero respeto al profesor y toda su cruda brillantez
No pueden ser el mismo hombre, y sin embargo, cuanto más miro
a Jake, menos puedo negar la verdad.
¿Qué demonios debería hacer ahora? ¿Qué es lo que digo?
Con la forma en que mi estómago está rodando, uno pensaría que
estoy sufriendo de mareo por movimiento. Pues, no está muy lejos de la
verdad. La buena nave Asha acaba de dar un giro de ciento ochenta
grados, y me va a tomar un momento para orientarme de nuevo.
Jake espera impaciente que hable. Cuando no lo hago, asiente con
la cabeza y me da una sonrisa amarga. —Eso es lo que pensé. No te
entusiasma tanto publicar un libro ahora que sabes que soy yo, ¿verdad?
Sigo intentando que mi cerebro funcione cerca de la enorme
disonancia cognitiva que está frente a mí.
—¿Qué esperas que diga, Jake? 85

—No lo sé. Podrías seguir hablando un poco más sobre lo gran


escritor que soy y cómo crees que puedo ayudar a la gente, pero supongo
que esos sentimientos solo se aplican a alguien que no soy yo.
—Todavía trato de entender que esas palabras salieron de ti. ¿Al
menos escribiste todo eso? ¿O es algún tipo de estafa enfermiza? ¿Hacer
pasar las cosas de otra persona como tuyas?
Ahora él pasa de irritado a enojado. —Dios, Asha, nos conocemos
desde que teníamos tres años. ¿De verdad crees que haría eso?
Reprimo una respuesta inteligente. A pesar de todos los defectos
de Jake, no puedo negar que tiene su propia brújula moral estricta. No
creo que se le ocurra estafar la obra de otro escritor, lo cual es una
lástima. Si hubiera plagiado, habría dejado la puerta abierta a mis
fantasías sexuales inquietantes y detalladas sobre alguien que no es él.
Ugh. No hay tal suerte.
—Así que —le digo—, ¿me estás diciendo que todo tu ex-amante
torturado es real? ¿Jacob Stone fue lo suficientemente estúpido como
para enamorarse de una mujer y le rompieron el corazón?
—¿Es tan difícil de creer?
—Considerando tu impresionante lista de novias durante la
secundaria, sí.
Se encoge de hombros a medias. —¿Qué puedo decir? Cuando
conoces a la persona adecuada, simplemente lo sabes.
—¿Y quién era esta desafortunada dama?
Duda y luego mira hacia abajo. —Alguien que conocí mientras
viajaba. Una compañera mochilera.
—¿Nombre?
—Ingrid.
—Entonces, ¿por qué se fue? ¿Te vio quitándote el traje de hombre
al final del día y convirtiéndote en una serpiente gigante?
Se detiene, su expresión se oscurece. —Sabes, tu disfrute de mi
dolor dice mucho de ti como persona.
Me sirvo otro trago. —No voy a disculparme por estar deleitándome
con tu bofetada kármica. Te lo mereces por innumerables razones, entre
ellas la bromita de esta noche. —Otro trago cae por la escotilla.
Me roba las copas que me quedan, así que me quedo con la botella.
La aprieto con más fuerza mientras él me mira fijamente.
—En caso de que lo hayas olvidado, princesa, me buscaste por lo
del libro. Si alguien tenía motivos para creer que estaba siendo engañado,
era yo. Quiero decir, vamos. De todas las personas en el mundo, ¿cuáles
son las probabilidades de que me llames de la nada y me ofrezcas un 86
libro? Es ridículo.
—Podrías haber sido sincero conmigo por teléfono. Decirme que
eras tú.
—Entonces me habrías colgado.
La verdad más verdadera.
—Así que, en vez de eso, ¿ocultaste tu identidad hasta que te di un
trato único en la vida? Debes haber estado riéndote a carcajadas todo
este tiempo.
—No del todo. Todavía me queda mucho más.
—Pero seguramente la recompensa final de la comedia habría sido
revelarte ante mis jefes mañana por la mañana. ¿Por qué molestarse en
pedir verme esta noche?
Después de evaluar mi expresión, exhala y me mira con desprecio.
—No tengo ni puta idea. Supongo que... —Sacude la cabeza—. Supongo
que quería ver si eras diferente. Si podíamos ser diferentes. —Por el más
breve de los momentos, hay un destello de algo en su rostro, una versión
más joven y gentil de él. Pero entonces su mandíbula se endurece, y
vuelve a su característico resplandor—. Claramente, no podemos.
—Te di la oportunidad de que fuéramos diferentes hace años, y me
la devolviste a la cara. Si estamos atrapados en este patrón, es por tu
culpa. No mía.
—Entonces, ¿la mujer que incendió la casa quiere crédito por
haberlo despejado con una manguera? Suena muy bien.
Toma un trago de licor, y me uno a él. Tal vez emborracharse de
verdad hará que esta situación sea menos sombría. Quizás me ayude a
bloquear el conocimiento de que el hombre profundo y emocionalmente
espectacular por el que me he sentido tan atraída recientemente es, de
hecho, el mayor imbécil del mundo.
De la nada, una risa brota de mí.
Jake frunce el ceño. —¿Te parece gracioso?
Sacudo la cabeza. —En absoluto. Pero parte de mí no está
sorprendida. Por fin tengo la oportunidad de trabajar con un autor que
me apasiona y eres tú. —Me río de nuevo, pero suena más triste que
feliz—. Por supuesto que sí, porque, ¿por qué no? Nada es fácil para mí,
así que ¿por qué esto debería ser diferente?
La risa da paso a una emoción más fuerte y menos frívola, y miro
hacia abajo para que él no la vea. Hubo un tiempo en que confiaba en
Jacob Stone con cada pensamiento y sentimiento que flotaba en mi joven
cerebro. Nunca se lo admitiría a nadie, y menos a él, pero solía ser mi
refugio cuando no tenía nada y nadie más a quien aferrarme. Luego, llegó
la pubertad, y se transformó en mi tormenta nuclear personal.
Trago el resto de mi bebida. Mis células cerebrales se están 87
volviendo borrosas y blandas lentamente. Mi ira sigue ahí, sin embargo,
hirviendo a fuego lento bajo la superficie. Puedo sentirme sonriendo, pero
sé que no parezco feliz.
—Vale, Asha, ¿qué tal si vas más despacio? —dice Jake mientras
me coge con la guardia baja y se las arregla para sacar la botella de mi
mano—. No te he visto vomitar desde que tenías trece años, y no me
apetece revivir la experiencia. Eres un regurgitador feo.
—Y tú eres una persona fea, Jacob. Oh, seguro que tienes a todas
tus chicas desmayándose por tu nuevo cuerpo caliente y tus palabras
floridas de amor perdido, pero no te conocen como yo. Si lo hicieran,
correrían a un kilómetro y medio.
—Tanta amargura, princesa. ¿Sigues enojada porque me besaste
en el baile de graduación y no te devolví el beso? ¿Es de ahí de donde
viene toda esta ira?
Dejo salir una risa que es demasiado estridente. —Sí, claro. ¿Es
eso lo que crees que pasó?
—Oh, yo estaba allí. Sé que fue eso.
Le miro con incredulidad. —Qué te jodan, Jake. Me besaste y lo
sabes.
Sacude la cabeza con asombro y su mirada se eleva unos quince
niveles de intensidad. —Vaya. Las mentiras que nos decimos a nosotros
mismos realmente informan nuestra realidad, ¿no?
—¿De qué demonios estás hablando?
Se queda mirando durante unos segundos y luego sacude la
cabeza. —Nada. No importa. El pasado está muerto. Es inútil perder el
tiempo dando resucitación cardiopulmonar a su cadáver en
descomposición. Además, no se puede discutir contigo. Siempre pensarás
que tienes razón, incluso cuando no la tienes.
Sacudo la cabeza ante su delirio y mi reacción ante él. ¿Cómo
podemos regresar a estos roles tan fácilmente? Es como si no hubiera
pasado el tiempo entre nosotros. Ambos estamos tan enojados el uno con
el otro como siempre, lo cual es un gran logro considerando cuánto
tiempo ha pasado.
—No puedo creer lo poco que has cambiado. Incluso en tu peor
momento en el instituto, siempre pensé que tu actitud de imbécil era solo
una fase. Algo que al final superarías.
—Pensé lo mismo sobre tu arrogancia, así que supongo que los dos
estábamos equivocados. ¿Nunca te cansas de pensar que eres mejor que
los demás?
—No mejor que todo el mundo. Solo que tú.
—Oh, es cierto. Casi lo había olvidado.
Jake toma los dos tragos restantes delante de él en rápida
sucesión. Luego se pasa los dedos por el pelo con frustración. —Bueno, 88
me encantaría quedarme aquí toda la noche e intercambiar insultos como
en los viejos tiempos, pero tengo una reunión con mi nueva editora por
la mañana, así que necesito dormir. Quiero causar una buena impresión.
Escuché que mi nueva editora es una perra.
Eso me hace estallar de risa.
—Oh, no —digo—. Si crees que voy a editar este libro ahora que sé
que eres el profesor, estás loco.
Se pone de pie y se coloca su abrigo. —Demasiado tarde. Ya hemos
sellado el trato, ¿recuerdas? Serena me envió los contratos esta tarde.
—Sí, pero no estipula un editor específico.
—Sí, lo hace.
Lo miro fijamente mientras un cosquilleo de malestar me golpea. —
¿Qué?
—Oh, sí —dice mientras saca papel del bolsillo de su chaqueta—.
Justo después de nuestra pequeña charla telefónica de esta mañana,
tuve una conversación privada con Serena y le dije que quería que
estuviera escrito en mi contrato que tú serías mi editora o el trato se
cancelaría. Ella estaba más que feliz de complacer.
Pone los papeles sobre la mesa y señala una disposición del
contrato en la que está escrito mi nombre, tan claro como el día. —Lo
firmé y lo envié por correo electrónico justo antes de venir a verte. —Pasa
a la última página, y ahí está, su firma y la fecha de hoy.
Pliega los papeles y los guarda en el bolsillo. —Como puedes ver, a
partir de mañana, estás contractualmente obligada a ser amable
conmigo. Esto va a ser divertido, ¿verdad? Tú y yo juntos de nuevo, como
en los buenos y malos tiempos.
Estoy demasiado sorprendida para decir nada, y cuando ve que me
ha vencido, me sonríe con suficiencia.
—Vale, entonces, princesa. Nos vemos por la mañana. —Se inclina
y me susurra al oído—: Y si fuera tú, dejaría de beber ahora. No quiero
que le des una mala impresión a tu nuevo autor apareciendo con resaca,
¿verdad?
Con eso, se da la vuelta y sale del bar.
Me siento allí con la boca abierta en estado de shock durante cinco
largos y furiosos segundos antes de agarrar mi teléfono y mi bolso y
apurarme a ir tras él.

***

Tratar de ir de prisa por una concurrida calle de Brooklyn ya es


bastante malo, y mucho más con un súper ajustado vestido lápiz y
tacones de diez centímetros. Pero cuando estás un poco borracha y tratas 89
de alcanzar a un hombre cuyas piernas tienen aproximadamente la
longitud del Mississippi, las cosas se ponen ridículas.
—¡Stone!
Él no se detiene, aunque estoy segura de que me escuchó.
Me muevo más rápido, y el frío en el aire de repente me hace sentir
consiente de que dejé mi abrigo en el bar.
Mierda, maldición, joder. Esa era mi favorita.
Como para castigarme por mi olvido, una ráfaga de viento helado
sopla por East River, agitándome el cabello y haciéndome estremecer.
Considero dejar pasar el asunto de Jake en favor de rescatar a mi amado
Burberry, pero mañana me veré obligada a ser civilizada con él, y tengo
unas cuantas cosas muy importantes que discutir con él antes de que
eso suceda.
—¡Jacob Anthony Stone! No actúes como si no me escucharas. No
funcionó cuando teníamos cinco años y no va a funcionar ahora.
Se detiene, y con un encogimiento frustrado de sus anchos
hombros, se vuelve hacia mí.
—Vete a casa, princesa. No tengo nada más que decirte.
Me detengo frente a él, avergonzadamente sin aliento por caminar
una gran distancia. Malditos sean mis patéticos niveles de estado físico.
—Bueno, tengo mucho por decirte. Lo más importante es que dejes
de llamarme princesa. —Ese solía ser su insulto recurrente en el pasado.
Me molesta que todavía me irrite—. Además, no sé si recuerdas la última
media hora más o menos, pero tú y yo no podemos soportar estar en la
misma habitación juntos, incluso con alcohol. Entonces, ¿cómo diablos
crees que vamos a sobrevivir trabajando en este libro durante meses?
Se encoge de hombros. —Personas que se odian unos a otros
trabajan juntas todo el tiempo.
—Escribiendo un libro no. Para que este proceso funcione,
necesitamos confianza y... Dios, no sé... un cierto nivel de intimidad. No
tenemos ninguna de esas cosas.
Frunce el ceño —¿Te me estás proponiendo de nuevo, princesa?
Quiero decir, dejé pasar todo el asunto de las tetas porque hay una
pequeña posibilidad de que haya sido un accidente...
—¡Fue un accidente!
—Claro que lo era. ¿Y ahora dices que quieres intimar conmigo?
Bueno, ese es un nivel de falta de profesionalidad con el que no me siento
cómodo.
—Oh, no tengas miedo, Jake. Podrías apuntar un arma a mi
cabeza, y aun así me resultaría imposible sentirme atraída por ti.
—No es así como te sentiste en la noche del baile de graduación.
—¡Por última vez, no te besé! 90
Otra ráfaga de viento me golpea, y reprimo un escalofrío en todo el
cuerpo mientras ajusto mi posición para que Jake bloquee lo peor del
viento. Por supuesto, usa un abrigo forrado de piel de oveja que debe
sentirse como un campo caliente de cachorros en un día de verano. Ya es
bastante malo que esté tratando de sacar ventaja mientras lo miro
fijamente. Que mis dedos y mi nariz se sientan como si se estuvieran
volviendo azules no me ayuda a proyectar fiereza.
—Maldición —dice Jake, tocando mis dedos congelados—. Te estás
congelando.
Aparto las manos y las meto bajo mis axilas. —Estoy bien.
El viento azota a nuestro alrededor, revolviendo la basura al azar
de la cuneta. Ahora tengo tanto frío, que mis dientes chirrían cuando
respiro.
Jake me frunce el ceño. —¿Dónde diablos se encuentra tu abrigo?
—Lo dejé en el bar. No importa Jake, por favor, deja que alguien,
alguien más, edite tu libro. Te lo ruego.
Haciendo caso omiso de mis súplicas, se quita la chaqueta y me la
ofrece. —Toma esto antes de que la gente comience a pensar que eres un
cubito gigante de hielo pelirrojo.
—No —le digo—. Estoy bien. —Normalmente, le daría puntos a un
hombre por hacer referencia a Thor, porque es uno de mis superhéroes
favoritos. Pero viniendo de Jake, es simplemente irritante.
—Asha, tiemblas.
—Y tú cambias de tema. Prométeme que irás allí mañana y le dirás
a Serena que quieres un editor diferente.
—No puedo hacerlo. Coge la chaqueta.
Me mira fijamente, y le devuelvo la mirada. Sí, su chaqueta estaría
locamente caliente, pero atravesaría desnuda como Lady Godiva una
ventisca ártica antes de permitirme estar en deuda con Jake.
Se mueve hacia mí. —Bien, supongo que vamos a hacer esto de la
manera más difícil.
Levanto la mano. —Eso es lo suficientemente cerca. Creo que has
olvidado mi amplio entrenamiento en Tae Kwon Do.
Ignora mi amenaza y se mete en mi zona neutral. —Y tú has
olvidado que peso como cuarenta y cinco kilos más que tú y te podría
romper como una ramita. —Sin esperar permiso, bruscamente coloca el
abrigo alrededor de mis hombros. Mientras lo coloca en su lugar,
murmura—: Siempre fuiste demasiado obstinada para tu propio bien.
Lo miro. —A menos que quieras que empiece a llamarte señor
Sartén4, no hables de la terquedad de los demás.
Da un paso atrás y señala el abrigo. —Mete los brazos.
Intento resistirme, pero la lana es tan suave y deliciosamente 91
cálida, que duro un total de dos segundos antes de meter las manos en
las mangas. Casi suspiro de alivio cuando estoy envuelta en el persistente
calor de su cuerpo.
Mientras mi temblor cesa, me mira expectante. —¿Mejor?
Me encojo de hombros. —Te daría las gracias, pero probablemente
te burlarías de mí por eso.
—Probablemente lo haría.
Comienza a caminar de nuevo, y me apresuro a seguirle el paso. —
Espera, no hemos terminado nuestra discusión.
—Sí, lo hicimos. Me voy a casa.
—Así que. ¿Entonces lo harás?
—¿Qué cosa?
Dios, es exasperante. —Decirle a Serena que te asigne un editor
diferente.
Considero brevemente recomendar a Devin para castigar a Jake
con un macho alfa igualmente molesto, pero luego me doy cuenta de que
probablemente se lleven de las mil maravillas, así que mantengo la boca
cerrada.
—Oh, eso —dice Jake—. No. Lo siento.

4 Hace referencia al dicho “le dijo la sartén a la olla”.


Eso es todo. Normalmente no soy una persona impaciente, pero
este hombre me empuja al límite.
Lo agarro del brazo y lo giro para que me mire. —Escucha, Jacob,
me alegro de que tengas un acuerdo de publicación, porque por mucho
que odie admitirlo, tienes talento. Pero fui yo quien hizo que esto te sea
posible, así que, ¿qué tal si muestras un poco de jodida gratitud al sacar
mi nombre de ese contrato?
Su expresión se endurece. —¿Gratitud? ¿En serio? ¿Esa es la carta
que vas a jugar ahora?
—Teniendo en cuenta que es la única que tengo, sí.
Se ríe, pero es amargo. —Mujer, tienes unas bolas de acero para
sermonearme sobre gratitud. No tienes ni idea de lo que significa esa
palabra.
—¿Cómo lo sabes?
La incredulidad en su rostro se intensifica, y las motas doradas en
sus ojos se vuelven locas.
—Podría haber firmado con cualquier persona hoy —dice, con la
ira hirviendo a fuego lento en su voz—. Pero te elegí. No tengo ni puta
idea de por qué. Probablemente debido a un equivocado sentido de lealtad
debido a nuestra infancia.
92
—¿Bromeas? Firmaste con nosotros porque te dimos un camión
lleno de dinero. Si vamos a discutir quién es el más desagradecido, al
menos sé honesto. —Si no se arrodilla y me besa los pies por conseguirle
un contrato de seis cifras por su novela debut, entonces es el idiota más
ingrato en el planeta.
—Oh, ¿quieres honestidad? —Su expresión se endurece—. Bien,
entonces.
Da un paso adelante y se inclina hacia abajo para que su rostro
esté a pocos centímetros del mío. El calor de su cuerpo hace que mi pulso
se acelere.
—¿El “montonal” de dinero que ofreciste? Ni siquiera se acerca a
las otras ofertas que recibí. Entonces, si todo lo que quisiera fuese dinero,
me hubiera ido con cualquiera menos Whiplash.
Parpadeo con incredulidad —Ofrecimos trescientos mil dólares.
Para ser un autor debutante, eso es increíble.
—Los otros ofrecieron más. Uno en particular ofreció mucho más.
—Define “mucho”.
—La cifra exacta es confidencial, pero te puedo decir que rima con
el apellido de mi actor favorito.
Me mira. Es una prueba ¿Todavía recuerdo basura inútil sobre él?
Lamentablemente, sí.
—Tu actor favorito es Nathan Fillion.
—Bingo.
Hago una pausa mientras la incredulidad se aloja en mi rostro.
—¿Un millón de dólares? ¿Eso es lo que te ofreció otra editorial?
—Sí.
Siento que toda la sangre en mis venas se congela. —Mientes.
—No. Así que no actúes como si fueras mi caritativa benefactora,
derramando dinero desde lo alto. Si alguien tiene una deuda de gratitud
aquí, eres tú conmigo.
—Un millón de dólares. —Aspiro las palabras como un asmático
que necesita oxígeno. De repente, nuestros miserables trescientos mil
dólares parecen pálidos y enfermizos en comparación.
—¿Por qué? —pregunto, levantando la mirada a su rostro—. ¿Por
qué pasarías de eso para firmar con nosotros?
Se inclina un poco hacia atrás. —Tal vez me pareció que la
oportunidad de torturarte todos los días era demasiado buena como para
ignorarla.
—¿Sacrificaste setecientos mil dólares para molestarme?
—Oh, pero princesa, el valor de molestarte no tiene precio. Y,
además, no puedes hablar. Propones sacrificar un importante ascenso de 93
carrera para evitarme.
Tiene un punto, pero ningún ascenso vale la cantidad de angustia
que el hecho de trabajar con él traería.
—Habrá otros ascensos —digo, con una falta de convicción.
Mira hacia arriba como si orara por paciencia, luego de vuelta a mí.
—Bueno, te encuentras atascada con esto, porque sacrifiqué más dinero
del que jamás había soñado para que tú pudieras ayudarme a escribir un
maldito libro. No alguien que nunca me haya conocido. No alguien que
no sepa cada cosa jodida sobre mí. Tú. Así que deja la mierda que te sobra
de nuestro pasado y da lo mejor de ti, porque si fallo en esto, te llevaré
conmigo.
Nos miramos el uno al otro por un par de segundos, pero es claro
que no importa lo que haga, no voy a hacerlo cambiar de opinión. Es el
imbécil más terco que he conocido.
Bueno, que se joda. Doy una semana de trabajo juntos antes que
se dé cuenta del gran error que cometió y le suplique a Serena un editor
diferente. Si eso sucede, entonces me quedo con el ascenso y mi cordura.
Esto no ha terminado.
Rompo el contacto visual y me quito la chaqueta antes de
ofrecérsela. —Bien entonces. Supongo que hemos terminado aquí.
—No seas estúpida, Asha. Te congelarás. Devuélvemelo mañana.
—No, gracias. Además, el hedor de tu colonia me está dando dolor
de cabeza.
Eso ni siquiera es un poco cierto. Cual sea el aroma masculino que
use es divino. Que se vaya directo al infierno por oler tan bien.
Con un cansado movimiento de cabeza, agarra el abrigo. —Bueno.
No puedo esperar a ver cómo hablas efusivamente de mí frente a tus jefes
en la mañana.
—Bueno, hice un año en el club de drama. Tengo algo de
experiencia en fingir.
Me lanza una última mirada antes de dar la vuelta y caminar por
la calle. Solo ha recorrido unos diez metros cuando se detiene, y por un
segundo creo que va a volver y gritarme un poco más. Pero después de
unos segundos tensos, aprieta y afloja las manos y luego continúa su
camino.
Oh, eso salió muy bien. Buen trabajo, Ash. Deberías unirte a los
cuerpos de paz de la ONU.
Avergonzada, y más que un poco molesta conmigo misma por
volver a caer en viejos hábitos de confrontación, miro su espalda hasta
que desaparece. Luego dejo caer la cabeza y suelto un suspiro ruidoso,
que emerge en una nube en expansión en el aire frío.
Me rodeo con los brazos y miro hacia atrás al camino donde vine. 94
Ahora estoy a varias cuadras del bar, y tengo que decidir si debo enfrentar
el frío para regresar y tomar mi abrigo, o bajar la escalera justo enfrente
de mí hasta el calor de la estación de metro.
Me decido por lo segundo.
Siempre puedo llamar al bar y ver si puedo recuperarlo mañana. Si
tan solo recuperar mi dignidad frente a la crisis profesional de esta noche
fuera tan simple.
9
El idiota de al lado
Traducido por amaría.viana
Corregido por Karen_D

Incluso si mi parada del tren es solo un paseo de ocho minutos


desde mi apartamento, cuando llego a casa, estoy congelada hasta los
huesos. Cuando me estremezco a través de la puerta principal y entro en
la sala de estar, me sorprende encontrar a Eden y Joanna allí, a mitad
de una botella de vino, mientras ven un espectáculo de citas.
Eden me mira con preocupación cuando me muevo rápidamente a
mi habitación para agarrar mi manta. En unos segundos, aparece en mi 95
puerta.
—Oye, ¿qué te ha pasado? ¿Cómo fue la reunión con el Profesor?
¿Estaba tan caliente como pensabas? ¿Quieres un poco de vino?
Envuelvo la manta alrededor de mis hombros y me quito los
zapatos. —Para responder a tus preguntas de rápidas como fuego en
orden: Olvidé mi chaqueta, terriblemente, infiernos, no y joder, sí.
Salgo y me desplomo en el sofá junto a Joanna mientras Eden
agarra otro vaso de la cocina.
—¿Qué quieres decir con terriblemente? —pregunta Joanna,
mientras levanta las rodillas para darme más espacio—. ¿Ustedes dos no
se llevaron bien?
—No, en lo más mínimo. —Todavía puedo sentir la tensión en mis
músculos. Dios, qué desastre.
Eden llena la copa de vino casi hasta el borde, y cuando la pasa, la
tomo agradecida con ambas manos. El clima frío parece haberme vuelto
completamente sobria. No puedo aceptar eso.
—Bueno, es una locura. —Eden se sienta en el borde de la silla
más cercana y frunce el ceño—. ¿Qué diablos está mal con el profesor
ese? Eres terriblemente hermosa, inteligente y divertida... ¿cómo no
podrías gustarle? ¿Estás segura de que no malinterpretaste las cosas?
—Oh, estoy segura.
Mientras tomo otro sorbo de vino caliente, la manta cae de mi
hombro. Joanna se inclina hacia delante y la levanta. —Entonces, ¿él no
era un epítome abrasador de virilidad con el alma de un poeta? ¿Cómo
puede ser? Sus fotos eran como una enciclopedia de belleza. Esa
mandíbula. Ese cuerpo. Ese pobre, corazón herido.
Dejo escapar un suspiro tembloroso cuando la sensación regresa a
mis dedos. —Seguro pensarías que es atractivo, Jo. Personalmente, me
sentiría más atraída por cualquier miembro de Insane Clown Posse5.
Eden entrecierra sus ojos hacia mí. —Vaya. Debe ser una joyita.
—Oh, Dios mío —dice Joanna, agarrándose el pecho—. No me digas
que era un… hípster. ¿Llevaba un chaleco sin camisa? ¿Zapatos de vestir
sin calcetines? —Respira, horrorizada—. Oh, querido dulce santo Apolo,
¿usaba leggins y un vestido de hombre?
—No es un hípster, Jo.
—Un fumador serial de cigarrillos eléctricos.
—No.
—Metrosexual.
—No, Dios, para. —Me paso los dedos por el pelo. No puedo creer
que perdí treinta minutos diseñándolo para impresionar al Profesor. Ese
es tiempo que nunca recuperaré. 96
—¿Entonces qué? —pregunta Eden, casi tan tensa como Joanna a
estas alturas—. Me parece que hasta ahora tenías un enamoramiento
serio con el chico, física y mentalmente. ¿Qué hizo que lo pusiste en tu
lista de mierda?
Tomo otro trago de vino y trago saliva. —Resultó ser Jacob.
Por un momento, Eden parece confundida. —Uh... ¿es un nuevo
término con el que no estoy familiarizada? ¿Qué es un Jacob?
—Jacob —digo, deliberadamente. Las palabras “Mi Jacob”, hacen
eco en mi cerebro, pero cierro mi boca antes de poder decirlas—.
¿Cuántos Jacob conoces, Eddie?
Los ojos de Eden se ensanchan. —Oh, mierda. Jacob, Jacob.
Joanna se inclina hacia delante y susurra—: ¿Es su nombre en
verdad Jacob Jacob? Porque eso es raro pero fascinante.
Eden todavía tiene una expresión aturdida. —La última vez que
escuché sobre Jake, se había ido de mochilero por Europa y Asia. —Se
pone la mano en la boca—. Oh Dios mío. Todas esas fotos de famosos
paisajes en la línea de tiempo del Profesor.
—Sí.

5 Insane Clown Posse, es un dúo de hip hop originario de Detroit, Estados Unidos. Está
formado por Joseph Bruce y Joseph Utsler, quienes actúan bajo personalidades de
payasos malvados.
Me señala como la inspectora Poirot al final de una novela de
Agatha Christie. —Él tomó esas fotos en sus viajes. ¡Jacob es el Profesor!
—Oh, Dios mío, Eden. ¿Podría haberte llevado más tiempo llegar
allí?
Ahora parece aún más confundida. —Pero Jacob es alto y delgado.
Pelo largo. Parece un vampiro urbano. No es alto, grandote y entintado.
—Bueno, al parecer, ha estado visitando la sala de tatuajes y el
gimnasio mientras viajaba, porque estaba enorme.
Joanna está empezando a sentirse frustrada. —¿Quién diablos es
Jacob Jacob? Por favor, díganme.
—Maldita sea —dice Eden, sacudiendo la cabeza—. De todos los
idiotas en todas las trampas juntas de todo el mundo, tuviste que
desarrollar un enamoramiento literario con El Idiota de al Lado. —Le
lanza una mirada a Joanna—. Así es como Ash solía llamarlo.
—Por el amor de las tetas de Hera —dice Joanna, lanzando sus
brazos al aire—. ¡¿Alguien por favor me ilumina acerca de este Jacob
Jacob antes de que explote mi curiosidad?!
Eden recoge la botella de vino y distribuye el contenido restante
entre nuestros tres vasos. —Jacob Stone solía vivir al lado de nosotros.
Él y Asha eran mejores amigos cuando eran pequeños.
97
Casi me ahogo con mi vino. —Ligera exageración.
—¿En serio? —dice, dándome su expresión sarcástica—. Desde los
tres a los once años, prácticamente estaban unidos por la cadera. La
gente pensaba que eran hermanos, por el amor de Dios. Pasó tanto
tiempo en nuestra casa, que todos en el vecindario pensaban que mamá
tenía tres hijos. Él era como de la familia.
Pongo mis piernas debajo de mí para poder envolver la manta
alrededor de ellas. —Sí, bueno, eso fue hace mucho tiempo.
—Oooh —dice Joanna, y sus ojos se iluminan—. Entonces, dame
los chismes jugosos. ¿Fue el novio de al lado el que rompió tu corazón?
—No —le digo, un poco demasiado a la defensiva—. Jake y yo
nunca tuvimos sentimientos románticos el uno por el otro. Solo éramos
amigos. El novio de al lado era su hermanastro, Jeremy.
Eden se levanta y se acerca a un librero cercano. —Oh, la tensión
en nuestro vecindario entre los tres. Salió de una película de John
Hughes. Los mejores amigos se convierten en enemigos amargos, cuando
la chica comienza a prestar atención al hermano despreciado del niño.
—Hermanastro.
—Lo que sea. Incluso antes de que comenzara la charla, no tenía
idea de cómo alguien podría ser amigo de Jake. Era un fastidio para todos
excepto para Asha. Pero cuando se convirtió en un adolescente rebelde y
angustiado, también dejó de ser amable con ella. Quiero decir, sé que
tenía una vida familiar de mierda y todo eso, pero realmente se convirtió
en un gran idiota. —Agarra un álbum de fotos grueso de la estantería y
regresa al sofá—. Hagan sitio, perras.
Aprieta su trasero entre Joanna y yo antes de abrir el álbum.
—Ahora, veamos si todavía tenemos alguna evidencia fotográfica
del señor Adolescente Oscuro y Tormentoso. —Hojea las páginas hasta
que llega a una foto de Jeremy y de mí. Estamos parados en su patio
delantero, abrazados, radiantes como los adolescentes enamorados en
general—. Aquí estamos —dice Eden, mientras saca con cuidado la foto.
Luego despliega el lado izquierdo para revelar a un joven Jake, parado
detrás del hombro de su hermano, burlándose y mostrando el dedo del
medio.
Recuerdo el día en que se tomó esta foto. Jeremy me acababa de
decir que me amaba por primera vez. También fue el día en que lo dejé
tocar mis tetas por primera vez. Supongo que esos dos eventos estaban
vinculados.
En ese momento, pensé que ninguna otra niña en el planeta podría
amar a un niño más de lo que yo amaba a Jeremy. Ahora, ese
pensamiento me hace sentirme mal. Si eso es lo mejor que puedo hacer
en mi vida amorosa, es mejor que me dé por vencida ahora.
Dirijo mi mirada hacia Jake. Mostrar el dedo del medio era su
principal afición en aquellos días. No creo que tenga una sola foto de él
98
mayor de doce años en la que esté sonriendo. No es que sonriera mucho
antes de eso, tampoco, pero fue por esa época en que nos distanciamos.
Mirando su rostro, puedo reconocer los andamios del hombre que
vi esta noche, especialmente en la oscuridad de su cabello y ojos, las cejas
fuertes y el corte afilado de su mandíbula. Pero en la foto, está claro que
todavía es un niño. No creo que Jake hubiera empezado a afeitarse
cuando se tomó esta foto.
Dirijo mi atención a la otra cara de la imagen. Ah, Jeremy, el chico
que parecía pertenecer a una película de Disney. El rubio, de ojos azules.
Un novio perfecto.
Resultó que también era un completo imbécil.
—Vaya —dice Joanna mientras toma la foto para verla más de
cerca—. Mírate, Ash. Siempre hermosa, por supuesto. Y este chico
Jeremy... caray. Era bastante guapo.
Tomo vino y desvío la mirada de la foto. —Sí, pero como mi tía Judy
siempre decía, hay que tener cuidado con los guapos.
—¿Cuánto tiempo estuvieron saliendo? —pregunta Joanna en
tanto levanta la vista de la foto.
—Durante la mayor parte de la escuela secundaria. —Es molesto
lo pesada que se me queda la garganta al hablar de Jeremy. Siempre creí
que el primer amor tenía una inocencia especial, como si fuera un
cuaderno prístino en el que escribes una historia de amor épica. Luego
te das cuenta de que hay garabatos débiles entre las palabras. Mensajes
ocultos que probablemente podrías leer si te esforzaras lo suficiente, pero
no lo haces, porque no son la historia que quieres que cuente.
Esa fue mi relación con Jeremy. Su letra pequeña fue inesperada y
dolorosa, y ahora, cuando pienso en el radiante y brillante libro de mi
primer amor, me doy cuenta de que es la basura en los márgenes la que
cuenta la verdadera historia.
—Es cierto —dice Eden, sintiendo mi incomodidad—. Jeremy era
hermoso, pero resultó ser un idiota traidor, así que puede ir a chupar
una bolsa de penes, para siempre. Jake pudo haber sido un fastidio, pero
nunca fingió ser otra cosa. Jeremy era un lobo con piel de oveja. Si alguna
vez lo vuelvo a ver, le debo una patada giratoria en la cara por la forma
en que trató a Ash.
Joanna se ve abatida. —Bueno, mierda. Entonces, tu ex mejor
amigo convertido en Frankenstein aparece esta noche y admite que es el
Profesor Feelgood, y... ¿qué? ¿Sigue siendo un imbécil?
—Muchísimo.
—¿Esto significa que no estarás editando para él?
—Desafortunadamente, lo tenía escrito en su contrato solo para
molestarme.
Eden hace un ruido de disgusto. —Ese pedazo de mierda.
99
—Podrías ir donde Serena —dice Joanna—. Cuéntale la verdadera
historia.
—¿Y decir qué? ¿Que no quiero trabajar con el tipo con el que se
gastaron una fortuna a petición mía, porque tenemos un pasado difícil?
Ella se reiría de mí fuera de su oficina. Se reiría de mí. Oh, sí, y la otra
noticia que descubrí esta noche fue que Jake no firmó con nosotros
porque nuestro adelanto era el más grande. No, aparentemente, otro
editor se ofreció a hacerlo millonario.
Las mandíbulas de ambas chicas se caen.
—¡¿Qué?! —La expresión de Eden se ve tan atontada, que es
cómica.
Las cejas de Joanna han desaparecido en su línea del cabello.
—Es una broma, ¿verdad?
—No. Claramente, no soy la única que ve las ventas potenciales en
sus millones de seguidores.
—Santa mierda —dice Eden, con los ojos vidriosos—. Un millón de
dólares.
Asiento. —Esa fue mi reacción.
La expresión de Joanna se transforma en asombro. —Entonces...
él eligió la pasión sobre la codicia. A ti, sobre el dinero. ¿Estás segura de
que este hombre te odia?
—Mucho —decimos al unísono Eden y yo.
—Entonces, ¿cuál fue el gran evento que los enfrentó a los dos?
Quiero decir, aparte de salir con su hermano.
—Hermanastro —digo, más por costumbre que por cualquier otra
cosa—. No hubo un gran evento. Solo años de creciente animosidad. El
goteo constante de nuestra mala voluntad se desgastó lentamente a
través de los lazos de amistad que habíamos construido. —Tomo mi
vino—. Y toda esta situación del libro es una forma de venganza
enfermiza. Estoy tratando de encontrar una salida, pero mientras tanto,
tengo que averiguar cómo trabajar con él sin esconder todos los
implementos afilados.
—Estarás bien —dice Joanna—. Tengo la sensación de que todo
saldrá bien al final. Solo sigue recordándote que él está allí por las
razones correctas. Si fuera un imbécil irredimible, habría llevado la idea
de tu libro a otro editor y habrían destrozado tu nombre en la ciudad. El
hecho de que no lo hizo es un punto a su favor. Recuerda eso cuando
surja la necesidad de lastimarlo. —Nos da un abrazo aplastante—.
Buenas noches, dulces hermanas Tate. Nos vemos mañana.
Le damos las buenas noches, y después de que ella se va, Eden y
yo nos quedamos en silencio y miramos tontamente a la televisión.
—¿Quieres hablar de él? —pregunta ella, sin mirarme.
—No.
100
—Bueno.
Hablar de Jake y todas las formas en que me molestó, lastimó,
humilló nunca fue mi fuerte.
Después de drenar el resto de mi vino, me retiro para darme una
ducha rápida. Cualquier frío persistente se derrite con el agua caliente,
pero mi tensión a fuego lento permanece.
Cuando termino, me envuelvo en mi bata y me dirijo hacia la
habitación de Eden. Está escribiendo en su computadora, pero cuando
me ve, se detiene. —¿Quieres acurrucarte?
—¿Tienes tiempo?
—Por supuesto. Max estará entrenando al personal hasta tarde. —
Retira las sábanas—. Ven aquí.
Me meto en la cama y apoyo la cabeza en su hombro mientras ella
vuelve a su trabajo.
—¿Estás bien? —pregunta, mientras piensa en algunas ideas de
historias para la próxima semana—. Has estado bastante apagada desde
que llegaste a casa. ¿Estás decepcionada por todo el asunto de Jacob?
—Por supuesto. Quiero decir, pensé que terminaría la noche
triunfante, habiendo firmado una nueva y valiente voz literaria, y en
cambio terminé siendo transportada en el tiempo y teniendo una pelea a
gritos con Jake en medio de la acera.
—Ugh, ¿en serio?
—Sí. Creo que ya no conocemos otra manera de tratarnos. Los
viejos hábitos son difíciles de erradicar.
—¿Estás segura de que no puedes convencerlo de que pida un
editor diferente?
Me levanto sobre mi codo. —Edie, es Jake. Incluso si tuviera un
millón de dólares extra para ofrecerle, él todavía insistiría en que esté a
su entera disposición, solo para molestarme. Ya sabes cómo es.
—Sí, siempre tuvo algún tipo de placer sádico al sacarte de tus
casillas.
—Lo que más temo es que implosionemos en una nube atómica de
toxicidad, y no solamente arruinemos el libro, sino que saquemos a
Whiplash del negocio en el proceso. Eso es mucha presión para una
editora primeriza que odia a su autor.
Eden cierra su computadora portátil y lo pone en su mesita de
noche antes de acurrucarse y envolver su brazo alrededor de mí.
—Ash, si alguien puede hacer esto, eres tú. Solo trata de recordar
lo que te gustaba de Jake cuando eran niños. Tal vez incluso puedan
volver a ser amigos.
Me vuelvo y la miro. —¿Estás hablando en serio?
Se encoge de hombros. —Está bien, eso es tan probable como que 101
tu almohada corporal de Hemsworth se contratada para la próxima
película de Thor. Pero estoy tratando de ser optimista.
—Lo sé.
—Si las cosas se ponen muy mal entre ustedes, házmelo saber.
Estaría encantada de venir e insertar un cactus gigante en el culo del
señor Stone.
La imagen mental me hace reír, y Eden me abraza antes de que
ambas suspiremos y nos quedemos en silencio. Por unos minutos, nos
quedamos allí, ambas perdidas en nuestros propios pensamientos.
Estoy empezando a pensar que Eden se ha quedado dormida
cuando ella dice: —¿Ash?
—¿Sí?
—Um... Sé que es un tema delicado para ti, pero... se acerca tu
cumpleaños, y…
Inmediatamente me tenso. —Edie, por favor no vayas allí.
—...Nannabeth cree que deberías tener una fiesta.
—No.
Debería haber sabido que esto iba a venir. Nannabeth ha estado
dejando pistas durante semanas, y no importa cuántas veces trate de
cambiar de tema, es como un perro con un hueso y se niega a soltarlo.
—Ash, vamos. Solo unas pocas personas. Tú, Max, Toby, Joanna y
yo. Todos queremos celebrarlo contigo. Nan le ha comprado a Moby un
sombrero de fiesta especial y todo.
—Bueno, ella no debería haberlo hecho. Conoces la regla. No hay
fiesta. Ni escándalos. Por favor.
Maldición, Nan ya debería saberlo. No me gustan los cumpleaños.
No me han gustado desde que tenía nueve. Todos los años intentan
cambiar mi posición, y cada año los derribo. En serio me gustaría que se
den cuenta de que las celebraciones de cumpleaños son un límite difícil
para mí.
Sintiendo mi familiar terquedad, Eden cede con un suave suspiro.
Cuando vuelve a hablar, sé que está eligiendo sus palabras con cuidado.
—Ash, sé que todos tenemos nuestro equipaje, y Dios sabe que
tengo tanto como tú. Pero una cosa que Max me ha enseñado es que
todas esas cosas de nuestro pasado... tenemos que lidiar con eso en algún
momento para poder dejarlo atrás. No es saludable aferrarse a cosas así.
Nos decimos a nosotros mismos que no afecta nuestras vidas y nuestras
relaciones, pero sí lo hace. A veces necesitamos purgar el pasado para
poder alcanzar nuestro futuro. Estoy aprendiendo poco a poco cómo
hacerlo, y creo que tú también deberías hacerlo.
No le respondo, porque no tengo nada que decir. Estoy de acuerdo
102
en que todos tenemos nuestros problemas, pero decirle a alguien que lo
supere no tiene sentido. Algunos eventos están escritos con tinta
permanente en nuestra psique, y ninguna cantidad de lavado mental los
borrará.
Le doy un último abrazo y salgo de la cama. —Mejor me voy. No
quiero que Max venga y me encuentre invadiendo su lugar. El hombre
tiene una mirada impresionante cuando el estado de ánimo se lo permite.
—Por favor, no te enojes.
Me vuelvo hacia ella. —No me enojo, honestamente. Solo estoy
cansada. Y por esa razón, cuando Max llegue, recuerda que estas paredes
son finas y no puedo eliminar ciertos sonidos, incluso con mis tapones
para los oídos.
Puedo ver la sombra de la preocupación todavía coloreando su
expresión, pero ella me sonríe de todos modos. —Intentaré dar lo mejor
de mí. Dios sabe que el hombre hace que sea difícil guardar silencio. Te
veo en la mañana.
—Sí. Hasta entonces.
—Vuelvo a mi habitación y apago la luz antes de quitarme la bata
y meterme en la cama.
Estoy conectando el cargador a mi teléfono cuando aparece un
mensaje en la pantalla.
¿Cómo estuvo tu día? ¿Es la vida de un editor recién
ascendido todo lo que pensabas que sería?
Sacudo la cabeza y escribo una respuesta: No exactamente. Mi
nuevo autor será un desafío, pero descubriré cómo tratar con él.
Por supuesto. No hay nada que no puedas hacer. Hermosa,
talentosa, con infinitos recursos. No tiene ninguna posibilidad.
Estoy celoso de que pueda estar contigo todos los días. Bastardo
con suerte. Te extraño.
Sonrío cuando el calor me invade. Luego de un día tan estresante
y de mierda, eso es exactamente lo que necesitaba escuchar. En serio es
el hombre más dulce que he conocido.
Entonces, ¿por qué no puedes superar tu basura y dejar que te haga
el amor?
Me quito de encima la negatividad.
Yo también te extraño. Mucho mucho. Estoy totalmente
agotada esta noche, pero hablaremos mañana, ¿de acuerdo?
Después de enviar el mensaje, apago mi teléfono y dejo escapar un
suspiro.
Mi padre solía tener un dicho: “Solo hay tantos machetes como
para que alguien pueda hacer malabares antes de que empiece a perder
los dedos”. Más tarde descubrí que estaba hablando de tratar con varias
mujeres sin que mamá se enterara, pero ahora creo que ese dicho es
relevante para la vida en general. Me pregunto cuánto tiempo más podré 103
ocultarle a mi novio mi disfunción sexual antes de que alguien termine
lastimado.
Me pongo de lado y me quedo mirando la pared. Después de la
locura de los eventos demenciales de hoy, todo lo que quiero hacer es
dormir, pero mi cerebro está girando con un montaje de recuerdos de mi
infancia. Jake, de tres años, me mira fijamente desde su jardín el día que
se mudó a la casa de al lado; Jake, de cinco años, que me hace reír
haciendo ruidos de sable de luz mientras da vueltas y frena con un palo
de escoba roto; Jake, de doce años, que parece enfadarse cada vez más y
empieza a venir cada vez menos; Jake, de catorce años, que ya no me
habla y se burla de mí la primera vez que me hace llorar.
Es difícil reconciliar al hombre de veinticuatro años en el que se ha
convertido con cualquiera de esos recuerdos, y es aún más difícil aceptar
que cualquier versión de Jake es el atractivo Profesor Feelgood, pero esa
es la realidad con la que tengo que vivir, me guste o no.
Lo único que me consuela cuando finalmente me voy a dormir es
que mañana no puede ser peor que hoy.
Como era de esperar, sueño con machetes cayendo.
10
Empeora
Traducido por Anna Karol & queen-ari-
Corregido por Karen_D

—Mierda.
Me limpio una mancha de delineador de ojos mientras trato de
completar mi maquillaje en tiempo récord. —Mierda, mierda, mierda. —
Por supuesto, en el día más importante de toda mi carrera, por primera
vez me quedé dormida, a pesar de mi alarma. Otra adición a mi archivo
cada vez mayor de Cosas Aleatorias que Apestan. Ahora estoy llegando
muy tarde al trabajo, y como siempre, cuando estoy en una carrera de 104
locos, nada sale a mi favor.
—Aquí, ten —dice Eden mientras entra en el baño y mete unas
tostadas en mi boca—. Y Max te ha hecho café. Está en la encimera.
—Gacias —le digo, hablando con una bocanada de pan tostado en
la boca. Rápidamente me pongo una capa ligera de rímel y un poco de
polvo antes de correr descalza a mi habitación para agarrar mis zapatos
y mi bolso.
—Oh, mierda. Eden, dejé mi abrigo en el bar anoche. ¿Me prestas
uno tuyo?
Pasa por delante de mi puerta y regresa en pocos segundos con su
chaqueta roja. —Aquí. ¿Algo más?
—No. Me voy.
Sigue detrás de mí cuando entro a la cocina para tomar mi café.
Tomo un trago rápido y dejo la taza. —No hay tiempo para terminarlo.
Pero gracias.
Max está allí, inclinado sobre la laptop de Eden. —¿Ash?
—¿Sí?
—Uh, antes de irte, es mejor que mires esto. —Ilumina la pantalla
para que pueda verla—. Más vale estar prevenida y todo eso.
Un popular blog de publicación muestra el titular: Whiplash roba
estrella de redes sociales a una importante editorial. Además del titular
encantador, el artículo me ataca personalmente diciendo que Whiplash
está arriesgando su inversión de seis cifras al “confiar el proyecto de alto
riesgo a una editora novata sin experiencia”.
No es falso, pero aun así... me hace sentir como una mierda.
—Maldito Devin —murmuro, antes de señalar agresivamente la
pantalla—. Y por última vez, no robamos a nadie. ¡Lo descubrí!
O bien Devin no comprende la precaria situación en la que se
encuentra Whiplash en este momento, o está decidido a recibir algunos
golpes contra la mujer que le quitó su ascenso. De cualquier manera, es
un hombrecito mezquino.
Max me da una mirada compasiva. —Lo siento.
Suspiro. —No es tu culpa. Todo bien. Gracias, Max.
Eden me da un rápido abrazo. —Qué tengas un buen día. —Suena
más como una pregunta que como una declaración.
—Es poco probable, pero aprecio el sentimiento.
Salgo del apartamento y presiono el botón para llamar a nuestro
chirriante ascensor. Cuando entro y las puertas se cierran, dejo caer mis
zapatos al piso y meto mis pies. De todas las mañanas a llegar tarde. Será
suficiente como para presentarles a Jake a mis colegas, pero esperaba
tener un tiempo de calidad con Serena, para darle una idea sobre cómo 105
abordar la narrativa del libro de Jake.
Cuando pensé que él era otra persona, no tenía ningún problema
en imaginarme dirigiendo esta nave en la dirección correcta. Pero ahora…
Espero en contra de la esperanza de que una buena noche de
descanso lo haya llevado a la idea de que trabajemos juntos. Me doy
cuenta de que no es probable, pero una chica puede soñar.
Busco en mi bolso mi pintalabios mientras el viejo elevador hace
su descenso chirriante a la planta baja. Debería haber tomado las
escaleras. Acabo de terminar de deslizar un poco de color carmesí
brillante cuando suena mi teléfono.
—Mierda. —Gimo cuando veo el nombre de Serena parpadeando
en la pantalla—. Oh, mierda por dos.
Cuando se abre el ascensor, respondo a la llamada mientras lucho
por meter los brazos en el abrigo de Eden.
—Serena, hola. Lo lamento mucho por no estar allí. Tuve un
percance de alarma esta mañana, pero voy en camino.
Empujo las puertas que conducen a la calle y me detengo. Está
lloviendo. Fuerte.
—¿Me estás tomando el pelo?
—Asha, ¿qué ocurre?
Respiro y sostengo mi bolso de mano Fendi sobre mi cabeza antes
de ir corriendo a la estación de metro. —Bueno, no me di cuenta de que
estaba lloviendo, y no traigo paraguas.
—Con el clima no. Todo el equipo está en la sala de conferencias,
esperando que les informe sobre el Profesor.
—Oh. Bueno. Sí, bien…
—¿Viste The Pub Hub esta mañana?
—Sí, lo hice, y estoy enojada por eso…
—La gente ya nos está juzgando por confiarte este proyecto. No les
demuestres eso al dejar caer la pelota. Deberías haber estado aquí hace
media hora.
—Lo sé. Lo siento mucho, solo...
Estoy corriendo por las escaleras del metro cuando me deslizo
sobre las baldosas mojadas. Cuando suelto un grito, mi teléfono y mi
bolso salen volando, y caigo pesadamente por los escalones restantes.
Gruño cuando me golpeo la rodilla y el codo al caer, hasta que al final
aterrizo como un costal sin gloria en la parte inferior.
—¡Maldita mierda! —La gente se agolpa a mi alrededor,
preguntándome si me encuentro bien, y ayudándome a levantarme.
Rápidamente agarro mi bolso, pero cuando busco mi teléfono, no está a 106
la vista.
—¿Alguno de ustedes tomó mi teléfono?
Habiendo cumplido con su deber mínimo para ayudar a un extraño
en necesidad, los miembros de mi grupo de rescate murmuran varias
versiones de “no” antes de apresurarse a tomar sus propios trenes.
Cuando se van, vuelvo a escanear el área, y cuando casi vuelvo a caer,
me doy cuenta de que el tacón se me ha zafado del zapato. Lo veo en la
parte inferior de las escaleras antes de hacer una búsqueda final de mi
teléfono.
—¿Cariño? —Hay una limpiadora femenina parada cerca que
sostiene un trapeador. Irónicamente, está justo al lado de una señal de
advertencia “Resbaladizo cuando está mojado”.
Un poco demasiado tarde.
—¿Estás buscando un teléfono con una funda amarilla brillante?
—pregunta.
—¡Sí! —lloro, cojeando hacia ella—. ¿Lo encontraste?
—No, pero vi a un joven punk con una sudadera con capucha y
una mochila huyendo con él a la derecha después de que cayeras. Traté
de agarrarlo, pero fue demasiado rápido.
—Oh, Dios mío, ¿en serio?
Ella señala un conjunto de escaleras a poca distancia. —Se fue por
allí. ¿Quieres que llame a seguridad?
—Ah, no, no hay tiempo. Gracias.
Me marcho lo más rápido que puedo con un zapato lisiado.
—¡Cariño! —me dice—. No te molestes. Ya se ha ido.
La ignoro y me dirijo a las escaleras, pero manteniéndome fiel a la
determinación del karma de joderme, veo que el tren se apresura hacia
el túnel sucio, justo cuando llego al pie de las escaleras.
—¡Jodidas bolas de mierda! ¿Es en serio?
Me desplomo con derrota. Mi vida estaba en ese teléfono. Ahora
llego tarde, mojada, con un tacón, sin llamadas telefónicas y con
moretones en varios lugares. Y para colmo, mi jefa debe pensar que le
colgué mientras me reprochaba por llegar tarde. Bueno, al menos este
día no puede empeorar, ¿verdad?
¿Olvidaste que pasarás la mayor parte del día con el Rey de los
Idiotas? Susurra una vocecita en mi mente.
—Cállate —siseo en voz baja—. Tan solo cierra tu boca sucia.

***

—Serena —murmuro cuando me acerco al edificio de Whiplash—. 107


Lamento haber llegado tarde, pero el Profesor Feelgood es en realidad mi
viejo enemigo de la escuela secundaria, y anoche en algún momento entre
revelar su verdadera identidad y decirme que una perra
autocomplaciente, Jacob Stone me lanzó una broma de mal gusto, así
que ahora, todo en mi vida se está convirtiendo en una mierda.
Sé que no puedo culpar lógicamente a Jake de mi actual racha de
mala suerte, pero desde que regresó a mi vida, parece que todo lo bueno
se ve contrarrestado por algo de mierda, así que estoy señalando con el
dedo en su dirección. Es como mi bola de demolición personal de un solo
hombre.
Como para subrayar mi teoría, estoy esperando en el cruce de
peatones frente al edificio Whiplash cuando un mensajero en bicicleta
pasa volando sobre un bache cercano y me salpica agua de la calle sucia.
Chillo de sorpresa y digo varias maldiciones con respecto a la fornicación
materna a medida que la suciedad gotea por mi cara.
Por un pequeño milagro, la adolescente a mi lado está totalmente
intacta. Por supuesto, tiene un paraguas. Es de color amarillo brillante y
tiene muchos emoticonos sonrientes. Lo desprecio intensamente.
Cuando me quito las gafas y sacudo el agua turbia, me mira con
diversión tratando de hacerse pasar por simpatía. —Guau. Qué lástima,
amiga.
Le doy una mirada fulminante. —¿De verdad?
Se da vuelta un segundo demasiado tarde para ocultar su sonrisa,
pero las caras felices de su paraguas me provocan con sus sonrisas de
nylon.
Gruño en voz baja y voy cojeando al otro lado de la calle. Después
de tirar mis lentes en mi bolsa, ya ni siquiera me molesto en tratar de
protegerme la cabeza, porque en serio, ¿cuál es el jodido punto? La lluvia
corre por mi cabello y sobre mi cara mientras me arrastro los últimos
metros hasta el vestíbulo de Whiplash. Cuando por fin entro al ascensor
seco, suspiro en tanto goteo sobre la alfombra estampada.
Justo antes de que las puertas se cierren, Devin Shield entra.
Miro hacia el techo y trato de evitar gritar de frustración. Querido
Dios, ¿por qué me torturas así? ¿Por queeé?
Devin mira dos veces cuando me ve.
—Santo infierno, Tate, ¿estás bien? ¿Te asaltaron o algo así?
Empujo mis hombros hacia atrás e intento no parecer tan
derrotada como me siento. —Tuve un pequeño altercado con una
escalera. Estoy bien.
—¿Sí? Estás sangrando.
—¿Qué?
Me toca la frente y luego me muestra su dedo. —¿Ves? 108
—Eh —digo, mirando confundida la gota roja—. Qué raro, estoy
sangrando por la cabeza considerando que sigues apuñalándome por la
espalda.
Ignora eso y mete la mano en su chaqueta para sacar un pañuelo
limpio. Predeciblemente, está bordado con sus iniciales. —Ten. —Estoy a
punto de tomarlo cuando lo retira—. De hecho, ¿sabes qué? Por mucho
que me gustaría ser un caballero en este momento, porque en serio,
parece que acabas de salir de un basurero, esto es de algodón egipcio, y
las manchas de sangre lo arruinarían. —Vuelve a colocarlo en su
bolsillo—. Lo siento.
Le doy una mirada de muerte. —¿En serio?
Se encoge de hombros. —Estas cosas cuestan cien dólares cada
una, nena. No puedo simplemente regalarlos.
—Por supuesto. A diferencia de los secretos de la empresa,
¿verdad?
Finge una expresión sorprendida poco convincente. —Uh... ¿Qué
fue eso?
Gracias a Dios, las puertas se abren y me alejo de él antes de que
mi ira pueda manifestarse en violencia.
Me acerco al perchero y deposito mi chaqueta con la colección que
ya está allí. Debido a que mi cabello está empapado, todo mi conjunto lo
está también. Supongo que elegí el día equivocado para usar un sostén
negro debajo de una blusa blanca. No es que fuera una elección
consciente. Llegar tarde significaba agarrar la ropa limpia más cercana.
Cuando me vuelvo para ir a mi escritorio, encuentro a Joanna a
una corta distancia, mirándome.
—Oh, Dios mío. ¿Te asaltaron?
Paso junto a ella a mi escritorio. —No quiero hablar de ello.
—¡Estás empapada!
—Soy consciente. —Recojo mi cuaderno y mi bolígrafo para
prepararme para asistir a la reunión que debería haber presidido hace
cuarenta minutos. Llegar tan tarde me ha puesto bajo presión.
—¿Ya están allí los juegos de información que preparé ayer? —le
pregunto a Joanna.
Agarra un puñado de pañuelos e intenta absorber algo del agua
que gotea de mi cara. —Sí. Además de proyecciones de ventas y una cesta
de panecillos de esa pequeña panadería en SoHo. Todo está listo.
—Genial. Además, me robaron el teléfono.
—Intentaré localizarlo.
—Gracias. Hagámoslo.
—Uh... ¿Ash? ¿Quizás quieras limpiarte primero? 109
—No hay tiempo. Tengo quince minutos para informar a todos
antes de que llegue Jake. —Me dirijo hacia la sala de conferencias y Jo
se pone a mi lado—. No estoy segura de poder resumir la genialidad del
Profesor y la monstruosidad que lo acompaña en su vida real en ese
momento, pero me alegra intentarlo.
Ella sigue frotándome mientras caminamos. —Entonces, ¿vas a
contarle a la gente tu historia? ¿Es eso una buena idea?
Pienso por un segundo. —En realidad, no. Si confieso que nos
conocemos, o pareceré una idiota por firmar antes de descubrir quién era
realmente, o parecería que me puse de acuerdo con él para obtener la
mejor oferta posible. De cualquier manera, se va a ver mal. Vamos a
mantenerlo entre nosotros.
—¿Está Jake a bordo con este plan?
—Uh, buen punto. ¿Puedes enviarle un mensaje de texto? Dile que
le pido que mantenga nuestra historia en secreto por ahora.
—Lo tengo. —Escribe el mensaje y pulsa enviar—. Hecho.
—Excelente —le digo mientras mi estómago revolotea—. Crisis
evitada.
—Por supuesto. Buen trabajo. —Jo trata de brindar apoyo, pero no
me lo creo. Incluso ella sabe que tener a Jake aquí será como nadar con
un tiburón. Hay una buena probabilidad de que en algún momento él se
vuelva loco.
—Oh, tengo algunas malas noticias —dice Joanna.
—No es sorprendente. Ese parece ser el tema del día.
—Llamé al bar donde dejaste tu abrigo anoche y me dijeron que no
podían encontrarlo. Parece que alguien podría habérselo llevado a casa.
—¿Por qué no lo harían? Ese abrigo era increíblemente fabuloso.
—Siento una punzada de tristeza, pero no tengo tiempo para detenerme
ahora. Hoy hay más en juego que llorar por un abrigo.
Cuando llegamos a las puertas de vidrio, las abro y saludo al
grupito reunido. Algunos miran más de una vez, pero no tengo tiempo
para detenerme y explicar. —Buenos días a todos. Lamento llegar tarde.
Tómense un momento para hojear la información que tienen en frente y
luego comenzaremos.
Cuando me siento junto a Serena en la cabecera de la mesa, la miro
para encontrar su boca boquiabierta.
—¡Buen Dios! ¿Qué pasó? Sabía que ocurrió algo cuando te oí gritar
y luego la línea se cortó. He estado llamándote cada pocos minutos, pero
no obtuve respuesta. ¿Te asaltaron? ¿Estás bien?
Hombre, ¿por qué todos piensan que fui asaltada? ¿Qué tan mal
me veo?
—Estoy bien, Serena. Necesito un teléfono nuevo, pero por lo 110
demás...
—¡¿Te asaltaron por tu teléfono?! Desvergonzados.
—No, solo… —respiro—. Me encuentro bien, de verdad. —No sueno
convincente, y con buena razón. A pesar de tratar de actuar con
normalidad y continuar con la tarea en cuestión, hay un dolor profundo
que comienza en mi codo y baja hasta mi rodilla, donde me golpeé en las
escaleras. Sin mencionar el dolor sordo que se estableció detrás de mi ojo
izquierdo. La gente me hace preguntas sobre lo que sucedió, pero los
interrumpo—. Honestamente, no se preocupen por mí, chicos. Por favor,
terminemos esta reunión antes de que llegue el profesor.
Nuestro equipo está formado por nuestro gurú de promoción
interno, Sidney, su segundo al mando, Shawna, y nuestro director de
redes sociales, Dominique. También están presente tres chicas que hacen
prácticas con nosotros durante unos meses, y me doy cuenta de cómo
intercambian miradas cuando abren el expediente y ven fotos de un
Profesor semidesnudo. Es gracioso cómo las reacciones favorables a él
solían hacerme sentir bien con este proyecto, pero ahora que sé que es
Jake, solo quiero gritar: ¡Paren! ¡No lo encuentren atractivo! ¡Es un cabeza
de chorlito!
—Entonces —digo, mientras abro mi propio expediente—, algunos
de ustedes ya están familiarizados con nuestro último autor, pero para
aquellos que no, permítanme presentarles al Profesor Feelgood.
—Hombre de aspecto terrible —dice Sidney, chasqueando la
lengua—. ¿Cómo alguien puede hacer frente a un cuerpo pavoroso como
ese?
—Y sin talento —agrega Shawna—. He estado indagando en su feed
de Instagram durante las últimas veinticuatro horas, y... bueno... —Un
rubor brillante comienza en su cuello—. En serio debe aprender a
encadenar una oración.
Serena sonríe. —Me alegra ver que nadie aquí es inmune a los
encantos del Profesor.
Considero mencionar que al menos una persona aquí lo encuentra
grosero, pero ¿cuál sería el punto?
Serena me hace un gesto. — Asha ha hecho un trabajo fantástico
encontrándonos una rara y especial joya en el profesor, y necesitamos
asegurarnos de capitalizar esta oportunidad para traer a casa un éxito
monstruoso para Whiplash.
—¿Ya lo conocieron? —pregunta una de las internas—. ¿Es tan
increíble en la vida real como en línea?
—No —digo, un poco demasiado rápido—. Uh... lo que quiero decir
es que no nos hemos reunido. Para eso es hoy. Para eso está el día de
hoy. Para presentarlo ante todos, responder preguntas y darle la
bienvenida a la familia Whiplash. 111
—Bueno, algo que hizo la guerra de ofertas fue darle al profesor
una publicidad invaluable —dice Sidney—. Estuve conversando con
algunos amigos de los medios de comunicación anoche, y todos están
clamando para saber más sobre el hombre que hizo que el mundo
editorial se desbaratara. Ya hay un poco de alboroto para conseguir
entrevistas tempranas y fotografías.
Serena asiente, impresionada. —Eso es una noticia fantástica.
Poner en marcha el entusiasmo temprano va a impulsar la popularidad
de este libro. Cuantas más pre-ventas podamos conseguir, mejor. —Se
vuelve hacia mí—. Asha, ¿hay algo más que puedas contarnos sobre el
Profesor?
Mucho, pero poco sería relevante para esta conversación.
—Bueno, sé que es un nativo de Brooklyn, de veinticuatro años.
Fue a una escuela secundaria local y su padre era oficial de policía en un
recinto de Brooklyn.
Trato de hacer que parezca que estas son cosas que no he sabido
la mayor parte de mi vida, pero es difícil fingir que no me encuentro
familiarizada con Jake. Conozco cada hito importante de su vida, incluido
su primer beso y cuándo perdió la virginidad. No son que quiero saber
necesariamente, pero sin embargo, las conozco, muy bien.
—Bueno. Chico local. Ese es un buen ángulo —dice Sid—. ¿Le
advertiste sobre mi interrogatorio?
Maldita sea. Olvidé que uno de los trucos favoritos de Sid es realizar
entrevistas exhaustivas con todos nuestros autores, de modo que pueda
descubrir historias personales interesantes que puede vender a los
medios de comunicación para obtener información. Tiene una manera de
hacer que la gente le cuente anécdotas increíblemente personales, pero
dudo que Jake sucumba a sus encantos. Cuando se trata de divulgar
detalles sobre su vida personal, es tan comunicativo como una trampa
de acero encerrada en un archivador de hierro fundido que se guarda en
el sótano de un edificio condenado.
Aun así, si Jake decide cooperar, espero que tenga el suficiente
sentido para mantenerme al margen.
—Sin advertencias —le digo, tratando de parecer desatendida—.
Supongo que veremos cómo van las cosas.
—Excelente —dice Sid en su mejor voz de villano de Bond—. Me
gusta tomar por sorpresa a mi presa antes de abrirla como una nuez.
Esperemos que el señor Stone tenga algunas historias fascinantes sobre
su vida y formación.
Serena comienza una conversación con Sid sobre qué fotógrafo
usar para la próxima sesión de fotos de Jake, pero sus voces se
desvanecen en el fondo cuando me froto la cabeza. Está empezando a
doler, y necesito tomar algunos analgésicos antes de tener que lidiar con
él. Hace que mi cabeza se sienta como si estuviera explotando de ira en 112
un buen día, así que odiaría ver qué pasa cuando mi cráneo ya se siente
como si se estuviera abriendo como un huevo.
—Está bien —le digo—. Si no hay otras preguntas, les dejaré que
lean la información de sus paquetes por unos minutos...
—Asha, has hablado con este tipo por teléfono, ¿verdad? —
pregunta la interna baja oscura.
—Uh... bueno, sí.
Se inclina hacia adelante. —¿Tiene una voz sexy? Parece que sí.
—Bueno... —Y aquí está el dilema en el que me voy a encontrar a
lo largo de todo este proceso. ¿Cómo puedo hacer comentarios objetivos
sobre un hombre que subjetivamente odio? Elija el camino que elija,
negaré alguna versión de la verdad.
—Su voz es... la de un hombre. —Increíblemente evadida.
—¿Pero un hombre sexy? —insiste la mocosa.
—Uh... Algunos lo encontrarían atractivo, supongo. Yo no, pero
algunos sí.
—En serio —dice la chica, sosteniendo una foto del físico marcado
del Profesor—. ¿Me estás diciendo que no encuentras esto sexy?
Hace unos días, habría lamido esa foto y saboreado el sabor. Hoy
en día, me hace temblar como a Gwyneth Paltrow la comida chatarra.
—La situación es —digo, frotándome la cabeza de nuevo—, que la
sensualidad está en el ojo del espectador, ¿verdad? Quiero decir, lo que
encuentro sexy, puede que tú no, y viceversa. Para mí, un hombre tiene
que tener una personalidad increíble para ser sexy. Él puede tener el
mejor cuerpo del mundo y escribir una prosa que haría llorar a los
ángeles, pero si es un imbécil, entonces eso cancela todo lo demás.
Incluso mientras lo digo, algo dentro de mí susurra: mentirosa.
Cuando dejo de hablar, me doy cuenta de que nadie me mira. Todos
están enfocados en un punto sobre mi hombro izquierdo.
Me congelo. —Está aquí, ¿no es así?
Todos asienten, y me vuelvo para ver al señor Whip caminando
hacia la sala de conferencias con Jake a cuestas.
Genial. Llega temprano, y no hay forma de evitar que me vea en
este estado sin un truco de David Copperfield. Maldita sea por nunca
tener la previsión de invertir en una granada de humo.
Cuando el señor Whip abre la puerta y lo llama, los ojos de Jake se
cierran con los míos. Luego, la confusión se extiende sobre su rostro
mientras él se ocupa del resto de mí.
La reacción del señor Whip es más repentina. Al segundo que
registra mi apariencia, su rostro cae. —Santo cielo, Asha. ¿Qué te ha
pasado? 113

—La asaltaron —dice Serena en voz baja—. Le robaron el teléfono.


No hagas un gran problema con eso.
Él parece sorprendido. —Oh querida. ¿Estás bien?
—¿Te asaltaron? —dice Jake, haciendo un trabajo decente de fingir
preocupación. Es asombroso lo que puede sacar cuando tiene una
audiencia.
—No exactamente —le digo—. Sin embargo, alguien me robó el
teléfono. Aparte de eso, estoy bien, señor Whip. Gracias por preguntar.
Jake me frunce el ceño. —No te ves bien.
—Realmente no —concuerda el señor Whip.
—No se preocupen por mí —digo, ignorando los golpecitos detrás
de mi ojo izquierdo—. Seguro que todos están deseando conocer a
nuestro invitado especial. Tal vez deberíamos empezar con las
presentaciones.
—Por supuesto. —El Sr. Whip mira alrededor de la mesa, como si
se hubiera olvidado de la pequeña audiencia observando nuestro
intercambio—. Todos, por favor denle una cálida bienvenida a nuestro
Profesor Feelgood, Jacob Stone.
Todos aplauden y saludan, y no me pierdo las miradas de
valoración que Jake recibe del grupo, incluido Sidney. Shawna, en
particular, parece que está teniendo un sofoco, y no estoy hablando en
su cara. Casi siento pena por ella. No hay nada más decepcionante que
desear a un hombre, solo para descubrir que tiene la personalidad de un
Wolverine de mal genio.
Como para probar mi punto de vista, Jake reacciona a la ola de
calor que se le lanza con una expresión facial incómoda que supongo que
quiere convertirse en una sonrisa cuando crezca. Va acompañado de un
murmullo: —Hola.
Guau. Gran esfuerzo allí.
No disuadida por su actitud distante, Serena se acerca para
estrecharle la mano. —Un placer, señor Stone.
Jake la saluda con la cabeza. —Igualmente. Dime Jake.
El señor Whip me hace gestos. —Y, por supuesto, como sin duda
habrá adivinado, esta es la joven responsable de llamar nuestra atención
sobre su talento, Asha Tate. Debe ser agradable para ustedes dos
conocerse finalmente en persona.
—Sí. —Sonrío y a regañadientes extiendo mi mano—. Bienvenido,
señor Stone.
Hombre, se siente tan mal mostrarle respeto. Mi yo adolescente
está en un rincón en algún lugar, meciéndose y susurrando: “Qué asco”
una y otra vez.
114
—Oh, vamos, señorita Tate. ¿Por qué eres tan formal? —Jake
envuelve sus dedos alrededor de los míos y luego se gira hacia el señor
Whip—. ¿No ha oído? Asha y yo somos viejos amigos.
—¿Sí? —El señor Whip levanta las cejas.
Serena se une a él para darme una mirada burlona. —Asha, pensé
que ustedes dos no se conocían.
—Uh... —¿Qué demonios está haciendo Jake? Tal vez no recibió el
mensaje de Jo. O tal vez lo hizo y simplemente no puede resistir la
tentación de meterse conmigo.
Advertencia: ataque de tiburón inminente.
Jake me deja tambalear durante unos tres segundos antes de
volver a sonreír.
—Todo lo que quise decir es que la señorita Tate y yo hemos
hablado tanto por teléfono que siento que nos conocemos desde que
éramos niños.
Todavía me tiembla la mano, y odio lo húmeda que se siente la mía
envuelta en la suya. La retiro y dejo escapar una risa a medias mientras
el señor Whip y Serena sonríen.
—Jaja, seguro que sí. —Le lanzo una mirada sutil a Jake en tanto
limpio mi mano en mi falda—. De todos modos, por favor discúlpenme
por unos minutos. Mientras hacen las presentaciones, me voy a limpiar.
—Por supuesto —dice el señor Whip, dándome una palmadita en
el hombro—. Mantendremos entretenido al señor Stone hasta que
vuelvas.
—Genial.
Sin mirar a Jake, me dirijo hacia la puerta y luego salgo.
—Oh, oh, oh. —Con cada paso que doy, mi rodilla y mi cadera
tiemblan de dolor. Cuando llego a mi escritorio, reviso el contenido de mi
bolso, desesperada por encontrar algunos analgésicos. Mirando de nuevo
a la sala de conferencias, veo que todos están de pie, dando vueltas
alrededor de Jake con una excitación animada. Él se eleva sobre ellos, y
fiel a su comportamiento normal en situaciones sociales, parece que le
gustaría estar en cualquier otro lugar. Una vez me dijo que su idea del
purgatorio sería charlar con un grupo de desconocidos por toda la
eternidad.
En ese caso, bienvenido al infierno, amigo.
Después de tomar un poco de Advil y mi kit de maquillaje de
emergencia de mi bolso, me dirijo al sanitario de damas. Cuando entro y
evalúo mi apariencia en el espejo, veo por qué todos asumieron que me
habían atacado.
—Oh, hijo de puta. —No solo mi cara está sucia, mi máscara se ha
corrido por todas partes y mi pintalabios se ha transformado en una 115
mancha carmesí sucia que cubre la mitad de mi cara. Agrega a eso el
pequeño parche de sangre seca cerca de la línea del cabello, y mi imagen
de víctima del crimen está completa. Me estremezco—. Estás tan
destrozada, muchacha.
Mientras saco el exceso de agua de mi cabello, me imagino qué tipo
de comentarios pedantes tendrá Jake cuando estemos solos. O tal vez
solo me dé una de esas miradas incrédulas que no necesita palabras para
hacerme sentir como una perdedora patética. Tiene una especialidad en
eso.
Después de exprimir la mayor cantidad posible de agua de mi
cabello, agarro mi peine y lo arrastro a través del lío húmedo. En el
proceso, debo golpear el punto que ya sangraba antes, porque tengo un
dolor agudo, seguido por la inconfundible sensación de un goteo espeso
y lento que se abre camino por mi cuero cabelludo.
—Oh vamos. Asqueroso.
A medias toco el lugar dolorido cuando saco dos Advil con una
mano y las trago con un puñado de agua del grifo.
Después de eso, me paso treinta segundos limpiando mi cara con
mis manos para eliminar tanto la suciedad como el mal humor que la
acompañaba. De todas las formas en que imaginé mi primer día como
editora, ésta no fue una de ellas. Lo llamaría un día desde el infierno,
pero incluso Satanás pensaría que son demasiadas hamburguesas de
mierda sobrecocinadas.
Después de cerrar el grifo, le doy a mi cara un último chapuzón,
alejo mi cabello y me enderezo. Casi grito cuando veo una enorme figura
detrás de mí en el espejo.
—¡Jake! ¡Mierda! ¿Qué demonios? —¿Cómo llegó aquí en tanto
silencio? ¿Existe ser un Ninja-Idiota?
Saca un montón de toallas de papel del dispensador y me las da.
—¿En serio te asaltaron?
—Ya te dije que no.
—Entonces, ¿qué te pasó?
Pongo mi peso en la pierna que no palpita y me seco la cara.
—Mucha gente en el carrito de café. Ahora, por favor, vete.
Se mueve hacia adelante. —Estás herida.
—Estoy bien.
Frunce el ceño mientras mira un punto cerca de mi cabello.
—Claramente no estás bien, genio. Estás sangrando. —Agarra una
toalla de papel y la presiona en mi cabeza.
—Jacob, ¿qué estás…?
—¿Podrías callarte durante cinco segundos y quedarte quieta? —
116
Da un paso adelante y desliza una mano alrededor de mi nuca mientras
presiona el papel arrugado más fuerte contra mi cabeza. La acción es tan
inesperada, y su proximidad tan extraña que instintivamente trato de
alejarme, pero el mostrador del baño me impide retirarme—. No te
muevas —ordena, con voz baja—. Necesitamos presión sobre la herida,
no que seas idiota.
—Tu cara es idiota —murmuro. Por favor, analgésicos, actúen.
Cuanto antes mejor.
—¿Oh, volvemos a los viejos insultos de “tu cara”? ¿Tenemos nueve
de nuevo?
—Algunos insultos nunca pasan de moda. “Tu cara” funciona en
cualquier situación.
—Eres ridícula.
—Tu cara es ridícula. ¿Ves?
Retira el papel de mi cabeza y suavemente separa mi cabello,
mirando el daño.
—Entonces, si no te asaltaron, ¿cómo sucedió esto? No me digas
que te caíste por voluntad propia.
Intento mantener mis rasgos impasibles. —Sin comentarios.
Se ríe. —Maldita sea, mujer, eres torpe. Recuerdo que una vez, te
tropezaste con tus propios pies en la cafetería de la escuela.
—Sí, y recuerdo que te reíste tan fuerte que todos se enteraron y se
unieron para burlarse de mí.
Me mira con una sonrisa. —Si pensaste que era culpa mía y no se
debió al salto espectacular que intentaste, entonces no lo recuerdas bien.
—Termina su examen de mi cuero cabelludo y presiona una toalla de
papel sobre la herida—. La buena noticia es que no necesitas puntos de
sutura. La mala es que la lesión no es lo suficientemente grave como para
causar un cambio importante en la personalidad. Lo peor que tendrás es
un dolor de cabeza.
No se equivoca sobre eso. El golpe sordo de antes se agudiza con
cada minuto que pasa, a pesar de los analgésicos.
Le envío pensamientos positivos al Advil en mi estómago, deseando
que se disuelvan más rápido. —Ni siquiera deberías estar aquí. Es el baño
de mujeres.
—Bueno, entonces, técnicamente, tampoco deberías estar aquí.
Lo ignoro. —Sabes que tienes toda una habitación de personas
esperándote, ¿verdad?
—Les dije que necesitaba ir al baño, lo cual es cierto. Resulta que
me desvié porque te veías triste y patética.
Agarra más toallas de papel y las coloca contra el fajo existente. —
Y sé que me complacen estos días, porque soy su autor estrella y todo 117
eso, pero podría haberlo hecho sin la imitación del animal atropellado.
Cuando le frunzo el ceño, él me gira y señala mi reflejo.
—Emo mapache muerto —dice—. Una imagen extraña.
Mierda. Al frotarme la cara, todo lo que había hecho era manchar
mi rímel y delineador de ojos de larga duración en todas partes. Parezco
algo salido de una película de terror japonesa.
Dejo caer la cabeza en señal de derrota antes de agarrar algunas
toallas y limpiarme los ojos hasta que estén doloridos e hinchados.
—Al igual que tú —le digo, y el cansancio que colorea mi tono—,
este día puede irse a la mierda oficialmente.
Jake se ríe, y de repente me doy cuenta de que su pecho está a
unos centímetros de mi cara. Es tan grande en estos días, hace que el
espacio a mi alrededor se sienta pequeño, y su camiseta gruesa no hace
nada para camuflar todos sus estúpidos músculos.
No lo veas sexy, me recuerdo. No es sexy, no es sexy, no es sexy.
A pesar de mi nuevo mantra, partes de mi cuerpo reaccionan
favorablemente a su cercanía. Y cuando digo favorablemente, me refiero
con excitación viciosa y no deseada.
Tiro la toalla de papel que estoy agarrando a la papelera y cierro
los ojos. Si solo hubiera un filtro de Snapchat que pudiera hacer que esta
versión de Jake, adulta y alocada, se vea asquerosa y repugnante.
Dios, tecnología, ponte al día con el programa, por favor. No eres de
ninguna ayuda.
Incluso con los ojos cerrados, su cercanía es vertiginosa. El olor
que le impregnó la chaqueta la noche anterior está flotando sobre mí,
todo cítrico y limpio. Me siento cada vez más incómoda con toda esta
situación.
—Oye. —Me sacude un poco—. Mírame. —Él ahueca mi mejilla y
levanta mi cabeza.
—¿Qué? —Abro los ojos, pero me concentro en el desalineado
oscuro de su mandíbula.
—Asha. —Se agacha para poder mirarme a los ojos, y en el segundo
en que nuestras miradas se cruzan, un montón de recuerdos se enredan,
tratando de salir a la superficie. Veo destellos de él cuando era niño,
frotándome las rodillas ensangrentadas después de caerme jugando al
baloncesto. Él, golpeando a Kelvin Stott por empujarme en un parche de
barro en la escuela. Él, sosteniendo mi mano cada vez que cruzábamos
la calle para asegurarse de que estaba a salvo.
Jake el protector. Ha pasado mucho tiempo desde que emergió.
Parte de mí lo ha extrañado. Había olvidado lo mucho que solía desear
su comodidad. Tanto es así que tengo que cerrar los ojos otra vez para
bloquearlo.
118
—Oye, no te duermas. Es posible que tengas una conmoción
cerebral.
—No me estoy durmiendo. Solo…
Después de todo lo que ha pasado esta mañana, lo que más me
preocupa es cómo Jake cuidándome y apretando su mano tibia y
perfumada con limón en mi cabeza está haciendo que se me apriete la
garganta y me ardan los ojos. Hoy, el mundo está oficialmente atrasado.
—Jake... para.
—¿Por qué?
—Porque... —Tomo aire y lo empujo lejos—. Puedo cuidarme sola.
Me mira por un segundo, con la mandíbula tensa. Le devuelvo la
mirada, tratando de parecer más fuerte de lo que me siento.
Honestamente, estar cerca de él es agotador. Y no es por nuestra
constante enemistad o por los combates verbales, aunque esos sean
agotadores. Es porque estamos siendo aplastados por el peso de todas
las cosas que no nos decimos. Todos los temas de conversación que
conducen por caminos que han sido arrancados y pavimentados.
Jake me mira por unos segundos más, luego me pasa una toalla
de papel nueva. —Si tú lo dices.
Presiono la toalla contra mi cabeza, y cuando la retiro, casi no hay
sangre. Gracias a Dios.
—¿Ves? —Digo, mostrándole—. Mi curación sobrehumana ha
empezado. Puedes volver a la reunión —Y abandona este espacio pequeño
y cerrado donde no puedo alejarme de ti ni de las cosas confrontadas que
me haces sentir.
Me vuelvo al espejo para terminar mi trabajo de reparación facial,
sin sorprenderme cuando no se va.
—Una de las razones por las que vine a buscarte —dice—, fue para
hablar sobre el mensaje que envió Joanna. ¿Quieres fingir que no nos
conocemos?
Abro mi pequeña bolsa de maquillaje y aplico corrector a mi cara
hinchada. —No, pero creo que sería lo mejor. Nuestra historia no es
relevante. Y, honestamente, conmigo haciendo una campaña tan fuerte
para ti, y luego que hiciste que escribieran en tu contrato que tengo que
ser tu editora... se vería mal.
—Bueno. Lo veo entonces.
Lo miro en el espejo. —Todo este proceso ya ha estado lleno de
drama. No quiero más. —Su boca se contrae ante eso, así que aclaro—:
Si Serena y el señor Whip se enteraran de que fingiste ser otra persona,
eso pondría en duda todo esto.
Da un paso adelante. —Eso significaría que tergiversé. No lo hice.
—No es exactamente cierto. El Profesor parecía ser alguien único y 119
asombroso cuando, de hecho, solo era... bueno... tú.
En el espejo, lo veo apoyarse contra el urinario y cruzar los brazos
sobre su pecho. —¿Alguna vez consideraste que siempre he sido único y
sorprendente, y simplemente no te has dado cuenta?
—No. Pero, de nuevo, nunca creí en Papá Noel y en el Conejito de
Pascua debido a la falta de pruebas, así que...
Estoy acostumbrada a que Jake me mire con desdén y desprecio,
pero en este momento su expresión no me resulta familiar. Si tuviera que
adivinarlo, lo consideraría una mezcla entre presumido y paciente.
—En ese caso... —Se agacha para agarrar algo del suelo y luego
coloca una bolsa de papel arrugada en el mostrador junto a mí—. Feliz
Navidad del Grinch.
Frunzo el ceño ante el paquete. —¿Qué es esto?
—Ábrelo.
Con una mirada desconfiada, levanto la bolsa y la abro con
cuidado. Conociendo a Jake, es probable que sea una rata muerta. O tal
vez una serpiente de cascabel.
Cuando veo lo que hay dentro, el golpeteo en mi cabeza se duplica.
Miro a Jake, perpleja y más que un poco sorprendida. —¿Cómo lo...? —
Meto la mano y saco mi querido abrigo Burberry. Pensé que nunca lo
volvería a ver—. Jake... yo…
Se mueve, pareciendo incómodo con mi gratitud inminente. Eso es
comprensible. Estamos más acostumbrados a vivir en un estado de
angustia adversa constante que en el intercambio de cortesías humanas
normales.
—No te desanimes, princesa. Terminé yendo a ese bar anoche para
encontrarme con alguien, así que lo recogí. No hay nada más que eso. Si
te congelas en las próximas semanas porque no tenías un abrigo, no
tendría un editor, y eso sería un inconveniente. Entonces, fue más para
mí que para ti.
Coge la colección de toallas de papel empapadas y sangrientas del
mostrador y las arruga en un fajo gigante. —Y es posible que desees usar
ese abrigo para cubrirte antes de volver a la reunión. Tu camisa es
totalmente transparente. —Arroja las toallas a la basura.
Se gira para irse, pero le toco el brazo.
—Jake, espera. —Mira mi mano, luego se vuelve hacia mí—. Parte
de la reunión de hoy será una entrevista en profundidad sobre tu vida.
Es una práctica estándar para nuestro gerente de publicidad.
Se mueve, y está claro lo incómodo que ya está. —¿Es obligatorio?
—Nada es obligatorio. Pensé que deberías saberlo. Me devolviste el
abrigo. Lo menos que puedo hacer es advertirte sobre Sid.
Asiente, luego, sin mirarme otra vez, abre la puerta y sale. 120

Tan pronto como la puerta se cierra detrás de él, mi nivel de tensión


baja cincuenta puntos y me desplomo contra el banco. ¿Por qué diablos
tiene que ser todo tan difícil con él? Sé que hubo un momento en que
nuestra relación fue tan fácil como respirar, pero fue hace cien años, y
no puedo recordar cómo se sentía.
Levanto mi abrigo, todavía atónita de que me lo haya devuelto.
Luego, toco el cálido espacio en mi nuca donde estuvo su mano. Jake el
protector siempre derretía mi corazón, pero luego Jake el cruel vino y lo
reemplazó, y honestamente, ahora solamente recuerdo cómo tratar con
el segundo hombre. Si el primer tipo empieza a aparecer de nuevo, las
cosas por aquí se van a poner feas, rápido.
Devolviendo los recuerdos errantes a su lugar, reviso mi reflejo.
Pensé que mi camisa podría haberse vuelto más opaca a medida que se
secaba, pero no. Mi sujetador es definitivamente la estrella de este
conjunto.
Me pongo el abrigo y lo coloco sobre mi ropa húmeda. Luego me
empujo el cabello hacia atrás, me quito una última mancha de delineador
de ojos de la mejilla y hago como si me sintiera mucho mejor de lo que
me siento, tanto mental como físicamente.
—De acuerdo —le digo a mi reflejo un poco menos desaliñado—. Es
hora de patear traseros y masticar chicle, y se me acabó el chicle.
11
Oh, no, no lo hizo
Traducido por MadHatter & Auris
Corregido por Karen_D

Desde que regresé a la sala de conferencias, Sidney está en pleno


desarrollo y detalla los montones de puntos en su plan para hacer correr
la voz sobre el profesor. Su rostro se ilumina mientras habla, y Jake
parece impresionado. Probablemente pueda decir que, como mucha
gente aquí, Sidney realmente disfruta de su trabajo.
Tomo mi asiento lo más discretamente posible, asegurándome de
no interrumpir el discurso de Sid. 121
—Planeamos anunciar hoy el trato del libro, más tarde, y
reforzaremos que Asha fue de hecho la persona que te descubrió para
dejar a un lado todos los rumores en contra. —Me sonríe y luego se dirige
a Jake—. Tan pronto como el lanzamiento oficial llegue a los medios de
comunicación, puedes decírselo a todos tus seguidores.
Jake hace un gesto hacia su teléfono. —Parece que la cobertura
sobre la guerra de ofertas los alertó. Mi teléfono ha estado explotando con
mensajes todo el día.
—Bien, genial —dice Sid—. Mientras más ruido haya, mejor. —Pasa
las copias del borrador del comunicado de prensa—. Esto es lo que
enviaremos en unas pocas horas. Y Jake, vamos a necesitar organizar
una sesión de fotos contigo lo antes posible, para obtener tomas
publicitarias. Me pondré en contacto con Asha para asegurarme de que
lo incluyamos en el calendario.
Después de que todos tienen una copia del lanzamiento, Sid se
mueve en su asiento para colocarse enfrente de Jake por completo, y
puedo decir que hemos llegado a la parte de las preguntas más
personales de la reunión de hoy. —Entonces, Jacob... con el espíritu de
conocerte mejor, cuéntanos sobre ti.
Jake parpadea un par de veces, y puedo sentir la tensión al otro
lado de la mesa. —No hay mucho que contar.
Vaya, cinco palabras. Esto va a ser incluso peor de lo que pensaba.
—¿Qué hay de tu familia? —le pregunta Sid, con calma, con el
comportamiento alentador de un terapeuta experimentado—. Cuéntanos
sobre tus padres.
Jake se mueve en su asiento. Nunca antes había visto a un autor
rehusándose a responder preguntas personales, pero existe una gran
posibilidad de que puede suceder el día de hoy.
Como si sintiera la inquietud de Jake, el tono de Sid se vuelve aún
más relajado, y le habla como si fuera un animal salvaje que se prepara
para huir. —Está bien. No necesitas compartir nada que no quieras. Pero
tan pronto como tu verdadera identidad salga para el mundo, tu
información privada será un juego justo para la prensa y los fanáticos.
Hemos descubierto que es mejor que controlemos el flujo de información
desde el principio.
Hay otros pocos segundos de incómodo silencio por parte de Jake,
y luego dice—: Crecí en Brooklyn.
—Y tu papá te crio, ¿no?
Me lanza una mirada acusadora, sin duda adivinando que ya le he
contado algunos de sus datos personales.
—Sí. Era un oficial de policía, pero después de que se lastimó en el
trabajo, se retiró por discapacidad hace unos años.
—¿Tú y él son cercanos? 122

Ni siquiera duda antes de decir—: No. —Eso dice todo acerca de


cómo están las cosas con su padre.
Nunca tuvieron lo que podríamos llamar una relación agradable.
Una gran razón por la que Jake pasaba tanto tiempo en nuestra casa
cuando era un niño era porque podía evitar a su padre después de que
hubiera estado bebiendo, lo cual era frecuente. Sé que tuve problemas
con la ausencia de mi padre en mi vida, pero eso era preferible a la
situación de Jake. El suyo constantemente le hacía problemas sobre algo
u otra cosa. Nunca hablaba, solo gritaba. En más de una ocasión, cuando
el señor Stone estaba borracho, Jake se metía de un salto por la ventana
de mi habitación con moretones, un labio roto o un ojo morado. Mi
primera experiencia con el maquillaje fue robar el corrector de mamá,
para que los niños de la escuela no le hicieran demasiadas preguntas a
Jake sobre lo que pasó.
Por supuesto, tan pronto como Jake creció lo suficiente para
defenderse, las palizas se detuvieron. Al menos, creo que así fue. Fue
alrededor de esa época que empezamos a separarnos. Su padre conoció
a una nueva mujer y, de repente, Jake tuvo una nueva madrastra y un
nuevo hermano.
Jake odiaba tanto a Jeremy, se volvió loco cuando empezamos a
salir. Quizás fue lo mejor. Habíamos llegado a ese punto incómodo en
una amistad entre chicos y chicas cuando era obvio que éramos
biológicamente incompatibles para seguir siendo amigos.
—¿Y qué hay de tu madre? —pregunta Sid, aún con ese suave tono
vocal que invita a la confesión.
—Nunca la conocí realmente —dice Jake, actuando de manera
frívola, pero puedo ver un tic leve en su ojo izquierdo—. Se fue cuando
tenía tres años.
Jake no habla de su madre. Nunca lo hizo. Dudo que alguna vez lo
haga. Él y yo compartimos el dolor de un padre ausente, pero rara vez lo
discutimos. A pesar de que me molestó que mi padre nos dejara, al menos
dejó claro que me amaba, y que su partida no había sido mi culpa.
Para Jake, era todo lo contrario. En más de una ocasión, escuché
al señor Stone gritándole a Jake que él era la razón por la que su madre
los abandonó. Su batalla con el alcohol comenzó después de que su
esposa se marchara, y la ruptura fue la razón por la que el señor Stone
los llevó de regreso a su hogar familiar en Brooklyn. También creo que
ella fue la razón por la que Jake ha estado enojado con el mundo desde
que tengo memoria.
—¿No tienes hermanos ni hermanas? —pregunta Sid.
Jake menea la cabeza. —Nop.
Bien, ¿entonces ahora simplemente no vamos a reconocer la
existencia de Jeremy? Comprensible. Para ser honesta, no tengo idea de
dónde están Jeremy y su madre en estos días, y mi factor de atención 123
sobre su paradero se encuentra en dígitos negativos. Ambos eran
guisantes en una vaina podrida, y espero que en algún lugar, el karma
haga de sus vidas un infierno.
—¿Alguien más importante durante tu educación?
Jake me lanza la más breve de las miradas. —Tuve un mejor amigo
mientras crecía.
—¿Oh? Cuéntanos sobre él.
—Ella, en realidad. —De acuerdo. Eso es todo lo que necesitamos
saber. Continúa—. Ella vivía al lado.
Deja de hablar, Jacob. Deja de hablar ahora.
Sid se inclina hacia adelante. Huele una historia carnosa. —Eso es
dulce. ¿Todavía se encuentra en tu vida?
Jake se detiene, y en ese momento, imagino aproximadamente
cuarenta y siete maneras en las que podría asesinarlo con mi pluma
antes de que me delate.
Afortunadamente, después de un fuerte suspiro, dice—: No.
Sid inclina la cabeza. —Es una pena. ¿Qué pasó?
—Es la historia habitual. Nos superamos mutuamente. Al menos,
ella me superó a mí.
—¿Cómo es eso?
Jake se siente claramente incómodo, y espero que eluda la
respuesta o cambie de tema. Sin embargo, después de un momento de
apretar la mandíbula, continúa—: Cuando llegamos a la escuela
secundaria, decidió que ya no era lo suficientemente bueno como para
estar con ella, así que nos peleamos.
Oh, no, él no lo hizo.
—¿En serio? —pregunta Shawna—. ¿Ella era tan superficial?
Jake se encoge de hombros. —Tuvo la oportunidad de ser parte de
la multitud, y la aprovechó. Pensé que ella era mejor que eso, pero estaba
equivocado. —Me mira fijamente mientras lo dice, y toso mientras
docenas de indignadas protestas se atascan en mi garganta.
—Eso suena como algo bastante subjetivo. —Me las arreglo para
decir—. Seguramente hubo más que eso.
Jake agacha su cabeza. —¿Cómo qué?
—Tal vez se sentía insegura y buscaba validación. Tal vez solo
quería expandir su mundo para incluir a más personas.
—Tal vez —dice Jake—. Y quizás intentaba deshacerse de su
pasado a cualquier costo, sin importar a quién dejara atrás.
Me detengo. Si estuviéramos jugando a hundir la flota, eso habría
sido un éxito. 124
—Vaya —dice uno de los internos—. Algunas personas son las
peores. No puedo creer que alguien a quien llamabas amiga te haya
tratado así. Tan frío.
Jake mira hacia la mesa. No menciona que fue quien me exigió que
eligiera entre su hermano y él. Cuando me negué, él eligió por mí.
Sidney mira a Jake con el ceño fruncido, y prácticamente puedo
escucharlo formulando narraciones sobre esta misteriosa "amiga" en su
cabeza. —¿Hubo algo romántico entre ustedes?
Los labios de Jake se curvan. —No. —Una imagen de la noche de
graduación nada a la superficie de mi memoria, pero la bajo con zapatos
de cemento.
Sid no está convencido. —¿Quisiste que lo hubiera?
Jake se vuelve hacia él. —Era mi mejor amiga. Lo más cercano que
tenía a una hermana.
—Bueno, entonces —dice Sid, decepcionado de no haber
conseguido nada más jugoso—. Vamos a pasar a momentos más
recientes. ¿Cómo te convertiste en el Profesor Feelgood y desnudaste tu
alma en internet?
Jake se recuesta en su silla. —Cuando comencé a viajar después
de la secundaria, publiqué fotos en Instagram como una especie de
diario. Entonces, conocí a una chica, me enamoré, y cuando terminó...
—Cierra las manos—. Sentí que mis emociones me ahogaban, así que
empecé a escribir poesía. Pero escribirlo no fue suficiente. El único alivio
que obtuve fue mediante la publicación en línea. Algo así como gritar en
el abismo, supongo. Nunca esperé que nadie lo leyera.
—Pero lo leyeron, lo hicieron —dice Sid—. Y claramente, tu pasión
por el amor de tu novia resonó en las personas. ¿Cuánto tiempo
estuvieron juntos?
Baja la cabeza. —Unos meses, pero me pareció más largo.
—Cuéntanos sobre ella.
Menea la cabeza, y la tensión vuelve a sus hombros. —Hablar de
ella es... duro. Ella es difícil de describir. Es como nadie que haya
conocido antes.
—¿Por qué rompieron? —pregunta Joanna con suavidad.
Jake parpadea unas cuantas veces antes de enfocarse. —Uh... por
muchas razones, pero la principal era que no me amaba tanto como yo
la amaba a ella.
Shawna se sorprende. —¿Cómo puede ser?
Hace una pausa por un segundo, como si sopesara la opción de
continuar o no. Luego suspira y dice—: No soy la persona más fácil para
llevarse bien. Lo sé. Cuando nos conocimos, mi historial con las
relaciones era pésimo, y… eso apareció. Ella acababa de romper con un 125
chico. Él quiso casarse con ella, y ella pensaba que las cosas se estaban
moviendo demasiado rápido, así que se asustó. Entonces, me conoció.
Aunque teníamos una conexión real, sabía que era una relación de
rebote. Me enamoré de ella de todos modos.
—¿Entonces qué pasó?
Menea la cabeza. —¿Qué pasa cuando dos personas no solucionan
las cosas? Queríamos cosas diferentes, y llegó un momento en que ya no
pudimos ignorar eso. —Se detiene por un segundo, con la cara tensa—.
No hay nada peor que enamorarse de alguien y darse cuenta de que no
tienes todo su corazón. Es aún peor ver cómo ellos se dan cuenta. La
primera vez que me dijo que me amaba, también admitió que no había
superado a su ex. Intenté que se quedara conmigo, pero no pudo. Su vida
se encontraba en otro lugar con otro hombre, y tuve que respetar sus
deseos.
La habitación se queda en silencio por un segundo, y luego Joanna
dice—: Espera... ¿ella volvió con el otro tipo?
Jake la mira. —Supongo que sí. Estuvimos de acuerdo en que sería
mejor para nosotros no estar en contacto, así que no lo sé con seguridad.
Si eligió tener una vida con él, no quiero arruinar las cosas para ella.
Hay una pesadez en el aire. La tensión de Jake se filtra en el resto
de nosotros.
Serena baja su pluma. —¿Alguna vez piensas que tomó la decisión
equivocada?
Espero que Jake eluda la respuesta, pero no lo hace.
—Por supuesto. No pasa un día en el que no desee que hubiera
elegido de manera diferente.
—Tal vez todavía haya una oportunidad para ustedes —dice Jo,
expresando lo que pensaba Si se tratara de una novela romántica, algún
día habrá un gran giro en el que ella aparecerá en la puerta de su casa y
admitirá su error. Luego declararían su amor mutuo y vivirían felices
para siempre.
—¿Qué pasa si te dice que te ama y te pide perdón? —le digo con
curiosidad por ver la reacción de Jake—. ¿Qué harías?
Al oír eso, los ojos de Sid se iluminan. Sé que está pensando que si
hubiera alguna forma de orquestar ese tipo de final de cuento de hadas,
crearía un huracán de publicidad que catapultaría a este libro a la
estratosfera.
Jake me mira fijamente, con los ojos duros. Probablemente piensa
que lo estoy molestando, pero no lo hago. Realmente quiero saberlo.
Después de un par de segundos, traga saliva y mira hacia otro lado.
—Si quisiera estar conmigo, me habría elegido. Por más que apeste
decirlo, algunas personas no obtienen un feliz para siempre.
Joanna le da una mirada compasiva. —Siempre hay una
posibilidad de que las cosas todavía funcionen. Quiero decir, la amas, 126
¿verdad?
Eso lo hace parar en seco. —Incluso si lo hiciera, no importa. Si
amas o no a alguien es irrelevante. La diferencia entre el cielo y el infierno
es que te amen en respuesta. Si no lo hacen, no puedes hacer nada al
respecto, excepto empacar tu corazón y seguir adelante.
—¿Y tú? —pregunta Serena—. ¿Seguiste adelante?
Jake le da una sonrisa triste. —Has visto mi Instagram. Claramente
no. Pero lo estoy intentando.
La habitación se queda en silencio, y me doy cuenta de que todos
se están inclinando hacia Jake un poco más que hace unos segundos.
Incluso tengo una punzada de simpatía. Por mucho que Jake me ponga
nerviosa, no condenaría a nadie a vivir sin su verdadero amor. Creo que
todos merecen la felicidad. Incluso él.
—Bueno, entonces —dice el señor Whip, claramente impresionado
por la franqueza de Jake—. Una última pregunta: ¿Por qué elegiste
llamarte a ti mismo Profesor Feelgood?
Jake se endereza, y puedo verlo tratando de deshacerse de su
emoción. —Después de que todo se derrumbó, traté de purgar la
amargura que sentía por haberla perdido. Meditación, yoga... todo lo que
encontré. Llamarme Profesor Feelgood fue parte de eso. Trataba de
reinventarme, supongo. —Estoy pensando en lo no-Zen que es cuando
me mira—. Todavía soy un trabajo en progreso.
Te quedas corto.
—Bueno —dice el señor Whip con una risita—. Eso parece ser una
buena nota para concluir esto. Sid, te dejaré a ti y a Asha para que
preparen los próximos eventos promocionales para el señor Stone.
Muchas gracias a todos. Espero que todos trabajemos juntos para hacer
de este proyecto un gran éxito.
Hay un murmullo de charlas cuando todos recogemos, y después
de que el señor Whip y Serena se despiden de Jacob, sacan a todos los
demás de la habitación.
—De acuerdo —dice Sidney con un brillo en sus ojos—. Tenemos
un montón de apariciones promocionales en trámite para ti, Jacob, y la
primera es mañana por la noche. Me las arreglé para obtener una
invitación para uno de los eventos más populares de Nueva York. ¿Por
casualidad tienes un esmoquin?
Casi resoplo. La única vez que vi a Jake en un traje fue en la noche
de graduación, y le pertenecía a su padre. Jake en un traje sería como
pedirle a un león que use un tutú.
—No —dice—. Nada de esmóquines.
Sid escribe algo en su cuaderno. —No hay problema. Prepararé uno
para ti. —Mira a Jake de arriba abajo—. ¿Una talla 42 de largo?
—No tengo idea. —Jake me mira, luego de vuelta a Sid—. ¿Para 127
qué es esto?
—Un evento fantástico para lanzar una nueva aplicación de
emparejamiento. Va a haber una tonelada de prensa allí, y teniendo en
cuenta la naturaleza romántica de la aplicación, el evento le calza justo
a tu libro.
Inmediatamente me tenso. —¿No estás hablando del evento de
Romance Central?
—Ese mismo. Tu encantadora hermana tuvo la amabilidad de
incluir a Jacob en la fila de celebridades.
Jake luce confundido. —¿Qué es Romance Central?
Lo miro. —El novio de mi hermana tiene un negocio exitoso de citas
contratadas. En pocas palabras, puedes contratar novios y novias
profesionales para eventos especiales y compañía. —Los ojos de Jake se
agrandan, y sé lo que piensa—. Nada de sexo. Solo romance y compañía.
—Me mira con escepticismo, pero no dice nada, así que continúo—: Parte
de su modelo de negocio es una nueva aplicación de citas. A nuestro
amigo Toby se le ocurrió este excelente algoritmo y la tasa de éxito es
increíble. Por todo lo que Eden y Max me han dicho, el lanzamiento será
enorme.
—Por eso —dice Sid—, conseguir que Jacob pase por esa alfombra
roja valdría su peso en oro.
—Bien, genial —le digo, sintiéndome un poco rara de que Jake
ahora vaya—. Espero que lo pasen bien. Buena suerte con las fotografías.
—Estoy segura de que podré evitarlo. El salón de baile del Four Seasons
es enorme.
—Pero vas a ir, ¿verdad? —pregunta Sid.
—Oh, sí.
—¡Genial! Entonces puedes acompañar a Jacob.
Um... ¿y ahora qué?
—¿No sueles acompañar a los autores?
Suspira. —Me encantaría. Pero Shawna y yo vamos a representar
a Whiplash en los premios Brock esa noche.
—¿No hay nadie más de tu departamento disponible? —pregunto—
. Quiero decir, solo soy editora. Estoy segura de que el señor Stone
preferiría a alguien con experiencia publicitaria.
Cierra su portátil. —Estarás bien. Te daré instrucciones. Todo lo
que necesitas hacer es guiarlo en la dirección correcta y ser lo que eres
habitualmente, cálida y de apoyo.
Jake me mira. —Creo que sería una buena oportunidad para que
nos unamos, señorita Tate. A menos que tenga un problema con eso.
128
Sonrío con los dientes apretados. —No, solo pensé que podría estar
más cómodo con alguien... más.
—No lo haría. Soy vuestro autor, y cuando firmé con Whiplash,
prometieron hacer todo lo que esté a vuestro alcance para ayudarme en
este proceso. ¿Fueron solo mentiras?
—No, por supuesto que no —dice Sid, lanzándome una mirada—.
Todos estamos dedicados a hacer esto lo menos doloroso posible,
¿verdad, Asha? Además, serías genial para la óptica. Eres hermosa. Él es
apuesto. Una hermosa pareja que escribe un libro juntos es caliente.
Casi me ahogo con la velocidad de mi respuesta. —No somos una
pareja.
—Solo me refería a un par de personas. No te juzgo sobre tu vida
privada.
—Tengo novio, Sid.
—Oh, ¿ese chico francés? ¿En serio? —Se acerca más—. Pero han
pasado un par de meses. Ya debes tener fecha para romper con él,
¿verdad?

***

Parpadeo unas cuantas veces y tomo respiro. —Envíame un correo


electrónico de lo que necesitas. Lo haré.
—Genial —dice Jake—. Entonces es una cita.
Le doy mi más sonrisa más falsa. —Bueno, es asunto de negocios.
—Maravilloso. —Sid empaca sus cosas y se pone de pie—. Lo
arreglaré todo por mi parte y te haré saber los detalles finales mañana.
—Se acerca a Jake y le da la mano—. Un placer, señor Stone. Hablaremos
pronto.
Una vez que se ha ido, Jake y yo estamos solos. Nos sentamos en
lados opuestos de la mesa de conferencias, lo cual es bueno, porque si
estuviera a mi lado, podría estar tentada a abofetearlo.
—¿Siempre vas a encontrar formas de humillarme frente a mis
compañeros de trabajo?
—No siempre —dice alegremente —.Quiero decir, después de las
primeras cien de veces, va a ser aburrido, ¿no? Entonces tendré que
pasar a humillarte frente a extraños. Y de todos modos, tus compañeros
de trabajo no tienen idea de nuestra historia.
—Bueno, todos piensan que tu mejor amiga de la infancia era una
idiota.
—Llegaron a esa conclusión por su cuenta.
—Cuando otorgaste con sus hechos alternativos. Y ahora con el
evento Romance Central. 129
—Eso fue idea de Sid, no mía. Y realmente trataba de hacer que
hicieras tu trabajo. Si fuera cualquier otro autor, no lo pensarías dos
veces antes de ser mi acompañante. Tratar de esquivar la responsabilidad
te hizo parecer poco profesional.
Me detengo, porque por mucho que odie admitirlo, tiene razón. Por
cualquier otro autor, no tendría ningún problema en guiarlo en las
entrevistas. Pero la idea de pasar una noche entera con Jake me da
hipertensión.
—Además —dice Jake—. Me imagino que si tengo que ir a un
aburrido evento y usar un esmoquin, deberías soportarlo conmigo.
—Te das cuenta de que si este libro es tan grande como todos
piensan, vas a ser invitado a muchos de estos eventos.
—Entonces espero que tengas una buena variedad de vestidos,
para no cansarme de verte con los mismos trapos viejos.
Suspiro, y recojo los expedientes sobrantes. Una parte de mí está
enojada, pero otra parte está agradecida de que Jake haya vuelto su
conducta de idiota. Al menos sé cómo tratar con él de esta manera.
—Habría pensado que preferirías llevar a una cita de tu elección en
lugar de quedarte conmigo toda la noche.
Cuando lucho por conseguir un horario perdido en medio de la
mesa, se levanta y lo agarra antes de colocarlo en la parte superior de mi
pila.
—Pasar el rato contigo es fácil. No tengo que intentar impresionarte
o hablar de cosas triviales, y debido a que tu opinión de mí no puede ser
más baja, simplemente puedo ser yo mismo.
—Sí, eso realmente no funciona para mí. ¿Podrías intentar ser uno
de los Hemsworth?
Se encuentra a punto de responder, cuando su teléfono suena.
Revisa la pantalla, y en un segundo, su comportamiento cambia por
completo.
—Me tengo que ir. —Dobla el comunicado de prensa que Sid le dio
y se lo mete en el bolsillo.
—¿Qué? ¿Por qué? —Apenas logro decir las palabras antes que
abra la puerta de la sala de conferencias y se aleje. Me apresuro a
seguirlo, mi dolor en la cadera y la rodilla me hacen cojear —.¡Jake! ¿Qué
pasa?
—Nada que te incumba.
—Teniendo en cuenta que te vas de nuestra reunión, diría que sí
me incumbe. Tenemos un montón de trabajo que hacer.
—Recuperaré el tiempo mañana. —Se detiene en el perchero y
agarra su chaqueta—. Sólo dime dónde y a qué hora.
—Eh… en tu casa. Ocho de la mañana. —Continúo siguiéndolo 130
mientras camina hacia el ascensor y presiona el botón de llamada—.
Jake, ¿qué demonios es tan importante que tienes que irte en tu primer
día?
—Un asunto personal. —Presiona el botón de llamada unas
cuantas veces más—. Te enviaré un mensaje de texto con mi dirección.
—No tengo teléfono, ¿recuerdas? —Las puertas del ascensor se
abren justo cuando le entrego mi libreta de notas—. Toma, escríbela.
Con un bufido de frustración, escribe su dirección y luego entra al
ascensor.
Sacudo la cabeza. —Supongo que te veré mañana, entonces.
Presiona el botón, y mientras las puertas se cierra, lo escucho
murmurar—: No puedo esperar.
Cuando me giro, Devin se halla parado allí con una expresión de
suficiencia. —Tu nuevo autor tiene una maravillosa ética de trabajo. Y
estoy impresionado de que solo hayan pasado un par de horas y ya tenga
cero respeto por ti. Eso tiene que ser un record. —Se ríe—. Oh, esto va
genial.
—Cállate, Devin.
Cojeo de regreso a mi escritorio y colapso en mi silla, sumamente
exhausta y necesitando una gran copa de vino y una siesta de todo el día.
—¿Se fue? —dice Joanna mientras se sienta a mi lado.
—Sí. Surgió algo de repente.
Joanna agarra el dispensador de mentas que tengo en mi escritorio
y toma una. —Siento que hay una broma sobre erecciones allí, pero
considerando tu historia con él, te lo ahorraré.
—Gracias a Dios.
—Entonces —dice Jo, inclinándose hacia delante y bajando la voz—
. ¿Estabas pensando lo que pensaba?
—¿Que querías asesinar a Jake? Totalmente.
—No, me refiero a su enamorada. ¿Cómo se llama?
—Ingrid.
—¡Correcto! ¿No quieres rastrearla y ver si regresó con su exnovio?
Es decir, ¿tal vez está suspirando y siendo miserable como Jake? Y si ese
es el caso, tenemos que hacer algo al respecto.
—Jo, no. Si Jake supiera que me entrometo en su vida amorosa,
estallaría. No necesito más tensión en nuestra relación laboral.
—De acuerdo —dice, más sumisamente—. Pero eso no significa que
no pueda hacer algo de espionaje. En mi tiempo libre, por supuesto. ¿Qué
más puedes decirme de ella?
—Nada. Literalmente tengo cero información aparte de su nombre.
—Bueno, cuando descubras más, déjame saber. Estoy 131
determinada a darle a ese chico un final feliz.
Sonrío. —Siento que ahí hay una broma sobre erecciones en alguna
parte, pero lo dejaré pasar.
Se levanta y me entrega mi bolso. —Y ahora, deberías ir a casa y
descansar un poco. Y ducharte. Te amo y todo, pero hueles como agua
de alcantarilla. Le haré saber a Serena donde estás.
Tomo mi bolso y le doy un abrazo. —Eres la mejor.
Cojeo hasta el elevador y presiono el botón.
De acuerdo, así que… un día en el infierno terminado. Quedan
varios cientos más.
12
Corazones rotos y paredes
invisibles
Traducido por AnnyR’ & Jadasa
Corregido por Karen_D

Después de una noche intranquila y sueños centrados en Jake,


trato de comenzar la mañana con una actitud positiva. Claro, mi rodilla
y mi cadera duelen como hijos de puta, y me veo forzada a cubrir los
espectaculares moretones con los vaqueros, pero al menos mi cabeza no
comenzó a sangrar de nuevo cuando me lavé el pelo esta mañana, así 132
que, ya sabes… llamo a eso una victoria.
Respiro el aire fresco de octubre mientras camino por la calle hacia
el apartamento de Jake. Es un hermoso día en Brooklyn, incluso con el
distintivo rugido de los autos que cruzan el puente y proporcionan el
ruido de fondo menos musical que se pueda imaginar. Pero a pesar de la
luz del sol que brilla en el Hudson, siento una sensación de inquietud en
mi mente.
Parte de esto tiene que ver con Jake y su imprevisibilidad, claro.
Pero incluso sin su presencia, hay tanto sobre el otoño que me pone
nerviosa.
Otoño solía ser la época favorita del año para mi madre. Le
encantaba cómo todos los árboles pasaban de verde aburrido a una gama
infinita de rojos y naranjas, y tenía la extraña habilidad de predecir la
primera nieve invernal al estudiar el árbol gigante en el patio delantero
de Jake. No tengo idea de qué tipo de árbol era, pero era hermoso,
especialmente en otoño. A menudo encontraba a mamá en nuestro
pequeño porche delantero por las mañanas, tomando un sorbo de café y
mirando el brillante follaje.
—Ese es el árbol del amor —decía cada año—. ¿Ves cómo está toda
roja, como un corazón de amor? Cada día, nos revela un poco más de sí
misma. Cada hoja se cae como si estuviera enamorada del suelo, y luego,
un día, allí está, desnuda y sin vergüenza. —Me miró con sus amables
ojos azules, enmarcados en un rostro envejecido antes de tiempo por un
corazón roto y tres trabajos para apoyarnos—. Así es como es
enamorarse.
Siempre me sorprendió lo triste que se ponía cada vez que hablaba
sobre el amor. Incluso cuando era una niña pequeña, no estaba ciega a
la frecuencia con la que mis padres peleaban. Escuché los argumentos
mayormente susurrados pero a veces gritados. Sabía que luchaban para
poner una cara valiente para mí y para Eden.
Y, sin embargo, mamá siempre parecía como si una parte de ella
viviera en una fantasía romántica. Una en la que papá nunca desaparecía
durante semanas a la vez. Una en la que no sentía la necesidad de cerrar
la puerta por la noche, por lo que no podíamos escucharla llorar.
Incluso con todos sus problemas con papá, hablaba de amor como
si nunca la hubieran lastimado. Me dijo que una alma gemela es alguien
que ve todas las partes de las que te avergüenzas y que te quiere de todos
modos.
Cuando le pregunté si eso era lo que sentía por papá, sus ojos se
nublaron y dijo—: Lo único peor que no encontrar a tu alma gemela, es
encontrarla y darte cuenta de que estás en dos partes del mismo tren
viajando en diferentes direcciones.
Fue la única vez que recuerdo que mamá me dijo algo negativo
sobre papá a mí y Eden, y eso siempre me enfureció. Sabíamos lo mucho
133
que la lastimaba, pero era demasiado obstinada para admitirlo. Supongo
que eso es algo que transmitió a sus chicas: las hermanas Tate no somos
buenas para admitir nuestras vulnerabilidades.
No estoy segura de sí la forma en que papá trató a mamá es uno de
los factores que me ha impedido tener una relación íntima y satisfactoria
con un hombre, o si hay una parte de mí que no está bien conectada.
Pensé que finalmente tuve una sensación de alma gemela cuando conocí
a mi hombre actual, pero se evaporaba cada vez que nos desnudábamos
juntos.
Siempre que veo a chicas de mi edad que abrazan el poder de su
sexualidad y disfrutan donde sea posible encontrarlo, me siento un poco
más rota; como un defecto sexual ambulante cuyo cuerpo se apaga tan
pronto como un hombre ve la totalidad de él. Sigo esperando ese
momento mágico cuando esté desnuda frente a alguien y no quiera huir
de la habitación, pero hasta ahora no ha sucedido. A veces, me pregunto
si alguna vez lo hará.
A medida que avanzo más allá de los almacenes convertidos y los
cafés demasiado modernos, voy a sacar mi teléfono distraídamente para
comprobar si voy en la dirección correcta. Entonces recuerdo que fue
robado, y el viejo iPhone que Eden me prestó anoche se siente anticuado
en comparación. Supongo que voy a tener que ahorrar si quiero
reemplazarlo en un futuro cercano.
Estoy a punto de guardarlo nuevamente, cuando vibra con un
texto. Es de mi hermana.
¡Oye, hermana! ¿Todavía estás de acuerdo en reunirte
conmigo esta tarde para darme el estilo de esta noche? Necesito
tus habilidades de peinado y maquillaje.
Como uno de los organizadores del evento Romance Central esta
noche, Eden quiere que Max se sienta orgulloso al lucir lo mejor posible.
Sin embargo, su idea de maquillaje formal consiste en rímel y brillo de
labios, así que me ofrecí a hacer su rostro.
No hay problema. Te veo en tu oficina a las 5.
Guardo el teléfono y suspiro. Me alegra tener una excusa para
pasar por su oficina. Tenía la intención de hacerlo durante una semana,
pero todo el asunto de Jake me ha distraído.
En el momento en que estoy parada frente al edificio que creo es el
de Jake, he aterrizado oficialmente en un área que está demasiado
deteriorada como para ser genial, incluso para los hipsters hipócritas de
Brooklyn más apasionados.
Respiro hondo antes de subir las escaleras y entrar en el pequeño
vestíbulo. ¿No está cerrado y ni rastro de portero? Que sorpresa. El edificio
en el que Eden y yo vivimos puede ser anticuado y no está en las mejores
condiciones, pero parece el Versalles comparado con este lugar.
Subo seis tramos de escaleras y luego toco la que espero que sea la
puerta de Jake. 134
No hay respuesta.
Cuando me paro en el sucio pasillo, reviso la dirección que Jake
garabateó ayer para asegurarme de que tengo el lugar correcto.
Desafortunadamente, lo hago. Golpeo la puerta por segunda vez. Se hace
eco por el pasillo y por toda la escalera. No estoy segura, pero creo que
escucho el leve rasguño de ratas en algún lugar debajo de mí.
—Querido Dios —susurro—. Si me sacas de aquí sin que me
asesinen o me contagien de algún tipo de peste bubónica, te estaré
eternamente agradecida.
Ajusto la pesada bolsa de mi computadora portátil mientras miro a
mí alrededor con recelo. Todo el lugar parece que debe ser condenado.
Varias de las puertas están tapiadas, y no tengo dudas de que esta es la
antigua residencia de una horda de asesinos en serie. O adictos al crack.
O asesinos en serie adictos al crack que entrenaron ratas para matar
personas y luego comerse la evidencia.
Sí, sigue pensando así, Ash. Lo que necesitas ahora es más miedo.
Llamo de nuevo, y aun así, nadie responde. ¿Es este otro de los
chistes estúpidos de Jake? ¿Enviar a Asha a un edificio abandonado y
reírse cuando sea asesinada? ¡Hilarante!
Golpeo la puerta con más entusiasmo. —¡Stone! Si estás ahí, será
mejor que abras. ¡Soy demasiado joven y bonita para ser comida de
roedores!
Escucho un leve ruido al otro lado de la puerta y luego el arrastre
de pies cada vez más cerca.
Oh Dios. No es Jake en absoluto. Será el hijo del amor entre Hannibal
Lecter y Leatherface, ¿no es así? Me encadenará y luego me servirán de
taco para los comensales desprevenidos.
Aguanto la respiración cuando escucho que se sueltan los pestillos
y luego retrocedo un paso vacilante cuando la puerta se abre. Me quedo
sin aliento al ver la cara de Jake parpadeando, apenas despierto. Luego
me quedo sin aliento cuando me doy cuenta de que está desnudo, excepto
por un par de pantalones negros que apenas le cuelgan de las caderas.
Dulce misericordia.
Sí, he visto su cuerpo en las fotos del Profesor Feelgood. Y sí, sus
hombros y brazos estaban muy cerca de mi cuerpo cubierto de suciedad
ayer. Pero ahora que estoy expuesta a toda la fuerza de su torso desnudo
a solo unos centímetros de distancia, desprecio la velocidad de mi sangre
en respuesta.
Oh, Señor, ayúdame a mirar hacia otro lado. No me dejes contemplar
su musculoso cuerpo. Nada bueno saldrá de esto.
Arrastro mi mirada hacia su cara para recordarme que es Jake, el
Molesto.
—Lo siento, señora —dice, mientras reprime un bostezo—. Pero 135
tienes el apartamento equivocado. No ordené un despertador de una
bruja gritando. —Va a cerrar la puerta, pero pongo mi mano sobre esta y
empujo.
—Es gracioso, porque no ordené un idiota malhumorado, y sin
embargo, aquí estas. ¿No pudiste poner una alarma?
—Podría haberlo hecho. Se me olvidó.
—Al menos dime que no tienes resaca.
—No, de hecho, creo que todavía estoy un poco borracho.
Lo miro con disgusto. —Es bueno ver que tienes tus prioridades
claras. ¿Puedo asumir que ayer me dejaste tirada para poder socializar
con mujeres de gustos cuestionables?
Apoya un brazo contra el marco de la puerta y se frota la cabeza,
convirtiendo así su pelo grueso y oscuro en un caos caótico. —Me
conoces, Tate. Total alma de la fiesta. Bailar hasta el amanecer con mi
extenso harén es mi misión en la vida.
Me resisto a reír. No conozco a nadie menos propenso a pasarlo
bien que Jake. El único baile escolar al que asistió fue el baile de
graduación, e incluso entonces arruinó toda la noche a todos los que se
encontró.
Ah, buenos tiempos.
—Entonces, ¿me invitaras a entrar? —le pregunto—. ¿O esperas
que salte con una pértiga sobre tu gigantesca masa de cuerpo para
entrar?
Da un paso a medias a un lado. —Lo siento. Olvidé que los
vampiros no pueden entrar sin ser invitados. Entra, Succubus. Mi casa,
y todo eso.
Cuando paso junto a él hacia el apartamento, rápidamente me
detengo en seco. No estoy segura de lo que esperaba por el mal estado
del edificio, pero no era esto. El apartamento es enorme, pero está
completamente destruido. No hay paredes interiores, solo marcos de
madera que denotan dónde estarían los dormitorios y la cocina. Es
extraño. Como una versión de apartamento de un esqueleto. Sin piel ni
músculos, solo huesos desnudos.
Solo hay una habitación real, y ese es un baño pequeño y anticuado
cerca de la puerta. El resto del espacio parece como que alguien se quedó
sin dinero a mitad de las renovaciones y luego Jake se mudó.
—Guau. Me encanta lo que has hecho con el lugar.
Jake bosteza y cierra la puerta mientras miro alrededor. Debajo de
un enorme banco de ventanas, hay una sala de estar con dos sofás en
mal estado, un sillón y una mesa de café que parece que literalmente se
cayó de la parte trasera de un camión. A pocos metros de distancia, hay
136
una cama de matrimonio en un marco de madera destartalado que parece
demasiado pequeña para alguien del tamaño de Jake. En el suelo al lado
hay una colección de cajas y cestas. La única otra área de interés es lo
que supongo que es la antigua cocina. Ahora está vacía, a excepción de
una mesa, una placa de cocción de un solo quemador, una pequeña
colección de tazas, platos y sartenes, y el tipo de nevera pequeña que
tienen en las habitaciones de motel baratas.
He oído hablar de espartanos viviendo antes, pero esto es extremo.
—Realmente deberías hablar con la asociación de propietarios —le
digo—. ¿Están conscientes de que alguien te robó las paredes?
Jake pasa junto a mí en dirección a la cocina. —Guarda tu juicio,
princesa. No todos necesitamos vivir en castillos.
—No hay discusión allí, pero ¿tienes que vivir en un sitio de
demolición?
—La renta es razonable, y tengo mucho espacio para practicar el
baile del swing. ¿Qué más puede querer un chico? —Cuando llega a la
mesa, llena una pequeña cacerola con agua de una botella de un galón—
. Te ofrecería café, pero sé que no lo bebes.
—De hecho, lo hago.
Se vuelve hacia mí con expresión dudosa. —¿Desde cuándo?
—Desde el último año. Cuatro tazas al día, todos los días.
—Pero tú lo odias.
Su suposición de que todavía sabe algo sobre mí me irrita los
nervios. —Solo porque una vez dije que odiaba el café cuando tenía once
años, no significa que no me guste ahora. Sé que este será un concepto
radical para ti, Jake, pero la gente cambia.
Se vuelve para poner la cacerola y murmura—: Sí. Unos más que
otros. —Agarra dos tazas—. Entonces, ¿cómo lo bebes?
Me acerco al sofá y pongo la bolsa de mi computadora sobre la
mesa. —Claro, blanco, cuatro de azúcar.
Gruñe. —Sí, claramente, te encanta el sabor ahora. Es como si
fueras una persona completamente diferente.
Lo ignoro cuando me quito el abrigo y desempaco mi computadora
y libreta. Contra mi voluntad, mi mirada de vez en cuando se va a su
espalda desnuda. La tinta de la que he visto destellos en sus imágenes
está en pantalla completa, pero no puedo verla con la claridad suficiente
para que tenga sentido. Solo puedo asumir que ha escrito: “Soy un
imbécil”, inscrito en varios idiomas diferentes y en varios pictogramas.
Inclino mi cabeza y me pregunto a cuántas horas de ejercicio debe
someterse para mantener su cuerpo en súper forma humana. Quiero
decir, dudo que haya obtenido todos esos músculos de episodios
ocasionales de Prancersize6
Mientras lo observo, gira su cuello antes de estirar sus brazos 137
detrás de él, completamente indiferente a mi presencia.
Es tan extraño para mí cómo los chicos tienen tanta confianza en
sus cuerpos; incluso aquellos que no se parecen a Jake. Muy a menudo
en Nueva York, cuando el mercurio está firmemente en la zona roja, los
tipos de todas las formas y tamaños simplemente vagan sin camisa, sin
mostrar una onza de autoconciencia. Como niñas, se nos dice que no
usemos ciertos tipos de ropa a menos que seamos de cierta talla. “Ningún
polluelo más grande que una talla dos debe usar pantalones
cortos/camisetas sin mangas/minifaldas”. Mientras tanto, todos los
muchachos son tipo: “¡SUPEREN MIS TETILLAS GIGANTES Y LA PANZA
DE CERVEZA QUE TENGO, SUAVE GLORIA! ¡MANTÉNGASE DETRÁS,
SEÑORAS!”
Aspiro a ser tan audaz algún día.
—Solo por interés —digo después de unos pocos segundos
particularmente vergonzosos de concentrarme en los dos hoyuelos por
encima de su trasero—, ¿planeas ponerte ropa esta mañana?
Se gira y se inclina hacia atrás contra la mesa. Intento ignorar su
físico, pero maldita sea, todo está justo ahí.
—Oh, pensé que nuestra relación de negocios era opcional. Quiero
decir, me expusiste tu pecho, así que pensé que era justo que te

6Prancercizees un método holístico de entrenamiento basado en una forma elástica y


rítmica de avanzar, similar a la marcha de un caballo e idealmente inducida por la
euforia.
devolviera el favor. —Hace un gesto hacia sus pectorales—. Claro, tengo
un poco más de pelo que tú, pero aun así, ¿el tuyo puede hacer esto? —
Los hace bailar, y yo le dedico una buena practicada rodada de ojos. Si
me hubiera visto hacer el piquete en el espejo de mi baño, le daría
vergüenza incluso de competir.
—Por supuesto —dice en tono condescendiente—. Si tienes
problemas para concentrarte debido a tu enorme atracción física hacia
mí, entonces…
Dejo escapar una breve carcajada. —¿Sabes qué? Olvida que dije
algo. No me importa si estás usando un traje de nieve o una correa de
suspensión con estrellas. Tu cuerpo no tiene ningún atractivo para mí.
Cuando no dice nada en respuesta, levanto la mirada para
encontrarlo mirándome, con una expresión divertida en su rostro.
—¿Qué? —pregunto, sintiéndome inmediatamente a la defensiva.
—Piensas que me estás engañando, pero no es así. Era obvio que
tenías algo por el profesor antes de que supieras que era yo.
Lo miro directamente y ni siquiera parpadeo. —No tengo, ni he
tenido nunca, una “cosa” por ti, Jacob Stone, sin importar quién
pretendes ser. Siéntete libre de llevar eso al banco.
Sueno tan convincente, incluso empiezo a creerlo.
138
Toma nota Streep/Pacino/De Niro. Así es como se hace.
Sacude la cabeza con decepción. —Bueno, puede que te veas
diferente estos días, pero hay una cosa que no ha cambiado en ti.
—¿Y qué es eso?
Esta vez, es el que me mira. —Aún no sabes mentir una mierda.
Alejo la mirada de la arrogante arruga de sus labios y vuelvo a
configurar mi computadora portátil. Sé que el color está floreciendo en
mis mejillas, pero no hay nada que pueda hacer al respecto, excepto fingir
que no está sucediendo.
—Ahora entiendo por qué no tiene ninguna pared —murmuro para
mis adentros—. Necesitaba el espacio extra para exprimir su ego
gigantesco.
—¿Qué fue eso? —dice Jake mientras toma lo que parece ser el café
instantáneo más barato del mundo en dos tazas.
—Nada. Solo hablando conmigo misma. Vamos a empezar.
—Está bien. ¿Cómo?
Abro un archivo nuevo en mi aplicación de escritura y lo llamo el
libro del Professor Feelgood.—Bueno, primero, necesitamos establecer
una narrativa en la que podamos encuadrar tu poesía. Entonces,
historias de tu vida, momentos de interés en tu desarrollo. Ya sabes,
cosas que informarán tu viaje hasta que te encuentres con tu amada.
Mira por encima del hombro. —¿Historias de mi infancia? ¿Vamos
a sanearlo? ¿O ir con la versión clasificada para mayores de 17?
Me muevo en mi asiento. Cualquier examen detallado de la infancia
de Jake requerirá un abridor de latas grande y un asesino de gusanos
extra fuerte, especialmente cuando se trata de nuestra historia
compartida.
—Uh… bueno… —Me aclaro la garganta—. No hay necesidad de
decidir sobre eso en este momento. Podemos regresar a eso más tarde.
O, nunca. Lo que sea.
¿Es posible sentirse uno mismo desarrollando una úlcera? Porque
en este momento se siente como si mi ácido estomacal intentara
atravesar mi piel.
—¿Tienes más poesía? Podemos usar algunas de las cosas de
Instagram, porque eso es lo que te hizo popular, pero también sería genial
tener algunos versos nuevos.
Señala hacia una caja de almacenamiento debajo de la mesa de
café. —Ahí. Sírvete.

***
139

Abro la caja para ver que se encuentra casi llena, repleta de


docenas de hojas de papel suelto, algunas servilletas, secciones rotas de
cajas de cereales, tarjetas de Metro y posavasos de bares de lugares de
los que nunca oí hablar. Claramente, cuando le llega la inspiración, Jake
escribe sobre lo que sea que esté frente a él.
Mirando este tesoro de palabras, me siento como una tonta que ha
encontrado una provisión gigante e inesperada de hachís de calidad
medicinal.
Señor... tantos poemas.
En el momento en que descubrí que el profesor era Jake, renuncié
a sus publicaciones diarias, lo abandoné completamente. Pero ahora que
me enfrento a este buffet de bondad mundana... ¿cómo puedo resistirme?
Tengo el impulso más fuerte de sentarme aquí y sumergirme en sus
palabras. Bañarme en la riqueza literaria como Scrooge McDuck se baña
en dinero.
Saco algunos pedazos de papel para examinarlos más de cerca.
Todo ha sido escrito en la letra pequeña y ordenada de Jake, y cada uno
tiene números escritos en la esquina inferior izquierda. —¿Todas tienen
fechas?
—Sí. —Levanto la mirada para verlo fruncir el ceño—. Sin embargo,
no estoy seguro de cuán precisas son todas. No siempre estaba sobrio.
—De todas formas —digo—, nos será útil para establecer una línea
de tiempo para la narrativa. —Al menos eso es algo.
Aliso un pedazo de papel particularmente arrugado y leo lo que está
escrito.
Huesos huecos y piel solitaria. Músculos rígidos con lujuria y sufriendo
por el tacto.
Sangre bombeando y latiendo rápido,
Todo se hace más tenso y más fuerte al pensar en ti.
Podría tener otras manos, pero no las tengo.
Podría sostener otros corazones, pero no lo hago.
Podrías perseguir a otras mentes, pero no lo haces.
Seguí senderos de recuerdos desbordados,
Y mientras me arqueo y derramo mi amor por ti en gemidos tensos y
agudos,
Debería gritar el nombre de otra persona...
Pero no lo hago.
Jesús.
Me doy cuenta de que mi boca está abierta y peligrosamente cerca 140
de babear. La cierro y trago fuerte.
Coloco el poema boca abajo para no volver a leerlo accidentalmente.
Maldición, esa cosa es peligrosa. Pensé que las que él publicó en línea
eran sensuales, pero todas parecen rimas infantiles en comparación con
algunas de estas que están escondidas. Trago de nuevo a medida que
hojeo las frases sobre deslizarse y empujar, y cuánto desea ver el rostro
de su mujer cuando la hace llegar al orgasmo.
Cierro los ojos y tomo un par de respiraciones silenciosas.
De acuerdo, no puedo leer esto cuando estoy cerca de él. Realmente
no puedo.
Quiero ser inmune a cómo me hacen sentir sus poemas, pero hay
algo en él suspirando por una mujer como un tonto enamorado contra el
que tengo cero defensa. Y debajo de las capas de excitación involuntaria
y creciente asco hacia mí misma, hay otra emoción abriéndose paso hacia
la superficie. Una más odiosa que cualquier otra que haya venido antes.
Celos.
Incluso darle un nombre me hace sentir mal.
Es el tipo de celos que tiene tantas facetas, es difícil reconocerlas
todas. Parte de esto es que Jake encontró el amor verdadero antes que
yo, y en parte me siento celosa de esta mujer llamada Ingrid. Me refiero
a que ¿cuán increíble debe ser ella para hacer que un hombre tan cerrado
como Jake se obsesione de esta manera? Me pregunto si alguno de mis
ex novios tiene cajas llenas de poemas sexuales sobre mí. A menos que
escriban acerca de cómo la mujer aparentemente confiada se convierte
en un desastre ansioso durante el sexo, entonces lo dudo.
A diferencia de mí, Ingrid es una diosa sexual con una vagina
mágica e hipnótica. ¿Por qué más Jake escribiría tanto sobre hacerle el
amor a ella?
Saco un puñado de poemas y los pongo sobre la mesita de café.
Creo que sería mejor ordenarlos y catalogarlos en mi casa, en privado.
Preferiblemente con una botella llena de vino, una tina de helado y mi
vibrador en espera.
Respiro lentamente en tanto me deslizo hacia el fondo de la caja,
instando a que mi presión arterial vuelva a la normalidad.
Debajo de todos los poemas sueltos hay una pila de cinco
cuadernos, todos llenos, de tapa a tapa. No se me escapa que son la
misma marca que he estado usando todos estos años para mis historias.
Levanto uno. —¿Blanco? ¿De verdad? —Cuando éramos niños, los
usábamos todos los años para la escuela. Eran de un color mostaza feo
y tenían un papel tan delgado que se podía ver a través de él, pero eran
los cuadernos más baratos, y eso era todo lo que nos importaba.
Jake me mira de reojo mientras vierte agua hirviendo en las tazas.
—¿Por qué no? Ellos sirven ¿verdad?
Hojeo las páginas. —Sí. Lo hacen. —Hay tantas palabras, es 141
vertiginoso ver lo prolífico que es—. ¿Cuándo empezaste a escribir?
Jamás supe que era lo tuyo.
—No lo era. —Tras mezclarlo con la crema y el azúcar, trae las tazas
y las coloca sobre la mesa rayada.
Lo miro sorprendida. —¿Qué? ¿Sin posavasos? Pero arruinarás el
acabado.
Entrecierra los ojos con desprecio antes de sentarse a mi lado. —
Para ser honesto, siempre pensé que tú te convertirías en escritora, no
yo. Fuiste quien escribió obras para nosotros cuando éramos pequeños.
Simplemente era el tonto que actuaba en ellas. No me puse a escribir
hasta después de la secundaria, y una vez que empecé... —Se encoge de
hombros—, no pude parar.
—¿Nunca pensaste en escribir una novela?
Bebe un sorbo de café. —Mi cerebro no funciona de esa manera.
Tengo destellos de escenas, no de capítulos enteros. Instantáneas de
emociones o pensamientos.
—Bueno, vamos a tener que trabajar en eso. ¿Dónde está tu
computadora?
Me mira fijamente, inexpresivo. —Oh, mi iMac de veintisiete
pulgadas está justo allí, junto a la despensa del mayordomo y la sala de
prensa.
—¿No tienes computadora?
—Mira a tu alrededor, princesa. No soy dueño de la mayoría de las
cosas.
—Entonces ¿este es tu intento de superar a Brooklyn, a todos tus
amigos? ¿Impresionar a todos con tu apocalipsis chic?
—Sí. Como de costumbre, estoy a la vanguardia del estilo. Casi todo
lo que tengo fue encontrado en la calle.
Con un estremecimiento de disgusto, miro el sofá en el que estamos
sentados. —Oh Dios mío. ¿Recogiste este sofá de basura? —Casi puedo
sentir los chinches arrastrándose dentro de los cojines.
Jake coloca su brazo sobre el respaldar, con una expresión de
diversión. —Relájate, mujer; estoy bromeando. Compré todas estas cosas
a un distribuidor de segunda mano de buena reputación. Fluidos
corporales mínimos, te lo aseguro.
Debería estar aplacada por ese conocimiento, pero no lo estoy. De
hecho, cuanto más tiempo permanezco en este apartamento y cuanto
más cerca esté de él, más incómodo me siento. Estar cerca de Jake
siempre me pone tensa, pero verlo vivir así... Hay algunas cosas que no
le desearías ni a tu peor enemigo. Este “apartamento” es uno de ellos.
Jake me analiza y está claro que mi preocupación se observa en mi
expresión. —Para que lo sepas, soy feliz viviendo así. No necesito tu
lástima. 142
—No te tengo lástima.
—Claro que sí —dice, su tono de voz cada vez más duro—. Porque
juzgas a los demás por lo que tú valoras. Siempre lo has hecho. —Agarra
más fuerte su taza de café—. Odio explotar tu burbuja, princesa, pero no
todos quieren una McMansion en los suburbios con una cerca blanca.
—¿Quién dice que quiero eso?
—Bueno, cuando tenías cinco años, hiciste toda una serie de
dibujos con crayones titulado “Mi enorme casa en los suburbios con una
valla blanca”, por lo que...
—Una vez más, te recordaré que ya no tengo cinco años, y mis
esperanzas y sueños pueden haber evolucionado a partir de lo que escribí
en crayones. —Señalo el apartamento, irritada por su condescendencia—
. Entonces ¿me estás diciendo que esta es la casa de tus sueños?
—Me conviene por ahora.
—Jake, es otoño en la ciudad de Nueva York, y ni siquiera tienes
termoaislamiento aquí, y mucho menos calefacción. ¿Qué demonios vas
a hacer cuando llegue el invierno?
Me mira fijamente. —Bueno, ya que seguiré trabajando contigo en
el tercer piso del infierno, estoy seguro de que estaré abrigado.
Lo fulmino con la mirada. Cuando teníamos siete años, cada uno
eligió un alma animal. El mío era una nutria. El suyo un dragón. Con el
paso de los años, esos animales se transformaron, y ahora sentimos que
somos los dos carneros, golpeando cabezas por costumbre, como los
idiotas obstinados que somos.
Con una mueca en los labios, coloca su taza de café sobre la mesa
y comienza a clasificar los poemas sueltos de la caja en pilas. —No sé por
qué ahora eres tan estirada. Hubo un tiempo en el que habrías pensado
que este lugar era genial. Es similar a nuestro loft. ¿O has olvidado dónde
solíamos pasar todo nuestro tiempo desde que teníamos cuatro años
hasta los diez?
Una punzada de tensión se arrastra por mi espalda. No he pensado
en el área del loft, sobre el garaje de su padre, durante años. Solía
sentirse mágico, pero no tenía nada que ver con la decoración.
—Eso fue diferente —digo, sin mirarlo.
—Tampoco había calefacción allí, y en ese entonces, todos nuestros
tesoros más grandes venían de la basura de otras personas.
Pretendo leer algo en mi pantalla. —Éramos niños. No conocíamos
nada mejor.
Cuando no dice nada, me vuelvo para verlo mirándome fijamente,
con una expresión que es mitad incredulidad, mitad nostalgia. —O quizás
simplemente en ese entonces nos asombrábamos más por lo mundano.
Cuando no tienes nada, aprendes a apreciarlo todo.
Me doy la vuelta y tomo un largo sorbo de café. Está más caliente 143
de lo que normalmente me gusta, pero sufriré quemaduras de la boca de
tercer grado si eso significa evitar esta conversación. No recuerdo mi
infancia, porque prefiero bloquear la mayor parte. Estar cerca de Jake
todos los días hará que esto sea más difícil. Necesito intensificar mis
esfuerzos para cambiar eso y evitar.
—Deberíamos trabajar.
—Realmente lo odias ¿no es así?
Agarro mi cuaderno y escribo la fecha de hoy en la parte superior
de una página nueva. —¿Odiar qué?
—Pensar en cómo solían ser las cosas. Tú. Yo. El viejo barrio.
Dejo de escribir a media palabra. Es muy temprano para esta
conversación. Y varios años demasiado tarde.
—Estamos aquí para trabajar, Jake, no rememorar. Además,
prefiero vivir el presente que revivir el pasado. —Aparto el cabello de mi
cara y me vuelvo hacia él—. Entonces, cuéntame más sobre esta mujer
tuya. ¿Cómo se conocieron? ¿Cómo es ella? ¿Fue amor a primera vista?
¿O necesitaba ella superar una aversión natural a tu personalidad?
Jake se inclina, y aunque su expresión es neutral, puedo sentir la
ira a fuego lento en su interior. Puede que haya mejorado en ocultarlo,
pero sigue ahí.
—Asha —dice, la tensión en su mandíbula en contraste con la
tranquilidad de su voz—. Un día, muy pronto, tendremos que hablar
sobre nuestra mierda. Lo sabes tan bien como yo. Te daré un pase por
hoy, pero en algún momento vamos a aclararlo.
Actúo tan despistada como sea posible. —¿Acerca de qué?
Enojadas manchas claras en sus ojos, y sé que lo estoy
presionando, pero parece que no puedo detenerme.
—Maldición, deja de actuar como si tuvieras amnesia crónica sobre
toda nuestra amistad. No puedes auto engañarte tanto.
—Jake, si quieres aclararlo todo disculpándote por toda la mierda
que me lanzaste en la escuela, bien. Date el gusto.
Su mirada se intensifica, y la forma en que su expresión se
endurece me hace sentir que ve cada versión de mí misma en la que me
he transformado desde que tenía tres años. —Ambos sabemos que esa es
mi línea, no la tuya.
Las palabras cuelgan en el aire como una ráfaga de aire de cripta
rancio. Tantos esqueletos en ambos lados, en nuestro pasado. Y él está
tratando de devolverlos a la vida. Forzando la puerta. Empujando un poco
para ver qué tan fuerte es la cerradura.
—¿Cuántas veces te has dicho a ti misma que nuestra amistad se
rompió por mi culpa? —pregunta, con su paciencia tan delgada como la
cáscara de la cebolla.
144
—Jake...
—No, en serio, quiero saber. Porque si repites una mentira a
menudo, se convierte en verdad. ¿Cuántas veces, Ash?
Una mano fría aprieta mi corazón, acelerando mi pulso. —Se
rompió por tu culpa.
—Entonces ¿fue mi culpa?
Mi voz se eleva con mi presión sanguínea. —Te convertiste en un
imbécil.
—¿Y no tuviste nada que ver con eso?
Me alejo de él, como lo hice en aquel entonces.
Se da cuenta y sacude la cabeza. —Una vez me dijiste que en la
historia de nuestras vidas, somos nuestro propio narrador defectuoso.
Crees que soy el chico malo, y yo creo que tú lo eres. Nuestros recuerdos
son subjetivos, y rara vez nos recordamos a nosotros mismos como el
villano, incluso cuando lo éramos.
Me aparto del sofá, tan lejos de él como puedo. —No te atrevas a
decirme esto. Tú eras el villano. Si hubieras aceptado otro rol, habrías
empezado a usar en la escuela u sombrero de vaquero en vez de un gorro.
Mi voz suena aguda en el espacio vacío, y mi corazón late tan rápido
que se siente como un rugido en mis oídos.
No puedo hacer esto, una pequeña voz susurra en mi interior.
Detente. Deja de hablar. Solo para.
No sé lo que ve en mi expresión, pero luego de unos segundos más
de buscar mi cara, deja caer la caja sobre la mesa de café y se acerca a
la cama.
—Está bien, princesa. —Agarra algo de ropa de las canastas en el
suelo—. Si te ayuda a dormir por la noche recordar nuestro pasado de
esa manera, adelante. Mantente a salvo en tu ilusión. —Camina hacia el
baño y se detiene cuando llega a la puerta—. Pero si alguna vez quieres
hablar sobre cómo realmente eran las cosas, llámame.
Luego, desaparece en el baño y cierra la puerta.
Todavía sigo respirando con dificultad cuando escucho que abre el
grifo de agua.

145
13
Escribe sobre
Traducido por IsCris
Corregido por Pame .R.

Cuando Jake sale del baño quince minutos después, está


completamente vestido. El vapor que sale por la puerta puede oler
delicioso, pero está claro que todavía está tenso. Lo que hace que seamos
dos.
Actúo como si estuviera ocupada e inafectada, pero cuanto más
tiempo paso con él, más difícil se vuelve.
146
—Tu teléfono sonó mientras estabas en la ducha —le digo, sin
mirarlo—. Varias veces. Alguien está ansioso por verte. Cuando no
contestaste, enviaron un mensaje de texto.
Camina hacia la caja de manzanas que usa como mesita de noche
y levanta el teléfono. Miro sin parecer obvia. Después de que revisa la
pantalla, pulsa algo en ella y la sostiene contra su oreja.
Me mira. —¿Revisar mi teléfono es parte de tu trabajo? ¿Necesito
comenzar a pagarte un sueldo de secretaría?
Me concentro en la pantalla de mi computadora, ajustando las
fechas aproximadas para nuestras sesiones de escritura. —No. No toqué
tu teléfono. El insistente pitido lo delató.
—Hola, es Jacob Stone —dice en voz baja al teléfono mientras
camina hacia el lado opuesto del apartamento. Mantiene su voz baja, pero
desafortunadamente para él, la falta de muros significa que este lugar
tiene una acústica increíble. Incluso a una docena de metros de
distancia, puedo escucharlo claramente.
—Ajá. —Me mira. Actúo como si no estuviera mirando y
escuchando—. No puedo llegar allí esta mañana; voy a pasar esta tarde.
—Se detiene por un segundo, escuchando, luego dice—: Sí, está bien.
Hasta entonces.
Guau. Qué buen conversador.
Cuelga antes de caminar hacia la cama.
—¿Todo bien? —pregunto, alegremente—. ¿Tu ligue sobrevivirá sin
ti?
—¿Qué te hace pensar que es una llamada de un ligue?
—La única razón por la que un teléfono suena tantas veces es
porque alguien realmente necesita algo. Un amigo hombre nunca
llamaría tanto.
Desliza el teléfono en su bolsillo, luego toma un par de cuadernos
de al lado de la cama. —Para que conste, no hablaba con un ligue.
—¿Oh? Así que, ¿eres un monje en estos días?
—No. Simplemente no estoy interesado en el sexo sin sentido.
—Eso es nuevo. Solías saltar de mujer en mujer sin sudar.
—Sí, luego me convertí en un adulto. —Se acerca y se para a mi
lado—. ¿Qué hay de ti? No veo un anillo de compromiso, pero no tengo
dudas de que estás haciendo miserable a algún pobre chico en tu tiempo
libre. ¿Eres tan mandona en la cama como en los negocios?
—No hablaré de mi vida sexual contigo.
—¿Es porque no tienes una, o...?
Ese fue un golpe demasiado cerca de casa, y mi cara se ruboriza.
—Oh, ya veo —dice—. Estas teniendo mal sexo. Lo entiendo. 147
Entonces, supongo que tu gusto por los hombres no ha mejorado desde
que salías con mi hermanastro.
Como si esta conversación lo hubiera provocado, mi teléfono emite
un pitido con un mensaje de texto y, por supuesto, cuando lo abro, veo
que es de mi novio.
Hola, hermosa. ¿Cómo va tu primer día? ¿Ya reñiste con tu
autor testarudo? Estoy seguro de que lo estás haciendo genial.
Llámame cuando puedas. Me voy a quedar en Manhattan esta
noche. ¿Cena tardía? Necesito verte, mon Cherie7.
Creo que estoy a una distancia suficiente como para que Jake no
pueda leerlo, pero cuando susurra—: ¿Soy testarudo? ¿Cómo se atreve?
Además, ¿su nombre es Phillipe? ¿Mon cherie? ¡Mon dieu!8 —Con una voz
profunda y burlona, está claro que he fallado.
Doy vuelta el teléfono y señalo el sillón. —Siéntate y cierra la boca.
Tenemos trabajo que hacer.
Dobla su gran físico en la silla raída frente a mí y apoya sus brazos
a los lados. —Entonces, ¿hace cuantú tiempu has estadu saliendú con
Phillipe? —Su acento francés es ridículo. Suena como Lumiere en La Bella
y la Bestia.

7 Mon Cherie, en francés original, significa Querida.


8 Mon Dieu, en francés original, significa Dios mío.
Pretendo no escucharlo. —Creo que deberíamos apuntar a un
objetivo semanal de diez mil palabras. He determinado un plazo
aproximado de tres meses para el primer borrador, pero estoy segura de
que Serena querrá revisar nuestro progreso antes de eso. —Dios, solo
pensar en pasar tres meses con él ha hecho sudar mis axilas—. Por
supuesto, puedo hacer una edición ligera a medida que avanzamos, así
que espero que el segundo borrador no tarde mucho.
Cuando no recibo una respuesta, lo miro para asegurarme de que
está escuchando.
Ladea su cabeza. —Entonces, lo que escucho es que Phillipe es una
total molestia. Entendido.
Exhalo. —¿Escuchaste algo sobre nuestro cronograma? ¿O solo
estás obsesionado con burlarte de mi novio?
Se ve ofendido. —¿No crees que puedo hacer ambas cosas? Bueno,
eso es doloroso. —Cuando lo miro, saca su teléfono y comienza a tocar la
pantalla—. Diez mil palabras por semana, tres meses, edición ligera, lo
tengo.
—Estamos trabajando. ¿Puedes bajar el teléfono?
—¿Puedo? Sí. ¿Lo haré? No.
—¿Estás buscando pareja en Tinder? ¿O estás leyendo los
mensajes de algunos de tus fieles fanáticos? 148

Se mantiene enfocado en la pantalla. —Ninguno de los dos. Estoy


en una nueva aplicación llamada Whiner. Ubica a la gruñona más
insoportable en un radio de cuatro cuadras. —Me mira con una expresión
de sorpresa burlona—. Santa mierda, ¿podrías mirar esto? Está
apuntando directamente hacia ti.
Estoy a punto de explotar cuando suena mi teléfono. Es Serena.
Después de colocar mi computadora portátil sobre la mesa, salgo al
rellano antes de atender la llamada. Cierro la puerta detrás de mí como
medida preventiva.
—Hola, Serena.
—¡Buenos días! Pensé en llamar para ver cómo va tu primer día.
—Oh, bien —digo, tratando de sonar despreocupada—. Solo
estamos resolviendo algunos detalles antes de nuestra primera sesión de
escritura. Ya sabes, sentando las bases y todo eso. —Construyendo los
andamios sobre los cuales se construirá nuestra máquina de tortura
mutua.
—Es bueno escucharlo. ¿Cómo lo está sobrellevando Jacob?
Quiero responder que lo está manejando tocándome las narices,
pero me muerdo la lengua. —Está bien, creo.
—¿Se están llevando bien? A lo largo de los años, he descubierto
que las mejores relaciones editor/escritor involucran cierta cantidad de
química. ¿Sientes algo?
—Ahhh, definitivamente estoy sintiendo algo, sí. —Irritación severa.
Disgusto leve.
—Genial. Bueno, el mejor consejo que puedo darte es tratar de
conocerlo primero. Es difícil extraer palabras de alguien que es un
completo desconocido.
Quizás, pienso, pero es aún más difícil cuando lo llevas conociendo
durante la mayor parte de tu vida.
—Jacob es nuevo en la escritura de novelas —continúa Serena—.
Trata de ser paciente con él.
Casi me río. Ser paciente con Jake nunca ha sido mi fuerte. Parece
que recibiré todo tipo de aprendizaje práctico en mi nuevo rol.
—Lo haré, Serena. Gracias.
—Puedes con esto, Asha. Haz que me sienta orgullosa.
Respiro e intento absorber su confianza. Si puedo durar una
semana sin asesinar a Jake, entonces estaré orgullosa como el infierno.
Después de colgar, me dirijo adentro y me encuentro a Jake con
un cuaderno y un bolígrafo, mirándome expectante.
—Cuando hayas terminado con tus llamadas personales,
deberíamos empezar. Oye, tu falta de profesionalismo es espectacular.
Ponte las pilas, Tate. 149
Dios, dame fuerzas. Aprieto mis dientes mientras me siento y coloco
mi teléfono en la mesa. Mientras bebo el último sorbo de mi café tibio,
trato de ordenar mis pensamientos.
He tenido suficientes reuniones de autores con Serena y he editado
suficientes manuscritos para saber que sacar el máximo provecho de un
autor generalmente involucraba una combinación de golpes de ego y
disciplina. Si lo intentara con Jake, se reiría y me echaría de la
habitación. Lo mejor que puedo hacer es ser directa y esperar lo mejor.
—Está bien —le digo—. Primero, necesitamos una introducción que
nos lleve a la atmósfera del libro. Algún tipo de declaración sobre por qué
estás escribiendo. ¿Estás tratando de resolver tus problemas? Tal vez
describa tu agitación emocional desde la ruptura.
Asiente y luego frunce el ceño. —No tengo idea de lo que estás
hablando.
Busco en mi bolso y saco mi versión muy querida de Comer, Rezar,
Amar. Es uno de mis libros favoritos, y si no estuviera prácticamente en
banca rota, habría saltado a un avión en el momento en que terminé de
leerlo y me habría tomado mi propio año sabático viajando por todo el
mundo.
Lo sostengo mostrándoselo a Jake. —¿Has leído esto?
Me mira con incredulidad. —Por supuesto. Que hombre que se
respeta no ha leído un tratado psicológico sobre la odisea romántica de
una mujer blanca neurótica con problemas de apego y erecciones
femeninas como parte de una filosofía de sillón culturalmente apropiada.
Parpadeo unas cuantas veces —Ni siquiera sé si estás bromeando
en este momento.
Estira las piernas y las cruza en el tobillo. —No lo estoy. Fue uno
de los pocos libros que había en el kibutz9 donde permanecí durante unos
meses. La elección era entre eso o una abominación escrita por Sean
Penn, así que...
—Bien. Entonces, veo tu viaje como el de Elizabeth, pero al revés.
Se inspiró a viajar por el mundo para encontrarse después de una mala
ruptura, mientras que tú viajaste por el mundo para encontrarte a ti
mismo, conocer a tu alma gemela y luego tener una mala ruptura.
—Una versión simplista de la verdad, pero está bien.
—Desde el principio, debemos identificarnos contigo como persona,
para que podamos simpatizar con tu corazón roto.
—¿Debemos?
—Los lectores.
Su rostro se mantiene plácido, pero noto que sus dedos se
enroscan alrededor de los brazos de la silla. —Entonces, ¿te estás
incluyendo en ese grupo? Porque estoy bastante seguro de que eres 150
incapaz de simpatizar conmigo por cualquier cosa.
—Si quieres a alguien que pase por alto tus trastornos de
personalidad y trate a tu ego con delicadeza, entonces siempre puedes
solicitar a otro editor. —Le dedico una sonrisa brillante.
—Podría hacer eso. Se está volviendo claro que Mussolini me lo
haría más fácil. Pero si solicito a alguien más, ¿no mataría eso tu
credibilidad? Quiero decir, que te quiten tu primer proyecto en solitario
te haría... ahora, ¿cuál es el término que los chicos usan en estos días?
Ah, sí... ¿un épico fracaso? —Se inclina hacia delante y apoya los codos
sobre las rodillas—. ¿Quieres ser un fracaso, Asha?
La serenidad tranquila en su expresión hace que mi cara se
enrojezca. Él es el Biff para mi Marty McFly10, burlándose de mí y
llamándome “gallina”. Y al igual que Marty, mi reacción es rígida y
predecible.
—Yo no fracaso, Jacob. Nunca.
—Bueno, eso es una cuestión de opinión, pero, está bien. —Se
recuesta hacia atrás y cruza las piernas.
Juro por Dios que si mi cerebro fuera un caso de dinamita, todo
este apartamento sería un desastre carbonizado en este momento. Que

9 Kibutz: comunidad agrícola israelí.


10 Personajes de la película Regreso al futuro.
estemos juntos en este bizarro arreglo de tira y afloje hace que mi cabeza
de vueltas.
Respiro entre dientes. —Recoge tu cuaderno y bolígrafo, antes de
que te golpee hasta morir con mi computadora.
Agarra los artículos de la mesa y me mira expectante.
—Como decía, debemos dar a los lectores un punto de partida, para
que puedan relacionarse contigo y tu... devastación emocional. —Admito
que se siente bien describirlo de esa manera.
—No tienes que estar tan alegre al respecto. Entiendo que verme
sufrir es como un día en Disneylandia para ti, pero trata de disimular tu
regocijo.
—No es que me guste verte sufrir. Es refrescante ver a tu ego recibir
un golpe. —Pongo mi computadora en mi regazo—. Entonces, vamos a
intentar un ejercicio rápido. Escribe lo primero que te viene a la mente
cuando te digo que escribas tu historia. Por el bien del ejercicio, comienza
con “Érase una vez”. Sólo debe ser un párrafo o dos. Empieza.
Jake deja su taza de café y desliza su trasero hasta el borde del
asiento para poder colocar su cuaderno sobre la mesa. Frunce el ceño a
la página en blanco durante unos segundos, su pluma se cierne sobre el
papel.
Tengo ganas de sacarle una foto en este momento; capturarlo en 151
medio de su proceso creativo. Estoy segura de que a Sidney le encantaría
tener algún material detrás de escena para usar en redes sociales y con
fines promocionales. Por supuesto, eso requeriría tener un teléfono con
una cámara que funcione.
—Para.
Parpadeo sorprendida. —¿Qué?
—No me mires cuando estoy tratando de escribir. —Se queda
encorvado sobre el cuaderno—. Puedo sentirte mirando, y es raro.
Normalmente escribo solo. Se siente como si me estuvieras viendo
masturbarme.
Un escalofrío me recorre. —Oh, asqueroso. Además, ¿acabas de
comparar tu poesía con la masturbación? Probablemente no sea la
primera vez que se hace esa conexión, supongo.
Su expresión se oscurece.
Levanto mis manos. —Bien. Mastúrbate en paz. —Me levanto y
deambulo por el apartamento, tratando de pisar a la ligera, para que mis
pasos no resuenen en el espacio vacío. Es extraño caminar por un
apartamento lleno de paredes transparentes. ¿Así es como se siente ser
Superman?
Me detengo cerca de su cama y miro alrededor. No llamaría limpio
a su estilo, pero sin duda está ordenado. Todas sus cosas están en pilas
ordenadas, si no están organizadas. Hay una pila asimétrica de cajas de
leche que ha convertido en su unidad de almacenamiento. A medida que
me acerco, veo una cámara digital Nikon en una caja con una colección
de lentes, junto con una pila de fotos en blanco y negro. Las saco y las
hojeo. La mayoría son fotos de viajes, y debo admitir que, al igual que las
fotos de su Profesor Feelgood, estas tienen un nivel de iluminación y
composición que las hace más que simples tomas de aficionado. Son
artísticas. Capturan un momento en el tiempo, junto con un golpe de
emoción: un mercado callejero en lo que parece la India; una anciana
asiática sin dientes echando la cabeza hacia atrás riéndose; un niño
pequeño y un perro flaco acurrucándose en una puerta, cada uno
viéndose más hambriento que el otro.
Estoy sorprendida de lo impresionada que estoy con las fotografías
de Jake cuando me encuentro con una imagen de algo muy raro, solo
unas pocas personas lo han presenciado. Es una imagen de Jake
sonriendo. No solo eso, sino que me atrevería a decir que se ve... feliz.
Está acostado en una cama, y está claro desde el ángulo de la imagen
que es una autofoto. Junto a él, una mujer con el pelo rubio despeinado
está enterrando su cabeza en su hombro, aparentemente tímida. No
puedo ver su cara, pero está claro por la forma en que llena su diminuto
bikini negro que tiene un cuerpo increíble.
Hola, Ingrid. Encantada de conocerte finalmente.
Vuelvo a estudiar la cara de Jake. Había pasado tanto tiempo desde 152
la última vez que lo había visto con una sonrisa tan grande, que me había
olvidado por completo del hoyuelo en su mejilla izquierda. Solo salía
cuando se reía a carcajadas, lo cual casi nunca pasaba.
Debajo de la foto hay más de lo mismo; Jake riéndose mientras
Ingrid se esconde de la cámara. Me pregunto qué estaba pasando en ese
momento. ¿Siempre fue tan libre con ella? ¿Es eso lo que le hizo
enamorarse?
Escucho un ruido y me doy vuelta para ver a Jake de pie justo
detrás de mí.
—¿Qué estás haciendo?
Me congelo y me estremezco. No podría sentirme más avergonzada
si me hubiera pillado frotando su ropa interior en mi cara. —Uh...
¿espiando?
Me quita las fotos. —Al menos no trataste de mentir sobre eso,
supongo. —Puedo sentir su tensión—. Mientras estás en ello, ¿también
quieres ver el historial de mi navegador?
Con un profundo suspiro, hojea las fotos y se detiene en la última.
En ella, está echando su cabeza hacia atrás, y la cara de Ingrid está en
su cuello. ¿Lo está besando? ¿Mordiéndolo? Es difícil de decir.
—Así que, ¿supongo que es Ingrid?
Se parecen a cualquier pareja joven enamorada, excepto que
conozco a Jake, y estar tan relajado con alguien no hubiera sido fácil.
Habría necesitado tiempo para conocerla; sentirse cómodo con ella.
Habría necesitado infinita paciencia para atravesar toda la estática que
él lleva en su cerebro.
—Sí —dice, echando un vistazo a la imagen—. Esa es ella.
Se queda en silencio por un momento, y la forma en que sus ojos
se ponen vidriosos me hace preguntarme qué está pasando por su
cabeza. ¿El mal de amores siempre te deja huellas? ¿Controla el tiempo
y te lleva de vuelta al momento exacto en que alguien perforó un agujero
con forma de persona en tu pecho?
—¿A dónde fueron tomadas? —pregunto, acercándome un poco
más.
—Bali. Fue la semana que nos conocimos. Todo seguía siendo
nuevo, y... puro.
—Se ve hermosa. Lo que puedo ver de ella, de todos modos.
Su pulgar se mueve a lo largo del lateral de la foto. —En realidad,
tenía una enorme cicatriz en la cara de un accidente automovilístico. Por
eso esconde su rostro. Odiaba que le tomaran fotos.
La miro de nuevo rehuyendo a la cámara. —Oh, Dios mío. Pobre.
—Sí —dice Jake con un suspiro—. Puede que su cara solo haya
sido un cuatro, pero lo compensaba al tener un cuerpo que era un diez.
Me sonrojo con ira en su nombre y golpeo su brazo. —¿Qué 153
demonios, Jake?
Se aleja de mí. —Maldita sea, Asha, era una broma. Como todo lo
demás, su rostro era malditamente perfecto. ¿No puedo burlarme de la
mujer que me destruyó?
Debo aprender a tomar todo lo que dice con mucha cautela. A estas
alturas debería saber qué hará una broma de cualquier cosa, incluso de
la mujer que ama.
—Por lo tanto, esta Ingrid debe haber sido una mujer bastante
espectacular para romper tu dura fachada.
—Ella lo era —dice, hojeando las fotos de nuevo—. Es.
—¿Estabas hablando en serio ayer cuando dijiste que no ibas a
contactarla? ¿Y qué pasa si aparece y pide perdón? ¿Podrías superar el
dolor que causó y recuperarla?
Me mira, enarcando las cejas. —Cuidado, princesa. Por un
momento, en realidad sonabas interesada.
—Estoy interesada.
—Pero sólo por el bien del libro, ¿verdad? No porque te preocupes
por mi bienestar. —Me da la espalda y camina para sentarse en el borde
de la cama—. No sé si estaría dispuesto a arriesgar todo de nuevo. No
después de cómo se sintió la primera vez.
Me mira, tal vez esperando que lo ridiculice por ser tan abierto. Es
tentador, pero honestamente, la expresión de su rostro es tan sincera que
siento pena por él.
Se encoge de hombros. —Amar a alguien es lo más fácil de la
palabra. Hacer que te amen es la parte difícil.
Asiento, y él aparta la mirada. Por unos segundos, parece perdido
en sus pensamientos, mirando a un lado de la habitación, frunciendo el
ceño.
—¿Alguna vez perdiste a alguien que realmente amabas? —
pregunta en voz baja.
—Sí —digo, mirando al suelo—. Una vez.
Asiente. —Cierto. Jeremy. Pregunta estúpida.
Incluso suposición más estúpida.
Mis siguientes palabras están fuera de mi boca antes de que las
termine. —¿Cómo le está yendo?
Su enfoque se mueve hacia mí, los labios apretados. —¿De verdad
quieres saber?
No lo hago, pero una parte enferma de mí disfruta ver a Jake
ponerse nervioso por su hermano. Siempre tuvieron una feroz rivalidad,
y cuando Jeremy y yo empezamos a salir, solo empeoró. 154
—Estoy vagamente interesada.
En un segundo, toda la vulnerabilidad de Jake se ha ido. Se para
y se acerca a la unidad de almacenamiento de cajas de leche, sus
movimientos bruscos. —¿De verdad quieres hablar de mi hermanastro?
Hicimos un pacto de no volver a hablar de él.
—No estamos hablando de él. Solo me pregunto si ustedes dos
alguna vez arreglaron su relación.
—No, pero eso es porque es una basura de humano, algo que nos
fue reforzado a los dos en la noche de graduación. ¿O bloqueaste la parte
donde lo encontramos follando a mi novia? Tu amiga.
Mi estómago se tensa. Solo uno de los muchos recuerdos que he
bloqueado.
Nunca supe exactamente cuánto tiempo Jeremy me estuvo
engañando con Shelley, pero una parte de mí no quería saberlo. Me sentí
lo suficientemente estúpida como para no darme cuenta de estaban
engañándome justo debajo de mi nariz. Bajo la nariz de Jake, también.
Jake se hallaba aún más furioso que yo. Él y Shelley habían estado
saliendo por algunos meses, y aunque nunca tuve la impresión de que
era el amor de su vida, sé que tenía sentimientos reales por ella. No me
sorprendí cuando Jeremy llegó a la escuela con dos ojos negros y una
nariz rota al día siguiente. De hecho, tuve una satisfacción enfermiza.
Jake también tuvo su parte justa de cortes y magulladuras, pero si lo
colocabas junto a su hermano, podrías decir que salió ganando.
—¿Sigue en Nueva York? —pregunto—. ¿O su madre y él se
mudaron a Michigan?
Mete la colección de fotos en su caja. —No hablaré de Jeremy
contigo. —Se detiene y me envía una mirada desafiante—. ¿Hemos
terminado aquí? —Su mandíbula apretada me hace dar la vuelta y
cambiar de tema.
—Supongo. ¿Terminaste el ejercicio de escritura?
Regresa a la sala de estar y se desploma en su silla. —Sí. Si
consideras terminar el haber realizado un montón de basura.
Me dirijo al sofá. —Estoy segura de que no es tan malo como crees.
—Por todo lo que he visto hasta ahora, es incapaz de escribir basura.
Recojo el cuaderno y leo su párrafo en voz alta. —Érase una vez,
una reina mandona que torturó a un príncipe dulce e inocente,
forzándolo a extraer recuerdos dolorosos de su pasado. El príncipe trató
de hacer lo que se le decía, pero con cada palabra sentía que su pluma
estaba hecha de hojas de afeitar, y cortaba la amarga verdad
directamente en su corazón. Al final, el príncipe abandonó su
insoportable autoevaluación y se hizo un emparedado. Fin.
Bajo el cuaderno. —¿En serio? 155

Se encoge de hombros. —Tengo hambre. Es un intento fallido.


Me froto las sienes. Se está avecinando otro dolor de cabeza, y esta
vez no tiene nada que ver con mi lesión.
14
Sarcasmo y arrogancia
Traducido por Auris
Corregido por Pame .R.

Tacho con mi lapicero roja la décima página consecutiva de las


insípidas divagaciones de Jake y arrojo el cuaderno sobre la mesa de café.
—¡Maldita sea, Jake, deja de hacerte el idiota! ¡No quiero sarcasmo y
arrogancia! Necesito que te concentres y te pongas en contacto con cual
sea el pozo de genialidad al que accedes cuando escribes.
—Normalmente no tengo una jodida audiencia, ¡y solo lo hago
cuando estoy de ánimos! En este momento, esperas que tenga una 156
erección literaria con un Rottweiler devorador de pene de pie sobre mí.
Me paro y me llevo las manos a las caderas. —¡No digas que soy un
perro!
También se levanta. —¡Entonces deja de ladrarme!
Nuestras voces resuenan con fuerza en el espacio vacío, y tomo
aliento para calmarme. Ambos estamos sintiendo la presión de las aguas
inexploradas, pero soy quien se supone que debe estar dirigiendo este
barco. En este momento, estoy apuntando a un iceberg gigante.
—Está bien —digo, mientras me siento y trato de liberar algo de
tensión—. Vamos a tomar un descanso. —Paso una página nueva y
vuelvo a poner el cuaderno en la mesa—. ¿Te ayudaría a concentrarte si
me fuera del apartamento?
Jake se frota los ojos y se sienta en el borde de su silla. —No lo sé.
Tal vez. —Me mira, frustrado—. Esto de escribir bajo órdenes no es fácil,
ya sabes. ¿Alguna vez lo has intentado?
—No —digo—, pero no soy la escritora aquí. Tú sí.
—Mentiras. Has escrito más palabras de las que alguna vez he
escrito.
Una imagen mental de mis cuadernos en mi armario pasa por mi
mente. —¿Por qué dices eso?
—¿Creías que nunca te vi escribiendo en la sala de estudios o en
clases cuando terminabas rápido toda la tarea y tenías tiempo de sobra?
Siempre me pregunté sobre qué escribías.
Me siento incómoda al saber que mi hábito de escribir en secreto
no había sido tan secreto, después de todo. —Nada. Cosas juveniles. —
En ese momento, parecía importante y grande. Si no purgaba cómo me
sentía en esas páginas, sentía que explotaría. Supongo que es similar a
lo que Jake dijo ayer sobre que sus emociones lo ahogaban. Escribir
ayudaba. Simplemente nunca consideré publicar mis cosas en línea
como lo hizo él.
—Tenerte vigilándome es el problema —dice Jake—. ¿Y si los dos
intentamos escribir algo? Podríamos establecer un límite de tiempo,
escribir tantas palabras como sea posible y luego revisar el trabajo del
otro, al estilo toma y da.
Tengo escalofríos simultáneos de emoción y miedo. Esta es una
idea maravillosamente terrible. —Una vez más, esta es la parte donde te
recuerdo que no soy escritora.
—Entonces no tienes nada que perder. Piénsalo como una técnica
para motivar a tu autor. Poner unas palabras en una página para intentar
mostrarme cómo se hace.
Debo admitir que la idea de desafiarme a mí misma con Jake es
157
atractiva. En este momento, siento que todo el respeto en nuestra
relación se inclina a su favor. Esto podría hacer que sea más fácil azotarlo
si respeta la mano que sostiene el látigo.
—De acuerdo —le digo, entusiasmándome sobre calentar mis
músculos creativos—. Acepto. Dame un tema.
—¿Qué tal el día que nos conocimos? —Parece sincero, pero sé que
debe haber más en esto. Nada es tan simple con Jake.
—¿No sería una lectura aburrida teniendo en cuenta que estuviste
allí?
—Es cierto, pero quiero ver cómo lo recuerdas. Si tu verdad se
encuentra a la altura de la mía.
Y ahí está. Me está probando.
—Te sientes tan segura de que tu versión de nuestra historia es la
correcta —dice, haciendo que el desafío sea más claro—. Pruébalo. Ponlo
por escrito.
Sé muy bien que esto es una trampa, pero también soy consciente
de que no puedo negarme sin que me lo increpe. Entonces, a pesar de mi
buen juicio, extiendo la mano.
—Hecho. —Mira mi mano por un segundo antes de estirar la suya
y sujetarla. Ambos parecemos conmocionados por el contacto. Ayer, nos
dimos la mano en la reunión porque era necesario. Esta vez, es voluntario
y se siente extraño y confrontador. Cuando retrocedemos, apartamos la
mirada.
—¿Límite de tiempo? —Trago y abro un nuevo documento.
—Diez minutos. —Saca el cuaderno de la mesa y lo apoya sobre su
muslo—. Prepárate para que te golpeen el culo.
—El título de tu video sexual —digo, citando mi programa de
comedia favorito. Lo veo poner un cronómetro en su teléfono— Yyyy ya.
Toca el botón de inicio, luego se inclina sobre el cuaderno y
comienza a escribir.
De acuerdo, guau. Esto está funcionando
Sintiendo la presión, miro fijamente mi documento en blanco y
espero que algunas palabras vengan.
Está bien, el día que conocí a Jake. Fácil. Solo cierra los ojos y
recuerda. Todos mis recuerdos han sido empujados a la oscuridad
durante tanto tiempo, dejar que vean la luz del día de nuevo no es fácil.
Tengo el esbozo de lo que sucedió, pero eso no es bueno para un párrafo
descriptivo. Tengo que recordar detalles, olores, colores, sensaciones.
Con cautela, abro la puerta de mi sótano mental y bajo las
escaleras.

***
158

—Tiempo.
Cuando la voz de Jake atraviesa mi concentración, mis dedos
vuelan sobre las teclas, y la repentina distracción hace que presione
todas las letras equivocadas. Si mi flujo de escritura fuera el tráfico, Jake
acababa de provocar un choque de diez autos.
—Sólo un segundo —digo, retrocediendo para poder corregir la
gran cantidad de errores tipográficos. No hay forma de que le ofrezca una
oportunidad de criticar mi gramática.
Termino de corregir el párrafo y luego exhalo. —Bien, listo.
Lo miro y extiendo la mano. —Muéstrame lo que tienes.
Sacude la cabeza. —Oh, no. Las damas primero. Insisto.
Se levanta y se sienta a mi lado antes de colocar mi computadora
en su regazo y desplazarse hasta la parte superior de la página. Comienza
a leerlo en voz alta, pero levanto la mano.
—Dios, no. Es muy raro. Lee en silencio, por favor.
Asiente y se vuelve hacia la pantalla. Me siento demasiado
avergonzada para ver su reacción, así que en lugar de eso escaneo las
palabras otra vez, solo para asegurarme de que corregí todos los errores.
La primera vez que puse los ojos en Jacob Stone, estaba orinando
en el rosal favorito de mi madre. Había una reja alambrada que separaba
nuestras destartaladas casas, y cuando salí a nuestro desnivelado porche,
allí estaba él, concentrado, con los ojos entornados mientras le daba una
buena regada al Arctic White favorito de mi madre. Tenía tres años, cabello
oscuro y rebelde, y ojos aún más oscuros. Se quedó mirando el rosal
mientras orinaba, y la intensidad de su expresión hacía que pareciera que
estaba enojado con el mundo.
Cuando terminó, se acomodó y luego echó un vistazo para
examinarme con una combinación de curiosidad y cautela. Era de la
misma manera en la que yo estudiaba a los insectos en mi atrapa insectos,
siempre tratando de averiguar si eran inofensivos o albergaban aguijones
ocultos. En la naturaleza, como en la vida, hay una delgada línea entre
amigos y enemigos.
Estaba fascinada por la profundidad de sus ojos oscuros, pero su
intensidad me ponía nerviosa. Recuerdo haber dicho una oración
silenciosa para gustarle.
Después de unos momentos de escudriñarme con el ceño fruncido,
Jacob pareció tomar una decisión. Dio un paso adelante, inclinó la barbilla
hacia mí, y con una voz clara y fuerte dijo “Hola”.
Eso fue todo. Nada de presentaciones. Nada de sonrisas. Solo,
“Hola”. 159
Eso es todo lo que necesitamos para ser amigos.

Supongo que Jake y yo leemos al mismo ritmo, porque cuando


termino, él también lo hace. Empuja la computadora de nuevo hacia mí,
con una extraña tensión en sus hombros.
—Entonces, ¿así es como lo recuerdas?
—Sí, porque así fue.
Asiente, pero la forma en que se agarra las manos me dice que no
concuerda.
—No está mal. Decente recuento de palabras. Un sólido siete sobre
diez.
Se siente tan extraño que sea él quien haga la crítica y no al revés.
—Bien, entonces, Dostoievski —le digo—. Entrégame tu genialidad.
—Claro. —Me da el cuaderno. Bajo la mirada a lo que ha escrito.
Guau. Ha llenado una página entera.

Estimada Supervisora Malévola:


En este momento, estoy escribiendo sin pensar, porque puedo
sentirte mirando, y no hay una jodida forma de que me siente aquí y
admita que incluso la competencia directa contigo no abre mis compuertas
de fluidez. Probablemente vas a hablar sin parar por participar en este
Teatro del Engaño, pero a la mierda. No te puedo dar gato por liebre.
En cuanto a ti, este desafío parece haber encendido un fuego bajo tu
trasero. Estás escribiendo un kilómetro por minuto, y haces lo que siempre
hacías cuando te concentrabas en algo muy difícil. Lo llamo “lengua de
pensar”. Sacas tu lengua por la comisura de la boca, así que sobresale un
poco, y si realmente estás concentrada, la muerdes un poco. Luce ridículo,
por cierto. Siempre lo hizo. Aun así, parece que escribes un número decente
de palabras, por lo que la cosa de la lengua debe estar funcionando para
ti. Tal vez debería intentarlo.
Honestamente, sentarme aquí y tratar de dar a mi historia un
comienzo coherente es tortuoso. ¿Comenzó cuando la mujer que amaba me
dejó? ¿O es cuando terminó? ¿Todas las palabras que he escrito desde
entonces sirvieron como elegía para una relación muerta? ¿Y en qué
momento la amargura y la pérdida que sangro en estas páginas me
permitirán jodida y simplemente dejarlo ir?
Si pudieras responder a alguna y todas estas preguntas, entonces
podrías ganarte algo de gratitud de mi parte. Hasta entonces, tienes que
descubrir cómo diablos convertir la mierda que es mi vida en algo que la
gente quiera leer, porque seguro como el infierno que yo no puedo.
De todos modos, el tiempo casi termina, y una vez más, no tengo
nada válido que decir. Te culpo. Probablemente no sea tu culpa, pero de 160
todos modos te culpo. Eso es lo que pasa por ser la jefa.
Creo que el mejor curso de acción en este momento es que vayamos
a comer. No he desayunado y me muero de hambre. ¿Quieres palabras?
Alimenta mi cerebro. Estoy pensando en la tienda de la calle diez y que tú
vas a pagar.
Vamos.

Cierro los ojos y suspiro—: Jake…


Agarra mi computadora y la mete en mi bolso, luego me entrega mi
abrigo y se dirige a la puerta.
—Puedes gritarme de camino a la tienda. Pediré un sándwich extra
grande con todo y una Coca de dieta. Tengo que vigilar mis carbohidratos.
Me molestaría en discutir si creyera que fuese bueno, pero es claro
que esta sesión de escritura mañanera es un fracaso. Además, con toda
esa charla sobre comida, tengo muchas ganas de un sándwich de carne
asada.
—Bien. Te voy a dejar hacer esto, pero justo después de comer,
volveremos a empezar.
Cierra la puerta del apartamento detrás de nosotros y me guía por
las escaleras. —Sí, sí. Lo que tú digas, jefa.
15
Cobro de impuestos sobre la
esperanza
Traducido por Umiangel
Corregido por AnnyR’

Jake empuja su plato y se limpia la boca con una servilleta. Comió


una hamburguesa con queso de unos treinta centímetros de
largo más que una hamburguesa con queso normal, luego lo completó
con un pedazo de pastel de manzana y helado. Si yo comiera así, este
restaurante se vería como la escena de Alien que explota el pecho. Tal 161
como está, apenas pude pasar la mitad de mi bagel antes de desplegar la
bandera blanca.
Jake hace un gesto hacia lo que queda en mi plato. —¿Vas a
terminar eso?
Ruedo mis ojos y empujo mi plato en su dirección, luego lo vuelvo
a hacer cuando lo ataca como si hubiera estado en una huelga de hambre
de un mes.
—¿Dónde diablos van todas esas calorías? —pregunto, incrédula—
. ¿Cómo un cerdo glotón como tú tiene un tres por ciento de grasa
corporal?
Sonríe entre un bocado de comida. —El odio a sí mismo quema
mucha energía.
Cruzo los brazos y murmuro: —Dile eso a mis muslos. Los he
odiado durante años.
Traga y se limpia la boca. —No hagas eso.
—¿Qué?
—Ser la chica con el cuerpo perfecto que se destruye a sí misma
para que otros la contradigan.
Casi me río. —Nunca he tenido un cuerpo perfecto. Ese honor fue
para Edén.
Me mira fijamente. —Estás bromeando ahora, ¿verdad? Es difícil
decirlo, pero debes hacerlo. —Le da otro bocado de comida—. Maldita
declaración ridícula.
Sobre la mesa, nuestros dos teléfonos zumban casi al mismo
tiempo. Los recogemos para revisar las pantallas, luego nos miramos.
—Sidney ha enviado el comunicado de prensa sobre el libro —le
digo. De repente, mi almuerzo se asienta en mi estómago como un bloque
de madera—. En pocas horas, las noticias estarán en todas partes.
Si es posible, Jake se ve aún más inquieto al respecto que yo. —
Genial. Justo a tiempo para este evento al que vamos a ir esta noche.
¿Estás bien si me bebo en estupor?
Casi inmediatamente, su teléfono comienza a sonar con docenas
de notificaciones que llegan en una rápida sucesión.
—Parece que los fanáticos de Feelgood están celebrando —le digo—
. Eso es un buen augurio para las ventas.
—Ajá. —Apaga el teléfono y lo coloca boca abajo antes de tomar un
sorbo de agua. Se ve un poco verde.
—¿Estás bien?
—Sí.
Se limpia las manos con una servilleta y se queda mirando la mesa. 162
El cadáver de lo que queda de mi sándwich se encuentra olvidado en el
plato.
—¿Jake?
Se limpia las manos de nuevo, antes de agarrar su vaso de agua
con mucha fuerza, temo por su integridad estructural. —Sé que
probablemente es solo tu promedio de jueves, pero ¿no te parece
terriblemente aterrador que estén anunciando un libro que aún no se ha
escrito?
—No es algo que pase mucho en la publicación, no. —Parezco más
confiada de lo que me siento—. ¿Pero para los libros de celebridades? Sí…
es algo. Es una forma de animar a los fanáticos y emocionarlos para
desembolsar su dinero.
—Famosos. Claro. —Pasa los dedos por su cabello, y en algún lugar
en toda su mano limpiándose, dejó un pedazo de costra de panecillo que
ahora se aferra a algunas hebras—. ¿Y qué pasa si nos damos cuenta de
que no puedo escribir un libro? ¿De qué todo lo que soy capaz es de hacer
un montón de poemas?
No puedo alejar mis ojos de la miga en el cabello. Es grande. ¿Cómo
no lo siente? —Eso no va a suceder. No te desanimes por esta mañana.
Es el primer día. Nadie espera que te pongas en marcha.
No del todo cierto. Serena, el señor Whip y yo esperamos grandes
cosas de él, y la posibilidad de que no cumpla me hace sudar en lugares
poco elegantes. Por supuesto, si tuviera más experiencia, tendría más
éxito en decirle cosas.
Sacude la cabeza y luego drena su vaso de agua antes de volver a
llenarlo. —No sé qué demonios pensé cuando acepté esto.
—Tal vez pensabas que tus palabras tocan a la gente. Más de tres
millones de personas, para ser precisos.
Incapaz de ignorarlo por más tiempo, extiendo la mano para quitar
la miga de su cabello. Súper rápido, me agarra la muñeca y me frunce el
ceño.
—¿Qué mierda? Límites personales, por favor.
Giro mi brazo para liberarlo. —Dice el hombre que se encontraba
sobre mi cabeza herida ayer sin permiso. Relájate. —Le quito la miga y
se la enseño—. ¿Ves?
—¿Cómo está tu cabeza por cierto? —pregunta, pasándose los
dedos por el cabello, supongo que para quitar cualquier otra migaja
rebelde.
—Nunca he recibido una queja. —Salió de mi boca antes de que mi
cerebro pudiera detenerlo.
Ay, dulce Jesús. Acabo de hacer una broma de mamadas frente a
Jacob Stone. Mátame. 163
Las cejas de Jake se levantan. —Guau. Felicidades, pero no hay
necesidad de presumir.
Me estremezco. —Con Eden siempre usamos esa vieja broma
cuando alguien menciona cabezas. Es la fuerza del hábito. Pero para
responder a tu pregunta, mi cráneo está bien.
Me lanza una mirada dudosa. —Sí, claro.
Nos quedamos en silencio, y aprovecho la oportunidad para hacer
un gesto a nuestra camarera para que nos traiga la cuenta. Cuando miro
a Jake, mira por la ventana con una expresión de preocupación que he
visto muchas veces antes. En esta situación, cualquier persona normal
tendría dudas sobre sí mismo, pero Jake tiene el hábito de atarse a su
auto-saboteador siempre presente a una camilla mental y lanzarlo con
rayos gamma.
—Escucha, Jake… —Respiro antes de mi siguiente frase, porque
no le he hecho un cumplido en mucho tiempo, así que las palabras se
sienten extrañas en mi boca—. Sé que este proceso va a ser exigente, pero
el hecho de adivinarlo es inútil. No importa lo que sienta por ti como
persona, me encanta tu forma de escribir, y sé que si entendemos bien
este libro, será enorme. Y no estoy solo pensando eso. Es la razón por la
que hubo una guerra de ofertas. Escribes desde tu corazón, y la gente
respeta eso. Demonios, incluso yo respeto eso.
Se gira hacia mí. —Amas mi escritura, ¿eh? Eso sonó casi sincero.
—Es verdad. Puedes ser un imbécil, pero eres un imbécil talentoso.
Ahora, por favor, deja de dudar de ti mismo, porque se siente extraño e
incómodo darte este refuerzo tan positivo.
—Pero ese es tu trabajo ahora, ¿verdad? —dice, relajándose un
poco—. Tienes que animarme, como un entrenador antes de un gran
juego.
—Sí —digo, con un puño a medias—. Entonces, lanza un jonrón a
través de los postes de gol, y haz un hoyo en uno para el equipo local…
amigo.
Parpadea unas cuantas veces. —Nunca entendiste nada sobre los
deportes, ¿verdad?
—No. En absoluto. —Nuestra camarera coloca la cuenta sobre la
mesa, y la agarro—. Ahora, salgamos de aquí. Necesitamos desbloquear
tu creatividad para poder anotar un touchdown con algunas palabras.
—Terrible. —Se para y espera mientras dejo algo de dinero en la
mesa—. Como, hilarantemente mal e incorrecto.
—Buen título de tu segundo video sexual —le digo mientras salimos
del restaurante.
Nos dirigimos hacia el río y terminamos en Bridge Park. Sin
discutirlo, ambos elegimos un banco cerca del río.
164
—Entonces —dice Jake, girando su rostro para atrapar la luz del
sol—. ¿Cuál es tu gran plan para desbloquearme?
Pongo mi bolso a nuestro lado. —Supongo que lo primero que
deberíamos hacer es hablar de tu amada.
Me mira con recelo. —¿Estás segura de que estás preparada?
Escuchar mis problemas nunca fue tu punto fuerte.
—Eso es una calumnia sucia, pero la dejaré pasar. Comienza por
el principio de tu viaje romántico, por favor. No dejes nada fuera.
Me mira por unos segundos más antes de soltar un suspiro ruidoso
y mirar el agua. —Conocí a Ingrid en Bali. Los dos trabajábamos en The
Zen Farm, porque pagaban en efectivo a los extranjeros. Después de eso,
viajamos juntos a Tailandia, y luego…
—Espera un segundo, regresa. —Me mira, confundido—. No
puedes decir que la conociste. Necesito detalles. ¿Cuándo la viste por
primera vez? ¿Qué pensaste en esos momentos? ¿Hubo una atracción a
primera vista? ¿Cuándo lo hiciste? Necesitas hacer que nos enamoremos
de ella tanto como tú.
Apoya sus codos sobre las rodillas y se frota los ojos. —Hablar de
esto no es divertido, especialmente contigo.
—Bueno, esta es nuestra nueva normalidad, así que mejor te
acostumbras. Si te ayuda a sentirte más cómodo, cierra los ojos. Finge
que no estoy aquí.
Me lanza otra mirada dudosa antes de cruzar los brazos sobre su
pecho y cerrar los ojos.
—Libera tu mente. Intenta revivir esos momentos pasados y
descríbelos tan honestamente como puedas.
Los músculos de su mandíbula se tensan cuando toma algunas
respiraciones, y luego comienza.
—Después de la secundaria, necesitaba salir de Nueva York. Todo
me afectó, así que tomé todo el dinero que ahorré en cuatro años
trabajando en la bodega y compré el primer boleto internacional que
podía pagar. Trabajé en Asia durante un tiempo, tomando trabajos que
me pagaban en efectivo debajo de la mesa, hasta que obtuve el dinero
suficiente para mudarme al siguiente destino. Cuando llegué a Bali,
encontré este lugar llamado Zen Farm. Les encantaba emplear a
extranjeros, y cuando no trabajábamos en el jardín, los propietarios
tomaban clases de relajación y meditación.
Creo que he suprimido con éxito la necesidad de burlarme de la
idea de que Jake existiera en un lugar tan zen, pero debí hacer algún tipo
de ruido, porque abre los párpados. —¿Qué?
—Nada. Simplemente me cuesta… eh… entonces, ¿meditaste? —
Trato de imaginarlo allí, con las piernas cruzadas y sereno, pero no es
posible—. ¿Hay algún tipo de meditación melancólica y enojada con la
165
que no estoy familiarizada?
—Usaban la mediación guiada para sacarnos de nuestra ira.
—Lo sé. Entonces, habrías sido como el Sr. Everest para los
instructores, ¿verdad? ¿Se dieron por vencidos intentando conquistar tu
ira? ¿Los rompiste?
Se sienta y me mira con desprecio. —¿Quieres escuchar la historia
o burlarte de mí?
Levanto mis manos. —Como alguien dijo una vez, me duele que
pienses que no puedo hacer ambas cosas. —Su mirada de respuesta es
cruel—. Bien vale. No me burlaré. Por favor continua.
Con una exhalación ruidosa, mira por encima de mi hombro. —
Regresaba del almuerzo cuando vi a Ingrid por primera vez. Se
encontraba parada en los escalones de la barraca, mirando hacia el jardín
de flores. Y… —Mira hacia abajo—. Me fui. No sé qué tenía ella, pero… —
Mira fijamente el arbusto floreciente frente a nosotros. Las abejas deben
haber sentido el memorándum de que el invierno estaba en camino,
porque parecen frenéticas cuando zumban de flor en flor.
—Entonces, ¿fue amor a primera vista?
—Si quieres llamarlo algo totalmente cursi, entonces, supongo.
Me da un arrebato de amarga envidia que Jake, una de las
personas más poco románticas que he conocido, haya tenido ese tipo de
experiencia y yo no. La vida realmente no es justa.
—¿Cómo se sintió? —pregunto.
Se queda callado por un segundo, perdido en sus pensamientos. —
¿Alguna vez has escuchado una canción, y aunque sabes que no la has
escuchado antes, todavía te suena familiar?
Asiento.
—Así se sintió al mirarla. Siempre me he sentido enojado, por el
tiempo que puedo recordar. Pero ese día, cuando la vi… —Sacude la
cabeza con temor—. Algo cambió; hizo que todas las partes rojas y
enojadas de mi interior fueran diferentes. Las partes negras. Las partes
grises. Lo hizo a todo…
—¿Amarillo? —Me mira sorprendido. Agacho mi cabeza,
avergonzada, estoy a punto de revelar cuantas veces leo sus cosas—. Uno
de mis poemas favoritos tuyo habla de que estás hecho de nubes de
tormenta mientras es el sol. La llamaste amarilla. Te gustó ser amarillo
con ella.
Mira sus manos. —Sí. Era amarilla. Brillaba. Al menos, parecía
hacerlo, incluso si era el único que podía verlo. —Se sienta un poco y
mira a las abejas—. El segundo que me presenté… eso fue todo. Sabía
que era mi alma gemela.
—¿Cómo? —pregunto. Seguramente hubo un rayo o una ola de
revelación vertiginosa. Algún tipo de evento gigante, revelador. 166
Se encoge de hombros. —Es como preguntar cómo sabes que algo
está intrínsecamente bien o mal. Hay una parte de nosotros que
simplemente lo sabe.
—¿Ella sintió lo mismo?
—Pensé que sí.
Se queda callado mientras una joven pareja pasa junto a nosotros,
tomados de las manos. —¿Te vas a burlar de mí por lo patético que soy?
Si tan solo supiera lo patética que era cuando se trataba de
hombres. Dudo en exponer la tragedia completa de mi disfunción sexual
por temor a que, literalmente, se rompa el estómago riendo, y luego
tendré que llevarlo rápidamente al hospital para una cirugía de
emergencia.
—Nunca pensaría que alguien fuera patético por enamorarse. De
hecho, ahora tengo un poco más de respeto por ti. Hace unos años, no te
habría creído capaz de estar en una relación real y amorosa.
—Sí, por supuesto que no. Te encontrabas demasiado ocupada
creyendo que era el anticristo.
—Eso no es cierto. A lo sumo, te consideraba el asistente de
Satanás. Nunca tuviste la ambición de ser el diablo.
Ahora el sol está cayendo directamente hacia nosotros, así que
agarro mi abrigo y mi bolso y me pongo de pie.
—¿Vamos a la sombra? —pregunta Jake, tomando la indirecta.
—Lo sabes. —Entiende que, como cualquier pelirroja natural, solo
puedo soportar la luz solar directa durante un corto período de tiempo
antes de arder en llamas.
—Una cosa que me parece extraña —le digo mientras caminamos
por la explanada hacia una fila de bancos sombreados por árboles—, es
la razón por la que la dejaste ir. ¿No luchaste por ella en absoluto?
—No deberías tener que luchar por amor, Asha. Ese es el punto
central de esto. Si dos personas se aman, no debería haber nada que las
pueda separar. Pero eso solo funciona si ambos se sienten de la misma
manera, al mismo tiempo. Y no importa lo romántica que seas, debes
admitir que las probabilidades de que eso suceda son lamentables.
Pongo mis cosas en nuestro nuevo banco y me siento. —Sólo
piensas eso porque has sido herido.
Jake se sienta a mi lado, la tensión se arrastra en su postura. —
No, lo sé porque la única asignatura en la que era bueno en la escuela
secundaria era matemáticas. —Se vuelve hacia mí—. Mucha gente dice
que no apuestan, pero por supuesto que sí. Todos apostamos todos los
días. Puede que no sea en el blackjack o en las máquinas tragamonedas,
pero apuestas si ese acuerdo de trabajo valdrá o no, o si la membresía de
un gimnasio costoso te motivará a estar más saludable. Y si te enamoras,
167
entonces te estás arriesgando. Estás apostando con tu corazón, y esa
mierda es mortal. También podría jugar a la ruleta rusa con rondas en
vivo, porque permíteme decirte, la mayoría de las veces, el corazón está
perdido. Destrozado en pedazos.
—Eso es bastante pesimista.
—Tal vez, pero es verdad. Las personas que se enamoran una y otra
vez son los mejores jugadores compulsivos. Siguen buscando esa
oportunidad. La gran victoria que los hace sentir como si no fueran sacos
de carne sin sentido sentados sobre una roca gigante que se precipita por
el espacio. Y aunque quizás solo tengan ese sentimiento especial por un
tiempo antes de que todo se desmorone, siguen regresando, porque creen
en el mito de que algún día, conocerán a alguien que hará que ese
sentimiento dure para siempre. Están ciegos ante el hecho de que tienen
más probabilidades de ganar la lotería que de encontrar el amor
verdadero.
Mi garganta se tensa mientras lo escucho. ¿Eso es lo que hago?
¿Perderme en el vértigo de las nuevas relaciones y luego renunciar
cuando la gran apuesta desaparece? ¿Mi problema sexual es solo un
sistema de alerta temprana de que estoy con la persona equivocada y
debo seguir adelante?
—Entonces —digo, tratando de aclarar mis pensamientos, así como
los de él—. ¿Crees que la gente debería renunciar al amor y jugar a la
lotería en su lugar?
Se inclina hacia atrás y coloca su brazo a lo largo de la parte
posterior del banco. —También. Las loterías son un impuesto sobre la
esperanza, y también el amor. Antes de que incluso juegues con alguien
especial, tienes que cavar en el vertedero del mundo de las citas y tratar
de encontrar un diamante en medio de toda la basura; y déjame decirte
que no todo ese hedor se desprende. Algunos de ellos son tóxicos. Mucho
después de arrastrarte fuera del pozo de una mala relación, el olor de
toda la mierda por la que has pasado aún permanece.
Mira hacia el agua, su voz se vuelve más suave. —Se asienta en tu
cerebro y en tu pecho, y te recuerda una y otra vez que eres un perdedor.
Y a veces, el hedor es tan abrumador, que incluso cuando ganamos en el
amor, estamos tan dañados por nuestros gritos y fallas, que estamos
sordos ante el sonido de un alma de olor dulce que nos dice que
finalmente hemos ganado el premio mayor.
Se queda callado, y por su expresión, supongo que está pensando
en Ingrid otra vez. Claramente, es la clave para desbloquear sus palabras.
Justo cuando creo que ha terminado, apoya los codos en las
rodillas y junta las manos. —Entonces, sí… para mí, esa es la diferencia
entre jugar con dinero y jugar con tu corazón. Sentado en una mesa de
blackjack, incluso cuando las cartas no salen bien, sigues poniendo
fichas, porque crees que la próxima mano será diferente. Siempre estás
esperando la victoria. 168
Sacude la cabeza. —Con el amor, la mayoría de nosotros
apostamos sin pensar todo lo que tenemos, una y otra vez, con la fe
inquebrantable que estamos destinados a perder.
Cuando termina, sus mejillas son brillantes. Antes de que pueda
decir algo, mira al suelo, como si estuviera avergonzado de haber
mostrado tanto de sí mismo.
Me alegro de que esté mirando hacia otro lado. No solo estoy
recuperándome de su inesperado sino completamente brillante arrebato,
sino que también estoy cautivada y confundida, junto con otras catorce
emociones que se arremolinan dentro de mí. Me quito el abrigo para dejar
salir algo de mi repentino calor corporal.
Cuando me mira. Hago todo lo posible para ocultar la reacción no
deseada de mi cuerpo.
Jake entrecierra los ojos. —¿Qué sucede contigo?
—¿Qué? Nada. ¿Por qué?
—Porque acabo de exponer el argumento más anti-romance en la
historia de las palabras, y no estás disputando nada de eso.
Cruzo mis piernas. —¿Por qué lo disputaría?
—Porque eres la presidenta, la secretaria y el oficial de recaudación
de fondos para la Sociedad de Románticos Empedernidos.
—No es cierto.
—Asha, por favor. Tu canción favorita es My Heart Will Go On.
Quiero negarlo, pero la verdad es que cuando Celine entra en ese
cambio clave, no puedo evitar desmayarme. Cada… maldita… vez.
Me aclaro la garganta y busco en mi bolso hasta que encuentro un
cuaderno y un bolígrafo. —Tal vez no lo discuto porque a pesar de que es
un montón de mierda cínica, es exactamente el tipo de opinión
apasionada que tu libro necesita.
Se inclina hacia atrás. —¿De verdad?
—Sí. Es real, imperfecto y lleno de lógica defectuosa pero ferviente.
—Le paso el cuaderno y la pluma—. Rápido, escríbelo.
Todavía pareciendo confundido, toma los artículos de mis manos.
Luego abre el cuaderno, lo apoya en su muslo y mira fijamente la página
en blanco.
—¡Jacob, escribe!
—Jesús, dame un segundo, mujer. No puedo recordar todo eso.
—No importa. Solo recuerda los pedacitos que puedas.
Comienza a escribir, y me siento allí, observando, asegurándome
de que no está fingiendo otra vez. Para mi inmenso alivio, escribe
contenido realmente decente en lugar de relleno y excusas.
169
—Estás mirando de nuevo —dice Jake con una mirada frustrada—
. ¿Qué te dije acerca de verme escribir?
Con un suspiro, me levanto del banco y camino hacia la barandilla
cerca del río.
Está bien, avanzamos un poco. Ahora, solo tenemos que mantener
el impulso.
Respiro hondo varias veces, tratando de usar el aire fresco del río
para purgar algo de la tensión que he contenido desde que Jake reveló
que él era el profesor. Funciona, pero solo un poco.
Al contemplar el río tranquilo, casi puedo imaginar que es más fácil
tolerar el trabajo con él.
Casi.
16
Tan jefe
Traducido por Anna Karol
Corregido por AnnyR’

Espero en un cruce de peatones cuando mi teléfono se ilumina con


la cara sonriente de Joanna.
—Hola.
—¡Hola! ¿Todo listo para el día?
—Sí, estoy de camino para encontrarme con Eden en el trabajo. Se
dirige directamente al evento Romance Central y prometí que le ayudaría 170
con el peinado y el maquillaje. ¿Dónde estás?
—Atrapada en el tráfico. Ignora los gritos en el fondo. Todos los
conductores idiotas han salido hoy y Gerald no está contento. —Gerald
es el chófer de Joanna. Es muy rubio y bastante británico, y es muy
gracioso cuando desata su impaciencia con el tráfico de Nueva York.
—¡Egoísta! —Lo escucho gritar en el fondo—. ¡Eso es un movimiento
espantosamente grosero y egoísta, señor Mazda! ¡Pésimo!
Me río. Creo que necesita algunas lecciones sobre la ira en las calles
estadounidenses, o al menos aprender algunas buenas maldiciones.
—Entonces —dice Joanna—. Me muero por saber cómo fue tu
primer día. ¿Salieron los dos ilesos? ¿O hubo derramamiento de sangre?
Reprimo un gemido. —No del todo derramamiento de sangre, pero
trabajar con él fue exactamente tan insoportable como lo predije.
Después de muchas disputas, obtuvimos un total de seiscientas palabras
por día. Si seguimos así, mi estómago será un lugar mágico y maravilloso
de úlceras, y perderemos cada una de nuestras fechas límite de
producción.
—Seguro las cosas mejorarán con el tiempo. Eventualmente
desgastarán los bordes afilados del otro.
—Logramos no hacerlo durante años cuando éramos adolescentes.
—Sí, pero no se vieron obligados a trabajar juntos todos los días en
ese entonces.
—Pero en este momento, no podemos interactuar durante cinco
minutos sin chocar uno contra el otro como un par de malhumorados de
Pekín. Quiero decir, quiero ser la persona más madura y no morder el
anzuelo, pero… Dios, Jo… lo hace imposible. —Es más fácil enojarse con
alguien que admitir que te lastimaron.
—Ajá. ¿Y cómo va ese enamoramiento? Apuesto que eso también
hace las cosas difíciles.
—¿Qué? —Presiono el botón de cruzar unas cuantas veces más,
mucho más duro que antes—. Te lo dije, nunca me gustó Jake de esa
manera…
—Eso sigues diciendo. E incluso si te creyera, eso fue antes de que
se convirtiera en el profesor apasionado y talentoso que, firmemente,
convirtió tus bragas en una zona inundada. Molesto o no, tu hosco vecino
adolescente se ha convertido en un maldito hombre sexy.
—Jo… —Quiero decirle que es ridícula y que se encuentra lejos de
la base, pero no puedo negar que mi atracción no deseada por Jake es
un problema. Pensé en descargarme con Eden anoche, pero tuve que
defender mi relación con Jake tantas veces cuando éramos niños, si
ahora confieso que me siento atraída por él después de toda nuestra
animosidad, no la culparía si ella cosiera IDIOTA en toda mi ropa
—Mira, no tienes que admitirme nada —dice Joanna, dejándome
171
fuera de la conversación—. Pero creo que necesitan encontrar una
manera de enterrar el hacha.
—Sí, eso va a ser más fácil decirlo que hacerlo.
—Sé que ambos son tercos, pero hay formas de purgar toda esa
mala sangre.
—Tal vez para enfrentamientos regulares, como los Hatfields y
McCoys, los Montesco y Capuleto, los veganos y los amantes del tocino…
¿pero Jake y yo? Sí, tengo mis dudas.
—Créeme. Una vez conseguí que Taylor Swift y Kanye tuvieran un
acto de pareja juntos. Se puede. Tal vez este evento hoy les dé la
oportunidad de purgar algunos fantasmas.
—Es un evento de trabajo, Jo.
—Sí, pero de Romance Central, y se trata de unir a las personas y
hacer que se sientan bien. Tal vez tú y Jake se beneficiarán con la
asociación.
—Hmmm. —Suena poco probable, especialmente considerando
que mi noche va a tener más de un factor de estrés, pero siempre puedo
tratar de mantener la mente abierta—. Cualquier cosa es posible,
supongo.
—Está bien, bueno, si puedo ayudar, házmelo saber. Estaré allí
alrededor de las nueve.
—¿Vendrás? No sabía que Whiplash enviaría a otro personal.
—Oh, no lo hicieron. Le prometí a Sarah Jessica que sería su más
uno.
—¿Sarah Jessica? ¿Cómo… Parker?
—Oh, sí, ¿no lo sabías? Es mi madrina. Tiene un montón de novias
solteras, por lo que espera que esta nueva aplicación de emparejamiento
pueda cambiar sus trágicas vidas. Olvidé preguntar, ¿aprendiste algo
más sobre la mujer de Jake hoy?
—Un poco. Se encontraron en un lugar llamado The Zen Farm en
Bali.
—¡Santo cielo! He estado allí. Lugar asombroso. Te llevaré un día.
Podría necesitar un viaje allí ahora si me ayuda a encontrar incluso
un poco de paz interior.
Escucho a Gerald decir—: Estamos aquí, señorita.
—Lo siento —dice Jo—. A punto de entrar en mi clase de dibujo.
—¿Qué? No sabía que pudieras dibujar.
—No puedo. Soy la modelo desnuda. Es hora de desnudarme. ¡Nos
vemos!
Sacudo la cabeza y vuelvo a dejar mi teléfono en mi bolso. Si solo
pudiera vivir su vida por un solo día. 172
Tiene razón, por supuesto. Necesito encontrar una manera de
tratar con Jake, para que podamos tener una relación de trabajo más
productiva. Pero aparte de los trasplantes de personalidad completa,
simplemente no veo cómo sucedería eso.

***

Diez minutos más tarde, subo las escaleras hacia la oficina de mi


hermana, dentro del bullicioso centro de la revista Pulse.
Cuando abro la puerta, no me sorprende ver la actividad habitual.
El sitio de noticias y entretenimiento en línea emplea a unas pocas
docenas de personas, y desde que mi hermana fue promovida fuera del
departamento de clickbait para asumir el cargo de jefe de funciones, ha
aumentado su número de lectores en más del veinte por ciento.
Pensarías que esa sería una buena razón para que su jefe acosador
se sienta agradecido y se muestre más tranquilo con ella, pero cuando
hago un gesto hacia la recepcionista y me dirijo al área principal, está
claro que no es así.
Puedo ver a Eden en la oficina de Derek Fife, con las manos en las
caderas en lo que reconozco como su postura obstinada. Derek la encara,
con ambas manos apoyadas en su escritorio mientras la amonesta sobre
algo u otro.
A medida que me acerco, sus voces se aclaran.
Derek apunta su dedo a mi hermana. —Te dije que dejaras la
maldita historia, Eden, porque nos costaría a los anunciantes, ¡y así fue!
—¡Y te dije que no lo haría! ¡Algunas historias son más importantes
que el dinero!
—¡Y otras no! ¡Buena suerte publicando tus piezas de pasión
cuando estemos fuera del negocio!
Derek me ve y se endereza. Obviamente, no le importa si su
personal es testigo de sus disputas regulares, pero un extraño es otra
cosa.
—Tu hermana está aquí. Terminaremos esto más tarde.
La cara de Eden se ilumina cuando me ve persistir torpemente en
la puerta de Derek. —¡Ash! Hola. —Me hace un gesto para que entre y
luego me da un abrazo rápido—. Ando algo retrasada. —Guau, puede
pasar de estar mega enojada a sonreír en solo unos pocos segundos.
Tendré que preguntarle cómo lo hace—. Solo tengo un par de cosas para
terminar, y luego soy toda tuya.
—No hay problema. —Me doy cuenta de que Derek nos mira.
Todavía se ve irritado. Le doy una disculpa—: Lo siento por la intrusión.
Eden se ríe. —Gracias a Dios que nos interrumpiste. Hoy no tengo 173
tiempo de que me arresten por asesinar a mi jefe. —Derek le lanza una
mirada sucia y luego se sienta detrás de su escritorio. Supongo que el
combate verbal terminó por ahora.
Eden agarra un archivo de su escritorio y se gira hacia mí. —
Entonces, ¿quieres esperarme en la sala de espera, o…?
—Puede esperar aquí —dice Derek mientras agarra su tablet y toca
la pantalla—. Dudo que pueda ser más molesta que tú.
Eden hace un sonido de burla. —Claramente, no la conoces muy
bien.
Golpeo su brazo. —¡Oye! Y solo por eso, demostraré que no soy tan
molesta como tú al quedarme aquí con Derek y no gritarle.
Eden me mira dubitativamente. —¿Estás segura? ¿No hay osos con
problemas de ira con los que puedas pasar el tiempo? ¿No hay perros
rabiosos? ¿Leones de montaña sociópatas?
Derek la mira fijamente. —Sal.
Ella le da una mirada de advertencia. —Está bien, pero será mejor
que seas amable y finjas que tienes modales. Volveré en diez.
Se apresura por el pasillo hacia su oficina. Miro a Derek. Levanta
la vista de su pantalla y frunce el ceño. —¿Vas a sentarte?
Reviso la silla de cuero frente a su escritorio. —No, gracias. Estoy
bien.
—Haz lo que quieras. —Hace clic en un botón de su escritorio y las
paredes de cristal de la oficina se vuelven opacas al instante.
—Buen truco.
—Cierra la puerta. No queremos que todos los animales que
trabajan aquí te miren boquiabiertos.
Hago lo que me pide. Cuando me doy la vuelta, me está mirando.
—¿Qué tal tu día?
—Infernal. ¿El tuyo?
—Igual.
Coloca su tablet en el escritorio y luego se pone delante de mí. Está
tan cerca, los pelos de mis brazos se erizan. A pesar de la interminable
venganza de Eden contra Derek, siempre lo he encontrado atractivo.
Claro, es mayor que la mayoría de los hombres con los que he salido,
pero tiene un aire de poder que es innegablemente caliente.
—Siento que no te he visto en años. —Avanza, e instintivamente
empujo mi espalda contra la puerta. Coloca su mano al lado de mi cabeza
y me da un vistazo una vez más, de la cabeza a los pies.
—Ha pasado tanto tiempo desde que te vi en persona, casi olvido
lo hermosa que eres —dice, con voz baja—. He estado pensando en
besarte todo el día. 174
Se inclina para rozar sus labios contra los míos. Una oleada de
calor me golpea cuando pongo mi mano en su pecho. —No podemos.
Volverá pronto.
—No me importa. —Empuja su cabeza contra mi cuello, y su cálido
aliento hace cosquillas en mi piel—. Necesitamos decirle a Eden la verdad
sobre nosotros. Lo entenderá.
Cuando desliza su mano en mi cabello y aprieta sus dedos, hago
un ruido y lo empujo hacia abajo para besarme. Es un beso cauteloso,
de tipo podríamos-ser-atrapados-en-cualquier-momento, pero todavía
me deja sin aliento.
—Has conocido a mi hermana. Estoy segura de que no tendrá
ningún problema en que le mienta durante meses sobre la identidad de
mi amante francés. ¿Quién correría a Pulse si te matara a golpes con su
falso Pulitzer?
—Lo superará. Estoy cansado de ser Phillipe. —Se presiona contra
mí, y me deleito con su peso. ¿Por qué no puedo arrancarle la ropa y tener
mi camino con él como una mujer normal? ¿Por qué mi cuerpo ya está
generando tensión ante la idea de tener relaciones sexuales?
Cuando me encontré con Derek en la Feria del Libro de París, sabía
cuánto le disgustaba a Eden como jefe, pero en un entorno extranjero, lo
encontraba encantador, atento y mucho más atractivo de lo que
recordaba. La cena de la primera noche de la feria se convirtió en el tipo
de conexión que no había sentido durante mucho tiempo, y estaba claro
que él sentía lo mismo. Terminamos pasando cada momento libre juntos.
Cuando me di cuenta de que me estaba enamorando, oré a cualquier
deidad que escuchara para permitirnos ser íntimos sin que mi cerebro
interfiriera.
Si tan solo…
A pesar de ser un amante increíble y paciente, mi cuerpo no pudo
cooperar. Demasiado avergonzada de admitir mi problema, fingí
divertirme. Y ahora, aquí estoy, aferrándome obstinadamente a la
esperanza de que mis sentimientos por él anularán mis estúpidos
problemas de ansiedad y frigidez.
—Te deseo —susurra—. Te echo de menos.
—Lo sé. —Le acaricio la hermosa cara—. Lo siento. El trabajo es…
loco.
—¿Cómo está tu nuevo autor?
—Talentoso, pero exasperante. —No le he contado la historia
completa sobre Jake y yo. Es demasiado agotador entrar en tantos
detalles—. Hoy lo sentí como cien años, y aún no ha terminado.
—¿Hay algo que pueda hacer para ayudar?
—¿Me compras copiosas cantidades de alcohol de grano y Valium?
—Hecho. —Me da un suave beso y, por un momento, me olvido de 175
todas las formas en que lo estoy decepcionando.
Se retira y apoya su frente contra la mía. —Eres una de las mujeres
más inteligentes y motivadas que he conocido, y sé que amas lo que
haces. Tengo fe en que puedes descubrir cómo hacer que incluso la
situación más insostenible funcione.
Sí, cualquier situación que no implique sexo es un paseo por el
parque. Averiguar cómo ser íntima, sin embargo…
Alguien llama a la puerta, y Derek y yo nos separamos antes de
que se queje—: Adelante.
La puerta se abre para revelar al mejor compañero de trabajo de
Eden, Toby. Me mira sorprendido. —¡Hola, Ash! No sabía que estabas
aquí. ¿Cómo estás?
—Genial, Tobes. ¿Y tú?
—¡Genial! —Me sonríe con demasiado interés, como un Golden
Retriever gigante con una chaqueta de punto. Siempre he sabido que
Toby estaba enamorado de mí, pero nunca lo alenté por la razón exacta
por la que no debería haber dejado que las cosas se desarrollaran con
Derek: trabaja con mi hermana, y lo último que necesito es ser la fuente
de cualquier tipo de torpeza entre mi hermana y sus colegas.
—¿Esperando a Eden? —pregunta Toby.
Asiento. —Sí.
Mira a Derek. —¿Aquí dentro?
Derek lo mira con una mirada fulminante. —¿Tienes una razón
para estar aquí, Jenner?
—Oh, sí. —Toby sostiene una carpeta—. Estas son mis historias
para la próxima semana. —Derek está pasado de moda cuando se trata
de dirigir su revista en línea. Todavía insiste en que todos los escritores
envíen sus borradores en papel. Eden cree que es porque le encanta el
poder de manejar su pluma de edición roja como un arma. A menudo
combina el estilo de gestión dominante de Derek con la teoría de que de
alguna manera está compensando por tener una polla pequeña. Puedo
atestiguar que se encuentra muy equivocada.
Derek toma la carpeta y examina los documentos dentro. —
¿Quieres una medalla por hacer tu trabajo? Vete de aquí.
Toby asiente y luego me mira. —¿Te veo esta noche?
Le doy una sonrisa —Absolutamente. No puedo esperar.
Toby ha trabajado en Romance Central como su director técnico, y
es el genio de la codificación detrás de la nueva aplicación de
emparejamiento que están lanzando. Eden siempre ha dicho que es la
persona más inteligente que ha conocido, y ahora, lo ha demostrado.
Incluso antes de que la aplicación llegue al mercado, ha sido aclamado
como la próxima gran superestrella de la programación.
Mientras Toby se va, me da una última sacudida de mano. Cuando 176
se ha ido, cierro la puerta y me dirijo a Derek.
—¿Cómo es que eres tan dulce conmigo y tan duro con tus
empleados?
Toma mi mano y la besa. —Hace mucho tiempo aprendí que nadie
me respetaba cuando era amable. Es jodido, pero es un hecho.
—Pero piensan que eres un idiota todo el tiempo. Eden tiene la
teoría de que cada mañana te pones de mal humor pateando cachorros
antes del desayuno.
Se encoge de hombros. —No me importa si mis empleados piensan
que soy un imbécil. Mi familia y amigos saben que no lo soy. Sabes que
no lo soy.
En Francia, tuvimos largas discusiones sobre cómo se rompió su
matrimonio, y me sorprendió que todavía estuviera en buenos términos
con su ex esposa. Eran novios de la escuela preparatoria que
simplemente se enamoraron. Sin trampas. No hay animosidad. Una
prueba más de que en un mundo de hombres mezquinos, él es una rara
excepción.
Me da un beso más antes de tirar la carpeta de artículos de Toby
sobre su escritorio. —¿Crees que hay alguna manera de que podamos
evitar este evento esta noche y simplemente pasar un tiempo a solas?
Sacudo la cabeza —Incluso si no tuviera que cuidar a mi autor,
Eden me mataría si no fuera. Y eres uno de los principales patrocinadores
del evento, por lo que no hay forma de que no puedas hacer una
aparición.
Asiente pero no se ve feliz por eso. —Prefiero cortarme las orejas
antes que asistir, pero si no voy, tu hermana en realidad podría clavarme
en la puerta de mi oficina. —Pone sus brazos a mí alrededor—. Por
supuesto, si aclaramos nuestra relación, podría ir como tu cita. Sería
capaz de recogerte, traerte flores… bailar contigo. Eso solo haría que
valga la pena.
La romántica dentro de mí se desmaya. Solo puedo imaginar lo
guapo que estaría Derek, todo vestido con su traje. Tengo una imagen
mental de nosotros bailando en cámara lenta, todos los ojos puestos
sobre nosotros mientras nos miramos el uno al otro.
Le acaricio la nuca. —¿Tu mensaje de texto anterior decía que te
quedarías en Manhattan esta noche?
Sonríe. —He reservado una suite en el hotel.
—Entonces, tal vez después de que hayas cumplido con tus
obligaciones de patrocinador, y haya terminado con mi autor, podemos
abandonar la fiesta antes de tiempo. Eden se quedará en casa de Max,
así que no se dará cuenta si no vuelvo.
—Me encanta la forma en que funciona tu mente. —Me besa, lento
y dulce. Besarme con él es fabuloso. Es cuando vamos más lejos que me 177
pongo nerviosa. Es por eso que he llegado a la conclusión de que no va a
mejorar a menos que ataque el problema de frente. Así que, esta noche,
estoy decidida a hacerle el amor a este hombre hasta que todos mis
problemas de intimidad se acumulen y vuelvan a casa. No me importa
cuánto tiempo lleve. Necesito que esta relación funcione, porque si un
hombre tan increíble como Derek no puede marcar todas mis casillas,
¿qué esperanza tengo?
Alguien llama a la puerta y nos separamos justo antes de que Eden
entre.
Nos frunce el ceño. —¿Por qué está cerrada la puerta?
Derek me mira, y por un segundo estoy aterrada de que nos vaya
a exponer. Pero luego se recompone, su rostro en una expresión de
desdén.
—Trataba de mantener alejadas a las personas que me molestan,
pero claramente no entendiste la pista.
Eden le da una sonrisa sarcástica. —Deja de hacer que me enamore
de ti. —Levanta su bolsa de maquillaje—. Está bien, hermanita, vamos al
baño, para que puedas hacer tu magia. —Se despide de Derek—. Nos
vemos esta noche, jefe.
—Sí, nos vemos entonces. —Me mira—. Fue bueno verte, Asha.
El cariño en su mirada me pone la piel de gallina. —Igualmente,
Derek. Nos vemos.
Cuando salimos de su oficina y nos dirigimos hacia el baño de
damas, Eden me empuja con el codo.
—Está bien, entonces… dime sobre hoy. ¿Qué tan horrible fue?
¿Terminaste asesinando a Jake? Y si es así, ¿necesitas ayuda para
esconder el cuerpo?
Me río y luego me lanzo a los detalles de mi horrible primer día.
Eden escucha atentamente y hace comentarios sarcásticos apropiados,
en todos los lugares correctos.

178
17
Libro quemado
Traducido por MadHatter & Julie
Corregido por AnnyR’

Gruño mientras desesperadamente trato de cerrar mi vestido


vintage de Valentino. La maldita cosa se atascó hasta la mitad, y no
importa cuánto me contorsione tratando de moverme, no puedo.
―Vamos, bebé ―digo―. Te he guardado para una ocasión especial.
No me hagas esto, esta noche de todas las noches.
Es un precioso vestido de color azul zafiro que encontré por un 179
precio de ganga en una de mis tiendas retro favoritas, pero,
lamentablemente, las cremalleras de segunda mano son notoriamente
poco fiables. Por lo general, tengo a Eden a mano para ayudarme, pero
ya se encuentra en el evento ayudando a Max a prepararse. Otro
problema es que este es el único vestido formal que tengo, por lo que si
no puedo ponerme la cremallera, es posible que vaya en ropa interior.
―Vamos… tú… ¡hijo de perra! ―Tiro tan fuerte que me tiembla el
brazo―. Ahhh. ¡Maldición!
Me dejo caer sobre la cama y masajeo el músculo retorcido. Se
suponía que esta noche era un momento para dejar atrás la tensión de
los últimos días. Ahora tengo que rematar el día estresante que he tenido
con Jake con una noche igualmente estresante.
Me pongo de pie y estiro el brazo en preparación para el cierre de
cremallera, dos punto cero. Cuando me doy vuelta, me veo en el espejo.
Mi cabello está recogido y fabuloso, mi maquillaje se encuentra a punto.
Todo lo que necesito es conseguir subirle la cremallera a este magnífico
vestido, y puedo cambiar a mi manera alegre.
Espero que Sid arreglara lo del esmoquin para Jake. Si llega en
vaqueros y camiseta, Eden tocará el techo.
Extiendo mi mano detrás de mí para agarrar la cremallera de nuevo
y jalar con todas mis fuerzas, pero todavía se niega a ceder.
Está bien, perra. Ahora, es personal.
Agarro un gancho de alambre y deslizo el gancho en el agujero de
la cremallera. ―Veamos si te resistes a esto. ―Aunque gano un poco de
apalancamiento adicional, la cremallera permanece bloqueada. Estoy en
medio de una impresionante cadena de palabras cuando mi teléfono
suena.
Es Jake. Ruedo los ojos y lo pongo en altavoz.
―¿Qué?
―Vaya. ¿Es esa forma de saludar a tu cita?
―No eres mi cita. Eres mi responsabilidad.
―Y también tu autor favorito.
Cambio de posición y tiro de la cremallera desde otro ángulo.
Todavía nada. ―Jake, sé que lo que voy a decirte es verdad para cada
momento en que interactuamos, pero créeme cuando te digo que no estoy
de humor para tu mierda esta noche.
―Y, sin embargo, te encuentras profesionalmente obligada a
soportarla. ¿A qué hora quieres que pase a buscarte?
Me río. ―Nunca. Nos vemos ahí.
―Sidney quiere que lleguemos juntos. Para las fotos, ¿recuerdas?
No uso este traje por mi salud.
180
Meneo la cabeza y aprieto los labios mientras le doy otro tirón a la
cremallera. ―Entonces te veré en el Starbucks cerca del lugar en media
hora. ―Siempre y cuando, esté completamente vestida para entonces.
―Sí, eso realmente no funciona para mí. Te pasaré a buscar a tu
casa. Sid ha pedido un coche para nosotros.
La cremallera se mueve un poco y luego se detiene de nuevo.
―Jacob, no me importa si Sid ha organizado un sobrevuelo F14 por los
Royal Marines británicos. No iremos juntos. Esto no es una cita. No
vengas para acá.
Ya es bastante malo que haya invadido mi lugar de trabajo. Que
me condenen si también invade mi casa.
Se detiene por un segundo y luego dice―: Demasiado tarde.
Hay un fuerte golpe en la puerta.
No, de ninguna manera.
―Jacob.
―Lo siento. Me tengo que ir. Tengo que pasar a buscar a mi cita.
La línea se corta mientras otro fuerte golpe hace eco en el
apartamento.
―Jesús ―murmuro―. Ahora sé cómo se sintieron los tres cerditos.
Camino por el pasillo y miro a través de la mirilla en la puerta. Está
oscuro.
―¿Tienes tu mano sobre el agujero de la mirilla?
―No.
―¿Cómo sabes siquiera donde vivo?
―Tengo mis formas. ―Oigo un sonido crujiente, y luego la voz de
Jake es más suave―. Además, hay una mujer anciana aquí afuera sin
dientes lanzándome una mirada de odio. Tiene una escoba. Abre.
Tengo dos vecinas de edad avanzada: la señora Eidleman, que es
casi tan genial como mi nana, y la señora Levine, a quien le gusta vigilar
nuestro pasillo como si fuera una zona desmilitarizada durante la Guerra
Fría.
A través de la puerta, puedo escuchar la voz de la señora Levine.
―¿Qué haces ahí? ¿Cómo llegaste aquí? ¿Eres George Clooney?
―No, señora.
También es un poco senil.
―¿Rock Hudson?
―No, señora.
―¿Estás seguro? Te pareces a Rock Hudson. Con barba.
―Señora, estoy seguro de que no soy Rock Hudson. Está muerto. Lo
ha estado durante mucho tiempo. 181
―¿Qué? Por qué pequeño raro. Voy a llamar a la policía.
Además, es paranoica.
Hay otro golpe más frenético. ―Asha, abre la maldita puerta. No
estoy seguro de cuáles son las sanciones por no ser Rock Hudson, pero no
quiero averiguarlo.
Ruedo los ojos y suelto la cadena. Cuando abro la puerta, mi aliento
se queda atrapado en mis pulmones.
Jake está allí, se ve alto y delgado. Se ha peinado el cabello e
incluso se ha recortado la barba. Pero es el esmoquin el que me obliga a
hacerlo. La cosa le queda como si estuviera hecha para él, la camisa
blanca y la corbata negra y elegante lo hacen ver como cada fantasía de
James Bond que nunca he tenido hasta ahora.
―Uh… ―Frunce el ceño mientras asimila mi apariencia, y su
evaluación es larga y obvia. Su mirada finalmente termina en el escote de
mi vestido que se abre debido a la cremallera abierta.
―Uhhh ―dice, finalmente, y sigue mirándome, luego mira a lo lejos,
como si quisiera desviar la mirada pero no puede. Me emociona mucho.
Estoy acostumbrada a que Jake tenga una intensidad encima, pero el
calor en su mirada es algo nuevo.
―Yo… uh…
No creo que lo haya visto sin palabras.
Espero unos segundos, y cuando todavía no dice nada verbal,
suspiro de frustración. ―¿Vas a quedarte parado ahí toda la noche
mirando?
Se mueve hacia adelante y se apoya en el marco de la puerta. ―Lo
estaba considerando. ¿Por qué? ¿Sería extraño para ti?
―Al menos parpadea.
―Lo intento, pero ese es un vestido muy impresionante, que usas
a medias.
Agarro su brazo y lo empujo adentro antes de cerrar la puerta
detrás de él.
―Ya que te impusiste, al menos sé útil y ayúdame con la
cremallera. ―Le doy la espalda.
Hay una pausa, y luego lo siento detrás de mí. ―Asha, me siento
halagado de que quieras desnudarte, pero ahora no tenemos tiempo.
Quizás más tarde.
Empujo mi codo hacia él. ―Sube la cremallera, Jake.
―Eso no es tan divertido, pero está bien. ―Agarra el colgador de
alambre y me lo entrega―. Aquí está tu primer problema. Se supone que
debes quitar estas cosas antes de vestirte.
En lugar de atacar la cremallera, me elude y se dirige a la sala de 182
estar. ―Entonces, esta es tu casa. ―Se mueve por la habitación,
asimilando todo―. No es lo que esperaba.
―Bueno, tengo paredes, así que…
―Honestamente ―dice, examinando las chucherías en el
aparador―. Pensé que a estas alturas ya estarías casada con un
administrador de fondos de cobertura de mala calidad y vivirías en Park
Avenue. Habrías terminado el ascenso que comenzaste en la escuela
preparatoria. ¿No es esto un poco barato para ti?
―Es lo que puedo pagar.
Hace una evaluación rápida de la cocina, el baño y luego se dirige
a mi habitación.
―Oh, no. ―Me apresuro a pararme en la puerta e inflo el pecho para
parecer lo más intimidante posible―. De ninguna manera. Este es mi
espacio privado.
Da un paso hacia adelante y se cierne sobre mí. ―¿Ahora hablamos
de tu dormitorio? ¿O la vasta franja de escote que estás empujando hacia
mí?
Abrazo el vestido contra mi pecho. ―Podría arreglar lo del escote si
me subes la cremallera.
―Lo tomaré en consideración.
Hay muchas razones por las que no quiero a Jake en mi habitación,
pero aún más que el temor de que descubra la amplia gama de juguetes
sexuales en mi mesita de noche es el terror de espiar la pila de cuadernos
que se encuentran en la silla de la esquina. Nuestra juerga de escritura
de la mañana me animó a volver a leer mis viejas historias, así que las
bajé todas cuando llegué a casa. Para mi sorpresa, descubrí que eran
mejores de lo que recordaba.
Sin embargo, en la parte inferior de la pila hay unos cuantos
cuadernos que no pude leer, y son los que no he dejado ver a nadie más.
Durante mis días oscuros, derramé mis pensamientos más privados en
sus páginas. Muchos de esos sentimientos amargos y espinosos eran
sobre Jake.
―Sé honesta ―dice Jake―. Me estás excluyendo de tu habitación
en caso de que encuentre los cadáveres de todos los hombres que has
drenado después de hacer tu camino con ellos, ¿verdad?
No podría estar más equivocado. Nunca he tenido un hombre en
mi cama. Todas mis hazañas sexuales fallidas han sucedido en otros
lugares.
―En realidad, solo quiero mantenerte fuera de allí en caso de que
sientas la necesidad de probarte mis vestidos.
Su cara decae. ―Eso fue una vez cuando tenía seis años, y en caso
de que lo hayas olvidado, me veía muy bien en ese pequeño vestido
blanco. ―Sus ojos se abren de golpe―. Jesús, ¿esa es tu vieja cama?
183
Antes de que pueda detenerlo, se escapa y entra en la habitación.
En un destello de pánico, rápidamente agarro mi bata y cubro la pila de
cuadernos mientras se sienta en mi querida cama doble.
―No puedo creer que todavía tengas esto.
Verlo allí me da dolor de cabeza. Cuando parpadeo, obtengo una
imagen fantasma de un Jake mucho más joven en la misma posición.
―Huh. ―Se queda allí sentado por unos segundos, con una
expresión de perplejidad en su rostro―. Parecía más grande.
―Eso es porque solías ser más pequeño. ―Mucho más pequeño.
En aquel entonces, los dos podíamos quedarnos allí y aún nos
quedaba espacio. Ahora, apenas cabría él solo.
Trago saliva mientras me golpea un recuerdo de nosotros
abrazándonos en esa cama. Era mi noveno cumpleaños, y había
enterrado mi cabeza en su pecho delgado y lloraba tanto que nunca pensé
que me detendría. No intentó callarme o animarme a “soltarlo todo”. Solo
me abrazó. Si no hubiera sido por la forma en que me envolvió en sus
brazos, me habría derrumbado esa noche.
―Tengo un montón de buenos recuerdos en esta cama ―dice en voz
baja―. Está bien, eso salió horrible, pero sabes a qué me refiero.
Así es. Nunca sucedió algo sexual con Jake allí. No físicamente, de
todos modos.
―Se mantuvo bien. ―Pasa la mano por la estantería que conforma
la cabecera. La abuela me dio esta cama cuando yo era una niña
pequeña. En lugar de una cabecera regular, esta tiene estanterías. Con
los años ha alojado mis posesiones más preciadas. Había una vez fotos
de Jake y nuestra colección de tesoros rescatados. Ahora está llena con
mis libros favoritos, la mayoría de ellos novelas románticas.
Me estremezco cuando Jake lee los títulos, preparándome para el
aluvión de burlas que sin duda se me vendrá encima. Si pensaba que
Devin me lanzó mierda sobre mi género preferido, entonces Jake me
evisceraría.
―Fan de la gran Lainey Bergerac, ¿verdad? ―Toca los tomos de mi
serie favorita―. Me encantaron los dos primeros libros, pero el tercero me
frustró tanto que quise tirarlo por la habitación. ―Saca uno y lo hojea―.
Se supone que el libro final de una trilogía envuelve todo, no introduce
un montón de nuevos puntos de trama y personajes. Se sentía como si
estuviera estableciendo una trilogía completamente nueva en lugar de
concluir una vieja.
Cuando se da vuelta, no tengo ninguna duda de que puede leer la
sorpresa en mi cara. ―¿No estás de acuerdo?
―Así es, es solo que… uh… ¿leíste a Lainey Bergerac?
Desliza el libro de nuevo en su lugar. ―La leí, la amé. Tal vez haya
184
escrito algunas páginas de fan-ficción por aquí y por allá. ―Lo dice sin
ningún sarcasmo ni vergüenza.
Mi boca se encuentra bien y verdaderamente abierta. En este
momento, el propio Zeus podría bajar del Olimpo y bailar desnudo
delante de mí, y sería la segunda cosa más sorprendente que presencié
hoy. Los libros de Lainey son muy populares, pero debido a que tienen
una protagonista femenina y un romance épico, su audiencia es
principalmente femenina. Que Jake no solo los haya leído, sino que
también los haya amado, es una gran sorpresa.
Jake frunce el ceño. ―¿Estás teniendo un derrame cerebral? ¿Por
qué no respiras?
Me lo saco de encima. ―Me sorprende que tengamos el mismo gusto
por los libros.
―¿Por qué? No es la primera vez. Los dos nos atracamos con Harry
Potter cuando teníamos diez años. También, Terry Pratchett y Douglas
Adams. Me sorprendería más si no tuviéramos libros en común.
―Sí, pero a diferencia de todos los demás, los libros de Lainey son
de romances.
―¿Y? La literatura más clásica es sobre el amor épico. Grandes
Esperanzas, Lo que el viento se llevó, El gran Gatsby, Orgullo y prejuicio,
Cumbres Borrascosas. ―Entrecierra los ojos―. Espera, ¿eres sexista e
insinúas que los hombres no deberían leer romance?
―De ningún modo. Me encantaría que los hombres lean romance,
pero la mayoría no lo hace.
Se acuesta en la cama y coloca las manos detrás de la cabeza. Sus
pies cuelgan sobre el borde. ―Tal vez deberíamos. Hay una razón por la
que las mujeres se sienten tan atraídas por esas historias, y si
descubrimos cuál es, podríamos tener una oportunidad de entenderlas
más. ―Me mira―. ¿Por qué las disfrutas tanto?
Lucho por un momento, totalmente desprevenida para esta
conversación. ―Yo… bueno… ―tomo una respiración―. Es por cómo
hacen que el amor verdadero parezca inevitable. Como algunas personas
simplemente nacieron para estar juntas, y no importa qué obstáculos se
encuentren en su camino, encontrarán una manera de superarlas.
Me mira fijamente, sin parpadear. ―¿Es así? ―Hay un desafío
enterrado en su tono, pero no caigo el anzuelo―. ¿Es así como están las
cosas entre tú y tu francés?
Desearía que así fuera. Mi vida sería mucho más fácil ahora si ese
fuera el caso.
―Asumo, por tu discurso anterior acerca de la desesperanza del
amor, que no crees en el destino.
Mira al techo. ―Solía creer en eso. Pero después de todo lo que pasó
con Ingrid… creo que las personas que nacieron para estar juntas aun 185
así pueden terminar solas.
Si la vida fuera una novela romántica, Ingrid se daría cuenta de
que no podría vivir sin Jake y movería el cielo y la tierra para estar con
él, y los sentimientos que tengo por Derek se traducirían en una vida
sexual tan espectacular que haría llorar a los ángeles. Pero la vida no es
como una novela romántica, no importa cuánto lo deseemos.
Jake se levanta de la cama y se pone de pie. —Entonces, ¿tienes
algún género favorito? ¿Oscuro? ¿Comedia romántica? ¿Hombres con
kilts? ¿Vampiros?
Busco en su expresión burlas, pero lo único que encuentro es
curiosidad. —Uh…
Pasa un dedo por los lomos de algunos de mis otros títulos. —
Veamos qué tenemos aquí. Magistral, Solo Suya, Bienaventurada
Sumisión, Entréname. —Mi cara se está poniendo más roja cada
segundo—. Entonces, ¿te gusta el BDSM?
De nuevo, espero la burla.
Golpea mi escepticismo. —No te juzgo, Ash. Tus fetiches no son
nada de lo que avergonzarse. Excepto, por supuesto, si tu debilidad es
ser humillada, en cuyo caso deberías estar completamente avergonzada
de ti misma, sucia pervertida.
Lo dice con tanta sinceridad que me lleva un segundo registrar el
chiste. Es tan inesperado, que casi resoplo. —¿Cuánto tiempo has estado
guardando esa, esperando la oportunidad de usarla?
Lucha con una sonrisa. —Se me acaba de ocurrir. Mano a Dios. —
Se pone de pie y devuelve los libros al lugar de donde vinieron, luego da
un paso al frente, lo suficientemente cerca como para que el aire entre
nosotros se sienta cargado—. Pero en serio, si alguna vez deseas una
buena y sólida nalgada, estoy aquí para ti. Dios sabe que te mereces una.
De la nada, todo mi cuerpo se ruboriza. Trato de mantener el rostro
neutral para ocultarlo, pero puedo sentir que cada centímetro de piel,
desde el escote hasta la frente, se pone rojo caliente.
Jake lo nota, y parece sorprendido y complacido. —Interesante.
Miro al suelo, más que avergonzada. Sí, me gusta leer BDSM, entre
otras cosas, y sí, me excita la idea de que un hombre me domine, pero
hasta ese momento, no pensé en probarlo en la vida real. Pero ahora que
Jake se eleva sobre mí con esos ojos oscuros y penetrantes, las imágenes
mentales se vuelven espesas y rápidas.
Jake dándome vuelta, levantando mi vestido. Pasando sus dedos
por mi pelo mientras me golpea el trasero con la palma de la mano abierta.
Ordenándome que no me mueva mientras me desliza las bragas por las
piernas.
Jesús, cerebro, detente. Ni aquí ni ahora. Por supuesto, no delante
de él.
Me calmo y miro a Jake. No es un buen movimiento. Me mira de 186
una manera que me hace sentir completamente desnuda.
—Sé lo que quieres, Asha. Date la vuelta. —Su voz es tranquila,
pero reverbera a través de cada músculo y hueso.
¿Qué demonios está pasando? ¿En serio tiene la intención de
pegarme? Y si es así, ¿voy a dejarle?
Me mira fijamente. —De frente al espejo. Ahora.
Trago con fuerza y luego giro lentamente para mirar hacia mi
cómoda. Se acerca, y cierro mis ojos mientras toda mi espalda explota en
piel de gallina.
—Quédate quieta. —Siento las manos agarrando mi vestido.
Oh, Dios. Lo va a hacer. Me va a dar unos azotes, y hay muchas
posibilidades de que lo disfrute.
Con la mente aún tambaleante, abro los ojos y veo su mirada caer
sobre mi espalda. Luego, mi vestido se desplaza mientras tira de la
cremallera.
Lo intenta de nuevo, pero aun así, nada. —Sí, esta cosa no va a
subir. —Respiro mientras lo tira hacia abajo, exponiendo toda mi
espalda.
—Relájate —dice en voz baja—. Bromeaba sobre las nalgadas. Tal
vez. Por ahora. Pero aguanta mientras controlo la puta cremallera. —Se
inclina a mi alrededor y toma una de las velas de vainilla de la cómoda—
. Esto podría funcionar. —Hay una sensación extraña, y por sus
movimientos, me imagino que frota la vela a lo largo de los dientes de
metal. Cuando termina, lo intenta de nuevo. Hay un tirón fuerte, y luego
un sonido satisfactorio cuando la cremallera se desliza hacia arriba.
Me siento aliviada de estar completamente vestida, aunque mi
corazón todavía late con la idea de que me ponga las manos encima.
Maldito loco y estúpido enamoramiento.
Esta es la verdadera razón por la que dejaron de ser amigos,
susurra mi voz interior. Todo lo demás es solo una excusa.
Trato de apartar el pensamiento, pero persiste. Eso es lo que pasa
con la verdad. Nunca se puede enterrar por completo, por mucho que se
intente.
En la escuela primaria, a nadie le importaba que mi mejor amigo
fuera un chico. El hecho de que tuviéramos genitales diferentes nunca
fue un obstáculo. Pero todo cambió durante la pubertad. De una forma
u otra en la vida, los genitales siempre se convierten en un obstáculo.
Palabras con las qué vivir.
Fuerzo la respiración y murmuro un agradecimiento a Jake.
—Cuando quieras. —Cuando miro hacia arriba, me mira en el
espejo—. No lo malinterpretes, porque sigues siendo una de las personas
más molestas que he conocido, pero… —Nos miramos a los ojos—. Te 187
ves… bien. —Arruga la cara y suspira con fuerza—. Increíble, de hecho.
Hermosa.
Un escalofrío me atraviesa. No creo que Jake haya dicho que me
veo hermosa antes. Podría acostumbrarme a ello.
—Bueno —digo—, toma esto con un grano de sal, porque si tu ego
se expande más vamos a tener que mudarnos a un planeta más grande,
pero… tú también.
Hay un cambio extraño en el aire, y tengo un destello de cómo
habría sido todo si las cosas hubieran sido diferentes en el pasado.
Durante muchos años, le he culpado de todo lo que nos ha ido mal,
porque era más fácil que enfrentarme a los defectos que había dentro de
mí. Pero cuando me mira como lo hace ahora mismo, y puedo ver el dolor
que vive detrás de sus ojos, me maldigo por no tomar decisiones
diferentes.
Sé que todos nos mentimos a nosotros mismos a veces porque la
verdad nos asusta, pero mientras que algunas mentiras son
intrascendentes, otras pueden ser tan grandes, que cambian los
cimientos de quién eres. Las mentiras que me he estado contando a mí
misma acerca de Jake crean cambios totales en los cimientos, y sé que
en poco tiempo, van a causar un terremoto.
—¿Qué nos ha pasado, Ash? —dice en voz baja—. Solíamos pensar
que seríamos amigos para siempre. Soñamos tanto que nos dañó el
cerebro. Y ahora… lo más grande que tenemos en común estos días es
nuestra ira, y no tengo ni idea de cómo cambiar eso.
Me golpea una ola de vértigo. Siento que estoy parada en un
precipicio, y por mucho que no quiera caer, sé que lo haré. ¿Cómo es
posible sentir tantas emociones contradictorias sobre un solo hombre?
¿Cómo puedo amarlo y odiarlo al mismo tiempo? ¿Cómo puedo querer no
volver a verlo nunca más y rogarle que nunca se aleje de mi lado?
Si solo hubiera una manera de restablecer nuestra relación. Borrar
todas las cosas hirientes que hemos dicho y hecho y empezar de nuevo.
Reiniciar todos nuestros arrepentimientos.
Jake mira hacia abajo por un segundo, y se pasa la mano sobre su
mandíbula. —Escucha, Asha, yo…
Lo interrumpen unos golpes fuertes.
—Policía. ¡Abran!
Bajo la cabeza. Maldita seas, señora Levine.
—Mantén ese pensamiento —digo, antes de girar hacia la puerta—
. Enseguida vuelvo. No toques nada.
Me dirijo hacia el pasillo y abro la puerta para revelar a una mujer
policía negra. Al asomar la cabeza, puedo ver a su compañero trabajando
en las puertas al otro lado del pasillo.
—Buenas noches, señora —dice asintiendo—. Ha habido un
informe de un hombre extraño vagando por el edificio, molestando a los 188
residentes. Solo me pregunto si lo ha visto. El sospechoso es descrito
como… —Lee de su cuaderno de notas—. Un metro noventa, cabello
oscuro, complexión musculosa, con esmoquin. —Me mira—. ¿Ha visto a
alguien que se parezca a esa descripción? Y si es así, ¿puede apuntarle
en mi dirección? —Emite una risa fuerte que me hace sonreír.
—Siento que le hayan llamado por una falsa alarma, oficial. La vieja
señora Levine vio a mi amigo Jake en el pasillo y… bueno, se asusta
fácilmente y tiene el precinto local en marcación rápida.
Mira a la puerta de la señora Levine y luego me mira a mí. —Ya
veo. Entonces, ¿este Jake está en su apartamento?
—Sí.
Baja la voz. —Señora, si está en apuros o es retenida contra su
voluntad, parpadee dos veces.
Frunzo el ceño. Estoy un poco nerviosa, pero no es a lo que ella se
refiere.
—Estoy bien, de verdad. Esto es solo un malentendido. Mire, se lo
mostraré —grito—: ¿Jake? ¿Puedes venir aquí, por favor?
Después de unos segundos, Jake sale al pasillo y camina hacia
nosotras. Oigo a la oficial murmurar en voz baja—: Querido Dios del
Cielo.
Se detiene a mi lado y asiente. —Oficial. ¿Todo está bien?
La oficial lo mira fijamente. —Oh, sí. Todo está en ooorden. ¿Están
casados?
Casi me ahogo con la lengua. —Dios, no.
—¿Saliendo?
—No.
—Entonces, ¿amigos?
—No —dice Jake, enfáticamente.
—Eh —dice la mujer policía—. Así que, es usted soltero.
Jake frunce el ceño. —Técnicamente.
—Ya veo. —Lo mira con asombro.
Sí, lo comprendo, señora.
—Bueno —dice, sonriendo—. Será mejor que me vaya. Lamento
molestarlos, amigos. Que tengan una buena noche, ¿vale?
Después de que se va, cierro la puerta y me giro hacia Jake.
Tiene las manos en los bolsillos y los hombros encorvados. —
Tenemos que ponernos en marcha. Agarra tus cosas.
Noto su cambio de tono. —Espera, ¿estás enfadado porque la
señora Levine llamó a la policía? Porque probablemente volverá a 189
suceder. La próxima vez, solo di que eres Rock Hudson y termina con
esto.
No me mira. —Asha, se nos hace tarde. Vamos.
—De acuerdo. —Me dirijo a mi habitación y me pongo los zapatos,
pero cuando voy a agarrar el bolso, me detengo. La pila de cuadernos está
descubierta y una de ellos está en la cama.
Oh, Dios, no.
Recuerdo el día en que garabateé el título en la portada con un
bolígrafo negro y grueso. “100 COSAS QUE ODIO DE JACOB STONE”.
Fue el día en que finalmente acepté que mi ex mejor amigo se fue para
siempre. Había llorado tanto. Lloré no solo porque le echaba tanto de
menos, que me dolía todo, sino porque sabía… sabía que podría haberlo
arreglado si lo hubiera intentado. Si hubiera hecho las cosas de otra
manera. Si hubiera dejado de tener miedo.
—Me sorprende que solo se te ocurrieran cien. —Me doy la vuelta
para ver a Jake de pie en la puerta, con la cara cubierta de sombras—.
¿O hay una secuela en ese montón en alguna parte?
Un zumbido de ansiedad comienza en mis venas. Este libro era solo
para mis ojos. Era un confesionario privado. Auto-hipnosis.
—¿Cuánto leíste?
Se acerca y lo recoge. —Solo lo he hojeado, pero eso fue suficiente.
—Lo agarra tan fuerte que la tapa se deforma. Quiero arrebatárselo y
quemarlo, pero el daño ya está hecho.
—Jake, puedo explicarlo. —¿Puedes?, susurra una voz amarga.
Apenas puedes admitir la verdad ante ti misma, y mucho menos ante él.
Abre el libro de golpe. —Número uno: Odio su cara. La forma en
que es capaz de hacer que cada expresión sea una especie de burla. Dos:
Sus ojos. Ya ni siquiera son marrones. Solo el negro más puro, como su
alma. Tres: Su estúpida e inteligente boca. Siempre vomitando desprecio
y sarcasmo. Quiero abofetearlo la mayoría de los días. Retractarle las
palabras de un golpe en los labios. Hacerlo sangrar. —Me echa un
vistazo—. Esto continúa por un rato. No hablas de mis uñas, pero aparte
de eso, cubres todos mis rasgos físicos.
—Jake…
—No me detengas ahora. Después de eso, realmente encontraste
tu ritmo. —Voltea unas cuantas páginas hacia adelante—. Número
veintisiete: Odio la forma en que me mira, como un asesino en serie que
sueña con pelar la piel de su víctima. ¿No sabe que ya me ha desollado
hasta los huesos? ¿Cómo puede no entender que, por su culpa, solo soy
una gigantesca herida andante?
—Jake, para.
190
—Espera, estoy llegando a mi favorita. —Su ira se muestra en su
voz, y sus movimientos son espasmódicos y rígidos—. Número treinta y
tres: Odio su corazón. Su corazón negro, marchito y tóxico, incapaz de
amar y tener compasión. —Se detiene y aprieta la mandíbula, con los ojos
fijos en la página—. No me extraña que no tenga amigos. ¿Quién diablos
querría estar con ese monstruo despreciable y despiadado? —Mi garganta
se cierra cuando me mira. Lo he visto sufrir antes, pero nada como esto.
Su expresión es un retrato de dolor y traición.
—Monstruo despreciable y despiadado. —Lo dice suavemente, con
un aire de reverencia—. Vaya. Creo que nunca he entendido lo mucho
que me odiabas hasta ahora.
Doy un paso adelante, desesperada por explicarle. —Jake, eso no
es lo que yo… todas esas cosas, ni siquiera son reales. Cuando lo escribí,
era joven, amargada y… estúpida. Se sintió bien arrojar basura sobre las
páginas. Me ayudó a respirar. ¿Nunca escribiste cosas desagradables
sobre mí durante ese tiempo?
—No. —Arroja el libro en la cama—. Estaba enfadado contigo.
Nunca te odié. —Me mira fijamente durante unos segundos, como si
fuera a decir otra cosa. Entonces rompe el contacto visual y se vuelve
hacia la puerta—. Vámonos. Vamos a llegar tarde. El coche espera fuera.
—Sale a la sala de estar.
—Jake… espera…
Para cuando cojo mi bolso, y me apresuro a entrar al pasillo, la
puerta principal está abierta, y se ha ido.
18
Memorable
Traducido por Anna Karol & AnnyR’
Corregido por Pame .R.

A medida que entramos en el hotel, me cuesta seguir los pasos


largos de Jake. El viaje fue silencioso y tenso. Me disculpé varias veces y
traté de atraerlo a una conversación, pero él solo miró por la ventana y
dio respuestas de una sílaba.
Me siento mal de que él leyera ese diario, pero ahora mismo
tenemos trabajo que hacer, y tengo la intención de asegurarme de hacerlo
bien. 191
Reviso el correo electrónico de Sid y me muevo tan rápido como me
permiten mis tacones. —El consejo de Sid para las fotos es no moverse
demasiado. No tienes que sonreír, pero si lo haces, asegúrate de que sea
sincero. Si hacen preguntas, solo responde aquellas con las que te sientas
cómodo. Si decides no responder, se educado al respecto.
—Entiendo.
—Si tienes algún problema, solo mírame e intervendré.
Se detiene de repente y extiende su brazo hacia mí. Lo miro con
sorpresa.
—Sólo tómalo —dice—. Verte galopar detrás de mí como una jirafa
bebé es molesto.
Deslizo el brazo por el suyo e ignoro los hormigueos que se
producen mientras continuamos a un ritmo más moderado.
—Eden y Max también te han incluido en algunas actividades
divertidas, y Sid quiere que participes. Habrá fotógrafos dando vueltas
toda la noche, y quiere que estés en la mezcla.
—Genial. ¿Tengo que parecer que me estoy divirtiendo?
—Preferiblemente.
—Entonces será mejor que te mantengas trayendo alcohol.
Cuando llegamos a la alfombra roja fuera del salón de baile, me
asombra el número de personas que se arremolinan alrededor. Hay un
mar de vestidos de noche y trajes de cena, la emoción y la energía son
palpables.
—Mierda —dice Jake en voz baja—. ¿Quieres que me meta en eso?
¿No puedo pasar por un buen mesero o algo así?
Le aprieto el brazo. —Estarás bien. Solo permanece calmado.
—¿Así que no debería mirarlos como un asesino en serie que sueña
con arrancarles la piel? Maldita sea.
Su sarcasmo está en su punto más alto, y no puedo decir que lo
culpo. Si hubiera leído algo tan desagradable de mí, también estaría
enojada. Es solo una capa más de basura de la que nunca hemos
hablado, y se siente como si nuestro patrón de clima emocional
tumultuoso se estuviera convirtiendo en un huracán.
Cuando una de las mozas de la alfombra roja nos ve, guía a Jake
para que se pare frente a una marquesina de Romance Central. Tan
pronto como él está allí, los flashes se vuelven locos. Hay paparazzi en
todas partes, y Sid debe haber trabajado su magia para prepararlos sobre
el Profesor Feelgood, porque de inmediato, la gente grita su nombre.
—¡Jacob! ¡A tu izquierda! ¡Gira a la izquierda, amigo! ¡Vamos, Jacob!
—¡Profesor Feelgood! ¡Aquí! ¡Más a la derecha! ¡Genial! ¡Mantenlo
ahí!
192
Después de algunos entrecerrar de ojos en la lluvia de flashes, Jake
se encarga de la atención sorprendentemente bien. Se compone y se mete
las manos en los bolsillos como un profesional. Para alguien que nunca
ha estado en este tipo de ambiente antes, estoy impresionada con la
paciencia con la que se pone al mando y toma la dirección.
—¡Así! ¡Jacob! ¡Aquí!
Me coloco detrás de él, tratando de parecer profesional y en control.
Por dentro, me estoy volviendo loca. Por todas partes que miro, hay gente
famosa. En este momento, Jake comparte la alfombra roja con tres
ganadores del Oscar, dos artistas de grabación ganadores de dos premios
Grammy y una ex primera dama. Sabía que Max tenía un montón de
clientes de alto perfil, pero esto es ridículo.
—¡Jacob! ¿Podemos tener una foto contigo y tu novia? Tráela.
Me preparo para decirles que no soy su novia cuando Jake dice—:
Ven aquí. —Toma mi mano y me empuja hacia su costado—. Sid dijo
específicamente que quería fotos con los dos, así que imagina que soy
uno de los chicos de tus novelas románticas en lugar de un monstruo y
sonríe. —Pasa su brazo alrededor de mi cintura y el calor de su mano me
pone la piel de gallina.
Al contrario de lo que dijo antes, Jake mira a cada fotógrafo como
si quisiera asesinarlos. Por suerte, para él es un trabajo intenso y
enojado, y no me pierdo el desfile de miradas de aprobación que recibe
de los transeúntes.
Finalmente, cuando me empiezan a doler las mejillas, un miembro
del personal nos lleva a las enormes puertas dobles del salón de baile.
Cuando entramos, nos quedamos boquiabiertos ante la habitación.
—Maldición —dice Jake, asimilando todo.
La sala está llena de actividad, y donde quiera que mire, hay algo
nuevo y fabuloso. En el techo, una docena de artistas cuelgan de largos
tramos de seda; alrededor del salón hay un campo de tiro con arco digital
adornado con cupidos de neón, y en la parte delantera hay un escenario
enorme con una orquesta y una pista de baile. Con todo, es como una
mezcla entre un carnaval de alta tecnología, un club de cena, la cueva de
juerga y el Cirque du Soleil.
—Increíble —dice Jake.
Lo miro, y por una vez es fácil ver al chico que solía ser dentro del
cuerpo del hombre que es ahora. Una vez lanzaron fuegos artificiales en
un parque cerca de nuestro vecindario, y Jake y yo nos arrastramos hasta
el techo de mi porche para mirarlos. Era la primera vez que cualquiera
de nosotros había visto fuegos artificiales, y la expresión de su rostro en
esa época refleja cómo se ve ahora.
Cuando se da cuenta de que lo miro fijamente, frunce el ceño. —
¿Qué?
—Nada. Es solo que... 193

Se vuelve hacia mí. —¿Solo que qué?


De vez en cuando recibo un destello de mi mejor amigo de la infancia,
y me deja con una punzada de anhelo tan severo que me quita el aliento.
—Nada. No importa.
Mira por un segundo, luego sacude la cabeza y se da vuelta. —
Entonces, ¿quién demonios son todas estas personas?
—Clientes de Romance Central. Un grupo de solteros de Nueva
York. Gente que busca amor.
—¿Y creen que una aplicación les va a ayudar a encontrarlo?
—Probablemente han intentado todo lo demás. ¿Qué tienen que
perder?
—Todo.
Mi atención se dirige a un hombre alto frente a nosotros que parece
familiar. Cuando se da vuelta, me sorprende ver que es Toby. Estoy
acostumbrada a ver su rostro enmarcado por su pelo largo y enmarañado
y su barba incipiente desarreglada, y nunca lo he visto con nada más que
vaqueros ajustados y cárdigans. Pero en algún momento entre cuando lo
vi esta tarde y ahora, se ha cortado el cabello y su cara está recién
afeitada. No solo eso, tira del cuello de un elegante traje.
Objetivamente, es un bebé total.
—¡Toby! Hola.
Me ve y sonríe. —¡Hola, Ash! Te ves increíble, como siempre.
—Igualmente. ¿Tuviste un cambio de imagen?
Se mira a sí mismo. —Oh, sí. Un amigo dijo que necesitaba ser más
sofisticado para esta noche. —Señala el traje—. De ahí esta
monstruosidad. Tengo la corazonada de que este cuello intenta matarme,
pero ¿qué sé yo?
Mira a Jake. —Hola, soy Toby Jenner. Tú debes ser Phillipe. He
escuchado mucho de ti.
Jake toma su mano. —Encantado de conocerte, pero no soy el
novio. —No dice “gracias a Dios”, pero está implícito en su tono.
—Es Jake Stone, Tobes —le digo—. Trabajamos juntos en un libro.
Toby se ve aliviado por un segundo antes de que el reconocimiento
aparezca. —Espera, eres el Profesor Feelgood, ¿verdad? Hay un montón
de chicas en el trabajo que están obsesionadas contigo.
Jake sonríe, pero parece forzado. —Uh... diles hola de mi parte.
—Esta aplicación FPS es una creación de Toby —le digo a Jake—.
Es un genio.
Toby sacude la cabeza. —No realmente, pero gracias de todos
modos. Solo espero que ayude a unir a la gente. De eso se trata la vida,
¿verdad? Encontrar conexiones significativas. —Nos invita a seguirlo—. 194
Vengan y los prepararé. —Nos lleva a un banco de pantallas y, después
de guiarnos a configurar la aplicación en nuestros teléfonos, señala un
gráfico.
—Entonces, todo se basa en un nuevo tipo de algoritmo que he
desarrollado y que puedes usar para probar diferentes tipos de
compatibilidad. —Desliza la imagen—. El primer paso es completar el
cuestionario, pero esto es lo verdaderamente revolucionario. —Sostiene
lo que parecen ser pegatinas de plástico transparente con un patrón de
lámina de plata en su interior. Quita las pegatinas y las coloca en la parte
posterior de nuestros celulares—. Cualquier aplicación puede crear una
coincidencia probable basada en variables aleatorias. Eso es fácil. Pero lo
que no pueden explicar es la química. Nadie sabe realmente por qué nos
atraen ciertas personas. Pero con esta película biológica en la palma de
tu mano, la aplicación leerá tus reacciones biológicas y electroquímicas
a alguien y las agregará a las ecuaciones de compatibilidad.
Nos devuelve nuestros teléfonos y luego saca el suyo. —Así que,
para demostrar, Ash, abre tu aplicación. —Cuando está abierta, toca
algunas configuraciones en ambos aparatos—. Y ahora, simplemente nos
paramos juntos. —Se mueve hacia adelante hasta que casi nos
tocamos—. Solo sigue respirando. Tardará unos treinta segundos.
Miro fijamente el pecho de Toby y espero a que el lector biológico
haga su trabajo. Se siente extraño estar tan cerca de él. No es
desagradable, pero tampoco cómodo.
—La aplicación está leyendo los cambios en nuestra frecuencia
cardíaca, patrones de respiración, presión arterial, producción de
feromonas, etcétera, y luego... —Ambos teléfonos suenan al mismo
tiempo.
Toby lee su pantalla. —Está bien, entonces, esto no será una
sorpresa, pero me siento extremadamente atraído por ti, y... —Mira mi
celular—, tú... no estás muy atraída por mí.
Echo un vistazo al círculo azul que parpadea “62/100”.
Toby se encoge de hombros. —Para ser honesto, eso es mejor de lo
que esperaba.
Le doy una sonrisa —Bueno, te ves muy bien esta noche.
Creo que veo un indicio de rubor cuando señala otra función en la
pantalla. —Cuando agregas tu puntuación de atracción a los resultados
de tu cuestionario, obtienes tu compatibilidad general, y luego, shazam.
Estás en el camino para encontrar a tu alma gemela.
El teléfono de Toby suena, y después de revisar la pantalla, suspira.
—Bueno, no hay descanso para los impíos. El jefe me necesita, así que
tendré que ponerme al día con ustedes más tarde. Que se diviertan.
Agito una mano mientras se mueve a través de la multitud. —Adiós,
Tobes. Gracias.
195
Cuando miro a Jake, él frunce el ceño hacia su celular.
—¿Qué pasa?
—Nada. Solo hago mi cuestionario como una oveja buena. —Su
estado de ánimo es todavía oscuro. Ojalá supiera cómo aligerarlo.
Podrías retroceder en el tiempo y hacer diferentes elecciones.
Voy al cuestionario en mi teléfono y trabajo en él. —¿Qué pasaría
si encontraras a alguien aquí esta noche que fuera tu pareja perfecta?
¿Saldrías con ella?
—No.
—¿Por qué no?
—Porque aún me estoy recuperando de la última persona que
pensé que era mi pareja perfecta.
Me recuesto contra el banco, y ambos estamos silenciosos mientras
respondemos las preguntas. Cubre una amplia gama de temas y
situaciones hipotéticas. No estoy segura de cómo engrana todo para
formar un perfil de personalidad, pero según Eden, Max es un experto en
esto. Sin duda, trabajó en conjunto con Toby para desarrollar todo el
asunto.
Después de unos minutos, Jake suspira profundamente. —Hecho.
¿Por qué siento que acabo de tener un examen de próstata?
Termino mi pregunta final y presiono “Completo”. —Supongo que
quieren la mayor cantidad de información posible para obtener una
predicción precisa. —Estoy tentada a ver qué tan compatibles somos,
pero me temo que saber será peor que la feliz ignorancia.
Jake detiene a un camarero que pasa y toma dos copas de
champaña antes de darme una. Ambos bebemos profundamente y luego
nos quedamos en silencio, observando la acción en la habitación. Odio
que las cosas estén tan tensas entre nosotros. Maldita yo por tener esos
cuadernos fuera, y maldito él por encontrarlos.
—¿Cuánto tiempo tenemos que soportar esto? —pregunta Jake—.
¿Y qué tan borracho puedo ponerme?
Veo a la gente mezclarse y chocar teléfonos. Parece que todos
menos nosotros dos la estamos pasando bien. —Sid quiere que nos
quedemos un par de horas.
—No la fiesta —dice, girándose hacia mí—. Nosotros. La forma en
que estamos juntos. Es agotador.
Estoy sorprendida. Me he lamentado tanto por nuestras disputas,
no me di cuenta de que él sentía lo mismo.
—Tal vez tenías razón en que necesitaba un editor diferente —
dice—. Esperaba que hubiera pasado suficiente tiempo para que nos
olvidáramos de toda la mierda por la que hemos pasado, pero me
equivoqué.
Me pongo más tensa con cada palabra que dice, lo cual es una 196
locura. Ayer, me hubiera encantado dejar este proyecto y alejarme de él,
pero ahora que sucede, se siente terriblemente mal.
—¿Es por el diario? Porque si quieres que me disculpe de nuevo, lo
haré.
Mira su copa vacía. —El diario es un síntoma, no la causa. Pensé
que podía mantener toda la angustia de nuestro pasado como ruido de
fondo mientras trabajábamos juntos, pero... no puedo. Es ensordecedor.
Cada vez que estoy cerca de ti, no puedo escuchar nada más. Por eso no
puedo escribir.
—Jake, ha sido un día. Tenemos que encontrar nuestro equilibrio.
Mañana será mejor.
Me mira —¿Lo será? ¿O simplemente continuaremos dejando que
nuestros problemas nos arrastren en círculos?
—Si ambos intentamos encontrar una mejor manera, entonces
absolutamente no. No sé sobre ti, pero odio estar enojada contigo todo el
tiempo.
Esboza una sonrisa amarga. —He estado enojado contigo por tanto
tiempo, no sé cómo parar.
—¿Has probado?
—Sí. ¿Tú?
Quiero decir que sí, pero sé que no es cierto. Una parte de mí ha
evitado soltar mi ira, porque cuando se haya ido, tendré que lidiar con
todo un mundo de sentimientos que no estoy preparada para enfrentar.
¿Es mi ira incluso real? ¿O es el nombre que le he dado a la sensación de
mi corazón tratando de sacar el dolor y la pérdida?
Agarro el brazo de Jake y lo empujo hacia la barra en la esquina
más alejada de la habitación. —Ven.
—¿A dónde vamos?
—Vamos a hablar de todo lo que hemos hecho el uno al otro y ver
si finalmente podemos cerrar esto. Pero antes de que eso suceda, voy a
necesitar una verdadera bebida.

***

Todos recuerdan su infancia de manera diferente. Tengo algunas


instantáneas de sonrisas y helados derretidos en verano, o corriendo por
el parque y columpiándome de ramas de árboles que probablemente ya
no existan. En esos rápidos flashes cinematográficos, soy feliz. Pero no
cuentan la historia completa.
La mayoría de mis recuerdos son más difíciles de recordar y no tan 197
divertidos. Esas imágenes son oscuras y granuladas; un filme de cine de
una niña que lucha por encontrar su camino en un mundo que parecía
seguir quitándole cosas y personas sin devolverle nada.
Hay muy pocas personas que aparecen en ambas versiones de mi
memoria, pero Jake es uno de ellos. Jake el mejor amigo, fue quien me
hacía reír, y se balanceaba desde las ramas más altas de lo que jamás
me hubiera atrevido a alcanzar. Y Jake el protector, estuvo allí cuando
mi papá se fue; cuando mi mamá murió; cuando los momentos de
melancolía me golpeaban tan fuerte, que todo lo que podía hacer era
acurrucarme en una bola y desaparecer por un tiempo.
Y ahora, cuando recuerdo esos momentos, me golpea una
abrumadora sensación de tristeza, porque nuestra amistad fue muy fácil,
asumí que así eran todas las conexiones: instantáneas y poderosas. Y si
arruino las cosas esta noche, nunca volveré a tener un amigo como él. Y
eso sería trágico.
Con la esperanza de ayudar a facilitar nuestra intervención auto
infligida, estamos bebiendo tragos de tequila.
—¡Ya!
Golpeamos nuestros vasos en la barra antes de meternos cuñas de
limón en la boca y chupar.
—¿Hay una regla sobre cuánto alcohol debemos consumir antes de
abordar nuestro trauma emocional? —pregunta, dejando caer la lima en
su vaso—. Porque todavía no siento la necesidad de compartir.
Le hago un gesto al barman para que traiga otra ronda. —Tal vez
hay una fórmula. ¿Un trago por cada año que hemos estado separados?
—¿Entonces qué? ¿Seis tragos cada uno? Después de tanto tequila,
no podría encontrar mi trasero con ambas manos, y mucho menos
mantener una conversación coherente.
Quiero comenzar el proceso, pero siento que estoy corriendo por un
campo minado. Si digo algo incorrecto, es muy probable que Jake piense
menos de mí de lo que ya lo hace, lo que apestaría.
Jake se ve igual de incómodo. —¿Por qué demonios esto es tan
difícil?
Porque hay mucho en juego.
—¿Profesor Feelgood? —Un grupo de mujeres jóvenes se acercan a
Jake—. Lamento molestarte, pero somos grandes fans. ¿Te importa
tomarte algunas fotos con nosotras?
Jake me mira sorprendido y luego se vuelve hacia ellas. —Eh… está
bien. ¿Por qué no? —Debe ser extraño para él pasar de ser anónimo a
desenmascarado. Y la cantidad de personas que lo reconocen solo
aumentará.
La chica líder se acerca a mí y me tiende el teléfono. —¿Podrías? —
De repente, otros cinco aparatos me son dados.
198
—Claro.
Las chicas se amontonan a su alrededor, hablando de cuáles son
sus poemas favoritos y posando cada vez que levanto una cámara. Sé por
qué se sienten atraídas por él, pero ninguna de ellas tiene idea de quién
es realmente. O su corazón.
Eso es algo que yo solía saber.
—La última. —Levanto el celular e ignoro la tensión que está
comenzando a infectar todas mis extremidades. La nostalgia no logra más
que cuestionarte cada decisión horrible que hayas tomado.
—¡Ash! —Me volteo para ver a Eden caminando hacia mí. Jake se
da cuenta y parece aliviado de tener una excusa para liberarse de las
damas.
—¡Oye! —dice Eden mientras le doy un abrazo—. Te ves hermosa.
—Cuando se aleja, le da a Jake una mirada no tan sutil—. Bueno, bueno.
El pequeño Jakey Stone ha crecido. —De alguna manera, se las arregla
para parecer amistosa e intimidante.
Jake inclina su barbilla. —Eden. Me alegro de verte de nuevo.
Mientras crecía, Eden trataba a Jake como a un hermano pequeño,
es decir, lo antagonizaba mucho. Para ser justos, dio lo mejor que pudo,
pero siempre estuvo claro que tenían un verdadero afecto el uno por el
otro. Desafortunadamente, su relación fue un daño colateral cuando él y
yo nos peleamos. Es extraño verlos interactuar de nuevo.
—Si planeas ser un idiota con mi hermana otra vez, avísame lo
antes posible, porque los sicarios son caros y tendré que empezar a
ahorrar.
Jake le da una sonrisa cansada. — Algunas personas nacen idiotas
y otras desarrollan su idiotez. Me estoy esforzando por no ser ni lo uno
ni lo otro.
—Bien. —Me mira—. El universo ha trabajado duro para reunir a
los gemelos maravilla de nuevo. No lo arruines.
Jake suspira. —Es más fácil decirlo que hacerlo.
Un camarero nos ofrece una bandeja de cócteles y todos tomamos
uno. Mi límite se acerca rápidamente, así que necesito hacer que esta
bebida dure.
—¡Chicos! ¡Por aquí! —grita Eden a alguien detrás de nosotros, y
cuando me giro, veo a Max y a Derek caminando hacia nosotros.
Oh, Señor.
Tan pronto como Derek me ve, sus ojos se iluminan, pero luego
mira a Eden para asegurarse de que ella no se dio cuenta. Mantener
nuestro secreto esta noche no será tan divertido. Tratar con Jake está
tomando toda mi energía. Casi me olvidé de mi otra misión.
Después de que Eden y yo saludamos a los chicos, le hago un gesto 199
a Jake. —Uh, Max… él es Jacob Stone, nuestro último autor de Whiplash.
Jake, él es el novio de Eden y CEO de Central Romance, Max Riley. Es
quien organizó este increíble evento.
—Bueno, he tenido mucha ayuda. —Max extiende su mano y Jake
la sacude—. Hola, Jake. Es bueno conocerte finalmente.
—Y él es el jefe de Eden y… eh… el principal patrocinador de esta
noche, Derek Fife. —No sé por qué estoy tan nerviosa al presentarle a
Jake a Derek. Por alguna razón, se siente como un desastre esperando a
suceder.
Los dos hombres se dan la mano y Derek asiente solemnemente a
Jake. —Felicitaciones por el acuerdo del libro, Jake. Asha me ha dicho
que eres muy talentoso.
Jake parece sorprendido de que lo haya mencionado. —Eh…
gracias. Es agradable escuchar eso.
Mientras Max y Eden atraen a Jake a una conversación sobre su
fama de Instagram, Derek aprovecha la oportunidad para inclinarse
hacia mí y susurrar—: Dios mío, estás impresionante. Me quitas el
aliento.
Sonrío y le respondo con un susurro—: No te ves tan mal. —Él
realmente llena su esmoquin hermosamente.
A escondidas extiende su teléfono para que lo choque levemente.
—Solo por diversión.
Echo un vistazo para asegurarme de que los otros tres no están
mirando, luego saco mi teléfono y lo golpeo contra el suyo. Hay un “ping”
tranquilo, y verifico los resultados.
—Noventa y uno por ciento —digo, mi corazón se hunde. Una parte
de mí esperaba que me estuviera imaginando lo bien que estábamos
juntos, porque entonces, la reacción de mi cuerpo podría racionalizarse.
Pero no. Somos exactamente tan compatibles como pensaba. Maldición.
—Uh —dice Derek—. De hecho, pensé que sería más alto. —Desliza
su celular en su bolsillo—. Solo falta una hora para que podamos
escabullirnos. No puedo esperar para dejar de fingir. Finalmente.
Tomo un trago de champaña. —Lo mismo. —Ahora que estamos
aquí, mis nervios empiezan a notarse, pero no puedo controlarme ahora.
La terapia de aversión puede ser mi única oportunidad de borrar esta
estúpida peculiaridad. He visto a los aracnofóbicos someterse a que las
tarántulas se arrastran por todas partes de ellos, o que las personas con
miedo a las alturas desciendan por un edificio. Solo tengo que
desnudarme con un hombre atractivo sin perder la cabeza. Fácil.
Cuando miro a Jake, él frunce el ceño y mira a Derek. Luego
levanta sus cejas hacia mí.
Oh, mierda.
Bebo el resto de mi bebida y suspiro. En las palabras inmortales 200
de La guía del viajero intergaláctico, no entres en pánico. Tal vez él
mantendrá su boca cerrada y no causará problemas. Y quizás me crezca
ese tercer brazo que siempre he querido.
—Tendremos que encontrarnos con ustedes más tarde —dice
Eden—. Es casi la hora de que Max pronuncie su discurso, y Derek,
tienes que relajar tus músculos de sonrisa atrofiados para cuando él te
lo agradezca.
Derek le frunce el ceño. —¿Te pago extra por ser una listilla
insoportable?
—No —dice con una sonrisa—. Estoy feliz de proporcionarte eso de
forma gratuita.
—Qué suerte la mía.
Después de que todos se despiden, Derek se demora por un
segundo. —¿Nos vemos más tarde?
Asiento, consciente de que Jake mira. —Ajá. Estaré cerca.
Cuando se van, puedo sentir los engranajes mentales de Jake
trabajando. Gesticulo hacia el escenario. —Deberíamos escuchar el
discurso de Max, y luego, podemos hablar. —Sin esperar su aprobación,
me muevo entre la multitud.
Se pone a mi lado. —Supongo que tu hermana no sabe que te tiras
a su jefe.
—¿Cómo podrías saber eso?
—Porque tengo ojos en mi cabeza y no tienes cara de póquer.
—Jake…
—¿Le has mentido a Eden? ¿Entiendes lo molesta que estará
cuando se entere?
—Sí, así que te agradecería que no dijeras nada. Le diré cuándo sea
el momento adecuado.
—¿El cuál será cuándo? ¿En el día de tu boda? ¿Tal vez en el
nacimiento de tu primer hijo?
—No seas ridículo.
Las luces se atenúan cuando se enciende un foco en Max que está
de pie en un podio en medio del escenario. Todos aplauden.
—Buenas noches a todos —dice Max con una sonrisa—. Quiero
agradecerles por venir al lanzamiento de la nueva aplicación de
emparejamiento de Romance Central, Felices por Siempre, o FPS. En
Romance Central, creemos que todos merecen ser amados, y con FPS,
podemos ayudar a encontrar a su pareja perfecta.
Jake y yo nos paramos en el borde de la pista de baile y nos unimos
a otra ronda de aplausos. Mientras Max habla, veo a Eden a un lado del
escenario, sonriéndole.
—Si aún no han probado la aplicación, los invitamos a bajar a la 201
estación técnica cerca de la pista de baile y permitir que uno de nuestros
asistentes los lleve a través del proceso. Nunca sabes. Tu alma gemela
podría estar en esta misma habitación.
Otra ronda de aplausos, ésta más fuerte que las otras.
Derek está de pie junto a Eden, y ante la mención de las almas
gemelas, me mira y sonríe.
Le devuelvo la sonrisa, pero se siente forzada.
—Un enorme agradecimiento a nuestro genio tecnológico residente
que desarrolló la aplicación, Toby Jenner, y se la dio a nuestro principal
patrocinador, Derek Fife, de la revista Pulse. —Derek saluda a la
multitud.
Max continúa hablando sobre algunas de las características de la
aplicación, pero no puedo dejar de pensar en todo lo que podría salir mal
esta noche. Siento que estoy en un programa de juegos.
Continuar mintiéndole a Eden acerca de mi novio, o decirle la verdad
y discutir con ella en un evento de alto perfil.
Manejar tener un orgasmo increíble con Derek, o correr gritando
desde su habitación y registrarme en un convento de monjas.
Resolver las diferencias con Jake, o perderlo de mi vida, para
siempre.
Me froto la sien. Demasiados machetes en el aire.
—Los obstáculos que nos impiden encontrar el amor son muchos
—dice Max—. Y muchos de ellos están dentro de nosotros mismos. Si
tienes problemas para mantener una relación duradera, puede ser debido
a un evento en tu pasado. Y ni siquiera tiene que ser un asunto
romántico. Podría ser algo no resuelto con un amigo o familiar.
Sin pensarlo, miro a Jake, solo para encontrar que me está
mirando.
Sí. Eso tiene sentido.
—Es por eso que FPS viene equipado con una línea de ayuda que
te conectará con uno de nuestros terapeutas calificados. Varios de ellos
están aquí esta noche, así que si creen que hay algo que los está
frenando, búsquenlos.
¿Una aplicación de citas que ofrece ayuda profesional? Eso es muy
brillante.
Max sale de detrás de su podio y llega al frente del escenario. —
Ahora, para ayudarme a demostrar algunas de las características de la
aplicación FPS, voy a pedirle a uno de nuestros invitados especiales que
se una a mí en el escenario. Es un hombre que ha sido lo suficientemente
valiente como para compartir sus problemas de relación con sus tres
millones de seguidores en Instagram, y pronto será un autor publicado.
¡Por favor, démosle un aplauso al Profesor Feelgood, Jacob Stone!
202
Jake se vuelve hacia mí cuando la multitud se vuelve loca. —
¿Hiciste esto?
—No —le digo, horrorizada en su nombre—. Creo que esta es una
de esas actividades que mencioné anteriormente. O bien, Max está
tratando de darte publicidad gratuita.
—Me acaba de conocer. ¿Cómo puede odiarme ya?
La multitud comienza a cantar “Feelgood” y Jake se pasa la mano
por el pelo. —Jodido infierno. —Toma una respiración y se dirige al
escenario, y tan pronto como las damas en la audiencia consiguen un
buen vistazo, comienzan a gritar.
Jesús, pensarías que nunca habían visto un hermoso poeta
enamorado antes. Contrólense, señoras.
Jake hace un gesto tímido cuando cruza el escenario para
estrechar la mano de Max.
—Gracias por ayudar, Jake.
—Sí, no hay problema. —Suena relajado, pero su rostro dice otra
historia.
—Entonces, ¿has descargado la aplicación y has completado tu
cuestionario?
—Lo he hecho.
—Genial. ¿Hay alguna mujer soltera que quiera probar su
compatibilidad con el Profesor Feelgood?
Los gritos resultantes casi me ensordecen. Cada mujer a mi
alrededor levanta su mano tan rápido, me sorprende que no haya sido
seguido por un boom sónico.
Max decide que diez mujeres suban al escenario y, cuando se
reúnen alrededor de Jake, me lanza una mirada, como un hombre
condenado orando por una llamada telefónica de indulto. Ay, no puedo
ayudarlo. Solo espero que siga el juego y se mantenga tranquilo.

203
19
Toda la verdad
Traducido por Beatrix & Genevieve
Corregido por Pame .R.

—Dos chicas menos —anuncia Max, y la multitud aplaude como si


vieran un partido de gladiadores. Hasta el momento, ninguna de las
mujeres ha tenido una compatibilidad de más del cincuenta por ciento
con Jake, y sus reacciones han sido ejemplo de comedia. En cuanto a
Jake, ha sido tan encantador como nunca lo he visto. Saluda
calurosamente a cada mujer y se las arregla para parecer siempre
decepcionado cuando sus puntajes son mínimos. Sé que probablemente 204
esté en el infierno, pero está haciendo un buen trabajo ocultándolo. Me
sorprende descubrir que estoy orgullosa de él. Si Sid estuviera aquí,
estaría muy emocionada. La aplicación FPS puede estar destinada a ser
un fenómeno mundial, pero esta noche la estrella es definitivamente
Jake.
—Oye, tú. —Me vuelvo para ver a Joanna sonriéndome—. ¿Cómo
te va?
—¡Jo! —La abrazo más fuerte de lo que pretendo, pero maldita sea,
es bueno verla. He estado pisando agua toda la noche, y por fin ha llegado
mi balsa salvavidas.
—Oh, mierda, ay. —Se retira—. Cálmate, Hulk. Los huesos
humanos se rompen fácilmente. —Mira hacia el escenario—. Entonces,
tu chico se está luciendo allá arriba. ¿Esto fue planeado?
—No por mí. Pero a quien lo haya organizado, estoy agradecida. Es
una exposición increíble.
Jo escanea la multitud. —Si algunas de estas mujeres tuvieran un
poco más de alcohol en sus sistemas, Jake se ahogaría en una avalancha
de bragas voladoras. Por lo menos, acaba de conseguir un montón de
nuevos seguidores. Incluso Sarah Jessica está intrigada. Quiere saber si
él sería libre de participar en una subasta de soltero de caridad que está
organizando. Le dije que lo tendrás encadenado en su cueva de escritor
para el futuro inmediato.
Mi cara debe revelar lo que Jake y yo hablamos antes, porque Jo
parece confundida.
—¿Qué me perdí?
—Jake se ha dado cuenta de que no debería ser su editora. Pensé
que le llevaría una semana ver el error a su manera, pero aparentemente
un día con mi encantadora presencia es todo lo que necesitaba. —Trato
de ocultar lo horrible que me hace sentir, pero a Joanna no la engaño.
—Ay. ¿Así que tienes que pasar de rogar para irte a rogar para
quedarte?
—Sí, y me siento como una idiota. No sé qué demonios quiero más.
Su boca se pone en una línea determinada mientras vemos a Max
terminar su presentación. —Asha, déjame contarte una pequeña historia.
—Une su brazo con el mío—. Cuando era niña, tenía este osito de peluche
que mi abuela me regaló. Su nombre era Vlad el Empalador, y lo amaba
con todo mi corazón.
Arrugo la frente. —¿Llamaste a tu peluche Vlad el Empalador?
—Este era el asunto. Bram Stoker jugó al bridge con mi bisabuelo,
bla, bla, bla. De todos modos, cuando visité a mi tío, que es el valuador
principal de la casa de subastas Christie, se dio cuenta de que Vlad era
un Steiff.
205
—¿Un Steiff?
—Los osos Steiff son los más valiosos del mundo, y Vlad era uno
de los más raros. Mi tío dijo que si decidía ponerlo en una subasta, podría
venderse por unos cientos de miles de dólares.
Me aparto. —¿De verdad? ¿Por un osito de peluche?
Asiente. —Yo tampoco lo podía creer. Quiero decir, tenía a Vlad
desde hacía años y lo tomé totalmente por sentado, y de repente, BAM.
Lo veo con otros ojos, porque alguien me recordó lo único y precioso que
era. Increíble, ¿verdad?
—Sí —digo, viendo a través de ella—. Eso es increíble.
Mira a Jake con una sonrisa satisfecha por unos segundos antes
de volverse hacia mí. —Solo me aseguro de que te des cuenta de que lo
que digo es una metáfora para ti y para Jake. Cuando eras una niña, lo
dabas por sentado, pero ahora, incluso con todo el drama que han
pasado, empiezas a darte cuenta de su verdadero valor.
—Sí, Jo. Lo entiendo. Gracias.
—Bien, porque mis tetas tienen todo tipo de sentimientos sobre
ustedes dos, así que voy a necesitar que resuelvan su mierda. Eso o
programar un masaje erótico para mi pecho, porque estoy totalmente
incómoda con toda esta sensación.
Me rio. —Entonces, ¿la historia del oso de peluche era una
mentira?
—No. Vlad fue muy real. Simplemente no valía trescientos mil
dólares.
—Pensé que eso era una locura.
—Sí, al final, terminó siendo vendido por uno punto tres millones.
Me rio mientras Max termina su presentación. Después de que la
multitud le da a Jake un gran aplauso, sale del escenario, pero antes de
que pueda llegar a nosotras, es acosado por personas que quieren
fotografiarse con él.
—Será mejor que vaya a rescatarlo para que podamos hablar —le
digo—. Puede que sea demasiado tarde para cambiar algo, pero al menos
tengo que intentarlo.
Jo asiente. —No hay una solución fácil para ustedes dos.
Simplemente aguanta y deja de gruñir el tiempo suficiente para escuchar
realmente lo que el otro tiene que decir. Ojalá puedas dejar salir el veneno
de algunas viejas heridas.
Tantas viejas heridas. Tan poco tiempo.
—¿Qué esperas? —pregunta Jo, dándome un suave empujón en
dirección a Jake—. Ve a reclamarlo. Di tu verdad. Reconoce tus errores.
Mujeres arriba.
Le doy mi bolso. —Sostén esto. Voy a entrar. 206

***

Respiro profundamente y echo mis hombros hacia atrás antes de


caminar hacia donde Jake está tratando de liberarse de sus fans.
—Disculpen, gente —digo y deslizo mi mano en la suya—. Necesito
pedir prestado al profesor por un tiempo. Estén atentos a su próximo
libro que sale pronto publicado por Whiplash. Va a ser increíble.
Jalo a Jake hacia la pista de baile, tratando de ignorar lo caliente
que se siente su mano alrededor de la mía.
—Gracias por salvarme.
—Te lo has ganado. Has superado toda la demostración sin
maldecir a nadie. Me impresionó.
—Es bueno saber que todavía puedo impresionarte. ¿Por qué nos
dirigimos a la pista de baile?
—¿Por qué crees?
Cuando llegamos al medio de la pista, me giro y lo miro. Mira hacia
donde toca la orquesta, “The Way You Look Tonight”.
—Seguramente, no puedes hablar en serio.
—Lo digo en serio, y no me llames Shirley11. —Es una vieja broma,
pero una que siempre nos hacía reír. No tengo idea de lo que sucederá
cuando abramos las compuertas a nuestro difícil pasado, por lo que me
parece que la mejor táctica es lograrlo.
Doy un paso hacia él. —Baila conmigo.
Su expresión hace que parezca que acabo de pedirle que se
desnudara y corriera por la Quinta Avenida.
—Sabes que no soy un gran bailarín.
—Yo tampoco. Apestemos juntos.
Alza las cejas. —Cuidado, princesa. Me estás encendiendo.
—Sígueme la corriente.
Tentativamente pongo mi mano en su hombro. La observa, luego
da un paso adelante y desliza su brazo alrededor de mi cintura. —Está
bien, pero debes saber que si sucumbes a algún tipo de incidente al girar,
estoy exento de toda responsabilidad.
Pongo mi mano en la suya, y me acerca hacia él. Cuando la parte
frontal de nuestros cuerpos se conecta, siento su calor en cada célula. La
sensación es tan abrumadora, que retrocedo un paso. Mantener un poco
de aire entre nosotros me ayudará a concentrarme.
Cuando miro a Jake, está apretando su mandíbula. —Esto es lo 207
más cerca de lo que hemos estado en mucho tiempo.
—Esa es la idea.
Tocarlo me llena de tantas emociones que no puedo distinguir lo
bueno de lo malo.
—Jake... —Dios, esto es difícil. Romper algo es fácil. Recomponerlo
de nuevo es infinitamente más difícil—. No... —Dejo escapar un suspiro.
Vamos, coraje. Ven a mí—. No quiero perderte.
Frunce el ceño. —¿Como autor?
—Sí, pero también... —Maldición, cada palabra se atasca en mi
garganta. Es como si me hubiera detenido de decirlas tantas veces, que
temen el aire libre—. Extraño... lo que solíamos tener. Sé que piensas que
no podemos trabajar juntos, pero... solíamos ser un equipo increíble. No
tengo idea si vale la pena rescatar alguna parte de lo que teníamos, pero
si la hay... quiero intentarlo.
Me siento tan expuesta por todo lo que acabo de decir, mi instinto
es cerrar todo el asunto. Pero evitar esta conversación ya no es una
opción. Es la hora.
Nos movemos con la música de la manera más básica, pero
ninguna de las parejas que nos rodean está haciendo mucho más. El

11 En inglés, “Shirley” y “surely” (seguramente) suenan similares, pero al traducirlo


pierde el sentido de la broma a la que se hace referencia.
hombro de Jake está tenso debajo de mi palma, y su otra mano está
apretando la mía en un patrón vago y errático.
—¿Estás segura de que quieres hacer esto? —pregunta.
—¿Qué tenemos que perder?
La preocupación en su expresión implica que cree que tenemos
más cosas por las que caer, pero no veo cómo es posible.
—Está bien. —Se queda mirando al espacio por unos segundos,
como si hubiera ensayado lo que diría en esta situación cientos de veces
y está tratando de averiguar de qué hilo tirar primero.
—¿Alguna vez te has preguntado por qué te llamo princesa? —
pregunta al fin.
—¿Porque sabías que me molestaba?
Parece culpable, lo que me dice que en parte tengo razón.
—Es porque estabas obsesionada con las princesas cuando eras
una niña. ¿No recuerdas todas esas veces en que jugaste que eras
Cenicienta, Jazmín o Blancanieves? Una de las únicas peleas que
tuvimos fue cuando estabas fingiendo que eras la Bella Durmiente.
Estabas acostada allí, rogándome que te besara para despertarte, y me
negué. Hombre, me regañaste por eso.
Recuerdo todo sobre ese día. —Bueno, actuaste como si acabara 208
de pedirte que ingirieras residuos cloacales. Ninguna chica quiere
sentirse como si repugnara a un chico.
—Teníamos siete. Como la mayoría de los niños de esa edad, yo era
alérgico a besar cosas. Además, tu hermana estaba observando, y puedes
apostar a que nos habría dado un infierno si lo hubiera hecho.
—¿Cuál es tu punto?
Desliza su mano hasta la mitad de mi espalda. —A medida que
crecías, tus libros favoritos eran los cómics, y querías ser la Mujer
Maravilla. Y, sin embargo, te aferraste a esas fantasías de princesas
durante años, y en cierto nivel, lo entendía.
—¿Y entonces?
—No se trataba de encontrar a tu verdadero amor. Se trataba de
alguien que viene a salvarte de tu vida. Y lo entendí, porque tener a
alguien que me salvara de la mía también me sonaba muy bien. —Baja
la mirada—. Algunas noches cuando papá estaba borracho y enfurecido,
lo único que quería era salir corriendo por esa puerta y nunca mirar
atrás. Dejar todo ese barrio de mierda y empezar de nuevo. Pero nunca
lo hice, porque eso hubiera significado dejar atrás a mi mejor amiga.
Hay una acusación enterrada en sus palabras. —¿Es eso lo que
crees que hice? ¿Dejarte atrás?
—Tan pronto como comenzaste a salir con Jeremy y sus amigos, te
convertiste en una persona diferente.
—Ese era el punto. —Observo fijamente los botones en su camisa.
Las cosas más difíciles de decir son aquellas verdades que siempre has
conocido pero que te has negado a admitir—. La escuela preparatoria era
una oportunidad para un nuevo comienzo, y por una vez, no quería ser
la chica pobre de la que todos se compadecían. La que tenía una madre
muerta y un padre ausente. La que había pasado toda su vida vistiéndose
y cortándose el pelo por las manos de su hermana mayor. Quería ver lo
que se sentía al ser una niña normal por una vez. Mandar mis problemas
al fondo.
Frunce las cejas. —¿Y yo fui uno de esos problemas?
—Por supuesto que no. Tú eras lo único que quería mantener.
Quería que vinieras conmigo, pero no importa cuántas veces intenté
incluirte... te invité a fiestas, te pedí que salieras con nosotros... ni
siquiera lo intentabas. Tan pronto como comencé a salir con Jeremy,
tomaste la opción nuclear y nos declaraste la guerra a los dos.
—¿Puedes culparme? Maldita sea, Asha, podrías haber salido con
cualquiera de los chicos del vecindario que estaban enamorados de ti.
—¿Y eso hubiera estado bien contigo?
—Por supuesto que no, porque todos eran jodidos animales, pero
al menos no eran mi maldito hermanastro. ¿Cómo diablos esperabas que
reaccionara? Desde el momento en que Jeremy y yo nos conocimos, ese
209
imbécil me torturó todos los días durante años. Lo sabías... lo
presenciaste. Se suponía que estabas de mi lado.
—¡Estaba de tu lado! Te defendí todo el tiempo.
Mira a través de la habitación, lejos de mí. —Pero luego comenzó a
flirtear contigo, y fue como si hubieras olvidado todo lo que me hizo.
Encontraste a alguien con quien fijar tu fantasía de princesa, y me
desvanecí en el fondo. Y luego, tener que verte llorar sobre él como si
fuera el chico de tus sueños... —Sacude la cabeza—. No podía estar
alrededor de eso. Y me enojó que esperaras que lo estuviera. ¿Nunca se
te ocurrió que Jeremy sabía que salir contigo destruiría nuestra amistad
y por eso lo hizo? Ese imbécil tenía un millón de amigos. Yo tenía uno.
Por supuesto que tuvo que alejarte de mí.
Una punzada de culpa se retuerce dentro de mí. ¿Me hallaba tan
envuelta en mi estúpida fantasía adolescente, que no pude ver qué hacía
Jeremy? Si su objetivo final era lastimar a Jake, entonces, por supuesto,
yo sería el arma más efectiva. Pensé que cuando se acostó con Shelley en
la noche de graduación, era un imbécil egoísta que no era lo
suficientemente hombre para serme fiel. Pero, ¿y si no fuera por mí? ¿Y
si su único objetivo era lastimar a Jake?
—Yo... no me di cuenta.
Me mira con desprecio. —Sí, lo hiciste. Jeremy nunca ocultó quién
era, pero te encontrabas ciega a ese lado de él. Fue como si nos vieras a
través de lentes completamente diferentes. Cuando me mirabas, todo lo
que veías eran mis errores, y con él, viste a la persona que querías que
fuera.
Bajo la mirada. Cuando empezamos a bailar, nos hallábamos
bastante cerca, pero ahora hay un montón de espacio entre nosotros.
Jake está mirando por encima de mi cabeza, y a juzgar por su expresión,
todavía le queda algo por rebelar.
—Pensé que iría a mi tumba enfadado contigo por eso, pero luego,
de la nada, me enviaste un mensaje sobre escribir un libro, y... —Aspira
y se enfoca en mí—. Cuando recibí el primer mensaje y vi tu nombre, casi
lancé mi teléfono a través de la habitación. —Le di una mirada
interrogante—. Pensé que era Jeremy jodiendo conmigo. Lo ha hecho
antes. Creó todo un perfil de Facebook pretendiendo ser tú. Me envió un
montón de mensajes sobre cuánto querías hacer las paces, solo para que
pudiera ver mi reacción cuando reveló que era una broma.
Sacudo la cabeza con incredulidad. Me siento mal al saber que la
crueldad de Jeremy no terminó con la escuela preparatoria. Espero que
ese imbécil reciba lo que se merece algún un día. Y, lo que es más, espero
que sea Jake quien se lo dé.
—Es por eso que fuiste tan cauteloso.
Asiente. —Me resigné a creer que te encontrabas fuera de mi vida
para siempre, pero entonces... —Tiene una mirada de dolor en sus ojos—
210
. Llamé, y apareciste en la pantalla, y... joder, Asha. Pensé que iba a tener
un ataque al corazón. Quería sentirme feliz de verte, pero no lo estaba,
porque no me contactaste porque me extrañabas o querías compensar el
pasado. Contactabas al profesor. Si no hubieras tropezado con él, habrías
continuado con tu vida, sin importarte una mierda si yo vivía o moría.
—Eso no es cierto.
—¿No es así? Cuando preguntaste acerca de lanzar un libro, tenía
la intención de decir que no, porque una parte de mí no quería tratar
contigo. Pero… —Suspira—. No tengo una educación universitaria como
tú, Ash. No tengo habilidades, ni trabajo. Todo lo que tengo es una pasión
no correspondida por una mujer que me arruinó y una cabeza llena de
palabras. Así que, cuando me ofreciste ese contrato de libros... Me di
cuenta de que ese era el único momento de Cenicienta que iba a tener, y
habría sido una estupidez no haberlo aceptado. Ese anticipo me
asegurará de por vida.
—Pero tienes otras ofertas. Unas mejores. Si no quisieras tratar
conmigo, podrías haber ido con otra persona.
—Créeme, traté de tomar la opción lógica, pero... no pude. El dinero
no puede comprar todo. —Su mano se aprieta alrededor de la mía—. Esa
noche en el bar, me preguntaste por qué renuncié a setecientos mil
dólares para trabajar contigo, y la verdad es que... —Sonríe como si su
razonamiento fuera ridículo—. Pensé que, si había alguna posibilidad en
el infierno de que pudiéramos superar nuestra mierda y volver a ser
amigos, valdría la pena. —Aprieta la mandíbula y puedo ver el esfuerzo
que le toma mantener sus emociones bajo control. Toma algunas
respiraciones profundas, y le aprieto el hombro mientras trata de
preservar la compostura.
—Y aquí está la parte verdaderamente patética. En los últimos
años, he tenido un tiempo de mierda. Traté de reconciliarme con mi
madre, pero ella no quería tener nada que ver conmigo. Luego, todo con
Ingrid sucedió, y el problema con el alcohol de papá finalmente lo mató.
—Me mira y mi pecho se contrae cuando veo humedad en sus ojos—.
Hubo días en que realmente necesitaba un amigo, Asha. Mi mejor amiga.
Y te maldije por no estar ahí. Y me maldije por seguir necesitándote
mucho después de todo este tiempo.
Para cuando ha terminado, me duele el corazón y tengo la garganta
apretada. Intento detener las lágrimas que se acumulan en mis ojos, pero
no puedo. Él está igual, así que lo tomo de la mano y lo guío detrás del
escenario. Está oscuro y desierto aquí atrás, así que, si alguno de
nosotros enloquece, al menos estaremos lejos de miradas indiscretas.
Jake se apoya contra la pared y limpia la humedad de sus mejillas.
Verlo así... sabiendo que soy responsable... todo lo que he sentido por él
se levanta, llenando mi pecho y garganta. No puedo recordar la última
vez que me sentí tan emocionalmente volátil. Siempre me ha hecho sentir
demasiado, pero ahora está en un nivel completamente nuevo.
—Di algo —dice en voz baja—. Dime que estoy equivocado. Que no 211
te arrepientes y odias mis entrañas. Sólo… di algo.
En las novelas románticas, llega un momento en que las personas
tienen que decir la verdad de lo que hay en su corazón en lugar de dar
vueltas. Esa es la parte emocionante. La razón por la que es tan
satisfactorio es porque rara vez ocurre en la vida real. Las personas no
suelen abrir sus pechos y esperar a que la otra persona decida si quiere
retorcer su corazón o reclamarlo. Pero eso es lo que Jake acaba de hacer.
Tuvo el coraje de arriesgarlo todo, y ahora, tengo que hacer lo mismo.
Tomo una respiración fuerte. —No estás equivocado. Lo lamento
todo, y definitivamente no te odio. —Mi voz tiembla, pero estoy decidida
a seguir adelante—. Lamento no haber estado allí para ti, Jake. Ojalá lo
hubiera estado. Hay días en que habría dado cualquier cosa por tenerte
a mi lado de nuevo, y es ridículo que nos haya llevado tanto tiempo
admitir que nos hemos extrañado. Te he extrañado mucho. —El dolor en
mi pecho hace que sea difícil hablar—. Nada de eso fue tu culpa. Fue mía.
Mis elecciones nos arruinaron.
Sacude la cabeza. —Eso no es cierto. Hice mi parte en arruinarlo.
Quería lastimarte tanto como me lastimaste a mí, y nunca creí haberlo
logrado hasta que leí tu diario esta noche. Leer tus palabras... eso fue...
brutal. Sé lo que es tener que escribir tu camino a través del dolor, porque
lo hago todo el tiempo. Y odio que yo haya sido la causa del tuyo.
No puedo mirar su cara. Ya es bastante difícil descubrir estas
verdades sin darnos cuenta de cuánto daño han hecho. Pero tiene razón
acerca de que ambos escribamos por la misma razón. Ambos llorábamos
la pérdida de nuestras almas gemelas, simplemente no me di cuenta en
ese momento.
Durante toda nuestra amistad, Jake me trató como a una
hermana, y al principio lo traté como a un hermano. Pero a medida que
nos hacíamos mayores, en el fondo, sabía que sentía más. Simplemente
no tenía un nombre para ese entonces.
Quiero decir, nadie espera encontrarse con su alma gemela cuando
tienen tres años, pero lo hice. Y luego la vida me enseñó que las personas
que eran importantes para mí se irían, y las que amaba con todo mi
corazón morirían. Me dio el regalo de Jake y luego susurró que amarlo lo
acabaría. O a mí. O a los dos. Y la ironía más amarga es que al intentar
protegerme de eso, lo hice realidad.
Al observar la relación de mamá y papá, aprendí que conocer a tu
alma gemela no es suficiente. Saber que alguien debe ser tuyo no lo hace
posible, y mamá hizo obvio que tenerlo y perderlo era peor que no tenerlo
en absoluto. Y así nunca le dije a Jake cómo me sentía. A pesar de que
me amaba, sabía que no era de la misma manera que lo amaba a él, y no
podía soportar la idea de que me arruinara como papá había arruinado
a mamá.
Pero, ¿cómo te proteges de la persona que nació con un pase de
acceso completo a tu corazón? ¿Cómo lo mantienes a una distancia
segura para que no se convierta en tu todo? En mi caso, sales con su 212
malvado hermanastro, y luego, cuando se siente tan traicionado,
destruyes tu amistad, te convences a ti misma de que siempre fue culpa
suya.
Tratando de mantenerme calmada, hago mi mejor esfuerzo para
mirarlo. Nunca le he admitido estas cosas a nadie, y estoy tan
avergonzada que apenas puedo respirar.
—Yo fui la que lo jodió, Jake. Lamento haberte lastimado. Por elegir
a Jeremy. Por dejarte atrás. Por culparte por todo. —Me limpio la nariz—
. Mierda, soy una persona terrible. No es de extrañar que estuviera
aterrorizada de que me dejaras. ¿Por qué demonios querrías quedarte?
—Asha... —Me acaricia la espalda, y lo he echado de menos, me
reconforta tanto, necesito toda mi energía para evitar que me
desmorone—. Eres una idiota. Nunca me hubiera ido. Tú eras mi familia.
—Y tú eras mi mundo entero. Y debido a que arruiné todo, he
pasado muchos años construyendo otro mundo sin ti. Y apesta.
No puedo contener las lágrimas por más tiempo. Duele mucho. Y
cuando envuelve sus brazos alrededor de mí y me aprieta como solía
hacerlo, me hace llorar aún más fuerte.
Esta es la verdad más grande que he mantenido enterrada durante
tanto tiempo. Mi interminable búsqueda de amor no tenía nada que ver
con el romance, el sexo o alguna lista estúpida. Lo único que buscaba en
todos los hombres con los que he salido es este sentimiento de seguridad
absoluta que tengo con Jake. La dicha de estar en sus brazos es a la vez
hipnotizante y aterradora, porque, aunque una parte de mí nunca quiere
que termine, sé que lo hará, y no he aprendido a silenciar la voz interior
que me advierte que me vaya antes de que pase.
Envuelvo mis brazos alrededor de su cuello, y luego su cabeza está
en mi hombro, su aliento caliente en mi piel. —Lo siento —le digo, tirando
de él lo más cerca que puedo. Sigo repitiéndolo, en caso de que no lo
entienda. Porque no perdonarme no es una opción. Mi corazón está
latiendo tan rápido que siento que va a explotar. Siento que los pequeños
bolsos de oscuridad que he estado cargando durante la mayor parte de
mi vida se han evaporado, y el zumbido de la pena y la pérdida ya no
resonaban en mis oídos. En cambio, es la tormenta eléctrica de tener el
cuerpo de Jake presionado contra el mío.
—Joder, te he echado de menos —susurra, con voz tensa. Se retira
un poco, solo lo suficiente para que su mejilla quede presionada contra
la mía—. Te he extrañado durante años.
No recuerdo haber deslizado mis dedos en su cabello, pero debo
haberlo hecho, porque de repente su boca se aleja de la mía, y no puedo
dejar de preguntarme cómo sabría.
Su mirada se aparta, con una expresión de dolor en su rostro.
Esto es nuevo para nosotros. No hacemos esto. La única vez que
nuestros labios se encontraron en la noche de graduación, fue tan breve
213
que apenas lo sentí. Ahora, desesperadamente quiero que me bese, pero
es como si acabáramos de caminar desde una habitación con la etiqueta
“enemigos” a una llamada “amigos”, y todas las puertas están bajo llave
y las ventanas están cerradas. No hay camino a “amantes”. E incluso si
lo hubiera, sería una estupidez para nosotros ir allí.
—Ash… yo…
Su nariz roza la mía, y cierro los ojos e inhalo. Dios, quiero besarlo,
pero no puedo. Esto no es real. Él no me desea. Simplemente está aliviado
de que nuestra enemistad haya terminado, y eso se está manifestando en
lo que sea que estén haciendo ahora sus manos mientras rozan mi
cuerpo.
—Asha... —Suena como si estuviera sufriendo. Cuando me acerca
contra él, puedo ver por qué. No hay manera de malinterpretar la reacción
de su cuerpo. Puedo sentirlo, duro y largo contra mi estómago, y mi
mente explota. La intensa atracción que sentía hasta ahora se ha vuelto
exponencialmente más problemática. Tengo que salir de aquí. Dejarme
sentirlo así es una locura. Lo único que logrará esto será que quiera cosas
que no me puede dar.
En contradicción con todo lo que mi cuerpo me dice que haga, me
alejo de los brazos de Jake y retrocedo. Se queda allí, a solo centímetros
de distancia, respirando pesadamente y luciendo confundido.
—Asha... —No sé lo que está leyendo en mi cara, pero lo hace
mirarme con una especie de anhelo que nunca antes había visto. —Eso
fue…
Un error.
—Solo fuimos atrapados por el momento. —Todavía puedo sentir
el calor de su cuerpo persistiendo en mi piel—. Simplemente tuvimos un
derramamiento emocional y... las... otras cosas fueron un efecto
secundario. ¿Verdad?
Se pasa los dedos por los labios como si los estuviera liberando de
la sensación. —¿Así es como quieres llamarlo? ¿Un efecto secundario?
—Jake... —suspiro—. Eso es lo que tiene que ser. Nos hemos
deshecho de años de angustia. ¿Realmente quieres ir por un camino que
podría llevarnos allí de nuevo? Sin mencionar que la única razón por la
que nos reconciliamos fue por tu conmovedora poesía sobre una mujer
de la que obviamente todavía estás enamorado. No estoy interesada en
ser el rebote de nadie.
Se pasa los dedos por el pelo, todavía pareciendo conmocionado. —
E incluso si eliminamos a Ingrid de la ecuación, no olvidemos que tienes
novio.
Hay un borde en su tono, como si pudiera decir que durante los
pocos minutos que estuvo envuelto a mi alrededor, Derek dejó de existir.
—Todas son buenas razones para que mantengamos la distancia
—le digo mientras retrocedo un paso, sintiendo una necesidad irresistible
de ir hacia él—. Lo principal es que volvemos a ser amigos, y eso es... 214
increíble. Es lo que ambos queremos. Cualquier otra cosa podría
destruirnos de nuevo.
Ninguna amistad en el mundo es inmune a las consecuencias de
una aventura sexual que salió mal. Ciertamente, no una tan frágil como
la nuestra.
Jake suspira tan profundamente que sus hombros caen. —Tienes
razón. El objetivo era volver a ser amigos, así que... —Exhala—. Vamos a
hacer eso. Cercanos, platónicos... amigos. —Me observa—. ¿He
mencionado cuánto te extrañé?
Sonrío. —Sí. Y el sentimiento es completamente mutuo. —Echo un
vistazo a la cortina que atravesamos para llegar aquí—. Entonces... —
Hago un gesto con la cabeza—. ¿Vamos?
Se mete las manos en los bolsillos. —Sí, ve. Estoy completamente
a bordo con el plan de ser amigos, pero algunas partes de mi cuerpo no
lo están, por lo que... voy a necesitar un minuto.
No quiero mirar su entrepierna, simplemente sucede. Y tan rápido
como desvío la mirada, no es lo suficientemente rápido como para que la
columna que presiona contra sus pantalones no se quede en mi cerebro.
—Está bien —digo, alisando mi vestido—. Te veré allá afuera,
amigo.
—Ajá.
Incluso cuando me doy la vuelta, puedo sentir el calor de él
viéndome irme.

***

No me retiro al baño de mujeres solo porque me siento en conflicto


después de mi tiempo con Jake. También es para asegurarme de que
después de mi sesión de llanto desagradable, no tengo nada repugnante
en mi rostro que horrorice a los demás asistentes a la fiesta.
Al menos aprendí mi lección de mi día en el infierno a principios de
semana e invertí en productos para ojos a prueba de agua. Mi cara está
hinchada y mis ojos están rojos, pero al menos no soy una gótica.
Escucho que se abre la puerta, y cuando levanto la vista de lavarme
las manos, veo a Eden de pie detrás de mí.
—¿Qué pasa contigo y Jake?
Mi corazón salta varios miles de latidos. —¿Qué? Nada. ¿Por qué?
¿Nos vio? ¿O tal vez alguien más lo hizo y lo contó?
—Maldición, tranquilízate —dice, pasándome unas toallas de
papel—. Solo quiero decir que cuando te vi en la pista de baile, parecía 215
que discutían. ¿Está todo bien? ¿Te molestó? ¿Necesito golpearlo con mi
zapato?
Me seco las manos y dejo que mi pánico se desinfle. —Me molestó,
pero me lo merecía. En realidad, resolvimos algunas cosas.
Cruza los brazos y me mira sorprendida. —¿De verdad?
—Sí. —Arrojo los papeles a la basura—. Vamos a tratar de ser...
eh... amigos, otra vez. —Incluso decirlo se siente raro.
—Ajá. Y, sin embargo, no había nada en el informe meteorológico
de esta noche sobre el congelamiento del infierno. Extraño.
La empujo con el codo mientras nos dirigimos hacia la puerta. —
No estoy diciendo que volvamos a ser mejores amigos de inmediato,
pero... realmente hablamos por primera vez, y... —Me detengo y me giro
hacia ella—. ¿Recuerdas la otra noche cuando dijiste que todos tenemos
que lidiar con cosas del pasado que nos están frenando?
—Por supuesto. Fue un consejo increíble.
—Bueno, creo que eso es lo que hicimos esta noche. No me di
cuenta de cuánto espacio ocupaban todos mis problemas de Jake. Quiero
decir, todavía tengo algo de culpa por las decisiones que tomé, pero... en
realidad admitimos que nos extrañábamos.
También estuvimos peligrosamente cerca de besarnos, pero eso no
es relevante en este momento.
—¿Eso significa que van a unirse de nuevo y dibujar monstruos
por toda la pared de mi dormitorio? Porque eso no era genial.
Pienso por un segundo. —Hmmm. No tenemos planes inmediatos
más allá de terminar su libro y comportarnos como adultos para variar,
pero veremos cómo nos va.
Me acerca para un abrazo. —Bueno, estoy encantada por ti. Debo
admitir que era más fácil lidiar con tus neurosis cuando Jake estuvo
cerca. Es realmente un trabajo de dos personas.
Me rio y la alejo. —Déjame contarte una pequeña historia sobre un
hombre llamado Cállate.
Sonríe y me pasa mi bolso. —Joanna me pidió que te devolviera
esto.
—¿Se fue?
—No estoy segura. La vi hablando con Toby antes. Probablemente
esté en alguna parte.
Regresamos al área del bar, y cuando nos acercamos, puedo ver
que Derek está allí, charlando con Jake.
Oh, Dios. Esto no es bueno. Casi había olvidado que, aunque he
apagado un incendio esta noche, el resto del bosque aún está ardiendo.
—Esperaba que Derek se hubiera ido ya —susurra Eden. —Por lo 216
general, odia estas cosas. Espero que esté buscando una mujer. Dios
sabe, si alguien necesita follar, es él.
Casi me ahogo con mi lengua.
—Oigan, chicos —dice Eden mientras agarra dos copas de
champaña de la barra y me da una—. ¿Qué pasa?
Jake me echa un vistazo, luego a sus zapatos. Bien, entonces
hemos llegado oficialmente a la fase incómoda de nuestra nueva amistad.
Me pregunto cuánto tardará en desaparecer ese destello de lujuria de
detrás del escenario.
—Solo hablando con Jake sobre sus viajes —dice Derek—. Cosas
fascinantes. Espero que tengas una entrevista organizada con él para
Pulse.
Eden pone los ojos en blanco. —Por supuesto. Sid nos prometió el
primer gran artículo en Boy Wonder, así que prepárate para una
discusión la próxima semana sobre cuántas palabras me vas a dar.
Derek sonríe y mete las manos en los bolsillos. —Nuestras
discusiones son la parte favorita de mi día. —Saca una llave de habitación
de su bolsillo—. Bueno, por más divertido que haya sido, me marcho. —
Me mira—. Tengo la suite Embajador y tengo la intención de aprovecharla
al máximo.
Eden ladea su cabeza. —¿Ese es el código para ver porno en tu bata
de baño?
Derek le da una sonrisa cansada. —Buenas noches, Tate. Dile a
Max que hizo un gran trabajo. —Estrecha la mano de Jake—. Fue
agradable charlar contigo, Jacob.
Jake asiente. —Igualmente.
Finalmente, Derek se gira hacia mí. —Asha. Siempre un placer.
Sonrío y trato de ocultar que mi cuerpo todavía está vibrando por
las manos de otro hombre. —Igualmente.
Oh, ¿cuán mala soy? Déjame contar.
Cuando Derek se aleja, Eden resopla. —Ash, él acaba de echarte
un vistazo. Como si alguna vez le darías una oportunidad a su culo
gruñón.
Jake me lanza una mirada, y sé que me está instando a hablar con
ella sobre Derek, pero sacudo la cabeza. Esta noche ya ha sido una
maratón de trastornos emocionales. No puedo lidiar con otro. Aún no.
—Bueno, ha sido genial —le digo—. Pero creo que daré por
terminada la noche.
Jake termina el resto de su cerveza. —Yo también. Gracias por
invitarme, Eden. Y solo para que conste, fue idea tuya ponerme en el
escenario, ¿no es así? ¿Una pequeña recompensa por crímenes históricos
contra tu hermana? 217
Eden finge conmoción. —¿Qué? ¿Cómo te atreves? Nunca caería
tan bajo. Y no disfruté tu extrema incomodidad en lo más mínimo
Jake se abotona su chaqueta. —Contento de estar a tu servicio.
Le decimos buenas noches a Eden, y después de abrazarla, Jake y
yo salimos del salón de baile. A pesar de que nuestra catarsis tras
bambalinas ha aliviado una gran parte de la ansiedad que siempre ha
existido entre nosotros, lo que sucedió después abrió la puerta a un
nuevo mundo de tensión, uno en el que el mero roce de su brazo contra
el mío pone todo mi cuerpo en alerta máxima.
—Entonces —dice Jake mientras nos detenemos cerca de los
ascensores—. Supongo que no vendrás conmigo.
Sé que está preguntando sobre nuestros arreglos de transporte,
pero todavía encuentro la pregunta caliente.
—Tengo que ir a ver a Derek. —Jake frunce el ceño—. ¿Está bien?
Se encoge de hombros. —Parece un buen tipo, pero tengo la
impresión definitiva de que estás nerviosa a su alrededor. ¿Por qué?
Metí un poco de cabello detrás de mi oreja. No me siento cómoda
confiando en nadie sobre mis citas sexuales, así que ¿por qué diablos
estoy considerando seriamente contárselo a Jake? Si soy honesta, tomar
una pequeña parte de la atracción que siento por Jake y transferirla a
Derek me haría batir récords de velocidad terrestre para llegar a su
habitación. Tal como están las cosas, no estoy segura de que deba ir.
Jake se acerca y toma mi codo en su mano. —Ash, sé que tenemos
que tomar esto con calma, pero si hay algo que quieras decirme...
Respiro profundamente, y de inmediato da un paso atrás y quita la
mano. —Mierda. Lo siento. Distancia. —Aprieta las manos contra sus
costados—. Solo me aseguro de que este tipo es bueno para ti, porque si
te trata de la forma en que trata a tu hermana, él y yo vamos a tener una
conversación.
—No es necesaria una conversación —digo, todavía sonrojada por
su toque—. Derek me trata como a una reina. —Eso es lo que hace que
todo esto sea tan difícil—. Te veré mañana.
Duda por un segundo. —¿Estás segura?
—Sí. —Le doy mi sonrisa más confiada y me alejo de su adictivo
calor—. Muy segura.
Presiono el botón de llamada del ascensor y, cuando llega, entro y
selecciono el nivel de suite. Jake se para fuera de las puertas, con las
manos en los bolsillos. Está claro que todavía tiene preocupaciones, pero
no dice nada. Solo me mira hasta que las puertas se cierran.
A medida que el ascensor acelera hacia arriba, dejo escapar un
suspiro y me desplomo contra la pared.
—Puedo hacer esto —murmuro para mí misma, reforzando mi
resolución—. Tengo que hacer esto. 218
20
Solo amigos
Traducido por Joselin & Valentina Rose
Corregido por Daliam

A la mañana siguiente, subo las escaleras hacia el apartamento de


Jake con dolor de cabeza y sintiendo el corazón pesado. Lo último que
quiero es llevar mis problemas personales a nuestras sesiones de
escritura, así que espero que las gafas oscuras me protejan de la luz, así
como del escrutinio de Jake.
Golpeo tan suavemente como puedo para asegurarme de que mi
cabeza no explote, y después de unos segundos abre la puerta. Al menos, 219
tiene la decencia de hoy usar una camisa. Mis defensas están en su punto
más bajo. Resistir su atractivo sexual semidesnudo sería ir demasiado
lejos.
Me estudia por un segundo y luego dice—: Buenos días. —Es
agradable, y algo desagradable. Tomará un tiempo acostumbrarme a que
no me moleste todo el tiempo. Hemos tenido el mismo patrón. Por mucho
tiempo, diferente se siente nuevo.
—Oye. —Mi voz suena tan reticente como me siento.
—Sensual tono áspero que tienes allí.
—Me alegra que te guste. Ahora, por favor deja de gritarme. —Le
entrego una de las tazas de café que sostengo y paso por delante de él.
Cierra la puerta y sigue. —No gritaba. Estaba hablando en mi
volumen regular.
—Entonces tu volumen regular es demasiado alto. Si eres serio
acerca de ser mi amigo, me susurrarías. O me escribirías notas. Ambas
opciones funcionan. —Me acerco al sofá y dejo mi bolsa antes de dejar mi
café y me hundo en el feo tejido marrón.
—¿Tienes resaca?
—No. Y por no, quiero decir que sí. —Mis gafas de sol están
bloqueando la mayor parte del resplandor, pero este apartamento sin
paredes todavía es demasiado brillante, así que reclino la cabeza y cierro
los ojos.
—No pensé que tuvieras mucho para beber la noche anterior.
—No lo hice contigo. Pero Derek nos compró una botella de Cristal,
y hubiera sido de mala educación no beberla. —Además, quería beberla.
Pensé que ayudaría. Por supuesto, no fue así. Nada podría hacerlo.
Escucho un crujir e imagino que Jake se sentó en el sofá frente a
mí. Permanece callado durante un largo rato, y cuando abro los ojos, está
sentado en el borde, estudiándome.
—¿Qué?
—¿Estás bien?
—Mi cabeza se siente como si fuera a abrirse, así que no realmente.
—No estoy hablando de tu resaca, Ash. —Está haciendo eso donde
pasa por alto todas mis desviaciones y ve directamente a mi alma—. ¿Qué
pasó anoche?
Me pica la piel. —¿Contigo y conmigo? Hemos hablado de eso. Calor
del momento.
—No con nosotros, aunque eso es algo que también necesitamos
discutir. Quiero decir, ¿qué pasó con Derek?
¿Cómo hace para siempre saber? ¿Por qué soy incapaz de mantener
secretos cerca de este hombre? Era molesto cuando éramos niños, pero
ahora es simplemente grosero. 220
¿Cómo puedo decirle lo que sucedió sin mencionar las razones? Ya
me siento humillada. No quiero atravesar todo eso nuevamente con él.
—Jake, por favor... no quiero hablar de eso.
—Está bien. Pero, ¿qué te parece si te quitas las gafas?
Me enderezo. —¿Qué?
—Tus gafas de sol. Quítatelas. Quiero ver tus ojos.
—¿Intentas matarme? Estas gafas son lo único que evita que el sol
haga explotar mis retinas en pedazos pequeños. —Y de que veas que he
estado llorando durante varias horas.
Jake se ve cada vez más agitado. —¿Te golpeó? ¿Te forzó? —Se ve
como un resorte, como si en el momento en que admita algo, saldrá de
aquí para administrar su terrible ira—. Porque si ese hijo de puta te puso
una sola mano abusiva en ti, voy a…
—Jake, nada de eso ocurrió. ¿Qué demonios?
—¿No crees que me doy cuenta cuándo has estado llorando? Te he
visto desmoronarte más que a nadie en el planeta, y conozco las señales.
Entonces, si Derek no te hizo esto, ¿quién puta lo hizo? Y no me digas
que estás bien, porque puedo darme cuenta de que no es así.
Presiono mis labios para evitar que tiemblen. Jake, El Protector, no
acepta evaciones. Exige la verdad y alguien a quien castigar, pero eso no
funciona en esta situación. Me quito las gafas con cuidado y trato de
evitar el contacto directo con la luz del sol.
Jake se inclina. —Has estado llorando. ¿Qué está pasando?
—Esa es la parte patética. Me lo hice yo misma.
Antes de que él pueda responder, mi teléfono vibra con un mensaje
de texto de Derek.
Oye. Espero que te sientas bien esta mañana. Tomaste mucho
champán, pero no hay vergüenza en eso. Solo quiero que sepas que
aprecio lo honesta que fuiste anoche. No podría haber sido fácil
decirme cómo te has sentido con respecto a nuestra vida sexual.
Por lo que vale, no creo que estés rota. Creo que eres una mujer
hermosa, asombrosa y espectacular; y un día encontrarás a un tipo
que hará de todos tus obstáculos, un recuerdo lejano. Estoy
decepcionado de que no fuera yo. No seas una extraña, ¿de
acuerdo? Siempre me preocuparé por ti. Y siempre tendremos París,
mon Cherie.
Para cuando termino, estoy llorando, tanto por lo bueno como por
lo malo. En un segundo, Jake está a mi lado, tirándome de los brazos.
Pensé que había llorado todo, pero parece que me equivoqué.
Él acaricia mi espalda. Siempre ha sido bueno en eso. Sabiendo
que a veces las palabras no pueden ayudar tanto como un buen y 221
purificador llanto.
Me siento aliviada al descubrir que no me queda mucho.
—Ash —dice en voz baja, su mano acunando mi cabeza—. ¿Qué
pasó? ¿Es tu abuela? ¿Eden?
Me alejo y me limpio la cara. —Derek y yo rompimos.
Acaricia mi espalda. —Dios, lo siento. ¿Lo hizo por mensaje?
—No, sucedió anoche. —Estoy demasiado cansada para explicarlo
todo, así que solo le entrego el teléfono—. Me escribió para ver cómo
estaba.
Me apoyo en su hombro y cierro los ojos mientras lee.
Cuando subí a la habitación de Derek anoche para explicarle todo
lo que había estado conteniendo, fue increíble y me apoyó, pero me di
cuenta de que se hallaba sorprendido. Escondí bien mi secreto. No
importa cuánto intenté tranquilizarlo, no era su culpa, podía ver que se
culpaba a sí mismo. El champán me ayudó a quitarme la culpa, y cuando
me quedé sin disculpas, solo me abrazó hasta que me quedé dormida. Me
desperté esta mañana para encontrar que se había ido. Pensé que era
una señal de que enojó conmigo, pero supongo que no. Probablemente
era mejor que se fuera temprano. Nos despedimos anoche.
—¿De qué está hablando? ¿Crees que estás rota?
Mantengo los ojos cerrados. Estoy tan cansada. ¿Por qué es que las
interacciones abiertas, honestas y adultas pueden sentirse como una
guerra de guerrillas?
—¿Ash?
—Jake, ¿podemos no hablar de eso ahora? No puedo. Más tarde,
¿de acuerdo?
—Sí, por supuesto. —Pone su brazo alrededor mío y me acaricia—
. Cuando estés lista.
Me acurruco más cerca en tanto una sensación familiar de
satisfacción me invade. Es el mismo sentimiento que me invadía cuando
éramos niños. Podía leer sola y ser feliz como una almeja, pero era mucho
mejor cuando Jake estaba allí. Ni siquiera teníamos que hablar. Solo
tenerlo en la misma habitación era suficiente. Era como mi manta de
seguridad. Un chupete andante, en forma de niño.
Su presencia es tan calmante, no me doy cuenta de que mis ojos
se han cerrado.
—Ash.
Me incorporo con un sobresalto. —Oye. Hola. Estoy despierta.
Aparta de mi rostro un poco de cabello. —Voy a escribir por un
rato. ¿Por qué no vas y duermes en mi cama? 222
Miro sus crujientes sábanas blancas y almohadas mullidas. —¿Eso
no sería raro?
—Solíamos dormir en la cama del otro todo el tiempo.
—Bueno, sí, pero eso fue antes de que creciéramos y tuviéramos...
deseos. Si llevo una luz negra a tus sábanas, ¿brillarán como una fiesta
de neón?
Se ríe. —Me siento halagado, crees que estoy recibiendo tanta
acción, incluso por mi propia mano. Pero mis sábanas están limpias. En
su mayoría. —Recoge su cuaderno y bolígrafo—. Ve a dormir. Te
despertaré cuando tenga algo que valga la pena para que leas.
No tiene que decírmelo dos veces. Me quito el abrigo, me quito los
zapatos y cruzo la habitación. —Dios te bendiga, Jacob Stone. Retiro cada
mala palabra que alguna vez dije sobre ti.
Levanta un puño en victoria. —Ya era hora.
Cuando llego a la cama, me meto debajo del edredón grueso, me
acurruco en las almohadas con aroma a Jake y dejo escapar un largo
suspiro. En segundos, todo se desvanece.

***
Lentamente me doy cuenta de que alguien acaricia mi cabello. Se
siente como si me hubiera dormido, así que me resisto a abrir los ojos.
Además, me encanta que me acaricien el cabello, por lo que no tengo
ninguna prisa en que se detenga.
—Ash.
Es Jake. Oh, sí, estoy en su cama. Es conveniente ya que tenía un
sueño increíblemente erótico sobre él.
Abrazo una almohada y suspiro. Dios mío, él huele bien. Siempre
lo hizo.
—Asha.
—Hmmm.
Los dedos acariciándome se mueven desde mi cabeza hasta mi
brazo. Siento que mi piel se cubre con piel de gallina.
—¿Estás despierta?
Me quedo callada. Las caricias suaves se sienten increíbles. Todo
se está calentando. Muevo mis caderas y hago un ruido de aprobación.
Extiendo mi mano y lo encuentro. Está cerca. Tejido suave. Muevo
mi mano hacia abajo y luego empujo debajo de la tela, donde hay una
piel cálida y surcos de músculos firmes. Se siente increíble.
223
Hace un ruido. —Asha, tocarme así no es una buena idea, a menos
que quieras redefinir nuestro pacto de amigos.
Abro un ojo. Jake está justo a mi lado, apoyado sobre las
almohadas, con un cuaderno en la mano. —¿Así que estás despierta?
Mi mano se ha deslizado debajo de su camiseta y está presionando
contra su estómago, peligrosamente cerca de la cintura de sus
pantalones.
Me está mirando con el mismo calor que la noche anterior, y hoy
no es menos emocionante y aterrador.
—Pregunta seria —dice, su voz tensa—. ¿Estás tratando de
volverme loco? Has estado haciendo todo tipo de ruidos sexuales, y ahora
con el toque...
Alejo mi mano. —Lo siento. Solo... —Sacudo la cabeza y me
estremezco por el dolor detrás de mis ojos—. Te sentías bien. Caliente.
Me encontraba medio dormida. Lo siento.
Deja salir un resoplido. —No te disculpes. Es solo que una mujer
no me ha tocado así durante mucho tiempo, y mi cuerpo comenzaba a
entusiasmarse por finalmente obtener algo de acción.
No puedo creer lo que estoy escuchando. No solo la confesión
inesperada de que lo excito, sino también la improbable noticia de que
no se está acostando con docenas de mujeres de forma regular.
—¿Cuánto tiempo ha sido para ti? —digo—. Asumí que parte de tu
búsqueda para superar a Ingrid incluía grandes cantidades de sexo
caliente. Después de todo, no es que no tengas millones de mujeres que
te deseen. —Cada vez que pienso en cuántas mujeres lo desean, me
siento profundamente incómoda. En mi opinión, mi atracción por él es
única y especial, pero tal vez eso es lo que creen todas las que fantasean
con él—. Tu bandeja de entrada debe estar llena de ofertas. ¿Nunca
tuviste la tentación de aceptar alguna de ellas?
Reclina su cabeza contra la cabecera. —No. Las conexiones sin
sentido ya no funcionan para mí. Cuando volví del extranjero, probé
algunas aventuras de una noche. Eran torpes como el infierno. Llegué a
la conclusión de que necesito algo más que una atracción física. —Se
vuelve hacia mí—. Si no puedo conectarme con alguien en un nivel más
profundo, no tiene sentido siquiera intentarlo.
Mientras dice esto, me mira a los ojos, y la oleada de deseo hace
que el dolor en mi cabeza se desvanezca en el fondo.
—¿Qué hay de ti? —pregunta en voz baja—. ¿Estás planeando
superar a Derek con una terapia de sexo caliente? Estoy seguro de que
no faltarán voluntarios.
Me río. Sí, un montón de tipos se alinean para salir con la mujer que
se convierte en un pez frío en el momento en que la meten en la cama. Es
el sueño de todo hombre.
—Eh… no. Realmente no es lo mío, tampoco.
224
Permanece en silencio, y durante unos largos segundos parece
mirarme como si pensara que puede encontrar el significado del universo
en mi cara. —¿Qué es lo tuyo, Ash? ¿Qué te excita más que cualquier
otra cosa?
Antes de que pueda detenerlo, una respuesta singular se forma en
mi mente.
Tú.
—Eh…
Es seguido inmediatamente por destellos mentales rápidos e
intensos.
Tú tocándome. Besándome. Lentamente desnudándome y poniendo
tu boca sobre mí.
—Yo, eh...
Subiéndote encima de mí. Separando mis piernas a medida que me
penetras. Haciendo un ruido bajo mientras me penetras por completo.
—Jesús…
Tú haciéndome el amor. Empujando y gimiendo y haciendo que cada
parte de mí te pertenezca.
El torrente de escenas llega tan denso y rápido, que tengo que
cerrar los ojos para bloquearlas. Mi cabeza late por el esfuerzo.
La cama se mueve, y antes de darme cuenta, Jake está ahuecando
mi mejilla. —¿Asha? —Agarro su brazo—. ¿Estás bien? —Coloca su
palma en mi frente—. Mierda, estás ardiendo.
—Dolor de cabeza —murmuré, esforzándome por no ceder a las
ganas de tirarlo encima de mí—. Uno malo.
—¿Te estás enfermando? ¿Necesito conseguir un balde?
Me alejo de él. —Estoy bien. Probablemente solo deshidratada.
Mi cerebro aún se agita, proyectando cómo sería sentir sus manos
sobre mí. Su boca. Su lengua.
Querida Madre María, su lengua.
—¿Asha?
Salgo de la cama y me dirijo al baño, tratando de no mirarlo. —
Estoy bien. Solo necesito un segundo. Solo... —Bésame, lámeme,
fóllame—. Eh... sigue con tu escritura. Enseguida vuelvo.
—Hay analgésicos en el armario del baño.
—Lo tengo. Gracias.
Cierro la puerta del baño detrás de mí y me desplomo contra ella.
Mierda, mierda, mierda.
225
Dejo escapar un largo suspiro. Bueno, eso escaló rápidamente. ¿Ni
siquiera puedo hablar de lo que me excita sin pensar en él en los términos
más pornográficos posibles? Inaceptable.
Dejo correr el agua fría y me salpico un poco en la cara.
—¡Joder! —El agua fría de Jake debe llegar a Brooklyn a través del
Ártico, porque está congelada. Por el lado positivo, el frío extremo hace
que mi rubor insoportable se sienta mejor y, posteriormente, mi resaca
comienza a desvanecerse lentamente. Todavía hay una advertencia de
peligro de incendio extremo en mis regiones inferiores, pero no me estoy
desviando para salpicar esa área con agua.
Abro el gabinete sobre el fregadero y agarro un par de analgésicos
antes de tragarlos con un puñado de agua. Más vale prevenir que
lamentar.
Pongo ambas manos sobre el tocador y dejo caer la cabeza. Debe
haber alguna defensa contra la locura que él me provoca. Y si está ahí
fuera, tengo que encontrarla, porque no voy a sobrevivir sintiéndome así
por mucho tiempo.
Mi prioridad en este momento necesita ser terminar este libro. Eso
es. Todas las otras distracciones necesitan irse a la mierda.
Me seco la cara con una toalla de mano de olor dulce, respiro hondo
y abro la puerta.

***
—¿Puedo verlo, por favor? —Hay un toque de lloriqueo en mi voz,
pero es lo que ocurre cuando insiste en la gratificación retrasada.
—Todavía no. Ten un poco de paciencia, mujer. —Su mano se
mueve más rápido.
—Jake, has estado fastidiándome por una hora. Venga. Sálvame
de esta miseria.
Suelta un gruñido. —Dios, me encanta cuando ruegas. Hazlo otra
vez.
—¡Jacob!
Sonríe y termina con un ademán ostentoso. —De acuerdo. Déjate
los pantalones puestos. O no. Lo que sea que te haga sentir más cómoda.
—Se acerca y toma siento junto a mí, luego me entrega el cuaderno—. Sé
amable. Mi ego es frágil.
—Sí, igual de frágil que el titanio. —Echo una hojeada y me
sorprendo al descubrir que ha escrito diez páginas, ambos carillas.
Le echo un vistazo. —¿Escribiste todo esto hoy?
Asiente. —Es increíble lo que puedo lograr cuando no me estás
gritando. ¿Será suficiente para satisfacer a Serena?
226
—Sin duda. Aunque creo que es un poco injusto pedirte esto el
segundo día.
Hace un rato, recibimos un mensaje de Serena pidiendo algunas
páginas de muestra para ver cómo íbamos. Jake cree que ella está
controlando para asegurarse que su inversión de trecientos mil dólares
no es un desperdicio. Yo, que lo hace para asegurarse que su pupila
editora no es una porquería. Sea cual sea, se siente la presión de
conseguir algo suficientemente impresionante para apaciguar sus
temores. Si en estas páginas no hay nada que provoque que se caiga de
la puta impresión, tan solo tenemos unas pocas horas para inventar algo
más.
Muerdo la uña de mi pulgar mientras leo las primeras páginas del
nuevo material.
Oh, dios. Que empiece el juego, Serena.
—Jake… esto es bueno.
—¿Sí?
Me enderezo y leo el resto. —Sí. —Después de todo, quizás era
nuestra relación disfuncional lo que lo retenía; pues lo que sea que haya
sido ese bloqueo mental que tenía ayer, desapareció. Lo que ha escrito es
apasionado y da para pensar, y ha elegido en un interesante estilo
literario que incorpora la imaginería de sus elementos poéticos. El último
par de párrafos me hace estremecer.
El enojo es una emoción poderosa. Simplifica todo. Puedes tomar el
miedo, la ansiedad, humillación, decepción y soledad, y sintetizarlas en
una forma potente y única. Y si permites que el enojo se salga con la suya,
nunca tendrás que preocuparte de sentir nada más. Es un bálsamo para
los desolados. Un escudo para los vulnerables. Es la acogedora manta de
la negación que te convence que nunca nada fue tu culpa.
Cuando te aterra de estar tan destrozado para ser amado, la ira te
recuerda que no necesitas serlo.
Y cuando incineras el mundo y te quedas de pie en las ruinas
ardientes de tu vida, la ira sigue allí, felicitándome. Insultándote.
Convenciéndote que el humo en tus pulmones no te está matando
lentamente.

Giro hacia Jake, cuyas manos estás juntas frente a su boca, con
los codos en las rodillas, esperando a que diga algo.
Solo hay una cosa que puedo decir—: Santa jodida mierda. Lo
lograste.
—¿Crees que a Serena le guste?
—Jake, es probable que tenga un orgasmo y te mande una canasta
con frutas.
227
Su sonrisa es instantánea. —Espectacular.
—Puedo ver tu hoyuelo —digo, tocando la hendidura en su
mejilla—. Ha pasado mucho tiempo desde que eso pasó.
Se tensa bajo mi toque, y alejo mi mano. —Ha pasado mucho
tiempo desde que me sentí tan feliz.
—No desde Ingrid.
Luce confundido. —¿Qué?
—En aquella foto de ustedes, tu hoyuelo se veía. Eras feliz con ella.
Echa un vistazo al depósito que contiene sus fotografías. —Parece
haber ocurrido hace toda una vida.
Pero no es así, quiero decir. Y pese a que deseo creer que tu amor
por ella no reprimirá tus futuras relaciones, sé que será así. Otra razón
convincente para ignorar cómo me has estado mirando todo el día.
Le entrego su cuaderno y me pongo de pie. —Bueno, deberías
seguir escribiendo en tanto los dioses de la palabra están de tu lado.
—Asha, espera. —Toma mi mano y levanta la mirada hacia mí—.
Yo… eh… no creo haberte agradecido.
—¿Por qué?
Acaricia mis dedos, y jadeo. Es algo que solía hacer cuando éramos
niños, pero nunca se sintió así.
—Por creer en mí. Por darme esta oportunidad de hacer algo de lo
que pueda sentir orgullo. Todo esto es gracias a ti.
Estoy hipnotizada por la suave acaricia de su piel contra la mía.
Normalmente no contaría mis dedos como una zona erógena, pero con él
sí que lo son.
—Solo abrí la puerta, Jake. —Rezo que no pueda notar lo
intensamente que mi corazón está latiendo—. Tú fuiste quien tuvo el
talento para pasar por ella.
Retiro mi mano, y la abro y cierro un par de veces para deshacerme
del hormigueo.
Él mira mi mano y luego aclara su garganta. —¿Los amigos
tampoco se pueden tomar de la mano?
—No, no cuando se siente así.
Se pone de pie y se acerca, casi tocándome, pero no del todo. No
levantaré la vista. Si miro aquellos oscuros y apasionados ojos suyos,
estaré acabada.
—Sabes —dice en voz baja—, creí que volver a ser amigo tuyo sería
igual de fácil que respirar, y de una forma, lo es. Pero solíamos tocarnos
todo el tiempo, y ni lo notábamos. Ahora, simplemente estar en el mismo
cuarto contigo se siente diferente.
228
Observo su cuello. Sus latidos son eufóricos, y me complace más
de lo que me gustaría.
—Pero lo último que quiero es arruinar esto, Ash. Ha tomado
muchísimo tiempo llegar aquí. Así que necesito que me sigas diciendo
cuando cruzo algún límite, ¿de acuerdo?
Asiento. —Por supuesto.
Ambos nos quedamos en silencio, y tras unos instantes, dice—: Los
amigos no pueden estar tan cerca del otro, ¿o sí?
—Nop.
Se aleja justo cuando suena su teléfono, y en cuanto soy libre de
su sumisión, suelto un suspiro y me desplomo en el sillón. Juro por Dios
que mi cuerpo no puede soportar tanta estimulación cada día. Muy
pronto, mis vasos sanguíneos van a explotar, y me desangraré en una
nube de lujuria candente. Lo más estrafalario de esta ardiente atracción
es que estar junto a él es el mejor cardio que he tenido.
Calmo mi respiración en lo que él contesta el teléfono y camina
hacia el gran ventanal, mientras comienzo a usar el teclado para escribir
las palabras de hoy. Solo necesito unas páginas para enviárselas a
Serena, de modo que una vez que tenga todo listo en el documento,
escogeré mis favoritas.
No pretendo escuchar lo que dice por teléfono, pero es imposible no
hacerlo en este lugar.
—Ya, puedo pasado las cinco… ¿Seguro?... de acuerdo, genial. Nos
vemos. —Cuelga y se acerca.
—¿Tienes una cita sexy para más tarde? —bromeo simplemente,
pero aun así creo que mi ojo crispa.
—Eh, sí. Algo así. —Se sienta junto a mí—. Necesito irme más
temprano hoy para ir al crematorio.
Dejo de escribir. —¿Llevarás a una chica al crematorio? Qué…
mórbido.
—Supongo. La cita es con mi papá. Iré a despedirme.
—¿Tu papá…?
—Será incinerado esta noche. Pregunté si podía ir.
Me doy la vuelta hacia él. —Espera, anoche cuando me dijiste que
murió, supuse que fue hace mucho tiempo. ¿Cuándo falleció?
—Antes de ayer.
Me quedo pensando un instante. —Pero eso fue… fue tu primer día
en Whiplash. ¿Por eso te fuiste en cuanto terminó la reunión?
Asiente. —Llamó el hospital. Dijeron que se deterioraba y que debía
llegar lo más pronto posible.
Justo cuando pienso que no puedo sentirme peor por no apoyarlo, 229
me entero de que sí puedo. Me enfadé con él por huir para estar con su
agonizante padre. —Dios, Jake. Lo siento mucho.
—Está bien. Ha estado enfermo ya por un tiempo. Sabía que
pasaría.
—Es una lástima que no estará para ver que te conviertas en un
autor publicado. ¿Sabía del libro?
—Sí. Pensó que mentí sobre el avance, porque, y cito, “¿qué tipo de
idiota pagaría tanto dinero por tus estúpidos malditos poemas de amor?”.
Ah, sí, El señor Stone siempre fue amoroso y de gran apoyo.
Recuerdo la vez que Jake le dijo a su padre que no seguiría sus pasos
para ser policía, y el señor Stone lo empujó contra la pared de la cocina
tan fuerte, que rompió el yeso. Jake tenía diez años.
—Bueno, al menos fue congruente hasta el final —digo.
—Sí. —Jake toma unas pelusas del cojín del sillón—. Pero dijo algo
que me sorprendió. Cuando le dije que trabajaría contigo, me dijo algo.
—Déjame adivinar… ¿aléjate? ¿Renuncia ahora mismo? ¿Consume
algunas drogas?
Jake se pone de pie y baja la mirada hacia mí. —Dijo “cásate con
ella”. —Sacude la cabeza—. Me habrá odiado, pero a ti siempre te quiso.
Permanezco en silencio, aturdida mientras recoge las tazas vacías
de café y pasteles a medio comer de la mesa de centro y las lleva a la
basura.
—¿Jake? —Gira hacia mí—. ¿Deseas compañía esta noche? No me
importaría despedirme de tu papá, también. —Sin importar lo inestable
que era su relación, sé que es algo que sin duda no debería hacer solo.
—¿Estás segura? Es viernes por la noche. Probablemente tienes un
millón de cosas más importantes que hacer.
Niego. —Nada es más importante que esto. No estuve para ti en el
pasado, pero seguro como el maldito infierno que puedo estar para ti
ahora.
Asiente, y no me pierdo lo aliviado que luce. —Entonces, los amigos
no pueden abrazarse ni tomarse de las manos, pero ¿pueden
acompañarte en el ritual de incineración de recientes miembros
familiares fallecidos?
Sonrío. —Absolutamente pueden.

230
21
Sin remordimientos
Traducido por Joselin & Gesi
Corregido por Daliam

Todas las amistades son diferentes. Algunas son tan fuertes que
pueden resistir cualquier tormenta, mientras que otras son tan frágiles
que se desintegrarían con la brisa más suave. Luego están las que
desafían la definición. Se extienden a lo largo de una línea invisible como
un artista de circo en el cable alto, y no estás segura de si estás ansioso
por llegar al otro lado de manera segura, o la sensación de hormigueo en
el estómago de una caída inesperada. Son esas amistades las que pueden 231
resultar en vínculos de por vida, o en una llamada repentina y poco
gloriosa.
Ahí es donde Jake y yo hemos estado viviendo durante las últimas
semanas, justo en medio de un balanceo equilibrado que podría ir de
cualquier manera en cualquier segundo.
Desde nuestra llamada de atención el mes pasado en la fiesta de
Felices por siempre, la presión de nuestro pasado no es un problema. A
pesar de nuestros años de animosidad unidos por sentimientos heridos
y culpa, pasar tiempo con él es como poner un disco favorito; puede que
no lo haya escuchado en mucho tiempo, pero conozco cada nota y cada
letra. Todavía me hace reír como solía hacerlo. Aún tiene un corazón
gigante, niveles de paciencia fluctuantes y una racha obstinada tan
ancha como el Gran Cañón. Todavía encajamos de muchas maneras
importantes, pero también hay muchas cosas diferentes. Me gusta la
forma en que no puedo evitar mirarlo cuando no está mirando; el tirón
apretado en mi pecho cada vez que escribe sobre su tiempo con Ingrid; el
sutil baile de la distancia en el que nos involucramos para asegurarnos
de no estar lo suficientemente cerca como para desencadenar momentos
tensos de anhelo mutuo.
Me estoy recordando constantemente que a pesar de mi atracción
extrema por Jake, algunas líneas simplemente no se pueden cruzar.
Dormir con mi autor y mejor amigo no sería profesional y arriesgaría todo
por lo que acabamos de recomponer. Y, por supuesto, dormir con un
hombre que todavía está enamorado de alguien más es pedir que me
rompan el corazón.
Pero incluso si todos esos problemas desaparecen por arte de
magia, y soy libre de actuar de acuerdo con mis impulsos más básicos,
no olvidemos mi molesto desorden de intimidad que haría que cualquier
actividad sexual se detuviera y cesara. Caer por Jake en medio de todos
estos obstáculos sería un suicidio emocional, y aun así... no puedo dejar
de anhelarlo.
¿Es de extrañar que haya empezado a hacer de Mylanta12 parte de
mi rutina matutina?
Hay un dicho que dice que el amor es solo amistad en llamas, y no
podría ser más cierto. En este momento, siento que estoy viviendo en un
edificio en llamas, y aunque hay una posibilidad de que me incineren,
estoy aquí sentada asando malvaviscos y tarareando el coro de “Disco
Inferno” para ahogar el sonido de sirenas.
—¿Segura que no quieres acompañarme? —pregunta Jake. Está
sin camisa, sudoroso, y sostiene una especie de loca posición de yoga
invertida que hace que todos sus músculos se revienten de las formas
más distractoras. No sé cómo solo puede estar usando shorts largos esta
mañana. Incluso con él subiendo involuntariamente mi temperatura, mis
sudaderas de vellón gris solo mantienen afuera el frío.
232
—Totalmente segura. Gracias por preguntar. —La única vez que
accedí a probar yoga con él, guio mi alineación con manos gentiles y
cargadas de electricidad. “Levanta un poco este brazo. Gira esa pierna.
Pon tu trasero lo más alto que puedas.” Dijo eso último en tanto estaba
parado detrás de mí con sus enormes manos agarrando mis caderas.
Después de eso, cada vez que decía el nombre de la posición, todo lo que
podía pensar era en la posición de perrito, y luego no podía dejar de
sonrojarme. Por supuesto, eso significaba que seguí perdiendo mi línea,
lo que a su vez lo llevó a que pusiera las manos encima mío una vez más,
etc, etc. Al final, solo pude superar los quince minutos de tortura sensual
y lenta antes de quedar agotada.
Ahora, él generalmente hace estas cosas antes de que yo llegue
cada mañana, pero quería comenzar temprano hoy, así que aquí estamos.
Intento mantener mis ojos en la pantalla de mi computadora, pero mi
cabeza parece girarse por voluntad propia. Puede que esté en el otro lado
del apartamento, pero debido a su estúpida falta de paredes, no hay nada
que oculte de mi vista su cuerpo de locura. Estoy segura de que tiene un
número antinatural de abdominales.
—Deja de contar mis abdominales —dice en tono cansado mientras
se agacha en una posición en la que se sostiene del suelo con un solo
brazo—. Ya te lo dije, no soy anormal.

12Este medicamento se usa para tratar los síntomas causados por el exceso de ácido
estomacal, como acidez, malestar estomacal o indigestión ácida.
—Bueno, eso es discutible. No te gusta el pastel. Eso te hace un
bicho raro.
—Sí, bueno, eres una detractora del café aun siendo adicta a él.
Casas de cristal, señorita.
Lo saludo levantando mi taza de café antes de terminar con lo que
queda. Dios, ¿cómo puede algo con cuatro cucharadas de azúcar y un
poco de crema ser tan condenadamente amargo? Si mi cerebro no gritara
por sus efectos regulares de cafeína, lo habría abandonado hace años.
Redoblando mis esfuerzos por mantener mis ojos alejados de Jake
y su magnífico cuerpo, vuelvo a transcribir su trabajo del día anterior. A
pesar del constante hervor de la tensión sexual entre nosotros, el libro
está empezando a tomar forma. Tanto Serena como el señor Whip han
estado recibiendo capítulos a medida que los terminamos, y están
satisfechos con nuestro progreso.
Mi computadora emite un pitido bajo cuando aparece un mensaje
instantáneo en mi pantalla. Es de Joanna.
Oyeeeeee. ¿Qué pasa?
No mirar a Jake haciendo sensualmente yo, eso es seguro.
Agh. Tienes el trabajo más duro. ¿Tienes tiempo para
llamarme? Hice algo por lo que podrías estar enojada. No llames
hasta que estés segura que Jake no puede escucharte. Estaré 233
esperando.
Bueno, eso es misterioso e intrigante.
Echo un vistazo a Jake. Está haciendo una posición de palanca con
los pies fuera del suelo. Dios mío, su fuerza central debe ser fuera de este
mundo.
Agarro mi teléfono y el bolso y me dirijo hacia la puerta. —Voy a
conseguir bocadillos. ¿Quieres algo?
Se baja al suelo. —Cheetos, M&M, Oreos, Doritos rancheros, Fruit
Loops, Snickers, un par de tinas de helado de Betty Crocker... ya sabes.
Lo normal.
Sacudo la cabeza con disgusto. —¿Cómo es que no tienes todos los
tipos de diabetes? —Abro la puerta y salgo al rellano.
—¡Y Coca Cola Light! —grita justo antes de que cierre la puerta
detrás de mí. En serio, el hombre tiene el metabolismo de un guepardo
hiperactivo.
A medida que bajo por las escaleras y salgo a la calle, llamo a Jo.
Responde después del primer timbre.
—Hola. Lo primero es lo primero: ¿grabaste algún video de Jake
haciendo yoga?
—No. No tomó bien la última vez que hice eso.
—¿Le dijiste que era para mí?
—Sí, pero extrañamente, él todavía me fulminó con la mirada.
—Ah. Inesperado. De todos modos, ¿recuerdas que me contaste
cómo se conocieron él e Ingrid en la granja Zen en Bali?
—Sí.
—Bueeenoo, mi prima es dueña del Museo de Chocolate Orgánico,
no muy lejos de allí, así que conseguí que ella hiciera algo de investigación
sutil. Me devolvió la llamada hoy con el apellido de Ingrid. Puedo o no
haberte enviado por correo electrónico el enlace a su perfil de Facebook.
Me detengo en un cruce y aprieto el botón. —¿Qué? Dios, Jo...
—Espera, solo escúchame. Jake nunca tuvo un cierre con esta
chica, porque no tiene idea si ella fue a casa y se casó con su ex, ¿verdad?
Bueno, ahora podemos averiguar con certeza lo que Ingrid decidió al
indagar en su muro.
Cuando llego a la bodega local de Jake, agarro una canasta y me
dirijo hacia el pasillo de bocadillos. —Pero ha dejado claro que no tiene
interés en averiguarlo, y debemos respetar sus deseos.
—¿Debemos? Si él tuviera un desagradable absceso en su perfecto
cuerpo, ¿permitiríamos que la infección continuara envenenándolo? ¿O
lanzaríamos la maldita cosa, la vestiríamos con una gasa y luego lo
engrasaríamos?
234
—¿Aceitarlo hacia abajo? —Agarro los bocadillos solicitados por
Jake uno por uno y los tiro en la canasta.
—Es mi fantasía de enfermera, y en ella, definitivamente lo
aceitamos hacia abajo. Varias veces. Luego le damos un baño de esponja
y lo untamos un poco más.
Me rio y saco una botella de Coca Cola Light del refrigerador. —Jo,
te lo digo, si hacemos esto, él estará furioso.
—Solo si se entera, lo cual no sucederá.
Cargo todo en el mostrador y espero a que el cajero lo marque y lo
empaque. —Entonces, si ella no está casada y ha publicado muchas fotos
de “Dejé a mi único amor en Bali, y todo lo que recibí fue esta asquerosa
camiseta” en la que llora y se queja por él, ¿no le contamos?
—Ah. Ahora veo la falla en todo mi plan de "Él nunca necesita
saber”. Porque si ella se arrepiente de haberlo dejado, y él todavía la ama,
entonces...
Entonces deberían estar juntos. Incluso pensarlo me hace romper
en un sudor frío.
—Pero si ella está casada —dice Jo—, que es la opción más
probable, entonces puedes hacerle saber y ayudarlo a cerrar esa puerta,
de una vez por todas.
Tiene razón. ¿Cómo puede realmente seguir adelante sin un cierre?
Y, sin embargo, ir a sus espaldas no se siente bien.
Después de pagarle al cajero, agarro mi comida chatarra y me dirijo
de vuelta al apartamento.
—Jo, sé que solo estás tratando de ayudar, pero no creo que pueda
hacer esto. Se siente como una traición, y estoy realmente tratando de
ser su amiga. Y nada más.
Suspira. —Sí, entiendo lo que estás diciendo. No te presionaré.
—Gracias. Y te agradezco que hayas pasado por todo ese esfuerzo.
Tienes buenas intenciones.
—En realidad —dice—, es lo opuesto, pero aprecio el sentimiento.
Hablamos mañana.
Tras despedirnos, me desplazo a través de mis correos electrónicos
en mi camino de regreso al apartamento. Cuando veo el que contiene el
enlace de Ingrid en Facebook, me cierno encima durante unos segundos.
Luego, antes de que pueda cambiar de opinión, lo envío a la basura y
espero que haber tomado la decisión correcta.
Estoy en el medio de desempacar los suministros de Jake en la
cocina cuando sale del baño frotándose una toalla sobre el cabello
húmedo. Suspiro aliviadamente cuando veo que está vestido con una
camiseta blanca y vaqueros. Siempre es más fácil enfrentarlo cuando sus
músculos y tatuajes están cubiertos.
—¿Café? —dice, lanzando la toalla sobre una caja antes de llenar 235
una cacerola con agua.
—Sabes que ahora tienes el dinero para comprar una cafetera,
¿verdad? No tienes que seguir viviendo como un concursante de un
reality show.
Coloca la cacerola sobre la hornalla y la enciende. —Tú y amor por
los artilugios de lujo. Cafeteras, ordenadores, paredes. Eres blanda, Tate.
Blanda, ya te lo digo. —Pasa rozándome mientras agarra dos tazas, y eso
es todo lo que se necesita para que un zumbido comience en mis partes
más bajas. También hay un cambio en él. Su actitud relajada se afila y
su voz adquiere un ligero toque de irritación.
—Un día —dice—, te llevaré a caminar a través de la selva tropical
peruana, y entonces entenderás que mientras estabas perdiendo el
tiempo con tu preciada cafetera, deberías haber estado aprendiendo a
cómo eliminar con seguridad las sanguijuelas de tus partes privadas.
Mientras vierte el café en las tazas, coloco su Coca Cola Light en el
refrigerador. —Por favor, dime que esto no es algo que sucedió.
—Podría decirte eso, pero sería una mentira. Ningún hombre ha
conocido el verdadero terror hasta que baja la mirada mientras está
orinando y ve una sanguijuela peruana gigante devolviéndole la mirada.
Cierro el refrigerador y sonrío. —Me preocupas. Realmente. No
puedo creer la mierda que has hecho por diversión cuando no estuve
alrededor. —Me recuesto contra la encimera y lo observo trabajar. Agrega
crema y azúcar a las tazas, y cuando termina, sacude la cabeza y aprieta
la mandíbula.
—¿Qué? —pregunto.
—Nada.
Claramente no es nada, pero casi tengo miedo de preguntar.
Se concentra en el agua de la cacerola como si pudiera hacerla
hervir con la fuerza de su mirada.
Carraspeo y enderezo los cubiertos sobre la encimera. —Por cierto,
Serena envió un correo electrónico solicitando más detalles en el último
capítulo sobre Ingrid. —Su nombre siempre se siente mal en mi boca.
Se cruza de brazos y gruñe en respuesta.
—No seas una diva —digo, acercándome—. Como el gran escritor
que eres, siempre evitas la emoción de tus interacciones con ella. Sé que
es un tema doloroso, pero ese es el punto. Los lectores quieren
experimentar tu angustia y pena. —Sin importar cuánto podría afectarme.
—¿Por qué? —Sigue mirando el agua—. ¿Quiénes son estas
personas que se entusiasman con el sufrimiento de los demás?
Me encojo de hombros. —En cualquier buena historia, no hay
satisfacción sin lucha. Cuanta más adversidad tenga que superar el
héroe, más nos alentamos por él para que gane al final. Es la única forma 236
en que gana su felices para siempre.
—¿Sí? —Gira en mi dirección—. Entonces, ¿cómo vamos a terminar
este libro? ¿Cuál es mi felices para siempre?
—Bueno… —Tengo una imagen de él reconciliado con Ingrid y
cabalgando hacia el atardecer—. Eh… tendremos que resolverlo. Podría
ser tu carrera siendo un éxito. O tu habilidad para llegar a las personas
y ayudarlas con sus luchas emocionales. —Bajo la mirada—. U…
obteniendo un cierre de todo el asunto de Ingrid. El sol después de la
tormenta y todo eso.
Cuando levanto la mirada para verlo, me está observando, y la
oscuridad de sus ojos está más inmutable de lo habitual. —Ajá.
Hay tanto trasfondo en ese simple “ajá”, no tengo idea de lo que
está tratando de decir. ¿Está de acuerdo conmigo? ¿En desacuerdo?
—¿Esas son mis únicas opciones? —pregunta en voz baja—. ¿No
es que al final de la mayoría de las historias el héroe se queda con la
chica?
Parpadeo por unos segundos, seguro estoy malinterpretando lo que
está diciendo. —Bueno… si has reconsiderado tu decisión de no
contactar con Ingrid, entonces…
—No estoy hablando de Ingrid, y lo sabes.
Un calor comienza en la base de mi cuello y sube. No quiero seguir
mirándolo, pero no puedo apartar la mirada. No me está tocando. Ni
siquiera está parado particularmente cerca. Y aun así, cada vello de mi
cuerpo se pone de punta mientras un escalofrío de posibilidades me
recorre la piel.
—Dime lo que estás pensando. —Su voz es baja, pero hay una pizca
de exigencia—. Por una vez, seamos honestos sobre lo que queremos.
Mis pulmones se sientes estrechos. Admitir lo que anhelo es difícil.
Puede que no sea la única que tenga algo que perder, pero soy la que más
perderá. En el peor de los casos, soy un rebote. En el mejor, una segunda
opción. Ninguna posibilidad es estupenda.
Cuando sigo vacilando, se acerca y se para frente a mí, tan cerca
que puedo sentir su calor y oler su champú.
—¿Sabes de qué me gustaría hablar? —Se acerca más, solo a
milímetros de distancia. Mientras me mira, su mandíbula se flexiona y la
tensión de su cuerpo refleja la mía—. Vamos a abordar la maldita química
absolutamente demente que tenemos. No podemos seguir ignorándola,
Asha. Lo sabes tan bien como yo. —Baja la cabeza y por primera vez noto
lo cansado que se ve—. Cada día cuando entras por esa puerta, me cuesta
cada vez más mantenerme alejado de ti, y no puedo seguir haciéndolo.
Es malditamente agotador.
Me mira y luego acuna mi mejilla, contengo la respiración a medida
que su pulgar traza un suave arco sobre mi piel.
237
—Si quieres que me detenga, dilo. Si piensas que estoy equivocado,
dímelo. Pero si te sientes de la misma forma y quieres dejar de luchar
contra esto, entonces… háblame.
—Lo hablamos en la fiesta. —Intento no inclinarme hacia su mano,
pero es cálida, y quiero hacerlo—. Acordamos que era una mala idea.
Teníamos nuestras razones.
—Ya no se aplican, Ash. Terminaste con tu novio. El libro está
yendo bien. Ahora ya no hay excusas.
—No has superado a Ingrid.
Hace una pausa, y creo que muero un poco en ese momento. —Lo
hice.
—No te creo.
Traba nuestras miradas y respira profundamente. —Te juro que lo
hice. ¿No te das cuenta de que cuando estoy contigo no existe nadie más?
Ni siquiera Ingrid.
Alejo su mano de mi rostro y la sostengo. —Pero ella siempre tendrá
una parte de ti.
—Bueno, tú tuviste primero una parte de mí. —Pone su mano en
mi cuello y apoya su frente contra la mía—. ¿Recuerdas cuando
encontramos ese viejo diccionario de bolsillo en la basura de la señora
García? ¿Qué lo hojeamos juntos asombrados por lo circular que era?
Qué cada palabra necesitaba de otras palabras para describirlo.
No confió en mi voz ahora mismo, por lo que asiento.
—Así es cómo me siento cuando estoy contigo. Eres la persona que
me describe. Me das sentido. Incluso cuando estábamos peleando, lo
sentía. Eres la única cosa en el mundo que me ayuda a tener sentido.
Desliza su otra mano alrededor de mi cintura y me acerca. Cuando
mis pechos se están rozando contra el suyo, su boca se abre e inhala.
—¿Qué pasará si esto no funciona? —susurro.
Sacude la cabeza como si no estuviera viendo el resultado más
obvio. —¿Y si funciona? Intentamos ser enemigos. Apestó. Intentamos
ser amigos, y no es suficiente. Lo que siento por ti ya no es platónico. Es
primitivo. Y sin importar cuánto intente disuadirme y racionalizarlo, no
puedo. ¿Tú puedes?
Pongo mis manos sobre su pecho, y su camiseta es suave, pero los
músculos debajo son un pulso fuerte y martillante. —No. —Se siente tan
bien permitirme tocarlo, se me corta la respiración.
Nada hace un hoyo tan profundo en el corazón que el
arrepentimiento. Ese fue el mensaje que me envió cuando éramos
extraños en línea.
—Si voy a tener arrepentimientos —digo—, quiero que sea sobre
cosas que hice, no que deseo haber hecho.
238
Pongo mis manos alrededor de su cuello, y ambos sentimos un
cambio. Toda la restricción que hemos estado teniendo durante las
últimas semanas se está disolviendo, y la necesidad cruda y abrumadora
está aumentando y reemplazándola.
Ahora, tocándolo, no sé por qué pensé que tenía la fuerza para
luchar contra él. Al deseo no le importa si lo quieres o no. Simplemente
se enciende en tu interior, como una caja llena de fuegos artificiales que
se disparan a la vez. Y a veces, es como una vela que se quema
lentamente, incendiando todas tus terminaciones nerviosas antes de
dejar a tu cuerpo como un montón de cera derretida.
¿Por la forma en que Jake me está mirando ahora? Me estoy
derritiendo.
Deslizo mi mano por el costado de su cuello hasta su cabello, y me
acerca más con un gemido impaciente. Entonces se inclina y roza sus
labios contra los míos con tanta suavidad que me da escalofríos. Se queda
allí, no besándome del todo, pero tampoco alejándose. Tiene una mano
en mi rostro y un brazo alrededor de mi espalda. Mientras permanecemos
allí, me ahogo en la exquisita sensación de querer algo tan
desesperadamente, hay placer envuelto en dolor.
—Sin arrepentimientos —dice, como si fuera una certeza.
Mi cuerpo está vibrando, rogándome que haga algo. Cualquier
cosa. Respiro temblorosamente y aprieto mis dedos en su cabello. —Sin
arrepentimientos.
Finalmente, presiona sus labios contra los míos, y ambos dejamos
de respirar en tanto el tiempo se detiene. Mi corazón está latiendo tan
rápido y fuerte, estoy temblando.
Dios querido, lo estamos haciendo. Jacob Stone me está besando y
le estoy devolviendo el beso. Y aunque puedo sentir el irreversible cambio
tectónico de la seguridad de nuestra amistad a la jungla inexplorada de
lo que está más allá, mi sangre canturrea con la emoción de lo que viene
después.
Hace un ruido, luego se retira y me vuelve a besar. Sus labios son
suaves y están abiertos, pero todo lo demás en él es apretado. Siento
como si se estuviera conteniéndose de aplastarme bajo la fuerza de su
necesidad. Cuando siento la suave caricia de su lengua, gimo y busco
más, y entonces, se rompe la cuerda que lo refrenaba y soy golpeada por
toda la fuerza de la pasión de Jacob Stone.
Enganchando sus manos debajo de mis brazos, me levanta sobre
la barra de la cocina. Luego se mete entre mis piernas y me besa, duro y
profundo. Nuestras bocas se acercan y deslizan, y sus manos están por
todas partes, fuertes dedos alternando entre suaves y toscos. Hay tanta
sensación pulsando a través de mi cuerpo, me siento mareada y elevada.
Cuando me agarra el trasero y me empuja contra su erección, jadeo y
envuelvo mis piernas alrededor de su cintura.
Esto debería sentirse extraño. He conocido a este hombre durante 239
prácticamente toda mi vida. Sé que tiene una marca de nacimiento en su
tobillo izquierdo y una pequeña cicatriz sobre la ceja de cuando se estrelló
contra un árbol en tercer grado. He tocado y sostenido su cuerpo mil
veces de miles de formas diferentes sin sentir ni una fracción de lo que
siento ahora mismo. Y ahora, el chico que tanto amé es una poderosa
fuente de energía sexual que me toca como si siempre hubiera sabido
cómo. Quien me besa como si estuviera mapeando la forma exacta de mi
boca.
Durante mi vida, he tenido besos maravillosos, y otros que
preferiría olvidar. Pero besar a Jake… me hace sentir que todo lo demás
fue fingir y que ésta es la primera vez que es real.
—Asha… —Me besa como si le doliera detenerse, y luego me
envuelve en sus brazos y me lleva a su cama con pasos largos y decididos.
Desenredo mis piernas y me pone de rodillas. En un segundo, mi
sudadera está desabrochada y la saca de mis brazos. Mi remera es la
siguiente, y recién registro que la ha quitado cuando el aire fresco me
golpea la piel.
Con un gruñido, se quita la camiseta antes de moverme hacia el
centro de la cama. Cuando me recuesto, se posiciona sobre mí con sus
caderas entre mis piernas, meciéndose y presionando mientras toco lo
más que puedo.
Todo es perfecto, hasta que lo siento deslizar su mano por mi
espalda para agarrar el cierre de mi sujetador. De repente, un interruptor
se enciende en mi interior, dedos fríos de pánico me aprietan el estómago,
y se me cierra la garganta.
No, no, no, no. Por favor… no ahora. No con él.
Por favor…
Presiono mis palmas contras las cuencas de mis ojos y deseo que
se aleje, pero ya puedo sentir la sensación de entumecimiento.
—Asha. Detente. —En cuestión de segundos, retira mis manos y
las presiona contra el colchón junto a mi cabeza—. Mírame.
Abro los ojos y lo veo sobre mí, su expresión es intensa y
preocupada.
—Sea lo que sea que estés haciendo ahora mismo… —jadea—.
Cualquiera sea la voz que está tratando de convencerte de que no
disfrutes esto… no la escuches. La única voz que tienes permitido
escuchar es la mía. Y te estoy diciendo que te necesito. Cada parte de ti.
Trago y bajo la mirada, estoy avergonzada de que pueda ver a través
de mí.
Endurece su agarre en mis manos. —No, no apartes la mirada.
Quédate conmigo. Mírame a los ojos.
Regreso a él, y su extraordinario rostro está lleno de tanto cariño,
es fascinante. 240
—¿Confías en mí?
—Sí.
—Entonces déjate llevar. Deja de pensar. Deja de tener miedo. No
soy algún gilipollas que apenas te conoce y solo quiere follar con una
chica sexy. Soy el chico que ha estado trepando por la ventana de tu
habitación desde que tenía cinco años. Sin importar qué suceda después,
no puedes decepcionarme. ¿Lo entiendes?
Asiento, y no sé si es la forma en que me tiene atrapada en la cama,
o el tono en su voz que implica que no va a tolerar que me cierre, pero
tomo unas cuantas respiraciones profundas, y entonces… me rindo.
Renuncio a mí poder. A mis expectativas. Me obligo a quedarme en blanco
y esperar a lo que Jake escriba sobre mí.
Me suelta las manos y me levanto para permitir que alcance el
broche de mi sujetador otra vez. Cuando lo desprende, espero el fuerte
zumbido de ansiedad que me saque del momento, pero nunca llega.
Mientras se sienta sobre sus talones y suavemente baja el sujetador por
mis brazos, busco la marea de pánico, pero no está por ninguna parte. Y
cuando mira mis pechos desnudos como si estuviera viendo el rostro de
Dios, por primera vez en mi vida, mi cuerpo se enciende en vez de
apagarse.
Ohhhh, sí. Por fin.
—Eres perfecta —susurra—. Siempre lo has sido.
Cierro los ojos mientras deposita suaves besos a lo largo de la cima
de mis pechos, y cuando cierra la boca alrededor de un duro pezón,
enredo los dedos en su cabello y gimo su nombre.
—Una parte de mí no puede creer que estemos haciendo esto —
dice, besando desde mi esternón hasta mi estómago—. Y otra no puede
creer que no la hayamos hecho hace años.
Cuando alcanza mis pantalones de chándal, me mira cuando
agarra la cintura y lentamente los baja. Mis bragas son las siguientes, y
mantiene el contacto visual en tanto las desliza por mis piernas.
—No tienes ni idea de cuánto he soñado con esto.
Agarra mis caderas y me arrastra hasta el final de la cama. Luego
se pone de rodillas, coloca mis piernas sobre sus hombros y besa un
camino hacia arriba hasta donde me duele con tanta fuerza que estoy
dispuesta a rogar por un alivio. Apenas tengo tiempo de agarrar el grueso
edredón antes de que su boca se cierre sobre mí, y en el momento en que
empieza a mover su lengua, me curvo por la intensidad del placer.
—Sigue respirando —dice, tirándome de nuevo en el lugar—.
Apenas estoy empezando.
Vuelve a trabajar, alternando entre lamer y dar golpecitos, y
querido Señor en el cielo, nunca he sentido un placer así. Justo cuando
comienzo a pensar que no puede hacerlo más intenso, agrega más 241
succión, y cuando gime en mi contra, la vibración me devana aún más.
En algún momento, mi cerebro se apaga, y cuando los primeros
zarcillos de mi orgasmo comienzan a enrollarse, quiero quedarme en
silencio, pero no puedo. Creo que digo “por favor”. Estoy segura de que
digo “sí”. Y cuando Jake me agarra los muslos y me empuja más
firmemente hacia su boca caliente, estoy segura de que digo “joder”.
—Oh, Dios… me voy a venir. Ohhh, Dios. Oh, Dios. —Contengo la
respiración mientras todo se acelera, y luego solo susurro su nombre,
una y otra vez.
Así es como se supone que debe sentirse. Esto es lo que esperaba.
Después de todos estos años de entumecimiento, Jake me ha devuelto a
la vida. Es el primero. Estoy tan agradecida, la emoción se enreda en mi
garganta.
Después de todo, no estoy rota.
Cuando empieza el asalto, bajo la mirada hacia donde se mueve su
cabeza entre mis piernas, sus manos me aprietan y acarician los muslos.
Estoy jadeando por aire mientras me tambaleo allí, esperando el final,
emocionada por la caída, y cuando me mira con sus sentimentales y
apasionados ojos cuando da un último giro y golpe de su lengua, me
vengo violentamente.
Cada músculo tiene un espasmo al unísono, cuando el placer se
disipa y todo se vuelve pesado y suave, Jake está allí, besándome la
cabeza, envolviendo sus brazos a mí alrededor y atrayéndome al calor de
su abrazo. Es solo cuando noto la humedad que brilla en su pecho que
me doy cuenta de que estoy llorando.

242
22
Expuesta
Traducido por AnnyR’
Corregido por Pame .R.

Mientras me abro camino a través de la bruma de mi subidón post-


orgasmo, me doy cuenta de que Jake puso el edredón sobre nosotros.
Hay calor rodeándome. Brazos fuertes y piel suave. Estoy metida debajo
de su barbilla, y huele tan bien que todo lo que quiero hacer es presionar
mi nariz contra su cuello y respirarlo para siempre. Nos enfrentamos de
lado y tiene ambos brazos envueltos a mí alrededor. Nunca en mi vida me
he sentido más satisfecha. O segura. O bien. 243
Todavía lleva puesto sus vaqueros, pero estoy completamente
desnuda, y aunque normalmente estoy desesperada por volver a la
seguridad de mi ropa, la forma en que Jake me hace sentir… quizás
nunca vuelva a usar ropa.
Abro mis ojos y me encuentro mirando su manzana de Adán.
Cuando siente que estoy consciente, se aparta para poder ver mi cara.
—Oye.
Le doy una sonrisa feliz. —Oye.
—¿Estás bien?
—Más que bien. Me siento increíble.
—Sí, lo estás. —Solo me mira por unos segundos, como si estuviera
tratando de descubrir un gran misterio.
—¿Qué?
—Esto —dice acariciando mi brazo—. Tú. Lo que acabamos de
hacer. Nunca me sentí así con nadie antes.
—¿Así cómo?
Acaricia mi cuello y traza alrededor de mi mandíbula con un dedo.
—Como si supiera cómo reaccionarías el segundo antes de que te tocara.
Como si le hubiera hecho eso a tu cuerpo un millón de veces antes.
Haberte probado. Hacerte venir. —Pasa su pulgar sobre mis labios—.
¿Tienes alguna idea de lo espectacular que eres cuando te corres?
Una oleada de hormigueos recorre mi piel. No puedo creer que me
esté diciendo esto. No las palabras en sí, sino que sea él. —Estás
hablando de cómo me veo cuando me vengo, y ni siquiera me estoy
sonrojando. ¿Qué está pasando entre nosotros? —Paso mis dedos a
través de su cabello, cierra los ojos y murmura su aprobación.
—No lo sé, pero nunca quiero que se detenga.
—Hace unas semanas, estar desnuda con un chico me habría
hecho entrar en crisis, y ahora, aquí estoy con mi mejor amigo… un
hombre que me dio el mejor orgasmo de mi vida… y no tengo vergüenza.
Aparta el cabello de mi rostro. —¿Por qué sentirías vergüenza por
esto? ¿Y a qué te refieres con crisis?
Tomo aire y le cuento todo sobre mi problema. El pánico, el
entumecimiento, el inevitable cierre. Es solidario, pero también
simpático. Cuando termino, se levanta sobre su codo y me mira.
—Entonces, ¿qué ocurría cuando salías con chicos? ¿No tenías
sexo?
Me encojo de hombros. —Lo tenía. Raramente. Simplemente no lo
disfrutaba.
—Jesús, Ash. ¿Entonces nunca has… —Simula una explosión—…
antes?
244
Me río. —Tengo orgasmos todo el tiempo. Simplemente no con otras
personas. Empezaba a pensar que nunca sucedería.
—Y pensaste que eso era tu culpa. Por eso le dijiste a Derek que
estabas rota. —Cuando asiento, suspira—. No soy un experto en sexo, y
ciertamente no tengo la experiencia suficiente para darte estadísticas,
pero puedo decirte sin ninguna duda, no estás sola. Hay millones de
mujeres por ahí que no se vienen con sus parejas, y a veces… sí, seguro
que es porque les resulta difícil relajarse. Pero a veces… —Sacude la
cabeza—. No, tacha eso. La mayoría de las veces, los chicos son solo
amantes de mierda. Si los hombres tuvieran que lograr el orgasmo
femenino para embarazarlas, la población mundial todavía estaría en dos
dígitos.
Me rio. Confía en él para decir lo perfecto y hacerme sentir mejor.
—Las mujeres necesitan hablar más sobre esto, así no todas nos
sentimos defectuosas.
—Estoy de acuerdo. ¿Por qué no me hablaste al respecto?
—Porque no quería que pensaras que era un fenómeno.
Me agarra de la cintura y me acerca. —Mujer, una vez te vi meter
doce paquetes de goma de mascar en tu boca a la vez. Fui el único que
lloró en un funeral de dos horas que organizaste para una oruga muerta.
Un verano, pasaste una semana entera moviendo cosas al azar por mi
habitación para intentar convencerme de que estaba siendo perseguido.
Pongo mi mano en su pecho y paso mis dedos por el vello que hay
allí. —Y funcionó. ¿Recuerdas cuando me escondí detrás de tu puerta
cubierta con una sábana, y cuando entraste, salté e hice que te orinaras?
—Por última vez —dice, fingiendo molestia—. No fue pipí. Llevaba
un vaso de agua. Para ti. Y me hiciste derramarlo.
—Ajá. Claro que sí. —Paso mis dedos más abajo, sobre sus
abdominales.
Sus párpados revolotean por un momento, y cuando habla de
nuevo, su voz es tensa. —¿Qué estás haciendo?
Me muevo hacia abajo y toco la cintura de sus vaqueros. —Nada.
Solo me pregunto por qué sigues usando estos.
Me observa con ojos cautelosos. —Porque si se van, voy a pasar el
resto del día haciendo el amor contigo y no escribiendo. Y luego, mi
magnífica y sexy editora del infierno me patearía el culo. No importa lo
mucho que lo desee, satisfacer mi necesidad de estar dentro de ti no hace
nada para mis plazos.
Levanto el edredón y miro hacia abajo. Incluso debajo de las
sábanas, puedo ver su erección tensando la tela. —Guau, eso se ve
incómodo.
Me da una sonrisa irónica. —Si crees que no estoy acostumbrado
a estar constante y dolorosamente duro a tu alrededor, entonces no has 245
prestado atención. Esta es mi nueva normalidad.
Froto la larga cresta de la mezclilla y sus ojos arden. Esto es
emocionante. El poder que tengo para afectarlo así.
—¿Cuándo fue la primera vez que te puse duro? —pregunto, sin
dejar de sentir su forma—. ¿En la fiesta?
Mantiene sus ojos sobre mi rostro, pero su respiración se está
volviendo más y más irregular. —Sin comentarios.
—¿Fue antes de eso? ¿En el baño cuando atendías la herida de mi
cabeza? —Solo me mira fijamente, tratando de ocultar el placer que se
manifiesta en su cara, pero falla—. ¿Antes que eso?
—Mucho antes. —Su voz suena tensa.
Me incorporo para enfrentarlo y continúo con toques ligeros y
burlones. —¿Cuándo?
Su mirada cae a mis pechos, y una mirada de dolor cruza su rostro.
—Cuando tenía quince años. Una noche me encontraba en el techo del
porche y… las cortinas de tu habitación no eran tan opacas como
pensabas.
—Entonces, ¿me espiaste desnudándome?
Se ve un poco avergonzado. —No intencionalmente. Pero cuando
sucedió, fui físicamente incapaz de apartar la mirada. Tenías el cuerpo
más hermoso que jamás había visto. Todavía lo tienes.
Recibo un destello de Ingrid en ese diminuto bikini negro, pero lo
aparto y trato de concentrarme en la forma en que me está mirando. La
forma en que me hace sentir.
—Eso fue cuando estábamos peleados, Jake. —Aplico un poco de
presión y él hace un ruido bajo—. ¿Te comiste con los ojos a una chica
que odiabas?
—Estaba enojado contigo. No muerto.
No sé si es normal sentir que me excita darle placer, pero mi
necesidad por él aumenta con cada segundo.
—Me escandalizaría por esto, pero… —Bajo la mirada y lo agarro a
través de sus vaqueros. Mira con ojos entrecerrados—. También pasé
mucho tiempo en el techo del porche, y ni siquiera tenías cortinas. —
Cuando lo acaricio suavemente, clava sus dedos en el colchón—. Una
noche, cuando me encontraba allí, era tarde y no podía dormir. Miraba
las estrellas cuando escuché… ruidos… saliendo de tu habitación.
Entonces, me arrastré hasta tu lado del techo y… pude verte, acostado
en la cama. Y ya no te veías como un niño. Parecías un hombre. —
Presiono mi palma contra él y gime—. Y te… tocabas. —Lo miro. La
expresión en su rostro es bestial—. Fue la cosa más excitante que jamás
había visto. Cuando volví a mi habitación, pensé en ti. Esa fue la primera
vez que me hice venir.
246
—Entonces, ¿me cosificaste? —dice en voz baja, su voz áspera—.
Te masturbaste mientras pensabas en mí, ¿pero no me hablabas?
Me pongo de rodillas y me inclino sobre él. —Estaba enojada
contigo. No muerta.
Con un sonido animal, me voltea de espaldas y, en unos segundos,
se quita los vaqueros. Me besa tan fuerte que no puedo respirar, y luego
sus manos y su boca están en todas partes a la vez. Sin sus vaqueros,
por fin soy libre de tocarlo y, Señor, se siente bien. Saber que está tan
duro por mí, me hace sentir como una diosa. El poder que siento hace
que toda la duda y la autoconciencia desaparezcan, y comienzo a verme
a mí misma como él me ve.
Lo empujo sobre su espalda y beso mi camino hacia abajo por su
cuerpo, y luego todos los pensamientos se desvanecen cuando lo llevo a
mi boca. Responde con un gemido tan fuerte que hace eco en todo el
apartamento. De la misma manera que él sabía exactamente cómo
complacerme, sé lo que va a volverlo loco. No pienso, solo me dejo llevar
por el instinto. Leo sus ruidos, noto lo que le hace agarrarse a la cama o
enredar sus dedos en mi cabello. Siento el flujo y reflujo de su placer y sé
cuál es el momento perfecto para empujar sus caderas y deslizarme hacia
abajo, centímetro a centímetro que me quita el aliento.
Cuando está completamente dentro de mí, ambos nos congelamos,
y no tengo dudas de que el asombro que estoy viendo en su rostro refleja
el mío. ¿Cómo puede sentirse así? ¿Cómo puedo acomodar todas estas
emociones intensas y a él al mismo tiempo? Se siente imposible.
Tengo tanto que quiero decirle, tantas preguntas que hacer, pero
ahora mismo solo lo beso y trato de hacer que la pasión que siento hable
por mí.
Cuando retrocede, todo lo que puedo hacer es mirar su cara,
porque no hay nada más fascinante que Jacob Stone en medio del placer.
La forma en que aprieta sus párpados y arroja su cabeza hacia atrás es
la misma imagen que se grabó en mi cerebro cuando era una adolescente.
Sospecho que estuvo escondida en mi subconsciente durante años,
ayudando a sabotear las interacciones con hombres que no eran él.
Siguiendo mis indicaciones de sus respuestas, aumento mi
velocidad y me inclino para besar su pecho y cuello. Los ruidos que hace
suben de tono, sonando más desesperados cada vez que me vuelvo a
hundir. Luego me mira con la mandíbula apretada y la boca determinada,
e incluso mientras lo arrastro hacia su finalización, me está llevando con
él. Me toca en tanto lo monto, y cuando acelera, ya no puedo controlar
mi ritmo. Todo se vuelve desigual y fuera de control. Ambos nos
aferramos el uno al otro, agarrando y jadeando, enroscándonos el uno al
otro con más fuerza. Cierro los ojos y dejo de respirar, tratando de
aferrarme ya que la presión es demasiado alta. Y cuando presiono mi
pecho contra el suyo, y comienza a gemir mi nombre, agarro la parte de
atrás de su cuello mientras muevo mis caderas en arcos irregulares y
desesperados.
247
No sé si él se corre primero, o si lo hago yo. Pero después de que
las ondas de choque se desvanecen, me desplomo encima de él y no me
muevo por mucho tiempo.
Lo abrazo a medida que ambos jadeamos de regreso a la realidad,
y después de un rato, murmura—: Solo para que sepas, tan pronto como
pueda sentir mis piernas, lo haremos otra vez.
Froto mi mejilla contra la suya. —Sí, lo haremos.

***

Descubrir nuestra loca química sexual es lo mejor y lo peor que


hemos hecho con Jake. Toda la tensión que sentíamos antes de
experimentar el cuerpo del otro se desvanece en la oscuridad junto a la
abrumadora necesidad que nos devora cada vez que estamos juntos. Y
nuestros sentimientos cada vez más profundos solo alimentan la llama.
A menudo soñaba con cómo se sentiría una conexión de alma
gemela, pero nunca en mis sueños más salvajes imaginé tal pasión
consumidora. Y parece que Jake siente lo mismo. De vez en cuando me
pregunto si tuvo una química aún más potente con Ingrid, porque no
puedo imaginar que cualquier pareja en el mundo tenga mejor sexo que
nosotros. Es por eso que es tan difícil de controlar.
Comenzamos cada día prometiendo trabajar toda la mañana antes
de recompensarnos, pero nunca duramos, y ninguno conoce la definición
de un rapidito. Nuestra relación sexual siempre es prolongada y
multiorgásmica, y no nos importa dónde lo hagamos: cocina, baño, sala
de estar, en su cama, contra la pared, inclinados sobre el sofá. Mientras
esté dentro de mí, nada más importa.
Tuvimos que recurrir a pasar días separados, solo para lograr
trabajar un poco. Hoy no fue uno de esos días.
—¿Ash? Oye.
Me despierto con un sobresalto. Estoy tumbada boca abajo en
medio de la cama de Jake y levanto la mirada para encontrarlo sentado
a mi lado, recién duchado y completamente vestido.
Me siento y me froto la cara. —Oye. ¿Cuánto tiempo estuve
dormida?
—Un par de horas. Si no tuviera que ir a esta cosa de blogger con
Sid, todavía estaría allí contigo. —Pone una taza de café recién preparada
a mi lado—. Lo he hecho más fuerte, así que tómalo, y luego revisa las
ediciones que hice ayer. Hay algo que no está bien en ellas, y necesito
que tu increíble cerebro me diga qué estoy haciendo mal.
—Sí. De acuerdo. —Aún me siento aturdida. Nunca he consumido
muchas drogas, pero puedo imaginar que una resaca de orgasmo es muy
parecida a bajar de un subidón. Todo duele de la mejor manera posible,
y todo lo que quiero hacer es pedir comida para llevar, acurrucarme con 248
Jake y mirar algo en Netflix.
—¿Ash? Estás despierta, ¿verdad?
—Totalmente. —Me reclino y luego me arqueo al bostezar y me
estiro. El enfoque de Jake trata de deambular por todas partes a la vez.
—Maldita sea, mujer. —Se inclina y besa mi cadera—. Excitándome
antes de tener que subirme al metro… —Besa un costado de mi caja
torácica—… podrían arrestarme. —Termina ahuecando mi pecho y
colocando un ligero beso sobre mi pezón—. Guarda esa sensualidad. Al
menos hasta que llegue a casa.
Levanta el edredón para ocultar mi desnudez. Y cuando acaricia mi
mejilla con sus dedos, tomo su mano y beso la palma mientras hago un
esfuerzo para preguntarle algo. Ha habido un pensamiento que me ha
estado molestando por un tiempo, y he aplazado preguntarle, porque sé
que no me gustará la respuesta, pero no puedo evitarlo para siempre.
—Antes de que te vayas, ¿puedo preguntarte algo?
—Por supuesto.
Miro sus dedos para evitar su rostro. —Sé que dijiste que superaste
a Ingrid, pero… ¿alguna vez piensas en ella cuando estamos juntos? ¿Tal
vez desearías que estuviera aquí contigo en mí lugar?
La expresión en el rostro de Jake decae. —Jesús, Ash… no. —Lo
niega, pero puedo decir que no me está diciendo toda la verdad.
—Está bien —le digo, sintiéndome estúpida por preguntar cuando
sabía que me haría sentir como una mierda—. Lo entiendo. Es tu alma
gemela. Pasaste un año escribiendo poesía sobre ella. En un par de
meses, serás el autor de un libro publicado acerca de ella. Solo sé que
cuando salga a la luz, lo único que la gente querrá escuchar es de esa
relación, y… bueno, estaré en segundo plano como una especie de premio
de consolación.
Toma mis manos entre las suyas. —Asha, no eres el premio de
consolación de nadie. Ingrid es historia pasada. Tú eres mi futuro.
Lo miro. —Pero no sabes con certeza si ella te superó. No puedo
dejar de temer que lea este libro y decida que quiere que vuelvas. Quiero
decir, la forma en que escribes sobre ella… la pasión obvia en tus
palabras. ¿Cómo podría una mujer leer eso y no sentirse conmovida?
Jake mira nuestras manos, su expresión es conflictiva. Su
mandíbula se tensa, y pareciera que está a punto de decir algo pero luego
se detiene.
Finalmente, después de un par de respiraciones, me mira y dice—
: He estado tan envuelto en todo esto. El libro, teniéndote de vuelta en mi
vida… ni siquiera pensé cómo te afectaría la cosa de Ingrid. Soy un
imbécil.
Empiezo a estar en desacuerdo, pero me detiene. —Ash, esto está
249
en mí. No en ti. Hay cosas que debería haberte dicho hace mucho tiempo,
y porque no lo hice… —Sacude la cabeza como si estuviera enojado
consigo mismo y luego me mira a los ojos—. No tengo tiempo para hacerlo
ahora, pero hablemos esta noche. Encuéntrame en la casa de papá. A las
ocho.
Asiento. —Está bien, pero ¿por qué allí?
—Solo encuéntrate conmigo allá, ¿de acuerdo? —Mira el reloj y jura
por lo bajo—. Me tengo que ir. —Me toma la cara con ambas manos y me
besa con tanta ternura que me quita el aliento—. Te veo esta noche.
Agarra sus llaves y su billetera, y se dirige hacia la puerta. Cuando
la abre, se vuelve hacia mí. —Y si de algo sirve, mis sentimientos por ti
están en un universo diferente a lo que sentía por Ingrid. No hay
comparación.
Cierra la puerta detrás de él, y espero hasta que ya no puedo oír
sus pasos antes de dirigirme al baño y ducharme. Sé que intentaba
tranquilizarme, pero esa última afirmación podría interpretarse de
cualquier manera.
En tanto permanezco bajo el rocío caliente, dejo que mis
pensamientos den vueltas en mi mente hasta que obtengan los
resultados más pesimistas. Normalmente no soy una persona paranoica,
pero cuando amas a alguien tanto como yo a Jake, es inevitable
sospechar un poco. Realmente nunca he lidiado con los celos que sentía
por el hecho de que Ingrid fuera tan importante para él, y esos
pensamientos siguen provocando moretones viejos, causándome dolor.
Tras vestirme, me concentro en mi trabajo para mantener mi mente
ocupada. Reviso los capítulos de Jake, escribiendo en una lista las áreas
que necesita volver a escribir o pulir, y luego reviso el programa de
producción final que ha enviado Serena. Todas las ilustraciones del libro
ya están terminadas, y solo tenemos una semana para completar las
ediciones finales y el formato antes de que se dirija a las impresoras. Si
vamos a tener alguna oportunidad de hacer esto a tiempo, Jake y yo
tendremos que pasar la mayor parte de nuestros días separados.
Después de que termino de responder todos mis correos
electrónicos, me froto las manos y me voy a la cama. A medida que el
clima se vuelve más frío, se hace cada vez más imposible trabajar en este
lugar sin abrigarse. Agarro el edredón, y cuando lo saco de la cama y lo
envuelvo alrededor de mis hombros, logro derribar una pila de cajas en
las que Jake guarda cosas.
—Oh, mierda.
Cuando golpean el piso, su contenido se esparce por todas partes,
y me agacho para asegurarme de que no haya roto nada. Reviso su
cámara primero. La tapa de la lente se desprendió, pero por lo demás
parece estar bien. Cuando estoy recogiendo todas sus fotos, noto un
pedazo de papel suelto, así que lo levanto. Es una carta escrita a mano.

250
Querido Jake:
No puedo creer que esto sea un adiós. Estos últimos meses contigo
han sido los más felices de mi vida. Pensé que nunca encontraría a alguien
como tú, y después de lo que sucedió con Roger, ni siquiera lo busqué. Pero
cuando miré desde la terraza a la Granja Zen, allí te encontrabas, y desde
la primera vez que te vi, supe que estabas destinado a ser mío. Eres el
primer hombre al que le he dado todo: mi corazón, mi mente, mi cuerpo y
mi alma. Y no importa adónde vayas o qué hagas, siempre llevarás parte
de mi alma contigo.
Desearía poder convencerte de que te quedes. Sé que tienes razones
para ir a casa, pero siento que estamos terminando incluso antes de que
empecemos, y cada vez que pienso en que te subirás a ese avión, mi
corazón se rompe y se destroza.
Cada día que estemos separados, estaré rogando para que cambies
de opinión sobre nosotros. Y si alguna vez lo haces, por favor, ten la
seguridad, estaré esperando.
Todo mi amor, siempre,
Ingrid.

Cuando termino, simplemente me siento allí, mirando fijamente la


carta, esforzándome en que tenga sentido.
Luego de cinco minutos de releer, todavía no tengo ninguna
explicación de por qué la historia de Jake de su ruptura y esta carta
parecen ser polos opuestos. Todo este tiempo me he dicho a mí misma
que ella está fuera de su vida para siempre porque ella eligió al otro tipo.
Pero no lo hizo. Lo eligió a él. Y ha estado mintiendo sobre esto todo este
tiempo.
Agarro mi teléfono de la mesita de café y vacilo antes de hacer la
llamada, pero sé que necesito hacerlo.
—Oye, Jo. ¿Todavía tienes ese enlace del perfil en Facebook de
Ingrid? Lo necesito.

251
23
Castillo de naipes
Traducido por Umiangel
Corregido por Pame .R.

Sopla una brisa fría cuando camino por mi viejo vecindario, pero
estoy lo suficientemente enojada como para sentirla. Lo que sea que Jake
haya planeado esta noche, voy a necesitar un montón de respuestas.
Tras unos minutos, estoy parada en la acera frente a la casa en la
que crecí, y me invade una extraña sensación de inevitabilidad. Es como
si pequeños pedazos de mí estuvieran abriéndose camino aquí desde que
Jake regresó a mi vida, y ahora el resto de mí se está poniendo al día. 252
Recordamos este lugar todo el tiempo, repasando momentos de
nuestra infancia, pero el hogar en mi memoria se parece poco a la casa
que tengo delante. Ese es el porche donde mamá tomaba su café de la
mañana, pero es más estrecho de lo que recuerdo. Están los escalones
de entrada donde Jake y yo organizábamos obras de teatro de un solo
acto, pero estoy segura de que eran más grandes. Incluso el Árbol del
Amor en el patio de Jake parece decaído y menos vibrante.
Dicen que nunca puedes volver a casa, pero eso no es cierto.
Puedes, pero siempre te sorprenderá lo pequeño que parece todo. El
padre de Jake se quedó en su antigua casa hasta el final, pero ni siquiera
sé quién vive actualmente en la nuestra. Ambas casas están a oscuras,
así que quizás Jake no esté aquí todavía.
Inclino mi cabeza cuando escucho música, y de inmediato sé de
dónde viene. Durante años, Jake y yo compartimos paredes y porches,
patios y camas. Pero el único lugar que era verdaderamente nuestro se
mantuvo por sí mismo.
Doy una vuelta por el lado de la casa y camino por el sendero. Al
final, acurrucado en las sombras de un enorme roble se encuentra el
garaje. Debido a que el padre de Jake no era dueño de un automóvil, se
usaba para almacenamiento y había un área en el ático que Jake y yo
reclamamos como nuestra. Era húmedo y mohoso, pero para nosotros
era el lugar más mágico del mundo. Cuando éramos pequeños, solíamos
robar mantas y almohadas de repuesto y subirlas por la escalera
destartalada. Y luego agregábamos libros, juguetes, lápices y papel. Una
vez, Jake encontró algunas viejas luces de navidad que uno de los vecinos
tiró a la basura. De alguna manera, las arregló y las clavamos en el techo,
para que pudiéramos fingir que estábamos en un lugar exótico bajo las
estrellas.
En este momento, luz se está derramando por las ventanas del
garaje, y cuando me acerco puedo ver que la música es un viejo álbum
de Natalie Cole. Era uno de los favoritos de mamá, y es lo que solíamos
escuchar cuando queríamos suavizar las asperezas de nuestras vidas.
Abro la puerta y entro, y lo que me saluda no es en absoluto lo que
esperaba. En el espacio que solía estar lleno de cajas y decoraciones
navideñas antiguas, ahora hay una gran alfombra persa coronada por un
enorme escritorio de madera; el tipo que se vería en la oficina de casa de
un abogado en los años cincuenta. En el escritorio hay pilas de
cuadernos, similares a los del apartamento de Jake.
Mi primer pensamiento es que si todos están llenos de palabras,
Jake es más prolífico de lo que jamás hubiera imaginado. Pero luego me
doy cuenta de que no hay forma de que haya llenado todos estos libros
en los últimos años. Ha estado escribiendo mucho más que eso.
Echo un vistazo hacia donde Jake está apoyado en el borde del
escritorio. Cuando me ve, se para, con las manos en los bolsillos, los
hombros encorvados. Cuando me acerco, trata de tomar mi mano, pero
retrocedo. Necesito escuchar lo que tiene que decir antes de dejar que me 253
desarme.
Asiente como si entendiera. —He imaginado tener esta
conversación contigo mil veces en mi cabeza, y nunca era fácil. Pero creo
que nunca pensé que tendría ganas de vomitar. —Se frota el dorso de la
mano en la barbilla—. Ash, no he sido sincero contigo, y odio que mi
mentira te haga sentir como si no fueras lo más importante del mundo
para mí, porque lo eres. —Vuelve a mirarme la mano, pero no me toca—
. Sé que te preocupa que Ingrid cambie de opinión y regrese, pero eso no
va a suceder. Ingrid no rompió conmigo. La dejé.
—Ya me di cuenta de eso. —Cuando saco la carta de Ingrid del
bolsillo y se la entrego, la arruga.
»No fisgoneaba —digo, como si importara cómo la encontré—. Eché
algunas cajas, y se cayó.
La deja caer sobre el escritorio, agitado. —Maldita sea. Lamento no
habértelo dicho. Es mi culpa haber esperado tanto tiempo.
—También revisé las redes sociales de Ingrid. Estás en todas
partes. Hace tan solo unos días, volvió a publicar un recuerdo de ustedes
dos y diciendo cuánto te extrañaba y te ama. ¿Qué demonios, Jake?
Baja la cabeza. —Fui tan estúpido al mentir sobre eso, pero no
sabía qué más hacer. Te vendieron mi historia sufriendo por el alma
gemela que perdí, e Ingrid era la elección obvia.
—Entonces, ¿todo ha sido una mentira? Todos los poemas... ¿esos
poemas hermosos y apasionados eran solo palabras? ¿Hiciste un relato
falso para hacer que parecieran más profundos de lo que eran?
Me mira fijamente por unos segundos, como si hubiera conectado
los puntos, pero no pudiera ver la imagen que formaban. —Esos poemas
no eran falsos, eran de mi corazón. Cada emoción en ellos era real.
Simplemente no los escribí para Ingrid. —Toma una respiración
profunda—. Eran sobre ti.
Mi corazón vacila cuando los recuerdos de todas esas palabras
increíbles inundan mi mente. Estoy demasiado sorprendida para
responder.
—Siempre has sido tú, Asha. ¿Cómo no sabes eso a estas alturas?
Trato de asimilarlo, pero no puedo. —Entonces, el viaje... Ingrid...
los poemas no empezaron hasta después de ella.
—Dejé Brooklyn para alejarme de ti, pero fui un idiota al pensar
que podría superar mis sentimientos. En lugar de estar extrañándote
aquí, me senté frente al Taj Mahal y lo hice. Miré desde lo alto de la Torre
Eiffel y quería mostrarte la vista. Te anhelé en todos los continentes,
frente a cada obra de arte que me hizo agradecer la vida. Pero todo
terminó sin significar nada sin ti para compartirlo.
Hace un gesto hacia la nota arrugada en el escritorio. —Y luego 254
conocí a Ingrid, y pensé, Dios mío, finalmente. Una mujer que podría
ocupar tu lugar en mi corazón. Y lo intenté con ella. Hice todo lo que se
encontraba a mi alcance para darle solo una pequeña parte de mí. Pero
no sirvió de nada. Te pertenezco. Todo mi ser.
Todo encaja en etapas, pero nada de eso me hace sentir mejor.
—Todo este tiempo creí que ella era tu alma gemela y que yo era tu
segunda opción. ¿Tienes alguna idea de cómo me hizo sentir eso?
Se acerca a mí cautelosamente. —Ash, nunca quise lastimarte. Eso
era lo último que pretendía. ¿Nunca dijiste una mentira tan profunda que
no sabías cómo salir? Me senté frente a ti y tus jefes y te dije un montón
de mierda sobre Ingrid. Y luego tuve que continuar, porque sabía que, si
hubiera admitido lo que hice, me hubieras mirado como lo estás haciendo
ahora. Incredulidad. Un poco de disgusto. —Toma mis manos—. Lo
lamento mucho. Odio haberte engañado.
Me alejo, demasiado enojada como para permitir que me toque. —
No solo yo, Jake. Todo el mundo. Todos creímos tu historia. Tus
fanáticos, literalmente, te creyeron. Nos vendiste a todos una mentira. Y
me veo como la mayor idiota de todos, porque eres la persona de la que
pensé que sabía todo. Nadie va a creer que no lo sabía. Mi reputación
será arrastrada por el barro junto con la tuya.
—No hiciste nada malo. Esto es sobre mí.
—No, no lo es, Jake. Ese es el problema. Es sobre todos. Cada
persona en Whiplash. Se suponía que este libro iba a revivir nuestra
empresa. Ibas a ser nuestro salvador. Hay cientos de miles de pedidos
anticipados en todo el país, y ahora... todo se fue a la basura.
—¿Y si cambiamos el nombre de Ingrid? Convertirla en un
personaje ficticio.
Me siento en la silla detrás del escritorio y dejo caer mi cabeza en
mis manos. —La razón por la que este libro ha recibido tanto entusiasmo
es porque todos piensan que es auto-biográfico. Hay un millón de
romances ficticios por ahí. Este se suponía que era algo verdadero. Si
alguien descubre que es falso, y lo harán, todos seremos etiquetados
como fraudes.
Permanecemos en silencio, y siento como si fuéramos un dúo de
equilibristas que acaban de caer al suelo. Todo iba tan bien. El libro.
Nosotros. Y ahora no puedo ver el camino. Cada recorrido mental que
trato de andar nos hace pedazos.
Jake pone sus manos sobre el escritorio y me mira. —Debe haber
algo que podamos hacer.
—Lo hay —le digo, con cansancio—. Veré a Serena por la mañana
y le diré la verdad. Cancelará tu contrato, ordenará que devuelvas el
anticipo, me despedirá y luego probablemente anuncie que Whiplash está
cerrando sus puertas debido a la quiebra.
Las fosas nasales de Jake se ensanchan. —Ese no es un resultado 255
aceptable.
—Bueno, ese es el único que puedo prever.
—¿Y qué pasa contigo y conmigo?
Sacudo la cabeza, incapaz de formar un pensamiento coherente
sobre nada, y mucho menos de nosotros. —Ni siquiera puedo pensar en
nosotros en este momento.
—Escucha, Ash, no voy a dejar que mi estúpido error nos arruine
o a tu carrera. Arreglaré esto.
—¿Cómo?
Saca su teléfono y marca. —Todavía estoy trabajando en eso.
Confía en mí. —Se dirige a las puertas, y mientras se va, oigo—: Hola,
Serena. Es Jake Stone. Necesitamos hablar.
Me froto los ojos y giro mi cuello. No veo ninguna solución para
esta situación, no importa lo seguro que parezca Jake. Si puede
convencer a Serena sobre algún tipo de compromiso, será un milagro.
Echo un vistazo a la escalera que conduce al ático. Las luces
navideñas están encendidas y me llevan de vuelta a un momento más
simple, cuando mi problema más complicado era si beber una caja de
jugo de manzana o de uva.
Me acerco y subo la escalera, teniendo en cuenta que soy mucho
más grande que cuando estuve aquí por última vez. Cuando llego a la
cima, sonrío a pesar de mi mal humor. No solo se ve exactamente como
lo recuerdo, sino que Jake debió haber pasado tiempo limpiando y
lavando todas las almohadas y alfombras, porque creo que nunca he visto
el lugar tan impecable. En el bote de basura volteado que usábamos como
mesa, hay un libro. Cuando voy a recogerlo, veo nuestro viejo diccionario,
el que encontramos entre la basura de la señora García. Pienso en lo que
dijo Jake, que cada palabra necesita otra palabra para describirla. En
este momento, si allí hubiera una entrada para “Jake y Asha”, la
definición sería “total y absolutamente jodido”.
Odio que haya mentido, y detesto que todo pueda irse al infierno
por eso. ¿En qué pensaba? ¿Realmente creyó que un día no regresaría
para morderle el culo?
En algún lugar, muy profundo en mi interior, siento algo de alivio
de que no soy su segunda opción después de todo; pero ahora mismo,
está enterrado bajo capas de ansiedad y miedo, no solo por mí, sino por
todos mis amigos que perderán su trabajo si Jake no hace las cosas bien.
Me acerco a la gruesa alfombra en medio del espacio y me tumbo.
Sin pensarlo, pongo mis manos sobre mi estómago y cruzo los tobillos;
nuestra pose por defecto para observar estrellas. Cierro los ojos y
pretendo que nada de esto está sucediendo. Estoy en una tierra lejana,
dormitando bajo un cielo estrellado, sin ninguna preocupación en el
mundo aparte de las cajas de jugo.
Debajo de mí, puedo escuchar el bajo ruido de Jake hablando por 256
teléfono, y por su volumen y tono, puedo decir que está discutiendo. Al
cabo de un rato, oigo crujir la escalera, y siento su calor al recostarse a
mi lado.
—¿Y bien? —digo, abriendo los ojos.
Mira las luces. —Está enojada, comprensiblemente. Por su parte,
el libro está muerto, pero la convencí de que concertara una reunión entre
ella y Robert por la mañana para hablar más sobre el tema. Si retrasan
la fecha de lanzamiento unos meses, puedo entregar un libro totalmente
nuevo.
—Cambiar las fechas de lanzamiento es un problema muy grande,
Jake. Especialmente en este punto en el calendario de producción. Iré
contigo a la reunión.
Se vuelve hacia mí. —No. Este no es tu problema. Es mío. Y lo
arreglaré o moriré en el intento. No te fallaré, Ash.
Es lo suficientemente firme como para creer que lo intentará, pero
no tengo la confianza suficiente para pensar que tendrá éxito.
Vuelve a mirar las luces, y me uno a él. Está claro ambos estamos
tensos; pero esperamos que nuestro antiguo santuario nos preste algo de
magia, muy necesaria.
—Entonces, ¿nunca se te ocurrió mencionarme que soy tu alma
gemela? —pregunto.
—No es algo que haya surgido naturalmente en la conversación.
Tampoco me dijiste que yo era la tuya, aunque sé muy bien que lo soy.
—Cierto.
Hay una pausa, luego dice: —Muchas veces, durante la
secundaria, casi te dije cómo me sentía. Casi golpeé tu puerta en medio
de la noche. Pensé en escalar por tu ventana. Casi te entregué una de las
docenas de cartas que escribí en las que declaraba lo estúpido e
irrevocablemente enamorado que me encontraba de ti. Tantos “casi”.
—¿Por qué no lo hiciste?
Gira para mirarme. —Debido a que me hallaba casi seguro de que
me rechazarías, y no importaba lo mucho que doliera sospechar que no
tenías ese tipo de sentimientos, me habría matado saberlo con seguridad.
Continúa mirándome, y maldita sea, no puedo evitar apartar la
mirada. Todavía debería estar enojada, pero es casi imposible bloquear
nuestra conexión cuando está tan cerca. Es como si todos los buenos
momentos que tuvimos aquí nos estén infundiendo nostalgia, invitando
a confesar viejos secretos.
—Ojalá hubieras golpeado a mi puerta —digo—. Tantas noches me
quedé despierta, sabiendo que te hallabas a pocos metros de distancia.
Mueve su brazo para que su mano esté justo al lado de la mía. —
¿Recuerdas la noche en que tú y Jeremy tuvieron una gran pelea sobre 257
lo coqueta que era Shelley con él? Irrumpiste en mi habitación y le
cerraste la puerta en la cara.
Lo recuerdo bien. —Me sentía tan furiosa que no podía ver por qué
era un problema, tenía que alejarme de él.
—Y sabías que correr hacia mí lo haría enojar.
Parpadeo, sorprendida de que estuviera tan lejos de mi motivación.
—No fue por eso por lo que corrí a tu habitación.
—Entonces ¿por qué?
—Porque te extrañaba. Y sabía que había arruinado todo entre
nosotros y lo odiaba. Y porque sabía... —Enredo mi meñique con el
suyo—. Sabía que, si te hubiera elegido, nunca me habrías tratado así.
Muestra un leve indicio de una sonrisa —No me dijiste ni una
palabra. Te acostaste en la cama a mi lado, volviste la cara hacia la pared
y cerraste los ojos.
—Y me ignoraste.
Hace un ruido. —Te puedo asegurar, no te ignoré. En el momento
en que entraste en mi habitación, todo lo demás dejó de existir.
—No me hablaste. O consolaste.
Desliza sus dedos entre los míos. —No pude. Si te hubiera tocado,
no hubiera querido parar. Si te hubiera hablado, te lo habría confesado
todo.
—Tal vez si lo hubieras hecho, no hubiera regresado con Jeremy.
—Y tal vez sí. Y no fui lo suficientemente valiente como para correr
ese riesgo.
Nos miramos el uno al otro por unos momentos más, luego
volvemos a mirar el techo, nuestras manos aún unidas.
—Lo siento, arruiné todo —dice Jake—. Pero lo prometo, lo
arreglaré. Solía estar bien solo. He tenido mucha práctica. Pero
finalmente, ¿llegar a tenerte y luego perderte? No pasará.
Quizás sea el ático, las luces, o la niña optimista que hay en mí,
pero esta vez cuando lo dice, le creo.

258
24
El sueño imposible
Traducido por Umiangel
Corregido por Pame .R.

Sé que se lo prometí a Jake. Esta mañana me mantendría alejada


de Whiplash, pero ¿cómo podría hacerlo? No solo el libro o mi trabajo
están corriendo riesgos; el futuro de toda la empresa se encuentra en
peligro. Todos aquí han trabajado duro para asegurar que el lanzamiento
del libro Feelgood sea lo masivo posible. Cientos de bloggers están listos
y esperando, la prensa ha echado espuma por la boca para publicar
extractos y avances, millones de fanáticos literalmente gritan por él y los 259
minoristas ya están hablando de promociones exclusivas en la tienda. Me
siento mal cuando los imagino a todos descubriendo que el libro no se
publicará. Incluso retrasarlo durante unos días causaría una fusión
masiva en cascada que pondría el último clavo en el ataúd
financieramente amarrado de Whiplash.
Por eso necesito estar aquí. Si esta situación explota, y sé que
explotará, tengo que asumir mi parte de las consecuencias.
La opción inteligente sería mantener mi cabeza en mi cubículo
hasta que llegue el veredicto final, pero estoy demasiado nerviosa para
eso. En cambio, estoy paseando, vigilando todo el tiempo los ascensores.
Jake y Serena subieron a la oficina del señor Whip hace más de una hora.
¿El hecho de que no lo echaron a patadas después de cinco minutos es
una buena señal? ¿O debería preocuparme que todo lo que hacen es
hablar con rodeos? Sin impedir el inevitable colapso, sino simplemente
retrasándolo.
—¿Puedo traerte algo? ¿Café? ¿Whisky? ¿Un tranquilizante de
caballos? —Me doy vuelta y veo a Joanna a una corta distancia,
observándome dejar un camino en la alfombra.
—¿Escuchaste?
—Todos. Devin se aseguró de eso. Se encontraba casi contento por
ello.
—Estoy segura de que le encanta verme fallar, teniendo en cuenta
que le “robé” su promoción.
—Sí, tal vez en parte. Pero creo que está aún más feliz de ver que
Whiplash falló. —Me lanza una mirada que implica que sabe algo que yo
no.
—Mi curiosidad está despierta oficialmente. Escúpelo.
Se acerca y mira a su alrededor para asegurarse de que nadie
pueda oírnos. —Le dieron una paliza en los premios de Excelencia en
Publicación. Fue a casa con una amiga mía de Little Brown. Después de
que no pudo satisfacerla y se corrió en tiempo récord, comenzó a dejar
entrever que sus días en Whiplash estaban contados. Cuando lo
presionó, admitió que él y su hermano, quien trabaja en Random House,
planeaban comenzar su propia compañía. Devin está furioso porque su
tío no lo ha reconocido como el mejor que se considera a sí mismo, y está
harto de ser un soldado en lugar de un general. Por supuesto, si crean
su propia compañía mientras Whiplash aún está en la imagen, habrá
todo tipo de drama familiar. Pero si se hunde...
No necesita terminar el pensamiento. Solía sospechar que Devin
saboteó el trato de Professor Feelgood, y ahora estoy segura de ello.
Quitarle el salvavidas que mantiene a flote la compañía de su tío es una
gran estrategia para despejar el camino para su propia editorial.
Estúpido.
—De todos modos —dice Jo—, te haré saber si escucho algo más.
En este momento, necesito salir. 260
—¿A dónde vas?
Presiona el botón del ascensor. —A traerle a Devin su café con leche
doble moka favorito. Después de todo, no ingerirá estos laxantes de alta
potencia que tengo en mi bolsillo por voluntad propia. —Me da una
sonrisa inocente—. ¿Puedo traerte algo? Aparte de la venganza que hará
explotar su intestino, por supuesto.
Sonrío cuando entra en el ascensor. —No, estoy bien. Nos vemos
más tarde.
Se despide a medida que las puertas se cierran, y después de que
se ha ido, me apoyo en la pared y suspiro. Hacer hincapié en esto es
agotador. Desearía poder arrastrarme debajo de mi escritorio y dormir
por una semana.
Mientras estoy de pie allí, la extraña y reconfortantes variedades de
maldiciones por parte de Fergus en la fotocopiadora hace eco por el
pasillo, y se forma un bulto en mi garganta. Whiplash es más que una
empresa. Somos una familia. Y si nos vemos obligados a ir por caminos
separados, muchas personas resultarán heridas.
Me alejo de la pared cuando escucho que llega el ascensor, pero
cuando me paro frente a la puerta esperando ver a Jake, me enfrento a
Serena, quien tiene una expresión severa.
—Todavía está hablando con Robert —dice al salir—. Mi oficina.
Ahora.
Nunca la he visto así, y saber que soy culpable en parte hace que
el sudor bajé por mi espalda.
La sigo a su oficina y cierro la puerta antes de sentarme en la silla
frente a su escritorio y espero mientras trabaja en su computadora. Por
su expresión, puedo decir que no está obteniendo las respuestas que está
buscando.
—¿Sabes por qué tenemos plazos, Asha?
—Sí. Porque hay mil piezas en movimiento que deben encajar en
su lugar antes de poder publicar un libro.
—Exactamente. Y ahora me veo obligada a ejercer una presión sin
precedentes sobre nuestro personal y proveedores para intentar salvar a
esta empresa. Pero si Jacob no puede cumplir lo que acaba de prometer,
no le puedo garantizar a nadie que nuestras puertas continúen abiertas
a esta hora el mes que viene.
—¿Qué prometió?
Su impresora trabaja y se gira para mirarme. —Un libro alternativo
en siete días. Uno que elimina por completo la narrativa de Ingrid.
La miro fijamente por unos segundos, mi cara arde de incredulidad.
—Serena, eso es imposible. Ingrid era todo ese libro. Tratar de eliminar
sus secciones y aún salvar cualquier cosa que valga la pena llevaría
semanas de reescrituras, en el mejor de los casos. 261

—Lo sé, y lo sabes, pero aparentemente el señor Stone no. Está


insistiendo en que, si confiamos en él, no nos defraudará. A Robert y a
mí no nos encantaría nada más que cancelar su contrato y seguir
adelante, pero no tenemos el lujo financiero de ignorar la gran cantidad
de tiempo y dinero que ya invertimos en él y tirarlo por el inodoro. Nos
guste o no, está comprometido a hacer un pequeño milagro para salvar
esta situación, y no tenemos más remedio que apoyar sus esfuerzos.
—¿Qué puedo hacer para ayudar?
—Nada. Todos estamos de acuerdo en que sería mejor para mí
asumir el puesto de editor.
—¿Jake estuvo de acuerdo con eso?
—Fue idea suya. —Deja caer un pesado manuscrito sobre el
escritorio frente a mí—. Además, estarás ocupada con esto. Si hay una
leve posibilidad de que no salgamos del negocio, este es nuestro próximo
libro. Quiero tu primera ronda de ediciones la próxima semana.
Puedo sentir lo enojada y decepcionada que está ahora, y lo odio.
Siempre me ha apoyado, y he traicionado su confianza.
—Serena, lo siento. Este era mi proyecto, y tengo que asumir la
responsabilidad de que explote de esta manera.
—El señor Stone se mostró firme en tu defensa esta mañana.
Asume toda la responsabilidad por el engaño de Ingrid y las
consecuencias. —Su mirada se suaviza—. Pero elegiste no informarme
que los dos tenían una historia, o que se involucraron. Esperaba más de
ti, Asha. Siempre he sido tu más ferviente defensora. Que no confiaras
en mí, lo suficiente, para ser completamente honesta... me duele.
Por primera vez, puedo ver que, a pesar de la imagen de Reina de
Hielo de Serena, es tan vulnerable como cualquier otra persona.
—Serena... lo lamento mucho. Eres mi mentora, y debí haber
acudido a ti, pero no lo hice, y siempre lo lamentaré. Me has dado todo,
y te defraudé. Si superamos esto, te prometo que te lo compensaré.
Se quita las gafas y se frota los ojos. —Espero que tengas la
oportunidad. No te equivoques, el margen de error en este libro
alternativo es cero. Si Jacob llega incluso una hora tarde a la entrega del
manuscrito completo, se acabó, para todos nosotros.
—Entiendo. —Recojo el libro en el que quiere que trabaje y me
pongo de pie—. Te daré mis ediciones para el lunes. —Tomar notas
completas sobre esta bestia de setecientas páginas podría significar
trabajar todo el día, pero ahora mismo haré lo que sea necesario para
redimirme. Incluso si termino perdiendo mi trabajo, necesito que sepa
que no se equivocó al ver potencial en mí.
Cuando vuelvo a mi escritorio, me desplomo en la silla. No tengo ni
idea de lo que Jake pensaba prometiéndole un nuevo libro en una
semana, pero aparte de tener un marcador del tiempo mágico, no veo
262
cómo lo logrará.
—¿No deberías estar actualizando tu currículum? —Levanto la
mirada para ver a Devin apoyado en mi cubículo—. Si te das prisa, es
posible que puedas sacar algunas copias aquí en la empresa antes de que
desmantelen todo el equipo de oficina. ¿Qué tan mal te sientes por eso?
¿Súper culpable? ¿O aplastante e insensiblemente culpable?
—Me siento horrible. Pero supongo que no entenderías la culpa,
considerando que estás dispuesto a arruinar a tu propio tío para calmar
a tu pobre y frágil ego.
La sonrisa huye de su rostro. —¿De qué diablos hablas?
—Creo que lo sabes. Cuidado con lo que admites ante las mujeres
que no logras satisfacer sexualmente, Devin. No tienen reparos en
confirmar que eres una maravilla sin genitales.
Su sorpresa ante mi respuesta, por una vez, se transforma
rápidamente en ira. —Si empiezo mi propia editorial, no te humilles
solicitando trabajo. Solo admitiré editores que no se follen a sus autores.
Sinceramente, no pensé que tuvieras las agallas para hacer algo tan
increíblemente poco profesional, pero parece que me equivocaba.
Me paro con las manos en las caderas, decidida a derribarlo con
miles de golpes. —Entonces, ¿desapruebas que duerma con un
compañero de trabajo? ¿Es por eso por lo que te me insinuaste
implacablemente durante los últimos dos años? ¿O simplemente estás
enojado que me acosté con alguien que no eras tú?
Se come con la mirada mi cuerpo un largo y desagradable
momento, luego se burla de mí, el plan de respaldo para un tipo como él,
al darse cuenta de que una mujer a la que se encontraba acostumbrado
a deshumanizar ya no está dispuesta escuchar más de su mierda. —No
perdería mi tiempo contigo, Tate. Tus tetas no están malas, pero aparte
de eso, no eres muy agraciada.
—Guau —digo, inexpresiva—. Estoy aplastada por el hecho de que
me mantengan en tan baja estima por un imbécil con el pene pequeño.
Deja escapar un ruido de disgusto y se inclina cerca. —Di lo que
quieras, pero no soy quien cuyo novio, aspirante a autor, jodió esta
compañía. Esa eres tú. Y es una prueba de que el tío Robert fue
incompetente al decidir promocionarte por encima de mí. ¿También te
acostaste con él? Porque si es así, buen trabajo matando tu credibilidad
restante, Tate.
Cuando dice esas palabras finales, comete el error de dejar caer su
mano pegajosa en mi hombro. La combinación de su contacto no
bienvenido, un par de años de entrenamiento de Taekwondo y mis niveles
de tolerancia en un mínimo histórico, me hace actuar antes de pensar.
Rápido como un destello, tomo sus dedos y los giro hacia atrás hasta que
cae de rodillas.
Hace un ruido, como un gato cuando pisas su cola, y me inclino
para que pueda oírme por encima del sonido de su patético gemido. 263
—Devin, he soportado que seas un cerdo asqueroso durante
demasiado tiempo, así que escucha. Tal vez Whiplash se hundirá, o tal
vez no. Pero hasta que lo haga, soy tu superior en todos los sentidos. Así
que, me hablarás con respeto, nunca más te quedarás mirando mis
pechos, y no me pondrás un maldito dedo encima a menos que quieras
que los rompan en pedazos. ¿Estamos claros?
—¡Joder, sí! ¡Suéltame, suéltame!
Suelto su mano y se pone de pie, frotándose los dedos. Luego da
un paso adelante, como si estuviera creando valor para tomar
represalias, y cuando retrocedo en respuesta, siento un cuerpo duro
detrás de mí.
—Da un paso más hacia ella, idiota, y te arrojaré por la habitación.
—Incluso antes de girarme para ver a Jake mirando a Devin como si
quisiera arrancarle sus brazos, puedo escuchar la furia en su voz. Se
pone delante de mí, y Devin se encoge. De pie junto a Jake, que parece
incluso más alto de lo normal en este momento, Devin se ve exactamente
como el cobarde que es.
—Si me golpeas —dice Devin, levantando su barbilla como un niño
petulante—. Te demandaré.
—Si te golpeo —dice Jake, su voz oscura—. Tu primera llamada
será a tu dentista, no a tu abogado.
Cuando pongo mi mano en la espalda de Jake, puedo sentir sus
músculos tensos, listos para la acción. Afortunadamente, antes de que la
situación se agrave, las puertas del ascensor se abren y Joanna sale con
una bandeja llena de tazas de café con tapa y se pone entre los dos
hombres.
—Oigan, chicos, ¿qué pasa? —Ignora por completo la tensión en el
aire y actúa como si todos estuviéramos de pie charlando
educadamente—. Devin. Vaya, te ves pálido. ¿Sabes qué te hará sentir
mejor? Este delicioso café con leche moka doble que acabo de comprar
para ti. —Le entrega el café y nos lanza un guiño a Jake y a mí a medida
que lo lleva hacia la sala de descanso—. No tienes que agradecerme. Yo
invito.
Cuando se han ido, Jake mueve su cuello. —Qué mal. Me hubiera
gustado golpearlo.
—Por lo que entiendo —digo, tomando su mano y tirando de él
hacia el pasillo lateral—, no tienes tiempo para pelear. Serena me acaba
de informar lo que ofreciste, y es una locura. No se puede hacer.
—Se puede, y se hará. Pensé en todo eso anoche. Sé exactamente
lo que quiero escribir y puedo salvar un poco de las cosas más generales
del libro existente.
—Aun así, estás acostumbrado a escribir dos mil palabras por día,
no diez mil. Y Serena dijo que no quieres mi ayuda.
Toma mis manos. —No es que no lo quiera, es que... cuando 264
estamos juntos, es imposible concentrarse en otra cosa que no seas tú,
de manera que si tengo alguna posibilidad de hacerlo... —Suspira y baja
la mirada mientras acaricia mis dedos—. Necesito encerrarme durante
los próximos siete días y tener cero contacto contigo. Es la única manera.
Si sé que no voy a estar contigo hasta que termine, esa es toda la
motivación que necesitaré. —Me mira a los ojos—. Soy consciente de lo
que está en juego aquí, Ash, y el fracaso no es una opción. Si tengo que
escribir un éxito de ventas en tiempo récord para hacer esto bien, eso es
lo que haré.
Pongo mis brazos alrededor de su cuello y lo abrazo. —Creo que
puedes hacer lo que te propongas, así que mantendré mi distancia si eso
es lo que quieres.
Se aleja para mirarme. —Lo que quiero es pasar cada segundo
despierto contigo, pero ahora mismo, esto es lo que necesito. Junto con
esto... —Me besa profundamente, como si quisiera que el recuerdo de
este momento dure el mayor tiempo posible. Cuando el calor que estamos
generando se vuelve demasiado para un pasillo público, retrocede, sin
aliento—. Te llamaré la próxima semana cuando todo haya terminado.
Caminamos de regreso al ascensor. Cuando las puertas se abren,
entra y se da la vuelta hacia mí. —Es sólo una semana, ¿verdad?
Podemos hacer esto.
Asiento y sonrío, tratando de parecer más confiada de lo que me
siento. —Así es. Se acabará antes de que nos demos cuenta. Buena
suerte. Que las palabras fluyan libres y rápido.
Sonríe en tanto las puertas se cierran. —No necesito suerte. Solo a
ti.

265
25
Nuestra historia
Traducido por Valentina Rose & AnnyR’
Corregido por Pame .R.

Una semana sin Jake es más difícil de lo que suena. Me


acostumbré a verlo, besarlo y hacerle el amor, que, luego de dos días,
ando irritable. Tras cuatro, estoy inquieta. Para el quinto día, he
comenzado a beber durante el día.
—Ash, ¿estás lista? Nona nos espera a las seis.
—Ya casi. Deja que termine este capítulo. —Voy en mi segunda 266
ronda de ediciones en el monstruoso manuscrito que Serena me entregó.
Creo que le impresionó lo mucho que he avanzado y con rapidez,
considerando que un autor primerizo solo tiene un conocimiento
superficial de gramática y ortografía. El manuscrito completo puede que
luzca como un montón de trazos de lápiz rojo, pero al menos he
recuperado un poco del respeto de Serena.
Termino la última línea y arrojo el manuscrito a la cama. —Bien.
Tan solo tomo mis cosas, y nos vamos.
Eden merodea en el marco de la puerta, sosteniendo un bolso de
mano que contiene una champaña y una caja de regalo. —No puedo creer
que por fin lograré darte un regalo de cumpleaños. Y que aceptaste una
fiesta.
—No una fiesta —aclaro, colocándome los zapatos—. Es solo una
cena. Un paso a la vez, ¿de acuerdo?
Desde que mi mamá murió en mi noveno cumpleaños, me he
rehusado a celebrar. Siempre me pareció irrespetuoso que la gente me
diera regalos y pastel, como si estuviesen honrando su muerte que
celebrando mi cumpleaños. Pero con todo el progreso que hice el último
par de meses en abordar mis problemas del pasado que contribuyeron a
malas decisiones, pensé sin más que se trata de algo más que necesito
trabajar.
—Sabes que Nona puso todas sus ilusiones en una fiesta sorpresa,
¿verdad? —dice Eden—. Deseaba arreglar todo el jardín del tejado con
luces y una máquina de discos, e invitar a todos nuestros amigos. Estuvo
devastada cuando te decidiste por una cena en su cocina con nosotras
tres y Moby.
—Y Joanna —digo, sacando mi chaqueta del armario—. Tenía que
ir a un lugar primero, pero dijo que iría luego.
Me coloco el abrigo y giro para ver a Eden mirándome con una
expresión de simpatía. —Entonces, ¿Jake definitivamente no vendrá?
Pensé que sería el primero en tu lista de cumpleaños.
Me acerco a ella. —Sigue aislado.
—¿No quisiste contarle, al menos?
—Prometí no contactarlo, Edie. Está esforzándose en sacar algo
bueno del fiasco del libro, y no quiero distraerlo.
—¿Crees que tendrá éxito?
—Pienso que lo intentará.
Nos dirigimos hacia la puerta. —No sé mucho sobre escribir un
libro como tú, pero Jake es un tipo apasionado, en especial cuando se
trata de ti. Si dijera que intentará llegar al cielo y reorganizar las estrellas
para deletrear tu nombre, no lo subestimaría.
Sé que tiene razón, pero aun así no detiene la ansiedad de bajo
nivel que he sentido toda la semana. Ahora mismo, todos en Whiplash
vivimos con una gigantesca espada sobre nosotros, y Jake es el único que 267
puede evitar que caiga.
Cuando salimos del apartamento y vamos calle abajo, Eden
entrelaza nuestros brazos.
—¿Has encontrado el tiempo para contarle a Nona todo lo que te
ha estado pasado?
—No —contesto—. Y me siento terrible por eso. Cada vez que hemos
hablado estas semanas, la tranquilizaba en cuanto a la salud de Moby.
No le he contado nada del drama que ha estado ocurriendo en el trabajo
desde que le dije que obtuve un ascenso.
—Entonces ¿ni siquiera sabe que Jake es tu autor? ¿O que están
saliendo? —Cuando niego, silba por lo bajo—. Ay, Dios. Me alegra llevar
alcohol. Esta noche será de locos.
Me siento mal por no contarle nada a Nona, pero no es como que
haya tenido mucho tiempo libre. Y, a decir verdad, todo el asunto de Jake
me ha tenido mareada desde el primer día. Si Nona supiera que el hosco
niño de la casa de al lado es mi autor, me habría bombardeado con un
montón de preguntas sobre cómo me sentía al trabajar con él, y no habría
tenido una respuesta apropiada.
Sé que esta noche debo contarle que tengo una relación con Jake.
Simplemente no sé cómo va a tomarlo. Él era de la familia. Podría ser
raro.
Con Eden bajamos por las escaleras del metro, la localización de la
infame y matadora caída, y subimos a un tren con dirección a casa de
Nona. Nos sentamos junto a la puerta y revisamos nuestros teléfonos.
Por la boba expresión en su rostro, sé qué está enviándole mensajes a
Max. No puedo hacer lo mismo con mi hombre, por lo que hago lo mejor
que se me ocurre: reviso el perfil de Instagram de Profesor Feelgood.
Mientras trabajábamos en el libro, Jake dejó de publicar todos los
días, pero desde que nos separamos, comenzó a hacerlo otra vez. Por
supuesto, ahora que sé que sus poemas previos eran sobre mí, los he
vuelto a leer con otra perspectiva.
Sus últimos poemas tienen un tono un poco distinto, pero es como
si estuviera diciéndome lo que siente sin en realidad hablar conmigo.
Esta noche, sonrío cuando noto la foto que subió. Es de nosotros
cuando teníamos cinco años. Estoy sonriendo a la cámara, y Jake me
está abrazando por atrás y observando mi rostro con pura adoración.
Recuerdo el día que mi mamá tomó esta foto. Nos imprimió dos copias,
una para mí y otra para Jake, pero no he visto la mía en años.
Bajo ella, está la descripción:

Debí haber pasado mi desapacible razonamiento por un abrelatas


y haber dejado atrás la pequeña fachada. 268

Entonces podrías haber visto la desastrosa verdad:


Que sigo siendo el niño que creía que eras las estrellas y la luna,
el adolescente que ardía por ti como el sol vengativo,
el amante que te venerará hasta el final de los tiempos.
No puedo retractarme de mis errores,
pero puedo hacer este solemne voto:
Desprende mi piel, músculos y huesos,
y encontrarás un amorosamente retrato tuyo,
pintado en mi alma.

No sé si son las palabras, la foto o que lo extraño con tantas


malditas fuerzas que no puedo respirar, pero parpadeo para retener las
lágrimas al terminar de leer.
Eden me rodea con el brazo y apoya su cabeza contra la mía. —
¿Estás bien? Sé que lo extrañas.
Asiento y seco mi mejilla. —Es ridículo. Solo han pasado cinco días.
Me da un apretón. —He pasado por eso, y sé que unos pocos días
pueden sentirse como una eternidad. —Cuando le echo un vistazo, me
sorprendo al encontrar también sus ojos húmedos.
—Dios, Edie, lo siento. Sé que verme llorar te detona.
—Así es, pero no es por eso. —Sus labios tiemblan—. Es solo que
agradezco tanto que mi hermosa, inteligente y cariñosa hermana por fin
haya encontrado a alguien digno de ella. Y nunca tendré que
preocuparme de que Jake te lastime, porque sabe que, si lo hace, lo
asesinaré mientras duerme y arrojaré su cuerpo al río.
Está entre sollozando y riendo, y nos abrazamos como dos tontas
sensibles.
Cuando nos separamos, dice—: Bien, ya basta de estar triste por
tu novio ausente. Esta noche, comeremos pastel, y el pastel lo cura todo.
Continúa conversando todo el camino hasta el edificio de Nona,
asegurándose de que no piense en Jake. No sé qué haría sin ella.
—¡Nona, llegamos! —grita en cuanto entramos por la puerta. Cinco
segundos después, un muy emocionado Moby Duck se acerca
meneándose para recibirnos. Suelta graznidos y aletea, probablemente
pensando que le daremos algo de comer. Casi suelto un chillido cuando
noto que está usando un gorro de cumpleaños con lunares.
—¡Oh, Dios, Mobes! Te ves adorable. —Luego de colgar mi chaqueta
y bolso en el estante de la pared junto a la puerta, paso mi mano a lo
largo de su espalda con plumas—. Tienes hambre, ¿eh? ¿Dónde está tu
mamá? ¿Está cocinando? 269
La voz de la abuela suena desde la cocina—: ¡Aquí, chicas! Y no
dejen que Moby las convenza de que no ha cenado, porque ya lo hizo. Ese
pequeño mentiroso.
Moby suelta un petulante graznido.
Eden se une para acariciarlo. —Mobes, sí que tienes un problema
de larvas. Lo sabes, ¿verdad?
Moby grazna antes de dar media vuelta y dirigirse a la cocina.
—Oye, no te alejes —digo—. El primer paso es admitir que eres un
gordito goloso.
Lo seguimos a la cocina. La abuela se da la vuelta mientras
continúa revolviendo una olla para otorgarnos su exclusiva sonrisa
encantadora. —Hola, hermosas nietas.
—Saludos, hermosa abuela. —Eden besa su mejilla, y luego la
imito.
—Mi cumpleañera —dice Nona, acunando mi rostro y dándome un
beso extra—. Solo porque te amo demasiado, estoy haciendo tu comida
favorita.
Le echo un vistazo al caldo de cordero estofado en la olla. —Ajá. No
parece risotto con champiñones.
Frunce el ceño y mira la cacerola. —¿Qué? Si tú no eres la que ama
el estofado de cordero, ¿entonces quién? —Eden alza la mano, y Nona
hace un mohín—. Oh, demonios. Lo siento, cariño.
—No pasa nada. —Beso su mejilla—. Todo lo que preparas es rico.
¿Te ayudamos en algo?
—Pueden hacer la ensalada. La primera tanda de lechuga que
preparé ha desaparecido misteriosamente. —Le dedica a Moby una
mirada penetrante. Él le devuelve la mirada, sin parpadear. Por casi
quince segundos, Eden y yo suprimimos nuestra risa en lo que
presenciamos un empate entre una anciana y un pato. En mi mente, el
tema principal de El bueno, el malo y el feo comienza a sonar. Al final,
Moby suelta una invectiva de graznidos antes de salir meciéndose con
enfado de la habitación.
—Ignórenlo —dice con un ademán—. Está de mal humor porque
corté sus privilegios de televisión. —Mira hacia la sala de estar—. ¡Podrías
estar viendo Animal Planet si no hubieses hurtado la lechuga! ¡Las
acciones tienen consecuencias, jovencito!
Más graznidos enfadados resuenan por el pasillo.
La abuela coloca la tapa en la cacerola y sacude la cabeza. —
Pequeño monstruillo gruñón.
Eden saca la botella de champaña que trajo. —¿Momento para 270
algunas burbujas?
Nona sonríe. —Sí, por favor. —Eden se encarga de abrir la botella
mientras Nona toma unas copas del gabinete. No sé si es la resaca por
los años perdidos o porque Jake no está aquí, que provoca que la idea de
beber champaña parezca agridulce. Aun así, intento sentir felicidad
mientras alzamos nuestros vasos.
—Esta noche —comienza Nona—, comenzaremos una nueva
tradición. Perdí a mi hija muy pronto, y pese a que daría lo que sea por
tenerla con nosotras, no cambiaría por nada el tiempo que pasé educando
a sus hermosas hijas. Por lo que, cada año, haremos a un lado el dolor
de perderla y celebraremos su legado. —Nos mira a Eden y a mí—. Cómo
deseo que pudiera verlas y ver las increíbles mujeres en que se han
convertido. No tengo duda que está igual de orgullosa que yo. Quizá hasta
un poco más.
Alza más la copa. —Por Lizzie.
Con Eden compartimos una emotiva mirada, y luego alzamos las
nuestras. —Por mamá.
—Y por Asha —agrega Eden—. Feliz cumpleaños, hermana
querida. Qué sea la primera celebración de muchas.
Chocamos las copas y bebemos, y, por primera vez desde que tenía
nueve años, soy capaz de pensar en mi madre el día de mi cumpleaños y
sonrío.
***

—Abre primero el mío. —Eden saca algunos platos sucios para


hacer espacio para su regalo—. Bueno, técnicamente, también es de
parte de Max, pero no está aquí, así que aceptaré todo el crédito. —Sitúa
los platos en el fregadero y se apresura a acercarse.
—Le diré que dijiste eso. —Quito la tapa y rebusco entre las capas
de papel de seda para encontrar otra caja. Cuando me doy cuenta qué
es, quedo boquiabierta. Me ha regalado un nuevo iPhone de primera
línea, y sé demasiado bien que Derek no le paga lo suficiente para
permitírselo.
—Eden, esto es demasiado.
Hace un gesto con la mano. —Nada es demasiado para mi
hermanita. Además… —baja la voz y susurra—, una de las clientas de
Max es mayorista, y nos dio un muy buen precio, así que en realidad no
fue mucho.
Me pongo de pie y la abrazo. —Sabes que eres mi hermana favorita,
¿verdad? Esto facilitará mucho mi vida. Gracias.
—Mi turno —dice Nona en lo que coloca un regalo rectangular
envuelto frente a mí—. No es tan elegante como llevar el total de todo el
conocimiento humano en tu bolsillo, aun así… —se encoge de hombros— 271
, espero que te guste.
Le sonrío cuando rasgo el envoltorio y lo abro. Cuando revelo lo que
yace adentro, le toma un segundo a mi mente comprender lo que estoy
viendo, y luego… mi corazón se detiene.
—Oh, demonios —susurra Eden junto a mí—. Qué hermosura.
Es una fotografía de Jake y yo en la fiesta. Debió haber sido tomada
mientras estábamos en la alfombra roja, y me recuerda a la foto que Jake
publicó antes. Me rodea con su brazo, y, mientras le sonrío al muro de
fotógrafos, Jake tiene la mirada puesta en mí con una expresión de
completa adoración.
—Hacen una hermosa pareja —dice Nona en voz baja.
Le echo un vistazo, preocupada que esté molesta por no haberle
contado. —Nona…
Le da unas palmadas a mi mano. —No estoy enojada, cariño. Has
tenido unos meses locos. Simplemente me alegro de que por fin hayan
resuelto sus problemas. Han estado enamorados desde el día que se
conocieron, y comenzaba a perder la esperanza que alguna vez lo
admitieran.
Tengo tantas preguntas, que no sé con cuál comenzar. Nona me
dedica una sonrisa enigmática y lleva el resto de los platos al fregadero.
—Nona, ¿cómo obtuviste esta foto? ¿Y cómo te enteraste de lo mío
con Jake? Y si sabías que nos amábamos, ¿por qué no dijiste nada?
Deja que el agua corra sobre los platos. —Cariño, saber algo y ser
capaz de hacer algo al respecto son dos cosas diferentes, y necesitaban
estar alejados antes de estar preparados para la verdad. Perder lo que
más amas le enseña a tu corazón su verdadero valor. Y dado que ahora
saben lo que es estar sin el otro, tengo la certeza que ni tú ni Jake darán
su amor por hecho.
Paso mis dedos sobre el rostro de Jake en la fotografía, y puedo
entender lo que dice. Al haber experimentado una vida sin Jake, nunca
más quiero volver a estar sin él. —Está bien, pero ¿cómo supiste que
estábamos juntos?
Nona se encoge de hombros, sin preocupación alguna. —¿Olvidaste
que ese chico pasaba tanto tiempo en tu casa, que era prácticamente
parte del paisaje? Nos volvimos cercanos luego de que tu madre falleciera.
Y cuando se distanciaron, nos mantuvimos en contacto.
—¿En contacto?
—Algunas llamadas, y envió algunas postales del extranjero. Oh, y
hace casi un año me compró todo un set de muebles.
Apoyo los codos sobre la mesa y masajeo mi frente con los dedos.
¿Jake compró todos sus muebles de Nona? Esto es mucha información.
—¿Estás bien, Ash? —pregunta Eden.
—Sí. Tan solo ahuyentando un dolor de cabeza luego de que me 272
explotase la mente.
Nona se acerca y frota mi espalda. —Cariño, has estado trabajando
muchísimo. Eden y yo podemos terminar todo. ¿Por qué no vas al tejado
a respirar?
Sí, por favor.
La combinación de tres copas de champaña y enterarme de la
omnipotencia de mi abuela me está provocando claustrofobia. El jardín
del tejado de Nona es uno de mis lugares favoritos en toda la ciudad para
ir y desestresarme.
Me pongo de pie y guardo mis regalos. —¿Seguras que estarán bien
por unos minutos?
Nona y Eden comparten una mirada, y al unísono dicen—:
Definitivamente.
Bueno, eso fue raro.
—Gracias. Ya regreso por pastel.
Agarro mi abrigo y me lo pongo mientras subo las escaleras hacia
el techo. En las últimas décadas, Nona transformó el espacio árido en un
exuberante oasis, lleno de canteros y plantas en macetas. Incluso hay
algunas colmenas de abejas y un estanque especial para Moby. Otra
característica importante es su gran vista de Brooklyn. Si entrecierro los
ojos correctamente, incluso puedo ver el edificio de Jake.
Pensar en él me pone la piel de gallina. Dentro de dos días, lo voy
a anhelar tanto que podría ser doloroso.
Cuando salgo por la puerta de la escalera y me meto en el aire
fresco de la noche, me detengo cuando veo la escena que tengo ante mí.
Todo el jardín ha sido decorado con luces de hadas, y en medio de todo
hay un viejo tocadiscos, todo iluminado tocando jazz suave.
Sacudo la cabeza con incredulidad. —Oh, Nona, no pudiste
resistirte, ¿verdad?
Aguanto la respiración por un momento, preocupada de que un
montón de gente salte y grite “¡sorpresa!”, pero la única otra criatura aquí
arriba es una paloma gorda acurrucada junto al tanque de agua.
Vago por el jardín, tan feliz con lo hermoso que se ve envuelto en
las diminutas luces. Le da a toda la zona una sensación mágica. Por eso
me encantaba tanto el ático del garaje. Es imposible tener una visión
sombría de la vida cuando te enfrentas a un mundo que brilla.
Giro a la izquierda junto a los rosales y me llevo un gran susto
cuando veo una figura alta recortada contra una de las antiguas
lámparas de mueble de Nona. Estoy a punto de volver corriendo a la
escalera cuando él entra en la luz. En el segundo en que distingo sus
rasgos familiares, mi corazón late fuera de mi pecho.
—¿Jake? 273
Sonríe, y es la vista más deslumbrante, alegre e incandescente que
he visto en mi vida. Con la adrenalina corriendo a través de mí, corro
hacia él lo más rápido que puedo, ni siquiera me detengo antes de
lanzarme a sus brazos.
Gruñe cuando me atrapa, y luego sus brazos se cierran a mí
alrededor mientras entierra su cara en mi cuello.
—Hola. —Respira profundamente antes de dejar escapar un
gemido de alivio—. He olvidado lo increíble que hueles.
Lo aprieto tan fuerte que oigo crujir las articulaciones. —Dios, te
he extrañado tanto.
—No tanto como yo. —Nos abrazamos por un rato y respiramos, y
toda la inquietud que he sentido mientras hemos estado separados se
disuelve en el calor de su cuerpo presionado contra el mío.
—¿Cómo estás aquí? —pregunto al fin.
—Nannabeth se acercó a mí. Dijo que finalmente aceptaste una
celebración de cumpleaños. —Me baja a mis pies y apoya su frente contra
la mía—. Así que, cena de cumpleaños, ¿eh? Eso es un gran paso.
Acaricio su pecho a través de su camisa. —Pensé que era hora de
dejar de lado el trauma que sufría por el fallecimiento de mamá. Si ella
estuviera aquí, me patearía el culo por dejar que me afecte durante tanto
tiempo. Nona me convenció de que podríamos celebrarlo y honrarla al
mismo tiempo.
—También me dijo eso. Por eso tengo algo que mostrarte.
Me lleva a las rosas, y me doy cuenta de que allí hay un recipiente
nuevo que contiene Campanilla ártica recién plantada en floración. En el
borde de la maceta hay una placa de latón que ha sido grabada.

En memoria de Elizabeth Iris Tate.


Se fue de nuestros brazos, pero no de nuestros corazones.

Me giro hacia Jake, sin palabras.


Mira fijamente la placa. —Pensé que sería bueno si ella tuviera una
presencia aquí con el resto de su familia.
Deslizo mis dedos entre los suyos, y me sorprende verlo contener
las lágrimas. —Jake, no tenías que hacer esto.
Pasa la punta de un dedo sobre una de las rosas. —Sí, tenía. Puede
que no fuera de sangre, pero para mí era más una madre de lo que la mía
pudo ser. Fue la que me amó y cuidó. Quien me protegía cuando papá se
hallaba furioso. La extraño y quería honrarla. Además, dio a luz al amor
de mi vida, así que solo por eso, siempre estaré agradecido.
Lo abrazo y acaricio su nuca. De los dos, Jake siempre fue el fuerte. 274
Es fácil olvidar que incluso los más duros de nosotros tienen cicatrices.
—¿Cuánto tiempo puedes quedarte? —pregunto, retrocediendo—.
Me encanta tenerte aquí más que nada, pero si necesitas ir y escribir, lo
entenderé.
Empuja mi cabello lejos de mi cuello y sonríe. —He terminado el
manuscrito. Se lo envié a Serena esta tarde. —No puede disimular su
alegría—. Lo amó. De hecho, piensa que es mejor que el libro original.
Naturalmente, se necesita editar, pero está segura de que puede hacerlo
a tiempo. Whiplash está avanzando con la publicación según lo planeado.
Le sonrío, más orgullosa de lo que puedo expresar. —Eres un
hombre brillante. Nunca tuve ninguna duda.
—Sí, lo hiciste, pero eso está bien. Yo también. Es asombroso lo
que uno puede lograr con la musa correcta. Lo que me recuerda. —
Camina hacia el banco de serenidad de Nona y regresa con una caja
envuelta. Me la ofrece—. Feliz cumpleaños, Ash.
Con un arrebato de emoción, levanto la tapa. En el interior hay un
grueso fajo de papel asegurado con un enorme clip, y al verlo me dan
ganas de volver a abrazarlo.
—Oh, Jake. —Saco el manuscrito de la caja y lo peso en mis
manos—. Esto es increíble. ¿Ya tienes un título?
Asiente. —Échale un vistazo. Whiplash quería una historia de amor
biográfica épica y, bueno… esta es.
Abro la primera página y leo la dedicatoria.
Para Asha, por ser siempre la luz del sol para mí tormenta.

Lo miro, ya al borde de las lágrimas.


Sonríe. —Continúa.
Paso la página y contengo la respiración mientras leo el prefacio:

El día que conocí a mi alma gemela, estaba enojado con el mundo.


Puede que solo tuviera tres, pero ya sabía cuál era mi lugar en el universo,
porque todos me lo señalaban. Fui yo quien arruinó la carrera de modelo
de mamá al nacer; era a quien papá veía como un inconveniente que
hablaba y caminaba. Fui la desconsiderada cuña en forma de niño que
hizo que mis padres se separaran, haciendo que mi padre bebiera todas
las noches y me castigara por el pecado de existir, hasta que se
desmayaba en el sofá.
Entonces, cuando papá me metió en nuestro auto de mierda y pasó
todo el viaje de cinco horas a nuestra nueva casa en Brooklyn quejándose
de que todo lo que se encontraba mal en su vida era culpa mía, me sentí
cansado, enojado y tenía una necesidad intensa de orinar.
Tan pronto como salí del auto, me acerqué a la alambrada del lado 275
de nuestro patio, apunté al rosal del vecino en el que había brotado un
montón de flores blancas, y me alivié.
Cuando terminé, levanté la mirada para ver a una niña mirándome
desde su porche. Tenía ojos azules brillantes e incluso un cabello rojo más
brillante, y en ese momento, pensé que era la cosa más hermosa que jamás
había visto. Mirarla hizo que todo lo demás se desvaneciera en el fondo.
Me olvidé de mamá y papá. Olvidé cómo arruinaba todo lo que tocaba.
Incluso me olvidé de mi ira.
Los únicos pensamientos en mi cabeza eran sobre ella. Quería correr
y tocar su cara, solo para asegurarme de que era real. Y si lo era, quería
preguntarle su nombre y la edad que tenía, cuántos cómics tenía, y si le
gustaban los LEGO, y mucho más. Y mientras la miraba, bombardeado por
todas las formas en que la necesitaba en mi vida, había un pequeño y
solitario agujero en mi corazón que la vio allí de pie y susurró—: Oh, ahí
estás.
Esta es nuestra historia.

Miro a Jake, lágrimas saliendo de mis ojos. —¿Escribiste nuestra


historia?
—Es lo que debería haber sido desde el principio. Es la única
historia que quiero contar. —Hojeo las páginas, leyendo por encima
secciones a medida que avanzo.
—Todo está ahí —dice Jake—. Toda nuestra infancia, Jeremy, la
escuela secundaria. Incluso hablo de la verdadera historia de Ingrid. Solo
queda una sección para escribir, pero necesito tu ayuda para terminarla.
¿Puedo tener tu opinión sobre el final?
Le doy la vuelta a la parte posterior del manuscrito y leo la página
final.

Cualquiera que diga que el amor verdadero es fácil jamás lo ha


sentido, porque no hay nada fácil en amar a una persona que es tan
necesaria para tu vida como respirar. No hay nada fácil en estar tan
aterrorizado de perderlos, que tomarás mil decisiones equivocadas antes
de darte cuenta de que arriesgar todo es lo único correcto.
Con Asha nunca tuvimos un amor fácil. Nuestro viaje ha estado
plagado de dolor y pérdida, separación y verdades a medias, auto
conservación y negación total. Pero no importa cuán severamente esas
cosas deshilacharon nuestra conexión, nunca la rompieron. Y eso es lo que
es el verdadero amor. No es tan perfecto que nunca tienes problemas.
Entiendo que ningún problema será tan grande que no podamos superarlo
juntos.
Una vez, Asha me dijo que no había satisfacción sin lucha. Dijo que,
en el arte de contar historias, necesitamos ver al héroe roto y sangrando
276
antes de que gane su final feliz. Bueno, si esa es la regla, me imagino que
ambos hemos luchado lo suficiente por una vida. Con el corazón lleno, subo
las escaleras de un bloque de apartamentos en Brooklyn, orando a
cualquier deidad que escuche y nos otorgue nuestra recompensa.
He amado a esta mujer durante toda mi vida y sé que la amaré hasta
el día que muera. Entonces, mientras estoy en una azotea en una fresca
noche de octubre, rodeado de mil estrellas, ignoro el frenético latido de mi
corazón cuando me arrodillo ante ella y le ruego que me haga el hombre
más feliz del mundo.

Respiro profundamente, y cuando levanto la mirada, mi corazón se


detiene, porque Jake está sobre una rodilla frente a mí, sosteniendo el
anillo de compromiso de mi madre.
—Asha —dice, y respira bruscamente—. Hago muchas cosas mal y
algunas cosas bien. Pero hago una cosa mejor que nadie en el planeta, y
eso es amarte. Quiero pasar mi vida contigo. Tener bebés contigo.
Envejecer contigo. Y si aceptas ser mi esposa, te prometo que te adoraré
con cada fibra de mí ser todos los días, hasta que respire por última vez.
¿Te casarás conmigo?
No puedo ser fuerte en este momento. Mi mente se tambalea, y
cada emoción que he sentido por él se me está derramando con tanta
fuerza, todo lo que puedo hacer es asentir y sollozar antes de que se
ponga de pie y me tire a sus brazos.
—¿Supongo que es un sí?
Lloro más fuerte. —Por supuesto que lo es.
A pesar de que mi cara es un desastre, Jake me limpia las lágrimas
con paciencia. Luego desliza el anillo de mamá en mi dedo y me besa. Ahí
es cuando escucho un aplauso detrás de nosotros, y me doy vuelta para
ver a un gran grupo de personas cerca de la puerta de la escalera.
Reconozco a un grupo de mis amigos de Whiplash, incluidos Sid y Serena,
así como a gente que conozco de Romance Central y Pulse. Incluso hay
algunos de los amigos de Nona que viven en el edificio.
Al frente del grupo están Max, Eden, Toby, Joanna y, por supuesto,
Nona. Incluso desde esta distancia puedo ver lágrimas en su rostro.
—No se te permite enfadarte conmigo —grita Nona—. Vetaste una
fiesta de cumpleaños. No dijiste nada sobre un compromiso sorpresa.
Me rio y les hago gestos para que todos se nos acerquen, y después
de muchos abrazos y muchas felicitaciones, Nona programa un montón
de canciones de amor en la máquina de discos, mientras que el resto de
nosotros hacemos del área junto al estanque de Moby una pista de baile
improvisada.
Una de las últimas en felicitarme es Serena, y cuando me abraza,
la aprieto con fuerza.
—Eres una mujer muy afortunada —susurra—. ¿Ya leíste el
manuscrito completo? 277
—No.
Le echa un vistazo a Jake. —Tienes un regalo. Tu prometido es un
hombre talentoso, y su amor por ti salta de las páginas. Este libro hará
que la gente enloquezca. Leerlo incluso me hizo querer repensar mi
estado de soltera y tratar de encontrar el tipo de amor que ustedes dos
tienen.
Arqueo las cejas. —Bueno, si alguna vez quieres que te presente a
un hombre fantástico que te trataría como a una reina, házmelo saber.
El jefe de Eden es un partido total, y sé que ustedes dos se llevarían bien
como una casa en llamas.
Sonríe. —Me tienes intrigada. Hablaremos más sobre esto la
próxima semana, pero ahora mismo, tengo que volver a casa. Tengo un
libro increíble que preparar para su publicación.
Tras darnos las buenas noches, Jake me toma en sus brazos y nos
balanceamos con la música. Sonrío cuando veo el anillo de mamá
brillando en mi dedo en la luz tenue.
—¿Nona te dio esto? —le pregunto.
Descansa su mejilla en la parte superior de mi cabeza. —Sí, cuando
le pedí tu mano. Me dijo que siempre supo que algún día terminaría con
eso. ¿Crees que a Eden le importa? Probablemente debería haber ido a
ella.
Miro a Eden, quien está más allá de la felicidad bailando en los
brazos de Max. —Creo que Eden es feliz de que seamos felices. —Me ve
mirándola y sonríe, y le devuelvo la sonrisa. En este momento, creo que
las personas más felices del mundo están aquí en esta azotea. Incluso
Toby y Joanna se ven cómodos.
Miro a Jake y su expresión confirma mis sospechas.
—Te amo —digo, para que solo él pueda escuchar—. Gracias por
elegirme.
Se inclina y roza sus labios sobre los míos. —Amarte no es una
opción. Es quien soy. ¿No lo sabes ya?
Seguimos bailando mientras nos besamos, y me doy cuenta de que
amar a Jake nunca dejará de emocionarme. Es como una tormenta y la
dulce calma que sigue. Es un fuego ardiente, así como las brasas
ardientes. E incluso cuando lo que siento por él sacude mí misma base,
sé una cosa con certeza: podría leer cada novela romántica en la tierra y
aun así no encontrar un relato tan convincente, satisfactorio y
apasionado como el que estoy viviendo.
La historia de nosotros.

278
Sobre la autora
Escribir ha sido siempre la gran pasión de Leisa
Rayven y, aunque inicialmente le hubiera gustado
ser actriz, pronto empezó a volcarse en crear obras
de teatro en su escuela de interpretación. Esas
obras eran malas. Muy malas. Bueno, sus amigos
pensaban que eran buenas pero eso es porque
siempre los elegía para interpretarlas y cualquier
oportunidad para subirse al escenario era acogida
con una exagerada demostración de entusiasmo.
Desde entonces, ha ido perfeccionando el oficio y
muchas de sus obras han sido producidas y
representadas en giras por toda Australia. El
teatro ha dejado ahora paso a la escritura de
ficción y su primera novela, Maldito Romeo, ha sido recibida con un éxito
extraordinario desde su aparición como autopublicada en diversas webs.
Leisa vive en Australia con su marido, sus dos hijos y tres gatos con
mucha personalidad. 279

También podría gustarte