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"AÑO DEL FORTALECIMIENTO DE LA SOBERANÍA NACIONAL"

CARRERA:

Psicología

CURSO:
Psicopatología II

DOCENTE:
Beatriz Elva
silva Ángeles

INTEGRANTES:

Guillen Zelaya Katherine


Tineo milagros zapata
Vera Carranza diego

Chimbote – Perú

2022

1
INTRODUCCION

En este apartado el objetivo es aportar una visión general de la evolución del


concepto de disociación desde su inicio hasta la actualidad. Tanto los trastornos
disociativos, como los trastornos somatomorfos comparten, desde el punto de vista
histórico, su origen en la fenomenología de lo que antiguamente se conocía como
Histeria Psicógena, ya que ambos comparten el principio de conversión, es decir, la
no integración de un suceso de naturaleza estresora convirtiendo dicha información,
de manera defensiva, en sintomatología de carácter físico y psicológico.

El desarrollo del concepto del trastorno disociativo consiste en alteraciones en la


organización integrada de la identidad, la memoria, la percepción o la consciencia
(American Psychiatric Association, 2002). Cuando los recuerdos tienen un mal
funcionamiento, el trastorno resultante será una amnesia disociativa, la
fragmentación de la identidad producirá una fuga disociativa o un trastorno de
identidad disociativo, una percepción alterada conducirá a un trastorno de
despersonalización, mientras que la disociación de aspectos de la consciencia
producirá un trastorno por estrés agudo y varios estados disociativos por trance y
posesión. Estos trastornos son más una alteración en la organización o la estructura
del contenido mental, que de los contenidos en sí mismos (Spiegel, et al., 2011). A la
hora de abordar los trastornos disociativos se han de tener en cuenta tanto los
aspectos etiológicos y patognomónicos, como la variable nosológica circunscrita
alrededor de esta fenomenología, existiendo variabilidad en cuanto a la prevalencia
en función de los criterios diagnósticos y, teniendo presente que el constructo
disociativo puede presentarse en forma de síntoma, junto con otros síntomas
patológicos, como por ejemplo, una distorsión de la imagen corporal en un trastorno
alimenticio, en forma de síndrome comórbido a un trastorno de personalidad verbi
gratia, o en forma de trastorno puro, como puede ser la existencia de un trastorno de
despersonalización (American Psychiatric Association, 2002 ).

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Trastorno disociativo

Según Spiegel y Cardeña (1991), señalan que el desarrollo más relevante de la


comprensión moderna es la exploración de la relación existente entre el trauma y la
disociación. En consecuencia, señalan que el trauma es la experiencia de ser
convertido en un objeto o caso, por medio del rol de víctima de un individuo a otro o
la indiferencia de una interacción situación. Asimismo, es la experiencia extrema del
sentimiento de indefensión y de pérdida del control del sujeto, por lo que, el intento
de conservar el control mental durante el trauma se ha perdido el control físico.

El trastorno disociativo por trance en estudios de la India, demuestran que el trance


disociativo y la posesión son los trastornos disociativos más prevalentes, es decir,
aproximadamente el 3,5% de los ingresos psiquiátricos (Adityanjee, 1989). Además,
el trastorno de identidad disociativo, relativamente más frecuente en los Estados
Unidos de América, casi nunca se diagnostica en la India. Ciertos factores culturales
y biológicos pueden ser los responsables de los distintos contenidos y formas de los
síntomas disociativos. De todos modos, el mecanismo disociativo subyacente que
inhibe la integración de la percepción, la memoria y la identidad hace de estos
síndromes una clase importante de trastornos disociativos.

Las diferencias culturales influyen de un modo claro sobre casi todos los trastornos
mentales, y por tanto el contenido de los delirios religiosos será distinto en una
persona de religión hinduista o musulmana con una esquizofrenia que en una persona
de religión cristiana con el mismo trastorno. La depresión se presenta de una forma
distinta en China, pareciéndose más a lo que se solía llamar “neurastenia”, con un
predominio de los síntomas somáticos sobre los sentimientos de culpabilidad que se
suelen observar en los países occidentales (Kleinman, 1977). Del mismo modo, las
variaciones en la forma de los trastornos disociativos sólo sirven para subrayar la
omnipresencia del mecanismo disociativo.

Es interesante observar que la forma más común de trastorno disociativo en los


países occidentales es el trastorno de identidad disociativo, es decir, la experiencia de
fragmentación de la identidad individual, mientras que en los países orientales el
trastorno se presenta con posesiones por parte de un espíritu externo, una deidad u
otra entidad. Debido a la mayor organización socio céntrica de la cultura oriental,

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tiene sentido que el problema disociativo tome la forma de una identidad externa
intrusiva en los países orientales, mientras que en los países occidentales el trastorno
toma la forma de una competición entre las identidades internas.

Actualmente no disponemos de datos concluyentes sobre la prevalencia absoluta del


trastorno de identidad disociativo. La prevalencia estimada es del 3% entre los
pacientes psiquiátricos hospitalizados (Ross y col., 1991). De manera que, se ha
observado un aumento espectacular del número de casos en los últimos años. Los
factores que pueden influir en esta elevación incluyen una mejor consciencia general
de este trastorno entre los profesionales de la salud mental; la disponibilidad de
criterios diagnósticos específicos que se originaron a partir del DSM-III (American
Psychiatric Association, 1980) (Tabla 18-5); y una reducción de los diagnósticos
erróneos de un trastorno de identidad disociativo como una esquizofrenia o un
trastorno límite de la personalidad. Aunque que este aumento de casos está mejor
documentado en los Estados Unidos de América, un estudio reciente muestra en
Europa una fenomenología y una historia traumática similar (Boon y Draijer, 1993).

El trastorno de identidad disociativo cada vez se diagnostica con mayor frecuencia


durante la infancia (Kluft, 1984a), pero habitualmente emerge entre la adolescencia y
la tercera década de la vida; raramente se presenta como un trastorno nuevo a partir
de los 40 años, aunque existe un retraso considerable entre la presentación inicial de
los síntomas y su diagnóstico (Putnam y col., 1986).

Adicionalmente, se conoce que si no se trata, se convierte en un trastorno crónico y


recurrente. Raramente remite de forma espontánea, aunque los síntomas pueden
desaparecer durante largos períodos de tiempo (Kluft, 1985). El trastorno de
identidad disociativo se ha descrito c o m o «la patología del encubrimiento»
(Gutheil, citado por Kluft, 1988, p. 575). La disociación impide por sí misma el
autocontrol y la descripción precisa de los síntomas. Muchos pacientes que sufren
este trastorno no son totalmente conscientes de la extensión de la sintomatología
disociativa. Estos pacientes no suelen querer contar sus síntomas debido a que
frecuentemente hallan un escepticismo por parte de la gente.

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Comorbilidad

Las enfermedades psiquiátricas comórbidas principales con el trastorno de identidad


disociativo son los trastornos depresivos, los trastornos por abuso de sustancias y el
trastorno límite de la personalidad. Los trastornos sexuales, alimenticios y del sueño
se producen con menor frecuencia. Los pacientes con un trastorno de identidad
disociativo frecuentemente muestran una conducta auto mutilante, impulsiva, así
como sobrevaluan o infra valúan las relaciones que hacen que aproximadamente una
tercera parte de los pacientes con un trastorno de identidad disociativo cumplan
también con los criterios de un trastorno límite de la personalidad. Según Horevitz y
Braun (1984), estos individuos también muestran niveles más elevados de depresión
Por otro lado, los estudios más recientes ponen de manifiesto que los pacientes con
un trastorno límite de la personalidad muestran síntomas disociativos, especialmente
aquellos que refieren antecedentes de abusos físicos o sexuales. Por lo que, la
impulsividad, la ruptura y la hostilidad que frecuentemente se observan en algunos
estados de la personalidad de los ancianos son muy similares a la presentación de
muchos pacientes con un trastorno límite de la personalidad.

La comorbilidad es compleja, ya que los pacientes con diagnósticos concurrentes de


trastorno de identidad disociativo y de trastorno límite de la personalidad
(aproximadamente una tercera parte) tienen mayor probabilidad de cumplir también
con los criterios de un trastorno depresivo mayor. Además, frecuentemente también
cumplen los criterios de un TEPT, con escenas retrospectivas intrusivas de sueños
recurrentes sobre abusos físicos y sexuales, evitación y pérdida del placer de
actividades normalmente placenteras y síntomas de hiperactivación, especialmente
cuando son expuestos a recuerdos sobre los traumas infantiles (Kluft, 1985).

¿Qué es el trastorno disociativo?

Los trastornos disociativos se caracterizan por una interrupción y/o discontinuidad en


la integración de las funciones mentales normales. El trastorno de
despersonalización/desrealización, la amnesia disociativa y el trastorno de identidad
disociativo (TID) se incluyen en esta categoría. La teoría etiológica más aceptada los
relaciona con eventos traumáticos, negligentes y/o abusivos severos y crónicos en la
infancia. Así, la disociación protege al sujeto contra el dolor emocional.

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Síntomas

Los signos y síntomas dependen del tipo de trastornos disociativos que tengas, pero
pueden comprender:

 Pérdida de memoria (amnesia) de ciertos períodos, sucesos, personas e


información personal.
 Sensación de estar separado de ti mismo y de tus emociones.
 Percepción de que las personas y cosas que te rodean están distorsionadas
o son irreales.
 Un sentido confuso de la identidad.
 Estrés significativo o problemas en tus relaciones personales, tu trabajo y
otros ámbitos importantes de tu vida.
 Incapacidad para afrontar bien el estrés emocional o profesional.
 Problemas de salud mental, como depresión, ansiedad, y pensamientos y
comportamientos suicidas.

Trastornos Disociativos Principales

Amnesia disociativa

El síntoma principal es una pérdida de memoria que es más grave que un olvido
normal y que no puede justificarse por la existencia de una enfermedad, no puedes
recordar información sobre ti ni sobre acontecimientos y personas de tu vida, en
especial los relacionados con un momento traumático.

La amnesia disociativa puede ser específica de acontecimientos producidos en un


cierto momento, como combates intensos, o, con menor frecuencia, puede tratarse de
la pérdida completa de la memoria sobre ti mismo, a veces puede implicar que te
traslades o deambules en un estado de confusión que te aleje de tu vida (fuga
disociativa). El episodio de amnesia generalmente se presenta en forma repentina y
puede durar minutos, horas o, rara vez, meses o años.

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Fuga Disiciativa (Psicógena)

La persona parece tener un buen contacto con el ambiente y suele comportarse de


forma apropiada, presentando en ocasiones cierta desinhibición. Este trastorno se
suele caracterizar por:

La conducta de realizar viajes repentinos e inesperados lejos del entorno habitual.

La presencia de incapacidad para recordar todo o parte del pasado del individuo.

La presencia de confusión acerca de su identidad personal y en ocasiones la asunción


de nueva o nuevas identidades.

La ausencia de deterioro en el mantenimiento básico de uno mismo, y ausencia de


deterioro en las relaciones interpersonales.

Los viajes no tienen una duración determinada, puede ser de horas hasta semanas o
meses, durante este tiempo no suelen presentar muestras llamativas ni psicopatología
de tipo alguno; una vez recuperados suelen presentar dificultades para recordar los
acontecimientos que han acaecido durante las fugas.

Los factores predisponentes suelen ser:

-Acontecimientos estresantes (problemas conyugales, problemas económicos


guerras, catástrofes etc.).

.Estado de ánimo deprimido.

.Intentos de suicidio.

.Historia previa de abuso de alcohol.

.Historia previa de traumatismo craneal.

.Epilepsia.

-Otros factores orgánicos.

.Tendencia a mentir.

La mayoría de los casos de fuga disociativa afectan a adultos, la recuperación suele


ser rápida en un porcentaje significativo de ocasiones.

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Trastorno de identidad.

Este trastorno, antes conocido como disociativo o “trastorno de personalidad


múltiple”, se caracteriza por “alternar” diferentes identidades, es posible que sienta la
presencia de dos o más personas que hablan o viven en su cabeza y que sienta que
estas identidades le poseyeron.

Cada identidad puede tener un nombre, una historia personal y características únicas,
entre ellas, diferencias obvias de voz, género, tratos e incluso cualidades físicas,
como la necesidad de usar lentes. También hay diferencias en cuanto a la
familiaridad de cada identidad con las demás. Las personas con trastorno de
identidad disociativo, en general, también tienen amnesia disociativa y, a menudo,
sufren fuga disociativa.

Trastorno de despersonalización-desrealización.

Este trastorno implica una sensación continua o episódica de desconexión o de estar


fuera de uno mismo, al observar las acciones, sentimientos, pensamientos y a la
persona desde cierta distancia como si estuviera mirando una película
(despersonalización).

Es posible que otras personas y cosas que le rodean se perciban distantes, borrosas o
como en un sueño, que el tiempo transcurra más lenta o más rápidamente y que el
mundo parezca irreal (desrealización). Puede sentir despersonalización,
desrealización o ambas y es posible que los síntomas puedan ser profundamente
angustiantes, duren solo unos momentos o que vayan y vengan a lo largo de los años.

Trastorno disociativo no especificado

Se utiliza para todas aquellas formas de disociación patológica que no cumple los
criterios diagnósticos de ninguno de los trastornos disociativos descritos
anteriormente.

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Factores de riesgo

Las personas que padecen maltrato físico, sexual o emocional en la infancia durante
mucho tiempo corren mayor riesgo de manifestar trastornos disociativos, los niños y
los adultos que pasan por otros sucesos traumáticos, como guerras, desastres
naturales, secuestros, torturas o procedimientos médicos prolongados y
traumatizantes en la niñez, también pueden tener estos trastornos.

Complicaciones

Las personas con trastornos disociativos presentan un mayor riesgo de tener


complicaciones y trastornos asociados, tales como:

 Autolesiones o mutilaciones.
 Pensamientos y comportamiento suicidas.
 Disfunción sexual.
 Trastornos por alcoholismo y abuso de drogas.
 Depresión y trastornos de ansiedad.
 Trastorno por estrés postraumático.
 Trastornos de la personalidad.
 Trastornos del sueño, como pesadillas, insomnio y sonambulismo.
 Trastornos de la alimentación.
 Síntomas físicos, como aturdimiento o convulsiones no epilépticas.
 Dificultades considerables en las relaciones personales y en el trabajo.

Tratamiento

 Psicoterapia
Dirección terapéutica: Es posible ayudar a que los pacientes con un trastorno de
identidad disociativo aumenten el control sobre el proceso disociativo que subyace a
sus síntomas. La postura psicoterapéutica fundamental debe basarse en hacer

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comprender a los pacientes que, aunque ellos se perciben como fragmentados, en
realidad el problema fundamental radica en un fallo en la integración de la disparidad
de los recuerdos y los aspectos del y o. En este sentido, los pacientes presentan
menos de una personalidad, más que presentar varias. Por lo tanto, la meta de este
tratamiento es facilitar la integración de los elementos dispares. Esto puede realizarse
siguiendo varios métodos.

 Hipnosis: se conoce que su uso puede ser útil tanto a nivel terapéutico
como diagnóstico. Asimismo, facilita el acceso a las personalidades disociadas. Las
personalidades pueden surgir de forma espontánea durante la inducción hipnótica.
Una estrategia alternativa es hipnotizar al paciente y usar la regresión hipnótica para
ayudar al paciente a reorientarse en un tiempo en donde se manifestaba un estado
distinto de la personalidad

Psicofarmacología

 Existen muy pocas pruebas de que los fármacos psicoactivos sean de


gran ayuda en la resolución de las amnesias funcionales. Mientras que en el pasado
se utilizaban barbitúricos de corta duración, como el amobarbital sódico por vía
endovenosa, para resolver las amnesias funcionales, esta técnica ya no se emplea en
la actualidad, principalmente por sus malos resultados (Perry y Jacobs, 1982).
 En algunas ocasiones se han empleado los benzodiacepinas para facilitar
el recuerdo mediante el control de la ansiedad secundaria que se asocia con la
recuperación de los recuerdos traumáticos.
 También, Los antidepresivos son la clase de agentes psicotrópicos más
útiles para los pacientes con un trastorno de identidad disociativo.
 Estos pacientes frecuentemente sufren un trastorno distímico o una
depresión mayor, y cuando estos trastornos se producen, especialmente con signos
somáticos e ideas suicidas, la medicación con antidepresivos puede ser útil. Los
nuevos inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina son útiles debido a su
menor peligro de sobredosis comparados con los tricíclicos y los inhibidores de la
monoamino oxidasa (IMAO).

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CONCLUSIONES

 Los trastornos disociativos constituyen un desafío dentro de las


enfermedades psiquiátricas.
 El fallo en la integración de la memoria, la identidad, la percepción y
la consciencia que se observan en estos trastornos producen una
sintomatología que ilustra los problemas fundamentales de la
organización del proceso mental.
 Los fenómenos disociativos se producen frecuentemente durante y
después de un trauma físico, pero también pueden representar un
patrón defensivo transitorio o crónico.
 Los trastornos disociativos generalmente pueden tratarse y constituyen
un dominio donde la psicoterapia es la modalidad principal, aunque el
tratamiento farmacológico de las patologías comórbidas, como la
depresión, puede ser bastante útil.
 Los trastornos disociativos son omnipresentes a lo largo de todo el
mundo, aunque pueden tomar formas diferentes. Estos trastornos
representan un diagnóstico fascinante y un reto terapéutico y
científico.

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REFERENCIAS

Hales, R., Yudofsky, S. yTalbott, J. (2000). Trastornos de psiquiatria. pp. 679-686.


Recuperado de https://www.academia.edu/22473616/Tratado_de_psiquiatr
%C3%ADa_Robert_E_Hales

Rullán, M., López, V. y González, D. (2013). Los trastornos disociativos: abordaje


clínico y análisis de las repercusiones forenses en el victimario dentro del
ámbito penal. Psicopatología Clínica Legal y Forense, 13(1), 74-76.
Recuperado de https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=6380086

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