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La educación en Colombia ha sido un punto de fuga que parte desde la ignorancia, en la sociedad.

Ignorar la educación en Colombia nos ha llevado a crear el contexto actual, dónde las brechas
económicas son inmensas, dónde no solo afecta a una parte de la sociedad sino al conjunto entero
de lo que nos hace colombianos.

Pienso que Colombia está llevando ese proceso que en otros países se llevó hace varios años,
donde se piensa en la infancia, en la formación real de ciudadanos. Nosotros estamos en el punto
inicial de ese cambio. Una generación pasada empezó a ser más conscientes de sí mismos. El crear
una familia, un hogar no solo por creencias religiosas, ni tradiciones sino por el amor. Un hogar
ahora en Colombia dónde no exista el amor, es un hogar que se rompe de inmediato, y aunque
hayan consecuencias, también esto evita traumas que afectan directamente al niño y por
consiguiente, la formación de su personalidad y más adelante, sin perder su presente, el impacto
social que generará.

Los profesores de esta generación están viendo la educación diferente, donde no solo importa el
contenido y los conocimientos que se pueden llegar a suministrar a los estudiantes, están viendo
la importancia de la emoción en los niños. Y eso es lo que realmente debería importar, ¿Qué
importa si el niño no sabe la ubicación exacta de Berlín o si no sabe porqué la gravedad funciona
de la forma que funciona, o si no sabe porqué el cateto adyacente es aquel y no el otro? No
importa, porque eso no se aplica. Claro, entendemos que todos estos conocimientos llevan al niño
a entender y ver el mundo de una manera y ayuda al pensamiento. Pero, ¿Qué manera de ver el
mundo es la correcta? ¿Qué manera de entender la vida es la correcta? ¿La cuadriculada? ¿La
diversa? ¿La plural? ¿La solitaria? O si, simplemente educamos a los niños en casa y en la escuela
para ser felices. Para vivir y no sobrevivir. Para seguir y no imitar. Para sentir y pensar. Para
entender y no solo escuchar. Para comprender.

En este punto, a casi media carrera de la profesión más importante e ignorada, paro mi
pensamiento y digo, ¿Qué estoy haciendo? ¿Qué hago? ¿Qué debería hacer? Y solo pienso en ser
profesor.

Pero bueno, conociendo la educación en Colombia, porque la viví y la vivo cada día, ¿Por qué ser
profesor? O mejor, ¿Cómo ser el profesor que quiero ser? En medio del sombrío panorama de una
ciudad a punto de estallar en gritos y voces mojadas, no es muy alentador ser quién quiero ser. Y
bueno, aquí me siento en medio de mil y nada de letras, para embriagar mi cerebro de opiniones
ajenas bien pensadas, para encontrarme con Giroux. Quien dice que un profesor no puede ser
neutral. ¿Qué es neutral? Para Giroux, ser neutral es quien ignora su realidad social. Bueno, yo no
la ignoro, yo la siento y la vivo cada día, mientras me lleno de frustración observando a quienes
tienen la oportunidad de transformar y solo piensan en ganar. Neutralidad. Al comienzo de este
escrito, pensé en la ignorancia y lo asocié con la neutralidad, y claro, un profesor parado delante
de mil estudiantes que van y vienen, cómo dijo William, no sirven.

Concuerdo. Imagino a mil estudiantes que pasan como el viento, viendo a aquel profesor en la
misma postura, con las mismas palabras, con el mismo atuendo pero con su mirada
progresivamente en depresión. Y no, tres mentes concuerdan ahora, y no sirven, ellos no sirven.
Pero, vuelve mi pregunta ¿Cómo ser el profesor que quiero? Y sigo con Giroux. Ser Intelectuales
dice en su texto. ¿Qué es ser Intelectual? ¿Es ser aristócrata? ¿Es llenarme de libros? ¿Es ser el
mejor o perfecto?

Para mí, ser Intelectual, según lo que entiendo de Giroux, es ser pensandor, ser crítico, ser
analítico, ser social y ser profesor. Sí, ser realmente un profesor, aquel que escucha y lee, aquel
que piensa en construir una nueva sociedad, que invita a pensar, que invita a socializar

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