Está en la página 1de 16

INSTITUTO BÌBLICO BETHEL SANTA ANA

TEMA:
ESTUDIO MINISTERIO DEL PASTOR

ASIGNATURA:
TEOLOGÍA MINISTERIAL BÁSICA Y LAS ASAMBLEAS DE DIOS

DOCENTE:
PASTOR ABEL ESCALANTE

ESTUDIANTE:
JOSÈ RIGOBERTO CORLETO BERGANZA

FECHA DE ENTREGA:
SÀBADO, 5 DE MARZO DE 2022
Tabla de contenido
OBJETIVOS..........................................................................................................................................3
GENERAL........................................................................................................................................3
ESPECÌFICO.....................................................................................................................................3
INTRODUCCIÒN..................................................................................................................................4
El Ministerio Pastoral.........................................................................................................................5
Importancia Del Ministerio Pastoral...............................................................................................5
La labor complementaria del ministerio pastoral...........................................................................5
Característica especial del ministerio del pastor............................................................................6
El llamado Pastoral.....................................................................................................................6
La importancia del llamamiento:................................................................................................6
El apasionamiento por el ministerio: “más fuerte fuiste que yo, y me venciste”.......................8
La maravilla de la zarza ardiendo:..............................................................................................9
La Integridad del Ministro..........................................................................................................9
Requisitos bíblicos para ocupar el ministerio pastoral.........................................................10
El sacerdocio del pastor y su conducta.....................................................................................12
El Sacerdocio del pastor y su vocación.....................................................................................13
El Sacerdocio del Pastor y su mantenimiento..........................................................................13
El Sacerdocio del pastor y su mensaje......................................................................................13
CONCLUSIÒN....................................................................................................................................15
BIBLIOGRAFÌA.............................................................................................................................16

2
OBJETIVOS
GENERAL
●Reflexionar sobre la naturaleza, fundamentos, desafíos y requisitos
bíblicos del ministerio del pastor

ESPECÌFICO
●Identificar los fundamentos, premisas, desafíos y requisitos del
ministerio del pastor según las Sagradas Escrituras

3
INTRODUCCIÒN
Las palabras "ministerio, ministro y ministrar" son traducciones de palabras
griegas relacionadas con diakonía, que significa "servicio" o "mayordomía", y que
en el contexto bíblico se refiere en especial al aspecto espiritual. Por lo tanto, en el
Nuevo Testamento, un ministerio es, fundamentalmente, un servicio espiritual que
se presta al Señor en el marco de la iglesia, el cuerpo de Cristo.
El pastor que ha sido llamado por Dios ha recibido un gran ministerio, un gran
privilegio que implica un gran desafío. Debe reconocer, el pastor, que debe velar
por las necesidades espirituales de su congregación; debe enseñar y fortalecer a
los miembros de la iglesia, animando a cada uno de ellos al crecimiento en amor y
servicio. El ministerio del pastor intuye el llamado para guiar, vigilar y cuidar el
rebaño de Dios.
El presente trabajo tiene como objetivo reflexionar sobre el ministerio del pastor, y
contiene su respectiva introducción, desarrollo, conclusión y bibliografía.

4
El Ministerio Pastoral
Uno de los grandes ministerios de la iglesia, sin duda, es el pastoral. La misma
palabra “pastor” encierra un gran simbolismo que habla de la importantísima labor
de este noble ministerio: Uno que apacienta.

En el Nuevo Testamento esta palabra viene del griego: “poimén” y significa


“cuidador de ovejas”.

El diccionario Vine lo explica así:

1. En su sentido natural, es alguien que cuida rebaños (Mateo 9:36; Lucas 2:8,
15, 20; Juan 10:2).
2. Metafóricamente, se refiere a Cristo (Mateo 26:31; Juan 10:11, 14, 16;
Hebreos 13:20).
3. También en forma metafórica se refiere a aquellos que ejercen el pastorado
en la iglesia de Cristo (Efesios 4:11). Los pastores conducen y apacientan
la grey (Hechos 20:28), este servicio era encomendado a los varones
maduros espiritualmente, el pastoreo involucra un cuidado tierno y una
supervisión llena de atención (1ra Pedro 5:1-3).

Importancia Del Ministerio Pastoral

Desde el comienzo de la iglesia, el ministerio pastoral ha desempeñado una


función vital en el desarrollo de la obra de Dios. Cuando la misión evangelística de
la iglesia fue despertada en Pentecostés esparciéndose en Judea, Samaria y las
naciones vecinas, dejando al paso de los evangelizadores una gran cantidad de
nuevos creyentes; fue el ministerio pastoral el que les dio sustento a la
permanencia en el camino de la fe a los muchos creyentes que produjo la
evangelización. Y se puede decir que el ministerio pastoral debe su mayor
importancia al hecho de proporcionar cuidado espiritual permanente a los
creyentes.

La labor complementaria del ministerio pastoral

Los ministerios son complementarios, ningún ministerio es superior a otro, sino


que cada ministerio se complementa con los demás para llevar a cabo la obra de
Dios en, y a través de los creyentes, de forma efectiva. De tal manera que nadie
que ejerza un ministerio puede ignorar que es un miembro con una función en
beneficio de todo el cuerpo de creyentes. Así que cuando se habla de la
importancia del ministerio pastoral, no se pone por encima de ningún otro
ministerio, pero sí se pone de relieve que su función es de suma importancia para
el desarrollo de la iglesia. La palabra de Dios dice: “sino que siguiendo la verdad
en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien

5
todo el cuerpo, bien concertado unido entre sí por las coyunturas que se ayudan
mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento
para irse edificando en amor” (Efesios 4:15,16).

Sin la importante complementación del ministerio pastoral, todo aquel gigantesco


esfuerzo de la evangelización habría perdido sus frutos; haciendo vano todo su
esfuerzo. En nuestro tiempo, tal como entonces, el ministerio pastoral desempeña
una labor tan destacada que ha llegado a ser, por momentos, el pilar más
importante de la iglesia.

Característica especial del ministerio del pastor

El ministerio pastoral se destaca por su amor y dedicación especial al cuidado de


las almas. El Señor Jesucristo destaca esta característica especial del pastor
cuando se identifica así mismo como tal: “Yo soy el buen Pastor; el buen pastor su
vida da por las ovejas” (Juan 10:9). La función pastoral se ve grandemente
dignificada por el hecho de que Cristo mismo es pastor (el buen Pastor). La figura
o desempeño pastoral de Cristo le sirve de ejemplo y parámetro al ministerio
pastoral de la iglesia. Lo anterior es cierto en todas las áreas del quehacer
pastoral: Dedicación, esfuerzo, humildad, integridad, amor, benignidad, entre
otros.

Pero para ejercer el ministerio pastoral es necesario un elemento vital: Ser


constituido por Dios como pastor. De ahí que todo ministro pastoral debe tener un
llamado.

El llamado Pastoral

“Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a


otros, pastores y maestros. A fin de perfeccionar a los santos para la obra del
ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la
unidad de la fe y del conocimiento del hijo de Dios, a un varón perfecto, a la
medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños
fluctuantes, llevados por doquiera por todo viento de doctrina, por estratagemas de
hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que
siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto
es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado unido entre sí por las
coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada
miembro, recibe su crecimiento para irse edificando en amor.” (Efesios 4:11-16).
Tal como se evidencia, nadie puede arrogarse el derecho de llamarse pastor sin
ser llamado por Dios. Este principio es importante tanto para el ministro, como
para los creyentes; pues la base de la autoridad del ministro la constituye su
llamamiento.

La importancia del llamamiento:

6
El llamado es importante para el ministro; por cuanto su trabajo es de carácter
espiritual, por ende, debe tener una capacitación espiritual para llevar a cabo su
misión de forma efectiva. La capacitación de la que se habla no puede obtenerse
de fuentes humanas; sino por fuente divina, espiritual. Dicho de otro modo: La
capacitación espiritual del ministerio pastoral, viene con la impartición de la unción
del Espíritu Santo que se da en el llamamiento.

El llamamiento es de suma importancia, pues a través de la unción que se da en


el llamamiento se imparte:

1) Sabiduría espiritual.

Como se sabe, la sabiduría espiritual no puede obtenerse en los seminarios; es el


Espíritu de Dios que ministra este don. De tal manera que si se ejerce el pastorado
sin llamamiento, el pastor carecerá de este imprescindible don.

2) Fidelidad al llamado.

El llamado es imprescindible para ejercer el pastorado, pues el ministerio no es


temporal, sino permanente. La iglesia del Señor ha sufrido grandes daños por
causa de la ausencia de llamado en muchos de los pastores que se dedican al
ministerio. El ministerio pastoral es uno de los más sufridos; por tal motivo se hace
imprescindible la fuerza divina que trae la unción ministerial del llamado. Cuando
un pastor sin llamado tiene que enfrentar momentos de gran prueba, sea esta
espiritual, mental, emocional o financiera, podría dejar el pastorado sin mayores
consideraciones para con la iglesia o para con Dios (Juan 10:12,13). Tal actitud
no es posible para un pastor con llamado, porque aunque se vea fuertemente
tentado a dejar el ministerio, no lo haría definitivamente por razón de su llamado.

La razón más importante por la cual un pastor llamado por Dios no puede dejar el
ministerio; es por el hecho de que el don y el llamamiento de Dios se ligan
fuertemente y de manera muy profunda en el espíritu del ministro, de donde no
podrá arrancarlos. Acerca de este principio, las escrituras dicen: “Me sedujiste, oh
Jehová, y fui seducido; más fuerte fuiste que yo, y me venciste; cada día he sido
escarnecido, cada cual se burla de mí. Porque cuantas veces hablo, doy voces,
grito: Violencia y destrucción, porque la palabra de Jehová me ha sido por afrenta
y escarnio cada día. Y dije: No me acordaré más de él, ni hablaré más en su
nombre; no obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis
huesos; traté de sufrirlo y no pude” (Jeremías 20:7-9). Las escrituras dejan ver con
claridad la gran angustia del siervo de Dios; o dicho de un modo más actual; la
gran depresión del siervo de Dios, la cual era tan intensa que deseaba morir; al
punto de maldecir la hora y el día en que nació (Jeremías 20:14-18).

Claramente, se puede ver la terrible y profunda angustia del ministro; no obstante,


era más fuerte y profundo el fuego del llamamiento dentro de su ser – “no
obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos” -. Si
el pastor no tiene el fuego del llamamiento de Dios metido profundamente en su
7
corazón y sus huesos, no podrá hacerle frente a las profundas crisis de su
invaluable misión; porque vendrá tiempo donde el sufrimiento y la adversidad
cavarán tan profundo en su ser que si el amor por Dios no está más profundo que
el amor por sí mismo; y si la pasión por el ministerio, no es más fuerte y profunda
que el anhelo por su propia paz y tranquilidad; entonces la adversidad
desarraigará el ministerio de su vida.

Hay, además, otra verdad bíblica en la cual basarse para decir que un ministro con
llamado no podrá dejar de forma definitiva su ministerio: “Porque irrevocable son
los dones y el llamamiento de Dios” (Romanos 11:29). Es importante notar que la
pasión por el ministerio no proviene del corazón del hombre, sino de la acción de
Dios; el cual ha designado al que llamó y que poderosamente le inquieta a cumplir
su misión. Jeremías lo dice de este modo: “Me sedujiste, oh Jehová, y fui
seducido; mas fuerte fuiste que yo, y me venciste”.

El profeta Jeremías aporta un fuerte matiz al llamamiento cuando introduce su


alegato en forma de queja y a causa del sufrimiento que le trajo. Él usa la palabra
“seducción”. Esa palabra es la que se usaba para referirse a la conquista de una
virgen mediante el engaño (Éxodo 22:16). Y es también la que se usó para
referirse al espíritu mentiroso que engañó a Acab (1 Reyes 22:20-22). El profeta
no está diciendo concretamente que Dios lo engañó; más bien es una expresión
de ironía; pues el amor que le inspiró al ministerio, y que se supone le traería
dicha; ahora le es por afrenta y no por felicidad. El enamoramiento que en el
principio sentimos por el ministerio, ha de provenir de Dios; porque si no proviene
de Él, sino que proviene de nosotros mismos o de otros intereses; no podrá resistir
la adversidad.

El apasionamiento por el ministerio: “más fuerte fuiste que yo, y me venciste”

De igual modo ocurre con el apasionamiento por el ministerio: La pasión por el


ministerio ha de provenir de Dios, a través de la unción por el Espíritu de Dios; y
no del corazón humano. Toda pasión que surge únicamente del corazón humano,
no puede ser tenida como fiel para ser confiable testimonio de inmutabilidad y
permanencia. Acerca de lo incierto de las pasiones del corazón humano, la
palabra de Dios dice: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas…”
(Jeremías 17:9).

Cuando es el verdadero fuego de Dios al que llamamos pasión, el que está dentro
del ministro; los propósitos de Dios serán mucho más fuertes que la adversidad; y
el ministro no será vencido del deseo de renuncia; sino que el fuego del
llamamiento de Dios vencerá al ministro, haciéndolo permanecer en el ministerio.
(“Me sedujiste, oh Jehová, y fui seducido; mas fuerte fuiste que yo, y me venciste;
cada día he sido escarnecido, cada cual se burla de mí. Porque cuantas veces
hablo, doy voces, grito: Violencia y destrucción, porque la palabra de Jehová me
ha sido por afrenta y escarnio cada día. Y dije: No me acordaré más de Él, ni

8
hablaré más en su nombre; no obstante, había en mi corazón como un fuego
ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo y no pude”) (Jeremías 20:7-9).

Como se puede notar en el pasaje antes referido: El fuego del llamamiento de


Dios ardía de forma activa y profunda dentro del corazón del ministro; hasta
alcanzar todo lo más profundo de su ser; hasta estar metido en sus huesos.
Ciertamente el fuego de la adversidad quemaba con angustia su fragilidad
humana; no obstante, el fuego ardiente de Dios era más fuerte en su ser,
prevaleciendo sobre la adversidad.

La maravilla de la zarza ardiendo:

Puede ser que las consideraciones acerca de lo sufrido del ministerio pastoral
tiendan a desalentar a aquellos que piensen dedicarse al pastorado; porque si es
tan difícil ¿Quién querrá dedicarse a él? No obstante, es necesario entender que
si Dios ha llamado al ministro, Él es poderoso para sostenerle en la adversidad.

Cuando Moisés pastoreaba las ovejas de su suegro en el desierto, se encontró


con la presencia de Dios. -Moisés pastoreaba ovejas; pero Dios quería hacerle
pastor de hombres-, y en su encuentro con Dios, las sagradas escrituras nos dejan
ver un evento divino y maravilloso ante los ojos de Moisés: “Una zarza que ardía y
no se consumía” (Éxodo 3:1-4). Esa visión sorprendente y maravillosa, habla de
una poderosa verdad que está estrictamente ligada al llamamiento ministerial, y
que tiene que ver con la debilidad humana y el maravilloso y sorprendente poder
de Dios obrando a través de ella. Aquella visión maravillosa atrajo la atención de
Moisés. Y en su mente acostumbrada a pensar de forma lógica y natural, no podía
entender como una frágil zarza que ardía en medio del intenso y abrasador calor
del desierto, no se consumía. Lo lógico y lo normal es que se quemara por
completo hasta consumirse, quedando reducida a ceniza y desaparecer empujada
por el viento del desierto.

Ciertamente, las muchas e intensas pruebas del ministerio pastoral, angustian y


deprimen al ministro; quemando abrasadoramente la debilidad humana. Y lo lógico
y lo normal es que la adversidad lo consuma por completo. Pero lo maravilloso es
que el que tiene el fuego y el poder del llamamiento de Dios no será consumido
por el fuego de la prueba; sino que la maravillosa presencia de Dios, su gracia y
su favor le sostendrán y capacitarán con fortaleza e integridad.

La Integridad del Ministro

La principal característica de un ministro del Señor es su carácter cristiano. El


Señor Jesucristo nos advierte acerca de cómo poder identificar a quienes son
genuinamente ministros de Dios y a quienes no lo son, usando este principio del
carácter. Él dice: “Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con
vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los
conoceréis, ¿A caso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así,

9
todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el
buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos” (Mateo 7:15-18).

El pastor ha de ser ejemplo de virtud: (Tito 2:7). Si el “ministro” no es íntegro en su


vida personal, sino que es deshonesto y falto de las virtudes del carácter de Cristo,
su llamamiento muy probablemente no sea verdadero; porque “un árbol malo no
puede dar frutos buenos”.

Podemos decir, a la luz del “principio de la integridad”, que un verdadero pastor es


lleno de las virtudes del Señor, y será, por tanto, una persona santa, humilde,
misericordiosa, recta, justa y afable; no será iracundo, arrogante, ni impuro en
ninguno de sus actos, sean estos públicos o privados. Con la anterior declaración
no se quiere decir que un ministro del Señor no puede pecar, o que al pecar
invalida toda su obra ministerial.

La Biblia registra el pecado de verdaderos siervos del Señor sin que esto
desautorice su obra. Sin embargo, ha de aclararse que el pecado de dichos
servidores del Señor no es el carácter habitual de sus vidas; es más bien una
excepción. Aun así, es de suma importancia que la iglesia conozca a ciencia cierta
quien es el pastor como persona, a fin de poder aceptar y “juzgar” adecuadamente
el ministerio de dicho pastor.

En este tiempo cobra especial valor este principio, porque muchos se han
dedicado al pastorado por intereses personales y no por vocación ni llamado. Esto
ha traído grandes daños a la iglesia del Señor. Son muchos los intereses que han
motivado a quienes se dedican al pastorado sin ser llamados por Dios: Por
ganancia deshonesta, por fama, como forma de sustento económico, entre otros.
Pero lo más lamentable de todo, es la falta de integridad y virtudes cristianas en la
conducta de muchos de ellos. Eso ha provocado lesiones serias a la iglesia:
Adulterios de dichos pastores, defraudación financiera, descuido de la salud
espiritual de los creyentes, y en muchos casos, la introducción de doctrinas
erróneas y destructivas en la iglesia.

Todo ello ha provocado un mal ambiente para el ejercicio legítimo del ministerio y
una mala imagen del mismo dentro de la iglesia. Ese mal ambiente y daño de la
imagen del pastorado se ha extendido al mundo; es decir, fuera de la iglesia, en
los no creyentes; afectando así la credibilidad del ministro y de la iglesia, y por
ende, la misión de ésta.

Requisitos bíblicos para ocupar el ministerio pastoral

La Palabra de Dios establece los requisitos para ejercer el pastorado. Y estos son
excluyentes y son, por tanto, necesarios para regir el peregrinar del pastor, porque
la Palabra de Dios lo manda en 1ra Timoteo 3:1-7 y en Tito 1:5-9.

“Palabra fiel: Si alguno anhela obispado (pastorado), buena obra desea (1Timoteo
3: 1).
10
Es necesario, pues, que el obispo sea irreprochable, marido de una sola mujer,
sobrio, prudente, decoroso, hospitalario, apto para enseñar, no adicto al vino, ni
pendenciero, sino amable, apacible, no avaro, que gobierne bien su propia casa,
que tenga a sus hijos en sumisión con toda dignidad (pues si alguno no sabe
gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la Iglesia de Dios?); no un neófito, no
sea que, lleno de orgullo, caiga en acusación del diablo; debiendo tener también
buen testimonio de los de afuera, para que no caiga en descrédito o en trampa del
diablo.”

1. Anhelar el obispado: Se debe tener el deseo de servir en tal ministerio.


2. Ser irreprensible: Debe ser un hombre al cual el adversario no pueda
acusarlo con fundamento; ya que vive una vida ordenada y por ende, no se
le puede acusar de ningún mal con fundamento.
3. Ser marido de una sola mujer: Un obispo debe tener una sola mujer, es
decir, observar una pureza moral y sexual.
4. Sobrio: Debe ser un hombre con la cabeza bien equilibrada; que conozca
bien los problemas comunes y apto para razonar con juicio en cuanto a
ellos.
5. Prudente: Debe tener buen juicio y discernimiento, no impulsivo ni
arrebatado, debe tener dominio propio.
6. Decoroso: Debe ser un hombre con buenos modales y cortés en todo su
ser. Debe vivir una vida ordenada.
7. Hospedador: Debe ser un hombre con el espíritu del buen samaritano;
siempre listo para ayudar o servir a quien sea y en especial en los ámbitos
espirituales.
8. Apto para enseñar: Debe tener un concepto claro de lo que es el Plan de
Redención y apto para enseñarlo a otros. Es necesario que cada pastor
tenga esta cualidad importantísima; un pastor es oficialmente un maestro
en la iglesia del señor y por lo tanto, debe estar bien preparado para
desempeñar esta noble tarea.
9. No dado al vino: Que no sea un borracho, es decir, un pastor no debe tener
reputación de bebedor y su juicio nunca debe ser nublado por el alcohol
(cp. Prov. 31: 4, 5; 1Cor. 6: 12).
10. No pendenciero: No debe ser un hombre contencioso sino que sea pacífico
en todo sentido.
11. No codicioso de ganancias deshonestas: No debe ser un hombre que gana
su dinero en forma ilegal o deshonesta.
12. Amable: El anciano/pastor debe distinguirse en su amabilidad y paciencia al
enseñar a aquellos que se oponen, con la esperanza de que se arrepientan
y reconozcan la verdad.
13. Apacible: No debe ser dado a la contienda, no debe ser uno que siempre
está peleando verbalmente; sino que pacífico y, en el espíritu del gran
apóstol Pablo que aunque contendía por la fe lo hacía con el espíritu de
humildad y táctica, con el fin de ganar a todos los que fueran posible para el
Señor.
14. No avaro: No debe ser un amante del dinero, pues «el amor al dinero es la
raíz de todos los males.»
11
15. Que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda
honestidad: El obispo/pastor no solamente debe ser casado sino debe tener
hijos fieles, hijos que hayan sido criados conforme a las enseñanzas de
Dios; he aquí uno de los requisitos que descalifica a muchos que pretenden
ser pastores pero que ni siquiera son casados y mucho menos tienen hijos
fieles (1 Timoteo 3:5).
16. No un neófito: No debe ser una persona que hace poco se convirtió, pues,
«no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo».
17. Buena fama: «También es necesario que tenga buen testimonio de los de
afuera; es decir, debe tener un buen testimonio entre los que no son
cristianos, «para que no caiga en descrédito y en lazo del diablo.»

La función sacerdotal del pastor

A modo de analogía se compara a continuación algunos aspectos del sacerdocio


levítico, con las exigencias que se hacen a los pastores en el Nuevo Testamento.

El sacerdocio del pastor y su familia

Cuando  Moisés expone las exigencias divinas para los sacerdotes, resulta
significativamente enfático el perfil familiar de este servidor de Dios. Por ejemplo,
no podía casarse con una mujer común (Levítico 21:7) o que tuviera algún tipo de
falta, menos el Sumo sacerdote (Levítico 21:13-15) quién debía contraer
matrimonio con una mujer intachable y por supuesto, virgen. Los hijos de estos
ministros debían participar activamente en el ministerio de su padre y ser el reflejo
moral de la gestión de su padre. Esto se ilustra con la disposición que ordenaba
que la hija fornicaria de un sacerdote fuera quemada (Levítico 21:9), tan drásticas
eras las medidas, que ni luto pudo guardar Aarón, cuando sus hijos fueron
incinerados por Dios, al comportarse de manera irreverente durante su servicio en
el santuario (Levítico 10:6).

Es por eso que en el NT el Apóstol Pablo es tajante en el tema de la familia,


indicando que quién no sabe gobernar su propia casa, no podría gobernar una
iglesia (Tito 1:6 y 1ra Timoteo 3:5).

Si el ministro es el portavoz de una verdad divina, ésta debe manifestarse


concretamente en su propia vida y familia, siendo un ejemplo a seguir, lo cual le
dará peso y respaldo a su predicación.

El sacerdocio del pastor y su conducta

Uno de los hechos más tristes de la historia de ministerio sacerdotal, aconteció al


comienzo de su ejercicio: “La muerte de Nadab y Abiú”. Sin embargo, esta
catástrofe ha servido mucho para reconocer una verdad primordial del sacerdocio
levítico; en lo que a conducta se refiere. Dios estableció una directriz: “En los que

12
a mí se acercan me santificaré, y en presencia de todo el pueblo seré glorificado”
(Levítico 10:3).

Además de estar obligado a ser santo, como todo israelita (Levítico 11:44; 19:2;
20:26), el sacerdote tenía que reflejar en su comportamiento la santidad de Dios
que representaba, a la vista de todo el pueblo. Es por esta razón que el apóstol
Pablo recomienda a Tito ser irreprensible, como administrador de Dios (Tito 1:6) y
a Timoteo le recuerda que el candidato al obispado (pastorado) debe tener un
buen testimonio de los de afuera (1ra Timoteo 3:7).

El Sacerdocio del pastor y su vocación

En el primer día de la consagración de Aarón y sus hijos, Moisés hizo algo


significativo. Llamó a toda la congregación y dijo: “Esto es lo que Dios me ha
mandado a hacer” (Levítico 8:4-5). Posteriormente, en el octavo día de la
consagración, también en un acto público, Moisés da instrucciones divinas a su
hermano, con la siguiente admonición: “…hacedlo, y la gloria de Dios se os
aparecerá” (Levítico 9:6). Una vez realizados todos los rituales respectivos, la
Biblia dice que la gloria de Dios se apareció a todo el pueblo (Levítico 9:23).

El carácter público de todo el ceremonial tenía como propósito mostrar al pueblo


que la designación de Aarón y su familia, era de origen divino. La vocación
ministerial de esta familia era servir a Dios.

La motivación de un candidato al ministerio pastoral debe ser una vocación santa


(Efesios 4:1), y de la misma manera que la eficacia del ministerio de Aarón y sus
hijos fue puesta a prueba, el pastor también deberá rendir algunos exámenes. Es
lo que da a entender 1ra Timoteo 3:10 “Y estos también sean sometidos a prueba
primero, y entonces ejerzan el diaconado…”.

El Sacerdocio del Pastor y su mantenimiento

Quienes nacían en la tribu de Leví no recibían herencia territorial, no podían


ejercer labores semejantes a las que realizaban el resto de sus hermanos, ya que
estaban dedicados al ministerio del tabernáculo de reunión, ellos debían confiar en
Dios. Cada sacerdote del AT vivía de los diezmos de Israel, los cuáles consistían
en alimentos, esto era su remuneración por su servicio a Dios (Números 18:20-
32), como se puede ver, este pago era para sostener sus necesidades básicas y
no para acumular riquezas ni propiedades, porque Dios mismo era su herencia y
su vocación y su llamado era estar ministrando en el tabernáculo.

En el Nuevo Testamento no hay una enseñanza explícita respecto a los diezmos.


Sin embargo, el principio de mantenimiento de los que ministran sigue vigente en
el Nuevo Testamento; prueba de ello es que el Apóstol Pablo en 1 Corintios 9:12-
13 enseña que quienes anuncian el evangelio deben “vivir” del evangelio,
relacionándolo con Levítico, el mismo apóstol aconseja a Timoteo indicándole que

13
«Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor,
mayormente los que trabajan en predicar y enseñar.” En 1ra Timoteo 5:17-18, es
significativo el concepto de trabajo, ya que el mismo Dios los “contrata” para
trabajar en su viña, por lo mismo requiere de un mantenimiento justo por parte de
la congregación a la que este sirve.

El Sacerdocio del pastor y su mensaje

Probablemente uno de los ministerios más trascendentes del sacerdote (además


de sus funciones evidentes), es su labor docente. En el ya citado incidente de
Nadab y Abiú, Dios impuso la prohibición a los sacerdotes de ingerir bebidas
alcohólicas cuando entrasen en el tabernáculo de reunión (Levítico 10:9). Esta
disposición obedecía a dos propósitos fundamentales: que los ministros pudieran
discernir entre lo santo y lo profano, lo inmundo y lo limpio y en segundo lugar,
para enseñar a los hijos de Israel todos los estatutos que Jehová les había dicho
por medio de Moisés (Levítico 10:10-11). Este encargo de perpetuar los estatutos
divinos entre el pueblo requería evitar cualquier posible distorsión de la
percepción, aun el vino y la sidra.

Los pastores deben reconocer la grandiosa tarea que Dios les encomienda. El
apóstol de los gentiles une dos requisitos para los ministros en 1 Timoteo 3:2-3 “…
apto para enseñar, no dado al vino…” (Otra versión dice: no dados a mucho vino).
Hoy más que nunca se requiere que los ministros del Dios Altísimo agudicen su
capacidad para discernir entre lo santo y lo inmundo, sobre todo al momento de
enseñar o predicar las verdades eternas. Pablo insiste en esto a Tito exigiéndole
que el verdadero líder de la grey de Dios debe ser “retenedor de la palabra fiel tal
como ha sido enseñada, para que también pueda exhortar con sana enseñanza y
convencer a los que contradicen…” (Tito 1:9).

14
CONCLUSIÒN
El llamado pastoral es muy importante en el plan que Dios trazó para la iglesia, y
requiere de una cantidad considerable de requisitos que Dios exige a quienes Él
llama. Ser pastor no es una tarea fácil, pero sí es algo honorable, es un trabajo
que muchas veces no es valorado por las personas o por las ovejas, pero es de
gran importancia (junto a otros ministerios) para el crecimiento espiritual de
quienes forman parte de la Iglesia.

Los pastores que llevan muchos años, pero que sienten que las fuerzas van
decayendo, necesitan renovar su compromiso con Dios, reconociendo
constantemente el privilegio sin comparación que Dios les ha conferido.

15
BIBLIOGRAFÌA

Coulter, Fred R. (sf). Creencias y doctrinas de la iglesia del Nuevo Testamento.


Iglesia de Dios Cristiana y Bíblica. P. O. Box 1442. Hollister, CA 95024-
1442.

De Reina, C., & De Valera, C. (1993). Biblia de Estudio de la Vida Plena. Miami:
Editorial Vida.

Horton, S. (sf). TEOLOGÌA SISTEMÀTICA Una perspectiva pentecostal: Vida.


USA

Lecciòn 1 Iglesias del Nuevo Testamento. (sf). S4241es_En02Es02_01.pdf

MacArthur, J. (2011). Biblia de Estudio MacArthur. Thomas Nelson, Inc.

16

También podría gustarte