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Desde la mirada sistémica se presta atención al cierre de los duelos en todo proceso de
sanación y uno de los que más afecta por su complejidad es aquel que deriva de los
procesos migratorios. Como describe la investigadora Pauline Boss (1999) sobre las
pérdidas ambiguas, que ocurren cuando la pérdida es un tanto incierta; es decir no se
puede constatar del todo, en donde no se acostumbra a realizar ningún tipo de duelo.
Según la investigadora tiene dos características básicas:
Y lo complejo del proceso migratorio deriva de que presenta las dos características,
porque por un lado las personas que emigran tienen presente a su familia
psicológicamente y emocionalmente pero no las pueden abrazar o sentirlas cercana
físicamente, ya que la mayoría de las veces están alejadas por kilómetros de
distancia. Por otro lado cada uno de los miembros de la familia que emigra pueden
aislarse el uno del otro porque el cambio de su rutina de vida o inclusive por los
reclamos reprimidos.
El tener que adaptarse a nuevas condiciones de vida, sin el apoyo y soporte que implica
el tener una familia o un clan que le respalde. Desencadena una serie de mecanismos de
defensa tanto biológicos, emocionales y psicológicos.
Si bien es cierto que todo proceso migratorio implica dejar atrás, amigos, familia,
costumbres… también es cierto que implica el abrirse a algo más
grande...ampliando nuestra conciencia y abriendo camino para las nuevas
generaciones.
- Idealización del país de origen. Frases del tipo: “En mi país la gente es
más amable, la comida es mejor…” Hay una idealización de lo que ahora
no tienen.
E. ¿Cuál es el orden?
Luego vendrán nuevos grupos que comenzarán otra vez este dificultoso y
enriquecedor camino donde todos somos responsables de crear lugares
sanos y tranquilos donde se pueda vivir con bienestar. Los grupos e
individuos que forman parte del país en que vivimos deben estar vinculados
de forma digna, profunda y respetuosa con su identidad personal y con las
necesidades comunes a todos como integrantes de la comunidad en la que
viven
Verónica Menduiña
Cada quién es dueño de su propia vida, al igual que nuestros
antepasados tuvieron su propia vida y la vivieron como quisieron, con
sus aciertos y desaciertos. Era su responsabilidad, así como la nuestra
es sólo nuestra.
Cada Vida es sagrada y única. A nivel sutil nadie puede pretender lavar
nada que no le pertenezca, salvo que esté al nivel de un Jesús o un
Buda.