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28/2/2021 Guía clínica de Disnea crónica

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Disnea crónica
Fecha de la última revisión: 24/06/2016

¿De qué hablamos?

La disnea es un síntoma frecuente, de origen multifactorial y de difícil definición. Un metaanálisis del 2014 en pacientes de edad avanzada
encontró una prevalencia de disnea del 36% (95% CI: 27-47%), mayor en hombres que en mujeres (Van Mourik Y, 2014).

La definición de la American Thoracic Society engloba los diferentes aspectos de la disnea “La disnea es una experiencia subjetiva de
malestar ocasionado por la respiración que engloba sensaciones cualitativas distintas que varían en intensidad” haciendo hincapié en su
última revisión en la necesidad de realizar una evaluación personalizada debido a la individualización de los síntomas (Parshall MB, 2012).
También se entiende por disnea la sensación subjetiva de dificultad respiratoria, falta de aire o ahogo (Irizar Aranburu MI, 2007).

En cuanto al tiempo de duración, se acepta como disnea crónica la que lleva más de un mes de evolución (Wahls SA, 2012).

La trepopnea es la disnea que se produce en decúbito lateral y es característica del derrame pleural y de algunas cardiopatías. La platipnea
es la disnea que aparece en posición erecta y es característica de las enfermedades hepáticas avanzadas y de la insuficiencia de la
musculatura de la pared abdominal. La ortopnea es la que se produce en decúbito supino y aunque es característica de la insuficiencia
cardiaca congestiva (ICC) se puede dar en otras enfermedades respiratorias y precozmente en la parálisis diafragmática. Más característica
de la ICC, aunque tampoco exclusiva de ella, es la disnea paroxística nocturna (DPN), que es aquella que despierta al paciente por la noche
obligándole a permanecer sentado y se asocia a tos y en ocasiones a sibilancias.

¿Cómo se cuantifica la disnea?

No es fácil cuantificar la disnea, dada la subjetividad del síntoma. Además las escalas más utilizadas no valoran la condición física y el grado
de entrenamiento del enfermo, por eso puede ser más grave una disnea en un paciente entrenado que aparece al recorrer tres kilómetros de
la de una persona no entrenada que lo hace a los 500 metros. Aunque existen muchas escalas, a nivel de atención primaria (AP) las más
útiles son la escala de disnea del Medical Research Council (MRC) que se utiliza sobre todo en la EPOC (tabla 1) por su sencillez, fiabilidad y
por haber demostrado predecir la calidad de vida y la supervivencia y la de la New York Health Association (NYHA) recomendada para la

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clasificación funcional de la disnea en la insuficiencia cardiaca (tabla 2).

Tabla 1. Escala de disnea. Modificada del Medical Research Council (MRC)

Grado 0 Ausencia de disnea, excepto para ejercicio intenso.

Grado 1 Disnea al andar deprisa o subir una pequeña cuesta.

Incapacidad de mantener el paso de otras personas de la misma edad,


Grado 2 caminando en llano, o tener que parar a descansar al andar en llano al propio
paso.

Necesidad de parar a descansar al andar unos 100 metros o a los pocos minutos
Grado 3
de andar en llano.

Imposibilidad de salir de casa, o disnea con actividades como vestirse o


Grado 4
desvestirse.

Tabla 2. Escala de disnea. Modificada de la New York Health Association (NYHA)

Clase I Ausencia de síntomas con la actividad normal.

Clase II Síntomas con la actividad ordinaria.

Clase III Síntomas con actividad inferior a la ordinaria.

Clase IV Síntomas al menor esfuerzo o de reposo.

¿Cuáles son sus causas?

La mayoría de los pacientes con disnea, hasta el 70% de los pacientes de edad avanzada, se pueden clasificar en uno de dos grupos: disnea
de causa respiratoria o disnea de causa cardiaca (Van Mourik Y, 2014):

Enfermedades respiratorias. Destacan las que afectan a la vía aérea, como el asma bronquial y la EPOC, o al parénquima pulmonar,
como las enfermedades pulmonares intersticiales (fibrosis pulmonar idiopática). También se incluyen las enfermedades de la pared
torácica, del diafragma (parálisis frénica), deformidades del raquis (cifoescoliosis), de los vasos pulmonares (hipertensión pulmonar) o
de la pleura (paquipleuritis extensa).
Enfermedades cardíacas. Se incluyen todas las cardiopatías que originan insuficiencia cardiaca izquierda, congestión venosa
pulmonar y edema pulmonar crónico. Destacan la miocardiopatía dilatada, la cardiopatía isquémica y la estenosis mitral.

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Aunque el espectro de posibles causas es muy amplio y no hay que olvidar que pueden estar presentes varias causas. Por ejemplo, la
prevalencia de IC en los pacientes con EPOC se estima entre el 7,1% y 33% (Mullerova H, 2013). Esta prevalencia aumenta en los pacientes
con estadios más avanzados de la enfermedad (Van der Molen T, 2010).

La mayoría de los pacientes con disnea crónica tiene uno de estos cinco diagnósticos (Schwartzstein RM, 2015; Wahls SA, 2012):

1. Asma.
2. Enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC).
3. Enfermedad intersticial pulmonar.
4. Disfunción miocárdica.
5. Obesidad/desacondicionamiento o falta de entrenamiento.

Además:

Tabla 3. Causas de disnea crónica.

Insuficiencia cardiaca congestiva (ICC).


Isquemia coronaria o infarto de miocardio.
Cardiomiopatías.
Causa cardiaca
Valvulopatías.
Pericarditis.
Arritmias.

EPOC.
Asma.
Hipertensión pulmonar o Cor pulmonale.
Enfermedades intersticiales del pulmón.
Neumotórax.
Causa respiratoria
Embolismo pulmonar.
Neoplasias pulmonares primarias o metastásicas, linfangitis carcinomatosa.
Pleuritis o derrame pleural.
Obstrucción de vías aéreas superiores: disfunción o parálisis de las cuerdas
vocales, estenosis traqueal.

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Otras causas Obesidad.


Falta de entrenamiento físico.
Ansiedad.
Embarazo.
Respiración en altitud.
Anemia intensa.
Reflujo gastroesofágico.
Alteraciones metabólicas: acidosis.
Cirrosis hepática con ascitis.
Deformidades del tórax.
Alteraciones neuromusculares: miastenia gravis, esclerosis lateral
amiotrófica.
Disfunción tiroidea.
Insuficiencia renal.
Parálisis frénica.
Anormalidades vasculares pulmonares.

¿Cómo realizar el diagnóstico diferencial?

Los pacientes con disnea crónica se presentan generalmente de forma estable, pero no necesariamente con signos vitales normales. La
historia clínica y el examen físico son fundamentales para el diagnóstico. Un estudio mostró que en el 66% de los casos se puede llegar al
diagnóstico con una correcta evaluación clínica (Pratter MR, 1989).

Anamnesis:

Cuando el enfermo se encuentre estable, como es habitual en los casos de disnea crónica, es recomendable realizar una anamnesis y
exploración completas (Sarkar S, 2006):

Antecedentes personales: la causa de la disnea puede tener relación con patologías previas del enfermo. La HTA y otros factores de
riesgo cardiovascular apuntarán hacia una etiología cardiaca; en cambio, si el enfermo padece asma o EPOC deberemos descartar
una exacerbación.
Edad: puede ser orientativa. En pacientes jóvenes habrá que pensar en asma, traumatismo o infecciones respiratorias y en ancianos,
en ICC, EPOC y neoplasias.
Historia laboral: exposición a sustancias contaminantes.
Hábitos: el tabaquismo importante apoyará la etiología de EPOC y cardiopatía isquémica.

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Comienzo: brusco en caso de neumotórax y tromboembolismo pulmonar (TEP), en forma de episodios de comienzo rápido en algunos
casos de asma e insuficiencia cardiaca y presentación más progresiva en la neumonía y EPOC.
Duración: la disnea intermitente es característica de la insuficiencia cardiaca congestiva (ICC), del asma y de las embolias pulmonares
de repetición, mientras que la persistente o progresiva sugiere otras situaciones crónicas como la EPOC, fibrosis pulmonar e
hipertensión pulmonar.
Momento del día: la disnea paroxística nocturna o despertar nocturno por la disnea, aunque no siempre está presente, y no es
exclusiva de ella, es sugestiva de fallo ventricular izquierdo. También el asma empeora por la noche. La disnea postpandrial puede
estar relacionada con el reflujo gastroesofágico.
Posición corporal: la trepopnea (disnea en decúbito lateral) se aprecia en las enfermedades pleurales unilaterales, en los tumores
obstructivos del árbol bronquial y en algunas cardiopatías. La ortopnea (disnea en decúbito supino) es característica de la ICC, pero
también se puede dar en obesidades extremas, en la EPOC o en el asma sobre todo cuando se asocia a reflujo gastroesofágico (RGE)
y en el derrame pericárdico. La platipnea (disnea en posición erecta) es característica del síndrome hepatopulmonar, malformaciones
arteriovenosas pulmonares y del mixoma de la aurícula izquierda.
Factores precipitantes:
Ejercicio: en la mayoría de enfermedades cardiorrespiratorias causantes de disnea, ésta empeora con el ejercicio. Una disnea
que no lo hace es sugestiva de causa psicógena o fingimiento. Cuando la disnea ocurre momentos después de realizado el
ejercicio debemos sospechar asma inducida por el ejercicio. No demos olvidar que algunas personas poco entrenadas pueden
quejarse de presentar disnea con el ejercicio moderado.
Exposición a sustancias alergénicas: como el polen o ácaros.
Exposición a sustancias contaminantes o irritantes: como el humo de tabaco, pinturas o sprays apunta a presencia de
enfermedades respiratorias como asma y EPOC.
La ingesta: como factor precipitante debe hacer pensar en fístulas esofágicas o RGE.
Traumatismo torácico: sospechar un neumotórax, volet torácico o una hemorragia pulmonar.
Inmovilización prolongada o cirugía: aumenta el riesgo de trombosis venosa profunda y tromboembolismo pulmonar (TEP).
Síntomas asociados:
Dolor torácico. Según sus características deberemos pensar en una enfermedad coronaria, pericarditis, derrame pleural,
neumotórax, neumonía o tromboembolismo pulmonar (TEP).
Palpitaciones. Su presencia nos obligará a descartar algún trastorno del ritmo cardiaco.
Tos, apoya el diagnóstico de asma y neumonía, cuando esta se asocia a expectoración abundante y/o cambio del color del
esputo puede deberse a una exacerbación de la EPOC. Si esta se acompaña de esputos hemoptoicos debemos descartar una
neoplasia pulmonar, neumonía, tuberculosis pulmonar, bronquiectasias o TEP.
Fiebre. Sugiere neumonía.
Dolor de garganta. Nos obliga a descartar la presencia de una epiglotitis.
Disfagia. La disnea podría estar favorecida por el RGE causante a su vez de esofagitis.
Disestesias peribucales en la hiperventilación psicógena.
Espasmos carpopedales también característicos de la hiperventilación psicógena. No obstante el diagnóstico de disnea
psicógena debería realizarse con precaución, y sólo después de haber descartado otras causas potenciales de disnea.

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Medicación:
Contraceptivos orales que pueden predisponer a la presencia de enfermedad tromboembólica.
Betabloqueantes que podrían producir broncoespasmo en pacientes predispuestos, incluso en aplicación ocular.
Amiodarona, metotrexate, busulfán, ciclodosfamida, bleomicina, pueden inducir cuadros intersticiales respiratorios.

Examen físico:

Constantes vitales: frecuencia respiratoria, frecuencia cardiaca, tensión arterial y temperatura.


Saturación de oxígeno: para muchos autores considerada como la quinta constante vital.
Peso: de interés en caso de disponer de valores previos, ya que su aumento puede ser un signo precoz de ICC.
Presencia de cianosis, palidez o signos de mala perfusión.
Estado mental.
Cuello: se debe comprobar la presencia de ingurgitación yugular como indicador de aumento de la presión en cavidades derechas,
adenopatías y bocio. Se valorará si el paciente utiliza musculatura accesoria y la existencia de retracción de las fosas claviculares
situación característica de la obstrucción de la vía respiratoria superior. La auscultación permitirá detectar la presencia de soplos en
presencia de arterioesclerosis y estridor inspiratorio como expresión de estenosis de las vías aéreas superiores.
Tórax: se inspeccionará para valorar el diámetro anteroposterior cuyo aumento es sugestivo de EPOC, comprobar deformidades como
las cifoescoliosis y la asimetría de los movimientos respiratorios en ambos hemitórax. La palpación nos informará de la presencia de
crepitaciones en el enfisema subcutáneo y la percusión de consolidación pulmonar o derrame pleural si el sonido está disminuido o de
neumotórax o enfisema bullosos si existe hiperclaridad.
Auscultación pulmonar: ausencia de sonidos en el derrame pleural o neumotórax o ruidos sobreañadidos como sibilancias y roncus
que reflejan estenosis de las vías áreas, características de asma, pero que también se puede apreciar en la EPOC o la ICC. En las
enfermedades respiratorias obstructivas la espiración suele estar prolongada. Los crepitantes sugieren líquido en las vías aéreas o
alvéolos como es el caso de las neumonías o insuficiencia cardiaca. No siempre los crepitantes reflejan líquido en pulmón como es el
caso de los crepitantes inspiratorios muy finos que se oyen en ambas bases pulmonares en la enfermedad pulmonar intersticial.
Auscultación cardiaca: presencia de soplos, otros ruidos y ritmo de galope que sugieran disfunción del ventrículo izquierdo, arritmias
y por último roces y tonos más apagados en los derrames pericárdicos.
Abdomen: hepatomegalia y presencia de reflujo hepatoyugular en ICC. Se valorará la presencia de ascitis y movimientos paradójicos
del abdomen.
Extremidades inferiores: los edemas bilaterales obligan a descartar causa cardiaca y si son unilaterales trombosis venosa profunda.
Se examinará si se encuentran bien perfundidas evaluando el color de la piel, su temperatura, los pulsos periféricos y el llenado capilar.
Extremidades superiores: las acropaquias reflejan patología respiratoria crónica y pueden orientar hacia fibrosis pulmonar,
bronquiectasias o neoplasias pulmonares.
Examen psiquiátrico: cuando tras la anamnesis y el examen físico no se puede orientar la etiología de la disnea, un examen
psiquiátrico puede poner de manifiesto cuadros de ansiedad que pueden contribuir o ser la principal causa de la disnea del paciente.

Una de las situaciones más frecuentes y complejas es la diferenciación entre disnea de origen respiratorio y cardiaco. Tanto la disnea de la
EPOC como la provocada por la ICC muchas veces aumentan por la noche, y aunque la DPN y la ortopnea son características de la

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insuficiencia cardiaca también pueden estar presentes en la EPOC. No obstante, la disnea de esta última se asocia a producción de esputo y
alivio de su disnea tras eliminación de éste. Las pruebas funcionales respiratorias, los péptidos natriuréticos cerebrales y la ecocardiografía
son de gran utilidad para realizar el diagnóstico diferencial.

Pruebas complementarias:

La secuencia óptima de las pruebas diagnósticas a utilizar en la disnea crónica no esta establecida. Habitualmente se hacen pruebas
diagnósticas de forma secuencial, seleccionadas en función de las características clínicas del paciente, a partir de pruebas menos invasivas y
con mayor probabilidad de un resultado diagnóstico. Por ejemplo, en un paciente con sospecha de asma o EPOC la primera prueba seria una
espirometría con prueba broncodilatadora y podría no hacerse un ECG o un proBNP y en un paciente de edad avanzada con sospecha de
insuficiencia cardiaca podría no ser necesaria la espirometría (Wahls SA, 2012).

Un estudio reciente encontró que las pruebas más útiles para adultos entre 45 a 84 años con disnea y sin enfermedad cardiopulmonar
conocida fueron la espirometría, el péptido natriurético N-terminal pro-cerebral (NT-proBNP), y el TAC torácico (Oelsner EC, 2015).

Pruebas iniciales

Cuando la anamnesis y el examen físico no permiten dirigir hacia la realización de una u otra prueba, se deben realizar las siguientes
pruebas: hemograma y bioquímica, espirometría pre y post broncodilatación, pulsioximetría, radiografía de tórax, electrocardiograma y el
BNP o NT-proBNP (Wahls SA, 2012; Oelsner EC, 2015; Schwartzstein RM, 2015).

Hemograma y bioquímica: aportará información sobre la existencia de anemia que puede contribuir a la disnea e incluso ser la causa
en casos graves, policitemia que podría reflejar una situación mantenida de hipoxia, un recuento aumentado de eosinófilos en el asma,
una leucocitosis en caso de neumonía. La insuficiencia renal y los trastornos tiroideos también pueden ser causa de disnea. Una
elevación importante de la glucemia puede sugerir acidosis metabólica secundaria a diabetes como desencadenante de la disnea.
Espirometría con prueba broncodilatadora: la espirometría debe realizarse casi siempre en pacientes que consultan por disnea de
más de un mes de evolución. El hallazgo de un patrón obstructivo apoyará el diagnóstico de asma o EPOC mientras que un patrón
restrictivo obligará a descartar una enfermedad pulmonar intersticial, enfermedad neurológica, trastornos de la caja torácica e incluso
una ICC. La curva flujo-volumen, cuando es realizada con maniobra inspiratoria, puede ser útil en el diagnóstico de la obstrucción de
las vías respiratorias superiores como es el caso de la disfunción de las cuerdas vocales o estenosis laríngeas o traqueales.
Pulsioximetría: aunque nos va a orientar poco sobre la causa de la disnea, es de un valor extraordinario a la hora de evaluar la
gravedad del cuadro.
Radiología de tórax: la radiografía de tórax está indicada siempre en caso de disnea crónica o grave, tanto si se sospecha etiología
cardíaca como respiratoria, aunque la normalidad de la misma no descarta una enfermedad pulmonar intersticial. Se ha demostrado
que la realización de una radiografía de tórax cambia la gestión de la patología hasta en el 84% de los casos (Dyer DS, 2013).
Proporciona información sobre el tamaño cardiaco, parénquima, edema intersticial o alveolar, redistribución vascular, derrames y
patología pleural, y estado del mediastino y de los diafragmas. En aproximadamente la mitad de los pacientes con insuficiencia
cardiaca crónica, se aprecia cardiomegalia en la radiografía (American College of Radiology, 2010).

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Electrocardiograma: puede proporcionar información sobre la presencia de cardiopatía isquémica, arritmias y bloqueos, tamaño de
cavidades cardiacas y presencia de derrame pericárdico. Aunque poco sensible puede ser también útil para el diagnóstico de TEP.
El péptido natriurético cerebral (BNP) o el NT-proBNP, puede ser útil para diferenciar la disnea de la insuficiencia cardiaca de la de
causa respiratoria (Wright SP, 2003; Balion C, 2006). El BNP o NT-proBNP es útil para diagnóstico de insuficiencia cardiaca, aunque no
del todo específica y aumenta con la edad. La disnea por IC se presenta con niveles de BNP >400 pg/ml y tiene un alto valor predictivo
negativo para valores de BNP <100 pg/ml.

Pruebas secuenciales

La segunda fase de la evaluación de la disnea está destinada a aclarar las anomalías observadas en las pruebas iniciales sin llegar al
diagnóstico o para pacientes con resultados normales en las pruebas iniciales, pero con síntomas persistentes que requieren una evaluación
adicional. Las pruebas a realizar dependerán de si la sospecha es de causa respiratoria, cardiaca u otras causas como la ansiedad,
hiperventilación, falta de condición física o enfermedades neuromusculares.

En general las pruebas que pueden tener interés son las siguientes (Schwartzstein RM, 2015):

Prueba terapeútica con corticoides, en pacientes con clínica de asma y espirometría normal u obstructiva con prueba
broncodilatadora negativa.
Flujo espiratorio máximo (FEM) o Peak-flow: la medición del FEM es útil en el manejo de las crisis asmáticas y el registro
domiciliario del FEM (RDFEM) para el estudio de la variabilidad diaria cuando la sospecha de asma está fuertemente fundada y la
espirometría es normal.
Prueba de broncoprovocación con metacolina, en pacientes con disnea episódica recurrente sugestiva de asma con espirometría
normal o casi normal.
Pruebas funcionales respiratorias más complejas como la capacidad de difusión del monóxido de carbono para medir los
volúmenes pulmonares son imprescindibles en la sospecha de enfermedades pulmonares restrictivas (patrón restrictivo en la
espirometría).
La TAC pulmonar es de gran ayuda en pacientes que se sospecha enfermedad intersticial, bronquiectasias, enfisema y TEP crónico.
El TAC de alta resolución (TACAR) es la mejor herramienta de imagen para evaluar la enfermedad pulmonar difusa. Se recomienda
cuando la evaluación inicial del paciente con disnea no es clara o cuando hay anormalidad en las pruebas sin diagnóstico definitivo
(Dyer DS, 2013).
Gases arteriales. Aunque la saturación de oxígeno por pulsioxímetro tiene una buena correlación con la presión de oxígeno para
valores de saturación por encima del 80%, la gasometría arterial tiene la ventaja de que nos informa sobre la presión de carbónico y el
equilibrio ácido-base.
Ecocardiograma. De extraordinario valor en el estudio de enfermedades cardiacas como la ICC, cardiomiopatías, enfermedad
valvular, derrame pericárdico o hipertensión pulmonar.
La monitorización electrocardiográfica durante 24 horas se recomienda en los pacientes con episodios de disnea asociado a
palpitaciones o cuando sospechamos arritmias que no hemos detectado en el electrocardiograma basal. También en algunos pacientes
con enfermedad coronaria.

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Otros estudios cardiacos como la gammagrafía de perfusión, la ecocardiografía de estrés, la resonancia magnética nuclear cardiaca
y la coronariografía se podrían considerar en pacientes con cardiopatía isquémica.
La prueba de esfuerzo cardiopulmonar permite monitorizar múltiples parámetros y es interesante cuando no hemos logrado alcanzar
la causa de la disnea con las pruebas realizadas, ésta es desproporcionada a los hallazgos encontrados o sospechamos una disnea
psicógena o simplemente una baja condición física (Gillespie JD, 1994; Schwartzstein RM, 2015).
Phmetría esofágica, para demostrar la presencia de RGE como causa de la disnea.
Laringoscopia si sospechamos disfunción de las cuerdas vocales que es una de las causas de disnea de vías respiratorias altas.

Los aspectos clave de la anamnesis y del examen físico así como las pruebas complementarias esenciales para el diagnóstico diferencial de
la disnea crónica se reflejan en la tabla 4.

Tabla 4. Elementos clave en el diagnóstico diferencial de la disnea crónica.

Entidad Síntomas y signos claves Pruebas funcionales

Obstrucción Radiología lateral del cuello,


de la vía aérea Disnea inspiratoria, estridor. laringoscopia, espirometría
superior inspiratoria.

Disnea intermitente, tos, opresión torácica, Espirometría, RDFEM, prueba de


Asma
sibilancias, y espiración prolongada. corticoides.

Antecedentes de tabaquismo. Tos y expectoración.


EPOC Espirometría.
Espiración prolongada.

DPN y ortopnea, edemas maleolares,


Radiografía de tórax, ECG, BNP,
ICC hepatomegalia, ingurgitación yugular, crepitantes
ecocardiograma.
húmedos bilaterales, 3º ruido.

Enfermedad Espirometría, radiografía de tórax,


Disnea progresiva, mala tolerancia al esfuerzo,
pulmonar TAC, difusión de CO, gasometría
crepitantes finos en bases.
intersticial arterial.

Disnea suspirosa, patrón respiratorio irregular que Radiografía de tórax, ECG y resto de
Ansiedad no empeora con el ejercicio, múltiples quejas pruebas negativas. Test de ejercicio
corporales. cardiopulmonar.

RDFEM: registro domiciliario del flujo espiratorio máximo; ICC: insuficiencia cardiaca congestiva; DPN: disnea
paroxística nocturna; BNP: péptido natriurético cerebral; ECG: electrocardiograma.

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Manejo de la disnea crónica

El manejo diagnóstico de la disnea crónica viene reflejado en el algoritmo.

El manejo terapéutico de estos enfermos dependerá fundamentalmente de la causa que los ha llevado a esta situación y no es objeto de esta
guía, por lo que remitimos al lector a las guías correspondientes. No se debe olvidar que en ocasiones existe más de una causa que
contribuye a la presencia de disnea, y este hecho debe ser tenido en cuenta a la hora del tratamiento (Mullerova H, 2013).

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Manejo diagnóstico de la disnea crónica

Bibliografía
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Autores
María Isabel Irizar Aramburu Médico Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria (1)
José Manuel Martínez Eizaguirre Médico Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria (2)

(1) Centro de salud de Beasain. OSI Goierri-Urola. Osakidetza.


(2) Centro de salud de Tolosa. OSI Tolosaldea. Osakidetza.

Conflicto de intereses: No disponible.

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