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del siglo XIX formo parte de los personajes históricos más importantes de
Venezuela y de Latinoamérica.
Yo era una joven hermosa e inteligente que me encantaba leer los clásicos
griegos y de autores franceses, aprendí francés e inglés, en mi adolescencia viví
en la hacienda de mi madre, la esposa de mi padre, me fomentó el interés por la
lectura.
Mi padre concertó por su cuenta el matrimonio con un comerciante y médico
inglés, de 40 años de edad llamado James Thorne a quien le entregó 8000 pesos
como dote. Me casaron en Lima en 1817 a los 22 años de edad.
En 1820, me uní al movimiento para derrocar al virrey del Perú, yo hice que mi
medio hermano José M. Sáenz, del batallón realista Numancia, se pasara con
todo su batallón a las filas rebeldes donde yo pertenecía, cuando el general San
Martín llegó a Lima, me condecoró por mi labor en la lucha por la independencia.
Regrese a Ecuador, donde establecí una amistad con Antonio José de Sucre, lo
ayude en los preparativos para combatí en la batalla de Pichincha, la cual selló la
libertad de Ecuador en 1822, así como en la batalla de Ayacucho que coronó la
soberanía de Perú y América del Sur.
Durante un baile, conocí a Simón Bolívar y nos enamoramos, desde ese momento
me convertí en su compañera de luchas, consejera política y amante durante 8
años hasta el día de su muerte. Abandoné a mi marido y acompañe a Simón
Bolívar en numerosas campañas.
Salve la vida de Simón Bolívar, en el asalto que sufrió en el Palacio de San Carlos
en Bogotá en 1828, desde ese momento me llamaron “Libertadora del Libertador”.
En 1834, el gobierno de Francisco de Paula Santander me expulsa de Colombia
por conspiración, me fui a la isla de Jamaica, donde dure 1 año y luego decido
escribirle al General Juan José Flores, para ese entonces era el Presidente de
Ecuador, quién me ayudo a regresar a mi país; sin embargo, en Guaranda, en
octubre de 1835, me informan que mi pasaporte fue revocado por el Presidente
Vicente Rocafuerte, al perder el General Juan José Flores el poder. Finalmente
me aceptaron en Perú, donde fui confinada al pequeño Puerto al Norte de Patía
donde vendía dulces y tabaco.
Muero el 23 de noviembre de 1856, en Puerto Paita, al norte de Perú, cerca de
cumplir los 59 años de edad, durante una epidemia de difteria que azotó la región.
Mi cuerpo fue sepultado e incineradas en una fosa común del cementerio local
para evitar el contagio.