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SARAH PARKER
—Desde pequeña, siempre he sido fan de los pañuelos de seda y los ojos
vendados—, Dijo Bárbara jugando con su cabello y sonriendo coquetamente.
—Estoy feliz de mostrarte los placeres que se pueden descubrir sin unos
pocos sentidos esenciales.— El doctor Brown se quitó el impecable y
reluciente delantal blanco y se acercó más. Samantha se quedó sin aliento. Su
piel se ruborizó y su pulso se aceleró cuando se aproximó.
Unos meses después se había ido para siempre. Lo último que necesitaba
en ese momento era otra mujer inmadura y probablemente peligrosa en mi
vida.
—Me alegro de que fuera buena contigo, pero no quiero que sigas en
contacto con ella.
—Me agrada, me trata bien y no me importa si no te cae bien—. Dijo
Alison con los brazos cruzados mirándome fijamente, hasta que cedí. ¿En qué
momento mi hija había crecido tanto?
—Ni siquiera la conoces, ¿de qué manera te puede agradar?— ¿Qué clase
de hechizo había lanzado la zorra de pelo colorín sobre mi pequeña hija?
—Es tierna y me habla sobre cosas de chicas. ¡Dios santo, papá, debes
ver cuánto esmalte de uñas tiene! Su sofá es morado y su silla es de color
verde obscuro, ella dice que los colores hacen la vida más interesante. ¡Su
espagueti es el mejor y arregló mis rizos!
—¿Eso es todo?— Según parece, Alison estaba enamorada de nuestra
vecina.
—¡Bárbara plantó todas y cada una de las preciosas flores en el jardín ella
sola!— Hasta ese momento mi hija me dejaba en claro que esa mujer no
podía hacer nada mal.
Alison se había vuelto muy mandona en los últimos tiempos, sabía que
me molestaría hasta que no me disculpará con Bárbara, su nueva mejor
amiga.
—Bien vale. Me disculparé.— No es que de verdad sintiese que le debía
unas disculpas, pero mi hija a su corta edad me había enseñado lecciones que
era mejor tomar, y esta vez debía demostrarle que su padre también sabe
pedir disculpas.
—¡Siiii! ¡Ve ahora papá! Quizás podamos hacer nuestras uñas juntas.—
Ella me empujó del brazo tratando de sacarme por la puerta lo más rápido
posible y así pedir disculpas a nuestra vecina.
—Hija, no podemos ir ahora, tengo una consulta en una hora —. Le
respondí
Ella gimió y puso los ojos en blanco. —Está bien. ¿va a venir Evelyn a
cuidarme?
La niñera ya debería haber venido, pero estaba seguro que necesitaba
hallar a alguien más fiable que una adolescente de diecinueve años con un aro
en la nariz.
—Eso espero.— Ella rodó sus ojos de nuevo.
—Mejor discúlpate con Bárbara pronto—, susurró y brincó del comedor.
—Estaré estudiando papá. ¡Conversa con ella!
Negué con la cabeza por lo madura que sonaba, ya suficientemente mayor
para estudiar por placer sin que yo se lo dijera. Mi pequeña niña estaba
creciendo y su apego a la vecina me comprobó que necesitaba de una
presencia femenina. Con mis padres en el otro extremo del país, en la ciudad
de Nueva York y sin una relación desde hace meses, estaba deseosa de
atención femenina. Mi pequeña Alison no tenía un contacto con mujeres que
le enseñaran cosas femeninas desde el momento en que nos mudamos a
Vancouver, hace más de 2 años.
Sabía que esta situación no podría sostenerse como estaba sin algo que
cediera. En los últimos días, Bárbara había estado feliz de cuidar a Alison
cuando podía, y lo aprecié demasiado. Más de lo que podría explicar.
—¡Papá!— Alison me vio primero, dejando caer su pala plástica de
jardín y corriendo a toda velocidad en mi dirección.
—Ayudo a Bárbara a plantar flores—, levantó las manos moviendo los
dedos para ver toda la suciedad que se les había adherido bajo las uñas.
—Ella dice que es relajante.
Otra cosa con la que he tenido que convivir a lo largo de la última semana
fue cuando Alison menciono a Bárbara cuando se trataba de comer sano, leer
e inclusive sobre consejos de belleza. Era común escuchar —Bárbara dijo
esto—, o bien —Bárbara dijo aquello—. Era suficiente para enloquecer a
cualquier hombre sensato, y eso me tenía inquieto.
—¿Cómo estuvo tu día cariño?
—Bueno. ¡La escuela ya termino y estoy lista para la diversión del
verano!—. Ella dio un puñetazo al aire al mismo tiempo que me sonreía.
—¿y cómo estuvo tu día, papá?—. Sonreí pues de alguna forma mi
pequeña hija era tan adulta que me mató.
—Bueno, Intenso y Agotador. Entregué 2 bebés y 2 pares de gemelos el
día de hoy.
Corrí alrededor del departamento de obstetricia todo el maldito día desde
una sala de partos a la siguiente y justo al terminar el día tuve que visitar el
quirófano para efectuar una cesárea.
—¿Quieres que pidamos una pizza?
Su cabeza se balanceaba de arriba a abajo, los rizos todavía salvajes,
parecían más domados por la influencia femenina en su vida.
—¿Puede Bárbara venir con nosotros? Nos limpiaremos las uñas una vez
que acabemos con el jardín.
No podía dejar de mirar su semblante sonriente, tan lleno de emoción y
esperanza, y decirle que no. ¿Qué iba a decir? —Lo siento, cariño, ¿no
puedes pasar tiempo con Bárbara pues papá desea ser el ogro de esta casa—.
Entonces contesté lo que se esperaba.
—Claro que si cariño.
Una hora después las dos corrieron a la casa riendo y luciendo frescas,
deslumbrando con su pelo y piel limpia. Bárbara llevaba un enorme tazón que
seguramente contenía ensalada pues la mujer siempre y en todo momento
comía algo crudo y saludable. Agh.
—¡Papá, estamos acá!—. Como si pudiese ignorarlas.
—Hola cariño, hueles bien—. Ella se separó de mi abrazo y me dijo.
—Es melocotón. Bárbara dice que una chica debe encontrar su aroma
personal—. Por supuesto que sí.
—Al parecer que Bárbara tiene muchos consejos—, le afirmé a mi hija, y
al mismo tiempo miré a la mujer de pelo color canela. Debería haber mirado
a cualquier parte menos a ella. ¿La maldita mujer me estaba provocando o
qué? Llevaba un vestido blanco casi transparente que le llegaba a la mitad del
muslo y sandalias enjoyadas. Ella se veía muy tentadora. Maldita sea.
—Solo trataba de ayudar—, afirmó de forma deliberada y dejó la
ensalada encima de la mesa sin mirarme a los ojos.
Fue realmente bueno. Mi atracción por ella me transformaba en un hijo
puta, lo sabía, pero no podía contenerme.
—Claro.
Su mirada se estrechó en mi dirección, pero sin decir nada. En su sitio,
tomó la porción de pizza que Alison le ofreció junto con un poco de ensalada
y comió en silencio mientras que Alison charlaba sin parar sobre todo cuanto
había bajo el sol. Para su crédito, escuchó y respondió adecuadamente,
respondiendo preguntas y ofreciendo sugerencias cuando fue necesario.
—Tan pronto como acabe la tesis espero continuar mi investigación—,
afirmó en un tono tan real que me alteró.
De una forma sorprendente, Alison no se dejó asustar por la charla
madura.
—¿Qué es la busca una Tesis de Investigación?— Pronunció la frase
esmeradamente, dibujando una sonrisa en Bárbara.
—Principalmente significa investigar información para saber qué es cierto
y qué no.
—¿Como un oficial de policía?
—De alguna manera sí, solo que estudiaré a las personas y su
comportamiento en vez de a los malos.
—¿Personas como yo?
—Si, pero mayores que tu… —. Ahora que despertó mi curiosidad.
—¿Qué estudias, Yoga? ¿Historia del Arte?
Su postura cambió, se puso recia y su guardia volvió a subir. Sus ojos
verdes estaban fríos y contuvo una sonrisa, de seguro por el bien de Alison.
Ella sacó su teléfono y miró la pantalla.
—Se hace tarde Ali y tengo una reunión para mañana—. Se levantó y se
puso de cuclillas para estar al mismo nivel que mi hija.
—Gracias por ayudarme en el jardín.
—Gracias por mis uñas—, respondió y movió los dedos ya antes de
abrazar a Bárbara de manera fuerte, algo extraño para el poco tiempo que
llevaban conociéndose.
—En cualquier momento te volveré a ver —, afirmó y se fue sin mirar
atrás, sin dedicarme ni una palabra
Hasta luego.
BÁRBARA
—Una buena copa de vino, una mujer bella y un emparedado, ¿qué más
podría necesitar?
—Me ganaste—, le afirmé con ligereza. Al mismo tiempo no podía dejar
de pensar que Dave solo me buscaba cuando necesitaba que cuidaran a la
pequeña Alison.
Se alejó del ventanal principal del cual estaba apoyado y comenzó a
moverse lenta y suavemente. El ambiente se sentía demasiado intimo como
para dos personas completamente desconocidas. No podía dejar que me
sedujera, estaba nerviosa, no sabía qué hacer ni decir.
—¿Y Cómo te va? No te he visto recientemente .
—De nada—. Me sonrió, que viniese acá, sonrisa de muchacho malo que
seguramente hizo que las mujeres cayesen de rodillas frente a él. Su risa
exquisita se disparó de forma directa a mi vagina y supe que necesitaba
alejarme de él.
—Vamos, Bárbara. No te pongas así —. Oh, era bueno.
—No es ningún secreto que solo me buscas para cuidar a Ali. Acabo de
hacernos un favor a los dos.— Su mirada se deslizó de mis ojos a mi boca y
supe lo que pensaba pues había estado pensando lo mismo desde el momento
en que había entrado a mi terraza.
—Me gustas, Bárbara.— Dijo con una sonrisa que daba rienda suelta a
mis más profundos instintos carnales y dejaba caer mis bragas en el momento
en que un dedo trazó la curva de mi oreja en torno a mi quijada llegando
hasta mi clavícula. Traté de no reaccionar, pero se me escapó un escalofrío.
—La verdad es que no quiero.
Uy. No sabía si era un juego por parte de él, o si de verdad le funcionaba
con otras mujeres, pero fue una mierda para mí.
—Bien, entonces estamos de acuerdo—. Salí de mi terraza, dejando la
copa de vino en la mesa.
—Buenas noches, Dave—. No espere que dijera nada, sobre todo porque
no esperaba que dijera algo.
***************************
—Que estás haciendo’?— Una pequeña cara con grandes ojos azules me
miró demasiado cerca.
—Me estoy relajando—. El día de hoy recibí buenísimas noticias y
deseaba premiarme con un poco de terapia solar.
—¿Por qué estás en biquini?— Sonreí.
—Porque deseo tomar sol.
—Oh—. Ella inclinó la cabeza a un lado, sumida en sus pensamientos, y
me pregunté si esto era algo que alguna vez había experimentado.
—¿Deseas unirte a mí?— Ella asintió contenta.
—Ve y trae una toalla y un sombrero—. Se fue corriendo a la casa, donde
estaba segura de que su nueva niñera, Maggy, estaba tumbada durmiendo en
el sofá.
Pero ese no era mi problema. Nada de eso, así que mantuve la boca
cerrada. Evite hacerme problema o criticar la realidad de otros porque tenía
cosas mucho más importantes de las que preocuparme. Pasé mi tiempo libre
en la biblioteca y en el parque, puliendo los últimos detalles de mi tesis. Mi
tesis estaría lista en unas poquitas semanas, y debía ser tan buena como
pudiese.
—¿Cómo me veo?
Ali salió al trote con una brillante sonrisa en su biquini de rosa el cual
tenía una falda de color blanca anexada, lentes de sol de color rosa y un
sombrero de paja de gran tamaño.
—Te ves preciosa!.
—Gracias Bárbara. Te ves muy bonita también.— Se dejó caer junto a
mí.
—Entonces, ¿por qué estás sonriendo todo el tiempo?
—¡Pues, por fin logré terminar una etapa de mi trabajo!— No era mi
querida tía, pero al menos Ali estaba feliz por mí y su pequeño pero cálidos
abrazos eran perfectos para ese momento.
—Ahora puedo relajarme un poco—. Y juntar un poco de dinero mientras
espero la revisión de mi tesis.
No era un trabajo de tiempo completo, solo una investigación médica que
debía redactar. Se pagaba bien, y solo debía aparecer 3 días por semana unas
horas al día. Mientras tanto, pensaba que sería buena idea utilizar mis
fantasías para redactar otro romance erótico. Quizá podría conseguir
suficiente dinero para terminar de pagar mis préstamos universitarios y para
pagar la cena.
—¿Eso significa que vas a dejarme?
—No preciosa, solo son unas pocas horas al día un par de días a la
semana, así que aún podremos pasar el rato juntas como buenas amigas.
—Oh, bueno, es por eso que me agradas.
—Tú también me caes bien pequeña. Ahora ven acá, de esta forma puedo
ponerte un poco de este protector solar. No puedo hacerte parecer vieja antes
de tiempo.— Ella rió y se deslizó más cerca para poder enjabonar sus
pequeños brazos y piernas con una crema solar de coco. Nos pusimos bajo el
sol por un tiempo y después puse el quitasol y le serví un tanto de limonada.
—Esto es exquisito.
—Es la receta de mi tía. Ella acostumbraba a hacerla para mí cada verano.
—¿Puedo conocerla?
—No cariño, murió hace unos años.
—Entonces, ¿estás sola?
—Si, pero no te preocupes por mí, Ali, estoy bien. Estoy acostumbrada y
me gusta estar así— Sabía responder esas preguntas, siempre me las hacían.
Era una profesional en eso.
—¡Puedes tenernos!— Ella se lanzó sobre mi abdomen en un abrazo que
hubiese sido aplastante si pesase más de cincuenta libras.
—Papá y yo podemos ser tu familia.
—Eres la pequeña más dulce que existe.
—Eres la más genial—, respondió bostezando e instantes después se
quedó dormida justo donde estaba, tendida sobre mí.
Ella era verdaderamente una niña dulce, y cualquier día si tuviese la
fortuna de hallar un hombre para amar y casarme, sería una suerte tener una
pequeña como ella. Pero sabía que eso no sucedería pronto, y aunque así
fuese, algo me decía que todo acabaría pronto.
Comenzaría a trabajar en 3 días, y esa sería la distracción auxiliar que
necesitaba para mantenerlo fuera de mis pensamientos y fuera de mis sueños,
donde me violaba hasta llegar al punto máximo de placer.
De repente desperté de una breve siesta en la que se presentó un sueño
muy travieso sobre el que participaba ese hombre que me mira con el ceño
fruncido.
—¿Están todos por acá durmiendo?
—No, no todos estamos durmiendo—. ¿Tenía que ser tan guapo aun
cuando estaba enojado?
—¿Podrías dejar de hacer radio? Estoy intentando relajarme
—Esa pequeña niña pegada a ti es mi hija.
—Lo sé. Mi brazo no la está abrazando solo por diversión Dave.
—¿Y si se escapaba mientras dormías?
—No.— Me deslicé de la hamaca sin despertar a Ali me puse de pie. Él
no era el único que podía mostrarse enojado.
—Si de verdad buscas a alguien que te de explicaciones por tu hija se las
debes pedir a la mujer que contrataste para cuidarla, no a mí.
—Sin embargo, está acá afuera contigo.
—Conmigo, porque de verdad me preocupo de Ali—, di un paso adelante
y clavé un dedo en su pecho
—Permiso, me voy a mi casa.
—No lo creo.— Sujetó mi muñeca para detener el golpeteo, pero utilice
la otra mano.
—Bueno, la verdad no me importa lo que piensas—. Me sujetó las 2
muñecas, de esta forma solamente nos separaba nuestras manos. Mi pecho se
sacudió por lo cerca que estábamos
—Creo que si te importa.
—No me interesa lo que piensas. Solo sé que jamás haría nada para poner
a Ali en peligro. Nunca.— Empujé su pecho y caminé por su lado, pisando
fuerte el pasto de camino a la seguridad de mi habitación en el segundo piso.
—El hombre tonto y enojón piensa que puede entrar gritándole a la gente.
—Jamás grite.
Él me asusto y se aproximó silenciosamente detrás mío y me volteé para
mirarlo.
— Dave el doctor que todo lo controla—, le dije con sarcasmo.
—Gracias.— Cerró la puerta detrás de él, apoyándose en ella.
—Sal de mi casa.
—No creo que lo haga.— Me empujó contra la pared y presionó mi
cuerpo contra el mostrador, apretándome pero no en exceso. Mi corazón se
aceleró y el resto de mí cuerpo comenzó a temblar mientras sus manos se
deslizaban arriba y abajo por mis brazos.
—Creo que me voy a quedar acá, de esta forma.
—Déjate de juegos—. No quería revivir esos recuerdos.
Intenté empujar su pecho pero no tenía sentido, lo hice de todas las
formas posibles y él solo sonrió.
—No estoy jugando. Ya hemos estado en esta misma situación, es hora
de continuar. No me digas que no has estado pensando en esto desde nuestro
último beso.
—No pensé en ti una vez hasta hace un momento en que te vi con el ceño
fruncido.
—Eres una terrible mentirosa—, afirmó, sonando divertido mientras
presionaba sus caderas contra las mías, haciéndome sentir a traves de su
pantalón su largo y esbelto pene con el que soñaba.
—No has podido pensar en nada más que en ese beso—, me murmuró al
oído, con sus manos sujetando mis caderas posesivamente.
—Te preguntas si te besaré nuevamente pero ahora por cada una de tus
partes, incluso las más íntimas.
Maldición, él estaba en lo correcto. Había soñado con eso e incluso
escribí sobre ello con lujo de detalles.
—Creo que lo harías, y creo que sería increíble—, le dije honestamente.
—Lástima que no nos gustemos—. Continúe diciendo
—Oh, creo que nos gustamos mutuamente—. El doctor lamió el borde de
mi oreja y me mordió el lóbulo.
—Mira lo bien que nos llevamos en este momento.
Sus dedos saltaron sobre mi clavícula y hasta centro de mi pecho, tan
dolorosamente lento, entre mis senos y sobre mi estómago. Su viaje lento y
sensual se detuvo en la pretina de mi bikini, a pocos centímetros de mi
vagina.
Entonces Dave dio un paso atrás. En su expresión se podía ver que estaba
tan conmocionado por la intensidad del beso como yo. Parecía que alguien le
había golpeado en la cara con una tabla. Pero en un instante desapareció, con
los ojos cerrados a pesar de la sonrisa sexy que curvaba su boca.
Hasta ahora.
—No hiciste una maldita cosa—, le dije y ella esbozó una sonrisa,
guiñándome un ojo antes de desaparecer detrás de una percha de ropa.
—Adiós guapo—, me llamó después, pero una vez más estaba entre las
mujeres vestidas de negro. Me llevaron al maquillaje, lo que afortunadamente
tomó solo unos minutos mientras leía las notas que me habían puesto en las
manos.
—¿De dónde vino esta investigación? No puedo darme el lujo de
sacar datos que no puedo verificar.
Quería decir más, quizás disculparme por ser un idiota y juzgarla mal, o
tal vez invitarla a cenar. No lo sabía, y nunca tuve la oportunidad de
averiguarlo porque el elegante productor de peinado raro y la chica de
maquillaje me llenaban de notas y pinceles a medida que se acercaba la hora
de la grabación.
El segmento se puso en marcha, el tiempo voló y, antes de darme cuenta,
mi primer segmento televisivo había terminado.
Miré a través de la multitud en busca de esos ojos color canela y miel,
mientras productores, directores y otros personajes me rodeaban. Para cuando
se habían ido, ella no estaba.
Puedes correr Bárbara, pero no puedes esconderte.
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Hizo un buen trabajo ocultándose, por unos días al menos. En el trabajo
mantuvo la distancia, apareciendo cerca del escenario solo después de que las
luces se habían atenuado, circulaba por todas partes menos por donde
estuviera yo. Sin embargo, siempre la vi, su larga y delgada silueta era difícil
de perder, especialmente con el halo de rizos que brotaban de su cabeza. Pero
también porque podía sentirla. Por alguna razón, mi cuerpo era muy
consciente de su presencia. Aquí en el estudio, incluso en casa pude sentir su
presencia a través de las paredes y eso me molestaba.
Estaba harto de seguirla, deseándola. Necesitarla y no tenerla me llevó a
tomar medidas drásticas. Después de filmar el último segmento de la semana
me tomé el resto del día libre, y pasando tiempo con Alison. Me entregué
completamente al amor de mi hija e incluso la dejé elegir la cena.
—¿Estás segura de que quieres pollo aun cuando hace mucho calor?—
Pensó en ello por un segundo y devolvió el paquete, recogiendo carne en
cambio.
—¿Hamburguesas entonces?— Sonreí y dejé que continuará eligiendo las
compras.
—N-no.
—Mentirosa.
Ella se encogió de hombros como un auto reflejo.
—¿Doctor, usted no estaba a cargo de la parrilla esta noche? Ali y yo
pondremos la mesa .
Me reí y di un paso atrás, agarré la carne sazonada y salí con un
salero. Ella se notaba afectada y estaba seguro que estaba reconsiderando si
dejar o no que la llevara a la cama. Ella era la inteligente, tratando de frenar
los impulsos antes de que comenzaran a descarrilar nuestros más profundos
deseos. Éramos vecinos y ahora trabajábamos juntos, esto podría ser
complicado. Pero ambos éramos adultos.
Podríamos manejarlo
Me aseguraría de eso.
BÁRBARA
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Tener sexo con Dave había sido un error. Una obra monumental de mi
propia creación, lo que significaba que no tenía a nadie a quien culpar sino a
mí mismo. Aunque no me arrepentí, reconozcámoslo, Dave era un amante
increíble. Sabía que a pesar de que no tenía nada con qué compararlo porque
había estado atento, ofreciéndome besos que debilitaban mis rodillas y mi
vagina empapándome de excitación. El hombre era un experto conocedor del
cuerpo de una mujer y no había perdido tiempo explorando una pulgada mía.
Entonces, como dije, un error.
Porque incluso ahora, con mi cuerpo todavía dolorido en lugares que
nunca antes había estado dolorido, quería más. Más de él y más importante,
más de nosotros juntos. Habían pasado tres agonizantes días desde esa noche
de felicidad y todavía tarareaba de placer. Pensamientos sobre él y todas las
cosas que no habíamos hecho todavía asedian mi mente. Mis sueños se
llenaron de pensamientos de él haciendo cosas aún más perversas a mi
cuerpo…deseaba que regresara.
En el trabajo, sin embargo, permanecí completamente profesional,
entregando cada investigación y respondiendo sus preguntas sin cháchara
extraña. No éramos amigos a pesar de una noche de intimidad, y estaba
bastante segura de que todavía me despreciaba. Pero la gente de todo el
mundo dormía con personas que no les gustaban, que no amaban y que a
veces no respetaban. ¿Por qué debería ser diferente?
Decidí que solo recordaría la noche de placer en lugar de los
fruncimientos de ceño que a menudo me lanzaba, o los comentarios
sarcásticos sobre mi supuesta tesis de Yoga. Así que en casa lo ignoré de la
misma manera que él me evitó día a día en el trabajo.
Dave tenía mucho de lo que preocuparse y no tenía nada que ver con su
hermosa vecina, así que me centré en eso, terminé mi tesis y la envié al
comité. Mi libro fue oficialmente terminado y enviado para su crítica
también. Todo lo que tenía que hacer era esperar. Para comentarios, para el
rechazo o para el éxito más allá de mis sueños más locos y extrovertidos.
Mientras tanto, decidí comenzar mi próximo trabajo de ficción. Ya había
decidido que mi noche con Dave me serviría de inspiración mientras
trabajaba en mi esquema. Alison me encontró relajándome con una cerveza
helada y mi laptop.
—Hey Ali, ¿cómo te va?
Ella encogió sus hombros huesudos en un adorable vestido blanco
cubierto de girasoles.
—Bien. ¿Quieres ver una película conmigo?
Estaba claro para mí que la niña estaba hambrienta de atención femenina
y yo sabía exactamente cómo se sentía, para desear desesperadamente esa
única cosa que te haría una persona normal. Una mamá. Ella era divertida e
inteligente y me dio los mejores mimos, así que no tuve problemas para pasar
tiempo con ella.
—Claro, pero solo si me prometes que no veremos ninguna película de
terror.—. Alison sonrió mostrando sus pequeños dientes.
—No me gustan las películas de terror Bárbara. Me dan pesadillas.
—A mí también preciosa—. Tuve una gran cantidad de pesadillas a lo
largo de los años, especialmente después de tratar de sobrevivir desde que mi
madre desapareciera de mi vida.
—¿Vamos?— Asentí y ella me miró con asombro, como si no creyera
que los adultos tuvieran tales preocupaciones.
—¿Qué estás haciendo?
—Estoy trabajando en otro libro.
—¿Para niños?
—Lo siento, este libro es para chicas grandes—. Guardé mi documento y
cerré la computadora portátil.
—Vamos, vamos a elegir algo súper femenino. ¡Algo solo para chicas!—
Me tomó de la mano y cruzamos el patio, charlando sobre nuestras películas
favoritas. Dentro de mi apartamento, nos acomodamos con palomitas de maíz
y zumo de melocotón, con las mantas listas y nos acomodamos en el sofá.
—¿Qué elegiste?
Ella golpeó la mesita y sonrió. —¡Se trata de los concursos de belleza!
Sonreí cuando la película comenzó a aparecer en la TV.
—¿No es esto demasiado para chicas?— Su única respuesta fue
encogerse exageradamente de hombros y nos acomodamos, riéndonos de las
payasadas de la actriz, viéndome reflejada en varias escenas.
Fue lindo, solo me relajé frente a una película sin drama. Estar con Alison
era fácil y eso era exactamente lo que necesitaba. Pasados treinta minutos
llamaron a la puerta, incluso sin escuchar una voz mi cuerpo sabía con
claridad quien era.
—Probablemente sea papá—, dijo ella sonando algo resignada.
Abrí la puerta y efectivamente estaba Dave, luciendo como el doctor sexy
que era. El cabello negro revuelto como si alguien lo hubiera estado
maltratando toda la noche, sus ojos azules brillaban traviesamente. Los jeans
desteñidos le dan un juego furtivo a sus caderas y una camiseta azul cubría su
pecho y sus bíceps deliciosamente.
—¿Sí?
—Escuché que aquí es donde se juntan los chicos geniales—. Él esbozó
una sonrisa tan cercana a la que tenía cuando se hundió en mí que tuve que
cerrar con los nudillos la puerta para no gemir en voz alta.
—Estamos viendo una película de chicas—, le dije con la esperanza de
desalentar lo que sea que estuviera pensando.
—Estupendo. Necesito ponerme en contacto con mi lado femenino, ¿no
es así, Alison?— Extendió una mirada sobre mi hombro, guiñando el ojo a su
hija.
—Eres un niño, no tienes un lado femenino—, dijo, intentando no
enredarse con las palomitas de maíz.
Él dio una mueca fruncida.
—¿Esto significa que no puedo unirme a ustedes, señoritas?
—¡No papá! O bueno, puedes pasar, pero solo si no nos interrumpes
¿Y qué podría decir después de una declaración tan entusiasta como
esa? Nada, así que retrocedí y abrí la puerta para dejarlo entrar.
—Pasa, entonces.
—¿Estás segura?
Arqueé una ceja hacia él.
—¿Te importa?
—No—, dijo haciendo estallar una risa.
Negué con la cabeza y me senté junto a Alison, con la esperanza de que
Dave eligiera el asiento junto a su hija. Por supuesto, eso era esperar
demasiado, y me encontré en el centro tal y como el jamón en un
sándwich. Ya era bastante malo que su aroma masculino recién salido de la
ducha me envolviera y me dejara mis partes íntimas húmedas, pero cuando
tiró de la manta para que también estuviera cubierto, supe que estaba en
problemas.
Las travesuras que se mostraban en la película perdieron el protagonismo
frente a la gran mano cálida que se había posado en mi muslo, subiendo
lentamente. No subió, gracias a Dios porque Alison se acurrucó contra mi
otro lado. Pero qué maldita broma. Lo mantuvo durante casi una hora,
volviéndome loca de lujuria. Si su hija no estuviera sentada a nuestro lado,
estaba bastante segura de que saltaría sobre su regazo y le pediría que me
hiciera suya nuevamente.
En cambio, traté como pude de ignorarlo, de animar a la actriz de la
película a descubrir quién era el culpable. Pero en el momento en que la
cabeza de Ali se movió y se detuvo en el cojín junto a ella, supe que mi
buena suerte se había acabado.
Él lo intentaría.
Solo era cuestión de tiempo.
Diez minutos después de los créditos finales su mano terminó el viaje,
deslizándose por mi muslo para finalmente terminar dentro de mis
bragas. Sus dedos se deslizaron a lo largo del pliegue de mi vagina,
provocándome intensamente antes de que finalmente se deslizara dentro de
mí. Lenta y profundamente, sus dedos exploraron y no pude evitar jadear,
porque maldición, se sentía increíble. ¿Quién imaginaría que un toque tan
pequeño podría causar una reacción tan grande?
—Quédese quieta y en silencio señorita o me detendré—, me advirtió en
el oído con una voz profunda y grave, apretada por la necesidad.
¿Cómo demonios se suponía que alguien debía callarse cuando sus dedos
exploraron y tocaron mi cuerpo como un instrumento finamente
sintonizado? No pude. Tal vez mi cuerpo no tenía la experiencia suficiente
para soportar ese tipo de placer porque pronto se detuvo, y salté de mi asiento
como si estuviera ardiendo. Mi cara y mis partes bajas necesitaba unos pocos
litros de agua helada. Sí, agua, necesitaba darme un baño urgente.
Casi había llegado a la puerta del baño cuando sentí una mano envolver
mi brazo. Contuve el aliento ante la mirada oscura en sus ojos, tan llena de
deseo y calor que estaba bastante segura de que mis bragas estaban
empapadas. Entonces el perverso doctor hizo algo que yo no había
esperado. Levantó los dos dedos que habían estado dentro de mí y se los
metió en la boca, chupándolos con una sonrisa sexy.
—Alison se va el viernes por la mañana para pasar cuatro días con mis
padres. Te deseo cada uno de esos días, de cualquier forma, te atrapare y
cumpliré tus deseos más ardientes .
Sabía que esta no era una gran declaración de amor y afecto, mucho
menos una cita romántica como la de los cuentos de princesas. Cualquier
forma en que él pudiera atraparme significaba estar de espaldas, de rodillas,
en la ducha o contra la pared. Nada de cenas a la luz de las velas y abrazos en
el sofá. Pero podría aguantarlo. Cuatro días me darían mucho material para
mi nuevo libro y me daría tiempo suficiente para sacar a Dave de mi
sistema. Para siempre
—Bueno.
Él termino la conversación entre nosotros y me besó como un amante. Su
lengua penetro mi boca, esa era la única manera de describirlo, dejándome
sacudida por la lujuria y preparada para suplicarle que me diera un breve
gusto en este momento. Pero antes de que pudiera si quiera pensarlo, dio un
paso atrás y caminó por el pasillo, tomando a Ali en sus brazos antes de irse
con un suave clic de la puerta.
Y dejándome caliente, molesta y completamente insatisfecha.
Maldita sea. Maldito Doctor. Maldito Dave.
DAVE
Bárbara se sentó en el sofá, con las piernas estiradas sobre varios cojines
y los pies enterrados debajo de sus piernas desnudas. Llevaba puesta la
misma bata blanca que llevaba cuando llamé hace unas horas, mirando mi
pecho desnudo mientras comía pollo con fideos de una caja de cartón.
—Yo sé que esto puede parecer egoísta de mi parte, pero necesito
recuperar un poco de combustible.— Dijo mientras reía y guiñaba un ojo.
—¿Y yo cuando podré estar arriba?—. Mi pene se había puesto tan duro
cuando dijo eso, sentí que toda la sangre de mi cuerpo se concentraba en mi
glande, latente de satisfacción
—Solo me deje llevar, ya tendrás la oportunidad—. Le orgulloso. Con
una risa, puso los ojos en blanco y recogió hábilmente sus fideos con los
palillos.
—Me gustó mucho todo lo que paso hace un momento, pero no creo que
podamos continuar haciéndolo … .
Mi rostro mostraba la confusión que sentía mi interior y mis ojos se
abrieron más de lo habitual
—¿Qué?
—Soy nueva en esto, pero también sé que esto es solamente sexo y no
creo que se vuelva a repetir. Me encanto lo que hiciste y la forma en que nos
conectamos, ah y los fideos con el pollo están exquisitos, pero no podemos
continuar así.—, dijo y puso más comida en su boca.
—No hay ninguna razón por la que no podamos hablar y llegar a
conocernos Bárbara. Nosotros somos vecinos, esto no fue solo sexo de
desconocidos.
Ella lo pensó y luego pareció estar de acuerdo.
—¿Por qué elegiste fertilidad y obstetricia?
—Quería ser cirujano, pero en mi proceso de practica como estudiante,
una noche ayudé a una mujer en un parto de alto riesgo. La mujer estaba tan
preocupada porque había pasado por muchas cosas mala solo para quedar
embarazada y que todo se pudiera perder en cosa de minutos, incluso su
propia vida. Creo esa experiencia me marco el comienzo de mi camino
profesional.— Ahora era mi oportunidad de aprender más sobre ella.
—¿Cómo es posible que seas virgen?
Ella mostró una sonrisa brillante y tonta.
—No soy. Perdí mi virginidad con un médico tratante.— Puse los ojos en
blanco y ella se rió.
—Mi madre se separó cuando tenía quince años, así que tuve que
cuidarme por mi cuenta hasta que cumplí los dieciocho. Desde que me gradué
cuando tenía dieciséis años, eso puso mis planes en espera, así que conseguí
un trabajo y me quedé en el apartamento de una señora a quien le pagaba con
horas de aseo y jardinería, por ese motivo prefería mantener mi cabeza baja
para evitar cualquier problema con ella y que me echara a la calle. No podía
correr el riesgo de distraerme con chicos o ser expulsada, así que no salía.
—Guau. Lamento que hayas tenido que pasar por eso.— Me hizo sentir
como un idiota por algunas de las suposiciones que había hecho sobre ella.
Ella se encogió de hombros como si no fuera gran cosa, pero ambos
sabíamos que sí.
—En la universidad, yo era mucho más joven que todos, siempre. Ni
siquiera tuve una cita real hasta el último año. Tenía veinte años, todavía era
demasiado joven para entrar en los bares, así que esa relación duró
aproximadamente un mes.
—¿Y después de eso?
—La escuela de postgrado y el trabajo me mantuvieron ocupada—. Me
miró de frente y se preparó para su turno de preguntas.
—¿Cómo murió tu esposa?— Fruncí el ceño.
—Ella no está muerta.
Sus ojos verdes dieron vuelta.
—Oh, disculpa, Ali dijo que se había ido para siempre y yo solo asumí …
— Volvió a su comida y luego se congeló, volviendo su mirada hacia mí.
—¿Por favor no me digas que todavía estás casado con ella?
—¿Crees que estaría aquí contigo si fuera así?— Ella negó con la cabeza,
pero sus ojos se llenaron de incertidumbre.
—Ella se fue. Su novio de la escuela secundaria, el hombre que siempre
amó, se divorció de su esposa y la encontró en Facebook. Ella dijo que
estaban destinados el uno al otro, así que nos dejó y comenzó una familia con
él. Me tomó un año encontrarla en Chicago, pero no para recuperar su amor,
si no que para entregarle los documentos de divorcio. Ella renunció a todos
los derechos sobre Ali.— Me encogí de hombros porque para mí eran
momentos y experiencias que no quería recordar.
—No la hemos visto ni escuchado de ella desde entonces.
—¡Esa perra!— Sonreí ante su defensa rápida de mi niña.
—Así es como me sentí durante mucho tiempo, pero pensé que, si podía
irse tan fácilmente simplemente no la necesitábamos.
—Me cargan y detesto con todas mis fuerzas a las mujeres que dejan a
sus hijos—, dijo, ahorcando con sus manos el aire.
—Has hecho un buen trabajo con ella. Ella es brillante, dulce y amable.
—Me gusta que sea una gran admiradora tuya.— Mierda, lo último que
debía hacer es mencionar a mi hija durante un fin de semana sucio. No quería
que Bárbara tuviera una idea equivocada sobre lo que acababa de pasar entre
nosotros, y quizás hablar sobre mi hija podría confundir las cosas.
—Alguien más es un gran fanático también—, le dije, sintiendo mi
cuerpo responder cuando su mirada aterrizó en mi pene.
—Un admirador muy grande, diría yo.— Dejó la comida y se deslizó por
el sofá y se sentó en mi regazo. Poniendo la camisa sobre su cabeza para que
sus pechos estuvieran justo junto a mi boca, ella sonrió.
—Eso está bien porque me estoy convirtiendo en una especie de fan.
Ella sonrió y me besó. Y finalmente ella tuvo la oportunidad de estar en la
cima.
BÁRBARA
—No creo que pueda sentir mis piernas—, me reí tanto que todo mi
cuerpo se sacudió, pero realmente no podía sentir mis piernas después de las
cosas que Dave acababa de hacer con mi cuerpo.
—Deberías haber pensado en eso antes de meterte conmigo a la ducha—,
dijo, acostado a mi lado en la cama, los dos todavía mojados.
—Al menos finalmente llegamos a una cama.
Sabía que diría algo sobre el hecho de que pasamos los últimos tres días
teniendo relaciones sexuales en todas partes, excepto en el único lugar donde
la razón nos indicaba hacerlo. Había sido un movimiento calculado de mi
parte, un intento de mitigar las consecuencias de esta aventura mal
aconsejada.
A pesar de mis palabras de valentía, ya podía decir que mis sentimientos
estaban envueltos en esto, y no podía permitir que eso sucediera. Esto era
solo un rasguño, una breve aventura, nada más. Lo sabía, realmente lo
hice. Desafortunadamente, mi cuerpo y mis sueños no.
—Sí—, suspiré, todavía luchando por recuperar el aliento.
—Esta es una buena cama. Firme y con el rebote suficiente para ser útil y
lo suficientemente grande como para ser un verdadero aventurero del amor .
Sonreí ante la carcajada que escuché en su voz. Me había hecho de todo
en esta cama, de ahí el hormigueo en mis piernas que se sentía tan bien que
gemí.
—Ciertamente eres eso.— Era mucho más que aventurero, y eso
significaba que deshacerse de su presencia aquí sería simplemente imposible.
—Oye, ¿estás bien?— Dijo
—¿Te refieres a algo que no sea la parálisis de mis piernas y la completa
satisfacción? Sí, me siento muy bien
Presionó un beso a un lado de mi pecho y reprimí un escalofrío.
—¿Cuándo sabrás sobre tu tesis?
—Pronto.— Podría ser mañana o el mes que viene. Aguanté la
respiración todos los días esperando una llamada o un correo electrónico que
nunca llegó. Sabía que era un proceso, pero aparte de unos minutos al día, no
me enfoqué en eso porque mis noches con Dave me habían dado tanto
material para mi novela más reciente próxima a escribir. Por ahora podía
concentrar mi energía en eso mientras esperaba para saber sobre mi futuro.
Un zumbido sonó en la distancia, ambos nos sentamos y nos quedamos
quietos, escuchando de dónde provenía el sonido.
—Creo que ese es mi teléfono. ¡Mierda! —Se puso de pie y caminó
deliberadamente desde la habitación, dándome la visión perfecta de su culo
desnudo, perfectamente redondo, bronceado y musculoso. Refunfuñó todo el
camino por las escaleras.
—Es del hospital—, dijo algo descolocado
—Tengo que ir de urgencia.
No había esperado pasar tiempo como él, sin embargo, estaba
decepcionada de no volverlo a tener más.
—Está bien—, le respondí, deslizando su camiseta sobre mi cuerpo
desnudo. No tenía idea de qué decir. ¿Qué se le debe decir a tu amante de fin
de semana antes de irse?
—Que tengas una buena jornada
—Probablemente tendré una larga y estresante noche.— Estaba tan
perdido y descolocado como yo.
Se puso los jeans y sonrió.
—Fue más que divertido Bárbara, fue malvado y delicioso al mismo
tiempo. Fue increíble— me dijo y dio un beso caliente pero suave en mi
cuello.
—Tienes mi camisa—. Miré hacia abajo como si no me hubiera dado
cuenta, la agarré la olfateé profundamente y se la entregué.
—Así es.
Por un minuto me sentí la mujer más bella del mundo cuando su mirada
vagaba por mi cuerpo, deteniéndose en la curva de mi pecho y el triángulo
entre mis piernas.
—Tentadora—, gimió y me tomó en sus brazos, besándome con tanta
pasión que comenzó a sentirse mucho más que una aventura de cuatro
noches…
***************************
Días después a mi fin de semana con Dave, todo parecía pasar volando.
El clima se hizo más cálido, y pasé las mañanas en el patio trabajando en mi
novela. También dedique pase mucho tiempo a Alison, quien había
demostrado ser una compañera divertida. No había visto ni pasado tiempo
con Dave en privado ni de otra manera desde que lo llamaron al hospital, y
cuando lo veía -en el trabajo o en casa- me mantenía profesional y cariñosa.
Desde mi punto de vista, él había olvidado todo el tiempo que pasamos
juntos, tanto dentro como fuera de la cama, apenas dándome una mirada
cuando iba a buscar a Alison a mi casa.
Lo intenté lo mejor que pude y concentré mi energía en otra parte. No
podía fingir que no sabía lo que estaba haciendo cuando acepté su largo fin
de semana de nada más que sexo, sexo completamente gratificante y
perverso, pero de todos modos sexo. Lo que no me había percatado era lo
difícil que sería separar mis emociones del acto mismo. El hecho de sentirme
afectada y decepcionada me hacían involucrarme cada vez más con él, mucho
más de lo que yo deseaba. Ahora lo sabía, y no pensaba volver a cometer ese
error otra vez. No con Dave ni con nadie más.
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Verlo sonreír a la cámara desde los pasillos del estudio era agridulce,
porque sabía que nunca más volvería a ponerme esa sonrisa sexy cuando
estuviéramos completamente desnudos, sintiendo su cuerpo y el mío uno
solo. Afortunadamente, la grabación había terminado, así que tomé mi
computadora portátil y mis notas, y metí todo en mi bolso mientras salía de
los pasillos oscuros del estudio en dirección a la calle. Me quité la chaqueta y
recogí mi pelo de mi cuello mientras me acomodaba en el asiento de mi auto
y encendí el aire acondicionado. —Es hora de irme a casa—, me dije a mi
misma, feliz de ir a descansar cuando de pronto sonó mi teléfono.
—¿Hola?
—Hola, ¿Bárbara Miller? Mi nombre es Jasmine Evanson de NetReading
Publishing y recibí una copia de su manuscrito de parte del Dr. Higgins, su
maestro. Bárbara, en la editorial nos encantó tu trabajo. Encontraste una
manera de hacer que la alumna y el profesor se sintieran increíblemente
calientes y únicos .
¿Qué?
—Um, gracias Sra. Evanson—. Ella rió.
—Llámame Jasmine—, dijo y luego se lanzó con una oferta para un
acuerdo de tres libros mientras estaba sentada en mi auto, sorprendida y
emocionada.
—¿Qué piensas?
—Creo que estoy en shock—, respondí con sinceridad.
—Pero también estoy muy halagada e interesada. Realmente interesada
—, agregué al sonido de la risa tintineante de Jasmine.
—Ah, y estoy a la mitad de un segundo libro.
—¡Guau! Eso es increíble Bárbara. Si realmente estás interesada, haré
que mi asistente te llame para programar una reunión en nuestras oficinas
aquí en Los Ángeles. ¿Será posible agendarla?
—Por favor llámeme Bárbara y sí, encantada me reuniré con usted—.
Hicimos planes para reunirnos lo antes posible antes de finalizar la
llamada. Grité de emoción dentro de los confines de mi auto. Esto fue,
finalmente un pequeño empujón hacia el futuro.
—Necesito celebrar.
Así que me detuve en el mercado por algunos ingredientes para la
parrilla, cerveza, hamburguesas, ensaladas y me fui a casa para una
celebración en solitario. Pero antes llamé al Dr. Higgins para agradecerle y
compartir las buenas noticias.
Fue agradable tener a alguien con quien compartir las noticias y destaco
el poco esfuerzo que hice para incluir a otras personas en mi vida. Demonios,
mi mejor amiga era una niña de siete años y solo la había conocido por unos
meses. No me había molestado en formar relaciones duraderas desde que mi
madre se fue, lo que significaba que estaba completamente sola. Pero era lo
que mejor que tenía, así que pensé que era mejor no pensar en eso demasiado.
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—Gracias por pasar y por favor cuídate.— Después de todo, aún era
médico y mis modales profesionales se ampliaron a todas las facetas de mi
vida. Vi salir a Maggy por la puerta principal de mi casa.
Había una niña arriba que me debía una explicación.
—Hola cariño.
—Hola papá—. Su incapacidad para mirarme a los ojos me dijo que
Maggy me había dicho la verdad.
—¿Sabes dónde está Bárbara?— Ella solo asintió con un movimiento
exagerado de su cabeza.
—¿Dónde?
—Es nuestro secreto y no puedo decírtelo.— Reconocí esa inclinación
desafiante de su cabeza porque era igual que Bárbara.
—Es cierto, pero si Bárbara está en problemas, tienes que decirme.
—Ella no está en problemas. Ella está bien, ella misma me lo dijo—. Con
sus brazos cruzados en un tono desafiante.
—¿Cuándo te lo dijo?
—Anoche antes de dormir. Me llamó para decirme que regresaría y que
no me preocupara.
Con esas palabras se esfumo toda la ira que tenía en mi interior. ¿Cómo
podría estar enojado con ella cuando era tan cuidadosa con el corazón de mi
hija? Incluso, más cuidadosa que su propia madre. Demonios, era más
cuidadosa de lo que yo había sido con el corazón de Bárbara.
—Fue muy amable de su parte—. Ella asintió de nuevo.
—Bárbara es muy amable. La quiero mucho.— Ella sonrió
maliciosamente y yo sabía que se avecinaban problemas.
—¿Amas a Bárbara papá?
—Me gusta Bárbara y me alegro de que ella sea buena contigo—. No
amaba a nadie más que a Alison y a mis padres. Todo rastro de amor hacia
una mujer se había esfumado cuando la madre de Alison había dejado
nuestras vidas para comenzar una nueva, juré que no me enamoraría de
nuevo, no volvería amar nunca más. Alison y el trabajo fueron mis
prioridades.
Con el cabello desordenado y la cara fruncida me dijo.
—¿Por qué no amas a Bárbara? ¿Es porque su mami la dejó también?
—¡Por supuesto no! Bárbara es una amiga, cariño, eso es todo .
—La besaste y la miras así—, hizo lo que solo podía suponer que eran
ojos de enamorados. Se veía tan ridícula que tuve que reír.
—¿Lo hago?— Ella asintió.
—Bueno, ella es muy bonita.— No estaba listo para admitir
más. Principalmente porque no había nada más que admitir, y cualquier otra
cosa solo elevaría las esperanzas de Ali injustamente.
—Podrías amarla si solo lo intentaras—. Ella me ama papá y ella cuida de
mí. Lloró en el hospital porque estaba asustada —. Suspiré y sabiamente
elegí permanecer en silencio. Alison se había vuelto muy apegada a Bárbara
y no podía permitir que eso sucediera solo para tener su corazón destrozado
por otro abandono.
BÁRBARA
Una semana en Los Ángeles había sido justo lo que necesitaba para
aclarar mi mente y restablecer mi cerebro. Todo el drama de llevar a Ali al
hospital me aterrorizaba y luego las cosas que Dave me había dicho, como si
hubiera estado sentada ansiosa por él. ¡Si claro doctorcito! Me sentí aliviada
al recibir la llamada del asistente de Jasmine en la mañana siguiente, y le dije
que nos reuniéramos lo antes posible.
El vuelo fue rápido ya que trabajé en mi nueva novela durante todo el
viaje, y pasé la mayor parte del primer día deambulando por las calles e
imaginando que estaba en casa. En el segundo día, pasé horas yendo de
edificio en edificio en busca de un agente que pudiera ayudarme.
Sabía que probablemente podría leer el contrato y entender lo suficiente
como para firmarlo sin preocupaciones, pero un agente me conseguiría el
mejor trato posible. Y se asegurarían de que no me jodieran cuando
finalmente firmará el contrato. Encontré un agente justo antes del mediodía, y
al día siguiente, Jason Smith me acompaño a firmar el contrato y negociar el
adelanto que obtendría.
El cheque adelantado que me convertiría en una escritora profesional
sería cobrado pronto y podría dejar mi trabajo en el estudio y escribir a
tiempo completo, mi sueño de pequeña estaba por hacerse realidad. Fue un
gran alivio. Pero ahora que estaba de regreso en mi ciudad, no podía alejarme
del hombre que tuvo un papel protagónico en mis sueños. Y mi segunda
novela.
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Y mal. Pensé en la forma en que la traté cuando llamó para avisarme que
Ali estaba en el hospital.
—Me gusta hacerte sentir bien—. Le dije a Bárbara
—Eres muy bueno en eso—, respondió con un escalofrío, como si
pensara lo mismo que yo en ese momento.
—Esas palabras que dices solo me dan ganas de escucharlas una y otra
vez. Más y más fuerte.— Bárbara se estremeció de nuevo ante mis palabras,
y pude admitir una profunda sensación de orgullo masculino por su respuesta.
—¿Ves? A eso me refiero con Intenso.
Otra canción de blues sexy comenzó y me levanté, sacudiendo pedazos de
hierba de mis pantalones cortos y tendiéndole una mano.
—Vamos a bailar.
Ella parpadeó sorprendida, sus grandes ojos verdes almendrados se
ensancharon con el deseo por el momento.
—Está bien—, respondió ella, su voz era espesa cuando la ayudé a
levantarse y la acerqué para que nuestros cuerpos estuvieran al ras, las manos
juntas contra mi pecho mientras comenzábamos a balancearnos con la
música.
—Por supuesto, también bailas.
—Mi padre siempre dijo que el hombre que puede bailar siempre
conseguirá a la chica.— La acerqué más y la coloqué sobre mi antebrazo,
usando la posición para rozar mis labios a lo largo de su cuello, la altura de su
garganta.
—Eso que estás haciendo es muy sexy. Y un poco romántico también.—
Ella estaba sin aliento.
—Ah, ¿sí?— La hice girar un poco, sintiendo una sensación de calma
mientras su risa me inundaba. ¿Cómo podría esta mujer hacerme sentir tan
bien? Tan asentado. Casi como en casa. Acercándola más, ella envolvió
ambos brazos alrededor de mi cuello y tiró de mí hacia abajo hasta que
nuestros labios colisionaron para un suave y romántico beso.
Su boca era dulce como el té de frambuesa que bebía y tan fuerte como la
salsa de barbacoa, y no podía tener suficiente de ella. Su lengua provocó la
mía, mordió mi labio inferior hasta que gruñí. Robando mi último suspiro,
ella chupó mi lengua y la sumergí, disfrutando el beso hasta que la devoré
tanto que tembló debajo de mí. Cuando me aparté ella me dio una sonrisa
coqueta.
—Demonios sí, que rico se siente eso.
—Lástima que esta es solo nuestra primera cita.
—Sí—, suspiró.
—Más incentivo por una segunda cita—. Maldición, amo a esta chica. El
pensamiento surgió de la nada e intente eliminarlo de mi mente en ese preciso
momento, no lo quería volver pensar.
***************************
Dejé el estudio sintiéndome más ligera y más libre que en mucho tiempo.
Acababa de hacer mi último turno en el estudio porque mi gran cheque lo
había cobrado por adelantado. Lo que significaba que podía concentrar toda
mi energía en escribir. Me sentí increíble, pero también un poco
decepcionada ya que me había pasado los últimos años trabajando duro para
terminar mis estudios, y sentía que estaba renunciando al buscar un interés
secundario. Puede ser para siempre, y puede que no, y eventualmente estaría
bien con eso.
Ayer, el Dr. Higgins y el comité me informaron que oficialmente tenía
dos títulos y que mi carrera universitaria estaba
completa. Sí, debería sentirme muy bien. Decidí elogiarme yo misma
visitando mi pizzeria favorita. A la chica que atendía le pedí una pizza, un
sándwich de albóndigas, ensalada y cerveza lo cual disfrutaría acompañada
de música de los noventa. Estaba a mitad de mi canción favorita cuando vi a
una pequeña pero intrépida espía.
—¡Oh! Tú! Pequeña niñita me asustaste .
—Lo siento,— dijo ella más divertida que pidiendo disculpas.
—¿Por qué estás bailando?— Preguntó la pequeña Alison
—Porque cariño—, la agarré de la mano y la puse a bailar conmigo,
—¡Ahora soy una escritora profesional y pasé todas mis clases, así que
tengo mis títulos!—. Estaba más emocionada que Ali, pero me mostró una
gran sonrisa, sostuvo mi rostro en sus pequeñas manos y me dio un caluroso
y tierno beso en ambas mejillas.
—Buen trabajo, Bárbara.
—Gracias, pequeña—. Aunque solo tenía una niña de siete años para
compartir mis noticias, todavía me sentía estrepitosamente feliz.
—¡Bailemos!— Mi corazón se llenó de amor por la forma en que saltó y
sacudió su pequeño cuerpo junto a mí, sonriendo y moviéndose como si
sintiera las letras de las canciones recorrer su cuerpo. Tres canciones después
me hacían sentir sin aliento, pero no quería parar. Ali todavía estaba llena de
energía, lo que me hizo sentir aún más vieja.
Entonces lo sentí. Sentí un cosquilleo en la nuca, todo mi cuerpo zumbó
cuando me giré y encontré a Dave mirándonos con una sonrisa tonta en la
cara.
—Nos estabas mirando a escondidas!!!.
—Están bailando.
—¡Vamos a tener una fiesta de baile, papá!—. Ali todavía se movía como
si esta fiesta de baile fuera lo que más le gustaba.
—¿Si? ¿Qué celebran señoritas?
—Muchas cosas en realidad—. Era tan hábil que mis noticias parecían
pequeñas en comparación a su forma de expresarse, pero yo todavía estaba
orgullosa de mí misma, así que lo compartí todo con él.
—Así que seguiremos bailando, al menos hasta que llegue la comida que
encargué.
—Wow, eso es genial Bárbara. Yo soy … — Sus palabras fueron
interrumpidas por el timbre de la puerta y el tipo de la pizzería llego con la
comida de celebración. Dave pagó porque siempre acostumbraba hacerlo y
yo lo deje mientras la casa se impregnaba del delicioso aroma grasoso de la
comida.
—Es hora de lavarse las manos Ali.— Sin decir una palabra, ella se fue
corriendo por el pasillo.
—¡Oh!— Dave me tomó en sus brazos y al instante mi cuerpo se ablandó
contra el de él, amando la forma en que se sentía su cuerpo envuelto
alrededor del mío.
—Estoy feliz por ti Bárbara. Demonios, cada día me sorprendes más.
Ahí fue cuando supe. Todos los golpes en mi pecho, la sequedad llenando
mi boca y las lágrimas picando en la parte posterior de mis ojos. Sus palabras
me conmovieron de una manera que no se justificaban si pensamos que solo
estábamos saliendo casualmente. Si, dormíamos y teníamos sexo como
muchas parejas enviarían, lo sé, pero no podía decirle como me sentía, no
sabía qué pensaría Dave.
—Gracias Dave.— Sus labios se posaron en los míos, tiernos al principio,
pero rápidamente se tornaron hambrientos e intensos. Caliente, cuando su
lengua se introdujo en mi boca, haciéndome delirar con cuanto lo quería
dentro de mi nuevamente.
Cuánto lo amaba.
—¡Ewww! ¡Se están besando! ¡Guacala!—. Ali comenzó a hacer ruidos
de arcadas hasta que nos separamos, aturdidos por la rapidez con que el beso
había encendido nuestros cuerpos.
—No dirás eso cuando seas mayor—, bromeé cuando Ali arrugó la nariz
con disgusto. Dave recogió platos y servilletas mientras yo traía las bebidas,
jugos para Ali y cerveza para mí y Dave.
—Han pasado años desde que comí esto—, gemí y tomé un gran trozo de
pizza.
—Esta tan buena, todo este queso…— Dije
—Mmm, podríamos comer esto todos los días—, Dijo Ali y todos
estallamos de la risa al mismo tiempo.
Comimos en silencio durante unos minutos y miré a Dave, a su hija y me
pregunté cómo diablos había encontrado una familia tan maravillosa. De
acuerdo, no era la mía, pero por ahora parecía y eso tendría que ser
suficiente. Por ahora.
—Entonces, ¿qué vas a hacer ahora, pasar los días escribiendo?
—Ese es el plan. El primer libro saldrá en el otoño y estoy avanzando a
un buen ritmo con el segundo libro.
—¡Podemos pasar más tiempo juntas! ¡Yay!—. Ali se retorció en su silla,
perdiendo una rebanada de pepperoni que cayó al piso por su evidente
emoción. Rápidamente su expresión se volvió pensativa.
—Bárbara, ¿puedo hacerte una pregunta?
—Claro, cariño.
—¿Están tú y papá enamorados?
Dave se atragantó con un gran bocado de pizza hasta que le lloraron los
ojos. No era exactamente la respuesta que estaba buscando, pero era lo que
esperaba. Los grandes ojos de la niña me miraron, esperando
impacientemente una respuesta. No quería mentirle a ella ni a él, pero no
estaba totalmente preparado para decirle a Dave lo que mis sentimientos
dictaban.
—Amo a tu papá cariño y te amo a ti también—. Ella se deslizó de la silla
y se arrojó en mis brazos, apretándome fuerte.
—Yo también te amo, Bárbara. eres mi favorita.
Mis ojos ya no podían aguantar las lágrimas al escuchar las palabras más
sinceras que una niña podía decir. Había pasado tanto tiempo desde que
alguien me lo dijo, si alguna vez lo dijeron. Ni si quiera podía decir que tenía
el recuerdo de mi madre diciéndome que me amaba.
—Tú también, cariño, eres mi pequeña favorita—. Le di un rápido vistazo
a su padre y su mirada horrorizada me dijo todo lo que necesitaba saber.
Esta noche probablemente sería nuestra última noche juntos. Planeé
aprovecharla al máximo.
***************************
Ella se congeló y se giró hacia mí, con la mirada perdida por lo que pude
ver. Solo estábamos nosotros dos, la luna y las estrellas
—Oye—. Dije nuevamente y cerró rápidamente la computadora portátil,
la recogió junto con una botella de agua y supe que estaba escapando.
—¡Espera! Por favor.
—¿Qué quieres Dave?
—¿Podemos hablar?— No tenía idea lo que estaba diciendo, pero no
podía dejarla ir sin al menos tratar de hacer las cosas mejor entre nosotros
dos.
—No tenemos nada de qué hablar.
—Lo siento.
—No lo sientes. No puedes ponerte en mi lugar y sentir lo que yo estoy
sintiendo —. Mi corazón se paralizo ante el énfasis que puso en sus palabras,
pero lo ignoré.
—No significa que no lo siento.
—Bueno, no quiero ni necesito que lo lamentes, Dave. Buenas noches.—
Esta vez ella entró y cerró de golpe la puerta detrás de ella, una clara señal de
que no debía molestarla de nuevo.
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