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ANNIE ANZIEU

CHRISTINE ANZIEU-PREMMEREUR
SIMONE DAYMAS

EL JUEGO EN
-
PSICOTERAPIA DEL NINO

BIBLIOTECA NUEVA
A. ANZIEU
C. ANZIEU-PREMMEREUR
S. DAYMAS

EL JUEGO EN PSICOTERAPIA
DEL NIÑO

Traducción de Sofía Vidaurrazaga Zimmermann

BIBLIOTECA NUEVA
Título original: Le jeu en psychothérapie de !' en/ant
El hombre solamente es completa-
mente hombre allí donde juega.

SCHILLER

Lector, hay que jugar. fugar con nos-


otros, con los niños, las palabras y las cosas.
Esperamos arrastraros a ello con nosotros.
La traducción de es te libro ha recibido la ayuda del Ministerio Francés
de Cultura-Centro Nacional del Libro

© Dunod, París, 2001


© A. Anzieu, C. Anzieu-Premmereur y S. Daymas, 2001
© Editorial Biblioteca Nueva, S. L. , Madrid, 2001
Ahnagro, 38
28010 Madrid

ISBN: 84-7030-884-X
Depósito Legal: M-18.337-2001
Impreso en Rógar, S. A.
Impreso en Espafia - Printed in Spain
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ser reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna, ni por nin -
gún medio, ya sea eléctrico, químico, mecánico, óptico, de grabación o de
fotocopia, sin permiso previo del editor.
PRESENTACIÓN, por Annie Anzieu ........................................... 17
INTRODUCCIÓN, por Annie Anzieu y Simone Daymas .... ... ..... 19

CAPÍTULO PRIMERO

LA TÉCNICA PSICOANALÍTICA CON EL NIÑO


ANNIE ANZIEU

1. Historia .. ... ... .. .. .. .. ... .. .... . ... .. ..... ... ... . .. ... .. .. .... ... ... . ... .. ... .. ... .. . 29
Freud y la bobina .............................................. .............. 29
El establecimiento de la técnica del juego: Melanie Klein
y Anna Freud ........ ....................... ...... ......................... 31
D. W. Winnicott ......................................... ................... 32
2. El 1narco ............... .... .... ...................... ...... .. .............. ........... 33
El marco práctico . .. .. . .. ... .. .. ... .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. . ... .. .. . ... .. ... .. . 34
El marco y las reglas .. .. .. . .. .. .. . .. . .. ... . .. . .. .. .. .. .. .. ... .. .. .. . .. .. . .. . 35
Interferencias del marco y del proceso ............................ 36
El marco y la contratransferencia .................................... 37
3. La neutralidad del analista frente al niño que juega ............ 38
El analista, figura parental ............................................... 39
A partir de Bion ........ ....... ........ .. ....... ,, ............ ..... ........... 40
Con Winnicott ....... ........................ ....... ................ .......... 43
Contratransferencia y supervisión ......................... ........... 44
El analista frente a los padres .......................................... 45
El peligro de la seducción ............................................... 48
4. El material del juego .................... ..................................... :. 49

[11]
12 ÍNDICE ÍNDICE 13
---

CAPÍTULO SEGUNDO CAPÍTULO CUARTO

EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO LA FUNCIÓN DEL CUERPO


DEOA5AÑOS ANNIE ANZIEU
CHRISTINE ANZIEU-PREMMEREUR '"
l. La importancia de la motricidad ........................................ . 125
57 El cuerpo a cuerpo edípico: Léonie y el lobo .. ...... .......... 126
l. Las modalidades de los juegos de los niños muy pequeños ...
Juego y psicosis: Christian y su coche ................... .... ... ... 130
2. Las premisas del juego ............................ ...... ..... ............... ... 60 1
2. ¿Qué es lo que se mueve? ... .......................... .................. .. ... 135
William: la investidura libidinal del yo a través del primer
61 Motricidad y relación de objeto .... ............... ... ....... ......... 138
Juego ...... .......... .. .. ........................................................
Represión y motricidad ......... ... ............... ........ ................ 140
3. El acceso al juego .. .... ... ............................................... ..... ... 63 Excitación motriz y escena primitiva ......... .. :................... 142
Cyril: después del autismo, el juego en torno a la ausencia 64
4. Los tratamientos conjuntos padres-hijos ............................. 65
Jacques, el niño que no juega ..................... .. .................. 65 CAPÍTULO QUINTO
Camille: juego de encajamiento entre una madre y una
hija inseparables ... ............ .. ................ .... ...... ...... .... ....... 76 HISTERIA, INHIBICIÓN
Paul: el juego que introduce al tercero ......... ................... 80 11 Y ANGUSTIA DE MUERTE
Marie y su madre, compañeras activas en los juegos que
ANNIE ANZIEU
favorecen el acceso al edipo ......................................... 84
Mathilde: juego de dominio recíproco madre-hija ..... .. ... 90
l. Laura: analidad y feminidad ................ ................................ 146
5. La psicoterapia individual .......... ........ ... ... .. .. ........... .. ....... .... 98
2. Lucía: la repetición transferencia! en el juego .... ................. 153
Alice: hipomanía y renegación de las dificultades de sepa-
ración ............................................................................ 98 1 3. J ules: destructividad del yo .. .. ............................. ................. 157
4. Alex: constitución del objeto interno y de un continente ... 160

CAPÍTULO TERCERO
5. Comentarios ....... ....... ............................ .. ............ ... ............. 171
Represión y regresión ........ .. .... .. ..................... .............. ... 171
EL JUEGO EN PSICOTERAPIA EN PERÍODO !I La importancia del tocar: toma de distancia con el objeto 174
DE LATENCIA Y DE ADOLESCENCIA
ANNIE ANZIEU y SIMONE DAYMAS
CAPÍTULO SEXTO
l. Período de latencia y/o posición de latencia ............... ........ 110
LA SIMBOLIZACIÓN EN EL JUEGO
2. Latencia e inhibición .. .........................................................
3. Los juegos en la edad de latencia ................................ ........
114
118 1 ANNIE ANZIEU

4. El juego en la psicoterapia del adolescente .................. ..... .. . 121 :1 l. La confusión de los contenidos del cuerpo: Gabriel ........... 179
Técnica e interpretación ........ .... ...................................... 182
Progresión de la simbolización ........................................ 184
2. La utilización del objeto no constituido en figura: Antoine 186
Emergencia del símbolo ...... ........... ........... ................. .. ... 190
Espacio/tiempo . ·----- ----- ----····-················ · ········· 192
14 ÍNDlCE ÍNDICE 15
- --

3. El cambio de nivel en la simbolización: Elisa ..................... 194 Los traumatismos ....... .......... ............................. ......... ..... 259
El juego como historia del traumatismo ......................... 198 Los niños adoptados ....................................................... 260
Del juego al dibujo ......................................................... 200
5. Las indicaciones del psicodrama ..... ..................................... 261
4. Los juegos de rivalidad ............ ... .......... ............................... 200
6. Los psicodramas de grupo ................. ...... ........................... . 263
Compendio teórico ......................................................... 264
Técnica ............................................................................ 267
CAPÍTULO SÉPTIMO Conclusión .............. ................ ........................................ 269
LA RECONSTRUCCIÓN INTERPRETATIVA
BIBLIOGRAFÍA .......... ······························· ......................................... 271
ANNIE ANzrnu

l. ¿Cuándo interpretar? ............. ............................. ...... ..... ...... 205


1 ÍNDICE TEMÁTICO ........................................................................... 279

2. ¿Qué interpretar? ................................ .. ............................. .. 209


3. ¿Cómo interpretar? .............................................................. 212
4. ¿Por qué interpretar? ........................................................... 218
Luc: la seducción en el juego .... ... .... ...... ......................... 220
Transferencia y contratransferencia ................................. 226

CAPÍTULO OCTAVO

EL PSICODRAMA EN LA PSICOTERAPIA
CON EL ADOLESCENTE
SIMONE DAYMAS

l. Historia ............................................................................... 233


2. El psicodrama psicoanalítico ..... .......................................... 234
El marco ................... ................ ................ ...... ...... ........... 236
El juego psicodramático .................................................. 237
Psicodrama y teatro ......................................................... 238
La puesta en juego .......................................................... 240
El director ............................. ....... ......................... .......... 241
Los coterapeutas .............................................................. 242
3. Contratransferencia y seducción .......................................... 245
Abordaje de la rivalidad fraterna ..................................... 246
Juego y seducción ................................. .................... ....... 247
Filiación e incesto ........................................................... 248
La post-sesión .................................................................. 250
4. Ejemplos clínicos ............................ .............................. ....... 251
Psicodrama y psicosis ...................................................... 251
Los trastornos de las conductas alimenticias ................... 256
Las neurosis narcisistas .................................................... 257
PRESENTACIÓN
por ANNIE ANzrnu

Se trata aquí de caminar al hilo del juego de los niños cuando


se encuentran en situación de análisis. Camino sinuoso, frecuen-
temente incierto, incluso caótico, cuya finalidad es el estableci-
miento de bases, tan firmes como posibles, de una identidad que
podrá pensarse sí misma.
Nuestra intención no es solamente la de describir la multi-
plicidad de los soportes y de los pretextos del juego. Queremos
intentar demostrar cómo el niño expresa sus fantasías incons-
cientes, sus conflictos psíquicos y sus angustias actuales. El pre-
sente trabajo no pretende ser exhaustivo. Es el resultado parcial
de observaciones y de reflexiones de larga duración, en gran parte
personales, pero también que han surgido de discusiones con nu-
merosos terapeutas de niños. El juego ofrece una multiplicidad
de matices cuyo sentido se nos escapa o quizás es desatendido por
nosotros, ya sea por nuestras posiciones teóricas, ya sea por la li-
mitación de nuestro tema. Algunos mecanismos psíquicos pare-
cerán desconocidos por esta polivalencia del juego. El lenguaje y
nuestras interpretaciones, por la puesta en evidencia de algunos
paradigmas, representan también una limitación de nuestra es-
cucha y de los procesos de la relación niño-adulto.
En otro lugar he expuesto la estructura institucional en la que
se ha desarrollado una gran parte de mi experiencia con los ni-
ños (Anzieu, 1996a, págs. 1-5) . Esta práctica se ha completado
con los años de trabajo privado y con el modo de compromiso
diferente que éste supone. Semejante disposición arrastra al ana-
lista a enfocar otros aspectos de su intimidad con el niño y las
necesidades que provoca esta situación. Vamos pues aquí a in-
(17]
18 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO

tentar ver cómo el analista puede comprender y utilizar el con-


tenido del juego, sintiéndose el destinatario de lo que de ello
puede extraer para ayudar al niño a progresar en la construcción
de sí mismo.
Para organizar más a fondo esta obra y liberar algunas formas
mayores del juego en la psicoterapia, he recurrido a la experien-
cia de otras dos analistas que trabajan con niños. Una, Christine
Anzieu-Premmereur 1, se ocupa de niños muy pequeños: veremos INTRODUCCIÓN
con-ella cómo el niño accede al juego y se instala en él, y cuál es por ANNIE ANzrnu y S1MONE DAYMAS 1
el efecto terapéutico; cómo ese trabajo hace posible el desarrollo
psíquico y las capacidades de relación. La otra, Simone Daymas 2 ,
practica y enseña el psicodrama desde hace muchos años en la En el niño el juego parece un comportamiento espontáneo.
institución donde yo misma ejerzo. Nos hace aquí participar de Sin embargo, esto no es posible sin el establecimiento, en él, pre-
su experiencia en el psicodrama con los niños y los adolescentes. viamente, de un sentimiento de seguridad de base. Esta vivencia
Esta técnica es fructífera con los pacientes cuyas disposiciones ac- primordial funda la aptitud para jugar. El entorno inmediato del
tuales no responden a una psicoterapia cara a cara. niño debe proporcionarle la confianza de estar contenido en to-
das las situaciones. Es decir, no tener que absorberse enteramente
en la necesidad de su supervivencia, real o psíquica. Sobre esta
base de estructuración del psiquismo, el juego es búsqueda y crea-
ción permanente de la realidad, del sentimiento de existir por sí
mismo y del sentido que toman estos fenómenos para el niño.
A partir del establecimiento primero de este eje narcisista, va a
hacerse posible la creación de objetos diferentes de sí mismo y
después la entrada en relación con esos objetos.
Hace falta anotar aquí la ambigüedad del término objeto. To-
mado en el sentido corriente, significa una cosa material exterior
al cuerpo del «sujeto» que la percibe y la utiliza. En el sentido
psicoanalítico, designa «aquello en qué y por qué la pulsión busca
alcanzar su fin, a saber un cierto tipo de satisfacción. Se puede
tratar de una persona o de un objeto parcial, de un objeto real o
de un objeto fantasmático» (Laplanche y Pontalis, 1967, pági-
na 290). Así, Freud llama «pulsión» a la misteriosa vinculación
que constata entre la energía espontánea del yo y lo que produce

1 1
Psiquiatra-psicoanalista, Centre Alfred-Binet. La primera parte de este texto, que comprende fundamentalmente «La
2
Psiquiatra-psicoanalista, departamento de psicoanálisis de la Salpetriere psicoterapia, espacio de juego», ha sido redactada por Annie Anzieu. «¡Un mo-
(Pr. Basquin). mento!. . . juego e histeria» ha sido redactado por Simone Daymas.

[19]
20 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO INTRODUCCIÓN 21

como actividad. El niño que juega utiliza los objetos/cosas como


soportes de las representaciones de sus objetos fantasmáticos y las LA PSICOTERAPIA, ESPACIO DE JUEGO
proyecciones afectivas que se refieren a esos objetos internos. Esta
relación entre el interior pulsional y fantasmático y el contacto Cuando el psicoanalista se sitúa ante un niño que juega, aban-
perceptivo establece el orden lúdico que produce rápidamente el dona el mundo de los adultos. Se permite volver al País de las
orden simbólico en el caso de relaciones normales con los obje- Maravillas, como Lewis Carol. Pero se encuentra en una situa-
tos internos. El caso del niño que juega con la bobina, descrito ción original si se la quiere comparar con la situación «conforme»
por Freud en Mds alld del principio del placer, es un perfecto ejem- del análisis: diván/ butaca.
plo de la precisión y la condensación del juego. Para relatar esta situación, los autores del presente trabajo fre-
El juego consiste, pues, en experimentar el contacto con los cuentemente se han encontrado ante la dificultad de la ausencia
objetos externos, en probarlos, utilizarlos, interiorizar los aspec- de todo soporte material. Su memoria se ejercita vigorosamente
tos materiales y afectivos y, finalmente, en adquirir el dominio. y se pone en duda cuando se trata de relatar el contenido y el
Es una experimentación gratuita que reproduce y amplía la cu- proceso de una sesión de la que solamente queda la huella me-
riosidad del bebé hacia el cuerpo materno, y los intercambios sen- morizada. Las notas tomadas fuera de la sesión, como es muy útil
soriales lúdicos precoces con la madre. hacer, dejan que se escape gran parte del material. La contra-
Esta experimentación permite integrar los cambios internos transferencia está tocada y presenta tantos más problemas en
vinculados con el desarrollo del individuo. Veremos que, en la cuanto que su elaboración reposa, en gran parte, en las cons-
gran variedad de las formas del juego, se introducen poco a poco trucciones. Este estado de cosas puede también llevar al terapeuta
las características de la simbolización. a referirse a las aportaciones aparentemente más tangibles en
Por sus caracteres sensoriales y motores, se puede pensar que forma de informaciones que vienen del exterior. Winnicott
el juego es una expresión directa de la pulsión. Aunque en la edad (1971, pág. 7 6) describe bien la situación de cada uno de los dos
de latencia, aparece ya un funcionamiento del preconsciente. Se- compañeros cuando escribe:
ría pues una representación simbólica de la actividad pulsional
del yo, que precede al dibujo y al discurso. En efecto, el juego [ ... ] la psicoterapia se efectúa allí donde dos áreas de juego
del niño precede al lenguaje. En la situación de psicoterapia, pre- se imbrican, la del paciente y la del terapeuta. Si el terapeuta
cede también al dibujo cuyo nivel simbólico es posterior y su- no puede jugar, eso significa que no está hecho para este tra-
bajo. Si el paciente no puede jugar, hace falta hacer algo para
pone la utilización de los objetos/ cosas (lápiz, pincel) converti-
permitirle tener la capacidad de jugar, después de lo cual la
dos en instrumentos, con una finalidad de figuración definida.
psicoterapia podrá empezar. Si el juego es esencial es porque
En la figuración gráfica, la parte inconsciente de la representa- resulta ser el momento en que el paciente se muestra creativo.
ción se adhiere al símbolo de forma directa, mientras que, en el
juego, fluctúa más cerca de la fantasía, y pasa por el contacto tác- Este pasaje resume perfectamente la posición de los autores
til con la cosa representativa y por los movimientos significantes. de este libro. La única puntualización que se puede añadir, es que
«si el paciente no puede jugar», hace falta, sin ninguna duda, em-
pezar la psicoterapia permitiéndole acceder al juego. Pero Win-
nicott no se situaba a este nivel cuando escribía este texto, aun-
que lo sabía muy bien.
Por lo que se refiere al analista, el juego del niño durante la se-
sión le permite acercarse a las emociones infantiles, experimen-
22 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO INTRODUCCIÓN 23

tarlas nuevamente en lo agradable, o dominarlas sin cesar en lo ternos y que conducen poco a poco al joven paciente a una vida
desagradable y analizarlas permanentemente en la relación con el de pensamiento y de equilibrio interior, por la organización ar-
objeto/niño. La movilización de las identificaciones por los mati- moniosa de las relaciones entre sus objetos internos.
ces del proceso tránsfero-contratransferencial suscita la posibilidad No se sabe jamás cómo terminará un juego. Lo propio del
de transformar esas emociones en elementos comunicables al juego es lo inesperado. Incluso si la espera de ganar forma parte
niño. La distancia que toma el analista hacia los contenidos de su del juego. Jugar es intentar un desafío. A sí mismo y a los com-
contratransferencia le permite entonces pensar e interpretar. pañeros. En esto el psicoanálisis es un juego. Un desafío lanzado
En el desarrollo del niño, y, a continuación, en la situación a las defensas, a las pulsiones, a las imágenes, al analista, desafío
analítica, el juego precede al dibujo y al discurso, incluso si una que se vuelve a poner en juego sin cesar. La resistencia está ahí
cierta verbalización acompaña a veces al juego. El juego com- para hacer frente a la realidad y sus coacciones. El psicoanálisis
promete no obstante a los procesos de acceso a la simbolización, con los niños es, por nuestra parte, adultos y analista, un juego
a la expresión de sí mismo y a la comunicación que están prees- reencontrado con las fantasías infantiles y actuales. Es también
tablecidas en el pequeño paciente, en los estadios precedentes a un desafío a la desaparición de lo infantil, que nosotros intenta-
su desarrollo mental. mos, en cada desviación del inconsciente, madurar y, a pesar de
Los juegos que producen los niños durante sus terapias son, todo, mantener por su valor dinámico irreemplazable. Lo infan-
sin duda, poco diferentes de los que realizan en su vida cotidiana. til idealizante que conducirá al niño al pensamiento y quizás a la
Melanie Klein empezó su carrera yendo al de sus jóve- sublimación gracias al juego con las palabras en las que se con-
nes paciente, en casa de los cuales ella les miraba utilizar sus pro- vertirá el análisis.
pios juguetes. Después comprendió que ese marco no era sufi- No obstante, vamos a intentar en esta obra dar cuenta de al-
cientemente «neutro» para que ella pudiera liberar los elementos gunos de los procesos que se cumplen y se modifican gracias al
puramente transferenciales. En efecto, es el proceso de la trans- juego en la psicoterapia de un niño.
ferencia el que va a hacer que se modifique el contenido y la na-
rración desarrollados en el juego. Modificar también la relación
del niño con el espacio del marco, con el cuerpo del analista, con 2
¡UN MOMENTO!. .. JUEGO E HISTERIA
el contacto con los objetos de los que dispone.
El espacio del marco de la terapia se utiliza libremente por el «¡Un momento!», dice el niño que juega ... y el juego se de-
niño. Si los desbordamientos aparecen, el analista es responsable tiene y el tiempo del verbo pasa del condicional al presente.
de su limitación por una palabra adecuada cuyo sentido habrá «Darse por vencido» evoca los juegos del circo en la antigüe-
siempre que retomar a continuación. El espacio material de cada dad donde el cónsul, bajando el pulgar, exigía que se diera muerte
sesión representa el espacio mental común a los dos componen- al gladiador abatido que demandaba piedad.
tes y a las disposiciones que ahí se establecen en el curso de las El «¡un momento!» del niño es un dedo levantado que dice:
asociaciones. Bion hablará, sin duda, de «modificaciones», Win- «Deteneos, calma, respiración, bastante pánico, bastante excita-
nicott de «espacio transicional». Poco importa el vocabulario que ción, bastante goce.»
intenta poner en palabras de adultos, en teorías y en metapsico- El juego del niño fascina al adulto; el juego de la histérica fas-
logía lo que sucede en una sesión durante la cual un niño juega cina al médico desde la antigüedad (los egipcios, como trata-
ante y con su terapeuta. Lo que importa es la escucha que se
presta a ese juego, y las transformaciones que modifican la es-
tructura psíquica del niño por la organización de sus objetos in- 2 Texto aparecido ya en Neuropsychiatrie de !'enfant, 1982, núm. 30.
24 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO INTRODUCCIÓN 25

miento, intentaban acorralar, por fumigaciones en todos los ori- el niño está confrontado a la ambivalencia de los padres y «es
ficios del cuerpo, los desplazamientos placenteros del útero); el obligado a investir simultáneamente a un objeto causa de vida y
argumento de la histérica fascina al psicoanalista desde Freud. de muerte a la vez» (Aulagnier, 1981). Pero hace falta al mismo
¿No existe entre las manifestaciones histéricas y la actividad tiempo el aprendizaje de la duda, porque el discurso del padre no
lúdica del niño una relación muy íntima? es fiable; puede mentir.
Existe un parentesco cierto entre la ambigüedad de la natu- Si se puede decir cualquier cosa, se puede liberar de toda tu-
raleza infantil que busca su sexo a través de las identificaciones, tela; así el niño en el juego se expresa frecuentemente en condi-
a las que cualquier verdadero interrogatorio está prohibido, y «el cional: la duda libera los procesos de pensamiento, pero no la
ambiguo desorden de una carne· andrógina» (Perrier, 1968) de la vida pulsional.
histérica que habla por su síntoma. Antes de la duda, el niño, frente al adulto que piensa, mani-
La histérica «sufre de reminiscencias», reminiscencias de emo- pula las ideas sin lógica, táctica de protección, de ataque o de su-
ciones del niño vinculadas con la seducción por el adulto, cul- misión.
pabilizadas y reprimidas. Es así como se encuentra a los niños perfectamente sumisos,
niños modelos, niñas pequeñas llenas de cintas con los mismos
Me acusaría de culpabilidad censurable si no dispusiera de adornos que sus madres, exhibidas como fetiches, pequeños ni-
las pruebas más convincentes, [... ] de atentado sexual, de vincu- ños timoratos y amanerados, niños fuera de juego, economizando
laciones infantiles, de abuso brutal reiterado. todo pensamiento.
¿Qué medios tiene pues a su disposición el niño para des-
A pesar del descubrimiento de la sexualidad infantil, y el as- marcarse de este rasgo de deseos adultos, para evadirse de la alie-
pecto «perverso polimorfo» (Freud, 1905) del niño, a pesar de la nación y de la seducción?
afirmación de la universalidad de los deseos edípicos, Freud ja- La vía más económica, la más directa, la más eficaz es por su-
más abandonó completamente la teoría de la seducción. puesto el juego, actividad infantil por excelencia que el adulto
La «satisfacción alucinadora del deseo», piedra de toque del envidia y quiere imitar.
psiquismo humano, que asegura los contrafuertes del narcisismo El niño que no juega está enfermo: puede agotarse en una ac-
e intenta llenar las angustias de separación y de castración, es tividad de chantaje, en la crisis de rabia o de negativismo, en la
también la nostalgia de una primera seducción. necesidad incesante de hacerse interesante o en las crisis de ner-
La alienación del niño a sus padres es fisiológica, psicológica vios. Puede expresarse en los compromisos neuróticos donde el
y social. síntoma marca la colusión entre un entorno inadecuado y las ne-
cesidades personales anacrónicas.
La ternura de los padres y de las personas que dan sus cui-
dados al niño raramente deja de traducir su característica eró-
El juego infantil es, como la histeria, la dramatización, la es-
tica, el niño es un juguete erótico ... La niña acusa regular- cenificación de todos los misterios de la bisexualidad humana y
mente a su madre de seducción porque ella ha sentido sus más del misterio de la sexualidad femenina. ¿No se puede decir del
fuertes sensaciones genitales durante la toilette o los cuidados juego que es, como el síntoma de conversión, representante sim-
corporales ... bólico del falo perdido reemplazando con una vivencia de placer
FREUD, 1931 todos los afectos de angustia y todo sentimiento de peligro?
El juego instala un espacio ficticio, verdadero territorio del
Una alienación exitosa presupone su desconocimiento. Si es que todo adulto está excluido, del que toda seducción directa
absoluta en el niño, es la psicosis; pero en la evolución mental, del adulto está excluida. El niño está protegido de la seducción
26 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO INTRODUCCIÓN 27

en la que «Un elemento exterior cualquiera explota sus pulsiones, cipiente de arena, grita a su padre que debe recogerla y volvérsela
favorece en él el aniquilamiento del sentimiento que tiene de a dar. El bebé se alegra y vuelve a empezar. Eso se repite ... El pa-
existir y por ello hace el juego imposible» (Winnicott, 1971). dre, desbordado, se levanta, retoma al niño en sus brazos y la pe-
El juego es una actividad real que utiliza tanto la motricidad lota y se va, perdiendo su periódico.
como el lenguaje, permite todas las permutaciones indentifica- Dos chicos, sin duda hermanos, tres y seis años, juegan a la
doras y expresa todas las facetas de la vida pulsional. guerra con los bastones-carabinas. El mayor ordena: «Yo saltaré,
La excitación psíquica se sitúa siempre en un límite en el que tu tirarás y yo seré herido.» El pequeño obedece; el mayor se de-
peligra de ser demasiado fuerte y de romper el juego. El elemento bate, oscila y se acuesta en el suelo, tocado. En un soplo, ordena:
de angustia está frecuentemente presente pero siempre conno- «Mátame.» El pequeño lo ejecuta: «Pan, pan, pan.» El mayor,
tado de intensa satisfacción. La descarga pulsional se inscribe en- después de un sobresalto, yace inerte, con los brazos en cruz. Si-
tre la alucinación psicótica y el simulacro. Siempre hay escenifi- lencio, el pequeño, completamente aterrorizado, se paraliza, des-
cación y acción. pués estalla en sollozos. Pero el mayor se levanta inmediata-
El lenguaje soporta la acción en toda su sutilidad. Esto va mente ... ¡para que el juego pueda continuar!
desde el grito, expresión directa del afecto, a la palabra clave y al Dos chicas deambulan, vestidas estrictamente iguales, desde
discurso teatral a varias voces. Este discurso es entonces frecuen- los zapatos al jersey. Tienen aproximadamente siete y once años,
temente imitación y parodia del discurso parental; el niño, a su seguramente dos hermanas. Mirándolas caminar, uno se imagina
vez, aprende a manejar la palabra mentirosa. Hacer como si, es a los padres soñando con la gemelidad o bien, rechazando la cul-
conjurar todas las experiencias, dominarlas y anularlas. En el pabilidad de su decepción de no tener chicos, sobreinvistiendo el
juego se expresa también el terrorismo fraterno, las relaciones de parecido y la similitud. Las chiquillas llegan a la fuente. Una se
presencia, de celos y de envidia, pero fuera del envite de los pa- monta a caballo sobre la fuente, la abraza con sus dos brazos y
dres. Es el maravilloso aprendizaje de la «banda» de la misma apoya sus dos manos sobre el botoncito y así hace que corra el
edad, con las relaciones finalmente liberadas del «más grande y agua. La otra, receptora, mantiene entre sus piernas sobre el cho-
del más pequeño», sujeción de hermanos y hermanas. rro un pequeño regador de juguete. La operación se desarrblla
Así el juego, «operación compleja dialéctica entre el simbo- lentamente, ceremoniosamente, como un ritual religioso.
lismo y el mundo fantasmático» (Gutton, 1972), aventura cor- Se pone uno a soñar: ¿negación de la pequeña diferencia? ¿Es-
poral siempre estrechamente vinculada con el lenguaje, se adapta cenificación de la diferencia de sexos? ¿Afirmación de la bisexua-
a toda la evolución libidinal del niño. Juego famoso de la bobina lidad?
(uno de los primeros juegos del bebé), juego de ensartar perlas o Sorprende lo serio del juego seguramente por su excesiva gran
del tres en raya (en el que la excitación masturbadora está en el proximidad con la fantasía de escena originaria. La risa no es lo
primer plano), juego de carreras o de batalla, juego del negociante propio del juego del niño. De un patio de recreo, son los gritos
(con un componente anal dominante), todas las variaciones del los que nos llegan y no las carcajadas.
juego del Papá y de la Mamá, etc. En revancha, el adulto ríe cuando juega. Los psicoanalistas
He aquí tres ejemplos para ilustrar las diversas facetas del ríen también cuando hablan de ciertos contenidos de psicotera-
juego que se han evocado, ejemplos tomados del natural, en un pia de niños y durante las sesiones de psicodrama, llamada a este
jardín público. espacio irreemplazable del juego infantil.
Un bebé titubeante seguido por un papá distraído; el papá se ¡Un momento! ...
instala cerca de un recipiente de arena, abre su periódico y da una
pelota a su bebé. Éste tira inmediatamente la pelota fuera del re- Sitúandonos ante el dibujo y la palabra, cuando los signos son
28 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO

las únicas aproximaciones que el niño nos dirige, él juega y nos- CAPÍTULO PRIMERO
otros intentamos jugar con él y para él.

En suma, no hay ni espacio ni tiempo, solamente un ser


vivo que se mueve, y el espacio-tiempo nace con él. Es sufi-
ciente un cuadrado desnudo, de algunos metros, para que to-
dos los sueños y todas las pasiones del hombre estén repre- LA TÉCNICA PSICOANALÍTICA
sentadas. CON EL NINO
CttENG, 1998 ANNIE ANZIEU

La historia del juego en el análisis de los niños suscita relati-


vamente poca curiosidad. La complejidad del proceso hace que
se desplieguen muchas preguntas para aquellos que la utilizan.
Hay que decir que son raros los analistas conocidos que han
osado abordar este tema.

l. HISTORIA

Freud y la bobina

Más alfa del principio del placer, 1920: en este texto, el mismo
Freud constata la prioridad de la investigación del placer en el
transcurso de los procesos psíquicos. Es entonces cuando esta-
bleciendo la segunda tópica de su metapsicología, saca de su ob-
servación la importancia del «factor económico». En este mo-
mento, por un rodeo familiar, su nieto le revela la importancia
del juego en la búsqueda del placer, y la defensa contra el dis-
placer. Además, el juego va a aparecer como una técnica que el
ser humano utiliza para establecer una economía psíquica que co-
rrige las angustias de pérdida del objeto, y, como consecuencia,
las tendencias depresivas.
Ese niño pequeño de un año y medio hablaba poco, era obe-
diente y no lloraba jamás cuando su madre le dejaba. Sin em-
bargo, tenía la costumbre, un poco molesta, de enviar lejos de él

[29)
30 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO U \ TÉCNICA PSICOANALÍTICA CON EL NIÑO 31

todo lo que podía atrapar profiriendo un «ooo» prolongado, que


se había podido entender como fort, es decir, «lejos» en alemán. El establecimiento de la técnica del juego:
Diríamos en castellano: «marchado». Melanie Klein y Anna Freud
Un día que el niño jugaba con una bobina atada a una cuerda,
Freud se da cuenta de que él tiraba el juguete en su camita di- Hasta aquí, por asimilación con el análisis de adultos, la au-
ciendo «ooo»; el objeto desaparecía. Después el niño recogía el se ncia del lenguaje desfavorecía el trabajo con los niños. Esta po-
hilo de la bobina y alegremente gritaba «aaa» («da», «he aquí»). sición no está además verdaderamente modificada en la época ac-
El placer se encontraba en hacer reaparecer el objeto desapare- tual, incluso si los argumentos utilizados contra esta práctica se
cido. Freud comprendió entonces que el niño pequeño que no han multiplicado superficialmente.
lloraba cuando su madre desaparecía ejercía sobre sí mismo, en Melanie Klein cambia completamente la perspectiva afir-
ese momento, un gran esfuerzo para no oponerse a esa marcha y mando lo que todos los analistas de niños están persuadidos en el
renunciar a sus pulsiones. Compensaba ese esfuerzo de dominio presente: en sesión, el juego del niño es equivalente a la asocia-
sobre sí mismo intentando dominar la vuelta del objeto materno ción libre del adulto. A partir del trabajo realizado por Freud con
y el placer que experimentaba por ello. «El hombre de los lobos» (1918), ella afirma, apoyándose en ar-
El niño, con su juego, tenía una doble finalidad: repitiendo gumentos teóricos que desarrollará a continuación (1923-1955),
su doble gesto de desaparición y reaparición del objeto, pasaba que se trata no de una diferencia de naturaleza en el trabajo, sino
de un estado pasivo, en el que experimentaba el acontecimiento, de técnica con el paciente.
a una independencia activa, gracias a la cual decidía la marcha y Efectivamente, deja libre curso al desarrollo de las asociacio-
el retorno del objeto, y así podía, sin duda, vengarse del aban- nes lúdicas del niño a las cuales concede la equivalencia de una
dono de la madre. Este juego aparece entonces como una elabo- sublimación primaria y de una simbólica creadora. La idea fun-
ración de los sentimientos de abandono vinculados con la au- dadora de su técnica es que la proyección del niño sobre los ob-
sencia de la madre. jetos manipulados, de forma activa, se suscita por la estimulación
En esta observación, se revelan la tendencia y la repetición de permanente de las fantasías masturbadoras, que están vinculadas
lo reprimido y el deseo de dominio vinculado con la investiga- con las representaciones de la escena primitiva.
ción del placer que aparecen como los motores esenciales de la Planteados estos principios, Melanie Klein trabaja, no como
actividad lúdica en el niño, y fueron, a continuación, utilizados H. von Hugh-Helmut y A. Freud, con fines educativos y curati-
en la práctica psicoanalítica con el niño. vos a nivel sintomático, sino que ella espera alcanzar las raíces del
Algunos años después, en 1924, Melanie Klein inventa su téc- proceso neurótico interpretando la transferencia «en sus menores
nica de análisis de los niños por el juego. Ésta se choca con la in- detalles». Busca percibir los puntos en los que se fijan las angus-
comprensión del medio psicoanalítico berlinés y con la presen- tias y la culpabilidad del niño, y resolver las fijaciones.
cia, cerca de Freud, de su hija Anna, que rivaliza con Melanie por La larga querella entre Melanie Klein y Anna Freud reposa,
su interés común por el análisis de niños. con toda evidencia, sobre las bases afectivas y las rivalidades per-
sonales en las que Freud fue el envite. Pero también se trata de
hipótesis muy interesantes. La utilización técnica que realizó Me-
lanie Klein del juego de los niños durante la sesión fue el punto
de partida de las diferencias teóricas entre las dos mujeres. La
forma de escucha que ofrecían al niño se revelaba como tema de
comparación y de divergencia. Para Anna Freud, el niño está atra-
32 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO IJ\ TÉCNICA PSICOANALÍTICA CON EL NIÑO 33

pado en los conflictos edípicos. Para Melanie Klein, las fantasías que actúa en su práctica, conservando estrictamente el espíritu del
del niño, que el juego revela, descubren la gran precocidad del analista. Si no ha creado escuela, su personalidad ha influido mu-
edipo, y del desarrollo libidinal. ·ho en la evolución de las técnicas vinculadas con el análisis y la
·o mprensión de los niños en los medios médicos y sociales. Su obra
está consagrada esencialmente a la infancia, y la importancia del es-
D. W Winnicott píritu lúdico tiene un gran espacio. Constituye el fundamento esen-
:ial de la personalidad, con la identidad psíquica. En su trabajo con
El niño no tiene a su disposición el uso del lenguaje, pero el los adultos, encuentra las mismas bases del tratamiento analítico. El
juego le permite una expresión simbólica de sus angustias. Existe se ntimiento del contacto permite ejercer el poder fantasmático de
un valor de sublimación creadora. El niño proyecta en los obje- omnipotencia recíproca entre el sujeto y el objeto. El niño, gracias
tos a los personajes de su mundo interno y pone en escena sus al juego, espacio de transición, va a pasar de la relación con el ob-
mecanismos de defensa. jeto interno a la utilización de éste como fenómeno exterior.
D. W Winnicott, después de haber sido supervisado por Me- En la terapia, el juego va pues a permitir al niño utilizar el es-
lanie Klein, ha permanecido muy influido por sus teorías. El juego pacio transicional y los objetos que allí encuentra y crea con toda
se ha convertido para él en lugar de la experiencia de realidad, el libertad fantasmática. Puede experimentar la destrucción o la su-
espacio donde se desarrollan los contactos, las «transiciones» entre pervivencia de los objetos, y, situando así los «objetos fuera de sí
el interior del individuo, contenido en su «membrana», y la vida mismo», fabrica la realidad.
exterior. El juego es un ejercicio de creación de los objetos. La re- Al hilo de esas numerosas reflexiones teóricas, que profundi-
lación que hizo de la terapia de «la pequeña Piggle» (1958, pági- zan la elaboración de la relación del niño con el objeto a través
nas 81-91) nos proporciona un ejemplo notable del trabajo con un de la técnica del juego, encontramos en Freud, al niño y a subo-
niño pequeño. D. W Winnicott entró en análisis al mismo tiempo bina, la cuerda crea un espacio transicional entre la madre des-
que empezaba a practicar la pediatría. Desarrolló y suavizó las re- ::iparecida y el intento megalomaníaco del niño pequeño.
glas del análisis de los niños, especialmente poniendo el acento en Desde la segunda mitad del siglo XX, la técnica del juego es
dos puntos: la importancia de la actitud del terapeuta y la utiliza- definitivamente adoptada por los analistas que trabajan con los ni-
ción de la actitud lúdica en el tratamiento. Para él, no existe dife- ños, incluso si no es siempre practicada de forma muy pertinente
rencia entre psicoterapia y análisis, sobre todo con el niño. Las dis- y si ella está sujeta a las interpretaciones más o menos rigurosas.
cusiones que dividen todavía sobre es te punto a los medios Desde Winnicott, hay que esperar el final de este siglo para
analíticos se resumen con la pregunta: ¿el terapeuta tiene una for- que podamos nuevamente tomar en consideración el análisis del
mación psicoanalítica o no? Desde luego, es a este nivel en el que niño y el lugar que tiene el juego en esta disciplina particular.
se plantean actualmente los problemas que aparecen en el tema de
la multiplicidad de las sociedades de psicoterapeutas.
Para Winnicott, en la medida en la que el terapeuta se com- 2. EL MARCO
porta como un analista, la forma del tratamiento debe adaptarse
a las necesidades inmediatas: «los límites son tan borrosos que no Para Kant (Crítica de la razón pura), el juego se incorpora al
es posible precisarlos» (1978). Esta cuestión permanece eviden- sentimiento de lo bello, pero se opone al trabajo, que llamaría-
temente como el objeto de un debate cuyo tema no está aquí, in- mos la realidad. Debemos también reconocer que el juego in-
cluso si este libro puede prestarse a esta discusión. cluye en él mismo la noción de placer, de satisfacción de una es-
La originalidad de Winnicott reside en la gran libertad con la pera que puede indefinidamente renovar.
34 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO I A TÉCNICA PSICOANALÍTICA CON EL NIÑO 35

ni ños utilizan el juego durante las primeras entrevistas, cuando


El marco práctico les recibe el terapeuta al mismo tiempo que a sus padres. Ya sea
u 11 juego de seducción hacia los adultos, por agitación, oposición
La organización técnica de una psicoterapia del niño desen- o participación, ya sea que juegan a distancia, sin ninguna duda
cadena numerosas cuestiones. No es suficiente plantear una regla :1 los juegos en relación con los intercambios entre adultos a los
ya instituida de palabra y de continuidad, como se hace con un que parece que no tienen en consideración.
adulto. La dependencia del niño frente a sus padres, del medio José Bleger (1966) estudia cuidadosamente las formas y las
escolar o de otras instituciones y la del terapeuta que establece implicaciones de un marco «idealmente normal» a partir de una
aquí una dependencia práctica, de la realidad, a la que está muy norma de partida. Ésta se nos ha presentado y facilitado por los
obligado a tenerla en cuenta. h'scritos técnicos de Freud, y en particular El Principio del trata-
La organización de la terapia de un niño se hace con la ayuda miento. Es evidente que después de un siglo, han intervenido
de los padres. Raramente un niño demanda por sí mismo este cambios en la concepción de las reglas enunciadas por Freud,
tipo de intervención en su vida. La decisión del principio y de ·ambios vinculados con las condiciones actuales, y con la elabo-
las modalidades del trabajo interviene pues en la continuación ración que se ha podido realizar. En particular sobre el tema del
de las primeras entrevistas de los padres, con el terapeuta, des- Lratamiento de los niños, esta elaboración, aparentemente, sola-
pués del niño. Esta modalidad que separa primero a los padres mente ha compartido con los analistas la cualidad analítica del
del niño, aunque no sea una regla general, nos parece la mejor. u·atamiento de los niños. Y esto muy particularmente sobre la es-
Pero no es aquí el lugar de discutirlo. pecificidad del juego en la técnica de expresión que se utiliza con
A la salida de estas entrevistas, según la patología encontrada d niño. Mientras que se da la prioridad a la palabra en el análi-
en el niño, después de haber decidido juntos iniciar una relación sis llamado clásico. En la relación que hace del análisis de la pe-
personal del niño con su terapeuta, este último debe enunciar las queña Piggle, Winnicott nos proporciona un ejemplo magistral
reglas. El marco donde debe situarse comprende primero el nú- de la maleabilidad posible del marco puesto al servicio del niño.
mero, el lugar, eventualmente el precio de las sesiones con el niño
y el pago de las ausencias, tema siempre delicado en la relación
del terapeuta con los padres. Esto se «plantea» como un contrato, EL marco y las reglas
preparado que se deriva del establecimiento previo que se ha he-
cho en la concepción freudiana del análisis. Este contrato es la La regla de libre asociación adaptada al niño es indispensable.
formalidad de un compromiso personal recíproco donde lo trans- Debe ser formulada en un modo accesible al niño, a la necesidad
ferencia! incluirá a menudo la vuelta a la discusión. Greenson ha- desarrollada con reserva de que el pequeño paciente entienda
bla aquí de alianza terapéutica. La regularidad y la continuidad, bien la libertad que tiene para expresarse.
difíciles a veces de hacer respetar durante la terapia del niño, no Interviene entonces la regla de la abstinencia. Establece los as-
obstante son las bases esenciales. A partir de este factor particu- pectos recíprocos del marco que exigen, tanto por parte del ana-
lar es cuando se puede decir que las reglas de base de este trabajo lista como del paciente, abstenerse de todo dominio físico y psí-
no se han «planteado» pero sí que es necesario «establecerlas» con quico del uno sobre el otro. Alude pues a la seducción, actuada
la colaboración, más o menos asegurada, de los padres y del niño. <.:11 particular, como a la agresividad actuada por el uno o el otro
En esto, parece que el marco de una terapia del niño se construye de los dos compañeros. Esta regla se completa con la promesa de
a medida, incluso si las nociones esenciales están sólidamente es- discreción, por parte del analista, en cuanto al contenido de las
tablecidas en el analista. No es despreciable anotar que algunos ses10nes.
36 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO t,A TÉCNICA PSICOANALÍTICA CON EL NIÑO 37

He establecido aquí un marco formal que reposa sobre el nú- den retomarse y continuarse de una sesión a otra, sin que las in-
mero fijado de sesiones, su duración, su regularidad, su precio y terrupciones entre esas sesiones hayan cortado el vínculo transfe-
sus modificaciones accidentales, como las vacaciones. Otras mo- rencia!. El analista no desaparece definitivamente en el intervalo.
dificaciones de la forma del marco, por ejemplo, las ausencias,
justificadas o no, por parte del niño, hay que reinvestirlas siem-
pre y unirlas a la transferencia por el analista. Lo mismo que las El marco y la contratransferencia
modificaciones provocadas por el analista, que el paciente las
siente siempre como una frustración, incluso una persecución: Por sus caracteres de estabilidad, el marco representa también
por ejemplo, cuando el analista hace esperar al niño más allá de las exigencias superyoicas y frecuentemente la persecución. Los
la hora prevista para el encuentro. El juego en la sesión ofrece fre- procesos de represión y de separación son discutidos de forma
cuentemente la ocasión de retomar el vínculo y de analizar el sen- permanente. Las infracciones y los ataques que se constituyen en
timiento del niño por la falta del terapeuta. el juego de los niños por las múltiples maneras de actuar sus fan-
tasías, son, naturalmente, las resistencias a la transferencia de
imagos apremiantes o perseguidoras. El niño se ausenta sin pre-
Interferencias del marco y del proceso venirlo, sale de la habitación durante la sesión, va al aseo, se lleva
el material de juego, o incluso deteriora el lugar de la terapia, se
De hecho el marco es el soporte de la transferencia. Cuando sube en los muebles o amenaza con saltar por la ventana. Las frus-
no se modifica nada en sus modalidades procesuales, es que, se- traciones que siente durante las sesiones, las reacciones más o me-
gún Bleger, se ha convertido en el depósito de las partes psicóti- nos violentas que manifiesta por los temas del juego o en el
cas del paciente. En ese momento, la estabilidad se convierte en mismo juego, permiten al niño, en el presente, experimentar la
rigidez, nada debe cambiar: a veces vemos la manifestación en el solidez del marco que ataca y la permanente acogida del tera-
juego del niño, cuando exige al analista retomar el mismo juego peuta. Incluso si éste interpreta la violencia de la transferencia,
en cada sesión, o con Christian (cfr. Capítulo cuarto) que repite las pulsiones destructoras, las insatisfacciones o los sentimientos
incansablemente el movimiento circular de la silla alrededor de de castración, aun si son contratransferenciales y se manifiestan
la habitación, sin levantar los ojos jamás, ni emitir ningún otro de manera un poco negativa, el niño sabe que puede contar con
signo. Lo volveremos a encontrar en Antoine (cfr. Capítulo sexto) él. El marco permanece como el continente de las representacio-
que rompe incansablemente los platos en trozos cada vez más me- nes excitantes que el terapeuta puede interpretar. Una parte del
nudos. marco puede transformarse siguiendo tanto el proceso terapéu-
Pero en los casos menos graves, la regularidad del ritmo de las tico como el contenido. Otra parte permanece estable y sirve de
sesiones y la continuidad de la presencia acogedora del analista apoyo al niño para desarrollar su yo. El marco toma entonces un
reactiva, según Winnicott, algo de la «preocupación materna pri- sentido y despierta al superyó necesario para la estructuración
maria». Piensa también que una de las preocupaciones del ana- firme del yo. Pero este género de situaciones provoca inevitable-
lista debe ser la de continuar viviendo hasta el final del análisis. mente en el analista vivas reacciones contratransferenciales. Puede
Y sin embargo . . . La noción de continuidad es primordial, resistirse, o utilizarlos para interpretar cuando están próximos a su
pienso, para el establecimiento de un marco/envoltura en el que preconsciente. Pero sobre todo si se toman desprevenidamente es
va a poderse desarrollar el proceso. Los casos de los niños relata- cuando el juego pasa a la violencia, porque su interpretación, in-
dos aquí me parecen demostrar el establecimiento de una rela- cluso justa, se ha expresado torpemente o a destiempo.
ción de confianza fundada en el marco. Los juegos de niños, pue- Melanie Klein ha subrayado cómo el miedo de ser atacado
38 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO /,A TÉCNICA PSICOANALÍTICA CON EL NIÑO 39

por el analista es general en el niño. Es bueno interpretarlo in- necesidad del analista de no «tolerar en él mismo ninguna resis-
mediatamente para transformar en positivo este aspecto de la tencia susceptible de impedir a las percepciones de su incons-
transferencia negativa. ciente que lleguen hasta su consciente ... » Cuando el juego del
Este matiz importante del establecimiento de la transferencia niño, rápido, cambiante, sin cesar en movimiento, duda del marco,
por la interpretación de esos aspectos negativos estaba en con- los objetos y la persona del analista, es evidente que las resisten-
tradicción con la aproximación de Anna Freud. Ésta pensaba que cias contratransferenciales aparecen en él. Permanecer «neutro» se
la transferencia no surge naturalmente en el niño y que los adul- hace no sólo problemático sino utópico. La ausencia de pasión,
tos debían dar prueba de su interés por el niño interviniendo ma- orno lo describirá Bion, es sin duda una representación de la ac-
terialmente en el marco: carta a los padres, incitación a ciertos titud interior deseable en esas circunstancias. El analista debe ser
juegos, manipulaciones pedagógicas con los objetos. capaz de abstenerse de un compromiso con una idea preconce-
Este debate condujo a Melanie Klein a aproximar el setting de bida que se desprende de sus identificaciones con el niño, o con
la cura de los niños a la de los adultos, respetando no obstante los padres.
las diferencias necesarias. La duración y la regularidad de las se- La actitud contratransferencial, por neutra que ella sea des-
siones hacen eficaces la disponibilidad del analista y su atención embocará en una «intervención» del analista. Bien en torno a esta
al paciente. Veremos más adelante los detalles del setting que «actuación» del analista, incluso si se trata de una «interpreta-
M. Klein instaura en esta época. ión», aparecerá ese debate sobre la neutralidad.
Se puede uno preguntar entonces qué es de la posición de
neutralidad del analista en su trabajo con un niño que juega.
Hl analista, figura parental
3. U NEUTRALIDAD DEL ANALISTA FRENTE AL NIÑO
De entrada, la diferencia de generaciones marca al analista de
QUE JUEGA
niños. Su presencia de adulto cerca de su joven paciente, para el
Un analista que trabaja con un niño que juega está la mayor ' ual es desconocido, le sitúa en el papel de representante de los
parte del tiempo preso de una contratransferencia muy móvil. La adultos: padres y maestros de todas clases. Está lejos de ser neu-
situación particular de este trabajo pone en duda el respeto de las l ro para el niño.
reglas corrientes editadas por Freud desde 1904. Ha vuelto a ellas El analista solamente puede sentir esta diferencia en el primer
con firmeza, en 1912, en 1913 (El principio del tratamiento) y ·ontacto que incluye frecuentemente a los padres del niño. La
en 1918 (Las vías del andlisis). En este momento, esta noción ·moción que se siente en este momento activa las identificacio-
y sus aplicaciones frecuentemente se han hecho un poco estereo- nes conscientes e inconscientes con los padres y con el mismo
tipadas. Algunas modalidades de la neutralidad son particulares niño. La cantidad de asociaciones entonces posibles es inestima-
para el psicoanálisis de los niños. Hemos visto la importancia del ble. Las fantasías producidas por la diferencia de generaciones si-
respeto hacia el marco, su organización y la forma de las inter- l t'.1an al analista en cuanto tercero en este conjunto de personas.
venciones. Sin embargo, un elemento importante de la situación l ·:s puesto en duda por las relaciones intrafamiliares de las que es
del analista me parece que es el poner en tela de juicio lo que ·I testigo por el eco sobre el niño que se le presenta.
Freud llamaba la «atención flotante» y correlativamente de la El apoyo que buscan los padres mismos cerca del analista del
«neutralidad». Freud no utiliza ese término: parte de «la frialdad 11 i ño es a menudo el objeto de complicaciones en la organización
de los sentimientos exigidos al psicoanalista», pero insiste, a lo del marco. El analista se convierte en la imagen de un abuelo y se
largo de todo su texto sobre «la técnica psicoanalítica», sobre la ·ncuentra confrontado, por esta razón .entre otras, con la difícil
40 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO U \ TÉCNICA PSICOANALÍTICA CON EL NIÑO 41

necesidad de mantener «la intemporalidad» del análisis. Lo que incvitablemente en la contratransferencia suscitada por este co-
significa que padres e hijo esperan de él que «rehaga» el niño ideal nocimiento. Se puede medir cuán pesado es este saber que viene
que ellos hubieran querido ser y que habrían querido hacer. Ellos del exterior de la situación analítica, cuando se conoce que el
le confían al niño, en el mejor de los casos, pero a menudo con niño ha sido separado precozmente de su madre, cuando ha su-
la ambivalencia vinculada con los temores de desposesión y de fr ido violencias o traumatismos diversos, o incluso cuando su si-
impotencia en la rivalidad edípica. Queda la dificultad de sopor- 1uación familiar es inextricable. Es difícil no asociar el desarrollo
tar la presión del entorno familiar y escolar que sumerge nueva- de algunos juegos con la repetición de estas situaciones conoci-
mente sin . cesar al analista en la consideración de sus propias das por el analista aunque a menudo ignoradas por el niño. La
identificaciones y de la utilización que puede hacer con ellas ·ontratransferencia del adulto es arrastrada hacia las identifica-
frente a la transferencia del paciente :iones con el sufrimiento infantil que disminuyen las posiciones
de neutralidad. En estas circunstancias, esto supone que el ana-
1ista pueda hacer abstracción de su memoria, como lo aconseja
A partir de Bion Bion, y también de su deseo de venir en ayuda del «niño en pe-
ligro» o a la del entristecido que se despierta en el resurgimiento
En su libro La atención y la interpretación (1970), Bion se em- de algunos aspectos de su yo precoz, o de las huellas de sus pro-
plea en describir las dificultades que encuentra para definir el es- pios conflictos edípicos. Es notable que cuando los aspectos edí-
tado psíquico ideal del analista frente a su paciente. La memoria picos se presentan claramente en las sesiones, son más fácilmente
y los deseos obstruyen la capacidad del analista para conservar un accesibles a la interpretación y más soportables en la contra-
estado de espíritu científico, es decir, abstraerse de los datos sen- t ransferencia que los sufrimientos o las fantasías arcaicas.
soriales de la situación para concentrarse en el pensamiento que El analista de niños, como frecuentemente el de los adultos,
se produce por la capacidad de soportar la frustración. debe incluso hacer abstracción de su deseo de ver progresar a su
paciente hacia un retrato idealizador que forma parte de las cons-
Es necesario prohibirse entorpecer los recuerdos y los de- trucciones inherentes a la contratransferencia del analista. La
seos. Son dos facetas de la misma cosa: los dos reposan en sen-
imagen inevitable de la construcción del «niño bueno» gracias al
saciones corporales; los dos implican la ausencia de satisfac-
«pecho bueno/analista» se impone en la contratransferencia y el
ción inmediata de los sentidos, [ ... ] los invariantes consisten
en un interior y un exterior compuestos de objetos que son analista debe concienciado, para que no se convierta en una pro-
sensibles. yección que el niño interioriza directamente como objeto ideal.
füON, 1970, pág. 83 l .a relación de objeto particular niño/adulto que se desarrolla en
una sesión, hace que el analista evoque el deseo de recrear a este
Se incorpora muy directamente al pensamiento de Freud en niño ideal que él mismo deseó ser con sus padres y con su pro-
sus pensamientos sobre la técnica del análisis. pio analista. Corre el peligro de provocar lo que yo llamo las «in-
El analista que trabaja con niños está particularmente some- Lcrvenciones pedagógicas» cuya influencia pedagógica o morali-
tido a este género de dificultad. ·1.adora está en contradicción con la libertad que se deja al niño
El conocimiento de hechos exteriores, revelados por la anam- para evocar libremente sus fantasías y sus emociones en las se-
nesis y la familia del niño, acumula en el espíritu del analista un siones . Esta actitud durante mucho tiempo ha sido un tema de
conjunto inoportuno. Una especie de envoltura de realidad re- d iscordancia entre Melanie Klein y Anna Freud que no admitía
cubre la relación directa con la parte personal y desconocida del h transferencia en el niño.
paciente. Los temores provocados por la realidad se manifiestan Veremos que la actitud de neutralidad interior, que parece tan
42 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO I /\ PSICOANALÍTICA CON EL NIÑO 43

difícil que se instaure en el analista, puede provocar un problema 't,osamente fundados en los mismos datos de la sesión. Bion se re-
en eco con la situación de supervisión. fk:rc en particular al discurso, incluso cuando él denuncia las alu-
Finalmente, existe un desacuerdo que persiste entre los ana- r inaciones del psicótico. Admite que las alucinaciones son crea-
listas, en el tema del valor analítico del trabajo con el niño, por ciones del paciente destinadas a demostrar su independencia. En
las disposiciones particulares del marco. La concreción del juego vi niño, la sensorialidad y la motricidad condicionan la realiza-
del niño entra en oposición con la situación analítica llamada ción creadora, y es aquí donde la situación contratransferencial
«clásica». Ésta supone la abstracción de todo comportamiento dd analista es puesta a prueba.
distinto del verbal, y la «neutralidad» de la disposición espacial
entre el analista y el paciente, representada por la disposición
diván/butaca. Ahora bien, el analista de niños se encuentra en una ,'on Winnicott
situación en la que las fantasías se materializan en el juego, donde
las prohibiciones se transgreden por el tocar y por la utilización El juego del niño, con lo que revela de deseo de omnipoten-
de objetos concretos que sugieren las representaciones múltiples. ·ia sobre el objeto, vincula las defensas contra las fantasías per-
Algunas veces incluso, el cuerpo a cuerpo se hace inevitable y secutorias, es una creación del mismo orden. Winnicott, en su
puede ser fuente de progresos en la construcción del yo precoz gran preocupación hacia los sufrimientos infantiles y su opti-
y la recuperación de emociones arcaicas que no han podido ser rn ismo sin igual, instauró el juego como principio de la creación
integradas. En este momento, la memoria del analista está abierta del objeto cuyo entorno puede proporcionar, «si todo sucede
a la del niño como continente de una experiencia ya vivida, bien», los primeros elementos. Una madre «suficientemente
mientras que se desarrolla en el niño un proceso de repetición de buena [ ... ] proporciona al niño la ilusión de que existe una rea-
una experiencia no vivida o recubierta por una represión inade- lidad exterior» (1971). El juego reproduce esta experiencia del
cuada. El analista deja a discreción del niño un «esquema senso- paso de la ilusión a la realidad que es necesaria desde hace mu-
rial», depósito que han dejado las introyecciones antiguas de ob- ·ho tiempo para instaurar las defensas aptas para hacer frente al
jetos organizadores. ¿En qué se convierte la neutralidad en esta objeto como fenómeno exterior. En la sesión con un niño que
situación? Melanie Klein no se plantea el problema desde este án- juega, el analista vuelve a hundirse en el mundo de la creación
gulo. Pone a disposición del niño su capacidad de comunicación di- de los objetos por la dinámica fantasmática. Vuelve a encontrar
recta de las fantasías, su comprensión de la angustia, las representa- sus propios argumentos infantiles con los que necesita tomar dis-
ciones que su conocimiento teórico de los procesos psíquicos rancia gracias a varios procesos dinámicos: por una especie de
primarios suscita, e interpreta al niño lo que presiente de su diná- «comparación» de sí mismo y con el niño exterior que él ve jugar;
mica emocional. Pero todo terapeuta no está en posesión de las mis- poniendo en común con el niño algunos aspectos de su propia
mas posibilidades que Melanie Klein y debe desenvolverse con la dinámica fantasmática para una identificación cuya proyección,
disposición propia de su aparato psíquico en el momento preciso. el juego del niño, debe evitar; o incluso apoyándose en las
Bion propone a su paciente un espacio de transferencia en el rc.:ferencias teóricas.
que su función de analista «transforma los datos sensoriales en Esta situación del analista de niños, implicada en la concre-
elementos alfa», destinados a desembocar en la capacidad de abs- ;ión objeta! por la situación del juego, pone vivamente en duda
tracción, al funcionamiento del pensamiento y a la tolerancia a la contratransferencia.
la frustración.
Si la finalidad de todo analista es idéntica a la de Bion, los ca-
minos por los que intenta que el paciente lo consiga no están for-
44 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO I ./\ 'l't'CNICA PSICOANALÍTICA CON EL NIÑO 45

1r:1 cómo la inhibición de éste esta vinculada con los sentimien-


Contratransferencia y supervisión 1os inconscientes de castración. Su imago materna se mantenía
tnriblemente prohibitiva hacia sus pretensiones fálicas, hasta el
La influencia de las imagos parentales nos recuerda lo que tra- pun to de que no podía identificarse con el pequeño Luc y per-
tábamos más arriba: las representaciones superyoicas vinculadas cibi r la decepción de éste en su situación de niño demasiado pe-
con la diferencia de generaciones. Esto me conduce a algunas queño para pretender el reconocimiento de su pene por el tera-
puntualizaciones sobre la situación de supervisión, especialmente peuta . El analista se ha encontrado en la misma situación
en el tratamiento de niños. rnnmigo. Solamente cuando pude hacer discretamente alusión a
El supervisor representa forzosamente para el analista del niño l"Ste estado psíquico el proceso de las identificaciones y de las con-
un superyó apremiante e idealizador. De entrada aparece la in- cienciaciones ha podido volver a ponerse en marcha. Mi propia
certidumbre del marco y su justificación durante el estableci- 11cutralidad ha consistido simplemente en una temporización pa-
miento con el niño y su entorno familiar o institucional. Todos r iente, en una investigación de las alusiones aceptables por el ana-
sabemos que ésta es la piedra de choque para el reconocimiento lista y su transferencia sobre mí, de no desconfiar y de no.hablar
del valor analítico del trabajo con el niño. El supervisor está pues <<sa lvajemente» de lo que yo podía percibir de sus inhibiciones.
casi regularmente encargado, sino de la decisión de la cura, por 1.o esencial de este trabajo tanto en la supervisión como en la se-
lo menos de la aprobación más o menos explícita de la elección ión con el niño consiste en reemplazar sobre la escena psíquica
de la organización de las sesiones y de la utilización del material. lo que nosotros vemos actuar en el juego.
La imprecisión que rodea forzosamente, la mayor parte del
tiempo, la puesta en marcha de un análisis del niño por las re-
sistencias del entorno, valora la espera superyoica del analista que 1:l analista frente a los padres
se va a encargar del niño y de dar cuenta de su trabajo con él.
Las imagos que se proyectan sobre el supervisor son defensivas La importancia de la presencia de los padres en el análisis de
en el sentido de la agresividad, del despertar de los temores de los niños no es evitable. Perturba la contratransferencia del ana-
castración, de la superioridad de la capacidad de pensar. Des- lista en sus posiciones defensivas. Yo no podría hacer nada más
piertan también las identificaciones positivas con la potencia pa- honesto que ilustrar esta situación con mi propia experiencia.
rental, con la formación de elementos alfa comunicables al niño, Cuando la madre de Antaine (Capítulo sexto), la señora V,
con la capacidad de ensoñación hacia el niño. Otros tantos mo- me persuadió un día para recibirla con su hijo, yo me encontraba
vimientos relacionales que frecuentemente es posible poner al día ·ontrariada. No solamente por la oposición manifiesta del niño,
y que forman parte de la relación vivida en la situación transfero- sino también por la coacción que yo sentía por parte de su ma-
contratransferencial del analista con su pequeño paciente. dre. Se refería muy frecuentemente al médico que me lo había en-
Es ésta una nueva parte del análisis que se desarrolla para el viado y que intervenía torpemente. Rompe mi defensa contra ella,
terapeuta en su supervisión. Una parte que representa la situa- ·se día, haciéndome conocer que había ido a ver a Franc:,:oise Dolto
ción permanente del analista frente a sus imagos parentales que y que ésta estaba convencida de que yo debía aceptarla en mi des-
contribuyen sin cesar a su funcionamiento y condicionan sus re- pacho. Yo no podía resolver nuestro conflicto en la sala de espera.
ferencias a Freud, Melanie Klein, Bion, Winnicott u otros, Efectivamente, la sesión se desarrolla en una atmósfera que,
cuando intenta sublimar intelectualmente las investigaciones so- :1hora, me atrevo a reconocer como llena de violencia. Desde que
bre su pensamiento. se sentó, sesgada frente a mí, sin mirarme, el niño se puso a pe-
El caso del analista de Luc (Capítulo séptimo) nos demues- gar a su madre con los pies y las manos. Ante su ausencia de re-
46 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO / , \ 't 'f'.XNICA PSICOANALÍTICA CON EL NIÑO 47

acción, que yo no podía soportar sin duda por la imagen de pa- dd analista entraña entonces un gran peligro. En ese momento,
sividad femenina a la que ella me reenviaba en el contexto actual, pu<.:de utilizar, como última defensa, la teoría analítica, siguiendo
yo me preguntaba si ese comportamiento era habitual en la casa. si is propias referencias. Es lo que se produce, como lo explica Flo-
La señora V lo confirma confesando, en un tono no reivindica- 1vnce Begoin-Guignard (1985), en muchos analistas de adultos
tivo, que ella se dejaba hacer. En ese momento pido a Antoine opuestos al análisis con niños, y que se refugian en la más estricta
que me dé la mano, lo que hizo naturalmente, y le rozo con un 1qnesentación del marco y con un rigor formal que Freud no ha-
toque ligero diciéndole: «He aquí lo que tú haces a mamá por- bía previsto.
que ha venido a verme contigo.» El niño, aterrorizado, se refugia Durante las sesiones con Antoine, mi situación de analista es-
debajo de la butaca donde su madre se encontraba sentada la cual t. 1ha recubierta por la emergencia de una contratransferencia de
protesta violentamente porque yo había «golpeado a su hijo». oposición muy superyoica. Soportando los golpes de su hijo, la
Me parecía que era más un tema de jugar, cuando yo había imagen pasiva que su madre me evoca, me reenvía, sin duda, a
escenificado la violencia expresada por uno y otro, en una espe- ll na homosexualidad sadomasoquista primaria que no he podido
cie de mimo. Pero los participantes no se encontraban conmigo 1olerar. Hoy día, pienso que las coacciones que vienen del exte-
en un espacio de simbolización. La madre de Antoine actuaba, rior me han inundado: el médico que «vigilaba» la evolución de
por segunda vez, su deseo de ocupar el lugar del niño cerca de Antoine, sin creérsela, y que dificultaba el proceso por sus inter-
mí: penetrando en el espacio de la sesión y poniéndome en riva- v<.:nciones, la transmisión de un pretendido «mandato» por parte
lidad con Franc;:oise Dolto. Lo que yo pensaba de esta última es de Franc;:iose Dolto, han levantado mis defensas infantiles contra
que ella hubiera podido informarme de este comportamiento, 1:1autoridad parental, y me he vuelto frente a la violencia del niño,
como si yo tuviera necesidad también de un apuntalamiento ma- que actuaba lo que yo también sentía, para intentar dominar esta
terno ante una agresividad presente en esta sesión. violencia. En el presente, sin duda menos sumisa a la persecución
En el momento, la violencia de mi contratransferencia se ma- s<.:n tida en mi propia relación con el superyó materno, aceptaría
nifestó por mi propio gesto hacia el niño. Se la puede compren- r<.:cibir a la señora V, frustrada muy vivamente en su capacidad
der como un intento de poner en «equivalencia simbólica» la materna, y escucharla también pero no en presencia de su hijo.
agresividad proyectada en la madre. Ahora, con mucha distancia, Más tarde, he podido volver a este episodio con ella, ya que, aun-
pienso que, aunque no tenga la certeza, yo tenía los medios para que no tenga el recuerdo preciso de lo que entonces sucedió, pude
no actuar de la misma forma. No obstante, pienso poder valorar r<.:comendarla a un colega con la que ha realizado una terapia ex-
en el niño, para él mismo y para el inconsciente de sus padres, la tremadamente fructífera para ella misma y para su hijo.
capacidad de supervivencia del objeto y, como lo desea Winni- Se trata pues aquí de la intrusión de un padre, o de los pa-
cott, no aplicar represalias a los intentos de destrucción realiza- d res, en la parte más íntima del intercambio analítico: el padre
dos por el niño. En ese momento, la señora V me coaccionó para pretende encontrar el lugar del niño con el analista, ya sea para
asumir una situación de rivalidad femenina imponiéndose a mí, l ransmitirle su queja personal, a menudo su depresión, ya sea,
como si yo la desposeyera de su hijo, objeto fálico que la hacía ;o rno la señora V, para acusarlo de no ser «suficientemente
omnipotente. Me oponía también a Franc;:oise Dolto a la que ella hueno» y proyectar en él sus insatisfacciones a todos los niveles
atribuía poder sobre mí, transformándola así en imagen perse- psíquicos. La contratransferencia consciente del analista, si es ca-
guidora para mí. paz de autoanalizarse, puede permitirle percibir las angustias y las
Cuando, en una sesión, el analista se convierte en imposible ;mociones que, de forma muy próxima, han sido provocadas en
porque ha alcanzado el umbral de tolerancia a la reactivación de Queda, por supuesto, la parte inconsciente de la contratrans-
las emociones infantiles, el niño regresa y actúa. La neutralidad IC rencia que corre el peligro de descubrirse por una actuación,
48 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO U \ 'f'f::CNICA PSICOANALÍTICA CON EL NIÑO 49

que puede tomar, en muchos casos, la forma de una interpretación dina a actuar para mejorar al niño, sin estar protegidos de algu-
salvaje hacia los juegos del niño o de un rechazo de los padres. nos gestos o de algunas palabras en las que se desliza la seducción.
Efectivamente, es frecuentemente indispensable sostener las Pero, quizás para desculpabilizarnos, podemos, con Jean La-
partes más infantiles de algunos padres cuya estructura psíquica pl anche, considerar esta seducción difusa como un hecho gene-
es demasiado débil para contener las respuestas necesarias a otro r:d que subtiende necesariamente todos los encuentros en la vida.
niño que él mismo. Este sostén supone la aceptación de un marco l·J nacimiento del niño es el primer encuentro en el que la se-
bastante mal definido en el cual se hace posible tener en cuenta du cción recíproca es eminentemente indispensable.
la depresión de un padre al mismo tiempo que la del niño.
Sabemos que vuelve frecuentemente el tema de las disposi-
ciones que hay que tomar en relación con los padres del que un 1. E L MATERIAL DEL JUEGO
niño no puede separarse, o que no pueden, ellos mismos, confiar
a su hijo al analista -ya sea porque tengan necesidad de tener el Sin que parezca de una importancia mayor, el material del
mismo lugar que él con éste, ya sea porque se sienten desposeí- ju ego despierta muchas preguntas. Los analistas y terapeutas que
dos de sus capacidades parentales y del niño en cuanto objeto. Es 1rabajan con niños frecuentemente son criticados por la parte pu-
así como se plantea el problema de las terapias «madre/hijo» en ra mente material del marco que forzosamente difiere de los con-
las que el juego puede tomar un lugar importante. venios aplicables al adulto. Se trata, en efecto, de disponer de un
El niño empieza a jugar independientemente, mientras que ·spacio tan neutro como sea posible en el sentido en el que el
los padres hablan con el analista, cuando él mismo ha establecido analista no tiene que defender sus bienes personales contra los
una relación positiva con el marco del que el analista forma parte. ataques eventuales de niños «difíciles». Melanie Klein tenía una
El sentido del juego será entonces muy significativo y podrá ser- sa la de juegos específica para ello, después de haber hecho otras
vir para eliminar poco a poco al padre intrusivo por la interpre- <.:xperiencias. Es verdad que esta situación es la mejor para que
tación de la situación transferencia! de este último y el descubri- nuestra contratransferencia y nuestra atención no sean demasiado
miento de sus propias necesidades. puestas a prueba y nos dejen la libertad de analizar otra cosa que
los ataques y la persecución que invaden a veces las sesiones.
Sobre este punto, como sobre muchos otros, M. Klein se ha
El peligro de la seducción convertido en el modelo sobre el cual, incluso si uno se resiste,
los terapeutas de niños buscan sus referencias prácticas.
Otro aspecto difuso de la puesta en duda de la neutralidad en Después de otros escritos que plantean los principios de su
el analista es la seducción. No podemos en absoluto escapar a esta técnica por el juego, M. Klein aclara, en 1953, las preguntas prác-
especie de dominio del niño sobre al adulto, responderemos a ticas que ella se plantea en su trabajo con los niños, y de qué
menudo por el deseo más o menos consciente de seducir al niño. forma ella las ha resuelto poco a poco.
Conocemos el encanto de los· pequeños autistas, su rostro an- Después de haber hecho los análisis en el domicilio de los ni-
gelical; la piedad a la que nos arrastran algunos niños cogidos en ños, con sus propios juguetes, según el primer modo de inter-
un entorno manifiestamente despiadado; el deseo de «jugar» que vención de Freud en la cabecera de las enfermas histéricas, des-
emana de la histeria infantil. Otro tanto de representaciones in- cubre, con Rita en 1923, la necesidad de un marco neutro que
conscientes que vienen a halagar la imagen de nosotros mismos permita establecer una situación en la que las proyecciones trans-
y a unir nuestro deseo de dominio del niño. El contexto que pre- ferenciales puedan desarrollarse libremente:
tende, frecuentemente, nuestro superyó de «buen analista» nos in-
50 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO I JI 'J'f:'CNICA PSICOANALÍTICA CON EL NIÑO 51

[ .. . ] Descubrí que la situación transferencia! -espina 1 ontra ese famoso «continente». Los ataques y las reparaciones
dorsal del proceso psicoanalítico- solamente podía estable- contra ese representante serán objeto de interpretacio-
cerse y mantenerse si el paciente podía sentir la habitación del 11 l·s. Sin embargo es notable que la atadura del niño a sus pro-
analista o la sala de juegos como algo separado de su vida fa-
d11 cciones y a lo que ha hecho el analista/marco tiene una fun-
miliar habitual. Solamente en esta circunstancia es como él
1 i<'> n esencial en el curso de una cura. La situación de los
puede superar sus resistencias para vivir y para expresar sus
pensamientos, los sentimientos y los deseos incompatibles con 1n:1peutas de niños que trabajan en institución no se presta siem-
los pactos (habituales) y que en caso de los niños, son vividos pre.: a la preservación de un material reservado a cada niño. No
de formas muy diferentes de lo que se les ha enseñado. ohsrante, es indispensable establecer esta disposición con el má-
ximo de seguridad.
KLEIN, 1953 Así Kevin, un chico muy nervioso de seis años, no podía man-
1r nerse en su sitio durante las sesiones con su terapeuta: se subía
Habiendo organizado así el uso lúdico del espacio con una fi- 1· 11 la mesa, saltaba por todas partes, rodaba en el suelo, agredía
nalidad analítica, se nos ocurre que el niño juega la mayor parte .1 los objetos y al mismo terapeuta. El material de juego y de di-
del tiempo con los objetos. Efectivamente,. Freud descubrió el bujo que estaba a su disposición no tenía otro destino que su des-
sentido que un niño puede dar a su juego gracias a una bobina. ¡;aste extremo o la destrucción. Nada de lo que le dijera el tera-
Por supuesto, su elección es a menudo un problema para el ana- prnta, convertido en impotente, proporcionaba un límite a esta
lista. M. Klein aconsejaría un material de objetos pequeños muy vxcitación mortífera. El niño parecía que se agitaba en el vacío
simples, aunque representativos de personajes. Buscaba, de he- de.: una angustia destructora, hasta que me informó de la situa-
cho, hacer posible la variedad de las situaciones que el niño fan- rión del material así devastado en un espacio que parecía indefi-
tasea en su juego. 11 ido. Yo sentía que la contratransferencia del terapeuta estaba
Actualmente, por la evolución tecnológica aplicada a los ju- también tan alocada y perseguidora como la transferencia de Ke-
guetes, tenemos la ventaja de disponer de un pequeño material vin . Propongo pues una hipótesis destinada a poner un poco en
transformable que permite al analista seguir las transformaciones orden las cosas. Aconsejé al analista que proporcionara a Kevin
de las representaciones que el niño construye en su juego. En una un a caja en la cual depositaría un material simple de juego, al-
conferencia reciente (SEPEA, septiembre de 1998, «El juego: per- gunos lápices, papel, plastilina. El efecto fue casi milagroso. In-
sonajes, relatos, interpretaciones»), nuestro colega A. Ferro hacía cl uso si, con relación a la estricta comprensión analítica, este
alusión a esos objetos pequeños (del tipo Lego) que palian, por su g<.:s to puede compararse con una actuación del analista, yo man-
maleabilidad, la continuidad de la observación por el analista y el tengo que solamente es una rectificación del marco que corres-
descubrimiento de las variaciones de las representaciones. Las mo- po nde a una interpretación. Kevin pregunta si la caja era para él,
dificaciones representadas siguen el proceso fantasmático un poco se sienta y empieza a jugar, y esto, durante varias sesiones. La gra-
como el fondo de las imágenes del sueño. Este material facilita 1itud que manifestaba nos probó que primero tuvo necesidad de
pues la prosecusión y la libertad de las asociaciones. qu e se le comprendiera en su angustia destructora y que estaba
M. Klein insiste también en la utilidad de proporcionar al proyectivamente identificado con los objetos que atacaba sin po-
niño lo que naturalmente llamamos ahora un «continente» per- d<.: r limitar sus pulsiones. Con la caja apareció la posibilidad de
sonal. Ella los guardaba en cajones de los que cada niño tenía una s<.: r contenido por un adulto acogedor que los abusos destructi-
llave para el suyo. Más simplemente nosotros podemos utilizar vos no había destruido. Debo añadir que la agresividad de Kevin
una caja de cartón que, hay que saberlo, frecuentemente está des- se siguió aún manifestando, pero frecuentemente fue posible re-
tinada a convertirse en el lugar de las proyecciones destructoras ·u rrir al contenido de la caja para volver a situar la actividad del
52 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO / ,\ 'f'Í':CNICA PSICOANALÍTICA CON EL NIÑO 53

niño a un nivel simbólico. Sin embargo, no hace falta minimizar vik:giada. En realidad, el lavabo no es un objeto en sentido pro-
el impacto seductor que ha podido tener la «generosidad» de la pio del término. Es un lugar, un «continente» real materializado
terapeuta, seducción que no pudo, más adelante, ser la fuente del q111.: el niño puede utilizar de múltiples maneras, siendo cada una
retorno defensivo de la agresividad, y que justificaba todo un (k ellas significativa: ya sea en relación con el líquido y con las
«programa» de interpretación. w nsaciones que evoca, si el momento de la sesión deja presagiar
M. Klein observa, como todos nosotros, que los niños apor- 11 11 :1 regresión hacia fantasías arcaicas; ya sea en relación con los
tan frecuentemente sus propios juguetes. También conocemos lími tes y con desbordamientos que provocan la angustia; ya sea
nuestro apuro cuando el niño se lleva una parte del material que .11111 en relación con las fantasías de engullimiento, terrores mu-
se ha puesto a su disposición. La interpretación del «objeto tran- ( li as veces presentes en el niño. La mayor parte del tiempo, las
sicional», tal y como Winnicott lo ha descrito tan bien , es fre- ,111 gustias que se descubren así están vinculadas con las fantasías
cuentemente una facilitación a la interpretación transferencia! de dv destrucción. El agua solamente aparece como fuente de vida
semejante comportamiento, y no se trata siempre de la creación 1 t> n la reconstrucción narcisista.

de un espacio transicional. Pienso que es bueno, ante todo, no C itaré como ejemplo el caso de un niño autista, Pierre (A. An-
referirse a una regla demasiado conformista que interprete este 1 irn, 1993), que utilizaba el lavabo como fuente de la toma de

gesto como un acting out y prohibir toda aportación de objetos rn nsciencia de las primeras sensaciones internas, bebiendo in-
o algunas sutilezas durante la sesión. Esta regla sistemática me pa- 1l11so de la taza del retrete, después de un vaso, sentado sobre mis
rece más bien como una defensa rígida, que calca las reglas infli- md illas. Él sentía y escuchaba el correr del agua en su tubo di-
gidas al adulto, convertidas en una precaución del analista ante ¡•,l"stivo. Su mirada se fijaba en la mía como la de un lactante con
ciertas formas incomprehensibles de la transferencia del niño. l.1 mamada . .. hasta el día que se orinó sobre mí. Lo que me per-
Después de todo, el desplazamiento de las cosas, si se las consi- 111 itc dar un sentido a este engullimiento de agua (yo le servía,

dera como representantes significantes, forma parte del proceso. 'l·gún Bion, de función alfa), y de poner al día su necesidad de
Todos estos gestos tienen uno o varios sentidos, es mucho más 1·11 Lrar en contacto material con el cuerpo materno.
importante dejar que se vacíe la caja que prohibirla. A condición También el caso de un chico de ocho años, Honoré (ibíd.) ro-
de haber podido transformar esta manifestación del niño en una riaba violentamente a su terapeuta después de una ausencia. Hu-
comprensión de los momentos de la relación afectiva y de las fan- l1iera podido ser bueno que este último interpretara lo que esta
tasías que acarrean ese comportamiento. Como lo dice M. Klein, .1grcsividad uretral y este desbordamiento afectivo significaban,
eso «entra con toda naturalidad en el trabajo analítico». 11 ds que intentar liberarse de ella y detener la inundación. Pero
Algunas formas de juegos pueden incluir al analista. El niño L1 gratitud que no obstante el niño puede experimentar le hizo
le confía los papeles a los que él está obligado a ceder, con un q11 c transformara su gesto agresivo en riego de plantas verdes para
malestar más o menos fuerte según su soltura contratransferen- mantenerles la vida.
cial. Muchas formas de juego provocan esta situación. Pero te- Veremos ulteriormente (Capítulo sexto) cómo Gabriel hace
nemos el modelo de Winnicott, rodando por el sueño para qu e desaparezca su yo-pato, en el lavabo, con el peligro de sen-
representar al bebé insatisfecho ante la pequeña Piggle. Entre la l irsc engullido en un agujero sin fondo que representa, en ese mo-
reorganización del espacio terapéutico, el lavabo es el lugar de mento de la sesión, tanto el universo materno como la muerte.
muchas de las inquietudes del analista. Sin embargo, es el WC, un Melanie Klein (1953) observa bien, por otra parte, «que las
punto de cristalización de múltiples fantasías y de comporta- h ntasías estén representadas con los juguetes o [también] dra-
mientos infantiles muy reveladores y utilizables en las sesiones. matizadas, el principio de la interpretación permanece el mismo».
M. Klein lo cita, simplemente, como un lugar de actividad pri-
CAPÍTULO SEGUNDO

EL JUEGO EN PSICOTERAPIA
DEL NINO DE O A 5 ANOS
CHRISTINE ANZIEU-PREMMEREUR

m trabajo psicoterapéutico con los niños pequeños no de-


111 .1 nda demasiado material. Por el contrario, porque los niños co-
11 t· n el peligro de ser invadidos, seducidos o excitados por los ju-
1•,11c1cs en gran cantidad o demasiado sofisticados.
Jugar requiere, ciertamente, a un adulto que haga posible el
p11.:go, que tienda al juego, pero también un espacio potencial
donde el niño se pueda organizar según su creatividad y sus pro-
t·<..:ciones. Espacio que no debe ser saturado por demasiado ma-
1n ial extraño.
Los niños se satisfacen con objetos para componer el universo
1 Id juego. Alfombras, butacas, mesas, el espacio sobre el diván, la

liihlioteca, todo es ocasión para componer su mundo.


Bebés y todos los pequeñitos, tienen sobre todo necesidad de
M T acogidos; madres y lactantes deben poder sentarse conforta-
hlt:mente y tomar un biberón; un niño pequeño apreciará el ins-
1.tlarse en el suelo sobre una alfombra preparada para él, lo que
a la vez que es esperado y que existe un espacio delimi-
1.id o entre su madre y el terapeuta. Es siempre más interesante
di.:jar a los padres que inicien el juego con su hijo, utilizando los
juguetes familiares que aportan. Es así hasta que en un segundo
momento el terapeuta podrá ofrecer su propio material. Es una
operación sutil el invitar a un pequeñito a tranquilizarse con un
j11guete del terapeuta en presencia de padres desbordados por la
:1gitación o la inhibición de su hijo. Todo depende de los movi-
mi entos transferenciales que están en juego. Algunas madres ago-

[55]
56 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO 11 1111•:< ;Q EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO DE O A 5 AÑOS 57

radas se sentirán sostenidas si se les ayuda a encontrar un con- ( :ualquiera que sea el material propuesto, el niño no juega
tacto placentero con un bebé finalmente calmado gracias a la re- l1111osamente, su dificultad para jugar puede ser justamente una
lación que ellas nos han dejado emprender con su hijo. Pero eso 1l1 l.1s razones del tratamiento. Puede también demandar al tera-
será herir a los padres decepcionados por su propia incompeten- ¡11 •111.1 «jugar con él» sin material, en una especie de psicodrama
cia o por su bebé incomprehensible, el tener ante ellos una co- i¡1 w cscenifica los argumentos que él propone y que le permiten
municación fácil con his majesty the Baby. 11 '11n el dominio sobre el terapeuta. Algunos niños elegirán ele-
Desde que el niño puede desplazarse, es interesante dejarle un 11w111os del marco: a los pequeños les gusta investigar el conte-
continente a su aleance -cesta o caja- lleno de juguetes de di- 111dn de los bolsos -el de la madre, el de la terapeuta si es una
ferentes registros: vaciar, llenar, explorar, tocar, chupar todos esos 11111jcr-, el bolso es como un pecho siempre lleno que se ofrece
objetos nuevos puede ser una experiencia apasionante. No es ne- 1 l.1 <.: uriosidad. Los más grandes se esconden detrás de las corti-
cesario tener muchos juguetes, pero es importante ofrecer una va- 11 ,1\ y debajo de las butacas, o incluso quieren construir fortale-
riedad de posibilidades de jugar: el suave, el duro, encastrar, ha- ,1, <.:on los libros del psicoanalista.
cer ruido, rodar, tener un animal o más bien una muñeca .. .
Y para los padres algunos libros pequeños que pueden tenderles
para darles la ocasión de acercarse a su niño que se aleja dema- 1, LAS MODALIDADES DE LOS JUEGOS
siado rápidamente de ellos. DE LOS NIÑOS MUY PEQUEÑOS
Una pelota, un coche que rueda bien son indispensables para
iniciar los juegos del intercambio y del escondite. U bebé explora su cuerpo y el de su madre. «Juega» solo re-
El espejo, que no es un juguete, permite experiencias muy ri- 1 ·11rnntrando las fantasías de fusiones en sus experiencias aluci-
cas y a veces placenteras. A partir del segundo año, es utilizable 11.1doras autoeróticas. Juega «con» su madre, en las imitaciones
el material simbólico. La batería clásica de animales domésticos l11t·n tes de introyección.
reagrupados por familias (animales salvajes elegidos por sus man- .Juegos de miradas, juegos de acompañamiento sonoro y de
díbulas, como el cocodrilo, o sus atributos fálicos, como el rino- l1 ·11guaje, los primeros juegos son de incorporación oral.
ceronte o el elefante) están asociados a personajes humanos que l .os juguetes que ofrecen los padres dan lugar a las manipu-
representan la diferencia de sexos y de generaciones; así se pue- l.1viones de valor autoerótico y de exploración de donde emana
den realizar las combinaciones familiares hasta el infinito ... Todo 1111a dimensión cognitiva. Desde que el bebé reacciona a la au-
este material no necesita multiplicar la cantidad de juguetes, sino w 11 cia, se ven aparecer las representaciones, los objetos de susti-
ofrecer con qué escenificar las fantasías del niño. La plastilina 111 ción: el niño reconoce el valor representativo de los juguetes.
puede ser un objeto favorito para jugar, porque permite una li- ,'-lt· <.:o noce el interés precoz de los bebés por las imágenes y los li-
bertad equivalente a la de los squiggles con los niños más gran- 111 os. La actividad psíquica del segundo semestre está marcada
des. Finalmente, la muñeca encajada o muñeca rusa tiene el pri- por la proyección del autoerotismo hacia la actividad de repre-
vilegio de ofrecer sus contenidos que pueden deshacerse y \l 'lll::tción; juego y conocimiento son las dos caras de un mismo
recomponerse según la conveniencia de la imaginación. p1 oceso.
El marco terapéutico se construye con la fijeza del material lc'.n el segundo año es cuando la investidura de la motricidad
propuesto: siempre los mismos juguetes en los mismos conti- de la analidad ofrecen los juegos de exploración motriz y la re-
nentes. En el caso de psicoterapia individual del niño, es impor- 1>l'I ición de tirar, vaciar, destruir, llenar, encastrar, construir. La
tante que tenga su propia caja de juguetes y que pueda encon- .1p:uición del lenguaje permite las composiciones musicales y los
trarla en el estado en el que decidió dejarla al final de la sesión. primeros «juegos de palabras». Al principio el juego de fingir fre-
58 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO / '/ , JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO DEOA 5 AÑOS 59

cuentemente está orientado hacia los placeres de la oralidad, con 111icntos pulsionales, ávido por ingerir el mundo y sus deseos por
las comiditas, la cocina, las mezcolanzas extraordinarias. Des- 1{ d bebé no es una superficie pasiva que solamente quiere imi-
pués, chicos y chicas determinan su elección según sus movi- 1, 1r. Inventa.
mientos identificatorios. En esta distancia siempre sorprendente entre la experiencia vi-
Si el objeto transicional funciona para todos, el espacio tran- vi da y la recreada en la experiencia alucinadora, más tarde en las
sicional ofrece las posibilidades de juegos diferenciados. Los chi- 1t· prcsentaciones y las identificaciones, es cuando se abre el espa-
cos invisten motores, coches, trenes, soldados y espadas, objetos 1io de la creatividad personal.
fálicos, fuentes de sentimientos de potencia. Pelotas y canicas, La madre, el padre, los adultos y los niños que le rodean in-
permiten juegos de intercambios y la aparición de las primeras w ntan con el bebé los intercambios que lo estimulan, lo excitan
reglas del juego. La mayor parte de las chicas encuentran un gran 11 lo calman, en una participación emocional, afectiva y fantas-
placer en los juegos de ritmos de las sogas de saltar, de elásticos, 11 d tica más o menos adecuada. Sonrisas, miradas, forma de to-
de canciones infantiles que señalan a quién le toca hacer algo y 1.irse y de hablarse, todo puede ser ocasión para jugar.
de balanceos en las rondas y danzas, fuentes de sensaciones in- Juego autoerótico, juegos de intercambios, juego con el pro-
ternas femeninas. Juegan a la muñeca: muñeca Barbie, reflejo ¡1io cuerpo, juego con los objetos, siempre son rítmicos por la
narcisista u objeto de argumentos edípicos, o bien muñecas para ¡1n:scncia y la ausencia: operación de vinculación, creación de
«maternar». l.1 capacidad de estar solo, después acceso al mundo simbólico, el
La entrada en el período edípico está asociada con el «juego p1q.;o va a convertirse en construcción de argumentos, durante
del simulacro» y su efecto maravilloso. Las relaciones de amistad l.1 pequeña infancia. Permite al niño convertido en sujeto ser el
y sociales finalmente posibles hacia el tercero y cuarto año, per- 111.1cstro del universo en el interior de su ensoñación.
miten los juegos de grupo, las historias que se inventan juntos, Para el psicoanalista, la cualidad de los primeros juegos rela-
los disfraces, las representaciones teatrales o de marionetas, en los 1tonales y de los placeres asociados a los cuidados maternos con-
argumentos siempre recompuestos en los que es tan importante lin<.: una referencia esencial. Las terapias padres-bebé son la oca-
creer. •,1<'111 de ayudar al desarrollo de esta área transicional necesaria a
Las variaciones en las cualidades de los juegos son evidentes 111s diferentes componentes. Interviniendo sobre el vínculo de los
en esta edad. Winnicott subrayó la diferencia entre el juego feliz p.1d res y su hijo, y su cualidad, el terapeuta lleva el delicado tra-
de los niños que les permite la integración de los movimientos l1.1jo de tejer con ellos un espacio de juego sin intervenir dema-
pulsionales, y el juego de los que se excitan de forma compulsiva,
sin poder encontrar satisfacción. Solamente en presencia de un niño más grande -hacia los
El bebé imita lo que percibe de su entorno y reencuentra los d11s o tres años y durante el período edípico- el psicoanalista ve
sabores de la complicidad con su madre a través de los múltiples dvs:1rrollarse la actividad fantasmática desencadenada por la si-
autoerotismos que descubre. Envuelto en el olor, el calor, la so- 111.1<.:ión analítica, si el niño juega. Efectivamente, el tratamiento
lidez del mantenimiento de su cuerpo, la borrachera del balan- p11 l"dc ser primero un acompañamiento hacia la capacidad de ju-
ceo, la musicalidad de la voz, la intensidad de las miradas, en- 1•,.1r, para convertirse enseguida en un trabajo interpretativo sobre
grana un mosaico que sus sentidos excitados van a intentar l.1 1ransferencia a partir del juego del niño.
recomponer cuando la ausencia y la falta se hagan sentir. Aluci-
nar, aproximarse lo más cerca de los reencuentros con la misma
experiencia que la vivida con la madre, quizás soñar. .. Sostenido
por sus formidables competencias, estimulado por sus moví-
60 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO / /, .flJEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO DE O A 5 AÑOS 61

l11 :1r la posibilidad de fantasear con un pequeño bebé, pero no


2. LAS PREMISAS DEL JUEGO 1111porta qué juego indica su existencia», nos lo ha enseñado
Wi nnicott (1962).
Con los juegos que la madre propone directamente a su hijo,
las premisas del juego parece que son las investiduras de la orga-
nización corporal: la sonrisa que aparece en el tercer mes mani- i/Liam: La investidura Libidinal del yo a través del primer juego
fiesta la investidura de las percepciones de la presencia materna.
Coger o no un objeto que se le tiende, cuando el bebé es capaz El principio de un tratamiento analítico es la ocasión de un
de cogerlo, parece que es una respuesta discriminatoria de tipo 1·11 cuentro donde se puede crear este espacio de juego abierto a
lúdico. La investidura libidinal de la acción directa o indirecta so- 1111 cvas experiencias. William es un niño pequeño de dos años y
bre la madre es, sin duda, la mejor referencia para definir una ac- 111 l'. dio, sin lenguaje, replegado con terror contra las piernas de su
tividad prelúdica o un juego sustitutivo (Diatkine y Lebovici, 1962). p.1dre, huyendo de mi mirada. Sus padres de origen camboyano
El niño psicótico inviste por él mismo su movimiento estereoti- 1·vocan a su familia perdida en el genocidio, su preocupación por
pado, su actividad no tiene función en la relación de objeto. Un hijo mayor que, sin duda, no podrá ir a la escuela. William
atributo esencial del juego es, en efecto, el sitio del objeto ma- ,1n.: pta coger un avión, de la caja de juguetes que yo le tiendo. Yo
terno. El famosísimo juego de la bobina demuestra los progresos 1111 ito el ruido del motor del avión, y como él permanece silen-
del nieto de Freud en el dominio del objeto introyectado; se en- 1 ioso manteniendo su gesto, cuento la historia del viaje del pe-

cuentra en el amanecer del funcionamiento simbólico. El juego q11 cño avión completamente solo que ha perdido a su familia en
supone una relación de dos, el niño y su madre. Con este ejem- ( ::1mboya y que busca a sus padres. Hablo de su miedo a los ex-
plo, Freud demostró el valor de un juego simbólico con una re- 1 r:t ños, a ser invadido por su mirada. William se vuelve hacia mí,
presentación del objeto. Winnicott propondrá el valor fantasmá- 111 c enseña el material de construcción en la caja de juguetes, y,
tico: ese juego quiere decir que el niño se declara destetado. i:lp idamente, vamos a poder construir juntos un gran puente que
Falta aún que el sustituto encontrado por el niño sea acep- 111 c vincula con sus padres y sobre el que hacía que pasara el avión
tado por la madre. El juego empieza también cuando la madre los coches, juego que puntúa con sonidos que se convertirán,
tolera que él pueda pasarse sin ella, si ella autoriza el juego, y si 1ltspués de algunas sesiones en las que se repite el mismo juego,
ella se divierte con el juego del niño y le propone los juguetes. 1•11 un lenguaje articulado.
Como la hija de Freud que pensó atar la bobina del juego de su La experiencia fundadora del sentimiento de identidad, dice
niño con una cuerda al borde de la cama. Wi nnicott, está vinculada con la fiabilidad del objeto:
Las posibilidades autoeróticas, después, enseguida los juegos,
Es la confianza del bebé en la fiabilidad de la madre [... J
sirven para dominar el exceso de excitación. Por la repetición,
la que hace posible el movimiento de separación entre el yo y
Freud demostró (1920) que el niño vincula la excitación que
el no yo. Al mismo tiempo, no obstante, se puede decir que
aparece en las zonas de ruptura del proceso primario: «Henos la separación se evita gracias al espacio potencial que se en-
aquí inclinados a añadir a esta compulsión los sueños de la neu- cuentra lleno por el juego creativo de acceso al pensamiento
rosis de accidente y el impulso para jugar del niño.» Sustituto simbólico y por todo lo que desembocará en la vida cultural.
del objeto ausente, el juego es también defensa contra la efrac-
ción de la pulsión. Por ello es tan valioso, para el psicoanalis- Si existe una falla en esta confianza, la capacidad de jugar será
ta, cómo localiza los movimientos económicos de su paciente mermada. El trabajo del psicoterapeuta será el de crear la situa-
tanto como sus fantasías. «La observación directa no permite eva- ción que haga posible el juego.
62 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO U JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO DE O A 5 AÑOS 63

La madre de William está hundida en su depresión, sentada


en su butaca sin poder moverse para contener a su hijo, la mirada l. EL ACCESO AL JUEGO
vacía, mientras que William tira los coches a través de la habita-
ción con rabia. Yo le digo que parecía un volcán en explosión que l•'.n el contenido de la sesión, el juego del niño están consi-
no llega a encontrar alguien que le detenga. Construye entonces d1·r:1dos como una formación reactiva resultante de su miedo
una columna por donde van a salir los coches, una especie de re- l1rn te al adulto extraño y seductor, y de la movilización de sus
presentación del volcán que va a permitir que se entable un juego ¡11 ilsiones libidinales. El psicoterapeuta interviene para demostrar
relacional más tranquilo, ocasión para la madre de encontrar su ,d niño su miedo de ser agredido por el analista. Entonces el niño
capacidad asociativa y para evocar las pesadillas de su hijo. podrá superar el funcionamiento repetitivo. El placer del juego
Vinculada con una representación, la excitación ya no es un w duplica con el placer específico de la cura analítica y el interés
desbordamiento de angustia. Cuando el juego deja que estalle la por su propio funcionamiento mental.
emergencia pulsional sin vincularla, y se convierta en una actua- l ,o insólito de la situación analítica es la de un impulso al
ción, ya no hay pensamiento. La intervención del adulto, ofre- p1l'go y a la tendencia a la repetición de lo ya vivido. El niño re-
ciendo una representación, permite que el juego reencuentre un ,11l'iona al peligro de sufrir pasivamente la seducción reprimiendo
valor de paraexcitación. La intervención tiende entonces más a •111s propios deseos y organizando esta formación reactiva que se
contener las proyecciones del niño que a interpretar el contenido. 111scribe en su juego. Las figuraciones en el juego traducen su dis-
Cuando el yo y sus defensas lo permiten, la interpretación del 111 >s ición a la representación de los objetos de deseo, relativamente
contenido manifiesto del juego enfocará una progresiva metabo- di s1intos de la percepción y de la investidura actual de los padres.
lización de los objetos internos perseguidores y el desarrollo del El acercamiento físico con el psicoanalista se asocia con la repre-
insight. w111ación de un adulto que puede agredir, reminiscencia de ex-
El mantenimiento del marco, la organización de la «regla del 1wric ncias olvidadas en las que la excitación sexual y la amenaza

juego» de la sesión puede ser la ocasión de enfrentamiento con el 1 lel superyó han sido factores de angustia. Interpretar la transfe-

analista que plantea los límites. Es la ocasión de una derivación 11· ncia negativa puede entonces permitir una liberación del juego
de las emergencias pulsionales. Garantía de una ley estable y su- de las fantasías.
ficientemente sólida para poder ser atacada sin daño, el terapeuta Los tratamientos precoces siempre dan lugar a interpretar las
tranquiliza y contiene, establece el límite entre decir y hacer. 11> µ, ustias de separación. La angustia de muerte frecuentemente
Si es necesario para establecer la relación, si el niño lo soli- el contenido latente de la dificultad para soportar la separa-
cita, el analista juega. Pero al mínimo. Responde al niño y a su 1 it'>n, con la imposibilidad para representarse al ausente. R. Diat-

deseo de comunicar, pero sin movilizar demasiado la excitación. l1i nc (1991) habló de una equivalencia con el miedo de perder la
Es un diálogo lúdico. R. Diatkine ha recordado frecuentemente 1 .1pacidad de desear: la pérdida de ésta para que la vinculación

la extrañeza de la situación del niño frente a un adulto que le deja ¡H ieda establecerse entre las diferentes formas de objeto de deseo.
que despliegue su fantasía sin jugar. Esta atención particular en- Al principio, el niño se aparta de lo insoportable expulsán-
traña una revalorización narcisista que hace de ella uno de los do lo. Pero se interesa en lo que el terapeuta le dice de esta parte
fundamentos de la situación analítica. 1Ir él y se encuentra presionado por la frustración para desarro-

ll.1 r sus capacidades de representación. El niño juega y el analista


11.1h:ija para transformar el juego disminuyendo la excitación des-
pl :rdndola, para que el niño descubra su capacidad de pensar.
// ,JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO DE OA 5 AÑOS 65
64 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO

Con esta instauración del Principio de realidad, se ha fran- l.1 bobina por el juego con su propio reflejo en el cristal. La au-
queado un paso [... ] Una forma de actividad de pensamiento \t'11cia, lo negativo, forman los cimientos tanto de la representa-
se encuentra separada por escisión; queda independiente de la ' tt'>n del objeto, como del lenguaje. El juego de la bobina per-
prueba de realidad y únicamente sumisa al Principio del pla- 111ite el dominio, o la introyección de la ausencia y del objeto. El
cer. Esto es lo que se llama la creación de la fantasía, que em- hace posible redoblar esta ausencia y abrirla a la subjeti-
pieza ya con el juego de los niños. vación y a la consciencia de sí mismo. El lenguaje es también he-
s. FREUD, 1920 1nkro de lo que Winnicott describe cuando el bebé se mira re-
lkj :1do en la mirada de su madre.
En el análisis de niños, el lugar del juego es esencial por su
Cyril: después del autismo, el juego en torno a la ausencia poder de apuntalamiento de los procesos de representación y de
,i 111bolización. De entrada es un compartir entre el terapeuta y el
Los tratamientos de niños autistas o psicóticos consisten en 11i110, una construcción, como lo dice A. Ferro (1997), de un es-
encontrar juntas las posibilidades de jugar, «en hacer algo para p.H.:io relacional y transicional. A partir de los elementos percep-
1ivos y motores, este espacio común hace posible la recuperación
permitir que el paciente tenga la capacidad de jugar», anuncia
Winnicott (1971). dv las acciones del niño por la figuración y las representaciones.
Cyril tiene tres años. El primer año de la terapia ha hecho po-
sible que intercambiáramos las miradas furtivamente; no hay len- 1. Los TRATAMIENTOS CONJUNTOS PADRES-HIJO
guaje, el diagnóstico de autismo se plantea. Tira en un tiesto una
pelota pequeña, y yo comento: «perdida, encontrada», después yo La ausencia de intercambios pulsionales entre el nmo y su
digo: «Mamá se ausenta, mamá vuelve.» Él se detiene, descon- 111adre, la imposibilidad, para ella, de jugar con él, ponen en pe-
certado, mete la pelota en su boca y me mira. Deja que la pelota ligro los autoerotismos del bebé y el proceso de subjetivación. En-
se caiga al suelo, yo la recojo, y le prevengo que se la voy a tirar. t 1t' los intercambios con la madre, el contacto por la mirada está
Negligentemente, pone su pie de través en el trayecto de la pe- priv ilegiado: cada uno puede representarse lo que es para el otro.
lota que vuelve hacia mí. Yo le digo. «A mi vez yo te la envío», y Si d juego de pasividad -hacerse el objeto del otro, como por
a cada ida y vuelta, él planta su mirada en la mía. Guardo la pe- 1·jt· mplo jugar a dejarse «comer» por la madre- no existe, se
lota escondida en las manos y le vuelvo a decir: «Mamá ausente.» pm:de temer por una falta de figurabilidad en el niño.
Después vuelvo a retomar el juego. Es la primera vez que este
equivalente del juego de la bobina existe con él. Es éste el pri-
mer juego, que desemboca en que él guarde, a su vez, la pelota /11rr¡ues, el niño que no juega
en su mano y, mirándome, que diga sus primeras palabras: «no».
Siempre el papel decisivo vuelve al ausente. Evocar a la madre La historia de Jacques ilustra esa falta de juego, este desfalle-
1 i111 iento en la construcción tanto del sujeto como del objeto de
ausente, de la que tiene tanta dificultad para separarse en cada
comienzo de sesión, esta vez hace que la separación sea reestruc- d1·sco, que pone en peligro la construcción de la fantasía.
turadora. La posibilidad de reencuentros se ha hecho pensable. Destetado brutalmente a la edad de dos meses cuando suma-
En el juego de la bobina, el niño sabe que su madre va a volver, 11 1t' es tá invadida por angustias de muerte, este bebé se repliega,
por eso puede jugar. '0 11 el pulgar en la boca, en un sueño que le aislaba de toda ne-
Siguiendo la evolución del nieto de Freud, Cyril va, él tam- ' \'S idad y de toda relación. ¿Qué valor tenía este pulgar perfecta-
bién, a interesarse un día por el espejo. Reemplazar el juego de te satisfactorio?
66 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO I I .11 J EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO DE oA 5 AÑOS 67

C. Botella (1998) aclaró las vías posibles del autoerotismo, a r :1111hia una primera mirada conmigo. Yo le digo: «¡Buenos días!»
partir del descubrimiento de Freud entre «yo soy el pecho» y el ) 11 mirada se hace insistente, interesada, es el principio de su re-
estadio siguiente «yo lo tengo, por ello yo no lo soy». Al princi- L11 i<'>n conmigo. Mirarse en el espejo será, más tarde, el ritual del
pio, el sujeto es la sensación, la percepción agradable donde la 111 i11ci pio de cada sesión.
sensorialidad autoerótica y anobjetal tiene el mismo valor eco- l .a primera entrevista tiene un efecto inmediato: Jacques ha
nómico que el objeto; el pulgar equivale al pecho si despierta la 1 H.1do totalmente de meter su pulgar en su boca y no se ha dor-
misma sensación. Después, se realiza un salto hacia otro mundo 111 ido más. Él que no pedía nada se ha agarrado después, de día
«donde el autoerotismo está marcado por la referencia al objeto, \' 1k noche, a su madre que tiene la impresión de tener un nuevo
a una memoria, a una simbólica y a una nostalgia». Este auto- de dos o tres meses.
erotismo secundario, atenuado por la distancia entre el sujeto y el l·J niño ya no está rígido y hace su nido en los brazos, sabe
objeto, está vinculado con la posibilidad en la madre de contra- •'I irovecharse de la presencia de su madre quien le tranquilizará-
investir a un tercero paterno. pid amente, y sobre todo, finalmente come y engorda: ha reen-
La satisfacción alucinadora, en su búsqueda de una identidad 1 n11Lrado el contacto y el apetito.
de percepción, conduce a borrar la prueba de realidad. La figu- Por supuesto es la ocasión de los padres de decir sus movimien-
rabilidad, la representación y su valor simbólico se sitúan en el 11 is negativos en relación conmigo, y sus temores por su hijo. Ha-
fracaso por esta exigencia alucinadora. l1l.1n de autismo diciendo su placer al verle comer. Al mismo tiempo
La ausencia de intercambio y de juego entre Jacques y sus pa- l1.1hlan de su agresividad en relación con este niño que les molesta
dres está corroborada por una mirada vacía o aterrorizada del 1 lv lo cual se quejan: Jacques les muerde! Jacques ya no tiene el pul-

niño cuando tiene un año. No se tiene de pie y no emite sonido 1•,. 1r en su boca, pero llena su cavidad bucal con kleenex, de algodón;
alguno. se pega como una ventosa a la mejilla de su madre, boca grande
Durante los primeros encuentros, los padres de Jacques des- .1hicrta: es lo que ella llama morder, en un movimiento proyectivo
criben las etapas de su relación trastornada con este tercer hijo: .1¡•,rcsivo suscitado por la avidez oral que su hijo ha reencontrado.
el destete a los dos meses, el bebé que rechaza el biberón y vo- No puedo hacer otra cosa que citar aquí a Winnicott (1971):
mita, el repliegue del niño que encuentra su pulgar, mientras que ·• 1ksde el punto de vista psicológico, el bebé se nutría con un pe-
sus padres, cogidos en los conflictos familiares y por las preocu- 1ho que forma parte de él mismo y la madre amamanta al bebé
paciones por el dinero, no están disponibles; después, los tras- 1¡1 1c forma parte de ella. En psicología, la idea de intercambio está
tornos del tono y de la comunicación de Jacques. Su padre está l1111dada en esta ilusión.» La toma de consciencia de que la ex-
inquieto y culpable a la vez, su madre oscila entre los movi- t 1\· midad del pecho no forma parte de la boca, sino que está se-
mientos de renegación de los trastornos del niño y de las pala- p.1 rada suscita rabia y terror, dice también F. Tustin (1990), que
bras hirientes para este niño que ella no comprende, a quien ella drscribe ese momento como un factor crucial de la precipitación
llama «disminuido o autista». Ninguna mirada acompaña los mo- 1·11 el autismo. Una pérdida que se siente como la pérdida de una
vimientos de su hijo, ella está totalmente acaparada por su an- 11:1rte de su cuerpo, asociada a un período de pena y de duelo ra-
gustia. Jacques se desplaza sentado en el suelo, resbalándose so- 1.1mente observado, y que precede a la ruptura psicótica. Un
bre el suelo, con una pierna plegada. Se reencuentra ante el dt1do satisfactorio implica que se puede renunciar al objeto per-
espejo, está invadido con una angustia silenciosa, después grita. 11id o cuando se le ha dado una realidad mental. El mamelón
Sus padres permanecen inmóviles, fijos. Yo le digo a Jacques que pr rdido por Jacques durante el destete brutal a los dos meses, no
es normal que tenga miedo de lo desconocido. Coge un juguete li .1hfa alcanzado en absoluto el estatuto de objeto: era sentido
mojado y lo mete en su boca; se vuelve hacia el espejo e inter- 1 omo una conjunción de sensaciones.
68 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO U • .JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO DE O A 5 AÑOS 69

La reacción materna puede dar entonces un sostén narcisista: Lki lmente cuando se la ataca en su facultad de sostener el niño;
cuando la madre experimenta placer con la presencia y con la ac- ataques proceden de sus propios conflictos infantiles, de la
tividad de su bebé, que ella lo llama por su nombre con lo que 1vi:ición de pareja, de las graves preocupaciones por el dinero que
Kout (citado por Tustin, 1990) llama «la exultante reacción de la 11.1 vivido la familia en este período, descritos como que la habían
madre con el niño total que sostiene el desarrollo del autoerotismo .1c:1parado totalmente. Si la madre está preocupada por sus rela-
en narc1s1smo». 1io nes internas, su atención le falta al niño, y la situación de man-
Para una madre abatida en la depresión, esta reacción no es t rn imiento del bebé se encuentra alterada: se le ha dejado solo,
posible, y el bebé se encuentra inmerso en una condición auto- ,¡11 defensa, frente a las angustias insoportables. Ahora bien, sa-
erótica aberrante. Una experiencia repetida de no-receptividad en l K· tnos por el personal de la guardería, que Jacques fue olvidado
la madre lleva al bebé a sobreinvestir la conexión corporal con v:1rias veces en la casa, por la mañana, mientras que sus hermanos
ella. Una parte de las dificultades de la madre parece que viene l 'r:m acompañados a la guardería y a la escuela.
porque ella no se siente apoyada por el padre, se agarra a su hijo Utilizando su propio cuerpo como si fuera el de su madre, el
como si éste formara parte de su cuerpo, para mantenerle a pe- 11 ifio se protege con una ilusión de continuidad, pero no llega a
sar de su depresión y su falta de confianza. Cuando el niño rea- diícrenciarse de ella, al contrario, se confunde con ella. Cuando
liza la experiencia de la separación de su madre, ésta no puede l'Sla ilusión omnipotente está amenazada, la pérdida le expone a
sostenerlo en sus estados de angustia que coinciden con los su- l.1 tristeza y al terror. Como Jacques que se hace inseparable de la
yos propios. La impresión de pérdida de una parte vital de su pi uma de su padre o del cepillo de dientes de su hermano, que
cuerpo es devastadora. A propósito de la depresión psicótica, 111:rntiene en la boca durante todo el día. Parece que este objeto se
Winnicott escribe: percibe como un vínculo tangible, omnipresente con la madre. La
ruptura del vínculo primitivo de cuidados maternos se siente
La pérdida puede ser la pérdida de algunos aspectos de la 1,1nto como la pérdida de una comunicación, como la pérdida de
boca que, para el lactante, desaparecen al mismo tiempo que
un a atadura, y esto debe ser superado en el interior de la relación
la madre y el pecho, cuando la separación ha tenido lugar de-
madre-hijo para que las formas de comunicación puedan empe-
masiado rápidamente, antes que su desarrollo afectivo haya
1,:1 r a establecerse. Desarrollo de la comunicación que corres-
avanzado suficientemente para que disponga de un equipa-
miento que le permita hacer frente a esta pérdida. Algunos me- ponde entonces a una toma de consciencia de su identidad.
ses más tarde, esta misma pérdida de la madre no sería más que Esto va a tener graves consecuencias en la actividad de repre-
una pérdida de objeto, sin pérdida de una parte del sujeto. s<.: n tación. Yo recordaría brevemente lo que nos ha aportado la
teo ría de P. Aulagnier (1970) sobre el proceso originario y la cons-
Se puede así comprender la reacción de estupefacción silen- 1itución del pictograma como actividad originaria de representa-
ciosa de Jacques, cuando se golpea violentamente la frente sin que r ión. Se trata de la imagen del «objeto zona complementaria». El
sus padres reaccionen: ¿es el sentimiento de haber perdido una pictograma se constituye por préstamo de lo sensorial en una re-
parte de su cuerpo? Su desconcierto extremo lo paraliza, su boca l:tción de identidad, de especulación recíproca entre el espacio
grande abierta sin gritos ni lloros, como el agujero redondo y ne- psíquico y el espacio fuera-psiquis. El pictograma así constituido
gro del que habla un pequeño autista de F. Tustin que evitaba prevendría el peligro que ella llama «desmentido de la alucina-
mirar a la gente a los ojos por el hueco negro del medio. ·ión», desmentido que podría engendrar un rechazo mutuo en-
Sostener a un niño que no se siente tranquilo, vuelve a recla- 1re la zona y el objeto, un arrancamiento. El displacer resultante
mar la atención. Pero una madre, privada ella misma de tranqui- de la ausencia o de la inadecuación del objeto se hace presente
lidad, como la madre de Jacques parece que es ser que se hunde como una falta de la zona misma.
70 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO 11 J UEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO DEOA 5 AÑOS 71

Se seguirá la escenificación de un descuartizamiento, de :dlnamiento, el ajuste a las necesidades del niño sea problemático
un arrancamiento violento y recíproco, perpetuándose entre 11 0 facilite su desarrollo. Sin el apuntalamiento del acopla-
zona y objeto: una boca que intenta arrancar el pecho, un pe- 111 icnto emocional entre el bebé y su entorno, el uso que el niño
cho que intenta arrancar la boca. El pictograma representará p11cde hacer de su equipamiento es limitado. Instaura las manio-
la misma unidad «objeto zona» como lugar de un doble deseo bras de evitamiento, como la baja brutal de la vigilancia que hace
de destrucción. 1.1cq ues huyendo en el sueño. Las emociones intensas se convier-
AULAGNIER, 1970 tv n en verdaderos factores traumáticos, del tipo del hundimiento
En esta mutilación de una zona-función-fuente de placer, se descrito por D. Winnicott. Un bebé que experimente una rabia
encuentra el prototipo arcaico de la castración. La consecuencia devastadora o un estado de «beatitud» solamente dispone de un
inmediata es el rechazo mutuo entre la instancia representante y débil repertorio emocional. La aparición tardía de las lágrimas en
el representado. Lo que se puede vincular con la violencia de la j.icques, en el desarrollo de la terapia, manifiesta sin duda una
angustia del niño psicótico concerniente a la boca, devoradora y vvo lución hacia los afectos más diferenciados.
destructora, lo que dificulta mucho la posibilidad de hablar. Es En un niño que ha instaurado las capacidades de evitamiento,
una parte de la experiencia de Jacques, organizada después del la distancia entre sus competencias y lo que se espera de un niño
destete en un intento de autosuficiencia alucinadora, que limita de la misma edad es fuente de un problema considerable. Jacques
su acceso al mundo exterior. manifiesta los comportamientos de apego esperados mucho más
Jacques encuentra rápidamente sus referencias: el espejo para pronto, y su aparición tardía hace difícil un ajuste suficiente. Lo
mirarme decirle buenos días, después las comiditas que él vacía qu e se asocia con un retraso en el acceso a la relación de objeto
tapando los platos entre ellos. Está aterrorizado por la comuni- y a la representación de sí mismo. El niño está así expuesto a las
cación conmigo y se duerme al cabo de veinte minutos. Los pa- situaciones que amenazan a la organización de su vida mental, y
dres se sienten entonces libres para hablar de su ambivalencia: en- res tringe todos los impulsos susceptibles de poner en peligro las
cuentran que su hijo tiene nuevamente confianza en ellos, pero re ferencias ya instaladas.
lo sienten pleno de reproches hacia ellos. Su madre me pregunta Una etapa esencial ha faltado así: el juego. Jacques no juega,
si es «autista o débil». ws padres no le proponen ocasiones de jugar «al simulacro» las
Lo tratan de comediante describiendo un intento de ruptura si tuaciones ansiógenas. Durante el curso del tratamiento suma-
de contacto con los extraños que se parece al espasmo de sollo- dre empieza a pensar el valor de la ausencia para su hijo; ella ten-
zos en su forma mínima: en el pediatra, por ejemplo, se mete el drá entonces la posibilidad de inventar un primer juego en torno
puño en la boca, se tuerce hacia atrás y se ahoga. Se trataría ahí :i la desaparición de su mano en un libro, lo que permitirá que

de una economía defensiva interesante por parte de Jacques. Sus .J ::icques descubra el juego del escondite.
padres reaccionan además con agresividad, quieren sacudirlo, es- Desde que se ha convenido un marco fijo para Jacques y sus
timularlo, obligarlo a salir de su inercia. Es la ocasión de hablar padres, ellos llegan con retraso, precisamente cuando el niño de-
de su odio en relación con sus propios padres ... tes ta venir a verme. Yo comprendo que se me tenga rencor, por-
El primer movimiento transferencia! ha sido muy negativo, que los insomnios de Jacques agotan a todo el mundo. Pero él ya
todas mis intervenciones se han vivido como acusaciones. Todo no se tira hacia atrás, empieza a ponerse de pie sin permanecer
intento de explorar su conflicto de paternidad ha sido hiriente. sobre la punta de los pies. Es muy serio, el rostro grave, sin nin-
En el trabajo terapéutico con el niño, en su presencia, es cuando guna sonrisa. Después de cuatro meses de encuentros será cuando
se instaura poco a poco una confianza. me acogerá, para gran sorpresa mía, con una sonrisa asociada a
Se comprende que en este contexto, el reparto emocional, el una mirada chispeante. En la espera, hay un ritual para nuestros
72 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO
/•,' /, JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO DE O A 5 AÑOS 73
encuentros: él se precipita hacia el espejo, me mira, se mira mi-
rándome, espera que yo le diga buenos días cruzándome con su 1 l:1<l, sus piernas empiezan a existir. Tiene dieciséis meses cuando
mirada. Entonces mete un objeto mojado en su boca, que man- M" pone de pie. Caminará solo hacia los veinte meses.
tendrá toda la sesión. El día en el que toma su pulgar, yo comento G. Haag (1988) ha dado una interpretación en términos de
delante de los padres la cualidad de la relación que ahora él sabe l"u ncionamiento psíquico a esos trastornos motores. Asocia el he-
establecer y los reencuentros con el pulgar. Cogida por un movi- ' ho de replegar los miembros inferiores, mantenerlos pegados al
miento de rivalidad, su madre me demuestra que a su hijo le due- 1 ronco, con los trastornos de la mirada del niño: una mirada cuyo

len los dientes y es que eso no es nada extraordinario. Hará falta l(mdo está limitado, ni contenido, ni profundo. La ayuda que hay
mucho tiempo para que ella acepte mi interés por las actividades que proporcionarle será la de ayudar el niño a apoyarse en la mi-
orales de su hijo y piense en proponerle un chupete para que se r:1da de alguien, por el hecho de la importancia de las relaciones
duerma. de interpenetración. La experiencia boca-mamelón, la mirada de
Los padres están paralizados, rígidos en su butaca; ellos me i11 terpenetración intensa y la musculatura como vínculo que une
observan: yo juego con su hijo, pero ellos no participan, cual- ·I esqueleto, dan la ilusión de una no-separación, el sentimiento
quiera que sea mi solicitación, deprimidos sin duda por mi pro- de una soldadura de un cuerpo total, éstas son las premisas de la
posición de un tratamiento que les acusa de insuficiencia. Hace interiorización de una atadura. Éste es el aspecto muy concreto
falta toda la hora de la sesión para que ellos reencuentren una y corporal de la formación del se/f: establecer una envoltura co-
sonrisa, una confianza en su hijo y en ellos, que dejen de que- 111 ún en el interior de la cual el yo y el objeto están juntos, «lo
rerme como testigo de su herida. que se incorpora de las inter-relaciones emocionales e identifica-
En el momento de su marcha, Jacques recupera su rictus de doras». Lo que se puede aproximar a la fórmula de D. Winni-
angustia silenciosa, y es después de varias sesiones cuando su ma- ·o tt: «el anclaje de la psiquis en el cuerpo».
dre podrá cogerle en brazos al decirme adiós, en lugar de dejarlo El sostenimiento de la espalda que integra lo táctil y las en-
solo, mientras que ella evita mi mirada. Lo que tendrá un efecto volturas sonoras, olfativas, visuales, la doble interpenetración
inmediato que yo lo pongo de relieve: Jacques al decir adiós con boca-mamelón-ojo con ojo, todo está resumido en el autoero-
la mano esboza una sonrisa. Ella constata entonces con alivio: 1ismo oral, el pulgar en la boca. La consciencia de la separación
«Progresa.» se asociaría con una fantasía de deshollejamiento, de pérdida de
Cuando finalmente Jacques devuelve una pelota que yo le en- un hemicuerpo, de caída en el vacío. Existe un vínculo entre
vío para intentar un intercambio, su padre experimenta un placer la consciencia progresiva de la separación corporal y al acceso a la
intenso y proyecta nuevos juegos, mientras que su madre evoca el posición vertical. El juego de Jacques es un testimonio, cuando
interés que tiene ahora su hijo por el juego de las marionetas que puede golpear dos cubos mirándome en los ojos, con la espalda
él hace con las manos. Ella piensa entonces cantar canciones por apoyada en la pierna de su madre, o a la inversa cuando mira la
la tarde, lo que le parecía ridículo algunas semanas antes. :aída dejando que se vacíe la caja de juguetes y dando alaridos
Durante la sesión siguiente, Jacques salió de su silencio, acen- de miedo.
túa cada una de sus actividades (el ritual de tocar el teléfono Después de semanas de intercambios de miradas y de emo-
prohibido, coger un paquete de kleenex de mi bolso, vaciar la co- ·iones, de reencuentros con sus padres, Jacques encuentra final-
cinita, coger la pelota, subir en el camión, intentar abrir la mente el uso de la boca para los sonidos y los juegos: babear, so-
puerta) con un sonido asociado a una mirada: «¡Eh!» plar, emitir un sonido redondo, realizándolo todo ante el espejo.
Durante todo este tiempo Jacques ha empezado a caminar, Jacques habría balbuceado hacia los seis meses, recuerda su padre
pero con rigidez, apoyándose en los muebles. Inviste la verticali- entonces, y se habría interrumpido cuando las preocupaciones
por el dinero y los conflictos con los abuelos invadieron la vida
/ I , JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO DE OA 5 AÑOS 75
74 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO

Estamos juntos en la misma cabeza, después de haber re-


psíquica de los padres. Su bebé desapareció del campo de su cons-
1 onstituido una parte de las envolturas: el ojo y el dedo van fi-
ciencia, es entonces cuando lo olvidaron. Ningún sonido apare-
11.d mente a unificarse. Vuelto hacia la luz exterior que pasa por
ció ya en él.
1.1 ventana, Jacques, en una mirada conjunta con su padre, tiende
La madre de Jacques descubre la sensibilidad de su hijo a la au-
los brazos. Yo apunto a la ventana, comento, él me invita con la
sencia, cuando, en un movimiento edípico, ella evoca la unión pri-
111irada a volver a empezar, yo hablo de los ausentes que están
vilegiada de su hijo con su abuelo materno. Después de un mes de
l11cra, que hacen ruidos y llaman la curiosidad. Jacques se vuelve
ausencia, ese abuelo fue acogido con gritos de alegría (¡una pri-
h:1cia su padre y tiende nuevamente el brazo, la atención con-
mera!) y una demostración de los primeros pasos acabada de ad-
j 11 n ta está ahí, ese famoso signo que retoman todas las parrillas
quirir por Jacques. Comento ese placer de reencontrar a un
de despiste del autismo. Todavía es embrionario, Jacques no
ausente, y a su madre de sorprenderse. «Ah, ¿comprende la ausen-
1iende el puño, ni el dedo ni dice nada. Pero manifiesta su posi-
cia?» Hago la aproximación con la intensidad de los trastornos de
hi lidad de afrontar la ausencia, con un poco de depresión, sin de-
Jacques en la guardería donde vive regularmente la ausencia de su
masiado peligro. En concomitancia con esa mirada vinculada con
madre. Ella no había pensado lo que podía sufrir por ello en una
d padre, llega una rítmica sonora, salida de lo que Peter Fonagy
escisión activa, porque ella acaba de quejarse de serle indispensa-
llama las bases pulsionales de la fonación, y que están apare-
ble, después él grita cuando ella abandona la habitación.
ciendo en Jacques.
Eso va a permitirle volverse más activo en las sesiones, ella
toma el relevo de los juegos, y un día en el que él tiende un li-
El trabajo de los padres se abre sobre varias situaciones de
bro hacia ella, ella imita el sonido de los animales dibujados. Por
juego, según la transferencia de los padres sobre el terapeuta. Va-
primera vez, él la imita y hace «ouah, ouah» con una voz grave y
mos de lo positivo a lo más negativo:
desmañada. Los padres observan entonces que Jacques no les
- la complicidad entre la madre y su bebé, que se dejan ir
imita jamás.
en su juego en presencia del terapeuta, ya sea en un movimiento
No obstante, estos acontecimientos son fugaces y no se ins-
de exhibición, ya sea, lo más frecuentemente, reencontrando esta
criben en una continuidad. Jacques recupera su seriedad silen-
intimidad después de la verbalización de las angustias y de los
ciosa y su rigidez durante algunas semanas antes de retomar los
:1fectos ambivalentes que dificultaban su relación;
Juegos sonoros.
- el acompañamiento atento de los padres que, enfrentados
Esta madre que se vuelve atenta y descubre los signos de co-
·o n un niño que ya no es un lactante, esperan del juego con el
municación con su hijo, se hace creativa. Inventa un juego con
terapeuta una aclaración y una apertura sobre las relaciones nue-
su hijo: Jacques coge un libro, pero su mirada se va al techo
vas; veremos cómo la madre de Marie ha sido una compañera ac-
cuando ella le muestra las imágenes, se desliza, y vuelve a mar-
1iva de nuestros juegos;
charse lejos de ella. Ella le llama, le tiende un libro, él pone su
- la relación lúdica entre el terapeuta y el niño, en presen-
mano sobre la página acartonada; entonces ella intenta encerrar
cia de la madre, cuando los envites de separación están en pri-
la mano entre dos páginas y hacer una especie de escondite. Se
mer plano. Rivalidad y/ o cooperación, la presencia de un tercero
alegra con la repetición, toma la mano de su madre y a su vez le
y la introducción del juego sorprendente madre y niño cogido en
hace el juego de la desaparición, se ríen juntos. Desde el princi-
un encuentro negativo; Camille y Paul ilustrarán esas situaciones
pio de la sesión siguiente, Jacques se pone a mi espalda, yo le
en las que la aparición del lenguaje del niño se ha dificultado;
hago un juego de escondite que se va a convertir en un ritual,
- la intolerancia narcisista a la investidura que puede hacer
verdadero intento de endulzar tanto la ausencia como el peligro
el niño del analista y del marco pone en juego las actitudes de-
de intrusión durante los reencuentros.
76 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO 11 .llJEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO DE OA 5 AÑOS 77

fensivas reveladoras de las interacciones enturbiadas entre padres 1 rn nrolándola. Pero se golpea la cabeza contra una esquina de la
e hijos; Mathilde, por ejemplo, ha impuesto sus juegos a su ma- 1m·s:1. En lugar de llorar, me lanza una mirada triste y me da la es-
dre que se dormía durante las sesiones; ¡i.1kb. Yo le digo que ella encuentra que mi mesa es mala por ha-
- la estupefacción de los padres heridos y cogidos en una 1u-ri a atacado así, ella está tan descontenta que yo me dedico a su
transferencia negativa puede abrirse a un interés por los movi- 111,1d re para hablar. Ella se instala entonces entre su madre y yo, so-
mientos libidinales de su hijo. Poder identificarse con el terapeuta l11 v la pequeña alfombra en mitad de la habitación, siempre de es-
que juega, permite a algunos padres redescubrir el juego y el in- ¡1.1Idas. Yo he dispuesto los juguetes en este espacio. Ella mira la mu-
tercambio creativo con su hijo. 111 ·c1 encajada, y su madre se la alcanza. Camille la coge y se pone
.i .1hrir las diferentes muñecas, las encaja, las deshace, instala a la pe-
q1 11..:ña en el centro de la más grande, con una gran habilidad.
Camille: juego de encajamiento entre una madre Su madre habla del período en el que ella estaba embarazada
y una hija inseparables · dc:; sus ascos con la idea de lactar a una niña. Ella tiene ya un
l1ijo y no se puede hacer a la idea de la llegada de este segundo
Camille tiene dieciocho meses y no duerme. Es una nrna 1iiflo diferente. No ha podido lactar a su hija, después de aceptar
muy bonita, armoniosa, pero no sonríe y está totalmente callada 1 ks L ctarla solamente mudándose para vivir en casa de su propia
fuera de la casa familiar. No habla con nadie a excepción de sus 111 :1dre durante algunos meses.
padres. amille hace caer ruidosamente todos los contenidos de la
Desde las primeras entrevistas, su madre nos ha dejado todas 11111 ñeca y me mira. Yo asocio sobre las niñas que están en con-
las posibilidades de juego, movilizada en una pretransferencia po- 11,1 de sus madres, hablo del destete. Su madre se acuerda enton-
sitiva en relación conmigo. Sin embargo, Camille huye de mi mi- 11·s ele un episodio «olvidado»: es durante este destete cuando ella
rada, se esconde en las piernas de su madre, intentando contro- decide abandonar a su propia madre. Para su gran sorpresa, queda
larme con una mirada furtiva y a veces traviesa. Se la describe l' lll barazada. Descontenta por este embarazo, se acusa por haber
como muy tímida con todos los extraños. 1 lvsrncadenado el aborto que se ha pagado con una hemorragia.

La madre de Camille asocia fácilmente en torno a la vida noc- 11,os envites de separación y de rivalidad están pues bien situados!
turna de la familia, de sus preocupaciones personales, de la vida Camille continúa haciendo caer todos los contenidos de las
conyugal, de sus propios padres. Nosotras devanamos juntas los 111u ñecas; su madre le dice que ella ha perdido un bebé hace al-
ovillos embrollados de los hilos que la unen con sus hijos a tra- ¡•,11nos meses y que ahora está bien. Camille reúne los trozos es-
vés de las generaciones precedentes. Ella inviste mucho la rela- p.1 rcidos de muñecas y tiende a su madre el más pequeño: el bebé.
ción terapéutica. De entrada, dice, piensa que algo venía de ella Yo c:; voco la culpabilidad de la hija en relación con su madre. Ésta
en las dificultades de su hija. \onríe y asocia: Camille no habla, solamente dice una palabra
Las angustias nocturnas de Camille desaparecen casi totalmente «p:1pá». Ella intenta en vano hacerle decir Mamá. Durante esta
después de nuestro primer encuentro. Eso es frecuente en ese tipo 1·vocación edípica, Camille ha remetido mal que bien las muñe-
de trabajo donde la investidura materna de la situación terapéutica 1.1s juntas, pero la cabeza de la muñeca grande ha rodado a mis
funciona como un paraexcitación para el niño -lo que permitirá 1>ic:;s. Yo se la tiendo, ella la acepta mirándome muy seriamente.
enseguida los reacondicionamientos más profundos. Yo le hablo del temor de abandonar a mamá para ir hacia papá;
Mientras que su madre me habla, Camille se libera de ella e in- ella sonríe, dice «papá», vuelve a cerrar la muñeca y me la tiende.
tenta esconderse bajo su butaca. En un juego ambivalente en rela- 1
1'. ntonces, su madre se da cuenta de que ella jamás ha dejado al
ción conmigo, vuelve y revuelve la cabeza para huir de mi mirada p.1d re el papel de acostar a los niños.
78 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO /</ JI J!lGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO DE OA 5 AÑOS 79

Durante la sesión siguiente, Camille duerme y su padre la ha \ id:1d en relación con la madre la que coma su lugar. Camille gol-
acostado algunas veces. La separación que fue imposible con el hijo ¡w.1 a su madre cada vez que un trozo de muñeca cae al suelo.
mayor se hace más fácil, irá al comedor de la escuela. Pero a la ma- l•'.xteriormence, Camille se hace más activa en los movimien-
dre le duele el vientre cuando me habla. Yo asocio separaciones, 111s de separación, y su madre decide inscribirla en una guardería
aborto y reencuentros con la abuela materna. Sentada frente a mí, il 11 11de irá medio día, la mañana, salvo el día de su sesión. La in-
Camille se apodera de la muñeca encajada. Hace caer la cabeza de 11odu cción de un tercero.ha funcionado bien.
la muñeca grande que rueda hacia mí, y nosotros empezamos un Camille tiene ahora ataques de cólera, que sorprenden mu-
juego de intercambios que ella realiza muy concentrada, siempre 1l10 a su madre. Fundamentalmente, no quiere dejar las muñe-
sin sonreír, sin duda todavía muy ansiosa. Yo asocio sobre las pre- ' .1s al final de la sesión, ella lanza alaridos, su madre está estupe-
sencias y ausencias de su madre, por la noche, por el día. l.1na y no encuentra una solución. Por más que yo interpretaba
Su madre no soporta esta complicidad, ya no le duele el vien- dif icultades de separación, rivalidad edípica y fantasía de robo de
tre pero está irritada. Acusa a su hija de estropear la muñeca y le lwhé, no se consigue nada. Camille no quiere irse sin la muñeca,
pide que se desenvuelva ella sola. La felicito por haber conseguido l11s juguetes de la casa que le ofrece su madre son rechazados. Yo
que su hija duerma, pensando que tiene necesidad de ser recon- ¡1ro pongo un compromiso: el intercambio de la muñeca por un
fortada narcisísticamente después de ese movimiento de envidia il ihujo. Yo dibujo una representación de nosotras tres juntas ju-
en relación con nosotros. Evoco la dificultad que hay para con- 1•,.1ndo con la muñeca, y se la tiendo a Camille que acepta el in-
fiar sus niños a los otros, el padre, el personal de la escuela, yo. 1n cambio. Gracias a la madre que captó el valor transicional de
Ella lo asocia con la incensa reacción de celos de las dos peque- 1'\lé papel y la necesidad de dominar de su hija, este dibujo vol-
ñas vecinas al nacimiento de Camille. w d en cada sesión. Inmediatamente aparece la idea de tener un
La entrevista prosigue con la misma riqueza asociativa, y Ca- pvl u che que Camille podrá tener con ella por codas parces a
mille retoma su juego de encajamientos mirándome, esperando donde vaya, sobre codo si debe separarse de su madre. La madre
que yo le envíe la muñeca. Yo le digo «cada una a su turno», su 1k Camille empieza a tener ideas, comprende que su hija tiene
madre estalla en risas. El juego se convertirá en el ritual de cada de cambiar su pequeña cama de barrotes por una cama
comienzo de sesión y continuará, como buen descendiente del 1•.r:1nde con una sábana que se convertirá en el objeto transicio-
juego de la bobina, con un juego del escondite donde yo podré 11.d que Camille no había encontrado todavía.
verbalizar su miedo a los extraños asociado a la ausencia de su El juego nos sirvió a las eres para crear el espacio en el que la
madre. lll:1dre de Camille reencontró sus conflictos infantiles, mientras
Cuando el juego con la muñeca se convierte más precisa- qu e la niña hacía la experiencia de la continuidad de una relación
mente en la pérdida del contenido del vientre materno, su ma- 1·11 la que se podía simbolizar la ausencia y las relaciones a tres.
dre le habla nuevamente del aborto, de su depresión y de su falca
de disponibilidad. Ella le recuerda que Camille no es responsa- Ayudar a la construcción de un espacio transicional es una
ble de lo que ha sucedido y que ella tendrá un día niños de ella !unción de la terapia precoz, lo mismo que utilizar el área de juego
misma. Palabras que ella se acuerda haberlas pronunciado ya, p:1ra relanzar el proceso asociativo y las capacidades de vincu-
cuando una noche Camille se ha despertado llamándola. l.1ción de los padres.
El juego de Camille cambia: tira los trozos de las muñecas y Sin embargo, la función del tercero en el marco de la psicote-
me pide con la mirada que los reúna; ¡es ella, quien, orgullosa- 1.1pia, como en el espacio incrapsíquico de cada uno de los com-
mente, los instala juncos, como una hazaña! Su risa aparece en- 1>:1ñeros, es el elemento mayor del tratamiento. Es la estructura
tonces con este triunfo. La timidez ha desaparecido, es la agresi- 1 riangular la que permite al aparato psíquico organizar el complejo
80 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO U . JUEG O EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO DE OA 5 AÑOS 81

de Edipo a través de las fantasías de escena primitiva. El niño in- Paul es un niño más bien pequeño, muy menudo, asustado,
viste a su madre y con ella su capacidad de amar al padre, abrién- 1wgado a las piernas de su madre que está sentada. Tienen el as-
dose a la triangulación, a través de su «deseo de saber» cuál es el 1H'C l"O de gemelos. Ella es también menuda y triste, los dos están
deseo de la madre por el padre, que significa ese tercero. v1·s1idos con los mismos colores pálidos.
El espacio que crea la relación terapéutica, esté o no presente E.se registro de entrada narcisista me da la representación de
el padre, debe permitir separar la díada madre-hijo hasta ese mo- 11 11a inseguridad compartida entre madre e hijo, y sin duda es él
mento inseparable en el síntoma. Ofreciendo así una mediación, 1·1 que debe velar por la fragilidad de su madre. Su terror no le
el terapeuta tiene en cuenta separadamente los psiquismos de 111 1pide mirar con atención la caja de juguetes situada en mitad
la madre y del hijo. La aportación esencial del pensamiento y de la 1k la alfombra, en búsqueda de una actividad de derivación de
creatividad de la madre al advenimiento psíquico del niño está \11 rcnsión emocional.
apuntalada por la intervención del terapeuta. Esta función tercera Ante mi sonrisa, su madre le invita a ir a coger un juguete, el
se abre sobre las diferencias, sexuales, de generación, dando acceso \ l ' agarra a ella diciendo «no». Ella enlaza diciendo que no habla,

al niño al campo simbólico y al lenguaje. El trabajo en torno a la q11c está inquieta por este retraso. Le hago observar que ha dicho
ausencia y las separaciones incluye siempre el lugar del padre, ese 111 uy claramente «no», y que es eso lo que piensa: no tiene deseos
tercer objeto de deseo de la madre, causa de todas sus ausencias . . . 1 k ella ahí. Él me mira, muy sorprendido que yo afirme así una

¡La madre ausente, sin duda duerme siempre con el padre! dik rencia entre ellos dos. Tiende la mano hacia los juguetes, yo
Ese trabajo en torno de lo negativo, de la falta del otro, pre- \ l ' los aproximo. Su madre toma el relevo, sacando los juguetes

figura la estructuración edípica del niño. Winnicott atribuye al dt.: la caja y presentándoselos. Él coge tres pequeños personajes
objeto transicional una función defensiva, contra la angustia de- q 11 <.: mantiene encerrados en la mano.
presiva, prefigurando bien ahí el vínculo entre el espacio que ata a Yo comento: «Papá, Mamá y Paul.» Efectivamente, él ha co-
la madre y al niño, y la emergencia del tercero paterno que hace ¡•,ido un personaje masculino, uno femenino y un niño. Me mira
a la madre ausente. 1k nuevo fijamente y dice: «No, papá se ha ido, tiene miedo», con
1111 trastorno de pronunciación que le impide pronunciar la R 1•
Pauf: ef juego que introduce af tercero S11 madre se acuerda entonces de lo que decía cuando rechazaba
irse a la cama por la noche; ella ha buscado todas las soluciones
Este niño de dos años no puede abandonar a su madre, ni posibles, encender una lamparilla de noche, darle un vaso de
dormir sin ella. La madre de Paul está muy inquieta, ella dice que .1gua, dejar la puerta abierta ... : en vano, él quería dormir con
no quiere «formar una pareja patológica madre-hijo» . Ella está 1·1la. Reconoce, incómoda, que ha cedido, y se vuelve hacia Paul
herida por estar considerada una madre soltera, avergonzada y para decirle: «Quiero educarte como un niño mayor.»
muy pronto perseguida por las reflexiones de su entorno. Él la mira y dice: «no». Ella me pregunta por qué dice no sin
El padre de Paul la abandonó desde el principio de su emba- que eso tenga sentido. Le hago observar que es la segunda vez que
razo. Se ha hecho alcohólico, y a pesar de sus intentos para en- dla está demasiado inquieta por escuchar mi juicio sobre ellos.
contrarse con él después del nacimiento del niño, todo se de- l•'.l la asocia sobre sus padres divorciados y la falta de confianza que
gradó entre ellos. Es ella la que decidió no volverle a ver, cuando 1·lla tiene en su propia madre a quien ella rechaza por confiar en
Paul tuvo trece meses. Ella dice que él les ha abandonado. Paul. Ella aclara el movimiento transferencia! negativo.
Ella teme la repetición. Dice que ha estado «destruida» por el
divorcio de sus padres cuando ella era pequeña, y espera con apren-
sión que yo encuentre en su hijo los signos de la misma herida. 1
pere [pER] «padre». [N de la T.].
82 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO U .ll/EGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO DE OA 5 AÑOS 83

Recientemente, ha dejado a Paulen casa de su propio padre, 11.llll en: «la señora que dice: "papá dice no"». ¿Una definición
una semana; ella lo siente. Paul vociferó y es a partir de esta se- 111 ll y bu ena del tercero?
paración cuando ya no duerme. Paul duerme solo y, progresivamente, ya no ha despertado a
Al escuchar hablar de su abuelo, Paul pregunta: «¿Papá?» Ella madre durante la noche. Ella está muy orgullosa, verdadera-
me explica que a veces llama a su abuelo «papá» y que ella lo con- 111 <.: n te renarsicizada por el progreso de su hijo, sin duda tran-
siente. Ella enrojece, tomando de golpe consciencia que acaba de q11 ili zada en su culpabilidad edípica. Ha comprado una muñeca
revelar una fantasía incestuosa. Yo le digo que deja, sin duda, que lil :1nda, como una muñeca de tela, que cumple inmediatamente
su hijo Paul vaya a su cama, porque comprende el placer que un oficio de objeto transicional y que no tiene los atributos eró-
niño pequeño tiene en dormir con un padre. Ella afirma que no 1irns de una muñeca Barbie.
se acuerda de lo que le gustaba cuando era pequeña. Solamente Paul recupera el juego del papá prohibidor por todas partes,
se acuerda de su tristeza. 1·11 la casa, en la guardería. Su lenguaje se ha liberado y progresa

Durante ese tiempo, Paul ha instalado los juguetes y ha em- i:lp idamente.
pezado a jugar: el personaje paterno de un lado, la madre del otro En sesión, su juego se ha convertido claramente en una re-
y el bebé al lado de ella. También saca el cocodrilo que deja a dis- presentación de escena primitiva: dos personajes duermen juntos
tancia. Dice: «Papá, mamá, bebé.» Observo que en todo lo alto el cocodrilo los ataca. Paul va a cumplir tres años. La excitación
el bebé duerme con su mamá. Yo le pregunto lo que dice el papá. :1 no se contiene suficientemente por el juego, y por las angus-
Endereza el personaje paterno y lo sacude, como si hablara: «No.» 1ias de castración que lo desbordan. No obstante, intenta que in-
Yo comento que papá dice no cuando el bebé y la mamá duer- ILTvengan los bomberos para atar al cocodrilo. Pero debe ir a ha-
men juntos. Paul está sorprendido, mira a su madre, me mira, ce r pis al cuarto de baño, su madre lo acompaña y me explica
me pide con la mirada que repita. Yo le digo: «Papá dice no, el qu e Paul rechaza hacer pipí de pie.
bebé no duerme con Mamá. » Y Paul repite cada vez más fuerte: Ahora quiere dibujar, por primera vez. Dibuja tres redonde-
«¡Papá dice no!» lc..:s que llama: «Papá, mamá, bebé.» ¡Después quiere volver a em-
El va a intentar dominar su excitación volviendo a represen- pezar e intenta hacer una gran frase para explicar que no puede
tar varias veces el argumento: acostarse juntos la madre y el bebé, dibujar a su madre porque está ahí! Yo asocio: «Sólo se representa
después poner de pie al padre que se aproxima y dice «no». La .1 los ausentes», sorprendida por esta nueva capacidad en él de
voz impersonal cuchicheante de Paul que articula mal toma en- utilizar el lenguaje. Entonces muestra un cuadro sobre la pared,
tonces una fuerza atronadora de la imagen del personaje paterno co lgado frente a él, que representa un retrato de hombre.
de pie en su falicidad y con el que intenta identificarse. Cogido en una investidura materna demasiado directamente
Su madre primero está inquieta y verifica si yo espero que in- incestuosa, la relación con el padre se mantiene en una escisión
tervenga o si lo apruebo. Yo no digo nada. Ella se detiene y co- muy activa. Paul ha sabido utilizar la mediación de la situación
menta: «Es importante jugar.» Ella me dice que al principio de psicoterapéutica. La figuración muy evidentemente edípica de
la sesión, no comprendía por qué yo proponía a su hijo que ju- sus juegos es el reflejo, en este período de entrada en el conflicto
gara con las muñecas. En efecto, ella está confusa, porque él le cdípico, de la debilidad de la vinculación entre los afectos y las
ha pedido una muñeca Barbie. Le respondo que pudiera ser que representaciones. El poco valor económico de su juego lo de-
estuviera ansiosa porque él quiera un juguete de niña. Me sonríe muestra bien. Es el paso a condiciones nuevas de figurabilidad,
y afirma, jugando con sus fantasías de castración y sus movi- ·orno el dibujo, que ha permitido aparentemente que el rechazo
mientos edípicos: «Se parece a su padre, es guapo.» secundario, vinculado con la introyección del empiece
Vamos a reunirnos regularmente y me he convertido para :1 protegerlo más eficazmente contra las invasiones de los afectos.
84 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO // ,.JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO DE OA 5 AÑOS 85

En el niño, escribe R. Poyuelo (1990), «la problemática de lo pm:den apilarse, encajarse, y todo cambia. Existe una especie de
económico es mayor». El trabajo de figuración está ahí tanto para 11rgc ncia por tener juntos esos trozos esparcidos. Al principio, son
vincular la excitación como para representar el deseo incons- l11s apilamientos y una larga cinta de madera que la une a mí y a
ciente. La naturaleza del contenido manifiesto de un juego no •.t i madre, después, muy rápidamente, esas construcciones febri-
podría ser idéntico al contenido de un sueño. El juego es una l1·s se convierten en casas, castillos, garaje, habitación de niños.
producción diurna, en presencia de un analista. R. Diatkine in- M:trie soporta mal que yo tenga una entrevista con su madre en
dicó que el niño está en una relación con la temporalidad que no ' '' presencia. «Ahora pueden ustedes hablar», afirma y construye
provoca el retorno del recuerdo. Habla en presente, en el movi- 111ia larga ruta que nos une a las tres.
miento transferencia!, los recuerdos no tienen todavía un verda- Durante cada encuentro, el retorno a la actividad de cons-
dero valor organizador en la economía psíquica. «En el análisis 1n1 cción permite establecer un vínculo entre las sesiones, como
de niños el acto forma parte del material, la actividad precons- 1111a prueba de continuidad, en una calma y un silencio que la
ciente está sobreinvestida y el pensamiento transferencia! del niño 111:idre de Marie jamás ha conocido en su hija omnipotente y dis-
no puede tender hacia una forma de pensamiento regresivo», re- pnsa.
cuerdan C. y S. Botella (1990). Marie es muy sensible a la atención silenciosa que yo dedico
.1 su juego, silencio que su madre respeta. La madre de Marie ha
'ido, de entrada, una colaboradora muy atenta a los juegos de su
Marie y su madre, compañeras activas en los juegos l1ij a, contenta de tener finalmente con ella una relación lúdica y
que favorecen el acceso al edipo y.1 no de gritos y de búsqueda de límites.
Al principio, las construcciones apiladas se han construido
Es la megalomanía ingobernable de esta niña pequeña de dos 1·11tre ella y yo. M arie y su madre estaban protegidas de mi mi-
años y medio, la que conduce a su madre a pedir un tratamiento. 1.1da y de mis intrusiones por un muro gigante. Yo le verbalizaba
Marie seduce a todo el entorno por su notable nivel de lenguaje, los movimientos defensivos que actuaban en sus juegos.
la calidad de sus intereses, además impone a los demás su vo- Su madre evocaba los acontecimientos destacados de la se-
luntad de forma constante, día y noche. Efectivamente, Marie no 111ana con es ta hija que la agota por su fuerza y su energía física,
puede dormir sola, y ha exigido toda una reorganización del de- exigencias imperiosas, su autoridad infernal sobre toda la fa-
partamento familiar para poder dormir con su hermana mayor rn ilia. Es verdad que Marie tiene un desarrollo notable que le per-
que tiene siete años. Jamás ha dormido sola. 1nite resultados tanto físicos como lingüísticos y creativos, mu-
Durante nuestro primer encuentro, me siento obligada a po- vho más adelantados que la mayor parte de los niños de su edad.
ner límites a sus investigaciones de la habitación y del material, Fn lugar de obtener un beneficio narcisista su madre se queja de
mientras que su madre intenta encontrar los convenios con ella , n superada.
para poder hablarme. Marie es provocadora, muy ruidosa, aun- Marie es la tercera hija de la familia. Pienso en el conflicto
que con una agitación organizada: su finalidad es ser el centro de 1·dfpico de esta madre frente a sus hijas que no han dejado de
nuestro interés. La mayor es una adolescente que debe ir a otra ciu-
Entonces, le propongo construir con los cubos un puente que d:1d para terminar sus estudios, y esta separación es dolorosa. La
la una conmigo y con su madre, y empiezo a colocar los cubos 'cgunda acaba de entrar en la escuela primaria, signo de una au-
uno al lado del otro. Inmediatamente su madre se propone tam- 1onomía nueva para la niña desde el punto de vista de su madre.
bién construir por su cuenta. Desde que Marie siente nuestro in- Marie se va a la calle sin ningún temor.
terés conjunto por ella, inviste la caja de objetos de madera que Marie recupera los trozos de madera y construye. Casas, des-
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pués un gran muro que me rodea como una fortificación, en una 11 )k:rable después del desarrollo fantasmático en torno a la fami-
protección de la que se beneficia, porque ella entra en el círculo l1.1que podría ahogarse en la «madre». Marie ha captado ya la in-
mágico así creado. Cuando mi butaca golpea el muro y lo rompe, q11i ctud desnudando a los personajes o ante los trozos rotos de
Marie grita: «¡Rápidamente, repara!» Es así como yo he entrado .il µ, unos juguetes. Recuerdo que la madre de Marie se ha referido
en el juego. Ella deposita sobre mis rodillas una caja de juguetes, ,1 las pesadillas con hechiceras que llevaban a Marie a la cama de
otra sobre las rodillas de su madre, y nosotros debemos darles las ' 11 s padres.
piezas que ella pide, o encastradas nosotras mismas. Al cabo de Yo cuento entonces la historia de una hechicera celosa de una
un momento ella constata: «¡Hemos jugado bien juntas!» 11 ina pequeña que quería arrebatarle sus poderes mágicos . La he-
Esta actividad de construcción ha sido primero el medio de 1 l1i cera decide condenarla a quedarse pequeña. Pero la niña pe-
calmar una excitación desbordante, después un intento de acti- q11 cña está protegida ... «por su papá» continúa súbitamente Ma-
vidades de vinculación que permiten contener sus movimientos 1ic que prosigue ella misma la historia: es la Carabosse, y papá va
emocionales intensos frente a nuestro trío. Manifiestamente, esta .1 matarla. Pero la angustia no ha sido contenida por nuestra his-
actividad ayudaba a dominar la pérdida debida a las separaciones toria. Hay ruidos de obras en el inmueble, Marie se inquieta por
y a lo que ella vivía como una ruptura de las relaciones con su si la hechicera está ahí, porque nosotros estamos nueva-
madre, cuando ésta se dirigía a un tercero. mente próximos a la pesadilla. Propongo que prosigamos la his-
Se sentía tomada en serio y observada atentamente en esta ac- toria. Marie se tranquiliza y continúa con su figuración que esta
tividad muy investida por ella, Marie se encontraba cada vez más vez contiene mejor sus afectos. El pequeño personaje femenino
segura. Una proximidad se creaba entre nosotras, sin que yo in- se convierte en la hermana mayor que se embarca con toda la fa-
vadiera su espacio, mientras que la madre admiraba la belleza de milia. Pero la abuela cae al agua y se ahoga. La rivalidad edípica
las construcciones de su hija y me envidiaba secretamente por ob- y la agresividad han encontrado una representación mejor que la
tener toda esta calma y esta concentración en su hija de ordina- de la hechicera, demasiado próxima a su movimiento transferen-
rio atronadora. cial negativo en relación conmigo.
Mientras que continuaba las construcciones, apareció (por su- Ella se instala entonces en la mesa del despacho y pide el
puesto) el tema de los celos. Marie se inquieta por saber si yo es- Srotch. En las sesiones anteriores ya había querido pegar todo lo
toy celosa de su madre con quien ella ha construido más casas, t¡ue ella consideraba «inseparable»: «Como tú y mamá», le res-
evoca los celos de su hermana en relación con ella. Yo le recuerdo pondí yo. Ella coge una hoja y cubre muy meticulosamente todo
cómo ella se sintió excluida durante nuestro primer encuentro, el contorno de la hoja con trozos de Scotch cuidadosamente re-
especialmente cuando su madre hablaba conmigo. co rtado nuevamente por ella, en una actividad de dominio nuevo
Poco a poco, Marie se vuelve hacia otros juguetes. Se apodera en ella, verdadero movimiento defensivo de una cualidad inha-
de los personajes e intenta desvestirlos, con una curiosidad sexual hitual. Cuando ella ha constituido así un marco, dibuja un per-
muy activa. Después, ella organiza la representación de una fa- so naje insistiendo para que sea un chico.
milia, en un barco, que sobre todo no debe caer en el mar, donde Pienso que los padres de Marie hubieran más bien deseado
uno se puede ahogar, precisa. Allí están los abuelos, la madre y un niño, y que la forma en la que ella los agota es una hiperto-
dos bebés, y un personaje femenino más pequeño que los demás. nicidad de cualidad fálica. Se lo hago observar: «Tú agotas a
Marie se angustia, permanece estupefacta ante este pequeño per- mamá como si fueras un chico.» Marie estalla en risas. Su madre
sonaje, me lo alcanza y me pide que le cuente una historia que recuerda entonces que durante el embarazo, una amenaza grave
le explique por qué ese personaje es más pequeño. de hemorragia la obligó a permanecer en la cama durante varios
Marie va a cumplir tres años, la angustia de castración es in- meses. Sin poder hacer nada, debió llamar a su propia madre en
¡.;¡, JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO DE OA 5 AÑOS 89
88 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO

de esta manera, ¡lo ves! Tenían miedo a ser devorados por el co-
su ayuda, lo que ella detestó. «Ve usted cómo desde el principio, rndrilo». Me siento como la muñeca encajada que contiene a
Marie nos ha obligado a cambiar todo en la casa.» Yo le respondo iodo el mundo en su vientre, madre e hija juntas.
que, en efecto, ella tiene razones para estar resentida con su hija. El juego se desarrolla enseguida hacia los temas más edípicos
Asocia sobre su agotamiento después de un parto difícil, mien- .1hora que la separación está mejor dominada: hay que poner los
tras que es obligada a lactar a ese bebé perturbador. Marie ha te- límites al cocodrilo que da miedo a los abuelos. Se llama a lapo-
nido una agitación motriz intensa desde el destete. Yo le digo que i ida. Pero los niños cochinos se hacen caca en la cama de los pa-
las primeras sepaqciones han sido muy dolorosas para las dos. dres. . . Mari e experimenta entonces la necesidad de ir a verificar
Marie está muy atenta. si los juguetes estropeados que están en la caja han sido repara-
En la sesión siguiente, me entero de que Marie duerme sola dos bien con el Scotch. Las angustias de castración se manifiestan
y está mucho más atenta a lo que le dicen sus padres que han de- l' n esta niña pequeña ahora muy tranquila. Vuelve con su juego
cidido ser más firmes con ella. Su madre tiene el proyecto de irse niya tonalidad metafórica atestigua la cualidad simbólica de su
tres días sola de vacaciones, por primera vez. Marie debe perma- l'imcionamiento psíquico: un oso pequeño pasa sobre el puente
necer son su padre. Esta separación será la ocasión para Marie de primero, sueño en el que tiene miedo de ser devorada por los co-
decidir no ponerse pañales por la noche y ser limpia. rndrilos -testimoniando un movimiento económico intere-
Marie me pide que le cuente de nuevo la historia de la he- s:1nte- , después sueña que viaja mucho tiempo y encuentra a su
chicera celosa, y me interrumpe para añadir el personaje del Prín- rn adre.
cipe encantador que va a proteger a la niña pequeña que se ha El juego de construcción y su repetición han constituido la
convertido en princesa. Esta figuración más distante de las ima- primera etapa de un proceso complejo de maduración y de inte-
gos parentales funcionará bien, éste será el ritual del principio de 1•,ración. Trabajo de vinculación a la vez intrapsíquico e interre-
cada sesión, sobre todo cuando yo proponía a Marie venir a l.1cional, constitución de un espacio intermedio, condición para
verme sola sin su madre.
.1cceder a los juegos y las representaciones más simbólicas. Esta
Las últimas sesiones del tratamiento madre-hija van a consis- n mstrucción mostraba los esfuerzos del niño para integrar las ex-
tir en jugar al balón las tres, mientras que su madre me pregunta periencias de pérdida y sus conflictos intrapsíquicos. Lo mismo
si su hija no empieza «SU complejo de Edipo». qu e la creación del marco ha sido lo previo a la representación
Marie vuelve a empezar la construcción de un gran puente por el dibujo: los trozos de Scotch delimitando cuidadosamente
tendido entre su madre y yo, y juega a que todos los juguetes de los bordes del papel creaban un ritmo y un continente que han
la caja pasen por debajo, para repartírnoslos y calificarnos de ce- lormado el vínculo posible de la expresión pulsional.
losas que nos fijamos en lo que tiene la otra. Ella pone mucha Mis representaciones contratransferenciales han oscilado en-
atención para dar a su madre todos los bebés, instalándolos so- 1 n.: el continente materno y el tercer personaje, a imagen de los
bre su pecho que se aprovecha para tocar cada vez. Su madre
1m:gos de Marie; he pasado de la interpretación del material lú-
asocia el hecho de que Marie se ha hecho tierna con los bebés, y di co en la perspectiva de la discontinuidad/ continuidad, a las in-
acepta jugar a las muñecas con sus camaradas. Se ha convertido 1nvenciones en torno a la triangulación.
en mimosa y femenina -le gusta ponerse trajes. La madre de Marie ha sido particularmente receptiva a las in-
Las angustias de abandono están entonces representadas de lnpretaciones que yo podía formular, al principio a las dos, so-
forma repetitiva en el juego: los personajes de la caja de juguetes lm: su dificultad de separación de sus conflictos. Yo he podido
pasan sobre el puente y caen en el vacío, hasta el momento en el .1poyarme en una pretransferencia positiva, frecuente en los pa-
que un pequeño caballo que me había confiado viene a coger a t l rcs organizados en un modo neurótico. Era para ella también la
todo el mundo en «sus brazos»: «ya no se sienten abandonados
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ocasión de elaborar los duelos suscitados por la llegada de esta •,1 no está rodeada de numerosas niñeras, y porque ambos padres
niña. Ella aceptó que su hija pudiera abandonarla, a la vez para 1ic ncn una vida profesional muy importante para su narcisismo.
jugar conmigo y para desarrollar sus argumentos edípicos. La No están disponibles. Mathilde es conducida por la mañana por
evolución de la madre con sus movimientos transferenciales per- madre a un jardín de infancia, pero enseguida son las niñeras
mitió el movimiento de cambio en la niña. que se ocupan de ella, sus padres vuelven tarde.
El primer año de vida de Mathilde estuvo marcado por la im-
po rtante depresión de su madre. Ella no quiere hablarme de ello
Mathilde: juego de dominio recíproco madre-hija porque teme que yo le proponga una psicoterapia, en un movi-
111icnto de rivalidad con su hija en relación conmigo que será la
Los padres de Mathilde han venido solos para confiarme su 1l'ia de fondo de nuestros reencuentros ulteriores. Esta mujer con
preocupación: su hija pequeña de dos años, que es su segundo 1111a carrera profesional brillante ha atravesado varios episodios
hijo, rechaza ir al retrete. Todo empezó a la edad de quince me- dvpresivos, frecuentemente asociados a manifestaciones psicoso-
ses. Se pensó que era un bebé estreñido, y, a pesar de la intensi- 11 dticas, y ya ha visitado a tres psicoterapeutas.
dad de su angustia, la madre no ha intervenido. Ella escuchó al Me entero de que el parto ha sido una separación difícil, para
pediatra que le dijo la importancia que tenía no hacer maniobras 1·sta madre que ha tenido miedo de perder a su bebé desde el
que desembocarían en forzar al niño. Cuando algunos meses más pri ncipio del embarazo y que no «podía dejarla».
tarde, decide suprimir los pañales para que su hija se haga lim- Mathilde fue criada al pecho durante algunos meses, pocos
pia, todo sucede bien, el niño se reprimía. Pero, rápidamente, se 11H:ses después del destete es cuando su madre se hundió en esta
aperciben que se reprimía demasiado. Rechazaba ir al orinal. Era 1 kp resión que ella atribuye a su gran preocupación por su pro-
perfectamente limpia, con un rechazo total de ir al retrete. Aceptó pi:1 madre de la que está muy próxima. Dificultades de separa-
muy rápidamente orinar en el lavabo, después de un período de ' i6 n, dominio y rivalidad madre-hija: el cuadro se ha instalado.
retención. Una crisis violenta opone entonces a la madre y a la El padre de Mathilde no se encontraba bien durante el em-
hija en los lavabos, con gritos y alaridos, hasta el momento en el h:i razo de su mujer: este período correspondió a una crisis con-
que la madre tuvo miedo de pegar a su hija y en el que Mathilde ugal. Estaba decepcionado, porque deseaba tener un hijo. Mat-
vomitó, dando testimonio de la intensidad de su fobia a la. defe- 11 ilde tiene una hermana mayor adolescente. Él se ocupó mucho
cación y de la agresividad asociada a la expulsión. 1 k su hija. Pero sus preocupaciones obsesivas, que su mujer le re-
Se instaura un ritual: Mathilde pide un pañal, va a su habi- procha, han infiltrado sus relaciones; no soporta que Mathilde
tación, hace caca en el pañal que inmediatamente tira al cubo de l1 :1ga porquerías en la mesa, ni que se oponga a él que la fuerza
la basura. Es ella la que domina la situación ... Hasta el punto de .1 comer. Sobre todo, encuentra que babea, se lo reprocha y la
retenerse totalmente -ni orina, ni caca, incluso en un pañal- limpia sin cesar, con un movimiento de asco directamente aso-
durante varios días, cuando se la confió a los abuelos maternos ' i:1do con la identidad sexual de su hija. Se interesa cuando yo
que, enloquecidos, hicieron que volvieran los padres de la niña. pongo en relación la actitud educativa y el comportamiento de
No obstante, para estos padres, tan inquietos, no es posible 1 lominio de su hija. Modificará, con esfuerzo, una parte de sus
considerar que existen las dificultades de separación. Mathilde es 1 omportamientos, en un movimiento de culpabilidad asociado
una maravillosa niña precoz, brillante, inteligente, que acepta to- 1 on su falta de disponibilidad actual. Pero rápidamente dejará de
das sus exigencias de rendimientos intelectuales. Su lenguaje es vrnir a esas entrevistas que encuentra que no tienen interés para
notable. Es importante que sea autónoma rápidamente, porque ya que su hija juega . ..
la madre no puede responder a las demandas de una pequeñita La madre de Mathilde aceptará la prosecución de nuestros en-
92 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO 1 1 J UEG O EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO DE OA 5 AÑOS 93

cuentros, y eso durante varios años. Pero jamás ha sido posible Mathilde va inmediatamente a jugar y a investir el lugar de
mantener un marco de tratamiento. Regularmente ha modifi- l.1 terapia. Como ella está desamparada y su madre manifiesta su
cado las entrevistas organizadas para ella y su hija, a merced de 11t't'csidad de ser ayudada, yo las asocio a las dos en su dificultad
sus necesidades profesionales y de su deseo de dominio que no 11,1r:i hacerse «llevan> por alguien. Después le digo a Mathilde que
he tenido más remedio que aceptar. Cuando propuse una terapia 11 11nprendo que ella esté agresiva conmigo por impedir que tenga
individual para Mathilde cuando ella tuvo tres años, ese pro- 1u11 su madre una relación exclusiva. Se instala sobre las rodillas
blema del marco hizo posible un tratamiento imposible, he de- 1 l1· .s u madre, le hace una caricia, dejando lugar para una entre-

jado que se organizaran los encuentros irregulares, abandonando vi.s1a entre su madre y yo a propósito de su síntoma. Su madre
la imagen de una madre demasiado apremiante. •,1· rdaja. Mathilde viene hacia mí y me pregunta si yo tengo ju-
En este contexto familiar que asocia fragilidad narcisista y do- ¡•,lll' Lcs, manifestando su preocupación por los objetos internos;
minio obsesivo es como Mathilde desarrollaba ese síntoma de re- 1·11 le muestro la caja que he preparado. Ella toma la muñeca en-
tención anal. 1 .1j:1da, y saca la más pequeña, el «bebé», y me pide «jugar al

Algunos días más tarde, me encuentro con Mathilde. Es muy loho»: el bebé no puede dormir, el lobo quiere comérselo, hay
bonita, sorprendentemente precoz, dando de entrada el senti- q11 c encontrar una protección. He aquí nuestro encuentro figu-
miento de un potente control sobre ella misma y de sus relacio- 1,1d o en un desplazamiento que va a desencadenar otros. Al hilo
nes con los adultos. dv nuestros encuentros, el juego del lobo será el eslabón que per-
Ella entra llorando, con su Chupa-chups en la boca. Su mª-dre 111i1 irá la continuidad y el desarrollo de todas las posibilidades de
está impaciente, viene entre dos entrevistas profesionales, su telé- ji 1cgos.
fono móvil suena varias veces y ella contesta la llamada a pesar de Mathilde me pide que intervenga frente al lobo. Yo imito en-
mis intentos pidiéndole que esté disponible. Mathilde viene justa- ln nces la voz gruesa de una madre colérica que interpela al lobo
mente de reencontrarse con su madre que ha ido a buscarla al jar- q11c estaría escondido detrás de la cortina, y le amenazo con to-
dín de infancia, lo que es un favor inhabitual. Pongo de relieve que dos los castigos que he aprendido por su madre que inquietan o
ella está decepcionada por no poder permanecer cara a cara con ella. d iv ierten a Mathilde: estar encerrada en la oscuridad, ser amena-
Pero su madre me hace observar que ella viene a verme para ha- 1.1da con una inyección en casa del doctor, como ella ha imagi-
blar del estreñimiento y nada más. La angustia de la una deprime 11 ,1do nuestro encuentro, en su fantasmática erótico-anal. Algu-
a la otra, me encuentro irritada, y mi contratransferencia oscilará 11 0.s meses más tarde, cuando las representaciones de tres habrán
en todos los años de nuestros encuentros entre agresividad y pasi- 1t'l' mplazado las díadas, yo amenazaría al lobo con el gran fusil
vidad, recuperada cada vez por el pensamiento que esta madre 1k papá.
tiene necesidad de revalorización narcisista. Efectivamente, ella re- Mathilde juega durante toda la sesión, sin interrupción, cap-
acciona rápidamente a mis observaciones, sabe reconocer y per- 1.111do mi atención a costa de su madre. Un año más tarde, sabrá
manece simpática a pesar de sus contra-actitudes, en una transfe- instalarse entre nosotros y «jugar sola en nuestra presencia» .
rencia de tonalidad homosexual. Nosotros compartimos la /\mesta al bebé, tapa al lobo y se enfada con él, repite nuestras
preocupación por el desarrollo armonioso de Mathilde. El domi- de cólera. Cuando está demasiado excitada, pide dibujar:
nio materno no impide el amor y la ternura que ellas llegan a ma- 1n londeles y espirales que yo debo transformar en lobo que ella
nifestarse hacia el final de cada sesión, como si, al menos, hiciera .11 :1ca garabateándolos . En esta ocasión es cuando descubre misa-
falta una hora de juegos y de palabras juntas para que dulcificaran 1.1 puntas y lo que éste produce: ¡basura! Afilar los lápices y de-
sus defensas rígidas. El juego transpone las representaciones de la pos itar los desperdicios en un pote se convierte en un juego que
realidad en representaciones simbólicas de las relaciones. 1·ll a inviste con un placer intenso, repetido en cada sesión. Tiene
94 EL JUEGO EN PSI COTERAPIA DEL NIÑO /!/ , .IUEGO EN PSI COTERAPIA DEL NIÑO DE OA 5 AÑOS 95

mucha dificultad para dejar el sacapuntas en mi casa al final de w la al lavabo. Como beneficio, tendrá derecho a compartir los
la sesión, y su madre debe comprar una gran cantidad de saca- «<.:aramelos picantes» de la hermana mayor muy celosa. ¡Un pri-
puntas de diferentes formas y colores, porque Mathilde ha deci- vil egio de mayor que se asocia a la posibilidad de escupir los ca-
dido coleccionarlos. Los tiene apiñados juntos en un pequeño r:tmelos!
bolso de mano rosa que ella aporta a la sesión. Objetos preciosos Mathilde se levanta la primera por la mañana y va al lavabo.
del vínculo conmigo, productores de pequeñas «cacas» que se 1.os trastornos del sueño reaparecen, verdaderos reveladores de las
pueden conservar, objetos internos preciosamente guardados en diflcultades de pérdida y de separación, de los movimientos am-
el regazo femenino del bolso, esos sacapuntas parecidos al mío, bivalentes que la retención anal intentaba dominar.
tan envidiables, permitirán a Mathilde asegurarse de la integri- Cuando Mathilde se aproxima a sus tres años, los mismos te-
dad y de la seguridad de su mundo interno. Ella va a empezar a mas de juegos toman una coloración más edípica: he aquí a los
ir al retrete. El síntoma desaparece durante algunas semanas, des- dos padres que comparten un biberón de vino «que pica», susci-
pués reaparece. Se ha sustituido por los insomnios y por las có- 1ando la envidia rabiosa del bebé solo en su cama con su pequeño

leras cuando su madre la abandona. biberón de leche. El lenguaje de Mathilde es entonces sorpren-
Se anulan varias entrevista, porque los padres se han tranqui- dente, sus competencias también, desencadenando la admiración
lizado. Cuando el síntoma reaparece, la madre de Mathilde tele- y el placer del entorno; como si sus movimientos de identifica-
fonea todos los días. El padre volverá, en esta ocasión, para ha- ;ión con la madre envidiada la empujaran a rendimientos exce-
blar nuevamente de su culpabilidad y de sus relaciones difíciles sivos para su yo. El juego de la escena primitiva con el bebé y su
con su propia madre totalmente maníaca del orden y de la lim- biberón se repite durante las sesiones, mientras que su madre se
pieza. Demostrará así la estrecha relación tierna que tiene con su duerme o llama por teléfono, en la incapacidad de compartir
hija. conmigo la investidura de los juegos de su hija.
Madre e hija prosiguen sus encuentros conmigo, Mathilde Cuando el síntoma desaparece - después de un episodio de
con un placer alegre, su madre cada vez más jugadora y cóm- ·aca en la braga en sesión que desencadena una cólera muy sig-
plice. El juego consiste todavía en cazar al lobo, y es la madre de nificativa en su madre- esta última tomará verdaderamente el lu-
Mathilde la que hace el vozarrón. Después ella me atribuye el pa- gar de su hija: está aquejada de cólicos que demandan múltiples
pel del doctor que se llama en urgencias para castigar al bebé in- exámenes de los que habla detalladamente, ahora así en el primer
sómnico con una inyección en las nalgas que debe doler. Y la plano de los juegos de analidad conmigo. Mathilde entra en un
misma Mathilde se ejercita en maltratar al bebé con un gran pla- movimiento maníaco. Esta niñita de una madurez excepcional
cer sádico. Después decide limpiarlo, porque está sucio o se ha utiliza toda su inteligencia para ser omnipotente sobre el entorno.
hecho caca y pide ir a tirar los pañuelos utilizados en los lavabos. 1ma dirige a todo el mundo con su lenguaje brillante, su autori-
Así, vamos juntas a los lavabos repetidamente. dad impresionante y un encanto muy femenino: es agotadora, sin
La separación del verano se asocia con una regresión. Mat- 1ímites. En sesión, no encuentra ningún sosiego en la repetición
hilde ha perdido sus puntos de referencia, tanto más cuanto que de los juegos que me ordena que haga para ella.
la familia se ha ido en múltiples viajes que han entrañado cam- El dominio sobre el objeto interno era fantasmáticamente po-
bios de casas y de camas. Después de volver, la madre de Mat- sible con la manipulación erótica de sus deposiciones. La defensa
hilde anula las entrevistas. Solamente vuelve tres meses más tarde. maníaca que da lugar al síntoma es una verdadera «cristalización
Al volver se excusa: «he sido negligente», teme mis reproches ... de la pérdida del objeto», para retomar la expresión de ]. Man-
De hecho, ha sido omnipotente. Ha decidido que Mathilde no ·1.ano (1988). Él define así este movimiento psíquico: «considerar
tendría más pañales y le ha lanzado el desafío de ser capaz de ir la pérdida de una construcción fantasmática -el objeto ideal-
96 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO W, JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO DE O A 5 AÑOS 97

como la pérdida definitiva y absoluta del único objeto posible de que yo debo escribir y que ella decora: una princesa llora de tal
la pulsión libidinal.» frHma que ve como todos sus cabellos se caen. Tiene todo per-
Mathilde está hiperactiva, excitada, verborreica, ejerce sobre dido, sus padres se han marchado, los dos, a caballo. Ella es aban-
mí un control despreciativo; me emplea como «una extensión de donada, pero sueña: está en pantalones, es una espada, puede de-
sí misma» (Manzano). La excitación erógena de la zona anal y el k nderse. Cuando se despierta, se le prepara un bello vestido de
juego sádico con sus contenidos da lugar a una actividad mas- matrimonio y un príncipe la espera.
turbadora genital, en una fantasía de exclusión de una escena pri- Mathilde va a cumplir cuatro años, sigue siendo una «chica
mitiva todavía anal. El cuerpo manipulado en la masturbación se fuerte» que domina el entorno, pero sabe ser tierna y femenina.
identifica con el objeto perdido dominado así de forma omni- Acepta mejor las pérdidas y separaciones. Le gusta permanecer
potente. sola en su habitación para leer y jugar. Sin duda, esta capacidad
Ninguna intervención sobre la reacción a la separación aporta de estar sola atestigua la posibilidad de un trabajo de duelo.
alguna ayuda en sesión. Mis intentos solamente han acarreado un La erotización de la retención anal es una etapa importante
refuerzo de la renegación. Es en el juego donde yo he encontrado del desarrollo. El placer está, en efecto, asociado aquí a la argu-
la posibilidad de ofrecer las «variantes» a esta reacción megalo- mentación de la tensión. Mathilde presenta una organización con
maníaca jugando al bebé deprimido, desgraciado, angustiado, f'uerte fijación anal, con rasgos de carácter como la necesidad de
abandonado. acumular y de coleccionar, la precocidad del niño coincide con
Mathilde está cogida en el juego, agrediendo a ese personaje lo que Freud escribe sobre la predisposición a la neurosis obse-
que representaba los afectos insoportables y proyectando sobre él siva en un yo edificado demasiado precozmente. El desplaza-
sus propios movimientos de envidia: «Ah, ¿tú querrías robar las miento de este erotismo se opera sobre el control de la motrici-
joyas brillantes de tu mamá?» Ha hecho falta que el juego tome dad y los procesos intelectuales. Los juegos de dominio y de
su valor metafórico, cuando, aterrorizada ante la visión de un co- expulsión se extienden al pensamiento y al lenguaje. Sin duda se
codrilo, Mathilde me ha preguntado si era de verdad. La avidez trata de reorganizar los desfallecimientos sobrevenidos precoz-
oral y la relación arcaica con la madre representada por ese co- mente, durante la etapa oral -cuando la madre de Mathilde se
codrilo, interpretados entonces, han dado lugar a una nueva cua- ha hecho indisponible y deprimida. Mathilde ha encontrado una
lidad de juego, las fantasías de aniquilamiento y de separación satisfacción que no se encuentra en el registro de la alucinación,
que toman entonces la forma de una angustia de castración. sino en la manipulación consciente de un objeto interno, con una
Mathilde se apropia del biberón para meterlo en la boca del co- rirualización de la separación, cuando ella toma un pañal y se es-
codrilo, ella se tranquiliza. Me explica que son los papás los que conde en su habitación.
dan la leche. El bebé quisiera «devorar esa leche», explica ella, aso- Esta fobia a la defecación hacía temer la aparición del sín-
ciando el hecho de que ese bebé es un chico sin ningún valor, su- drome de megacolon funcional del niño descrito por M. Soulé
cio y bueno para tirarlo al cubo de la basura (197 4). La deposición, en lugar de ser evacuada al exterior, es
Durante este período, Mathilde pone a sus padres en una si- «defecada» al revés en el colon. La erotización de la contracción
tuación difícil. Mete en su pantalón las tetinas de los biberones, del esfínter anal y las sensaciones internas se asocia con el bene-
declarando que ella tiene un «zizi» como papá, ¡bonita conden- ficio secundario de poder reproducir hasta el infinito ese meca-
sación entre el pecho y el pene! nismo en un juego repetitivo y secreto. La angustia ante la pér-
Ahora Mathilde se encuentra sola en sesión. Los argumentos dida de la materia fecal tirada a lo lejos recuerda un juego
de escena primitiva se desarrollan con los juegos de desplaza- equivalente al de la bobina. Esta manipulación anal es un verda-
miento de mejor cualidad. Finalmente, ella inventa una historia dero juego de la pulsión de dominio sobre un objeto interno. En
98 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO /•,' /, JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO DE OA 5 AÑOS 99

Más allá del principio del placer, Freud explica la repetición del los juegos de muñecas con su hermana y la larga tela que le sirve
juego del niño por la hipótesis de la pulsión de dominio, el do- de doudou 2 •
minio sobre el objeto yendo a la par con la vinculación de un re- Un mes antes, la madre de Alicia había venido sola para pe-
cuerdo traumático. Ulteriormente, el modo autoerótico y mas- dir una terapia para su hija. Expuso claramente los dos rechazos
turbador de la satisfacción libidinal se asocia con su valor agresivo que ella opuso a los proyectos de terapia: durante su propia ado-
y manipulador. Es un síntoma que pasa desapercibido y que hace lescencia, cuando, deprimida, ella se encontraba con un fracaso
que se coja el estreñimiento como el resultado de una pasividad, escolar y en conflicto con su madre que no quería dejarla mar-
mientras que es la consecuencia de una maniobra activa muy ela- char; después por su hija hospitalizada como consecuencia de
borada. Dominio secreto y eficaz que atestigua una investidura un episodio dramático de anorexia. No puede decir nada de este
narcisista megalomaníaca. rechazo. Pero ante mi insistencia en mantener el marco del tra-
El síntoma de su hija trastorna a los padres urgiéndoles a nue- tamiento de su hija, ella expresará más tarde su angustia frente
vas organizaciones de la analidad. Se comprometen con otros a las acusaciones familiares: su propia madre le reprochó haber
modos de relación que el del registro regresivo y posesivo, según elegido mantener una vida profesional y confiar a su hija a una
sus identificaciones proyectivas sobre el mundo interno de su niñera.
hija. El marco de la terapia será maltratado por las decisiones ma-
La madre de Mathilde no ha podido ayudar de forma tran- ternas para anular las sesiones en cualquier ocasión. Ella ha im-
quilizadora a la libidinización de las funciones vitales; desde las puesto la ausencia de su hija a las sesiones en verdaderas actua-
primeras relaciones, ella reforzó las angustias arcaicas por sus pro- ciones, con una agresividad verbal y una angustia que han hecho
pios mecanismos defensivos obsesivos. La depresión materna se difícil el mantenimiento de un ritmo regular de sesiones. Fre-
ha vivido como la pérdida de la madre viva y libidinal. El sín- cuentemente he preferido dejarle el dominio más que correr el
toma de Mathilde es una lucha activa contra la depresión, en un peligro de una ruptura.
duelo imposible cuya frase maníaca lo ha testimoniado. Los mo- Alice ha sido un bebé muy investido, después de una espera
vimientos transferenciales muy positivos han permitido que los ansiosa de un embarazo. Yo no sé nada de este embarazo, durante
juegos lleven a una tranquilización de este sistema. el cual el abuelo paterno murió de un cáncer.
La madre de Alice solamente puede hablar del parto y del re-
cuerdo traumático del nacimiento con fórceps de un bebé muy
5. LA PSICOTERAPIA INDIVIDUAL grande: «Es como si se me arrancara el corazón.» Un año más
tarde, durante una consulta familiar, aparecerá la renegación: no,
Alice: hipomanía y renegación de las dificultades de separación Alice no era en absoluto un bebé grande, jamás ha sido grande.
La asociación entre el peso, la separación y la agresividad deja en
Alice es una linda niña pequeña de cinco años, con cabellos Alice una verdadera fobia del tamaño.
cortos, muy menuda, nerviosa, verborreica, que mantiene enér- De entrada, la lactancia se instauró con una ambivalencia
gicamente la atención de todos los adultos sobre ella. Ha venido inadministrable. La madre de Alice decidió no lactar a su hija,
con toda su familia. El padre, un hombre discreto, dulce y gen- pero por lo menos lo intentó, y como este primer intento fracasa,
til, siempre fuera de conflictos, es el único que se atreve a hablar decide que la lactancia es imposible.
de la anorexia de Alice. También la madre es muy delgada y tiene
los cabellos cortos; está crispada, ansiosa, sufriendo por estar ahí
con su hija. El hermano de dos años, cabellos largos, comparte 2 Palabra criolla de las Antillas que significa «joven amada». [N de la T].
100 EL JUEGO EN PSJCOTERAPJA DEL NIÑO loL JUEGO EN PSJCOTERAPIA DEL NJÑO DE OA 5 AÑOS 101

Desde el retorno a la casa, el bebé tiene una diarrea que le Entra a la escuela maternal. Después de episodios de crisis de
lleva al hospital con su madre durante tres días. Alice está des- dolor de estómago, acepta quedarse en la cafetería.
crita como un bebé difícil que llora sin cesar y no duerme. Un Cuando Alice fue hospitalizada, se aconsejó a sus padres con-
bebé vivo, estimulante, precoz, dice su madre con admiración, sultar con un psiquiatra, lo que rechazaron. Al año siguiente,
pero difícil. Alice es hospitalizada nuevamente por un rechazo alimenticio
A la edad de dos meses y medio, Alice es confiada a una ni- que se manifestó después de los conflictos que sobrevinieron en
ñera, llorando y gritando; a los tres años, ella empezará la escuela la cafetería. Un año después de la primera hospitalización de
también con lloros incesantes. su hija, los padres deciden pues consultar a un especialista: están,
Los padres de Alice deseaban tener otro niño. Como para el en efecto, desamparados y desbordantes de culpabilidad, cuando
primer embarazo, esto sucederá en la angustia de no conseguirlo sobreviene una segunda crisis de anorexia.
y con una espera de un año. Un mes después del nacimiento de Al final de la primera entrevista, la madre de Alice me confía
su hermana es cuando Alice sufre de cóleras violentas y de in- con fiereza que su hija es ahora una compañía ideal para ella. Con
somnios, quiere compartir la cama con sus padres. Su madre no un lenguaje maduro y preocupaciones de adulto, la niña tiene
encuentra otra solución que meterla bajo una ducha fría. una conversación que la arrebata, la encanta, la divierte, ¡hasta el
Alice empieza a vomitar durante la toma de biberón de su punto de aburrirse sin ella cuando está en la escuela! Madre e hija
hermano. Su madre está exasperada y vive el violento desamparo se han reencontrado en un juego de espejo narcisista, insepara-
de su hija como un ataque a su nueva maternidad, en una riva- bles, lejos de las violencias pasadas, olvidando sus rencores.
lidad que acentúa las proyecciones sobre Alice del conflicto de la La segunda entrevista es un encuentro familiar. Alice juega
madre con su propia madre. Ella le reprocha por estropear la re- con muñecas y personajes, cerca del hermano que los padres han
lación con su bebé. Entonces aparecen las comedias infernales querido llevar. Alice representa las escenas de rivalidad entre los
para comer. Cualquier comida es conflicto, chantaje, irritación niños que el padre no puede contener, porque los abandona. El
de los padres que terminan siempre por acceder a las exigencias tema del abandono es constante en sus juegos. Ya no será en ab-
tiránicas de su hija. soluto el caso después en la terapia.
Deciden confiar al hermano pequeño a la abuela materna du- Nosotros organizamos el marco de la terapia. El rechazo a
rante el fin de semana que ellos consagrarán a Alice. Por la tarde, acompañar a Alice más de una vez por semana es claro. Conve-
Alice rechaza totalmente comer y beber. Eso dura tres días y cua- nimos en una sesión por semana, con un horario que conviene
tro noches. La pediatra, a quien se le llama al cuarto día, hospi- muy bien a la madre, que quiere acompañar ella misma a su hija.
taliza a Alice. Insisto en la importancia de la regularidad de las sesiones, incluso
Perfusionada, Alice rechaza abrir la boca. Los padres se rele- durante las vacaciones escolares, lo que será una precaución inútil.
van en el hospital. La madre se acuerda de haber deseado un diag- Alice estará, en efecto, frecuentemente ausente de acuerdo con la
nóstico de enfermedad somática, está herida por la fuerza mor- organización materna. Propongo el principio de entrevistas con
tal de su hija. Invadida por su angustia por Alice, se siente privada los padres, una o dos veces por año, a petición de la madre de
del placer de estar con su bebé. Alice, inquieta por confiar así a su hija. Al marcharse, el padre y
Una enfermera fuerza a Alice a tragar introduciéndole en la los niños tienen un movimiento de curiosidad ávida en relación
boca una jeringa llena de jarabe de granadina. Alice acepta en- con mi marco de trabajo, cubriéndome con preguntas y comen-
tonces las cerezas que le trae su padre. Después ella va a dejar el tarios sobre el mobiliario, el entorno de mi gabinete. La primera
alimento y vuelve a empezar con las comedias, aceptando sola- separación es ya difícil.
mente comer pastas y salchichón, tirada en el suelo. Para la primera sesión, Alice y su madre llegan con retraso, la
102 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO el JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO DE OA 5 AÑOS 103

segunda quejándose de no haber podido ya ayudar a su marido insaciable en relación con mis objetos. Yo interpreto su avidez en
a encontrar el camino de mi gabinete. Se olvidará de pagar, es relación conmigo para no perderme, sobre todo después de ha-
ella la que había decidido pagar cada sesión. ber estado colérica contra mí. Por primera vez dibuja entonces:
Alice deja a su madre sin dificultad. Dice que viene para cu- una jirafa. Volverá a tomar ese dibujo regularmente al final de las
rar sus celos y juega a dar de beber el biberón a los diferentes per- sesiones, cuando tenga necesidad de realizar una distancia con la
sonajes. excitación del juego.
Alice es hipomaníaca, verborreica, siempre excitada, e instala Alicia está en terapia desde hace dos meses. Un día, llega con
de entrada una forma de jugar que va a mantener durante m,.e- una hoja de castaño. Es otoño, la hoja está un poco seca: «Te he
ses. Se instala a mis pies, dándome la espalda, con la caja de per- traído una hoja. He aprendido en la escuela las nervaduras. Y la
sonajes que ha repartido en toda la habitación, utilizando mue- leche de adentro. Cuando se corta, sale por la cola. Ahora está
bles y almohadones, libros de mi biblioteca y chucherías para muerta ... de hambre.»
construir las decoraciones de los escenarios que ella compone en Coge la caja de juguetes. «Ah, la buena y fiel abuela», dice to-
un monólogo ininterrumpido. mando el personaje de la mujer mayor. Después ella tira violenta-
Existen dos familias, los «Buenos» y los «Perezosos», que se re- mente lejos lo que ella llama «los juguetes de niños» (coches, avio-
parten los niños y los animales. Después, ella tira a los perezosos nes, cocodrilo y rinoceronte, un biberón roto). Ella se va a la novela
y se lanza en un cuento maravilloso con los personajes ideales. amorosa de la pareja rubia. En la familia Perezosa, nadie puede lle-
Ella es Scherazade, buscando seducirme y hundirme en el sueño, var a los niños, pero el amoroso rubio, lleva a la joven mujer frá-
ella misma llevada con satisfacción en la evocación grandiosa de gil. Se parecen, guapos, rubios, blancos. Alice habla en pasado sim-
los sentimientos amorosos de la pareja rubia perfecta. Influida ple, nos encontramos en el cuento mítico del amor loco.
por los folletones televisados y los gustos de su madre por la «¿Me escuchas?», Alice juega, sentada en el suelo, dándome la
literatura amorosa, Alice parte en una gran ensoñación erótica espalda. Desarrolla su ensoñación delante de mí. Los personajes
con palabras de adulto: «Ella era rubia y transparente, él se vuelve han invadido la alfombra: los amorosos, en la cama en el rin-
súbitamente hacia ella y se derrite de amor por él. Él está loco de cón izquierdo; la familia celosa, en el centro; los abuelos, en el
amor, solamente piensa en ella. Y ella, maravillosa, está sentada rincón derecho. La mujer joven maravillosamente bella y rubia
y goza con la música. Él le dice, mi dulce, eres tan blanca, tan está triste. Alice hace que atraviese a lo largo de toda la alfombra,
frágil, tan bella ... » sola, sin compañero. «Ella está en el desierto», dice. Yo flotaba,
Durante varias semanas, no he podido contener los desbor- interesada, divertida, resistiéndome para no participar directa-
damientos de Alice, que, entre dos juegos, grita, salta, se lanza a mente en el placer excitante del juego, asociando sobre los celos
mis brazos, ríe muy fuerte. No puedo intervenir en sus angustias y sus fracasos -Alice tiene un hermanito totalmente encantador
sin que ella vocifere: «cállate». para mamá-, soñando, las emociones celosas me hacen reme-
Después de varias semanas, el tema de la separación aparece morar los recuerdos: yo también, tengo un hermanito; vuelvo al
en un juego: son siempre los mismos personajes amorosos, pero juego, estoy tranquila, hago punto, diría Michel Soulé . .. Alice
reducidos a la desesperanza, porque van a ser separados: la ma- juega en mi presencia, segura de mi atención silenciosa. El de-
dre de la mujer joven le ordena que se vaya para dar a luz. sierto. Tengo brutalmente sed, y me acuerdo de que Alice ha sido
Cuando hago el vínculo con lo que ella ha experimentado tam- hospitalizada en reanimación, deshidratada, después de cuatro
bién en el pasado, me dice que no le gusta cuando hablo. Coge días sin beber ni comer. Esta anorexia brutal ha dejado a su ma-
a los animales y hace que el cocodrilo se devore a todos, es un dre en peligro: acababa de volver de la maternidad con el her-
desenfreno pulsional que le excita y le hace vivir una curiosidad manito. Yo comunico a Alice mi asociación.
104 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO DE OA 5 AÑOS 105

La atención es igualmente flotante: es así como el analista nutos», ella se esconde en un rincón del despacho, me envía a
debe escuchar a su paciente, suspendiendo sus motivaciones ,ha- buscar a su madre en la sala de espera y prevenirle que su hija
bituales y dejando que funcione lo más posible su propia activi- ha desaparecido. Yo he psicodramatizado la situación al principio,
dad inconsciente. y la madre se ha puesto a jugar muy rápidamente, encontrando
La escucha analítica varía, fluctúa. Está sometida a las varia- a su hija después de los comentarios sobre su miedo de perderla
ciones de intensidad del relato del paciente. Cuando Alice triste- y su deseo de tenerla con ella en la casa. Ese juego del escondite
mente hace que su muñeca rubia atraviese el desierto, me ha sa- dura todavía como intento de familiarizarse con la separación
cado de mi atención flotante, sensible a un brutal cambio de tono y la ausencia.
y sin duda a una emoción de angustia nueva en ella. Después de una sesión particularmente agitada de vuelta de
Un afecto de sorpresa sobre fondo de abandono confiando vacaciones, la madre de Alice anuncia que está embarazada. He
analizarlo: la suspensión de la atención consciente del pensa- aquí algunos elementos de la sesión que sigue, que demuestran
miento ha permitido que el trabajo se efectúe a un nivel infra- la capacidad de Alice para utilizar el juego: «Mamá espera un
consciente. El analista está en una situación contradictoria de una bebé, llegará antes de la vuelta a las clases. Papá ha puesto tres
espera a la vez pasiva y activa, a través de la tensión libidinal de granos.» Coge la caja de juguetes, y hace que el contenido caiga
su curiosidad para descifrar los propósitos del paciente. La in- violentamente por el suelo. Yo comento su despecho. Está colé-
movilidad silenciosa contrasta con una curiosidad vigilante que rica, aplasta los juguetes. Yo le digo que tiene cólera contra mí
sostiene, a lo largo de todas las sesiones, la frustración debida a que he hablado con su madre la última vez y que conocía el se-
la asimetría del intercambio. creto en relación con el bebé. Ella me pide entonces que sea com-
Entre estimulación auditiva y ensoñación, sin control y sin pañera de su juego. Es la historia de Sissi. De hecho va a jugar
fin, el analista encuentra una formación de compromiso entre sola: A Sissi la despierta su padre que tiene algo triste que anun-
proceso secundario y proceso primario. ciarle. Tiene miedo de su reacción. Alice huye del juego para ir
El marco está instaurado para que advenga la transferencia, a ordenar los juguetes tirados por el suelo y bombardearme con
para que el paciente desarrolle una transferencia y que el analista preguntas sobre mis libros. Le digo que se siente culpable por ha-
le acompañe, como una afinación musical permanente en el ana- ber estado colérica. Vuelve a retomar el juego. El padre da la no-
lista de resonar a lo que viene del paciente. El elemento esencial ticia a Sissi. (Alice me hace comprender que es un secreto que yo
que hace posible esta cualidad particular de atención es la ten- no compartiré.) Sissi solloza, está hundida. Piensa que es su rival
sión engendrada por la contratransferencia. De la misma forma la que va a desposar al príncipe.
que solamente se puede interpretar un sueño retomando los de- He encontrado estas sesiones reveladoras de los diferentes ni-
safíos transferenciales, la escucha está subtendida, filtrada por la veles de funcionamiento de Alice. Ha pasado del registro de la
localización de la transferencia. transferencia narcisista, con la defensa maníaca, a una transfe-
Alice me mira, concentrada, frunce las cejas, hace un gesto de rencia neurótica.
rechazo. Se calma, suspira y dice dulcemente: «No me gusta A propósito del rechazo de los juguetes «de chico», se puede
cuando me hablas» y vuelve a retomar el juego. Los dos amantes hablar de proyección de las pulsiones orales y sádicas. Ella tira al
y sus hijos van a quedarse pegados juntos para siempre. cubo de la basura el bebé y el biberón, pero instala a los anima-
A continuación de esta sesión, la agitación hipomaníaca de les para pacer. La aversión por el hermano pequeño fomenta las
Alice va a calmarse hasta la separación de las vacaciones escola- angustias de persecución, y el trabajo analítico consistirá durante
res, y aparece un juego nuevo, que va a ritmar el final de cada se- nmcho tiempo, en disminuir los sentimientos de culpabilidad y
sión: el escondite. Cuando le digo a Alice: «nos quedan cinco mi- de persecución. Se trata también de las pulsiones sádicas dirigí-
EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO DE O A 5 AÑOS 107
106 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO

das contra el vientre materno y el temor de las represalias, así Durante el embarazo de la madre de Alice, las sesiones con-
como a la lucha contra la decepción materna por tener una hija tinúan. La madre de Alice sigue acompañándola aunque anu-
demasiado grande que la ha desgarrado. lando las sesiones. Alice está más tranquila, pero asténica y fuerte
La anorexia es impresionante por su dominio extremo. Alice en el dominio agresivo.
ha estado sumergida en sus angustias perseguidoras al rechazar el Estoy sorprendida por el cambio de su lenguaje. Ya no habla
alimento que su madre le ofrecía. El nivel edípico está presente como un adulto sofisticado, regresa, después encuentra un len-
de entrada, en la relación culpabilizada con el padre. Tirar los ju- guaje de niña. Me habla mirándome, ya no me da la espalda.
guetes de niño, es también poner a distancia la excitación de una Tomando la caja de juguetes, murmura: «la ca-caja, mi ca-
aproximación incestuosa con el padre. La posibilidad de ir a di- caja, yo tiro al cubo de la basura a los malos, los juguetes de niño,
bujar después de un juego desbordante es testimonio de una re- los ladrones de bebés». Ella tira los coches, los camiones y los
toma defensiva y eventualmente elaboradora después de un mo- aviones, el cocodrilo y el rinoceronte, los biberones. «Voy a ha-
vimiento pulsional regresivo. cerme mi casa yo sola. La bella rubia toca el violín; su marido, la
A propósito de la agitación maníaca, se piensa inmediata- flauta. Su hija solamente tiene un pequeño instrumento.»
mente en la depresión subyacente, pero también en la dificultad Después, instala los animales «en la hierba» (sobre el diván
para vincular tanto como para descargar la excitación y la coac- que es verde), con la abuela que los cuida, pero que no llega a
ción en la repetición. Alice manifiesta una evolución por su ca- llevárselos. Se vuelve hacia mí, con aspecto desalentado. Yo co-
pacidad de vinculación a través del juego y los desplazamientos mento la tristeza de una niñita que espera ser grande. «Por una
que él permite. vez, no me pones nerviosa cuando hablas. He liquidado a mi
Las situaciones de separación despiertan la angustia persegui- "doudou", y me preparo para el CP.»
dora y la angustia depresiva. La defensa maníaca está erigida con- Retoma su juego: los dos enamorados se van al extranjero. No
tra la pérdida: Alice abandona fácilmente a su madre, pero es hi- hay nada para beber. Pero los amigos piensan en ellos y aportan
peractiva, eufórica, verborreica, y me controla durante las la bebida. Se duermen: «qué haré yo sin ti, tú me eres indispen-
sesiones utilizándome como una parte de ella misma. Yo no po- sable ... Alguien va a morir esta noche». Yo le recuerdo el con-
día tener una actividad propia, todavía menos hablarle. En cada ílicto entre su miedo de perder a su madre y su deseo de desha-
separación, Alice ha podido pasar de la defensa maníaca a una cerse de ella. «Ahí, tú me enervas un poco.» Ella ordena todos los
posibilidad de representación simbólica. Para abandonar a su ma- pañuelos con cuidado en una envoltura que mete en su carpeta
dre, abandonarme al final de las sesiones y en el curso de las va- de dibujos, después ella mete todo en un armario que cierra cui-
caciones, después de cada etapa, ella ha encontrado una repre- dadosamente con llave. Se inquieta porque encuentra que los
sentación gráfica: desde el principio el escondite con la madre y muebles han cambiado, después me pregunta si mis cabellos no
yo, después sola conmigo, 1.2.3. Sol, de los juegos que hacen des- han cambiado. Yo le pregunto si ella teme que yo esté embara-
aparecer y reaparecer al objeto. Más tarde, las envolturas han con- zada como su madre. Ella asiente y reencuentra su dibujo de gato,
tenido los pañuelos que ella me cogía para hacer las mantas para me dice que él hace caca.
los niños de sus personajes, finalmente, los dibujos han llenado Los juegos de Alice son las prolongaciones del juego de la bo-
una función transicional, en particular, el dibujo de un gato en bina. Winnicott habla de un estado de inquietud cuando aparece
la víspera de una separación dolorosa con la que ella quería ha- la preocupación en relación con el objeto anteriormente maltra-
cerme adoptar un gatito que ella pensaba que estaba abandonado . tado. ¿Se pueden destruir los objetos con el pensamiento? a con-
Ella insistía para poder llevarse a su casa a este pequeño animal dición de poder renacer, de permanecer intacto a pesar de los ata-
que yo mantendría conmigo durante su ausencia. ques. Alice no está preparada para renunciar a la omnipotencia
108 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO

del pensamiento. Es una creencia necesaria para el desarrollo del CAPÍTULO TERCERO
pensamiento del niño, una investidura narcisista rica en posibi-
lidades creadoras. Pero aquí es a la inversa de su desamparo. El
nacimiento de otro niño ha sido traumático para ella.
Winnicott dice incluso que el impacto traumático de un
acontecimiento depende de la capacidad materna para contener
y filtrar las excitaciones. Los cuidados maternos apuntalan la EL JUEGQ EN PSICOTERAPIA
idealización del pensamiento, pero ayudan también a su organi- EN PERIODO DE LATENCIA
zación progresiva hacia la prueba de realidad. La defensa maníaca Y DE ADOLESCENCIA
ANNIE ANzrnu y SrMONE DAYMAS*
es un refugio en la renegación y la omnipotencia imaginaria, con-
tra una depresión que no puede simbolizar nada. El tratamiento
pretende ayudar a Alice a constituir un «objeto depresivo», que
sustituye al objeto perdido, y a introducir ese tercero que hace
pensar que la madre ausente, la que frustra, es portadora de un
deseo que no se dirige al niño, sino a otro. El papel del padre es Cuando se imagina a un niño que juega, la primera cuestión
esencial en el proceso de separación. Los juegos de Alice van a que se plantea es la edad del niño. La imagen que se forma en nos-
abrirse rápidamente sobre los argumentos de escena primitiva y otros es esencialmente diferente si tenemos en la cabeza al peque-
los conflictos de la neurosis infantil. íito, a un niño en edad escolar, a un niño que alcanza la puber-
t :id, a un chico o a una chica. Entre los catorce y doce años, toda
Alice reacciona tanto a la ausencia de su madre, que se ha
marchado a dar a luz, como a la emoción ambivalente materna la vida del niño está ocupada por el juego, incluso si su vida social
en relación con la pérdida. La dificultad de la madre para ser se diferencia poco a poco.
abandonada marca todas las etapas de la relación. El nacimiento, Durante las sesiones de psicoterapia, el niño juega ante «un
el destete han puesto en duda la capacidad de soledad de la ma- público», quiero decir ante un testigo de los movimientos psí-
dre. Es una etapa crucial para una madre la de «dejarse abando- quicos, de las emociones, de las relaciones que escenifica por su
nar». El bebé que se desvía de ella y busca otras satisfacciones le juego. El juego es «una narración» como lo piensa L. Danon-
inflige una herida narcisista. Boileau, y no cuenta las mismas cosas, ni del mismo modo,
que el niño esté todavía próximo de su fantasmatización
precoz, o de las identificaciones secundarias, que ha integrado ya
·n su yo.

* A. Anzieu ha redactado los epígrafes: «l. Período de latencia y/o posi-


ción de latencia», «2. Latencia e inhibición», «3. Los juegos en la edad de la la-
tencia»; S. Daymas ha redactado: «4. El juego en la psicoterapia del adoles-
cente».

[109]
JJO EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO EL JUEGO EN PSICOTERAPIA EN PERÍODO ... 11 I

se explicaría la adaptación al aprendizaje escolar y a la vida so-


l. PERÍODO DE LATENCIA yfo POSICIÓN DE LAfENCIA
cial. Pero ello supone que esta detención puede no ser más que
parcial y marcarse por una regresión, o quizás el aumento de la
Entre los cinco y diez años, se dice, desde el punto de vista represión. Frecuentemente, el yo se defiende pues de las pulsio-
de su desarrollo psíquico, que está en período de latencia. Yo in- nes inquietantes por la regresión, lo que va a aparecer en el pro-
tento enfocar aquí algunos puntos de vista sobre esta situación y ceso analítico y en los juegos del niño. La sexualidad desviada ha-
lo que de ello se deriva durante una psicoterapia. cia el yo e investida en forma de masturbación, es culpabilizada
Los juegos de los niños cambian con su edad. El discurrir de y provoca una intensificación de la represión favorable al apren-
una psicoterapia nos ofrece un resumen a veces sorprendente dizaje.
de esta evolución. El niño que viene al análisis en la edad de la- Karl Abraham, al contrario que Freud, hacía del período de
tencia padece síntomas que, en general, denotan un retraso de su latencia una edad en la que el niño está en equilibrio interior y
desarrollo afectivo. La mayor parte del tiempo, se puede com- adquiere la posibilidad de adaptarse a las exigencias de la reali-
probar que el paso de las posiciones precoces y edípicas no se ha dad. Se ha pensado, teniendo en cuenta los decenios, que era di-
realizado completamente y que algunas partes del yo no han ma- fícil, sino inútil, intentar una psicoterapia con el niño en edad de
durado al mismo tiempo que las demás. Incluso si, por algunos latencia. Se practicaba, sin embargo, con numerosos argumentos
aspectos de su yo, el niño puede parecer hipermaduro, por ejem- «teóricos», en caso de fracaso o de dificultad particular, lo que ja-
plo, va muy pronto a regresar con ocasión del apoyo que le pro- más ha faltado. Pero algunos analistas rechazaban utilizarla con
porciona el proceso transferencia!. Las defensas patológicas se de- niños de una decena de años. Es verdad que la posición de la-
rrumban poco a poco para ser reemplazadas por una represión tencia desemboca, en torno al décimo año, en la entrada en la
eficaz. El niño que mantiene un discurso de adulto, o que dibuja prepubertad. Esta situación C<l.mbia evidentemente la relación
inteligentemente, frecuentemente jugará como un niño más pe- niño-adulto. El joven paciente, en la sesión, abandona poco a
queño que su edad. poco el juego por el dibujo, después por el discurso. La impor-
Por otra parte, algunos niños empiezan una terapia en un mo- tancia y la valorización actuales de la escolaridad así como el des-
mento en el que todavía no han alcanzado la posición de laten- pertar del interés de los profesores por la vida psíquica de sus
cia. Sus síntomas frecuentemente son la señal de una fijación a alumnos, han provocado un aflujo de niños hacia la psicoterapia.
un estadio de su desarrollo que les impide abandonar los benefi- Los fracasos escolares de todas clases, los comportamientos difí-
cios narcisistas obtenidos gracias a los síntomas (fobia, enuresis, ciles o inquietantes suscitan la búsqueda, para los niños que la
por ejemplo). Es entonces cuando la terapia dará la ocasión de sufren, de soluciones de las que el análisis forma parte, lo mismo
ver como se manifiestan varias formas de juegos que, la mayor que numerosas terapias que se inspiran más o menos en él. El des-
parte del tiempo, desembocarán en el uso del dibujo, después en amparo psíquico puede encontrarse en cualquier edad de la vida
el discurso. y provocar la angustia. La regresión y la represión permiten en-
Este período de la vida del niño, llamado de latencia según la tonces encontrar un equilibrio interior de espera que reproduce
expresión de Freud, plantea pues el problema de saber en qué la posición de latencia experimentada en la infancia.
consiste el estado psíquico así designado. El analista no se interesa ante el fracaso escolar en sí mismo,
Freud ( 1916) veía ahí una detención del desarrollo sexual como lo sospecha C. Arbisio-Lesourd (1997, pág. 79), como
coincidiendo con el final del conflicto edípico y que permitiría tampoco no debe dejarse influir por la forma de los síntomas de
al niño investir nuevamente los objetos, considerados como los su paciente, cualesquiera que sean o incluso por las reacciones
reemplazantes sublimatorios de los primeros objetos de amor. Así de su entorno. En revancha, le atañe el sufrimiento que revela el
112 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO JUEGO EN PSICOTERAPIA EN PERÍODO ... JJ 3

síntoma, sufrimiento simbolizado y amplificado por el síntoma gracias a las posibilidades de cambiar a esta edad es otro motor
mismo. Este estado de cosas y la supuesta urgencia de una inter- del éxito terapéutico. El niño que juega experimenta las satisfac-
vención sobre un eventual retraso cogido por el desarrollo inte- ciones de poder representar, ante un espectador acogedor y com-
lectual en el niño en la edad escolar, produce situaciones extra- prensivo, los conflictos que le valieron las heridas narcisistas fre-
ñas, tal como la multiplicación simultánea de terapias que corren cuentes. La proyección, en el juego, sobre los personajes y las
el peligro de disminuir la evolución transferencia! tanto para el .s ituaciones ficticias, desculpabiliza los afectos, las intenciones
niño como para el analista. Es verdad que los síntomas que pulsionales, la escenificación de los conflictos, los desdramatiza y
se manifiestan en la inhibición de las capacidades intelectuales son da al yo una parte de placer para funcionar libremente. La expe-
a la vez característicos de la edad de latencia y relevantes por riencia de las terapias de niños en edad de latencia permite com-
su eficacia ansiógena sobre el entorno. El auroerotismo que sucede probar su evolución hacia una simbolización que se libera de la
a las manifestaciones del acceso edípico es característico de lo que sensorialidad sincrética. Los juegos que conciernen al cuerpo más
yo prefiero nombrar posición de latencia. Las transformaciones o menos directamente, como los de Léonide o de Christian (Ca-
que se realizan en el niño entre cuatro y doce años aproximada- pítulo cuarto), van a evolucionar poco a poco hacia las represen-
mente son francamente manifiestas e influyen en la imagen que taciones más simbólicas. El niño reemplaza el contacto directo con
da a los adultos, de forma diferente en nuestra época de lo que los objetos de amor o sus sustitutos por la figuración sobre los ob-
era en la época en la que Freud descubrió la sexualidad infantil. jetos representativos de esos primeros objetos o de sus imagos.
Latencia significa que algo está en suspenso. Esto puede ser el des- El proceso interno que conduce a la simbolización utiliza de
arrollo sexual o sus reorganizaciones durante la vida. Puede ser manera importante las modalidades anales y las construcciones
también el movimiento depresivo que desencadenan esas reorga- obsesivas. La censura se convierte en el actor de la simbolización.
nizaciones inevitables y las renuncias que determinan. Es por lo El superyó adquiere más eficacia contra la sensorialidad de la
que la noción l<leiniana de posición me parece que conviene a la tierna infancia. La simbolización desarrolla entonces la expresión
situación que Freud ha descubierto en el niño como una «laten- de los conflictos que se movilizan en el espacio psíquico del niño,
cia» y que se renueva cada vez que la realidad coacciona al yo. entre la prevalencia del superyó y las pulsiones libidinales. La cul-
Esta concepción puede acercarse a la de Paul Denis que nota la pabilidad es uno de los desencadenantes de la simbolización que
reorganización narcisista que provoca inevitablemente la deca- abstrae al cuerpo. El símbolo constituye una huella que el juego
dencia edípica. Este aspecto de la evolución del yo entraña las in- no permite siempre confirmar. El movimiento del juego debe ser
vestiduras objetales nuevas que desembocarán, al final de la pu- tomado como huella transferencia! de los movimientos afectivos
bertad, en una nueva crisis de separación de los objetos de amor que él representa. El juego solamente deja huella material cuando
primarios edípicos. La desinvestidura por el niño de los objetos compromete al niño en la construcción. En ese momento, el jo-
edípicos le lleva a un narcisismo que se acentúa al mismo tiempo ven paciente demanda la conservación de un elemento impor-
que libera los intereses hacia el exterior. El narcisismo que inviste tante de sus juegos en la sesión: moldeado, encolado, construc-
entonces la capacidad de pensar es sin duda uno de los elemen- ción elemental, que servirá de localización en una próxima
tos «cultivados» en la transferencia durante una psicoterapia. Las sesión. La huella que se materializa después, frecuentemente se
identificaciones con el adulto sabio que se percibe en el juego (juego pierde o se transforma en el curso del juego. Las modalidades
de pareja, jugar a la escuela, hacer como en la escuela, juego del anales del juego, que funcionan aquí en el modo de la retención,
ahorcado) son la señal de una posibilidad de desplazar la rivali- son del orden de la memorización de los símbolos. Como lo hace
dad edípica, vinculada con la escena primitiva, sobre un deseo de el analista desde el principio del tratamiento, el niño va poco a
saber adaptado a la vida social. El beneficio sentido poco a poco poco a retener los momentos de sus juegos durante las sesiones.
ll4
EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO /•,'/, JUEGO EN PSICOTERAPIA EN PERÍODO ... 11 5

Esta memorización concreta el vínculo que tiñe la transferencia, 1ico, de la edad de latencia. Sin duda una especificidad de esta
creando un contenido para el marco-envoltura que representan posición es la de encontrar la dificultad, o la imposibilidad, de
la continuidad y la regularidad de las sesiones. Algo queda en es- :tbandonar las posiciones arcaicas y/o edípicas y la de hacer frente,
pera, en latencia, una parte de sí mismo se reserva para transfor- en esta circunstancia, a los movimientos depresivos que acompa-
marse. b n el acceso a la realidad. Si estas posiciones primarias han sido
En esta atmósfera de estabilidad puede establecerse en el niño suficientemente elaboradas, el niño puede jugar con sus fantasías
el proceso de latencia. Las renuncias indispensables a su madu- y aceptar el encuentro con la frustración en la realidad. Lo que
ración se hacen menos ansiógenas por la capacidad que se des- necesita de las reorganizaciones psíquicas cuyo proceso de sepa-
encadena para nuevas investiduras. El superyó pierde su poder ración puede ser considerado como el paradigma.
terrorífico sobre la libido. La analidad evoluciona hacia la geni- Para Freud (1926), «el síntoma sería el signo y el sustituto de
talidad. Las pulsiones sexuales se subliman poco a poco par- una satisfacción pulsional que no ha tenido lugar; sería un resul-
cialmente en beneficio de las pulsiones epistemofílicas. El equi- tado del proceso de represión» . Esta proposición tiene como con-
librio interno del niño aparece en esos juegos más constructivos secuencia dos hipótesis: la primera sería que el síntoma, sustituto
y simbolizadores, que derivan hacia el dibujo, como lo veremos de satisfacción, aporta beneficios secundarios a aquel que lo pro-
con Elisa, después hacia el uso de la palabra. El niño alcanza en duce; la segunda que la represión no tiene aquí efecto adecuado
ese momento la situación analítica clásica. Frecuentemente para entrañar un progreso de la organización psíquica.
tiene suficiente espíritu y humor para continuar jugando, con Es por ló que nosotros encontramos tanto a los niños que no
las palabras. se atreven ni a moverse ni a jugar, como a los niños nerviosos e
inestables, cuya excitación manifiesta el temor de perder su pro-
pia vida. El síntoma se ha convertido en la expresión persistente
2. LATENCIA E INHIBICIÓN
de una defensa de supervivencia. En la edad de latencia, el niño
vive pues lo que yo considero como una nueva «posición» , en el
No es ciertamente sin razón que después de Más allá del sentido kleiniano del término, un movimiento que reproducirá a
principio del placer (1920) y El Yo y el Ello (1923), Freud se in- lo largo de la vida, donde el yo elabora los mecanismos de de-
quiete por la patología de la inhibición (Inhibición, síntoma y fensa inhabituales contra las angustias que surgen de una nueva
angustia [ 1926]). Designa entonces la inhibición como un sín- represión de la libido, y de su conflicto con las pulsiones de
toma, la limitación patológica de una función. muerte. La ausencia de saciedad, en forma de frustraciones in-
Ahora bien, para los analistas de niños es evidente que ese sín- evitables, debe reinvestirse. «Porque en la vida psíquica, nada es
toma es uno de los más difundidos y causa de consultas en sus definitivamente adquirido y frecuentemente todo debe ser retra-
jóvenes pacientes. Ya sea que alcance, como Freud lo estudió en bajado y restablecido» (Gammil y Athanassiou, 1982, pág. 141).
el adulto, la alimentación, la motricidad; ya sea que se acuse a los Cuando Freud busca comprender las vinculaciones entre la
comportamientos esfinterianos (encopresis, enuresis) y, sobre inhibición y la angustia no se le escapa que los signos sintomáti-
todo, al funcionamiento intelectual. La inhibición es entonces cos particulares en cada paciente son simbólicamente representa-
productora del fracaso escolar, manifestación frecuentemente re- tivos de la enfermedad propia de cada uno. Y también que cuanto
tenida por el entorno actual como causa de inquietudes sociali- más aumenta la erogeneidad motriz u orgánica en el sujeto, más
zadas más que como resultado de las angustias del niño. atacada está la disposición funcional.
Cuando la inhibición se manifiesta en las formas que acabo En consecuencia, se puede comprender la posición de laten-
de citar, aparece como un síntoma muy sensible, sino caracterís- cia del niño como una pausa funcional que se une a los movi-
!O . JUEGO EN PSICOTERAPIA EN PERÍODO ... 117
776 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO

miemos psíquicos importantes al servicio de la libido. Cuando de latencia hace sitio a los procesos de represión que
esos procesos no pueden liberarse de las posiciones arcaicas o pre- ,t minoran la potencia de las pulsiones y desvían la energía hacia
genitales, por razones exteriores o interiores, el yo regresa y en- rl pensamiento y los procesos de identificación y de sublimación.
cuentra los estados depresivos de los que solamente puede libe- Durante las sesiones, el juego procede a la selección de las re-
rarse en un modo patológico. 11rcsentaciones y de las acciones posibles. «Hacer como si» per-
El compromiso ·sintomático es frecuentemente la solución del 11 ti te actuar sin consecuencia real lo que los deseos o las pulsio-

conflicto con el superyó. La inhibición es su ejemplo típico: las exi- lt l:S sugieren al yo. Es también el medio de crear los objetos y
gencias exteriores entran en oposición con las necesidades internas l'SCenas que procuran al yo la ocasión de medirse con las prohi-
y el yo se defiende por la regresión. El síntoma que se manifiesta en bi ciones y con su representante, el psicoanalista. Todo lo que
cualquier parte del psiquismo es el lugar del conflicto, o la elección puede vivirse es posible pero solamente se produce de forma fác-
que ha podido hacer el yo para expresar su debilidad. Cualquier cosa 1ica, jugada por el sujeto que lo vive. La realidad del yo se está

de la evolución psíquica del niño está en espera de solución. El sín- h:iciendo. Los beneficios afectivos conquistados gracias al sín-
toma solicita la ayuda de la impotencia infantil. Esta espera puede 1oma se deben reemplazar por la reconquista de las capacidades

llamarse «latencia» y reproducirse en el curso de la vida, cuando los 1k creación del yo. Los sentimientos de castración, de impoten-
acontecimientos provocan un proceso depresivo y la necesidad de r ia, de desvalorización del yo son escenificados en los juegos que
reorganizaciones psíquicas importantes, por ejemplo, la situación permiten una interpretación transferencial gracias a la cual el
de duelo. El juego del ahorcado, durante algunas terapias, es el niño puede renunciar a la megalomanía que mantiene esos sín-
ejemplo de lo que puede permitir elaborar ese proceso por la pro- to mas.
yección sobre el analista de la culpabilidad por los deseos de muerte, Lo que se manifiesta en el juego representa sin duda los re-
de la angustia de las representaciones sádicas, y de la incertidumbre nterdos en potencia para el porvenir del niño. El juego forma la
en cuanto a la salida del juego de la vida. trama de las construcciones del yo, eliminando poco a poco
b s angustias precoces para dejar el lugar al conflicto edípico y a las
La psicoterapia en esta edad consiste pues en la búsqueda de rnluciones variables para el yo del niño. Antes de poder elaborar
nuevas vías para salir de una crisis vinculada con el conflicto edí- s11s conflictos, el niño en posición de latencia parece retomar
pico y permitir la entrada en la adolescencia. Es un período de .di ento en el proceso analítico para llegar a pensar. El período de
duelo y de maduración. En la cura, el juego ofrece al niño los l:1tencia podría caracterizarse por una posición del preconsciente
medios para proyectar sus excesos, de los que forma parte el ana- t· n formación, el juego sirve de intermediario entre el incons-
lista y de los que no se teme la retaliación. La excitación desen- r iente invadido por las acumulaciones traumáticas y la toma de
cadenada así se manifiesta, durante el período de latencia, por la rn nsciencia de la identidad del yo y de sus conflictos.
agitación motriz excesiva que es una causa de consult'.1 al menos Así, cuando comprobamos los efectos patológicos de la inbi-
tan frecuente como la inhibición motriz e intelectual. Si el su- hi ción, como lo veremos por ejemplo en Jules y Lucia (Capí-
peryó está siempre presente en la persona del adulto/analista, la tulo quinto), sabemos también que esta inhibición está provo-
solicitud de éste le permite suavizar las imágenes superyoicas gra- cada por la actividad intensa del superyó que, además, permite
cias a las proyecciones que autoriza el juego como lo veremos en d pensamiento reprimiendo y desviando las investiduras surgidas
Laura (Capítulo quinto) . El niño utiliza los representantes lúdi- de la libido narcisista. Este proceso de derivación de las investi-
cos para construir las relaciones defensivas a la potencia super- duras se construye en una gran parte durante la posición de la-
yoica. Él puede repetir su juego, sin peligro para perlaborar los tencia donde las identificaciones parecen desencadenarse. Lapo-
conflictos que así representa y establecer los límites de su yo. La sición de latencia procura al niño el retraso necesario para poner
118 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO 119
/'.' /, JUEGO EN PSICOTERAPIA EN PERÍODO ...

en funcionamiento los procesos secundarios que serán fuente de motricidad muscular. Un desplazamiento real o figurado está
pensamiento, cuando la influencia del superyó se disminuye y re- en la base. Como en el mikado, el ajedrez o el ahorcado.
construye. El yo encuentra entonces el tiempo de saber cómo 1:.1 gesto es siempre medido, la acusación del cuerpo muscular y
moderar su búsqueda de placer para permanecer en una situación está reducida a su mínimo. En la situación analítica, ese
menos conflictiva con sus objetos. Durante la cura del niño, los co mportamiento evoca la represión pulsional, la reserva de la
procesos depresivos que acompañan la renuncia a la posesividad rnergía en beneficio del pensamiento. Ahí está un resultado.
primaria son una prueba para el yo. En su regresión, éste se apoya Hemos visto con Christine Anzieu-Premmereur la aparición
en la posición paranoide para establecer un sistema proyectivo, del juego en la situación de psicoterapia y las primeras fases de
«Única modalidad primitiva para conocer al prójimo», como lo su evolución. Es evidente que yo no pretendo enumerar todas las
escribe Melanie Klein. El niño que juega durante la sesión puede l()fmas de juegos que los niños pueden utilizar en nuestra pre-
ejercer de forma ficticia sus proyecciones paranoides. El analista sencia, mi terreno era más bien el del período llamado de laten-
podrá así interpretar las proyecciones de manera soportable gra- ·ia. Esta época de la vida es plenamente la del juego.
cias a la distancia que permite el juego entre el yo y los objetos Se observa, desde el principio, cuán próximo está el niño de
de su deseo. sus fantasías cuando juega. La fluidez asociativa, tan constante
La posición paranoide permite salir de la depresión por el ac- ·orno puede serlo la insistencia repetitiva, con sus marcas tanto
ceso a una personalización reestructuradora frente a la materiali- :orno los contenidos fantasmáticos . Por supuesto, esta proximi-
dad de los objetos externos y a su resistencia a la asimilación por dad disminuye con la edad bajo el efecto de la censura y de los
el yo. Sigue la posición de latencia, durante la cual la inhibición aprendizajes.
de las pulsiones por el superyó es utilizada para minimizar el su- En los más jóvenes, el cuerpo se utiliza directamente, tanto el
frimiento de la castración. Ella es también la limitación necesa- del analista como el del niño. El cuerpo es el lugar del juego,
ria que el niño encuentra en este período de su vida y en eso la como lo veremos con Christian (Capítulo cuarto) y Laura (Ca-
psicoterapia es el medio de dosificarla y de elaborar su impor- pítulo quinto). El efecto de la censura se pone en práctica en al-
tancia. El juego es un medio para organizar los límites del yo de gunos. En otros, la simbolización aún falta: la motricidad es el
manera casi funcional. medio de expresión más inmediato.
El juego compromete siempre la motricidad, que él utiliza y Poco a poco, el niño utiliza los objetos intermediarios, por-
desplaza de un sustituto corporal. Incluso en la delicadeza de al- tadores de sentido por ellos mismos y por las relaciones en las
gunos juegos, aparentemente inmóviles, como el ahorcado, el aje- que él los sitúa. La sensorialidad permanece como uno de los ele-
drez y algunos otros, el cuerpo sensorial es puesto en duda y cada mentos de elección de las cosas: la plastilina es el material de pre-
gesto evoca la emoción del todo el cuerpo. Es siempre la proyec- dilección. Gracias al contacto táctil y a la maleabilidad del mate-
ción de la excitación vinculada con las zonas erógenas. rial, el niño puede modificar su producción en función de las
variaciones asociativas. La oralidad, la analidad y la sexualidad in-
fantiles encuentran ahí una posibilidad de representación móvil
3. Los JUEGOS EN LA EDAD DE LATENCIA y muy satisfactoria para el niño. Los juegos con un material más
realista y evocador son a la vez muy variados y expresan los con-
Es notable que, cualquiera que sea la edad del jugador, lamo- flictos entre los objetos internos del niño y los conflictos repre-
tricidad está comprometida en toda actividad lúdica. Incluso si sentativos de las relaciones sociales. La transferencia es percepti-
la finura de un juego parece incompatible con los movimientos ble en la intencionalidad de las elecciones y de las relaciones
del jugador, ese juego supone una concentración que inhibe la simbólicas establecidas entre los objetos. La vida cotidiana se di-
120 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO JUEGO EN PSICOTERAPIA EN PERÍODO ... 121

ferencia poco a poco del juego, y el juego, durante la sesión, del de los chicos. Las chicas llegan con su cuerda de saltar, juegan a
juego en la vida social. la rayuela, no sin ejercer así el autoerotismo en el que el analista
Aparecen entonces los juegos de construcción, de fabricación es frecuentemente el objeto fantasmático. A los chicos les gusta
(papel, cola, tijeras), de escenificaciones variadas y rápidamente el fútbol, las canicas. Unos y otros nos ponen al corriente de los
cambiantes a veces bajo el impacto de una angustia evocada. La j11egos de moda (canicas, boxeo, yoyós, juegos electrónicos) que,
mayor parte del tiempo, y para gran tranquilidad del terapeuta, rn mo el ahorcado o la batalla, son muy pronto la ocasión para
esos juegos se comentan verbalmente. Cada cosa es un elemento penetrar en un nuevo modo de relación. Los juegos de sociedad,
del juego que representa un punto inicial de asociaciones. El ar- :1 menudo impuestos al analista, solamente son señales de resis-
gumento del juego nos los hace perceptibles. Pero cada cosa so- 1encía. Manifiestan, entre otras cosas, un deseo de compartir los
lamente es representativa subjetivamente, es decir, como ele- intereses y a menudo de constituir un vínculo con la vida familiar.
mento de transición, de comunicación entre los dos compañeros Se puede pensar que cuando la oralidad, después la analidad,
del juego: el niño y el analista. Así, Antoine me traerá su corde- han sido suficientemente integradas, el niño evoluciona hacia el
rito a cada sesión, al final de un largo tiempo de juego destruc- dib ujo excluyendo las ocupaciones lúdicas. El dibujo, a menudo
tor. Los juegos con agua, a los que, por ejemplo, se dedicará el .1compañado de la palabra, de la escritura, es el signo del aban-
niño con el pato, a menudo forman parte de un momento de do no de la sensorialidad primaria, y del deseo de dejar su propia
evolución espantosa para el analista pero enriquecedora para el huella, lo que no hace el juego. La genitalidad aparece en esos
niño en la concepción de su identidad corporal primero, y final- nuevos modos de expresión donde las pulsiones sexuales y agre-
mente psíquica. Los personajes, en revancha, sirven a los niños sivas son sublimadas poco a poco, y ponen en función las ten-
de los dos sexos para expresar las fantasías vinculadas con la es- dencias epistemofílicas que se desarrollan si la posición de laten-
cena primitiva bajo las formas imaginarias de las teorías sexuales cia se instala normalmente. ·
infantiles.
Cuando el niño añade la palabra al juego, ya sea en forma de
diálogo entre los personajes, ya sea bajo la forma de comentarios, 1. EL JUEGO EN LA PSI COT ERAPIA DEL ADOLESCENTE
orienta su sentido. Es un medio de imponerse, mientras que las
manipulaciones de objetos pueden ser interpretadas mucho más El juego, expresión de la cultura, es característico de toda es-
libremente por el analista, y de forma más próxima de la fanta- 1ructura social. Es indisociable de la infancia; el niño lo ha in-
sía, como lo veremos con Luc por ejemplo (Capítulo séptimo). ventado en su forma condicional: «Tú serás el papá, se dirá que
La palabra reduce el campo simbólico. l:i butaca es el coche.» En este estadio, esta actividad lúdica real-
Algunas veces, el diálogo forma parte del juego, es solicitado mente vivida no cesa jamás de ser reconocida como ficticia.
por el niño, que frecuentemente en este caso busca dominar el Freud, en el fort-da del juego de la bobina, describe el com-
discurso y el pensamiento del analista. El diálogo tiene entonces po rtamiento activo del niño frente a la ausencia de su madre y su
una tendencia interpretativa y necesita una gran reserva. do minio sobre el afecto penoso. A. Anzieu lo ha desarrollado en
El curso del proceso entraña una evolución hacia la simboli- s11 historia. En Pegan a un niño, la escena se juega ante un espec-
zación cada vez más abstracta que frecuentemente se acrecentará 1ador, los papeles se invierten; en el segundo tiempo del argu-
con las adquisiciones y las coacciones escolares y sociales. mento, inconsciente, se está en el lindero de la función simbólica.
Las cocinitas no solamente son despiezadas, como lo hace An- Para Melanie Klein, el juego tiene función de organización de
toine (Capítulo sexto), sino que representan las preocupaciones 1:1 escena primitiva. Para ella, el estilo del comportamiento lúdico
familiares. Los coches son objeto de proyecciones preferenciales del niño anuncia el carácter que tomará su vida sexual. Y Win-
122 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO /<,'/ • .IUEGO EN PSICOTERAPIA EN PERÍODO ... 123

nicott ha dado al juego la función de crear el espacio de ilusión .tetas de escritura, poesía o grafitos, diarios íntimos y también
de donde se derivará toda creación. p:ilabras-actos dejadas a los padres en una atmósfera teatral. Los
El juego es pues un organizador universal; solamente pode- padres son comparsas de esta escena imaginaria, soporte de rebe-
mos seguir a Winnicott (1971) cuando dice: «una psicoterapia se 1ión, de rechazo, de escarnio, de admiración o de amor. Así el
tiene que hacer con dos personas que están jugando [ ... ] y .1d olescente en los momentos regresivos puede abandonar su pa-
cuando el paciente no se encuentra en estado de jugar, el trabajo pel un poco vergonzoso, de caricias o de confidencias, necesida-
del terapeuta ha de llevarle a un estado en el que sea capaz de ha- des nostálgicas, urgentes e irreprensibles. El espejo está ahí, siem-
cerlo». La utilización del juego y el fin que persigue el terapeuta pre solicitado. Su función es la de afirmar esta identidad vacilante
son diferentes según la edad. Ch. Anzieu Premmereur, en los tra- y también domesticar al doble, «inquietante extrañeza» de ima-
tamientos de los pequeñitos, trata de un juego que alía la pulsión ¡;c n que confirma el narcisismo primario al mismo tiempo que
con las diversas facetas de la sensorialidad de los objetos transi- ·s interrogación sobre la muerte. Poco a poco, el adolescente
cionales, y se interesa en la dialéctica que se establece «entre la .i cepta abandonar en parte sus costumbres de teatro; los oropeles
relación con el objeto y su utilización» (1997). La presencia del de la megalomanía infantil engañadora y alienada están trocados
terapeuta crea esta función simbolizable. por un hábito personal, marcado por un sujeto que asume sus
Más tarde, el niño descubre la alegría de fingir, la posibilidad gustos, su creatividad, su vida afectiva, pero también confrontado
que tiene de apoderarse de los objetos edípicos en el período de rn n una realidad social difícil y con una sexualidad despoetizada
latencia, dice A. Anzieu, «el superyó pierde su poder terrorífico por el temor de las enfermedades sexualmente transmisibles.
sobre la libido» . El adulto continúa jugando, aunque se defienda de ello con
La posibilidad, en este estadio, de jugar con el terapeuta, no un a cierta vergüenza, porque «eso no es serio». Siempre tiene un
lo critica el niño. Para él es una expresión liberadora cuyo sim- papel que jugar, y siempre puede entrar o salir de su papel, ele-
bolismo está en el contenido, pero la actividad evolutiva de su gir, atribuir o imponer un papel, y meterse en la piel de un per-
pensamiento estará determinada por la respuesta del psicoanalista Pero desvía el placer inherente a la fantasía y a la apa-
que interpreta en la transferencia la relación afectiva y la des- riencia en una actividad anal constructiva en los juegos de
tructividad. ·ompetición, con las reglas y los códigos: juegos deportivos, jue-
A. Anzieu precisa que «las proyecciones se hacen soportables, µos de cartas, juegos programados en el ordenador.
gracias a la distancia que permite el juego entre el yo y los obje- Así pues, cuando uno se sirve del juego en el adolescente para
tos del deseo». tener una acción terapéutica, ese juego es diferente. La diferen-
¿Qué sucede con el juego en el adolescente? Igual que el cia esencial es la participación del yo del adolescente que sabe que
adulto en su cuerpo sexuado, ensaya su personaje en múltiples va a proponer una ficción, que va a hacer un psicodrama, pres-
papeles, se da en espectáculo, en representación. Se busca en la t:irse a un argumento. Su elección es consciente: «usted va a pro-
mirada del adulto o en la de sus iguales, dudando entre actuar su poner un tema de juego y nosotros lo jugaremos con usted». Él
sexualidad o permanecer pegado a su sexualidad infantil. Sus ex- rn mprende confusamente el fin porque algo en él está en reso-
periencias vividas, sobrecargadas de narcisismo son los argumen- nancia con el placer de una época pasada en la que el juego era
tos fugaces. Ritualizados, los deportes de equipo, las competicio- 1111a solución aconflictual para un acontecimiento más o menos
nes absorben las transformaciones corporales, le hace falta una 1raumático.
expresión ruidosa para una plena satisfacción. La descarga motriz Se repite pues con complacencia (que sorprende siempre) y
se convierte en acción después en acto pensado. El pensamiento l'recuentemente con una verdadera cooperación y un deseo de
que se busca tiene necesidad de palabras nuevas, de discursos, de comprender. Enseguida está como atrapado en una trampa de fe-
124 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO

nómenos identificatorios, la respuesta de los adultos en el juego CAPÍTULO CUARTO


le aportan una visión de relaciones de objeto a la vez alejadas de
él, porque son una ficción, pero a menudo próximas de su
v1venc1a.
Así en los adolescentes cuyos procesos de pensamientos están
inhibidos o rigidificados, el psicodrama permite una liberación
de las imagos del inconsciente. LA FUNCIÓN DEL CUERPO
ANNIE ANZIEU

Los casos de los niños de los que nos vamos a ocupar ahora,
han sido tratados por mí misma o por terapeutas cuyo trabajo yo
he supervisado. Les agradezco por haber tenido confianza en mí
revelándome su experiencia con el material del niño, su manera de
·ntenderlo, sus perplejidades, sus desalientos a veces. Los comen-
1arios que he añadido aquí no son forzosamente los que se han pre-
sentado durante el trabajo en común con el terapeuta. Mi refle-
xión posterior ha modificado a veces o completado la comprensión
de las situaciones y del material que yo tuve en el momento.
Todo niño que juega delante de nosotros nos comunica las
d ificultades que le plantean en la vida sus conflictos inconscien-
1es. Sus disposiciones personales le hacen que trace para nosotros
un retrato que se modifica sin cesar, se construye y cambia vincu-
li ndose con aquello que se le parece y le extraña de nosotros.
Con este material vivo es con el que nosotros hemos refle-
xionado sobre la evolución que cada niño manifestaba en sus jue-
gos. Y cómo el juego de los niños durante sus sesiones, una gran
parte de lo que yo relato aquí, se me ha hecho personal.

1. LA IMPORTANCIA DE LA MOTRICIDAD

Una pintura célebre de Pierre Brueghel en 1560, juego de


niños, representa un vasto espacio donde decenas de niños se agi-
Lan con juegos múltiples, solos o con otros.
El pintor sería suficiente para probarnos que sensorialidad y

[125]
//\ FUNCIÓN DEL CUERPO 127
126 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO

motricidad están estrechamente vinculadas. Los órganos de los Los dos padres me parecen muy asténicos: El padre parece un
sentidos tienen una doble calificación de sensaciones y de accio- simpático chiquillo, capaz de dejar a Léonie toda libertad lúdica.
nes que constituyen los puntos organizadores del yo, en su rela- 1::1 también juega a ser papá, ante mí en todo caso. La madre pa-
ción con el cuerpo y la psiquis. Nos encontramos aquí con la rece jugar a las muñecas y no llega a liquidar con su hija un con-
problemática de la pasividad contra la actividad, y sin duda con 11 icto manifiestamente edípico. Aparentemente es muy inteli-
lo femenino frente a lo masculino, si conservamos la línea freu- gcn te bajo sus desórdenes de chica joven superada por la
diana. El ojo y la boca pueden ver o mirar, gustar o tragar y mor- si tuación. Parece que también soporta mal la falta de energía de
der. En revancha, la nariz, el oído y la superficie del cuerpo, la su marido, pero lo valora mucho en las relaciones amorosas.
piel son los órganos pasivos de los que solamente el yo, o el sí Durante nuestro primer encuentro, los cuatro, ya que la niña
mismo preexistiendo, pueden transformar la pasividad sensorial. pequeña es alimentada por la madre y no abandona en absoluto
La actividad motriz, la movilidad, a la que el mismo Freud con- ·I pecho, Léonie se tira sobre su padre, juega con su nariz, sus
cede una atención tan grande, aparece en su relación con la sen- orejas, su boca, se monta sobre él de múltiples formas, sin que él
sorialidad como la manifestación defensiva de la que dispone el proteste. Ella termina por pegarle salvajemente, lo que finalmente
pequeñito y el niño desamparado. provoca la protesta de la madre. Yo observaba con perplejidad la
Es también el signo de que el niño ha construido ya una parte megalomanía de la niña a la cual los padres parecían dejar libre
de sí mismo apta para luchar contra la pulsión de muerte, inhe- ·urso con cierta satisfacción.
rente a su propio estado y a veces impuesta por un entorno no- Esta demostración me pareció típica de la histeria desbordante
civo. El niño que no puede investir las actividades motrices se de una chiquilla de cuatro años. Acepté recibir a la niña, en un pri-
convierte en psicótico, sino en autista. Esta cuestión va a condu- 1ner tiempo con el padre que la acompañaba. La lejanía del domi-
cirnos muy evidentemente a enfocar la relación con el objeto sin cilio familiar solamente permitía un encuentro por semana, y debo
tener la pretensión de llevarla muy lejos. Dos casos de niños van confesar que mi desconfianza en cuanto a la alianza terapéutica por
a ayudarme a sacar a la luz este problema, Léonie y Christian. parte de los padres no me ha llevado a buscar obtener más.
Es notable que a partir del momento en el que puede cami- Sin embargo, al final de muy pocas sesiones, Léonie mani-
nar solo, un niño va a correr muy rápidamente cada vez que se lestó con energía la intención de estar sola conmigo. Yo estaba
desplace. La energía muscular investida en el desplazamiento del un poco inquieta del porvenir de mi espacio, pero confiada en el
cuerpo significa la importancia organizadora del placer motor. vínculo que parecía haberse establecido entre ella y yo.
Esta carrera perpetua se calma con la entrada en latencia y las Como yo me lo esperaba, la niñita quiso de entrada tirar todo
nuevas investiduras del pensamiento. por los aires en mi despacho, despreciando y deshaciéndose de
los juguetes y otros materiales infantiles puestos a su disposición.
Yo detuve inmediatamente la expansividad «Leonina», de la pa-
El cuerpo a cuerpo edípico: Léonie y el lobo labra y del gesto, diciendo que yo quería jugar, pero no me gus-
taba destrozar las cosas como ella intentaba hacer con papá, como
Léonie tiene un poco más de cuatro años, cuando los padres si estuviera colérica, porque él no era completamente de ella. Ella
me la traen a la consulta. A pesar de su juventud, tienen ya va- debía pensar que yo tampoco era completamente de ella, y ella
rios niños, de los que el último solamente tiene algunos meses. había evitado romperme por eso. Pero teníamos un gran rato para
Léonie ha reaccionado muy mal a este nacimiento. Es agresiva jugar y hablar juntas.
con el bebé, nerviosa e insomne. Rechaza comer, entrar en con- Léonie, a pesar de mis miedos, me escuchaba atentamente y sen-
tacto con los extraños y hace la vida dura a la familia. tada en el diván, reflexionaba. Después: «Entonces jugamos al lobo. »
128 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO /,/\ FUNClÓN DEL CUERPO 129

¡Debería habérmelo esperado! Yo: «¿Entonces, quién es el lobo?» porque la toma de notas durante ese género de sesiones es im-
Léonie, por supuesto, que quiso tirarse sobre mí siempre «apaci- posible en el momento, y la rapidez del movimiento es tal que la
blemente» sentada en mi butaca. La acogí sobre mí, sin moverme. fijación de los matices afectivos es difícil de realizar. De todas ma-
Ella se sorprendió, atrapa un almohadón que lanza por los aires neras, ahí no está el fin del trabajo del analista. Se trata mucho
y empieza así un juego en el que ella tiraba violentamente los al- más de descubrir la posición transferencia! del niño y de no de-
mohadones, se escondía, se acariciaba, mordía la tela. Su conti- jarse entrañar en el juego en cuanto tal. Conviene mantener su
nua excitación tenía mucha dificultad para ser limitada por mi atención sobre las reacciones contratransferenciales provocadas
palabra. Me parecía que todo contacto con la materialidad de una por este juego. Son ellas las que permiten descubrir el fin de la
cosa volvía a poner en vivo la fantasía que agitaba su cuerpo. Re- repetición emocional a la que el niño somete al analista. Y es
presentaba sus fantasías, sus descargas eróticas eran posibles en el bueno no verbalizar justamente lo que toca lo más adulto. Hay
contacto con las telas de mi propio cuerpo. Ese juego dura se- que tomarse el tiempo de diferenciar lo que ha emocionado al
manas. Yo aceptaba el contacto sin moverme, pero interpretando analista de lo que es doloroso para el niño que se defiende de esta
cada vez que lo pensaba posible y necesario, según lo que me pa- Íorma. Es frecuentemente mejor callarse y dejar pasar la carga
recía de recibo para la chiquilla. emocional.
Por supuesto, yo tenía cuidado en interpretar ya sea jugando En lo que se refiere a Léonie, sin abandonar jamás mi butaca
al lobo o al niño, ya sea verbalizando las interpretaciones más pro- yo jugaba al lobo. La chiquilla se deslizaba debajo, detrás, me lan-
fundas, y poco a poco, los acercamientos con lo que hemos vivido zaba los almohadones, pero ni una sola vez su agresividad fue otra
ella y yo, durante las sesiones en las que los padres estaban pre- que lúdica. Mi palabra era suficiente para desarmar la angustia
sentes. Me ha sucedido hacer alusión al sentimiento corporal des- que subtendía su rabia. Ella se sentía comprendida en su rebelión
pués de que el niño se había tranquilizado, y a las inquietudes que contra las privaciones edípicas puestas al día por el nacimiento
ese sentimiento evocaba en cuanto a los deseos de ser amado. Por de su hermana, y sobre todo mal contenidas por los padres de-
ejemplo que se tiene deseo de tocar a una mamá que se ama mu- masiado identificados con la niña.
cho y de ser tocada por ella, como cuando jugamos al lobo. Y tam- Mi «neutralidad» comprensiva se manifiesta por el hecho de
bién de tenerlo en la boca como la hermana pequeña. Esas iden- que sin moverme de mi sitio, yo podía ser el lobo o la niñita, y
tificaciones femeninas primarias me parecía que estaban actuando no estar jamás situada fuera de mis posiciones por los temores de
en esta búsqueda muy homosexual del contacto, incluso cuando devoración, cuando la niña toca regresaba, ni de violación o de
Léonie ponía a su padre en tela de juicio. intrusión anal o genital, cuando la excitación sexual se difundía
Después el lobo comienza a devorar sistemáticamente mi a toda la actividad de la chiquilla. Incluso si mi impasividad al-
vientre. Yo tuve la parte bella, en ese momento. La envidia des- guna vez fue puesta a prueba, jamás Léonie sobrepasa los límites
tructora, los celos hacia la mamá y el bebé, el retorno in utero, el del juego, algunas veces perverso en su excitación regresiva (le-
lugar de papá en mamá, todo estaba allí. Pero hacía falta meta- vantar mi vestido, querer desnudarme). Pienso que la libre ex-
forizar la imagen y construir una intervención muy corta para presión de su agresividad que he podido soportar, nuestros re-
que sea escuchada por Léonie, y no caer en lo que Ferenczi tan partos lúdicos en este tema, y la interpretación «bien templada»
justamente ha llamado «confusión de lenguas». Por ejemplo: de las fantasías y de las pulsiones edípicas han ayudado a Léonie.
«¡Oh! también está papá en el vientre», o incluso (alusión al re- Siempre ella cambia en algunos meses. Tenía un poco más de
chazo de alimento): «Si me como toda esta mermelada/ mamá a cinco años. Después de lo cual no la volví a ver. Mi distancia
mí también va a dolerme el vientre», etc. Me es muy evidente- contratransferencial e interpretativa ha permitido sin duda a Léo-
mente imposible relatar el texto exacto de mis intervenciones, nie fortificar su estructura psíquica suficientemente para sopor-
130 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO !A FUNCIÓN DEL CUERPO 131

tar la frustración edípica y prepararse para entrar en latencia, con de estructuración psíquica: el sentimiento oscuro de la duración,
todos los demás intereses además del lobo. Por su madre me en- entre las sesiones, vinculado con mi presencia y mi ausencia.
tero de que ésta se había ido al extranjero, con un niño de más, En torno a la sesión número treinta, después de tres meses
pero abandonando a su marido. Me agradecía. ¿La toma de dis- más o menos de encuentros, es cuando se presentaron las sesio-
tancia de Léonie en relación con su padre ha ayudado a la ma- nes que relato aquí.
dre a tomar ella misma las distancias? Ciertamente con el retroceso y la experiencia que he adqui-
rido a partir de esta época, comprendo más, y a veces de forma
distinta, lo que se desarrolla entre el niño y yo. Ignoro si esta di-
juego y psicosis: Christian y su coche ferencia hubiera podido introducir las modificaciones en el pro-
ceso y si el progreso de Christian hubiera sido diferente. Lo que
Muy diferente de Léonie, Christian tenía nueve años, ningún me importa aquí es comprobar qué material desvela la construc-
lenguaje salvo algunas palabras, más bien utilizadas en ecolalias ción de una actividad que se convierte en simbólica a partir de
que en relaciones con un objeto: papá-mamá se confunden, ciertas formas dadas al vínculo transferencia!. La vivencia inme-
mémé reconocía a su abuela, pipí designa a todo lo que fluye. Yo diata del niño en relación con el analista puede finalmente pre-
le veía tres o cuatro veces por semana, en el servicio en el que es- tender una apariencia lúdica.
taba hospitalizado «para observación», ya que en esta época, el
autismo no formaba todavía parte de las patologías psíquicas re-
conocidas. Por supuesto, yo solamente utilizaba con él, mis co- Sesión del 22 de noviembre
nocimientos del psicoanálisis.
Las carencias graves de ese guapo chiquillo eran el resultado Desde su llegada, Christian se pone a dar vueltas en redondo
de la psicosis de su madre que lo concibió con un hombre «pro- en la habitación, haciendo un ruido ronco con su garganta.
curado» y «remitido» por un pequeño anuncio, únicamente con Yo digo, por si acaso: «Tú haces el auto», para comentar la
la finalidad de un embarazo. El mismo niño solamente estaba in- acción y mantener el vínculo como lo hace Christian, y, con gran
vestido por esta madre como objeto de agresividad y de fobia. sorpresa para mí, Christian retoma: «Toto.»
La habitación en la que yo trabajaba estaba situada en un Baja los ojos, la mirada le es poco soportable. Y toda la sesión
cuerpo de edificios diferente de aquel en que estaba instalado el se la pasa dando vueltas así.
niño. Tuve la idea de que el vínculo que él había establecido in- Sin duda hubiera sido necesario que yo añadiera a mi breve
mediatamente conmigo podía estar más materialmente signifi- comentario una interpretación de transferencia, por ejemplo:
cado por los desplazamientos en común conmigo más bien que «Tú te quedas con Mme. Anzieu en un vientre que se mueve,
con el personal hospitalario. Para este fin, yo utilizaba mi pe- como el auto», o alguna cosa en el mismo sentido. Pero, no obs-
queño coche propio, imagen de un cuerpo que lo transportaba, tante, mi breve discurso había sido suficiente para mantener la
y en el cual estábamos juntos. Yo tenía también la ocasión de ha- relación figurada por el movimiento y su repetición obsesiva des-
blar de este tema durante nuestro trayecto. Muy rápidamente, tinada, pienso, a dominar la angustia de la separación. Hubiéra-
Christian manifestó su alegría durante nuestros desplazamientos. mos sido diferentes si él se hubiera detenido.
Pienso que he permitido así el establecimiento de una «proto-re-
presentación». Las enfermeras me contaron que él acechaba mi
coche por la ventana los días de su sesión. Se había establecido
en él un ritmo presencia/ausencia que sin duda fue un principio
132 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO JA FUNCIÓN DEL CUERPO 133

Christian continúa con su juego favorit;: corre en redondo


Sesión del 29 de noviembre con la silla haciendo un ruido de motor, se precipita encima de
mí pero sin tocarme. Esto es nuevo. Hasta ahora, él entraba bru-
Hubo dos sesiones intermedias durante las cuales utilizamos talmente en contacto contra mí.
la plastilina por primera vez. Digo entonces: «He aquí el gran coche malo. Yo no tengo
Christian me da la plastilina, dudo en confeccionar un per- miedo. El auto es también amable. Tiene ganas de entrar en su
sonaje; no responde a mis sugerencias: garaJe.»
Mi primera frase puede entenderse como una alusión a la
-¿Mémé? agresividad del niño contra la madre tumbada cerca del padre.
-Sí. Ahora, yo vería ahí, también el sentido de una intrusión por el
-¿Papá? pene paterno con el que el niño está identificado.
-Sí. Intento enseguida reenviar una imagen tranquilizadora en
cuanto a la transferencia agresiva: el auto es también amable. Va-
Después, pregunta claramente: «Papá.» Lo que hago. Él pre- loro la verdadera intención de Christian que no es la de la pul-
gunta entonces: «Mémé», y yo confecciono un segundo perso- sión destructora contra la pareja parental, por lo menos de lama-
naje. Él los acuesta uno al lado del otro, repitiendo así el juego dre. Después, hablo del tema: ¿dónde están los niños? ¿Dónde
establecido durante la sesión precedente. está Christian?
Con un gesto, me invita a que haga un tercer personaje. Yo Apoya entonces, de lado, su cabeza sobre mi pecho, se acu-
le digo: «Christian.» Él se acuesta entonces al lado de los otros rruca, coge mi mano contra su mejilla y se acaricia con ella. Yo
dos, pero separándolos con un lápiz. Después, rodea todo con la no lo comento. Estoy sorprendida y emocionada.
plastilina. Repite varias veces «tao> con mucha convicción; por lo Se va haciendo el ruido de motor y dice «auto», repitiendo
que a mí se refiere, mi única traducción es el «SÍ» danés ... varias veces ese juego como para dominar su excitación, pero
Mis asociaciones son múltiples y variadas. Pero, en esta época, también para no perder el goce.
yo no he intervenido, estando más bien orientada hacia el pro- Parece que el dominio se instala en el modo obsesivo. Sé
ceso edípico que me parecía, en esa circunstancia, un poco in- ahora que es según este proceso como un niño autista empieza a
cierto. También estaba confusa por el contexto familiar oscuro de reconstnurse.
este niño: papá: ausente; mamá: mémé; pépé: ignorado. La re- A través de sus gritos, me doy cuenta de que el niño tiene la
presentación que yo había obtenido no era forzosamente lo que boca seca. De hecho, él va a coger un vaso del lavabo, y me pide
yo podía imaginar. Puedo pensar hoy que, en efecto, se construye permiso con la mirada. Permaneciendo en la evocación signifi-
aquí un bosquejo de envoltura y de triangulación. La envoltura cante, yo le digo: «El auto tiene necesidad de gasolina.» Puedo
es la traducción imaginada de la relación que yo he establecido comprobar que Christian percibe el sentido del gesto operatorio
desde el principio entre Christian y yo, gracias a un vehículo co- y del tono de la respuesta aunque no de su significación exacta.
mún. Pero en esta sesión, Christian construye tres personajes, Bebe largamente, como para calmar el exceso de la excitación pre-
donde el tercero está claramente separado en un marco común. cedente.
En este momento, la alegría se apodera de Christian que toma Yo le digo entonces: «El auto está contento, mamá Anzieu le
una silla y la coloca delante de él emitiendo gruñidos agudos. Yo ha dado buena leche.»
digo solamente: «El coche está contento, puede rodar», pero sin Entonces se vuelve a acariciar sobre mi pecho.
aludir a la escena de modelado.
134 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO / A FUNCIÓN DEL CUERPO 135

El inacabamiento de la función de simbolización aparece en


Comentario d juego porque la emergencia pulsional se traduce en praxias. El
objeto es percibido a través de la sensorialidad y de la motrici-
Me parece comprender que el juego de este niño, que acusa a dad. Las representaciones de palabras no están todavía estableci-
todo su cuerpo, y a su sensorialidad táctil y auditiva, es el princi- das. La relación de Christian con el objeto/analista representante
pio de un acceso a la simbolización. No olvidemos que tiene un de todos los demás debe sufrir todavía muchas transformaciones.
poco más de nueve años y que permanece casi sin lenguaje.
En el juego que realiza con los personajes modelados, es no-
table que separa al tercero de los otros dos por medio de un lá- 2. ¿QUÉ ES LO QUE SE MUEVE?
piz. Pienso reencontrar ese movimien to, quizás vinculado con
una represión iniciai, en el hecho de que me toca brutalmente Todo modo de expresión es motor. El juego es quizás la pri-
con la silla. Como si una pulsión sádica estuviera entonces repri- mera expresión del yo a través de la motricidad. Lo que primero
mida. «La prohibición del tocar» (D. Anzieu) parece que funciona se mueve son los órganos esencialmente sensoriales: las manos,
entonces. En revancha, Christian parece que accede enseguida a los ojos, la boca, la superficie del cuerpo en sus contactos espon-
la ternura. Su abuela me confesó, más tarde, que era muy dife- táneos con el entorno inmediato y el cuerpo materno. Los pri-
rente conmigo de lo que lo era con cualquier otro, incluida ella meros juegos son sin duda los que encuentran rápidamente so-
misma. Los atributos del objeto de la pulsión están aquí vincula- bre el cuerpo materno un objeto que va a convertirse en «otro».
dos con las transformaciones de sí mismo que siente el niño. A condición, no obstante, de que las situaciones reactivas a esta
Durante toda esta sesión, mi co ntratransferencia fue viva- separación sean aceptadas por este otro. Frecuentemente es el
mente puesta a prueba en varias direcciones. Yo estaba primero principio del trabajo del psicoterapeuta con el niño que aprende
perpleja al reconocer las fantasías figuradas de la escena primitiva a jugar o que va a dar sentido a sus juegos.
y de preguntarme lo que iba a poder decir de ello. Pero ya había Lo que se mueve entonces permanece como el objeto de un
adquirido suficiente experiencia para no revolver nada de lo que misterio. Cualesquiera que sean las explicaciones neuropsicológi-
sucede en una sesión, incluso estando seducida por cualquier me- cas, fisiológicas u otras, el movimiento interior del individuo hu-
dio de expresión, o por una novedad transferencia!. De todas ma- mano, que hace que pase del estado de niño que juega al yo que
neras, ponerme en el lugar de la madre hubiera sido una inge- piensa, permanece muy oscuro.
nuidad desafortunada. He estado confusa por la explosión de En sus Nuevas Conferencias, Freud escribe: «el yo [ .. . ] ha in-
excitación de Christian con todos los sentidos que yo podía atri- tercalado entre la necesidad y la acción el lugar necesario para el
buirle. Pero para desenmarañarla, hubiera hecho falta tomar un pensamiento». Este lugar aparece, en el análisis de los niños, fre-
tiempo que Christian no me dada en su agitación defensiva. He cuentemente ocupado por el juego.
elegido lo más simple: muchos silencios, nada de gestos, y un ni- Lo que se mueve en la situación del juego es el cuerpo del
vel de interpretación que se me evocaba entonces por la situación niño, las manos del niño que manipula las cosas que él trans-
exterior que me parecía transferida sobre el marco del que yo for- forma en representantes de sus objetos internos. Se puede decir
maba parte. Además, yo me había convertido en depositaria ex- que lo que se agita son las relaciones de objetos entre el niño y
terior de las buenas partes del yo del niño. sus objetos, entre los objetos internos del niño que organiza las
Puede ser que mi distancia haya dado al superyó la posibili- relaciones, tranquilizando los conflictos.
dad de iniciar la consciencia de sí mismo y una represión utili- Parece que los movimientos lúdicos prefiguran los del pensa-
zable poniendo en provecho el cuerpo del niño y su motricidad. miento y desencadenan las transferencias múltiples sobre las
',

136 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO LA FUNCIÓN DEL CUERPO 137

cosas/objetos que significan para el analista la repetición de las si- Frecuentemente, en la sesión el juego del nifio reemplaza a lapa-
tuaciones conflictivas internas del joven paciente. La moviliza- labra. Freud escribe, en Tótem y Tabú: «al principio del pensa-
ción lúdica no es solamente exterior. Invita al analista a jugar, in- miento era la acción». El cuerpo, las manos del niño, inician por
cluso si esta participación no incluye siempre una acción sus actos y sus juegos el acceso al pensamiento. Es en el curso de
manifiesta. La relación transferencial permanece como una rela- las manipulaciones de objetos y de los desplazamientos en el es-
ción con un objeto móvil interiorizado. La provocación transfe- pacio cuando nos aparecen las investiduras, los conflictos, las
rencia!, la «seducción» del adulto por el niño, corre el peligro de fluctuaciones de la economía psíquica del niño.
suscitar las reacciones contratransferenciales actuadas, que pue- El superyó pone a prueba la actividad fantasmática del niño
den ser interpretativas, pero también a veces no estar dominadas. por la presencia del adulto en la sesión. Esta presencia desenca-
El analista, reducido al estado de objeto pasivo por los compor- dena la agitación corporal, ciertas construcciones defensivas que
tamientos violentos por parte de su paciente, es movilizado a un denotan a menudo una resistencia transferencia! en el juego (ba-
nivel a menudo inconsciente. Las huellas sensorio-motrices muy rreras, vallados para animales, grescas de juguetes), la excitación
antiguas pueden resurgir en el adulto, favorecidas por el estado que puede desembocar en el ataque corporal del terapeuta, como
de pasividad que determina el superyó opresor del analista. lo hemos visto con Léonie y Christian. Ella también puede ma-
Lo que se mueve entonces es la consciencia analítica del nifestarse por un signo discreto de angustia que hace moverse
adulto que ha salido del juego y que ha infringido la regla. El algo en el juego, como el abeto de Luc (Capítulo séptimo).
pensamiento es remitido en movimiento. Debe dejar el lugar al Léonie pone a su analista en una situación propia para des-
análisis de la contratransferencia y el proceso analítico recuperar encadenar el movimiento. Provoca inevitablemente una excita-
su lugar entre el movimiento y el significado. ción interna, incluso si la reacción no se ha manifestado por un
En un artículo titulado «Du mouvement au mouvement dans gesto. En relación con Léonie, yo tenía una transferencia sufi-
la cure» (1990), Rémy Poyuelo retoma el problema que Freud se cientemente positiva para mantener por mi parte un comporta-
plantea frecuentemente en el curso de sus reflexiones sobre la re- miento continente. Ella manifestaba claramente las intenciones
lación de la motricidad con el pensamiento, del espacio concreto lúdicas y su agresividad permanecía «jugada», como una mani-
con el espacio psíquico, de la pulsión anclada en el cuerpo con festación ya del preconsciente que se refiere a los afectos edípi-
el pensamiento que la contiene. Según Freud, el yo decide lamo- cos. En su juego con los almohadones, ella investía todo lo que
vilidad que es una necesidad del ello. Así pues, para pasar a la ac- podía sentir de rivalidad en relación con su madre, y conmigo
ción, el yo debe ya elaborar un pensamiento, incluso fugitivo. misma en cuanto madre propietaria de los objetos que ella ata-
Este pensamiento inicial articula la sensorialidad y el movi- caba. El «pensamiento» se manifestaba ya en ella por la simboli-
miento. Influida por el pensamiento kleiniano, yo diría ahora que zación de la batalla edípica. Su desenfreno corporal me parecía
en el niño que juega, el pensamiento es del orden de la cons- que se acompañaba de satisfacción autoerótica, mezclada con el
trucción fantasmática. En el sentido en el que los objetos fanta- sufrimiento de no poderle poner un límite y el temor de dete-
seados están en movimiento en el inconsciente y que el yo del riorar así el vínculo que ella había establecido con el objet9 en el
niño los pone en relación para hacer con ellos una construcción, que yo me había convertido en el juego.
un argumento fantasmático en el sentido freudiano, y llegar a una De la misma forma que Christian, que no accede a la verba-
organización psíquico edípica. lización, el movimiento traduce la impotencia para llegar al do-
Este pensamiento se desarrolla en el espacio interno del niño minio económico de la pulsión erótica. El proceso de represión
y se manifiesta en los gestos, los movimientos, los desplazamien- no funciona de forma adecuada. Es reemplazado por una esci-
tos que utilizan los objetos concretos y, algunas veces, la palabra. sión de los afectos y de su expresión.
138 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO /,A FUNCIÓN DEL CUERPO 139

el de conservarlo en su vientre para ella El gesto de morder


Motricidad y relación de objeto parecía entonces como una descarga motriz, muy erotizada, de
una pulsión sexual oral concentrada en la energía movilizada en
El analista forma parte del marco en cuanto objeto exterior. la mandíbula. Léonie está situada ante la difícil comprobación de
En este orden de ideas, él es el representante del principio de rea- que el objeto de su deseo no es una parte de su yo, que su me-
lidad y no debe olvidarlo durante las sesiones. Forma parte de las galomanía no puede mantener su dominio total sobre el pecho o
cosas con las que el niño juega. Lo hemos visto bien con Léonie: el pene. El objeto de su deseo en su lugar en el exterior, lo dife-
yo era para ella una cosa intermediaria entre un juguete y la per- rencia a pesar de ella misma.
sona de su padre o de su madre, según el momento, una especie La energía defensiva primaria se manifiesta por un compor-
de transición entre la fantasía y la realidad. tamiento de agresividad oral destinado a proteger al yo contra la
Cada toma de posición de mi espacio corporal era la repre- angustia de la pérdida del objeto, del vacío depresivo, del senti-
sentación de una relación de la chiquilla con el cuerpo de cada miento de que la envoltura del yo no es suficientemente resis-
uno de sus padres. Quizás también con sus cuerpos unidos en el tente para impedir la evacuación del objeto y de sus cualidades.
coito en el que ella habría participado fantasmáticamente. De La interpretación, si parece necesaria contra el desbordamiento de
aquí el placer que ella sacaba de nuestros contactos, y la forma la angustia, debería llevarse sobre los afectos de inseguridad del yo,
agresiva que adoptaba por las teorías infantiles sexuales que les de la falta de protección sentida por parte del analista contra la
subtendían, e incluso de la culpabilidad que ese juego hacía que envidia del niño que quiere devorarlo, reducirlo a la impotencia.
naciera. Léonie entiende muy bien este tema interpretativo, sin duda por-
El niño, en la edad de Léonie, no tiene representación men- que evoca la incapacidad de defenderse en la que ella pone a sus
tal de sus actos. Se trata de fantasías, que sufren el empuje pul- padres de los que siente sus incapacidades. Su culpabilidad es de-
sional que no ha aprendido a controlar. El juego permite hacer masiado intensa para ser superada. Melanie Klein pone sin cesar
la experiencia de que la pulsión podría entrañar la pérdida del el acento sobre la necesidad de interpretar la culpabilidad. Esta in-
objeto, mientras que su finalidad es la de poseerlo. Los juguetes terpretación es, en efecto, indispensable, a condición de darle una
se convertirán pues en objetos transicionales entre el cuerpo tran- forma verbal integrable para el niño en el momento preciso en el
sicional del analista y el acto megalomaníaco de dominio sobre que ella es alimentada. El modo de la interpretación de un pro-
los cuerpos de los padres. Los juguetes se convertirán en símbolos ceso oral (aquí, la devoración) sustituye a las palabras, y por ello
de objetos afectivos parciales, utilizados para desembocar en a las representaciones posibles, al efecto angustioso de la pulsión.
representaciones de cosas, y una relación del yo con esas cosas. Las palabras del analista pueden también ser las mordeduras para
Es así como Léonie cogió poco a poco los cojines como objeto el niño. La incorporación del objeto es así transformado en inte-
de contacto mitad afectuosos, mitad agresivos entre ella y yo. Es riorización de este objeto y de la relación con él. Se espera este fin,
también gracias a ellos cuando ella pudo regresar a las fantasías ca- a veces, cuando el analista ha logrado hablar con justeza y en un
nibalísticas que, más próximas de su preconsciente, gracias a su buen momento. No siempre he logrado llegar a este éxito con
actuación, suscitaron su inquietud como una especie de extra- Léonie, ya sea porque ella me comunicaba demasiado vivamente
ñeza: la cosa agredida no era el objeto de la agresión. Este des- la angustia de su excitación, ya sea porque mi palabra no estuvo
cubrimiento del símbolo me permite deslizar una interpretación suficientemente estructurada para el conocimiento de un niño.
que concernía a un objeto más arcaico, ese lobo de apariencia edí- Cada error solamente sucedería porque la elección de una pa-
pica: el deseq del lobo era el de comerse el pecho materno que labra, realizada por el analista sobre la agitación pulsional, au-
había tomado la apariencia de un cojín (¿cuello/golpe/pecho?), y menta la angustia del niño. Traduce para este último el hecho de
I40 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO LA FUNCIÓN DEL CUERPO I4I

una incomprensión de su abandono y la impotencia del terapeuta cede a la aptitud para la represión, lo que l'as actitudes parenta-
para dominar la excitación que le desborda. La culpabilidad vin- les en relación con él no le habían permitido esperar.
culada con el desbordamiento de la excitación suscita las proyec- En Christian, por el contrario, parece que se haya instalado
ciones agresivas. La confrontación con el surgimiento de la vio- una represión muy precoz, amplificando la formación de una
lencia nos conduce muy a menudo fuera de nuestra neutralidad parte escindida de sí mismo, parte superyoica totalitaria.«[ ... ] La
deseada. Debemos limitar los excesos del niño con un escisión y la renegación actuarán en un sentido de protección y
miento del orden físico, último recurso para poner fin des- de paraexcitación para algunas partes del yo [ ... ]» (F. Begoin-
orden interno y externo. Este gesto es frecuentemente tranquili- Guignard, 1997). Estas son las partes del yo que parecen reprimi-
zador para el niño como puesta en realidad del contacto con una das, desaparecidas en Christian. El objeto de la pulsión primaria
envoltura hasta ese momento no sensible al yo. (oral y «global» en cuanto al contacto táctil del cuerpo) está
Jamás he llegado ahí con Léonie, demasiado fina para no lle- prohibido hasta el punto de que la menor manifestación de nece-
gar a interiorizar mi palabra. Pero, en esas circunstancias, el yo sidad, o quizás de deseo, incluso lejos de la consciencia, está abso-
del niño emerge más estructurado de semejante confrontación lutamente bloqueada. La pulsión libidinal narcisista lucha contra
con la realidad adulta, dominio con el cual finalmente puede la potencia de la pulsión de muerte, una madre mortífera inte-
identificarse y renunciar ya por ese beneficio, y sin daño, a su riorizada. La sensorialidad del cuerpo total, de las manos, de la
propia megalomanía. mirada, de la boca hablante, está anulada y, a lo sumo, transfor-
La imago proyectada en el terapeuta toma cuerpo en él. Se mada en excitación muscular vital cuya energía motriz es incon-
retransmite al niño por la palabra, transformada por el metabo- trolada. La falta de paraexcitación es entonces la fuente de los
lismo contratransferencial y cargada de un poco de potencia psí- síntomas. El primer trabajo del terapeuta será el de conducir al
quica. El erotismo pulsional parece entonces poder desplazarse niño hacia la reorganización de esa paraexcitación o de una en-
sobre este nuevo objeto que neutraliza la peligrosidad. En este voltura suficientemente sólida para los contenidos del yo. Hará
caso puede interiorizarse, y quizás integrándose al yo. El niño falta, pues, percibir sucesivamente las escisiones patológicas y resol-
puede entonces jugar, y a veces verbalizar su relación lúdica que verlas en la medida de lo posible. Paul Denis (1990, págs. 24-29)
se transforma en espacio transicional. piensa con precisión que la motricidad es también un medio que
se impone para satisfacer la pulsión. Descubre pues la culpabili-
dad, incluso si procura una satisfacción narcisista, cuyo resultado
Represión y motricidad es estructurador.
Durante nuestros cortos viajes en mi pequeño coche, tuve la
Como lo vemos con Léonie y Christian, esas observaciones idea de que Christian podría experimentar un movimiento re-
plantean también el problema de la represión. Christian, muy di- gresivo temporal y reencontrar, en las profundidades de su in-
ferente de Léonie, sufre más de una incapacidad de contacto que consciente, las sensaciones intrauterinas. Me parecía que mi pa-
de avidez de tocar, como parece en Léonie. ¿Pero no se puede labra podría servir de vínculo entre esas reminiscencias
pensar que ese chico ha establecido ya una represión precoz in- sensorio-motrices y las sensaciones motrices actuales. Según
teriorizando un objeto/pecho prohibido, frío, no comunicativo? H. Rosenfeld, yo me dirigía a lo que yo suponía que era «la parte
Léonie está hundida en sus envidias canibalísticas. Solamente sana» de este niño. Lo que era manifiesto era la satisfacción sen-
cuando la chiquilla pudo interiorizar un dominio parcial, procu- sorial de Christian, que me parecía suficiente para permitirle la
rado por el analista, sobre las pulsiones y sus sentimientos eróti- disminución de su angustia de supervivencia, acompañada de
cos, es cuando llegó a calmar su excitación. En ese momento ac- una liberación lúdica de la motricidad. El juego del coche, por
142 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO /.A FUNCIÓN DEL CUERPO 143

su repetición, tomaba un aspecto masturbador para el niño pe- trabajo el que va a separarlos psíquicamen te del cuerpo/pareja
queño. Mi acompañamiento maternante y distante descargaba parental cuando va a iniciarse la individuación del niño gracias
un poco la erotización muscular de su culpabilidad. El vehículo al acceso imaginado al cuerpo del terapeuta. La excitilción mus-
se nos había convertido en una «piel común» (D. Anzieu), en- cular de esos niños está próxima a la agitación del bebé que siente
voltura sustitutiva proyectada sobre el analista/madre. Esta e17vol- los dolores del hambre y no encuentra la respuesta materna ade-
tura adquiere poco a poco la capacidad para contener las epno- cuada, ya sea porque la madre esté fría y ausente para Christian
ciones confusas que siente el niño a través de los movimientos que se debate en la desesperanza del vacío, ya sea porque la res-
que agitaban su cuerpo. puesta materna sea abusiva e intrusiva como para Léonie. La an-
Conociendo a la madre de Christian, es fácil imaginar que la gustia del vacío interior manifestada por la agitación motriz so-
ausencia de respuesta por parte del objeto primordial ha provo- lamente puede tranquilizarse por la aportación nutricia adecuada
cado una falta enorme de satisfacción sensorial. La necesidad de del adulto sobre el que está proyectada la omnipotencia. En la si-
sobrevivir en este estado está en el origen de una represión pre- tuación de juego en análisis, la palabra del analista, y algunas ve-
coz que ha sido atenuada por los episodios de la terapia relatada ces, en el caso de los niños muy jóvenes o psicóticos, el contacto
aquí. El cuerpo del niño le era menos extraño, menos inquie- del cuerpo a cuerpo, son necesarios para la construcción de un
tante. Habiendo adquirido el movimiento un aspecto lúdico, la movimiento hacia la identidad del cuerpo propio del niño.
escisión protectora cede el lugar a un principio de diferenciación,
la iniciación de un pensamiento concerniente «al otro». El juego
servía de vínculo entre un cuerpo que se erotizaba y el bosquejo
de construcción de un sí mismo distinto del obj eto ausente.
Christian bosquejaba la construcción de una «interfaz» (D . An-
zieu, El Yo-Piel) que ponía en contacto su interior pulsional con
el objeto exterior. El sentir de su propia envoltura estaba signifi-
cada por la palabra interpretativa del analista, designado como
objeto exterior a quien se podían dirigir los movimientos pulsio-
nales. En este momento del juego, el analista y su palabra son los
componentes transicionales de esta interfaz y de su continuidad
funcional. La relación del yo con el objeto interno solamente
puede establecerse por la existencia de una envoltura bifacial al
mismo tiempo que la del objeto.

Excitación motriz y escena primitiva

En uno y otro de esos dos niños, es cierto que la excitación


está subtendida y provocada por las fantasías vinculadas con la
escena primitiva con la pareja parental, cuya representación edí-
pica no está aún formada. Uno y otro buscan conservar su do-
minio omnipotente sobre cada uno de los objetos parentales. Es el
CAPÍTULO QUINTO

/
)
HISTERIA, INHIBICIÓN
Y ANGUSTIA DE MUERTE
ANNIE ANzrnu

Con el caso de Laura descrito a continuación, podemos com-


probar cómo el juego facilita las articulaciones de las construc-
ciones psíquicas. La neurosis del niño, de la que Laura es un
ejemplo clásico, plantea el problema de la resolución de los con-
flictos arcaicos que pesan sobre la posición edípica. Encontramos
entremezcladas, las posiciones depresivas primarias y las angus-
tias de separación que conducen a la identidad sexual. Vemos
también cómo el primado genital está ya instaurado en una niña
muy joven. Laura ilustra la dificultad que encuentra el analista
para hacer frente a la verificación de las situaciones psíquicas de
esta época, características de los problemas de la posición de la-
tencia. D . F. 1 me habla desde hace tiempo de niños en terapia,
de la pequeña Laura en particular. El analista maneja bien la
transferencia, sabe abandonar una parte de sus propias investi-
duras y responde al niño de forma adecuada en general. Sin em-
bargo, toda interpretación solamente puede ser parcial, ya que se
realiza sobre los puntos de encuentro entre el niño, el analista y
lo que este último percibe del momento procesual inmediato.

1
Dominique Fessaguet es psicoterapeuta de la Salpetriere.

[145]
146 ELJUECO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO lllSTERIA , INHIBICIÓN Y ANGUSTIA DE MUERTE 147

LAuRA.-Por el hueco de la cerradura, mira a Lisa.. . La he


1. LAURA: ANALIDAD Y FEMINIDAD encontrado así, de esta manera ... sobre el borde de la ventana,
LÚ sabes, así, de esta manera ... yo no he hecho nada ... »
Laura tiene cuatro años. Ella ve a D . F. dos veces por semana, D. F.-¡Ah, sí! ¿Sin hacer nada ... (Laura la mira) como si los
después de una larga duda de los padres. El embarazo adual de bebés llegaran así, sin hacer nada?
la madre hace que los síntomas de la chiquilla sean más acen-
tuados e insoportables. La escuela maternal ha aconsejado cuida-
dos para la niña. Ésta es ruidosa, nerviosa, vomita, se marcha con • Segunda secuencia
cualquiera, es colérica y poco afectuosa. Abreviando, se hace in-
soportable para todos. Felizmente, después de algunas entrevistas -Te voy a dar miedo con el cocodrilo. Toma la marioneta . ..
entre la madre, la niña y el analista, la encopresia de Laura ha des- El cocodrilo se come a D. F.:
aparecido bruscamente, lo que confirma la fragilidad de la re- -Vas a devolver a tus hermanas del cubo de la basura de la
presión de la organización genital ya instalada. Los padres tienen otra vez. Son amables, ahora. No, malas ...
poco tiempo para consagrar a su hija y la dejan frecuentemente D. F. devuelve a las hermanas diciéndoles: hermanas/mamás
a los cuidados de numerosas niñeras. De este modo, se instala amables/ malas.
una psicoterapia de dos sesiones por semana. -Ella se irá con su cordero, Lisa -dice Laura.
Aporto aquí la sesión del 12 de enero, es decir, poco tiempo D. F. juega, después dice aparte:
después de la interrupción de las fiestas de fin de año. -Quizás tú te preguntes cómo se tiene un corderito, un ni-
ñito, que .. .
Laura se va al otro lado de la habitación. Y vuelve a em-
Sesión del 12 de enero pezar ...

• Primera secuencia
• Tercera secuencia
Entrando en la sala de juego, Laura pregunta a su madre:
-¿Crees que Mme. F. se va a despertar? Lisa se ha marchado a casa de su amiga, y la amiga dice:
Toma el libro de Pinocho que le es habitual, y sigue al ana- -¡Tú tienes un lindo corderito, Lisa!
lista. - Sí, querida.
LAURA.-Busco el corderito del otro día. Ya hay demasiados - ¡Chitón! Hay hechiceras que quieren quitarme «mi corde-
peluches aquí, eso me daña las manos. Tú, tú eres una hechicera; nto».
yo, yo soy una princesa, Lisa. (Laura toma el nombre de la prin- Después, de golpe: -¿Y tu cuervo de Maléfico? Bueno, yo
cesa Lisa.) Tú, yo apenas te conozco, tú eres una vieja hechicera. hago el cuervo. Yo estoy en la casa de Maléfico. Las hechiceras
Tú preparas un huso maléfico. Lisa ha encontrado un corderito han entrado en su casa. Tú, tú vienes. El cuervo se lanza a los
en el borde de la ventana. Está celosa. brazos de Maléfico.
D. E-Está celosa quizás por ver que la hechicera tiene un Laura se lanza entonces contra el analista, la rodea con sus
niño pequeño, como las niñitas cuya mamá espera un bebé; ellas brazos y se aprieta contra ella.
están celosas. -Mi pequeño cuervo, tú tenías miedo de perderme -di-
Laura la mira perpleja, interrogativa. El juego vuelve a empezar. .. ce D. F.
148 EL JUEGO EN PSICOTERAPJA DEL NIÑO 11/STERIA, JNHJBICIÓN Y ANGUSTIA DE MUERTE 149

Pinocho la figuración de su doble masculina, objeto de su rei-


• Cuarta secuencia vindicación fálica.
Ella rechaza a los peluches, dolorosos para ella, porque repre-
Laura se esconde nuevamente en el otro lado de la se ntan la multiplicidad de los niños del analista. Pero muy rápi-
LAURA.-Lisa duerme. La hechicera la mira, la vela. Ahora, damente, se trata de la posesión del niño, el pequeño cordero, y
ella se despierta. de la maldad proyectada sobre la madre castradora, la hechicera
D. F.-Me pregunto si esta hechicera que mira a Lisa, es una y su huso maléfico; lo que puede también entenderse por la con-
mamá gentil o una mamá mala que mira a su hijita, si ella la fusión de los sexos, o por la atribución de un pene a la madre
cuida, como tú dices, o si ella la vela. omnipotente, que posee a la vez al niño y a los atributos del pa-
Laura, como habitualmente, la mira largamente, pero su ex- dre. La$ fantasías puestas en marcha por el embarazo de la ma-
presión no está perdida ... La mira atentamente y parece que la dre toman una importancia mayor. Los movimientos de odio, de
comprende. envidia destructora y de celos son exacerbados por la situación
La sesión se detiene ahí. l'Xterior. La agresividad anal, que ha sido reprimida rápidamente
,ti principio de la transferencia, pasa ahora a la expresión simbó-
La sesión de Laura nos enseña cómo una chiquilla de cuatro 1ica secundaria de la envidia del pene/niño. La pulsión episte-

años, en la edad edípica pues, puede expresar sus sentimientos y 111ofílica aparece incluso en el tema de la escena primitiva.
sus fantasías envidiosas en relación con su madre. Ella juega tea- La evocación de las razones de los celos está muy bien escu-
tralmente uniendo la palabra al juego. dnda por la chiquilla, ya que ella la asocia con una escena pri-
mitiva que habría «mirado por el hueco de la cerradura», pero se
• Primera secuencia: ya al llegar, el recuerdo de la interpreta- defiende, a continuación, de las identificaciones proyectivas di-
ción de las vacaciones se mezcla, para Laura, con sus celos: D. F. r icndo con insistencia que ella no ha hecho nada. Ciertamente,
quizás la ha olvidado y permanece en su habitación/despacho, pero ella ha fantaseado tanto que podría casi creer ella misma ha-
ocupada o dormida, sin pensar en Laura. Ya, quizás también, ma- hcr hecho algo incluso si no sabe qué. Su veneno envidioso la ex-
nifiesta una cierta curiosidad en relación con la vida íntima del r ita y la culpabiliza.
analista. Este índice se reencontrará en otra parte, un poco más Esta incertidumbre de sus intenciones inconscientes y la cul-
tarde, en la secuencia, cuando Lisa mira por la cerradura después pabilidad que desencadena entrañan la regresión que podría eli-
que el analista ha hablado de los celos de las chicas. minar la angustia vinculada con las representaciones de la reali-
Si eligiéramos trabajar sobre los afectos, encontramos pues '1,ación pulsional sexual.
aquí, desde el principio de la sesión, los dos temas de angustia
que van a presentarse: los celos y el miedo al abandono. ¿Cómo • Segunda secuencia: Laura vuelve a un estadio anterior, a la
comprender el gesto por el que la chiquilla se lleva de la sala de dcvoración canibalística, la destrucción del contenido materno/
espera el libro que frecuentemente le sirve de compañía? Sería nibo de basura (las hermanas, la que va a nacer). La excitación
normal pensar en un objeto «transicional»: cambio de espacio scxual es demasiado intensa para el yo de la niña. Los espacios
y de relación entre la compañía de la madre y la situación de la rnrporales y el despertar de las zonas erógenas hacen surgir al su-
sesión. También ha podido ser el deseo inconsciente de escapar peryó precoz. La insistencia del analista sobre la curiosidad de
a la angustia por el contacto con una cosa conocida, incluso la l .aura la hace huir. Su yo no es suficientemente sólido narcisísti-
intención de interesarse por Pinocho para desviar al yo de sus c:imente para soportar la frustración edípica, la castración evo-
intereses reales ante el analista. Quizás incluso encuentra ella en (':tda por la impotencia infantil, cuando la pulsión se manifiesta
150 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO 11/STERIA, INHIB ICIÓN Y ANGUSTIA DE MUERTE 151

claramente. Lisa se escapa. La resistencia se manifiesta en la trans- tiene acceso. Ella lo sabe pero no lo Intenta guardar el
ferencia materna, que se convierte en agresiva. Los síntomas de dominio que ha adquirido sobre las teorías sexuales que cons-
Laura, que son de tipo histérico, están vinculados con la angus- l ruye y sobre la libertad que el placer oral le ha dejado.
tia provocada por esta rivalidad edípica insoportab;le. Sus vómi- Cuando la analista hace alusión a sus celos, de los que ella es
tos son la expresión de los ataques contra el materno, los casi consciente, echa marcha atrás ante la representación que ha-
bebés y la relación de los padres. ría que acaparara al niño de la madre. Quizás hubiera sido más
dinámico que acercar a esta madre prolífica a lo que Laura pro-
• Tercera secuencia: Laura, para tranquilizarse, prefiere reba- yecta sobre la situación del analista. La aceptación de la realidad
jarse a una relación homosexual primaria; su amiga admira a su pasa por la proyección de las fantasías sobre la analista.
bebé. Los celos están anulados un instante por la confusión de Es así como se termina la sesión con el abrazo de la analista por
sexos. Pero ella no puede impedirse proyectar en la imagen de las Laura/ cuervo. La edad del niño y el desarrollo de la sesión per-
hechiceras su deseo de robar al bebé. miten esta manifestación aseguradora para el niño, ya que la ana-
He aquí que ella experimenta la necesidad intensa de ser ella lista lo intepreta en relación con las identificaciones de Laura con
misma ese bebé, el cuervo, y de volver a encontrar el contacto pri- el objeto reprimido, perdido a causa de su odio, y realiza el vínculo
mario con el cuerpo materno. Lo que el analista puede tolerar e con la supuesta angustia durante las vacaciones precedentes.
interpretar como la angustia de una separación debida a los celos. Pero se puede pensar que la evocación de la madre que vela
Pero con esta evocación, Laura reencuentra su angustia de es- y vigila hubiera sido más admisible, o más eficaz para Laura, si
tar «perdida», abandonada, y escondida. El juego le permite ex- D. F. la hubiera acompañado, por una parte, con una alusión al
perimentar cómo la ruptura, que quiere evitar la depresión de la motivo que recorrió la sesión, los celos, y por otra parte con los
pérdida, es una defensa ilusoria. Ella tiene necesidad de una mi- sentimientos de abandono que de ello se derivan. La culpabili-
rada que vele sobre ella, que la ayude a dominar la agitación in- dad de la chica debida a sus sentimientos de envidia en relación
terior descubierta por su excitación. Ella espera la palabra del ana- con la madre se hubiera podido atenuar. El superyó de Laura no
lista antes de la separación que cierra inevitablemente la sesión. es suficientemente fuerte para llegar a instalar al yo en la seguri-
dad de una separación realizada. La razón es que la próxima se-
En el declinar de esta sesión vemos también cómo el niño se paración, sea al final de la sesión, en la que corre mucho peligro
resiste a las intepretaciones de la analista, quizás porque ésta no re- de ser la manifestación del rechazo del niño «malo», la exclusión
emplaza sin cesar explícitamente lo que ella sugiere en la relación del objeto de amor convertido en malQ porque debía perderse,
transferencia! que se haría soportable para la niña; quizás tam- como si D. F. no quisiera más de Laura.
bién porque Laura está al borde de la depresión encaminándose Asegurar el vínculo es sin duda muy importante para esta chi-
hacia el abandono de su megalomanía edípica por el desvío de la quilla que se siente rechazada como consecuencia de sus reivin-
renuncia a la exclusividad narcisista. Mezcla el odio con el amor, dicaciones narcisistas y su excitación libidinal. Tenemos ahí un
lo femenino y lo masculino, la destrucción y la gratitud. Tiene ejemplo muy clásico de la histeria en el niño: los desfallecimien-
aún que andar un camino, sin duda, para aceptar no ser «la prin- tos del sostén parental exacerban las defensas contra la autono-
cesa» que tiene todos los derechos, en particular el de ser igual a mía del yo. Éste, sin tener la estructura necesaria, debe afrontar
su madre en la capacidad de procreación. las excitaciones, los odios y las fantasías de la situación edípica.
Se diría que se resiste a las exigencias de la realidad que la frus- Las represiones inadecuadas desencadenan los desplazamientos
tran y la castigan, para conservar sus ilusiones edípicas. Todavía sintomáticos, tal y como Laura lo manifiesta. El conflicto interno
rechaza reconocer que fuera de ella suceden cosas a las que no no encuentra solución satisfactoria. Laura me ha parecido pues
152 El JUEGO EN PS!COTERAPJA DEL NIÑO ll lSTERJA, JNHJBJCJÓN Y ANGUSTJA DE MUERTE 153

como afligida por una neurosis de la infancia que se podía llamar rnn el apoyo de las introyecciones que se producen durante la te-
«clásica». Se encuentra en ella la sintomatología histérica que des- rapia. De figuración en representación, los juegos de Laura van
plaza la libido sobre los órganos y transforma la excitaci6n sexual :t desenredar sus conflictos, facilitar los accesos a la realidad se-
en angustia proyectada sobre el exterior y las relaciones objetales. xual, a una identidad coherente, a una posición de latencia fi-
Los síntomas del niño son el medio que ella ha encontrado nalmente, que le permitirá contener su sensorialidad y sus an-
para simbolizar los conflictos que siente ante las separaciones in- gustias de forma menos costosa para su yo.
evitables, ante la renuncia obligada a ser el objeto único de lama-
dre, pero también del padre. Se puede comprender la desapari-
ción de la encopresia como la resolución de una escisión entre el LUCÍA: LA REPETICIÓN TRANSFERENCIAL EN EL JUEGO
objeto interior parcial investido de agresividad destructora y
el objeto exterior, enfocado por la pulsión libidinal. Laura puede Ya según Leibniz, el juego facilita la invención, así pues él lo
recrear un objeto en el adentro de sí misma interiorizando los as- hace inteligente. Se puede decir que es un medio de desenvol-
pectos buenos de su terapeuta: certeza de la presencia, escucha de verse con la contingencia del mundo. Todavía hace falta haber
su sufrimiento. Puede identificarse con un continente ma- encontrado en sí mismo las capacidades necesarias para este
terno/femenino que no sea el interior odiado de su madre em- :1frontamiento. Winnicott, en su manera de comprender la rela-
barazada de un bebé-caca. El objeto-sí mismo narcisista, en duelo ción precoz con el objeto «encontrado/creado», aporta una con-
ya que negro como el pequeño cuervo ansioso, puede encontrar ·cpción dinámica de los aspectos psíquicos de ese problema ini-
un refugio en la mirada materna, aunque la separación corre el ·ial de la vida. El juego, en efecto, es frecuentemente utilizado
peligro todavía de ser el punto de la ruptura y del hundimiento por el niño para curar sus inhibiciones patológicas.
de un yo atestado de movimientos contradictorios. La separación El proceso de repetición que se revela intensamente en el
maníaca no es suficiente todavía para asegurar el yo contra sus juego de los niños en terapia no está vinculado solamente con la
tentaciones de deteriorar a la madre, como si el analista volviese inhibición que manifiesta. Se podría creer que el niño no se atreve
embarazado después de las últimas vacaciones. «[ ... ] Al yo le o no puede crear otro modo de expresión que el juego que pro-
cuesta mucho tiempo adquirir la fuerza suficiente para tener con- duce, a causa de su incapacidad para superar su síntoma. «La in-
fianza en sus capacidades de reparación» (Segal, 1969, pág. 63). hibición es la expresión de una limitación funcional del yo que ella
La hechicera no es todavía suficientemente potente para que sus misma puede tener orígenes muy diferentes», escribe Freud (1926).
interpretaciones puedan hacer soportable la realidad. No obs- Es esto lo que aparece en esta situación. Los juegos repetitivos,
tante, representa esta característica de lo femenino que es la ca- cuya actividad persiste algunas veces durante las semanas ante-
pacidad de transformación. Quizás es lo que evoca inconsciente- riores a que el analista pueda descubrir el sentido, después en
mente a Laura lo que ella tendrá todavía que soportar, lo que le ago tar la interpretación, son particularmente penosos para la
es insoportable actualmente, es decir, la angustia de castración contratransferencia del adulto que los recibe. Esta especie de
vinculada con las sensaciones genitales precoces y la culpabilidad juego delimita en efecto una forma particular de la relación,
que ellas evocan. Sin duda, la encopresia ha servido de satisfac- como intencionalmente por parte del inconsciente. Ella nos
ción orgásmica a esta excitación de las zonas erógenas confundi- f'ue rza a descubrir, como lo dice Freud, cómo las funciones
das todavía por la chiquilla. Puede ser también que haya aban- del yo se empobrecen con el síntoma. El yo infantil del adulto
donado ese síntoma por el miedo a perder su contenido, no se identifica siempre suficientemente con ese proceso para que
equivalente a los bebés contenidos en su madre. La evolución edí- el síntoma pueda evocar lo que él revela de sentido. En realidad,
pica organiza poco a poco las sensaciones y las representaciones la repetición en las sesiones es una organización simbólica de un
154 11/STERIA, INHIBICIÓN Y ANGUSTIA DE MUERTE 155
EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO

modo de sufrimiento, de un deseo o de una necesidad insatisfe- l:i prohibición de los intereses sexuales inconscientes que a ellos
cha e incluso de un afecto particularmente impositivo en trans- se unen. La represión que las ha recubierto en el principio de la
ferencia. La labilidad de las formaciones lúdicas no la posición de latencia impide su sublimación. Es el género de fra-
persistencia de una huella. El juego no deja, como lo hace el di- ·aso de la evolución postedípica con el que estamos en relación
bujo, una huella concretamente identificable. Deja solamente rn los niños en edad de latencia y que no han accedido a esta po-
una huella mnémica en la memoria activa y en el inconsciente sición. El juego repetido sin cesar contiene una sustancia que hay
del terapeuta. El juego repetitivo parece destinado a crear una que eliminar: la angustia de destrucción.
continuidad, para instaurar una huella mnémica. Esta construc- Los juegos repetitivos están, pienso, siempre desencadenados
ción persistente trabaja contra la destructividad de las pulsiones por un proceso de regresión. El niño persiste en la expresión in-
de muerte. Éstas utilizan los movimientos depresivos que la re- 1ensiva y particular de un punto de sufrimiento hasta que sea es-

petición de la actividad motriz del niño intenta contrarrestar. La cuchado por el terapeuta. «El yo renuncia a las funciones que es-
construcción psíquica de un niño que juega, apoyado en las hue- tán a su disposición, para no ser coaccionado a emprender una
llas afectivas propias del analista, forma la trama del trabajo de nueva represión, para evitar un conflicto con el ello» (Freud, 1926).
pérdida y de separación que debe cumplir el niño. Ese trabajo Hemos visto con el pequeño Paul (Capítulo segundo) cómo la
concierne a la vez los primeros conflictos de separación no ela- inhibición se manifiesta y puede ser tratada en una edad precoz.
borados y su reactivación en la edad de latencia. La posición de Con Lucía, veremos las consecuencias más tardías de ese síntoma.
latencia reproduce muchos aspectos económicos de la posición Lucía tiene nueve años. La trae su madre debido a una im-
depresiva que se acumulan con aquellos no resueltos de la tierna portante inhibición motriz e intelectual, entre otras variadas di-
infancia. Los objetos perdidos o «no encontrados» permanecen ficul tades. Ese día, entrando en la sala de trabajo, coge una ra-
como objetos de las necesidades no satisfechas del yo. Su lugar queta e invita a su terapeuta a jugar a la pelota con ella. Ella
vacío deja pues huella en hueco en el material de la estructura impone sistemáticamente ese juego desde hace un gran número
psíquica. La retención de las secuencias del juego y de los afec- de sesiones, sin que las intervenciones de la terapeuta hayan sido
tos que allí se manifiestan ocupa la concratransferencia del ana- eficaces para esta repetición.
lista, como lo haría la digestión mental de un alimento parsimo- Ese día, la terapeuta cede a su aburrimiento y se siente can-
nioso. El analista debe conservar el apetito, las pulsiones orales y sada, laxa, incompetente. Cuando me hace la relación de esta se-
anales que le arrastrarán a asimilar y a utilizar lo que el niño pro- sión, pensamos en la madre de Lucía que rechaza jugar con su
duce por su juego (1986c). Durante este proceso, el dominio anal hija, leerle historias, y dice que está cansada cuando encuentra a
aparece en la manipulación de los objetos al mismo tiempo que la niña después de su jornada de trabajo. Esta madre no puede
el placer de contacto que se produce por esta manipulación. La dedicar una gran atención a su hija que desvaloriza mucho y cu-
excitación así suscitada en el niño puede también desviarse hacia yos síntomas parecen una manifestación muy masoquista de su
la organización sádica anal y la destructividad, como lo veremos necesidad de atención.
en el caso de varios niños. A un nivel preconsciente, el niño cree Encontramos ahí un ejemplo simple de repetición en la trans-
desviar, por su juego repetido, las manifestaciones del erotismo ferencia de una situación vivida por el niño cerca de su madre.
anal que retiene al objeto con una finalidad masturbatoria. La Lucía invita con toda ingenuidad a su terapeuta a jugar con ella,
obsesión que aparece así manifiesta frecuentemente los aspectos como su madre es incapaz de hacerlo. La simplicidad aparente de
sádicos perversos destinados al analista. Pero ésta es solamente de- esta demanda representa de hecho la búsqueda y el manteni-
fensiva: ella busca evitar el desamparo de la incomprensión. Ade- miento de la atención materna, el intercambio de un objeto sim-
más, es evidente que la inhibición sintomática está provocada por bólico (la pelota puede representar un pecho) que se hace común
156 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO /llSTERIA, INHIBICIÓN Y ANGUSTIA DE MUERTE 157

por el juego de la madre y el niño. El intercambio renovado y el vi mantenimiento de una excitación dirigida a 1a madre-terapeuta.
contacto puesto en común crean el vínculo sensual busca la ( :orno si la niña temiera arrastrarla con ella · la depresión. Lo
chiquilla y en la que su inhibición manifiesta cuánto stj la pro- que no ha dejado de producirse para la terapeuta de Lucía.
híbe. Lucía mantiene una relación infraverbal. En el plan técnico, hay que temer que falte una escucha justa
La repetición marca la búsqueda de una permanencia de ese de una interpretación simple, la relación terapéutica se hunde en
vínculo que no deja huella, si no es en el contacto sensorial, per- 1:1 depresión. El niño tiene tendencia a mantener su situación re-
ceptivo-motor de las manos con la pelota, contacto incluso evi- gresiva y repetitiva, y a encontrar otros modos de obstinación. La
tado por el uso de la raqueta. Esta relación simbólica debe ser 1ransferencia se desviará entonces hacia una posición de replie-
verbalizada por el analista para mantenerse. El anclaje se realiza gue del niño y la relación puede deteriorarse.
en la atención acogedora del analista-madre, con la seguridad de Parece también que las manifestaciones de la inhibición sean
que el sentimiento piel a piel permanece común aunque distan- de hecho, entre otras cosas, una defensa contra la agresividad y
ciado por una represión primaria. La pelota, utilizada como cosa la destructividad vinculadas con las vivencias de rechazo y de ex-
simbólica, crea la ilusión de un tocar fantaseado. ·lusión. Las pulsiones de muerte que actúan se vuelven contra el
El analista solamente ha podido confirmar verbalmente la so- niño que se siente destruido por sus objetos internos y proyecta
licitud materna después de haber rememorado la frialdad de la hacia el exterior su destructividad defensiva. Hemos visto, con
madre de Lucía durante las primeras entrevistas con ella. Ella l ,ucía, cuánto necesita llegar a «la investidura tierna». Quizás es
tomó entonces conciencia de su relación de su propio cansancio una particularidad de lo femenino, una manera de defen-
con las identificaciones inconscientes con esta madre «aburrida» derse de algunos aspectos de la castración.
por los juegos de su hija. Se podía pensar que el recuerdo de es- Con Jules, reencontramos la violencia agresiva que inviste al
tas entrevistas incluso no hubiera sido necesario si el analista no objeto/sí mismo para desviarlo del contacto.
hubiera podido abandonarse a la escucha de su contratransferen-
cia depresiva, penosa, manifestada por el aburrimiento y el can-
sancio provocados por la chiquilla. El analista ha expresado así su 3. }ULES: DESTRUCTIVIDAD DEL YO
resistencia para identificarse con una madre desagradable para la
niña. Se puede uno imaginar que una intervención que mani- Jules tiene un poco más de seis años. Su madre es una gran
fiesta esta contratransferencia hubiera probado a la niña que es- enferma mental. Ha venido porque es incapaz de adquirir los co-
taba incluida y la hubiera tranquilizado. Por ejemplo: «me en- nocimientos escolares y se muestra muy replegado entre los de-
cuentro cansada por ese juego como una mamá que no quiere más niños. Desde hace semanas, construye pacientemente, en
jugar, y mi hijita Lucía está triste porque ella por lo menos quiere cada sesión, una casa con un Lego que destruye ruidosamente al
jugar». La insistencia del niño está destinada a hacer que se es- fi nal de cada sesión. Cuando vuelve para la sesión siguiente, llora
cuchen, a cualquier precio, sus necesidades, con el riesgo de pro- por no encontrar su casa, se coge una rabieta y vuelve a empezar
vocar un rechazo de su madre. No puede abandonar la gratifica- poco a poco su construcción.
ción sensorial de esta relación precoz no satisfecha para No aportaré más material de las sesiones. Encontramos con
transformarla en imágenes y encontrar otros intereses. Freud in- jules la misma repetición insistente que con Lucía. Lo que im-
siste en el tabú del tocar: <<[ ••• ] el contacto corporal es el fin pró- po rta aquí es la potencia de la desesperanza de Jules. Su cons-
ximo tanto de la investidura agresiva como de la investidura tierna trucción solamente es un juego por el simulacro de construcción,
del objeto». Se puede también comprender el juego insistente de por el simbolismo al que tiende este edificio. La persistencia del
Lucía como una lucha contra su propia depresión. E incluso como mismo juego de construcción y de manifestación afectivas que
158 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO lllSTERJA, INHIBICIÓN Y ANGUSTIA DE MUERTE 159

desencadena expresa la angustia de la discontinuidad del yo de hre lo que podría persistir de él, y para suprimir la posibilidad de
ese niño pequeño y, al límite de la psicosis, la destructividad a la un contacto que él no podría controlar. Habrá que volver a em-
que debe hacer frente. pezar todo o casi todo. Los niños juegan en la playa a construir
Gracias a la presencia, y sin duda a la palabra del analista, de los castillos de arena, bonitas fortificaciones imaginarias que la
la que puede esperar que se fije en él, Jules puede construir la marea potente va a convertir en la nada. Ellos fantasean contra
imagen de un espacio interior en forma de casa, un conjunto que la potencia natural. Jules construye los castillos de arena. Los sen-
se mantiene de pie y representa un sí mismo que él solidifica timientos de persecución ante la eminencia de la separación pro-
trozo a trozo. Los trozos que se tocan. vocan en él una excitación motriz regresiva y la destrucción sim-
Sin embargo, el conjunto no resiste a las angustias de separa- bólica de sí mismo. La culpabilidad, el miedo de haber destruido
ción al final de las sesiones, ni a la evocación de un con- al objeto/analista, se manifiestan en retorno a la sesión siguiente.
tacto imaginario y permanente con el terapeuta. A fal'q., quizás, 1 superyó feroz es representativo del sadismo del niño hacia sí
de una intervención suficientemente apuntaladora del \analista, mismo que proyecta en los objetos durante sus juegos. Esta an-
desarmado ante la violencia destructora del niño pequeño, Jules gustia ante la destrucción transferencia! debe interpretarse. La pa-
no llega a establecer un vínculo de continuidad suficiente para labra del analista hará actual su existencia y posible su separación
confiar su construcción al terapeuta. La pulsión de muerte, en del niño. Freud relaciona la angustia con la espera, cuyos carac-
forma de odio destructor, manifiesta su potencia devastadora. Se teres son «la indeterminación y la ausencia del objeto». Cuando
podría hablar aquí de un aspecto negativo de la transferencia. La J ules prevé reencontrar a su terapeuta, teme haberlo destruido.
palabra del analista no ha constituido una envoltura suficiente- '1eme que la ausencia que ha sentido entre las sesiones se perpe-
mente sólida para resistir al corte de las separaciones. En la me- l úa por la desaparición mágica de la persona que desea reencon-
dida en la que el analista es «el otro», verdadera representación trar. El surgimiento de la culpabilidad provoca la tristeza que el
de la madre enferma, incoherente e imprevisible, es necesario niño manifiesta al principio de sus sesiones. Sobre este afecto po-
para el niño que este otro exista siempre, incluso si ha sido de- sitivo se fundará la interpretación de las angustias de destrucción.
vorado o muerto. Como para esta chiquilla que hablaba a un co- Reencuentra «la angustia de sentir su cuerpo atacado desde el in-
lega2 de «abrazar a su madre en mil trozos». 1crior», como la ha notado Melanie Klein en los niños que ata-

Cuando representa la construcción de su propio espacio psí- ;an el cuerpo del terapeuta o, como aquí, la construcción de Ju-
quico, Jules percibe la materialidad de la separación corporal, la lcs, figuración de su propio cuerpo. La creación de Jules a su
realidad sensorial que lo aleja de su terapeuta en cada piedra de llegada a la sesión es del orden del superyó precoz. Manifiesta el
la construcción. Su envoltura psíquica estalla y se desmorona dominio de las angustias paranoides reveladas por el juego de una
cuando el objeto exterior escapa a su omnipotencia. Proyecta en- construcción y de una demolición que simbolizan las fantasías del
tonces la destructividad de su yo sobre el analista que se está con- niño. Reinterpreta sin cesar las experiencias emocionales que ha
virtiendo en el objeto ausente, inalcanzable. La parte sana de su vivido realmente, para dominar la angustia que han provocado. El
yo no puede confiar su construcción a semejante imagen. La des- juego va a calmar, poco a poco, esos temores de su propia des-
truye para que la otra no disponga de ella, en una explosión ya tructividad, por el desplazamiento que opera sobre un objeto real,
simbólica, un intento desesperado para confirmar su dominio so- pero simbólico a la vez del yo del niño y del cuerpo del terapeuta.
L·J niño experimenta que el objeto destruido en el juego no es el
cuerpo real del terapeuta.
2 Sin embargo, el comportamiento intenso y repetitivo de Ju-
Dominique Arnoux lo ha citado en un coloquio de la Sociedad Europea
para el Psicoanálisis del Niño y del Adolescente (SEPEA). lcs puede hacer pensar en los elementos psicóticos en su carácter.
160 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO 11/STERIA, INHIBICIÓN Y ANGUSTIA DE MUERTE 161

«El psicótico desea destruir el contacto; yo deseo establecerlo. 1ornas y de la relación transferencia!, plantea "'a Mme. F. el pro-
Además de esto, él está esencialmente interesado por la destruc- blema de la construcción y de la posesión de un objeto interno.
ción del contacto sensorial y su saturación concomitante mien- 1.Jla cita juiciosamente a Winnicott en relación con este tema:
tras que yo me esfuerzo en disminuir el contacto sensorial para «Las cualidades del objeto interno dependen de la existencia, del
que la puesta a punto se realice sobre la realidad psíquica. El psi- carácter vivo y del comportamiento del objeto externo.» Esta
cótico teme y detesta ese resultado; es la extensión de la realidad» f'rase define bien la imagen que nos da Álex de su sufrimiento y
(Bion, 1970, pág. 123). El niño también teme este afrontamiento. de su búsqueda en la constitución de un núcleo narcisista sufi-
Las sesiones de Jules se desarrollan entre el temor de haber per- cientemente bueno, cuyas cualidades se deberían a las identifica-
dido el contacto, la inquietante realidad de las cosas que toca, y ciones precoces provechosas.
que evocan el interior materno, proyectado en el analista en el y Durante sus primeros intentos de adaptación a la escuela es
marco de la sesión. La toma en cuenta de la separación finil le cuando se observan las dificultades de Álex. Llora de tal forma
obliga a renunciar a su omnipotencia, y a sentir la depresión. Pre- que solamente se le puede mantener en maternal. En el curso pre-
fiere destruir más bien que coger. Pero no destruye el vínculo en- paratorio, inquieta nuevamente por su incapacidad para dejar
tre él y su analista ya que conserva la duda y la tristeza en la au- una huella de su mano. Una primera psicoterapia duró un año,
sencia. Su resistencia al cambio está vinculada con la puesta en se interrumpió por el traslado de los padres de Álex. Es entonces
duda del contacto sensorial por las interpretaciones que retiran cuando le conocimos.
de la relación el dominio del principio del placer. Se diría que su Álex nació después de tres abortos de su madre. Lo que de-
comportamiento en el juego representa el conflicto entre la re- termina en ella una ansiedad importante que hizo penoso el em-
presión y la regresión . De aq uí el rechazo al crecimiento y a la barazo. El niño nace normalmente, pero un reflujo vagal obliga
contrucción de un yo más autónomo en este niño pequeño. a mantenerle sentado y a alimentarle frecuentemente. Después, a
los tres meses, debió ser reanimado por una apnea que estuvo
a punto de provocar su muerte súbita. A partir de ese momento,
4. ÁLEX: CONSTITUCIÓN DEL OBJETO INTERNO su madre le vigila permanentemente. Esta situación, que se man-
Y DE UN CONTI N ENTE tiene todavía, carga a Álex con las ansiedades y la depresión ma-
ternas.
El caso de Álex me es relatado regularmente por su terapeuta, En los encuentros con Mme. F., durante meses, todas las se-
Mme. F 3 . Encontramos juntas un gran interés. El niño es atrac- paraciones están marcadas por la necesidad de Álex para llevarse
tivo, ciertamente, pero yo me planteo también la pregunta de lo un objeto que pertenece al marco de su terapeuta. Se lo lleva
que nuestro interés común representa de intercambios transfe- además, estableciendo así un vínculo transicional, una perma-
renciales entre nosotras con el tema de este niño. Ahí no está nencia de la «cosa» que existe materialmente entre él y Mme. F.
nuestro tema actual, pero esta pregunta puede llevarnos directa- desde su primer encuentro. Así la mantiene viva por un contacto
mente al caso de Álex, ya que concierne en gran parte a los pro- sensorial táctil. «Vamos a asistir, dice Mme. F., a la construcción
blemas de dominio sobre el objeto interno. Aportaré a conti- progresiva de un objeto interno, en una correspondencia cons-
nuación una parte de las notas tomadas por Mme. F. tante entre vaciar y vaciarse, llenar y llenarse.» La diferenciación
Álex tiene siete años y, a través de las desviaciones de los sín- entre el objeto interno y el objeto externo va a establecer, poco a
poco, una repetición obsesiva de los juegos con un contenido
manifiesto, el analista y su marco utilizados por el niño como
3 continente vivo.
Monique Fenet es psicoterapeuta en formación en la Salpétriere.
162 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO 11/STERJA, JNHJBJCJÓN Y ANGUSTIA DE MUERTE 163

Hasta las sesiones actuales, los juegos de Álex se acompañan está creando. «La búsqueda del sí mismo a partir de lo que puede
de un síntoma notable: súbitamente, se siente preso de un deseo hacerse con los productos de desecho me parece una búsqueda
intenso de defecar, vinculado con la manipulación de un objeto interminable, destinada al fracaso» (ibíd., pág. 77). El analista-
o con un pensamiento particular. En este momento, se retiene madre es, para Álex, una madre que colabora en la creación de
fuertemente, su cuerpo se contrae, deja de hablar. Todos los ori- un objeto/sí mismo vivo, que ya no será identificado con el des-
ficios se cierran. El analista tiene el sentimiento de que incluso echo materno.
sus oídos están cerrados, ya no escucha, «se vuelve hacia el inte- Para ilustrar este caso, presento dos sesiones que tuvieron lu-
rior de su cuerpo, centrado sobre la relación con este objeto anal gar hacia el final del primer año de terapia. El texto de la iz-
interno, con el cual juega, sin poder separase de él» (lV¡:me. F.). <tuierda relata el contenido de la sesión realizada por Mme. F. El
Esto es así, y en el curso de múltiples sesiones aparece el(sÍntoma. texto de la derecha contiene mis comentarios sobre ese conte-
Por ejemplo, «vacía su cartera, para mostrar su libro de lectura. nido. Los números designan los pasajes correspondientes entre el
Se contiene [... ] Vacía su caja para inspeccionar su contenido y material y los comentarios que yo he podido hacer.
situar en ella sus coches preferidos. Se contiene [ ... J Cierra con
scotch la puerta del despacho para que no entren los ladrones. Se
contiene [... ] Ve un juguete nuevo en la habitación, lo contem- • 15 de diciembre
pla, comenta, y se contiene».
Se ve que la excitación anal está directamente vinculada con 1• Álex va a llenar de agua una l. ¡Solamente se puede pensar en
un objeto particularmente investido. Parece que Álex goza pequeña bañera, la deposita la apnea que estuvo a punto de
con esta excitación, guarda el representante fecal del objeto y ma- sobre la mesa, sumerge los pe- hacerle morir, pero él tenía tres
nifiesta así la angustia de deber dejarlo escapar. queños personajes, entre ellos meses!
Demanda al analista que cierre los ojos durante estos episo- un bebé. Los personajes están Frecuentemente ha escu-
dios, como si deseara que comparta la intensidad de esta viven- en el agua, contienen su respi- chado hablar de ello, y tam-
cia. O quizás se proyecte en ella como objeto interior para que ración, después salen. bién de los bebés perdidos du-
ella lo conserve en su espacio vivo. ¿Los ojos abiertos del analista ran te los embarazos de su
serían la salida de un interior no cerrado que le dejaría escapar? madre.
Entonces estaría identificado con el niño-heces. Se puede pues ¿Es una construcción imagi-
naria de sus angustias difusas
pensar que su retención anal manifieste la persistencia de las
de muerte?
identificaciones femeninas precoces o a los niños abortados.
Al hilo de las semanas, Álex puede «representar» sus emocio- Durante un momento, los adul- 2. El desamparo de la angustia de
nes, incluso si la intensidad del juego permanece fuertemente tos han olvidado al bebé den- muerte es sentido por el paro
más allá de lo normal. Juega entonces al escondite con un objeto tro del agua. Se le saca, ya no de la respiración.
que Mme. F. debe encontrar. Después invierte los papeles. Ense- respira. Álex le manipula en Pero también sentido por el
guida, son los dos compañeros los que juegan al escondite en la todos los sentidos y respira hecho de la ansiedad de los
oscuridad. El cuerpo de Álex se convierte en el objeto que hay nuevamente. adultos que entraña una vigi-
que encontrar y tocar. Finalmente, eso no será más que una eti- De nuevo se olvidan del bebé lancia asfixiante. Mientras que
queta que él situará allí donde debería encontrarse el objeto. «La que ahora se ahoga y muere. el niño en cuanto individuo se
cosa real es la cosa que no está allfo (Winnicott, 1971). El bolo siente «olvidado».
fecal no es más que la representación del objeto psíquico que Álex
164 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO HISTERIA, INHIBICIÓN Y ANGUSTIA DE MUERTE 165

El hecho de que él mismo de defecar. Su rostro está con- chicos, el que domina la vida
reanime al bebé denota, traído. Me pregunto lo que es en el líquido materno? Quizás
pienso, un sentimiento muy si no es ya un bebé, pero no se podría ayudar al esfuerzo del
fuerte del trabajo psíquico que responde. Yo pensaba en las yo de Álex aprobando, com-
él realiza en su terapia. Él man- heces y en el niño muerto. probando que él aprobaba el
tiene el dominio sobre su vida, El juego se renueva y varias éxito de sus esfuerzos para vi-
y colabora a su curación. Su veces el chico salva al bebé de vir con toda seguridad. Sin
alianza terapéutica se expresa ahogarse. Este chico se llama ninguna duda, el analista ha
así a su analista. Álex. Me mira, sonríe y dice: dicho alguna cosa equivalente.
\ «Soy yo.» Este niño entra en el
3. Él juega a los padres que se han 3. La acusación de padres se abre agua, y perman ece más
olvidado del bebé, y cuando paso, agresividad hacia la pareja y tiempo que los demás conte-
piensan en él, es demasiado la escena primitiva (tuvo un her- niendo su respiración.
tarde. Y a su vez los padres es- manito hace algún tiempo). In-
tán muertos. Después todo el tenta reparar sus destrucciones 6. Álex decide detener ese juego, 6. Álex duda entre evacuar (el
mundo respira nuevamente. reanimando a toda la familia. y me pregunta si puede vaciar agua) o guardarla (eso hará
el agua en el WC. Dice: «Eso más). ¿Qué es esta «canaliza-
4. Ahora, el bebé ha crecido. Es 4. Se ve el deseo del resultado de hará más agua.» ción»? ¿Dónde conduce, sino
niño (él elige un chico). Es él sus esfuerzos de dominio sobre Entonces fabrica dos tubos al pensamiento y a la atención
mismo. Es muy fuerte, puede sus angustias de muerte vincu- con las hojas de papel, una del analista? ¿Hay algo que
permanecer mucho tiempo en ladas, sin duda, con las remi- «canalización» que apoya en el ésta no ha escuchado? Hay que
el agua sin respirar. niscencias del traumatismo suelo y dice «eso no marcha. reparar. Pero falta el contenido
Cuando él era pequeño, res- precoz, pero también con la Entonces tú me llamas para fecal en la canalización, el di-
piraba en el agua, entonces se coacción que siente por parte que yo lo repare.» Juega al re- nero. ¿El contable/analista lo
ahogaba. Ahora, sabe retener de su madre que le vigila sin parador, intenta arreglar la ca- habrá guardado para él? En
su respiración. El bebé va den- cesar. nalización. Haciendo chapu- todo caso, Álex no se ha des-
tro del agua: «Es otro bebé», Quizás tiene también ahí un zas, me dice: «Estoy de mal hecho de él. Lo mantiene en
dice. El grande le rescata. dominio de la respuesta agre- humor. No tengo dinero, el forma de mal humor.
siva a esta coacción desplazada contable no me la ha dado.» Lucha contra la depresión
sobre el soplo, y situada en una La sesión ha terminado. de la pérdida de objeto, de la
escisión del yo (el grande y el pérdida del núcleo de sí
bebé), favoreciendo la parte mismo, de una separaéión in-
eficaz del yo ideal. evitable, la del final de la se-
sión, como la de un cordón
5. En un momento, él sitúa al 5. Las asociaciones del analista umbilical convertido en no
bebé de pie en el agua y pone parecen completamente justas funcional.
de relieve que tiene el aspecto y es comprensible que ella no
de muy pequeño. Dice: «Es haya podido verbalizarlas. Por
tan pequeño que incluso no es lo demás, ¿era verdaderamente
ya un bebé. » Diciendo esto, se necesario, ya que Álex se reco-
contiene de un deseo violento noce en el más fuerte de los
166 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO HISTERIA, INHIBICIÓN Y ANGUSTIA DE MUERTE 767

Esta"lista de asociaciones sin


• 18 de diciembre (sesión siguiente) duda no es exhaustiva. La re-
petición de la imagen del pelí-
cano que pone parece una du-
1. Álex llega con su cartera, y 1. Hace falta que recordemos una
plicación del juego de Álex en
saca de ella un libro de lectura de las «razones» evocadas por
sus sesiones del momento.
del que me pide que lea algu- esta terapia que es la incapaci-
Ir a regar las plantas es qui-
nas páginas. Después me pide dad de Alex para trazar una lí-
zás un sustituto de la micción,
que le lea una poesía: «El pelí- nea o una letra. La lectura es el
de la eyaculación, símbolo de
cano de Jonathan», pelícano reconocimiento de la
la potencia masculina que
que pone un huevo completa- que deja el adulto. Ahotla bien,
mantiene la vida. En ese mo-
mente blanco, de donde sale se trata ahí de la huella de la
mento, quizás, se puede com-
un pelícano que pone, etc. Lo escena primitiva: el huevo, y la
prender que la transferencia de
que se termina por «¡Si no se gallina, repetida la madre,
una imagen paterna ayuda a
me hace una tortilla antes!» de un huevo que terminará
Álex contra la imagen de una
Con esta idea Álex se contiene por perecer por devoración. El
potencia materna devoradora y
vivamente. contacto visual y auditivo de
omnipotente.
Bruscamente, decide ir a los que la huella se materializa
buscar agua para regar las por la voz del analista, provoca
2. Después él llena la bañera y 2. La aparición del grande de die-
plantas. una excitación transferencia!.
juega nuevamente con los pe- cisiete años ha molestado un
El síntoma de retención que
queños personajes. «Él» el poco nuestras asociaciones. Sa-
aparece entonces sitúa al ob-
niño pequeño, «soy yo». Él in- bemos que Álex tiene una me-
jeto retenido en varias perspec-
siste. «Existe ahí un hermano dio-hermana de diecisiete años.
tivas:
tan villano que quiere matarle Pero es un hermano malo que
- el huevo producido por
a él.» aparece con el deseo de muerte
un coito anal con el padre;
Yo pregunto si ese hermano hacia él. ¿Es que crecer no aca-
- el niño retenido por el
es grande o pequeño. rrea la muerte? ¿O la castra-
interior materno, resultado del
«Grande», dice. Lo envía en- ción, evocada por la imagen
coito con el padre;
tonces al otro lado de la habi- reprimida de la hermana?
- el niño/heces porque es
tación. «Está muerto . Era Existe ahí, quizás, una alusión
malo en sus sentimientos hacia
ruin. Tenía diecisiete años, a los peligros en los que se in-
los padres, así el niño interno,
ahora quince, y yo crezco. Él curre por ser grande. La parte
destruido por su propia envidia;
ha crecido más porque está «ruin» de sí mismo lleva con-
- niño muerto evacuado
muerto.» sigo la destrucción.
por la madre rencorosa;
- el temor que este objeto 3. Enseguida el niño Álex se baña, 3. De aquí la regresión al juego
si permanece vivo tiene de ser se ahoga, nadie se da cuenta de del ahogamiento porque ya ha
devorado por la envidia prote- que se está ahogando, salvo una sido experimentado por Álex.
gida en el analista. Odio hacia cacerola que sale del agua. Yo La cacerola me ha divertido
el hermano pequeño, por digo: «La cacerola es una piel porque es una representación
ejemplo. común, una mamá.» imprevista del analista-mujer
168 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO HISTERIA, INHIBICIÓN Y ANGUSTIA DE MUERTE 169

-Ah bueno, dice él. que lo salva. Se puede ver ahí, también un contenido del cuerpo que, atlnque dominable, no
-Una mamá, eso tiene cosas por supuesto, una deprecia- mantiene una forma sustancial cuando es excretado. Se carga
buenas ... ción de la feminidad-utensilio, también, fácilmente, de un sentido erótico genital, particular-
-Ah bueno, ¿las mamás tienen pero es un primer continente, mente para el chico, directamente vinculado con la masturba-
cosas en la cabeza? evocador de la oralidad y
ción, y se convierte en sustituto del esperma. Es todavía otra re-
Yo respondo que las mamás único recuperador del niño en
presentación del contenido materno, que supone la vida más
tienen bebés y cosas buenas para peligro. Al analista lo cogió
desprevenido por esta imagen
fácilmente que el objeto fecal. Las identificaciones femeninas,
los bebés. La sesión se termina
así. demasiado Ella que conducen a la capacidad de continencia, evolucionan en
ha puesto en relieve alusión Alex. Se puede dejar escapar su propio contenido y reconocerlo
oral. Sin duda ha estado incó- como un objeto exterior convertido en independiente del cuerpo.
moda por la desvalorización Es entonces una huella, que se puede borrar como él lo hace, pero
inconsciente de su feminidad que puede convertirse en un signo destinado a alguien.
continente. El niño desvía en- Es así como Álex ha experimentado un placer al limpiar todo
tonces la representación del lo que se desbordaba, así pues, en borrar las huellas de su placer,
cuerpo hacia la cabeza y el en poner límites a los desbordamientos libidinales. Un superyó efi-
pensamiento, por un modo de caz se sitúa en él, que le permite mantener el juego en el placer dis-
defensa obsesiva contra las fan-
minuyendo la culpabilidad que él provoca. Se puede decir que Álex
tasías que se refieren al cuerpo
utiliza bien a su analista como catalizador para transformar sus ob-
materno.
Se puede pensar también
jetos internos, y sus identificaciones femeninas precoces evolucio-
que Álex hace alusión al pri- nan para «hacer» lo que, según Winnicott, es un rasgo masculino.
mer año que ha pasado en psi-
coterapia y que Mme. F. recu- Durante la sesión del 15 de diciembre, Álex parece que uti-
pera lo que queda del niño. Su liza el juego como un compromiso entre el acto y la palabra. Ver-
última intervención insiste en balizando la historia que él representa en el juego, el chiquillo
la «bondad» de la madre que toma la responsabilidad de sus actividades, guiadas por las pul-
ella desea permanecer para siones agresivas que le defienden de sus angustias de muerte.
Álex al final de la sesión. Pero El dominio que ha ejercido anteriormente sobre sus heces, se
falta la alusión a la transferen- desplaza ahora sobre la respiración, como si el objeto interno hu-
cia de continencia aunque va-
biera cogido un lugar más vasto en el interior corporal. El juego
lorada por la metáfora de Álex.
del escondite representa entonces la ocupación del espacio sim-
bólico del terapeuta por el objeto/Álex. Él proyecta e interioriza
Esta secuencia me parece un buen ejemplo de la manera en las sentimientos emocionales vinculados con la presencia viva del
la que un niño puede poner en escena sus experiencias dolorosas terapeuta que reanima el narcisismo incierto. El autoerotismo
y las defensas a las cuales recurre para superarlas. anal ha fundado las sensaciones de un objeto interno cuya expi-
Durante estas dos sesiones, Álex ha manifestado un gran pla- ración se convierte en la expresión regresiva. Pero se ve bien aquí
cer en jugar con el agua. El líquido es un representante sensorial cómo la recuperación de una defensa anterior de supervivencia
de la continuidad y de la comunicación. Álex lo utiliza con este reactiva las posibilidades de represión de las pulsiones sádicas-
fin cuando se presenta como reparador de la canalización. Es anales.

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I70 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO HISTERIA, INHIBICIÓN Y ANGUSTIA DE MUERTE 17I

La sesión siguiente muestra cómo el niño puede pasar del ques anales, se ha hecho fiable y puede ser interiorizado y con-
juego a la narración y cómo las asociaciones verbales, reempla- vertirse en objeto de gratitud.
zando las manipulaciones del juego, producen el mismo efecto Las experiencias pasadas de Álex son menos inquietantes que
de representación ya que ellas desencadenan el mismo síntoma de las sufridas por Jules. Pero el proceso permanece el mismo: el
angustia de pérdida del sí mismo y de necesidad de retención. Se niño utiliza a su terapeuta con la finalidad de encontrar en él un
puede pensar que la envoltura constituida por las representacio- objeto que resiste a los ataques destructores. El niño puede en-
nes verbales, incluso sostenidas por la presencia del terapeuta, no tonces abordar la realidad y sus peligros. El juego le ha servido
es todavía suficientemente sólida para garantizar al yq contra la de área de transición entre sus fantasías angustiosas y el abordaje
evacuación del núcleo narcisista autoerótico. El sadisll{Ío evocado de la realidad y de sus peligros.
por la escena primitiva inviste al objeto anal de agresividad des- Para estos niños, la repetición del mismo juego, reproducido
tructora, y de deseos angustiosos vinculados con la separación de con las variantes frecuentemente discretas, aparece como un tra-
los finales de las sesiones. Pero Álex puede retener sus pulsiones bajo de perlaboración que facilita la presencia y las intervencio-
agresivas mejor que Jules, porque las ha introyectado y las con- nes del analista. Perlabbración de conflictos precoces no resuel-
centra sobre lo que siente en el interior de él. La constitución de tos, recubiertos poco a poco por los síntomas defensivos. La
su narcisismo está ya asegurada por parte del analista siempre representación cambia de cualidad con las transformaciones del
presente en este juego. Puede entonces proyectar sus deseos de juego. En Lucía, Jules y Álex que acabamos de tratar, se puede
existencia narcisista sobre la vida de las plantas. Su identidad apa- pensar que el juego revela una defensa prematura y exagerada
rece con el dominio de sus angustias destructoras. Frente a la contra las pulsiones destructoras. Éstas aparecen en las sesiones
imagen paterna representada por el hermano mayor, es como se cuando el proceso tránsfero-contratransferencial se lo permite.
dibuja la propia identidad de Álex. Se ve aquí cómo el juego, Por el desplazamiento y la condensación simbólicos, el juego des-
gracias a la manipulación no transgresiva de objetos simbólicos, vía la peligrosidad de las pulsiones y permite la elaboración de las
atenúa la culpabilidad. El niño descarga simbólicamente sus angustias de omnipotencia y la aparición del dominio de la des-
pulsiones agresivas y su angustia se contiene por la escena/ marco tructividad. Los afectos de amor pueden aparecer y el niño puede
en que se desarrolla el conflicto representado. El analista pre- abordar la situación interior de ambivalencia.
sente y, eventualmente, su interpretación, son utilizables como
continentes psíquicos, ya que el niño se siente incluido, cogido
en un interior común. La última secuencia de la sesión, en la 5. COMENTARIOS
que Álex proporciona la imagen de la madre-cacerola, banaliza
la transferencia de las proyecciones a la vez desvalorizadoras y Represión y regresión
aseguradoras . Álex puede transmitir a la cacerola la omnipo-
tencia a la cual está a punto de renunciar: el control viene del Se nos traen muchos niños en edad de latencia porque sufren
exterior. Se ahoga, pero se le repesca: la representación simbó- de inhibición. En su estatuto de síntoma, la inhibición es para-
lica del juego permite que el objeto se convierta en exterior, la dójica: contraría el funcionamiento del yo, y, no obstante, según
realidad ha tomado cuerpo fuera del cuerpo propio del niño, Freud (1926, pág. 24), «toma un valor en la afirmación de sí
sin que el cuerpo sea él mismo empequeñecido. La capacidad mismo, tiende cada vez más a ser solamente uno con el yo y se
para vivir no depende ya solamente de los objetos exteriores. le hace cada vez más indispensable». El niño inhibido retira de
¿Álex ha podido crear en él mismo un objeto autónomo, diría- sus síntomas las ·satisfacciones narcisísticas importantes. Tanto
mos nosotros narcisístico? Si el analista ha resistido a los ata- Lucía como Jules han adquirido un interés particular por parte
172 El JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO HISTERIA , INHIBICIÓN Y ANGUSTIA DE MUERTE 173

de su entorno, incluido el de su terapeuta, ya que él está presente defensas precoces. La regresión se impone entonces, un retorno
únicamente para ellos durante las sesiones. Ellos gozan de satis- a la satisfacción de las pulsiones parciales en forma de destrucción
facciones fantasmáticas importantes por su situación regresiva. y de fijación a la violencia original. Si la represión de su agresi-
La represión que suscita la inhibición de la actividad motriz vidad fuera eficaz, Jules llegaría a «desconstruir» en lugar de des-
y mental funciona sin duda diferentemente en el uno y en el otro truir. Es decir, que llegaría a organizar las partes de su construc-
de esos dos niños. Las pulsiones parciales reprimidas Pºf el uno ción, según un nuevo esquema. Retomaría en sentido inverso el
y por el otro no son las mismas. Para mantenerme en lo gue a¡;ia- trabajo de representación de sí mismo que ha acabado en un edi-
rece en el juego durante las sesiones, podemos distinguir en Lu- ficio. Podría utilizar las defensas obsesivas proporcionadas por el
cía un aspecto más económico de la represión: ella no inviste los superyó contra su agresividad devastadora del yo, contra el aban-
placeres motores; es torpe, pesada. Tampoco tiene agilidad de es- dono precoz que reaparece con la idea de la separación. Fre-
píritu, como si se hubiera quedado fijada a una absoluta necesi- cuentemente se ve a los niños pequeños durante una terapia, po-
dad de tocar, de quedar pegada piel a piel al cuerpo materno. nerse a ordenar los objetos con los que han jugado, con la ayuda
A veces padece de eczemas, como si la separación solamente pu- o sin ella del terapeuta. Es la prueba de que han construido una
diera ser un desgarrón. Las pulsiones eróticas precoces homose- envoltura paraexcitable contra las angustias de separación. Los
xuales son reprimidas como para no ser desinvestidas. objetos externos representan los objetos internos con los que el
La situación de la terapia ofrece a Lucía la difícil posibilidad niño organiza las relaciones en su espacio psíquico. En ese mo-
de salir de un sufrimiento en el cual ella conserva los beneficios mento puede contener y resolver los conflictos internos.
de las fantasías vinculadas con las pulsiones parciales que ya no La demolición brutal que Jules hace que sufra su edificio es,
puede satisfacer. La realidad de la vida exterior ya no coincide de hecho, la señal de una resistencia a la transferencia. La cons-
con la búsqueda de su placer. Le es más fácil regresar frente a la trucción que ha hecho de un espacio simbólico de sí mismo se
obligación de un fortalecimiento de la represión, que emerge en convierte en un no-yo, ya que pierde su omnipotencia sobre el
su preconsciente. El precio de este progreso del yo es el abandono objeto/terapeuta que era la fuente de su construcción. No puede
de las situaciones de encajamientos femeninas precoces cuyo pla- abandonarse a la edificación positiva que se manifestaba en esta
cer es manifiesto en la chiquilla y provoca su inhibición, restric- construcción. La inseguridad que siente cuando evoca la inte-
ción de sus capacidades para desarrollarse. rrupción de la sesión reactiva la depresión y las · defensas agresi-
En lo que se refiere a Jules, parece que la represión funciona vas contra esta situación. Las angustias paranoides resurgen y des-
más bien desde el punto de vista dinámico; ¿qué razones tiene bordan la envoltura en construcción. La fantasía destructora se
para reprimir una agresividad que deja que transparente seme- actúa. Según Winnicott (1971, Capítulo V), es así como el niño
jante necesidad de amor que él llora para reencontrar al objeto «fabrica la realidad».
que lo suscita? Quizás las manifestaciones defensivas de cons- Los sufrimientos que ha sentido Jules resurgen en la repeti-
trucción aplicada, después de destrucción violenta están vincula- ción obsesiva, casi compulsiva, del ciclo construir/destruir. El
das al sexo masculino y a sus características musculares. Es tam- contacto con el objeto/yo buscado y casi encontrado gracias a la
bién lo que puede hacer pensar el recomenzar obsesivo de la presencia del terapeuta, se invierte rápidamente en terror de des-
construcción y su anulación en forma de contrainvestidura bru- trucción. En este momento, Jules destruye el símbolo que ha po-
tal del juego que parecía establecer las representaciones secunda- dido construir, pero de hecho conserva sin duda una huella psi-
rizadas. Jules no tiene, no más que Lucía, una paraexcitación bas- comotriz cada vez más marcada del juego que ha realizado.
tante sólida para resistir a la excitación procurada por una En Jules, la represión de las pulsiones destructoras deberá su-
necesidad del yo. El placer de un progreso es una fractura en las perar la compulsión represiva que le hace retornar a una posición

• • ,,,.. 1
174 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO HISTERIA , INHIBICIÓN Y ANGUSTIA DE MUERTE 175

paranoide dolorosa. Por sus movimientos regresivos debe poner activo. Por supuesto, la sexualidad aparece eh ese juego, pero to-
en duda los vínculos precoces anteriores a la diferenciación del davía no es edípica. Yo la comprendo más como una emoción sen-
yo y del cuerpo materno. sorial cuya exaltación está vinculada con las necesidades de su-
La regresión parece oponerse a la represión que hace que evo- pervivencia. Álex utiliza el contacto corporal-lúdico para crearse a
lucione el yo hacia los niveles superiores de relasión . Esto re- sí mismo. Toma consciencia de su propia realidad corporal, juega
cuerda las «dos vertientes» de nuestro Paul Denis \(1979), «de- a «tocar y ser tocado», lo que he llamado en otro lugar «una trans-
fensiva y elaboradora, a la muy importante con{rainvestidura ferencia de contacto» (A. Anzieu, 1993, págs. 342-343) sin duda
efectuada por los niños de esta edad para realizar la represión». esencial en el niño que encuentra, en esta comunicación infraver-
De cierta forma, la regresión hace que reviva el niño, gracias al bal, la continencia de una envoltura no mortífera.
proceso lúdico utilizado en el análisis, las experiencias emocio- Cuando Álex se «Contiene» en cada abertura de un espacio
nales que podrían ser superadas. Quizás la regresión permite en- que evoca para él la abertura anal, la retención anal que ejerce
contrar los estadios psíquicos muy precoces en los que, como lo manifiesta la necesidad de mantener el control sobre el objeto in-
escribe Florence Begoin-Guignard (1997, pág. 83), «las pulsio- terno, producción psíquicamente sensible del yo, sobre la que es
nes sádicas no venían aún a sabotear el descubrimiento fascinante posible ser activo, por ejemplo, destruirla. Sin duda ahí está para
del mundo». Las pulsiones epistemofílicas comprometidas en el Alex la persistencia de las identificaciones femeninas precoces con
juego luchan activamente con la construcción narcisista y la om- la madre destructora de los bebés en gestación (tres abortos) . En
nipotencia primaria. Si la realidad se impone frente a la búsqueda el juego del escondite, el cuerpo del niño se convierte efectiva-
compulsiva del placer, aparece poco a poco como la fuente de mente en este objeto interno del analista con el cual Álex está
otros placeres posibles: el juego sirve de soporte, de transición a identificado. Busca provocar que el analista le toque como prueba
esos cambios. Da la posibilidad de utilizar los objetos transicio- sensorial de su propia vida. Es un objeto vivo que adquiere por
nales de la transferencia, sobre los que las proyecciones se hacen el contacto sensual el sentimiento de su propia vida. La prohibi-
menos inquietantes. Nuevas defensas, útiles al yo, pueden en- ción del tocar está a penas establecida cuando el niño debe re-
tonces orgamzarse. gresar para poderlo superar volviendo a los juegos corporales. Le
es necesario ser él mismo el objeto encontrado/creado que Win-
nicott atribuye a los juegos sensoriales de los pequeñitos, para te-
La importancia del tocar: toma de distancia con el objeto ner la prueba de su existencia corporal. Se prepara así a superar
las angustias de la castración.
La concreción sensorial se encuentra en el juego del escon- Al mismo tiempo, manifiesta las capacidades de simboliza-
dite. Álex manifiesta, fundamentalmente, su exigencia de domi- ción tranquilizadora en cuanto a su evolución. Lo que no dismi-
nio sobre el objeto, utilizando una cosa intermediaria simbólica nuye, no obstante, la dificultad, para el analista, de interpretar el
de él mismo. Por ese juego, hace alusión al deseo de encontrarse modo del juego.
en cuanto objeto de su propio deseo. Ese juego significa, pienso, Si nos referimos nuevamente al material de las dos sesiones
las fantasías vinculadas con la madre que recibe a su hijo al na- de diciembre, se puede comprobar cómo se imponen las imáge-
cimiento, niño vivo y ya no fecal. nes y los juegos de destrucción-reparación/reconstrucción. Pare-
Se puede también comprobar que Álex regresa a un juego cor- cen vinculados directamente a las experiencias vividas (reflujo
poral: es él mismo el que se esconde y al que su analista debe en- vagal, apnea, discurso y depresión de la madre). El niño experi-
contrar, después tocar para confirmar su presencia. La motrici- menta, en el juego, la necesidad de una actividad organizadora
dad toma el lugar de las sensaciones orgánicas. Álex se hace de sus fantasías de destrucción de sí mismo y de sus proyeccio-

I, '11' 1 1
176 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO HISTERIA, INHIBICIÓN Y AN GUSTIA DE MUERTE 177

nes sobre el exterior. La rememoración de los ataques internos blar de lo que «sabe» del placer sexual. Estamos ya en «la confu-
sentidos en su cuerpo provoca una angustia que Freud encontrará sión de lenguas» tal como la ha descrito Ferenczi. Si no se le pro-
en el concepto de castración y lo unirá con las pulsiones sexua- porciona el medio de pensar a su nivel, el niño actúa lo que no
les. El niño pasa, con la ayuda de la presencia auxiliar del ana- puede pensar. El intermediario figurado del juego permite situar
lista, del terror destructor a una ordenación represei;itativa. Las el simbolismo entre el adulto portador del saber y el niño que ex-
representaciones se organizan en un relato comunicable cuyas se- perimenta la investigación. La provocación experimental del niño
cuencias del juego son el texto. ·( expresa la fantasía y desvía en ficción o en actuar simbólico la ne-
cesidad de la descarga de excitación. El niño persiste en sus de-
Es de la comunidad de las percepciones como se funda y se fensas y su resistencia transferencia! en cuanto que no ha llegado
verifica la comunidad de las representaciones y, más allá, la ho- a pensar lo que no puede cumplir y a admitir su incapacidad in-
mología de los mundos internos de los dos compañeros. La fantil conservando la capacidad de proyectarse en el porvenir y
función del lenguaje es entonces decisiva: el uso de una pala- en las identificaciones positivas. El tiempo de comprender y de
bra común atestigua la comunidad de las percepciones, y del interiorizar es necesario para establecer «Un relativo grado de co-
compartir fantasmático subyacente.
herencia del yo [... ] para la defensa contra la invasión que viene
PERRON BoRELLI y PERRON, 1997 del mundo pulsional interno y del mundo exterior [ ... ]» (Gig-
nard, 1997, pág. 41).
Es, en efecto, la palabra del analista-madre la que confirma,
gracias a su memoria contratransferencial, la comunicación de la
existencia de un objeto interno que se convierte entonces en un
núcleo narcisista persistente. En Álex, la masturbación anal pro-
duce las sensaciones de una vivencia existencial a la vez interna y
externa sobre la cual puede establecer un dominio. Este autoero-
tismo es el fruto de un narcisismo funcional indispensable con-
tra la pulsión de muerte y las fantasías destructoras.
En esta situación, Melanie Klein pone el acento en la inter-
vención del superyó precoz, a menudo inhibidor de las pulsiones
y productor de culpabilidad. Esta inbibición puede transformarse
poco a poco en masoquismo. El placer no es más que el resul-
tado de la excitación. El comportamiento masoquista desvía esta
construcción hacia la sanción del superyó. El juego puede poner
en evidencia esas especies de desviaciones. La interpretación de
la transferencia ansiosa para el analista hace que se compruebe al
niño que sus fantasías de destrucción se desarrollan en su cabeza
y se deben formular en forma de no aumentar la culpabilidad.
Esta intervención del terapeuta debe pues reservarse en cuanto a
las alusiones, a los deseos, a las envidias del niño. Nombrar estos
afectos es volver a reconocer que se les comparte. Ahí está la
trampa de la seducción, y la ilusión de que el adulto puede ha-
1

( CAPÍTULO SEXTO

LA SIMBOLIZACIÓN
EN EL JUEGO
ANNIE ANZIEU

El caso de Gabriel, relatado a continuación, va a permitirnos


entrever cómo el proceso de simbolización puede establecerse, y
captar las dudas que se producen en el inconsciente entre la prio-
ridad fantasmática, los goces de la omnipotencia infantil, así
como el acceso por el símbolo al dominio de las angustias y de
las necesidades primarias.

1. U CONFUSIÓN DE LOS CONTENIDOS DEL CUERPO: GABRIEL

Gabriel va a cumplir seis años. Yo escucho regularmente a su


terapeuta, Madame T. 1, atrapada en la complejidad de las sesiones.
Este niño pequeño con un retraso global de crecimiento, con
dificultades para concentrarse, con un importante retraso de len-
guaje y con enuresis nocturna, es pálido, nervioso y travieso. Su
madre atribuye sus dificultades a diferentes incidentes de su vida
(caídas, accidente de coche, varias hospitalizaciones de cuatro
meses por un problema del píloro). Parece que la relación del
niño con sus padres está cargada de ansiedad, pero es la escuela
la que le ha enviado a la consulta.
Desde la primera visita, se precipita sobre los juguetes dispo-
nibles y manipula los personajes haciendo ruidos que imitan el

1
Catherine Thépin, psicoterapeuta, grupo de la Salpétriere.

[179]
180 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO !/\SIMBOLIZACIÓN EN EL JUEGO 181

lenguaje. Pero su discurso es incomprensible. Durante las sesio- Gabriel siente pues la posibilidad de utilizar un soporte que
nes Gabriel juega mucho con el agua. Ahoga a los personajes, los le conduciría a la representación de los objetos más bien que a su
bebés y los padres, mezcla las pinturas. Está muy preocupado por manipulación. Los contenidos del cuerpo se hacen representa-
el «pipí-caca», la diferencia de sexos y los contenidos del cuerpo bles. Ya no es necesario tener contacto táctil.
materno. La misma terapeuta está mucho más centrada en esta Quizás la necesidad de tocar está vinculada, en Gabriel, con
problemática. las experiencias precoces de separación, de caídas, de sufrimiento
Gabriel recientemente ha decidido que iba a dibujar, porque el somático. La necesidad del contacto reparador con el cuerpo ma-
agua, «se mete por todas partes». En la sesión anterior, Mme. T. l crno es una consecuencia de las lagunas del apego precoz y de
ha hecho alusión a la diferencia de sexos y a la pretensión posi- los traumatismos repetidos que lo han provocado. Una interpre-
ble de Gabriel de que su pequeña hermana sea su hija más bien 1ación en este sentido podría proponer ese género de acerca-

que la de su padre. Relato aquí una parte de la sesión siguiente, miento.


según Mme. T. / Pero incluso si esta hipótesis está justificada por lo que nos-
otros sabemos de este niño, no será suficiente para permitir esta-
Llega tosiendo y lo dice insistentemente. Saca de su bolsi- blecer la capacidad simbólica de representación en Gabriel. Su
llo cinco dragones «ballzen» malos. Después, apoderándose del lenguaje mejora, pero no es del nivel de su edad. En la sesión re-
camión de bomberos, anuncia: «no voy a jugar más con el 1:1tada a continuación, que precede por algún tiempo la separa-
agua porque se mete por todas partes», y propone que se ras- l'ión de las vacaciones, va a mostrarnos que la separación no se
trille, sobre una hoja, agua y arena. soporta duraderamente. La transferencia deberá pues también in-
1crpretarse, por la cual el niño podrá reinteriorizar un fragmento
Delimita el agua y la arena con un trazo de pintura negra
de su historia, metabolizada por el terapeuta.
que divide la hoja en dos partes casi iguales. Mrne. T. debe
pintarla al agua en azul, y Gabriel va a hacer «una buena arena
Sesión de julio del 98. Las vacaciones de verano se apro-
llena de colores» sembrada de manchas negras que represen-
ximan. Ese día, Gabriel coge un biberón en el que introduce
tan los castillos. Esta «playa» será para los niños grandes.
todos los pequeños animales que puede. Después lo llena con
agua, muy concienzudamente. En ese momento se va a orinar
Sobre otra hoja, pinta tres regueros de pintura pegados
al WC. Después vacía el contenido del biberón en el lavabo.
unos con otros: uno, azul; otro, amarillo y otro, negro. «Es el
Un patito es evacuado por el sifón, lo que provoca en Gabriel
agua para los bebés.» La moqueta del despacho es azul, ésta
un gran desconcierto. Ve al patito en el fondo del lavabo
será el agua para los adultos.
donde permanece inaccesible y solo. Reclama insistentemente
que el analista vaya a recuperarlo: «Ves, está allí. Tú puedes ir
Cuando Mme. T. recomienda que cada uno debe estar en
a buscarlo.» Superada por la comunicación de esa desespe-
su lugar en función de su edad, él mezcla todos los colores de
ranza, la analista actúa, y recupera «al villano patito perdido».
los cubiletes de la caja de pinturas.
Quizás hubiera sido preferible que ella hubiera podido sopor-
tar la angustia del niño en el fondo del pozo, sin otro medio
Después, limpia los pinceles, se los pasa por la cara y dice:
de salir de él que una ayuda exterior. En lugar de eso, com-
«Son suaves.» Después los pasa por el rostro de Mme. T.
pensa la impotencia del niño con una omnipotencia ilusoria.
La interpretación de la tristeza de Gabriel ante su incapacidad
El juego continúa mezclando nuevamente todos los per-
para salir de ese agujero quizás hubiera sido más fructuosa.
sonajes y manifestando mucha agresividad.
182 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO LA SIMBOLIZACIÓN EN EL JUEGO 183

Pero, en el niño, la insistencia para hacer comprender su ne- El analista estuvo evidentemente torpe en ' esta sesión. Su fla-
cesidad es a menudo incansable. Gabriel va a probar a su terapeuta queza es valorada por el fallo del intento de reparar una pérdida
la inutilidad de las actividades de «reparación>> en el proceso ana- de objeto en forma de la recuperación del pato. Vemos entonces
lítico. No es esto lo que su inconsciente buscaba. Era la liberación que una intervención activa no tiene la eficacia de un acerca-
interior de una sobrecarga de angustia vinculada con las miento de recuerdos o de una interpretación transferencial.
de varios órdenes, y la actuación destructora del patito. ) Reemplazar al objeto no equivale a modificar el movimiento afec-
En efecto, cuando éste apareció en la superficie, Gabriel llenó tivo que ha acompañado la pérdida. Solamente es un vendaje so-
el lavabo a ras del borde evacuando nuevamente al pato por el bre una herida abierta.
exceso de agua. Está, ésta vez, definitivamente perdido. Gabriel La cuestión es que el patito solamente es el representante sim-
manifiesta entonces un descontento ambiguo donde se mezclan bólico de la persona psíquica del niño. La actividad reparadora del
la acusación, la tristeza y la satisfacción. Lo que deja al terapeuta analista vuelve pues aquí a interpretar el símbolo de una pérdida.
perplejo ante la puesta al día de un Gabriel un poco perverso. Ninguna acción terapéutica puede ejercerse sobre un símbolo. Se
trata de una representación de objeto no de un proceso afectivo
relacional. El símbolo se utiliza aquí, por el contrario, para dis-
Técnica e interpretación tanciar al sujeto de una representación del sí mismo ansiógeno.
El niño es excitado por las fantasías que le acusan en su juego
El juego de Gabriel con el biberón expresa la confusión en la erótico con el biberón. El mecanismo megalomaníaco que le em-
que se encuentra en las representaciones de los contenidos cor- puja a que el analista actúe ha sido interiorizado por éste sin un
porales. El biberón/pecho/pene es también el cuerpo materno en retroceso contratransferencial suficiente. Viene en auxilio del niño
el que puede introducir todos sus objetos fantasmáticos, de los en peligro que lleva en el fondo de sí mismo y que teme la pér-
que él mismo forma parte, y donde introduce también, incons- dida de ese patito/pene anal, engullido por un interior misterioso.
cientemente por supuesto, su propio pene y sus materias fecales. Ante la amenaza de castración, ésta se convierte como el niño, en
De ahí nace la excitación que le conduce a los WC. El juego uri- omnipotente. Sin duda está tan inconscientemente molesto por
nario es para él el equivalente de una eyaculación. Si se escucha las evocaciones sexuales del juego y por la dificultad de ponerlas
ese pasaje en la tonalidad edípica, se puede escuchar al pato eva- en palabras, aunque, no obstante, esto parezca necesario.
cuado como el niño incestuoso rechazado como un desperdicio: Pero el análisis no es una serie de «reparaciones». No tiene
Gabriel es culpable, él mismo es el niño incestuoso. subterfugios válidos ante la realidad. El niño Gabriel deberá re-
Gabriel manifiesta otro tema de confusión, cuando vacía el nunciar poco a poco a su megalomanía defensiva, si el analista
biberón en el lavabo: el pecho/pene es vaciado de su contenido puede soportarla y transformarla en defensas adecuadas gracias a
excitante: niños/caca/pene paterno. La identificación de Gabriel con su propia continencia psíquica.
el patito se compone entonces de identificaciones parciales, de te- La simbolización solamente puede jugarse entre dos. Veremos
mores de castración por la micción que recuerda la enuresis noc- que Antoine emerge del autismo cuando une dos trozos juntos y
turna, de las imágenes del bebé/caca que rechaza por segunda vez, cuando demanda al analista/ otro trozo de sí mismo para pegarlos.
de la hermanita detestada. En la secuencia que acabamos de seguir, vemos que Gabriel
La agresividad transferencial no está ausente de ese juego: des- tiene necesidad de despegarse del cuerpo materno, de salir del do-
truir los contenidos maternos del analista que va a abandonarle, minio pulsional para diferenciarse de un objeto interior de lama-
privarle de esas capacidades de reparación y retirarle el objeto/niño dre uterina, anal, «encerradora», para convertirse en un animal
que es él mismo. pequeño que puede vivir por sí mismo, individualizarse. En ese
184 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO !A SIMBOLIZACIÓN EN EL JUEGO 185

momento, puede diferenciar su yo psíquico de la materia que fuente de tristeza. Cuando Mme. T. le hace observar que en
compone su soma. efecto separa a los mayores de los pequeños, que no tienen el
El símbolo aparece en el juego con el pato, objeto del com- mismo lugar, todo se confunde, los sentimientos se mezclan, pa-
partir de las representaciones con el analista. El cuerpo propio del rece que emerge la rabia de la castración.
niño es arrinconado detrás del objeto simbólico. Sin embargo, Gabriel domina su gesto: limpia, recupera la
( ternura preedípica y la necesidad de contacto sensorial. La am-
bigüedad de los pelos de los pinceles, mitad-sexo, mitad-caricia,
Progresión de la simbolización puede hacer pensar qué símbolos se juegan así. Pero sin duda la
separación de las generaciones, verbalizadas por la terapeuta,
Gabriel tose cuando llega a la sesión: hace señales a su tera- ha seguido demasiado de cerca la diferenciación de los sexos para
peuta de que se trata de su cuerpo, que emite algo que puede ser que el niño haya tenido tiempo de integrarla. La simbolización
inquietante, que funciona mal, quizás en lo que se refiere a la elo- figurativa aparece aquí como una defensa bien venida pero que
cución (no olvidemos el retraso del lenguaje, síntoma esencial no se mantiene ante el retorno de las angustias de castración.
con la enuresis). Tiene necesidad de comunicar algo que le in- Gabriel puede utilizar el dibujo de una manera aún interme-
quieta de su funcionamiento somático. diaria entre el juego y la figuración, ya que no es alcanzado en su
La emisión urinaria sin duda es discutida, ya que se trata de estructuración psíquica tan gravemente como Antoine. La huella
bomberos y de poner agua por todas partes. Gabriel ha decidido que produce está próxima de la creación de los squiggles de Win-
detenerse y llega a utilizar el agua depositándola sobre un marco nicott. Es una transición entre el agua de la realidad sensorial, la
sólido (la hoja de papel), impregnada de colores, es decir, de sig- motricidad mal controlada, el acto simbólico y el símbolo de los
nificantes afectivos. vínculos relacionales teñidos con el entorno por la palabra del ana-
Se puede suponer que intenta integrar lo que sucede en la se- 1ista. Todavía no es un dibujo. Pero es ya el proceso de simboli-
sión anterior en relación con la castración. Los símbolos del juego zación que se engarza con la utilización de objetos destinados a
con el agua eran representativos de su placer y de sus angustias formar uria huella, cuyo sentido persiste más allá del juego y que
de utilizar el símbolo de la enuresis. El dibujo simbólico tiende significa la inscripción del yo, incluso si no es más que parcial.
a desmaterializar, a desincorporar la expresión del conflicto. Los Se puede también comprender la evolución lingüística de los
afectos reprimidos en el juego aparecen más claramente en la dos niños. Antoine no habla, después su lenguaje aparece brus-
huella coloreada: la línea negra separa el agua de la playa, como camente cuando el niño puede liberar los símbolos de los víncu-
una huella de tristeza por la separación entre el elemento materno los que le unen con el analista. Gabriel habla, pero de forma que
siempre tentador e inquietante, sentido en la excitación de la no se puede hacer comprender. El dominio perfecto de Antoine
emisión urinaria, y un espacio tranquilo, una playa de reposo sobre la expresión de sí mismo se opone al no-dominio que su-
para el porvenir, de los mayores. No obstante, sitúa algunos cas- fre Gabriel. Las representaciones de objeto, misteriosa en An-
tillos, símbolos de la necesidad de las construcciones defensivas toine, son ya evidentes en Gabriel. La palabra tanto para el uno
persistentes. como para el otro será la construcción de un proceso de simbo-
Los colores simbolizan los afectos en su acuidad o su enter- 1ización.
necimiento. Gabriel reúne el azul materno, el amarillo soleado u Cuando un niño habla de sus juegos, encuentra una capaci-
orgástico (orina) y el negro que mantiene la presencia de la an- dad de dominio sobre al analista, orienta el sentido de los gestos,
siedad y de la desaparición. Es ahí donde pone a los bebés que de los actos, de las escenas que construye. La mentalización de
separan a los mayores de los pequeños. La escena originaria es las representaciones, incluso si permanece lábil, deja la huella
186 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO !A SIMBOLIZACIÓN EN EL JUEGO 187

mnémica de la palabra a la que Freud ha unido una gran im- los principios de su vida, de su pasado de niño ya grande. Los
portancia. Ella ha liberado ya el sentido de su referencia corpo- que he podido conocer por su madre más tarde, me han con-
ral donde le retiene el síntoma. El niño que juega con su bobina ducido a pensar que después de dos hijas, el niño había llegado
domina la angustia de la ausencia materna y del retorno de su inoportunamente para su madre, y que su padre esperaba de-
madre por el vocablo que une con su gesto. Es un medio de im- masiado de él.
ponerse en la escena actual. La palabra reduce el campo de lo sim- Yo le hablaba dulcemente, sentada en el suelo cara a cara, a
bólico, mucho más amplio en el juego. La nominación de las co- su lado. Le ofrecí, como a todos mis pequeños pacientes, una caja
sas, de los personajes, de los actos por el niño crea para el analista que contenía diversos juguetes, y plastilina, asegurándole la pro-
una dependencia que orienta su propia ensoñación. Es también piedad de esta caja. Tardó mucho tiempo en reaccionar, mirada
lo que piensa A. Ferro cuando analiza la elaboración contra- baj a, cuerpo inerte, quizás dejándose penetrar por mi palabra,
transferencial del analista. La palabra es el resultado de los me- cuyo sentido, incluso para mí, no era muy evidente.
canismos neuro-fisiológicos utilizados por el psiquismo y cuando A veces, después de la sesión, su madre lo olvidaba en mi sala
aparece para llegar al lenguaje, está destinada por el niño a do- de espera sin decir nada.
minar las angustias que provocan las distancias entre el cuerpo, Después llega con gestos estereotipados, confirmando su au-
entre los deseos, entre las generaciones. tismo, pero mostrando también una actuación muscular, una ac-
Las sesiones que siguen demostrarán que las angustias de pér- tividad sensorial interna, quizás una entrada en contacto con el
didas de sí mismo reactivadas por la separación de las vacaciones, marco presente. Según Freud, el síntoma de la histérica es un
están lejos de poder neutralizarse. Gabriel solamente puede ex- símbolo mnémico. Conmemora un traumatismo o un conflicto.
presarlas por el simbolismo intermediario del juego, en el que in- Podríamos pensar que el síntoma da un lugar a la realidad man-
tenta comprometer a su terapeuta para actuar, para descender con Leniéndola en el cuerpo, mientras que una escisión mantiene pro-
él en el pozo de la ignorancia, para depender de la omnipoten- tegido el conflicto afectivo interior al yo y lo separa de las mani-
cia de sus angustias de niño perdido. festaciones corporales o comportamentales.
Los movimientos estereotipados, que produce Antoine, apa-
rentemente vacíos de sentido, me demostraban una evolución del
2. LA UTILIZACIÓN DEL OBJETO niño en su relación consigo mismo: su cuerpo se hacía sensible,
NO CONSTITUIDO EN FIGURA: ANTOINE ya que era capaz de movilizarlo. El sentido de estos gestos se li-
mitaba para mí en esta explicación. Los gestos eran una metáfora
Sea lo que sea, no se sabe jamás dónde puede desembocar un de lo que sucedía, quizás, en el preconsciente de Antoine: se me
juego, es el placer del juego. mostraba en movimiento, así pues vivo. Podíamos tener una mo-
Antoine (A. Anzieu, 1986, b) tenía siete años cuando me lo vilidad viva en común. La supervivencia funcionaba, esos pe-
confiaron, mudo, autista, después de dos años de intentos de queños trozos ya no se separaban, moviéndose, en la totalidad
ortofonía. Me lo traen como último recurso. Yo era y mi téc- corporal.
nica un último recurso. Una madre sin duda psicótica, un pa- Finalmente, un día abrió la caja de juguetes y miró larga-
dre matemático de gran escuela, hicieron de él un pobre pe- mente el contenido antes de vaciarla por el suelo de un golpe. Es
queño enclenque, con la mirada perdida, sin el menor contacto ese día cuando empieza una especie de sustituto del juego que
aparente. La decisión de un tratamiento ortofonista, lejos de ser dura meses.
juiciosa, me pareció que había reforzado las fantasías persegui- Antoine eligió los pequeños platos de plástico rosa y empieza
doras que acosaban al niño. Yo he ignorado siempre todo sobre lenta y sistemáticamente a romperlos en láminas. Esta práctica
188 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO LA SIMBOLIZACIÓN EN EL JUEGO 189

dura varios meses. Yo no me sentía sorprendida: comprendía, gra- En esta ocasión y para mi gran sorpresa, apareció el lenguaje
cias a las experiencias adquiridas anteriormente, que él represen- de Antoine, muy lógicamente constituido, como si todo el tra-
taba ya, por una especie de juego, las escisiones sentidas en algo bajo de pensamiento simplemente hubiera permanecido ence-
de su psiquismo que se puede llamar un sí mismo. Las roturas rrado pero no reprimido. Únicamente la expresión relacional pa-
repetidas, rechinantes, claras, de los pequeños recipientes de un recería haber estado totalmente inhibida. La agresjvidad delicada
alimento imposible me eran apenas desagradables. Yo sentía so- y obstinada que desmigaba los platitos con todaJ tranquilidad en
bre todo lo absurdo de ese comportamiento en relación con la mi presencia, respetuosa de esta manifestación p6lsional, ha sido,
realidad banal de la utilidad de las cosas. Reacción de defensa evi- sin duda, el principio de un exutorio saludable.
dente contra el gesto mortífero de un niño. Entre las sesiones, Antoine utilizó algunos coches pequeños
Mi reacción manifiesta era la de hablar poco, de soportar, más para hacer la ruta entre él y yo, incluyendo su bolsillo. Hasta la
bien, esta rotura incesante, intentando darle un sentido en rela- aparición de un cordero que durante semanas vuelve a un rincón
ción con mi presencia con Antoine: roturas en él, entre él y yo, de mi despacho, después sobre mis rodillas. Jamás sirvió para otra
él y los suyos, él y las cosas, él y la palabra. cosa que para llenar el vacío transicional entre las sesiones. Evi-
Después, él comenzó a llevarse a la boca los trozos de platos con- · taba a veces tocarlo, si me parecía que Antoine estaba de mal hu-
vertidos cada vez en pedazos más pequeños. Lo absurdo reaparecía: mor. Otras veces, Antoine atraía mi mano sobre el vellón del cor-
él «comía» el continente fraccionado al máximo, en lugar de un dero. Durante un largo período, lo deja conmigo.
contenido del que yo no sé si él lo había incluso imaginado. Sin Es entonces cuando el juego se convirtió en dibujo. Antoine
embargo, algo del juego me parecía significado por este gesto au- cuenta primero los días con Anzieu y sin Anzieu. Después dibuja
tístico, que confundía continente y contenido pero que permane- los trayectos entre su casa y la mía, precisando el nombre de las
cía como un signo para mí: el signo que esta parcela de objeto hu- calles. Su nivel de expresión simbólica había evolucionado. Su
biera podido simbólicamente ser incorporada. Antoine hacía «como lenguaje también. Todavía no he aclarado lo que se produjo en
si comiera» un trozo de plato, o lo que quedaba de él. Tiendo a pen- el espíritu de Antoine cuando comenzó a hablar. Tampoco he to-
sar, hoy, que significaba quizás que esos trozos de cosas que habían mado nota de sus primeras frases que podrían, ahora, quizás
tomado tanto sentido entre él y yo, quizás eran jirones de mi ser darme las claves para comprender. Tengo el sentimiento de una
presente materializado, e investidos por él con esta presencia. laguna profunda entre el juego de las reconstituciones de los platos,
Esta terapia dura en torno a tres años, durante los cuales tu- la evocación de la escena primitiva en la que él fue concebido, y
vieron lugar algunos incidentes que sin duda encubrieron los pro- la aparición del discurso. Los hilos conductores me parecen nu-
cesos, que solamente fueron el eco por las fluctuaciones de una merosos y enmarañados entre esos dos estadios de la expresión
contratransferencia, vinculada más con su entorno familiar y mé- simbólica del niño pequeño. Queda el misterio de la motricidad
dico que con las manifestaciones propias de Antoine. Durante la elocutora, de su inhibición por las angustias de muerte y de la
mayor parte de ese tiempo, los platos fueron las únicas cosas que construcción del discurso, vinculado inevitablemente con el des-
concentraron la atención de Antoine. El juego de construir tomó arrollo interior de la historia del yo.
más forma cuando me pide, por signos, reconstruir los platos en De la misma forma, no he descubierto verdaderamente el des-
su forma primitiva. Lo que nos plantea muchos problemas, visto arrollo de los procesos que han conducido rápidamente a Anto-
el fraccionamiento que presentaban. Pero el juego de construc- nio de su objeto/cordero transicional confiado a mi regazo a la
ción en el cual pudimos así colaborar, combinado con algunas organización témporo-espacial de su relación conmigo, de su ca-
interpretaciones que, por mi parte, incluyeron poco a poco la es- minar horario y local para llegar a mi casa. La simbolización se
cena primitiva, ciertamente fue muy fructífero. había hecho más clara por el hecho del trazo del lápiz de las ru-
ELJUEGO EN PSJCOTERAPIA DEL NIÑO LA SIMBOLIZACIÓN EN EL JUEGO 191
190

tas que había que seguir para llegar a mi casa. Ciertamente, el truye las formas presimbólicas, «una especie de alucinación del to-
control anal ha reemplazado la cerradura oral que le superaba. La car», como lo escribe F. Tustin (1972, pág. 75). Con Genevieve
mano se convierte en el punto de transmisión de la huella sim- Haag, se puede pensar que Antoine manifiesta, sin actuar sobre el
bólica que el niño dejaba en su caminar de él a mí. Me pregunto cuerpo del analista, un gesto presimbólico rompiendo las formas
todavía qué construcción narcisista ha sido posible para este niño. redondas (los platos). Éstos podrían, en su circularidad, reempla-
Puedo comprender su sentido descubriendo las identificaciones zar la imagen materna de un pecho o de un continente cerrado.
del yo con mi presencia estable y distante, la rapidez con la cual Se puede pensar todavía que el niño pequeño entra en el proceso
aparece el cambio súbitamente y me dejó perpleja. Supongo que de simbolización rompiendo los objetos que contiene la caja más
la obsesionalidad que manifiesta en esta ocasión ha marcado el bien que atacando al analista que la caja representa. Considerando
desarrollo inicial de las fantasías sexuales desencadenadas por el que un símbolo separa a un objeto en dos partes, se supone el re-
estadio precedente con el cordero. Desgraciadamente todo es to conocimiento de «otro» a quien se le atribuye la parte separada.
no ha podido ser recuperado y desarrollado por la interrupción Antoine sin duda había alcanzado este nivel de diferenciación,
del análisis por una intervención del exterior. ( ya que supe, más tarde, que él pegaba a su madre y que, desgra-
Salido del mutismo autístico, entra a la escuela a los diez ciadamente, ésta no se defendía. Eso mismo pasó un día en mi
Y yo le perdí de vista, aunque hubiera deseado ayudarle aún un presencia, gesto que manifestaba la insoportable separación.
poco. Supe que había seguido una escolaridad completamente Entonces pueden considerarse a los platos como los represen-
normal, a pesar de su carácter de gran obsesionalidad y de la poca tantes de la madre atacada por las pulsiones sádicas-orales. El gesto
relación con los demás. de Antoine, por su perpetua obstinación, era ya el signo de una
Para Antoine, el juego consistió sobre todo en poder mani- represión de esas pulsiones que puede explicar parcialmente la au-
pular los objetos libremente, en actuar sobre ellos sin sufrir las sencia de lenguaje en el niño. Las palabras, representantes equi-
coacciones de su utilización habitual. Libre en su forma .de utili- valentes simbólicos de los objetos agresivos internos, solamente se
zar las cosas, podía jugar con sus pulsiones destructoras, intensa- pueden expulsar por temor de destruir al objeto que atrapan: la
mente potentes y reprimidas que destruían sus capacidades de co- boca de Antoine es un lugar de devoración canibalística.
municación. El placer de romper manifestaba también la vivencia Para H. Segal, estas formaciones de la ecuación simbólica es-
dolorosa de sus roturas interiores, infligidas manifiestamente por tán en relación con el objeto perseguidor o culpabilizador origi-
el contacto esquizoide con su madre. La envoltura de mi mirada, nal: el cuerpo de la madre. El comportamiento agresivo de An-
de mi presencia tranquila, continua y no destruible por sus ges- toine hacia su madre, que pude comprobar después de varios
tos agresivos, ha servido a Antoine de base de construcción para meses de terapia, parece confirmar esta hipótesis. Los pequeños
su yo fraccionado. trozos de platos rosas representarían entonces los jirones del
cuerpo materno resultante de la agresividad de Antoine.
Sin embargo, pienso que el niño entraba en ese momento en
Emergencia del símbolo una posición depresiva, ya que, en la situación de transferencia,
atacaba a los objetos que representaban el cuerpo del analista y
¿Se puede decir que Antoine, cuando rompe los platos de no a éste. Distinguía bien al objeto real de su símbolo. Pienso
plástico, simboliza un gesto agresivo contra un objeto que ha in- que se puede ver en ese comportamiento el signo de una repre-
teriorizado? ¿O bien que proyecta una parte de su yo en esta cosa sión de las pulsiones orales destructoras. Incluso se puede pensar
que rompe, y que funciona entonces según «la equivalencia sim- en un mecanismo de «sublimación» ya que el niño utiliza para
bólica» tal como la ha definido H. Segal? O incluso que cons- expresarse a los representantes simbólicos del objeto.
"'
192 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO LA SIMBOLIZACIÓN EN EL JUEGO 193

El «juego» consistía pues en hacer como si despedazara a An- duda, es una de las fuentes de la escritura, huella simbólica de la
zieu, como sentir la pulsión agresiva en la punta de los dedos, existencia y de la historia del objeto.
como experimentar a la vez placer y culpabilidad y comprobar En el niño que juega, la búsqueda del símbolo es un hecho
que ningún retorno perseguidor estaba enviado por el objeto/ notable. La fluidez o la fijeza del juego, sus formas y sus conte-
Anzieu. Se encuentra entonces lo que dice de ello Winnicott nidos, son representativos de un proceso esencial del psiquismo.
(1960): «el símbolo está en la distancia entre el objeto subjetivo La finalidad es la creación de sentido por los signos, con palabra
y el objeto que está perdido objetivamente». o sin ella, de representaciones de las angustias y de las emociones
cuya repetición hace falta experimentar para elaborarlas. Así An-
toine, desmigando los pequeños platos, me indicaba ya que él
Espacio/tiempo compartía lo indecible, la «cosa» que yo había puesto a su dis-
posición para comunicar. Utilizaba un gesto puramente pulsio-
Durante mucho tiempo, no me pareció necesario interpre- nal de los pequeños trozos de materia sólida en un bosquejo de
tar esos gestos simbólicos. Yo pensaba que Antoine tenía nece- argumento, que representaba que él no podía mantener juntas las
sidad de poder ejercer su agresividad de manera activa única- migas de su yo. Ese gesto estaba dirigido a mí, subtendido de
mente bajo la coacción interior, para poder soportar la emoción afectos inconscientes. Antoine utilizaba las cosas y el objeto/
intensa y la culpabilidad que dejaba adivinar este ejercicio. Anzieu antes que verdaderamente se hubieran convertido en ob-
A mi lado había encontrado el medio de sustituir con los obje- jetos. La diferenciación yo/no-yo se bosquejaba de esta manera.
tos simbólicos al objeto/madre cogido en el odio. Lo impor- El símbolo no es activo en él mismo; a lo más determina una
tante me parecía permanecer bien presente, incluso en el silen- actividad interrelaciona!. Existe un carácter de representación no
cio que fue largo y permanecer así viva a pesar del tratamiento dinámica. El elemento activo es la pulsión y sus cargas afectivas.
sádico al que me entregaban las fantasías del niño. La repeti- El día en el que Antoine vació de golpe la caja de juguetes, su-
ción incesante del gesto, la positividad de un contenido agre- cedió algo esencial: se puso en movimiento, salió de su inercia
sivo, me parecen como un gesto necesario para la superviven- desconfiada, defensiva. Mi compañía regular, mi tolerancia a sus
cia psíquica de este niño. Poco a poco, con precaución, me he gestos estereotipados, sin significación para mí si no era la puesta
atrevido a verbalizar lo que yo sentía de su desamparo, de su in- en marcha muscular del niño, mi palabra que pretendía ser com-
capacidad para dominar sus pulsiones orales, sus deseos de des- prensiva e intentaba establecer los vínculos entre lo que yo per-
pedazar y de devorar el cuerpo de Anzieu/mamá, y quizás tam- cibía, todo el conjunto de este holding sin duda había creado una
bién papá. Intentaba, eligiendo mis palabras y mis metáforas, posibilidad de confianza que permitió el primer gesto simbólico
poner en relación el gesto destructor, el sentimiento emocional del vaciamiento. La misma se convertía así en símbolo de ese con-
y el eco que se formaba en mí. Deseaba iniciar en Antoine un tinente yo/Mme. Anzieu en el que aparecían los objetos todavía
pensamiento que existía quizás ya, pero sobre el cual persistía desconocidos, suscitando un nuevo grado de desconfianza.
una pesada represión. ¿Qué pulsiones se iban a desencadenar? ¿Qué contenidos
El símbolo solamente existe en la ausencia del mismo objeto afectivos podían sugerir? En la medida en la que un símbolo es
que está representado, privado de sus caracteres propios. El sím- estático e intemporal, fija algo del objeto que, por su dinámica
bolo viene entonces a tomar el lugar del objeto, que así puede ser propia, escapa sin cesar al yo. El símbolo reúne lo que ha sido se-
puesto en común y hacer posible soportar la ausencia. parado por la impotencia para mantenerle unificado. El gesto de
En este sentido, la simbolización es un proceso de defensa Anroine puede comprenderse como simbolizando la experiencia
contra la desaparición del objeto, la depresión, la muerte. Sin de una llamada para reunir los trozos que ya no se mantienen
194 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO LA SIMBOLIZACIÓN EN EL JUEGO 195

juntos y que la angustia de desaparición del yo hace que aparez- cozmente por una pareja de blancos, como su hermano un poco
can concretamente en el plástico roto. más joven, que llegó después de ella. Ella padece una agitación
El carácter de inercia del símbolo conduce a no interpretarlo permanente, inhibición intelectual y retraso afectivo.
en cuanto tal: no es más un signo, no un estadio del sujeto. En La sesión cuyo relato se narra a continuación repite un argu-
el juego, puede ser el resultado de lo que hubiera sido puesto en mento muy habitual que molesta al analista por las ilusiones in-
movimiento por las interpretaciones; una dinámica relacional, sistentes a las representaciones aparentando evocar la historia del
dos polos que esperan reunirse: la sensorialidad y la cosa, el sujeto niño.
y el objeto, el placer y la realidad. Él fija un límite a la pulsión y
se sitúa como punto de surgimiento del pensamiento. Sobre
todo, no hace falta descuidar su aspecto de huella memorizada y
representada: huella del paso del objeto en la trayectoria de la vi- Enero de 1998
vencia, huella del objeto convertido en ausente pero que persiste
• Primera secuencia
en el sentimiento, el atributo, la identidad.
Elisa pone en escena a una pareja de padres «blancos» (re-
Lo que me ha parecido útil para verbalizar a Antoine era mi
presentados por los animales de color pálido) acompañados de
posibilidad de aprobar su búsqueda de continencia y la compro- un abuelo negro (un caballo negro). Ellos confían a sus hijos
bación de tantas cosas que descubrir en su cabeza/caja. El acceso a una pareja de guardeses, «la señorita y el señor», porque su
al símbolo supone despojar al objeto real de sus caracteres parti- trabajo les impide ocuparse de ellos. El abuelo volverá por la
culares, de las representaciones afectivas que solamente son el so- tarde a buscarlos. Los niños están muy contentos de ir a casa
porte y el fin. La renuncia a un vínculo narcisista para alcanzar un de su abuelo, al menos tres días. Los padres dudaban: un día
vínculo identificatorio del yo con el objeto permite comunicarse o dos, es suficiente, ellos se van besando a los once niños.
por ese vínculo. El juego es la creación permanente de ese vínculo,
el desafío renovado sin cesar de la permanencia de la identidad, ex- • Segunda secuencia
perimentada más allá de la variabilidad de los objetos. Las cosas no La señora del bar les hace comer. Después el hermano y la
tienen afectos, pueden soportar las proyecciones sin responder a hermana van a jugar «arriba». La guardesa les pregunta a qué
ellas. Ellas transfieren los signos y las señales del niño al analista juegan y si son prudentes. Ellos responden: «Jugamos, juga-
que recibe lo simbólico según su propia capacidad identificadora. mos al Monopoly.»
En ese momento del juego Elisa lo interrumpe. Tiene sed.
Pide beber con tal insistencia que B. E. D. va a buscar un vaso
de agua.
3. EL CAMBIO DE NIVEL EN LA SIMBOLIZACIÓN: EusA

• Tercera secuencia
El caso de Elisa se me presentó para supervisión por B. E. D. 2 , Durante su ausencia, Elisa se ha puesto a dibujar. Son imá-
su analista. Ello permite comprender algunos elementos del pro- genes fragmentadas:
ceso del paso del nivel de representación lúdica a la simboliza-
ción gráfica por el dibujo. Elisa en su bañera;
Elisa tiene nueve años. Es una niñita de color adoptada pre- su mamá duerme a su lado;
al otro lado , un monstruo.

Y debajo los trazos poco elaborados, se puede pensar que


2
Brigitte Éoche-Duval es psicoanalista en formación en la APF. sean más o menos simbólicos, pero incomprensibles.
196 EL JUEGO EN PSJCOTERAPJA DEL NJÑO LA SJMBOLIZACJÓN EN EL JUEGO 197

Elisa no quiere o no puede decir nada en relación con ese • Segunda secuencia: esta evocación despierta en la chiquilla
dibujo. Ha preguntado ya cuándo va a llegar su padre. una angustia que provoca un retorno a la oralidad y la protec-
La sesión se termina con su silencio. ción de la dama nutricia, quizás la madre adoptiva, pero también
el analista. Es entonces cuando encuentra a la persona que le está
Me parece que esta sesión ilustra el retraso afectivo de Elisa, más próxima, su hermano, porque en la realidad, es verdadera-
que juega como una niña de seis años. No ha superado los pro- mente su hermano. La proximidad de los dos niños toma todo
blemas edípicos, y su inhibición intelectual está vinculada con su su valor, son el recuerdo de los juegos sexuales que ya varias ve-
incapacidad para entrar en la posición de latencia. ces hemos supuesto entre ellos. La excitación provocada por los
afectos edípicos precedentes no ha cedido completamente a las
• Primera secuencia: la analista está incómoda por el pasado representaciones orales infantiles . El superyó, no obstante, puede
histórico de la niña, cuyas dificultades ella conoce, como fre- más bajo la forma de la guardiana/analista. La prohibición trans-
cuentemente se produce en la terapias de niños. Entonces es ne- gredida, la mentira (ellos juegan al Monopoly) recuerdan nueva-
cesario disociar la transferencia y los juegos que la representan, mente una angustia bastante viva de una excitación oral: Elisa
de saber del analista. Este saber entraña frecuentemente una tiene mucha sed. La excitación es demasiado intensa para que la
contratransferencia que se debe mucho más a las identificaciones contenga el yo de la niña. Solamente la regresión oral puede do-
proyectivas que a lo que expresa el niño. Éste no tiene la memo- minar el movimiento pulsional. Elisa regresa a la búsqueda de un
ria de lo que ha sucedido en lo que se proyecta el analista y que modo anterior de descarga. B. E. D., en su confusión, responde
se supone que es una causa de sufrimiento. El juego nos indica a con una actuación.
lo sumo algunas huellas de ese pasado tal y como nosotros nos
lo imaginamos. Pero nos dice mucho más aún: qué lugar nos da • Tercera secuencia: ese gesto tiene el mérito, cualesquiera que
el niño en la construcción actual que intenta hacer de su propia sean las críticas que se le pueden hacer, de permitir a la chiqui-
situación interior, gracias al apoyo de nuestra escucha. lla un intento de simbolización de las fantasías que la acosan. La
Aquí la confusión del analista está definida por la distinción niña dibuja, en lugar de jugar. La ausencia momentánea del ana-
que hace Elisa entre los padres blancos y el abuelo negro, distin- lista quizás ha determinado la simbolización. El objeto/pecho
ción que pone el acento sobre un origen «negro» mientras que está simbolizado porque está ausente. Ella figura sus representa-
los padres adoptivos y el analista son blancos. La continuación ciones y puede considerar la huella con menos inquietud. Se re-
del juego me hace más bien pensar que Elisa se siente «negra» por fugia en un bienestar muy infantil (la bañera) entre una madre
los sentimientos de rivalidad, de avidez, quizás de envidia que duerme (y que no ve nada de lo que sucede) y un monstruo,
que siente en ese momento hacia la pareja parental, representada mientras que ella acaba de inquietarse por su padre.
por el analista y por los animales del juego. La terapeuta ha comprendido que el monstruo representaba
Su miedo de ser abandonada (dejada al abuelo y después a los a la madre dormida, dejando a Elisa sola con sus angustias se-
guardeses) hace quizás alusión a lo que ella sabe de su historia. xuales. Se puede comprender todavía que el monstruo no es el
Pero esto solamente le es conocido por la diferencia que com- padre, sino más bien Elisa, acosada nuevamente por sus deseos
prueba entre su envoltura de piel y la de su entorno. edípicos, que le hacen temer sin cesar ser rechazada por el ana-
El gran número de niños (once) que ella atribuye a la pareja lista al final de la sesión, o por su padre que podría olvidar venir
parental evoca, sin duda, a la vez, el hecho de que los padres es- a buscarla. La analista, en una preocupación prospectiva, no ha
tán muy ocupados en concebirlos, y que B. E. D. se ocupa, tam- verbalizado sus interpretaciones.
bién, de otros niños. Esta sesión de Elisa demuestra los desplazamientos sucesivos
j98 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO LA SIMBOLIZACIÓN EN EL JUEGO 199

de excitación sexual hacia el erotismo oral, cuando la tensión pul- juego en el que da el espectáculo a su analista. En su juego, el
sional se hace insoportable, y el temor de castración irreprimible. niño reconstruye de forma simbólica lo que ha sucedido en su
Veamos también cómo la regresión a nivel oral, mejor inte- interior después de que ha experimentado ciertos sufrimientos.
grada en la psiquis, permite el dibujo, es decir, un nivel de sim- Así, para Elisa que fue adoptada a su nacimiento, es difícil pen-
bolización más elaborado que el juego. Efectivamente, el juego sar que ella ha sufrido realmente por el abandono de su madre na-
actúa sobre los objetos, cuando el dibujo los figura, es gracias a tural. El analista proyecta en su contratransferencia este sufri-
los instrumentos transicionales. Quizás el éxito de la demanda miento imaginado y la culpabilidad que evoca en el adulto. La
del vaso de agua ha permitido el cambio de nivel de expresión misma madre adoptiva se ha sentido culpable por haber cogido a
simbólica por la eliminación del objeto real del deseo que esta niña a su verdadera madre y ha transmitido a B. E. D. esta
es B. E. D., pero también por el hecho de que un tercero ha es- culpabilidad. El análisis de la contratransferencia, si es tal, debe
cuchado esta necesidad, tercero que separa pues al niño del pe- conducir a verbalizar la agresividad de Elisa hacia su madre/ana-
cho materno admitiendo la necesidad oral que satisfacer. lista adoptiva. Además, el analista debe enfrentarse con la ansiedad
Finalmente, el analista corre el peligro de dejarse coger por las real y actual de la chiquilla, que se debe a la diferencia que ella no
identificaciones que le hacen regresar a él mismo y «actuar». puede ignorar entre ella y sus padres. Reconstruye, pues, su novela
Aquí, la recuperación de las cosas por B. E. D. ha permitido a familiar, acusa a su madre natural de abandono, pero también a su
Elisa beneficiarse de este incidente contratransferencial, ha de- madre adoptiva de rapto. Ella busca, de hecho, reconstruir una fa-
jado· que se desarrollen sus fantasías eróticas sin intervenir por milia que ella hubiera elegido (los guardeses), salida de un abuelo
una interpretación que, de todas formas, hubiera sido escuchada en el que ella puede encontrar una referencia de identidad, y un ver-
como un juicio, estando el niño concentrado en la excitación cul- dadero hermanito. La relación se convierte en un reconocimiento
pabilizadora. posible de la diferencia. El hermanito es el compañero de «juegos»
que ya no son entonces simbólicos. Hacen, por supuesto, referen-
cia a una escena originaria de la que los dos se sienten nacidos y que
El juego como historia del traumatismo permanece como su bien afectivo común. Elisa no quiere divulgar
el secreto. La represión funciona en el momento oportuno.
La analista de Elisa se encuentra situada ante el problema ¿En los juegos de esta sesión se puede ver la simbolización del
permanente de los analistas de niños. Sabemos por boca de los pretendido traumatismo que sufrió Elisa? ¿O más bien el juego
padres o de los que les han reemplazado con nuestra pequeña pa- simbólico de la constitución de su identidad a través de la bús-
ciente, los accidentes e incidentes susceptibles de ser considera- queda de sus orígenes? En este movimiento de identificación con
dos como la fuente de sus dificultades actuales. Si los síntomas los padres es donde ella se reconoce la hija con la que Elisa en-
de los niños son los compromisos simbólicos destinados a supe- contrará la posibilidad de superar un edipo mal elaborado y uti-
rar las angustias vinculadas con los accidentes del pasado, son lizar sus capacidades naturales.
también la manera de resolver o de defenderse de los ataques in- La última secuencia de la sesión significa el retorno a una con-
teriores vinculados con la reminiscencia de ese pasado. El proceso fianza más grande en la imagen materna, incluso si es muy re-
de repetición que se revela en la transferencia se desvela en el gresiva. Quizás es la representación que ella puede hacerse de una
juego del niño en el curso de las sesiones. maternidad adoptiva. Tenemos incluso la esperanza de que
No se trata de la repetición de los traumatismos realmente vi- el monstruo, muy simbólico, no sea solamente una imagen ma-
vidos, sino del eco afectivo que el niño puede encontrar y esce- terna monstruosa, sino un padre temible porque es deseado. En-
nificar de forma fantasmática, frecuentemente onírica, en el tonces aparecerá la posibilidad de simbolizar y de pensar.
200 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO LA SIMBOLIZACIÓN EN EL JUEGO 201

Elisa sufre por su diferencia en tanto que no ha adquirido una «Cállate, no quiero que lo digas.» En ese momento, la interpre-
identidad femenina asegurada. Sus identificaciones maternas y tación corre el peligro de «saturar» el intercambio, según el tér-
femeninas son más difíciles de establecer por el hecho del color mino de A. Ferro. La muerte podría ser el recurso contra el des-
de su piel. Su yo debe integrar una piel que no le es común con cubrimiento del inconsciente. El juego del ahorcado se desarrolla
la de su madre. Su dificultad para aceptar la castración femenina poco a poco. Él deja al terapeuta su parte de insight, con el peli-
frente a su hermanito se aumenta por esta diferencia suplemen- gro del error, de la ruptura, la pérdida del dominio sobre el pen-
taria. Más bien que la pérdida de sus padres naturales, quizás es samiento verbal, sobre lo que sucede en la mente del niño, sobre
éste un elemento traumático, ya que Elisa ha sido sustraída de su todo ese trastorno transferencia! que puede conducir a la confu-
entorno original demasiado precozmente para el recuerdo. Pero sión de lenguas. Ese juego es un modo de seducción en el que el
ella tiene sus razones para plantearse la pregunta. Su juego, du- terapeuta desconfía forzosamente, sin percibir siempre la parte de
rante la sesión, reconstruye separación y encuentros que ella vive la transferencia para devolver al marco, a las referencias de los sa-
cada día en sus ocupaciones cotidianas, pero que ella sabe, sin beres, exteriores a la relación exclusiva de la sesión, o a las re-
sentirlas verdaderamente, que ha debido sufrir las incertidum- construcciones que pueden constituir la realización. La envoltura
bres. En revancha, con el apoyo del analista puede aquí expresar transferencia! es sin duda entonces tan importante como palabra
sus angustias y reconstruir las organizaciones defensivas útiles por palabra de los contenidos significantes sobre los que hay que
contra sus incertidumbres de un origen inaceptable. desconfiar de precipitarse.
Como lo pone de relieve Rémy Puyuelo en Le jeu du pen-
du (1998), el que está así representado es el camino de la cuerda
Del juego al dibujo del bebé freudiano hasta la palabra compartida con el adulto. El
niño juega con la aparición del sentido; ese juego traduce para el
Es curioso ver cómo aparecen los trazos simbólicos del dibujo adulto una duda entre la pasividad infantil y el dominio lingüís-
en los niños en la edad de latencia, cuando éstos no han resuelto tico adulto. Él explota su «confusión de lenguas» para dominar la
los conflictos edípicos. La simbólica móvil del juego se solidifica castración. Lo que amenaza el cuerpo pasa por el pensamiento y
en el trazo de una imagen fija, que se puede conservar, encon- la disección de las palabras, objetos temibles en los que cada ele-
trar, comparar con su evolución. El símbolo trazado se convierte mento está cargado de sentido. El sonido y la forma trazada por
en una prueba de identidad continua comparable al depósito del la mano, son las metáforas significantes de las emisiones de sus-
objeto anal mientras que el juego busca la construcción de esta tancias corporales. La investidura sensorial de cada fonema y de
identidad a través del impulso relacional de los objetos, que a la su forma escrita procede intensamente de la intención de con-
vez induce y huye de los múltiples aspectos de la realidad. tacto que encierra todo el lenguaje. Como lo anota todavía R. Po-
yuelo: «Las vocales, carne de la palabra [están], en espera del es-
queleto de las consonantes.» Las representaciones inconscientes
4. Los JUEGOS DE RIVALIDAD vienen poco a poco a lograrse en el movimiento del cuerpo oral,
se sustituyen al apego boca/pecho y a la mirada intercambiada
El juego del ahorcado es el más corriente. Si el analista es con el espejo materno. La presencia inconsciente del tercero pa-
ahorcado, las palabras se detienen en su garganta. No desvelará terno está ahí en forma de potencia amenazadora si el lapsus o la
lo que el niño quiere guardar en secreto, porque es vergonzoso o «falta» de ortografía, la ignorancia infantil, se deslizan entre el
agresivo. Este juego corresponde a lo que dicen algunos niños du- niño y el terapeuta.
rante una sesión, más numerosos de lo que se quiere reconocer: El juego del ahorcado determina, pienso, un reparto erótico
LA SIMBOLIZACIÓN EN EL JUEGO 203
202 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO

entre el niño y el terapeuta. Reparto necesario para el niño para El juego del ahorcado puede entonces parecernos como un
liberarse de las angustias de castración, oral y anal, cuyos fone- intento de evolucionar hacia el dominio del pensamiento verbal,
mas y su transcripción son los representantes concretizados, los la superación de la actitud lúdica y el acceso a un trabajo psíquico
retoños del inconsciente. El reparto de las incertidumbres lúdi- más analítico. El terapeuta además podrá hacer que se escuchen
cas permite al niño suavizar sus identificaciones con el adulto las interpretaciones en un lenguaje organizado de forma común
«que sabe» experimentar que el juego y la simbolización de la con el niño.
horca no entrañan en su continuación ni deterioro de la persona
del terapeuta, ni su desaparición, ni la alteración de la relación. Existe también «la batalla naval», practicada más frecuente-
Es en esto que permanece un juego y que el terapeuta puede uti- mente por los chicos. Quizás porque las representaciones explo-
lizarlo como tal. sivas que ella desencadena son más evocadoras de la descarga or-
En la medida en la que el niño compromete a cualquier otro, gásmica masculina que de la rivalidad con el pene paterno
un doble o no-yo, en torno a una estructura que hay que orga- contenido en el espacio materno. La motricidad orgánica y las
nizar, de un sentido para hacer que aparezca, de un peligro que asociaciones inconscientes que ella desencadena es aquí diferente
tomar, puede considerarse al juego como una huida, una resis- en un punto esencial. Quizás también porque los barcos recuer-
tencia a la claridad de la transferencia. ¿Por qué no el temor de dan las inmersiones en el cuerpo femenino, presentidas al lindero
la experiencia propia del sí mismo, con sus caracteres afectivos de la pubertad, ya que el juego de rivalidad para la posesión del
particulares en este instante? La simbólica es múltiple, utiliza el espacio materno puede establecerse con un adulto. La destruc-
aspecto lúdico del dominio, del juego con la muerte, de la san- ción de los procesos fálicos de este espacio expresa la posesión
ción con el más débil. Utiliza también la experiencia de la facili- conflictiva arcaica bajo una forma más edípica. Los ocupantes del
dad verbal, del saber del pensamiento. ¿Dónde va a aparecer el mar(dre) están aniquilados agresivamente, pero por el juego. La
dominio? ¿Sobre el cuerpo o sobre el saber? La cuerda del ahor- victoria solamente está hecha de signos y de cruces de papel, de
cado es siempre el vínculo entre el cuerpo y el pensamiento. Pero ruidos y de risas. El relieve sexual se borra con un trazo de lápiz,
el lenguaje, en el juego procesual del análisis, es temido por el incluso si la mirada, más o menos discreta, deja presentir el de-
niño como un objeto de seducción mortífera. Reencuentra las seo de victoria. La latencia de las pulsiones sexuales ya no es tan
angustias de impotencia de los principios del lenguaje, las in- cierta.
comprensiones, los accesos de cólera y de deseos arcaicos que ha- O incluso el micado que requiere el dominio de la motrici-
cen que se repliegue en la primera soledad. dad fina y desencadena la perspectiva del mantenimiento del
El juego del ahorcado pone en escena la castración verbal, con equilibrio total de un edificio frágil. El niño juega con su propia
los subentendidos sexuales del estrangulamiento. La palabra en- capacidad de equilibrio y desafía al adulto sobre este punto deli-
cerrada violentamente en el espacio somático y mental a la vez. cado de su relación.
El ganador reduce al otro a la impotencia de la ignorancia. Ese
juego puede entenderse en la transferencia como una metáfora
de la rivalidad entre las generaciones. De esta idea se derivan nu-
merosas interpretaciones vinculadas con las fantasías que dificul-
tan frecuentemente el período de latencia. El conflicto edípico
no se ha resuelto suficientemente y los procesos de maduración
no integrados en el yo hacen que se mantenga, de manera neu-
rótica, en esta posición psíquica transicional.
CAPÍTULO SÉPTIMO

LA RECONSTRUCCIÓN
INTERPRETATIVA
ANNIE ANZIEU

Los pintores impresionistas liberan las formas del color. Los


toques de pincel parecen los matices sensibles que el ojo ha ex-
traído de la forma que los circunda, y nos restituyen, por la ve-
cindad de los colores, un conjunto del que olvidamos la envoltura
visual. La contigüidad de los colores nos hace inconscientemente
reconstituir un contorno que no está materializado por un trazo,
y que sin embargo percibimos.
Es así como nos lo proporciona el juego del niño durante su
sesión: reconstituimos un todo a partir de datos a los que somos
sensibles, de los que percibimos la linealidad móvil como un hilo
director de nuestra sensibilidad y a lo que reaccionamos po-
niendo primero en pensamiento lo que emana de nuestro pre-
consciente. A partir de lo cual debemos decidir si es necesario o
útil para el paciente verbalizar en ese momento tal punto preciso de
nuestra apreciación, en qué modo y con qué términos, y cuáles son
las razones que van a conducirnos a hablar: ¿Cuándo? ¿Qué?
¿Cómo? ¿Por qué interpretar?

1. ¿CUÁNDO INTERPRETAR?

Hace falta distinguir las interpretaciones que resultan del tra-


bajo «posterior» del analista, de su reflexión sobre el material del
que ha podido retener los datos sobre sus propias reacciones du-
rante y después de la sesión, de lo que ha podido decir durante

[205]

- -·

. •, ·11t.U·
206 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO LA RECONSTRUCCIÓN INTERPRETATIVA 207

esta sesión. El ejemplo del trabajo de Melanie Klein sobre Ri- el tiempo disponible de reaccionar a la interpretación y, even-
chard es bastante notable por su influencia. Muchos terapeutas tualmente, de integrar los efectos. Esto permanece válido para un
han cogido las elaboraciones que ella comunica del texto verbal niño, sobre todo si se trata de poner en relación varios elemen-
de lo que ella ha transmitido a Richard. Ahí aparece un error de tos importantes de la transferencia o de una construcción. El re-
comprensión que conduce frecuentemente a una brutalidad in- corrido interior, que será desencadenado por la palabra del ana-
terpretativa lamentable. No obstante, M. Klein ha escrito que sus lista, debe poder ser proseguido bastante lejos para organizar un
notas no son el texto de sus palabras, incluso si el contenido está cambio psíquico en el niño y no levantar una angustia que puede
a veces muy próximo de ellas. siempre desembocar en la angustia por la interrupción de la se-
Esta puntualización se añade al hecho de que la interpreta- sión. El número de sesiones en la semana tiene su importancia
ción iterativa solamente puede aplicarse al juego de un niño si el en este punto.
analista está bastante seguro de sí mismo para practicar este mé- Parece que cuanto más joven es el niño o más aquejado está
todo, y si estima que el niño es apto pata comprenderlo y para psíquicamente, el modo más importante debe ser la intervención
aprovecharse de él. (más bien que interpretación en el sentido pleno del término)
En la mayor parte de los casos, es preferible apreciar en qué más deseable con un sentido lineal. Con ello quiero decir que el
momento de la sesión es necesario o acertado intervenir. En la si- discurso del analista está destinado a poner en palabras lo que
tuación de un niño que juega, que construye su presente, sin re- le parece que en lo inmediato es susceptible de estar vinculado de
ferencia consciente a un pasado que aún no es representable, me forma secuencial, ya sea en una sesión precedente, o en la sesión
parece que puedo decir que, frecuentemente, tenemos algo que actual. Esta vinculación puede llevar seguramente ya sea a la tem-
ver con los vínculos entre los diferentes momentos del juego. Los poralidad del contenido representado por el juego, o al proceso
pasajes de una figura del juego a otra son, de hecho, las repre- afectivo que allí se transluce. En esta posición activa es como yo
sentaciones sensoriales de las fantasías inmediatas del niño, co- hablaba a Léonie (Capítulo cuarto), cuando ella jugaba al lobo,
gido en su relación analítica. ¿Pero qué momento es bueno para tan pronto verbalizando el gesto del niño, de manera de suscitar
hablar de ello? Las teorías sobre la interpretación florecen gene- la representación y aproximar el pensamiento, como intentando
rosamente y plantean siempre las mismas preguntas. Las res- elegir un tema que liberaba la relación afectiva que yo veía o con-
puestas, sobre cuándo se quiere ponerlas en relación directa con ducirla a este gesto. Así, cuando me parecía que la excitación de
la técnica, demuestran la dificultad de comprender lo que sucede la chiquilla la desbordaba, que las pulsiones libidinales prestaban
en la dialéctica que se establece por el proceso analítico entre pa- toda la energía motriz a costa de la carga emocional, me inducía
ciente y analista. a hablarle de su miedo de herir o incluso de matar a ese papá-
Hemos visto cuáles son las dificultades que se revelan cuando lobo que no podía tocar de otro modo sin perder a su mamá, o
el analista se dirige a un pequeñito, y a su madre, por ejemplo (Ca- a esta mamá-lobo que le aterraba tanto. Esta secuencia de pen-
pítulo segundo). Veremos con Simone Daymas (Capítulo octavo) samiento verbalizado puede dividirse en varias partes, pero
cómo interpretar durante un psicodrama. En cuanto a mí, me apunta siempre también lo más cerca posible a los afectos su-
mantendré en los problemas de la interpretación planteados para puestos en las proyecciones del niño.
los niños en edad de latencia de los que he relatado algunos casos. Por otra parte, por sus interpretaciones, Dominique Fressa-
Según Strachey, que solamente trabajaba con adultos, el guet sigue paso a paso el progreso de Laura (Capítulo quinto),
tiempo de la interpretación está bastante definido. En particular, que atraviesa una fase transferencia! intensa, en donde los afec-
en relación con el final de la sesión. Él aconsejaba no hablar en tos están próximos del preconsciente. Es un momento en el que
los últimos minutos, para, entre otras cosas, que el paciente tenga la transferencia ha madurado en una posición de rivalidad con la
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madre portadora del niño. La angustia vinculada con los celos de angustia de castración, o más profundamente, la angustia ante la
la chiquilla puede liberarse entonces por al acceso a la conscien- incapacidad de sobrevivir psíquicamente.
cia de los movimientos afectivos que la perturban y sus relacio- La urgencia de la interpretación es entonces evidente para que
nes con las imagos parentales. el niño encuentre en esta envoltura sonora y significante un con-
En revancha, Antoine (Capítulo sexto) juega, o trabaja en si- tenedor indispensable ante los peligros del estallido.
lencio, con la punta de sus dedos la eficacia, en la ruptura de un
material sólido. La forma redonda, el color rosa, la sugestión oral
del plato, la delicadeza y la destructividad de la ruptura con otros 2. ¿QUÉ INTERPRETAR?
tantos sentimientos a los que se apega mi contratransferencia.
Pero un gran lapso de tiempo debe correr antes que yo pueda Es difícil disociar el tiempo de una sesión y el desarrollo de
formular lo que sea de esa sensación. El tiempo debía poner su los juegos de su contenido y de nuestra investigación del sentido
envoltura misteriosa en torno a esta actividad táctil y rpotriz, fác- y del movimiento interior. Sin embargo, se hace evidente, en el
tica hasta convertirse en simbólica. La duración de mi silencio curso de la presente reflexión sobre el momento en el que el ana-
significaba para Antoine el soporte que yo podía aportar a una lista interviene, que esa elección, cuando no es completamente
manifestación a penas audaz de lo que sucedía en él. Creo que irreflexiva, está estrechamente vinculada con el contenido trans-
solamente he hablado de la ruptura cuando yo misma pude ha- ferencia! y con lo que el analista percibe de la relación que se re-
ber tomado la medida aproximada de la angustia de Antoine, y vela en ese momento preciso.
de la incapacidad de pensar en la que me había hundido durante Acabamos de ver que, según Melanie Klein, la aparición de
una larga espera. una angustia intensa, que perturba la relación, merece una inter-
A pesar de las apariencias, esta situación reúne la técnica in- pretación. Me parece, en esta línea de pensamiento, que la exci-
terpretativa de Melanie Klein para quien el yo es un espacio in- tación intensa que aparece en el juego del niño y que se desarro-
terno en el que se desarrollan los hechos psíquicos. Está bastante lla frecuentemente en agitación motriz, es un signo de angustia
próxima en esto de la concepción freudiana de la fantasía como que es mejor interpretar antes que las manifestaciones se hagan
argumento. La construcción fantasmática pone en relación los incoercibles y que el mismo analista esté desbordado por sus
objetos internos y las imagos. El niño, en su terapia, construye identificaciones inconscientes. El niño colocado en esta situación
sus imagos, las modifica y las instala en él. está invadido por la culpabilidad de fantasías a menudo sexuales
Dos momentos significativos son para Melanie Klein los de o destructoras, culpabilidad que proyecta en el analista.
una intervención necesaria: la manifestación de una transferen- La palabra del analista es objeto de idealización por parte del
cia negativa y la expresión de una angustia insuperable que inte- niño. Corre el peligro de reforzar la represión infligida por el su-
rrumpe el juego, luego la fluidez de las asociaciones. peryó precoz, o por el contrario, llega a poner en funcionamiento
En el juego, fuera de toda verbalización, es difícil determinar nuevas represiones cuya difícil coacción presenta el niño. Frente
las manifestaciones negativas de la transferencia. Puede ser que a este presentimiento, como lo anotaba Freud en Más allá del
ésta sea la situación de Jules, empujado a la destrucción por las principio del placer (I 920, pág. 2524), el niño repite su juego y
angustias de separación al final de cada sesión. La terapeuta pa- «se mantiene inflexiblemente en la identidad de la repetición»,
rece que introyecta las proyecciones negativas del niño cogido en porque «reencontrar la identidad constituye en sí misma una
su impotencia para mantener la construcción ilusoria de su es- fuente de placer». La interpretación del analista tendrá entonces
pacio interno. El aspecto negativo de la transferencia sería en- como finalidad vincular ese juego con las manifestaciones afecti-
tonces aquí la forma cogida por la proyección en el análisis de la vas que le aparecerán por la toma de consciencia de sus propios
210 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO LA RECONSTRUCCIÓN INTERPRETATIVA 21!

movimientos contratransferenciales. El placer masturbador de la descubrir, más allá de los puntos que puede poner en común con
repetición del juego se convierte frecuentemente en fuente de el niño y que representa el símbolo, los vínculos afectivos que
culpabilidad para el niño. Para intervenir y disminuir esta culpa- unen a este niño que juega con esos símbolos: el analista debe
bilidad, el analista deberá elegir entre los múltiples sentidos del reunir el esquema fantasmático que suscita la representación sim-
juego qué fantasía es la que está más próxima para el niño. He- bólica, identificando, en su contratransferencia, algunos elemen-
mos visto con Jules, Léonie, Christian, Antaine y los demás cuán tos ansiógenos para desembocar en la interiorización de las an-
importante es este proceso de reproducción de un mismo juego gustias manifestadas por el niño y proporcionarle una escucha
durante las sesiones. Esta insistencia aparece como una defensa elaborada en su ensoñación. Finalmente, solamente es interpre-
maníaca contra la depresión que amenaza al niño. Se sabe in- table la parte de emoción vinculada con la relación hic et nunc y
conscientemente coaccionado a abandonar poco a poco sus ilu- puesta en común por el niño en el simbolismo de su juego.
siones infantiles, su auto-erotismo que le protege contra la sepa- Estoy completamente de acuerdo con Florence Begoin-
ración del cuerpo materno. El juego, de forma casi perversa, Gignard (1997, pág. 68) cuando escribe:
desvía los objetos y su uso del sentido común y de la realidad,
para que solamente utilice los aspectos de placer y domine lapo- En cuanto a las «interpretaciones del contenido fantasmá-
sesión. Que el niño juegue al lobo como Léonie, al escondite tico», no pueden contentarse con referirse a las «teorías sexua-
les infantiles» descritas por Freud en los Tres ensayos .. . Nece-
como Álex, al coche como Christian, o incluso al dominio, a la
sitan una apreciación tan precisa como sea posible del
escuela, plantea al analista un desafío por su resistencia a cam-
conjunto de la configuración relacional fantasmática del pa-
biar. Parece que hace así una barrera a la evidencia de su culpa- ciente en el hic et nunc de una ses ión dada. Lo más frecuente
bilidad. Hace «como si» nada debiera cambiar para su propio pla- es que el analista deberá explorar mucho tiempo esta configu-
cer. Inevitablemente, la palabra del analista va a atacar esta ración antes de poder hacerse una representación, más deta-
resistencia en la que se manifiesta la ambivalencia de la transfe- llada todavía para intentar, a veces, comunicar verbalmente
rencia donde aparecen a la vez las posiciones de confianza, por- algo a su paciente.
que el niño se siente comprendido y sostenido en su búsqueda
de progreso y de equilibrio, pero también de angustia ante el in- El analista, por la interpretación del juego, pone en movi-
evitable abandono de su megalomanía. No se trata pues de in- miento los procesos de re-creación de los objetos internos del
terpretar directamente el contenido del juego, ni su simbolismo, niño. El juego es, por sí mismo, organizador de esos objetos in-
sino de vincular la sensación actual expresada por ese juego, en ternos en el espacio psíquico. Durante largos períodos la terapia
el niño, con lo que puede identificarse, con lo que intenta signi- puede transcurrir sin que el analista tenga que intervenir, como
ficar de sus angustias ante los cambios exigidos de su yo. con Antaine. Pero cuando la excitación producida por el juego
El juego parece instaurar una renegación de la culpabilidad conduce a la angustia, entonces el analista debe intervenir para
inconsciente del niño. Persiste en mantener la expresión de las contener el despertar pulsional así desencadenado. El reparto del
fantasías en el universo sensorial. «Y se pueden mantener los jue- juego entre paciente y analista, incluso si este último no actúa
gos (games), con lo que incluyen de organizado, como un intento materialmente en ese reparto, frecuentemente es suficiente para
de mantener a distancia el aspecto aterrador del juego (playing)» dar al yo del niño un espacio de desarrollo.
(Winnicott, 1971, pág. 71 ). La simbolización puede entonces
aparecer como una pantalla situada ante la fantasía, tanto como
Un medio inconsciente de compartir esa fantasía. El símbolo no
es pues el objeto de la interpretación. El analista debe intentar
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tiempo que debí dejar a Antaine para instalarnos juntos me pa-


3. ¿CÓMO INTERPRETAR? reció muy largo. Sentía que mi mirada no era suficiente. Hacía
falta que añadiera mi voz y por ello mis palabras. ¿Pero cuáles?
¿De qué manera, entonces, comunicar al niño una palabra He hablado de ausencia, de pecho materno perdido y de vacío
que le sea fructífera? Esta pregunta, que parece primero la de una en la cabeza. Ninguna reacción de Antaine. No. ha modificado
técnica, plantea de hecho el problema de la utilización del sí en nada su ocupación silenciosa a la cual se consagraba asidua-
mismo del analista, tanto como de sus conocimientos clínicos y mente desde que entró en la habitación conmigo. Yo tenía difi-
teóricos. cultad para avanzar interiormente en ese modo de sufrimiento,
Muchos analistas se han apegado a este problema fundamen- muy lejos de mi propia subjetividad. ¿El mismo Antaine era un
tal. Cada uno puede retirar de la experiencia de los demás algu- sujeto creador de un juego? Después un día, me encontré sensi-
nos índices que le indican su propia dirección y le fortifican en ble de una manera casi debilitada o regresada por sus ojos bajos
esas iniciativas. Solamente citaré a algunos de mis colegas, los más y por la obstinación agresiva de las fracturas que él producía y
próximos, de los que Pierre Geissmann, en el número 1 del ]our- que yo le dije: «Siento que me haces un poco de daño y eso me
nal de la psychanalyse de l'enfant, estudia la interpretación según da miedo.» Antaine no levantó los ojos, pero detuvo su gesto por
Melanie Klein; Antonino Ferro, que enfoca constante y muy un tiempo, como por duda. Durante la sesión siguiente, abrió su
auténticamente ese problema en su libro: L'Enfant et la Psycha- caja y miró los platos rotos, como si no se atreviera a tocarlos
nalyste; finalmente, Florence Guignard, que instaura una metap- más. Las preguntas se me plantean a mí: ¿he hablado demasiado
sicología del objeto y de su utilización en su Építre a l'objet. Mu- pronto? ¿He sido intrusiva? ¿Va a replegarse? Elegí hablar de su
chos otros, que no puedo citar aquí, me han aportado una ayuda supuesto sufrimiento, de sentirse mal cuando hacía daño a Ma-
a este trabajo. Nosotros sabemos que nuestros apoyos teóricos son dame Anzieu, y que eso era parecido cuando nos encontrábamos
para nosotros un recurso escaso cuando tenemos que hablar a un mal él y yo. Utilizando una sospecha de fluidez libidinal que apa-
niño que juega. Nuestro estilo personal reposa en nuestra con- reció en el niño, retrocedo sobre lo que había sucedido, ya que
tratransferencia, en el retorno de nuestras relaciones arcaicas y lo él manifestaba ahora una diferenciación, quizás un principio de
que entrañan de nuestra parte en relación con el niño en una si- individuación. En cuanto a mí, yo me encontraba en una posi-
tuación precisa en un momento también preciso. bilidad de identificación parcial, pero sentía muy claramente que
A decir verdad, yo misma solamente puedo comprometerme mi sentimiento y su expresión estaban muy secundarizados com-
de nuevo en esta reflexión a título personal, con un niño tratado parados con el funcionamiento de Antaine. El lenguaje no me
por mí. Volveré pues a Antaine (Capítulo sexto), que rompe sus permitía acercarme más al niño, y sentía penosamente esta limi-
pequeños platos incansablemente, y que rompe nuevamente los pe- tación. No obstante, el efecto que se produjo fue positivo.
dazos en tanto que fueran perceptibles. Sin duda también, en A continuación de esta intervención es cuando Antaine se
tanto que yo no haya percibido suficientemente bien con qué acerca a mí, me tiende los trozos de platos, reuniéndolos muy há-
emociones lejanas me confrontaba este chiquillo sentado en el bilmente el uno contra el otro. Yo hablaba de tocarlo, de que es-
suelo, con sus piernas cruzadas, sus ojos bajos, sin levantarlos ja- tuvieran enteros o al menos a salvo, de que no fueran rotos nue-
más hacia mí, su mutismo absoluto y su expresión que no evo- vamente. Me puse a «reparar» o a reconstruir las imágenes sucintas
caba la ausencia, sino una angustia cuyas raíces yo buscaba en un de un yo embrionario, quizás oral. He jugado a recomponer los
marisma de asociaciones. Ciertamente, yo no he anotado todo lo trozos de los platos buscándolos con Antaine, como un rompe-
que pude decir. Sé que primero me agarré a las teorías salvado- cabezas, los trozos que podían unirse. Cuando el primero estuvo
ras del analista estancado, como lo ha escrito H. Rosenfeld. El entero, Antaine se agita de alegría. A continuación, aporta su cor-
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derito a cada sesión y lo pone en mis rodillas. Objeto de transi- de representación de sí mismo/no-el otro. Lo que se le decía a
ción, por supuesto, imagen de las partes tiernas de sí mismo que Antaine le era exterior hablando de su interior. Yo construía un
podía confiarme y que se enroscaban en mi regazo como para vol- espacio soma/psiquis. Como en otro tiempo Jules intentaba con-
verse a pegar. Lo que yo formulaba más o menos de esta manera seguirlo.
habiendo esperado que él repitiera alguna vez este gesto, para te- La dificultad en ese género de «ejercicio» es, para el analista,
ner una pequeña certeza de él que pudo aceptar mi palabra. la de encontrar no solamente el momento, como lo hemos visto,
Ese momento de la terapia de Antaine ha permanecido muy sino la manera en la que va a expresarse.
vivo para mí a lo largo de todos nuestros encuentros que fueron La dificultad para encontrar las palabras adecuadas para lo
todavía muy numerosos. La aproximación verbal de un niño sentido y para la finalidad de la interpretación está vinculada,
«sordomudo» a fuerza de no existir como un todo, sin identidad para el analista, con su propia represión de las imágenes sexuales
por sí mismo distinto que el de los jirones separados, es una ex- que el juego evoca. El ejemplo de Luc y de su analista lo de-
periencia delicada de atravesar. Ella alumbra vivamente las posi- muestra claramente. Debemos también tener precaución de no
bilidades de regresión del analista, de continencia de las angus- mezclar un discurso de adulto seductor, como lo ha descrito muy
tias de despersonalización, de contacto con la extrañeza de un yo bien Ferenczi, con nuestras intenciones organizadoras de un
estallado, incluso jamás unificado en el contenedor de una mi- edipo banal. Cuando hablamos a un niño que juega, no se pro-
rada y de una voz. Algo sin envoltura que busca unirse en su an- duce solamente un efecto de holding.
gustia para convertirse en un sí mismo, después en un yo. Sin duda, la palabra es siempre seductora por el solo hecho
La solidez identitaria del analista le es ciertamente muy inútil de que es fálica y, de alguna forma, exhibicionista, sino intrusiva.
en esta situación, pero se opone también a la evocación de los Está destinada a poner en evidencia una coincidencia simbólica,
vínculos oscuros que le unen con un paciente y que el debe trans- por lo menos un encuentro, e incluso una interpenetración. Se
formar en símbolos verbales. La identidad del analista protesta apega así a un modo de sublimación oral que funciona intensa-
inconscientemente contra la deconstrucción a la que debe aban- mente con los niños que juegan todavía. Pero hace falta también
donarse permaneciendo vigilante para encontrar la angustia pri- considerar que, como lo ha observado Melanie Klein, el niño en
maria del niño. Estamos frecuentemente más acá de las palabras edad de latencia se resiste a acceder al descubrimiento del esta-
y situados en la imposibilidad de formular lo que sentimos. En dio genital. El efecto de esta resistencia en el juego refuerza las
este caso, el silencio receptivo es sin duda en ese momento la me- repeticiones, las coacciones y las fijaciones de estilo anal. Nos
jor respuesta a nuestra escucha. hace falta considerar que en el juego pueden cumplirse los deseos
Antaine confirma las proposiciones de Didier Anzieu en El que el niño reprime y el desarrollo de las teorías sexuales infan-
Yo-piel (1985, pág. 154) según las cuales «la alteración profunda tiles. Es deseable dejarles una posibilidad de realización mante-
de la organización del yo corporal» se debe a «Un fracaso precoz niendo nuestra actitud de contenedor.
para "articular" adecuadamente los datos sensoriales múltiples», Nos es pues muy necesario inventar un modo de expresión
por una carencia de holding. «El núcleo de la experiencia de sí que, destinado a realizar un cambio en nuestro paciente, debe
mismo y de la identidad personal no llega a diferenciarse plena- evitar al máximo los peligros de que ese cambio sea destructor,
mente de la unidad dual del vínculo madre-hijo.» inhibidor, o negativo. No es suficiente «interpretar en un con-
Mi intervención «dual» con Antaine reunía sin duda una sen- texto que tenga un sentido para el paciente, en términos de lo
sación no verbalizable para él. Me comunicaba con él en el inte- que siente que hace» (H. Segal, 1969, pág. 10). Toda nuestra téc-
rior de su experiencia emocional. Las palabras esbozaban una nica de utilización de nosotros mismos y de nuestro modo de
forma de esa sensación que podía entonces alcanzar un principio pensamiento es lo que ponemos en función durante la sesión.
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J
He tratado ya de la dificultad de hablar a un niño en psico- das por su propio análisis. El análisis no es el lugar de la perfec-
análisis (A. Anzieu, 1986a, págs. 111-134). Para descubrir el tér- ción. Es el lugar de la defensa del placer infantil contra las exi-
mino más adecuado, nos hace falta sobre todo identificarnos al gencias de la realidad. No obstante, hace falta reconocer que al-
máximo posible con la emoción del paciente. gunos modos de intervención deberían proscribirse de nuestra
Pero el juego del niño nos proporciona varias posibilidades. técnica: por ejemplo, el que consiste en recordar las reglas, el
A veces es un diálogo sin palabras que se desarrolla a lo largo de marco, las prohibiciones, o tranquilizar al niño sobre el interés
la sesión. Los objetos utilizados por el niño son personalizados o que se le dedica. Otros tantos procedimientos pedagógicos más
representan las partes del yo del paciente. Cuando el analista, que analíticos y que no son interpretaciones, sino frecuentemente
comprendiendo sus funciones respectivas en el conflicto represen- intentos de salvamento provocados por la angustia del analista.
tado, interviene desplazando un objeto, su intervención tiene valor Algunas veces se desliza una tontería en nuestra forma de ex-
de interpretación. Siguiendo la elección que el analista ha hecho de presión, incluso si la intención es justa y adecuada. A veces es
un objeto o de otro, del lugar que le ha atribuido en el juego, el también penoso interpretar la culpabilidad del niño en la trans-
niño percibe, sin tener necesidad de palabras, que el adulto ferencia. Esta incomodidad entraña el uso de la segunda persona
ha comprendido la relación representada. Así, cuando el abeto de para dirigirse el niño: tú querrías ... tú haces esto porque, etc.
Luc (cfr. infra) se cae y es el analista el que recupera el equilibrio, Esta expresión directa es, de hecho, acusadora y corre el peligro
cuando Lucía (Capítulo quinto) juega a la pelota con su tera- más bien de reforzar la culpabilidad. El juego es más directo que
peuta, o incluso cuando un niño construye un edificio y el ana- la palabra y, no obstante, menos directamente perseguidor. La
lista viene a colocar su piedra o a ayudarle a mantenerlo de pie. polisemia del juego se acrecienta con la simbolización verbal, in-
La palabra elimina la sensorialidad interponiendo los símbo- cluso si la percepción sensorial encuentra ahí los límites. La sen-
los y las representaciones entre el objeto y el sujeto que lo per- sorialidad lúdica está vinculada estrechamente con la memoriza-
cibe. El juego conserva lo esencial de la sensorialidad: el tocar, la ción infantil, la reviviscencia de las percepciones arcaicas y de su
visión y la motricidad. De hecho es una narración que introduce interiorización. El juego está lleno de recuerdos inconscientes, en
la secundarización del pensamiento. Es por lo que el niño que particular de recuerdos corporales.
juega va a ponerse, al hilo de la sesión, a comentar su juego, a re- No es forzosamente necesario recuperar con la palabra los ele-
latarlo, y el discurso no estará siempre en concordancia con el mentos de la transferencia que el juego nos permite comprender.
manejo de los objetos, lo que frecuentemente revelará la transfe- Frecuentemente es preferible dejar que se desarrolle la experien-
rencia. cia que hace el niño de su capacidad de expresar libremente una
Algunas sesiones del niño nos son incomprensibles, hay que relación que descubre con otro al mismo tiempo que consigo
confesarlo, incluso si hay que inscribirlas en la continuidad del mismo. Desembocará en representaciones preconscientes que en-
proceso. Otras nos son intolerables, ya sea porque el niño nos su- trañarán su palabra. En el juego, la transferencia aparece en la
pera por medio de la violencia de su agitación, ya sea porque es- simbolización de las relaciones entre los objetos internos del
tamos anonadados por la profundidad de su sufrimiento. En esos niño. Partiendo de la palabra del paciente, el mismo analista ten-
casos, la interpretación es necesaria, primero para nuestra propia drá más facilidad para verbalizar sus interpretaciones.
reacción. Entonces se plantea el tema de nuestra regresión ante Es por lo que me parece bueno poder utilizar un lenguaje
las pulsiones mortíferas que hace falta no descuidar. En estas cir- usual, corriente para el niño, para hacer que se dé cuenta de lo
cunstancias es cuando puede aparecer una actitud defensiva del que se produce entre él y el analista. La nominación de los obje-
analista que provoca intervenciones activas lamentables pero ex- tos, de sus relaciones, de los afectos, debe ser accesible al niño a
cusables, incluso si revelan las partes de su psiquismo inexplora- partir de las figuraciones que él produce en su juego. De la misma
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forma, a las personas se las nombrará como el niño lo hace. Para el juego del niño. Christian (Capítulo cuarto) pide coger él
Antaine, cuando se pone a hablar, yo era «Anzieu», como para mismo un vaso de agua; ¿se puede pensar en una regresión oral?
mí él era «Antaine» . La nominación de «Madame Anzieu», utili- Me parece que el niño, por el contrario, elabora en ese momento
zada por el entorno, no significaba nada más para él. Las imagos la parte oral del primer objeto invistiendo, casi conscientemente,
parentales, los objetos parciales del niño frecuentemente son de- una relación oral conmigo; algo puede circular en su cuerpo bajo
nominados de forma imaginaria, como lo vemos con Laura (Ca- mi mirada. El objeto incorporado por el niño puede convertirse
pítulo quinto). Ese vocabulario es, por supuesto, algo para res- en el soporte de la interiorización de una presencia, de «otro»,
petar en los intercambios verbales que comentan el juego o lo que yo represento. Se trataría pues de un progreso en el investi-
interpretan. Para que la palabra del adulto pueda permitir al pe- miento objetal, por la confirmación del vínculo oral, más que
queño paciente integrar las transformaciones de sus fantasías y de una regresión ante una nueva fase que habría representado los as-
sus consecuencias actuadas que se han producido en el analista, pectos preedípicos. Christian interioriza mi aprobación y, quizás,
la palabra de este último debe ser simple y estar próxima al niño. accediendo a un «hacer» (la utilización del grifo bajo mi mirada),
El pensamiento solamente se despierta sobre las bases de un co- accede también a un aspecto masculino de sí mismo (según Win-
nocimiento ya afirmado. Circula poco a poco en el juego cuando nicott).
el analista comunica su sentido al niño. Los cambios que se pro- Sin embargo, solamente por la aprobación verbal que obtiene
ducen en la estructuración psíquica del niño no se contienen so- por mi parte («Sí, yo puedo coger el agua») es como Christian
lamente en una interpretación de su juego. El niño nos ayuda llega a utilizar él mismo el grifo, el vaso y el líquido. Solamente
también muy frecuentemente en este difícil trabajo. mi palabra, en apariencia banal, le permite acceder a una activi-
dad que representa varios niveles de desarrollos sucesivos de su
yo (oral, autoerótico, sexuado, relacional), condensados en este
4. ¿POR QUÉ INTERPRETAR? instante en el que el niño entra en comunicación conmigo por
una palabra que le reenvía una imagen de sí mismo investida de
Hemos encontrado argumentos que favorecen la interpreta- las capacidades que yo le atribuyo frente a un superyó aplastante.
ción, verbal o no, del analista a un juego del niño durante la se- En esta secuencia, he utilizado sin duda al niño como una ima-
sión. También hemos comprobado que en algunos casos el pro- gen de mí misma, que he liberado contratransferencialmente de
ceso lúdico podía desarrollarse suficientemente para que el yo del sentimientos de castración. Mi palabra ha adquirido todo supo-
niño cree un espacio interno más armonioso que organice las re- der fálico, y mi propia feminidad me ha llevado a proyectar mi
laciones entre sus objetos. Entonces, ¿por qué interpretar? deseo de estar con el niño--objeto con el que yo estaba identifi-
Es innegable que una de las finalidades de la palabra sea para cada. Está ahí, sin duda, una de las razones por las que yo he ha-
el analista el alivio de algunos aspectos de su contratransferencia, blado. Mi satisfacción de ver a Christian realizar un deseo activo
de su propia satisfacción. También una manera de jugar, de no después de haberme planteado la pregunta sin palabras, sería la
estar solo, algunas veces de retomar el dominio sobre el desarro- prueba.
llo emocional del juego y de la relación. Incluso a veces, puede Puede ser también que el analista intervenga para disminuir
manifestar alguna ansiedad o alguna agresividad. Lo cual no es una tensión convertida en insoportable entre el niño y él, por
siempre negativo en sus consecuencias, aunque haga falta per- ejemplo, durante un silencio que le parece demasiado largo y an-
manecer reservado en cuanto a ese modo de «actuación». siógeno para el niño. ¿O para el analista identificado con el niño?
El analista habla también cuando sus identificaciones entran Sucede también que el analista, falto de experiencia, o de ca-
en concordancia con ciertos aspectos profundos del yo que revela pacidad de ensoñación, o de continencia, tenga deseo de «hacer
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que avance» su paciente. Evidentemente, es éste un argumento la vida social como en relación del pequeño Luc a quien su ma-
muy malo, una «pedagogía terapéutica» que pasa al lado del pro- dre «adoraba». En cuanto a la escuela, aparecía como el punto de
ceso analítico y reúne los comportamientos coaccionadores del identificación de Luc con la impotencia del pensamiento con-
entorno hacia el niño. ceptual de su padre y de su falta total de cultura. La escuela po-
¿Cuáles pueden ser, entonces, las «buenas razones» para el día también reunir al padre y a la madre, como a la iglesia, por
niño para interpretar un juego o hacer sus comentarios? otra parte, por contener numerosos niños. Esos dos edificios
El descubrimiento de los símbolos en el contenido del juego pues, en su posición central, significaban las representaciones que
es frecuentemente el punto en el que se debe precisar la unión Luc construía de sus padres en su situación social y las identifi-
transferencia/contratransferencia la que va a decidir la interpre- caciones que le eran posibles en esta situación. Proyectaba tam-
tación, su forma y su contenido. Pero también revelar el porqué bién sus representaciones del coito parental en el que se intro-
se ha hecho necesaria para el paciente respecto al analista. El caso ducía por el contacto sensorial que mantenía con los aultos, de
de un niño pequeño va a orientar nuestra reflexión. los que era el dueño. Proyectaba sobre los objetos concretos, su
admiración y sus temores de la fuerza y de las debilidades paren-
Luc: la seducción en el juego tales, y su relación incierta con él. En torno a estos dos edificios,
las casitas se ordenaban en redondo, con las calles, los puentes y
Llamaré Luc al qua va, nuevamente, a ilustrar mi propósito 1• los árboles. Todo esto nos podía hacer pensar tranquilamente en
Hacia los cinco años, este niño presentaba entre otros síntomas el acceso a una situación edípica. No obstante, Luc rechazaba
un rasgo particular: tocaba compulsivamente el lóbulo de la oreja siempre toda clase de alimento que debía masticar y no accedía
de las personas que se encontraban a su alcance y presentaban mucho más a una expresión verbalizada. Se contentaba con
para él cualquier interés. Este comportamiento no estaba limi- acompañar con un efecto sonoro expresivo a los pequeños coches
tado por ninguna contención y se producía en el metro, en la es- y al tractor que circulaban por las calles, se encontraban brutal-
cuela, tanto como con la madre del niño, a la que manifestaba mente, aplastaban a la gente y a los árboles, demoliendo las ca-
además un apego adhesivo. Por otra parte, hablaba poco y mal y sas sin tocar no obstante al cabo de cierto tiempo ni la iglesia ni
no comía nada que hiciera falta masticar. Parecía sufrir por no ser la escuela. Se puede imaginar la multiplicidad de las interpreta-
totalmente como los demás. ciones que podían inspirarnos este material. La terapeuta, que
No aportaré aquí más que un corto pasaje de su larga terapia aún no tenía una gran experiencia, sufría por encontrar una lí-
que yo he supervisado. Este episodio se sitúa hacia el segundo nea de interpretación y se sentía agitada por la repetición inexo-
año de la cura. Desde hace varios meses, Luc construye pueblos. rable, a pesar de sus intentos de interpretaciones, de un argu-
Dispone las casas alrededor de la iglesia y de la escuela, manifes- mento en el que el contenido se mantenía totalmente polisémico.
tando así cierta capacidad de simbolización. Podríamos com- No llegaba a sentir que los afectos defensivos contra las comuni-
prender que la iglesia y la escuela representaban a la vez la om- caciones pues todas le parecían perversas. La insistencia del niño
nipotencia fantasmática atribuida a la madre y también la en su escenificación se repetía muy pronto con el retorno com-
omnipotencia del pensamiento. En un primer tiempo, nos pare- pulsivo de su mano hacia la oreja de la terapeuta.
cía claro que la iglesia representaba, de una manera más conven- La inclinación acariciadora de Luc resulta del afecto de una
cional, la tonalidad religiosa del pensamiento materno, tanto en necesidad compulsiva de contacto con el objeto parcial de su
amor: el pecho/pene. El niño se dirige a una parte del cuerpo re-
1 lativamente precisa pero discreta. Como intentaba demostrar que
Este trabajo ha aparecido ya parcialmente en le Revue de psychanalyse
núm. 6, noviembre-diciembre de 1989, págs. 1619-1628. experimenta el mismo placer en tocar el lóbulo de la oreja de al-
222 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO LA RECONSTRUCCIÓN INTERPRETATIVA 223

guien que le gustaba, y en tocar su propio pene. Lo que nos ha e impotente. Ella tenía mucha dificultad para sentirse dotada de
parecido perverso, durante nuestro trabajo sobre este problema, una capacidad fálica no destructora.
es el desplazamiento materializado de una representación sexual.
Esta representación era ciertamente el resultado intelectualizado de La forma más exterior del juego consistía pues, como ya lo he
nuestras resistencias de mujeres adultas a esta evocación sexual en dicho, en una agitación destructora y ruidosa. El niño manifestaba
un niño muy pequeño. Esto me hizo poner de relieve un detalle así su enorme ansiedad que le empujaba a actuar, sobre las cosas a
que me relataba la terapeuta con una nota desesperada: al final de su disposición, los movimientos conflictuales envidiosos y des-
cada sesión, un pino, que el niño situaba al borde de la mesa, caía tructores de los que se sentía invadido. Esta agitación significaba
como inadvertidamente. Entonces yo reunía de dos en dos algu- el exceso de la gran agitación sentida por el conflicto entre las pul-
nos de los elementos simbólicos del juego del niño: siones libidinales y las pulsiones destructoras. Luc proyectaba en
los juguetes y en la situación los alborotos incesantes que le era ne-
las construcciones y la circulación bulliciosa de los coches; cesario provocar para sentirse vivir en su cuerpo y su espíritu. Sin
el juego destructivo y la depresión del analista; esta agitación por la que protestaba destruyendo lo que él mismo
la protección de los dos edificios y la insistencia obsesiva había construido, es decir, su propia imagen, se habría sentido
del niño en su juego; arrastrado en una letargia que su madre le inspiraba. Ella hablaba
finalmente, el tocar de la oreja y la caída del pino. de él como «de un pequeño hombrecillo que tenía dificultades para
vivir». Esta agitación agresiva me parece también que se une a la
Por supuesto hemos trabajado ampliamente sobre esos ele- dinámica corporal fálica tal y como se manifiesta en el niño pe-
mentos, pero sin duda con una óptica un poco diferente de la queño. Esta dinámica está en relación con las fantasías erógenas de-
que me es posible hoy. terminadas por las pulsiones de penetración y de intrusión.
Mi comprensión actual de este momento de la cura de Luc Luc, en esta situación, buscaba utilizar a su terapeuta como
me arrastra hacia una forma dicotómica de la situación. Ese modo contenedor de su angustia. Proyectaba en ella las fantasías, susci-
de pensamiento sin duda ha sido inducido en mí por la forma de tadas por el desbordamiento de excitación, que se presentaba en
expresión utilizada por Luc; escindía las representaciones como si el tema de su madre, y de su pequeña hermana también, des-
se sintiera ante la necesidad de proteger integralmente lo bueno bordamiento que la imagen paterna desvalorizada no ayudaba a
de lo malo, lo fuerte de lo débil, lo vivo de lo muerto, lo real de dominar. La madre de Luc hablaba de su marido y de su hijo con
lo posible, lo experimentado de lo ignorado, etc., pero también lo un amor sonriente y lastimoso del que captamos el carácter letal
masculino de lo femenino. Este procedimiento se une, en mi es- diciendo: el pobre. La excitación inconsciente producida por la
píritu, a la dificultad que experimentamos en establecer los víncu- actitud materna inhibía en Luc las pulsiones fálicas. Se defendía
los entre una expresión lúdica no verbalizada y los sentidos que entonces de sentirse chico por una agitación motriz que sustituía
intentamos aplicarle con las palabras. El sentido solamente podía a un autoerotismo satisfactorio. La analista era pues transformada
aparecernos a través de la comunicación transferencia! incons- en útero mortífero no excitable. Ella se convertía en espejo frío
ciente percibida por el analista. Nos hacía falta pues llegar primero y no en un continente transformador, como lo sería el cuerpo
a captar las resistencias contratransferenciales que faltaban y pro- materno «contenedor» en el sentido de Didier Anzieu.
vocaban la angustia comunicada por Luc.
En este tema nos pareció que en cuanto mujer, la analista so- La segunda oposición que he podido percibir es la conse-
lamente llegaba a identificarse con una madre omnipresente, sola cuencia directa de la primera. Se deriva de la provocación del
de pie entre la destrucción (la iglesia), o con un padre castrado juego destructor sobre la depresión del analista. En el momento,
224 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO LA RECONSTRUCCIÓN INTERPRETATIVA 225

lo que nos apareció en el juego fue muy particularmente su agre- primida, susceptible de sentir la pérdida de la megalomanía, la de-
sividad continua e invariable que insistía sobre la terapeuta en el bilidad de la depresión ante esta pérdida de una forma totalitaria
aspecto de demolición. Como lo subraya A. Ferro, un senti- del yo, sin que la relación entre esas dos formas sea una ruptura.
miento de persecución surge de la repetición de los gestos de cas- La interpretación que entonces puede hacer el analista me parece
tración. En realidad, este aspecto era más bien el del sufrimiento que debe realizarse sobre la proyección de esta debilidad, sentida
de Luc que debía abandonar su omnipotencia sobre la pareja pa- por él y sobre su propia identificación de esta parte deprimida. Es
rental, su goce de bebé en acariciar el pecho, y aceptar los senti- bueno también poner de relieve para el niño que, como lo desea
mientos de castración que le acosaban ante los deseos sentidos en Winnicott, la vida del analista resista a esas proyecciones destruc-
su pequeño pene. De aquí la aparición simbólica de ese pequeño toras. Lo que se subentiende es que solamente es un juego. La en-
pino, cuya caída perpetua sin duda nos ha pasado desapercibida voltura constituida por el marco, contendría, un poco como la mesa
durante mucho tiempo. Como un síntoma discreto. El principio sobre la que se desarrolla el juego constructor/destructor, las ex-
de un adiós depresivo a un objeto parcial. No obstapte, estaban plosiones demoledoras, permitirían la construcción incesante del
en ese juego todos los símbolos gestuales, activos, que podían lle- pueblo como entorno armonioso, fundado en la permanencia del
varnos al camino de una interpretación. Pero hacía falta también, analista y del vínculo transferencia!. Solamente por la lenta efica-
que Luc pudiera ejercer suficientemente su furor contra las «cons- cia de las interpretaciones realizadas sobre las proyecciones mitad
trucciones» fantasmáticas que él se daba de la pareja parental. constructoras mitad destructoras y de la angustia proyectada en la
Y esto en presencia de alguien que, identificado con una madre relación con el terapeuta, es como una modificación puede inter-
seducida, dejaba que se escapara el sentido del juego en su más venir en ese sentimiento de explosión y permitir al niño acercarse
profunda extensión: el principio de la depresión debida a una re- y progresar de la escisión a la ambivalencia.
nuncia, la pérdida de esta megalomanía que se ejercía en el juego
de las destrucciones. El fracaso de su yo en dominar la agresivi- Durante este período de la cura, hemos observado que, poco
dad causada por la frustración libidinal hacía que Luc regresara. a poco, Luc protegía de la destrucción a los dos edificios centra-
Los dos movimientos destrucción/ depresión son los dos polos les de su paisaje interior. Ya he dicho cuál es la significación sim-
de una vivencia que están vinculados por la violencia. Este afecto bólica que hemos unido a la iglesia y a la escuela. Permanecían
potente, salido de las pulsiones destructoras, es la manifestación de todavía en pie uno al lado de la otra, en el centro de las destruc-
los deseos megalomaníacos por la atención de las imagos parenta- ciones, como la imagen de los padres que no se habrían tocado.
les unidas en el acto sexual. La violencia permite al niño poner en Lo que evitaba a Luc los impulsos destructores contra los padres
reserva la libido reprimida, y por el juego simbólico de las des- reunidos. La casitas, puentes, túneles y la vegetación, todo lo que
trucciones, significa al terapeuta la angustia del desbordamiento li- las rodeaba estaba, en revancha, aniquilado. En este tema, nues-
bidinal. Luc querría que la circulación de los coches y del tractor tras asociaciones se referían entonces a las producciones de la pa-
fuera armoniosa, que los objetos estables que son las casas, la igle- reja parental que Luc desintegraba sin reticencia. Si no fuera por
sia y la escuela, no estuvieran permanentemente invertidos, esta- medio de esta obsesiva repetición de su comportamiento agre-
llados, por su necesidad de contacto que se convierte en devasta- sivo, no obstante, repetición casi desesperada, es como él se diri-
dor bajo el dominio del desbordamiento pulsional. En el actuar, gía manifiestamente a su terapeuta. Ella podía reconocerse en esa
una parte complementaria del sí mismo aparece sobre todo en su pareja idealizada y sentir el deseo intenso que tenía el niño de
situación de oposición donde su carácter de alteridad es puesto de protegerla de sus pulsiones, de su envidia, de su rabia destructo-
relieve. El símbolo incluye una parte conservada. La parte com- ras. El simbolismo aparecía aquí a la vez en la elección de los ob-
plementaria que se busca en el terapeuta sería entonces la parte de- jetos, en su utilización transferencia! y en el sufrimiento interior
226 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO LA RECONSTRUCCIÓN INTERPRETATIVA 227

que él significaba. Una parte de libido podía hacerse soportable, po- que pone en duda la noción de neutralidad. Felicitémonos aquí
sitiva, a condición sin embargo de que apareciese en el centro del porque el trabajo de supervisión haya permitido analizar, ir más
yo que simbolizara el paisaje construido, y que ella fuera protegida adelante en la percepción de sí mismo y ayudar a Luc a pasar esa
por la destrucción de los objetos que se oponían a su satisfacción etapa difícil.
narcisística. El niño podía finalmente construir una pequeña parte El analista conserva también celosamente sus propias posi-
de sí mismo, no diluida en la confusión de las pulsiones de vida ciones infantiles, incluso si tiene conocimiento de ellas, y de sus
y de muerte, incluida en la libido de la que ella era el refugio. Este fantasías de escena primitiva.
enclave libidinal me ha hecho pensar en un desarrollo obsesivo po-
sible si el niño hubiera llegado a investir su pensamiento, destruido [... ] en la medida en la que el niño comunica mucho más
al instante por las pulsiones envidiosas. directamente, incluso conscientemente al analista, el temor de
su deseo de seducir, el analista deberá contar con su propia
tendencia inconsciente a renegar la dimensión sexual de su de-
Transferencia y contratransferencia seo por el niño.
F. GurGNARD, 1997, pág. 70
Hacía falta pues también percibir cómo Luc intentaba in-
conscientemente seducir a su terapeuta no solamente por la vio- No obstante, el analista debió ir más adelante en el análisis
lencia sexual, sino también por los gestos a veces muy hábiles de de su contratransferencia. En cuanto a mí, pienso haber recono-
pasos delicados entre los objetos mismos. Solamente la caída, cido que sus identificaciones masculinas le hacían insoportable
vuelta a empezar sin cesar, del pequeño pino al borde del juego, esta representación de castración, la ablación de un pene dema-
pudo darnos el despertar de un punto de sufrimiento desaperci- siado pequeño y, por desplazamiento, la privación de pensa-
bido hasta ese momento. La separación del cuerpo materno no miento que ella sentía tanto como mujer como analista. Sin duda
se había acabado verdaderamente. La defensa contra la depresión es así la situación que ella proyectaba sobre mí en la supervisión,
estaba mal estructurada. El síntoma reemplazaba al pensamiento. y que yo misma terminaba por sentir al introyectarla.
Es entonces cuando se pudo añadir a la interpretación la en- Ese momento del análisis de Luc nos prueba cómo la insis-
vidia destructora que hacía que cayeran los edificios, la tristeza tencia de un signo en el juego revela los puntos ciegos del ana-
de ser demasiado pequeño para amar a mamá como él deseaba. lista, que corresponden frecuentemente a los más profundamente
No me acuerdo si el juego cambió entonces. Sobre todo per- dolorosos para el niño.
manece en mi memoria que el niño abandona muy pronto su Semejante esclarecimiento no es suficiente para permitir dar
síntoma, el analista pudo trabajar sobre su contratransferencia tí- fácilmente una interpretación al niño. Hay que encontrar el
mida y seducida, y hablar más y mejor al niño pequeño. punto sobre el cual ella puede útilmente sostenerla, como for-
La seducción de este niño tocaba directamente a la terapeuta mularla de manera asimilable por el niño y cómo reemplazarla
en un punto personalmente sensible: el de la castración. Ella no en el vínculo transferencia! para asegurar la continuidad identi-
podía comprender que haber sido niña pequeña había sido para ficadora. En suma, es intentar descubrir una parte de la superfi-
ella, como para Luc, una horrible frustración cerca de su madre. cie del preconsciente en la que puede inscribirse.
Este aspecto de la castración que se despertó en la terapeuta no
tiene nada de culpable ni de raro. Los niños nos tocan en nues- Me queda considerar el sentido del retorno al síntoma del to-
tros puntos sensibles y a veces ciegos. «Interpelados sin cesar por car y al significado del pino que cae. Sin ninguna duda, Freud
lo que somos» (Ferro, 1997, pág. 94). Es un aspecto del trabajo (1915) es siempre tan clarividente cuando escribe:«[ ... ] el hom-
228 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO LA RECONSTRUCCIÓN INTERPRETATIVA 229

bre no abandona habitualmente una posición libidinal, incluso bolo de castración, de pérdida de un objeto tanto anal, por su si-
cuando un sustituto le avisa». Luc volvía a su placer. tuación en el espacio del juego, como sexual por su forma. El con-
La terapeuta estaba muy confusa por el gesto del niño que se tenido transferencia! precisaba la relación con el cuerpo materno
acurrucaba contra ella y le acaricia el lóbulo de una de sus orejas. y un dominio sensual sobre la pareja parental reunida, que con-
En su teorización muy freudiana ella veía un gesto perverso de se- vertía al analista en incapaz de pensar.
ducción por el desplazamiento evidente de la imagen del sexo con Entonces, yo sugeriría poco a poco a la terapeuta que, en
el lóbulo de la oreja. Consideraba también con disgusto el goce efecto, estaba sensibilizada por la intensidad pulsional de la trans-
actuado del pequeño y buscaba equivocadamente los medios para ferencia, que reaccionaba de la misma manera que Luc a un des-
evitarlo. Era manifiesto que estábamos situados ante una caricia bordamiento de su yo analítico por la actividad transgresiva del
sexual desviada. Pero si el desvío era evidente, no era menos evi- niño, que sentía que regresaba a las sensaciones y a los deseos ar-
dente que la angustia del niño estaba relacionada con esta parte caicos y que, finalmente, protestaba primero en su sentimiento
de la sexualidad genital. Luc tocaba esta oreja como con una femenino puesto en duda por una castración ideativa que no le
mano-boca que hubiera incorporado el mamelón materno. A pe- permitía pronunciar ninguna interpretación válida. Yo misma es-
sar de la evidencia de la satisfacción libidinal primaria no se tra- taba atrapada entre mi contratransferencia sobre el niño y sobre
taba de nada genital. Yo pensaba más bien en Ferenczi, cuando es- su analista. Esta situación, en este caso preciso, me situaba frente
cribe que en cada objeto el niño redescubre sus propios órganos a un superyó con múltiples facetas, en el que la identificación con
y sus funciones. Este trocito muy suave del cuerpo de su analista el niño es un recurso de facilidad regresiva para acceder al cuerpo
que el niño acariciaba, parte de sí mismo públicamente expuesta, de una madre deseable. La caída del pino al final de la sesión re-
representaba también un pene sustitutivo con el que el niño se presentaba entonces para la terapeuta el abandono de la poten-
identificaba por completo, y al mismo tiempo lo identificaba cia fálica de su pensamiento al tema de Luc, la regresión contra-
como su propio pene que habría formado parte del cuerpo ma- transferencial inquietante a la que nos lleva el niño por su
terno. La caída del pino le defendía simbólicamente de la rein- proximidad fantasmática con los procesos primarios. Yo añadiría
clusión de sí mismo en el amor y el espacio transferenciales. A la que su situación frente a lo que yo misma podía representar de
edad en la que ese género de caricias está permitido por parte de superyó, tanto materno como paterno, no podía, en esta cir-
la madre, el lactante no habla y solamente se nutre de papillas. cunstancia, facilitarle la aceptación de esta contratransferencia
Luc había permanecido ahí, para su propio placer y para el de su complicada, sino estaba destinada a ayudarla a evitar un pánico
madre. Los objetos de amor que encontraba estaban habitual- contratransferencial.
mente a su alcance en la vida. La palabra debía prohibirle ese gé- Por el recurso a las reglas de nuestros preconscientes asocia-
nero de facilidad por la distancia con el cuerpo materno que ella dos, pudimos así encontrar la otra parte del simbolismo transfe-
supone e impone. Luc representaba muy bien la frase de Lacan ci- rencia! transmitido por Luc. Se puede también, creo, llamar
tada por A. Gibault (1989) en relación con los niños: «la palabra «identificación» a este proceso desarrollado por el analista y ana-
es la muerte de la cosa». Para Luc, el símbolo iba a convertirse en lizarlo como tal. Funciona en la cura en cuanto resultado de pro-
la momia del objeto amado. Porque hubo el incidente repetido de yecciones del niño sobre los objetos concretos, tanto como sobre
la caída del pino. Como todo símbolo, ese pino representaba una las partes o las funciones de su cuerpo sobre la situación o el
parte muy investida del cuerpo de Luc, muy claramente su pene. marco terapéutico, al que incluso es el terapeuta contenedor de
El pino se convertía, por su forma, en un pene simbólico rigidi- sus angustias, de sus desbordamientos, de sus explosiones. Sobre
ficado, sin la suavidad de la oreja, momificado en su forma exte- el analista, finalmente, como parte complementaria del yo que
rior, desprovisto de autoerotismo. Su caída se convertía en un sím- falta en la identificación de su conocimiento identitario.
230 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO LA RECONSTRUCCIÓN INTERPRETATIVA 231

¿Qué va pues a introyectar el niño de lo que experimenta del La evocación del juego de la bobina me ha recordado una pre-
analista a nivel del preconsciente? Lo que se transmite por lapa- gunta que me planteo a mí misma frecuentemente: ¿cómo me
labra está impregnado de simbolización. Los afectos pasan por la utiliza este paciente en determinados momentos de nuestra rela-
sonoridad de los matices de la voz tanto como por la elección de ción? Dicho de otra forma, ¿qué partes de sí mismo identifica el
las palabras (l 986a). No son los mismos símbolos los que tene- paciente en mí de su transferencia para reconocer completamente
mos que interpretar en la cura; los símbolos tienen una existen- qué le falta para identificar su identidad, para encontrar el eco
cia propia. La delimitación de una imagen por su sentido sim- que ella ha despertado y qué puede responderle? El analista es en-
bólico limita también el flujo de las asociaciones vinculadas con tonces el amo de casa poseedor de los vínculos de lo posible que
los afectos y con los procesos mnémicos. Tenemos que acercar- van a reunir las partes adecuadas. Ciertamente, la interpretación
nos lo más posible al sentido que soportan los símbolos en la dia- «zanja» como lo dice A. Gibeault (1989), en el sentido en la que
léctica transferencia/ contratransferencia y asegurar su metabo- ella marca por la verbalización, así pues en un grado superior de
lismo en el psiquismo del niño. La función esencial del símbolo simbolización, la ruptura entre las dos partes del símbolo. Pero
es la de defendernos de las angustias de separación que siempre ante todo, significa la relación. La interpretación, muy particu-
representa, no sería otra que su cualidad de finitud frente a la ri- larmente en las curas de niños, tiene como destino crear los
queza sensorial. vínculos, poner en marcha la función simbólica que permitirá so-
En cuanto a Luc, no comprende un agregado de letras, a pe- portar la separación sin cesar renovada y la inevitable castración.
sar de nuestros esfuerzos. Después de las intervenciones vincula- La simbolización crea la esperanza de que la bobina esté siempre
das más eficazmente con sus deseos y con sus temores de devo- en el extremo de la cuerda. Esta esperanza funda el yo por su va-
ración, con la confusión que todavía hacía entre las diferentes lor incluso de ilusión. Cuando el niño juega, mueve los hilos de
partes erógenas de su cuerpo, con sus deseos destructores contra su yo entre sus objetos internos.
la pareja parental, se puso a comer alimentos más sólidos y a pro- Entonces se puede considerar a la transferencia como un
ferir algunas frases como: «tengo la enfermedad del amor». Lo juego, una experiencia transicional, en el sentido de Winnicott,
que nos decía claramente en qué estado de espíritu se desarro- experiencia creadora de continuidad (la cuerda). Este juego con-
llaba este análisis. No obstante había logrado reservar para suma- siste en poner en relación la realidad del adentro, es decir, las pul-
dre, pero con menor frecuencia, la caricia en la oreja. Como si el siones, los afectos, los conflictos objetales, con la realidad del
síntoma le defendiera de una elaboración más avanzada de la se- afuera: sus placeres y sus catástrofes. Crea un ida y vuelta del ob-
paración con el cuerpo materno, de una simbolización más dis- jeto que se hace representable por la huella mnémica que deja en
tanciada. Protegería así la relación erótica primaria y el goce que cada nueva percepción. Experiencia que permite al paciente en-
de ello resulta. Los padres no habían cambiado. El niño nos deja contrar en el analista un soporte vivo a la proyección repetitiva y
por una institución en la que sus capacidades cognitivas, que per- simbolizada de las lagunas de su yo. El analista sirve de articula-
manecen limitadas, serían puestas en acción más bien por la pe- ción, de bisagra para la recolección de las partes simbólicas com-
dagogía que por nuestra ideativa que parecía que había alcanzado plementarias.
sus límites. Ahora tiene alrededor de doce años, habla, come y Este proceso de reunión de los objetos simbólicos fragmenta-
participa de una actividad escolar casi normal: pero vive en un dos en el yo puede sin duda acercarse al de la construcción que
hospital de día y todavía toca la oreja de su madre. La ruptura hace el analista de su paciente. El analista encuentra en sí mismo
entre las dos partes del yo, entre lo corporal y el pensamiento, no y pone a la disposición del paciente, las representaciones consti-
se ha borrado. Está aislado en su vida socio-afectiva y marca las tuidas por los elementos idenficatorios. El pensamiento interpre-
tendencias muy esquizoides. tativo acompaña esta dinámica que permite juntar entre los dos
232 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO

compañeros las partes de sí mismo pegables o superponibles. Este CAPÍTULO OCTAVO


funcionamiento psíquico del analista consiste, creo, en la bús-
queda preconsciente de partes de sí mismo, más o menos ade-
cuadas lo que es verdad en ciertos casos, que puedan tener víncu-
los de complementos simbolizables con los símbolos
inconscientes percibidos en el discurso o en el juego del paciente.
En efecto, es el pensamiento del analista el que crea las vincula- EL PSICODRAMA EN LA PSICOTERAPIA
ciones cuya importancia Bion ha descrito tan bien, la cuerda de CON EL ADOLESCENTE
Eros, finalmente, que va a reunir las dos partes del objeto sim- S1MONE ÜAYMAS
bólico. Sobre el cual, no obstante, persiste la huella de la separa-
ción, sabiendo que esta huella es también el signo del sufrimiento
primero, que siempre vuelve. Este signo es transmisible con el
objeto mismo. Representa la cesura que realiza el niño entre la
pareja, el lugar del goce perdido que unió a los padres, lugar del Es en Francia donde el psicodrama terapéutico se ha desarro-
yo entre el principio del placer y el principio de realidad. llado en 1946-1947, a partir del teatro terapéutico de Moreno.
En 1923 en Viena, este último descubrió la eficacia de la im-
provisación dramática, después la desarrolló en los Estados Uni-
dos insistiendo en los beneficios de la espontaneidad de la acción.

l. HISTORIA

Nosotros nos referimos, aquí, al artículo de Didier Anzieu en


su obra Psychodrame analytique chez l'enfant et l'adolescent (1956)
para resumir el itinerario de Moreno, su originalidad y los lími-
tes de sus teorías. Moreno quería hacerse pasar por «un apátrida
con vocación universal». Se inventa un nacimiento (en 1889)
dramático, en un barco que atravesaba el mar Negro durante una
violenta tormenta. Vivió en Viena donde se hizo médico, des-
pués en los Estados Unidos donde murió a los ochenta y dos
años, habiendo vivido siempre como sabio y demiurgo, sus maes-
tros fueron Jesús y Sócrates. I am God, the Father, the Creator of
the univers [... ] («El hombre es un actor de dios sobre el escena-
rio del universo») (Psicoterapia de grupo y psicodrama, 1959). La
palabra clave de su técnica que llama «psicodrama» es la espon-
taneidad «en el teatro espontáneo la catarsis es primero la del actor
que se libera de los personajes interiores depositándolos en
el afuera». En la improvisación dramática, el pasado se restituye

(233]
234 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO EL PSICODRAMA EN LA PSICOTERAPIA CON EL ADOLESCENTE 2.15

al pasado y deja de determinar al individuo que, por la misma ex- psicodrama de Moreno, S. Lebovici y R. Diatkine cuando
periencia que realiza, se le ha dado su libertad creadora. Sus pri- en 1946 inventaron el psicodrama psicoanalítico partiendo de
meras experiencias públicas tuvieron lugar en 1928 en Viena: un la terapéutica de niños por el juego de las marionetas. La técnica
espectador lleva a escena sus problemas y el auditorio participa de Moreno, basada en la espontaneidad o la actuación se busca
espontáneamente en el juego. Poco a poco, enriquece su técnica: con una finalidad catártica para evitar las consecuencias des-
el director (es decir, él mismo) sugiere representar una escena del estructuradoras del conflicto, estaban entonces en boga, pero
pasado o del porvenir, sugiere la elección de las situaciones, él no muy rápidamente, las divergencias se hicieron más profundas en-
actúa, interrumpe el juego, lo vuelve a impulsar, lo concluye. Uti- tre los psicoanalistas y los que mantenían la teoría de Moreno. S.
liza el método del espejo, el lugar del doble, los personajes auxi- Lebovici, con R. Diatkine y E. Kestemberg, se alejan de lo que
liares, preconiza la importancia de los contactos corporales, fi- preconizaba Moreno, poniendo el acento en la transferencia psi-
nalmente, amplía su técnica con la danza, la música. Su ambición coanalítica. Su primer artículo en 1952 se titulaba «Aplicación
llega hasta soñar con aportar los beneficios de la espontaneidad psicoanalítica a la psicoterapia de grupo y a la psicoterapia dra-
dramática y de la planificación sociométrica a la humanidad en- mática en Francia», insistiendo en la estrecha relación con la teoría
tera. El psicodrama se encamina hacia su definición definitiva: «re- de la cura analítica.
presentación que explora la verdad por los métodos dramáticos». D. Anzieu prosigue una trayectoria paralela. En 1954, en su
Para él, la espontaneidad es esa mezcla de intensidad dramá- obra Le Psychodrame psychanalytique chez l'enfant et l'adolescent,
tica y de autenticidad. Es, en sí misma, inventiva y se confunde extiende sus reflexiones sobre el psicodrama de grupo. S. Lebo-
con la vitalidad. Quiere pretender que las palabras del incons- vici y R. Diatkine forman parte, en 1958, de la experiencia de
ciente puedan encubrir los mismos procesos psíquicos. Para él, la diez años de terapéutica en el niño y el adolescente. D. Widlo-
espontaneidad tiene los mismos objetivos que las asociaciones li- cher, en 1962, relata también su experiencia en su obra Le Psy-
bres. Incluso si él asegura a Freud: «yo, yo parto de donde usted chodrame psychanalytique, así como G. Testemale y M. Basquin
ha llegado en 1946», no supera el nivel de eficacia de la abreac- que se encuentran también entre los primeros.
ción, no utiliza la actividad simbólica; de hecho, practica una psi- Desde 1985, fecha en la que ]. Gillibert escribe Le Psycho-
coterapia preanalítica y se instala en la sugestión. Incluso si la pre- drame de la psychanalyse, no existe un año sin artículos o revistas
sencia de la dimensión psicoanalítica falta, no se puede negar que subordinadas al tema que no intenten precisar sus fundamentos
el psicodrama de Moreno se moderniza en la época actual, metapsicológicos; contemos entre otros la obra de D. Delaroche,
donde, socialmente, todo se refiere al instante, al efecto catártico Le Psychodrame psychanalytique (1996), los artículos de P. Jeam-
de las emociones, como por ejemplo en el juego de representa- met (1987), en la revista anual Étape, dirigida por G. Bayle,
ciones o los guateques de los adolescentes, donde se trata sobre N. Amar e l. Salem.
todo de «gozar». Así el psicodrama psicoanalítico individual se ha convertido
en el útil privilegiado para niños o adolescentes que no pueden
asumir una psicoterapia analítica o bien la rechazan; todo CMPP
2. EL PSICODRAMA PSICOANALÍTICO instaura un psicodrama al lado de las psicoterapias de grupo y
otras formas de terapias psicológicas.
Ya sea individual o colectivo, el psicodrama se distancia de Además, el psicodrama es para los terapeutas un lugar ideal de
Moreno introduciendo el conflicto psíquico entre las instancias, formación. Es uno de los únicos lugares donde el psicoanalista
el lenguaje, la actividad simbólica. Lo que se comprendió bien muestra directamente su funcionamiento. Esta confrontación del
después de M. Monod quien, en 1920, introdujo en Francia el funcionamiento de cada uno, con el de los más experimentados,
236 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO EL PSICODRAMA EN LA PSICOTERAPIA CON EL ADOLESCENTE 237

y el de los debutantes, lo mismo que la viva discusión de lo que


cada uno ha sentido y representado, es motor de cohesión de El juego psicodramático
grupo. Es un excelente aprendizaje que facilita para cada uno la
toma de conciencia de su propio funcionamiento psíquico. Este psicodrama es psicoanalítico y puede, además, ser el pri-
mer tiempo terapéutico, preludio de un psicoanálisis ulterior,
porque utiliza transferencia y elaboración.
El marco Los psicoanalistas están unidos en sus reflexiones de la teoría
freudiana sobre la que se apoyan en sus intervenciones. Pero el
Las sesiones tienen una duración de aproximadamente treinta juego introduce una dimensión particular: el ritmo, el gesto,
minutos, una vez por semana. el tono constituyen el vínculo entre la expresión corporal y la pa-
Al paciente se le recibe en una habitación bastante amplia labra. El discurso está como encarnado, las réplicas se hacen sig-
para que exista un área de juego. El director, que no repi:esentará, nificantes. La participación corporal de los protagonistas modifica
presenta al paciente al grupo de actores (de seis a siete, de los dos considerablemente la talking cure. Así, si se encuentra tentado de
sexos) sentado frente a él y le preguntará, como en una cura clá- relacionar el contenido de una sesión de psicodrama y el relato
sica, sobre sus asociaciones libres, la proposición de una repre- de un sueño en sesión (incluso condensación, incluso desplaza-
sentación, «la primera idea que se le ocurra», y distribuye los pa- miento, incluso circulación entre procesos primarios y procesos
peles, precisando que se representa sin actuar realmente, siempre secundarios del relato), aquí, contrariamente al sueño, la figura-
refiriéndose a la restricción motriz del psicoanálisis. La escenifi- ción se actúa, el cuerpo no duerme y el relato precede a la visua-
cación es pues primordial: para la mayoría de los equipos, el di- lización.
rector y el paciente están de pie ante el grupo sentado durante la Si, en la sesión de análisis, las significaciones corporales eró-
búsqueda del tema. El adolescente cuya erogeneidad corporal es genas se viven en la transferencia como anacrónicas porque son
culpable o vergonzosa, frecuentemente buscará sentarse para re- soportes de la sexualidad infantil, en el psicodrama, el mismo
encontrar el diálogo médico al que está habituado. Esto indica cuerpo se manifiesta. No se puede hablar de regresión tópica
de entrada que lenguaje y postura van a estar íntimamente mez- como en el análisis, pero la actualización de situaciones antiguas
clados. en un diálogo en el presente permite los apuntalamientos tem-
El adolescente propone pues un argumento, un argumento de porales. Así, un sujeto que ha perdido a su padre joven, puede
su vida actual, pasada, o futura, o un argumento imaginario o in- dirigirse a él en un juego, en los términos familiares en los que
cluso un sueño. El director de juego hace que se precise el argu- pronuncia la palabra «papá» .
mento, el juego, el momento, las circunstancias. Recoge estos ele- ¿El psicodrama es el dibujo animado del psicoanálisis? Sin
mentos en una escucha flotante, retomando los términos. Así se duda eso es una humorada, pero no se puede ver una ilustración
crea como un pre-texto que los terapeutas silenciosos escuchan del psicodrama en el gesto sugestivo detenido en su impulso por
también con «sobre-entendidos», lo que el juego organizará par- la bula en la que el texto está a la vez lo más cerca de la acción y
cialmente. El adolescente delega enseguida los papeles así como desplazado en otra temporalidad, desplazado también en relación
el suyo propio, teniendo a la vez temor y placer en confiarlo a con el proyecto, la extrañeza naciente de la inadecuación, del
otro distinto de él mismo. contraste, del hueco que se desliza entre la imagen y el sentido,
Es siempre sorprendente por la facilidad con la que el pa- dejando al lector que sueñe su propia representación.
ciente, después de algunos minutos de duda, propone un tema,
es absorbido por el juego y cede la palabra.
238 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO EL PSICODRAMA EN LA PSICOTERAPIA CON EL ADOLESCENTE 239

feminidad; Claudel encontrará un eco en nuestras interrogacio-


Psicodrama y teatro nes pasionales de adolescente sobre el destino, la finitud de lo hu-
mano y la pulsión de muerte; Beckett nos encerrará en el dédalo
Desde los escritos de S. Lebovici y R. D iatkine (1971), todos de las pulsiones parciales, de las escisiones, del fraccionamiento;
los autores que describen el psicodrama psicoanalítico se resisten Pirandello interrogará nuestra identidad.
a asimilar psicodrama y teatro. Pirandello hará una especie de transición con el psicodrama.
Así, en Vétir ceux qui sont nus, la heroína (la paciente) ha fallado
En la representación trágica, la función de la delegación
un intento de suicidio, su vida es un embrollo de relaciones
pulsional se complica, se deforma y se elabora mientras que se
donde cada comparsa expresa las motivaciones contradictorias.
encuentra completamente apartada de lo que era su función
original. El teatro introduce un proceso de pensamiento en el Ella tiene su vivencia, que intenta penosamente ordenar haciendo
cual el espectador identificándose con el héroe sacrifica una el relato a un periodista. Este relato la aflige; lo que ella creía no
parte de sus fantasías. es la verdad. Pero su esperanza renace cuando es recogida por un
autor de obras de teatro: éste va a imaginar y escribir su historia
Naturalmente, nosotros no representamos la comedia, no y ella se salvará; pero el autor solamente tiene que hacerlo y que-
buscamos un efecto teatral, no recitamos un texto, no obstante, rría más bien seducir a la damisela, de aquí el re-suicidio conse-
es el teatro el que nos hace que comprendamos mejor lo que el guido esta vez.
psicodrama tiene de específico, o más bien por qué los psicoana- Existen pues dos intentos desesperados de conseguirlo: el pe-
listas ofrecen a los pacientes esta forma particular de terapéutica, riodista, que debería contar la verdad histórica, pero que miente
y esto es porque ésta funciona. y que traiciona; el autor, que debería dar un sentido a su histo-
Desde mi punto de vista, para realizar el psicodrama hace falta ria, pero que prefiere la realidad a la ficción salvadora.
tener cierta facilidad con la identificación histérica, ser buen es- Faltaba ahí el psicoanalista psicodramatista.
pectador de la representación teatral, saber y dejarse ir a partici- En efecto, en el psicodrama, solamente existimos como reve-
par emocionalmente en el juego teatral, alianza de un comediante ladores de lo que el paciente nos incita a revelar. Nosotros no so-
y de un texto, encarnación de una palabra que facilita las identi- mos ni fieles reporteros de los acontecimientos vividos por el pa-
ficaciones múltiples del espectador. El poder, el efecto sobre el es- ciente (el periodista), ni responsables de la escenificación
pectador, está estrechamente vinculado con la fusión del juego y ordenada de su historia (el autor). No se trata de tener talento de
del texto, es decir, con el estilo que se desprende de la pieza y que comediante y de representar un papel, error frecuente del tera-
permite que el mensaje se transmita o transfiera. Es claro que es- peuta debutante. Esto conduciría al paciente a salir de su juego
taremos afectados en niveles diferentes de nuestra organización y a dejarse seducir por un personaje de ficción.
psíquica siguiendo el mensaje que quiere el autor. Desde Aristóteles, creador de la famosa catarsis que des-
Así Feydeau o Labiche tocarán en nosotros, en nuestra vida cribe en la Poética (334 a.C.), el teatro permite al espectador
instintiva, las cuerdas yoicas en las representaciones de las rela- vivir por procuración los sentimientos y las pasiones que no
ciones de objeto en lucha con las relaciones de las instancias su- puede vivir en libertad así como las emociones indeseables o
peryo1cas. prohibidas.
Shakespeare liberará los afectos desmesurados de amor y de En el psicodrama empleamos las mimas palabras que en el
odio siempre mezclados con un erotismo anal reconfortante (es- teatro: actos, escenas, escenificaciones, proyección, interpreta-
cenas de escarnio o escenas triviales); Strinberg nos confrontará ción, representación. Los directores de teatro frecuentemente es-
con el misterio de la diferencia de sexos y con los avatares de la tán divididos por la finalidad de su acción. Para G. Baty (Avant-
240 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO EL PSICODRAMA EN LA PSICOTERAPIA CON EL ADOLESCENTE 241

Súne, 1985), «al director de teatro es al que le pertenece restituir nen las asociaciones dinámicas . Algunos pacientes proponen
a la obra lo que se había perdido en el camino del sueño al ma- siempre argumentos factibles en torno a sus conflictos con su fa-
nuscrito ... Es provocar en la sala una alucinación colectiva». Para milia o con sus camaradas del colegio, otros inventan argumen-
J. Jouvet, en revancha, es «provocar y alcanzar el misterio [del es- tos totalmente imaginarios . Cualquiera que sea el tema pro-
pectáculo] de la eficacia interna de los términos espirituales del puesto, lo que es importante es el contenido pulsional que va a
autor, de su encarnación dramática servida al autor por una to- manifestarse en el juego sobre el soporte de un objeto que, así
tal y ciega devoción». Pero que haya más o menos devoción al protegido por la ficción, será el objeto de la pulsión.
autor, siempre existe el texto de un autor en el teatro, de la Co- Muy a menudo, un primer tema propuesto aclara de entrada
media del arte al drama burgués y a todas las formas modernas la problemática del paciente. Así, un hombre joven de quince
que requieren la improvisación y el happening. Existe un autor y años, en su primera sesión, demanda como primer tema: una
un director quienes proponen la interpretación. mujer en la calle hace que le roben su bolso. Propone, con cierta
alegría, jugar el ladrón. El movimiento edípico se encuentra rá-
pidamente, a la vez, el vigor pulsional, y el deseo de captar frau-
La puesta en juego dulentamente el bien de la dama. Otros argumentos, más ade-
lante, confirmarán la culpabilidad edípica.
La finalidad del psicodrama está centrada en la dimensión La escena representada puede estar muy en conformidad con
simbólica, es decir, es la que intenta restablecer la vinculación en- al argumento propuesto o bien modulado en función de lo que
tre procesos primarios y procesos secundarios, ampliar las for- ahí se encuentra de la problemática inconsciente y de la tonali-
maciones del preconsciente por una circulación entre representa- dad transferencia!. La transferencia está, en general, masivamente
ciones de cosas y representaciones de palabras. El texto se dirigida sobre el director pero también difractada sobre los cote-
construye pues poco a poco. rapeutas. Una de las mayores ventajas del psicodrama es poder
No existe, como en el teatro, la idea de comunión, de com- apoyarse sobre las diversas modalidades transferenciales: trans-
partir la emoción. El psicodrama es un teatro privado hecho de ferencia sobre el director, de la misma naturaleza que la transfe-
simulacro, de parecido. La puesta en juego debe revelar la fanta- rencia en la sesión de análisis, y transferencias moduladas sobre
sía subyacente, recrear la novela familiar, transformar la repre- los coterapeutas.
sentación teatral en representación mental y hacer que advenga
un relato inédito. Existe pues envite en el juego, si no solamente
habría «catarsis, juego de función y pérdida de todo valor tera- El director
péutico» (Gillibert, 1995). Este dispositivo ayuda a la expresión
de los afectos por una sobreinvestidura perceptivo-motora (ges- El director tiene un lugar particular, el del psicoanalista. Es él
tos, movimientos del cuerpo, diálogo, tonalidad de las diversas el que recibe al paciente, el que conoce su historia por las entre-
voces). El paciente es atrapado por su propio juego sin duda por vistas preliminares. Repasa sobriamente con él ante el grupo al-
el efecto siempre catártico del juego, que cada uno conserva en gunos elementos de su historia, esto para aclarar a los coterapeu-
sí mismo desde sus primeros años. Se absorbe en su juego, in- tas, pero preservando la intimidad del adolescente. Asiste al
venta su réplica con lo más auténtico de sí mismo. Cuando se de- paciente en su función de director de escena, de la elección de
tiene sobre una palabra suya, cuando su réplica está subrayada los personajes, del personaje que él se atribuye, el suyo u otro,
por el director, se sorprende, frecuentemente se divierte. Hay esto en un corto lapso de tiempo para poder dar todo el tiempo
como un levantamiento inmediato de lo reprimido. Entonces vie- para que se desarrolle el juego.
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La escena emerge de este intercambio. Después el director se de la escena. La función del coterapeuta empieza desde que es de-
separa del área de juego, silencioso, atento, manteniendo toda la signado por el paciente. «La designación de la función implica
escena bajo su mirada. Es vivido como yo auxiliar del yo del pa- una delegación, uno de los momentos esenciales del d ispositivo
ciente y también como una instancia superyoica reparadora o psicodramático, que abre al área de representación» (Flavigny,
prohibidora, y, al mismo tiempo, como una imago materna con- 1994). El coterapeuta está en el simulacro y no en la simulación
tinente. (como el actor de teatro), se da la apariencia; su gesto sugiere, y
Se reserva los momentos de intervención: puede detener la es- se apoya sobre lo que él presenta de la fantasía del paciente. En
cena sobre una palabra del paciente reveladora de un movimiento esta área de ilusión es donde puede emerger la proyección pul-
pulsional inconsciente, brusca emoción, lapsus salida de la escena sional y una cierta elaboración del preconsciente. Esto se observa
como una llamada de socorro. Esta escansión permite una cierta cuando el adolescente parece olvidar la ficción, y expresa verda-
elaboración, un enriquecimiento del tema, y frecuentemente una deros afectos. Con la observación del director, el adolescente
asociación sobre una vivencia de la tierna infancia, recuerdo en- puede entonces divertirse, sorprenderse, reflexionar o bien mani-
cubridor que el paciente ha vivido como traumático. Puede tam- festar una total negación.
bién intervenir cuando los afectos son demasiado intensos o el El actor actúa, no interpreta jamás, habla en estilo directo, re-
desarrollo del juego, demasiado crudo, recordando al adolescente chaza las proposiciones relativas; su gramática es la del comple-
el «como si» de la ficción. Puede también interrumpir la escena mento directo de objeto; el tono, el cuerpo y los silencios expre-
cuando la escena se atasca en lugares comunes y se agota, o in- san el afecto, su discurso dice las fantasías tiernas, agresivas o
cluso cuando los actores no han captado la dinámica en cuestión, eróticas. El juego del actor debe tocar a la vez la vivencia del su-
no dejan la palabra al paciente, para interpretar o intelectualizar. jeto y los brotes pulsionales reprimidos o escindidos a varios ni-
Al final de la secuencia, el adolescente puede ser abandonado sin veles de la consciencia, esforzándose a la vez para suscitar y se-
una palabra si la sesión parece que ha sido demasiado dinámica, guir la réplica del paciente. Los actores inventan su réplica lo más
o bien el director interpreta el texto de la sesión en un sentido cerca de lo que sienten de las imagos del paciente. Deben encar-
simbólico porque la transferencia se haya manifestado claramente nar la imago elegida, tierna, sádica, masoquista, llamarse mirón
sobre él mismo o sobre uno de los actores. exhibicionista, miedoso, violento, grosero, amoroso, etc., con
esas palabras concretas y realistas que ilustran la zona erógena que
parece asignada. Así pues, ni seductores, ni comediantes. Los ges-
Los coterapeutas tos, la mímica deben ser sobrios y siempre en el simulacro, si-
mulacro del tocar, del besar, de la agresión. Si los terapeutas se
Gracias al juego de los coterapeutas (que nosotros designare- tocan entre ellos, hacen como si tocaran al paciente, como des-
mos simplemente como actores) es cuando el tema del juego se centrados de su acción, un poco como personajes oníricos. Si la
enriquece y tiene resonancias. Este modo de intervención nece- finalidad del actor es la de revelar un sentido latente, el paciente
sita grandes cualidades, una facilidad asociativa, una gran liber- debe encontrar algo que esté en su mundo familiar ya sea en el
tad de expresión y una afectividad rica. Se concibe que un psico- lenguaje, ya sea en el gesto, ya sea en la emoción.
análisis personal previo sea indispensable para premeditar su in- La transferencia sobre un compañero escogido electivamente
tervención y deslizarse en lo que suscita el paciente a la vez. Así, indica claramente que éste hubiera estado lo más cerca de lo que
los actores deben emplear las palabras que hablan de sexualidad, el paciente esperaba de él inconscientemente.
que reúnen y despiertan las zonas erógenas, esto en la distancia Varios artificios técnicos están al servicio de la movilización de
entre lo que representan y lo que el paciente espera factualmente los afectos, lo que entraña un enriquecimiento del preconsciente;
244 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO EL PSICODRAMA EN LA PSICOTERAPIA CON EL ADOLESCENTE 245

así, la introducción durante la representación de un personaje iné-


dito multiplica las fantasías; lo mismo, la introducción de un do- 3. CoNTRATRANSFERENCIA Y sEnuccróN
ble que esté detrás del paciente, con voz en off, o dialogando con
él, manifiesta en su lugar sus movimientos contradictorios, lo más Por muy vigilante que se esté, hace falta tener cuidado, sobre
cerca de su vida pulsional en la agresividad, el odio, la ternura, el todo con los adolescentes, de no ser seductor. Frecuentemente es
placer. De la misma forma, la intervención de un locutor en el te- difícil no insuflar nuestras fantasías sexuales en una escena en la
léfono permite una elaboración fantasmática y frecuentemente que se presume que debemos traducir las fantasías de aquel que
una toma de consciencia de las resistencias, por ese doble men- nos presta su palabra.
saje, por ejemplo, escuchado por el actor al que él se dirige, y tam- He aquí un ejemplo bastante esclarecedor: una adolescente de
bién por el adolescente que no está obligado a escuchar. quince años consulta por sus dificultades de relación con sus ca-
Un momento importante en toda la cura es aquel en el que maradas y por su malestar escolar. Expresa de forma muy madura
el paciente se sitúa ante un espejo ficticio, siente una emoción sus dificultades existenciales en su familia, pareja recientemente
frecuentemente conmovedora tocando al narcisismo primario disociada, en la que se encuentra atrapada entre su madre que vive
por los afectos indecibles. con un hombre muy joven y un padre solitario muy deprimido,
Vemos pues cuál puede ser la sutilidad del juego y la origina- consolándose con los compañeros de los que sería la esclava.
lidad del psicodrama. Una de las dificultades mayores para los Elige el psicodrama para evitar enredarse con ella en un dis-
debutantes es la de precipitarse y, por angustia, no ceder la pala- curso falsamente psicoanalítico al que ella es aficionada así como
bra al adolescente, obstruyendo toda posibilidad de asociación. sus dos padres. Ella propone una escena en torno de su relación
Otra dificultad es la de figurar una situación edípica: el debu- con su padre. «Me encuentro nerviosa y triste, porque voy a pa-
tante, por sus temores inconscientes, se sitúa lo más lejos de aquel sar el fin de semana en casa de mi padre. En este momento llora
o aquella que debe ser el compañero en una relación de ternura. todo el tiempo, estoy obligada a compartir su cama, me meto en
Es más fácil representar al agresor o a la víctima. un rincón; él no quiere añadir un colchón en el suelo.» Desea re-
Hay que estar vigilante en algunos casos para no superar al presentar la escena del acostarse con su padre; ella representa a su
paciente, incluso si el contexto es claro, por ejemplo, cuando padre, delega su propio papel.
el adolescente se atribuye de manera deliberada y constante el ¿Qué va a decir el actor que la representa? ¿Debe él evocar su
sexo que no es el suyo. De todas formas eso toca su posición in- deseo de transgresión edípica y, en la representación, buscar ya
consciente sobre la identidad y sus defensas ante la castración. sea un reproche físico con el padre, ya sea expresar el miedo a ese
Un adolescente se encontraba en este caso; elegía sistemática- mismo reproche? Ahí se situaría la seducción reedificando la fan-
mente a un actor de sexo diferente del que él se asignaba. ¿Esto tasía sexual y confirmando la provocación del adolescente en la
era burla? ¿Provocación? Cuando después de varias sesiones, le pre- transgresión.
guntamos la razón de esta elección, parece que la pregunta no tiene Sin duda, son posibles numerosas formas de representar; el
ningún sentido para él y solamente merece un encogerse de hom- doctor Sánchez, terapeuta que representa el papel de paciente,
bros. Su respuesta ininterpretable fue la de hacernos ver su habili- eligió, en una contratransferencia sin duda materna, encontrar
dad cada vez más caricaturalmente homosexual en un movimiento la prohibición edípica poniendo el acento en la depresión del
totalmente escindido de su discurso. padre, la interrogación sobre sus llantos y aconsejarle telefonear
a su propia madre y hacer que ella la consuele. Eso despega a la
hija de la proyección de su deseo erótico hacia el padre para vol-
ver a darle una dimensión fantasmática. Lo cual permite al líder,
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que detiene la escena, apoyarse en esa representac1on para en- presentar lo que había pasado recientemente: él había depositado
contrar el espacio de las generaciones y el lugar del adolescente a su hermano pequeño (dos años menos) en un carrito en una
en la filiación. gran pendiente, y éste cayó. La representación amplifica el
Si un mínimo de armonía, de confianza mutua y de concep- drama: el hermano está herido, después muere, la policía llega.
ción teórica no existe, el psicodrama no puede funcionar. En- El adolescente, con una frialdad impresionante, reivindica su
tonces se encuentra ante un discurso intelectual que vincula al «crimen». En la escena siguiente, representando a una amiga de
director con su paciente, olvidando al psicodrama y a los cotera- su madre, puede discutir con ella de lo sucedido, avanzando
peutas estupefactos que se aburren; o bien, se instala una caco- argumentos realistas (estará más tranquilo, tendrán menos tra-
fonía en la que cada uno se expresa según sus propias defensas. bajo, etc.), a pesar de los lloros y de la pena de la madre. Jamás
aparecerá la menor emoción.
Todo esto es tan crudo que uno se siente obligado a plan-
Abordaje de la rivalidad fraterna tearse la cuestión de la facilitación por el juego de réplicas tea-
trales donde el adolescente puede escindir conscientemente su
El dispositivo del psicodrama (diferencia de generaciones, afectividad y donde el texto se convierte en una ficción real. Sin
imágenes parentales designadas, atención superyoica del director) embargo, al final de la secuencia, cuando el director P. Delaro-
despierta las emociones en torno a la escena primitiva. Los celos che le pregunta: «¿se pueden tener ideas como éstas?», él asiente,
frecuentemente están escondidos bajo reivindicaciones de colo- y, a la pregunta: «¿qué sucede entonces?», él responde: «no se es
ración pregenital. Así, en este joven adolescente, los celos se ex- feliz».
presan directamente sin represión; confrontados en el juego de
esos dos padres celebrando su aniversario de matrimonio, ex-
clama: «Qué es lo que dices .. . Finalmente, yo me burlo, haced juego y seducción
lo que queráis ... », con un tono de cólera, después de despecho
y, finalmente, de tristeza. En la misma sesión, golpea furiosa- Es cierto que hay que desconfiar de una solicitación perversa
mente la puerta, ficticia, de la habitación de su hermana que re- de nuestro juego psicodramático que amplifica la dramaturgia en
chaza decirle por qué él no puede entrar; ese mismo joven cierra un sentido exhibicionista, y el parentesco del ritual psicodramá-
los ojos para elegir el actor a quien designa un papel. Curiosidad rico con un ritual perverso no puede evacuarse tan rápidamente.
sexual culpabilizada, voyeurismo, exclusión, abandono interpreta- Hay que notar la excitación vinculada al placer común de repre-
dos con pasión y que él reconocerá como unos celos que le ator- sentar juntos que puede ir hasta la fascinación de algunas se-
mentan en su vida cotidiana. cuencias donde placer y angustia se vinculan estrechamente el
Es sorprendente en el adolescente que, por la fuerza de los ce- uno y la otra con, la representación contraria, la represión inme-
los fraternos, se exprese en el psicodrama mucho más claramente diata de lo que acaba de ser representado.
que en la psicoterapia, porque el adolescente, ya sea víctima o Las pulsiones parciales, de las que cada uno sabe el papel ma-
verdugo, puede sentir el aspecto proyectivo de su sentimiento de yor que juegan en los argumentos perversos, encuentran en el psi-
persecución. codrama las oportunidades no despreciables de descarga: en el re-
Éste es uno de los casos en los que la intensidad dramática de gistro sádico anal, la posibilidad que se ofrece al paciente de
la representación deja al equipo atónito. Así, un adolescente de manipular a sus interlocutores como objetos pasivos (juguetes,
trece años, enviado al psicodrama después de un intento de sui- por ejemplo de secuencias sacio-masoquistas repetitivas), el exhi-
cidio que no puede explicar, propone, en una primera escena, re- bicionismo y el vouyeurismo se solicitan igualmente. La excitación
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pulsional así movilizada debe permanecer contenida, sino el día, ella lanza: «Hay algo que quiero decir desde el principio, es
juego va inevitablemente a degradarse en un apogeo confusio- con mi madre ... si yo la represento, yo podría decíroslo y así vos-
nante y traumático. Pacientes y terapeutas se encontrarían pues otros lo sabríais.» Se representa la escena entre su madre y ella,
arrastrados a coquetear en una escena primitiva donde los tera- ella, en el papel de la madre, dice: «He aquí, ¡tu suegro, es tu tío!»
peutas invitarían al paciente a permanecer en la habitación de sus Ella le da coba: «¿Tú no comprendes? Tu suegro es mi hermano.»
fantasías, a participar de pleno en sus jugueteos. Se trata pues de un incesto entre hermano y hermana en la pa-
Se ve pues la importancia de los factores de sugestión y de se- reja llamada parental.
ducción ineluctablemente puestos en juego. Ahora bien, el aná- La palabra de Judith: «Si yo la represento, vosotros podréis
lisis de la transferencia encuentra esas fronteras entre pacientes y entenderme y así podréis saberlo», supone que, gracias al juego
terapeutas, evidentemente, como equivalentes de las barreras in- apoyado en la transferencia, el acto incestuoso que cierra la fan-
tergeneracionales, que permiten fundamentalmente separar la se- tasía de escena originaria va a pasar a la ficción; de esta ficción
xualidad de los adultos de la de los niños. Sin embargo, la regla nacerá una palabra que verdaderamente podrá ser entendida y un
psicodramática, la apariencia, el simulacro protegen de parecidos saber que podrá transmitirse. La delegación a los actores de la
derivados y refuerzan por el contrario la separación transgeneracio- confesión materna la libera del dominio del acto materno. Co-
nal y hacen el oficio prohibido del incesto. También se puede apli- gida en el diálogo del juego, ella debe inventar palabras nuevas
car al psicodrama esas reflexiones de R. Barande (1989) sobre el pro- que no sean repetición de su historia; el actor envía los afectos
ceso analítico : «A la luz de la supervivencia es cuando el depresivos. Así, su pensamiento, como congelado anteriormente,
inconsciente del tabú del incesto en el analista aclara la com- se enriquece, reencuentra los significantes que le obligan a pen-
prensión de sus actuaciones en la sesión tanto como respecto a sar nuevos pensamientos. Ella comprueba el efecto producido
su teorización de la clínica.» Para él, por esta confesión a los que son sus propios sustitutos. Existe un
paso de cuerpo a cuerpo incestuoso, negando toda prohibición y
la constante determinante de la dinámica y de la economía de
negando toda filiación con una fantasía de escena originaria,
un análisis para cada uno de los dos participantes que lo ani-
man, se caracteriza como transgresión a la vez simbólica y fan- donde se puede soñar y ser porque uno no se encuentra ahí.
tasmática del tabú del incesto ... El justo medio, el psicoana- La secuencia siguiente demuestra que la paciente pudo libe-
lista lo sitúa sobre esta difícil línea de la cresta donde se podría rarse del Jactum incestuoso materno: se sabe que ha nacido un
no solamente reconocerse, sino vivirse en permanencia como niño de esta unión incestuosa, hermanastro de la paciente. En
el perverso que estigmatiza el orden social. una escena, en la que representa a su madre y que la provoca pro-
poniéndole casarse con ese hermano cuando sea mayor, ella res-
Filiación e incesto ponde: «Por lo menos no estamos chiflados; dos generaciones, es
demasiado.» Así, para esta adolescente sometida a la violencia de
He aquí un ejemplo esclarecedor donde el psicodrama ha per- un medio familiar donde toda ley es renegada, el acto psicodra-
mitido semejante elaboración: Judith, diecisiete años, personali- mático permite acceder a las premisas de un pensamiento sim-
dad psicopática, está desbordada por sus afectos, no existe repre- bólico (Delaroche, 1987).
sentación, ni pensamiento simbólico, un lenguaje factual y
grosero. El hogar está separado, de aquí un nuevo matrimonio
y niños situados en las instituciones.
El vínculo transferencia! con el director, P. Aubrun, es masivo
pero siempre negado: «eso me es igual, me tiene sin cuidado». Un
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La post-sesión 4. EJEMPLOS CLÍNICOS

Para los casos como éste, que desencadenarían fuertes movi- Psicodrama y psicosis
mientos contratransferenciales, y otros casos complejos en los que
la escisión domina sobre la represión, es necesario que los tera- Brillante alumno hasta tercero, este joven de diecisiete años
peutas se encuentren entre ellos, una vez que se ha cerrado la descompensa un equilibrio aparente por un agotamiento obse-
puerta al paciente, para discutir la sesión. Ese momento de «post- sivo y hace un intento grave de suicidio. Es hospitalizado, y, des-
sesión» tiene así múltiples funciones: regulación de la excitación pués de cuatro meses, hace falta un intento de reinserción esco-
pulsional, confrontación de vivencias transferenciales, lucha con- lar en un liceo especializado. Se reproduce el mismo mecanismo
tra la represión y contra la «desvinculación», expresión y reparto con un nuevo intento de suicidio y una nueva hospitalización.
de las construcciones teóricas implícitas que han subtendido las Ahora está en el hospital de día, pero no puede retomar ninguna
intervenciones en el juego (para los actores) o en el interjuego actividad, ni intelectual, ni práctica.
(para el director). El paciente ha despertado un vivo interés en los facultativos
Esta teorización flotante, para retomar la feliz expresión de que se han acercado a él. Se han realizado conferencias sobre su
Pierra Aulagnier, sigue para cada uno de los descendientes sin- caso, una memoria, y numerosas discusiones referentes a su es-
gulares en los efectos de redundancia que allí se manifiestan: sen- tructura.
sibilidad a los movimientos identificadores del paciente para Para el equipo hospitalario, se trataba de un comportamiento
el uno, a la parte de seducción presente en su transferencia para el histérico confirmado por la alternancia de bulimia y de anore-
otro, o incluso divergencias referentes a la personalidad del pa- xia, el cambio brutal de su voz estridente al anuncio de un exa-
ciente, sus mecanismos proyectivos o neuróticos, lugar del edipo, men ORL, su adaptación muy fácil al grupo.
etcétera. Es una verdadera polifonía ... y la batahola de las con- Para nosotros, la psicosis no era un caso de duda ante la falta
versaciones después de la sesión hace pensar en el ruido extraño de afectividad, la abstracción, la sobreinvestidura del pensa-
producido por los diferentes instrumentos de una orquesta bus- miento, los diversos procesos de escisión. Parecía sintónico con
cando el acuerdo antes de tocar, dicho de otra forma, las condi- el ambiente, pero no aparecía nada libidinal. Su discurso era un
ciones de un juego común posible. Particularidad de este discurso erudito. Gozaba con el efecto que producía. Se presen-
acuerdo, que se realiza aquí, mientras que la «música» ya se ha taba siempre sonriente, testigo perspicaz y crítico de los movi-
tocado. Esta polifonía parece, en todo caso, una de las mejores mientos brownianos de las personas que sucesivamente se ocu-
protecciones contra el peligro siempre presente, sobre todo frente paban de él, reivindicando su apragmatismo y conociendo el
a los pacientes psicóticos, de erigir una teoría y una sola como interés y el apego que él desencadenaba. Se refería con ansia «a
fortificación fetichista contra la angustia de nuestra ignorancia su grueso expediente» en el que delegaba, parece, su yo y su ideal
ante la falta de certeza. Incluso puede ser útil registrar esos dis- del yo.
cursos post-sesiones para profundizar en el contenido. Éste fue el Desde lo alto de su megalomanía, solamente había desprecio
caso del primer ejemplo anterior, después de una veintena de se- y escarnio para su familia, hermano poco investido, padre y ma-
siones de psicodrama. dre siempre rebajados (padre técnico, madre interina), presenta-
dos como no inteligentes y sin fortuna.
Sin embargo, él estaba incondicionalmente vinculado a ellos,
así como a sus tíos y tías, medio en el que tenía como función
252 El JUEGO EN PSJCOTERAPIA DEL NIÑO El PS!CODRAMA EN LA PSICOTERAPIA CON El ADOLESCENTE 253

ser «el caso». Su nombre con consonancia femenina le molestaba La post-sesión se desarrolló así:
tanto que ese nombre marcaba un hueco en su filiación: como
no se conocía el nombre del abuelo de su padre, ese nombre pro- DIRECTOR1 .-¿Qué es lo que pasó antes de este sueño?
pio venía pues de las mujeres. CoTERAPEUTA 1.-Él había propuesto una escena con los «infe-
Cuento aquí un ejemplo de su funcionamiento: al principio riores y los superiores».
de la sesión, se queja de que se pasaba las noches durante un in- CoTERAPEUTA 2.-Sí, yo tuve deseos de representar al padre en
tento del hospital de día para hacerle retomar a muy pequeñas do- el grupo de los inferiores . .. Para mí eso tenía un valor de in-
sis un aprendizaje escolar: «yo solamente vivo en el todo o nada». terpretación; pienso que le es imposible identificarse con un
Se representa pues el diálogo entre el todo y la nada. Él comenta padre que él mantiene continuamente en su cabeza como va-
finamente: «eso me hace pensar cuando usted decía que yo no ha- cilante.
cía nada para abandonar el hospital. Antes, yo quería estar en el CoTERAPEUTA 1.-Lo ha hecho como si no escuchara, conti-
pasado, ahora, en el presente; ¿pero en el porvenir? Cuando se es nuando con su charla en el grupo de los superiores.
pequeño se es como un ángel». Eligió a una mujer para represen- CoTERAPEUTA 2.-¿Y cómo ha llegado Camille Claudel?
tar el porvenir; también, uno que interviene en la representación CoTERAPEUTA 3.-Soy yo el que he propuesto ir al cine; es él el
dice que lo ha operado y lo ha transformado en mujer. Él comenta que ha elegido el título.
de forma burlona: «Usted ha sexualizado el problema.» DIRECTOR.-Sobre Camille Claudel, él sabía que ella hacía el
Uno de sus papeles preferidos es el de representar a su ma- amor con su papá, es decir, Rodin, que eso la ha enloquecido
dre. Pero si la identificación femenina se representa frecuente- y también que había algo de locura en su familia.
mente en el psicodrama como defensa edípica, aquí anula la an- CoTERAPEUTA 3.-Pienso que Camille Claudel es una imagen
gustia de castración, no reprimida. Nosotros no tenemos jamás identificadora; una mujer fálica, a la vez genial y loca, fálica
acceso a un afecto depresivo; se asiste a un rellenamiento anal por su aura de locura, de condenación eterna.
que queda siempre como un tonel de las Danaides o bien como DIRECTOR.-Él ha representado pues a Camille Claudel y ha
un falso-sel[ donde él no es nada. Nos desconcierta: ¿estamos a sido después cuando ha aportado el sueño. Es extraño cómo
un buen nivel? ¿En un buen lugar? Nos desconcierta, a la vez oscila, y yo con él, entre esta identificación femenina y un
seductor y espiando el fallo. Estamos poco distendidos, sobre abordaje más directo del edipo que el de ese sueño, evidente-
todo el director, atento a hacerlo bien y a ser tan inteligente mente ...
como él. Ante la mezcla de placer y de irritación que él suscita, CoTERAPEUTA 1.-Ese sueño era tan bueno que yo me pregunto
ante nuestra confusión entre la admiración y la inquietud, he- si no era para agradarnos.
mos sentido el deseo de registrar nuestras discusiones después DIRECTOR.-Pienso que usted lo ha representado muy bien es-
de cada sesión, representando, de alguna forma, otro psico- cenificando la muerte del padre, y es justamente después que
drama con la teoría. él ha visto «hijo de nadie», la historia de una mujer internada
He aquí el ejemplo del comentario de una sesión que todo veinte años, que sale cubierta de diplomas y pasa al lado de
el grupo tituló «la novia estaba de negro» por un sueño que el los .. . facultativos . Ésta debe ser su imagen ideal, ¡somos nos-
paciente había relatado: él se encontraba acompañando asuma- otros!. .. (risas) o los facultativos del hospital de día ...
dre en un centro comercial y le ayudaba a elegir un traje de no- CoTERAPEUTA 1.-Quizás llega a la posibilidad de empezar a ela-
via; ahora bien, el traje que la madre eligió en el sueño era ne-
gro ... Nosotros representamos textualmente la escena sin 1
Director: S. Daymas; coterapeutas: D. Aubrun, J. N ez, L. Berbey y
interpretación. P. Delaroche.
254 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO EL PSICODRAMA EN LA PSICOTERAPIA CON EL ADOLESCENTE 255

borar un principio de novela familiar en la que su padre no He aquí un ejemplo de un sujeto que nos fue enviado por su
sería su padre, sería ... psicoanalista totalmente impotente en una psicoterapia sin
DIRECTOR.-Sí. Hijo de nadie. efecto: este joven de dieciocho años nos presenta una apariencia
CoTERAPEUTA 1.-0 hijo de un padre de prestigio como Tutan- dominada, controlada, pero una palabra apresurada, atropellada,
kamón, al que él representó el último año ... donde las palabras se entrechocan, como en una lucha sin pie-
DIRECTOR.-Me ha dejado verdaderamente molesto por su con- dad. Por el contrario, su discurso es claro, lógico, evolucionado,
tinencia fría; no ha habido un afecto durante todo el juego, racionalizante. Obligatoriamente hay que interrumpirlo. Hijo
todo era límpido; representaba perfectamente ... Al principio mayor en una familia socialmente muy brillante, de entrada fue
de la sesión estaba en la reivindicación y la proyección. sobreinvestido y calificado de «pequeño genio». Al mismo
CoTERAPEUTA 1.-Quizás. Pero cuando ha dicho después: «no os tiempo, se le consideraba como muy peligroso frente a sus dos
he dicho todo», funcionaba neuróticamente. Dudaba de ha- hermanos y hermana, hasta el punto de no haberle dejado solo
blar, después terminó por soltarnos un trozo, la muerte de su jamás con ellos. Su extrañeza y su malignidad se confirmaron en
tío hermano de su padre ocurrida la víspera. la pubertad. Se encerraba en su habitación, y, después del bachi-
llerato, rechaza toda inscripción universitaria y jamás pudo pasar
Este ejemplo de nuestras discusiones post-sesiones es explícito un solo examen. Sin embargo, atrincherado en su taller, fabricaba
de nuestros movimientos contratransferenciales. Se dibuja aquí el objetos sofisticados, circuitos eléctricos, composiciones químicas,
sentido libidinal que se desprende de la sesión posterior al sueño con una exigencia de perfección. Nos invitaba a admirar sus re-
del paciente. Este adolescente cuyo pensamiento estaba escin- alizaciones; quería hacernos temblar ante sus peligrosas proezas y
dido, pero salvado de la descomposición psicológica por una pa- demandaba ante todo que se le reconociera en su omnipotencia
ranoia activa, había podido al principio prestarse al psicodrama anal. Una de sus fantasías era la de tocar un instrumento de mú-
que halagaba su exhibicionismo. Poco a poco, los vínculos que se sica cuyas sonoridades hicieran explotar todo el alrededor.
han tejido en una transferencia indiferenciada sobre todos los Al final de un número incalculable de sesiones, nos entregó
miembros del psicodrama, le dan acceso a un preconsciente me- un afecto que le sorprendió a él mismo por su incongruencia: se
nos temible. Así, después de tres años, nos ha rechazado criti- sintió jovial cuando le anunciaron la muerte de un viejo primo.
cándonos con cierta bohemia; ha investido cada vez más al A partir de esa palabra de «jovial», se introdujeron en las repre-
equipo del hospital de día y ha aceptado una psicoterapia. sentaciones la muerte del abuelo («invulnerable») y la muerte del
Se puede comprender que cuando la psicosis está compro- padre («eso es grotesco, es ridículo»). Se defendía anulando una
bada, cuando el adolescente no puede acceder a la dimensión de angustia que se sentía invasora. Pero, a partir de ahí, se pudo ela-
simulacro, la ficción se confunde con la realidad. El juego se con- borar un bosquejo de triangulación, lo que hizo más claras las
vierte entonces en desorganizador. Así, una adolescente que pro- imágenes parentales, y acepta representar las escenas de familia
pone una representación en la que ella quería seducir a su mé- en las que padre y madre se ayudaban recíprocamente en un tra-
dico, se precipita sobre el actor para besarlo con gran excitación. bajo intelectual en común 2 •
El psicodrama actuaba entonces en el sentido de la descompen-
sación.
En revancha, cuando la psicosis se manifiesta sobre todo por
los mecanismos de aislamiento o de intelectualización, el psico-
drama es frecuentemente la única técnica que permite tener ac- 2
Secuencias aportadas a la jornada Salperriere, servicio del profesor Bas-
ceso al afecto depresivo subyacente. quin, 1990, por S. Daymas, 1. Barbey y M. Topaloff.
256 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO EL PSICODRAMA EN LA PSICOTERAPIA CON EL ADOLESCENTE 257

todo lo que se me pedía; mi enfermedad es mi forma de existir,


Los trastornos de las conductas alimenticias sino, yo no existiría ... Entonces, ya no hablo más.» A la pre-
gunta: «¿Ve ella su síntoma como depresivo o agresivo?», ella res-
Entre las neurosis graves, estas son aquellas por los cuales fre- ponde muy segura de alla: «Agresivo.»
cuentemente se recurre al psicodrama. Después de algún tiempo de este período que se puede lla-
La anorexia mental forma parte de las indicaciones más fre- mar mutativo, esta jovencita pudo proseguir una psicoterapia in-
cuentes del psicodrama. Dado que, en estos casos, la negación de dividual, pero puso como condición que fuera con un miembro
todo sufrimiento y la construcción competente de las defensas, del equipo del psicodrama. Esto se aceptó para mantener ese mo-
la aproximación a los síntomas por el psicodrama está frecuente- vimiento regresivo vinculado con las sesiones.
mente acoplada a una terapéutica institucional.
La anorexia somete a todo el equipo a una pesada prueba. El
director de la representación debe, con mucha paciencia, lograr Las neurosis narcisistas
que la paciente sea más dócil, para que pierda un poco de su des-
confianza y para que proponga una representación. Son los casos en los que el adolescente rechaza perentoria-
He aquí un caso ejemplar: se trata de una jovencita de quince mente prestarse a la representación en un movimiento fóbico que
años, hospitalizada varias veces durante seis a ocho meses por una anonada todo lo imaginario.
anorexia grave y que mantiene un peso muy limitado cuando Son de las configuraciones más sutiles donde el psicodrama
sale. La proposición de psicoterapia se había rechazado categóri- se convierte en un síntoma defensivo. Se trata de adolescentes
camente: el psiquiatra del hospital que seguía a la jovencita es- cooperadores que proponen argumentos significantes, sin mani-
taba agotado por su cerrazón total a las entrevistas, por su acti- festar ninguna sorpresa, ni desacuerdo, cuando las intervenciones
tud suave y conformista y por su capacidad para mantenerse en de los coterapeutas enriquecen con fantasías las escenas propues-
un peso muy débil, siempre al límite de la hospitalización. tas. Sin embargo, detrás de un consentimiento sonriente, no se
Las mismas escenas de psicodrama fueron durante mucho crea ninguna connivencia. Esos pacientes abandonan la sesión un
tiempo deprimentes para los terapeutas; la paciente estaba pálida, poco como las divas cuando han proporcionado su actuación,
desnutrida, con un retraso manifiesto en la aparición de la pu- irreprochables y sin manifestaciones afectivas. Los comentarios y
bertad. Ella proponía con una voz dulce, con una sonrisa eva- las interpretaciones, lo mismo que las intervenciones de los co-
nescente, las escenas repetitivas de familia sin conflicto, vida terapeutas, no crean una nueva trama, una nueva historia. El
dulce, tranquila y conformista; jamás aludía a sus largas hospita- juego le proporciona un placer real, pero sirve de refugio y de
lizaciones negándoles toda importancia. Sin embargo, poco a protección (S. Daymas, 1995).
poco, tuvo una verdadera abertura y una mutación en su fun- En estos pacientes, existe una gran aptitud para la renegación
cionamiento psíquico. Su discurso en el juego, donde finalmente y para la escisión. El juego, tal y como aparece en el psicodrama,
aceptó representar otros papeles que el suyo, hizo que apareciera está enquistado y no se juega ese papel de espacio potencial en-
un padre irascible, violento, que le pegaba con el cinturón, inte- tre sí mismo y el prójimo. Es suficiente a él mismo, modo de re-
resándose solamente por la caza y no permitiéndole jamás hablar. pliegue narcisista y autoerótico contra la emergencia de afectos
Muy emocionada, pudo añadir que su madre se encerraba sin ra- arcaicos destructores de sí mismo. En estos sujetos, se debe su-
zón en un mutismo, respondiendo solamente con un sí o un no, poner, además, una gran precocidad del yo que no se deja des-
a cualquier esfuerzo que ella hiciera para alegrarla. bordar y una utilización muy adecuada del lenguaje, para haber
He aquí su comentario al final de la sesión: «Antes, yo hacía elaborado muy pronto un pensamiento secundario, escindido, de
258 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO EL PSICODRAMA EN LA PSICOTERAPIA CON EL ADOLESCENTE 259

las representaciones desorganizadoras y centradas en el placer del


funcionamiento . Todo sucede, parece, como si persistiera en el Los traumatismos
adolescente un atractivo irresistible hacia el sistema anímico y
una fuerza de atracción hacia esas ensoñaciones de la infancia, Entre las indicaciones del psicodrama, haremos un sitio par-
fuera de la influencia de los objetos del mundo real. Esta escisión ticular a los trastornos vinculados con los traumatismos. Se
del pensamiento, esta fijación a la infancia, evoca Freud (1911), puede tratar de traumatismos por desbordamiento del yo por una
para el que uno de los primeros modelos de la escisión, proceso cantidad excesiva de excitación vinculada, por ejemplo, con un
normal del funcionamiento psíquico, es la actividad lúdica del drama vivido por el niño en su tierna infancia (duelo, separación,
niño: enfermedad). Se trata entonces de traumatismos en el terreno de
lo representable, representación que se encuentra en las asocia-
Con la introducción del principio de realidad, una forma ciones del paciente en torno a recuerdos vinculados directamente
de actividad de pensar se encuentra separada por la escisión: con el trauma. «La representación se apodera de la corporeidad,
permanece independiente de la prueba de realidad y sometida el afecto está movilizado por el cuerpo» (Basquin, 1994).
únicamente al principio del placer. Es lo que se llama la crea- He aquí el ejemplo de un adolescente de quince años, que vive
ción de fantasías que empieza ya con el juego de los niños y
con sufrimiento sus relaciones con sus camaradas de colegio y que
que, cuando se prosigue en forma de sueños diurnos, cesa de
apuntalarse en los objetos reales. presenta una gran inhibición escolar. Expresa su enfermedad, se
queja de ser víctima de sus camaradas, sometido a sus chacotas,
Estos pacientes repiten este modo de funcionamiento en el sus bufidos, su agresividad. Hay un tono quejumbroso, plañidero,
psicodrama y representan con nosotros como si representaran a nombra desde lo alto de su metro setenta y cinco a sus padres «mi
los niños sin los padres, manipulando sus imagos a su gusto. En mamá y mi papá». Representa escenas iterativas en las que se hace
la estela de esta megalomanía infantil, el psicodrama aporta despojar de todo (dinero, anorak, zapatos) sin reacción. Todo
una ganancia narcisista suplementaria, el placer de mostrarse ante cambia después de algunas sesiones cuando acepta representar al
los adultos, de mantener bien su papel. Se puede tomar de J. Gi- agresor, con el coterapeuta en su papel del paciente llorando, sin
llibert (1985) esta formulación: defensa. Al final de la sesión, preso por la culpabilidad, propone
a su cómplice devolver toda el botín cogido a su víctima.
Es como si hubiera una histeria arcaica, por pegamiento Al director que detiene la escena en ese movimiento afectivo,
(pecho-ojos), por deseo de una hiperrelación a sí mismo, más le cuenta que a la edad de cinco años, cuando era un niño pre-
por fondo pulsional que por libido narcisista .. . Se teatra- coz, una maestra mala le perseguía, le castigaba, le echaba de la
liza para neutralizar lo real, pero aún no hay teatro. Se está clase, y que en esta misma época, su hermano, dos años mayor,
siempre en un lugar, los significantes sin las significaciones. le perseguía también, le había roto el brazo y quería romperle la
escayola. Gracias a la reactualización del juego, esta designación
Hay que interrogarse sobre la conducta que hay que mante- del traumatismo, incluso si tiene función de recuerdo encubri-
ner con semejantes pacientes, reconocer el fracaso del psico- dor, permitió el levantamiento de la represión. Poniendo al día
drama y no enredarse en la repetición. Pero es innegable que una la rivalidad fraterna y haciéndonos conocer la indisponibilidad de
transferencia se opera sobre el director del juego: él no ha sido la madre por una enfermedad en la tierna infancia del sujeto. La
«castigado» por este primer placer. Una confianza se ha insta- importancia del prejuicio se confirmó en el material de las sesio-
lado, primicias quizás de la posibilidad futura de una psicotera- nes siguientes, mientras que su comportamiento masoquista dis-
pia individual. minuía en su vida cotidiana.
260 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO EL PSICODRAMA EN LA PSICOTERAPIA CON EL ADOLESCENTE 261

En revancha, es de los casos en los que el trauma está perdido, angustia ante lo impensable, porque los coterapeutas figurando
psíquicamente desconocido y solamente es recuperable a través las imagos permanecían como personajes de ficción y no de la
de los síntomas psicosomáticos, patología del narcisismo, sínto- realidad. Esto lo retomó el director que confirmó el elemento lú-
mas psicóticos, procesos autísticos. Entonces es recomendable, en dico, insistiendo en el hecho de que otra figuración diferente
un primer tiempo, realizar un trabajo de reconstrucción del hubiera sido posible, todo esto le permite al niño una figuración
trauma perdido «para organizar su puesta en perspectiva, en re- personal menos culpable.
presentación» (Roussillon, 1987).
El dispositivo del psicodrama los afronta más fácilmente que
una psicoterapia a estos casos donde la carencia narcisista es «de- 5. LAS INDICACIONES DEL PSICODRAMA
voradora de sentido, destructora del proceso de simbolización»
(Bayle, 1995). Voluntariamente nos hemos mantenido en no disociar las in-
dicaciones siguiendo la estructura psíquica del sujeto, neurótico o
psicótico. En compensación hemos diversificado el modo de apro-
Los niños adoptados ximación siguiendo la expresión de los trastornos del pensamiento.
Es en esto en lo que un psicodrama de exploración puede ser
La situación de adoptado puede paralizar la actividad fantas- precioso, porque permite apreciar un poco, en las sesiones, si el
mática del niño, culpabilizar su búsqueda de los orígenes, su cu- adolescente puede beneficiarse de esta técnica o no. Es así como
riosidad sexual y sus deseos edípicos. El niño adoptado siente to- puede uno percibir que el pensamiento está bastante liberado
dos sus movimientos libidinales como realizando un ataque para proponer una psicoterapia que, finalmente se ha hecho acep-
insoportable contra los padres adoptivos, situados ante su castra- table gracias a algunas sesiones de juego.
ción, su incapacidad para procrear. Esto está subtendido por la Otros casos en los que la excesiva teatralización impediría la
herida intolerable vinculada con el abandono, con el rechazo y evolución del proceso, o bien otros en los que las ideas deliran-
con la humillación de no haber correspondido a las esperanzas tes o perseguidoras correrían el peligro de agravarse por el juego
de sus genitores. psicodramático. En esos casos, la exploración permite precisar
La novela familiar, que tiene como función ser dinámica y en- una nueva orientación terapéutica.
riquecer la vida fantasmática, está ahí demasiado próxima de la Todas las patologías, neuróticas o psicóticas, donde dominan
realidad vivida y del acontecimiento traumático. Todo esto es di- comportamientos de fracaso e inhibición, se benefician plena-
fícil de abordar en una psicoterapia individual donde el psico- mente del psicodrama. Esto es así para la melancolía tal como la
analista mismo puede sentir una culpabilidad de la misma natu- ha descrito P. Mále (1982):
raleza y sentirse perseguidor. El psicodrama, por su difracción
pulsional sobre todo el equipo, tiene, en revancha, un efecto li- Estado particular de algunos adolescentes que no es la de-
berador. Permite representar, sin evitar la agresividad en todas las presión con su carácter de angustia, que no es la psicosis por-
que la pérdida de la realidad no está presente, porque está más
facetas que aclaran la pérdida de los genitores, las escenas en
cerca del aburrimiento infantil [ ... ] un estado que manifiesta
torno al nacimiento y al mismo tiempo escenificar los conflictos un rechazo a investir el mundo [... ] los proyectos de porve-
edípicos. nir, se rechazan las mismas motivaciones de la vida. Este es-
Así, en una sesión, ha sido posible representar una confron- tado melancólico parece la causa preponderante y determi-
tación entre los padres y los genitores. Esta sesión muy emocio- nante de la actuación: fuga, delincuencia, droga, suicidio ... los
nante para todos, sujeto y equipo facultativo, permitió atenuar la caminos están cortados; el avituallamiento instintivo es impo-
262 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO EL PSICODRAMA EN LA PSICOTERAPIA CON EL ADOLESCENTE 263

sible y el sujeto se encuentra en una situación extremadamente para algunos de estos adolescentes, el psicodrama tenía el lu-
penosa de la que intenta salir por una huida hacia adelante, gar de una «historia vivida más que revivida y actuaba como
una reacción desadaptada, posición regresiva que rechaza el es- un estadio del espejo artificial y profético, pero suficiente-
tado adulto. mente sólido para evitar una nueva descompensación».
Se trata lo más a menudo de tiempos carenciales de la
tierna infancia, muy tenaces que tienen una tendencia consi- Para P. Jeammet (1995),
derable a una reproducción diabólica.
el conjunto del dispositivo psicodramático tiene como obje-
El psicodrama tiene entonces una acción reparadora: las tivo apuntalar el trabajo que el preconsciente no puede ase-
transferencias múltiples, en red, permiten todas las representa- gurar por él mismo y que la solicitación psicoterapéutica clá-
ciones de la actividad pulsional, el juego, palabra encarnada, que sica correría más peligro de trabar que de facilitar. Va a tratarse
permite la regresión temporal y la autorización de la vida fantas- de conciliar a los contrarios, facilitar le emergencia fantasmá-
mática. El juego permite acceder a las fuentes de la emoción, y tica, la reactualización de recuerdos y de pruebas corporales
se puede uno preguntar con Anzieu (1993): «¿Qué elementos de ocultas, que limitan la regresión, favoreciendo la simboliza-
la percepción sensorial original son electivamente introyección ción. El juego no es una prima por el actuar, busca la alianza
de la verdad de la vivencia y de la prima de distancias por la
para constituir el objeto narcisista? ¿En qué contribuyen la ma-
separación entre lo actual y la historia, la puesta en gestos y
terialidad de los objetos y su utilización por la sensorialidad a la
la puesta en yo.
construcción del aparato psíquico?»
Para l. Barande (1995), «es la expresión impresión que cons-
tituye la memoria, que constituye la base del reconocimiento a
6. Los PSICODRAMAS DE GRUPO
partir de la emoción. La emoción es la forma primitiva de la per-
cepción ... Emoción, estar emocionado, moverse, van con la ac-
Existen casos en los que el adolescente está lejos de reconocer
ción incluso en la percepción».
una realidad sometida al entorno. Esta sumisión puede manifes-
El adolescente experimenta placer al descubrir su funciona-
tarse en el seno de la familia en la inhibición, las conductas re-
miento mental y, por ese rodeo, estará preparado para hacer ese
gresivas sin rebelión y sin fantasías. Esto corresponde frecuente-
camino de la percepción a la representación. Así pues se aborda
mente a las familias en las que la comunicación verbal es pobre,
toda la patología adolescente, trastornos sexuales, inhibición, ho-
el lenguaje factual o terrorista no dejando lugar a lo imaginario,
mosexualidad, rituales obsesivos con los que se enriquecen los te-
mas repetitivos, fobias escolares, anorexia mental, suicidio. Pue- los mismos padres estaban atrapados en los conflictos y las difi-
cultades afectivas o de los dramas sociales. El adolescente, privado
den abordarse también los mecanismos de renegación y de
de «avituallamiento afectivo», encuentra su refugio en su sumi-
escisión del pensamiento psicótico. En estos últimos casos, se
puede uno referir a P. Delaroche (1996) que clasifica las indica- sión al grupo. Se conoce la importancia de los grupos de adoles-
centes que hacen la transición entre el mundo de la infancia y el
ciones del psicodrama siguiendo el tipo de defensa del paciente:
mundo de los adultos y que ofrecen, en el mejor de los casos «una
No existe separación entre palabra y acto . .. Se está en la área transicional» a través de la cual los diferentes espacios psí-
escisión como en un «déficit fundamental». En ellos, el psico- quicos se entrelazan para mayor creatividad de vínculos y refuer-
drama lucha esencialmente, se podría decir, contra esta esci- zan el juego de las identificaciones.
sión ya que sus reglas, su método, su desarrollo están contra D. Anzieu (1994) llama «ilusión grupal» a un estado particu-
esta división. Además, la experiencia nos ha demostrado que lar hecho de elación, de bienestar, de sumisión a un yo ideal co-
264 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO EL PSICODRAMA EN LA PSICOTERAPIA CON EL ADOLESCENTE 265

mún, «forma de utopía colectiva que el grupo elabora, sirviendo Pero la circulación fantasmática exige un apoyo sobre las ima-
de mecanismo de defensa a cada individuo miembro, contra su gos. Se sabe que Freud hace de la imago (que se construye en el
inconsciente individual». curso de la evolución de la especie), el origen de las instancias del
Así pues, si todo adolescente saca provecho de él, algunos se en- yo: yo ideal, ideal del yo, superyó.
cuentran en una imitación fascinada de uno de sus congéneres, ya En el psicodrama, la referencia imagógica primordial es la del
sea totalmente sumiso, negando toda actividad de pensamiento pro- líder, ya sea real o solamente deseado y esperado.
pio, aplastados por un sentimiento de inferioridad y que solamente
tienen la destructividad como exutorio pulsional. Es una ilustración Una imago puede asegurar de forma durable la unidad del
actual en las bandas de adolescentes y de preadolescentes en que se grupo pero la bivalencia de las imágenes, que Freud ha sido el
primero en señalar, favorece los retornos imagógicos frecuen-
atacan sin freno y en el odio a la destrucción de su entorno.
temente bruscos y que entrañan las agitaciones, los desórde-
Se concibe que, para esos adolescentes, toda psicoterapia in-
nes o las transformaciones en la organización interna y en el
dividual o incluso psicodrama individual sea inadmisible. Esas funcionamiento del grupo.
técnicas interrogan demasiado a los mecanismos de represión y a ANZIEU, 1994
las formaciones reactivas. El grupo es la única familia tolerable.
Esto une a las presuposiciones de Bion, con las nociones
de ambivalencia hacia la imago materna que describe en los tér-
Compendio teórico minos de dependencia y de ataque/huida y que se incorporan a
las teorías de M . Klein sobre las formas primitivas de libido.
Nosotros nos apoyaremos ampliamente en la teorización de
D. Anzieu a partir de su obra El grupo y el inconsciente. Según yo, hay que atacar a las tensiones que pertenecen a
D. Anzieu individualiza teóricamente varios organizadores in- los modelos familiares y también a las ansiedades más primi-
conscientes del grupo: el primero es la circulación fantasmática, tivas vinculadas con las relaciones de objetos parciales. Yo iría
después la imago, las fantasías originales, el complejo de Edipo, hasta decir que son estas últimas las que están en el origen de
la imagen del cuerpo propio y la envoltura del aparato psíquico. todas las formas de este comportamiento del grupo.
Da a la circulación fantasmática una función primordial. BION, 1965
Para él, el vínculo interhumano inconsciente en la pareja, en
el grupo, en la vida familiar y social, resulta de la circulación fan-
D. Anzieu (ibíd.) se interroga sobre el lugar de las fantasías
tasmática:
originarias (castración, seducción, escena primitiva) y del com-
Todo encuentro vivido como auténtico o intenso entre dos plejo de Edipo en la dinámica del grupo, que están en el funda-
o varios seres humanos despierta, moviliza, activa en los inte- mento del picoanálisis. Escribe:
resados sus fantasías personales conscientes o inconscientes ...
La capacidad de fantasear es uno de los rasgos importantes del La organización grupal en torno a una fantasía originaria
yo. Estimulando esta capacidad es como los métodos de los [.. .] ya no está establecida de forma fija y permanente. Indi-
grupos pueden tener efectos individuales positivos ... En tanto viduos diferentes pueden ocupar en el grupo posiciones dife-
que es portador de un deseo reprimido, una fantasía suscita, rentes que representan cierta variedad de mecanismos de defen-
en éste, que se despierte una violenta condenación por el yo o sa, de modos de percepción de la realidad, de reglas y de va-
un deseo análogo o eficaces mecanismos de defensa, en parti- lores. [ ... ] El grupo es una realidad psíquica anterior a la di-
cular de negación. ferencia de sexos. Los vínculos narcisistas y homosexuales in-
266 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO EL PSICODRAMA EN LA PSICOTERAPIA CON EL ADOLESCENTE 267

conscientes son los más fuertes [ . .. ] mientras que el víncu- O. Avron intenta conceptualizar esta actividad energética po-
lo heterosexual es dominante en la familia. lar constante e intantánea entre los humanos. Ella llama «pensa-
miento escénico» a este pensamiento movilizador de la intervincu-
Organizar el grupo sobre el modelo inconsciente y a veces ex- lación. Añade: «esta capacidad de pensar casi incomprensible
plícito de la familia representa una tendencia antagonista a la que hace que nuestra humanidad nos meta en el centro de la terapia
empuja a organizarse en torno a fantasías individuales u origina- de grupo» (1998).
rias, o de imagos. Esto es determinante en la técnica de las tera- Se concibe que los psicodramas de grupo estén orientados di-
pias de grupo lo mismo que la importancia acordada a lo que ferentemente según que la tendencia sea la de permanecer lo más
D. Anzieu (1985) teoriza bajo el nombre de «yo piel», es decir, cerca de las referencias al psicoanálisis clásico, como en el psico-
«la necesidad para el aparato psíquico de constituirse una envol- drama individual, o la de apoyarse sobre la acción específica del
tura que lo contiene, que lo delimita, que lo protege y que per- grupo.
mite los intercambios con el exterior». Añade: «Hace falta intro-
ducir otra distinción, la del pensar y de los pensamientos. Los
pensamientos preexisten al pensar, ellos lo llaman, lo suscitan. El Técnica
pensar se contruye por auto-organización para que los pensa-
mientos se hagan pensables» (1985). El grupo de pacientes comprende preferentemente tres o cua-
Se puede comprender que la psicoterapia de grupo debe lle- tro adolescentes en edades bastante próximas, de sexo indiferente,
var al analista tanto al individuo en su problemática edípica como que manifiestan patologías variadas, unidos por una imposibili-
al movimiento de conjunto del grupo portador de sus propios dad de fantasmatización y una necesidad imperativa de apoyarse
fundamentos. Se acerca uno entonces, con Anzieu y el CEFFRAP en el grupo. Pero para evitar los movimientos colectivos que po-
a las teorías de Foulkes, de Bion y sobre todo de R. Kaes (1994) . drían trabar todo trabajo e incluso ser destructores, es preferible
La hipótesis de este último es que el psiquismo es de carácter que los pacientes acepten la consigna de no tener que estar
grupal: vinculados en el exterior.
Los terapeutas son poco numerosos: en general, una pareja
El punto de vista a partir del cual intento captar esta articu- que dirige la escena, y que puede también participar en el juego,
lación manteniéndola en el campo continuo del psicoanálisis, y un grupo de terapeutas auxiliares que tienen una función me-
concibe la formación misma del inconsciente y las modalida- nos personal que el psicodrama individual y que intervienen para
des del retorno de lo reprimido como fundadas no exclusiva-
sustituir a un paciente y para sensibilizar a cada uno a la refe-
mente en una evolución intra-individual, sino en las nubes y
los caminos de la intersubjetividad. rencia al grupo.
Aparecen dos tendencias, ya sea psicodrama individual en
grupo, ya sea psicodrama grupal.
Para O. Avron (1996):

La ventaja de una situación de grupo es la de renunciar a


• En el psicodrama individual en grupo, el grupo evoca una fa-
la expresión de la inmediata actividad de la intervinculación. milia libidinal y la atención del psicoanalista se lleva sobre los
Pero, por supuesto, las representaciones inconscientes de la se- problemas edípicos que ahí se manifiestan. Esta técnica privile-
xualidad continúan expresándolo al mismo tiempo. El pro- gia al individuo que focaliza la sesión proponiendo un tema. La
blema será el de comprender cómo esas dos actividades psí- interpretación del director se centrará sobre este adolescente, mo-
quicas se asocian, se sostienen o se conflictualizan. vimiento exacerbado por el grupo que hace el oficio de apunta-
268 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO EL PSICODRAMA EN LA PSICOTERAPIA CON EL ADOLESCENTE 269

!amiento pulsional y de resonancia. Aparecen rápidamente los Entre paciente y terapeuta se crea un pequeño grupo que fun-
movimientos competitivos, agresivos, los rechazos en la retrac- ciona, como lo dice Missenard (1988), «como objeto tercero en
ción o el mutismo, la búsqueda de un sostén en un miembro del situación transicional».
grupo. El tema de un paciente es retomado por otro; esta figu- La interpretación debe renunciar a poner al día las motivaciones
ración de la fantasía del otro enriquece el juego. Confrontados inconscientes, a encontrar las pulsiones sexuales infantiles, pero debe
con los otros pacientes, en espejo con los secretos de los demás, enfocar lo que sucede en el momento presente, en el lugar mismo.
los adolescentes encuentran una alianza de pensamientos y de Hace falta designar los movimientos del grupo, movimientos que
sentimientos, lo que permite un trabajo mutuo de simbolización. son fugaces, versátiles, yendo del acoplamiento, del pegamiento, al
• En el psicodrama grupal, la atención se lleva sobre la «men- rechazo, a la repulsión, buscando un líder para adular o para negar.
talidad de grupo», fenómeno que crea un comportamiento emo- Estas defensas colectivas se proyectan, por supuesto sin distancia, so-
cional diferente donde los participantes son solidarios unos y bre los terapeutas. Pero éstos actúan como mediadores y permiten
otros . Lo difícil es obtener que esta cohesión no sea destructora poco a poco las vinculaciones menos nocivas o menos peligrosas.
de toda apertura terapéutica en tanto el grupo es en principio
hostil a toda interpretación que parecería amenazar los movi-
mientos colectivos. Hace falta poder medir la capacidad de los Conclusión
pacientes para la interdependencia. Nos encontramos confronta-
Todo adolescente mira cómo sus hermanos y hermanas pe-
dos con las múltiples facetas de la relación, intentando elaborar
queñas juegan con un desprecio mezclado de envidia. El psico-
lo que O. Avron (1998) llama «efectos de presencia» que son re-
drama le autoriza para jugar cuando el juego está sostenido por
guladores de una energía de vinculación a partir de estímulos que
el psicoanálisis convirtiéndose esto en un verdadero útil terapéu-
vienen tanto del exterior como del interior.
tico. Existe acceso a lo simbólico al abrigo de una referencia al
mito: «los juegos de escenario del psicodrama son la figuración
La interpretación enfoca no sólo la problemática individual
de las soluciones míticas que abren la vía de acceso a una sim-
de un miembro, sino el denominador común de las fantasías in-
bolización posible ... creencia compartida con un conjunto de re-
conscientes donde los mecanismos de defensa colectivos son mo-
presentaciones, castración, inconsciente, transferencia, misterio
vilizados contra la tensión común.
de los orígenes, división del sujeto ... » (P. Aubrun, 1987). Es esto
l. Salem (1998) añade: lo que, en el juego, da todo el peso a nuestras improvisaciones.
Freud no hace referencia explícita al psicodrama pero, en su
Los pacientes que tienen una falta de simbolización tie-
artículo «Personajes psicopáticos en el teatro» se puede extraer
nen necesariamente recurso a la acción porque su aparato de
este pasaje que es apropiado para nuestro propósito, y será nues-
lenguaje se ha convertido en un aparato de acción . No ha-
blan para representarse sino para evacuar, para actuar sobre
tra conclusión.
los demás. Si, como desde los tiempos de Aristóteles se vienen admi-
tiendo, la función del drama es despertar la piedad y el temor,
Se sabe que los psicodramas de grupo se dirigen a los casos provocando así una «catarsis de las emociones», bien podemos
difíciles, a los pacientes que actúan, en las conductas adictivas o describir esta misma finalidad expresando que se trata de pro-
destructivas, y a los psicóticos aplastados por un mundo hostil, curarnos acceso a fuentes de placer y de goce yacentes en nues-
cuyo pensamiento solamente es balbuceado, incapaces de figura- tra vida afectiva, tal como el chiste y lo cómico lo hacen en la
ción y todavía menos de representación. esfera del intelecto.
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A Contacto, 21, 24, 155.
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Abandono, 30, 38, 48-49, 259- Contratransferencia, 39-41, 46-
260. 47, 49, 129-140, 154, 156,
Acting out, 19, 52. 245.
Acto incestuoso, 249. Control, 44.
Actor, 233, 242-244, 249-250. Cuerpo
Actuar, 122, 177, 223. - del analista, 137-138.
Afecto, 29, 34, 38. - materno, 53.
Agitación motriz, 37-38, 49-50, Culpabilidad, 30, 32, 41, 113.
126 y sigs.
Agresividad, 31, 42, 51-52, 137-
139, 155. D,E
Analidad, 39, 154.
Analista, 40. Defensa
Angustia, 44-49. - maníaca, 18, 44, 51, 138-
- de castración, 152, 252. 139.
- de destrucción, 50-51, 155. - obsesiva, 170.
Área de juego, 32, 53, 236. Depresión, 20, 24, 51-53, 160.
Ausencia, 21, 24, 28. - materna, 41.
Desamparo, 46-52.
Deseo, 20, 32, 35, 40-41, 52.
c Destete, 22, 25, 37, 52.
Destructividad, 157-158.
Castración, 25, 34, 38, 44, 149 Dibujo, 31, 34, 37, 49, 121.
y sigs., 156-157. Diferenciación, 143.
Celos, 148-151. Director, 236, 241-242.
Cólera, 18, 41, 46-47, 49. Discontinuidad del yo, 158.
Concreción, 42-43, 175. Edipo, 32, 132.
Confusión de sexos, 149. Emoción, 25-26, 36, 48-49.
Construcción de sí mismo, 117. Encopresia, 146-152.

[281]
282 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO ÍNDICE TEMÁTICO 283

Envoltura, 27-28, 50-51, 143. - repetitivo, 153, 171. Psicodrama, 234-23 5, 240-241, Sexualidad, 111-112, 119, 122-
- psíquica, 158. - de seducción, 247. 267-268. 123, 174-175, 228, 237, 242-
Envidia, 31, 42-43, 51, 149. Psicosis, 18, 20, 23-26, 251, 254- 243, 247-248, 266.
Erotismo, 21-22, 27, 45, 142- 255. Simbolización, 22, 113, 122-123,
143. L,M Pubertad, 112. 131, 171.
Escena, 113, 234, 236, 238, 249. Pulsión, 20, 114. Simulacro, 157, 240, 242-244,
Escena primitiva, 32, 42, 121, Latencia, 110-119, 153-154. - de muerte 154, 158. 248, 253.
164. Lenguaje, 18, 21, 28, 32, 34. Relación Sueño, 35, 52-53, 252-253.
Escisión, 20, 34, 164, 257. Libido, 117, 152, 225-226, 259. - de objeto, 153. Sublimación, 31-32, 116, 15 5,
Espacio, 20-21, 24, 32, 52. Madre, 16, 35-37, 39-43, 44-52. - precoz, 153, 156-157. 191, 215 .
Espejo, 21-27. Marco, 20, 26, 32, 35, 38, 49-50. Renegación, 22, 43, 52. Superyó, 20, 34, 122-137.
Estructura psíquica, 47, 130, 154- Masturbación, 43-44, 154. Reparación, 152-153. Supervisión, 44.
155, 261. Megalomanía, 35, 90, 127-139. Repetición, 16-20, 45, 53, 141,
Excitación y motricidad, 18, 20, Motricidad, 119, 140-143. 153.
Representación, 18-27, 41-42, T
34 -3 6, 40-41, 48-53, 114- Muerte, 18, 49.
135, 136-139, 140-152. 50-51.
Teatro, 123, 238-242, 258-259,
Resistencia, 149-152.
Retención, 39-43 . 269.
N,O
F,G,H Temporalidad, 32, 34, 38, 43, 48,
Ritmo, 45-46, 237.
53-54, 61, 66-72 y sigs., 84.
Narcisismo, 23, 112, 152. Rivalidad, 28, 40-41.
Fantasía, 18-21, 36-44, 53. Terceros, 22, 28, 32, 39-42.
- canibalísticas, 138-142. Narración, 108, 170.
Tocar, 128-134, 158.
Ficción, 174, 239, 248-249, 254- Neutralidad, 39, 44, 139-140. Transferencia, 28, 36-39, 49-50.
256, 261. Objeto, 18, 11 9, 153-155. s - negativa, 50-51 , 133-134.
Frustración, 20, 52, 130-151. - transicional, 18, 43-52. Traumatismo, 44-45, 51-52, 259-
- simbólico, 169-170. Sadismo, 159, 170.
Grupo, 180, 241-242, 252-253, 260.
Organizador, 121, 264. Seductor, 63, 245.
263-269.
Origen, 53, 260. Seducción, 20, 24, 48-49, 135,
Histeria, 23, 127, 152.
250 . V
Separación, 20 , 25, 27-28, 32,
I, J P, R 40-51, 53, 154. Vacío, 143 .
Sesión, 38-39, 66-67, 71 y sigs. Violencia, 24, 45-46, 51-53.
Idealización, 41, 52. Padres, 21, 28.
Identificación, 40, 43-45, 150, Pensamiento, 18, 44-45, 52, 136,
169. 249, 261.
Individuación, 143. Perlaboración, 171.
Inhibición, 26, 41, 45, 47, 117, Persecución, 158-159.
153-154, 169. Personalidad, 33, 249-250.
Interpretación, 19, 53, 118, 131. Placer, 35, 41-42, 53, 123, 160.
Juego Presencia, 16, 23, 31, 130.
- de la bobina, 20-21, 31, 45, Proceso, 17-18, 21, 24, 38-39.
52. Proyección, 18, 47.
EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIÑO

Antes que el dibujo y la palabra, el juego constituye uno de los principales te-.
rrenos exploratorios de la psiquis del niño. Por sus componentes sensoriales y mo-
trices, permite una expresión directa de la actividad pulsional.
La presente obra está fundada en el estudio analítico de numerosos casos clí-
nicos. Está dividido en tres grandes partes que se refieren al juego en el niño de
cero a cinco años, después el período de latencia, y finalmente el psicodrama con
el adolescente. Otros capítulos están consagrados en particular a la historia de la
técnica del juego en psicoterapia del niño, al proceso de simbolización y a los pro-
blemas de la interpretación en psicoterapia.
Fruto de la experiencia clínica de tres psicoanalistas, este libro está llamado a
convertirse en un útil de consulta y de referencia para todos los psicoanalistas, psi-
coterapeutas relacionados con la responsabilización y el tratamiento de los niños.

ANNIE ANZIEU es psicoanalista, miembro titular de la Association Psycha-


nalytique de France, vicepresidente de la Sociedad Europea para el Psicoanálisis
del Niño y del Adolescente (SEPEA), ex responsable del departamento de psico-
terapia del hospital de La Salpetriere. -

CHRJSTINE ANZIEU-PREMMEREUR es psicoanalista, alumna de la Société


Psychanalytique de París, pedo-psiquiatra del Centre Alfred Binet de París.

SrMONE DAYMAS es médico psicoanalista, miembro de la Societé Psychanali-


tique de París, ex responsable de la enseñanza del psicodrama en el hospital de La
Salpetriere.

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