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ACTIVIDAD 4 - ESQUIZOFRENIA Y OTROS TRASTORNOS PSICÓTICOS

PSICOPATOLOGIA II

PRESENTADO POR:

YISEL PAOLA MUSLACO REYES

PRESENTADO A:

JONNATHAN PINILLA

PSICOLOGIA

FACULTAD DE CIENCIAS Y HUMANIDADES

2023
LA ESQUIZOFRENIA Y OTROS TRASTORNOS PSICÓTICOS
Al hablar sobre trastornos mentales, los que mejor recordación gozan en el imaginario
colectivo son la depresión y la esquizofrenia. Este último es uno de los trastornos que más
se ha estudiado y del que, muy probablemente, mayor literatura se encuentre. Desde la
antigüedad se hablaba de cómo personas manifestaban visiones, pensamientos, conductas y
expresiones extrañas que se relacionaban con la posesión por espíritus. Sin embargo, esta
sintomatología es, en gran medida, propia del trastorno esquizofrénico (Castillero, 2018).
De la misma manera que se atribuían los síntomas del trastorno esquizofrénico a
manifestaciones espirituales de corte religioso, hoy día tampoco se ha llegado a un
consenso de cómo se puede definir este trastorno. En 1869, el médico belga Morel
describió una enfermedad que llevaba al paciente a aislarse socialmente, a negligencia de su
persona y al deterioro psíquico, por lo que la denominó demencia precoz. Kraepelin en
1893 describe esta enfermedad de forma más completa al centrar su atención en sus
síntomas (Ortiz-Tallo, 2013, p. 90). En los años treinta, Minkowski señaló que la principal
característica de la esquizofrenia es que la psicosis produce una profunda transformación en
el contacto del paciente con el mundo que lo rodea (…), por lo que la transformación se
produce en relación con la realidad pre psicótica del enfermo y las pautas de
comportamiento social para su grupo de referencia (Talarn, 2015, p. 415)

En ese sentido, la esquizofrenia tiene varias definiciones tales como: un trastorno mental
grave y complejo que es caracterizado en la mayoría de los casos por la pérdida del
contacto con la realidad, acompañada por la presencia de alteraciones cognitivas,
emocionales, de la percepción del pensamiento y de la conducta (Sadock & Sadock citados
por Ortiz-Tallo, 2013, p. 91).

La American Psychiatric Association (2013) lo define como “anomalías en uno o más de


los siguiente cinco dominios: delirios, alucinaciones, pensamiento (discurso)
desorganizado, comportamiento motor muy desorganizado o anómalo (incluida la
catatonía) y síntomas negativos” (p. 87). Talarn (2015)

Lo caracteriza como la más alta expresión de la psicosis (…) Resulta altamente


incapacitante tanto en los episodios agudos como en las etapas posteriores (…) El
trastorno puede afectar prácticamente a todas las funciones y áreas del comportamiento
humano (pensamiento, percepción, afectividad, motricidad, adaptación al medio, hábitos de
vida, etcétera), con un nivel de alteración grave en cada caso (pp. 416, 417).

De acuerdo con la American Psychiatric Association (2013), hay unas características


claves que definen a los trastornos psicóticos y sirven como base para su diagnóstico. Los
delirios son creencias que no son susceptibles a cambiar cuando se tienen pruebas en su
contra y puede ser de diversas índoles como persecutorio, referencial, somático, religiosos
o de grandeza (p. 87). Por su parte, las alucinaciones son “percepciones que tienen lugar sin
la presencia de un estímulo externo”, vívidas, claras, con todo el impacto de
percepciones normales e involuntarias. Además, las más comunes en los trastornos
psicóticos y de esquizofrenia son las auditivas (American Psychiatric Association, 2013, p.
87). Asimismo, el pensamiento o discurso desorganizado hace referencia al cambio
constante del tema de conversación o discursos tan desorganizados que son incoherentes e
incomprensibles (American Psychiatric Association, 2013, p. 88). El comportamiento
motor muy desorganizado evidencia “problemas para llevar a cabo cualquier tipo de
comportamiento dirigido a un objetivo, con las consiguientes dificultades para realizar las
actividades cotidianas” (American Psychiatric Association, 2013, p. 88). Por último, los
síntomas negativos están asociados a una alta morbilidad en pacientes esquizofrénicos y
menos en individuos con otros trastornos psicóticos. Los dos síntomas negativos más
prominentes en la esquizofrenia son la expresión emotiva disminuida y la abulia
(American Psychiatric Association, 2013, p. 88).

Al ser los síntomas de la esquizofrenia y otros trastornos psicóticos muy heterogéneos, para
el caso de la primera se han hecho propuestas para agrupar la sintomatología y de esa
manera poder diagnosticar el trastorno. De esa manera, se habla de tres categorías para
hablar de síntomas esquizofrénicos: un factor positivo, aquellos que se encuentran de
forma excesiva o que son una exageración de las funciones normales; un factor
negativo, aquellos que muestran una disminución o pérdida de las funciones normales, y un
factor desorganizado, aquellos que se refieren a un trastorno del pensamiento (Ortiz-Tallo,
2013, pp. 92, 93).

En ese sentido, entre los criterios diagnósticos para la esquizofrenia se encuentran


períodos de más de un mes con delirios, alucinaciones, discurso desorganizado,
comportamiento catatónico o síntomas negativos, decaimiento de las funcionamiento
social, personal, laboral; persistencia por mínimo 6 meses de los síntomas descritos,
descarte de trastorno esquizoafectivo, depresivo o bipolar; no es atribuible a los efectos
fisiológicos del consumo de sustancias los síntomas y existencia de antecedentes de
trastornos en el espectro autista o de la comunicación al inicio de la infancia (America
Psychiatric Association, 2013, p. 99).

A partir de estos criterios, se hace necesario que ser muy preciso, puesto que hay otros
trastornos que podrían presentar algunos de los síntomas mencionados anteriormente y no
relacionarse con la esquizofrenia. El trastorno depresivo mayor o bipolar con
características psicóticas tienen una aparición de alucinaciones únicamente durante un
episodio depresivo o maníaco, por lo que no se trataría de esquizofrenia. De la misma
manera, en el trastorno del estrés postraumático, se incluyen escenas de cualidad
alucinatoria e hipervigilancia que puede alcanzar las proporciones de un delirio
persecutorio. Adicionalmente, el trastorno delirante difiere de la esquizofrenia porque no
presenta entre su sintomatología delirios, alucinaciones, discurso desorganizado, entre
otros síntomas asociados a la esquizofrenia. Por último, hay otros trastornos mentales
asociados con episodios psicóticos que suelen presentar síntomas psicóticos, pero por un
corto período de tiempo (American Psychiatric Association, 2013, pp. 104, 105).

El trastorno de la esquizofrenia también tiene un espectro del que se desprende una


clasificación. En la esquizofrenia paranoide, los síntomas que se relacionan son la
incoherencia, afecto aplanado y la conducta desorganizada es secundaria. Además, tienen
ideas delirantes de persecución o grandeza y alucinaciones relacionadas a los delirios. Los
individuos se muestran tensos, suspicaces, cautelosos, reservados y, algunas veces, hostiles
o agresivos. Este tipo de esquizofrenia tiene un pronóstico favorable por el hecho de que las
capacidades laborales y de relacionarse se ven poco afectadas. Por su parte, la esquizofrenia
desorganizada o la antigua hebefrenia tiene como característica principal la desorganización
del pensamiento que se puede observar a través del lenguaje, una conducta inhibida y
caótica y el afecto es aplanado e incongruente. En ese mismo sentido, el rasgo principal de
la esquizofrenia catatónica es un trastorno en la función motora, por lo que predominan
signos psicomotores como manierismos, estereotipias, negativismo. Adicionalmente, los
individuos pueden presentar trastornos del habla como ecolalia o mutismo. Por último,
la esquizofrenia residual es cuando la sintomatología grave en el trastorno desaparece, pero
siguen presentes signos de alteración de dos o más síntomas como retraimiento social y
embotamiento emocional (Ortiz-Tallo, 2013, pp. 96, 97).

El origen de la esquizofrenia es desconocido. El modelo más aceptado hoy día es el de


diátesis-estrés que explica que existe una vulnerabilidad biopsicológica al trastorno, sea
genético o biológico, que en ciertas circunstancias como el estrés se traduce a un trastorno
esquizofrénico. En ese sentido, el hecho de que los síntomas y los pronósticos de
la esquizofrenia son heterogéneos, la etiología no puede ser única, por lo que se
tienen factores genéticos, biológicos y psicosociales o ambientales. Los factores genéticos
nos dicen que hay una prevalencia a la esquizofrenia en los familiares de personas que han
padecido el trastorno que en la población general. Por otra parte, la biología y la
neuroquímica pueden incidir en la causa del desarrollo de esquizofrenia a través de un
neurotransmisor llamado dopamina porque las personas esquizofrénicas tienden a
desarrollar una hiperactividad dopamínica en la zona mesolímbica. Sumado a lo anterior,
existe igualmente una deficiencia en ácido gamma-aminobutírico y acetilcolina que son los
antagonistas que no permiten la hiperproducción del neurotransmisor. Por último,
elementos psicosociales y ambientales como la expresión intensa de las emociones en las
familias podría ser un factor de prevalencia de al esquizofrenia (Ortiz-Tallo, 2013, pp. 100,
101, 102).

Ahora bien, como se ha mencionado anteriormente, los síntomas esquizofrénicos no se


atribuyen exclusivamente a este trastorno. Es por esto que existen otros trastornos
psicóticos que se relacionan con la esquizofrenia. El trastorno esquizofreniforme tiene una
sintomatología similar a la esquizofrenia, sin embargo, la duración es inferior a los seis
meses y no conlleva a un deterioro de la funcionalidad del individuo. Muchos
pacientes del trastorno esquizofreniforme presentan deterior funcional solamente cuando
sufren un episodio esquizofrénico, por lo que no es probable que este deterioro sea
progresivo en áreas sociales y laborales. Asimismo, la prevalencia es mayor en
adolescente y jóvenes y tiene un mejor pronóstico que la esquizofrenia, puesto que los
síntomas son más afectivos (Ortiz-Tallo, 2013, pp. 102, 103). El trastorno
esquizofreniforme puede confundirse con otros trastornos mentales y/o afecciones
médicas tales como trastorno depresivo o bipolar con características psicóticas, la
esquizofrenia, el trastorno psicótico breve o el trastorno esquizotípico. Al ser los criterios
diagnósticos similares a la esquizofrenia, la única variación es su duración, el diagnóstico
diferencial de la esquizofrenia se aplica igual para el trastorno esquizofreniforme
(American Psychiatric Association, 2013, pp. 98, 99).

El trastorno esquizoafectivo se caracteriza por un solapamiento de un episodio afectivo


(depresión mayor, manía o mixto) con dos o más síntomas clínicos de la esquizofrenia sin
que se diagnostiquen de forma individual. Aparece durante un mes y le preceden dos
semanas de ideas delirantes o alucinaciones. Este trastorno tiene mejor pronóstico que la
esquizofrenia y peor pronóstico que los del estado del ánimo (Ortiz-Tallo, 2013, p. 104). Al
igual que los otros trastornos psicóticos, el esquizoafectivo puede confundirse con
esquizofrenia o trastornos bipolar y depresivo. Así, para distinguirlo es clave reconocer que
el esquizoafectivo tiene presencia de delirios o alucinaciones durante al menos 2
semanas y una ausencia de un episodio mayor del estado de ánimo (American Psychiatric
Association, 2013, pp. 109, 110).

El trastorno delirante tiene como única o principal manifestación un delirio fijo,


inquebrantable que dura al menos un mes y no deteriora gravemente la actividad
psicosocial. Epidemiológicamente, es ligeramente más preponderante en mujeres y les
desarrolla delirios erotomaníacos, mientras que en los hombre, paranoides (Ortiz-Tallo,
2013, p. 104). Este trastorno se diferencia del depresivo bipolar y esquizofrénico por la
alteración del estado de ánimo y los delirios y la gravedad de los síntomas del estado de
ánimo. El diagnóstico de este trastorno se hace si la duración total de los episodios de los
estados de ánimo es breve en comparación a la sintomatología delirante (American
Psychiatric Association, 2013, p. 93).

El trastorno psicótico breve se caracteriza por una alteración psicótica con duración
mayor de un día y menor de un mes con un retorno completo al nivel de actividad anterior.
Los síntomas son conducta extraña y grotesca, confusión, desorientación y labilidad
afectiva que va desde la exaltación hasta la tendencia suicida. Estos son frecuentes en
personas con trastornos previos de la personalidad o que han estado inmersos en
situaciones de enorme estrés como desastres naturales o cambios culturales llamativos
(Ortiz-Tallo, 2013, p. 105). Las personas que sufren trastornos de la personalidad pueden
presentar breves períodos de síntomas psicóticos. Sin embargo, se debe evaluar si
persisten más de un día para poder diagnosticarlo como psicótico breve. De la misma
manera, hay que diferenciar que el trastorno psicótico breve puede presentar síntomas
similares a los que se inducen por sustancias, por lo que se debe recurrir a pruebas de
laboratorios para saber si no hay un efecto fisiopatológico de una sustancia que provoque
los síntomas (American Psychiatric Association, 2013, p. 96).

El trastorno psicótico compartido está caracterizado por que una o varias ideas delirantes
surgen en el contexto de una relación entre dos o más personas. Es un trastorno poco
frecuente que tiene mayor prevalencia en mujeres y personas con discapacidad física que
dependen de otros. Los miembros de las familias están involucrados en el 95% de los casos.
Si bien la causa es psicológica, puede haber también una influencia genética, pues el
trastorno afecta a los miembros de la misma familia. Asimismo, se evidencia una
situación de aislamiento social en el que hay una persona sumisa y dependiente y otra
dominante que es la que posee el sistema psicótico (Ortiz-Tallo, 2013, p. 105).

El trastorno psicótico inducido por sustancias o medicamentos presenta delirios o


alucinaciones que son inhibidos por el consumo de un medicamente o sustancia o como
resultado de una intoxicación o abstinencia de estos químicos. En este trastorno es clave
diferenciar si se trata de intoxicación o abstinencia de sustancias psicoactivas tales como
opiodes, sedantes, cannabis o alcohol, pues estas alteran la percepción de los individuos.
Para diferenciarlo es necesario que la prueba de realidad permanezca intacta, es decir, que
el sujeto sea capaz de reconocer que la percepción alterada es producto de la sustancia
consumida y no lo ve como algo real (American Psychiatric Association, 2013, p. 110 y
114).

En conclusión, la esquizofrenia y los trastornos psicóticos tienen características


sintomatológicas comunes como los delirios, las alucinaciones y baja afectividad. En
consecuencia, es primordial poder reconocer los síntomas asociados a cada trastorno
según sus criterios diagnósticos para evitar dar un parte equivocado al paciente. De la
misma manera, es importante que en el diagnóstico se pueda estudiar los antecedentes
biológicos y genéticos de los individuos para de esa forma encontrar el origen del
trastorno y de allí llegar a una terapia o tratamiento farmacológico adecuado.
REFERENCIAS

American Psychiatric Association. (2013). Diagnostic and statistical manual of mental


disorders (DSM-5®).

American Psychiatric Pub. Ortiz-Tallo, M. (2013). Psicopatología clínica: adaptado al


DSM-5. Madrid: Difusora Larousse - Ediciones Pirámide.

Talarn Caparrós, A. (Comp.) (2015). Manual de psicopatología clínica (2a. ed.).


Barcelona, Herder Editorial.

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