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CENTRO UNIVERSITARIO ADVENTISTA

FACULTAD ADVENTISTA DE TEOLOGÍADE SAGUNTO


CENTRO UNIVERSITARIO ADVENTISTA DE SAGUNTO

FACULTAD ADVENTISTA DE TEOLOGÍA

ASIGNATURA

CRECIMIENTO DE IGLESIA

Informe de lectura presentado en

cumplimiento parcial de los

requisitos para el grado de


PIONEROS DE LA IASD

Doctor en Ministerio
Trabajo
presentado en cumplimiento parcial
de los requisitos de la
asignatura…
Asignatura: Historia de la Iglesia Adventista del Séptimo Día

Profesor: Nelson Salgado

por
Alumno: Franklin Arroyo
Nelson Salgado García
Mayo de 2022
Julio, 2015

1
INTRODUCCIÓN

Conocer nuestras raíces, nuestro pasado denominacional, nos ubica para enfrentar
nuestro futuro con un propósito. Ahondar en la vida de nuestros pioneros nos ayuda a
entender mejor que hombres y mujeres como nosotros, puestos sus dones y talentos al
servicio de Dios, lograron revolucionar una sociedad y una iglesia.
Lo que somos y lo que creemos hoy es gracias, en parte, a estos hombres y mujeres de
valor, estudiosos y consagrados, que no les importó ir contra viento y marea con tal de
levantar el estandarte de la fe y proclamar las verdades de la Palabra de Dios y el amor
de Jesús.

Tal como remarca un importante historiador en vida de la Iglesia Adventista, George


Knight en su libro Nuestra iglesia:
Los adventistas del séptimo día nunca han tenido de sí mismo la imagen de ser
simplemente una denominación más. Al contrario, desde sus comienzos han entendido
que su movimiento es un cumplimiento de la profecía. Su papel, tal como lo han
percibido, ha sido predicar el mensaje único de los tres ángeles de Apocalipsis 14: 6-12,
presentando el último llamamiento de Dios a un mundo que perece antes de que Cristo
regrese a cosechar la tierra (vers. 14-20)

Fueron muchos los que llenos del Espíritu Santo aportaron su granito de arena para que
se formara la Iglesia Adventista del Séptimo día, tal como la conocemos hoy. En este
trabajo vamos a hablar principalmente de la vida de Joseph Bates, pero citaremos otros
pioneros de nuestra iglesia, que junto con Bates llevaron el mensaje Adventista del
Séptimo día a su época.

“La mayor necesidad del mundo es la de hombres que no se vendan ni se compren;


hombres que sean sinceros y honrados en lo más íntimo de sus almas; hombres que no
teman dar al pecado el nombre que le corresponde; hombres cuya conciencia sea tan leal
al deber como la brújula al polo; hombres que se mantengan de parte de la justicia,
aunque se desplomen los cielos” (Ellen White, La Educación, Pág. 54).

2
JOSEPH BATES (1792-1872)

1. INFANCIA Y JUVENTUD: DE MARINERO A ESTUDIOSO DE LA


PALABRA DE DIOS

Joseph
Bates nace
en
Rochester,

Joseph Bates
(1792-1872)
Massachusetts, en 1792, su padre también llamado Joseph, participó en la Guerra de la
Independencia de los Estados Unidos. Cuando apenas tenía un año, su familia se mudó
cerca del mar a un pueblo ballenero de New Bedford. Fue allí donde nació su pasión por
el mar.

En sus días de escuela su deseo más ardiente era de subir a bordo de un barco y navegar
alrededor del mundo. Quería ver como se veía el mundo del otro lado del océano. Cada
vez que pensaba en ir y tratar con su padre de pedirle permiso, le faltaba el coraje. Así
que le conto a su madre su sueño. Los dos padres intentaron persuadirle en dejar de un
lado este sueño aventurero y buscar otro oficio. Al final a los quince años, en junio de
1807, para curarle, su padre lo embarco en un barco con su tío hacia Boston.

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Fue en esta época cuando su país rompió relaciones con Inglaterra, y entonces Bates se
vio envuelto en numerosas dificultades como marinero, al punto de ser prisionero de
guerra, sufriendo diferentes torturas físicas y morales. Tras diversos años de prisión, y
habiendo estado a punto de morir en varias ocasiones, Bates vuelve a su hogar, queda
liberado y regresa junto a sus padres. Tras estos años de prisión Bates va a realizar 10
viajes más, entre 1815-1828 llegando a ser capitán y dueño parcial del barco.

2. CONVERSIÓN DE JOSEPH BATES

En 1818 Bates se casa con Prudencia, ella era una mujer cristiana, y fue de gran
influencia positiva en la conversión de Bates: “Prudy (como él llamaba a su esposa)
colocó un Nuevo Testamento en el baúl del marino. El buen Libro impresiono
profundamente al capitán.  Cuando volvió a casa introdujo el culto regular de familia en
su hogar, y empezó a ir a la iglesia. Todas las dudas y las tinieblas con «respecto a mi
conversión y a mi aceptación por parte de Dios fueron eliminadas como el roció de la
mañana, y una paz como Un río, ocupó mi corazón y mi mente durante semanas y
meses». En esos días mejores, estando de viaje, rogó al Señor por escrito: «Úsame oh,
Señor, te lo ruego, como instrumento en tu servicio; cuéntame en tu pueblo peculiar».
Más adelante, esta oración había de ser maravillosamente contestada.

A partir de este momento Joseph Bates va a introducir cambios en su vida, comenzando


con su salud. Dejó el alcohol y el tabaco y fundó la primera sociedad de Temperancia de
los Estados Unidos. Posteriormente dejó el té, el café y en 1843 decidió no incluir más
en su dieta los alimentos a base de carne. Dios lo estaba preparando, de modo
providencial, pana promover los principios de salud que más tarde habrían de ser
defendidos por los adventistas.

3. J. BATES Y EL MOVIMIENTO MILLERITA

Bates regresó a la vida civil en 1828 con una pequeña fortuna. Llegó a estar involucrado
en la causa abolicionista y fue conocido como un hombre intrépido y de convicción.
Bates estaba trabajando en adquirir una propiedad para una escuela industrial cuando

4
aceptó los puntos de vista de Guillermo Miller en relación con la pronta venida de
Cristo. En un año, más o menos, el jubilado capitán llego a ser un respetado evangelista
y dirigente espiritual entre los adventistas.
En 1843, Bates unió sus manos con H. S. Gurney, un rudo herrero que tenía una
hermosa voz de cantor, para realizar una gira evangelística por las Islas Kent, situadas
frente a las costas de Maryland. Por este tiempo había abandonado el abolicionismo (el
movimiento contra la esclavitud), creyendo que el segundo advenimiento sería su única
solución efectiva. Quería ahora conducir a los esclavos a la libertad en Cristo.

El movimiento Millerita

William Miller
(1782-1849)

W. Miller nació en un hogar cristiano, pero abandonó sus convicciones religiosas por el
deísmo durante los primeros años del siglo XIX. El deísmo (una creencia escéptica que
rechaza el cristianismo junto con sus milagros y la revelación sobrenatural) aboga por
un dios distante que no participa activamente de los asuntos humanos. Su escepticismo
duró toda la guerra de 1812. Pero al enfrentar la violencia y la muerte, comenzó a
reevaluar su vida personal y el significado de la vida en general. Comenzó a estudiar la
Biblia, su método de estudio de la Biblia fue comparar escritura con escritura, de
manera metódica y tras dos años (1816-1818), de intenso estudio, llegó a «la solemne
conclusión … de que en alrededor de veinticinco años desde esa fecha [1843] todos los

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asuntos de nuestro estado presente llegarían a su fin», y Cristo regresaría. Miller llegó a
su conclusión por medio de un estudio de las profecías del libro de Daniel,
especialmente Daniel 8:14: «Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el
santuario será purificado».
Durante nueve años (1823-1832), Miller continuó estudiando su Biblia. Mientras tanto,
cada vez se sentía más convencido de que debía compartir sus descubrimientos acerca
de la fatalidad inminente. Miller finalmente «hizo un pacto solemne con Dios» de que,
si Dios despejaba el camino, él cumpliría su deber. Al comprender que debía ser más
específico, prometió que, si recibía una invitación para hablar en público en cualquier
lugar, iría y enseñaría acerca de la Segunda Venida del Señor, realmente Miller no
pensaba que esto fuera a suceder pues nunca le habían invitado, pero anecdóticamente
podemos contar que tan sólo 30 minutos después de esta promesa, recibió una
invitación.
En noviembre de 1839, Josué Himes le extendió
una invitación a Guillermo Miller para tener una
serie de reuniones en su iglesia. El mensaje del
Segundo Advenimiento de Miller transformó al
enérgico Himes en el principal publicista de su
mensaje: que Cristo regresaría alrededor del año
1843. Tres meses después de su primera
invitación a Miller, Himes había comenzado a
publicar Signs of the Times [Señales de los
Tiempos] para llevar el mensaje adventista al
mundo. Además, en 1842 Himes comenzó a
publicar Midnight Cry [El Clamor de la Joshua V. Himes
Medianoche], llegando a repartir en tan sólo 5 (1805-1895)
meses 600.000 ejemplares.

Miller originalmente se había resistido a ser demasiado específico en cuanto al tiempo


exacto del regreso de Cristo. Su mensaje enfatizaba «alrededor del año 1843». Pero para
enero de 1843 había arribado a la conclusión, sobre la base de la profecía de los 2.300
días de Daniel 8:14 y el calendario judío, de que Cristo regresaría en algún momento
entre el 21 de marzo de 1843 y el 21 de marzo de 1844. Posteriormente a estas fechas y
tras un primer chasco el ministro S.S. Snow demostró convincentemente, por medio de

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una variedad de cálculos matemáticos, que el cumplimiento de la profecía de los 2.300
días de Daniel 8:14 tendría lugar en el otoño de 1844. De hecho, a través de un estudio
extensivo de las ceremonias del año judío, Snow predicaba que la profecía de Daniel
relacionada con la purificación del santuario culminaría en el Día de la Expiación judío:
el décimo día del séptimo mes del año judío (véase Lev. 23:27). Snow afirmaba que
había calculado el día exacto de la purificación, el que los milleritas todavía
interpretaban universalmente como la Segunda Venida de Cristo. Ese día de 1844, era el
22 de octubre. Miller, Himes y otros líderes milleritas con el tiempo capitularon ante la
contundencia de los argumentos de Snow y aceptaron y proclamaron esa fecha.

4. J. BATES Y EL GRAN CHASCO

El 22 de octubre, decenas de miles de creyentes permanecían expectantes esperando la


aparición de Jesús en las nubes, mientras que incontables personas esperaban en la
duda, temiendo que los milleritas estuvieran en lo cierto.
Joseph Bates, ya antes de la primavera de 1844, vendió su casa, pagó sus deudas antes
de la venida del Señor, y procedió a entregar prácticamente el resto de su fortuna a la
causa. El día posterior al chasco, el capitán Bates estaba profundamente confundido,
pero pronto se sobrepuso a esta situación y se contó entre los adventistas que esperaban
que sus cálculos estuvieran errados y que Jesús todavía viniera pronto.
El Gran Chasco despertó no solamente el interés para la Segunda Venida de Cristo, sino
también el interés para el estudio de la Santa Escritura. En este camino los pioneros
adventistas descubrieron verdades muy importantes que supieron añadirlo a su tiempo a
la enseñanza adventista. Este grupo de estudiosos no demoró mucho para concluir que,
aunque la fecha de 22 de octubre de 1844 fuera correcta, el evento estaba errado. Esos
creyentes entendieron que el santuario a ser purificado no estaba en la tierra sino en el
cielo. Jesús había entrado al lugar santísimo del santuario celestial para dar inicio a su
obra de juicio. Como Ellen G. White declaró más tarde: “El asunto del santuario fue la
clave que aclaró el misterio del chasco de 1844”.

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De esa manera el gran chasco del 22 de octubre de 1844 se convirtió en un mensaje
poderoso. Es verdad que Jesús no vino como los milleritas pensaban, pero un pequeño
grupo de creyentes decepcionados descubrió nueva luz bíblica: la verdad de que Cristo
entró en la fase final de su ministerio sumo-sacerdotal en el santuario celestial, después
del cual Él volverá finalmente para redimir a su pueblo.

5. JOSEPH BATES Y EL VERDADERO DÍA DE REPOSO

En el tiempo del chasco en el año 1844, una


bautista del séptimo día, llamada Rachel Oakes
Preston fue a Washington, New Hampshire, a
visitar a su hija, que era uno de los creyentes
adventistas del lugar. La señora Preston era una
fervorosa creyente en el sábado bíblico y había
traído con ella unos folletos. Los folletos que ella
distribuyó dieron fruto. Los primeros adventistas en
aceptar el séptimo día como día de reposo fue
enseñado por los bautistas del séptimo día, quienes
a comienzos de la década de 1840 habían renovado
Rachel Oakes Preston
(1809-1868) su compromiso de diseminar esta luz especial.
En una ocasión Rachel Oakes, retó a un predicador
adventista que pertenecía a la Iglesia Metodista a guardar todos los mandamientos.
Como resultado, el pastor Frederick Wheeler comenzó a observar el sábado en la
primavera de 1844. Al mismo tiempo, varios miembros de la iglesia de Washington,
New
Hampshire,
donde
Wheeler
predicaba
con
frecuencia,
también

Frederick Wheeler
(1811-1910)
comenzaron a adorar en el día de reposo bíblico. Así, la primera congregación
adventista en guardar el sábado surgió antes del Gran Chasco. En el verano de 1844, T.
M. Preble, predicador bautista que se había convertido en millerita, también aceptó el
sábado a través de sus contactos con la congregación de Washington. Al darse cuenta de
que quedaba poco tiempo para el advenimiento, ni Wheeler ni Preble sintieron que era
importante preocuparse del mensaje del sábado que acababan de descubrir. Sin
embargo, después del Gran Chasco, Preble publicó el 28 de febrero de 1845 sus
creencias sobre el sábado en la publicación Hope of Israel [La esperanza de Israel]. Más
tarde ese año, nuevamente expuso su punto de vista en un folleto de 12 páginas con un
título bien explícito: Tract, Showing That the Seventh Day Should Be Observe as me
Sabbath, Instead 01 me First DaYi "According to the Commandment" [Folleto que
muestra que el séptimo día debiera observarse como día de reposo en lugar del primer
día; "según el mandamiento"].
No había pasado mucho tiempo desde que José Bates se había relacionado con la verdad
del sábado (por medio de un artículo de T. M. Preble en el periódico "La Esperanza de
Israel", de marzo de 1845) que él escuchó del pequeño grupo de personas que
observaban el sábado entre las montañas de Nueva Hampshireal. El líder era Federico
Wheeler.
José Bates sintió un ardiente deseo de visitar a estas personas y hablar con ellos respecto
a la fe. Wheeler llevó al Capitán Bates a la casa de Ciro Farnworth en Millen Pend,
cerca de la pequeña iglesia donde los adventistas observadores del sábado se reunían.
Allí, debajo de los arces, se sentaron Federico Wheeler, Ciro Farnsworth, su hermano
Guillermo y José Bates para hablar respecto al sábado. Después de esta reunión, José
Bates regresó a Fairhaven. Estaba convencido. Entusiasmado se llenó de celo para
predicar la verdad. ¡Oh cómo amo este sábado! De regreso en Fairhaven, un amigo y
compañero adventista, Jaime Madison Monroe Hall, se encontró con el viejo capitán
Bates en el puente que cruza el río Acushnet y exclamó: "Capitán Bates qué noticias
tiene". La respuesta triunfante del hermano Bates fue: "Las nuevas son que el séptimo
día es el sábado del Señor, nuestro Dios". No fue fácil convencer a Hall, pero los
argumentos del Capitán Bates fueron convincentes y Hall vino a ser un nuevo converso
a la doctrina del sábado (él guardó el siguiente sábado) y se unió a Bates en la recién
encontrada fe. Poco después de esto, Bates escribió un folleto sobre este asunto que fue
el instrumento que guio a Jaime y Elena White a aceptar la luz.
Seis meses después, en la tarde del sábado 7 de abril de 1847, a Elena G. de White, le

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son mostrados en visión, los Diez Mandamientos en el Santuario Celestial con un
círculo luminoso que rodeaba el cuarto mandamiento.  

Bates le dio una riqueza y una significación profética al sábado que nunca podría haber
surgido entre los bautistas del séptimo día. Para los bautistas, el sábado simplemente era
el día correcto. Pero con Bates, impregnado como estaba él de una fe profética,
informado por medio de un estudio amplio de los libros de Daniel y Apocalipsis, el
sábado como día de reposo cobró una riqueza escatológica que iba más allá de la esfera
de la comprensión bautista.

            A través de una serie de folletos, Bates interpretó el sábado en el marco de


Apocalipsis 11 al 14. Entre 1846 y 1849 hizo al menos tres contribuciones para la
comprensión profética del sábado. Primero, comenzó a ver conexiones entre el sábado y
el santuario. A medida que estudiaba el toque de la séptima trompeta en Apocalipsis 11:
15 al 19 (pasaje que obviamente tiene que ver con los últimos días), Bates se sintió
particularmente atraído por el versículo 19:” Y el templo de Dios fue abierto en el cielo,
y el arca de su pacto se veía en el templo”.

Cuando el séptimo ángel comenzó a tocar su trompeta, propuso Bates, el segundo


departamento del templo de Dios se abrió en el cielo, el arca del pacto fue revelada
espiritualmente y la gente comenzó a investigar las Escrituras. El arca del pacto en el
santuario terrenal, por supuesto, contenía los Diez Mandamientos. De esta forma, a
través de una comparación tipológica, llegó a la conclusión de que el Lugar Santísimo
del santuario celestial tenía un arca que contenía el Decálogo, igual que el santuario
terrenal. La ley de Dios con el tiempo llegó a ser vista como la base del juicio previo al
advenimiento que se había iniciado el 22 de octubre de 1844. En esa fecha se había
abierto el segundo departamento en el cielo, que exponía el arca del pacto y señalaba un
renovado énfasis en la ley de Dios.

La segunda contribución de Bates para el desarrollo de la comprensión del sábado en la


historia profética derivó de su estudio de los mensajes de los tres ángeles de Apocalipsis
14. Los presentó como secuenciales. Decía que los dos primeros (la hora del juicio de
Dios y la caída de Babilonia) habían sido predicados por los milleritas. Pero sostenía
que el versículo 12, «Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los
mandamientos de Dios», comenzó a cumplirse después del 22 de octubre de 1844. Así,

10
en 1847 escribió: «[un pueblo] se ha estado uniendo en grupos durante los últimos dos
años, en torno a los mandamientos de Dios» (Seventh day Sabbath [El sábado) [edición
de 1847], p. 59).
 La tercera contribución de Bates a la teología del sábado (en el marco de la profecía)
fue desarrollar los conceptos del tiempo del fin, del sello de Dios y la marca de la bestia
en el contexto de la alianza con Dios o con la bestia. Sostenía que la fidelidad al sábado
bíblico sería el punto focal externo de la batalla, basado en Apocalipsis 12: 17:
«Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer, y se fue a hacer guerra contra el
resto de la descendencia de ella, los que guardan [todos] los mandamientos de Dios».
Esa «guerra», sostenía, es descrita en Apocalipsis 13 en términos de los poderes de la
bestia que buscan vencer al pueblo de Dios que guarda los mandamientos, y que
finalmente establecen el decreto de muerte del versículo 15.

6. JOSEPH BATES Y LAS VISIONES DE ELLEN G. DE WHITE

El capitán Bates, el cual era también pastor, por este tiempo no tenía aun fe en las
visiones de la señora White, pero en cierta ocasión estuvo presente cuando ella tuvo una
de estas, en la cual describió tan admirable varios astros, que él, muy versado en
astronomía, declaro que lo que acababa de oír era más adelantado que todo cuanto había
leído hasta entonces sobre tal materia. Como en otra ocasión anterior, el pastor Bates
había conversado sobre astronomía con la señora White y se había dado cuenta de que
ella, según su propia confesión, nunca había leído libro alguno que tratara de dicha
ciencia, al oír tan admirable relato, científico y solemne al mismo tiempo, pues se
describía en él la belleza del universo, y lo majestuoso que eran los seres que habitan
otros planetas, seres que nunca pecaron, el declaró francamente que ahora si creía que
dichas visiones eran divinas.

El Don de Profecía a través de Ellen G. White

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Ellen G. de White
(1827-1915)

Ellen Gould Harmon The White, cofundadora de los adventistas, nació en Gorham,


Maine, el 26 de noviembre de 1827 y murió en Santa Helena, California, el 16 de julio
de 1915.
Cuando tenía nueve años sufrió graves daños que le dejaron facialmente desfigurada e
incapaz de asistir a la escuela durante algún tiempo. Su educación terminó con un breve
periodo en el seminario Westbrook y el colegio femenino de Portland, Maine, en 1839.
Al año siguiente tuvo una experiencia espiritual en un campamento metodista,
siendo bautizada en 1842. Poco tiempo después se convirtió con su familia en seguidora
de William Miller, el profeta adventista que anunciaba el inminente regreso de Cristo a
la tierra (fijado para el 22 de octubre de 1844). A pesar del fracaso de la predicción de
Miller, ella retuvo la idea adventista. En diciembre de 1844 experimentó la primera de
la que sería una serie de unas dos mil visiones. Comenzó un ministerio itinerante hacia
los milleristas desanimados, dándoles mensajes de ánimo obtenidos de sus visiones. En
1846 se casó con el reverendo James S. White, otro ministro adventista. Juntos
trabajaron en Nueva Inglaterra, adentrándose cada vez más en otros territorios y
esparciendo la fe adventista. Publicó A Sketch of the Christian Experience and Views of
Ellen G. White (1851) y luego Supplement to the Experience and Views of Ellen G.
White (1854).

12
Una vez que los Whites se trasladaron a Battle Creek,
Michigan, en 1855, esa ciudad se convirtió en el centro
de la actividad adventista. Allí se congregaron
representantes de congregaciones adventistas
esparcidas en 1860, adoptando el nombre Adventistas
del Séptimo Día. Tres años más tarde el grupo adoptó
una estructura formal denominacional. A través del
trabajo organizativo y el establecimiento de
una ortodoxia adventista, las visiones de Ellen White
se constituyeron en la fuerza guiadora del grupo. Las
interpretaciones bíblicas que recibía eran
inmediatamente aceptadas. Buena parte del programa
eclesiástico revelado se publicó en su Testimonies for James S. White y Ellen G. White
the Church, que llegó a crecer desde dieciséis páginas,
en su edición de 1855, hasta llenar nueve volúmenes. Sus ideas sobre salud,
especialmente su oposición a usar café, té, carne y drogas, fueron incorporadas a las
prácticas de los adventistas.

En 1866 White ayudó a establecer el Western Health Reform Institute en Battle Creek;
más tarde, el Battle Creek Sanitarium se haría famoso por su trabajo en el campo de la
dieta y la alimentación sana, siendo el modelo para otras instituciones similares. En
1874 fundó el Battle Creek College, una institución adventista de la que su marido fue
nombrado presidente.

Bajo su influencia el movimiento adventista fue activamente abolicionista durante la


guerra civil, convirtiéndose ella en una determinada abogada de la temperancia. En
1880, junto con su marido, publicó Sketches of Elder James White and His Wife, Mrs.
Ellen G. White. Tras la muerte de Jaime al año siguiente, White vivió durante cuatro
años en Healdsburg, California. Viajó y dio conferencias en Europa (1885-88) y fue
misionera adventista en Australia (1891-1900), donde estableció una escuela que más
tarde sería el colegio Avondale. Tras su regreso a los Estados Unidos, dirigió un
movimiento para sacar a las instituciones adventistas de Batlle Creek. El colegio se
trasladó a Berrien Springs, Michigan, como colegio misionero Emmanuel (desde
1960 universidad Andrews) y en 1903 la sede general y el periódico fueron traslados a

13
Takoma Park, Maryland. A partir de entonces, White vivió principalmente en Santa
Helena, California.

7. JOSEPH BATES LÍDER DE UNA NUEVA IGLESIA

Joseph Bates fue elegido para presidir la mayor parte de las más importantes
conferencias realizadas por los adventistas que observaban el séptimo día, práctica que
duró hasta la organización formal de la Asociación General, en mayo de 1863. Así el
capitán continuaba estando en un puesto de mando. Fue reconocido por todos, durante
aquellos años formativos, como legítimo líder de los adventistas. Fue el primer
presidente de la primera asociación organizada: la Asociación de Michigan.

En 1863, aunque tenía 71


años de edad, presidió un
histórico congreso de la
Asociación General.

De más edad que todos sus


jóvenes asociados, fue uno
de los primeros pioneros
que se retiró del servicio
activo.

Sus últimos años los paso en su hogar en Michigan, pero su interés en la marcha de la
obra nunca disminuyó. Murió en Battle Creek, Michigan, en 1872, como valiente
guerrero de la cruz.

CONCLUSIÓN

14
A través de la vida de uno de nuestros pioneros, Joseph Bates, hemos podido aprender a
cerca de los inicios y de las más importantes creencias de los Adventistas del Séptimo
Día. Como hemos podido ver, los encuentros no fortuitos, sino dirigidos por Dios, con
otros grandes hombres y mujeres de fe, pioneros de nuestra iglesia, hicieron que la
Iglesia Adventista del Séptimo día se organizara. Hombres y mujeres que forjaron una
visión hecha realidad, dejando atrás sus propios intereses y dejando que Dios los fuera
moldeando, por medio de revelaciones, testimonios y un estudio diario y constante en la
palabra de Dios. Gracias a estos nuestros pioneros, podemos gozar de una luz y de
formar parte de un pueblo con un mismo sentir y una misma esperanza: La segunda
venida de Jesús.

BIBLIOGRAFÍA

BATES, J. Las Aventuras del capitán Joseph Bates (The Autobiography of Elder
Joseph Bates. Publicada originalmente en inglés por la Asociación Publicadora
Adventista del Séptimo Día, Battle Creek, Michigan, 1868). Traducido por Rolando
Itin. 2017 Adventist Pioneer Library, p. 13– 55; p. 175 – 234

KNIGHT, G.R. Nuestra iglesia. Momentos históricos decisivos. Florida, EE.UU.:

APIA, 2007, p. 13- 56.

FAYARD, M.I. El Movimiento Adventista. Buenos Aires, Argentina: Casa Editora


Sudamericana, 1922, p. 88-89, 177.

OLIVEIRA, E. La mano de Dios al timón. Buenos Aires, Argentina: Asociación Casa
Editora Sudamericana, 1985, p. 193- 246.

MAXWELL, M.C. Dilo al mundo. La historia de los Adventistas del Séptimo Día.


Miami, Florida, EE.UU.: Asociación Publicadora Interamericana, 1976, p. 73-76.

15
HOWELL, E.E. El gran movimiento adventista. Buenos Aires, Argentina: Casa Editora
Sudamericana, p. 42-45.

LOUGHBOROUGH, J.N. El gran movimiento adventista. Jasper, Oregon, EE.UU:

Adventist Pioneer Library, 2015, p. 157- 226

https://centrowhite.unach.cl/2020/08/12/historia-de-la-iglesia-adventista-del-septimo-

dia/

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