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Brevísima historia de los

Templos Bíblicos en la
República Dominicana y sus
Características distintivas
Permítame explicarle.
Brevísima historia de los Templos Bíblicos.
Durante el invierno de 1827-1828, cuatro hombres cristianos, que durante algún tiempo
se habían sentido preocupados por la condición existente en toda la iglesia profesante,
acordaron, después de muchas consultas y oración, reunirse en Dublín (Irlanda) el día del
Señor, como lo hacían los cristianos primitivos, para el partimiento del pan, contando con
que el Señor estaría con ellos. Éstos fueron: el Sr. John Nelson Darby, el Sr. Edward Cronin,
el Sr. John Gifford Bellet y el Sr. Francis Hutchinson. Algunos estudiosos, como Thomas
Stewart Veitch, añaden en la lista a Anthony Norris Groves; aunque Andrew Miller lo refuta:
"En varios apresurados e inexactos bosquejos acerca del origen de los Hermanos que han
sido objeto de nuestra atención, se ha mencionado al Sr. Groves como el que sugirió por
primera vez la idea de reunirse para partir el pan sin la presencia de un ministro. A partir de
esta equivocación algunos lo han designado como "fundador" de los Hermanos, y algunos
como el "padre" de los mismos, pero esta conclusión no está en absoluto respaldada por
los hechos" (Miller, A.: Los Hermanos (según su designación común). Un breve bosquejo,
Girona, Sedin, 2001, p. 17,18).
H. A. Ironside (1876-1951) menciona a siete hermanos como los fundadores del
movimiento. Éstos son: Edward Cronin, Edward Wilson, H. Hutchinson, William Stokes, J.
Parnell (posteriormente Lord Congleton), J, G. Bellet y John N. Darby. De éstos parecería
que Edward Cronin fue el instrumento escogido para influir en los otros, o al menos el
primero que actuó de acuerdo con sus convicciones, aunque los últimos dos habían estado
pensando y estudiando sobre los mismos asuntos independientemente del resto por varios
años.
¿Cómo llegaron los Hermanos a la República Dominicana?
Relata J. R. Cochrane: "Antes de volver al Canadá en el año 1919, el Sr. (Arturo) Peterkin
conoció a un contable escocés de nombre H. (Harry) L. V, Smith. El Sr. Smith había aceptado
la oferta de una posición en el Ferrocarril Samaná-Santiago en la República Dominicana.
Antes de salir de la Argentina, los hermanos Smith y Peterkin hablaron en el año 1918 de la
necesidad de la predicación en Santo Domingo. El señor Smith arribó a Sánchez en la
primavera del año 1919 y unos meses más tarde llegó su esposa. En el mismo barco en que
viajó la Sra. Smith de la Argentina en su viaje a la República Dominicana, viajaron también
los esposos Peterkin. En el transcurso de este viaje por barco los hermanos hablaron de
nuevo de las oportunidades de servir al Señor en Santo Domingo" ("Un dominicano que
parece escocés" Duncan M. Reid, p. 18).
El señor Peterkin se encontró con Duncan M. Reid en la ciudad de Vancouver quien había
recién llegado de Escocia en el año 1920 y le habló de la puerta abierta en Santo Domingo.
Convencido de la gran oportunidad para una obra misionera en esta isla, el señor Peterkin,
después de una visita al Canadá, llegó juntamente con su esposa a la República Dominicana
en diciembre del año 1920 y establecieron su casa en La Vega, y terminado el 1921, viniéron
desde Escocia el señor Duncan M. Reid y su joven esposa Mary Campbell, quienes se
establecieron primeramente en La Vega, donde estuvieron unos meses y en mayo de 1922,
pasaron a Sánchez. Se piensa que fue allí donde por primera vez predicó en público el
mensaje del evangelio en castellano. Más tarde, en el mes de diciembre de 1923 se
trasladaron a Puerto Plata, en donde permanecieron hasta la muerte de Mr. Reid, el 29 de
marzo de 1985.
Si bien es cierto que Puerto Plata no fue la primera ciudad en la cual los Hermanos
predicaron el evangelio, sí con el tiempo pasó a ser la estadía casi obligada de los misioneros
que fueron llegando con el pasar de los años. En el 1932, desembarcó en su puerto el joven
Ralph Carter, quien más tarde casó con Mariana Snowdon y residieron durante unos años
en la ciudad de La Vega, pasando luego a Santiago, en donde tuvieron un fructífero
ministerio hasta la muerte de ésta última en 1988. Junto con él fue encomendado lan M.
Rathie, quien aunque nació en Glasgow, Escocia, se crió en Vancouver, Canadá. Se había
graduado como maestro en la universidad de Columbia Británica y venía para trabajar como
instructor de los hijos del Sr. Arturo Peterkin en La Vega. Con el tiempo casó con Dorothy
Taylor y pasaron a residir a la ciudad de Puerto Plata hasta que en 1940 se trasladan a Santo
Domingo, en donde plantaron la primera asamblea de los Templos Bíblicos de la zona.
lan M. Rathie, junto con Mr. Reid, en el año 1938 -sólo siete años después de la primera
transmisión que efectuaron los señores Clarence W. Jones y Reuben E. Larson, en la ciudad
de Quito, Ecuador, en una emisora de 200 vatios, la HCJB, "La voz de los Andes"-,
comenzaron a realizar transmisiones de programas evangélicos por la radio,
constituyéndose de esa manera en pioneros no sólo en la República Dominicana sino en
toda Latinoamérica. En el 1941 fundó Prensa Bíblica, la primera imprenta evangélica en el
país.
En el 1947, llega James Cochrane junto con su esposa, Grace. Desarrolló una labor de
enseñanza de valor inapreciable, muy particularmente en la costa norte y la ciudad de Santo
Domingo. Posteriormente realizó una Maestría de Estudios Cristianos en el Regent College
de Vancouver, Canadá. Junto a los hermanos Donald Mcintosh (quien vino al país con su
esposa Margaret en el 1942 y residieron en Santo Domingo, Santiago, La Vega v en Puerto
Plata) y Mr. lan Rathie, en el mes de septiembre del año 1951, iniciaron en la comunidad de
Joba Arriba, Moca, los llamados Cursillos Bíblicos, con el objeto de entrenar en la Palabra
de Dios a los ancianos y líderes de las diferentes iglesias locales, y que permanecen siendo
de mucha utilidad hasta el día de hoy. Hoy que estamos celebrando los cien años de la
llegada de estos hermanos a nuestro país, estamos profundamente agradecido de la
bondad del Señor para con nosotros y decimos: Ebenezer, "hasta aquí nos ha ayudado el
Señor".

Unas pocas palabras de explicación.


Reuniones como en el Nuevo Testamento en la iglesia hoy.
¿Alguna vez se ha preguntado cómo se reunían los primeros cristianos?
Una de las bendiciones más grandes de este lado del cielo es reunirse con otros que
toman a Dios y a su Palabra con seriedad. Somos un grupo de creyentes salvos por la gracia
por medio de la fe en Cristo y en Su obra terminada (Romanos 10:9-10), que se reúnen
alrededor del Señor Jesús por fe, buscando seguir sólo las instrucciones dadas en el Nuevo
Testamento. Creemos que la iglesia fue ideada por Dios. Los cristianos no se reúnen en
congregaciones simplemente porque es deseable o les es de ayuda, sino porque el Señor
así lo ha ordenado (1 Tesalonicenses 2:14; Hebreos 10:25).
Nuestro Señor mismo fue el primero que habló de la iglesia cuando declaró que Él fue
su constructor y que la establecería sobre un fundamento seguro, esto es, sobre Él mismo
(Mateo 16:18). También fue el primero en hablar sobre la iglesia local en asunto que tienen
que ver con la disciplina entre los creyentes (Mateo 18:17).
Puede haber algunas cosas acerca de reuniones como ésta que te parecerían diferentes
a las que conoces. Apreciaríamos un poco de tu tiempo para explicarte cómo nos reunimos
y por qué.
Por cierto, hay muchos que se reúnen como nosotros.
Posiblemente has oído nombres como George Muller (1805-1898), el gran hombre de fe;
H. A. Ironside (1876-1951), el famoso expositor bíblico; Jim Elliot (1927-1956), el intrépido
mártir del Ecuador; o W. E. Vine (1873-1949), el autor del famoso Dictionary Expository
Words ("Vine diccionario expositivo de las palabras de/ Antiguo y Nuevo Testamento
exhaustivo"). Estos, como miles de otros alrededor del mundo, se reunían simplemente de
acuerdo con el patrón que se halla en el Nuevo Testamento. A veces, a tales grupos se les
conoce como "Los Hermanos" (debido a su rechazo de la división entre "clero" y "laicos" en
sus reuniones), porque deseamos reunirnos simplemente como los de Cristo en su Nombre
(Mateo 18:20; 1 Corintios 5:4; ver Mateo 23:8, como lo que realmente somos "hermanos",
lo que es cada verdadero creyente en Cristo), no reconociendo nombres que dividirían los
hijos de Dios (1 Corintios 1:10-15; 1 Corintios 3:3-5). Estar reunidos en Su nombre es estar
reunidos bajo Su autoridad, sometido a Su Señorío y siguiendo Su Palabra.
En lo que a nosotros los hermanos dominicanos respecta, hay una pregunta pertinente:
¿Cuántos saben que el nombre Templo Bíblico le es dado no a la iglesia, sino al edificio? Los
pioneros tuvieron el cuidado de no usar nombres distintivos para aplicárselos a nuestras
asambleas. Esto como bien lo explica el hermano Mariano González, pero que muchos lo
desconocen, ocurrió alrededor del año 1958, a instancias del gobierno dominicano, todas
las iglesias del país, por ley, habían de registrarse en la Secretaría de Estado de Cultos. Los
Templos Bíblicos, en consecuencia, sometieron su solicitud de incorporación en noviembre
de 1958 como "asociación religiosa sin fines pecuniarios". Su solicitud fue aprobada el 6 de
marzo de 1959 mediante el Decreto # 4632 del Poder Ejecutivo asentado en la Gaceta Oficial
del 18 de Marzo de 1959 y depositada en el Archivo General de la Nación.
Por lo tanto, no creo que haya ningún problema en admitir que si es el edificio que se
llama Templo Bíblico, es una incorrección doctrinal llamar a los creyentes que se reúnen allí
como iglesia con ese apelativo. Esa fue la intención de nuestros primeros hermanos y
nosotros que debemos instruir a los más jóvenes nos corresponde enseñarlo así. No somos
una denominación más. Formamos parte del un solo cuerpo.
Decía el conocido erudito bíblico F. F. Bruce: "Los Hermanos Abiertos no tienen una
organización central. Pertenecen a un gran número de iglesias o asambleas locales,
repartidas por todo el mundo. Cada una de estas iglesias locales es independiente en su
administración; no hay federación o concilio que las una. Sin embargo, hay una semejanza
familiar reconocible entre ellos, y su sentido de un vínculo espiritual es fuerte".
¿Tiene el Nuevo Testamento un patrón?
Si usted sugiriese cambiar cualquiera otra doctrina —la salvación por la fe en Cristo, la
deidad del Señor Jesús, o la inspiración de las Escrituras, por ejemplo- esto generaría una
fuerte reacción entre las iglesias que creen en la Biblia. Pero, de alguna manera, muchos
piensan que tenemos libertad para rediseñar la iglesia como nos convenga. Sin embargo,
no tenemos más derecho a realizar una manera nueva de reunirnos que a buscar un nuevo
camino de salvación.
"En el mismo principio del Nuevo Testamento llama la atención que el Señor Jesús y los
apóstoles trabajaron para establecer una institución: la iglesia local (1 Corintios 4:17; 7:17;
11:16; 14:33; 14:34). Pablo afirmó: "Yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro
edifica encima; pero cada uno mire como sobreedifica" (1 Corintios 3:10). La iglesia local se
encuentra en el corazón del programa de Dios hoy. La indiferencia a la doctrina de la iglesia
es ciertamente indiferencia al plan de Dios" (Uplook, enero 1998, pp. 27-28).
Francis Schaeffer escribió: "La iglesia no está situada allá como un grupo de creyentes
sin ninguna forma. En el Nuevo Testamento la forma es mandada por Dios. Estas normas
no son arbitrarias. Ellas son las formas de Dios para la iglesia institucional, organizada y esto
hay que tenerlo presente en este siglo veinte como en cualquier otro siglo" (F. Schaeffer, La
Iglesia al final de/ siglo XX).
Una verdadera iglesia escritural debe estar compuesta solamente de verdaderos
creyentes.
Con esto queremos decir de personas que han creído al evangelio, que han
experimentado el milagro del nuevo nacimiento, y que reconocen que son "hijos de Dios
por la fe en nuestro Señor Jesucristo" (Gálatas 3:26). Los inconversos no pueden participar
verdaderamente en la adoración y en otras actividades santas de la iglesia, ni podrían
respaldar su testimonio con una vida de santidad. Los cristianos son exhortados a no hacer
yugos desiguales con los incrédulos (2 Corintios 6:1448), aunque sí debemos hacerles
buenas obras y compartirles el evangelio.
¿Qué acerca del bautismo?
La palabra "bautismo" es la forma española de la palabra griega baptizo, que significa
"sumergirse o zambullirse". Todas las personas convertidas en los tiempos del Nuevo
Testamento eran bautizadas antes de tomar su lugar en una iglesia local (Ver Hechos 2:41;
8:12). Cristo había ordenado que esto debía hacerse (Mateo 28:19). El mismo patrón es
observado hoy por las asambleas escriturales. Los convertidos deben ser enseñados que el
bautismo es el símbolo de su sepultura con Cristo, y su resurrección (como Él resucitó) para
caminar (ten novedad de vida" (Romanos 6:1-11). La iglesia primitiva le dio un lugar
importante al bautismo (Hechos 2:38, 41; 8:12-13, 36, 38; 9:18; 10:47-48; 18:8; 19:5). La
iglesia primitiva nunca concebía que un creyente permaneciera sin bautizarse.
Cristo es el centro de reunión.
Aunque una iglesia local es una reunión de creyentes afines, ninguna comunión basada
en el hombre funcionará. Dijo Juan: "Y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre,
y con su Hijo Jesucristo" (1 Juan 1:3). Mateo 18:20 dice: "Porque donde están dos o tres
congregados en mi nombre, allí estoy en medio de ellos''.
Es muy fácil apartarse de Cristo, para encontrarse reunidos alrededor de un predicador,
un conjunto de doctrinas, un sacramento o una forma de gobierno de iglesia. Esto es muy
diferente a ser congregados a Cristo. Nosotros queremos reconocer Su Supremacía
(Colosenses 1:18) en la práctica de nuestras asambleas. Creemos que Él merece esto, ya
que ésta es Su iglesia: "Así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella"
(Efesios 5:25).
Una asamblea neotestamentaria toma la Biblia como autoritativa y completa.
Nosotros creemos firmemente en las doctrinas históricas de la iglesia. Sin embargo, más
que suscribir un credo hecho por hombres, reglas y constituciones, hallamos que la Palabra
de Dios es la única declaración infalible de la fe y la práctica cristiana (2 Timoteo 3:16). Las
Escrituras deben ser apeladas para dirigir con un espíritu lleno de gracia y humildad (2
Timoteo 2:25), para resolver toda disputa, dar directrices a la asamblea, y proveer las bases
para todo ministerio público o privado.
El manual del creyente es la Biblia, la Palabra de Dios (Hebreos 4:12), la mente de Cristo
(1 Corintios 2:16), la voz del Espíritu (Hebreos 3:7). Sólo a través de la Biblia nos llegan la
instrucción, capacitación, estrategia y las tácticas para llevar adelante la batalla espiritual
que es la vida de fe. En Juan 17, Jesús ora pidiendo que el Padre santifique a todos los
creyentes en la verdad. Santificación es el proceso por el cual nos amoldamos a la imagen
de Cristo. Pero ¿dónde encontraremos la verdad? Cristo mismo nos dice: ll Tu palabra es
verdad" (Juan 17:17).
El Espíritu Santo es el representante de Cristo en la tierra.
Por cierto, no es suficiente reconocer las verdades de la Escritura si no actuamos en
consecuencia. Muchos claman ser iglesias que creen en la Biblia, y damos gracias a Dios por
eso; pero debemos buscar también ser iglesias que obedecen a la Biblia por el poder del
Espíritu de Dios en nosotros. Esto es de suma importancia que al Espíritu Santo se le dé Su
lugar en la asamblea local. Su poder es el único poder eficaz para la adoración, el ministerio
o la evangelización. Es fácil desplazarlo a Él para sustituirlo por arreglos humanos. Es común
en muchas congregaciones tener un solo hombre que preside como ministro o pastor, con
actividades bajo su control. Sin embargo, el Espíritu es el que dirige a los creyentes en sus
reuniones (1 Corintios 12 y 14). En un sentido muy real, el Espíritu es la vida energizante y
el poder de la iglesia.
Para guiar a la iglesia local, el Espíritu Santo designa ancianos.
En Hechos 20:17-38, vemos que los términos "ancianos" (vs. 17) y "sobreveedores"
("obispos", vs. 28) son usados para referirse a los mismos individuos y son aplicados a
aquellos que "apacientan...el rebaño" (vs. 28). En otras palabras, ancianos, sobreveedores
(u obispos) y pastores, todos describen los mismos trabajadores en la iglesia. El término
anciano enfatiza su madurez; sobreveedor, enfatiza su responsabilidad; pastor enfatiza su
ministerio -cuidar, dirigir y alimentar el rebaño local-. Estos hombres (las palabras son
siempre usadas en plural) deben llenar las calificaciones dadas en 1 Timoteo 3 y Tito 1.
Nuestros ancianos deben ser respetados, debemos orar por ellos y obedecerles (Hebreos
13:7, 17). Sean cuales fueren las preferencias de una persona o de una organización
concerniente a las clases de liderazgo, nadie puede negar que el liderazgo se consideraba
necesario en las iglesias del Nuevo Testamento. El liderazgo es uno de los dones espirituales
(Romanos 12:8) que funcionan en todas las iglesias locales (Hebreos 13:7, 17).
No hay diferencias en cuanto a valor entre los hombres y las mujeres, aunque tienen
distintas funciones.
La obra de Cristo removió todas las distinciones humanas basadas en privilegios (Gálatas
3:28), y cada creyente, sea mujer u hombre, es un sacerdote de Dios (Hebreos 13:15). Como
sacerdotes santos (1 Pedro 2:5) y sacerdotes reales (1 Pedro 2:9), podemos adorar y
testificar tantas veces como lo deseemos.
Pero en el hogar, así como en la iglesia, los hombres y las mujeres juegan distintos
papeles. El orden en la iglesia, como el orden cronológico o alfabético, no tiene nada que
ver con importancia. Ha sido establecido por Dios que "todas las cosas se hagan
decentemente y (de acuerdo con el) orden" (1 Corintios 14:40).
Los hombres deben venir a las reuniones de la iglesia preparados para realizar una
función pública, representando a Dios en la asamblea en el ministerio de la Palabra según
el Espíritu los dirija (1 Pedro 4:10-11) o representando a la asamblea ante Dios en oración y
alabanza, haciendo esto con el debido cuidado de tal modo que cada quien pueda decir
"Amen" (1 Corintios 14:16). Las mujeres, tienen libertad para orar y adorar al Señor como
lo deseen, sin embargo, deben hacerlo silenciosamente (igual que los hombres cuando ellos
no están siendo movidos por el Espíritu Santo para hablar). Así las mujeres tienen libre
acceso a la adoración como lo hacen los hombres, pero sin revertir el orden divino,
hablando públicamente en la iglesia (1 Corintios 14:34; 1 Timoteo 2:11-12).

¿Por qué las mujeres deben tener la cabeza cubierta?


Uno de los ministerios dados a las mujeres en la iglesia es la de ser administradoras de
las cubiertas, algo como lo que hacían los gersonitas en el Antiguo Testamento (Números
4:24- 26). La gloria de Dios es vista sólo en la iglesia local. En orden de hacer esto, los
hombres permanecen descubiertos, no teniendo el cabello largo y removiendo todo tipo de
cubiertas de la cabeza, debido a que el hombre es "la imagen y la gloria de Dios" (1 Corintios
11:7). Cualquier cubierta velaría simbólicamente la gloria de Dios.
Hay, sin embargo, dos glorias en competencia en la iglesia. "La mujer es la gloria del
hombre" (1 Corintios 11:7). Y "si una mujer tiene el cabello largo, es una gloria (gr. dóxa)
para ella" (1 Corintios 11:15). Debido a que hay dos glorias simbólicas para ser cubiertas,
deben de haber dos cubiertas. La primera cubierta (gr. peribolaion) es el cabello largo de la
mujer (vs. 15b) para ocultar la gloria del hombre (la propia mujer). La segunda cubierta (gr.
katakalupto) es para ocultar su gloria —su cabello-. De este modo, la autoridad de Dios es
declarada, a los hombres se les recuerda que su gloria debe estar oculta en la iglesia y los
ángeles son instruidos (1 Corintios 11:10).
La Cena del Señor ocupa un lugar central.
Como los cristianos de la iglesia primitiva hacían, nosotros venimos juntos el primer día de
cada semana para "partir el pan" (Hechos 20:7).Siendo una ordenanza divina, ésta no debe
ser nunca relegada a un lugar secundario, o tratarla como un asunto de obediencia
ocasional. Éste es un tiempo de traer a nuestro Señor a la mente y proclamar el significado
de Su muerte por nosotros. Debe ser observado no como un sacramento administrado por
un clérigo, sino como se describe en 1 Corintios 11. El propósito principal de este tiempo no
es para ministrar a los otros creyentes, como en otras reuniones de la iglesia, sino para
ministrar al corazón de Dios a través de lecturas apropiadas de la Escritura, himnos de
adoración y oraciones que expresen a Dios la dignidad de nuestro Salvador.
H. A. Ironside hace un interesante comentario sobre la reunión en Troas (Hechos 20:7).
"Se reunieron el primer día de la semana, no para escuchar a un predicador, aunque el más
grande de los predicadores estaba allí, el apóstol Pablo; no para escuchar a un maestro,
aunque el más grande de los maestros estaba allí, porque nunca ha habido otro maestro
tan grande como el apóstol Pablo; no se reunieron sólo para cantar himnos, aunque
sabemos que sí cantaron, como se nos dice en 1 Corintios 14:26. No vinieron para ninguno
de estos propósitos, y ciertamente no fueron entretenidos o divertidos; sino que "se
reunieron para partir el pan". Se reunieron para recordar al Señor Jesucristo. Si había un
predicador o no había poca diferencia, si había un maestro o no, no importaba; si había o
no un hermoso canto, no les preocupaba eso; sino que estaban preocupados por recordar
al Señor Jesús en el partimiento del pan".
¿Qué acerca de la membrecía?
Estrictamente hablando, la única membrecía de iglesia que se habla en el Nuevo
Testamento es la referida al acto de colocar al nuevo creyente en el Cuerpo de Cristo. Esto
ocurre en el momento en que uno es salvado (1 Corintios 12:27; Efesios 5:30). Nosotros no
tenemos listas de miembros, sino que recibimos a la comunión a todos aquellos que Cristo
ya ha recibido (Romanos 15:7; 16:1-2). La asamblea completa se alegra al recibir todos
aquellos que:' 1) confiesan a Jesucristo como su Salvador personal y su Señor; y 2) tienen
una vida cristiana coherente y de testimonio.
Ser recibido a la comunión significa que se está listo para abrazar los privilegios de la
vida de la iglesia local y dispuesto a aceptar sus responsabilidades con nosotros. Estos
incluyen asistencia regular a las reuniones de la iglesia (Hechos 2:42; Hebreos 10:25), el
ejercicio de su don para la edificación de los otros (1 Pedro 4:10), someterse los unos a los
otros, especialmente en obediencia a los ancianos (Hebreos 13:17), participar como el
Señor le permita con las necesidades financiera de la asamblea (1 Corintios 16:1-2; 2
Corintios 9:7) como un acto de adoración (Hebreos 13:16). No se solicitan ofrendas,
especialmente de los que no son creyentes (3 Juan 1:7).
En un artículo publicado por Echoes of Service en 1986, con el título, ¿Quiénes son los
Hermanos?, Harold Mackay, decía: "Debido al énfasis en la comunión más que en la
membrecía, en las asambleas de los hermanos cristianos las listas de miembros son una
rareza... Como en los días de Gedeón, no es la cantidad de seguidores profesantes lo que es
importante, sino más bien la calidad de la dedicación al Señor es lo que cuenta".
¿Qué de la esperanza de la iglesia?
Con excepción de Gálatas y Efesios, cada libro del Nuevo Testamento presenta de
manera específica y clara la venida del Señor como la esperanza conocida y constante del
cristiano. Los gálatas habían caído de la gracia, y el apóstol Pablo tuvo que laborar otra vez
con ellos como de parto en cuanto a la justificación por la fe. En Efesios, la iglesia es vista
como ya sentada en lugares celestiales en Cristo. Los demás libros o bien enseñan la venida
para Sus santos o'Su manifestación en gloria con ellos para juzgar el mundo. Lo que
caracteriza al cristiano es la esperanza de la venida de Cristo, la espera del Hijo de Dios
desde el cielo. Entra en cada estado, pensamiento, sentimiento y motivo de la vida cristiana,
y es también el gran impulsor de la evangelización.
La venida de Cristo para Sus santos, también conocida como "el día de Cristo", descrita
en 1 Tesalonicenses 4:13-18, es el Rapto de la iglesia. Rapto, es la traducción de la palabra
griega harpazo (vs. 17, "seremos arrebatados") que significa "tomar por fuerza, arrebatar
de un peligro inminente". Sucederá en un segundo, sin ninguna señal previa, en un abrir y
cerrar de ojos (1 Corintios 15:51), y será un día de bendición para todos aquellos que creen.
Su manifestación gloriosa con Sus santos, ocurrirá cuando el Señor regrese a la tierra que
lo rechazó y Sus santos vengan con Él, no; por supuesto, a tomar de nuevo la condición
humana aquí en el mundo, sino en cuerpos de resurrección para aparecer con Él ante los
ojos atónitos de quienes todavía le rechacen y para el deleite de los que le esperan como el
Rey libertador, ese día será cuando se cumplirán las palabras: "He aquí que viene con las
nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán
lamentación por él" (Ap. 1:7). Éste será el momento en que la iglesia aparecerá con Él en
gloria, para reinar durante mil años (Ap. 20:2-7). "Seis veces en Apocalipsis 20:2—7 se
declara que la duración del Milenio es de 1.000 años. La repetición de esta cifra enfatiza
tanto su literalidad como su importancia" (Ryrie).
Pero hay mucho más.
Obviamente en un artículo como éste no es posible tratar completamente todos los
asuntos que tienen que ver con la vida de una iglesia. Pero a medida que uno busca la
verdad en la Palabra de Dios, el Espíritu Santo se agrada en mostrarnos más. El apóstol Pablo
dijo la doble maravilla de las bendiciones de Dios para la raza humana: "A mí, que soy menos
que el más pequeño de todos los santos, me fue dada esta gracia de anunciar entre los
gentiles evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo, y de aclarar a todos cual sea la
dispensación del misterio escondido desde los siglos en Dios, que creó todas las cosas"
(Efesios 3:8, 9). Que el Señor nos ayude a todos a entrar más en estos dos tesoros: Lo que
nosotros tenemos en la cruz de Cristo y lo que tenemos en la iglesia de Cristo.

Franklin Álvarez
Puerto Plata, República Dominicana

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