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Ruptura entre la ética y política en Maquiavelo

Javiera Carrizo Domich


Core: Civilización Contemporánea. Sec 45
Fecha de entrega: 12 de mayo
Nicolás Maquiavelo fué uno de los filósofos más influyentes de su época y para la política
moderna. Entre sus escritos está “El príncipe”, una de las grandes obras de la filosofía
política occidental y constituye una muestra del pensamiento controversial e irreverente.
Grandes pensadores filosóficos, tales como Platón, Aristóteles, Agustín y Tomas de Aquino
tienen un enfoque clásico de la ética y política, en donde la ética tiene una relación intrínseca
con lo político, implicando que estas no se pueden separar. A su vez, Maquiavelo en su obra
presenta a la política como una actividad esencialmente humana, donde no es necesario
incluir a Dios en ella, divagando los ideales políticos en el mundo empírico y no idealista
como otros filósofos políticos. También, recalca una ruptura de esta visión tradicional
filosófica, en donde existe una tensión entre el uso de la ética en la política y propone una
moral propia para esta, la cual es preservar el poder del estado. En el presente ensayo se
analizará está polémica ruptura entre lo ético y lo político y sus diferencias.

Como premisa tenemos que entender que dentro de la ética Maquiavélica no hay una noción
entre el bien y el mal, pues, lo más importante para el principado es poder preservar un estado
austero sin implicancias en su entorno, el gobernante no se puede dejar derrocar ni tampoco
ceder el poder ante otros gobernantes, y si es necesario tener que hacer el mal o bien
dependiendo de las circunstancias tendrá que hacerlo, esto lo denotamos en la siguiente parte:

“Y es preciso saber que un príncipe, y máxime un príncipe nuevo, no puede observar todo
aquello por qué los hombres son considerados buenos, dado que, para conservar el Estado, a
menudo necesita obrar contra la lealtad, contra la caridad, contra la humanidad, contra la
religión. Por eso necesita tener un ánimo dispuesto a moverse según se lo exijan los vientos
de la fortuna y las variaciones de las cosas y, como he dicho antes, no alejarse del bien, si se
puede, pero saber entrar en el mal si es necesario” (El príncipe, Maquiavelo, p.128)

Por lo cual un principado sólo tendrá que velar por proteger el bien del estado, faltando a la
ética cristiana, aristotélica o platónica y otorgándole a la política una moral propia y no
universal, el príncipe tendrá que desempeñar acciones políticas diferentes adecuadas a cada
caso.

Maquiavelo también nos dice que el principado tiene que ser alguien temido políticamente, y
no ser amado por el vulgo, generando una imagen de alta notoriedad frente a la sociedad para
que esta no conjecture contra el gobernante, y si es que tiene que defenderse, tendrá las armas
a su disposición de todo percance en contra del estado.

“En cuanto a los súbditos, mientras los asuntos externos no se agiten, hay que velar para
que no se conjuren secretamente, de lo cual el príncipe se asegurará bien si evita ser odiado
o despreciado y mantiene al pueblo satisfecho con él. Es necesario conseguir esto como he
dicho antes por extenso. Y uno de los más poderosos remedios que tiene un príncipe contra
las conjuras es no ser odiado por la comunidad (...). De esta manera, si se añade a todo esto
la benevolencia popular, es imposible que nadie sea tan temerario como para conjurar;
porque, si de ordinario el conjurado debe temer antes de la ejecución del mal, en este caso
debe seguir temiendo incluso después de haber cometido el delito, pues no puede esperar el
amparo de nadie.” (El príncipe, Maquiavelo, p.130)
Concretando que un principado siempre tiene que tener una reputación alta en base al temor
para así establecer el poder del estado. Apreciando otra distinción de la política de
Maquiavelo sobre la ética, ya que el marco político de Maquiavelo es el que dota de sentido a
los códigos morales.

La política por tanto implica en el principiado un efecto sobre el razonar éticamente, esto
significa una estrecha separación entre el bien moral y el bien político; en tanto al bien moral
Maquiavelo sugiere olvidarse de este para el beneficio del Estado, en consecuencia una
política exitosa se debe separar de la ética; es aquí que de manera evidente se analiza una
clara distinción entre ética y política. El bien político o la ética política implica que el
principado pueda realizar un mal siempre y cuando sea destinado para el beneficio del
Estado. “De aquí si un príncipe quiere mantenerse como tal es necesario que aprenda a no
ser bueno y a usar o no usar esta capacidad según la necesidad” (El príncipe, Maquiavelo,
p.120). Es aquí en donde se hace una distinción entre el bien y el mal, Maquiavelo explicará
que el bien puede conllevar al mal y de la misma manera el mal puede conllevar al bien, esta
convicción es una contradicción a la filosofía tradicional política, puesto que en la ética
aristotélica o platónica explican que el bien siempre crea al bien, y el mal produce al mal.
Y es en esta distinción entre el bien y el mal que, según la experiencia histórica, que a través
de producir un mal se puede evitar una catástrofe mayor.
Esta ruptura entre el bien moral y la política se ve en el ejemplo de Cesar Borgia, quien
exterminó a sus adversarios, los Orsini, los Vitelli y los Oliverotti y también asesinó a Ramiro
Orco debido a que este adquirió mucho poder; Maquiavelo alababa a este duque de manera
que lo consideraba un modelo a seguir: “Repasadas pues todas las acciones del duque yo no
sabría reprenderlo. Más bien me parece que, como ya he dicho, se le puede proponer como
modelo a imitar a todos los que mediante la fortuna y con las armas de otros han ascendido
al poder.”(El príncipe, Maquiavelo, p.95).

Siguiendo con el mismo ejemplo del duque Cesar Borgia, se presenta que estas acciones
éticamente malas y reprochables, no son políticamente condenables, “Repasadas pues todas
las acciones del duque yo no sabría reprenderlo.” (El príncipe, Maquiavelo, p.95). Es más,
estos hechos además de no ser condenables, son permitidos e incluso admirables. Algo
totalmente inadmisible y contrario a las filosofías de la antigüedad, quienes pensaban que
siempre se debe guiar hacia el bien de los ciudadanos, en cambio Maquiavelo piensa en la
moral política y luego en el bien de los ciudadanos.

Por último, una distinción entre la ética y la política, es en donde Maquiavelo considera que:

“Un príncipe no necesita poseer de hecho todas las cualidades antes mencionadas, pero es
necesario que parezca que las tiene. (...) Son perjudiciales si las tiene y las observa siempre,
pero son útiles si se aparenta tenerlas. Es decir parecer compasivo, fiel, humano, íntegro,
religioso.” (El príncipe, Maquiavelo, p.128).
Concretando que para un gobernador, los valores éticos limitan y son perjudiciales en su
comportamiento, aquellos príncipes quienes quieran conservar su estado deben poder
proceder en contra de “la lealtad, contra la caridad, contra la humanidad, contra la
religión”(El príncipe, Maquiavelo, p.128). Deberán estar dispuestos a obrar según la
circunstancia, desatendiendo la ética. Por ende para el florentino aquellos quienes busquen
preservar el estado, deberán desestimar la ética y atender a la ética política.

En conclusión Nicolás Maquiavelo, en su obra “El príncipe”, presenta un elemento distintivo


de las clásicas concepciones filosóficas, en donde en la ética política se justifica el mal en
determinadas circunstancias, es por ello que sí se presenta una ruptura entre la ética y la
política. Esta ha sido analizada desde la ética del príncipe y la relación
gobernado-gobernador, en donde dependiendo del contexto histórico que cursará el
gobernante, podrá obrar incumpliendo lo ético o los preceptos cristianos que incurran en el
pecado (mentir, asesinar, etc), para generar el beneficio de su Estado. Y en la relación
gobernado-gobernador debe prosperar el temor al afecto. Por tanto la política pone en juego a
la ética, existiendo una “ética política” o una moral propia, distinta a los regida a los
individuos y Maquiavelo busca un estado carente de límites morales.

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