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CRITERIOS PARA LA INSTITUCIÓN

DEL MINISTERIO DE CATEQUISTA

1
1. La Iglesia en México asume con gozo y esperanza la institución oficial del
ministerio de catequista. Es consciente de que implica un grande y permanente
desafío, al que es necesario responder con la plena generosidad y
corresponsabilidad de todos los agentes pastorales y las instituciones eclesiales.

2. La Dimensión para la Nueva Evangelización y la Catequesis de la Conferencia


del Episcopado Mexicano ve necesario “hacer efectivo el ministerio de catequista,
estableciendo el itinerario de formación y los criterios normativos para recibirlo”1.

3. Ante el desafío de anunciar el Evangelio en el actual cambio de época2, el papa


Francisco nos ha sorprendido gratamente con la Institución del ministerio laical de
catequista, mediante la carta apostólica en forma motu proprio Antiquum
Ministerium (10.05.2021). Desde el inicio de dicho documento, el papa señala que
el ministerio de catequista es tan antiguo como la misma Iglesia. Afirma que a partir
del Nuevo Testamento (1 Cor 12, 4-11), “toda la historia de la evangelización de
estos dos milenios, muestra con gran evidencia lo eficaz que ha sido la misión de
los catequistas”3. La catequesis vivió momentos de gran esplendor en la Iglesia, por
el lugar central que tuvo, la atención especial que se le dio y la calidad con que se
realizó, sobre todo a través del catecumenado. Esto ocurrió principalmente en los
seis primeros siglos de su historia, que se conoce como el período de los Padres de
la Iglesia.

4. Siglos después, cuando el cristianismo se difundió y se instaló en el Imperio


romano, surgió la sociedad de “cristiandad”, haciendo que la catequesis también
decayera, pues se pensaba que ya no era necesario realizarla como ministerio
permanente, ya que la res publica se consideraba totalmente cristiana, la fe se
transmitía en el ambiente familiar y mediante las instituciones de Iglesia. Así surgió
la instrucción infantil, centrada en la preparación a los sacramentos de la iniciación
cristiana, suplantando rápidamente el modelo de toda catequesis catecumenal, que
era sobre todo de adultos.

5. Lo más notable de este cambio no fue sólo la forma de impartir la catequesis -de
adultos a niños- sino sobre todo la manera de presentar el mensaje cristiano y la
pedagogía para comunicarlo. La catequesis se transformó en un conjunto de
verdades doctrinales y su pedagogía se convirtió en una colección de preguntas y
respuestas para aprender de memoria.

Tal situación se prolongó durante varios siglos. Fue hasta bien entrado el siglo XX,
cuando el Concilio Vaticano II con su “regreso a las fuentes primeras de la fe
cristiana”, puso las bases para rescatar el ministerio de catequista en su
autenticidad original.

1 P.P. FRANCISCO, Motu proprio Antiquum Ministerium, 10 de mayo de 2021, n. 9.


2 Cf. DEPARTAMENTO DE MISIÓN Y ESPIRITUALIDAD. Celam, La alegría de iniciar discípulos misioneros
en el cambio de época. Nuevas perspectivas para la Catequesis en América Latina y el Caribe,
Bogotá 2015, nn.15-26.
3 Antiquum Ministerium, n. 3.

2
6. No obstante su antigüedad y las transformaciones en su historia, el ministerio de
catequista sigue siendo muy actual en nuestros días, gracias a la acción
permanente del Espíritu, que lo convierte en una auténtica fuerza evangelizadora
en nuestros pueblos y ciudades. “Muchos catequistas capaces y constantes están
al frente de comunidades en diversas regiones y desempeñan una misión
insustituible en la transmisión y profundización de la fe”.4

I. LA IGLESIA, COMUNIDAD DE MINISTERIOS

7. Por la importancia, el valor y la trascendencia histórica del ministerio de catequista


como expresión de la vocación evangelizadora de la Iglesia, es necesario señalar
el lugar que tiene en ella, como comunidad de ministerios. Históricamente la Iglesia
ha intentado responder, desde su origen, a necesidades reales de diversa índole,
desde el Evangelio. Ha buscado descubrir el significado profundo sobre el origen,
el desarrollo y el cumplimiento de todas las realidades creadas dentro del plan de
Dios. Como signo y sacramento de su Señor, la Iglesia sabe que existe sólo para
servir a través de múltiples acciones, cuyo propósito principal consiste en favorecer
el encuentro con Dios y los hermanos.

8. La propuesta e intención primordial de todo ministerio eclesial, reside en anunciar


la Buena Nueva del Reino de Dios, como el gran proyecto de Jesús, para
transformar radicalmente a la persona, al mundo y a la historia. Conducida por el
Espíritu del Señor, la Iglesia se nutre de la convicción de que Él es el autor, el
precursor, el acompañante y el continuador de toda su acción ministerial, por medio
de la cual busca sin cesar la conversión del corazón y la transformación del entorno
social y eclesial.

9. La catequesis se sitúa en este contexto de ministerialidad eclesial, cuyo gran


objetivo consiste en: “poner a uno no sólo en contacto, sino en comunión, en
intimidad con Jesucristo: sólo Él puede conducirnos al amor del Padre en el Espíritu,
y hacernos partícipes de la vida de la Santísima Trinidad”5.

II. NATURALEZA DE LA INSTITUCIÓN DEL MINISTERIO DE CATEQUISTA


10. En el marco de la ministerialidad eclesial, el servicio realizado por el catequista
posee un significado teológico particular, fundado en la Palabra de Dios que lo nutre
permanentemente en su ser y quehacer dentro de la comunidad. Como en todo
ministerio eclesial, la Palabra está presente en sus dimensiones esenciales:

* Como Palabra creadora: cuando habla, Dios también actúa. Su Palabra es acción.
El hablar y el actuar en Dios son lo mismo. Al pronunciar su Palabra, Dios realiza lo
que anuncia, produce lo que dice, llama a la existencia, realiza la historia, llama a la
existencia a todas las creaturas, resucita: “Dijo Dios y el mundo fue” (Gn 1, 1-2, 4;

4Antiquum Ministerium, n. 3.
5P.P. JUAN PABLO II, Exh. Apost. Catechesi Tradendae n. 5; PONTIFICIO CONSEJO PARA LA PROMOCIÓN
DE LA NUEVA EVANGELIZACIÓN, Directorio para la Catequesis, n. 75.

3
cf. Sab 9, 1); “Lázaro, sal fuera” (Jn 11, 40-44). Como Palabra creadora, espera del
oyente una actitud de confianza.

* Como Palabra iluminadora: esclarece lo que ella misma crea. Revela el sentido
profundo de la vida desde la mirada de Dios. Revela el significado de los
acontecimientos, de las diversas realidades, de las experiencias y de las situaciones
que viven los creyentes. Interpreta la realidad desde el punto de vista de Dios (cf.
Gn 1, 1-2, 4; 2, 5-3. 24). “Da ojos para ver y oídos para entender”, como el Señor
educa para dar sentido a la vida. “Lámpara para mis pies es tu Palabra y luz en mi
sendero” (Sal 119, 105) La Palabra divina espera del oyente una actitud de fe.

* Como Palabra comprometedora. Es maestra y regla de vida práctica, norma de


conducta y estímulo al compromiso, porque es expresión de la voluntad divina. Hay
que acogerla para caminar en la rectitud del corazón. La Palabra recibida colma al
creyente de sabiduría. Suscita en éste actitudes prácticas para acatar el querer de
Dios (cf. Ex 20, 1.22; Dt 13, 1; Mt 7, 24-27; St 1, 19-27). La Palabra comprometedora
espera del oyente una actitud de amor.

11. La Palabra de Dios está en el corazón de la comunidad cristiana. Por eso la


Iglesia se considera a sí misma ante todo como el pueblo de la Palabra. Vive
buscando en ella su verdad, su autoridad, su sabiduría y su santidad. Sin Palabra
de Dios no hay ni Iglesia, sacramentos, misión, ministerios, testimonio, Tradición
viva, Magisterio, teología, catequesis, espiritualidad cristiana, porque ella es como
un río que riega todos los campos de la vida eclesial. Todo lo que tiene significado
en la comunidad cristiana es porque nace o está en contacto permanente con la
Palabra de Dios. Por eso se comprende por qué la Iglesia sólo vive para evangelizar,
proclamando la Buena Nueva. Toda la historia de salvación no es sino la historia de
la Palabra salvadora de Dios, manifestada de muchas formas en la comunidad
creyente, y culminada en la persona de Jesús (cf. Heb 1, 1-2).

12. En este contexto, la institución al ministerio de catequista tiene “un gran valor
vocacional”6, que nace de la Palabra de Dios, del sacramento del bautismo7 y de su
inserción en la comunidad creyente. De allí procede su legítima participación y su
vínculo indisoluble con el ministerio profético de Cristo, del cual recibe la capacidad
para proclamar con autenticidad la Buena Nueva8. Es, por tanto, un ministerio de
naturaleza eminentemente profética y laical, con características propias y diferente
de los ministerios ordenados. Debido a esta dimensión profética-laical, el ministerio
de catequista tiene como fin proclamar y edificar el reino de Dios, comprometido en
y con el mundo, orientándolo según el plan de Dios. Por la especificidad de su
vocación en el mundo, la familia, el trabajo y la sociedad, el catequista instituido

6 Antiquum Ministerium 8.
7 Cf. CONGREGACIÓN PARA EL CULTO DIVINO Y LA DISCIPLINA DE LOS SACRAMENTOS, Carta a los
presidentes de las conferencias de obispos sobre el rito de institución de los catequistas, 3 de
diciembre de 2021, n. 2.
8 Cf. PONTIFICIO CONSEJO PARA LA PROMOCIÓN DE LA NUEVA EVANGELIZACIÓN, Directorio para la

Catequesis, n. 110.

4
realizará su ministerio y sus tareas en las condiciones ordinarias de su existencia
como laico cristiano (cf. LG 31b).

13. En la Iglesia particular el ministerio instituido de catequista está orientado a


edificar la comunidad eclesial continuamente, respondiendo a sus necesidades, en
estrecha comunión con el Obispo y sus colaboradores9. Dicho ministerio en la
diócesis tiene, además, un carácter estable, como lo tuvo durante muchos siglos,
pero hoy con un nuevo sentido de estabilidad, gracias a su institución oficial que lo
fortalece, reconoce y eleva mediante el rito litúrgico de la institución. Los catequistas
instituidos serán reconocidos, como lo señala también el derecho canónico, al
referirse a la institución permanente de los ministerios laicales (cf. CIC c. 230 §1).
Esto implicará que el rito de la institución se reciba una sola vez y se otorgue para
ser ejercido en corresponsabilidad y comunión con los demás ministerios, tanto
laicales como ordenados, presentes en la comunidad cristiana10.

14. En este espíritu, del ministerio instituido de catequista quedan excluidos: a)


quienes han iniciado su camino de formación a las ordenes sagradas; b) los
miembros de la vida consagrada sin distinción, a no ser que existan razones
especiales que lo aconsejen; c) aquellos que coordinan algún movimiento eclesial
debido a que su rango de acción se reduce sólo a los miembros de dicho movimiento
y no a la totalidad del ámbito diocesano; d) los que enseñan religión en colegios
católicos11. Estas personas, aunque puedan tener relación en la práctica con la
catequesis, no están convocadas para ejercer, de manera prioritaria e instituida, el
ministerio de catequista en la Iglesia.

III. CRITERIOS PARA LA INSTITUCIÓN DEL MINISTERIO DE CATEQUISTA EN


LA IGLESIA PARTICULAR

15. Los criterios básicos son principios que inspiran las decisiones y las acciones
concretas con las que se dará cauce al ministerio instituido y estable de catequista
en las diócesis, enriqueciendo así la ministerialidad, que ya existe de muchas
formas actualmente en la Iglesia.

16. Instituir el ministerio estable de catequista exige considerar el contexto general


de la acción pastoral de la Iglesia diocesana, la cual se verifica a través de sus
múltiples servicios, suscitados por el Espíritu del Señor. Reconociendo su propia
identidad ministerial, el ministerio catequético está destinado a expresarse en
comunión con todos los demás ministerios presentes en la Iglesia12.

17. Este ministerio está directamente vinculado al Obispo diocesano, a quien


corresponde la elección final de los candidatos, su aceptación y asignación de éstos,

9 CONGREGACIÓN PARA EL CULTO DIVINO Y LA DISCIPLINA DE LOS SACRAMENTOS, Carta a los presidentes
de las conferencias de obispos …, n. 4.
10 Cf. Ibidem, n. 3.
11 Cf. Ibidem, n. 8.
12 Cf. Ibidem, n. 1.

5
según las necesidades pastorales de la Iglesia local. Por tal motivo, los catequistas
instituidos deben permanecer en especial obediencia, relación y comunión con el
pastor de la diócesis13. Por otro lado, el desempeño de la función de los catequistas
instituidos debe realizarse en comunión y colaboración con los ministros ordenados
especialmente los párrocos, y todos los demás ministerios laicales14. Así, la Iglesia
podrá expresar su natural condición ministerial, superando toda deformación de
este ministerio, en especial su clericalización, que desnaturaliza su valor singular en
la Iglesia15.

18. El papel del Obispo en la selección y presentación de los candidatos se realiza


a través de la Dimensión Diocesana de Catequesis y los párrocos que directamente
los conocen y con quienes habrán de colaborar16. Finalmente, se sugiere la creación
de orientaciones pastorales diocesanas para la implementación de la institución al
ministerio de catequista, que faciliten la concretización de esta tarea mediante un
proyecto con etapas bien definidas, de acuerdo a la realidad y necesidades de la
Iglesia particular; de modo que este ministerio se constituya en parte esencial de los
planes y proyectos pastorales de la diócesis, por su importancia en la vida y
crecimiento de la fe dentro de ella.

19. En cuanto a la admisión del candidato a catequista instituido, se debe


señalar lo siguiente:

a) Condiciones previas: que no esté impedido por alguna causa canónica en lo


que se refiere a la participación en los sacramentos (cf. CIC c. 915); que la recepción
del ministerio no implique un derecho a ser sustentado por la institución eclesial (cf.
CIC c. 230 § 1); que el Obispo diocesano como principal autoridad, con sus
colaboradores, asegure colegialmente la promoción, la convocatoria,
discernimiento, elección, presentación y acompañamiento de los candidatos, por lo
cual queda excluida para esto cualquier otra instancia parroquial o diocesana; es
conveniente que los catequistas instituidos reciban un documento (licencia) con la
información de la autoridad y de la diócesis que lo instituye de acuerdo con los
criterios de idoneidad; por tanto, es adecuada la renovación de esta licencia cada
tres años17 a fin de valorar la eficacia pastoral de su ejercicio.

b) Criterios de admisión: que el candidato tenga por lo menos 21 años y una vida
como creyente que no le impida su participación sacramental; deberá tener,
además, por lo menos seis años de experiencia como catequista; en caso de ser

13 Cf. Antiquum Ministerium, n. 8.


14 Cf. CONGREGACIÓN PARA EL CULTO DIVINO Y LA DISCIPLINA DE LOS SACRAMENTOS, Carta a los
presidentes de las conferencias de obispos …, n. 4.
15 Cf. Ibidem, n. 2.
16 «En la curia diocesana, el cuidado de la promoción de la catequesis está confiado a la oficina de

catequesis. La catequesis es una actividad fundamental en la vida de la Iglesia particular y por ello
requiere tener su propia oficina para la catequesis. Es oportuno que las diversas problemáticas sean
asumidas con la debida responsabilidad» DC 417.
17 La renovación de la licencia no implica repetir la celebración del rito de institución, debido a que

éste se recibe una sola vez.

6
casado(a), deberá serlo eclesiásticamente y vivir con normalidad; deberá contar con
una formación media a superior en cuanto al ámbito de la catequesis, según los
programas diocesanos y nacionales de formación para catequistas, y una formación
académica adecuada; el candidato deberá contar con buena fama por parte de la
comunidad parroquial; finalmente, presentará por escrito al Obispo diocesano su
solicitud para recibir el ministerio instituido de catequista, expresando su
disponibilidad en el servicio a la Iglesia.

c) Perfil del candidato: debe estar dotado de características que hablen de un perfil
de una persona en vías de transformación (DC 131), lo que le dará la capacidad de
unir con eficacia sus talentos personales a la acción de Dios, primer actor del
ministerio que recibe.

+ Profunda fe18. Con una sólida experiencia de Dios, guiado por el Espíritu que lo
lleva por los senderos de una maduración permanente de su fe (cf. DA 280 b).

+ Madurez humana19. El candidato asume su historia personal como lugar de la


presencia del Señor, que lo educa como creyente en un mundo plural y complejo,
para vivir con equilibrio, fortaleza, serenidad y libertad interior (cf. DA 280 a).

+ Miembro activo de la comunidad parroquial20. Por ser la comunidad cristiana el


origen, el lugar y la meta de la catequesis, el candidato deberá ser integrante
dinámico de ella, compartiendo con sus hermanos el camino de la fe y su
compromiso pastoral 21.

+ Poseedor de una formación adecuada22. Debe contar con una formación


específica para ejercer el ministerio de catequista, que le capacite a vivir
ampliamente su identidad en la comunidad23.

+ Maestro y mistagogo. Capaz de introducir a los hermanos en el misterio de Dios,


como fuente de la verdad y de las relaciones humano-divinas, que está llamado a
vivir como creyente24.

+ Acompañante y pedagogo. Hábil para el acompañamiento y el arte de la escucha,


condición para caminar fielmente con los hermanos de fe25.

18 Cf. Antiquum Ministerium, n. 8.


19 Cf. Ibidem.
20 Cf. Antiquum Ministerium, n. 8.
21 Cf. Directorio para la Catequesis, n. 133.
22 Cf. CONGREGACIÓN PARA EL CULTO DIVINO Y LA DISCIPLINA DE LOS SACRAMENTOS, Carta a los

presidentes de las conferencias de obispos …, n. 8.


23 Cf. Directorio para la Catequesis, n.135.
24 Cf. Ibidem, n. 113 b.
25 Cf. Ibidem, n. 113 c.

7
+ Creyente de oración asidua y Eucaristía (cf. EG 262). Desde su propia experiencia
de Dios, dialoga permanentemente con Él, a fin de servir con autenticidad a sus
hermanos, sin caer en el frecuente egoísmo de buscarse a sí mismo26.

+ Dedicado al estudio permanente. Dispuesto al aprendizaje continuo y a la


actualización constante en el saber religioso y humano, para renovar sus
conocimientos, y ser capaz de responder adecuadamente a los desafíos que
plantea la existencia actual a los creyentes (cf. DA 278 c).

+ Con una profunda espiritualidad sinodal y misionera. Experimenta la necesidad


de compartir con otros la alegría de ser enviado al mundo a anunciar a Jesucristo
(DA 278 e).

+ Participante de la vida diocesana. Debido a la naturaleza teológica y pastoral del


ministerio instituido de catequista y su vinculación directa con el Obispo, es
importante que el candidato sea un participante activo con el proyecto pastoral de
la diócesis, donde ejercerá su ministerio para edificarla con los valores del Reino de
Dios27.

20. En cuanto a la formación y acompañamiento del candidato a catequista


instituido, es necesario reconocer su derecho a ser formado adecuadamente para
ejercer su ministerio28.

21. Será muy conveniente, por tanto, que la Dimensión Diocesana de la Nueva
Evangelización y Catequesis (o a nivel provincial), según convenga, establezcan
una institución (escuela o instituto) para formar a los candidatos al ministerio
permanente de catequista, así como para los catequistas ya instituidos, con el fin
de formarlos y acompañarlos permanentemente29.

22. Jesús Maestro formó personalmente a sus discípulos antes de enviarlos a servir
a la comunidad; los llevó a encontrarse profundamente con el misterio de Dios, a
través del contacto vivo y experiencial con Él. Bajo esta mirada, el proceso de
formación del catequista debe estar marcado por un itinerario que comprenda en
distintas etapas del camino el encuentro con Jesucristo, la conversión, el
discipulado, la comunión y la misión. Dicha experiencia debe integrar
armónicamente las dimensiones: humana, comunitaria, espiritual, intelectual,
pastoral y misionera (cf. OML c. VI).

23. Este carácter integral comprende los campos teológico, bíblico, pastoral,
pedagógico y antropológico, dando un soporte firme y de calidad a la formación y
desempeño de los discípulos misioneros de Cristo (cf. OML c. VI). Siendo así, la
26 Cf. Ibidem, n. 135 a.
27 Cf. Antiquum Ministerium 8
28 Cf. Antiquum Ministerium 9; Carta a los presidentes de las conferencias de obispos sobre el rito

de institución de los catequistas 13.


29 Cf. Ibidem

8
formación le asegura al catequista un crecimiento espiritual, cultural, técnico y
profesional y, le proporciona, además, elementos para desempeñar sus tareas y
responder a los retos que encuentre en el desempeño de su ministerio. (cf. OML c.
VI)

24. Por lo tanto, el proceso de formación debe garantizar en su itinerario las


realidades del Ser (persona-creyente), el Saber (discípulo), el Saber-hacer
(misionero) y el Saber estar con (comunión). Para el acompañamiento hay que tener
en cuenta el itinerario de formación establecido por la Conferencia Episcopal
Mexicana, a través de la Dimensión Nacional para la Evangelización y la
Catequesis.

Itinerario de formación
(A partir de la naturaleza del ministerio instituido de catequista).

PERFIL ITINERARIO DE FORMACIÓN


1. Identidad del ministerio instituido de -Fundamento bautismal del ministerio.
catequista. -Vocación y misión del laico en la
Iglesia.
-Los ministerios laicales en la Iglesia.
-Identidad del ministerio de catequista
(a partir de los documentos del
ministerio de catequista).
2. Vinculación directa al obispo y a la Formación en el ámbito pastoral
vida diocesana. -La guía jerárquica de la Iglesia.
-La Iglesia carismática.
-Pastoral de conjunto.
-La pastoral diversificada.
-Pastoral diocesana.
-Planeación pastoral.
3. Historia del ministerio de catequista. Desarrollo histórico del ministerio de
catequista.
4. Etapas de la evangelización. 1. Kerigma o primer anuncio.
2. Catequesis.
3. Formación pastoral.
4. Testimonio en el mundo.

9
5. Iniciación a la vida cristiana 1. Naturaleza de la iniciación a la vida
(Catecumenado). cristiana como nuevo paradigma de
la catequesis.
2. Ritual para la Iniciación Cristiana de
adultos.
3. Etapas del catecumenado.
4. Catecumenados específicos según
la edad, según el estado de fe y
según el contexto social.
6. Acompañamiento. 1. Naturaleza del acompañamiento.
2. Mistagogía.
3. Proyecto personal de vida
vocacional-espiritual.
7. Formación de catequistas. 1. Ser.
2. Saber.
3. Saber hacer.
4. Saber estar.

25. En cuanto a las funciones y tareas primordiales del catequista instituido, es


conveniente señalar algunas de las más sobresalientes, pues de ellas dependerá el
ejercicio eficaz de su ministerio en la comunidad cristiana:

* Realizar de manera más específica el servicio de anunciar el kerigma a través de


formas eficaces y adecuadas, asegurando así una transmisión significativa del
mensaje de salvación30.

* Organizar, coordinar y acompañar los procesos catecumenales de adultos, en


cada una de sus etapas, ritos y celebraciones, siempre en colaboración con los
pastores y padrinos31.

* Coordinar y animar constantemente a los grupos de catequistas, instituidos o no


instituidos en la diócesis, el decanato y la parroquia32.

* Considerarse miembro activo del equipo responsable de la catequesis en cada


etapa del proceso de educación y maduración de la fe.

30 Cf. CONGREGACIÓN PARA EL CULTO DIVINO Y LA DISCIPLINA DE LOS SACRAMENTOS, Carta a los
presidentes de las conferencias de obispos …, n. 10.
31 Cf. Ibidem.
32 Cf. Ibidem.

10
* Apoyar a los ministros ordenados en sus diversas tareas apostólicas, de manera
especial al párroco, asumiendo con ellos sobre todo la promoción de los catequistas
en la diócesis y parroquia33.

* Por último, conviene señalar en este contexto que, en caso de incumplimiento de


las tareas encomendadas o antitestimonio en la comunidad, el catequista instituido,
a juicio del Obispo diocesano, podrá quedar suspendido de su ministerio y
dispensado de sus responsabilidades.

CONCLUSIONES

26. La institución del ministerio de catequista está directamente vinculada a la


comunidad a través del Obispo diocesano, quien discierne a los candidatos, y una
vez formados e instituidos, los envía y asigna según las necesidades de la Iglesia
local; de este modo hace operante el ministerio de catequista en el crecimiento
evangélico de la comunidad cristiana.

27. Debido a la naturaleza y finalidad de esta institución, la Dimensión diocesana de


Evangelización y Catequesis tiene un protagonismo especial: por un lado, en
colaboración con el Obispo en el proceso para discernir la elección de los
candidatos, explicando el sentido, la naturaleza y finalidad del ministerio de
catequista y, por el otro, ofreciendo procesos adecuados de formación.

28. Es tarea de los ministros ordenados colaborar con el Obispo en su


responsabilidad de discernir y elegir a los candidatos al ministerio instituido de
catequista. Igualmente, es necesario acompañar a los catequistas instituidos, en los
espacios y servicios que el Obispo les asigne. Finalmente, consciente de su
vocación bautismal, el catequista instituido ha de participar con alegría y sentido de
comunión responsable, a fin de madurar en su fe.

29. El catequista instituido en la Iglesia, así como todos los demás catequistas, han
de ser conscientes de que el ministerio de la catequesis en general consiste en
proclamar proféticamente en la comunidad el don de la fe, acompañarla para llevarla
al acto de fe, y educarla para que ésta se transforme en vida de fe.

Izcalli, edo. de México, 10 de noviembre del 2022.

33CONGREGACIÓN PARA EL CULTO DIVINO Y LA DISCIPLINA DE LOS SACRAMENTOS, Carta a los presidentes
de las conferencias de obispos …, n. 11.

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ABREVIATURAS

LG Lumen Gentium. Constitución dogmática sobre la Iglesia, Concilio Vaticano II


(21 de noviembre de 1964).

CIC Codex Iuris Canonici. Código de Derecho Canónico. Juan pablo II (enero de
1983)

DA Documento de Aparecida. V Conferencia del Episcopado Latinoamericano


(2007).

DC Directorio para la Catequesis. Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización


(2020).

EG Evangelii Gaudium. Exhortación apostólica del Papa Francisco, sobre el anuncio


del Evangelio en el mundo actual. (24 de noviembre del 2013).

OML Orientaciones de los Ministerios Laicales. Para impulsar la ministerialidad


laical en México. Conferencia del Episcopado Mexicano.

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