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S u p r e m a C o r t e :
I
El Superior Tribunal de Justicia de la provincia de
Río Negro, haciendo lugar al recurso de casación interpuesto
por la fiscalía, resolvió declarar la nulidad de la sentencia
que absolvió a Juan Gilio y del debate precedente, disponiendo
el reenvío para que, con distinta integración del tribunal y
del ministerio público fiscal, continúe la tramitación del
proceso (fs. 1681/1725 de los agregados).
Contra esa resolución la defensa interpuso recurso
extraordinario federal, cuyo rechazo dio lugar a la presente
queja (fs. 1727/1760, 1770/1782 de los agregados y 82/119 de
este legajo).
II
1. La Cámara Segunda en lo Criminal de la III Cir-
cunscripción Judicial de la provincia de Río Negro condenó a
Juan Gilio a la pena de nueve años de prisión por ser autor
culpable del delito de promoción a la corrupción agravada por
la edad de la víctima. Esta sentencia, y el debate precedente,
fue anulada por el superior tribunal de la provincia a raíz
del recurso interpuesto por la defensa, disponiéndose la
realización de un nuevo juicio (fs. 1215/1241 de los autos
principales).
2. Celebrado el nuevo juicio, se decidió la validez
del alegato donde el fiscal retiró la acusación contra el
procesado, que fue absuelto por aplicación de la doctrina
sentada por V.E. en los casos "Tarifeño", "García" y "Catto-
nar" (fs. 1492/1506).
3. No obstante su dictamen en el debate, el fiscal
impugnó esa decisión siguiendo las instrucciones de la Procu-
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radora General de la provincia (fs. 1520/1528). Este recurso,
por mayoría, no fue concedido, en razón de no resultar el
fallo adverso ni contrario a lo solicitado por el fiscal,
quien, en definitiva, carece de agravio (fs. 1565/1578).
4. Recurso de queja mediante (fs. 1589/1590), el
superior tribunal resolvió del modo indicado al inicio. De-
cisión que tuvo en cuenta, en el aspecto procesal, la validez
del control interno -jerárquico- de los actos del Ministerio
Público Fiscal, en cuyo marco se incluyen las instrucciones de
la Procuradora General para que el Fiscal de Cámara inter-
pusiera el recurso de casación contra la sentencia absolutoria
-aun peticionada por el propio fiscal-, y de allí la
constitucionalidad del art. 404 del procedimiento local; y
respecto del fondo, la falta del control de legalidad que
incumbe a los jueces, para concluir en la anulación del fallo
porque los magistrados no advirtieron la deficiente motivación
del fiscal al "retirar la acusación" y la absolución fue
consecuencia de un acto procesal cuya invalidez debió ser
declarada.
6. En su recurso extraordinario la defensa alega
arbitrariedad manifiesta en la decisión del a quo, violación
del derecho de defensa, del principio de raigambre constitu-
cional "ne bis in idem" y apartamiento de la doctrina elabo-
rada por la Corte a partir del fallo "Mattei".
Hace hincapié en que, de quedar firme la sentencia,
los imputados serían sometidos a juicio por tercera vez en
seis años; y todo, como consecuencia de violaciones a princi-
pios esenciales del proceso que ellos no concurrieron a pro-
ducir.
Al examinar el fallo, señala que se sustenta en
meras fórmulas dogmáticas, explayándose en diferentes tramos
de su escrito respecto de la ubicación institucional, el rol
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No obstante que los pronunciamientos que decretan
nulidades procesales no son, como principio, sentencia defi-
nitiva en los términos del art. 14 de la ley 48, la Corte ha
hecho excepción a esa regla y ha admitido el recurso extraor-
dinario cuando, sobre la base de consideraciones rituales
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insuficientes, se han dejado sin efecto actuaciones regular-
mente realizadas en un juicio criminal (Fallos: 272:188;
295:961; 297:486; 298:50; 300:226; 301:197) y el agravio ar-
ticulado no podría ser objeto, como en este caso, de repara-
ción ulterior, ante la flagrante violación del debido proceso
(Fallos: 321:3679).
Por lo demás, el criterio seguido por el a quo para
rechazar el recurso extraordinario no se ajusta a la conocida
jurisprudencia de la Corte según la cual corresponde hacer
excepción a la doctrina sustentada en que no revisten la ca-
lidad de sentencia definitiva, las resoluciones cuya conse-
cuencia sea la obligación de seguir sometido a proceso penal,
en los supuestos en los que el recurso se dirige a lograr la
plena efectividad de la prohibición de la doble persecución
penal (autos T. 19, XL, sentencia del 9 de mayo de 2006, con
cita de Fallos: 314:377, considerandos 31 y 41, entre otros).
IV
El argumento dirimente del fallo que anula esta
segunda sentencia y el debate precedente, sostiene que los
jueces no advirtieron que el dictamen del fiscal era nulo pues
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del desistimiento fiscal.
Así, el juez Leguizamón Pondal sostuvo que "La so-
lución propuesta por el Fiscal no solo que no adolece de de-
fectos formales que lo hagan nulo sino que es acertado lo
solicitado, en tanto que la imposibilidad de fijar un factum
lleva a una caza de brujas a futuro...la víctima no fue con-
teste en sus dichos, además estos no resultan objetivos ni
independientes..." (fs. 1496/1497).
Posición que el juez refrenda cuando se resuelve no
conceder el recurso de casación: "se tiene por fundado el
dictamen fiscal porque hizo referencias concretas sobre las
contradicciones de la víctima y su oportuna incorporación por
lectura, a medida que su relato cambiaba y se desdecía. Obvio
resulta que el desarrollo de la testimonial tenida en presen-
cia de los jueces de Cámara, es material más que suficiente
para conocer si el testimonio resultó veraz o no, y si del
mismo se justificó o no el retiro de la acusación" (fs. 1573).
Volviendo a la sentencia de fs. 1492/1506, también
el voto del juez Calcagno contiene una referencia directa al
pedido del fiscal quien, sostiene, "se basó en una valoración
sobre la prueba principal de la causa...la que a su vez daba
sustento a todo el resto del material probatorio...". Ello,
luego de efectuar una reseña del objeto del juicio fijado en
el requerimiento de elevación y de explayarse sobre las con-
tradicciones que advierte en cuanto a las fechas en que ha-
brían ocurrido los hechos, las circunstancias de su realiza-
ción, las experiencias que la víctima relató en diferentes
oportunidades y los informes de los médicos en los inicios de
la investigación.
Sin embargo, el fallo del superior tribunal de la
provincia, con referencia al voto del juez Calcagno, consigna
que "intenta suplir...omisiones argumentativas (del fiscal)
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deben controlar los actos del Ministerio Público Fiscal para
evitar discrecionalidad, pero cuando el juez da razones indi-
cativas de un control sustancial, interpreta, por otro lado,
que se está tratando de salvar una deficiencia del alegato.
)En qué puede consistir entonces el indispensable examen de
razonabilidad del dictamen, cuya práctica se predica?
Desde otra perspectiva, es mi parecer que tampoco
puede confundirse la "discrecionalidad" con el necesario mar-
gen de amplitud para el cumplimiento de las funciones perse-
cutorias, cuyo fin último es la justicia del caso.
Por otra parte, no es excepcional que en este tipo
de delitos -sexuales- la comprobación procesal dependa y gire
en derredor de los dichos de la víctima, pues el común de las
veces es la única prueba directa de los hechos, de modo que su
relato es determinante para la concatenación de los restantes
elementos de juicio. Si éste es contradictorio, cambiante,
voluble, no solamente pone en crisis la ilación histórica sino
también el grado de convicción exigible en un juicio criminal.
Y tampoco hay margen para dudar de que el fiscal
favor rei postula que los hechos no pueden tenerse por com-
probados en el proceso, cuya consecuencia necesaria es la
absolución, sea o no expresamente peticionada. Esto es claro
si no se pierde de vista que comprobar la legalidad de la
acusación, como acto jurídico procesal de un órgano estatal,
no significa controlar su calidad como discurso.
Puede, de esta manera, apreciarse la endeblez de la
argumentación central del fallo. No obstante, el a quo agrega
que cuando el fiscal sostiene "la imposibilidad de fijar los
hechos por las contradicciones, no se hace cargo de las de-
claraciones en la instrucción que permitirían suplir las del
juicio..."
Las constancias, sin embargo, reflejan que el fiscal
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través de la intermediación lingüística. La reacción del
fiscal evidentemente reflejó lo ocurrido en torno a los dichos
de la víctima. Y si los dichos de la víctima ya no convencen,
ya no avalan la hipótesis fáctica contenida en la requisitoria
de juicio )qué sentido puede tener recoger el resto de la
prueba?
Para finalizar, pienso que para privar de validez a
una sentencia de absolución, porque los jueces no advirtieron
que el dictamen del fiscal era nulo, es necesaria la verifi-
cación razonada de esa tacha de modo que resulte patente y
manifiesta. Más aún en este caso, en el que la cámara juzga-
dora examinó el punto y juzgó, por mayoría, que el alegato
estaba fundado, y ajustado a las comprobaciones del proceso,
de un proceso que estaba "pasando" ante los sentidos de esos
jueces.
A mi modo de ver, el fallo confunde ausencia de
fundamento de un acto con el acierto o error de estos funda-
mentos.
En resumen, puede ser escueto el alegato fiscal,
pero en la medida en que no se demuestra una arbitrariedad
palmaria, ni que, como correlato, la sentencia de absolución
sea tachable por ese vicio, los fundamentos de la nulidad
resultan sólo aparentes y encierran una indebida sustitución
de la función requirente, con grave desmedro del derecho que
tiene toda persona a liberarse del estado de sospecha que
importa la acusación de haber cometido un delito, mediante una
sentencia que establezca, de una vez y para siempre, su
situación frente a la ley penal (doctrina de Fallos: 272:188).
VI
Por todo lo expuesto, es mi opinión que corresponde
hacer lugar a la queja, declarar procedente el recurso ex-
traordinario interpuesto y revocar la resolución recurrida.
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