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Poder Judicial de la Nación

CÁMARA NACIONAL DE APELACIONES DEL TRABAJO -


SALA V

EXPTE.NRO: CNT 32420/2012/CA1


SENTENCIA DEFINITIVA. 84346
AUTOS: “VALLARELLI, LUIS ALBERTO C/ GARIGALI, ANDREA KARINA Y
OTROS S/ DESPIDO” (JUZG. Nº 29).

En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, capital federal de la República Argentina, a


los 14 días del mes de agosto de 2020 se reúnen los señores jueces de la Sala V, para
dictar la sentencia en esta causa, quienes se expiden en el orden de votación que fue
sorteado oportunamente; y LA DOCTORA BEATRIZ E. FERDMAN dijo:
I.- La sentencia definitiva de primera instancia (fs.
838/841) ha sido apelada por la parte actora a tenor del memorial que luce anejado a fs.
842/859. A su vez, la perito médica se queja porque considera reducidos los honorarios
regulados en su favor (v. fs. 864). II.- Se queja el
accionante por el rechazo de la pretensión por despido. Afirma que está probado que se
desempeñó como gerente o encargado de logística y que, en consecuencia, estaba
erróneamente categorizado. Cuestiona la valoración que efectuó la sentenciante de la
prueba testimonial rendida. Sostiene que los demandados no pusieron a disposición del
perito contador los libros laborales y que está demostrado que cumplía el horario
denunciado al demandar. Concluye que está probado el registro irregular del contrato de
trabajo por deficiente categoría, diferencias salariales, falta de pago de haberes en forma
íntegra y horas extras laboradas. Solicita de revoque la sentencia y se haga lugar a las
indemnizaciones por despido, diferencias salariales y horas extras. Manifiesta que está
probado, con la prueba testimonial rendida, que percibía parte de su remuneración fuera
de registración. Señala que resulta de aplicación al caso la presunción contenida en el
art. 55 LCT. Agrega que resultan procedentes las multas previstas en la Ley Nacional de
Empleo. Crítica el rechazo de la indemnización por daño moral. Manifiesta que la
extrema responsabilidad que debía asumir y las excesivas y constantes presiones sufridas
por parte de sus empleadores le produjo una recaída en su afección cardiovascular que
luego lo llevó a la muerte en años posteriores. Sostiene que los certificados obrantes en
autos no reflejan los datos verídicos de la relación por lo que solicita se condene a la
demandada a hacer entrega de las certificaciones de trabajo. Se queja por el rechazo de
la extensión de condena respecto de los codemandados en forma personal. Señala que
los socios gerentes de la sociedad demandada tomaron la decisión de no registrar
correctamente la relación laboral. Por último, se agravia por el rechazo de la condena
solidaria contra Cosas Nuestras S.A. en los términos del art. 30 LCT. Apela la
imposición de costas y los honorarios regulados a los profesionales intervinientes por
considerarlos elevados.

Fecha de firma: 14/08/2020


Firmado por: LAURA MATILDE D'ARRUDA, SECRETARIO DE CAMARA 1
Firmado por: BEATRIZ E. FERDMAN, JUEZ DE CÁMARA
Firmado por: NESTOR MIGUEL RODRIGUEZ BRUNENGO, JUEZ DE CAMARA

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III.- En el escrito de inicio el actor invocó que comenzó a
trabajar para Garmar y Cia SRL con fecha 8/2/2007 cumpliendo tareas de “Gerente de
Logística” a cago de toda la distribución y entrega de mercaderías comercializada bajo la
marca “Cardón”. Señala que se desempeñó primero en el local comercial ubicado en el
shopping Paseo Alcorta luego en el local de la calle Herrera y finalmente realizó tareas
de gerente de logística a cargo de toda la distribución de mercadería a los comercios
ubicados en el barrio de Barracas (outlet), shopping Alto Palermo, Paseo Alcorta, Dot
Baires, Alto Avellaneda y Quilmes. Explicó que sus tareas consistían en “en la gerencia
y supervisión de la distribución y entrega de todos los productos de la marca Cardon en
diferentes locales comerciales”. Señaló que percibía una remuneración de $ 10.000 que
era abonada parcialmente fuera de registración (v. fs. 4/vta.). Agregó que los
demandados dejaron de abonar sus salarios en los meses de marzo, abril, mayo, junio,
julio y agosto de 2011 (v. fs. 5/vta.). Explicó que con fecha 12/7/2011 intimó a la
empleadora para que procediera a registrar el contrato de trabajo conforme las reales
circunstancias de la vinculación en cuanto a fecha de ingreso, categoría y real
remuneración percibida y para que abonara las remuneraciones correspondientes al
período marzo-junio ante falta de pago íntegro y las diferencias de vacaciones y SAC.
Denunció, además, que padeció una recaída de su afección cardiovascular como
consecuencia directa de las presiones laborales recibidas y solicitó que denunciara esa
afección a la ART y, ante la respuesta, se consideró despedido con fecha 29/8/2011.
Solicitó que se condenara en forma solidaria a la codemandada Cosas Nuestras S.A. con
sustento en el art. 30 LCT y a los codemandados Garigali y Torrado en su carácter de
socios gerentes de la sociedad de responsabilidad limitada. Al practicar liquidación
informó que su categoría sería extra convenio. (v. fs. 19).
En primer término cabe señalar que el accionante no
denunció en el escrito de inicio el horario ni la jornada de trabajo cumplida ni tampoco
invocó que trabajara horas extras que se encontraran impagas ni efectuó cálculo alguno
sobre ese punto en tanto tampoco surge del intercambio telegráfico que hubiera
realizado reclamos sobre ese tópico por lo que las manifestaciones que introduce en el
memorial recursivo en torno al supuesto trabajo en horas extras no será materia de
pronunciamiento pues se trata de un hecho que no fue sometido a conocimiento de la
señora jueza de grado (conf. art. 277 CPCCN).
También surgen contradicciones respecto de los salarios
correspondientes al período marzo-junio de 2011 pues por un lado el accionante sostiene
que se le adeudan (y así lo calcula al practicar liquidación, v. punto 7, fs. 19) pero al
efectuar la intimación a la empleadora aduce como incumplimiento la falta de pago
íntegro de esos salarios sin indicar cuál sería la diferencia adeudada ni explicar los
presupuestos fácticos que justificarían esa petición e introduce un rubro en la liquidación

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denominado diferencia salariales sin detallar siquiera en que se funda ese reclamo lo que
incumple con lo normado en el art. 65 L.O., tal como señaló la magistrada degrado.
Ahora bien, la demandada empleadora reconoció la fecha de ingreso
denunciada y señaló que el actor se desempeñó en tareas de control de abastecimiento y
depósito en la categoría laboral de personal auxiliar siendo su tarea exclusiva la
recepción de mercadería entregada por los proveedores en el local ubicado en Paseo
Alcorta (v. fs. 217). Aclaró que el 31/5/2007 se le asignaron nuevas tareas y comenzó a
desempeñarse como vendedor categoría B en el local ubicado en Paseo Alcorta y que
con fecha 2/2/09 pasó a desempeñar iguales tareas en el local de Alto Palermo y en abril
de 2011 en el local de la calle Herrera del barrio de Barracas. Añadió que percibía por
dicha tarea al mes de junio de 2011 la suma de $ 4.254,38. Agregó que el actor comenzó
a ausentarse con fecha 28/6/11 y acompañó certificados médicos que justificaban esas
ausencias hasta el 15/7/11 y que el 12/7/11 efectuó la intimación que transcribe. Negó la
existencia de acoso laboral (v. fs. 231). Aclaró que dos de los locales mencionados por
el actor no forman parte de la actividad comercial de la sociedad empleadora. Señaló que
denunció ante la ART la enfermedad invocada por el trabajador (v. contestación de
demanda, fs. 226/ 233).
Del intercambio telegráfico habido entre las partes surge
que efectivamente el 12/7/2011 el actor intimó a la empleadora para que procediera a
registrar correctamente el contrato de trabajo conforme reales circunstancias que invocó:
fecha de ingreso 8/2/2007, categoría laboral: gerente de logística, real remuneración
percibida $ 10.000 y denunció que percibía parte de esa remuneración fuera de
registración. Agregó que ante falta de pago íntegro de la remuneración correspondiente a
los meses de marzo, abril, mayo y junio de 2011 intimó a la empleadora para que
abonara los salarios pendientes (v. TC obrante a fs. 819). Dicho telegrama fue rechazado
por la demandada y, frente al desconocimiento de sus reclamos, se consideró despedido
con fecha 29/8/11.
En concreto, correspondía al accionante acreditar los
incumplimientos que le imputó a la empleadora para rescindir el vínculo laboral, esto es
el pago de parte de la remuneración fuera de registración y la errónea categorización
(cfr. art. 377 CPCCN) en tanto la demandada afirmó que el trabajador estaba
correctamente categorizado como vendedor categoría B conforme el CCT 130/75 y que
percibía el salario y adicionales de convenio más comisiones y que, por lo tanto, se
encontraba correctamente registrado.
Coincido con la valoración que efectuó la
magistrada de grado de la prueba testimonial rendida en tanto las declaraciones de
Ferreyra y Fusaro –únicos testigos que declararon en autos- no permiten tener por

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demostrado que el actor percibiera parte de su remuneración fuera de registración ni que
se encontrara erróneamente registrado el contrato de trabajo.
Al respecto, el testigo Ferreyra –quien dijo poseer juicio
pendiente con la demandada- sostuvo que trabajó para Garmar y Cia desde el año 2007
hasta el año 2011 y que trabajó junto con el actor en tres sucursales diferentes ubicadas
en Alto Palermo, Paseo Alcorta y Dot Baires. Si bien dijo que el actor hacía logística y
distribución de las mercaderías entre los tres diferentes locales aclaró que también hacía
ventas al público y era encargado del local de Paseo Alcorta. Sin embargo, no sabe la
remuneración del actor y señaló que se le abonaba por depósito bancario y “supone que
también cobraba una parte en negro”. Es decir, el testigo no afirma que el trabajador
percibiera parte de su remuneración fuera de registración sino que realiza suposiciones
sin basar su testimonio en hechos o situaciones que hubiera visto o que hubiera
presenciado, todo lo cual le resta valor probatorio (conf. art. 90 L.O.). En efecto, si bien
agregó que ha visto en dos ocasiones que el actor se reunía con Alejandro Torrado y le
“alcanzaba algo parecido a un papel al actor”, lo cierto es que ello no implica que, en
dicha oportunidad, el señor Torrado le hubiera pagado parte de sueldo pues eso no es lo
que dijo el testigo ya que sólo refirió que vio que le alcanzaba un papel sin brindar
mayores precisiones. Tampoco da cuenta de la modalidad de pago instrumentada por la
empresa respecto de los demás trabajadores ni se refiere a la situación particular del
testigo. En concreto, nada aporta respecto a la modalidad instrumentada por la accionada
para el pago de salarios.
Con respecto a las tareas cumplidas por el actor el testigo refiere
que era vendedor y también encargado del local de Paseo Alcorta –circunstancias que se
contradicen con lo afirmado por el accionante en el escrito de inicio en donde afirmó que
se desempeñó como gerente de logística- y si bien dijo que llevaba mercadería entre los
locales no indica que esa fuera la única tarea cumplida por el accionante en tanto aclaró
que era vendedor ni tampoco que fuera la principal tarea desarrollada por el accionante.
Repárese que en el escrito de inicio el actor sostuvo que era gerente de logística sin
indicar siquiera que categoría del convenio colectivo le correspondía en tanto al
practicar liquidación se encuadró como fuera de convenio.
Por su parte, el testigo Fusaro (fs. 554/555) dijo haber trabajado
para la demandada Garmar y Cia desde el año 2008 hasta el año 2010 y tampoco sabe
cuál era la remuneración del actor y si bien dijo en forma genérica y dogmática que a
veces iba “Alejandro” llevaba los recibos y pagaba la parte en negro y la parte en blanco
la depositaba, lo cierto es que aclaró expresamente que “no tiene idea si al actor le
pagaban importe en negro” por lo que este testimonio tampoco resulta idóneo para tener
por demostrada la supuesta irregularidad en el pago de salarios denunciada (conf. art. 90
L.O.) ya que, en definitiva, no sabe el modo en que percibía el salario el actor.

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Con respecto a la categoría, si bien el testigo afirmó que el
accionante hacía tareas de logística pues llevaba y traía mercaderías a los locales, no
brindó mayores precisiones ni indicó que otras tareas realizaba en tanto señaló que
recibía órdenes de Garigalia y Alejandro Torrado y aclaró que tenían un supervisor que
se llamaba Mariano y que no recuerda el apellido. Es decir, de su testimonio se infiere
que el actor no tenía personal a cargo ni supervisaba los locales sino que, por el
contrario, recibía órdenes de un supervisor, lo que desvanece la calidad de gerente que
pretende asignarse.
En definitiva, más allá de que pudiera haber llevado mercadería a
los locales como parte de las tareas asignadas ello no implica que se encontrara
erróneamente categorizado ni menos aún que se hubiera desempeñado como gerente más
aún cuando el actor ni siquiera indicó en el inicio cuál sería la categoría que le
correspondería conforme el CCT aplicable y sólo puso de manera genérica al practicar
liquidación “extra convenio”. Repárese que los testigos fueron escuetos al describir las
tareas y de sus declaraciones no se infiere que el accionante hubiera tenido personal a
cargo o supervisado las tareas de otros dependientes.
En concreto, el actor no probó que el encuadre en la categoría de
vendedor B conforme el art. 10 del CCT 130/75 fuera erróneo pues no demostró que
hubiera cumplido tareas que encuadraran en las otras categorías del convenio aplicable
al establecimiento que implican la supervisión de tareas de otros empleados.
Por lo demás, de la propia documentación acompañada por el actor
surge que la demandada le entrega recibos de sueldo con las formalidades prescriptas
por los arts. 138 y sgtes. LCT de los cuales se desprende que estaba categorizado como
Vendedor B y se le abonaban los adicionales de convenio y comisiones. Esta
documentación, acompañada por el accionante, demuestra el pago de los salarios
correspondiente al período marzo-junio 2011 sin que, reitero, el accionante hubiera
acreditado que percibiera parte de la remuneración fuera de registración y por lo tanto
que se le adeudara parte del salario de esos meses.
No resulta correcta la afirmación efectuada en el memorial
recursivo en torno a que dicha documentación fue desconocida pues a fs. 352 el actor
desconoció la documentación adjuntada por las accionadas “con excepción de aquella
documentación que coincida con la acompañada por la suscripta en autos” y lo cierto y
concreto es que los recibos de sueldo fueron adjuntados por el propio actor (v.
documentación de fs. 756/759) por lo que no puede ahora ponerse en contradicción con
sus propios actos y pretender que se trata de documentación desconocida en tanto no
invocó circunstancia alguna que permita quitarle valor probatorio a documentos por él
mismo adjuntados.

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A lo expuesto se suma que como se detalló precedentemente el
reclamo resulta confuso pues no se entiende si reclama la totalidad de esos salarios o
parte supuestamente no abonada en tanto no describe al demandar en qué consistiría la
supuesta deuda, lo que conduce también a rechazar esta pretensión por incumplimiento
de lo normado en el art. 65 L.O.
Como reiteradamente se ha sostenido la sola inclusión de un
rubro en la liquidación o la enunciación de una cantidad correspondiente a un concepto
determinado carece de sentido si no tiene sustento en un relato circunstanciado de los
antecedentes fácticos del reclamo, tal como sucedió en el caso, en donde el actor
incumplió con lo dispuesto por el art. 65 inc. 3) y 4) de la L.O. que exigen que la
demanda contenga la cosa demandada designada con precisión y los hechos en que se
funda explicados claramente.
En concreto, las alegaciones formuladas al demandar
resultan dogmáticas pues no se precisa con claridad las circunstancias fácticas que
rodearon el reclamo por pago parcial de salarios en tanto en la liquidación practicada se
incluye por un lado salarios adeudados en su totalidad y por otro diferencias por el
mismo período (v. liquidación fs. 19) sin que se hubiera efectuado un relato
circunstanciado de los antecedentes fácticos.
Por último, respecto del supuesto moobing que habría sufrido, del
escrito de demanda surge que el accionante invocó en forma genérica y dogmática que
“…como producto de mi extrema responsabilidad y de las excesivas y constantes
presiones laborales que los accionados ejercían sobre mi persona, como así también la
falta de respuesta al pago de los haberes adeudados y a la correcta registración de la
relación laboral, he tenido una grave recaída de mi afección cardiovascular” (v. fs. 5).
Agregó que fue víctima de persecución laboral por parte de sus superiores ocasionándole
graves trastornos físicos y psíquicos en su salud (v. fs. 18 vta.) y reclama una
indemnización por daño moral.
Como señaló la magistrada de grado no se encuentra discutido que
el actor se encontraba gozando de licencia por enfermedad inculpable en los términos
del art. 208 LCT sin embargo no hay prueba alguna que demuestre que el empleador o
los superiores jerárquicos del actor lo hubieran hostigado, perseguido o ejercido presión
alguna respecto del cumplimiento de sus tareas.
Sin dejar de soslayar que el actor ni siquiera describe al
demandar en qué habrían consistido esas supuestas presiones ni menos aún por qué
habría sido víctima de persecución en contraposición a lo normado en el art. 65 L.O., lo
cierto es que ninguno de los testigos que declaró en autos dio cuenta de alguna situación
de hostigamiento por parte de los superiores jerárquicos ni menos aún describen un
ambiente de trabajo hostil o que el actor hubiera estado sometido a presiones.

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El testigo Ferreyra nada indica al respecto ni menciona siquiera
cómo era el ambiente de trabajo y Fusaro sólo dijo en forma genérica que el trato de
Garibaldi al personal era malo no refiriéndose en concreto al actor y aclaró que era un
trato seco y que no miraba a los ojos pero no refiere ni siquiera en forma somera que
hubiera hostigado o perseguido al accionante o que lo hubiera presionado para el
cumplimiento de determinadas tareas. Nada dice el testigo con respecto a la relación del
actor con sus superiores jerárquicos ni describe ninguna situación de maltrato o presión
psicológica.
Si bien como dije, no resulta ser objeto de controversia que al
momento del distracto el actor se encontraba gozando de licencia paga por enfermedad
inculpable en los términos previstos por el art. 208 de la LCT, al respecto cabe señalar
que tales licencias comprenden aquellos hechos que se originan por causas ajenas al
trabajo que imposibilitan que el dependiente cumpla con su débito laboral, y lo cierto es
que de la prueba testimonial rendida en autos no se desprende que la accionada hubiere
incurrido en conductas u omisiones que lesionen la dignidad del trabajador o que el actor
hubiese sido víctima puntualmente de persecuciones que configuren actos de acoso
laboral.
En definitiva, no se advierte que el empleador hubiese incurrido
en conductas u omisiones que le hayan podido causar un perjuicio al actor por lo que
tampoco se encuentra demostrado este hecho invocado como causal de despido y menos
aún resulta procedente la indemnización por daño moral.
Si bien el perito médico sostuvo que un ambiente hostil de trabajo y
stresante pueden agravar la patología cardíaca que presenta el actor, lo cierto es que en
el sub lite el accionante no produjo prueba alguna tendiente a demostrar el ambiente
laboral stresante que denunció en el inicio y como es sabido no es el galeno el llamado a
decidir si entre las incapacidades que pueda evidenciar el trabajador y las tareas
cumplidas para la empleadora existe relación causal pues los médicos no asumen ni
podrían hacerlo, el rol de jueces en la apreciación de la prueba con relación a los hechos
debatidos en la causa. Ello significa que, sin perjuicio del valor que quepa asignar a la
opinión del experto en cuanto a si es factible o no médicamente que una cierta afección
guarde relación con un cierto tipo de tareas, en los casos concretos debe acreditarse
según corresponda cuáles han sido específicamente los trabajos cumplidos y sus
características, a fin de que el juez determine -considerando claro está la opinión
médica- si está probada o no la vinculación causal entre el trabajo efectivamente
desarrollado y la incapacidad.
En el sub lite no hay prueba alguna que demuestre que el
actor hubiera sido víctima de hostigamiento o persecución alguna ni que el ambiente de

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trabajo fuera stresante y, en definitiva, el perito médico basó sus conclusiones en las
descripciones efectuadas por el propio trabajador de la modalidad de trabajo supuestamente
implementada por la empresa pero, como es lógico, no puede tenerse por probada
válidamente la índole de las tareas a partir de lo que indica el propio reclamante, y sabido
es que tales circunstancias deben ser efectivamente acreditadas pues, en definitiva, es el
juez -como dije- quien determina la existencia de un ambiente de trabajo hostil.
En concreto coincido con la sentenciante en que el actor
no probó los incumplimientos que invocó para proceder al despido indirecto por lo que
corresponde confirmar la sentencia de grado.
No controvierte lo expuesto que la demandada no hubiere
puesto a disposición del perito contador los libros laborales porque lo cierto y concreto
es que allí se verificarían los datos denunciados por la demandada y que surgen de los
recibos de sueldo adjuntados por el propio actor (v fs. 755/815) en tanto el accionante no
probó los hechos que desencadenarían la aplicación de la presunción contenida en el art.
55 LCT, esto es la modalidad irregular en el pago de salarios y la errónea categorización
que justificaría el pago de un salario mayor al consignado en los recibos de haberes.
La regla in dubio pro operario cuya aplicación
pretende la recurrente no se aplica para los casos de ausencia de prueba o cuando la prueba
producida indudablemente es insuficiente para demostrar los hechos alegados por el
trabajador -como ocurre en el caso- pues de lo contrario se utilizaría para suplir la
negligencia de las partes en el proceso, o la ausencia de probanzas. Esta Sala ha dicho que:
“La norma del art. 9 L.C.T. en su actual redacción impone la aplicación del principio in
dubio por operario a los supuestos de prueba. Pero esto en modo alguno implica alterar la
carga probatoria sino que, establecidas las cargas respectivas, en caso de resultar dudoso el
cumplimiento de éstas, ha de estarse a la interpretación más favorable al trabajador”
(sentencia definitiva Nro. 73.058 del 15-4-2011, “Diarte Silvio Orlando c/ Deheza S.A. s/
despido”).
Lo expuesto conduce a mantener el rechazo de la
extensión de responsabilidad solicitada respecto de los codemandados Torrado y
Garibaldi porque sin entrar a analizar su carácter o no representantes de la sociedad
empleadora –en el caso de Torrado- lo cierto es que no se advierten configurados los
presupuestos fácticos que habilitarían la responsabilidad solidaria de los accionados que
permitan tornar aplicable lo dispuesto en los arts. 59 y 157 ley de sociedades
comerciales.
Al respecto señalo que en nuestro sistema legal las personas jurídicas
o ideales son sujetos de derecho a los cuales la ley les confiere la aptitud para adquirir
derechos y contraer obligaciones (cfr. arts. 30, 31 y 32 Código Civil vigente al momento
en que ocurrieron los hechos), por su parte el art. 2 de la ley 19.550 dispone que las

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sociedades son sujetos de derecho distintos de las personas físicas, que la componen,
salvo que se den los supuestos de responsabilidad extracontractual previstos por la LS. En
tal sentido el art. 54 dispone que “la actuación de la sociedad que encubra la consecución
de fines extra societarios, constituya un mero recurso para violar la ley, el orden público o
la buena fe para frustrar derechos de terceros se imputará directamente a los socios o
controlantes que lo hicieron posible, quienes responderán solidariamente e
ilimitadamente por los perjuicios causados”.
A su vez el art. 59 establece que los administradores y representantes
de la sociedad deben actuar con lealtad y diligencia de un buen hombre de negocio, de lo
contrario serán solidariamente responsable por los daños y perjuicios que causaren y el
art. 274 imputa la responsabilidad al director en los términos del art. 59 y por cualquier
otro daño producido por dolo, culpa grave o abuso de facultades. Asimismo el art. 157
que regula la responsabilidad de los socios gerentes de la sociedad de responsabilidad
limitada dispone que aquellos tienen los mismos derechos, obligaciones prohibiciones e
incompatibilidades que los directores de la S.A, estableciendo la responsabilidad solidaria
de los mismos.
Tal como se señalara precedentemente la relación laboral se
encontró debidamente registrada en cuanto al monto de las remuneraciones, por lo que
toda vez que la falsedad de tales presupuestos son los únicos que habilitan la percepción
de las multas que al efecto establece la ley 24.013 o el art. 1 de la ley 25.323, supuestos
que no se dan en la causa, no se advierten la configuración de conductas o
comportamientos tendientes a ocultar hechos con la finalidad de sustraer al empleador
del cumplimiento de sus obligaciones legales como el ocultamiento integral de la
relación, de una parte de la antigüedad y del salario, o que se haya incurrido en otro
ilícito extracontractual tendiente a dañar al trabajador de manera de encuadrar el caso
dentro de lo normado por el art.157 de la LS.
En consecuencia corresponde confirmar la sentencia de grado
también en este aspecto.
IV.- La magistrada de grado consideró que dado que no se
generaron obligaciones por la extinción del vínculo laboral correspondía desestimar el
pedido de extensión de condena respecto de la codemandada Cosas Nuestras S.A. en los
términos del art. 30 LCT.
Sin embargo, la sentenciante hizo lugar a la indemnización prevista
en el art. 80 LCT pues consideró que si bien la accionada había acompañado los
certificados al contestar demanda, no los entregó en tiempo oportuno ni los consignó
judicialmente y, esa decisión, arriba firme a esta instancia (conf. art. 116 L.O.).

Fecha de firma: 14/08/2020


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En consecuencia, corresponde analizar la
responsabilidad solidaria pretendida respecto de Cosas Nuestras S.A. con sustento en lo
normado en el art. 30 LCT.
Al respecto, al contestar demanda, esta codemandada
afirmó que tiene por actividad normal y específica propia la fabricación y
comercialización de indumentaria, marroquinería y talabartería de productos autóctonos
(v. fs. 321 vta.). Aclaró que además de poseer locales propios cuenta con diferentes
franquicias que comercializan los productos que ella fabrica y produce (v. fs. 322) y
reconoció que celebró un contrato comercial de franquicia con Garmar y Cia SRL
“mediante el cual dicha codemandada se obligaba a adquirir un determinado porcentaje
de los productos que ofrece mi mandante en el mercado, mantener una estética en su
local, etc.” (v. fs. 322).
El testigo Ferreyra (fs. 541) afirmó que era compañero
de trabajo del actor en la empresa Cardón de Garmar y Cia SRL y que vendían los
artículos de Cardón. Agregó que concurrían consultores de Cosas Nuestras y que el
testigo y el actor tenían que acatar sus órdenes. Por su parte, Fusaro (fs. 554) declaró que
había un supervisor de Cosas Nuestras llamado Mariano y señaló que el nombre de
fantasía de los locales era Cardón.
En concreto, no resulta ser un hecho controvertido en la
causa la vinculación comercial existente entre Garmar y Cia SRL y Cosas Nuestras S.A.
en orden a que la primera de ellas explotaba locales comerciales con la marca Cardón y
vendía productos que eran fabricados, distribuidos y comercializados por Cosas Nuestras
S.A. y con la marca de esta última a través de un contrato de franquicia.
En tal marco fue contratado el actor quien efectuaba
tareas de venta en los locales pertenecientes a Garmar y Cia SRL vendiendo productos de
Cosas Nuestras S.A. quien ejercía control a través de supervisores, tal como señala la
codemandada en su responde y surge de la prueba testimonial rendida e imponía las
condiciones de venta y la marca, tal como afirmó en el responde.
En tales condiciones resulta aplicable en autos el
supuesto previsto por el art. 30 de la LCT. Como es sabido, para que nazca la
responsabilidad solidaria de una empresa por las obligaciones laborales de la otra, en los
términos del art. 30 citado es menester que aquella contrate o subcontrate “trabajos o
servicios correspondientes a la actividad normal y específica propia del establecimiento
(…)”, por lo que parece claro que la norma comprende los casos en que un empresario
encomienda a terceros la realización de aspectos o facetas de la misma actividad que
desarrolla en su establecimiento (cfr., art. 6 LCT), tal es el caso de autos donde el
empresario principal se aprovechó del resultado del trabajo efectuado por el actor,
empleado de la sociedad que comercializaba los productos que fabricaba y distribuía

Fecha de firma: 14/08/2020


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Firmado por:
Firmado por: BEATRIZ E. FERDMAN, JUEZ DE CÁMARA
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Cosas Nuestras S.A. Repárese que esta empresa afirmó en el responde que también
realizaba la comercialización de sus productos a través de locales propios lo que
evidencia, precisamente, que la venta al público de sus productos constituye su actividad
normal y específica.
En tal marco no cabe duda que las tareas prestadas por el
actor constituyeron una actividad propia y específica de la empresa codemandada, pues
se vinculó a aspectos que hicieron posible la finalidad empresaria, integrando en
definitiva la actividad productiva de la empresa en los términos dispuestos por el art. 6 de
la LCT.
Sabido es que el contrato de franquicia se ha definido
como aquél en el cual una organización - el franquiciante - que ha desarrollado un
método o una fórmula para la fabricación o venta de un producto o servicio, extiende a
otras firmas, los franquiciados, el derecho a proseguir con tal negocio, sujeto a ciertos
controles o restricciones. Es decir, que este contrato es celebrado entre dos partes, el
franquiciante, que es el titular de la marca, nombre, imagen y aquellos conocimientos
necesarios para la producción o venta del producto o servicio a distribuir, y el
franquiciado que es aquél que mediante el pago de un canon mensual desarrolla el plan
negocial del franquiciante.-
De la prueba testimonial rendida se infiere la injerencia
del franquiciante en la venta de los productos a través de supervisores que concurrìan a
los locales lo que evidencia una fuerte intromisión en las relaciones del franquiciado
con sus empleados, circunstancias que impiden considerar como ajena a los intereses
del franquiciante, la actividad de aquél. En concreto, se habilita al franquiciado para
llevar adelante el desarrollo de tareas propias de la actividad normal y específica del
franquiciante. Por lo tanto, resulta adecuado y razonable encuadrar la situación
ventilada en la normativa prescripta en el artículo 30 LCT, más allá de la existencia de
cláusulas de indemnidad entre los codemandados, propias del acuerdo bilateral entre
ellos celebrado, las cuales son de eficacia restringida frente al trabajador, a quién esas
limitaciones de responsabilidad le resultan inoponibles de acuerdo a lo dispuesto
precisamente por el precitado artículo 30 de la LCT.

Que, por ello, la decisión de Cosas Nuestras S.A. de


encargarle a terceros, en este caso a la persona jurídica codemandada la comercialización
de los productos que fabrica y distribuye a través del contrato de franquicia no la eximen
de la responsabilidad solidaria prevista por el art. 30 de la LCT. En efecto, no cabe duda
que la comercialización de productos encuadra dentro de la actividad normal y específica
del establecimiento ya que hacen a los fines propio de la empresa.

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Firmado por: BEATRIZ E. FERDMAN, JUEZ DE CÁMARA
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Al respecto, se ha expedido esta sala con criterio que comparto al
sostener que: “En el caso, una de las demandadas (25 horas S.A.) ha autorizado a la otra
mediante un contrato de franquicia, a llevar adelante la actividad que le es propia y
específica, para que comercialice productos en su beneficio. Las características de este
tipo de contratos encuadran en las previsiones del primer párrafo del art. 30 L.C.T.. Por
ello, 25 horas S.A. resulta solidariamente responsable en los términos del referido
artículo, en tanto del contrato que suscribiera con la sociedad anónima empleadora y
codemandada se desprende que el franquiciado debe continuar con la política comercial
del franquiciante, abonando un canon mensual” (Expte. Nº 19.805/2014/CA1 Sent. Def.
Nº 81393 del 21/02/2018 “Acuña Flores Nadia Soledad c/25 Horas SA y otros
s/despido”).
En igual sentido, comparto la jurisprudencia que señala: “Toda vez
que la franquicia no se limitó a la mera concesión del uso de una marca o logo ni a una
modalidad en la cual el franquiciante no tuviera ningún grado de intervención ni de
participación en la actividad desplegada por el franquiciado, sino por el contrario, quedó
claramente demostrado que el franquiciante tenía ingerencia y participación directa en la
actividad comercial del franquiciado, proporcionándole las pizzas y empanadas
elaboradas que éste último sólo horneaba y comercializaba y auditando las condiciones
de comercialización, publicidad y distribución de tales productos. En tales condiciones
puede decirse, sin lugar a dudas, que la actividad de la franquiciada constituía uno de los
canales de comercialización para colocar en el mercado los productos elaborados por la
co demandada y tal situación queda enmarcada en las disposiciones del art. 30 LCT”
(CNAT, Sala II, Expte n° 25497/05 sent. 96075 30/9/08 « Blanco, Ismael c/ Zapico SRL
y otro s despido. En igual sentido CNAT, Sala IV, Expte n° 9827/06 sent. 93972 20/3/09
“Chinchay Ahuquipoma, José c/ Menas SRL y otros s/ despido”).
En base a lo dicho, corresponde modificar la sentencia
de grado en este aspecto y hacer extensiva la condena dispuesta a la codemandada Cosas
Nuestras S.A.
V.- No obstante la modificación propuesta respecto de la
extensión de la condena en forma solidaria a la codemandada Cosas Nuestras S.A. dado
que en definitiva se mantiene el rechazo de la pretensión respecto de la acción por
despido y daño moral y sólo se condena a ambas codemandadas por la indemnización
prevista en el art. 80 LCT, debe mantenerse la imposición de costas dispuesta en origen
en el orden causado y las comunes por mitades en virtud de que el actor pudo sentirse
asistido con mejor derecho para litigar (conf. At. 68, 2do. Párrafo CPCCN).
Teniendo en cuenta la naturaleza, alcance, tiempo, calidad y
resultado de la tarea realizada, y el valor económico del litigio, considero que los
honorarios regulados al patrocinio y representación letrada de la parte actora, de las

Fecha de firma: 14/08/2020


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Firmado por: BEATRIZ E. FERDMAN, JUEZ DE CÁMARA
Firmado por: NESTOR MIGUEL RODRIGUEZ BRUNENGO, JUEZ DE CAMARA

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codemandadas no son elevados en tanto los correspondientes a la perito médica lucen
adecuados. Sin embargo, dado que la perito contadora en definitiva no presentó
dictamen (v. fs. 588 y fs. 698) los honorarios regulados en la instancia de grado lucen
elevados por lo que sugiero reducirlos a la suma de $ 8.000 (cfr. art. 38 L.O., 6, 7, 9, 19,
37 y 39 de la ley 21.839; arts. 3 inc. b) y g) y 12 dcto-ley 16.638/57).
VI.- En virtud del resultado obtenido en esta
instancia y dado la falta de controversia, corresponde imponer las costas de alzada en el
orden causado (conf. art. 68, 2do. párrafo CPCCN) y regular al patrocinio y
representación letrada de la parte actora, por su actuación en la alzada, el 30% de lo que
le corresponda percibir por la labor desplegada en primera instancia (conf. ley de
aranceles profesionales).
El Doctor Néstor Miguel Rodríguez Brunengo manifestó: Que
por análogos fundamentos adhiere al voto de la señora jueza preopinante.

En virtud de lo que surge del acuerdo que antecede, el TRIBUNAL


RESUELVE: 1) Confirmar la sentencia de grado en lo principal que decide y modificarla
respecto del rechazo de la pretensión contra Cosas Nuestras S.A. y hacerle extensiva la
condena dispuesta en la instancia de grado en forma solidaria; 2) Confirmar el rechazo de
la demanda deducida contra Andrea Karina Garigali y Alejandro Agustín Torrado, 3)
Mantener la imposición de costas dispuesta en la sentencia de grado en el orden causado y
las comunes por mitades; 4) Confirmar los honorarios regulados en la instancia de grado
con excepción de los correspondientes a la perito contadora que se reducen a la suma de $
8.000 a valores del presente pronunciamiento; 5) Costas y honorarios de alzada conforme
lo propuesto en el apartado VI del primer voto de este acuerdo. Regístrese, notifíquese,
cúmplase con el art. 1 de la ley 26.856 Acordadas C.S.J.N. 15/13 punto 4) y 24/13 y
devuélvase. Con lo que terminó el acto, firmando los señores jueces por ante mí, que
doy fe. Se deja constancia que la Dra. Graciela Liliana Carambia no vota en virtud de lo
dispuesto por el art 125 LO.

Beatriz E. Ferdman Néstor Miguel Rodriguez Brunengo


Juez de Cámara Juez de Cámara

Fecha de firma: 14/08/2020


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Firmado por: BEATRIZ E. FERDMAN, JUEZ DE CÁMARA
Firmado por: NESTOR MIGUEL RODRIGUEZ BRUNENGO, JUEZ DE CAMARA

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