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Brevísima historia de los Templos Bíblicos.

Durante el invierno de 1827-1828, cuatro hombres cristianos, que durante algún tiempo
se habían sentido preocupados por la condición de toda la iglesia profesante existente,
acordaron, después de muchas consultas y oración, reunirse en Dublín (Irlanda) el día del
Señor, como lo hacían los cristianos primitivos, para el partimiento del pan, contando con
que el Señor estaría con ellos. Éstos fueron: el Sr. John Nelson Darby, el Sr. Edward Cronin,
el Sr. John Gifford Bellet y el Sr. Francis Hutchinson. Algunos estudiosos, como Thomas
Stewart Veitch, añaden en la lista a Anthony Norris Groves; aunque Andrew Miller lo
refuta: “En varios apresurados e inexactos bosquejos acerca del origen de los Hermanos
que han sido objeto de nuestra atención, se ha mencionado al Sr. Groves como el que
sugirió por primera vez la idea de reunirse para partir el pan sin la presencia de un
ministro. A partir de esta equivocación algunos lo han designado como “fundador” de los
Hermanos, y algunos como el “padre” de los mismos, pero esta conclusión no está en
absoluto respaldada por los hechos” (Miller, A.: Los Hermanos (según su designación
común). Un breve bosquejo, Girona, Sedin, 2001, p. 17,18).

H. A. Ironside menciona a siete hermanos como los fundadores del movimiento. Éstos son:
Edward Cronin, Edward Wilson, H. Hutchinson, William Stokes, J. Parnell (posteriormente
Lord Congleton), J. G. Bellet y John N. Darby. De éstos parecería que Edward Cronin fue el
instrumento escogido para influir en los otros, o al menos el primero que actuó de
acuerdo con sus convicciones, aunque los últimos dos habían estado pensando y
estudiando sobre los mismos asuntos independientemente del resto por varios años. “De
éstos parecería que Edward Cronin fue el instrumento escogido para influir en los otros, o
al menos el primero que actuó de acuerdo con sus convicciones, aunque los últimos dos
habían estado pensando y estudiando sobre los mismos asuntos independientemente del
resto por varios años.” Y agrega: “Entre las diversas manifestaciones de la obra del
Espíritu de Dios en el siglo pasado, que revivieron e iluminaron a su pueblo, hubo una
esfera de comunión y actividad cristiana, que tuvo su inicio a principios del siglo XIX, que
tuvo una Influencia mucho más amplia sobre los cristianos en general de lo que muchos se
dan cuenta. Me refiero a lo que comúnmente se conoce como el movimiento de los
Hermanos, o por otros denominados los Hermanos de Plymouth… En gran medida, la gran
mayoría de los líderes fundamentalistas destacados reconocen en seguida su deuda, al
menos en cierta medida, con el ministerio oral o escrito de los Hermanos” (A Historical
Sketch Of The Brethren Movement, p.1). Se caracterizaron por ser fieles expositores de la
Palabra de Dios y como sabemos no hay nada que transforme de manera más poderosa la
vida de la persona y de la sociedad que ella.
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De esa manera surgió lo que para ellos fue “un nuevo comienzo” de la iglesia. Los sábados
por la noche era necesario limpiar los muebles de la sala de subastas, para tener la
habitación lista para la reunión matutina del día del Señor. No podemos abstenernos de
citar las palabras de Edward Cronin: "¡Qué recuerdos benditos tengo de esos sábados por
la tarde cuando, J. Parnell (Lord Congleton), W. Stokes y otros, colocábamos los muebles a
un lado y poníamos una sencilla mesa con el pan y el vino para el día del Señor!
Momentos de dicha inolvidables, porque sabíamos que teníamos la autorización y la
aprobación del Maestro en ese testimonio”. Casi al mismo tiempo se iniciaron reuniones
similares en Londres y Plymouth, lo que posiblemente brindó la oportunidad de hablar de
estos pioneros como "Hermanos de Plymouth", que se usa con mucha frecuencia incluso
hoy en día, sobre todo entre los anglosajones, por unos, a veces en tono de burla, por
ellos mismos de una manera tal que hace que en ocasiones se les etiquete como "La
denominación de los hermanos". Pero, se debe tener siempre claro que "Uno es vuestro
Maestro, el Cristo, y todos vosotros (todos los cristianos) sois hermanos" (en inglés
antiguo, “brethren”), esto revela la mente del Señor para todo su pueblo, como está
escrito en Mateo 23: 8. Así comenzó de una manera tan simple el testimonio de las
Asambleas o los Hermanos como se les conoce en la actualidad en muchos lugares.

Por lo curioso que resulta la manera en que con el tiempo pasaron a ser conocido con
el nombre de los Hermanos de Plymouth -a pesar de que sus iniciadores rechazaban todo
nombre que sugiriera siquiera la idea de denominación- haremos una breve reseña del
mismo. Su primer local de reunión se llamaba Providence Chapel, y como ellos rehusaban
darse a sí mismos ningún nombre, en la ciudad se les llamaba “la gente de Providence”.
Cuando comenzaron a predicar el evangelio al aire libre y en los pueblos alrededor, se
suscitó no poca curiosidad por saber quiénes eran. Había algo nuevo en su predicación y
en su forma de llevar a cabo la obra. Pero como no pertenecían a ninguna de las
denominaciones entonces conocidas, fueron llamados como los “hermanos de Plymouth”.
Esto llevó de manera natural a la designación de “Los Hermanos de Plymouth”, que se les
ha aplicado desde entonces, a veces con el ánimo de ridiculizarlos.

Edward Cronin (1801-1882).

Edward Cronin nació en Cork en 1801. Su padre era romanista; y fue criado en esa
Iglesia, pero su madre era protestante. Fue educado después de terminar la escuela
secundaria en la Universidad de Dublín.

En el año de 1826, siendo un joven estudiante de medicina (posteriormente llegó a ser


doctor y se le reconoce como uno de los pioneros de la homeopatía en Inglaterra) había
llegado por motivo de salud a Dublín, procedente del sur de Irlanda. Relata en una carta
fechada en julio 1871: “Yo había sido enviado del sur de Irlanda a Dublín, a causa de mi
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salud. Yo era un disidente (Independiente) y todos los cuerpos religiosos disidentes de


Dublín recibían en comunión a cualquier cristiano que se hallase de paso. Esta libertad me
fue concedida hasta que se me consideró como residente; entonces me informaron que
no me sería permitido participar de la Cena del Señor con ninguna de esas asambleas si no
me hacía admitir como miembro regular de una de ellas”. Este anuncio provocó un gran
impacto en su mente, y sin duda alguna fue empleado por Dios para hacer volver su
atención a la verdad de la doctrina del un cuerpo. Pensaba: “Si todos los creyentes son
miembros del cuerpo de Cristo, ¿qué puede significar esta extraña expresión, de calidad
de miembro especial con los independientes? Se detuvo, y tras muchas reflexiones y
oración, rehusó someterse a este orden eclesiástico. Esto lo forzó a permanecer fuera, y lo
expuso a la acusación de irreligión y antinomianismo. Estuvo así durante varios meses,
sintiendo profundamente la soledad y separación de muchos a los que amaba en el Señor.
Fue una época de prueba y pudo haber resultado de gran perjuicio para su alma; pero el
Señor lo dispuso para bendición. Para evitar dar la apariencia de impiedad, pasaba las
mañanas del día del Señor encerrado en su casa. Estas ocasiones las encontró de gran
bendición espiritual, y también de profundas reflexiones acerca de qué dirección tomar en
el futuro.

Cronin fue finalmente excomulgado públicamente en una capilla de la que el Rev.


William Cooper era el ministro. Esto lo afectó hondamente; pero la iglesia se había
excedido en cuanto a la jurisdicción que le era propia. La iglesia tiene autoridad sólo de su
Cabeza en el cielo para cortar a aquellos que hayan demostrado ser perversos (1 Corintios
5). Por lo tanto, al actuar de esa manera recibió ella la herida mayor. Uno de los diáconos,
Edward Wilson, secretario de la Sociedad Bíblica en ese entonces, se vio obligado a
protestar contra esta acción, lo que lo motivó a abandonar el cuerpo congregacionalista.
Cronin relata: “Luego de que el Reverendo W. Cooper, el pastor, me hubo denunciado
públicamente, uno de sus diáconos, E. Wilson, se sintió constreñido a protestar y, poco
tiempo después, a presentar su dimisión. Así separados de las sectas, nos reencontramos
los dos en su casa para partir el pan y orar juntos, hasta que él partió para Inglaterra”.

Cronin y Wilson, luego de estudiar la Palabra durante un tiempo, comenzaron a ver


claro su camino para reunirse en la mañana del domingo para el partimiento el pan y la
oración. Primero se reunieron con este propósito en casa del Sr. Wilson en Sackville
Street. Pronto se unieron a ellos dos señoritas Drury (primas de Cronin), que abandonaron
la capilla del Sr. Cooper, de la que eran miembros; también lo hizo el Sr. Tims, un librero,
de Grafton Street. Tras partir el Sr. Wilson poco después hacia Inglaterra, la pequeña
congregación pasó a la casa del Sr. Cronin en Lower Pembroke Street, donde varios se
añadieron a su número. Dice Cronin: “Esto no tardó en divulgarse y, uno tras otro, fueron
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convencidos por la misma verdad, la de la unidad del cuerpo. La presencia del Espíritu
Santo nos apareció como una verdad muy clara”.

John Gifford Bellet (1795-1864).

El nombre de John Gifford Bellet siempre será reverenciado y su memoria siempre será
apreciada por aquellos que conocen la unción de su ministerio en los productos de su
pluma.

Nacido en Dublín, en el año 1795, pertenecía a una familia angloirlandesa relacionada


con la Iglesia Establecida de Irlanda, que perdió su estatus en 1869. Fue educado en la
escuela primaria, Exeter, donde tuvo como compañero de escuela a William Follett, quien
luego se distinguió como un elocuente abogado en el Colegio de Abogados de Inglaterra; y
desde allí, Bellett se dirigió al Trinity College de Dublín, donde conoció a John Nelson
Darby, y se inició una amistad que duró toda la vida. Ambos eran fuertes en erudición
clásica, ambos estudiaron derecho - Bellett en Londres y Darby en Dublín-. Cada uno fue
admitido como abogado en Dublín y practicaron, pero por un corto tiempo, Darby
renunció a esa profesión cuando "tomó las órdenes" en la iglesia anglicana, mientras que
Bellett, que se había convertido en un cristiano decidido durante su adolescencia, se
dedicó como laico a aumentar su cultura espiritual, y se dispuso a participar en cualquier
servicio religioso de aquellos días presentándose como un “laico”.

Tuvo un destacado ministerio público, tal como lo describe uno que tuvo el privilegio
de disfrutarlo durante su residencia en Bath, “tenía un hablar poético", así era de dulce y
casto el sentimiento y la expresión de sus sermones. El difunto R. Govett, de Norwich, un
muy buen juez, que había leído todos los escritos publicados por los líderes del
movimiento, opinó que Bellett era el más espiritual de ellos. En su servicio entre los
hermanos, fue un ejemplo sobresaliente de amor fraternal. Se caracterizaba por ser una
sabio consejero y por su actitud caritativa. Era un hombre de fuertes principios y era
reconocido por su humildad, su gracia y por la generosidad de su espíritu. Cuenta su hija
que “él siempre fue un madrugador. En las mañanas de invierno, tenía su mesa junto al
fuego de la cocina, con su Biblia y sus materiales de escritura, y leía, meditaba y escribía,
durante algún tiempo antes del desayuno. En los últimos años, a menudo se sentaba con
mi querida madre y conmigo, con la Biblia abierta y una pluma en la mano, meditando y
escribiendo, siempre dispuesto a responder cualquier pregunta o a decir alguna palabra
amorosa; y realmente puedo decir que nunca recuerdo que haya mostrado impaciencia
por ser interrumpido”. Sus libros más conocidos son "The Patriachs”,"The Evangelists",
"The Minor Prophets”, “Short Meditations” y la "Moral Glory of Jesus Christ".

John Nelson Darby (1800-1882)


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Nació en Londres en 1800, en el seno de una acomodada familia irlandesa. Fue el hijo
menor de John Darby de Leap Castle. Después de unos brillantes estudios en la
Universidad de Dublín renunció a la carrera de abogado, para consagrarse al servicio de
Dios. Afirma Donald Cameron, que “probablemente ningún nombre, aparte de los
profetas mismos, sea mejor conocido en el campo de la profecía bíblica predictiva que el
de John Nelson Darby. Ningún nombre de los tiempos modernos es más respetado por
aquellos que anticipan ansiosamente el regreso del Salvador por su novia desposada, la
iglesia. Pocos nombres son más vilipendiados por los burladores de los últimos días de los
que Pedro predijo que vendrían (2 Pedro 2: 3-7). Darby no fue, como muchos afirman, el
primer "dispensacionalista", Padres de la iglesia como Justino Mártir (100-168 d. C),
Ireneo, obispo de Lyon (140-202) y Clemente de Roma (40-100 d. C) reconocieron
dispensaciones, incluso aunque no usaran el término. Más de un siglo antes del tiempo de
Darby, Pierre Poiret (1646-1719), John Edwards (1637-1716) e Isaac Watts (1674-1748)
formularon tablas de dispensaciones. De hecho, la contribución de Watts, así como la de
Darby, parecen respaldar las conocidas aplicaciones dispensacionales de Scofield. Sin
embargo, es el infatigable Darby a quien probablemente deberíamos agradecer más a
Dios por ayudarnos a comprender su plan revelado de las edades. Él fue quien expuso y
popularizó estas verdades”. Para J. Dwight Pentecost, él se encuentra entre los más
grandes exégetas y expositores que la iglesia haya conocido (Eventos del porvenir, p. 296).

J. Gordon Melton, dice en The Encyclopedia of American Religions que “probablemente


ningún pensador cristiano en los últimos doscientos años ha afectado la manera en que
los cristianos de habla inglesa ven la fe y haya recibido tan poco reconocimiento por su
contribución que John Nelson Darby”. El dispensacionalismo que él propagó proveyó el
marco teológico y la identidad del movimiento fundamentalista evangélico en
Norteamérica. Éste tuvo que ver con instituciones académicas evangélicas tales como: el
Instituto Bíblico Moody, el Seminario Teológico de Dallas, Graces Theological Seminary,
Biola University, que fue fundada por Lyman Steward, quien junto con su hermano Milton,
auspició la publicación de Los Fundamentos (The Fundamentals), que se constituyó en el
documento constitucional de los fundamentalistas cristianos y que figura entre los 40
mejores libros del siglo XX en un ranking especial realizado por historiadores cristianos
comisionados por World Magazine. Enumerándolo entre las obras de C.S. Lewis, G.K.
Chesterton, Alexander Solzhenitsyn y Dietrich Bonhoeffer, y que moldeó
importantemente la mentalidad del cristianismo evangélico occidental del siglo XX.

Francis Hutchinson (1802-1833).

Alguien escribió: “Francis Hutchinson merece un nicho especial en cualquier trabajo de


referencia sobre los "Hermanos Principales", ya que no solo fue uno de los primeros que
se reunieron para "partir el pan", según la costumbre de la iglesia primitiva, el primer día
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de la semana , sino que fue en su casa, No. 9 Fitzwilliam Square, Dublín, donde la pequeña
compañía se reunió en el Nombre del Señor Jesús, teniendo la presencia y la acción
soberana del Espíritu Santo en medio de ellos”. A partir de entonces, como escribe la Sra.
E. Trotter, “la enseñanza y el testimonio de los hombres de 1828 no solo animaron e
inspiraron directamente el gran movimiento evangelista de 1857, sino que dieron un
nuevo carácter a la empresa misionera del siglo, y se anticiparon, en su estudio fresco y
sin trabas de las Escrituras, a muchas verdades que ahora son una herencia común de la
Iglesia de Dios”. El antiguo evangelismo se había convertido en gran medida en una
negación. Ahora había adquirido una visión y ese fue el secreto de la llama que ardía en el
corazón de ellos, fue la vida que los transformó de adentro hacia afuera.

David Dunlap, afirma: “Considerando todas las contribuciones de los llamados


“Plymouth Brethren” a la iglesia evangélica, puede ser que la predicación expositiva sea el
legado más permanente. La predicación expositiva había caído en desuso en ese tiempo
de la historia de la iglesia. La mayoría de los ministros predicaban sermones tópicos o
textuales… Los “Plymouth Brethren” no siguieron este método, sino que introdujeron la
exposición de la Escritura verso por verso, capítulo por capítulo, de manera consecutiva.
Más aún, ellos predicaron la Biblia como un libro unificado. Demostraron que las profecías
del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento no podían aislarse una de las otras, sino
que más bien ambas eran esenciales para el entendimiento apropiado de la Biblia.
Tomaron seriamente el método de interpretación histórico-gramatical de la Escritura y
trabajaron en la exposición de los tipos, dispensaciones y profecías de la Escritura” (Bible
& Life Volume 8, No 5 November 1, 2001). Por más de 150 años, aquellos conocidos como
"Hermanos de Plymouth" han sido reconocidos por su dominio de las Escrituras. Este
movimiento ejerció una gran influencia sobre su generación, y su impacto continúa
sintiéndose en la iglesia. Fueron tenidos en alta estima por los líderes de muchas
denominaciones. A. T. Pierson, un ministro bautista y autor, escribió sobre la estatura
espiritual de los hermanos, diciendo: "Y en aquellos días había gigantes en la tierra". Se
refería a hombres como John Nelson Darby, C. H. MacKintosh, William Kelly y otros. El
poder espiritual de los primeros hermanos era inconfundible. El movimiento tenía las
marcas de una poderosa obra de Dios. La poderosa enseñanza bíblica de hombres
profundamente espirituales, la oración sincera y el celo evangelístico caracterizaban este
movimiento. La mano de bendición de Dios fue evidente. Un escritor informó que para el
año 1878, 50 años después del establecimiento de la primera asamblea, había 1.388
reuniones de creyentes en 29 países diferentes.

Sir John Vesey Parnell (1805-1883).

El hijo mayor del barón Congleton, nació en Londres el 16 de junio de 1805. Se educó
en Francia, luego en la Universidad de Edimburgo, Escocia. Sucedió al título de 2nd Baron
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Congleton, de Congleton, Chester, el 8 de junio de 1842. Cuando estudiaba en la


Universidad de Edimburgo, aceptó a Jesucristo como su Salvador y Señor. Desde el día de
su conversión, tomó una posición decidida como cristiano entre sus compañeros y amigos.
Cuando se le preguntaba si no renunció a muchas cosas para convertirse en cristiano, su
respuesta era: "¡Renunciar! No, no renuncié a nada; lo tengo todo".

Al salir de la universidad, su padre, deseando que se convirtiera en soldado, le compró


una comisión en el ejército. Sin embargo, no podía acceder a la solicitud de su padre, pues
creía que no era la voluntad de Dios que tuviese conectado con la profesión militar. Poco
después de esta decisión suya, un tío rico le dejó una propiedad cuyo valor anual era de
1,200 libras esterlina. No hace falta decir que el capital y los intereses fueron consagrados
por entero al Señor.

Durante los años 1827 y 1828 fue un visitante frecuente en la casa de un tío en Dublín.
Aquí se familiarizó con Anthony Norris Groves, John N. Darby, John G. Bellett, el Dr. Cronin
y otros cristianos devotos y dotados, que fueron utilizados por Dios para comenzar un
notable movimiento espiritual en el mundo.

El Sr. Henry Groves, biógrafo de Lord Congleton, nos dice que entre las verdades que
ejercieron estos hermanos se encuentran: primero, la unidad de la Iglesia de Dios, que
involucra una comunidad lo suficientemente grande como para abarcar a todos los santos
y lo suficientemente estrecha para excluir al mundo; segundo, la integridad y la suficiencia
de la Palabra escrita en todos los asuntos de la fe, y de manera preeminente en las cosas
que afectan nuestra vida y caminar en la Iglesia; tercero, el rápido advenimiento
premilenario del Señor Jesús. Comenta Milller: “Naturalmente, los teólogos dirán que sus
diferentes sistemas de teología son deducciones justas e imparciales de la Escritura y
están apoyadas por ella. Bien, supongamos que admitimos esto; pero, ¿cuánto de la
verdad de Dios queda fuera en estos cuerpos normalizados de doctrina? ¿A dónde iremos
para encontrar la doctrina de la iglesia de Dios como cuerpo y esposa de Cristo? ¿La
presencia del Espíritu Santo en la tierra y Sus diversas operaciones? ¿La venida del Señor
para recibirnos a Sí mismo? ¿El arrebatamiento de los santos? ¿Las relaciones celestiales
del cristiano? ¿La primera resurrección y el reinado milenario de los santos con Cristo por
mil años? (1 Corintios 12; Efesios 4; Apocalipsis 21; Juan 14; 15;16; Juan 14:1-3; I
Tesalonicenses 4:13-18; I Corintios 15:51, 52; Efesios 2:4-6; Colosenses 3:1-4; Apocalipsis
20:5-6). Estas benditas y preciosas verdades son enseñadas en la Escritura de una manera
llana y abundante, y caracterizan la enseñanza y los escritos de los Hermanos. Pero, ¿en
qué sistemas de teología se van a encontrar?” (Op. Cit., p. 56). Cuando él escribió esto
(alrededor del año 1878), estas verdades eran mayormente desconocidas en la mayoría de
las denominaciones.
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Era un abnegado y fiel administrador del dinero y de las propiedades que se le


confiaban. Era su regla constante dedicar la mitad de sus ingresos al servicio del Señor.
Aunque se complacía en predicar el Evangelio de la gracia de Dios, la proclamación de Su
misericordia, a cada puerta abierta, su ministerio especial era entre los creyentes. Se
deleitaba en exponer las Escrituras al pueblo de Dios. Mientras luchaba por un ministerio
"abierto" en la mesa del Señor, no creía en un ministerio de "ningún hombre". Una de sus
declaraciones en oración a menudo era: "Que estemos dispuestos a sentarnos en silencio
hasta que Tú nos dé una palabra, y también estemos listos para hablar cuando recibamos
un mensaje de parte Tuyo".

En un folleto escrito por él titulado “The Open Meeting” (“La reunión abierta") se
enuncian algunos principios importantes. "Todo lo relacionado con la reunión abierta
requiere la mayor humildad mental. La mera capacidad natural santificada y el nivel
educativo en un miembro de Cristo no serán suficientes para edificar Su cuerpo, y todo el
que tiene alguna experiencia lo sabe. Un hombre debe tener un don para que además de
ser un miembro de Cristo pueda edificar a sus compañeros, y después de eso, tiene que
esperar en Cristo, la Cabeza del cuerpo, su Señor, para que le sirva de guía para saber
cuándo, una vez todos los miembros estén presentes, juntos en un solo lugar, él deba
moverse. Sólo los humildes esperarán, o discernirán u obedecerán esa guía. Y sólo los
humildes se someterán al juicio de los demás”.

William James Stokes (1807-1881).

Nació el 11 de marzo de 1807, era el más joven del grupo de los hermanos fundadores.
Tenía unos veinte años cuando se unió al grupo. La señora E. Trotter, en su muy
interesante libro, "Undertones of the Nineteenth Century" (“Los matices del siglo XIX”),
refiriéndose a los Hermanos, dice: "La inspiración les llegó en un primer momento a solas,
y no bajo la influencia de grandes multitudes; tampoco se extinguió, sino que los energizó
y los sostuvo en la vida con un trabajo y una duración inusual”.

Esto puede decirse verdaderamente de W. J. Stokes. Amaba mucho a todos los


cristianos y fue amado por muchos, era muy útil en las grandes reuniones de lecturas de la
Biblia, en casas privadas y en otros lugares, al que asistían clérigos piadosos y cristianos de
todas las denominaciones. Estuvo al frente de una gran clase bíblica para hombres en
relación con el Y.M.C.A (es la sigla en inglés de la Young Men's Christian Association, que
en algunos países latinoamericanos se conoce como la Asociación Cristiana de Jóvenes) en
Sackville Street, Dublín, cuya asistencia era de entre 100 y 200 personas. Era muy utilizado
en el ministerio entre las Asambleas. Su simpatía dulce, discreta y cristiana, le permitió
sanar muchas infracciones y dificultades menores entre ellos. Se han publicado algunos de
sus discursos en las reuniones de creyentes de Dublín; también en un libro, "Truth in
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Season", que son notas de discursos de R. C. Chapman, H. Dyer y él mismo.


Frecuentemente visitaba Inglaterra y a finales de los años sesenta se dirigió a jóvenes
cristianas en Devon con J. L. Harris, el Capitán T. H. Hall, H. W. Soltau y otros.

La valiente iniciativa del Sr. Stokes con el Sr. Robert Keane, de Dublín, dio como
resultado la formación de lo que ahora se conoce como el Orfanato Protestante Harold's
Cross, Dublín, y también un Hogar de Rescate en 31 Marlborough Street, Dublín, todavía
en existencia. Estuvo enfermo durante muchos años antes de su fallecimiento, pero
siempre se mantuvo alegre, feliz y alabando a Dios por todas sus misericordias. Si hubiera
vivido hasta el 11 de marzo de 1881, habría tenido setenta y cuatro años, pero se quedó
dormido el día 3. Ciertamente "la memoria del justo será bendita" (Proverbios 10:7).

Anthony Norris Groves (1795-1853).

Fue el primer misionero de los Hermanos y quien marcó su estilo. Nació en Hampshire
en 1795 y se convirtió en su juventud en Exeter, por medio de la influencia de la Srta.
Paget, cuyo nombre era bien conocido en relación con los señores Chapman y Hake en
Barnstaple. Era dentista de profesión y pronto logró un negocio exitoso, cuyo ingreso
anual alcanzaba las 1,500 libras. Aunque tenía éxito en su carrera, sintió un fuerte deseo
de expandir el evangelio en lugares paganos. En un escrito suyo relata lo siguiente: “El Sr.
Bickersteth, vino a visitarme, y en nuestro salón comedor en Exeter le hablé de mis
circunstancias. Le hablé que me había ofrecido a la sociedad (se refería a la Church
Missionary Society) hacía diez años; y que todo mi deseo era hacer la voluntad del Señor y
el mayor bien a la iglesia en general, pero más especialmente en aquel tema a cuyo
intereses me había comprometido -la causa de las misiones. Pero esto, le dije, se podía
hacer de dos formas: primero, dando de los propios recursos; segundo, por el esfuerzo
personal. Desde la primera perspectiva tengo unos ingresos personales, y este año he
conseguido casi mil quinientas libras, y la querida Sra. Groves, a la muerte de su padre,
tendrá muy probablemente diez o doce mil libras más; todo ello, naturalmente, desde mi
perspectiva actual, se desvanecerá en el momento en que tomemos el paso que
contemplamos. La respuesta del Sr. Bickersteth fue: “Si usted es llamado a la obra del
Señor, el dinero no puede ser empleado como compensación; es a hombre que el Señor
envía, y Él necesita más a los hombres que el dinero”. Pensé que su parecer era sabio y
santo, y así lo pienso hasta el día de hoy” (Memoirs of A. N. Groves, p. 23).

En 1825 ingresó en la facultad de Trinity, en Dublin, como estudiante no residente, con


una visión misionera de la “Sociedad Misionera de la Iglesia” (Church Missionary Society,
de la Iglesia Anglicana), que exigía que todos sus misioneros tuvieran una educación
universitaria y que fuesen debidamente ordenados para el ministerio. Por lo que debía
abandonar sus deberes profesionales y dirigir su atención al estudio de la teología. Pero su
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opinión acerca de la ordenación cambió con sus estudios de las Escrituras. Y llegó a dudar
seriamente acerca de la necesidad de obtener ordenación. La noche del domingo previo a
viajar a Brooklyn para matricularse, entraron unos ladrones a la casa y le robaron las 400
libras que tenía para el viaje. Tomó este incidente como guía del Señor para no buscar la
ordenación. Sin embargo, aún deseaba partir en conexión con la “Sociedad Misionera de
la Iglesia” como misionero laico, pero cuando lo propuso, le dijeron que no podía oficiar
en la Cena del Señor sin ordenación.

Consciente de que su llamado provenía del Señor, se dispuso partir junto con su esposa
y sus dos hijos hacia Bagdad, prescindiendo de la ayuda que pudiese prestarle no sólo la
“Sociedad Misionera de la Iglesia” sino cualquier otra institución humana. Se embarcaron
en Gravesend rumbo a Bagdad el 12 de junio de 1829, y arribaron allí tras un azaroso viaje
el 6 de diciembre. Una vez allá y habiendo gastados sus fondos personales, se propuso
hacerle conocer sólo al Señor sus necesidades y Él, en su gracia, suplió para todas sus
carencias de acuerdo a sus promesas. Refiere Robert Bernard Dann en el prólogo de su
libro Father of faith missions: the life and times of Anthony Norris Groves, lo siguiente:
“Diez años antes de que David Livingstone tomara un barco para África, un inglés de
treinta y cuatro años, con su esposa y dos niños, subió con sus cansados caballos hasta las
puertas de Bagdad. Ellos habían viajado más de dos mil millas a través del desierto de
rocas y montañas, para traer las buenas nuevas de Jesucristo a la antigua capital de las
Noches Arábigas, la “ciudad de las cien mezquitas”.

Comentando acerca de esta forma de ir al campo misionero, Raúl Caballero Yoccou,


escribe: “Es verdad que la obra misionera efectuada de otro modo ha sido inmensamente
bendecida, y nos regocijamos en el éxito obtenido y las almas salvadas, nos maravillamos
y admiramos del espléndido heroísmo de los pioneros del evangelio en la India, China,
Madagascar, África, Groenlandia y los mares del Sur. Pero reiteramos que el éxito no
siempre es la evidencia de estar agradando a Dios. Esta consideración puntualiza el éxito
ajeno y destaca el punto de vista propio. Creemos muy oportuno el comentario de
Alejandro Clifford: “La influencia de los ‘hermanos’ en la obra misionera ha sido grande y
benéfica. La sencillez en su organización, la ausencia de toda jerarquía eclesiástica, la
independencia de cada iglesia local, han permitido a los ‘hermanos’ capear temporales
comunistas y nacionalistas, en los muchos países en que trabajan y su fidelidad absoluta a
la Palabra de Dios ha tenido por resultado un enorme crecimiento numérico” (Épocas
cruciales en la extensión del evangelio, p. 165).

Groves luego abandonó Bagdad, en donde murió su esposa, y viajó a Madrás (India).
Thiesen dice “que había Plymouth Brethren en la India en 1833, pero que no empezaron
la obra misionera hasta 1836”. Luego de aprender el Telugú se ubicó en el Delta de
Godavari donde Dios le bendijo mucho y pudo llevar, conjuntamente con otros que
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reforzaron su misión de fe, a muchos al conocimiento de la verdad. Al hacer planes para


vivir en la India, él relata: “Proponemos que nuestros arreglos domésticos deben ser todos
muy sencillos y muy económicos, y que nuestro plan debe ser estrictamente evangélico.
Nuestro gran propósito será derribar las barreras odiosas que el orgullo ha erigido entre
los naturales y los europeos. Con este propósito en mente, sería recomendable que cada
evangelista lleve consigo a dondequiera que vaya, de dos a seis alumnos nativos con
quienes él podría comer, beber y dormir en sus viajes, y con quienes él podría hablar
acerca de las cosas del reino al sentarse y al levantarse. Es decir, de este modo ellos
podrían ser preparados para el ministerio en la manera en que nuestro querido Maestro
preparó a sus discípulos, renglón tras renglón, mandato sobre mandato, un poquito allí,
otro poquito allá, a medida que ellos puedan asimilarlo, conscientes de principio a fin que
nuestro deber no es el de hacer que los demás hagan lo que nosotros mismos no hacemos
o que actúen sobre los principios que nosotros no actuamos, sino más bien que seamos
ejemplos de todo lo que deseamos ver en nuestros amados hermanos. Y aún no pierdo las
esperanzas de ver surgir en la India una iglesia que sea un pequeño santuario en los días
oscuros y convulsos que se avecinan en la cristiandad” (E. H. Broadbent. La iglesia
peregrina, p. 403-404).

Estando de visita en Inglaterra en 1853, Groves enfermó y murió a la edad de 58 años,


sufriendo, pero en paz, en la casa de Jorge Müller en Bristol.

George Müller (1805-1898).

Nació en Prusia el 27 de septiembre de 1805 y murió en Bristol el 10 de marzo de


1898. Junto con Henry Craik fue pastor de una iglesia independiente en Bristol, Inglaterra,
pero a principios de la década de los treinta ambos comenzaron a hacer ajustes que los
llevaron al orden neotestamentario en cuanto a la adoración y el servicio. De esa manera
fueron usados por Dios para difundir la enseñanza primero en su propia comunión, y
luego prácticamente toda la iglesia tomó la forma de reunión de los Hermanos. Instituyó
una reunión semanal de la Cena del Señor en la que todos los creyentes tenían la libertad
de contribuir a la edificación mutua “para que cada hermano tuviera la ocasión de
exhortar o enseñar a los demás si realmente tenía algo que decir que pudiera hacer bien a
los que le escuchaban” (A narrative of the Lord’s Dealings with George Müller, I, pp. 67-
68). Específicamente fue en el verano de 1830 cuando Müller, le propuso a la
congregación en Ebenezer Chapel seguir el ejemplo apostólico y celebrar la Cena del
Señor cada domingo. Dice Alfred Kuen: “Era la primera vez que se cuestionaba la forma
estructurada del culto, la primera vez que el asistente al culto se convertía enteramente
en participante; en vez de ser solamente un espectador o un oyente, se convertía en un
actor. La obra redentora de Cristo en la cruz era el centro del culto. Ocupaba ese lugar
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central en primer lugar para Dios y después, como consecuencia de ello, también para los
hombres” (El culto en la Biblia y en la historia, p. 266).

Su gran obra de fe mostrada en los orfanatos que fundó, ha hecho que su nombre sea
conocido en toda la cristiandad. Sobre él comenta William MacDonald: “Jorge Müller es
un ejemplo clásico con el don de fe. Sin nunca dar a conocer sus necesidades a nadie
excepto a Dios, cuidó de 10,000 huérfanos durante un período de sesenta años”. El dinero
que pasó por sus manos para los huérfanos en respuesta a la oración excedió
considerablemente el millón y medio de libras esterlinas (7.500.000 dólares). Además de
esto, recibió donaciones similares en la medida de unas 397,000 libras esterlinas para
poner en circulación Biblias y tratados, apoyar escuelas bíblicas y ayudar a misioneros. Su
influencia alcanzó a un joven que llegó a ser uno de los misioneros más destacados que el
mundo ha conocido, Hudson Taylor, quien llevó al evangelio al interior de la China.
Relatan el Dr. y la Sra. Howard Taylor, lo siguiente: “En Inglaterra, un hombre sin dinero –
que literalmente no contaba con más recursos que las aves del cielo o los lirios del campo-
estaba ya manteniendo, mediante la oración y la fe, a una familia de aproximadamente
dos mil niños huérfanos; la cual más tarde habría de duplicarse. Sin un centavo de
patrimonio, ninguna petición de ayuda, y ni siquiera dar a conocer sus necesidades a nadie
salvo al Padre celestial en cuya promesa confiaba, Jorge Müller estaba comprobando la
fidelidad de Dios en una forma que había estimulado desde hacía bastante tiempo la fe de
Hudson Taylor y la de muchos otros” (El secreto espiritual de Hudson Taylor, p. 140).

Müller era un hombre de oración. En una ocasión le preguntaron cuántas horas pasaba
de rodillas y respondió: “Varias horas todos los días. Pero vivo en espíritu de oración; oro
al caminar, oro al acostarme y cuando me levanto. Y las respuestas siempre siguen
llegando. Mis oraciones han sido contestadas decenas de miles de veces. En cuanto estoy
persuadido de que algo es correcto, sigo orando hasta que llega la respuesta. ¡Nunca me
doy por vencido! En respuesta a mis oraciones, miles de almas han sido salvas. Me
encontraré con decenas de miles de ellas en el cielo.” Samuel Chadwick, en un libro
sumamente inspirador: “The Path of Prayer” (“La senda de oración”), relata acerca de
cierta ocasión cuando el Dr. A. T. Pierson era huésped de George Müller en su orfanato.
Dice: "Una noche, cuando todos se habían retirado a dormir, él [Müller] le pidió a Pierson
que lo acompañara en oración. Le contó que no había absolutamente nada en la casa para
el desayuno de la mañana siguiente. Mi amigo trató de regañarlo y de recordarle que
todos los negocios estaban cerrados. Müller sabía todo eso. Oró como siempre oraba, y
nunca le contó a nadie sus necesidades, sino sólo a Dios. Oraron –por lo menos Müller
oró– y Pierson trató de hacerlo. Se acostaron y durmieron, y a la hora usual del desayuno
había comida en abundancia para dos mil niños”.
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Amaba la Biblia, la leía no sólo en los momentos establecidos, sino siempre que
encontraba la oportunidad, creyéndola, actuando sobre ella y encontrándola verdadera
en su experiencia. Y el epítome de su enseñanza era que si la leyéramos nosotros y
actuáramos acorde con ella, todos podríamos disfrutar de la misma experiencia, cada uno
en su propia estación de vida o esfera de servicio. Esto, de hecho, es sobre lo que muchos
otros pueden dar testimonio; y muchos de ellos han sido ayudados a aprenderlo por el
testimonio y el ejemplo de George Müller. Él afirmó: “He leído la Biblia de principio a fin
más de cien veces, y siempre con mayor deleite. Cada vez me parece un libro nuevo.
Grande ha sido la bendición que he recibido del estudio consecutivo, diligente y diario.
Considero día perdido aquel en que no haya dedicado tiempo suficiente a la Palabra de
Dios”.

Temprano en la mañana del 10 de marzo de 1898, a sus noventa y tres años, este
hombre de Dios fue llamado repentinamente de su servicio en la tierra a la presencia del
Rey en lo alto. El día anterior lo había visto atareado en su ocupación ordinaria, y por la
noche había tomado su parte habitual en la reunión de oración. La convocatoria fue
momentánea e indolora, como si hubiera cambiado "en un abrir y cerrar de ojos".

Henry Craik (1805-1866).

De él dijo George Müller: “El Sr. Craik era eminentemente un hombre de oración y un
hombre dado al estudio de la Palabra de Dios. Tal espíritu de oración con respecto a las
Sagradas Escrituras, tal verdadera excavación en la Palabra como a tesoros escondidos, tal
meditación sobre la Palabra, como a la que él era dado, nunca conocí que haya sido
superado por ningún siervo de Cristo. La principal pérdida que la Iglesia de Cristo en
general ha sufrido con su remoción, no es simplemente que él era un cristiano
encantador, amable y verdaderamente espiritual para todos los que lo conocían
íntimamente y un predicador sincero y devoto del Señor Jesús; sino uno que realmente
había estudiado de rodillas, con gran diligencia, los oráculos de Dios. Entre todos los miles
de creyentes que conozco, no hay ninguno cuyo juicio sobre cualquier parte de la verdad
debí haber estimado más que el de mi amigo difunto, debido a su gran precaución, su
oración, su diligencia al comparar las Escrituras con las Escrituras, su humildad de alma, su
considerable conocimiento del griego y el hebreo, y su lectura habitual de las Escrituras en
sus idiomas originales” (W. Elfe Tayler. Passages from the diary and letters of Henry Craik
of Bristol, p. XVII-XVIII).

Henry Craik nació en Prestonpans, East Lothian, el 8 de agosto de 1805, aunque su


primera infancia fue en Kennoway, Fife, donde su padre era maestro de escuela. De
hecho, su educación temprana fue en la Escuela Parroquial de Kennoway. Desde allí
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ingresó a la Universidad de St. Andrews, poco tiempo después de haber cumplido quince
años de edad, y estudió con el profesor Alexander y el Dr. Hunter.

En julio de 1829, Craik conoció a George Müller en Teignmouth. Müller, a quien se le


había aconsejado “dejar a Londres para cambiar de aire” dado su problema de salud, vino
a Teignmouth y, unos días después de su llegada, asistió a la reapertura de la Capilla
Ebenezer. Conoció a Craik y así comenzó la amistad que condujo a su asociación en el
ministerio, y que permaneció intacta durante treinta y seis años hasta su muerte. Aunque
Müller regresó a Londres en septiembre de 1829, sus estudios de la Escritura sola
“dejando de lado comentarios, y casi todo otro libro, y simplemente leyendo la Palabra de
Dios y estudiándola” le habían llevado a cambios significativos en su pensamiento. Había
llegado a aceptar la autoridad suprema de las Escrituras, “única norma de juicio en las
cosas espirituales”, la doctrina de la elección, la redención particular (expiación limitada),
la idea del retorno premilenario de Cristo, sobre ello, afirmaba: “Mi visión concerniente a
este punto, había sido completamente vaga y no escritural. Había creído lo que otros me
decían, sin probarlo con la Palabra. Pensaba que las cosas irían cada vez mejor y que
pronto todo el mundo sería convertido. Pero ahora encuentro en la Palabra que no
tenemos la menor garantía escritural de esperar la conversión del mundo antes del
retorno de Cristo. Encontré en las Escrituras que lo que marcará el comienzo de la gloria
de la iglesia, y el gozo sin interrupción de los santos, es el retorno del Señor Jesús, y hasta
entonces las cosas estarán más o menos en confusión. Hallé en las Escrituras, que la
venida del Señor Jesús, y no la muerte, era la esperanza de los cristianos apostólicos”, y la
necesidad de un nivel más alto de devoción. “Adicionalmente a estas verdades, le agradó
al Señor conducirme a ver una norma más alta de devoción que la que había visto antes.
Me condujo a ver lo que era mi verdadera gloria en este mundo, incluyendo el ser
despreciado y ser pobre y vil con Cristo”.

Del mismo modo, Craik había repudiado la práctica del bautismo infantil y el concepto
de una iglesia establecida cuando comenzó su pastorado en Shaldon. Pero no fueron sólo
las similitudes de sus jornadas espirituales lo que unió a estos dos hombres, sino que
como dijo el mismo Müller: “Fue la calidez de su corazón hacia el Señor lo que me atrajo a
mí”.

En el verano de 1831, Craik se casó con la señorita Mary Anderson, la hermana de un


compañero de trabajo en Devon. Escribió acerca de su felicidad y su "gratitud sincera [por]
las misericordias de mi querido Señor". Entre esas misericordias, enumeró, 'una esposa
amorosa y entregada a la oración: querida, gentil, frugal, diligente'. Lamentablemente,
poco tiempo después de su matrimonio, la esposa comenzó a mostrar síntomas y signos
de tuberculosis. Müller se unió a su amigo en oración ferviente por ella; pero,
aparentemente, fue en vano ya que Mary murió el 1 de febrero de 1832.
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A pesar de que sintió la pérdida de su esposa con gran intensidad, fue un mes después
que finalmente aceptó una insistente invitación para predicar en la Capilla Gideon, Bristol.
Estipuló que visitaría la iglesia durante un mes, pero su llegada causó un considerable
interés. Las multitudes acudieron en masa para escucharlo y los domingos siguientes la
capilla estuvo abarrotada. Sin embargo, ya había decidido que no aceptaría una llamada a
Bristol a menos que Müller decidiera unirse a él, esto surgió de la convicción de la pareja
de que un ministerio unipersonal no era bíblico. F. Roy Coad menciona las estipulaciones
que pusieron en su carta a la compañía en Bristol: “Considérennos solo como ministros
entre ellos (o sea, entre los hermanos de Bristol), pero no en ninguna relación pastoral
fija, de modo que prediquemos como lo consideremos según la mente de Dios, sin
referencia a ninguna regla entre ellos; que las rentas de los bancos se deben eliminar; y
que deberíamos seguir, respetando el suministro de nuestras necesidades temporales
como en Devonshire”. Con el “alquiler” de los bancos en la iglesia, siendo los mejores
bancos los más caros, era como se obtenía el salario de los pastores. Pero esta práctica
afectaba a los más pobres e iba en contra de lo que enseña Santiago 2:1-6, por lo tanto, se
negaron a recibir salarios fijos por sus labores pastorales.

Así comenzó una obra que el Señor bendijo abundantemente. El ministerio comenzó en
Gideon, pero luego fue transferido a la Capilla Bethesda, y un poco más tarde también se
alquiló la Capilla Salem.

Cuando la Sra. Anne Evans escuchó predicar a Craik en Bethesda un sermón sobre la
Segunda Venida de Cristo, dijo lo siguiente: “La exposición bíblica de Henry Craik fue para
mí algo nuevo en un culto de adoración; de veras, fue un verdadero alimento espiritual.
Expuso con tanto acierto el significado del texto, que me sentí como si descansara “en
lugares de delicados pastos”. El Dr. Maclaren, de Manchester es el único hombre que
conozco que puede compararse a Henry Craik. Su conocimiento de las lenguas originales
era más profundo que el de la mayoría de los eruditos, y también su comprensión de las
Escrituras. Fue un gran privilegio escucharle. Dije que iría otra vez, y así fue. Mientras
estuve en Bristol no asistí a otra iglesia. Para mí fue como una nueva conversión. Por fin
podía oír y entender un mensaje claro del evangelio. La Biblia vino a ser como un libro
nuevo para mí” (Roger Steer. Deleitándose en Dios, p. 92).

Claramente, como Pickering señala, "Craik era un hombre de verdadera humildad,


olvidadizo de sí mismo y extremadamente cariñoso y accesible”. Müller decía que aunque
Craik “tenía poderes mentales muy superiores; eso no era lo que le hacía, en mi opinión,
especialmente encantador”, y enumera una serie de cualidades en torno a su carácter y
logros espirituales y el primero que señala es que “era muy cariñoso”. Una de las
características que marcó su ministerio pastoral fue su disposición a entrar en las
dificultades de los santos, fueran estas físicas, como en la epidemia de cólera o
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espirituales, ya que intercambiaba correspondencia con cualquiera que buscara ayuda


para la comprensión de la palabra de Dios.

Aunque robusto, algunos lo describirían como "descuidado en su apariencia", hablaba


con elocuencia y con fervor incandescente. Pero era un hombre que estaba familiarizado
con la enfermedad y la tragedia. Después de venir a Bristol, Craik se casó por segunda vez,
con la señorita Sarah Howland. Aunque fue un matrimonio más largo que el primero, Craik
perdió cuatro hijos menores de cinco años. Finalmente, cuidado por su esposa e hija, Craik
murió de cáncer de estómago, a la edad relativamente temprana de sesenta y un años. El
significado de su muerte fue evidenciado por lo que Pickering llama "la inmensa
concurrencia en su funeral testificando que toda la comunidad cristiana sintió la pérdida”.

¿Cómo llegaron los Hermanos a la República Dominicana?

Relata J. R. Cochrane: “Antes de volver al Canadá en el año 1919, el Sr. (Arturo)


Peterkin conoció a un contable escocés de nombre H. (Harry) L. V. Smith. El Sr. Smith
había aceptado la oferta de una posición en el Ferrocarril Samaná-Santiago en la
República Dominicana. Antes de salir de la Argentina, los hermanos Smith y Peterkin
hablaron en el año 1918 de la necesidad de la predicación en Santo Domingo. El señor
Smith arribó a Sánchez en la primavera del año 1919 y unos meses más tarde llegó su
esposa. En el mismo barco en que viajó la Sra. Smith de la Argentina en su viaje a la
República Dominicana, viajaron también los esposos Peterkin. En el transcurso de este
viaje por barco los hermanos hablaron de nuevo de las oportunidades de servir al Señor
en Santo Domingo.”

El señor Peterkin se encontró con Duncan M. Reid en la ciudad de Vancouver quien


había recién llegado de Escocia en el año 1920 y le habló de la puerta abierta en Santo
Domingo. Convencido de la gran oportunidad para una obra misionera en esta isla, el
señor Peterkin, después de una visita al Canadá, llegó juntamente con su esposa a la
República Dominicana en diciembre del año 1920 y establecieron su casa en La Vega, y
terminado el 1921, vinieron desde Escocia el señor Duncan M. Reid y su joven esposa
Mary Campbell, quienes se establecieron primeramente en La Vega, donde estuvieron
unos meses y en mayo de 1922, pasaron a Sánchez, donde se piensa que fue donde por
primera vez predicó en público el mensaje del evangelio en castellano. Más tarde, en el
mes de diciembre de 1923 se trasladaron a Puerto Plata, en donde permanecieron hasta
la muerte de Mr. Reid, el 29 de marzo de 1985.

Si bien es cierto que Puerto Plata no fue la primera ciudad en la cual los Hermanos
predicaron el evangelio, sí con el tiempo pasó a ser la estadía casi obligada de los
misioneros que fueron llegando con el pasar de los años. En el 1932, desembarcó en su
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puerto el joven Ralph Carter, quien más tarde casó con Mariana Snowdon y residieron
durante unos años en la ciudad de La Vega, pasando luego a Santiago, en donde tuvieron
un fructífero ministerio hasta la muerte de ésta última en 1988. Junto con él fue
encomendado Ian M. Rathie, quien aunque nació en Glasgow, Escocia, se crió en
Vancouver, Canadá. Se había graduado como maestro en la universidad de Columbia
Británica y venía para trabajar como instructor de los hijos del Sr. Arturo Peterkin en La
Vega. Con el tiempo casó con Dorothy Taylor y pasaron a residir a la ciudad de Puerto
Plata hasta que en 1940 se trasladan a Santo Domingo, en donde plantaron la primera
asamblea de los Templos Bíblicos de la zona.

Ian M. Rathie, junto con Mr. Reid, en el año 1938 -sólo siete años después de la
primera transmisión que efectuaron los señores Clarence W. Jones y Reuben E. Larson, en
la ciudad de Quito, Ecuador, en una emisora de 200 vatios, la HCJB, “La voz de los Andes”-,
comenzaron a realizar transmisiones de programas evangélicos por la radio,
constituyéndose de esa manera en pioneros no sólo en la República Dominicana sino en
toda Latinoamérica. En el 1941 fundó Prensa Bíblica, la primera imprenta evangélica en el
país.

En el 1947, llega James Cochrane junto con su esposa, Grace. Desarrolló una labor de
enseñanza de valor inapreciable, muy particularmente en la costa norte y la ciudad de
Santo Domingo. Posteriormente realizó una Maestría de Estudio Cristianos en el Regent
College de Vancouver, Canadá. Junto a los hermanos Donald McIntosh (quien vino al país
con su esposa Margaret en el 1942 y residieron en Santo Domingo, Santiago, La Vega y en
Puerto Plata) y Mr. Ian Rathie, en el mes de septiembre del año 1951, iniciaron en la
comunidad de Joba Arriba, Moca, los llamados Cursillos Bíblicos, con el objeto de entrenar
en la Palabra de Dios a los ancianos y líderes de las diferentes iglesias locales, y que
permanecen siendo de mucha utilidad hasta el día de hoy. Hoy que estamos celebrando
los cien años de la llegada de estos hermanos a nuestro país, estamos profundamente
agradecido de la bondad del Señor para con nosotros y decimos: Ebenezer, “hasta aquí
nos ha ayudado el Señor”.

Franklin Álvarez

Puerto Plata, República Dominicana

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