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Marco Teórico

Biografía

Carl Gustav Jung

Carl Gustav Jung nació en 1875, en Kesswil (Suiza), un pueblecito junto al lago

Constanza en el cantón suizo de Thurgau. Formará parte del seno de una familia de ascendencia

alemana y de tradición eclesiástica (su padre era pastor luterano), perteneciendo sus padres a dos

importantes familias de la Basilea del siglo XIX. El abuelo paterno de Jung, Carl Gustav Jung

(1794-1864), médico exiliado de Heidelberg, organizó la facultad de medicina de la  Universidad

de Basilea, donde enseñó anatomía y medicina interna, y la ampliación de su hospital general.

Todo ello gracias a su relación de amistad con A. von Humboldt. Sería también el rector de dicha

universidad, conocido dramaturgo y Gran Maestre de los francmasones suizos. También dirigió

una institución psicológica para niños con déficits psíquicos. El abuelo materno, Samuel

Preiswerk (1799-1871) fue arcipreste de la iglesia de Basilea, filólogo autor de una gramática

hebrea, y precursor y promotor del sionismo. El Romanticismo estaba continuamente presente en

el hogar, con aparición de espectros y demás fenómenos parapsicológicos. El padre

de Jung, Paul Achilles (1842-1896) abandonó su carrera de filólogo en lenguas semíticas para

ejercer como clérigo en una iglesia reformada suiza. Ampliaría su labor en la clínica psiquiátrica
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Friedmatt de Basilea desde 1888. Fallecerá meses después de que Jung iniciara su carrera

de medicina en la Universidad de Basilea. Su madre Emilie Preiswerk (1848-1923) se

caracterizó por ser una personalidad marcadamente disociativa que determinó enormemente el

rasgo intuitivo de Jung. Un primer hermano de Jung, Paul, nacido en 1873, fallecería al poco

tiempo. En 1884, y con 9 años de diferencia nacerá su única hermana Johanna Gertrud, que

moriría en 1935.

Infancia de Carl Gustav Jung

1875-1886 (0- 11 años)

De niño fue introvertido y muy solitario. Aunque la relación con sus progenitores era muy

próxima y afectuosa, desde temprano sentiría cierta decepción por la manera en que su padre

abordaba el tema de la fe, a la que consideraba tristemente precaria. La «religión teológica» no

podía servirme para nada, pues no correspondía a mi experiencia de Dios. Sin esperanza de saber,

exigía creer.

Esto lo había intentado mi padre con grandes dificultades y había fracasado en ello. Mal

podía mi padre defenderse contra el ridículo materialismo del psiquiatra. ¡Esto era también algo

que debía creerse exactamente como la teología! Yo estaba más seguro que nunca que a ambas
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les faltaba tanto la crítica del conocimiento como la experiencia. Atravesó gran parte de su

infancia sin poder relacionarse con hermanos o hermanas. En parte por este hecho, acostumbraba

a jugar con elementos de la naturaleza y se servía de su imaginación para tejer extravagantes

líneas narrativas acerca de todo lo que experimentaba. Sin embargo, las asociaciones mentales

insólitas y los simbolismos que poblaban la mente del joven Jung no limitaban su reinado a las

horas que este pasaba despierto. Su padre lo inició en el latín a la edad de 6 años, lo que desde el

principio aceptó con gran interés, en especial por el lenguaje y la literatura antigua. Además de

leer la mayoría de las lenguas modernas del occidente europeo, Jung también leía

alternativamente varias otras lenguas antiguas como el sánscrito. Jung empezó muy pronto a

tener sueños muy vívidos y con una fuerte carga simbólica. Y, como era de esperar de alguien

que dedicó gran parte de su carrera a estudiar lo onírico, al menos uno de estos sueños lo marcó

de por vida. Cuando apenas contaba tres o cuatro años, Jung soñó que descendía por un oscuro

agujero rectangular que parecía estar cavado en una pradera.  Al llegar al fondo del hoyo,

encontró un arco del que pendía una cortina verde que parecía cerrarle el paso. Jung, movido por

la curiosidad, apartó la cortina con un brazo para encontrar, al otro lado, algo parecido a la

cámara real de un palacio, con techo alto y una alfombra roja que describía un camino hacia un

lugar importante. Al final de la alfombra, presidiendo la estancia, un impresionante trono real de

gran tamaño, sobre el cual reposaba una criatura extraña: un monstruo con forma de árbol,

consistencia de piel humana y sin más rostro que un solo ojo en la parte superior del tronco. La

criatura permanecía inmóvil y ni siquiera daba muestras de reaccionar ante su presencia, y sin
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embargo Jung tenía la sensación de que en cualquier momento podía ponerse a reptar por el suelo

y alcanzarlo rápidamente. En ese momento, oyó cómo su madre gritaba, desde la entrada de la

fosa: "¡Míralo! ¡Es el comedor de hombres!" en ese momento, el puro terror hizo que el

pequeño Carl se despertase. Muchos años después, ofreció una interpretación de este sueño

basado en el simbolismo fálico del dios subterráneo y el del velo verde, que cubre el misterio. Y,

aunque pueda parecer que experimentar esta especie de pesadilla suponga una experiencia muy

desagradable, Jung llegó a considerar que este sueño fue su inicio en el mundo de los misterios, el

estudio de la religión y los símbolos, y el funcionamiento de lo que más adelante sería llamado lo

inconsciente. La predisposición hacia la espiritualidad de Jung ; Este sueño, unido a la gran

imaginación y curiosidad hacia temas abstractos que Jung tenía desde una edad muy temprana,

hizo que experimentase cada vez más con las diferente maneras de acceder a lo divino y lo

oculto, normalmente a través de pensamientos auto-inducidos. El hecho de que en su familia

existiesen tantas personas fuertemente relacionadas con el  luteranismo y que su madre tuviese un

comportamiento errático que parecía no responder del todo a lo que ocurría en el mundo de lo

observable (ya que parecía pasar por episodios de disociación de la realidad), hizo que naciera en

Jung una doble espiritualidad: una que era luterana y otra que se basaba en ideas más

relacionadas con el paganismo. Jung empezó a desarrollar una sensibilidad extraordinaria para

relacionar entre sí sensaciones e ideas que aparentemente poco tenían en común. Este fue uno de
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los rasgos característicos que definieron la manera de pensar de Carl Gustav Jung tal y como lo

conocemos hoy, y que lo llevaría a adoptar con facilidad los planteamientos del psicoanálisis.

Adolescencia de Carl Gustav Jung

1887-1896 (12-21 años)

Jung era un chico solitario en su adolescencia, no le importaba mucho el colegio y no

soportaba la competición. Acudió a un colegio interno en Basel, Suiza, donde se encontró

frontalmente con los celos de sus compañeros. Empezó a utilizar la enfermedad como excusa,

desarrollando una tendencia de desmayarse cuando estaba sometido a una gran presión. Al llegar

a su segunda década de vida, Jung se convirtió en un ávido lector. Se interesaba por muchos

temas y encontraba en la lectura un excelente pasatiempo, de manera que cada vez que saciaba

una serie de dudas sobre un tema le asaltaban otras tantas originadas en su nueva base de

conocimiento. Además, le interesaba desarrollarse como persona en dos sentidos distintos: en los

aspectos cotidianos o sociales y en los temas relacionados con los misterios de la vida. La lectura

le permitió tener materia prima con la que trabajar para hacer progresos en ambos flancos, pero

sus aspiraciones no llegaban a verse satisfechas nunca, lo cual lo movía a seguir investigando.

Especialmente cautivado por la obra literaria de Goethe. También era profundo su interés por los

ensayos de filósofos como Von Hartmann y Nietzsche. En su autobiografía, describe el


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acercamiento a la obra de este último, «Así habló Zaratustra», como una experiencia

conmocionante, sólo comparable a la inspirada por el «Fausto» de Goethe.

Carl Gustav Jung Periodo Universitario

Antigua Universidad de Basilea

1894-1900 (19 a 25 años)

Jung anhelaba estudiar arqueología en la universidad, pero su familia carecía de recursos

para enviarlo más lejos de Basilea, donde no dictaban esa carrera, por lo que (contra los deseos de

su entorno) decidió estudiar medicina en la Universidad de Basilea, entre 1894 y 1900, pudiendo

ingresar en una asociación estudiantil, la Zofingia, a la que ya había pertenecido. El estudiante,

antes introvertido, se volvió mucho más vívido en el nuevo contexto académico.

En 1898 comenzó a reconciliarse con su futura profesión de médico con la convicción de

que debía especializarse. Disponía de dos opciones: cirugía o medicina interna. Me inclinaba por

lo primero a causa de mi especial formación en anatomía y por mi predilección en anatomía

patológica, y lo más probable era que hubiese optado por ella si hubiera dispuesto de los

necesarios medios económicos. Se conformaría finalmente con la modesta posibilidad de trabajar

como asistente en un hospital local con la finalidad de evitar contraer deudas para poder estudiar.
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Durante las vacaciones de verano, acontecieron dos sucesos los cuales irían conformando

el destino y evolución profesional de Jung. La ruptura por la mitad de una mesa redonda de

nogal, con setenta años de antigüedad, en presencia de su madre, hermana y criada, y catorce días

después, un aparador, mueble originario del siglo XIX. En su interior se hallaba la cesta del pan,

rectangular, dispuesta de tal modo que en una esquina se encontraba el mango del cuchillo y en

las otras tres, los tres trozos en que había quedado dividido el utensilio. Descartándose

causalidades al uso, supieron de ciertos familiares inmersos en prácticas espiritistas, y de

una médium de poco más de quince años, los cuales decían querer ponerse en contacto con él.

Todo ello atrajo el interés de Jung, generando a lo largo de dos años la elaboración de su

propia tesis doctoral: «Acerca de la psicología y patología de los llamados fenómenos ocultos»

(«Zur Psychologie und Pathologie sogenanter occultes Phänomene»), realizada con el

profesor Eugen Bleuler en la facultad de medicina de la Universidad de Zürich en 1902. Aun

cuando se aludía a una tal «señorita S. W.» en realidad se trataba de su prima Hélène Preiswerk.

En la clínica, Friedrich von Müller sustituyó al viejo Immermann, proponiéndose a Jung

el cargo de ayudante en Munich, hacia el final de sus estudios. Todo parecía balancearse hacia la

práctica de la medicina interna, si no fuera porque la mano del destino unida a la curiosidad le

hicieran ojear el Manual de psiquiatría del psiquiatra alemán Richard von Krafft-Ebing.

Trabajo Profesional

Clínica Burghölzli
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Me hallaba en la más viva excitación, pues fue para mí como una fulminante revelación

de que no había para mí otra meta más que la psiquiatría. Sólo aquí las dos corrientes de mi

interés podían confluir y encontrar su cauce por medio de un declive común. Aquí se hallaba el

campo común de las experiencias de los hechos biológicos y espirituales, que por todas partes yo

había buscado sin encontrarlo. He aquí, por fin, el lugar en que el cruce entre mi naturaleza y

espíritu era ya un hecho.

El 10 de diciembre de 1900 ocuparía su puesto de ayudante en la clínica psiquiátrica de

Burghölzli durante tres años, dejando atrás Basilea y marchando gustoso a Zurich. Como

mencionaría con su ya habitual ironía «durante medio año me encerré para habituarme a la vida y

al espíritu de un manicomio y me leí los cincuenta volúmenes de la Revista general de

Psiquiatría desde sus orígenes, para conocer la mentalidad psiquiátrica». «En tales condiciones

comenzó mi carrera de psiquiatra, mi experimento subjetivo del cual nació mi vida objetiva».]

Matrimonio de Carl Jung con Enma Rauschenbach

14 de febrero de 1903

Matrimonio: Emma Jung, llamada realmente Emma Rauschenbach (Schaffhausen, 30 de

marzo de 1882–Zúrich, 27 de noviembre de 1955), fue analista y escritora suiza. Provenía de una

vieja familia suizo-alemana de industriales ricos, su padre fue propietario de la conocida firma
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relojera IWC. Conoció a Carl Gustav Jung cuando ella tenía dieciséis años de edad (algunas

fuentes citan quince años) y él contaba con veintiuno.

Se casaron el 14 de febrero de 1903 (el día de San Valentín), siete años después de conocerse.

Tuvieron cinco hijos. La prosperidad de la familia de Emma permitió a C. G. Jung disponer de

una libertad financiera añadida que sin duda favorecería su propio trabajo e intereses. Emma se

tomó un fuerte interés en el trabajo de su marido y llegó a ser una notable psicoanalista en su

propio campo. Desarrolló un particular interés en la leyenda del Grial. Ya era psicoanalista antes

de que se casaran, aunque su independencia de Jung en este campo es fuertemente discutida.

También tuvo una correspondencia regular con Sigmund Freud. En algún momento alrededor del

nacimiento de su quinto y último hijo, en 1914, Jung comenzó una relación con una paciente

joven, Toni Wolff, que duró por décadas. Deirdre Bair, biógrafa de Carl, describe a Emma

expresando que Toni era su otra esposa ante la insistencia de Jung de que ésta formaba parte de

su vida; Wolff intentó persuadir a Jung para que se divorciase de Emma, pero éste no accedió.

Antes, el Dr. Jung había tenido una relación con Sabina Spielrein.

Relación Carl Gustav Jung con Sigmund Freud

Siendo un gran admirador de Freud, por fin le conoció en Viena en 1907. Dice la historia

que después de conocerle, Freud canceló todas sus citas del día, para continuar una conversación
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que duraría 13 horas continuas. ¡Tal fue el impacto de este encuentro entre estas dos mentes

privilegiadas!. Eventualmente, Freud consideró a Jung como el príncipe de la corona del

psicoanálisis y su mano derecha. Pero Jung nunca se apoyó en su totalidad a la teoría freudiana.

Su relación empezó a enfriarse en 1909, durante un viaje a América. En este viaje, ambos se

entretenían analizándose los sueños de cada uno (aparentemente de manera más desenfadada que

seria), cuando en un momento determinado Freud demostró una excesiva resistencia a los

esfuerzos de análisis de Jung. Finalmente, Freud le dijo que debían parar, ya que él se sentía con

temor a perder su autoridad. Evidentemente, Jung se sintió insultado. La Primera Guerra Mundial

fue un periodo especialmente doloroso de auto-examen para Jung. Sin embargo, era solo el

principio de una de las teorías de la personalidad más interesantes que el mundo haya visto.

Después de la guerra, Jung viajó mucho; desde tribus de África hasta poblaciones de América y

la India. Se jubiló en 1946, retrayéndose de la vida pública a partir de este momento hasta la

muerte de su esposa en 1955. Murió el 6 de junio de 1961 en Zurich.

  Diferencia de Freud, Jung parte de la idea de que la estructura de la personalidad debe

ser tomada como un todo consciente o inconscientemente; relacionado con el pensamiento, las

emociones y la conducta; a diferencia de Freud que consideraba que las cuestiones psíquicas no

bastaban con la unidad de la conciencia. Además Freud dividía la vida psíquica del individuo en

lo consciente y preconsciente (yo o ego), el subconsciente (ello) y el superyó (súper ego); Jung lo

dividía en otros tres niveles: conciencia, consciente personal y consciente colectivo; mostrándose

así diferencias en el psicoanálisis. También Jung no apoyaba del todo la idea de sobreponer la

sexualidad en todo, principalmente en los primeros años de vida tal como Freud. Jung aseguraba
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que la sexualidad era parte importante de la persona, pero no fuente de problemas en un futuro.

Además mientras Freud tomaba las fases psicosexuales en el desarrollo de la persona y su

importancia en la vida como se sabe oral, anal, fálica, latencia y genital, Jung consideró otro

modelo y sólo las define como periodos normales de vida, siendo estas la infancia, la juventud y

la adultez joven, edad mediana y la vejez. Por último, la interpretación de los sueños fue

distinta, pues Freud creía que a través de su análisis descubriría las razones de los impulsos

reprimidos y teniendo significados fijos; en cambio para Jung no existían descripciones fijas y

por tal motivo era imposible ayudar y analizar a un paciente a partir de estas interpretaciones.

Actividad en el campo de la psiquiatría

Artículo principal: Historia de la psiquiatría

Ante la pregunta «¿qué sucede en la enfermedad mental?», Jung se encontrará por

entonces, dado el estado de avance de la disciplina a inicios del siglo XX, con una labor de

abstracción de la personalidad enferma y un reduccionismo dirigido a diagnósticos, descripción

de síntomas y estadísticas. La psicología del enfermo mental y su correspondiente individualidad

implícita eran inexistentes. De ahí que el posterior encuentro con Sigmund Freud le ayudase a
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revertir dicha tendencia, sobre todo a través de la psicología de la histeria y del sueño. Freud

insertaba en la psiquiatría cuestiones de la psicología, aun siendo realmente neurólogo.

Método de asociación, de 1910. Será en este contexto donde comience a elaborar y aplicar

su famosa prueba de asociación o experimento de asociación de palabras que lleva su nombre,

recordando con ello el caso de una joven melancólica e infanticida, diagnosticada

de esquizofrenia o dementia praecox grave. El resultado obtenido catorce días después fue el alta

hospitalaria y que nunca más fuera internada.

Recapitula Jung diciendo que la verdadera terapéutica comienza con la investigación de

la historia personal secreta de la persona aquejada por su enfermedad; su averiguación debe

remitir al profesional hacia lo consciente, pero también, y sobre todo, a lo inconsciente, con lo

que el ensayo de asociación, la interpretación de los sueños y el contacto humano con el paciente

son de vital importancia. Todo diagnóstico debe ir acompañado por tanto de dicha historia

personal antes de recabar en la correspondiente solución psicoterapéutica.

En 1905 se doctoró en psiquiatría, pasando simultáneamente a ser médico jefe de la

clínica psiquiátrica de la Universidad de Zurich durante cuatro años, hasta su renuncia en 1909,

debido al exceso de trabajo. Conservaría sin embargo su cargo de profesor auxiliar hasta 1913.

Por entonces focalizaba su interés en psicopatología, psicoanálisis y la psicología de los pueblos

primitivos. Jean-Martin Charcot estableció la relación entre espiritismo e histeria en 1880. Se

interesó a su vez en la hipnosis, así como en las figuras de Pierre Janet y Flournoy. El caso de la

dama de 58 años aparentemente curada milagrosamente de su parálisis dolorosa en la pierna


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izquierda y en su espalda, convenció a Jung de la inoperancia real de la hipnosis al descubrir que

ésta podía explicarse en su mayor medida por la teoría de la transferencia. Y es que la

madre proyectaba en la figura del psicoterapeuta el ideal de un hijo aquejado psíquicamente y

que además se ubicaba en la propia clínica. El hecho de obrar a ciegas, y su consecuente

incertidumbre, además de incluir una postura directiva indeseada, hizo que Jung, al igual que

hiciera Freud, descartase la hipnosis como método terapéutico, y se dirigiese hacia la

interpretación de los sueños y de otras manifestaciones de lo inconsciente.

De 1904 a 1905 fundará en la clínica psiquiátrica un laboratorio de psicopatología

experimental, de donde surgirán tanto la prueba de asociación como los experimentos

psicogalvánicos, siendo posteriormente invitado en 1909, por la Universidad de Clark, a exponer

sus trabajos. También Freud sería invitado de modo independiente, recibiendo ambos el grado

de Doctor of Laws honoris causa.

Por entonces se iniciarían sus sospechas respecto del origen psíquico de la esquizofrenia.

Diversos casos, sobre todo el de Babett S., le llevarían incluso a comprender por vez primera el

lenguaje de las personas aquejadas de dementia praecox. Me di cuenta más de una vez que en

tales pacientes se oculta en el trasfondo una persona que debe definirse como normal y que en

cierta medida es testigo. (…) En los enfermos mentales sólo es visible exteriormente la trágica

destrucción y sólo excepcionalmente la vida de aquel aspecto del alma que se nos oculta.
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Elementos Centrales de su Teoría

Según Jung, todos los seres humanos poseen un proyecto genético que se despliega, si se

dan las condiciones apropiadas.  El proceso de convertirse en una persona completamente

diferenciada e integrada es el que Jung denomina individuación. La maduración consiste en

diferenciación, realización de los potenciales, expansión de las experiencias y la realización del

yo. La integración de todas las partes de la personalidad hace posible que el ego se recentre como

el núcleo de la psique, entonces se vuelve el yo.

Estructura de la Psique

La psique se compone de un consciente y un inconsciente. El centro de la conciencia es el

ego, el cual sirve primordialmente a la persona. La capa inconsciente incluye un inconsciente

personal, con complejos como componentes principales, y un inconsciente colectivo, con

arquetipos como estructuras primarias.

El inconsciente personal: contiene experiencias que han sido desatendidas o reprimidas.

El inconsciente colectivo: es heredado y es un determinante principal de los tipos de

experiencias que son posibles para los seres humanos. Contiene formas de pensamiento que se

conocen como arquetipos.


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Los arquetipos, formas de pensamiento heredadas, son únicamente predisposiciones a tener

ciertas experiencias hasta que las activan acontecimientos verdaderos. Los arquetipos se

modifican con el aprendizaje. Cuando los arquetipos son modificados en forma apropiada,

ayudan en el proceso de percibir correctamente. Se activarán más arquetipos conforme se amplía

nuestra experiencia. Una imagen arquetípica puede dominar tanto las funciones perceptuales e

interpretativas del ego, que distorsiona seriamente el juicio. Los arquetipos se entienden como

imágenes reales que representan experiencias humanas comunes y figuras importantes. Algunos

arquetipos son tan básicos para la naturaleza humana que actúan como necesidades que deben

satisfacerse. La expresión común de los arquetipos son los símbolos y los rituales.

Hay una palabra que Jung utiliza muchas veces para expresar una cualidad esencial de los

arquetipos, la numinosidad. Repetidas veces Jung habló de la fuerza numinosa de los arquetipos.

Dado el carácter sagrado o de deidad del numen (deidad pagana) se hace posible comprender el

alcance que Jung confiere a los arquetipos y al inconsciente. Reconoce al inconsciente la

capacidad de intuir y hasta la posibilidad de hacerse con todo el control de la psique y poseer al

individuo como explicación a los fenómenos de posesión espírita. Jung busca e investiga a los

arquetipos en las doctrinas de las tribus primitivas, en las doctrinas secretas esotéricas, en las

religiones, en los mitos y leyendas, en los símbolos del tarot, en las imágenes de la alquimia y

muy especialmente en los sueños.

A continuación describimos algunos arquetipos Jungianos, ya que son múltiples

abordaremos los más resaltantes.


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La Sombra

La sombra no es el total de la personalidad inconsciente. Representa cualidades y

atributos desconocidos o poco conocidos del ego: aspectos que, en su mayoría, pertenecen a la

esfera personal y que también podrían ser conscientes. En algunos aspectos, la sombra también

puede constar de factores colectivos que se entroncan fuera de la vida personal del individuo. La

sombra no consiste solo en omisiones, también se manifiesta a través de actos impulsivos o

impensados. Esta contiene generalmente valores necesitados por la conciencia, pero que existen

en una forma que hace difícil integrarlas en nuestra vida, por ello que la sombra se convierta en

nuestra amiga o enemiga depende únicamente de nosotros mismos. De hecho, es como cualquier

ser humanos con quien interactuamos, a veces nos entendemos cediendo, otras veces resistiendo,

otras veces mostrando amor, en fin depende de la situación. Esta llega a hacerse hostil solo

cuando es desdeñada o mal comprendida. Cuando Jung llamó sombra a un aspecto de la

personalidad inconsciente, se refirió a un factor relativamente bien definido. Sin embargo, a

veces todo aquello que es desconocido para el ego se mezcla con la sombra, incluso aquellas

fuerzas más valiosas elevadas y vitales. En este caso, éstas deben ser asimiladas a experiencias

efectivas y no reprimidas. Corresponde por lo tanto al ego renunciar a su orgullo y vivir conforme

a algo que parece oscuro, pero que en realidad puede no ser así.
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El Ánima: La Mujer Interior

La aparición de la sombra no necesariamente acarrea problemas éticos, difíciles y sutiles.

Con frecuencia emerge otra figura interior. Si quien tiene el sueño es un hombre descubrirá una

personificación femenina de su inconsciente y si es una mujer, aparecerá entonces una masculina.

En la mayoría de los casos esta figura aparece tras la sombra produciendo nuevos problemas

diversos. Jung las llamó ánimus y ánima. El ánima es una personificación de todas aquellas

tendencias psicológicas femeninas dentro de la psique de un hombre. Tal es el caso de vagos

sentimientos y estados de humor, sospechas proféticas, captación de lo irracional, capacidad para

el amor personal, sensibilidad para la naturaleza y su relación con el inconsciente, aspectos muy

presentes en las mujeres. Ésta es la “mujer interior” que transmite los mensajes vitales del “sí

mismo”. Un ejemplo de cómo puede el ánima puede hacerse presente en la psique de un hombre

lo tenemos en los sacerdotes y los chamanes. En su manifestación individual puede adoptar forma

de madre. Las manifestaciones más frecuentes del ánima son las fantasías eróticas, presentes en

hombres que no cultivan suficientemente su actividad sentimental.  El ánima posee cuatro etapas

en su desarrollo. La primera representa relaciones instintivas y biológicas, la segunda es

personificada con elementos románticos, estéticos con una característica predominantemente

sexual, la tercera contiene elementos de devoción y elevación espiritual y la cuarta etapa está

simbolizada por la sapiencia, la sabiduría, con matices de elevaciones hasta lo más santo y más

puro. Es posible observar que los aspectos del ánima tienen


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la misma tendencia que la sombra, vale decir que pueden ser proyectados de manera que

aparezcan como cualidades de alguna mujer. Jung dice que es la presencia del ánima la que hace

que un hombre se enamore a primera vista, que sea capaz de encontrar la pareja adecuada, ayuda

al hombre a desenterrar cosas del inconsciente que la mente racional del hombre no logra hacer.

También ayuda al hombre a poner su mente a tono con sus valores interiores buenos. 

El Animus: El Hombre Interior

Es la personificación masculina en el inconsciente de la mujer. Éste puede contener

aspectos tanto positivos como negativos al igual que sucede en el caso del ánima con el hombre.

A diferencia del ánima no aparece en forma de fantasía o modalidad erótica. Es más apropiado

para emerger como una "convicción sagrada u oculta". 

El ánimus está influido por su padre de la mujer. Éste dota al ánima de su hija con el matiz

especial de convicciones indiscutibles, irrecusablemente "verdaderas", convicciones que por regla

general no contemplan la realidad personal de la mujer tal como ella es. Mitológicamente

hablando puede presentarse en su forma positiva como un apuesto extranjero o de un rey, en tanto

que en su aspecto negativo puede aparecer como un demonio de la muerte. El ánimus representa

en este último caso todas aquellas formas semiconscientes frías y destructivas que invaden a una

mujer especialmente en horas de sueño si no ha conseguido satisfacer ciertas


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necesidades de tipo sentimental. Es tan dañino que la mujer ante esta carencia, comienza a pensar

en cosas como herencias familiares, pensamientos calculadores y fríos, llenos de malicia e intriga

llevándola a un punto en el que es hasta capaz de desearle la muerte a otros. La desventaja es que

el ego se identifica con esas personificaciones hasta el extremo que resulta imposible separarlos y

verlos tal como son. No todo es negativo sin embargo, también es posible observar un lado

positivo y valioso, ánimus puede construir puentes hacia el "sí mismo" a través de su actividad

creadora. El ánimus al igual que el ánima tiene cuatro etapas de desarrollo. La primera como una

personificación de mero poder físico, tal es el caso de un hombre atlético o musculoso. Una

segunda etapa, posee iniciativa y capacidad de planear la acción. La tercera etapa contempla la

transformación en palabras, apareciendo con frecuencia como profesor o sacerdote y por último,

en la cuarta etapa el ánimus es la encarnación del significado. Aquí el ánimus es el mediador de

la experiencia religiosa por la cual la vida adquiere nuevo significado. 

El Arquetipo Materno

Este arquetipo es particularmente útil como ejemplo. Todos nuestros ancestros tuvieron madres.

Hemos evolucionados en un ambiente que ha incluido una madre o un sustituto de ella. Nunca

hubiéramos sobrevivido sin la conexión con una persona cuidadora en nuestros tiempos de

infantes indefensos. Está claro que somos "construidos" de forma que refleja nuestro ambiente

evolutivo: venimos a este mundo listos para desear una madre, la buscamos, la reconocemos y

lidiamos con ella. Así, el arquetipo de madre es una habilidad propia constituida evolutivamente
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y dirigida a reconocer una cierta relación, la de la "maternalidad". Jung establece esto como algo

abstracto, y todos nosotros proyectamos el arquetipo a la generalidad del mundo y a personas

particulares, usualmente nuestras propias madres. Incluso cuando un arquetipo no encuentra una

persona real disponible, tendemos a personificarlo; esto es, lo convertimos en un personaje

mitológico "de cuentos de hadas", por ejemplo. Este personaje simboliza el arquetipo. Este

arquetipo está simbolizado por la madre primordial o "madre tierra" de la mitología; por Eva y

María en las tradiciones occidentales y por símbolos menos personalizados como la iglesia, la

nación, un bosque o el océano. De acuerdo con Jung, alguien a quien su madre no ha satisfecho

las demandas del arquetipo, se convertiría perfectamente en una persona que lo busca a través de

la iglesia o identificándose con la "tierra madre", o en la meditación sobre la figura de María o en

una vida dedicada a la mar.

El Loco

Se ríe de todo, haciendo que las cosas no sean tan rígidas. Su lema es “Sólo se vive

una vez”. Buscan vivir el momento disfrutando al máximo. Son alegres. Se dedica a hacer

chistes, jugar y ser gracioso. Su miedo más grande es ser aburrido y aburrir a los demás. Su

debilidad es la frivolidad y la pérdida de tiempo. El loco también es conocido como el necio,

el joker, el cómico o el bromista.


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El Sabio

El sabio tiene que ver con la honestidad, cueste lo que cueste .. Tratan de comprender

lo que está a su alrededor, la gente, la forma en que las cosas funcionan, las leyes del

universo. Por un lado, son analíticos y atentos, pero por el otro, pueden ser tan meditativos

que no lleguen a actuar. Su lema es “La verdad os hará libres”. Utilizan la inteligencia y el

análisis para entender el mundo. Su temor es ser engañados y la ignorancia. También se

conoce como el filósofo, el pensador, el planificador o el investigador.

El Mago

Menos analítico que el sabio , el mago trata de comprender los misterios del universo,

comprender la parte oscura del mundo y transformarla para hacerla útil. Intentan hacer los

sueños realidad a base de puro optimismo. Hacen que las cosas sucedan, por ello su temor

son las posibles consecuencia negativas no deseadas. Su talento es la búsqueda de soluciones

benéficas para todos. Su debilidad es que pueden llegar a convertirse en manipuladores. El

mago también es conocido como el visionario, el catalizador, el inventor, el líder o el

curandero.
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El Gobernante

Poder y control: no lo es todo , es lo único. Quieren ser prósperos en lo que hacen, sea

lo que sea lo que estén haciendo. No van a aceptar el fracaso. Se asocia con la creación del

orden y el mantenimiento de las reglas. Desean por encima de todo el control, el éxito y

ejercer el poder. Por ello su miedo es el caos y el ser derrocado. Su debilidad es ser

autoritarios e incapaces de delegar. Su talento es la responsabilidad y el liderazgo. También

se conoce como el jefe, el líder, el rey o el administrador.

El Explorador

El explorador busca la libertad y el viento bajo sus alas, y aborrece absolutamente la

idea de ser enjaulado, no pueden ser domesticados. No pueden soportar el aburrimiento y

siempre están corriendo en busca de su próxima gran aventura. El explorador es ambicioso y

audaz. Su deseo es la libertad de averiguar quién eres a través de la exploración del mundo.

Su mayor temor es estar atrapado, la conformidad y el vacío interior. Su debilidad es vagar

sin rumbo, hasta incluso llegar a convertirse en un inadaptado. Son autónomos, ambiciosos

y fiel a sí mismos. El explorador también se conoce como el vagabundo, el peregrino, el

individualista y el buscador.
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El Rebelde

La filosofía del rebelde es que las reglas se hicieron para romperse . Es la revolución y

la venganza y busca destruir lo que no funciona. Es fanático, radical y a veces delirante.

Destruye todo aquello que no le conviene o no comprende, para protegerse de posibles

amenazas. Su talento es la extravagancia y la libertad radical. También se le conoce como el

revolucionario, el destructor o el hombre salvaje.

El Amante

El amante busca su otra mitad, o al menos , algo para llenar el vacío. Ellos aman a su

manera, pero aman de todo corazón. Buscar la unión con la gente y el entorno que les gusta.

Su virtud es la pasión, la gratitud, el aprecio y el compromiso. Su debilidad es que ese deseo

se dirige al exterior para complacer a otros, con riesgo de perder la propia identidad. El

amante también es conocido como el apasionado, la pareja, el sensual o el cónyuge.

El Creador

El creador es un artista, y no quiere nada más que ser recordado después muerto.

Quieren dejar un legado, para sobrevivir a sus vidas. Cuando se trata de sus artes , que

pueden sufrir debido a ser demasiado perfeccionistas. Crea muchos proyectos e ideas, pero
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eso hace que se disperse en demasiados sitios, sintiéndose insatisfechos. Su lema es “Si lo

puedes imaginar, se puede hacer”. Su deseo es crear cosas de valor perdurable y por ello

temen la mediocridad. Son creativos e imaginativos. También se les llama el artista, el

inventor, el soñador o el músico.

El Inocente

Los inocentes son ingenuos y faltos de experiencia, carecen de profundidad y

complejidad; a menudo se muestran vulnerables ante el mundo. Pero son felices. Quiere sentirse

amado y ser reconocido, a veces por las buenas, a veces por las malas. Su miedo es ser castigado

por hacer algo malo o incorrecto, por lo que basa su estrategia en hacer las cosas bien. Su

debilidad es ser aburrido y su talento es la fe y el optimismo. El inocente es también conocido

como utópico, ingenuo, místico, santo, romántico y soñador.

El Cuidador

El cuidador cree en tratar a los demás como quiere ser tratado. Es maternal y protector.

Su miedo más grande es el egoísmo y la ingratitud. Su estrategia es cuidar y proteger a los demás,

por lo que su debilidad es caer fácilmente en el martirio y en la explotación. Su talento principal

es la compasión y la generosidad. El cuidador es también conocido como el santo, altruista, padre

y ayudante.
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El Héroe

El Ego trata de que nuestras necesidades sean satisfechas, y el héroe o guerrero es el que

se ocupa de ello. El héroe trata de demostrar su valía a través de actos valerosos. Competente y

valiente por un lado, pero arrogante y tonto por otro. El héroe siempre está en busca de su

próxima batalla le da la bienvenida con los brazos abiertos. Su miedo es la debilidad y la

vulnerabilidad. Su meta es ser tan fuerte y competente como sea posible y su debilidad es la

arrogancia. El héroe es también conocido como el guerrero, el salvador, el superhéroe, el soldado

y el ganador. El héroe es uno de los principales. Está representado por la personalidad mana y es

el luchador de los dragones malvados. Básicamente, representa al Yo (tendemos a identificarnos

con los héroes de las historias) y casi siempre está envuelto en batallas contra la sombra, en

forma de dragones y otros monstruos. No obstante, el héroe es tonto. Es, después de todo, un

ignorante de las formas del inconsciente colectivo. Luke Skywalker, de La Guerra de las

Galaxias, sería el ejemplo perfecto. Al héroe usualmente se le encarga la tarea de rescatar a

la doncella, la cual representa la pureza, inocencia y en todas por igual, la candidez. En la

primera parte de la historia de la Guerra de las Galaxias, la princesa Leia es la doncella. Pero, a

medida que la historia avanza, ella se vuelve anima, descubriendo el poder de la fuerza (el

inconsciente colectivo) y se vuelve un compañero igual que Luke, quien resulta ser su hermano.

El héroe es guiado por un viejo hombre sabio, una forma de animus que le revela al primero la
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naturaleza del inconsciente colectivo. En la Guerra de las Galaxias, este viejo es Obi Wan

Kenobi, y luego Yoda. Obsérvese que ambos enseñan a Luke todo sobre la fuerza, y cuando Luke

madura, mueren, volviéndose parte de él. Quizás se estén preguntando por el arquetipo de "padre

oscuro" de Darth Vader. Es la sombra y el maestro del lado oscuro de la fuerza. También resulta

ser el padre de Leia y Luke. Cuando muere, se convierte en uno de los viejos hombres sabios.

Este es también un arquetipo animal y representa las relaciones humanas con el mundo animal.

Un buen ejemplo sería el del caballo fiel del héroe. Las serpientes también son frecuentes

arquetipos animales y creemos que son particularmente listas. Después de todo, los animales

están más cercanos a sus naturalezas que nosotros. Quizás, los pequeños robots y la siempre

disponible nave espacial (el Halcón) sean símbolos de animales.

Otros Arquetipos

Jung decía que no existía un número fijo de arquetipos que pudiésemos listar o

memorizar. Se superponen y se combinan entre ellos según la necesidad y su lógica no responde

a los estándares lógicos que entendemos. Jung, sin embargo, definió algunos otros: Además de la

madre, existen otros arquetipos familiares. Obviamente, existe un padre que con frecuencia está

simbolizado por una guía o una figura de autoridad. Existe también el arquetipo de familia que

representa la idea de la hermandad de sangre, así como unos lazos más profundos que aquellos

basados en razones conscientes. También tenemos el de niño, representado en la mitología y en


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el arte por los niños, en particular los infantes, así como por otras pequeñas criaturas. La

celebración del niño Jesús en las Navidades es una manifestación del arquetipo niño y representa

el futuro, la evolución, el renacimiento y la salvación. Curiosamente, la Navidad acontece durante

el solsticio de invierno, el cual representa el futuro y el renacimiento en las culturas primitivas

nórdicas. Estas personas encienden hogueras y realizan ceremonias alrededor del fuego

implorando la vuelta del sol. El arquetipo niño también con frecuencia se mezcla con otros,

formando el niño-dios o el niño-héroe. Muchos arquetipos son caracteres de leyendas. El

ilusionista, usualmente representado por un payaso o un mago. El papel de éste es el de hacer las

cosas más difíciles al héroe y crearle problemas. En la mitología escandinava, muchas de las

aventuras de los dioses se originaban en algún truco demostrado a sus majestades por el medio-

Dios Loki. Existen otros arquetipos que son un poco más complicados de mencionar. Uno es

el hombre original, representado en las culturas occidentales por Adán. Otro es el

arquetipo Dios, el cual representa nuestra necesidad de comprender el Universo; que nos provee

de significado a todo lo que ocurre y que todo tiene un propósito y dirección. El hermafrodita,

tanto hombre como mujer, es una de las ideas más importantes de la teoría junguiana y representa

la unión de los opuestos. En algunos cuadros religiosos, Jesucristo está representado más bien

como un hombre afeminado. Así mismo, en China, el carácter de Kuan Yin es de hecho un santo

masculino (el bodhisattva Avalokiteshwara), ¡pero está pintado de una forma tan femenina que

usualmente se le considera más como la diosa de la compasión!.


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La persona

La persona; puede tomarse como la suma total de papeles sociales. Es la manera que utilizamos

para los demás. Refleja una tendencia innata a desarrollar una personalidad social y puede

bloquear otros componentes esenciales de la personalidad que se le oponen. Una labor primordial

del proceso de individuación es disminuir la preocupación del ego por la persona.

El Self

El arquetipo más importante es el de self (mantendremos aquí el término "self" que "sí

mismo", por su aceptación literal en psicología de habla hispana. N.T.). El self es la unidad

última de la personalidad y está simbolizado por el círculo, la cruz y las figuras mandalas que

Jung halló en las pinturas. Un mandala es un dibujo que se usa en meditación y se utiliza para

desplazar el foco de atención hacia el centro de la imagen. Puede ser un trazo tan simple como

una figura geométrica o tan complicado como un vitral. La personificación que mejor representa

el self es Cristo y Buda; dos personas, por cierto, que representan según muchos, el logro de la

perfección. Pero Jung creía que la perfección de la personalidad solamente se alcanza con la

muerte. La meta de la vida es lograr un self. El self es un arquetipo que representa la trascendencia de
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todos los opuestos, de manera que cada aspecto de nuestra personalidad se expresa de forma

equitativa. Por tanto, no somos ni masculinos ni femeninos; somos ambos; lo mismo para el Yo y la

sombra, para el bien y el mal, para lo consciente y lo inconsciente, y también lo individual y lo colectivo

(la creación en su totalidad). Y por supuesto, si no hay opuestos, no hay energía y dejamos de funcionar.

Evidentemente, ya no necesitaríamos actuar. Si intentamos alejarnos un poco de las consideraciones

místicas, sería recomendable que nos situáramos en una postura más centralista y equilibrada de

nuestra psique. Cuando somos jóvenes, nos inclinamos más hacia el Yo, así como en las trivialidades de

la persona. Cuando envejecemos (asumiendo que lo hemos hecho apropiadamente), nos dirigimos hacia

consideraciones más profundas sobre el self y nos acercamos más a las gentes, hacia la vida y hacia el

mismo universo. La persona que se ha realizado (que ha desarrollado su sí mismo- su self) es de hecho

menos egocéntrica. Jung distinguía entre actitudes y funciones. Las actitudes se refieren a las

orientaciones introvertida o extrovertida, mientras que las funciones (sensación, sentimiento,

pensamiento e intuición) se refieren a la manera en que se enfrenta la persona a su ambiente, como

poderes o facultades.

Dinámicas del Psiquismo

El primero de ellos es el principio de los opuestos; cada deseo inmediatamente sugiere su

opuesto. Por ejemplo, si tengo un pensamiento positivo, no puedo dejar de tener el opuesto en

algún lugar de mi mente. De hecho, es un concepto bastante básico: para saber lo que es bueno

debo conocer lo malo, de la misma forma que no podemos saber lo que es negro sin conocer lo

blanco; o lo que es alto sin lo bajo. Esta idea me sobrevino cuando tenía unos once años.
30

Recuerdo que ocasionalmente me dio por salvar a muchas criaturitas inocentes del bosque

que de alguna forma se habían herido (me temo que muchas veces provocándoles la muerte). Una

vez intenté curar a un petirrojo, pero cuando lo alcé en mi mano, me deslumbró un halo de luz del

sol y me llevé la mano a la cara. En ese momento pasó por mi mente la idea de que podía haberlo

aplastado. Imagínense, no me gustaba nada la idea, pero me vino innegablemente. De acuerdo

con Jung, es la oposición la que crea el poder (o libido) del psiquismo. Es como los dos polos de

una batería, o la escisión de un átomo. Es el contraste el que aporta la energía, por lo que un

contraste poderoso dará lugar a una energía fuerte y un contraste débil provocará una energía

pobre.

El segundo principio es el principio de equivalencia; donde la energía resultante de la

oposición se distribuye equitativamente en ambos lados. Así, cuando yo sostenía a aquel pajarito

en mi mano, existía una energía que me impulsaba a ayudarle; así como también otra de iguales

características que me dirigía a aplastarle. Intenté ayudar al pájaro, por lo que toda esa energía se

distribuyó en los variados comportamientos dirigidos a ese fin. Pero, ¿qué pasó entonces con la

otra parte?. Bueno, eso depende de la actitud que uno tome con respecto a ese deseo no

satisfecho. Si mantenemos ese deseo de forma consciente; es decir, que somos capaces de

reconocerlo, entonces provocamos un aumento de calidad en el funcionamiento psíquico; esto es,

crecemos. Si por el contrario, pretendemos negar que este pensamiento estuvo ahí, si lo
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suprimimos, la energía se dirigirá hacia el desarrollo de un complejo. El complejo es un patrón de

pensamientos y sentimientos suprimidos que se agrupan (que establecen una constelación)

alrededor de un tema en concreto proveniente de un arquetipo. Si negamos haber tenido un

pensamiento relacionado con aplastar el pájaro, podríamos poner esa idea en una de las formas

ofrecidas por la sombra (nuestro “lado oscuro”). O si un hombre niega su lado emocional, su

emocionalidad puede encontrar su forma de expresión dentro del arquetipo de anima. Aquí es

donde empiezan los problemas. Si pretendemos que en toda nuestra vida somos absolutamente

buenos; que ni siquiera tenemos la capacidad de mentir y engañar; de robar y matar, entonces

cada vez que seamos buenos, nuestra otra parte se consolidará en un complejo alrededor de la

sombra. Ese complejo empezará a tomar vida propia y te atormentará da alguna manera. Puedes

verte sufriendo de pesadillas donde ¡aplastas a pequeños pájaros!. Si el complejo dura mucho

tiempo, puede llegar a “poseerte” y puedes terminar con una personalidad múltiple. En la película

“The Three Faces of Eve” (Las Tres Caras de Eva), Joanne Woodward daba vida a una mujer

dulce y retraída que eventualmente iba descubriendo que salía a la calle los sábados en la noche,

asumiendo una identidad contraria. No fumaba, y sin embargo encontraba paquetes de cigarrillos

en su bolso; no bebía, más se levantaba con resaca y no flirteaba con hombres, aunque encontraba

ropas en su habitación de lo más sexy. Es importante decir aquí, que a pesar de que el trastorno

de personalidad múltiple es raro, cuando aparece no tiende a presentarse de una manera tan

extrema, tipo blanco y negro.


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El último principio es el principio de entropía, el cual establece la tendencia de los opuestos a

atraerse entre sí, con el fin de disminuir la cantidad de energía vital a lo largo de la vida. Jung

extrajo la idea de la física, donde la entropía se refiere a la tendencia de todos los sistemas físicos

de solaparse; esto es, que toda la energía se distribuya eventualmente. Si, por ejemplo, tenemos

un calentador en la esquina de una habitación, con el tiempo el salón completo se calentará.

Cuando somos jóvenes, los opuestos tienden a ser muy extremos, malgastando una gran cantidad

de energía. Por ejemplo, los adolescentes tienden a exagerar las diferencias entre sexos, siendo

los chicos más machos y las chicas más femeninas, por lo que su actividad sexual está investida

de grandes cantidades de energía. Además, estos oscilan de un extremo a otro, siendo locos y

salvajes en un momento y encontrando la religión en otro. A medida que nos vamos haciendo

mayores, la mayoría de nosotros empieza a sentirse cómodos con nuestras facetas. Somos un

poco menos idealistas e ingenuos y reconocemos que somos una combinación de bueno y malo.

Nos vemos menos amenazados por nuestros opuestos sexuales y nos volvemos más andróginos.

Incluso, en la edad de la vejez, las mujeres y los hombres tienden a parecerse más. Este proceso

de sobreponernos por encima de nuestros opuestos; el ver ambos lados de lo que somos, es

llamado trascendencia.

Sincronicidad

A través de los años los teóricos han discutido ampliamente si los procesos psicológicos

se establecen a partir de modelos mecanicistas o teleológicos. El mecanicismo es la idea de que


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las cosas funcionan a través de un proceso de causa-efecto. Una cosa lleva a otra, y esa otra a una

siguiente y así sucesivamente, por lo que el pasado determina al presente. La teleología es la idea

que defiende que somos guiados por nuestros propósitos, significados, valores y demás. El

mecanicismo está asociado al determinismo y las ciencias naturales; la teleología está relacionada

con el libre albedrío y se considera en la actualidad una postura un tanto rara. Es todavía común

en filósofos moralistas, legalistas y religiosos y, por supuesto también, en algunos teóricos de la

personalidad. Con respecto a los autores que revisamos en este libro, los freudianos y los

conductuales tienden a ser mecanicistas, mientras que los neofreudianos, humanistas y

existencialistas tienden a la postura teleológica. Jung cree que ambos juegan algún papel, pero

añade una última alternativa ideológica llamada sincronicidad. La sincronicidad supone la

ocurrencia de dos eventos que no están asociados ni causalmente ni teleológicamente, más sin

embargo tienen una relación significativa. Una vez, un paciente me describía un sueño con un

escarabajo y justo en ese momento, por la ventana del despacho pasó volando un escarabajo muy

similar al que describía en su sueño. Muchas veces, las personas soñamos con, digamos, la

muerte de un ser querido y a la mañana siguiente nos encontramos con la muerte real de esa

persona y que murió más o menos a la hora en que lo soñamos. Algunas veces, cogemos el

teléfono para llamar a un amigo y nos encontramos con él en la línea al levantar el auricular. La

mayoría de los psicólogos llamarían a estas situaciones coincidencias o intentan demostrarnos lo

frecuentes que son. Jung creía que estas situaciones eran indicativas de cómo nos

interconectamos los seres humanos con la naturaleza en general a través del inconsciente
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colectivo. Jung nunca se aclaró con respecto a sus creencias religiosas, pero esta idea inusual de

sincronicidad la hallamos fácilmente explicada en la perspectiva hindú de la realidad. Desde este

punto de vista, nuestros Yo individuales son como islas en el mar. Estamos acostumbrados a ver

el mundo y a los demás como entes individuales y separados. Lo que no vemos es que estamos

conectados entre nosotros por medio del suelo marino que subyace a las aguas. El otro mundo es

llamado maya, que significa ilusión y se considera un sueño de Dios o como un baile de Dios;

esto es, Dios lo ha creado, pero no es real en sí mismo. Nuestros Yo individuales reciben el

nombre de jivatman o almas individuales, siendo también algo parecido a una ilusión. Todos

nosotros somos extensiones del único y supremo Atman o Dios, el cual se permite olvidarse un

poco de su identidad para volverse aparentemente separado e independiente volviéndose cada

uno de nosotros. Pero de hecho, nunca estamos separados del todo. Cuando morimos, nos

despertamos siendo lo que realmente fuimos desde el principio: Dios. Cuando soñamos o

meditamos, nos metemos dentro de nuestro inconsciente personal, acercándonos cada vez más a

nuestra esencia: el inconsciente colectivo. Es precisamente en estos estados cuando somos más

permeables a las “comunicaciones” de otros Yo. La sincronicidad hace de la teoría de Jung una

de las pocas que no solo es compatible con los fenómenos parapsicológicos, sino que incluso

intenta explicarlos.
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Tipos de Personalidades según Carl Gustav Jung

Introversión y extroversión: Jung desarrolló una tipología de la personalidad que se ha vuelto

tan popular que mucha gente cree que él no hizo nada más. Esta empieza con la diferencia entre

introversión y extroversión. Las personas introvertidas prefieren su mundo interno de

pensamientos, sentimientos, fantasías, sueños y demás, mientras que las extrovertidas prefieren el

mundo externo de las cosas, las actividades y las personas. Estos términos se han confundido con

vocablos como timidez y sociabilidad, debido en parte a que los introvertidos suelen ser tímidos y

los extrovertidos tienden a ser más sociables. Pero Jung se refería más a cuán inclinados estamos

(nuestro Yo) hacia la persona y la realidad externa o hacia el inconsciente colectivo y sus

arquetipos. En este sentido, el sujeto introvertido es un poco más maduro que el extrovertido,

aunque bien es cierto que nuestra cultura valora más al extrovertido…y Jung ¡ya nos avisó de que

todos nosotros tendemos a valorar nuestro propio tipo por encima de cualquier otra cosa!. En la

actualidad, encontramos la dimensión de introversión-extroversión en varias teorías, de las cuales

destaca de forma notable la de Hans Eysenck, aunque esta dimensión se esconda bajo los

nombres alternativos de “sociabilidad” y “surgencia”.

Funciones que Intervienen en la Personalidad según Carl Gustav Jung


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Las funciones: Aun cuando seamos introvertidos o extrovertidos, está claro que necesitamos

lidiar con el mundo, tanto interno como externo. Y cada uno de nosotros posee su propia manera

de hacerlo, de manera más o menos cómoda y útil. Jung sugiere que existen cuatro maneras o

funciones de hacerlo: La primera es la de las sensaciones, que como indica la propia palabra

supone la acción de obtener información a través de los significados de los sentidos. Una persona

sensible es aquella que dirige su atención a observar y escuchar, y por tanto, a conocer el mundo.

Jung consideraba a esta función como una de las irracionales, o lo que es lo mismo, que

comprende más a las percepciones que al juicio de la información.

La segunda es la del pensamiento. Pensar supone evaluar la información o las ideas de forma

racional y lógica. Jung llamó a esta función como racional, o la toma de decisiones en base a

juicios, en vez de una simple consideración de la información.

La tercera es la intuición. Este es un modelo de percepción que funciona fuera de los procesos

conscientes típicos. Es irracional o perceptiva como la sensación, pero surge de una bastante más

compleja integración de grandes cantidades de información, más que una simple visión o

escucha. Jung decía que era como “ver alrededor de las esquinas”.

La cuarta es el sentimiento. Es el acto de sentir, como el de pensar. Es una cuestión de

evaluación de la información. En este caso está dirigida a la consideración de la respuesta

emocional en general. Jung le llamó racional; evidentemente no de la manera en que estamos

acostumbrados a usar el término. Todos nosotros poseemos estas funciones. Diríamos que
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simplemente la usamos en diferentes proporciones. Cada uno de nosotros tiene una función

superior que preferimos y que está más desarrollada.; otra secundaria, de la cual somos

conscientes de su existencia y la usamos solo para apoyar a la primera. También tenemos una

terciaria, la cual está muy poco desarrollada y no es muy consciente para nosotros y finalmente

una inferior, la cual está muy pobremente desarrollada y es tan inconsciente que podríamos negar

su existencia en nosotros. La mayoría de nosotros sólo desarrolla una o dos de las funciones, pero

nuestra meta debería ser desarrollar las cuatro. Una vez más, Jung considera la trascendencia de

los opuestos como un ideal.

Sobre el método

Artículo principal: Psicología analítica

Enfatizará Jung la imposibilidad en dar una respuesta terminante acerca del método

analítico o psicoterapéutico ideal. La terapéutica en cada caso es distinta debiendo surgir la

curación del propio paciente de manera natural.La psicoterapia y los análisis son tan distintos

como los mismos individuos. Yo trato a cada paciente lo más individualmente posible, pues la

solución del problema es siempre personal. Las reglas válidas en general sólo se pueden

formular cum grano salis. Una verdad psicológica es solamente válida cuando se puede cambiar.
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Una solución que a mí no se me ocurra puede ser para otro precisamente la correcta.

Naturalmente un médico debe conocer los denominados «métodos». Pero debe evitar el

anquilosarse en lo rutinario. Las premisas teóricas sólo deben aplicarse con mucho cuidado. Hoy

quizás son válidas, mañana pueden serlo otras. En mis análisis no juegan ningún papel.

Intencionadamente no soy sistemático. Frente al individuo no hay para mí más que la

comprensión individual. Para cada paciente se requiere un lenguaje distinto.

Carl Gustav Jung

Se trataría en definitiva de un vis-à-vis, un diálogo entre dos personas que se

interrelacionan e influyen mutuamente. Se eliminaría de este modo un hipotético desequilibrio en

favor del médico sano frente al enfermo al cual se le va a aplicar una determinada metodología.

Ello requeriría, por parte del terapeuta, alcanzar la madurez suficiente como para afrontar una

psicoterapia, así como una apertura a toda expresión cultural que incluya la diversidad de lo

humano: simbolismo, mitología, etc.Es más prioritaria la comprensión individual que la

confirmación teórica, y como conditio sine qua non, el propio análisis individual del

psicoterapeuta, o análisis teórico, huyendo nuevamente de una aplicación metodológica

aprendida. Se tendería así hacia la asimilación del conocimiento humano inmerso en un horizonte

donde el alma incluye el mundo y sus concepciones colectivas dispersas en el espacio y en el

tiempo. De lo contrario, la persona analizada perdería un fragmento de su alma, del mismo modo

que el analista el fragmento de su alma que no aprendió a conocer. En definitiva, el


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analista debe dejar que su análisis le afecte personalmente, descartando metodologías e

incrementando su propia autenticidad. A dicha autenticidad debe unírsele el hecho de que

muchos casos podrán alcanzar la cura sólo si existe una entrega o renuncia absoluta a uno mismo,

«entregarse con todo su ser»; el psicoterapeuta deberá decidir si implicarse o encerrarse en su

propia autoridad. Dada su implicación ineludible, no solamente debe atender la transferencia del

paciente, sino también su correspondiente contratransferencia, es decir, cómo reacciona él mismo

al proceso conjunto con el analizado, y todo ello desde dos vertientes:

1. A nivel consciente.

2. A nivel inconsciente, observándose a sí mismo, sus propios sueños, etc.

De todo ello depende el éxito o fracaso del tratamiento, de ahí que cada terapeuta debería tener a

su disposición el control ejercido por una tercera persona, para recabar así otro punto de vista. El

mismo Jung alecciona a disponer «un padre o una madre confesora», preferentemente mujer

debido a su «mayor capacidad para ello, su excelente intuición y oportuna crítica. Ven aspectos

que el hombre no ve». La relación entre analista y paciente puede generar en determinadas

ocasiones fenómenos parapsicológicos, sobre todo ante la existencia de transferencia por parte

del analizado, o una identificación inconsciente entre ambos.

No siempre es correcta la cooperación del psicoterapeuta con el paciente y sus afectos, a veces es

necesaria una intervención activa. Respecto de los casos en que no resulta mejoría, todo juicio

resulta difícil dado que muchas veces el efecto acontece al cabo de los años. «Un juicio sobre

el éxito es difícil de emitir». Para muchos pacientes de nuestros días a los que se les ha calificado
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de neuróticos, tal denominación resultaría innecesaria si viviéramos en épocas donde el ser

humano se vinculaba a través del mito con el mundo del misterio, y a través de este con la

naturaleza viva, aquella que no se contemplaba meramente desde lo externo. Tales neuróticos

facultativos son víctimas del desdoblamiento anímico contemporáneo, no soportan la pérdida del

mito, ni la consecuente sustitución de la vivencia de la naturaleza por una cosmovisión externa

definida en nombre de la ciencia, así como la confusión entre sabiduría y discurso intelectual.

Su cura radica en cerrar el abismo entre el yo y lo inconsciente. Quien ha experimentado

profundamente en sí mismo este desdoblamiento es más capaz de lograr una mejor comprensión

para estos procesos anímicos inconscientes e impedir aquel típico peligro de desorbitación que

amenaza al psicólogo. Al que no conoce por propia experiencia la influencia nefasta de

los Arquetipos le será difícil sustraerse de tal influencia negativa cuando la confronte en la

práctica con su experiencia. Sobrevalorará o subestimará todo esto, porque posee sólo una noción

intelectual, pero no una norma empírica. Aquí comienzan los peligrosos extravíos, el primero de

los cuales es el intento de usurpación intelectual. Tiene por objetivo secreto sustraerse a la

influencia arquetípica y en beneficio de la auténtica experiencia de un mundo conceptual

aparentemente asegurado de modo artificial, pero meramente bidimensional, que aspira a ocultar

la realidad de la vida con las llamadas ideas claras. La desviación hacia lo abstracto despoja a la

experiencia de su sustancia y le presta el mero nombre, que a partir de entonces suplanta a la

realidad. Nadie está obligado a un concepto y tal es precisamente la conveniencia buscada que

promete protección frente a la experiencia. Pero el espíritu no vive de


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los conceptos, sino de los hechos. Las meras palabras no sirven para nada, lo único que se logra

es repetir este proceso hasta el infinito.

Carl Gustav Jung

Para Jung las partes dominantes de nuestra personalidad tienen su contrapartida en otras

partes contrarias o incompatibles que permanecen en la oscuridad. Al  hablar de “complejos” se

refiere a fragmentos psíquicos escindidos que será necesario integrar en la totalidad del

individuo.  Estas polaridades de signo contrario las encontramos en la Terapia Gestalt. Con

respecto a esto dice Polster que la concepción gestáltica de la polaridad tiene un alcance más

amplio, no se limita al arquetipo sino que surge a la vida como el opuesto de cualquier parte, o de

cualquier cualidad.  El concepto que Jung tiene sobre los sueños también se ve reflejado en la

terapia gestalt. Jung, refiriéndose al soñador, dice que es el único que puede descubrir lo que

ciertas cosas significan para él mismo, mientras que a nosotros nos es imposible saber, desde

fuera, qué función asume una imagen dada en su psiquismo. Un observador exterior no podría

decir a priori ante qué y cómo reacciona un ser y por ello los símbolos del sueño son de

naturaleza esencialmente individual. La influencia que esta concepción de Jung acerca de los

sueños tiene sobre la Gestalt es bien patente no sólo en el concepto de sueño sino también en la

técnica de abordaje; de esta manera se toman los elementos que aparecen en el sueño por lo que
42

son, dándoles expresividad, se respeta la creatividad propia del sueño dejando que el soñador

descubra sus propios símbolos.

      Por último, Jung concede suma importancia al presente, considera que lo dinámico es

inseparable de la actualidad y tan solo la comprensión del sentido de la actual significa verdadera

comprensión. Con respecto a esto sabemos que uno de los postulados de la terapia gestalt es su

énfasis en el presente.

¿Qué toma la Gestal de Jung ( Perls).

Según Ginger & Ginger en este apartado se quiere resaltar la importancia particular del

impacto de Jung sobre los Gestalistas, de hoy en día que encuentran en él, muchas nociones y

conceptos que le son más o menos familiares como:

1- Una actitud activa del terapeuta, y a la vez “espejo” y pareja que se autoriza a salir de su

reserva y a dialogar con su cliente haciéndole parte de su propio sentimiento. El paciente

no es para él “un ser subordinado” al que se le escucha sobre un diván, mientras se está

detrás de él como un Dios, que de vez en cuando deja caer una palabra. Él es un hombre

al cual se puede ayudar y amar, también fuera del tratamiento. Es como así hemos podido

2-
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3- decir que “la psicología de Jung es una psicología de la madre que mientras que la de

Freud la del padre”.

4- El Jungiano trabaja con su propia identidad, la cual no debe quitarse, sino al contrario, se

debe esforzar por tomarla en cuenta él mismo toma parte de la experiencia y no busca una

objetividad ilusoria sino subjetiva sabia.

5- El enfoque clínico humanista lo lleva a la metapsicología teórica. La terapia debe reunir el

desarrollo personal y la búsqueda de la sabiduría .Ella es posible a cualquier edad: La

psicoterapia no trata con individuos neuróticos sino con seres humanos.” Mi contribución

personal a la terapéutica se inserta allí donde se termina el tratamiento y comienza el

desarrollo”.

6- En lo que toca a la neurosis, su posición está cerca de Perls “Una neurosis es el signo de

una acumulación de la energía en el inconsciente hasta el punto de convertirse en una

carga susceptible de explotar. Para él , la neurosis está ligada a la negación de

reconocimiento de mi autonomía” y la riqueza creativa del inconsciente individual y

colectivo. La cura se dará entonces, por una reunificación de la persona o individuación.

Aquí como en gestal, el inconsciente es considerado como una fuente de potencialidades

futuras y no como depósito de material pasado reprimido.

7- Jung esta cerca de las filosofías Orientales estudio ampliamente el budismo ZEN, el

taoísmo, tantrismo, el libro tibetano de los muertos, el Yi-King. Usó mucho este último
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8- para sí. Encontramos en el las huellas de esta familiaridad o de esta proximidad natural

con el oriente bajo diferentes formas:

1-Concepto antivoluntarista y no puramente intelectual del trabajo sobre él mismo.

2- El acento puesto sobre la experiencia vivida.

3-Apertura a los signos externos como “reflejos o correspondencia a una cierta

distribución de elementos de interés”.

4-Referencia constante a la complementaridad de los contrarios atributo esencial del “si”.

5-Pensamiento simbólicos (por ejemplo la cuaternidad) en imágenes mas que conceptos.

Todos los temas encontramos por otro lado en la alquimia a la cual Jung consagro lo

esencial de la segunda mitad de su vida. Es inútil subrayar aquí los paralelismos con las

aspiraciones de Perls, quien nunca fue orientalista apasionado pero que se interesó mucho

en estas ideas así como en la síntesis de las polaridades opuestas” de cada uno.

Para terminar esta enumeración muy incompleta, citaré también rápidamente algunos

otros puntos comunes en el dominio de los métodos y técnicas:

 Jung como Perls se interesan más en ver el proceso psíquico que se está

desarrollando, que por las estructuras profundas identificables gracias a una

“cartografía” de precisión.

 Otorga un lugar central a la proyección de la cual la transferencia puede ser una

manifestación.
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 Exalta el dialogo interno, en una especie de “teatro interior” con las partes

“personificados” del cliente, por ejemplo los personajes de sus sueños su ánima o

también su “guro” o “viejo sabio” emanación de inconsciente colectivo.

 Podemos también evocar la utilización del sueño dirigido de los mandalas

simbólicos las técnicas de amplificación preconizadas en el trabajo de los sueños,

la inflación de si mismo como etapa del tratamiento (consultar el egotismo, en

Gestal), así como de una manera más general, todo el interés puesto en el síntoma

como lenguaje actual significativo, en la autorregulación interna (homeostasis de

los biologistas, termino ampliamente retomado por Perls) y en la dialéctica de la

persona con el mundo exterior ( frontera contacto de la Gestal)

Perls y Jung

Acercamientos en su pensamiento:

 Ambos rescatan de la tradición taoísta el enfoque integrador de los opuestos. Aunque es

probable que en Perls haya primado la influencia de Friedlaender y su "pensamiento

diferencial".

 La concepción del sueño como expresión rica y completa de la totalidad de la persona.

 Actitud activa y comprometida del terapeuta.

 El enfoque clínico y humanista más que teórico.

 La búsqueda de la individuación.

 La atención al proceso.
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 La ruptura con Freud en la sexualidad infantil. Jung niega que las actividades del niño en

la etapa pre-edípica sean sexuales sino de crecimiento y nutrición, insinuando que la

nutrición es el origen de todos los demás impulsos, muy parecido al concepto de

"Hambre" en el primer libro de Perls.

 Critican el método freudiano por determinista y retrospectivo.

 Resaltan lo interpersonal, el proceso recíproco entre paciente y analista.


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CONCLUSIONES

RECOMENDACIONES
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Bibliografía

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