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CITA CON EL DOCTOR

ROMANCE DE UN PADRE SOLTERO


Y UNA VECINA VIRGEN

SARAH PARKER

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CONTENIDO DEL LIBRO
BÁRBARA
DAVE
BÁRBARA
DAVE
BÁRBARA
DAVE
BÁRBARA
DAVE
BÁRBARA
DAVE
BÁRBARA
DAVE
BÁRBARA
EPÍLOGO
BÁRBARA

—Desde pequeña, siempre he sido fan de los pañuelos de seda y los ojos
vendados—, Dijo Bárbara jugando con su cabello y sonriendo coquetamente.
—Estoy feliz de mostrarte los placeres que se pueden descubrir sin unos
pocos sentidos esenciales.— El doctor Brown se quitó el impecable y
reluciente delantal blanco y se acercó más. Samantha se quedó sin aliento. Su
piel se ruborizó y su pulso se aceleró cuando se aproximó.

Me recliné en mi cómoda silla de la computadora y solté un largo suspiro.


El romance erótico que relataba iba realmente bien, y sería un buen
complemento para mi tesis. El deseo sexual de mujeres jóvenes hacia
hombres mayores y experimentados. Fue, por lo menos para mí, el proyecto
perfecto para mi maestría en Antropología. Solo faltaba esperar que mis
profesores pensasen lo mismo.
Con un crujido de mis nudillos y una sacudida de mi cuello, volví al
trabajo de escritura. Estaba en la parte buena, cuando la joven e inocente
Samantha se quitaba las braguitas y se mostraba en cuerpo completo al
maestro. Fue entonces cuando lo vi, una pequeña cabeza cubierta con rizos
rubios asomándose por la ventana del comedor de mi casa. Sonreí ante sus
pobres habilidades de sigilo, agachándome unos segundos tras haberla visto,
pensando que debía ser parte de los nuevos vecinos que se mudaron hace un
mes. Mis estudios y mi trabajo me habían mantenido tan encerrada en mi
propia vida que ni siquiera los había conocido aún.
La pequeña cabeza rubia apareció nuevamente, en frente de mi ventana
mientras daba un par de vueltas por el patio. Para romper el hielo, la saludé y
se inclinó, sacándome una risa amena.
Guardé mi informe, me levanté estirando los músculos tensos por culpa
de horas continúas escribiendo para dirigirme de cara a la puerta. La casa era
un dúplex blanco de lado a lado con ornamentos azules. Sabía que la otra
mitad del edificio era lo opuesto a la mía. Las habitaciones matrimoniales
estaban cambiadas, la mía daba al patio trasero y la de ellos daba a la calle.
Abrí la puerta y salí al patio compartido, encontrando a la pequeña niña
intentando subirse al columpio del patio.
—Hola pequeña, ¿necesitas ayuda?
Sus grandes ojos azules claros se mezclaban de forma perfecta con el
color del cielo, me miraron entremedio de un revoltijo de rizos rubios. Por
último, su cabeza se movió arriba y abajo, eso fue todo.
Me dejé caer sobre las puntas de mis pies, ignorando la manera en que
mis muslos chillaban en señal de queja. Me había ausentado del gimnasio
hace varias semanas pues estaba demasiado ocupada.
—Soy Bárbara y vivo acá. ¿Cuál es tu nombre?
— Alison —, afirmó una voz suave y con algo de timidez.
—Encantada de conocerte Ali—, tendí mi mano dándole una sacudida
como lo hacen los adultos que la hizo reír.
—Ahora, ¿de qué forma puedo ayudarte?
Esos grandes ojos azules que la hacían parecer tan frágil me atraparon,
pero la forma en que se abrieron me hizo dudar. Por último, me miró
nuevamente, y creo que se dio cuenta que podía confiar en mí.
—Mi niñera no apareció—. Parpadeé.
Esto estaba fuera de mi alcance. ¿Qué demonios sabía sobre niños? Nada.
—¿Dónde están tus padres?
—Mi mamá se fue. Mi papá está en el trabajo. Él trabaja en el hospital, él
hace bebés, — dijo con orgullo.
En ese momento mi corazón se conmovió con esta admirable pequeña
con una belleza natural que confundiría al mundo en unos pocos años.
Perder a un padre fue bastante difícil, perdí los míos. La verdad es que
jamás conocí a mi padre pues dejó a mi madre mucho antes que naciese.
Luego, a los 15 años perdí a mi madre. Literalmente. Llegué a casa de la
escuela y todo estaba vacío, no había nadie a excepción de una persona que
me esperaba en mi habitación.
—Lo siento por tu madre, pequeña. Ella no volverá

Pero ¿por qué razón tu padre se ha ido si la niñera aún no llega?


Me puse de pie y traté de mirar por la ventana que estaba sobre la puerta,
pero por mi baja estatura no alcanzaba y la ventana se me hacía demasiado
alta. Probé abriendo la perilla de la puerta, pero no se movió. Estaba cerrada.
—Mi papá dijo que los bebes venían en camino y que en 5 minutos
volvería—, dijo con tanta ilusión que debí contener una sonrisa.
—Han pasado más de 5 minutos—. Le respondí a la pequeña Alison
—Seguramente estás aburrida y hambrienta, ¿eh?—. Le dije a la pequeña
Alison y ella respondió balanceando su cabeza arriba y abajo mientras se
aproximaba más a mí.
—Hace un buen rato que no he comido nada.
—Me alegra que no hayas intentado cocinar por tu cuenta—, le dije en
tono de broma y me miró perpleja.
—Soy demasiado pequeña para cocinar—. Su tono me hacía sentir como
una completa idiota que no se daba cuenta que era una niña.
—Lo sé.— Le respondí mientras hacia su mejor esfuerzo para subir a uno
de los taburetes, pero era demasiado pequeña, por lo que le di un impulso.
—Gracias—. Dijo mostrando una preciosa sonrisa llena de dientes
infantiles.
—¿Qué tenemos para comer?— Pregunto la pequeña Alison.
Buena pregunta. Cocinaré algo económico ya que no estaba pasando por
un momento muy bueno financieramente hablando. Revisé la nevera y hallé
suficientes ingredientes para preparar la comida.
—¿te gustan los spaghettis?
—¡Me encantan! ¡Amo los spaghettis!
Deseaba que algo en mi vida me diese tanta alegría y emoción como los
spaghettis a Alison.
—¿Tienes el número de teléfono de tu papá?— Ella negó con la cabeza.
—¿Puedes decirme dónde trabaja?
—Tiene un centro de salud para mamás y bebés y también trabaja en el
Hospital de la ciudad.
Solo esperaba que no se asustara cuando llegase a casa y descubriera que
su pequeña hija se había ido. Preparé el spaghetti y escuché atentamente
mientras Alison me contaba todo sobre su papá, el Doctor de Bebés. Ella lo
hacía sonar como un súper héroe, y debo admitir que tengo bastante
curiosidad sobre ese hombre. Pese a que había dejado sola a su hija de 6 años
en casa. Alison comió 2 porciones de spaghetti, fruta y helado, todo eso antes
de desmayarse en el sofá a descansar, mientras yo editaba una parte de mi
tesis.

Debo haberme quedado dormida en algún momento pues me desperté con


una pequeña niña extendida sobre mi pecho, cincuenta páginas de mi tesis
desperdigada en el piso y el ruido de golpes constantes que venían de algún
lado.
La puerta.
Con cuidado me levanté sin despertar a la pequeña Alison y abrí
suavemente la puerta para encontrarme de frente con 5 oficiales uniformados
y un hombre vestido formal.
El hombre tenía el pelo negro y los ojos azules, sus pómulos eran
puntiagudos y la quijada tan rugosa que podía esculpir la roca, pero de igual
forma todos esos rasgos lo volvía bastante atractivo. Era el doctor.
Fruncí el ceño ….

—Oficiales, ¿en qué puedo ayudarlos?

El que tenía el bigote grueso y parecia actor porno de los setenta se


adelantó.
—Buscamos a una pequeña desaparecida—, afirmó y describió a la
pequeña, la misma que estaba durmiendo en mi sofá.
—¿Alison? Sí, la he visto, estaba dando vueltas en el patio trasero pues su
niñera no llegó.
Al mismo momento en que le di una mirada penetrante al Doctor de
Bebés.
—Y su padre la dejó sola en su casa. Estaba hambrienta, aburrida, sola y
bloqueada—, agregué.

El oficial con cara de actor porno me empujó a un lado e ingreso a mi


casa con el resto de oficiales. Sujetó a Alison, que se despertó con un
chillido, mientras que uno de los otros agentes me afirmo con rudeza por el
brazo, pensando que posiblemente fuera una amenaza para la pequeña
Alison.
—¿Por qué Bárbara? ¿Me porté mal? ¡No me volveré a quedar domina y
no comeré tanto helado, lo prometo!— decía la pequeña Alison mientras se
escapaban lágrimas de sus ojos.
—Está bien Ali, tu padre está acá—, traté de calmarla.
—Él estaba asustado.— Levantó la vista mirando al hombre que llevaba
el ceño fruncido y eso hizo que el hombre se enojará aún más.
—Estoy bien papá. Bárbara me cuido—. —Ella enfoco su mirada en mí.
—Estas bien, ¿no?— Dije, a lo cual Alison corrió hacia mí y envolvió sus
pequeños brazos en torno a mis piernas.
—Ahora somos amigas—, afirmó tiernamente mirando a su padre, quien
parecía descolocado con lo que estaba viendo.
—Intenta dormir un poco, Ali—, le afirmé mientras que su enorme y
enojado padre seguía mirándome, queriendo hacerme desaparecer de este
mundo.
—Buenas noches Bárbara—. Dijo
—Buenas noches—, replico el padre. Haciéndome saber que, a pesar de
estar enojado, seguía siendo educado sobre todo frente a su pequeña hija.
—Buenas noche Ali, buenas noches señor—, afirmé.
—Y ustedes, se pueden retirar de mi casa, ¿PORFAVOR?— Le dije a los
oficiales de policía, quienes se retiraron como si hubiesen atrapado al
criminal más peligroso del país.
DAVE

—Papá, creo que heriste los sentimientos de Bárbara—. Alison brincó de


su asiento al mostrador, con la barbilla entre las manos y ceño fruncido.
—Lo dudo cariño. Seguramente esté ocupada.
La verdad es que me importaba un comino dónde estaba esa mujer.
Diablos tener que recordarla a días después de lo sucedido aún me
incomodaba. ¿Qué persona adulta retiene a un niño sin informarle a sus
padres?
—La vi asomándose por la ventana cuando nos fuimos esta mañana, pero
cada vez que intento saludarla ella se va.— Ella me dirigió su mejor mirada
de advertencia, sus oscuras cejas se hundieron.
—Dile que lo sientes—. Dijo con seriedad mi pequeña hija, Alison.
Ah demonios. En días como este me sentía considerablemente más joven
que mis 42 años…mi hija retándome, lo último que faltaba.
—Alison, ¡me asustaste mucho!, me tenías preocupado
—Y me salvó. ¡Me preparó la cena y me peinó!— Dijo Alison, quien
cada vez se parecía más a su madre con esa nariz respingada, boca ancha y
pecas.
—Ella fue buena conmigo.
Sí, podría aceptar que eso era cierto. Había sido muy atenta al cocinar y
mantener entretenida a mi pequeña Alison. Maldición no había estado tan
asustado desde ese día en que su madre se había despertado un domingo a las
06:00 am con una llamada telefónica de uno de sus amigos invitándola a una
fiesta en un lago ubicado a 5 horas de nuestra casa. Ese llamado fue como
una inyección de energía que la hizo saltar fuera de la cama, se duchó, se
vistió y se fue. Todo sin pensar en nuestra pequeña hija de apenas diez meses.

Unos meses después se había ido para siempre. Lo último que necesitaba
en ese momento era otra mujer inmadura y probablemente peligrosa en mi
vida.
—Me alegro de que fuera buena contigo, pero no quiero que sigas en
contacto con ella.
—Me agrada, me trata bien y no me importa si no te cae bien—. Dijo
Alison con los brazos cruzados mirándome fijamente, hasta que cedí. ¿En qué
momento mi hija había crecido tanto?
—Ni siquiera la conoces, ¿de qué manera te puede agradar?— ¿Qué clase
de hechizo había lanzado la zorra de pelo colorín sobre mi pequeña hija?
—Es tierna y me habla sobre cosas de chicas. ¡Dios santo, papá, debes
ver cuánto esmalte de uñas tiene! Su sofá es morado y su silla es de color
verde obscuro, ella dice que los colores hacen la vida más interesante. ¡Su
espagueti es el mejor y arregló mis rizos!
—¿Eso es todo?— Según parece, Alison estaba enamorada de nuestra
vecina.
—¡Bárbara plantó todas y cada una de las preciosas flores en el jardín ella
sola!— Hasta ese momento mi hija me dejaba en claro que esa mujer no
podía hacer nada mal.
Alison se había vuelto muy mandona en los últimos tiempos, sabía que
me molestaría hasta que no me disculpará con Bárbara, su nueva mejor
amiga.
—Bien vale. Me disculparé.— No es que de verdad sintiese que le debía
unas disculpas, pero mi hija a su corta edad me había enseñado lecciones que
era mejor tomar, y esta vez debía demostrarle que su padre también sabe
pedir disculpas.
—¡Siiii! ¡Ve ahora papá! Quizás podamos hacer nuestras uñas juntas.—
Ella me empujó del brazo tratando de sacarme por la puerta lo más rápido
posible y así pedir disculpas a nuestra vecina.
—Hija, no podemos ir ahora, tengo una consulta en una hora —. Le
respondí
Ella gimió y puso los ojos en blanco. —Está bien. ¿va a venir Evelyn a
cuidarme?
La niñera ya debería haber venido, pero estaba seguro que necesitaba
hallar a alguien más fiable que una adolescente de diecinueve años con un aro
en la nariz.
—Eso espero.— Ella rodó sus ojos de nuevo.
—Mejor discúlpate con Bárbara pronto—, susurró y brincó del comedor.
—Estaré estudiando papá. ¡Conversa con ella!
Negué con la cabeza por lo madura que sonaba, ya suficientemente mayor
para estudiar por placer sin que yo se lo dijera. Mi pequeña niña estaba
creciendo y su apego a la vecina me comprobó que necesitaba de una
presencia femenina. Con mis padres en el otro extremo del país, en la ciudad
de Nueva York y sin una relación desde hace meses, estaba deseosa de
atención femenina. Mi pequeña Alison no tenía un contacto con mujeres que
le enseñaran cosas femeninas desde el momento en que nos mudamos a
Vancouver, hace más de 2 años.

2 horas. Eso es lo que demore en tomar la decisión de ir en búsqueda de


nuestra vecina de piernas largas. La encontré en nuestro patio trasero
compartido, sentada en el columpio con esas piernas largas y bronceadas que
empujaban la baranda. Sus piernas eran como las de un corredor, delgadas y
tonificadas, pero mucho más suaves y femeninas, que combinaban a la
perfección con el vestido azul verdoso que llevaba.
—Justo la mujer a quien buscaba.
—Debes tener la dirección incorrecta.— Sus ojos me miraron vacilantes.
Eran grandes y con forma de almendra, prácticamente eclipsando su
semblante.
Ella era inteligente. Detestaba eso.
—Estoy bastante seguro de que no.
—Di lo que tengas que decir, padre Alison.
Ah, mierda.
—Soy Dave Smith.— Extendí mi mano, ignorando el escalofrió que sentí
cuando nuestras palmas se tocaron.
—Bárbara, pero puedes llamarme Barby—. Dejando un montón de
papeles y su lápiz a un lado.
—¿Qué necesita, doctor?
Si existía el infierno, ya me lo había ganado, pues escucharla llamarme
doctor con esa voz ronca me mando un corriente que me recorrió el cuerpo
completo con dirección directa a mi pene.
—¿Cuáles son tus planes esta noche?
—Eso no es de tu incumbencia.
Mentalmente gruñí ante su falta de respeto.
—Mi niñera no ha llamado y necesito ir a trabajar.— Contuve la
respiración mientras que su mirada me recorría de una forma tan sensual que
estaba bastante seguro de que necesitaría una ducha fría antes de irme al
hospital.
—¿Me podrías ayudar?
—Manda a Ali.— Eso fue todo, solo 3 pequeñas palabras y volvió a
tomar su montón de papeles.
—Tengo unas pocas reglas antes que trabajes cuidando a mi hija.
—Deje de hablar en voz alta, doctor, estoy tratando de trabajar y me
desconcentra.— Hizo un gesto de molestia de cara sus papeles.
—¿En que estas trabajando?
—Mi tesis.
—Eso no es verdad.
—Sí, tienes razón. ¿Me veo demasiado estúpida como para hacer una
maestría?
—Demasiado joven—, aclaré pues creí que podría ser frívola pero no
necesariamente tonta.
—Me gradué de la escuela secundaria temprano, me salté los veranos y
acá estoy. ¿Y ahora cuéntame, de que van las reglas que hablabas en voz alta?
—Creo que deberíamos charlar cuando estés un poco más distraída.
—No, ya has robado mi concentración y ahora tienes mi atención.
Aprovéchalo.
¿Debía hacer que todo sonara tan mal? Me aclaré la garganta y también
procuré evitar mirar el vestido que me ofrecía una ojeada al encaje de sus
pechos.
—La hora de dormir es a las 9. Nada soda o azúcar después de las 8 y…
nada de fumar y sin diversión de ningún tipo. Sin TV, ni si quiera un poco.
¿estás de acuerdo? Sí o No.
—De acuerdo—. Se levantó y se inclinó para recoger sus papeles
dándome una vista gloriosa de su trasero en forma de corazón, sus piernas
bronceadas suaves y solo un atisbo de sombra que me afirmaba que llevaba
ropa interior azul.
—Nada de azúcares refinados. Nada de programas de televisión para
mayores de 15 años y temprano en cama. ¿Entendido?—, afirmó con una
sonrisa sin aliento cuando se volvió de cara a mí.
—Suena bien.— Dijo ella
—Bien—. Respondí
Se acercó de cara a mí y mi cerebro hizo cortocircuitó y no me moví a
tiempo, no sabía que responder ni que hacer.
—Excelente.— Por último, me hice a un lado y se rio mientras abría la
puerta.
—Me alegro de haber aclarado eso.
Sí, me alegré y en vez de decir algo y exponerme a sonar como un
completo idiota, di media vuelta y escapé a mi casa.
No era un cobarde, pero no estaba preparado para la forma en que la
lujuria y la necesidad me golpeaban en el estómago, ambas al mismo tiempo.
***************************

Sabía que esta situación no podría sostenerse como estaba sin algo que
cediera. En los últimos días, Bárbara había estado feliz de cuidar a Alison
cuando podía, y lo aprecié demasiado. Más de lo que podría explicar.
—¡Papá!— Alison me vio primero, dejando caer su pala plástica de
jardín y corriendo a toda velocidad en mi dirección.
—Ayudo a Bárbara a plantar flores—, levantó las manos moviendo los
dedos para ver toda la suciedad que se les había adherido bajo las uñas.
—Ella dice que es relajante.
Otra cosa con la que he tenido que convivir a lo largo de la última semana
fue cuando Alison menciono a Bárbara cuando se trataba de comer sano, leer
e inclusive sobre consejos de belleza. Era común escuchar —Bárbara dijo
esto—, o bien —Bárbara dijo aquello—. Era suficiente para enloquecer a
cualquier hombre sensato, y eso me tenía inquieto.
—¿Cómo estuvo tu día cariño?
—Bueno. ¡La escuela ya termino y estoy lista para la diversión del
verano!—. Ella dio un puñetazo al aire al mismo tiempo que me sonreía.
—¿y cómo estuvo tu día, papá?—. Sonreí pues de alguna forma mi
pequeña hija era tan adulta que me mató.
—Bueno, Intenso y Agotador. Entregué 2 bebés y 2 pares de gemelos el
día de hoy.
Corrí alrededor del departamento de obstetricia todo el maldito día desde
una sala de partos a la siguiente y justo al terminar el día tuve que visitar el
quirófano para efectuar una cesárea.
—¿Quieres que pidamos una pizza?
Su cabeza se balanceaba de arriba a abajo, los rizos todavía salvajes,
parecían más domados por la influencia femenina en su vida.
—¿Puede Bárbara venir con nosotros? Nos limpiaremos las uñas una vez
que acabemos con el jardín.
No podía dejar de mirar su semblante sonriente, tan lleno de emoción y
esperanza, y decirle que no. ¿Qué iba a decir? —Lo siento, cariño, ¿no
puedes pasar tiempo con Bárbara pues papá desea ser el ogro de esta casa—.
Entonces contesté lo que se esperaba.
—Claro que si cariño.
Una hora después las dos corrieron a la casa riendo y luciendo frescas,
deslumbrando con su pelo y piel limpia. Bárbara llevaba un enorme tazón que
seguramente contenía ensalada pues la mujer siempre y en todo momento
comía algo crudo y saludable. Agh.
—¡Papá, estamos acá!—. Como si pudiese ignorarlas.
—Hola cariño, hueles bien—. Ella se separó de mi abrazo y me dijo.
—Es melocotón. Bárbara dice que una chica debe encontrar su aroma
personal—. Por supuesto que sí.
—Al parecer que Bárbara tiene muchos consejos—, le afirmé a mi hija, y
al mismo tiempo miré a la mujer de pelo color canela. Debería haber mirado
a cualquier parte menos a ella. ¿La maldita mujer me estaba provocando o
qué? Llevaba un vestido blanco casi transparente que le llegaba a la mitad del
muslo y sandalias enjoyadas. Ella se veía muy tentadora. Maldita sea.
—Solo trataba de ayudar—, afirmó de forma deliberada y dejó la
ensalada encima de la mesa sin mirarme a los ojos.
Fue realmente bueno. Mi atracción por ella me transformaba en un hijo
puta, lo sabía, pero no podía contenerme.
—Claro.
Su mirada se estrechó en mi dirección, pero sin decir nada. En su sitio,
tomó la porción de pizza que Alison le ofreció junto con un poco de ensalada
y comió en silencio mientras que Alison charlaba sin parar sobre todo cuanto
había bajo el sol. Para su crédito, escuchó y respondió adecuadamente,
respondiendo preguntas y ofreciendo sugerencias cuando fue necesario.
—Tan pronto como acabe la tesis espero continuar mi investigación—,
afirmó en un tono tan real que me alteró.
De una forma sorprendente, Alison no se dejó asustar por la charla
madura.
—¿Qué es la busca una Tesis de Investigación?— Pronunció la frase
esmeradamente, dibujando una sonrisa en Bárbara.
—Principalmente significa investigar información para saber qué es cierto
y qué no.
—¿Como un oficial de policía?
—De alguna manera sí, solo que estudiaré a las personas y su
comportamiento en vez de a los malos.
—¿Personas como yo?
—Si, pero mayores que tu… —. Ahora que despertó mi curiosidad.
—¿Qué estudias, Yoga? ¿Historia del Arte?
Su postura cambió, se puso recia y su guardia volvió a subir. Sus ojos
verdes estaban fríos y contuvo una sonrisa, de seguro por el bien de Alison.
Ella sacó su teléfono y miró la pantalla.
—Se hace tarde Ali y tengo una reunión para mañana—. Se levantó y se
puso de cuclillas para estar al mismo nivel que mi hija.
—Gracias por ayudarme en el jardín.
—Gracias por mis uñas—, respondió y movió los dedos ya antes de
abrazar a Bárbara de manera fuerte, algo extraño para el poco tiempo que
llevaban conociéndose.
—En cualquier momento te volveré a ver —, afirmó y se fue sin mirar
atrás, sin dedicarme ni una palabra
Hasta luego.
BÁRBARA

Me encanta cuando las cosas van mejor de lo esperado. Lo que


francamente sucedió desde la última revisión con mi consultor de tesis, todo
estaba saliendo mucho mejor de lo que podía esperar.
Estaba a la espera de que el doctor Thomson me dijera que mi novela
erótica era muy grosera y escueta, y quizás me sugiriera que la dejara por
completo. O bien por lo menos, darme comentarios sobre su última asamblea
del día viernes. En cambio, le encanto mi narración y me comento que había
pasado el boceto del manuscrito a múltiples agentes que conocía.
Ante eso, grité como una niña y me lancé sobre mi tutor de tesis. Lo
abracé y, por suerte, no llamó a los guardias de seguridad. Él me abrazó y me
pidió que mantuviera el buen trabajo.
Si, en ese momento estaba volando alto. Nada podría arruinar mi día, ni
siquiera los otros alumnos que se encontraban en la sala mirándome con
envidia. No podía preocuparme por ellos, ¡no cuando estaba a un paso de que
la editorial aceptará mi tesis para publicarla! Eso es lo que necesitaba para
concentrarme en mis estudios y el próximo paso en mi carrera.
Aumenté el volumen de mi lista de reproducción de rap de los noventa y
mientras mentalmente preparaba mi kit de celebración para esta noche. El
vino y el mix de quesos, ya los podía saborear.
Me bañé apenas llegué a casa. A pesar de todo mi estado anímico era
agridulce, sentía que me faltaba alguien con quien compartir las buenas
noticias. Extrañaba a mi tía Janeh, me hubiese encantando que estuviera
conmigo en este momento, pero lamentablemente falleció hace 2 años. Ella
fue quien me motivo a continuar adelante y a tomar la decisión de estudiar
algo que amaba. Ella fue mi soporte desde que mamá se fue. Sin duda tendré
que visitarla en el cementerio uno de estos días para contarle las buenas
noticias, de seguro estaría muy orgullosa.

Para mi suerte, la combinación de un baño caliente, esencia de vainilla y


vino me relajó tanto que ya no me sentía triste.
Llevé mi vino y quesos a la terraza para poder gozar de los últimos rayos
del sol antes que se hundían tras el horizonte. Vivir cerca de un rio tiene
grandes ventajas, entre ellas el poder disfrutar del sonido del agua cuando
todo está en tranquilidad, como ahora.
—¿Necesitas compañía?, estas algo sola— La profunda y varonil voz de
Dave me sorprendió, pero su falta de condescendencia me sorprendió más.
—¿Dónde está Ali?—, Le pregunté en vez de responder a su pregunta.
—En una fiesta de pijamas. Al parecer, Ashley es una de las chicas
populares de la escuela y Alison no se podía perder esa oportunidad —,
afirmó con una sonrisa cariñosa.

Bien por ella. Me preocupaba que no compartiera suficiente con niños de


su edad por el hecho de que era muy madura. En ocasiones cuando me
encontraba con Alison olvidaba de quien era el adulto en la habitación. No
me volteé, solo moví mis ojos en su dirección. Y lo sentí
Había algo que se mantenía a fuego lento entre nosotros desde el instante
en que nos conocimos. Y lo sabía. Sabía que debía decirle que me importaba,
y que debería mover su trasero sensual e irse. La manera en que mi cuerpo
respondió al suyo, mezclado con una segunda copa de vino era una forma
segura de abandonar mi virginidad en una noche de borrachera. Le di otra
mirada, esta vez con más detalle y con mayor deseo…ese hombre era muy
sexy. De seguro no valdría la pena acostarse con un hombre que me
despreciaba. De seguro todo terminaría mal y uno de los dos tendría que
terminar mudándose a otra casa. Esa era una razón suficiente para decir que
no.

No sé qué ocurrió pero estaba fuera de razón. Cuando se movió para


pararse junto a mí, a solo unos centímetros de distancia, luciendo como un
orgasmo caminante y parlante, suspiré y dije:
—Claro. Toma asiento.
—No te alegres tanto, pero se nota que irradias felicidad con mi compañía
—, respondió en un tono irónico y se sentó junto a mí con el objeto de que
sus piernas se apretasen contra las mías. El calor de su cuerpo me calentaba
contra el frío de la noche. Su fragancia me dejó más confusa que el mismo
vino.
—Despreocúpate, tratare de no alegrarme tanto —. Respondí rápidamente
a su ironía.
Él se rió entre dientes y juro que apreté mis muslos para detener o al
menos disimular mis nervios que se manifestaban con tiritones en mis
piernas. Ese profundo estruendo hizo vibrar toda la habitación, incluyendo mi
cuerpo y mis partes más íntimas.
—No soy tan malo, ¿cierto??
Le di una mirada.
—Quizá, bien en el fondo no lo eres—. Para mí en ese momento era
increíble.
—No importa. No soy una de esas personas que necesita que todos lo
quieran.
—No me caes mal—. Dijo él
—Ahora puedo llevar una vida plenamente feliz—, respondí secamente.
—Te voy a dar la mitad de mi emparedado por un poco de tu vino.
Le arqueé una ceja con mi semblante lleno de incredulidad.
—Negociando por el vino? Yo pensaba que la vida de un doctor era más
glamorosa.
Dave se inclinó de cara a mí para tomar la botella de vino, y de una forma
suave, pero al mismo tiempo excitante acarició mis pechos con su antebrazos,
provocando que mis pezones se hincharan. Respiré y sonreí, idiota insolente.

—Una buena copa de vino, una mujer bella y un emparedado, ¿qué más
podría necesitar?
—Me ganaste—, le afirmé con ligereza. Al mismo tiempo no podía dejar
de pensar que Dave solo me buscaba cuando necesitaba que cuidaran a la
pequeña Alison.
Se alejó del ventanal principal del cual estaba apoyado y comenzó a
moverse lenta y suavemente. El ambiente se sentía demasiado intimo como
para dos personas completamente desconocidas. No podía dejar que me
sedujera, estaba nerviosa, no sabía qué hacer ni decir.
—¿Y Cómo te va? No te he visto recientemente .
—De nada—. Me sonrió, que viniese acá, sonrisa de muchacho malo que
seguramente hizo que las mujeres cayesen de rodillas frente a él. Su risa
exquisita se disparó de forma directa a mi vagina y supe que necesitaba
alejarme de él.
—Vamos, Bárbara. No te pongas así —. Oh, era bueno.
—No es ningún secreto que solo me buscas para cuidar a Ali. Acabo de
hacernos un favor a los dos.— Su mirada se deslizó de mis ojos a mi boca y
supe lo que pensaba pues había estado pensando lo mismo desde el momento
en que había entrado a mi terraza.
—Me gustas, Bárbara.— Dijo con una sonrisa que daba rienda suelta a
mis más profundos instintos carnales y dejaba caer mis bragas en el momento
en que un dedo trazó la curva de mi oreja en torno a mi quijada llegando
hasta mi clavícula. Traté de no reaccionar, pero se me escapó un escalofrío.
—La verdad es que no quiero.
Uy. No sabía si era un juego por parte de él, o si de verdad le funcionaba
con otras mujeres, pero fue una mierda para mí.
—Bien, entonces estamos de acuerdo—. Salí de mi terraza, dejando la
copa de vino en la mesa.
—Buenas noches, Dave—. No espere que dijera nada, sobre todo porque
no esperaba que dijera algo.

—Bárbara—. Cuando hablo, su voz era profunda, grave y con un tono de


angustia.
—Bárbara—, gruñó y tomó mi brazo y me giro hacia él.
—¡Qué!— Estábamos frente a frente, tan cerca que nos respirábamos el
uno al otro. Sus ojos relucían de un gris obscuro, algo como el tono del
océano y el cielo en esos instantes justo antes de una tormenta eléctrica. Se
sintió de esa forma, idéntico.
—Esto.— Sus fuertes manos tomaron mi cara, me inclino cara atrás justo
antes que su lengua se deslizase sobre mis labios y se pusiese manos a la
obra. Su beso no fue como ninguno previo, su beso fue único. Él no dudo,
mientras su lengua se enredaba con la mía, tentándome a desear más que este
beso que me sacudió por completo. Ese hombre me besaba como si nada le
importase. No pensar en otra cosa más que la sensación de su lengua contra la
mía, la sensación de su bíceps moviéndose y flexionándose bajo mis dedos
mientras me aferraba a él.
Me dio un pequeño tirón de pelo y ahondó el beso y escuché un suave y
sensual gemido. Un segundo después me percaté de que era yo quien gemía
tal y como si fuera mi único trabajo mientras que Dave hacía el amor con mi
boca, mandando ondas de placer por todo mi cuerpo.
Sintiéndome valiente, metí su lengua más en mi boca, chupándola tal y
como un niño chupetea un helado. Sus manos, grandes y cálidas, sujetaron mi
trasero y me mantuvieron contra su pelvis. Empujé un poco más duro porque
era increíble. No es que tuviese mucha experiencia para juzgarlo, solo dos
encuentros en el pregrado. Pero esos momentos jamás me dejaron las bragas
tan mojadas y tampoco me aferré a un hombre tal y como lo estaba haciendo
en este momento.
Retrocedí, gimiendo y también de forma inmediata arrepintiéndome de
haberlo hecho.
—Eres un buen besador—. Él sonrió, con los ojos humeantes y llenos de
deseo.
—No eres tan mala tampoco.

Di un paso atrás y mi cuerpo grito, y quizá me llamó por ciertos nombres.


—No acostumbro besar a los hombres que no me quieren ni me respetan
y mucho menos a desconocidos—. Me puse de pie y cuadré los hombros,
tratando de no sentir el aguijón del rechazo y la humillación ante su pequeño
gesto de cariño.
—Buenas noches—, le afirmé y entré, sosteniendo mi espalda recta hasta
el momento en que llegué al dormitorio y después me desmoroné sobre la
cama.
Al menos ahora sé dónde estoy parada.

***************************

—Que estás haciendo’?— Una pequeña cara con grandes ojos azules me
miró demasiado cerca.
—Me estoy relajando—. El día de hoy recibí buenísimas noticias y
deseaba premiarme con un poco de terapia solar.
—¿Por qué estás en biquini?— Sonreí.
—Porque deseo tomar sol.
—Oh—. Ella inclinó la cabeza a un lado, sumida en sus pensamientos, y
me pregunté si esto era algo que alguna vez había experimentado.
—¿Deseas unirte a mí?— Ella asintió contenta.
—Ve y trae una toalla y un sombrero—. Se fue corriendo a la casa, donde
estaba segura de que su nueva niñera, Maggy, estaba tumbada durmiendo en
el sofá.
Pero ese no era mi problema. Nada de eso, así que mantuve la boca
cerrada. Evite hacerme problema o criticar la realidad de otros porque tenía
cosas mucho más importantes de las que preocuparme. Pasé mi tiempo libre
en la biblioteca y en el parque, puliendo los últimos detalles de mi tesis. Mi
tesis estaría lista en unas poquitas semanas, y debía ser tan buena como
pudiese.
—¿Cómo me veo?
Ali salió al trote con una brillante sonrisa en su biquini de rosa el cual
tenía una falda de color blanca anexada, lentes de sol de color rosa y un
sombrero de paja de gran tamaño.
—Te ves preciosa!.
—Gracias Bárbara. Te ves muy bonita también.— Se dejó caer junto a
mí.
—Entonces, ¿por qué estás sonriendo todo el tiempo?
—¡Pues, por fin logré terminar una etapa de mi trabajo!— No era mi
querida tía, pero al menos Ali estaba feliz por mí y su pequeño pero cálidos
abrazos eran perfectos para ese momento.
—Ahora puedo relajarme un poco—. Y juntar un poco de dinero mientras
espero la revisión de mi tesis.
No era un trabajo de tiempo completo, solo una investigación médica que
debía redactar. Se pagaba bien, y solo debía aparecer 3 días por semana unas
horas al día. Mientras tanto, pensaba que sería buena idea utilizar mis
fantasías para redactar otro romance erótico. Quizá podría conseguir
suficiente dinero para terminar de pagar mis préstamos universitarios y para
pagar la cena.
—¿Eso significa que vas a dejarme?
—No preciosa, solo son unas pocas horas al día un par de días a la
semana, así que aún podremos pasar el rato juntas como buenas amigas.
—Oh, bueno, es por eso que me agradas.
—Tú también me caes bien pequeña. Ahora ven acá, de esta forma puedo
ponerte un poco de este protector solar. No puedo hacerte parecer vieja antes
de tiempo.— Ella rió y se deslizó más cerca para poder enjabonar sus
pequeños brazos y piernas con una crema solar de coco. Nos pusimos bajo el
sol por un tiempo y después puse el quitasol y le serví un tanto de limonada.
—Esto es exquisito.
—Es la receta de mi tía. Ella acostumbraba a hacerla para mí cada verano.
—¿Puedo conocerla?
—No cariño, murió hace unos años.
—Entonces, ¿estás sola?
—Si, pero no te preocupes por mí, Ali, estoy bien. Estoy acostumbrada y
me gusta estar así— Sabía responder esas preguntas, siempre me las hacían.
Era una profesional en eso.
—¡Puedes tenernos!— Ella se lanzó sobre mi abdomen en un abrazo que
hubiese sido aplastante si pesase más de cincuenta libras.
—Papá y yo podemos ser tu familia.
—Eres la pequeña más dulce que existe.
—Eres la más genial—, respondió bostezando e instantes después se
quedó dormida justo donde estaba, tendida sobre mí.
Ella era verdaderamente una niña dulce, y cualquier día si tuviese la
fortuna de hallar un hombre para amar y casarme, sería una suerte tener una
pequeña como ella. Pero sabía que eso no sucedería pronto, y aunque así
fuese, algo me decía que todo acabaría pronto.
Comenzaría a trabajar en 3 días, y esa sería la distracción auxiliar que
necesitaba para mantenerlo fuera de mis pensamientos y fuera de mis sueños,
donde me violaba hasta llegar al punto máximo de placer.
De repente desperté de una breve siesta en la que se presentó un sueño
muy travieso sobre el que participaba ese hombre que me mira con el ceño
fruncido.
—¿Están todos por acá durmiendo?
—No, no todos estamos durmiendo—. ¿Tenía que ser tan guapo aun
cuando estaba enojado?
—¿Podrías dejar de hacer radio? Estoy intentando relajarme
—Esa pequeña niña pegada a ti es mi hija.
—Lo sé. Mi brazo no la está abrazando solo por diversión Dave.
—¿Y si se escapaba mientras dormías?
—No.— Me deslicé de la hamaca sin despertar a Ali me puse de pie. Él
no era el único que podía mostrarse enojado.
—Si de verdad buscas a alguien que te de explicaciones por tu hija se las
debes pedir a la mujer que contrataste para cuidarla, no a mí.
—Sin embargo, está acá afuera contigo.
—Conmigo, porque de verdad me preocupo de Ali—, di un paso adelante
y clavé un dedo en su pecho
—Permiso, me voy a mi casa.
—No lo creo.— Sujetó mi muñeca para detener el golpeteo, pero utilice
la otra mano.
—Bueno, la verdad no me importa lo que piensas—. Me sujetó las 2
muñecas, de esta forma solamente nos separaba nuestras manos. Mi pecho se
sacudió por lo cerca que estábamos
—Creo que si te importa.
—No me interesa lo que piensas. Solo sé que jamás haría nada para poner
a Ali en peligro. Nunca.— Empujé su pecho y caminé por su lado, pisando
fuerte el pasto de camino a la seguridad de mi habitación en el segundo piso.
—El hombre tonto y enojón piensa que puede entrar gritándole a la gente.
—Jamás grite.
Él me asusto y se aproximó silenciosamente detrás mío y me volteé para
mirarlo.
— Dave el doctor que todo lo controla—, le dije con sarcasmo.
—Gracias.— Cerró la puerta detrás de él, apoyándose en ella.
—Sal de mi casa.
—No creo que lo haga.— Me empujó contra la pared y presionó mi
cuerpo contra el mostrador, apretándome pero no en exceso. Mi corazón se
aceleró y el resto de mí cuerpo comenzó a temblar mientras sus manos se
deslizaban arriba y abajo por mis brazos.
—Creo que me voy a quedar acá, de esta forma.
—Déjate de juegos—. No quería revivir esos recuerdos.
Intenté empujar su pecho pero no tenía sentido, lo hice de todas las
formas posibles y él solo sonrió.
—No estoy jugando. Ya hemos estado en esta misma situación, es hora
de continuar. No me digas que no has estado pensando en esto desde nuestro
último beso.
—No pensé en ti una vez hasta hace un momento en que te vi con el ceño
fruncido.
—Eres una terrible mentirosa—, afirmó, sonando divertido mientras
presionaba sus caderas contra las mías, haciéndome sentir a traves de su
pantalón su largo y esbelto pene con el que soñaba.
—No has podido pensar en nada más que en ese beso—, me murmuró al
oído, con sus manos sujetando mis caderas posesivamente.
—Te preguntas si te besaré nuevamente pero ahora por cada una de tus
partes, incluso las más íntimas.
Maldición, él estaba en lo correcto. Había soñado con eso e incluso
escribí sobre ello con lujo de detalles.
—Creo que lo harías, y creo que sería increíble—, le dije honestamente.
—Lástima que no nos gustemos—. Continúe diciendo
—Oh, creo que nos gustamos mutuamente—. El doctor lamió el borde de
mi oreja y me mordió el lóbulo.
—Mira lo bien que nos llevamos en este momento.
Sus dedos saltaron sobre mi clavícula y hasta centro de mi pecho, tan
dolorosamente lento, entre mis senos y sobre mi estómago. Su viaje lento y
sensual se detuvo en la pretina de mi bikini, a pocos centímetros de mi
vagina.

—¿Estás seguro?— Dije, hipnotizada por su mirada tormentosa.


—Si estoy seguro—, dijo, solo una brisa de aire entre nuestros labios
antes de que él reclamó el mío en un feroz beso hambriento que me tomó por
sorpresa. Era más que un simple beso, era dueño de mi boca, de mi cuerpo
mientras me frotaba contra él como un gato en celo.
Dios, necesitaba más. Quería suplicarle, por ese largo y duro pene contra
el que estaba siendo presionada, usándolo como un poste para rascar justo
donde lo necesitaba. Sin mencionar que su mano, había estado a centímetros
de donde yo más la deseaba, entre mis piernas, en mi vagina.

Finalmente, sus dedos se deslizaron dentro de mi bikini. Con movimientos


largos y lentos, se sumergió dentro de mí y se deslizó de nuevo, dejándome
jadeando en su beso.

Entonces Dave dio un paso atrás. En su expresión se podía ver que estaba
tan conmocionado por la intensidad del beso como yo. Parecía que alguien le
había golpeado en la cara con una tabla. Pero en un instante desapareció, con
los ojos cerrados a pesar de la sonrisa sexy que curvaba su boca.

—Nah… no creo que estés segura en lo absoluto.


Maldito hombre presumido. Me encantaría hacerlo jadear de deseo tal y
como él lo había hecho para luego alejarme y dejarlo deseoso.
—Tal vez no, pero no tendré problemas para terminar el trabajo yo
misma.
Él gimió, acomodo el pantalón en la zona de su entrepierna y salió sin
decir una palabra más.
Gracias maldita sinceridad.
DAVE

La gente siempre se pregunta por qué decidí dejar el negocio familiar y


dedicarme a la medicina. Creen que fue debido a algunas tonterías de
llamados del más allá sobre mi deseo de ayudar a la gente. Eso sonaba muy
bien, pero la verdad es que amo los acertijos y la medicina es el enigma
perfecto.

Elegí fertilidad y obstetricia porque es el último misterio médico. No me


tomo el tiempo en corregir a las personas cuando hacen suposiciones sobre
mí porque hacerlo significaría matar la carrera política de mi padre. Tan solo
si la gente supiera que yo era la oveja negra de mi familia.
Cuando con mi compañero Mark firmamos un contrato con el hospital
para usar sus instalaciones mientras las nuestras se construían, no sabía lo que
se vendría para mi carrera. Como nada en la vida es color de rosa, existían
algunas condiciones. Una de esas condiciones era que usaría mi estatus de
celebridad menor para ayudar. Había sido casi un año y no me habían
necesitado.

Hasta ahora.

Me encontraba en mi automóvil, sumido en un interminable atoche de


tráfico a una cuadra del —favor— que estaría haciendo durante los próximos
tres meses, a lo menos. El dueño de BoX TV, un canal de televisión local, era
compañero de golf de uno de los miembros de la junta del hospital, lo que
significaba que cuando necesitaba un médico fotogénico para un segmento en
el aire, se le ofrecía uno.
Tres días a la semana grabaría un segmento de quince minutos. Como si
tuviera tiempo para esta mierda en mi vida, con una hija de siete años en
búsqueda de una figura femenina en su vida y una vecina de cabello salvaje
que no me dejaba dormir en paz.
Pero aquí estaba yo.
Caminé a través de un fresco y oscuro pasillo flanqueado por una mujer
vestida de negro con un audífono a un lado, y otra mujer con un elegante
aspecto. La primera se presentó como Rita.
—Primero haremos vestuario y luego maquillaje. Si todo va bien,
tendremos diez minutos para practicar antes de que comience la grabación .
—Está bien—. Me condujeron varias vueltas antes de encontrarme cara a
cara con un hombre que tenía un bigote muy pequeño y pero bastante
particular.

—¡Cariño, no necesitas nada! Esta es la mejor prenda del edificio. Me


rodeó con la mirada y me acarició cada parte del cuerpo.
—Él es perfecto. No puedo hacer más por él .

—No hiciste una maldita cosa—, le dije y ella esbozó una sonrisa,
guiñándome un ojo antes de desaparecer detrás de una percha de ropa.

—Adiós guapo—, me llamó después, pero una vez más estaba entre las
mujeres vestidas de negro. Me llevaron al maquillaje, lo que afortunadamente
tomó solo unos minutos mientras leía las notas que me habían puesto en las
manos.
—¿De dónde vino esta investigación? No puedo darme el lujo de
sacar datos que no puedo verificar.

—No se preocupe, el Dr. Brad contrató a un investigador médico tan


pronto como nos enteramos de este anuncio—. Bien, porque cumpliría mi
palabra, pero no arruinaría mi reputación profesional por nadie.
—¿Está el aquí?
— Ella se está preparando cerca del escenario donde estaremos filmando
tu segmento—. La que vestía elegante fue la única que habló, así que le hice
un gesto con la cabeza mientras ambos me guiaban hacia el escenario.
—Aquí estamos. Tu asiento estará allí, pero aquí está el asistente de
investigación .
Por supuesto que era ella, Bárbara. No puedo escapar de esa maldita
mujer, y ahora en esta situación la necesitaba tanto como una bala en la
cabeza. Pensé que probar que ella me quería tanto como yo a ella me haría
sentir mejor, pero mi juego salió mal y ahora la quería más que nunca. Los
pequeños jadeos y gemidos que hizo mientras la besaba me habían vuelto
loco. Todavía podía escucharlos, días después.
Mis dos asistentes me dejaron en paz, pero Bárbara todavía no había
mirado hacia arriba. Me di cuenta por la tensión de sus hombros que ella
sabía que era yo. Finalmente, guardó todo lo que estaba leyendo atentamente
y me miró.
—¿Cómo puedo ayudarlo, doctor?
—Quiero ver tus fuentes—, dije tajantemente.

Sin decir palabra, ella me entregó una carpeta azul y volvió a su


computadora portátil, escribiendo rápidamente y enfocándose solo en su
trabajo ahora. La forma en que me ignoró, me impresionó tanto como me
molestó. Quizás es por eso que no podía dejar de pensar en ella. Las mujeres
nunca habían sido un problema para mí. Veo una mujer, la deseo y la
consigo, así de simple. Pero Bárbara, ella me quería, aunque no quisiera
quererme. Sabía cómo se sentía eso.

—Gracias—, finalmente di un respiro mientras hojeaba la investigación,


bastante impresionado por lo minuciosa que era con los detalles. Fuentes
confiables con estudios revisados por varias pares profesionales, ella había
hecho un muy buen trabajo. Mejor que mi propio asistente de
investigación. Gruñí mientras recordaba haber preguntado en tono de broma
si su tesis era sobre Yoga.

—Es mi trabajo—, respondió suavemente, sin molestarse en mirarme.

Quería decir más, quizás disculparme por ser un idiota y juzgarla mal, o
tal vez invitarla a cenar. No lo sabía, y nunca tuve la oportunidad de
averiguarlo porque el elegante productor de peinado raro y la chica de
maquillaje me llenaban de notas y pinceles a medida que se acercaba la hora
de la grabación.
El segmento se puso en marcha, el tiempo voló y, antes de darme cuenta,
mi primer segmento televisivo había terminado.
Miré a través de la multitud en busca de esos ojos color canela y miel,
mientras productores, directores y otros personajes me rodeaban. Para cuando
se habían ido, ella no estaba.
Puedes correr Bárbara, pero no puedes esconderte.

***************************
Hizo un buen trabajo ocultándose, por unos días al menos. En el trabajo
mantuvo la distancia, apareciendo cerca del escenario solo después de que las
luces se habían atenuado, circulaba por todas partes menos por donde
estuviera yo. Sin embargo, siempre la vi, su larga y delgada silueta era difícil
de perder, especialmente con el halo de rizos que brotaban de su cabeza. Pero
también porque podía sentirla. Por alguna razón, mi cuerpo era muy
consciente de su presencia. Aquí en el estudio, incluso en casa pude sentir su
presencia a través de las paredes y eso me molestaba.
Estaba harto de seguirla, deseándola. Necesitarla y no tenerla me llevó a
tomar medidas drásticas. Después de filmar el último segmento de la semana
me tomé el resto del día libre, y pasando tiempo con Alison. Me entregué
completamente al amor de mi hija e incluso la dejé elegir la cena.
—¿Estás segura de que quieres pollo aun cuando hace mucho calor?—
Pensó en ello por un segundo y devolvió el paquete, recogiendo carne en
cambio.
—¿Hamburguesas entonces?— Sonreí y dejé que continuará eligiendo las
compras.

Alison asintió con la cabeza, recogiendo algunas de sus cosas favoritas


mientras subíamos y bajábamos por los pasillos. Encurtidos, panecillos,
sandías y una variedad de ingredientes de los que no tenía ni idea. Ali y yo
casi nunca cocinábamos juntos porque teníamos un ama de llaves que se
ocupaba de las comidas. Al menos en las elecciones de comida, Bárbara
había sido una buena influencia para ella.
—A Bárbara le encanta el maíz—, agregó con una sonrisa diabólica.
—Lástima que no coma con nosotros.
—Podría—, insistió mi pequeña hija, saltando de un lado a otro con tres
mazorcas de maíz. —Si ella está en casa, podemos preguntarle.
—Supongo.— Ella me miró.
—Sé más amable Con Bárbara. Me gusta y a ti también —. Eso me
detuvo. —¿Por qué dices eso?
Ella se encogió de hombros, recogió un repollo y zanahorias mientras yo
fruncía el ceño, preguntándome qué demonios estaba haciendo.
—Maggy dice que la miras como si fuera un helado de vainilla en un día
de verano—. Alison me miró con una sonrisa.
—Eso suena como algo bueno, así que significa que te gusta… ¿a quién
no le gusta el helado de vainilla?.
Hija de puta, maldita niñera. Maggy no sabía hacer nada bien, a
excepción de opinar sobre mi miserable vida sexual.
—Maggy necesita ocuparse de sus propios asuntos—. Respondí algo
serio
—Para qué son todas estas cosas?
—Bárbara me enseñó a hacer ensalada de repollo. Si ella dice que sí a
nuestra invitación, la prepararé para ella.
Sonreí por lo fácil que había sido conseguir que Alison invitara a la
vecina sexy a cenar. Sabía que esto me convertía en un padre de mierda, pero
tenía que ser capaz de concentrarme en mi vida, y temía que la única forma
de que eso sucediera sería hacerla mía, poseerla.
—No te adelantes mucho cariño. Ella podría tener planes.
Pero resultó que los planetas estaban de mi lado y Bárbara no tenía más
planes que relajarse después de una larga semana. Y cuando mi pequeña hija
la arrastró a nuestra casa, supe que todo el universo estaba de mi lado. Era la
única explicación para el vestido de coral que se moldeaba con sus curvas,
mostrando sus deliciosos pechos, caderas redondas y una cintura estrecha que
esperaba agarrar mientras la hacía mía.
—Señoritas.
—Dr. Dave.— Respondieron ambas.
—Es hora de cocinar la cena más rica que se a preparado en esta casa…
manos a la masa

Ella asintió con la cabeza y guio suavemente a Alison a través de cada


paso, con una paciencia de madre. Sí, ella era buena con mi hija y la juzgue
mal en un comienzo. Pero tenía planeado arreglarlo.
Empezando esta noche.
Me uní a ellas en la cocina, sacando dos botellas de la nevera.
—Aquí tienes,— puse una botella de cerveza artesanal frente a ella,
asegurándome de que nuestros brazos se rozaran. No me perdí el tono de su
voz cuando nos tocamos.
—Gracias—, murmuró y se dirigió a Alison con la receta.
—No hay problema, Bárbara. Estoy aquí para ayudar.
—¿Papá, los hombros de Bárbara están doloridos, puedes ayudarla?—.
Dijo mi pequeña hija, a lo cual la mire sorprendido.
—¿Oh sí? Me han dicho que tengo manos de angel—. Respondí mientas
sus ojos verdes como el musgo se oscurecieron cuando se posaron en mi boca
y se lamió los labios.
—Claro, cúreme Doctor.
Maldición, esa mujer sabía cómo llegar a mí sin siquiera esforzarse. De
seguro ella pensaba que de esa manera sarcástica al tratarme de —doctor—
me molestaría, pero fue todo lo contrario. Me excitó.
—Con mucho gusto.— Di un paso detrás de ella y dejé que mis manos
descansaran sobre sus hombros hasta que ella se relajó. Entonces comencé a
frotar y amasar sus músculos hasta que estuvo completamente entre mis
manos. Literalmente.
—Dios, eso se siente bien—, gimió después de unos minutos largos y yo
me congelé.
—Lo siento, pero te advertí que mis manos son milagrosas.— Me incliné
hacia adelante y susurré,
—Ahora sabes lo que mi boca y mis manos pueden hacer. ¿No quieres
saber más?— Ella se estremeció y sentí una oleada de orgullo masculino al
tener el control total de su cuerpo.

—N-no.
—Mentirosa.
Ella se encogió de hombros como un auto reflejo.
—¿Doctor, usted no estaba a cargo de la parrilla esta noche? Ali y yo
pondremos la mesa .
Me reí y di un paso atrás, agarré la carne sazonada y salí con un
salero. Ella se notaba afectada y estaba seguro que estaba reconsiderando si
dejar o no que la llevara a la cama. Ella era la inteligente, tratando de frenar
los impulsos antes de que comenzaran a descarrilar nuestros más profundos
deseos. Éramos vecinos y ahora trabajábamos juntos, esto podría ser
complicado. Pero ambos éramos adultos.
Podríamos manejarlo
Me aseguraría de eso.
BÁRBARA

Algo extraño estaba ocurriendo con Dave y no podía decir si me gustaba


o me aterrorizaba. En el momento en que entré a la casa detrás de Ali, él me
estaba mirando sexy y sentí como activaba de forma automática todas mis
partes femeninas. Luego estaba el contacto conmovedor, dulce y tortuoso que
me tenía temblando como una tonta inexperta. El encanto y el coqueteo eran
demasiado para resistir. No estaba segura de poder resistir mucho más.

—¡Buenas noches, Bárbara! Te veo mañana.


—Buenas noches Ali, gracias por la cena. Tu ensalada fue magnífica.—
Aunque la ayude, su ansia de independencia y su ingrediente secreto, el
comino, conformaban un delicioso plato ahumado.
—Vístete para ir de compras mañana—, la dije mientras subía corriendo
las escaleras hacia su habitación.
—Nos vemos.
—Espere Doc. Debo poner a Ali en la cama, quiero hablar con ella.
¡Maldita sea! ¿Por qué ese macho alfa era tan malditamente atractivo para
mi cuerpo? Me estremecí como un pez cuando me ordenó que me acercara,
pero otra parte de mí se rebeló.
—También quiero un montón de cosas, Dave.
Su mirada se oscureció y usó su cuerpo para presionarme contra la pared
que divide la cocina y el comedor.
—Y quiero dártelos. Entonces espera.
No era bueno que me dijeran qué hacer, incluso cuando era algo que
deseaba desesperadamente hacer. Así que decidí que esto iba a ser en mis
términos.
Me escondí dentro de su dormitorio principal en el piso inferior y me
quité el suéter y algo más antes de salir por la puerta trasera mucho antes de
que Dave regresara.
De vuelta en casa, abrí otra cerveza y me senté en el sofá. Encendí un
poco de música suave y me obligué a relajarme. No tenía seguridad de que
iba a hacer peor de seguro sería un gran problema mañana por la
mañana. ¿Debería decirle? No sabía lo que haría, pero sabía que esta noche
sucedería lo que tanto deseaba y con un hombre como Dave que sin duda
sabía cómo complacer a una mujer. Demonios, los sueños de él me habían
complacido durante semanas.
De pronto sonó un golpe en mi puerta trasera. Abrí la puerta con
precaución.
—¿Sí?
—Dejaste algo—, gruñó y sostuvo un pañuelo rosa que había dejado en
su cama.
—¿Yo lo hice? Me preguntaba dónde lo había perdido.
Dave me empujó adentro y cerró la puerta detrás de él, besándome hasta
que me quede sin aire mis pulmones. Instintivamente mis piernas subieron
alrededor de su cintura mientras él me besaba hasta que me balanceé al borde
de la lujuria. Nunca quise que el beso terminara, pero noté una cantidad
vergonzosa de jugo deslizándose por mis muslos y supe que no estaba
demasiado lejos de alcanzar el placer. Él se echó hacia atrás y se dio cuenta.
—¿Estás segura Bárbara?
—Sí. Estoy segura—. Dije
Parecía que quería discutir, pero no lo hizo.
—Por ahora estoy de acuerdo—, gruñó y caminó hacia la habitación. Me
tendí en la cama sintiéndome como una diosa mientras su cuerpo cubría el
mío y besaba su propio camino por mi cuerpo.
—Ahora tengo que ver si tu vagina realmente está preparada.
Me aguante las palabras, preguntándome si le gustaría lo que estaba
viendo.
—Te estás poniendo muy juguetón.
Él mostró una sonrisa sexy y empujó mi vestido hacia arriba sobre mi
cabeza hasta que me encontré nuevamente con su mirada.
Su mirada era intensa mientras se tomaba su tiempo para mirarme. Un
dedo se deslizó en mi vagina húmeda.
—No cariño, tú te estás calentando—. Entonces su boca estaba sobre mi
vagina y pensé que moriría de lo bien que se sentía. Ningún libro o película
porno podría hacer justicia a esta sensación. Estaba delicioso, perverso y
adictivo.
Mis caderas se movieron por sí solas, girando y bombeando contra su
boca tratando de acercarse más de lo que ya estábamos.
—Dave, sí—, gemí vagamente mientras chupaba mi clítoris y volé en un
millón de pequeños pedazos, agarrando su cabeza cerca de donde goteaba
mientras apretaba mis caderas en su rostro.
—¡Oh cariño justo ahí, sigue!— Me reí mientras su lengua disminuía la
velocidad y besaba toda mi vagina palpitante.
—Tan dulce como siempre—, sonrió y besó mi cuerpo, pasando largos y
gloriosos minutos lamiéndome las tetas y chupando mis pezones hasta que
grité.
—Por favor, Dave—, le supliqué que ni siquiera me importaba cuán débil
y desesperada sonaba. En ese momento yo era débil y estaba desesperada por
más. Fue pura dicha. Máxima satisfacción. Una experiencia extra
corporal. No se parecía en nada a lo que yo creía era un orgasmo. Nada en
absoluto.
—¿Por favor qué?— Su boca y sus dientes mostraban una risa burlesca
de mí, mordiéndome los labios, la mandíbula y la oreja.
—Por favor, fóllame—. No me engañaría pensando que estábamos
haciendo algo más que solo tener sexo. Era la única forma en que esto
funcionaría.
—Lo que quiera la señorita—, bromeó.
—Pero debes saber que nunca he hecho esto antes—. Me miró como en
las novelas románticas los hombres miran a las mujeres que dicen que son
vírgenes. Esa mirada que decía: —Claro, después llegará el momento de
bromear—. Pero ese no era el caso aquí.
—Lo digo en serio, Dave. Nunca he hecho esto. Nunca he tenido
relaciones con un hombre— Señalé
Vi el momento en que entendió que no era una broma porque sus ojos
reflejaban conmoción, incredulidad e incluso negación.
—¿Pero cómo puede ser eso?— Dijo curioso
—No había llegado el momento correcto. Pero ahora mi cuerpo quiere el
tuyo. Estoy confiada en que hagas que esto sea inolvidable.
—Será más que bueno—, prometió y cortó mis siguientes palabras con un
beso lento y agonizante mientras me penetraba suavemente y yo lo sentía
dentro de mí.
—Ufff,—, gimió y empujó a través de la barrera final, tragándose mis
llantos y moviendo sus caderas en un movimiento lento y satisfactorio que
rápidamente me llevó más allá del dolor y directamente al placer.
—Sí. Me siento tan llena—. Él me sonrió.
—Eres muy buena elogiándome, mi ego esta por las nubes—. Rodé los
ojos.
—Sabes que eres perfecto.
—Me gusta escuchar eso de ti—, me dijo y se hundió hasta el final. —
Mierda, se siente tan bien tu pene dentro de mi… por favor no pares.
Levantó mis piernas y la próxima vez que empujó vio una constelación
estrellas explotar en mis ojos.
—Si, tú también. Yo … tú sientes, oh mierda.— No podía hablar, ni
siquiera podía pensar. Solo podía sentir la forma en que presionaba contra
cada terminación nerviosa, disparando sensaciones al azar en todo mi
cuerpo.
—Dave—, gemí.
Sus golpes fueron más profundos y más duros, pero mantuvo un ritmo
constante que me mantuvo excitada, esperando que el último empujón me
llevará al orgasmo definitivo. Sosteniéndome cerca con sus brazos alrededor
de la parte posterior de mi cabeza, nuestras frentes se tocaron y él me besó
tan bien como me hacia el amor. Pero fue tan lento y tan intenso que sentí
una sensación de ardor en el pecho momentos antes de que la represa de mi
pasión se rompiera y mi orgasmo borró todos los pensamientos en mi
mente. Apartó su boca y me miró.
—Bárbara.
—Sí, doctor .
Gruñó, realmente gruñó, en mi oído y sus caderas se aceleraron,
bombeando fuerte y rápido, profundamente dentro de mí hasta que se detuvo,
luego vibró cuando su propio placer nos conmovió a los dos.
—¡Mierda, Bárbara!— Pero sus movimientos no se detuvieron, solo se
ralentizaron cuando una mano se deslizó entre nosotros y frotó círculos lentos
sobre mi clítoris hasta que otro orgasmo me cubrió, me dejó completamente
mojada y escurriendo.
—Maldición—, jadeé cuando finalmente pude llenar mis pulmones de
aire.
—Vale la pena la espera—, le dije en esa habitación oscura con vista a
una noche perfectamente estrellada.
Definitivamente vale la pena la espera.

***************************
Tener sexo con Dave había sido un error. Una obra monumental de mi
propia creación, lo que significaba que no tenía a nadie a quien culpar sino a
mí mismo. Aunque no me arrepentí, reconozcámoslo, Dave era un amante
increíble. Sabía que a pesar de que no tenía nada con qué compararlo porque
había estado atento, ofreciéndome besos que debilitaban mis rodillas y mi
vagina empapándome de excitación. El hombre era un experto conocedor del
cuerpo de una mujer y no había perdido tiempo explorando una pulgada mía.
Entonces, como dije, un error.
Porque incluso ahora, con mi cuerpo todavía dolorido en lugares que
nunca antes había estado dolorido, quería más. Más de él y más importante,
más de nosotros juntos. Habían pasado tres agonizantes días desde esa noche
de felicidad y todavía tarareaba de placer. Pensamientos sobre él y todas las
cosas que no habíamos hecho todavía asedian mi mente. Mis sueños se
llenaron de pensamientos de él haciendo cosas aún más perversas a mi
cuerpo…deseaba que regresara.
En el trabajo, sin embargo, permanecí completamente profesional,
entregando cada investigación y respondiendo sus preguntas sin cháchara
extraña. No éramos amigos a pesar de una noche de intimidad, y estaba
bastante segura de que todavía me despreciaba. Pero la gente de todo el
mundo dormía con personas que no les gustaban, que no amaban y que a
veces no respetaban. ¿Por qué debería ser diferente?
Decidí que solo recordaría la noche de placer en lugar de los
fruncimientos de ceño que a menudo me lanzaba, o los comentarios
sarcásticos sobre mi supuesta tesis de Yoga. Así que en casa lo ignoré de la
misma manera que él me evitó día a día en el trabajo.
Dave tenía mucho de lo que preocuparse y no tenía nada que ver con su
hermosa vecina, así que me centré en eso, terminé mi tesis y la envié al
comité. Mi libro fue oficialmente terminado y enviado para su crítica
también. Todo lo que tenía que hacer era esperar. Para comentarios, para el
rechazo o para el éxito más allá de mis sueños más locos y extrovertidos.
Mientras tanto, decidí comenzar mi próximo trabajo de ficción. Ya había
decidido que mi noche con Dave me serviría de inspiración mientras
trabajaba en mi esquema. Alison me encontró relajándome con una cerveza
helada y mi laptop.
—Hey Ali, ¿cómo te va?
Ella encogió sus hombros huesudos en un adorable vestido blanco
cubierto de girasoles.
—Bien. ¿Quieres ver una película conmigo?
Estaba claro para mí que la niña estaba hambrienta de atención femenina
y yo sabía exactamente cómo se sentía, para desear desesperadamente esa
única cosa que te haría una persona normal. Una mamá. Ella era divertida e
inteligente y me dio los mejores mimos, así que no tuve problemas para pasar
tiempo con ella.
—Claro, pero solo si me prometes que no veremos ninguna película de
terror.—. Alison sonrió mostrando sus pequeños dientes.
—No me gustan las películas de terror Bárbara. Me dan pesadillas.
—A mí también preciosa—. Tuve una gran cantidad de pesadillas a lo
largo de los años, especialmente después de tratar de sobrevivir desde que mi
madre desapareciera de mi vida.
—¿Vamos?— Asentí y ella me miró con asombro, como si no creyera
que los adultos tuvieran tales preocupaciones.
—¿Qué estás haciendo?
—Estoy trabajando en otro libro.
—¿Para niños?
—Lo siento, este libro es para chicas grandes—. Guardé mi documento y
cerré la computadora portátil.
—Vamos, vamos a elegir algo súper femenino. ¡Algo solo para chicas!—
Me tomó de la mano y cruzamos el patio, charlando sobre nuestras películas
favoritas. Dentro de mi apartamento, nos acomodamos con palomitas de maíz
y zumo de melocotón, con las mantas listas y nos acomodamos en el sofá.
—¿Qué elegiste?
Ella golpeó la mesita y sonrió. —¡Se trata de los concursos de belleza!
Sonreí cuando la película comenzó a aparecer en la TV.
—¿No es esto demasiado para chicas?— Su única respuesta fue
encogerse exageradamente de hombros y nos acomodamos, riéndonos de las
payasadas de la actriz, viéndome reflejada en varias escenas.
Fue lindo, solo me relajé frente a una película sin drama. Estar con Alison
era fácil y eso era exactamente lo que necesitaba. Pasados treinta minutos
llamaron a la puerta, incluso sin escuchar una voz mi cuerpo sabía con
claridad quien era.
—Probablemente sea papá—, dijo ella sonando algo resignada.
Abrí la puerta y efectivamente estaba Dave, luciendo como el doctor sexy
que era. El cabello negro revuelto como si alguien lo hubiera estado
maltratando toda la noche, sus ojos azules brillaban traviesamente. Los jeans
desteñidos le dan un juego furtivo a sus caderas y una camiseta azul cubría su
pecho y sus bíceps deliciosamente.
—¿Sí?
—Escuché que aquí es donde se juntan los chicos geniales—. Él esbozó
una sonrisa tan cercana a la que tenía cuando se hundió en mí que tuve que
cerrar con los nudillos la puerta para no gemir en voz alta.
—Estamos viendo una película de chicas—, le dije con la esperanza de
desalentar lo que sea que estuviera pensando.
—Estupendo. Necesito ponerme en contacto con mi lado femenino, ¿no
es así, Alison?— Extendió una mirada sobre mi hombro, guiñando el ojo a su
hija.
—Eres un niño, no tienes un lado femenino—, dijo, intentando no
enredarse con las palomitas de maíz.
Él dio una mueca fruncida.
—¿Esto significa que no puedo unirme a ustedes, señoritas?
—¡No papá! O bueno, puedes pasar, pero solo si no nos interrumpes
¿Y qué podría decir después de una declaración tan entusiasta como
esa? Nada, así que retrocedí y abrí la puerta para dejarlo entrar.
—Pasa, entonces.
—¿Estás segura?
Arqueé una ceja hacia él.
—¿Te importa?
—No—, dijo haciendo estallar una risa.
Negué con la cabeza y me senté junto a Alison, con la esperanza de que
Dave eligiera el asiento junto a su hija. Por supuesto, eso era esperar
demasiado, y me encontré en el centro tal y como el jamón en un
sándwich. Ya era bastante malo que su aroma masculino recién salido de la
ducha me envolviera y me dejara mis partes íntimas húmedas, pero cuando
tiró de la manta para que también estuviera cubierto, supe que estaba en
problemas.
Las travesuras que se mostraban en la película perdieron el protagonismo
frente a la gran mano cálida que se había posado en mi muslo, subiendo
lentamente. No subió, gracias a Dios porque Alison se acurrucó contra mi
otro lado. Pero qué maldita broma. Lo mantuvo durante casi una hora,
volviéndome loca de lujuria. Si su hija no estuviera sentada a nuestro lado,
estaba bastante segura de que saltaría sobre su regazo y le pediría que me
hiciera suya nuevamente.
En cambio, traté como pude de ignorarlo, de animar a la actriz de la
película a descubrir quién era el culpable. Pero en el momento en que la
cabeza de Ali se movió y se detuvo en el cojín junto a ella, supe que mi
buena suerte se había acabado.
Él lo intentaría.
Solo era cuestión de tiempo.
Diez minutos después de los créditos finales su mano terminó el viaje,
deslizándose por mi muslo para finalmente terminar dentro de mis
bragas. Sus dedos se deslizaron a lo largo del pliegue de mi vagina,
provocándome intensamente antes de que finalmente se deslizara dentro de
mí. Lenta y profundamente, sus dedos exploraron y no pude evitar jadear,
porque maldición, se sentía increíble. ¿Quién imaginaría que un toque tan
pequeño podría causar una reacción tan grande?
—Quédese quieta y en silencio señorita o me detendré—, me advirtió en
el oído con una voz profunda y grave, apretada por la necesidad.
¿Cómo demonios se suponía que alguien debía callarse cuando sus dedos
exploraron y tocaron mi cuerpo como un instrumento finamente
sintonizado? No pude. Tal vez mi cuerpo no tenía la experiencia suficiente
para soportar ese tipo de placer porque pronto se detuvo, y salté de mi asiento
como si estuviera ardiendo. Mi cara y mis partes bajas necesitaba unos pocos
litros de agua helada. Sí, agua, necesitaba darme un baño urgente.
Casi había llegado a la puerta del baño cuando sentí una mano envolver
mi brazo. Contuve el aliento ante la mirada oscura en sus ojos, tan llena de
deseo y calor que estaba bastante segura de que mis bragas estaban
empapadas. Entonces el perverso doctor hizo algo que yo no había
esperado. Levantó los dos dedos que habían estado dentro de mí y se los
metió en la boca, chupándolos con una sonrisa sexy.
—Alison se va el viernes por la mañana para pasar cuatro días con mis
padres. Te deseo cada uno de esos días, de cualquier forma, te atrapare y
cumpliré tus deseos más ardientes .
Sabía que esta no era una gran declaración de amor y afecto, mucho
menos una cita romántica como la de los cuentos de princesas. Cualquier
forma en que él pudiera atraparme significaba estar de espaldas, de rodillas,
en la ducha o contra la pared. Nada de cenas a la luz de las velas y abrazos en
el sofá. Pero podría aguantarlo. Cuatro días me darían mucho material para
mi nuevo libro y me daría tiempo suficiente para sacar a Dave de mi
sistema. Para siempre
—Bueno.
Él termino la conversación entre nosotros y me besó como un amante. Su
lengua penetro mi boca, esa era la única manera de describirlo, dejándome
sacudida por la lujuria y preparada para suplicarle que me diera un breve
gusto en este momento. Pero antes de que pudiera si quiera pensarlo, dio un
paso atrás y caminó por el pasillo, tomando a Ali en sus brazos antes de irse
con un suave clic de la puerta.
Y dejándome caliente, molesta y completamente insatisfecha.
Maldita sea. Maldito Doctor. Maldito Dave.
DAVE

Después de despedirme de Alison y mis padres esta mañana, fui


directamente al estudio para la grabación del viernes. Mientras caminaba por
los pasillos iluminados con focos fluorescentes ubicados detrás del escenario,
mis ojos eran unos verdaderos radares, escaneando cada puerta abierta por la
que pasaba, buscando a Bárbara. Se había vuelto bastante escurridiza después
de la noche de cine y estaba ansioso por verla de nuevo. Dejarla había sido lo
correcto por esa noche, con Alison durmiendo a solo unos metros de
distancia, pero sin dudas había sido muy excitante. Hundiendo los dedos en
su vagina húmeda y caliente, saboreándola en mi mano y escuchando esas
pequeñas respiraciones que ella hacía mientras luchaba por mantener el
silencio, todo se enloqueció en mi mente y me dejó duro como un roble.
Estaba caminando atrás de Rita mientras hablaba sobre un nuevo
segmento que quería probar, cuando vi a Bárbara. Ella estaba con un hombre
regordete que yo creía que era un productor ejecutivo, pero no podía
enfocarme en quién era o de qué estaban hablando, no cuando parecía que
estaba en un maldito sueño húmedo, ella vestía unos vaqueros ajustados que
mostraban cada una de sus perfectas curvas. Una polera color rojo y coqueta
cubría sus redondos y deliciosos pechos, todo lo demás fluía a su alrededor,
haciéndola lucir realmente sexy y de verdad moría de ganas por tocarla, por
todas partes. Sensuales mechones de cabello color cobre caían sobre sus
hombros mientras negaba con la cabeza y luego se reía de forma suave,
completamente femenina. Incluso el productor con sobrepeso estaba
paralizado por ella, lo podía sentir. Lo sabía.
No podía esperar un minuto más. En el momento en que ella estaba sola,
me acerqué. De hecho, no me vio venir mientras revisaba sus notas,
destacaba ciertas partes y tomaba notas.
—Hola, Bárbara.
Levantó la vista y por un momento capté un destello de felicidad al verme
y al mismo tiempo desearme. Solo duro un breve momento su expresión
antes de que ella cambiara su expresión y me saludara con la misma fría
profesionalidad que yo había usado desde que comencé esta aventura.
—Dr. Dave, hola. Tengo algunas notas adicionales para usted junto con
un compilado de las preguntas más comunes.— Ella me entregó las notas y
esperó un momento antes de alejarse de mí.
—Espera—. Se volvió, con la cara en blanco mientras esperaba.
—¿Esta noche?— Ella asintió.
—Permiso—, respondió ella y luego se alejó con un pequeño giro extra
en sus caderas.
Sonreí, mirándola hasta que se perdió de vista a pesar de que sabía que
estaría junto al set una vez que comenzara el espectáculo. Pero al igual que
todos los días que se filmaba el programa, Bárbara se había ido antes de que
pudiera atravesar la multitud que me rodeaba cuando el director gritaba
‘corte’.
Pero sonreí de camino al estacionamiento, porque esta noche tendría
mucho tiempo para explorar su cuerpo, para enseñarle lo que significaba
follar. Primero me tomaría mi tiempo, agradable y lento como la primera vez,
antes de darle la vuelta y mostrarle lo caliente que puede ser el sexo.
Mi pene se endureció en mis pantalones pensando en esta noche, pero
tenía que controlarme mientras conducía mi auto. Si pudiera mantenerla fuera
de mi mente durante los próximos diez minutos, podría obtener lo que
necesitaba, champán, condones y llegar a casa en una pieza.
Con rapidez.
Después de una ducha rápida, agarré la bolsa que recogí en el camino a
casa y entré por la puerta trasera, tocando fuerte e insistentemente. Podría
admitir que estaba ansioso por tenerla desnuda y retorciéndose debajo de mí
otra vez y que fuera solo para mí. Después de una espera interminable, la
cerradura se deslizó y la puerta se abrió, revelando la mujer más sexy que
había visto en mucho tiempo. Bárbara vistiendo nada más que una bata
blanca que apenas cubría nada y dejaba todo para la imaginación. Todo lo
que podía ver era su cabello pelirrojo, escote y millas sobre millas de piernas
suaves y cremosas.
—Santo cielo! Pensé que aparecer con fresas y champán era la sorpresa
de esta noche—, le dije sosteniendo la bolsa para que ella la revisará.
—Pero Bárbara te ves lo perfectamente bien, estas como para ser
devorada por un doctorcillo.
El dulce sonido de su risa me golpeó directamente en mi pene y envió
una mezcla de fuego y sensaciones eléctricas disparándose arriba y abajo por
mi espina dorsal.
—Estoy totalmente de acuerdo con eso.— Dio un paso atrás y abrió la
puerta por completo.
—Pase, doctor.
Giré sobre ella, usando mi ventaja de altura y peso contra ella para
presionar su cuerpo contra la puerta.
—¿Sabes cuánto me gusta oírte decir eso?
Sus caderas presionaban hacia adelante y sabía por el color rosa que
manchaba sus mejillas que sentía lo duro que ya estaba.
—Tengo una idea.— Enganchó sus dedos en mi abdomen y me acercó
aún más.
La bolsa se cayó de mis manos, mis dedos picaban por tocarla de nuevo,
para ver si realmente era tan suave como lo recordaba. Joder, sí, la suave y
sedosa piel se deslizó contra mis dedos, tocando sus muslos y caderas antes
de desnudarse de esa sexy bata blanca.
—Por mucho que me gusta cómo se te ve la bata, tu cuerpo desnudo es
mejor que cualquier cosa.
Su aliento se detuvo.
—Es bueno saberlo—, dijo mientras sus propias manos se deslizaron
debajo de mi camiseta y recorrieron mi cuerpo, acariciándome y apretando
antes de que ella rasgara sus uñas por mi pecho y mis abdominales.
—Eres tan suave, pero tan difícil. Sobre todo, tan difícil—, dijo con un
tono sexy que me ponía la piel de gallina.
Ella tiro mi camisa sobre mi cabeza y la arrojó al piso, presionando sus
labios contra mi pecho. No pude soportarlo.
—Joder, Bárbara.— La levanté, sus brazos y piernas se envolvieron a mi
alrededor tal y como yo quería, solo necesitaba estar desnudo.
—Podemos dejar las fresas y el champán para más tarde. Ahora te
necesito para otras cosas.
—Sí—, gimió en mi oído antes de morder el lóbulo. El sonido y la
emoción del momento hicieron que mi pene erecto saltara y la recosté en la
superficie plana más cercana a nosotros, el mostrador de la cocina.
Ella jadeó por la sensación fría que tenía contra su espalda, y aproveché el
momento para envolver mi boca alrededor de un bonito y tierno pezón
rosado, dejando que sus suspiros sexys alimentaran mi deseo. Me vi en la
necesidad de recorrer cada parte de su pecho con mi lengua, fui chupando y
lamiendo esas preciosas tetas mientras ella tiraba de mi pelo tan duramente
que mis ojos se abrían del dolor, pero me encantaba.
—Dave—, gimió y bajé, besando su caja torácica e introduciendo mi
lengua en su ombligo antes de presionar con mis labios sus caderas.
—¿Es esto lo que quieres?— Pregunté y separé sus pliegues con mi
lengua, entrando y saliendo de su vagina mientras sus caderas se movían
incontrolablemente. Saber que era yo quien la sacaba de su mente, haciéndola
delirar de deseo, solo hizo que todo fuera más ardiente.
—Sí—, jadeó y yo continué con una tortura constante, ignorando la forma
en que mi pene presionó mi cremallera.
—¡Joder Dave, sigue así… no pares!
No sabía cuánto tiempo más podría aguantar con sus jugos goteando por
mi garganta y esa baja y cálida voz de whisky que me inundaba. Tirando de
su clítoris en mi lengua al mismo tiempo que deslizaba dos dedos dentro de
su vagina apretada que ahora goteaba, la satisfacción me invadió cuando ella
temblaba alrededor de mis dedos. La lamí suave y lentamente hasta que la
última convulsión sacudió su cuerpo.
—Tu vagina sabe deliciosa.
—¿Mejor que champán y fresas?—, Bromeó.
—Voy a hacer una prueba de sabor más tarde.— bromeé.
—Pero ahora, podrías probar algo un poco más rico—. Me desabrochó
los pantalones y los tiró al piso.
—Oh sí, ¿cómo qué?— Ella me tenía en sus manos, acariciando con la
presión suficiente mientras su mirada se fijaba en la mía. Su calor me
succionó cada vez más cerca de su vagina húmeda y con sus manos en mi
trasero me ayudó a entrar.
—Bárbara— dije
—¿Te gusta esto?—, Preguntó, y flexioné las caderas, hundiéndome.
—Bárbara—, gemí de nuevo cuando su calor me envolvió y la penetré
lentamente.
—Dios mío, se siente tan bien.— Estaba tan mojada y resbaladiza, sentí
que me temblaban las piernas y me agarré al mostrador para mantenerme
despierto.
—Tú te sientes mucho mejor—, gimió, rodando sus caderas y apretando
mi pene como un tornillo en la madera.
—Dave, por favor.
Sabía lo que quería y estaba demasiado ansioso por dárselo, moviendo
mis caderas como un hombre en una misión mientras perseguía su placer y el
mío. Ella lloró y gimió, gimió tan fuerte que tensó los límites que me
controlaban, lo rompió en pedazos mientras la penetraba más profundo y más
rápido, era un hombre salvaje. Loco de lujuria y el deseo de alcanzar el
máximo placer.
—Bárbara—, gruñí una advertencia sintiendo que ya no podía
controlarme más.
—Dave…—, dijo, sin aliento mientras sus piernas se cruzaban detrás de
mí para cambiar el ángulo y así poder deslizarme más profundo, cayendo en
ese oscuro abismo. Se convulsionó y se estremeció cuando su orgasmo
comenzó, se sentía como si estuviera flotando en medio de un mar de nubes.
—Hazme tuya … ¡oh!
—Siii…—, le dije, deslizándome más rápido y más profundo mientras
frotaba círculos rápidos en su clítoris con mis dedos.
—Hazlo, dámelo todo ahora.
Ver a Bárbara desvanecerse era mil veces mejor que ver el Gran Cañón y
la Torre Eiffel por primera vez. Ella era una obra de arte, un espectáculo para
la vista, ya que su piel enrojecida, sus pezones rosados y en su exuberante
boca formaron una sexy imagen que tenía en mi mente, era la representación
de sensualidad hecha carne y hueso.
—¡Dave!
Escuchar decir mi nombre con un tono entre llanto y excitación, una y
otra vez como si fuera el estribillo de su canción favorita me empujó al
límite.
—Oh, Bárbara—, gruñí en su oído antes de robar de su boca un beso
sucio en donde nuestras lenguas se enredaban desenfrenadamente, mientras
mi pene entraba y salía de su húmeda vagina dando un placer inexplicado a
nuestros cuerpos.
—Mierda.— Los escalofríos me impidieron moverme y me sentí tan
retorcido, tan satisfecho que pensé que tal vez el mostrador de la cocina no
era tan malo después de todo.
Entonces Bárbara se rió.
—Eso fue genial y todo, pero ahora mismo estoy literalmente entre la
espada y la pared, o mejor dicho, entre tu pene y este taburete de piedra, una
situación muy difícil—. Se sacudió de la risa, me apretó con sus músculos.
—Si no paras esto terminaremos aquí toda la noche—. Dijo riendo y
besándome al mismo tiempo.

Bárbara se sentó en el sofá, con las piernas estiradas sobre varios cojines
y los pies enterrados debajo de sus piernas desnudas. Llevaba puesta la
misma bata blanca que llevaba cuando llamé hace unas horas, mirando mi
pecho desnudo mientras comía pollo con fideos de una caja de cartón.
—Yo sé que esto puede parecer egoísta de mi parte, pero necesito
recuperar un poco de combustible.— Dijo mientras reía y guiñaba un ojo.
—¿Y yo cuando podré estar arriba?—. Mi pene se había puesto tan duro
cuando dijo eso, sentí que toda la sangre de mi cuerpo se concentraba en mi
glande, latente de satisfacción
—Solo me deje llevar, ya tendrás la oportunidad—. Le orgulloso. Con
una risa, puso los ojos en blanco y recogió hábilmente sus fideos con los
palillos.
—Me gustó mucho todo lo que paso hace un momento, pero no creo que
podamos continuar haciéndolo … .
Mi rostro mostraba la confusión que sentía mi interior y mis ojos se
abrieron más de lo habitual
—¿Qué?
—Soy nueva en esto, pero también sé que esto es solamente sexo y no
creo que se vuelva a repetir. Me encanto lo que hiciste y la forma en que nos
conectamos, ah y los fideos con el pollo están exquisitos, pero no podemos
continuar así.—, dijo y puso más comida en su boca.
—No hay ninguna razón por la que no podamos hablar y llegar a
conocernos Bárbara. Nosotros somos vecinos, esto no fue solo sexo de
desconocidos.
Ella lo pensó y luego pareció estar de acuerdo.
—¿Por qué elegiste fertilidad y obstetricia?
—Quería ser cirujano, pero en mi proceso de practica como estudiante,
una noche ayudé a una mujer en un parto de alto riesgo. La mujer estaba tan
preocupada porque había pasado por muchas cosas mala solo para quedar
embarazada y que todo se pudiera perder en cosa de minutos, incluso su
propia vida. Creo esa experiencia me marco el comienzo de mi camino
profesional.— Ahora era mi oportunidad de aprender más sobre ella.
—¿Cómo es posible que seas virgen?
Ella mostró una sonrisa brillante y tonta.
—No soy. Perdí mi virginidad con un médico tratante.— Puse los ojos en
blanco y ella se rió.
—Mi madre se separó cuando tenía quince años, así que tuve que
cuidarme por mi cuenta hasta que cumplí los dieciocho. Desde que me gradué
cuando tenía dieciséis años, eso puso mis planes en espera, así que conseguí
un trabajo y me quedé en el apartamento de una señora a quien le pagaba con
horas de aseo y jardinería, por ese motivo prefería mantener mi cabeza baja
para evitar cualquier problema con ella y que me echara a la calle. No podía
correr el riesgo de distraerme con chicos o ser expulsada, así que no salía.
—Guau. Lamento que hayas tenido que pasar por eso.— Me hizo sentir
como un idiota por algunas de las suposiciones que había hecho sobre ella.
Ella se encogió de hombros como si no fuera gran cosa, pero ambos
sabíamos que sí.
—En la universidad, yo era mucho más joven que todos, siempre. Ni
siquiera tuve una cita real hasta el último año. Tenía veinte años, todavía era
demasiado joven para entrar en los bares, así que esa relación duró
aproximadamente un mes.
—¿Y después de eso?
—La escuela de postgrado y el trabajo me mantuvieron ocupada—. Me
miró de frente y se preparó para su turno de preguntas.
—¿Cómo murió tu esposa?— Fruncí el ceño.
—Ella no está muerta.
Sus ojos verdes dieron vuelta.
—Oh, disculpa, Ali dijo que se había ido para siempre y yo solo asumí …
— Volvió a su comida y luego se congeló, volviendo su mirada hacia mí.
—¿Por favor no me digas que todavía estás casado con ella?
—¿Crees que estaría aquí contigo si fuera así?— Ella negó con la cabeza,
pero sus ojos se llenaron de incertidumbre.
—Ella se fue. Su novio de la escuela secundaria, el hombre que siempre
amó, se divorció de su esposa y la encontró en Facebook. Ella dijo que
estaban destinados el uno al otro, así que nos dejó y comenzó una familia con
él. Me tomó un año encontrarla en Chicago, pero no para recuperar su amor,
si no que para entregarle los documentos de divorcio. Ella renunció a todos
los derechos sobre Ali.— Me encogí de hombros porque para mí eran
momentos y experiencias que no quería recordar.
—No la hemos visto ni escuchado de ella desde entonces.
—¡Esa perra!— Sonreí ante su defensa rápida de mi niña.
—Así es como me sentí durante mucho tiempo, pero pensé que, si podía
irse tan fácilmente simplemente no la necesitábamos.
—Me cargan y detesto con todas mis fuerzas a las mujeres que dejan a
sus hijos—, dijo, ahorcando con sus manos el aire.
—Has hecho un buen trabajo con ella. Ella es brillante, dulce y amable.
—Me gusta que sea una gran admiradora tuya.— Mierda, lo último que
debía hacer es mencionar a mi hija durante un fin de semana sucio. No quería
que Bárbara tuviera una idea equivocada sobre lo que acababa de pasar entre
nosotros, y quizás hablar sobre mi hija podría confundir las cosas.
—Alguien más es un gran fanático también—, le dije, sintiendo mi
cuerpo responder cuando su mirada aterrizó en mi pene.
—Un admirador muy grande, diría yo.— Dejó la comida y se deslizó por
el sofá y se sentó en mi regazo. Poniendo la camisa sobre su cabeza para que
sus pechos estuvieran justo junto a mi boca, ella sonrió.
—Eso está bien porque me estoy convirtiendo en una especie de fan.
Ella sonrió y me besó. Y finalmente ella tuvo la oportunidad de estar en la
cima.
BÁRBARA

—No creo que pueda sentir mis piernas—, me reí tanto que todo mi
cuerpo se sacudió, pero realmente no podía sentir mis piernas después de las
cosas que Dave acababa de hacer con mi cuerpo.
—Deberías haber pensado en eso antes de meterte conmigo a la ducha—,
dijo, acostado a mi lado en la cama, los dos todavía mojados.
—Al menos finalmente llegamos a una cama.
Sabía que diría algo sobre el hecho de que pasamos los últimos tres días
teniendo relaciones sexuales en todas partes, excepto en el único lugar donde
la razón nos indicaba hacerlo. Había sido un movimiento calculado de mi
parte, un intento de mitigar las consecuencias de esta aventura mal
aconsejada.
A pesar de mis palabras de valentía, ya podía decir que mis sentimientos
estaban envueltos en esto, y no podía permitir que eso sucediera. Esto era
solo un rasguño, una breve aventura, nada más. Lo sabía, realmente lo
hice. Desafortunadamente, mi cuerpo y mis sueños no.
—Sí—, suspiré, todavía luchando por recuperar el aliento.
—Esta es una buena cama. Firme y con el rebote suficiente para ser útil y
lo suficientemente grande como para ser un verdadero aventurero del amor .
Sonreí ante la carcajada que escuché en su voz. Me había hecho de todo
en esta cama, de ahí el hormigueo en mis piernas que se sentía tan bien que
gemí.
—Ciertamente eres eso.— Era mucho más que aventurero, y eso
significaba que deshacerse de su presencia aquí sería simplemente imposible.
—Oye, ¿estás bien?— Dijo
—¿Te refieres a algo que no sea la parálisis de mis piernas y la completa
satisfacción? Sí, me siento muy bien
Presionó un beso a un lado de mi pecho y reprimí un escalofrío.
—¿Cuándo sabrás sobre tu tesis?
—Pronto.— Podría ser mañana o el mes que viene. Aguanté la
respiración todos los días esperando una llamada o un correo electrónico que
nunca llegó. Sabía que era un proceso, pero aparte de unos minutos al día, no
me enfoqué en eso porque mis noches con Dave me habían dado tanto
material para mi novela más reciente próxima a escribir. Por ahora podía
concentrar mi energía en eso mientras esperaba para saber sobre mi futuro.
Un zumbido sonó en la distancia, ambos nos sentamos y nos quedamos
quietos, escuchando de dónde provenía el sonido.
—Creo que ese es mi teléfono. ¡Mierda! —Se puso de pie y caminó
deliberadamente desde la habitación, dándome la visión perfecta de su culo
desnudo, perfectamente redondo, bronceado y musculoso. Refunfuñó todo el
camino por las escaleras.
—Es del hospital—, dijo algo descolocado
—Tengo que ir de urgencia.
No había esperado pasar tiempo como él, sin embargo, estaba
decepcionada de no volverlo a tener más.
—Está bien—, le respondí, deslizando su camiseta sobre mi cuerpo
desnudo. No tenía idea de qué decir. ¿Qué se le debe decir a tu amante de fin
de semana antes de irse?
—Que tengas una buena jornada
—Probablemente tendré una larga y estresante noche.— Estaba tan
perdido y descolocado como yo.
Se puso los jeans y sonrió.
—Fue más que divertido Bárbara, fue malvado y delicioso al mismo
tiempo. Fue increíble— me dijo y dio un beso caliente pero suave en mi
cuello.
—Tienes mi camisa—. Miré hacia abajo como si no me hubiera dado
cuenta, la agarré la olfateé profundamente y se la entregué.
—Así es.
Por un minuto me sentí la mujer más bella del mundo cuando su mirada
vagaba por mi cuerpo, deteniéndose en la curva de mi pecho y el triángulo
entre mis piernas.
—Tentadora—, gimió y me tomó en sus brazos, besándome con tanta
pasión que comenzó a sentirse mucho más que una aventura de cuatro
noches…

***************************
Días después a mi fin de semana con Dave, todo parecía pasar volando.
El clima se hizo más cálido, y pasé las mañanas en el patio trabajando en mi
novela. También dedique pase mucho tiempo a Alison, quien había
demostrado ser una compañera divertida. No había visto ni pasado tiempo
con Dave en privado ni de otra manera desde que lo llamaron al hospital, y
cuando lo veía -en el trabajo o en casa- me mantenía profesional y cariñosa.
Desde mi punto de vista, él había olvidado todo el tiempo que pasamos
juntos, tanto dentro como fuera de la cama, apenas dándome una mirada
cuando iba a buscar a Alison a mi casa.
Lo intenté lo mejor que pude y concentré mi energía en otra parte. No
podía fingir que no sabía lo que estaba haciendo cuando acepté su largo fin
de semana de nada más que sexo, sexo completamente gratificante y
perverso, pero de todos modos sexo. Lo que no me había percatado era lo
difícil que sería separar mis emociones del acto mismo. El hecho de sentirme
afectada y decepcionada me hacían involucrarme cada vez más con él, mucho
más de lo que yo deseaba. Ahora lo sabía, y no pensaba volver a cometer ese
error otra vez. No con Dave ni con nadie más.

***************************

Verlo sonreír a la cámara desde los pasillos del estudio era agridulce,
porque sabía que nunca más volvería a ponerme esa sonrisa sexy cuando
estuviéramos completamente desnudos, sintiendo su cuerpo y el mío uno
solo. Afortunadamente, la grabación había terminado, así que tomé mi
computadora portátil y mis notas, y metí todo en mi bolso mientras salía de
los pasillos oscuros del estudio en dirección a la calle. Me quité la chaqueta y
recogí mi pelo de mi cuello mientras me acomodaba en el asiento de mi auto
y encendí el aire acondicionado. —Es hora de irme a casa—, me dije a mi
misma, feliz de ir a descansar cuando de pronto sonó mi teléfono.
—¿Hola?
—Hola, ¿Bárbara Miller? Mi nombre es Jasmine Evanson de NetReading
Publishing y recibí una copia de su manuscrito de parte del Dr. Higgins, su
maestro. Bárbara, en la editorial nos encantó tu trabajo. Encontraste una
manera de hacer que la alumna y el profesor se sintieran increíblemente
calientes y únicos .
¿Qué?
—Um, gracias Sra. Evanson—. Ella rió.
—Llámame Jasmine—, dijo y luego se lanzó con una oferta para un
acuerdo de tres libros mientras estaba sentada en mi auto, sorprendida y
emocionada.
—¿Qué piensas?
—Creo que estoy en shock—, respondí con sinceridad.
—Pero también estoy muy halagada e interesada. Realmente interesada
—, agregué al sonido de la risa tintineante de Jasmine.
—Ah, y estoy a la mitad de un segundo libro.
—¡Guau! Eso es increíble Bárbara. Si realmente estás interesada, haré
que mi asistente te llame para programar una reunión en nuestras oficinas
aquí en Los Ángeles. ¿Será posible agendarla?
—Por favor llámeme Bárbara y sí, encantada me reuniré con usted—.
Hicimos planes para reunirnos lo antes posible antes de finalizar la
llamada. Grité de emoción dentro de los confines de mi auto. Esto fue,
finalmente un pequeño empujón hacia el futuro.
—Necesito celebrar.
Así que me detuve en el mercado por algunos ingredientes para la
parrilla, cerveza, hamburguesas, ensaladas y me fui a casa para una
celebración en solitario. Pero antes llamé al Dr. Higgins para agradecerle y
compartir las buenas noticias.
Fue agradable tener a alguien con quien compartir las noticias y destaco
el poco esfuerzo que hice para incluir a otras personas en mi vida. Demonios,
mi mejor amiga era una niña de siete años y solo la había conocido por unos
meses. No me había molestado en formar relaciones duraderas desde que mi
madre se fue, lo que significaba que estaba completamente sola. Pero era lo
que mejor que tenía, así que pensé que era mejor no pensar en eso demasiado.

***************************

—Oye, ¿qué haces?


Miré hacia abajo desde mi lugar en la parrilla en la esquina más alejada
del patio, moviendo mis hamburguesas de pollo con ajo para ver a Alison
lucir una adorable camiseta sin mangas de color lila y su muñeca de trapo, la
favorita.
—Te estoy preguntando, ¿qué estás haciendo?— Ella se encogió de
hombros exageradamente.
—Nada. ¿Te puedes quedar aquí conmigo?— Respondí.
—Claro, pero solo si prometes compartir una hamburguesa conmigo. Su
brillante sonrisa me calentó desde adentro cuando se sentó y observó mis
movimientos con atención.
—Bueno, es un trato.— Ali guardó silencio y supuse que su pequeña
mente estaba trabajando en algo grande.
—¿Te acuerdas de tu madre?— Ah, eso es lo que estaba pensando
detenidamente. Tenía sentido porque ninguna de las dos teníamos madre.
—Recuerdo algunas cosas, pero trato de no pensar en eso. Lo que más
recuerdo es su perfume y la forma cuidadosa en que siempre se maquillaba,
siempre se veía tan elegante y femenina.— Aunque siempre lo hacía cuando
debía ir a una fiesta o una cita. Obviamente lugares en los cuales yo no estaba
incluida.
Ella reflexionó sobre eso antes de hacer otra pregunta.
—¿Crees que mi mami se fue porque yo era una mala niña?
Saqué las hamburguesas de la parrilla y me senté junto a ella, tomándola
en mis brazos.
—No creo ese sea el motivo cariño. Ser padre es difícil y para algunas
personas es demasiado. ¿Pero sabes algo? es mejor tener un padre realmente
bueno en lugar de uno que no quiera estar cerca, ¿verdad?—
Ella asintió contra mi pecho, suspiro y me apretó con fuerza alrededor del
cuello.
—Tengo hambre—, dijo y la tristeza temporalmente desapareció.
Nos sentamos en la mesa de picnic y comimos en silencio, ambas
pensamos profundamente. Demasiado pronto, Maggy, su niñera, la llamó
para que se bañara, así que me dio un rápido abrazo y disparó a correr en
dirección a su casa.
En algún momento, me puse mi pijama y me quedé dormida mientras
miraba viejos episodios de una serie de TV, hasta que desperté cuando
escuché un fuerte golpe en la puerta de mi casa. Desorientada miré a mi
alrededor para asegurarme de que todo estaba bien antes de levantarme,
estirarme y luego arrastrarme hacia la puerta.
—¿Sí?
Maggy estaba de pie al otro lado de la puerta, nerviosa y confundida, con
pelo desordenado invadiendo su cara.
—¡La niña! Ella está teniendo un ataque. ¡Ven y ayúdame, rápido por
favor!
Cuando sus palabras penetraron en mi cerebro dormido y finalmente las
pude procesar, reaccioné. Ali estaba en problemas. Mis pies comenzaron a
moverse rápidamente, me quité de encima a Maggy y en cosa de segundos
encontré a la pequeña Alison tendida en el sofá con problemas para respirar.
—¿Qué pasó, cariño?— Señaló un recipiente de plástico lleno de galletas
de chocolate y fruncí el ceño.
—¿Tienes alergia?— Ella asintió y mi ritmo cardíaco comenzó a
dispararse mientras luchaba por pensar con claridad. No sabía mucho sobre
alergias, pero pensé que necesitábamos una ambulancia.
—Cariño, llamaremos a una ambulancia, no te preocupes— Le dije a
Alison.
En lugar de una respuesta, su respiración se detuvo y sus ojos rodaron
hacia la parte posterior de su cabeza. La levanté y sin saber cómo, corrí a pies
descalzos a mi coche, volví a mi casa, tomé rápidamente las llaves y mi
bolso. Necesitábamos llegar al hospital y rompí todas las leyes de velocidad y
tránsito, todo para llegar al hospital antes de que fuera demasiado tarde.
DAVE

—Felicidades, mamá y papá—, les dije a los nuevos padres mientras


sostenían a su bebé llorando suavemente. La noche parecía que nunca
terminaría ya que pasé las últimas cuatro horas atendiendo sin descanso a
mujeres embarazadas con síntomas de parto. Me encantaba mi trabajo,
realmente amaba lo que hacía, pero noches como esta eran un verdadero
infierno.
Mi teléfono volvió a sonar por duodécima vez en la última hora y me
queje. Lo saqué para verificar que era la misma persona insistente que no
paraba de llamar, Bárbara. No lo entendí, estuvimos ignorándonos
mutuamente durante las últimas semanas y ahora estaba saturando mi
teléfono y no podía entender por qué. Así que lo recogí y no hice nada para
ocultar mi molestia.
—¿Qué quieres Bárbara? Estoy trabajando— Dije con un tono molesto y
cansado
—¿Dónde diablos estas y por qué mierda no contestas tu teléfono?
Miré el teléfono con incredulidad. ¿Por qué demonios sonaba como una
amante celosa que más encima me pedía explicaciones?
—¿A qué viene todo esto Bárbara? Pensé que lo nuestro había acabado
hace un tiempo atrás.— Debería haber sabido que llevar a una mujer virgen a
la cama me daría dolor de cabeza en los peores momentos.
—Lo que tuvimos fue divertido, pero-
—Oh Dios mío, ¿enserio estás bromeando en este momento? ¡Uf,
idiota! En caso de que te importe, te informo que tu hija está en la sala de
emergencias. Ella tuvo una especie de reacción alérgica.— Con esas palabras
condenatorias, colgó antes de que pudiera pedir más detalles.
Alison! Rápidamente me quité el equipo de protección, me lavé las
manos y bajé cinco tramos de escaleras y no me detuve hasta que llegué a la
sala de emergencias.
—Alison, ¿dónde está ella, responda! ¿Dónde está mi hija?— La
enfermera no pareció sorprendida por mis duras palabras, simplemente
escribió en el teclado y señaló hacia el pasillo. A mitad del pasillo lleno,
encontré a mi niña indefensa y pálida en una camilla para adultos.
—Hola cariño, ¿cómo estás?
—Estoy bien, papá—. Aceptó mi abrazo, envolviendo sus pequeños
brazos alrededor de mi cuello y apretando fuerte.
—Bárbara vino a ayudar porque Maggy se asustó. Condujo hasta aquí
como un piloto de carreras y dijo que se disculparía cuando estuviera
bien. ¡Pensé que iba a morir papá, pero Bárbara me salvó!
Parecía más entusiasmada con el viaje al hospital que de la misma alergia
que casi le quita la vida.
—Eso es bueno cariño.— Me sentí como un burro -de nuevo- por la
forma en que traté a Bárbara. Frotando suavemente el cabello de Alison, mire
la habitación, notando que estaba vacía.
—¿Te dejó sola?— Mi enojo volvió a hervir.
Su sonrisa se atenuó ante mis duras palabras.
—No. Te escuchó gritarle a la enfermera, me dio un beso y luego se fue
antes de que llegases aquí.
Mierda. Tendría que encontrar la manera de agradecerle adecuadamente
cuando lleve a mi hija a casa.
—Le agradeceré más tarde.
—Pero papá no puedes, ella es-
—No te preocupes, Alison, simplemente recuéstate y tómalo con
calma. Te sacaré de aquí pronto cariño.— Pronto resultaron ser cuatro largas
horas para asegurarnos de que toda la inflamación había disminuido y su
respiración era completamente normal. Logramos llegar a casa rápidamente
gracias al poco tráfico nocturno, pero aún necesitaba encontrar a Maggy que
había desaparecido en algún momento sin decir una palabra. En particular,
necesitaba una explicación de por qué mi hija había ido a parar al hospital si
ella era la encargada de cuidarla.
Y estaba claro de que sin Maggy no sabría con exactitud que le había
pasado Alison y preguntarle a Bárbara estaba fuera de lugar por la forma en
cómo había reaccionado a su llamada.
Bárbara no estaba en casa. Durante los últimos tres días había intentado
pasar para agradecer a Bárbara por su forma de actuar y ayudar a
Alison. Pero nunca la pude encontrar.
—Maldición.
—Se ha ido—, una vieja y a la vez familiar voz sonó detrás de mí. Estaba
demasiado preocupado como para darme cuenta de que joven mujer se había
acercado sigilosamente por mi espalda.
—¿Dónde has estado Maggy? ¿A dónde se fue Bárbara?
—No lo sé. Hace días la vi en el patio junto a Alison, muy juntas y
susurrando como siempre. Metió un trozo de papel en las manos de la
pequeña Alison, la abrazó y volvió a entrar a su casa. No puedo estar segura,
pero ella parecía estar llorando, ambas lloraban .
Bárbara se había escapado y la única persona a quien le contó fue a mi
hija de siete años. Eso no sonaba para nada bien, quién más diría, Ali era la
única persona a la que le importaba un poco.
—Gracias Maggy. ¿pero por qué te vas? ¿No cuidarás de Alison esta
tarde?—. Ella me miró como si hubiera perdido la cabeza.
—Esa situación con Alison hace unas noches atrás fue demasiado
impactante y tuve un episodio cardíaco leve. Lo siento Dr. Dave, pero ahora
tengo que pensar en mi salud. No podré seguir cuidando de Alison.
—Bien—. Respondí al mismo tiempo que mordí mi lengua. No podía
creer que me dijera semejante barbaridad la mujer que se dedicaba todo el día
a dormir en mi sofá, que dejaba a Alison sin supervisión y que le había
permitido comer chocolates, lo único a lo que mi pequeña hija era alérgica.

—Gracias por pasar y por favor cuídate.— Después de todo, aún era
médico y mis modales profesionales se ampliaron a todas las facetas de mi
vida. Vi salir a Maggy por la puerta principal de mi casa.
Había una niña arriba que me debía una explicación.
—Hola cariño.
—Hola papá—. Su incapacidad para mirarme a los ojos me dijo que
Maggy me había dicho la verdad.
—¿Sabes dónde está Bárbara?— Ella solo asintió con un movimiento
exagerado de su cabeza.
—¿Dónde?
—Es nuestro secreto y no puedo decírtelo.— Reconocí esa inclinación
desafiante de su cabeza porque era igual que Bárbara.
—Es cierto, pero si Bárbara está en problemas, tienes que decirme.
—Ella no está en problemas. Ella está bien, ella misma me lo dijo—. Con
sus brazos cruzados en un tono desafiante.
—¿Cuándo te lo dijo?
—Anoche antes de dormir. Me llamó para decirme que regresaría y que
no me preocupara.
Con esas palabras se esfumo toda la ira que tenía en mi interior. ¿Cómo
podría estar enojado con ella cuando era tan cuidadosa con el corazón de mi
hija? Incluso, más cuidadosa que su propia madre. Demonios, era más
cuidadosa de lo que yo había sido con el corazón de Bárbara.
—Fue muy amable de su parte—. Ella asintió de nuevo.
—Bárbara es muy amable. La quiero mucho.— Ella sonrió
maliciosamente y yo sabía que se avecinaban problemas.
—¿Amas a Bárbara papá?
—Me gusta Bárbara y me alegro de que ella sea buena contigo—. No
amaba a nadie más que a Alison y a mis padres. Todo rastro de amor hacia
una mujer se había esfumado cuando la madre de Alison había dejado
nuestras vidas para comenzar una nueva, juré que no me enamoraría de
nuevo, no volvería amar nunca más. Alison y el trabajo fueron mis
prioridades.
Con el cabello desordenado y la cara fruncida me dijo.
—¿Por qué no amas a Bárbara? ¿Es porque su mami la dejó también?
—¡Por supuesto no! Bárbara es una amiga, cariño, eso es todo .
—La besaste y la miras así—, hizo lo que solo podía suponer que eran
ojos de enamorados. Se veía tan ridícula que tuve que reír.
—¿Lo hago?— Ella asintió.
—Bueno, ella es muy bonita.— No estaba listo para admitir
más. Principalmente porque no había nada más que admitir, y cualquier otra
cosa solo elevaría las esperanzas de Ali injustamente.
—Podrías amarla si solo lo intentaras—. Ella me ama papá y ella cuida de
mí. Lloró en el hospital porque estaba asustada —. Suspiré y sabiamente
elegí permanecer en silencio. Alison se había vuelto muy apegada a Bárbara
y no podía permitir que eso sucediera solo para tener su corazón destrozado
por otro abandono.
BÁRBARA

Una semana en Los Ángeles había sido justo lo que necesitaba para
aclarar mi mente y restablecer mi cerebro. Todo el drama de llevar a Ali al
hospital me aterrorizaba y luego las cosas que Dave me había dicho, como si
hubiera estado sentada ansiosa por él. ¡Si claro doctorcito! Me sentí aliviada
al recibir la llamada del asistente de Jasmine en la mañana siguiente, y le dije
que nos reuniéramos lo antes posible.
El vuelo fue rápido ya que trabajé en mi nueva novela durante todo el
viaje, y pasé la mayor parte del primer día deambulando por las calles e
imaginando que estaba en casa. En el segundo día, pasé horas yendo de
edificio en edificio en busca de un agente que pudiera ayudarme.
Sabía que probablemente podría leer el contrato y entender lo suficiente
como para firmarlo sin preocupaciones, pero un agente me conseguiría el
mejor trato posible. Y se asegurarían de que no me jodieran cuando
finalmente firmará el contrato. Encontré un agente justo antes del mediodía, y
al día siguiente, Jason Smith me acompaño a firmar el contrato y negociar el
adelanto que obtendría.
El cheque adelantado que me convertiría en una escritora profesional
sería cobrado pronto y podría dejar mi trabajo en el estudio y escribir a
tiempo completo, mi sueño de pequeña estaba por hacerse realidad. Fue un
gran alivio. Pero ahora que estaba de regreso en mi ciudad, no podía alejarme
del hombre que tuvo un papel protagónico en mis sueños. Y mi segunda
novela.

***************************

Pasé el día desempacando y limpiando, convirtiendo la habitación de


invitados en una oficina para acomodarla a mi nueva profesión. No es que
alguna vez hubiera invitado a pasar la noche a mis amistades, pero era el
espacio perfecto dedicado para los libros que la editorial me estaba pagando
una buena cantidad de dinero por escribir.
—¡Bárbara!— Sonreí ante el sonido de mi niña favorita. Su pequeña
mano golpeó la puerta de atrás hasta que la abrí.
—Hey Ali, ¿cómo te va?
Ella arrojó su pequeño cuerpo contra el mío, envolviendo sus fuertes
brazos alrededor de mis piernas.
—Te extrañé, Bárbara. ¡Te fuiste por mucho tiempo!—. Ella me soltó y
entró, parloteando un millón de palabras por minuto.
—Papá estaba molesto de que tú también te hubieras ido—. Dudaba de
eso, pero fue amable de su parte decirlo.
—¿Qué has estado haciendo?— Le pregunté
—Estamos buscando niñeras, una vez más—, dijo, totalmente exasperada
levantando su labio en muestra de cansancio.
—Por Dios, cambias de niñeras como de ropa interior pequeña traviesa
—. Ella frunció el ceño ante mis palabras e hizo un sonido de náuseas.
—¿Dónde estabas?
—Estaba en Los Ángeles, fui por trabajo.— Sus ojos se iluminaron.
—¿Es por tu libro de chicas?— Asentí y ella se arrojó sobre mí de nuevo,
llena de chillidos emocionados y preguntas agudas.
—¿Lo están haciendo una película? ¿Puedo verlo? ¿Quién está en eso?
—No sé nada de eso amorcito, pero me pagaran por el para que la gente
pueda comprarlo en las tiendas.
—¡Genial, eres famosa!— Reí y agité mi cabeza.
—¿Tienes hambre?— Me detuve en la tienda de camino a casa y compré
cosas para hacer pizza.
—Sí. ¿Podemos hacer algo?
—¿Pizza? Tengo todas las cosas para hacerlo —. Ella saltó y corrió al
baño para lavarse las manos.
—¡Me encanta la Pizza! Podemos invitar a papá, ha estado en su
oficina todo el día —. Diablos no, lo que menos quería era recordar lo que me
hizo sentir hace días.
—Claro—, dije de todos modos porque no pude decirle que no a Alison.
—¡Sí!— Salió corriendo por la puerta gritando y saltando para llamar la
atención de su padre.
Necesitaba un momento para mí antes de encontrarme cara a cara con
Dave. No es que tuviera sentimientos persistentes por él, en realidad los tenia,
no muchos… claro, todavía estaba en mi cabeza y algunas veces pensé que
había dejado una parte de él en mi cuerpo. Algunas noches me despertaba
sudando, presa del pánico porque los sueños parecían tan reales. Juraría que
su cuerpo estaba envuelto alrededor del mío y su voz profunda me susurraba
al oído. Cuando me despertaba sola, me sentía decepcionada.
Me eché agua fría en la cara, le di unos golpes suaves y volví para
encontrar a mis dos invitados de pie en la cocina mirándome.
—Oye.
—Oye—, dijo Dave nervioso e incómodo.
—Finalmente has vuelto.
—Si. Así es. ¿Cómo estás?
—Bien—, sonrió. —¿Dónde estabas?
—Los Ángeles.— Dios, esto fue tan doloroso que no pude soportarlo.
—¿Por qué no van a ver la televisión mientras hago las cosas?— Dije, lo
único que quería era estar sola para poder despejar mi mente por unos
minutos
—No, quiero ayudar—, intervino Alison.
—Papá también ayudará. ¿Verdad, papi?—. Ella lo miró con ojos
demasiado maduros para su edad.

—Uh, claro hija.— Parecía nervioso y sentí una pequeña gota de


satisfacción al saber que él también estaba incómodo.
—Hija, ¿crees que podrías darnos a Bárbara y a mí un momento para
hablar?
Sus grandes ojos azules se movieron entre nosotros y su boca se dividió
en una sonrisa descarada.
—¡Bueno! ¿Puedo ver dibujos animados? — Me preguntó.
—Por supuesto, pero nada de videos musicales
Ella me interrumpió con un movimiento de sus ojos, —O demasiado para
adultos, lo sé.
Nos miramos el uno al otro durante un largo momento. Era torpe y
silencioso, y lo odiaba.
—Entonces, ¿de qué querías hablar?
Él mostró esa pequeña sonrisa sexy que hizo que mi corazón palpitara,
pero yo no respondí con ningún gesto amable. Se frotó la parte de atrás de la
cabeza con nerviosismo y se escapó una risa.
—Te debo una disculpa.
—No, no me debes nada—, lo interrumpí y comencé a cortar el
pepperoni.
—Y tampoco la quiero—. Había pensado mucho en ello en Los Ángeles,
y tenía derecho a preguntarse por qué lo había llamado tanto esa noche. Él era
idiota, pero así es como funcionan los hombres.
—¿Quieres ayudar o unirte a Alison en la sala de estar?
—Podría ayudarte—, dijo y dio varios pasos más cerca míos.
—Me gustaría ayudar—. Dijo Dave
—¿Lo harías?— Pregunté Él asintió y se acercó hasta que su cuerpo
estaba a escasos centímetros del mío.
—Sí. Puedo cortar mientras te doy las gracias que te debo. Sus manos se
dirigieron a mis caderas y me atrajeron más cerca.— Salvaste la vida de mi
hija Bárbara. Eso significa el mundo para mí.

—De nada y sabes que amo a Alison. Siempre la cuidaré. Ignorando el


golpeteo de mi corazón, intenté dar un paso atrás, pero él me abrazó con
fuerza.
—Dave…—. Intente hablar
—Te he extrañado.— Dijo adelantándose
Yo quería creer que lo que estaba escuchando era cierto. Lo deseaba, pero
no lo hice.
—No, no lo hiciste. Sientes gratitud por lo que hice, y piensas que
ofreciéndote a mí es la manera de agradecerme.— En ese momento me
hubiese encantado que lo dijera en serio, era lo que realmente quería, pero di
un gran paso atrás.
—Me dejaste muy claros tus sentimientos Dave y estoy de acuerdo con
eso. No me confundas .
—¿Crees que eso es lo que estoy haciendo?— Asentí y cerré mis ojos
contra el deseo oscuro que vi en su mirada. Su aliento avivó mi cara y se me
hizo cada vez más difícil respirar.
—Si, eso creo
—Bueno, no estoy tratando de confundirte—. Sé que fui un idiota contigo
esa noche, pero estaba exhausto y de mal humor. Sus labios aterrizaron justo
al lado de los míos, rozando la esquina y respiré hondo.
—Pero me di cuenta de que te extrañé.
—¿Lo hiciste?— Él asintió, con esa misma sonrisa sexy que hizo en mis
sueños y luego me besó.

***************************

—¡Papi, los libros de Bárbara se venderán en las tiendas!—. Alison


derramó accidentalmente los frijoles en la cena. Solo la adorable visión de su
rostro manchada de pesto me refrescó la ira.
—¿Oh sí? ¿Qué tipo de libros?
—Para chicas grandes—, respondió mi publicista de tamaño diminuto.
Su mirada se posó en la mía, llena de preguntas. Su boca se torció a un
lado de forma divertida, pero mi mirada se desvió hacia sus labios,
particularmente ese labio inferior que sabía cómo hacerme gemir.
—¿Para chicas grandes?—. Asentí lentamente.
—El primer libro fue parte de mi tesis y mi consejero quedó tan
impresionado que lo envió a una amiga de una editorial. Fui a Los Ángeles
para reunirme con ella y firmar el contrato.
—Felicidades. Eso es realmente genial Bárbara .
—Gracias—, me sonrojé y empujé algunos rizos detrás de mi oreja.
—¿Romance?— Asentí.
—Si, pero del genero erótico.
—Eso significa que creció, papá—, dijo Ali inocentemente.
—Lo sé, cariño—, se atragantó con el vino, pero sonrió.
—Pero gracias por avisarme.
Eran tan lindos juntos, y me di cuenta de lo fácil que sería para mí encajar
perfectamente. Pero no encajé, porque no eran mi familia. Eran mis vecinos y
algunas veces mi amigo. Necesitaba recordar eso.
—¿Quién quiere el postre?
—Yo—, Alison sonrió y aplaudió con entusiasmo.
—Lo siento, chicas pequeñas, deben ir a la cama. Mañana temprano
debemos ir a casa de tu nueva niñera, ¿recuerdas?— Con un suspiro de
resignación, ella asintió y puso su plato en el fregadero.
—Está bien, pero no entiendo por qué ella no puede venir a nuestra casa
—, refunfuñó Alison.
—Porque no es así como ella hace negocios en Alison. Vámonos.
Me dio un abrazo y salió corriendo de la casa.
—Buenas noches, Bárbara.
—¿Crees que me pueda ganar uno de esos abrazos también?
Su voz profunda fue como una caricia sobre mi cuerpo y sentí que me
estaba debilitando.
—No creo que sea una buena idea. Ya pasamos por un mal momento y
descubrí que no soy una chica de tipo sexo casual .
—Lo hiciste bien la última vez.
—Lo sé, pero eso fue antes. Esto es ahora.
—Entonces, ¿quieres que te lleve a una cita?—, Preguntó mientras sus
manos se deslizaban arriba y abajo de mis brazos desnudos.
—No. Has dejado perfectamente en claro que no quieres nada serio, y
está bien. De verdad no te preocupes por mí.
—Pero te quiero a ti, Bárbara.— Él rozó un beso en un extremo de mi
boca y luego en el otro.
—Desnuda y desnuda y completa para mí.— Me besó en la frente.
—Para que disfrutes—, susurró y besó suavemente mis párpados.
—Me encantas.— Sus labios aterrizaron en los míos con una ferocidad
que nunca había experimentado antes.
Me aferré a él mientras su boca hacía el amor con la mía, su lengua lamió
mis labios y dentro de mi boca de la misma manera que él me lamió mis
partes íntimas cuando estábamos juntos. Un gemido sonó en la habitación y
tardíamente me di cuenta de que era yo. Mierda. Al mismo tiempo que
retrocedía le puse una mano en el pecho.
—No podemos hacer esto.
—¿Por qué? Los dos parecíamos estar disfrutando .
—Sabes que lo disfruté, pero esto no puede suceder. No puedo dormir
contigo y ser una chica más, una informal, y tú lo sabes.— Lo último que
quería era que Dave pensara que lo estaba engañando. Incluso si así lo fuera.
—¿Qué tal si vengo mañana y te pregunto lo mismo, pero en una cita
real? Sin besos ni sexo hasta después de la fecha.— Lo hizo sonar muy
razonable.
—¿Crees que soy el tipo de chica que tiene sexo en la primera cita?—, Le
pregunté en broma mientras él se encogió de hombros.
—Un hombre siempre tendrá la esperanza de acostarse con una mujer
hermosa. Y como ya te he probado, lo deseo mucho más .
Sus palabras y susurros me golpearon y el deseo exploto entre nosotros.
—¿Deseas?— El asintió.
—Me levanto a veces por la noche con el sabor de ti en mi lengua—, se
acercó para que pudiera sentir todo su cuerpo.
—Tengo que tomarme la mano solo para volver a dormir Bárbara—.
¿Qué estaba diciendo? No podría darme cuenta si esto era parte de su juego
de seducción, o si era verdad cada una de sus palabras. La confusión llenó mi
mente, pero mi cuerpo lo llamó. Lo quería. Lo necesitaba
—¿Sí? ¿Qué me dices?— Asentí.
—Si, me gustaría.— Presionó su pene contra mi cadera para que pudiera
sentir lo fuerte que era y se me escapó un gemido.
—Aún falta mucho para nuestra primera cita, no sé si aguantaré— Dave
mostró esa sonrisa sexy que derretía pantys, presionó un beso en ese lugar, en
ese punto débil detrás de mi oreja que conocía a la perfección.
En ese momento sabía que tenía más problemas de los que podía soportar,
y no tenía ni idea de qué acaba de hacer hace unos segundos, pero por alguna
extraña razón me sentía feliz y tranquila, algo me lleno el cuerpo de vitalidad
y lo quería disfrutar.
DAVE

Bárbara no se parecía a ninguna mujer con la que hubiera salido alguna


vez, por lo que averiguar qué hacer para nuestra primera cita me dejó
perplejo. Ella no era la ejecutiva sofisticada que solía comer bien en
restaurantes de cinco estrellas, y lo más importante, no creía que ella esperará
ese tipo de cita. Bárbara era joven, viva y vibrante, así que opté por algo más
casual y esperaba con todas mis fuerzas que no se decepcionara.
Claro que no, con su aspecto tan sexy en un vestido de rayas verdes y
blancas que llegaba a la mitad del muslo para mostrar sus piernas bien
formadas y las líneas diminutas en la espalda que encendían mis sentidos más
salvajes. Los zapatos - ¡Dios, los zapatos! - eran el sueño de todo
hombre. Algún tipo de tacón de cuña que hacía que sus piernas parecieran
aún más largas y perfiladas, pero más importante aún, las onduladas cintas
blancas que giraban alrededor de su tobillo y pantorrilla, atadas con un lazo
en los tobillos. Estaba encendido y no podía actuar. Todavía.
—Este es un gran lugar, de seguro tuviste que utilizar todo tu Poder
Interior y pedirles a los planetas que se alinearan para que el lugar estuviera
vacío.— Ella se rió y se apartó sus rizos pelirrojos de la cara contra la suave
brisa. No pude evitar reír.
—¿Qué hay de mí, que dice tu Poder Interior? ¿Qué dirá sobre el famoso
y exitoso doctor que no puede mantener una niñera por más de una
semana? ¿O del padre que apenas puede controlar a su hija?
Ella se encogió de hombros y agitó una mano en mi dirección.
—Ya sabes, eres muy bueno ayudando a las mujeres a cumplir sus deseos
más profundos—. Bárbara me examinó con la cabeza inclinada hacia un lado
y una expresión soñadora en su rostro.
—Haré mi critica, pero quizás sea muy intimidante.
—¿Intimidante?— Pregunté, incrédulo.
Ella asintió y comenzó a desempacar la comida que habíamos comprado
en un puesto de barbacoa cercano, colocando cuidadosamente cada envase
sobre la manta que había entre nosotros.
—Por supuesto. Primero, eres un médico, lo que significa que eres súper
inteligente y decidido como un burro persiguiendo una zanahoria. Luego,
naciste rico, lo que significa que eres culto y tienes conexiones que las
personas normales ni siquiera podrían soñar con tener .
—Y …—, la alenté, disfrutando de su honesta evaluación.
—Y eres increíblemente hermoso, lo cual por sí solo es bastante
intimidante, pero cuando agregas los otros factores, es otro obstáculo.
—¿Un obstáculo? ¿Quieres decir que no es algo bueno?
—Para la mayoría de las mujeres lo sería, estoy segura. Pero todavía
estoy en la escuela, no tengo un trabajo estable que me mantenga
cómodamente y tenerte a ti como pretendiente es ser el hazme hablar de todas
las mujeres que te rodean a diario—, dijo finalmente, con un deje de
resignación en su voz.
—Pero te elegí a ti, eres tu quien estás aquí compartiendo conmigo y no
ellas.
—Me gustas. Me gusta verte, hablar contigo. Quiero estar contigo.
Disfrutar juntos. Dormir contigo.
Al oírla decir cómo se sentía, tan simplemente, me hizo algo. Sentí que el
calor que no quería identificar se extendió desde mi pecho al resto de mí.
—Esa definición me parece muy buena.
Su lengua rosa se asomó y corrió por sus labios, pero no pudo evitar la
sonrisa que le vino espontáneamente.
—Es. Y no lo es.— Un relámpago de tristeza apareció en su rostro, pero
rápidamente lo enmascaró con otra sonrisa y levantó una de las costillas en el
plato entre nosotros.
—Sabes, realmente no hay una forma sexy o educada de comer estas
cosas—. Su sonrisa cubierta de salsa barbacoa me golpeó en el corazón de
nuevo y me reí.
—No es la salsa o la falta de eso lo que tiene algo que ver con tu atractivo
Bárbara. Créeme.— Ella se inclinó hacia adelante.
—Ooh, ¿es esta tu noche Dave? Porque me gusta más Dave el coqueto
que el vecino enojón y gruñón.— Fruncí el ceño. ¿Fue así como ella me veía
todos los días, enojón y gruñón? Entonces recordé cómo nos conocimos, y
tenía que admitir que era un verdadero idiota.
—Me sorprende que no me hayas tirado la puerta por la cara después de
esa primera visita.
—¡Aja! No cantes victoria. La primera visita de Ali fue completamente
adorable y no pude negarme, aunque quisiera. Solo ella te salvo de un portazo
—. Me alegré de escuchar que sentía tanto por Alison. Pero yo quería saber
más.
—¿Y yo?
Tuve que sofocar un gemido por la forma en que lamió el exceso de salsa
de barbacoa de su dedo.
—Adorable no es la palabra que usaría para describirte.
—Ahora tienes que decirme la palabra que usarías.
Terminó de mordisquear sus costillas mientras una lenta melodía de blues
jazz comenzó a tocar en el escenario detrás de nosotros, una voz sensual que
cantaba sobre su amor perdido hace mucho tiempo.
—Intenso.— Dijo ella.
No sabía si eso era un cumplido o no. Pero hasta ahora, Bárbara no había
demostrado ser más que directa.
—Bueno.— Ella se rió y puso una mano en mi muslo.
—Es algo bueno. Eres intenso, sobre todo, cómo amas a Ali, tu
trabajo. Me hace sentir bien .

Y mal. Pensé en la forma en que la traté cuando llamó para avisarme que
Ali estaba en el hospital.
—Me gusta hacerte sentir bien—. Le dije a Bárbara
—Eres muy bueno en eso—, respondió con un escalofrío, como si
pensara lo mismo que yo en ese momento.
—Esas palabras que dices solo me dan ganas de escucharlas una y otra
vez. Más y más fuerte.— Bárbara se estremeció de nuevo ante mis palabras,
y pude admitir una profunda sensación de orgullo masculino por su respuesta.
—¿Ves? A eso me refiero con Intenso.
Otra canción de blues sexy comenzó y me levanté, sacudiendo pedazos de
hierba de mis pantalones cortos y tendiéndole una mano.
—Vamos a bailar.
Ella parpadeó sorprendida, sus grandes ojos verdes almendrados se
ensancharon con el deseo por el momento.
—Está bien—, respondió ella, su voz era espesa cuando la ayudé a
levantarse y la acerqué para que nuestros cuerpos estuvieran al ras, las manos
juntas contra mi pecho mientras comenzábamos a balancearnos con la
música.
—Por supuesto, también bailas.
—Mi padre siempre dijo que el hombre que puede bailar siempre
conseguirá a la chica.— La acerqué más y la coloqué sobre mi antebrazo,
usando la posición para rozar mis labios a lo largo de su cuello, la altura de su
garganta.
—Eso que estás haciendo es muy sexy. Y un poco romántico también.—
Ella estaba sin aliento.
—Ah, ¿sí?— La hice girar un poco, sintiendo una sensación de calma
mientras su risa me inundaba. ¿Cómo podría esta mujer hacerme sentir tan
bien? Tan asentado. Casi como en casa. Acercándola más, ella envolvió
ambos brazos alrededor de mi cuello y tiró de mí hacia abajo hasta que
nuestros labios colisionaron para un suave y romántico beso.
Su boca era dulce como el té de frambuesa que bebía y tan fuerte como la
salsa de barbacoa, y no podía tener suficiente de ella. Su lengua provocó la
mía, mordió mi labio inferior hasta que gruñí. Robando mi último suspiro,
ella chupó mi lengua y la sumergí, disfrutando el beso hasta que la devoré
tanto que tembló debajo de mí. Cuando me aparté ella me dio una sonrisa
coqueta.
—Demonios sí, que rico se siente eso.
—Lástima que esta es solo nuestra primera cita.
—Sí—, suspiró.
—Más incentivo por una segunda cita—. Maldición, amo a esta chica. El
pensamiento surgió de la nada e intente eliminarlo de mi mente en ese preciso
momento, no lo quería volver pensar.

***************************

Juro que el universo estaba conspirando en contra mía para evitar de


alguna forma que vez le hiciera el amor a Bárbara. Días después de la mejor
cita en la que había estado, tuvimos nuestra segunda cita en un romántico
restaurante italiano, con abundantes cantidades de vino tinto para ya que a
Bárbara le encantaba. Coqueteamos y nuestra conversación estaba llena de
insinuaciones sexuales mientras su pie ocasionalmente rozaba mis muslos
pasando a llevar a mi pene. Los dos estábamos lubrificados y listos para
cuando salimos del restaurante. En el auto, mi mano se deslizó por su muslo,
cada vez más caliente, y luego tuve dos dedos enterrados profundamente
dentro de su palpitante y húmeda vagina. Había estado al borde de lo que yo
había planeado como el orgasmo número uno cuando me llegó la llamada
porque una de mis pacientes había comenzado el parto ocho semanas antes.
Como el caballero que era, le di ese orgasmo antes de dejarla en casa y
dirigirme a toda velocidad al hospital.
No había planes para una tercera cita hoy, pero era temprano en la noche
mientras manejaba a casa desde el hospital. Se suponía que sería un día corto
debido a mi tiempo filmando el segmento médico, pero una de mis pacientes
problemáticas había insistido en que me llamaran para tratar lo que ella
insistió que era un parto prematuro. Resultó ser nada más que gases, si
malditos gases. Pero ahora finalmente estaba en casa y ansioso por ver a las
mujeres de mi vida.
Fruncí el ceño cuando entré en mi oscura y silenciosa casa. La nueva
niñera no estaba a la vista y tampoco Alison, así que salí para llamar a la
puerta de Bárbara. Sin respuesta. Corriendo a través de la casa, me detuve en
el último escalón del patio trasero mientras veía lo que tenía delante. Mi niña
pequeña chapoteando alegremente en una piscina inflable mientras vestía un
traje de baño color púrpura que nunca había visto, y Bárbara tumbada en un
sillón cubierto de toallas con el bikini naranja más pequeño que jamás haya
visto. Un sombrero de ala ancha protegía su rostro y hombros, pero no podía
apartar los ojos de las largas y suaves piernas, los pechos redondos se
derramaban sobre la parte superior con pezones bellamente duros a toda
vista. Joder ella era impresionante.
—¡Papi! ¡Mira lo que Bárbara consiguió para mí! —Alison se cayó varias
veces en la pequeña piscina en su prisa por salir, antes de finalmente
encontrar la oportunidad de salir a la hierba y dispararse contra mí a toda
velocidad.
—¡Tengo una piscina!
—Eso veo linda. ¿Espero que le hayas agradecido a Bárbara como
corresponde? — Si no, lo haría yo mismo. Luego y, en otros términos.
—Dije gracias, le di tres abrazos y siete besos.
—¿Siete besos?— Ella asintió exageradamente y envolvió su húmedo
cuerpo a mi alrededor.
—¿Crees que tienes uno más para mí?
Después de dar un húmedo beso en mi mejilla, ella se soltó de mis brazos
y corrió hacia atrás para chapotear nuevamente en la piscina. Verla tan feliz y
llena de vida calentó mi corazón y sabía que le debía mucho a la mujer en la
que no podía dejar de pensar.
Me acerqué a Bárbara, lo suficientemente cerca como para que mi cuerpo
proyectara una sombra sobre la suya, obligándola a mirar hacia arriba.
—Ese bikini debería ser ilegal—, gruñí.
Sus labios se curvaron en una sonrisa coqueta.
—¿Le gustaría que me lo quite, Dr. Dave?— Joder, ¿por qué tenía que
decirlo así, con su voz tan sexy?
—¿Si digo que sí …?
—Encontraré la manera, no se preocupe.
Maldición y sabía que ella lo haría. Esa mujer era insaciable y me sentí
más que un poco responsable como su primer y único amante.
—¿Dónde está la niñera?— Ella se encogió de hombros.
—Algo sobre las entradas para conciertos de ese grupo Pop de moda.
—¡Maldición! ¿Cómo es posible que una persona tenga tanta mala suerte
con las niñeras?— Necesitaba encontrar una solución permanente para el
cuidado de mi pequeña hija porque, aunque el verano estaba llegando a su fin
y con ello las vacaciones, Alison aún necesitaría cuidado a tiempo parcial
cuando yo estuviera en el hospital.
—Es bueno que tengas tanta suerte con los vecinos.
—Al menos una maldita cosa que me salga bien—. Si ella no hubiera
estado aquí, ¿la niñera hubiera dejado Alison sola nuevamente? Ni siquiera
podía soportar pensar en ello.
—¿Cómo te podré pagar todo lo que haces por nosotros?
—Estoy segura de que puedo pensar en algo—. Levantó su sombrero para
mirar a Alison.
—¿Pequeña sirenita, lista para comer?
—¡Sip!— Saltó de la piscina, mucho más suave esta vez, y envolvió una
toalla alrededor de sí misma, deteniéndose frente a Bárbara para acomodarla
adecuadamente.
—¡Tengo que hacer la ensalada!— Comenzó a correr hacia la casa
cuando Bárbara la llamó.
—No olvides secarte para que no te resbales—. Dijo Bárbara
—‘Siiii!’ Respondió Alison
—¿Es seguro que ella prepare la ensalada?— Sabía que podía confiar en
Alison, pero no pude evitar preocuparme.
—Todo está fríamente calculado, deje cortados los vegetales en pequeños
trozos. Todo lo que tiene que hacer es mezclarlo todo.— Sonreí y la levanté
de la hamaca.
—¿Entonces ella siente que lo hizo todo?
—Muy bien, doctor.— Ella pasó junto a mí asegurándose de frotar su
cuerpo contra el mío.
—Deberías cambiarte, recuerda que nosotros comeremos afuera esta
noche, tenemos una cita—. Dijo Bárbara
Nosotros. Había pasado mucho tiempo desde que había un yo más allá de
Alison y yo, pero la palabra salió de su boca tan naturalmente.
—¿Necesitas que haga algo?—. Ella giró en la parte superior de la
escalera.
—Estás a cargo de la carne.
Gruñí y ajusté mi pene en mis pantalones por la forma en que se lamió los
labios antes de desaparecer del patio. Me quede pensando en el patio por
demasiado tiempo si debía irme a casa a cambiarme ropa o me escabulliría
dentro de la casa de Bárbara para devorarla rápidamente.
Mis pies comenzaron a moverse y me deslicé a través de la puerta y del
pasillo, deteniéndome en la entrada para ver a Bárbara, desnuda, bronceada y
exuberante.
—El momento perfecto.
Se giró y sonrió, con las manos en las caderas y cerró la distancia entre
nosotros.
—¿Por?
—Esto—, le dije y pasé los siguientes minutos lamiendo y besando cada
centímetro de su delicioso cuerpo. Ella gimoteó y gimió mi nombre, los
sonidos más sexys que había escuchado últimamente se concentraron
directamente en mi pene erecto, pero retrocedí antes de que estuviéramos
demasiado calientes como para detenernos.
—Vamos a dejar esto pendiente para más tarde.
—Más tarde—, murmuró, dejándome con la imagen de su mano jugando
con su vagina mojada mientras me alejaba.
BÁRBARA

Dejé el estudio sintiéndome más ligera y más libre que en mucho tiempo.
Acababa de hacer mi último turno en el estudio porque mi gran cheque lo
había cobrado por adelantado. Lo que significaba que podía concentrar toda
mi energía en escribir. Me sentí increíble, pero también un poco
decepcionada ya que me había pasado los últimos años trabajando duro para
terminar mis estudios, y sentía que estaba renunciando al buscar un interés
secundario. Puede ser para siempre, y puede que no, y eventualmente estaría
bien con eso.
Ayer, el Dr. Higgins y el comité me informaron que oficialmente tenía
dos títulos y que mi carrera universitaria estaba
completa. Sí, debería sentirme muy bien. Decidí elogiarme yo misma
visitando mi pizzeria favorita. A la chica que atendía le pedí una pizza, un
sándwich de albóndigas, ensalada y cerveza lo cual disfrutaría acompañada
de música de los noventa. Estaba a mitad de mi canción favorita cuando vi a
una pequeña pero intrépida espía.
—¡Oh! Tú! Pequeña niñita me asustaste .
—Lo siento,— dijo ella más divertida que pidiendo disculpas.
—¿Por qué estás bailando?— Preguntó la pequeña Alison
—Porque cariño—, la agarré de la mano y la puse a bailar conmigo,
—¡Ahora soy una escritora profesional y pasé todas mis clases, así que
tengo mis títulos!—. Estaba más emocionada que Ali, pero me mostró una
gran sonrisa, sostuvo mi rostro en sus pequeñas manos y me dio un caluroso
y tierno beso en ambas mejillas.
—Buen trabajo, Bárbara.
—Gracias, pequeña—. Aunque solo tenía una niña de siete años para
compartir mis noticias, todavía me sentía estrepitosamente feliz.
—¡Bailemos!— Mi corazón se llenó de amor por la forma en que saltó y
sacudió su pequeño cuerpo junto a mí, sonriendo y moviéndose como si
sintiera las letras de las canciones recorrer su cuerpo. Tres canciones después
me hacían sentir sin aliento, pero no quería parar. Ali todavía estaba llena de
energía, lo que me hizo sentir aún más vieja.
Entonces lo sentí. Sentí un cosquilleo en la nuca, todo mi cuerpo zumbó
cuando me giré y encontré a Dave mirándonos con una sonrisa tonta en la
cara.
—Nos estabas mirando a escondidas!!!.
—Están bailando.
—¡Vamos a tener una fiesta de baile, papá!—. Ali todavía se movía como
si esta fiesta de baile fuera lo que más le gustaba.
—¿Si? ¿Qué celebran señoritas?
—Muchas cosas en realidad—. Era tan hábil que mis noticias parecían
pequeñas en comparación a su forma de expresarse, pero yo todavía estaba
orgullosa de mí misma, así que lo compartí todo con él.
—Así que seguiremos bailando, al menos hasta que llegue la comida que
encargué.
—Wow, eso es genial Bárbara. Yo soy … — Sus palabras fueron
interrumpidas por el timbre de la puerta y el tipo de la pizzería llego con la
comida de celebración. Dave pagó porque siempre acostumbraba hacerlo y
yo lo deje mientras la casa se impregnaba del delicioso aroma grasoso de la
comida.
—Es hora de lavarse las manos Ali.— Sin decir una palabra, ella se fue
corriendo por el pasillo.
—¡Oh!— Dave me tomó en sus brazos y al instante mi cuerpo se ablandó
contra el de él, amando la forma en que se sentía su cuerpo envuelto
alrededor del mío.
—Estoy feliz por ti Bárbara. Demonios, cada día me sorprendes más.
Ahí fue cuando supe. Todos los golpes en mi pecho, la sequedad llenando
mi boca y las lágrimas picando en la parte posterior de mis ojos. Sus palabras
me conmovieron de una manera que no se justificaban si pensamos que solo
estábamos saliendo casualmente. Si, dormíamos y teníamos sexo como
muchas parejas enviarían, lo sé, pero no podía decirle como me sentía, no
sabía qué pensaría Dave.
—Gracias Dave.— Sus labios se posaron en los míos, tiernos al principio,
pero rápidamente se tornaron hambrientos e intensos. Caliente, cuando su
lengua se introdujo en mi boca, haciéndome delirar con cuanto lo quería
dentro de mi nuevamente.
Cuánto lo amaba.
—¡Ewww! ¡Se están besando! ¡Guacala!—. Ali comenzó a hacer ruidos
de arcadas hasta que nos separamos, aturdidos por la rapidez con que el beso
había encendido nuestros cuerpos.
—No dirás eso cuando seas mayor—, bromeé cuando Ali arrugó la nariz
con disgusto. Dave recogió platos y servilletas mientras yo traía las bebidas,
jugos para Ali y cerveza para mí y Dave.
—Han pasado años desde que comí esto—, gemí y tomé un gran trozo de
pizza.
—Esta tan buena, todo este queso…— Dije
—Mmm, podríamos comer esto todos los días—, Dijo Ali y todos
estallamos de la risa al mismo tiempo.
Comimos en silencio durante unos minutos y miré a Dave, a su hija y me
pregunté cómo diablos había encontrado una familia tan maravillosa. De
acuerdo, no era la mía, pero por ahora parecía y eso tendría que ser
suficiente. Por ahora.
—Entonces, ¿qué vas a hacer ahora, pasar los días escribiendo?
—Ese es el plan. El primer libro saldrá en el otoño y estoy avanzando a
un buen ritmo con el segundo libro.
—¡Podemos pasar más tiempo juntas! ¡Yay!—. Ali se retorció en su silla,
perdiendo una rebanada de pepperoni que cayó al piso por su evidente
emoción. Rápidamente su expresión se volvió pensativa.
—Bárbara, ¿puedo hacerte una pregunta?
—Claro, cariño.
—¿Están tú y papá enamorados?
Dave se atragantó con un gran bocado de pizza hasta que le lloraron los
ojos. No era exactamente la respuesta que estaba buscando, pero era lo que
esperaba. Los grandes ojos de la niña me miraron, esperando
impacientemente una respuesta. No quería mentirle a ella ni a él, pero no
estaba totalmente preparado para decirle a Dave lo que mis sentimientos
dictaban.
—Amo a tu papá cariño y te amo a ti también—. Ella se deslizó de la silla
y se arrojó en mis brazos, apretándome fuerte.
—Yo también te amo, Bárbara. eres mi favorita.
Mis ojos ya no podían aguantar las lágrimas al escuchar las palabras más
sinceras que una niña podía decir. Había pasado tanto tiempo desde que
alguien me lo dijo, si alguna vez lo dijeron. Ni si quiera podía decir que tenía
el recuerdo de mi madre diciéndome que me amaba.
—Tú también, cariño, eres mi pequeña favorita—. Le di un rápido vistazo
a su padre y su mirada horrorizada me dijo todo lo que necesitaba saber.
Esta noche probablemente sería nuestra última noche juntos. Planeé
aprovecharla al máximo.

***************************

—Finalmente no pudo aguantar más del sueño y me pidió que la fuera a


acostar—. Dave se unió a mí en su habitación, que era una copia idéntica de
la mía, excepto que la alfombra de color café oscuro decoraba el piso en lugar
de la alfombra roja que decoraba el mío.
Ahora mi mente estaba clara. Mi corazón ya un poco más despejado, pero
mi cuerpo estaba listo. Que más podía pasar.
Lo miré fijamente a los ojos y en ese momento Dave soltó un suspiro, y
supe que se estaba preparando para lo grande, así que ofrecí una pequeña
distracción quitando mi delgada camiseta blanca y dejándola caer a el piso,
junto con mi sujetador.
—Bárbara.— La forma en que dijo mi nombre en un gemido
estrangulado fue exactamente lo que quería escuchar.
Luego fue el botón de mis pantalones cortos antes de bajar la cremallera.
—No quiero hablar de eso, Dave. Sé que no me amas y no espero que lo
hagas, pero dame esta noche. Por favor.— Me paré frente a él completamente
desnuda, totalmente expuesta y esperando que él aceptara o rechazara mi
oferta.
—Bárbara—, dijo, su voz torturada, justo antes de que su boca chocara
contra la mía, me aferré a él en una necesidad desesperada saborear su
boca. Sus manos comenzaron un lento viaje desde mi pelo hasta mi cuello,
deslizándose ágilmente por mi espalda para apretar mi trasero, enviando una
sensación de fuego que explotaba directamente en mi vagina.
Caí bajo el hechizo de su beso, como una droga, me arrastró y me
mantuvo bajo su mando. La embestida del beso provocó una necesidad, una
especie de inquietud en mí que no pude controlar mientras mis manos se
dirigían a su cuerpo y le arrancaba frenéticamente la camisa, los pantalones,
besando sus ardientes y tonificados pectorales. Si esta noche iba a ser la
última, lo quería todo. Un gemido se escuchó cuando mi lengua se hundió
dentro de su ombligo y me di cuenta de que era yo quien estaba gimiendo, su
olor masculino recorrió todo mi cerebro, alimentando mi necesidad de tenerlo
todo.
—Bárbara—, gimió cuando lo bese frenéticamente mientras tome su
mano y la puse en mi cabello para que tirará de él. El dolor me picaba los
ojos, pero la sensación y el sabor de él en mi lengua era diferente, intenso y
cálido, eso era algo único en Dave. En el momento en que sus caderas
comenzaron a moverse, mi cuerpo se tensó y se llenó de excitación. Sabía
que, si deslizaba mis dedos entre mis propios muslos, estarían húmedos y
pegajosos.

Gemí a lo largo de su cuerpo, llevándolo lo más profundo que pude hasta


que él soltó un gruñido y sus caderas comenzaron a moverse más rápido,
penetrando dentro y fuera de mi boca mientras sus manos me acunaban la
cara. Debería haber sentido algo más que emoción, pero todo mi cuerpo se
sacudió y vibro con una ardiente excitación. Hacerlo gemir y maldecirlo me
excitó. Era un gran momento. Dijo mi nombre una y otra vez, pero quedo
hipnotizado cuando comencé a lamer desde sus grandes testículos hasta la
punta de su pene.
—¡Bárbara, suficiente!— Tiró de mi pelo hasta que me puse de pie y sus
labios chocaron con los míos otra vez, girando para que cayéramos sobre su
gran cama de seda y su cuerpo amortiguando el mío.
—Me iré en tu boca más tarde, ahora necesito sentir mi pene dentro de ti.
Me estremecí ante sus palabras pronunciadas con dureza, gritando cuando
su boca se envolvió alrededor de mi pezón y lo chupó. Lo chupó y mordió
con tanta pasión que sentí que mi cuerpo se preparaba para un orgasmo
inminente.
—Dave, por favor …
Ignoró mis súplicas, transfiriendo su atención a mi otro seno y comenzó
nuevamente a besar y lamer mi pezón haciendo de mi cuerpo su
propiedad. El hombre estaba en una misión para complacerme y yo estaba
disfrutándolo, pero necesitaba algo más que su lengua perversa, más que sus
talentosos dedos.
—Estás tan mojada Bárbara.
—Te necesito Dave, dentro de mí, por favor.— Estaba completamente
fuera de mí, incapaz de ocultar cuán caliente me sentía.
Demonios, lo necesitaba y los dos lo sabíamos.
—Me encanta oírte suplicar.— Destelló una sonrisa que me derritió el
corazón y tuve que cerrar los ojos ante los sentimientos que esa sonrisa
producía.
Los mantuve cerrados, incapaces de atreverme a mirar profundamente
esos ojos azules mientras su pene se hundía lenta y profundamente,
invadiendo mi cuerpo con excelente precisión. Luego comenzó a moverse,
metiendo y sacando su pene en mí vagina completamente húmeda y ardiente
como si estuviera en una cirugía que no podía ser interrumpida. Se sentía
demasiado bien, cerré los ojos con fuerza en un esfuerzo por excluir esas
emociones. Solo quería sentir como me hacía el amor y como hacia disfrutar
a mi cuerpo por completo. Se sentía como si estuviera caminando sobre las
nubes.
—Dave—, gemí como si fuera la única palabra que sabía.
—Bárbara, sí. ¡Mierda, sí!— Sus caderas se movieron más y más rápido,
hundiéndose tan profundo que me imaginé, solo por un segundo, que nos
habíamos convertido en uno.
No tuve más tiempo para pensar en nada más, mi cabeza y mente
simplemente no existían hasta que mi orgasmo salió disparado de mí,
enviándome a la atmósfera mientras Dave golpeaba más fuerte y más rápido
hasta que su propio orgasmo explotó en un rugido. No pude evitar gritar en
ese último empujón que me arrancó unos cuantos escalofríos más.
—¡Oh Dios!
—Bárbara, Bárbara, Bárbara,— gruñó mientras su cuerpo seguía
temblando y vibrando antes de colapsar sobre mí.
—¿Qué sucede?— Parecía tan angustiado, acariciando mi rostro
amorosamente mientras rozaba besos suaves contra mis labios.
—Nada—, le dije mientras las lágrimas corrían por mi rostro. No fueron
lágrimas tristes, aunque ese momento se sintió agridulce. Las lágrimas fueron
de emoción por la intensidad de nuestro amor, porque, aunque Dave nunca lo
admitiría, eso es lo que acaba de suceder.
—Solo fue eso… intenso.
Él sonrió, sin parecer completamente convencido, pero lucia
perfectamente feliz de terminar esa noche con un toque romántico y emotivo,
todo eso mientras alejaba su cuerpo del mío, dejándome desconsolada
instantáneamente.
—Realmente lo fue, muy intenso— Él me dio un beso en la boca y
desapareció en el baño, hasta un par de minutos después cuando escuché que
sonaba la ducha.

Estaba feliz por el alivio de las abrumadoras emociones que me


inundaban esta noche y me quedé dormida antes de que él incluso volviera a
la cama.
Cuando me desperté, el sol atravesó las cortinas y me llego de lleno en la
cara. La casa estaba en silencio, de hecho, los únicos sonidos eran los pájaros
que estaban afuera dándonos un concierto. Me senté, preguntándome si Dave
se había ido en algún momento de la noche, solo para mirar a un costado de
la habitación y encontrarme con su mirada enojada.
—Estos dejo el cartero hace un momento—, sostuvo dos copias de mi
primer libro. Jasmine dijo que llegarían pronto y sentí una sonrisa que se
escapaba de mis labios, pero su ceño fruncido me detuvo.
—¿Hay algo que quieras decirme?— Parpadeé en un esfuerzo por enfocar
mis ojos y mi cerebro en él para descubrir qué era lo que lo había cambiado
su actitud.
—¿De qué estás hablando?— Desde el borde de la cama, acercó una de
las copias para que yo pudiera verla, pero, ¿qué se suponía que debía mirar?
—¿Ahora ves? ¿Bárbara te das cuenta que el tipo de esta novela se parece
a mí? ¿Cómo pudiste?
—¿Cómo podría que Dave?— La cólera y la frustración se instalaron en
mi tono por su ira sin sentido.
—¡Este tipo soy yo! Soy un doctor, Bárbara, un padre. No puedo tener mi
imagen en unas novelas eróticas…— Dijo Dave cuando lo interrumpí
—¿Qué demonios…? Dime Dave, por alguna maldita vez dime lo que
piensas—. Suspiró con impaciencia y se pasó una mano por la cara en
muestra de frustración.
—No quise levantarte la voz, pero no puedo permitir que la gente asocie
esto—, sostuvo mi copia de libro con tanto desprecio,
—conmigo. Termino de decirlo, en un tono de voz bajo.
Esto debería hacerlo más fácil, me decía y repetía constantemente a mí
misma en mi mente. Su desprecio y su enojo deberían hacer que fuera más
fácil decir adiós, pero eso solo agravó mi dolor porque sabía lo que Dave
estaba haciendo. Tomar motivos y escusas para encontrar una razón legítima
para terminar las cosas entre nosotros porque cometí el grave e imperdonable
error de enamoré de él. Bueno, siempre supe que no sería fácil con él,
maldición.
—Solo se honesto Dave. No estás tan molesto por la imagen de la
portada. Yo no tuve nada que ver con eso. Estás enloquecido porque estoy
enamorada de ti, y ahora estás buscando una manera de terminar esto.— Me
deslicé de la cama, completamente desnuda y sin vergüenza ya que no podría
estar más vulnerable o expuesta.
—Entendí el mensaje, alto y claro. Siéntase libre de irse cuando lo desee
señor.— Di unos pasos para encerrarme en el baño, cerrando la puerta
mientras llenaba la tina con jabón.
No tenía sentido contener mis lágrimas, porque si Dave no se había ido
todavía de mi habitación, merecía escucharlas. Estas lágrimas le pertenecían a
él.
DAVE

—Oye Bárbara, yo quer..,

—¡Ali, tu padre está aquí para recogerte!— Bárbara me interrumpió para


llamar a mi hija, sin siquiera darme la oportunidad de despedirme. Ella se
alejó dejando la puerta abierta un poco y recibí el mensaje claro y preciso.
No entrar.
No debería sorprenderme, ya que así han sido las cosas entre nosotros
últimamente. Ella nunca fue grosera o mala, simplemente fue fría. Ella no
actuó como una amante despechada, sino que actuó como si yo no
existiera. La única idea que tenía sobre cómo ella se sentía era la tristeza
reflejada en sus ojos. Pude vislumbrarla cuándo recogía a Alison cada
noche. Increíblemente ella se había ofrecido a cuidarla hasta que comenzara
la escuela en unas pocas semanas.
—Hola cariño, ¿cómo estás?
—Estoy bien, papá—. Envolvió sus brazos y piernas a mi alrededor y se
giró hacia Bárbara.
—Adiós Bárbara, ¡nos vemos luego!
—Buenas noches, pequeña—. Sus palabras apenas fueron un susurro y
ella cerró la puerta sin decirme nada.
—Papá, creo que Bárbara está triste—. Las palabras de mi hija me
tomaron por sorpresa y mis manos se congelaron.
—¿Te dijo ella que estaba triste?— Ella negó con la cabeza mientras sus
trenzas rebotaban de un lado a otro.
—No, pero me puedo dar cuenta. Su sonrisa es triste y también lo son sus
ojos —. dijo Alison

Sí, me di cuenta también, pero realmente no era mi responsabilidad decir


o hacer algo al respecto. Yo era, al menos en parte, la razón de su tristeza y,
por mucho que quisiera hacerlo mejor, no creía que podría hacerlo. Si ella
realmente estuviera enamorada de mí, entonces tendría ciertas expectativas
que yo como hombre no podría cumplir. Ella de seguro querría más tiempo
del que yo tenía para dar, romance, matrimonio y tal vez incluso hijos. Tenía
un trabajo agotador y una hija traviesa de la que preocuparme y agregar a una
mujer a todas esas responsabilidades simplemente no estaba en mi lista de
prioridades.
—¡Papi, tenemos que hacer algo!
—No Alison, nosotros no. Si Bárbara quiere hablar de eso, lo hará.
—¡Esto es tu culpa, papá, lo sé!— Se cruzó de brazos y se alejó de mí
enojada.
—Buenas noches.
Le di un beso en su frente y silenciosamente salí de la habitación. No
había nada que pudiera hacer para apaciguar a las mujeres más importantes
de mi vida, así que agarré dos cervezas y decidí sentarme bajo el cielo
nocturno del patio para intentar despejar un poco mi cabeza. Sonreí mientras
daba un paso en el porche y encontré a Bárbara allí en pantalones de yoga,
con una gran manta cubriendo su espalda y audífonos que la desconectaban
del mundo exterior.
—Oye.
No dijo nada y pensé que me ignoraría hasta que oyera el sonido metálico
de mis latas de cerveza cerca de sus oídos. Era la oportunidad perfecta para
conversar, para ver cómo del susto su cabeza daba un giro inesperado
mientras sus dedos volaban de su laptop. Estaba tan metida en su trabajo que
ni siquiera se dio cuenta de que estaba allí, mirándola.
Después de un rato, cuando abrí la segunda cerveza, ella se sacó sus
auriculares y estiró su cuello.
—Oye—, dije de nuevo.

Ella se congeló y se giró hacia mí, con la mirada perdida por lo que pude
ver. Solo estábamos nosotros dos, la luna y las estrellas
—Oye—. Dije nuevamente y cerró rápidamente la computadora portátil,
la recogió junto con una botella de agua y supe que estaba escapando.
—¡Espera! Por favor.
—¿Qué quieres Dave?
—¿Podemos hablar?— No tenía idea lo que estaba diciendo, pero no
podía dejarla ir sin al menos tratar de hacer las cosas mejor entre nosotros
dos.
—No tenemos nada de qué hablar.
—Lo siento.
—No lo sientes. No puedes ponerte en mi lugar y sentir lo que yo estoy
sintiendo —. Mi corazón se paralizo ante el énfasis que puso en sus palabras,
pero lo ignoré.
—No significa que no lo siento.
—Bueno, no quiero ni necesito que lo lamentes, Dave. Buenas noches.—
Esta vez ella entró y cerró de golpe la puerta detrás de ella, una clara señal de
que no debía molestarla de nuevo.

***************************

Cometí un gran error. Uno gigante y me tomó dos semanas darme


cuenta. La vida sin Bárbara fue terrible. Lenta y aburrida. Incluso Alison
había estado haciendo pucheros y lloriqueando que Bárbara pasó por fuera de
casa ignorándonos en vez de estar con nosotros compartiendo y me echó la
culpa en mi cara. Mi pequeña hija tenía toda la razón, nuevamente.

Perdí algo realmente bueno porque tenía miedo. Atemorizado de


enamorarme otra vez, solo para dejar a una mujer dulce, amable y generosa
como culpable. Desde el primer día, ella había hecho todo para ayudar a
Alison a pesar de mi brusca bienvenida y siempre estaba allí cuando mi hija
la necesitaba, en ese poco tiempo ya había hecho más que su propia madre
que nos había abandonado. Y yo era un verdadero y completo idiota para ella.
No tenía excusa más allá del miedo y la cobardía, y ella lo sabía. Sus
últimas palabras me perseguían todos los días cuando me despertaba por las
mañanas, por la noche mientras trataba de dormir y cada maldito minuto de
mi día. Ella tenía razón, la portada de su libro me había dado la excusa que
necesitaba después de su declaración de amor para terminarla y alejarme. En
el proceso la lastimé y le hice pensar que no admiraba su trabajo. Un
verdadero infierno para mi pobre Bárbara.
A diferencia de Tracy, Bárbara fue una gran trabajadora, siempre con la
determinación de tener éxito en todo lo que hacía. Se hizo tiempo para Alison
sin quejarse y se me había entregado completamente en cuerpo y alma que
me hizo sentir humilde.
—Papi, ¿me estás escuchando?— La voz de Alison estaba llena de
irritación por tener que repetir sus palabras.
—Lo siento, cariño, estaba pensando en un tema del trabajo—. Suspiró
con toda la angustia de una adolescente.
—Solo di que lo sientes. Bárbara te perdonará, ella te ama —. Y así, sentí
que la confianza volvía y se hacía parte de mí.
—Tienes toda la razón, amor. Debes ser una especie de genio —. Sus
ojos rodaron hacia el cielo.
—Papi.— No pude evitar reírme de su tono ofendido.
—Es verdad. Tienes razón, ella me perdonará. Solo tengo que hacer que
ella quiera perdonarme—. Por primera vez en días, Alison me miró y sonrió
como solía hacerlo antes de decepcionarla. Incluso yo mismo esboce una
pequeña sonrisa de esperanza.

—Quiero que Bárbara sea mi nueva mamá—. Dijo la pequeña genio.


Por supuesto que era un completo idiota. ¿Cómo podría ver su forma de
actuar y no darme cuenta exactamente de lo que estaba sucediendo? No tengo
idea, excepto que Bárbara me había hechizado por completo. Ella era todo lo
que podía ver.
—No estoy seguro si todavía estamos a tiempo Alison, pero haré lo
mejor.
—Sé que lo harás, papá—. Me alegré de ver que alguien aún tenía fe en
mí.
—Gracias mi dulce pequeña.
BÁRBARA

Resulta que la angustia es un buen motivador. Me despertaba todas las


mañanas a las diez y al mediodía había desayunado, trabajado en que tareas
del hogar y me había duchado para poder empezar a escribir. Podía
escribir páginas y páginas de mi novela durante horas ininterrumpidas,
escribía hasta que me dolieran las muñecas y la espalda. Me tomaba un
descanso para almorzar o hacer tareas varias, o de lo contrario pasaba mis
últimos días de verano escondida en oficina improvisada convirtiendo mis
notas en una novela. Desde mi punto de vista era muy productivo.
Ayudó a verter mis sentimientos en la tumultuosa historia de amor de otra
persona que tuvo un final muy diferente al mío. Me gustó poder recrear mi
propio romance condenado con Dave y reescribir el final, dándole a Luisa y
Patrick un final feliz, mirando el atardecer románticamente. Al menos lo
haría una vez que superaran un último obstáculo. Y podría hacerlo si mi
teléfono dejara de zumbar en el mostrador. Retrocediendo, me dirigí a la
cocina y tomé bruscamente el teléfono del mostrador.
—¿Hola?
—¡Hey Bárbara donde has estado, he estado tratando de llamarte todo el
día!— Las palabras apresuradas y sin aliento de Jasmine enviaron un
escalofrío de inquietud por mi espina dorsal.
—Estaba escribiendo, ¿qué pasa? ¿Paso algo malo? Oh, por favor, no me
digas que algo anda mal.— Me apoyé en un taburete, sujetándome del
mostrador con fuerza mientras esperaba que algo más saliera mal en mi vida.
—Dime.— Jasmine hizo un chasquido.
—¡Oh, qué trágica estas! ¡Tú última novela -Las lunas de miel Luisa y
Patrick- es fantástica! ¡Las ultimas copias que enviaste han recibido
excelentes críticas, los pedidos anticipados están por las nubes y están
hablando de programar una gira para firmar libros!

No podía creerlo. Seguramente me había caído, golpeado la cabeza y todo


esto era nada más que un sueño de mal gusto, ¿no?
—¿Estás segura?
—Sé que no me conoces tan bien, Bárbara, pero una de las cosas con las
que nunca bromeo es con la venta de libros. Estas son buenas noticias cariño,
ponte feliz .
—Jasmine, más que feliz. Creo que estoy en estado de shock —. Ella
soltó una carcajada, jadeando.
—Bueno. Excelente. Eso es lo que me gusta escuchar.— Su tono se
volvió serio.
—No escuchaste esto de mí, pero el editor ama lo que has hecho con el
segundo libro hasta el momento. Es mejor que el primero, así que espero que
tengas más de tres libros dentro de esa pequeña cabecita tuya.
—En eso estoy—, respondí automáticamente, aun sintiendo que estaba
viviendo en un sueño y en cualquier momento despertaría.
—Entonces tú y yo tendremos una larga y fructífera relación. Solo quería
dar las buenas noticias personalmente. Regresa a lo que mejores haces,
escribir novelas con el corazón.— dijo y desconectó la llamada antes de que
pudiera siquiera ‘despedirme’.
Después de esa llamada, realmente deseaba tener alguien con quien
celebrar, pero incluso Ali estaba fuera de mi alcance. No podía seguir usando
a la niña para satisfacer mis necesidades emocionales porque no era justo
para ninguna de las dos. Planearía una noche de chicas con ella pronto, pero
hoy era para mí, solo para mí.
Sin ningún amigo u hombre, la cena y el baile estaban fuera de discusión
porque odiaba salir sola, así que decidí hacer un rápido tour de compras. Me
prometí a mí misma que me uniría a un club de lectura o un gimnasio o algo
así para conocer a algunas personas. Ahora que mi trabajo requería que
pasara horas interminables escribiendo, necesitaba hacer un mayor esfuerzo
para conocer gente. Para obtener una vida lejos de la familia de mis vecinos.
Después de una parada rápida en el mercado, arrastré mis maletas adentro
de mi auto y cerré la puerta antes de poner la música. Hoy era un día para ser
feliz y concentrarme en toda la buena suerte que estaba teniendo.
El buen momento que estaba pasando era mucho, mucho más de lo que
nunca antes había tenido en toda mi vida y estaba decidida a valorar y
celebrar todos los éxitos.
***************************

—¡Deberíamos ir al parque hoy!— Ali entró apresuradamente con un


mono de mezclilla y un vestido blanco que se veía sospechosamente similar a
los que yo usaba.
—¿Por qué el parque cuando tenemos un patio tan increíble?
—Quiero jugar, y una de las mamás del colegio pasó por aquí y me dijo
que iban a tener una fiesta de cumpleaños hoy—. Di un gemido porque sabía
que iríamos.
—¿Ella te invitó, Ali?— Ella movió su cabeza hacia arriba y abajo de una
manera que me hizo pensar que tal vez sucedía justo lo contrario.
—Ella dijo que deberíamos ir.
—Estoy bastante segura de que fue una invitación para ti y tu padre,
cariño. ¿Qué tal si vamos a otro parque?
—¡No, quiero ir a ese!
—Bien—. Era lo menos que podía hacer, ya que no había pasado tanto
tiempo con ella últimamente como me hubiera gustado.
—Vámonos entonces.
—¡Hurra! ¡Nos divertiremos mucho, Bárbara!—. No lo haríamos, al
menos yo no lo haría, pero no había necesidad de compartir eso con ella.
—Lo que tú digas pequeña.
Ella me ignoró, o no me escuchó mientras corría y saltaba hacia el
parque, charlando emocionada durante todo el camino. Verla provocaba que
algo en mi pecho se retorciera y me detuve en seco cuando se me paso algo
por la cabeza. Un día, probablemente pronto, no tendría esta relación con
Alison. Dave encontraría a una mujer a la que realmente amaría y no querría
que su ex estuviera dando vueltas todo el tiempo con su pequeña hija. La
perdería seguramente igual como había perdido a su padre.
Decidí dejar de lado ese pensamiento por ahora. El día que me mudara de
esa casa extrañaría el patio en el que puse tanto cariño, pero mi tranquilidad
mental importaba más.
—¡Vamos, Bárbara, allí están!— Señaló hacia el arco iris de globos y la
enorme pancarta que decía —Feliz cumpleaños Brittany—.
Había una casa inflable, piñatas y un payaso frente a las dos parrillas
cuidadosamente controladas por padres con batas blancas, una estación de
pintura para la cara y una mesa de buffet. Estas personas hicieron todo eso
para una fiesta de cumpleaños para niños. No sabía si yo me había quedado
en el pasado o esos padres estaban realmente locos.
Caminamos juntas hacia el punto de reunión, pero mantuve la distancia
mientras Alison se alejaba para saludar a niños y adultos por igual. Las
mujeres parecían lo suficientemente amables, aparte de las miradas sucias
que a veces me lanzaban. Estaba acostumbrada, especialmente de mujeres
nacidas y criadas en cuna de oro. Normalmente no me molestaba, pero hoy
mis sentimientos estaban a flor de piel y no me gustaba sentirme
incomoda. Especialmente por personas cuyas opiniones no deberían
importarme.
—¿Eres la niñera?— Dirigí una mirada fulminante a la a la mujer rubia
que estaba a mi costado.
—No. Amiga de la familia.
Su mirada se estrechó y pasó sobre mí, claramente descubriendo que era
algo más que una simple amiga del padre de Alison.
—¿Qué significa eso exactamente?— Me devolví para darle la misma
mirada evaluadora antes de encontrar su mirada.
La rubia quedo perpleja, no esperaba una respuesta de mi parte, no
pensaba que jugaría su sucio juego. De los nervios y tras no saber cómo
reaccionar, solo atino a empujar la mesa de picnic y se alejó enojada.
—¡Bárbara! ¡Bárbara! ¡Es hora de irnos!—. Eché un vistazo a la pequeña
revoltosa que se dirigía hacia mí.
—¿Tenemos algún compromiso o tienes otra fiesta de cumpleaños?—
Ella se detuvo bruscamente y miró sus pies.
—¡Solo tenemos que irnos, rápido! Por favor, Bárbara .
Algo estaba pasando, pero estaba tan ansiosa por dejar este parque como
ella, así que le tomé la mano e hicimos el lento camino a casa.
—¿Quieres decirme de qué se trata todo esto?
—¿Todavía estás triste, Bárbara?—. Esas preguntas eran como una
puñalada en mi corazón, no las esperaba, menos en ese momento.
—¿Quién dijo que estaba triste?
—Eres mi amiga, puedo saberlo—. Bueno, ahora no podría mentir.
—Sí, lo estoy, pero estaré bien. Lo prometo.
—¿Es por papá? — Sí, pero no podía decirle eso a una niña, aunque me
hubiese encantado desahogarme con mi única y gran compañía.
—No cariño, es por mí—. Porque tengo un pésimo gusto para elegir
hombres, o quizás no estoy hecha para las relaciones. Formar lazos con
otros. Tal vez mi madre se fue porque sabía que yo no podía convivir con
alguien. Quizás pensó que estaría mejor sola.
—No te vas a ir ¿verdad?
—Ali, siempre estaré en tu vida, siempre que tú lo quieras—. La pequeña
se detuvo y movió una trenza marrón detrás de su hombro mientras me
miraba.
—Te vas—, reclamó.
—Yo nunca dije eso. Pero en algún momento podría tener que mudarme,
o tú y tu papá podrían mudarse.
—¿Por qué nos mudaríamos?
—Porque cariño, posiblemente tengas una nueva mamá y tal vez ustedes
necesitarán un lugar más grande para vivir—. Podía sentir el dolor y la
desilusión en sus ojos, pero no podía mentirle a esta pequeña niña. No podía.
—¡No! Quiero que TU seas mi mamá Bárbara.— Ella se arrojó sobre mí
y me abrazó fuerte.
—Te amo, Bárbara.
—Yo también te amo preciosa y siempre seremos amigas.
—¿Promesa?
—Promesa de chicas—, levanté mi dedo meñique y ella enganchó el suyo
alrededor.
—¡De acuerdo, vamos!— Por Dios, el cerebro de esta pequeña niña se
movía rápido, tenía una capacidad extraordinaria para pasar de un tema a
otro.
—¿Por qué estás tan apurada por llegar a casa Ali?
—¡El tío Mark me llevará a ver un partido de béisbol!
Nunca había conocido al mejor amigo y socio de Dave, pero había
escuchado mucho sobre él.
—Eso suena genial.
—UH Huh. ¡El tío Mark siempre me deja comer salchichas, papas fritas,
refrescos y bollos de canela!— Me reí mientras subíamos los escalones de
nuestra casa compartida.
—Eso suena como un dolor de barriga por llegar—. Ella soltó una risita
dulce y abrió la puerta de entrada.
—El tío Mark tiene una receta secreta.— Ella colocó un dedo delante de
sus labios, haciendo el signo universal de ‘shush’.
—Tu secreto está a salvo conmigo. Diviértete, cariño.— Me arrodillé y la
abracé fuertemente tanto así que se parecía demasiado a un adiós para mi
gusto.
—Voy a extrañarte. Tú también me tienes que extrañar, Bárbara—.
sonrió, casi cayéndose cuando la puerta principal se abrió aún más para
aparecer desde adentro de la casa un hombre rubio, alto y atractivo con una
sonrisa divertida.
—¡Tío Mark!— Él la levantó y ella salpicó su rostro con besos.
—Hey niña. Me alegra verte—. Su voz sonreía y pude ver su amor por la
niña amante de la diversión.
—Ella es Bárbara. Bárbara, este es el tío Mark — Extendí una mano, y su
mano mucho más grande envolvió la mía.
—Encantado de conocerte, tío Mark. He escuchado mucho de ti.
—Espero que todo sea bueno, ¿no?
—Excepto por la comida chatarra, sí.
—Boca grande—, le dijo a Alison, riendo.
—Sí, bueno, nos emborrachamos juntos porque éste niño come como un
cerdito.— Le hizo cosquillas cuando ella se retorció en sus brazos.
—¡Soy una niña, tonto!— Fue agradable ver a Ali tan amada, porque
sabía que, si algún día me alejaba de su vida, estaría más que bien.
—Bueno, ustedes dos diviértanse—. Te veré pronto de Ali.
—¡Adiós Bárbara!— Los sonidos de su risa me siguieron adentro de mi
casa rápidamente, seguidos por unas lágrimas tristes que corrían por mi
mejilla.
—¡Ya es suficiente!.
Ya no podía soportar esta tristeza. Era hora de ponerme mis bragas de
niña grande y pasar de largo. No podía pasarme la vida quejándome de Dave,
o de cualquier hombre que no me quisiera. No podía seguir deseando cosas
que nunca serían, así como no podía pasar el resto del día llorando contra mi
puerta.
Cuadré los hombros y empujé la puerta, dirigiéndome a la cocina para un
buen cóctel frío.
—¿Qué diablos?— Mi luz en la cocina estaba encendida y también el
horno. Lo abrí y vi un pollo rodeado de patatas y verduras en una sartén.
—Espero que haya despertado tu apetito, Bárbara—. Giré hacia la voz,
una voz muy familiar que aún a veces invadía mis sueños.
—Dave. ¿Qué estás haciendo en mi casa?
—Estoy preparando la cena—, dijo, simplemente como si no hubiéramos
intercambiado ni una palabra en casi un mes.
—Sabes que tienes una cocina al otro lado de esta pared, ¿no?— Él
asintió y dio un paso más.
—Sí, pero no pude pensar en una forma de llevarte a mi casa, sin inventar
una excusa como que Ali está enferma—. Sonreí ante el hecho de que
finalmente había llegado a usar su apodo.
—Está bien, pero aún no me dices por qué estás aquí. En mi
casa. Cocinando la cena.— Dio un paso adelante y otro más y otro hasta que
me presionó contra el fregadero y me atrapó entre sus brazos.
—Sabía que la única forma en que me hablarías sería si te tendía una
emboscada.
Ignoré la forma en que mi corazón latía dentro de mi pecho, haciendo un
pequeño chillido mientras Dave me abrazaba tan cerca suyo, otra vez. Me
negué a dejar que su aroma masculino, su sonrisa juvenil y aquellos ojos
intensos que proyectaban todo lo que estaba sintiendo y pensando, me
conmovieran.
—¿De qué tenemos que hablar?
—De nosotros.— Sus ojos azules se conectaban tan profundamente en
mis ojos que juro que podía ver mi alma.

—Lo siento muchísimo, Bárbara. Tenías razón, sobre todo, siempre


tuviste la razón—. Empujando la esperanza profundamente, puse mis manos
sobre su pecho.
—No es que no me guste escuchar eso, pero necesito detalles.
—Tenías razón en que no estaba tan molesto por la portada del
libro. Estaba tan jodidamente ciego, Bárbara, y espero que puedas escuchar tu
corazón para perdonarme.— Sus grandes manos me acunaban la cara,
inclinándome hacia arriba para que no pudiera mirar a otro lado sino a esos
ojos de tormenta de verano.
—No quería enamorarme de ti Bárbara pero lo hiciste imposible desde el
primer momento en que te vi, mirándome con el pelo despeinado y los ojos
soñolientos. Todos los días, en todos los sentidos, te colas dentro de mi
corazón y lo tomas .
—Dave—, le puse una mano en la mandíbula.
—No, necesito decir esto, Bárbara, necesitas escucharlo. te amo. Lo digo
en serio, estoy tan jodidamente enamorado de ti y soy un idiota por no
haberlo notado antes. Quiero que tengamos una vida juntos, los tres .
Me quedé allí mirándolo en estado de shock. Completamente atónita ante
las palabras que habían salido de sus labios con tal emoción y sinceridad. No
pude hablar porque no tenía palabras. ¿Qué dice una chica cuando está a
punto de tener todo lo que siempre había querido en su vida?
—Sé que no te merezco y sé que tomará tiempo mostrarte que realmente
te amo, pero lo haré. Voy a hacer cualquier cosa, solo dilo. O mejor aún, solo
dame tiempo para demostrarlo. Me amaste una vez y creo que puedes
amarme otra vez.
—Dave, no puedo amarte de nuevo. Y no necesito que me pruebes nada.
—¿No?— Dio un paso atrás, sin cortar la conexión, pero su rostro
mostraba tristeza.

—No. Nunca dejé de amarte Dave, estás en mi corazón y debajo de mi


piel. Eres parte de mí.— Di el paso que nos separaba y envolví mis brazos
alrededor de su cuello.
—Si me amas eso es todo lo que necesito Dave—. Tu amor es todo lo que
quiero .
—Lo tienes Bárbara. Tienes mi corazón por completo.
—Entonces lo tengo todo, Dave. Te amo.
Me besó y me emocionó tanto como el primer beso, la primera vez que
hicimos el amor. Me deleité con el calor de su beso, su amor.
—Entonces, ¿crees que podemos tener sexo antes de una nueva cita?
—Solo hay una forma de averiguarlo—, le dije mientras desabrochaba
sus pantalones cortos y los dejaba caer al suelo, dejándome con un sostén y
tanga blanca a juego y nada más mientras saltaba sobre la mesa.
—Entonces no perdamos tiempo y déjame averiguarlo—. Una sonrisa
que paralizaba el corazón se extendió por su rostro.
—Me encanta tu forma de pensar, mujer.
—Y yo simplemente te amo—. Y lo amaría mientras mi corazón latiera.
EPÍLOGO

Bárbara ~ Un año después


—¡Mamá! ¡Mami, por aquí! —Ali saltaba arriba y abajo agitando sus
manos en el aire para que pudiera verla.
El viaje en avión desde Nueva York parecía que no tenía fin, pero todo
desapareció al ver a mis dos personas favoritas. Ali corrió directamente hacia
mí, pero su padre, el amor de mi vida, se quedó dónde estaba, luciendo lo
suficientemente bueno como para devorarlo, con unos vaqueros gastados y
una chaqueta gris enrollada en los codos.
—¿Cómo está mi chica?
—Bien. Te extrañe. Quiero ir de gira contigo la próxima vez ¿de acuerdo?
—Mami yo también te extrañe mucho— dijo Ali.
Nunca me cansó que ella me llamara mami. Juro que mi corazón daba un
salto mortal todas y cada una de las veces que lo decía.
—Yo también te extrañé mi vida. Parece que muchas cosas han cambiado
desde que me fui,— le dije indicando el nuevo espacio que había entre sus
dientes.
—Me veo fea y el hada de los dientes no vino.
—Te ves adorable Ali, nunca olvides eso. Y estoy segura de que
aparecerá pronto, debes ser paciente porque hay millones de dientes que se
caen todos los días —. Odiaba perdérmelo, pero siempre me aseguraba de
que el hada de los dientes le dejara algo bueno.
—Está bien—, hizo un puchero y la abracé de nuevo.
—Dios, te he echado de menos, querida.
—Y yo mi amor, ¿Verdad que me extrañaste?
Miré en sus grandes ojos azules y sonreí mientras mi corazón se agitaba
como lo hacía cada vez que me miraba con sus ojos llenos de amor. Todavía
me pregunto cómo diablos tuve tanta suerte.
—Realmente te extrañé, nena.
—¿Sí? ¿Cuánto?
Me reí mientras nos dirigíamos a la correa transportadora de equipaje
mientras él recogía mi maleta y salimos al cálido sol de otoño.
—Suficiente para darte la respuesta que esperabas. Si es que aún está en
pie la oferta—. Hace seis meses, Dave me había pedido que me casara con él
y yo quería decir que sí, realmente lo hice. Pero quería que viviéramos juntos
primero para asegurarnos de que ambos entendiéramos en qué nos estábamos
metiendo con una niña y mi tendencia a perderme en el trabajo. La respuesta
la debía dar él.
—Si quiero—, respondió rápidamente, su voz profunda y seria.
—¿Y tú?
—Sí.
—Bien—, dijo y levantó mi maleta en la parte trasera de nuestra nueva
camioneta familiar.
—Pero Dave, hay algo que necesito decirte—. Esa era la razón por la cual
Bryan y Jasmine habían estado de acuerdo conmigo en tomarme unos días
libres de la gira para volver a casa y estar con mi familia.— Frunció el ceño,
atrapando mi cuerpo con el suyo.
—¿Qué? ¿Es por eso que volviste antes a casa?— Asentí.
—¿Cómo supiste?
—Jasmine llamó y sonó alarmada. Preocupada. ¿Qué pasa, estás
enferma?
—Sí, pero no cómo piensas.— Su expresión era sombría y su mandíbula
se movía sin parar, apretando mis manos fuertemente con sus manos
temblorosas.
—Me sentí enferma los últimos días y ayer me desmayé—. Apretó la
mandíbula y yo intentaba masajear sus manos con movimientos circulares
suaves.
—Fui al hospital completamente preparada para que me dijeran que había
sido por una descompensación por el largo viaje en avión o algo. En cambio,
me dijeron que tengo diez semanas de embarazo.— Contuve la respiración y
esperé su respuesta. No pensé que Dave estuviera molesto, pero realmente no
habíamos hablado sobre hacer crecer nuestra familia y definitivamente no
estaba en nuestros planes por el momento.
—¿Estas son buenas noticias, Bárbara?— dijo algo desconcertado, sin
entender aun que pasaba.
—Creo que sí, ¿Qué piensas tú?
—Demonios sí. Una esposa y un bebé recién nacido suenan perfectos
para mí.— Mi cuerpo se relajó contra el suyo.
—Te amo Dave.
—Estoy seguro que sí, ya que aceptaste casarte conmigo. Se abalanzó
sobre mí para darme un beso rápido y caliente y presionó su duro cuerpo
contra el mío.
—Esto no es por el bebé, ¿verdad?
—No. Sé que es mejor para ti que estemos casados antes de que llegue el
nuestro nuevo bebé y creo que hemos demostrado que nuestra familia está
preparada.
—Te amo tanto, por dios, Bárbara—, gruñó y me abrazó con fuerza.
—Tu gira de firmas de novelas termina en cinco semanas. Vamos a
casarnos el fin de semana que regreses —. Mi corazón se hinchó por su
emoción de hacerme su esposa. Este hombre fuerte y grande era mío y
también lo era la niña impaciente golpeando la ventana. Y pronto
agregaríamos otro miembro a nuestra familia.
—No puedo esperar.
—Yo tampoco, pero te mereces una verdadera boda.
—Una boda en el patio trasero —, respondí.
—Con un vestido blanco muy sexy.
—Y un DJ, o mejor una banda—. Él sonrió, un guiño su ojo.
—Estilo buffet.— Le di un beso.
—La verdad es que no puedo esperar para casarme contigo.
—¡Vamos! ¡Díganme que pasa, también quiero saber!— Dijo Ali desde
el asiento trasero de la camioneta con los ojos abiertos a modo expectante.
Los dos nos reímos con un tono impaciente, acomodándonos a nuestros
asientos mientras Ali se acomodaba detrás de nosotros.
—¿Quieres decirle tu o debería hacerlo yo?—, Preguntó Dave
—Vamos a decirle la noticia juntos—, alcancé su mano.
—Ali—, la llamó.
—¿Sí papi?— Nos miramos y sonreímos.
—Vas a ser a tener un hermanito—, dijimos al mismo tiempo.
—¡Genial Siiiii, tendré un hermanito…!

La verdad es que la pequeña nuevamente acertó con la mejor palabra…


nuestra historia era verdaderamente genial.
EL FIN.

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