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FILOSOFÍA

"Estoy en contra de la resiliencia de


libro de autoayuda, no hay que
adaptarse a todo": González Serrano,
profesor

El profesor y filósofo invita a la reflexión sobre cómo vivimos la


vida, poniendo la no producción en el centro y haciendo hincapié
en los lazos comunitarios
González Serrano defiende la "resistencia" para combatir la
adaptación constante a una realidad marcada por el malestar
continuo

Profesor de Filosofía y Psicología, González Serrano es orientador en la etapa de


Bachillerato y colaborador habitual en medios
Emilia Gutiérrez / Propias

k l s m

Leyre Flamarique
Madrid
21/09/2023 06:00 | Actualizado a 21/09/2023 13:59

Todo el mundo abraza sus propias incongruencias. Carlos Javier González


Serrano, también. Profesor de Filosofía y Psicología, orientador en la etapa de
Bachillerato, director del programa A la luz del pensar (RNE), director
Científico del Café del Observatorio Social de la Fundación La Caixa,
presidente de la Sociedad de Estudios en Español sobre Schopenhauer… y así
un largo etcétera de ocupaciones de una persona que pone la no producción
en el centro.
Él es más que consciente de este “hacer continuo y asfixiante” en el que la
sociedad navega. Invita a la reflexión sobre el modo en el que vivimos, sobre
todo en la creación de "lazos comunitarios que permitan cuestionar las
estructuras que alimentan nuestro malestar”. La esfera digital no sería el
lugar para ello. “Creemos que en las redes sociales nos comunicamos, pero en
realidad se da una descarga libidinal de preocupaciones”. A pesar de los
matices pesimistas, él afirma empezar el curso “muy ilusionado”, sobre todo
por sus estudiantes, que “le catapultan a ser mejor profesor”.

Septiembre es el mes de la vuelta al trabajo y, con ella, del florecimiento


del estrés posvacacional. ¿Qué opina sobre ello?
Lo que me inquieta principalmente es la obsesión que tenemos por nuestros
malestares. Parece que todo el rato hay algo que nos impide vivir de la
manera en que nosotros queremos vivir. Siempre se nos está prometiendo la
prosperidad, una vida colmada llena de felicidad…. siempre en el futuro. Pero
ese futuro resulta que nunca llega. Todo este estrés posvacacional, esta
preocupación por volver al trabajo, al final desemboca en una obsesión por
nuestros malestares y en lugar de, como por ejemplo defendía Aristóteles o
defendían otros pensadores de la historia de la filosofía, centrarnos en el
bienestar, nos centramos en cómo debemos evitar el malestar.
¿Está en nuestra mano tomarnos el trabajo con más calma?
El asunto de los malestares asociados a la productividad es que tenemos muy
normalizado el deber hacer cosas continuamente para estar bien. Entonces el
concepto de vida buena aristotélico, alcanzar la plenitud a través de un
camino determinado previamente por nosotros, se encuentra muy asociado a
un hacer continuo y, sobre todo, asfixiante. Este yo creo que es el punto.
Estamos asfixiados por una condición de felicidad que tiene que ver con
llenar, y ese llenar tiene que ver con producir, y ese producir tiene que ver con
cansarnos, con un estar hastiados permanentemente con nuestra vida por las
condiciones en la que en las que se da. Sin embargo, no cuestionamos qué
está sucediendo para que tengamos que producir constantemente y estar
apegados a esos malestares.

No cuestionamos qué está sucediendo para que


tengamos que producir constantemente"
Carlos Javier González SerranoProfesor de Filosofía y Psicología
¿Mejor ser resilientes o mejor ser desbordados?
Soy un gran crítico de la banalización del concepto de la resiliencia, el cual
tiene muchísimos años y viene, sobre todo, del psicoanálisis existencial con
Viktor Frankl. La resiliencia se entiende como la capacidad para integrar el
sufrimiento o las circunstancias dolorosas y perjudiciales en nuestra vida
para poder seguir adelante. Cualquiera de nosotros necesita ser resiliente en
ese sentido. Estoy en contra de una resiliencia de libro de autoayuda
mediante la cual nos debemos adaptar a las circunstancias. No es lo mismo
ser resiliente frente a la ruptura con una pareja o al duelo por la muerte de un
familiar, que ser resiliente porque en el trabajo me están exigiendo unas
horas extras que no me están pagando. No hemos de adaptarnos a todo. Lo
que yo digo es que necesitamos resistencia. Una resistencia en forma de
revolución o de rebelión intelectual mediante la cual justamente
combatamos esa adaptación constante que nos piden.
Parece que la pelota del cambio está en el tejado del individuo,
responsable de lo malo que le ocurra y de la solución.
Esto se llama privatización del estrés. Cuando se nos hace culpables de la
situación que estamos viviendo, esa mano que culpabiliza también nos está
diciendo que nosotros somos los únicos capaces de salir de esa situación.
Pero la realidad no es así. Si naces en una familia con un cierto poder
adquisitivo es mucho más fácil que ese ascensor social funcione. Si no
hablamos entre nosotros, si yo no sé lo que preocupa al otro, entonces no
puedo reclamar a las instituciones aquello que me falta.

"Estamos teniendo tantas cosas que al final nos olvidamos de que ese tener no es lo
que llena nuestra vida"
Emilia Gutiérrez / Propias

¿No hablamos entre nosotros?


Cada vez hay menos bancos en las calles, por ejemplo, sobre todo en los
centros de las grandes ciudades. Esto quiere decir que las reuniones de la
población están cada vez más supeditadas a ser meros consumidores. Somos
transeúntes que van de una tienda a otra, pero no nos paramos a ver qué le
pasa a los demás. Simone Weil habla de esta necesidad de mirar a los ojos del
otro y ver qué necesidades tiene. Porque en la mirada del otro nos vemos
reflejados nosotros mismos y así veo que el otro no es otro, sino que es un sí
mismo que tiene los mismos problemas.
Retomando el hilo anterior, ¿hace falta un viraje hacia lo inútil?
A mí me gusta ser cuidadoso con esto, porque lo inútil puede ser muy útil
muchas veces. Cuando doy Filosofía a chavales de segundo de la ESO, veo que
son saberes plenamente útiles. No tenemos que descartar que el
pensamiento, en particular el pensamiento crítico disidente, o cualquier
saber humanístico, o incluso las ciencias de base, sea útil. Todo este
andamiaje teórico es sumamente útil para desarrollar las potencias
intelectuales del individuo.

Las reuniones de la población están cada vez más


supeditadas a ser meros consumidores"
Carlos Javier González SerranoProfesor de Filosofía y Psicología
Me refiero más bien a inutilidad en el sentido de dejar de lado el
rendimiento como motivación para llevar a cabo una actividad, no que no
vaya a ser esta eventualmente útil.
Aquí más que la utilidad de lo inútil, hablaría de la pertinencia de lo inútil. Lo
que debemos enseñar es que hay cosas que, aunque no sirven para nada en
apariencia, nutren nuestra vida de valores que trascienden la pura utilidad.
Con mis estudiantes vemos como sale el sol, “por ahí está saliendo Apolo”, y
les pongo un cuadro de los pitagóricos dando gracias al nuevo día. Se me
pone la piel de gallina al decir esto (ríe). De hecho, unos alumnos me
mandaron este verano un vídeo saludando a Apolo desde la playa. Esa
experiencia les nutre socialmente, antropológicamente. Les está nutriendo de
valores como la amistad, el cariño, el afecto, la conversación. En ese
momento no estaba presente la utilidad o el rendimiento. Lo fundamental es
acercar la pertinencia de que no todo tenga que estar sujeto a un hacer para.
Ese para, esa preposición es lo que está matando hoy el conocimiento y la
educación.
Veo todas estas asunciones ligadas concepto de decrecimiento.
Hay un verbo que me gusta mucho y que me he inventado a base de pensar
en estas cosas que es destener. Estamos teniendo tantas cosas que al final nos
olvidamos de que ese tener no es lo que llena nuestra vida y acabamos siendo
poseídos por lo que poseemos. Mis chavales, cuando se compran el último el
último objeto de moda, se dan cuenta de que, cuando lo han usado lo
suficiente, se sienten vacíos. Pero tampoco podemos ser ingenuos. Si
defendemos este decrecimiento, lo hemos de hacer sabiendo que la sociedad
nos está exigiendo todo lo contrario: tener, producir, gastar, consumir. Al
final debemos hacernos partícipes de que hay un engaño ideológico a través
del cual solo podemos llegar a ser felices consumiéndonos a nosotros
mismos. Creo que lo único que nos permitiría poner un paréntesis y una
conciencia crítica son las humanidades.

¿Qué sería entonces una buena vida?


Soy muy insistente con María Zambrano y una expresión que tiene en
“Persona y democracia” que es “somos soledades en convivencia”. Creo que
una vida buena tiene que ver con hacernos cargo de eso. Todos cuando nos
vamos a la cama al final del día nos quedamos solos con nosotros mismos y
con unas cuestiones que enfrentar: qué es la vida, qué es la muerte, qué es el
bien, qué es el mal... O cosas que nos preocupan de nuestras relaciones con
los demás o emociones que estamos sintiendo. Nos debemos hacer cargo de
esa soledad sabiendo que los otros también son soledades. Una vida buena
tiene que ver con tomarse la empatía en serio.
¿A qué se refiere con empatía?
La empatía tiene que ver para mí, no con ponerse en el lugar del otro, sino
con hacerse hago cargo del pathos del otro, del estado de ánimo del otro, para
saber no es otro, sino que es un sí mismo con las mismas inquietudes que yo,
que está sufriendo como yo, que se alegra como yo. En resumen, la vida
buena es tomarse en serio con toda la hondura posible que somos soledades
en convivencia, que somos individuos que se tienen hacer cargo de que, aun
estando solos, tendríamos que hacernos compañía porque solo en esa
compañía nos va el bienestar, nos va el sabernos preocupados los unos de los
otros.

Debemos salir a la calle y colonizarla de


discursos humanísticos que intenten poner la
pregunta en el centro"
Carlos Javier González SerranoProfesor de Filosofía y Psicología
¿Qué preguntas cabe que nos hagamos para avanzar hacia la mencionada
revolución intelectual?
Aquí lo fundamental no es tanto qué preguntas hacernos, sino si nos estamos
haciendo preguntas. El problema es que resbalamos y eso tiene el
inconveniente de no hacerse cargo de nuestras circunstancias, como decía
Ortega y Gasset. Y por eso yo creo que es tan importante que haya filosofía en
la educación reglada. También que nuestro entorno se encuentre permeado
de la inquietud filosófica, incluso que las universidades sean capacitadoras
para preguntar y no creadoras de meros especialistas o una élite intelectual.
Debemos contar con el caldo de cultivo para que los niños y las niñas se
pregunten desde pequeños, y eso no lo podemos conseguir si les damos
respuestas.
Hace mucha alusión a los chavales y a las chavalas, pero ¿y qué hacemos
con los adultos?
Hay que capacitar espacios para que se dé la pregunta. Esto no tiene que ver
con ideologías. Tiene que ver con lograr una ciudadanía que se piense a sí
misma y a sus propias limitaciones para poder seguir adelante. No podemos
decir “estoy anclado en mi vida de adulto porque tengo que producir y sacar a
mi familia adelante”. Todos lo tenemos que hacer, salvo la gente
absolutamente privilegiada. Pero debemos disponer de la valentía y la
independencia emocional e intelectual como para darnos cuenta de que hay
cosas que no están funcionando bien. También desde el Gobierno se pueden
hacer acciones para crear una ciudadanía crítica desde un punto de vista
humanístico. Igual que hay programas de prevención contra la drogadicción
o contra la ludopatía, podría haber campañas de concienciación cultural.
A modo de resumen: las humanidades deben estar incrustadas en la
sociedad, en el día a día, porque las necesitamos para estar bien.
Las necesitamos como el aire, como el aire…
Lecturas para la buena vida

Incluimos parte de los libros y autores


mencionados, tanto directa como
indirectamente, en esta entrevista:
1
"Política" y "Ética a Nicómaco", Aristóteles
2
"Persona y democracia", María Zambrano
3
"El hombre en busca del sentido", Viktor Frankln
4
"Reflexiones sobre las causas de la libertad y de la opresión social",
Simone Weil
5
"La utilidad de lo inútil", Nuccio Ordine
6
"Manual de vida", Epicteto
7
"La rebelión de las masas", José Ortega y Gasset
8
"El existencialismo es un humanismo", Jean-Paul Sartre
9
"La condición humana", Hannah Arendt
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