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Naturaleza y política
Para Maquiavelo el mundo está gobernado por un azar ciego y sin propósitos.
No hay una teleología, un fin oculto. Dichos fines son una invención de la
imaginación, pues ni siquiera en la condición humana se puede hablar de una
finalidad propia.
La Virtud
Filosofía política
“El Príncipe”
La virtud del príncipe reside en su habilidad para llevar a cabo sus fines,
consciente de que la política se basa en el juego de fuerzas producido por las
pasiones humanas. La política no puede estar sujeta a los principios
establecidos por el dogma religioso. Por el contrario, es la religión la que ha
de estar sometida al poder político, pues su influencia puede ser beneficiosa
para fortalecer la cohesión social. El príncipe nunca debe olvidar que los
deseos más universales de la naturaleza humana son la protección de su vida
y su hacienda. Un hombre olvida con más facilidad la pérdida de sus
progenitores que de su patrimonio. Por eso, la prudencia aconseja al
gobernante que es preferible el asesinato a la extracción de los bienes.
Le gobierno no puede basarse en la voluntad general, pues “la plebe tiende
por naturaleza a alegrarse del mal”. Además, “una multitud sin jefe no es útil
para nada”. “Es necesario que haya un hombre solo que establezca la forma
de gobierno y de cuya mente dependa toda organización”. La depravación de
la naturaleza humana y la incapacidad de la masa para gobernarse a sí misma
justifican sobradamente la crueldad con que debe actuar un príncipe para
imponer La Paz y obediencia entre sus súbditos. Afín de cuentas, los castigos
ejemplares mantienen el orden con más eficacia que la benevolencia.
La guerra, sus instituciones y su disciplina, son el único objeto que merece los
pensamientos y la aplicación de un príncipe, y de ello hará su oficio, pues ése
es el verdadero oficio de cualquiera que gobierne. Si puede, no debe
apartarse del bien, pero debe saber emplear el mal cuando sea necesario. En
cualquier caso, no se puede juzgar su conducta conforme a principios
extrínsecos, pues el príncipe es origen y causa de toda ley moral.
La moral es algo privado, que pertenece al orden subjetivo, hay que prescindir
de distinciones o reparos Morales. “La política por la política”, establece la
autonomía de una disciplina libre de especulaciones de orden ético o religioso
y con un objeto propio específico. La actividad política se justifica por sí
misma y no tiene otros límites que sus posibilidades de éxito en su tarea de
erradicar de la convivencia el caos y la anarquía. El príncipe no debe temer a
las posiciones extremas, pues, aunque lo ideal sería que sus súbditos le amasen
y temieren, es preferible que le teman a que dejen de respetar su autoridad.