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Dentro de los ingresos públicos que el Estado y otras Administraciones

Públicas han de obtener para financiar las necesidades públicas,


destacan los tributos, que son prestaciones dinerarias que los
ciudadanos están obligados por ley a pagar.

A su vez, los tributos se clasifican en tasas, contribuciones especiales e


impuestos. Las tasas se pagan por los ciudadanos como consecuencia
de la realización de una actuación administrativa que les beneficia
individualmente, pero que están obligados a solicitar o recibir, como la
recogida de basuras, la expedición del DNI. Las contribuciones
especiales se pagan cuando una actuación pública dirigida a satisfacer
una necesidad colectiva produce un beneficio especial a determinados
individuos. Por ejemplo, el aumento de valor de una finca como
consecuencia de la realización de una obra pública.

Finalmente, los impuestos son los tributos más importantes, pues es


a través de ellos como se obtienen la mayoría de los ingresos públicos
para costear las necesidades colectivas. Son cantidades que se exigen
obligatoriamente por ley sin que exista una contraprestación
individualizada específica y que se fundamentan en hechos que
demuestran la capacidad económica de los ciudadanos.

La capacidad económica o de pago es, pues, un principio


fundamental a la hora de hablar de los impuestos. Es un principio
basado en criterios de equidad, de justicia distributiva y, conforme a él,
una mayor capacidad económica supone una mayor capacidad para
atender las cargas públicas.

Esa capacidad económica de cada ciudadano se manifiesta de distintas


formas, bien a través de la riqueza que posee (patrimonio), bien a
través de los ingresos que obtiene (renta) o bien a través de los
consumos que realiza. Por ello, los distintos impuestos existentes
recaen sobre alguna de esas tres manifestaciones de la capacidad de
pago de las personas.

2.1.2 Clases de impuestos

Son diversas las clasificaciones que pueden hacerse de los impuestos,


pero la más conocida y utilizada es la que distingue entre impuestos
directos e impuestos indirectos. Son impuestos directos los que se
aplican sobre una manifestación directa o inmediata de la capacidad
económica: la posesión de un patrimonio y la obtención de una renta.
Son impuestos indirectos, por el contrario, los que se aplican sobre
una manifestación indirecta o mediata de la capacidad económica: la
circulación de la riqueza, bien por actos de consumo o bien por actos de
transmisión. En definitiva, los impuestos directos gravan la riqueza en
sí misma, mientras que los indirectos gravan la utilización de esa
riqueza.

Siguiendo esta clasificación, los principales impuestos actualmente


existentes en España son los siguientes (los textos normativos que se
citan a continuación están disponibles en la web de la Agencia
Tributaria y se incluyen vínculos para acceder directamente).

2.1.3 Impuestos directos:

 Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas


 Impuesto sobre la Renta de no Residentes 
 Impuesto sobre Sociedades 
 Impuesto sobre Sucesiones y
 Impuesto sobre el Patrimonio

2.1.4 Impuestos indirectos:

 Impuesto sobre el Valor Añadido (


 Impuesto sobre Transmisiones Patrimoniales y Actos
Jurídicos Documentados 
 Renta de Aduanas 
 Impuestos Especiales 
 Estos impuestos solamente los pagan las personas que compran o
consumen determinados bienes:
o Alcohol y bebidas alcohólicas
o Hidrocarburos
o Tabaco
o Matriculación de medios de transporte

Su razón de ser, aparte de su gran capacidad recaudatoria, reside en la


consideración de que el consumo de esos bienes genera costes sociales.
Pensemos en los costes sanitarios por abuso del alcohol o del tabaco y
en la contaminación atmosférica de los coches y del uso de los
hidrocarburos en general.

Además de los anteriores, hay que tener en cuenta la existencia


de impuestos locales, que se exigen por los Ayuntamientos o
Diputaciones Provinciales. Los más importantes son el Impuesto sobre
Bienes Inmuebles, el Impuesto sobre Actividades Económicas, y el
Impuesto sobre Vehículos de Tracción Mecánica. Las comunidades
autónomas tienen asimismo capacidad para establecer impuestos y
otros tributos.

a) Ordinarios y Extraordinarios

Esta clasificación corresponde al período o duración de los impuestos


en el sistema tributario. Mientras que los impuestos ordinarios o
permanentes son aquellos que no tienen una duración determinada en
el tiempo, los impuestos extraordinarios o también denominados
transitorios, por el contrario, poseen una vigencia limitada en el
tiempo.

Un ejemplo que podemos citar del primer caso es el Impuesto al Valor


Agregado mientras que podemos mencionar como tributo
extraordinario el Impuesto sobre los Bienes Personales.

Cabe destacar que los impuestos extraordinarios en su mayoría surgen


en períodos de crisis. Asimismo determinados impuestos ordinarios
son denominados “de emergencia” al momento de su legislación lo que
implicaría que los podrían considerarse como extraordinarios, pero en
formar reiterada son prorrogados en el tiempo.

Tasas

Son el medio de financiación de los servicios públicos divisibles. Son


exigidas como contraprestación por un servicio publico otorgado
individualmente a todos los usuarios efectivos y/o potenciales. En
teoría, el importe de la tasa debe ser proporcional al beneficio recibido
y al costo del servicio, y se debe tener en cuenta la capacidad
contributiva del individuo. Algunos ejemplos son: tasa de migraciones,
tasa de escribanía de gobierno, tasa por servicios sanitarios, etc.
Contribuciones especiales

Es una prestación obligatoria en razón de beneficios individuales o


colectivos derivados de obras públicas o actividades especiales del
estado. Algunos ejemplos son: Peajes, Mejoras, Contribuciones
Parafiscales, etc.

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