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SECRETARÍA PENAL STJ Nº2

Sentencia 71 - 04/10/2019 - DEFINITIVA

Expediente MPF-VI-02664-2017 - D. F. E. C/M. G. D. S/ABUSO SEXUAL

Sumarios Todos los sumarios del fallo (8)

Texto Sentencia Superior Tribunal de Justicia

Viedma

LEY 5020

En la ciudad de Viedma, a los cuatro días del mes de octubre de 2019, finalizado el Acuerdo

celebrado entre los señores Jueces del Superior Tribunal de Justicia doctora Liliana L.

Piccinini, doctores Ricardo A. Apcarian y Sergio M. Barotto, doctora Adriana C. Zaratiegui y

doctor Enrique J. Mansilla, para el tratamiento de los autos caratulados "D. F.

E. C/M. G.D. S/ABUSO SEXUAL" – IMPUGNACIÓN EXTRAORDINARIA - ART. 242

(Legajo MPF-VI02664-2017), teniendo en cuenta los siguientes

ANTECEDENTES:

Llega a este Tribunal el presente legajo en virtud de la impugnación extraordinaria

impetrada por el Ministerio Público Fiscal, que se alza contra la decisión del Tribunal de

Impugnación (en adelante el TI) mediante la cual se dio curso a la impugnación ordinaria y,

en su mérito, se declaró la caducidad de la investigación penal preparatoria y se dipuso -en

consecuencia- el sobreseimiento de quien fuera imputado.

Cabe recordar que, al analizar la admisibilidad formal de la impugnación

extraordinaria, el TI procedió a su rechazo, lo que motivó el recurso de hecho que este Cuerpo

habilitó, lo que dio lugar a la audiencia pertinente, a la que comparecieron el señor Fiscal

General doctor Fabricio Brogna, en pos del sostenimiento de la vía impugnaticia, y el señor

defensor particular doctor Raúl José Cámpora, cuyas intervenciones constan en el respectivo

registro de audio y video.

Los agravios y su conteste:


Al sostener la impugnación traída por su Ministerio, el señor Fiscal General alega que

esta es procedente por cuanto encuadra en un supuesto en que correspondería la


interposición del recurso extraordinario federal (art. 242 inc. 2º CPP), dado que considera que
la interpretación del art. 153 del rito efectuada por el TI contradice garantías constitucionales y
convencionales vinculadas con el derecho a la tutela judicial efectiva y el derecho a conocer la

verdad, el debido proceso legal, el plus protectorio relativo a los derechos de las niñas, la

perspectiva de género impuesta a los funcionarios judiciales y las facultades delegadas por las

provincias al Estado nacional (cita los arts. 75 inc. 12 y 22 C.Nac., la CDN y la Convención

de Belém do Pará).

En este sentido, reproduce las consideraciones del TI y afirma que se ha realizado una

interpretación arbitraria -por infundada e inmotivada-, manifiestamente contraria al derecho


de la niña víctima -menor de edad y mujer- a obtener un pronunciamiento definitivo sobre la

cuestión denunciada, al bloquear la realización del debate que fue pedido por la Fiscalía el 20

de febrero de 2019.

En sustento de su postura, refiere que en el presente legajo se juzga un hecho grave de

abuso sexual cometido contra una menor de entre ocho y nueve años de edad, en clara

vulneración de su niñez y con aprovechamiento de su condición de género, de manera que el

caso no puede resolverse mediante la caducidad de la acción. Reitera que el alcance dado a la

norma contradice el derecho a la tutela judicial efectiva, el plus protectorio de la niñez y la

perspectiva de género vinculada con la garantía de las mujeres a obtener un resguardo

adecuado de sus derechos.

También argumenta que la aplicación de la ley debe adecuarse a cada caso en

concreto; con respecto al presente, recuerda y admite que el pedido de prórroga fue

considerado extemporáneo, pero también sostiene que lo fue por el transcurso de siete días

desde el primer plazo de la investigación preparatoria, lo que estima un exceso ritual

manifiesto que "torna injustificada la decisión, por ende arbitraria, sin sustento lógico y

razonable, menos legal, puesto que contradice todo el sistema de garantías supranacional".

Señala que los argumentos de la sentencia impugnada no permiten conocer cómo los

Jueces del TI sopesaron las distintas garantías invocadas por cada una de las partes y por qué

le asignaron mayor relevancia a la Defensa; es decir, no explican en forma razonada cómo

han aplicado el derecho vigente en autos ni tampoco expresan por qué prevalece la institución

de la caducidad de la instancia, de tinte penal y legislada a nivel provincial, también

cuestionable por resultar contraria al art. 75 inc. 12 de la Constitución Nacional.

Añade que se trata de una decisión riesgosa, tomando en cuenta las responsabilidades

internacionales del Estado por el incumplimiento de los derechos humanos, y estima que se ha

realizado una interpretación forzada del texto del art. 153 y del espíritu del Código Procesal

Penal.

El representante del Ministerio Público Fiscal da cuenta de diversas circunstancias del


caso, que considera ajenas a una investigación ordinaria o típica, y observa que en la

audiencia de formulación de cargos el propio defensor solicitó un plazo investigación de seis

meses, pues entendía que cuatro eran insuficientes, mientras que luego alegó todo lo

contrario.

En lo que hace a la falta de debida diligencia que se le achaca, responde que este no es

un proceso disciplinario (de deslinde de responsabilidades), sino un proceso penal, y añade

que no se ha afectado el plazo razonable de duración.

Insiste en que no se han ponderado las circunstancias particulares de la causa, lo que

vuelve carente de motivación lo decidido a la luz del art. 200 de la Constitución Provincial.

Por lo demás, relata que al pedir la audiencia de control de la acusación su parte

demostró interés en la continuidad de la causa y vuelve a oponerse a la interpretación del

último párrafo del art. 153 del código adjetivo, que ha concluido en que, pasados los cuatro

primeros meses de investigación, cabe proceder sin más al dictado del sobreseimiento.

Aduce que los agravios desplegados no constituyen una mera discrepancia con los

criterios del TI, sino que logran poner en evidencia la argumentación arbitraria, con clara y

palmaria desviación y apartamiento del derecho vigente, puesto que en autos el a quo no ha

atendido al concepto de "no plazo" o plazo sujeto a ponderación judicial, y afirma que la

prescripción de la acción penal o su insubsistencia son las únicas maneras posibles en que, por

el paso del tiempo, puede extinguirse el poder del Estado para perseguir el delito.

Cita doctrina y jurisprudencia favorables a su postura y solicita que se haga lugar al

planteo, se revoque la decisión y se ordene la continuidad de la causa en la instancia de

control de acusación ya solicitada por su parte.

El discurso del señor Fiscal General en la audiencia exhibe una extensión

argumentativa dado que, además de sostener la postura del Fiscal del caso, de modo inicial

incorpora a su exposición el análisis del art. 168 de la Ley Orgánica del Poder Judicial (K

5190) y solicita su aplicación, planteo que no habría sido motivo de mención alguna por parte

del Ministerio Público a lo largo de su intervención en este legajo. En tal sentido, señala que
el caso que nos ocupa se inició con la vigencia del código anterior y que, según su estado a la

fecha de entrada en vigencia del actual código de procedimientos, fue remitido a la Fiscalía y,

siendo ello así, tal como dicha norma indica (art. 168 LO), los plazos pueden ser llevados al

doble, atendiendo a la índole del delito y la calidad del bien jurídico tutelado, lo cual

-entiende- se compadece con el presente.

En su responde la defensa comienza aduciendo que este último argumento resulta

novedoso y sorpresivo, por lo que pide que no sea tenido en cuenta, en tanto su tratamiento

vulneraría el derecho de defensa, por lo que efectúa la reserva federal respectiva. En lo demás
reitera que la sentencia del TI aplicó correctamente la ley, cuyo texto no resulta ambiguo, y

también dio tratamiento al bloque constitucional, aunque tal tarea no satisfaga al Fiscal.

Destaca que el plazo de la etapa se encontraba vencido, que se pidió el control de acusación

aun sabiendo que la defensa había pedido el sobreseimiento y agrega que no puede

restablecerse un plazo ya fenecido. Invoca en tal sentido la doctrina de los actos propios.

Reafirma así la perentoriedad de los términos, respecto de lo cual la Fiscalía no ha puesto en

crisis su constitucionalidad. También hace referencia a los derechos de los niños de la familia

de quien está siendo injustamente juzgado, que también deben ser tenidos en cuenta, y se

pregunta cuánto tiempo más debe durar esta situación por un capricho fiscal. Finaliza

diciendo que la sentencia es ajustada a derecho, que corresponde el sobreseimiento que libere

a M. y a su grupo familiar de este proceso sin sustento fáctico, y efectúa la reserva del

caso federal.

Luego de la pertinente deliberación, este Cuerpo ha fijado las siguientes cuestiones a

resolver:

CUESTIONES:

1ª) ¿Es sustancialmente procedente la impugnación extraordinaria?

2ª) ¿Qué pronunciamiento corresponde adoptar?

CONSIDERACIONES

A la primera cuestión la señora Jueza doctora Liliana L. Piccinini dijo:

Con el fin de iniciar el análisis de este particular caso, resulta conveniente transcribir

lo argumentado oportunamente por este Superior Tribunal en el Auto Interlocutorio N° 52,

dictado el 26 de agosto del corriente, al hacer lugar a la queja respectiva y reseñar los motivos

del impugnante, de los que se ponderó el siguiente argumento: "El Tribunal de Impugnación

adopta una interpretación sistemática y textualista del Código Procesal Penal establecido

mediante la Ley 5020, según la cual el plazo mencionado resulta inexorablemente perentorio

y su vencimiento provoca la caducidad de la etapa procesal respectiva; por ello, ante su

exceso, dicta el sobreseimiento del imputado y argumenta que la base constitucional de su


decisión es el plazo razonable establecido por los tratados internacionales (cf. art. 75 inc. 22

C.Nac.), relativo al derecho a la celeridad del proceso (también implícito en el art. 18

C.Nac.)".

Ante tal planteo hemos entendido: "De lo anterior se desprende que la temática

discutida en el caso es propia de la impugnación extraordinaria, toda vez que conduce a la

interpretación de una norma de naturaleza federal contenida de modo genérico en el art. 3º


de

la Convención sobre los Derechos del Niño (interés superior del niño) y en un tratado

internacional (Convención de Belém do Pará), referida a la necesidad de una justicia eficaz

para prevenir y sancionar la violencia contra la mujer. Además, la sentencia impugnada es

contraria al derecho que la recurrente esgrime en apoyo de su pretensión (art. 242 inc. 2º CPP

en función del art. 14 inc. 3º Ley 48)".

Lo reseño para destacar que tales razones han servido para habilitar el recurso de

hecho y declarar formalmente admisible la impugnación ante este Cuerpo, no ya por la

naturaleza desincriminante de lo decidido por el TI, que resulta ser una consecuencia, sino por

la trascendencia del planteo impugnatorio que aspira a poner en crisis la interpretación y

consiguiente aplicación que de la normativa procesal ha efectuado dicho Tribunal, tachando

su tarea por arbitraria y contraria a derecho.

En concreto, lo que corresponderá elucidar en este caso, reasumiendo el rol de

nomofilaxis de esta instancia extraordinaria, es la naturaleza de los plazos procesales y sus

consecuencias, cuestión esta de estricto derecho local, toda vez que se trata de normativa

procesal y como tal reglamentaria de la Constitución. Por consiguiente, resulta ser este

Cuerpo la última instancia local que deba pronunciarse al respecto.

Ingresando ahora en el análisis de la admisibilidad sustancial de la impugnación traída

por el Ministerio Público Fiscal se tiene que el embate se centra en las siguientes críticas:

a) El TI no ha aplicado el art.168 de la Ley Orgánica.

En punto al primer planteo que fue introducido en la audiencia ante este Cuerpo por la

Fiscalía General, relativo a la supuesta flexibilidad de los plazos que habría correspondido
aplicar a este caso por tratarse de una causa iniciada bajo el régimen del Código Procesal

Penal anterior en función de lo establecido en el art. 168 de la Ley K 5190 Orgánica del Poder

Judicial, es necesario remarcar que esa norma -en tanto ley especial que regula la transición

de un sistema a otro-, claramente expresa que los plazos pueden ser prorrogados en supuestos

que presenten complejidad. La existencia de un caso complejo debe ser demostrada y

suficientemente argumentada y, sin perjuicio de que -según ese artículo- ello debe hacerse

ante el Foro de Jueces, lo que no se observa en este caso, tampoco la Fiscalía General ha

intentado siquiera persuadir al Tribunal sobre ello. En ese sentido, debe tenerse en

consideración que la gravedad de un hecho, en sí misma, no siempre conlleva complejidad; lo

sucedido puede ser abominable y su consiguiente calificación grave y no por ello resultar

compleja su determinación, lo cual sella la suerte del planteo intentado, por improcedente.

Corresponde igualmente dar respuesta a lo argumentado por el señor defensor, quien

reclama que dicho agravio -por sorpresivo- no debe ser tenido en cuenta por este Cuerpo,

planteando su inadmisibilidad por extemporáneo y por no permitirle una contestación eficaz.

En rigor legal, el rechazo se impone por las razones dadas, toda vez que el ritual permite a las

partes ampliar fundamentos en el curso de la audiencia (art. 245 segundo párrafo).

b) El TI ha incurrido en exceso ritual manifiesto al entender que el plazo estaba

vencido y acarreaba las consecuencias desvinculantes cuando solo habían transcurridos siete

días.

Lo expuesto no es lo que se observa en el caso sometido a consideración dado que,

más allá del número de días -sean siete o menos de siete-, no se encuentra controvertido, ni

siquiera por el Ministerio Público Fiscal, que el plazo se encontraba vencido y que con

posterioridad se solicitó y concedió una prórroga, a pesar de reconocer el superior jerárquico

tal extemporaneidad. A ello se suma que la petición de sobreseimiento por caducidad del

plazo fue presentada por la defensa antes de que el Ministerio Público Fiscal tuviera por

concluida la etapa, es decir, antes de que formulara el requerimiento de apertura a juicio y

solicitara la audiencia de control de acusación.


De un rápido repaso del legajo y de los detalles explicitados por el Ministerio Público

Fiscal y así consignados en la sentencia impugnada, se colige que el hecho habría ocurrido en

el año 2010, que fue recibido en dicho Ministerio en agosto de 2017 y que, a partir de allí, de

acuerdo con el art. 128 del Código Procesal Penal, este contó con seis meses para definir el

curso del caso, de manera que, sin contar el mes de feria de enero, los seis meses para definir

el temperamento a seguir merced a la investigación preliminar vencían en marzo de 2018.

No obstante, el día 27 de junio de 2018 el Juez del Foro de la Iª Circunscripción

Judicial tuvo por formulados los cargos contra G.D.M. en relación con el

delito de abuso sexual gravemente ultrajante (art. 119 segundo párrafo CP) y por iniciada la

etapa de la investigación preparatoria, por el plazo de cuatro meses (arts. 119, 120 y sgtes.

CPP). Descartó además la calificación de corrupción de menores contra una menor de trece

años que había sido solicitada por el Ministerio Público Fiscal en concurso ideal con la

anterior. A partir de dicha audiencia comenzó a correr el plazo ordinario del art. 153 del rito.

Dicho término -según afirmó el TI- vencía el día 20 de noviembre de 2018 en sus dos

primeras horas hábiles y el señor Agente Fiscal pidió una prórroga al Fiscal Jefe el 27 de ese

mes y año, quien la concedió al día siguiente con la mención expresa de estar ante un pedido

extemporáneo. De ello surge claramente que el plazo se encontraba vencido al momento de la

solicitud de prórroga del plazo ordinario, como también lo estaba al momento de su

concesión, con el aditamento de que ha sido el mismo Ministerio Público el que expresó que

el pedido era extemporáneo.

Respecto de ello, el TI explicitó que resultaba contradictorio, lo cual comparto, dado

que fue el mismo y único Ministerio Público Fiscal el que advirtió el vencimiento y la

extemporaneidad.

El 17 de diciembre de 2018 la defensa solicitó audiencia para instar el sobreseimiento

de su pupilo, invocando el vencimiento del plazo de la investigación penal preparatoria (art.

153 en función del art. 69 CPP), acto que se celebró el 14 de febrero de 2019 y en el cual el

magistrado resolvió no hacer lugar a la petición, rechazando posteriormente la revocatoria


deducida.

El día 20 de febrero del corriente, el Fiscal del caso formuló el requerimiento de

apertura a juicio y pidió la audiencia de control de acusación.

A su vez, el 21 de ese mes y año el letrado defensor impugnó la negativa a su solicitud

de sobreseimiento, planteo que fue admitido por el señor Juez en función de revisión, con

reenvío para que el mismo magistrado que había intervenido con anterioridad se pronunciara

y dictara resolución conforme a derecho. Luego, aquel rechazó la revocatoria del Ministerio

Público Fiscal y tuvo presente la reserva de impugnación.

Del precedente racconto de los avatares de este proceso se desprende que el Ministerio

Público ha dejado vencer los cuatro meses del plazo y ha solicitado su prórroga cuando se

encontraba fenecido.

Para dar mayores razones, toda vez que la parte impugnante sostiene que el TI ha

efectuado una interpretación arbitraria -por infundada e inmotivada-, manifiestamente

contraria al derecho, con el achaque de exceso ritual manifiesto, estimo necesario repasar
algunos conceptos para dar cuenta -de aquí en más- de qué estamos hablando cuando se

establece un plazo perentorio.

En el código adjetivo que nos rige, dividido en tres etapas bien definidas

(investigación penal preparatoria, con la subsiguiente etapa crítica de control de acusación y

finalmente el juicio), a las que se ha agregado la previa investigación preliminar, se necesita

tiempo y ese tiempo se representa en el concepto jurídico de plazo.

En el derecho procesal penal, desde siempre (de allí que me permita citas de autores

que, no obstante no ser actuales, mantienen absoluta vigencia), el plazo ha sido

conceptualizado como "... toda 'condición de tiempo' puesta al ejercicio de una determinada

actividad procesal" (cf. Vincenzo Mancini, Tratado de Derecho Procesal Penal, traducido por

Santiago Santís Melendo y Merino Ayerra Redín. Ediciones Jurídicas Europa-América,

Buenos Aires, 1952, Tº III, pág. 76).

Al proyectarse en el tiempo, como bien refiere Clariá Olmedo, "el proceso penal

requiere, más que cualquier otra institución jurídica, una regulación estricta; con ella se

contribuirá muy eficazmente a la tutela de los intereses comprometidos. Esa regulación

implica el emplazamiento de los actos a lo largo del desenvolvimiento del proceso, poniendo

límites a la actividad y a la inactividad. Se fijan lapsos que exigen, impiden o fijan el

cumplimiento del acto, como si se tornara un punto en el segmento del tiempo, antes, en o

después del cual corresponde realizar el acto" (autor citado, Derecho Procesal Penal, Tº II,

pág.186).

La clasificación de los plazos relativa al efecto, por el límite de tiempo que ponen a la

actividad procesal, reconoce los plazos perentorios y ordenatorios. Los plazos perentorios

-llamados también plazos fatales o finales- "son los que fijan un periodo de tiempo dentro del

cual se debe desplegar una determinada actividad procesal bajo pena de decadencia de un

derecho subjetivo o de una potestad procesal pública" (Mancini, op.cit.). A ello agrego que en

el proceso penal acusatorio la "potestad pública" es ostentada por el Ministerio Público Fiscal.

El vencimiento del plazo perentorio inhibe la actividad procesal de que se trata, de


manera que antes de ese momento es libre y válida en cualquier punto del término. Ahora

bien, la sanción de decadencia (o de caducidad), que es lo que caracteriza al plazo perentorio,

debe resultar expresamente de la ley. De no ser así, el plazo tendrá carácter meramente

ordenatorio.

Los plazos ordenatorios -llamados también plazos conminatorios- "son los que fijan un

periodo de tiempo dentro del cual está permitido o prescrito el ejercicio de una determinada

actividad procesal, pero sin que la inobservancia del plazo importe sanciones procesales. La

inobservancia de los plazos meramente ordenatorios no dan lugar a sanción procesal alguna.

Es por esta razón que el acto que pretenda cumplirse después de vencidos los plazos legales

no son sancionados ni con la caducidad, la inadmisibilidad o la ineficacia" (Mancini, op.cit.)

De este básico repaso surge que nuestro Código Procesal Penal ha establecido

unidades de tiempo para el desarrollo de la actividad y esas unidades se traducen en plazos

cuya perentoriedad está establecida en la ley, que además establece una sanción procesal

determinada (arts. 69 y 153 CPP).

Por consiguiente, difícilmente podría el Ministerio Público Fiscal demostrar que la

interpretación y aplicación del ritual llevada a cabo por el TI, en este aspecto, ha sido

caprichosa, arbitraria y contraria a derecho. Con ello también se da respuesta a una

observación efectuada por el Ministerio Público fincada en que el rito no prescribe cuándo

debe solicitarse la prórroga, puesto que va de suyo que debe serlo antes de que el plazo

perentorio se cumpla, no después, aun cuando sea por una escasa cantidad de días. Por

consiguiente, la faena del TI al interpretar y aplicar la normativa procesal es correcta y no

evidencia los vicios que la parte denuncia.

En adelante señalo los demás agravios de la parte impugnante, a los que daré

tratamiento en conjunto, toda vez que de su desarrollo se advierte que no son autónomos,
sino

que giran sobre una misma cuestión:

c) La interpretación del art. 153 del rito realizada por el TI contradice garantías

constitucionales y convencionales vinculadas con el derecho a la tutela judicial efectiva y el


derecho a conocer la verdad, el debido proceso legal, el plus protectorio relativo a los

derechos de las niñas, la perspectiva de género impuesta a los funcionarios judiciales y las

facultades delegadas por las provincias al Estado nacional.

d) Se ha realizado una interpretación arbitraria -por infundada e inmotivada-,

manifiestamente contraria al derecho de la niña víctima.

e) El TI no explica en forma razonada cómo ha aplicado al caso el derecho vigente ni

tampoco por qué prevalece la institución de la caducidad de la instancia, de tinte penal y


legislada a nivel provincial, también cuestionable por resultar contraria al art. 75 inc. 12 de la

Constitución Nacional.

f) Se trata de una decisión riesgosa tomando en cuenta las responsabilidades

internacionales del Estado por el incumplimiento de los tratados de derechos humanos.

g) Se ha realizado una interpretación forzada del texto del art. 153 y del espíritu del

Código Procesal Penal.

En lo expuesto en el fallo impugnado se evidencia que los integrantes del TI han

brindado razones en la medida de lo argüido por la parte en la audiencia. Se le señaló su

obligación orgánica, luego su obligación procesal, y finalmente se le advirtió que la "debida

diligencia" en cuanto a la investigación que se adecue al interés de la víctima, menor y mujer,

que le es exigible al Estado, recae en cabeza de ese Ministerio Público.

Ello se extrae del punto 4.4 de la sentencia traída a recurso, donde se ha expresado:

"Está en cabeza del Ministerio Público Fiscal la obligación estatal de actuar con la debida

diligencia para investigar la violencia de género en delitos de agresión sexual".

En esta instancia, si bien el impugnante invoca la violación de diversas garantías

constitucionales y tacha de arbitraria la interpretación de la normativa legal aplicada en el

caso, no se evidencia en la sentencia impugnada un apartamiento del derecho vigente ni la

irrazonabilidad pretendida.

En lo que respecta a las normas constitucionales y convencionales que se alegan

vulneradas, que versan sobre los derechos de quien habría sido víctima del delito denunciado,

por su condición de víctima, mujer y niña, los cuerpos normativos que se citan contemplan el

derecho a que en los procesos en los que participe como tal sean custodiados y representados

con la debida diligencia y -ciertamente- dicha representación diligente de los Estados recae en

el caso en el Ministerio Público Fiscal.

La normativa citada, si es que se pretende el control de convencionalidad y la

interpretación conforme, no establece la prohibición o imposibilidad de que se declare la

caducidad de las etapas de un proceso de investigación penal en orden a un delito que afecta
los derechos de la víctima, mujer y niña como tal, por el transcurso del tiempo, sino que

-antes bien- alertan a los operadores del sistema de persecución penal para que estén atentos
y sean diligentes en la defensa de sus derechos.

Así, los derechos y principios que han sido esgrimidos, tales como la tutela judicial

efectiva, la consideración primordial del interés superior de la niña o el deber de debida

diligencia, deben ser cumplidos en los procesos penales en el marco del sistema de plazos

vigente en cada jurisdicción estatal.

En otras palabras, en el contexto de una investigación por comisión de un delito que

habría afectado a una niña, no caben dudas de que será el Ministerio Público Fiscal quien

deberá obrar de modo diligente al conducirla, debiendo adoptar todas las medidas
pertinentes,

adecuadas al género y a la edad, en el menor tiempo posible, que le permitan dar mayor

celeridad y atención a este tipo de procesos, que presentan estas particularidades, frente a

otros que no las tengan.

De ello trata el art. 3º de la Convención de los Derechos del Niño, respecto del que se

ha dicho que "constituye el prius determinante de la responsabilidad pública en la realización

efectiva de los derechos fundamentales de la infancia" (Fallos 318:1269, cons. 10).

Asimismo, a ello apunta el "actuar con la debida diligencia para prevenir, investigar y

sancionar la violencia contra la mujer" que impone al Estado nacional el art. 7 inc. b) de la

Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer

(Convención de Belém do Pará) aprobada por la Ley 24632.

Si de la interpretación conforme se trata, el derecho convencional con jerarquía

constitucional y supralegal (léase, art. 3º CDN en función del art. 75 inc. 22 C.Nac. y art. 7º

inc. b Convención de Belém do Pará) exige, en casos como el presente, un triple plus

protectivo a la hora de investigar delitos que afecten a una víctima, mujer y niña.

Esa reforzada obligación de protección estatal recae -también con base constitucional

y legal- en el Ministerio Público Fiscal (arts. 215 y 218 C.Prov.; 19 LO del Ministerio Público

K 4199; 22 y 27 Carta de Derechos de los Ciudadanos de la Patagonia ante la Justicia; Reglas


1 (3) y 2 (5), 5 (10), (11) y (12), 8 (20), entre otras, de las 100 Reglas de Brasilia).

De tal modo, entre esas medidas pertinentes y especiales para poner en acto el plus

protectivo, se encuentra el riguroso cumplimiento de los plazos procesales, atendiendo a una

justicia célere y eficaz, lo que implica, en el contexto de una investigación preparatoria en

curso, no dejar que se venza el lapso inicial asignado (los cuatro meses, en el proceso que nos

convoca, sin dejar de considerar los seis meses previos de investigación preliminar con los

que cuenta) y, de ser necesario, pedir una prórroga de manera tempestiva, para el supuesto de

que no fuera suficiente y aún restaran diligencias que efectuar, para lo que deberá

fundamentar adecuadamente tanto su pedido como, en el caso del superior jerárquico, su

eventual y temporánea concesión.

Es por ello que luce acertada la sentencia cuando argumenta que, si en el contexto de

la tarea investigativa surgían circunstancias que hacían suponer que se generaría algún retardo

en el avance de la investigación, el Fiscal del caso "tuvo el tiempo necesario para requerirle al

Fiscal Jefe y al propio juez la prórroga de la investigación. Esa actividad no la hizo en el plazo

que el Código le permite".

Así, la debida diligencia en la investigación y la obligación de que esta se llevara

adelante teniendo como norte el interés superior de una niña, al que debía dársele

preponderancia frente a otros casos, por su género y edad además de su condición de víctima,

imponían cumplir la tarea investigativa con rigurosidad, prestando atención a los plazos

legales ordinarios y, si no se lograba culminar la etapa en el plazo inicial, la observancia de

todos los recaudos legales para que ese lapso temporal fuera extendido con tal fin.

Por ello, contrariamente a lo alegado por el impugnante, la sentencia del TI ha

contemplado en su análisis las garantías invocadas cuando estableció, entre otras

consideraciones -reitero-, que "está en cabeza del Ministerio Público Fiscal la obligación

estatal de actuar con la debida diligencia para investigar la violencia de género en delitos de

agresión sexual".

Es en ese marco que la respuesta jurisdiccional resulta correcta, en tanto no puede


desconocerse que ha aplicado la normativa procesal penal vigente en materia de plazos

procesales, que el legislador rionegrino -en uso de sus facultades constitucionales- ha

diseñado de tal modo, esto es, asignándoles el carácter de perentorios y contemplando la

caducidad como efecto provocado por su vencimiento, además de establecer en forma


expresa

el sobreseimiento como su directa consecuencia (arts. 69 y 153 CPP).

Por lo demás, la elección del legislador respecto del modo de regular los plazos

procesales penales antes descripta ha sido criticada en forma genérica e ineficaz por el

Ministerio Público Fiscal.

Así, no ha alegado -ni se advierte- que el sistema de plazos resulte irrazonable en

función de la duración de los sucesivos lapsos temporales allí contemplados, sus efectos y sus

posibilidades de prórroga, esto último con los motivos y mecanismos de concesión allí

descriptos.

En sus agravios, el impugnante solo refiere que el instituto de la caducidad de la

instancia sería de "tinte penal" y su regulación provincial resultaría cuestionable, por

considerar que ello sería contrario al art. 75 inc. 12 de la Constitución Nacional, sin brindar

mínimas razones que respalden esa postura. Además, en ninguna de sus intervenciones en
este

proceso la parte ha solicitado la inconstitucionalidad de la normativa provincial que la regula

ni ha invocado en su impugnación extraordinaria el primer supuesto contemplado en el art.

242 del código ritual, que prevé su procedencia cuando "se cuestione la validez de una ley...

que estatuya sobre materia regida por la Constitución y la decisión sea contraria a las

pretensiones del impugnante". En definitiva, lo argumentado no logra demostrar que sería

aconsejable su declaración de inconstitucionalidad, última medida a la que cabe acudir,

necesidad que tampoco observo.

Por otro lado corresponde señalar, aun cuando se presente de Perogrullo, que el

dictado de los códigos de procedimiento corresponde a la Provincia y el legislador, al

establecer plazos perentorios, no ha invadido la competencia del Congreso, sino que ha


estatuido el modo de ejercicio de la acción, como en otras tantas ocasiones de larga data

(criterios de oportunidad, suspensión del juicio a prueba), sin que se entendiera desconocida o

vulnerada manda alguna de la Constitución Nacional. A la vez, tal facultad ha sido reconocida

por el Congreso de la Nación en la reforma del Código Penal (arts. 71 y 76 modif. por Ley

27147.)

En lo que atañe a la reglamentación del sistema de plazos para cada una de las etapas

del trámite, ello se vincula con el concepto de debido proceso, contemplado en el art. 18 de la

Constitución Nacional, así como también con el principio de razonabilidad.

Esta temática tiene distintas aristas, entre ellas la que refiere a la duración razonable

del proceso penal, que ha dado lugar a la doctrina que el máximo tribunal iniciara con el ya

conocido leading case "Mattei", del año 1968, y reiterara en varios precedentes -incorporando

estándares internacionales que rigen en la materia- que, por conocidos, no es necesario

reseñar. Desde esa concepción, se atendía a la imprecisión del concepto y se lo consideraba un

"no plazo", cuya delimitación necesitaba de la evaluación de diversas pautas, sujetas a

ponderación judicial, entre las que debía incluirse la complejidad de la causa, la actividad
procesal asumida por el interesado, el transcurso del tiempo en cuanto al trámite del juicio en

su totalidad y la concreta afectación jurídica de la persona involucrada, incorporando el

derecho a la certidumbre.

En el intento de que tal excepcional situación no quedara al mero arbitrio de la

magistratura, en el sistema que nos rige el "no plazo" ya no existe, puesto que el art. 77

establece con carácter perentorio la duración máxima del proceso penal, y lo mismo ocurre

-en lo que aquí interesa- en cada una de sus etapas.

Resulta relevante considerar, en su parte pertinente, los lineamientos de la doctrina

legal referida a otra de las aristas que atañen a la regulación de los plazos: la duración máxima

de la prisión preventiva.

Así, cabe recordar que este Cuerpo ha señalado en precedentes referidos al Código

Procesal Penal de Río Negro Ley P 2107 -aún vigente para ciertos procesos en trámite- que

"el máximo tiempo por el cual una persona puede ser sometida a prisión preventiva es de tres

años y seis meses, a contar desde la fecha de aplicación de dicha restricción ambulatoria.

Dicho término es, y ello no puede controvertirse ni mucho menos relativizarse en el marco

normativo referido, un 'plazo legal' que, como tal, es indisponible; no solo para las partes de

un proceso sino también para el Juez a cargo..." (STJRNS2 Se. 86/17 "Quintero", Se. 241/16

"Avilés", Se. 214/16 "Porfiri", Se. 112/14 "Porfiri" y Se. 60/16 "A.C.J."). En esos precedentes

se analizó la distinción entre plazos judiciales y plazos legales, a partir de jurisprudencia de la

Corte Suprema de Justicia de la Nación y de la Corte Interamericana de Derechos Humanos,

donde quedó explicitado con claridad meridiana que, si existen límites temporales máximos

establecidos en la legislación, esos plazos no pueden ser excedidos y las consecuencias son

inexorables.

Lo anteriormente expuesto indica que todo plazo legal establecido en miras a la

razonabilidad, ya sea de duración del proceso o bien de duración de una medida cautelar, no

configura una mera sugerencia del legislador, sino una manda constitucional reglamentada, de

aplicación restricta e indisponible, y si -además de ello- se ha establecido una sanción


procesal al vencimiento, dicho plazo legal resulta perentorio y fatal. Tal lo sucedido en el

caso. MI VOTO.

A la misma cuestión el señor Juez doctor Ricardo A. Apcarian dijo:

Luego de su atenta lectura, he de manifestar mi adhesión al voto precedente de la

doctora Liliana L. Piccinini, por compartir la mayor parte de los fundamentos que brinda en

su análisis del caso.

Sin perjuicio de ello, estimo necesario expresar la siguiente aclaración en cuanto a las

consideraciones sobre la competencia que se expresan al inicio de ese voto. En tal sentido,

cabe señalar que, al momento de hacer lugar a la queja por denegación de la impugnación

extraordinaria presentada en esta causa (cf. Sentencia Interlocutoria Nº 52/19), este Superior

Tribunal de Justicia sostuvo que resultaba competente para tratar la impugnación respecto de

un fallo desincriminatorio, en conformidad con lo establecido recientemente por mayoría en el

precedente STJRN Se. Nº 35/19 Ley 5020 "Aguinaga".

Tal como expresamos en ese precedente quienes integramos la mayoría, dicha

competencia se funda en que el segundo inciso del art. 242 del Código Procesal Penal -que es

precisamente el motivo de impugnación invocado en este caso- no distingue entre sentencias

incriminatorias o no incriminatorias, y "permite al Superior Tribunal el análisis de una

cuestión federal planteada por cualquiera de las partes que haya visto vulneradas sus garantías

constitucionales, para agotar la instancia local previo al eventual acceso a la Corte Suprema

de Justicia de la Nación".

También dijimos que era necesario "atender a las particularidades del caso de acuerdo

con exigencias convencionales y constitucionales. En este sentido, por ser la de más obvia

mención, señalamos la garantía del doble conforme, que el legislador local estableció tanto

para el imputado como para la acusación en cualquiera de sus dos variantes -pública y

privada-, de manera que la competencia material en principio restrictiva de cualquiera de los

organismos llamados a rever lo decidido deben ampliarla, incluyendo al Superior Tribunal en

el caso de una sentencia revocatoria donde el Tribunal de Impugnación dicte una sentencia
absolutoria o una resolución no incriminatoria o en los casos que indiquen expresas

responsabilidades del Estado argentino ante la comisión de delitos contra mujeres o niños, de

modo tal que sea necesario remover limitaciones recursivas locales (la imposibilidad de

recurrir sentencias absolutorias), si se encuentran en juego agravios de carácter federal (CSJ

105/2014 (50-o)/CS1 'Ortega', del 15/10/ 2015)".

Se advierte entonces que, como se desprende de la reseña de antecedentes realizada al

inicio de esta sentencia, es precisamente la naturaleza federal de las cuestiones traídas en

sustento de los agravios de la parte lo que hace que este Cuerpo sea competente para

intervenir en las presentes actuaciones.

Efectuada la consideración anterior, reitero mi adhesión a los demás fundamentos

desarrollados por la colega que me precede en el orden de votación, motivo por el cual

entiendo que la impugnación extraordinaria no resulta sustancialmente procedente. MI

VOTO.

A la misma cuestión el señor Juez doctor Sergio M. Barotto y la señora Jueza doctora

Adriana C. Zaratiegui dijeron:

Adherimos al criterio sustentado por el doctor Ricardo A. Apcarian y VOTAMOS EN

IGUAL SENTIDO.

A la misma cuestión el señor Juez doctor Enrique J. Mansilla dijo:

Atento a la coincidencia manifestada por los señores Jueces que me preceden en orden

de votación, ME ABSTENGO de emitir opinión (art. 38 LO).

A la segunda cuestión la señora Jueza doctora Liliana L. Piccinini dijo:

De lo analizado y expuesto al tratar la primera cuestión cabe concluir que el TI ha

sustentado su pronunciamiento en la normativa vigente que rige el tema sometido a decisión,

por lo que no es posible sostener que su sentencia sea arbitraria, menos aún que carezca de

sustento legal, como menciona el impugnante. Por consiguiente, la totalidad de los agravios

expuestos no son aptos para modificar lo resuelto.

El a quo no solo ha hecho referencia a los derechos del imputado (en tanto la solución
adoptada es conteste con su derecho a que su situación sea resuelta, por haber sido señalado

desde el inicio del proceso como autor de un delito -art. 39 CPP-), sino que también ha

ponderado lo atinente a los derechos de la víctima y su incidencia en el modo en que debe ser

llevada la investigación penal, señalando la debida diligencia del órgano que representa sus

intereses, respecto de lo cual el Ministerio Público Fiscal deberá tomar nota con el fin de

llevar adelante con hidalguía las responsabilidades y potestades públicas que le fueron

conferidas y muy especialmente las obligaciones que la normativa constitucional y supralegal

le encomienda.

En razón de estar ante una sentencia debidamente fundada y ajustada en conformidad

con el sistema acusatorio adversarial que rige el caso, corresponde su confirmación, lo que así

propongo al Cuerpo. MI VOTO.

A la misma cuestión los señores Jueces doctores Ricardo A. Apcarian y Sergio M.

Barotto y la señora Jueza doctora Adriana C. Zaratiegui dijeron:

Adherimos a la solución propuesta por la vocal preopinante, y VOTAMOS EN

IGUAL SENTIDO.

A la misma cuestión el señor Juez doctor Enrique J. Mansilla dijo:

Atento a la coincidencia manifestada por los señores Jueces que me preceden en orden

de votación, ME ABSTENGO de emitir opinión (art. 38 LO).

En razón de lo expuesto, el SUPERIOR TRIBUNAL DE JUSTICIA RESUELVE:

Rechazar la impugnación extraordinaria deducida por el Ministerio Público Fiscal.

Protocolizar y notificar a través de la Oficina Judicial Penal de la Iª Circunscripción

Judicial.

Firmado digitalmente por:

APCARIAN Ricardo Alfredo

Fecha y hora:

04.10.2019 10:42:52
Firmado digitalmente por:

BAROTTO Sergio Mario

Fecha y hora:

04.10.2019 11:29:29

Firmado digitalmente por:

MANSILLA Enrique José

Fecha y hora:

04.10.2019 11:51:54

Firmado digitalmente por:

PICCININI Liliana Laura

Fecha y hora:

04.10.2019 12:34:13

Firmado digitalmente por:

ZARATIEGUI Adriana Cecilia

Fecha y hora:

04.10.2019 10:16:59

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Voces INVESTIGACIÓN A CARGO DEL FISCAL - PROCESO PENAL - PLAZO PERENTORIO - PLAZO
LEGAL - VENCIMIENTO DEL PLAZO - MINISTERIO PÚBLICO FISCAL - PRÓRROGA DEL PLAZO -
IMPUGNACION EXTRAORDINARIA - IMPROCEDENCIA - DEBER DE DILIGENCIA - ABUSO SEXUAL -
VÍCTIMA MENOR - DEBERES DEL FISCAL - CADUCIDAD DE INSTANCIA - SOBRESEIMIENTO -
CARÁCTER RESTRICTIVO - COMPETENCIA DEL SUPERIOR TRIBUNAL DE JUSTICIA - CUESTIÓN
FEDERAL

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