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Corte Constitucional, sentencia SU 813 de 2007, Magistrado Ponente Jaime Araujo Rentería,
04 de Octubre de 2007.
HECHOS
T- En el año 1999, Bancafé (hoy Central de Inversiones S.A. 1) dio inicio a demanda
1334615 ejecutiva hipotecaria en contra de Álvaro Hernán Luna Viteri por la deuda que éste
contrajo ante el otorgamiento del crédito pactado en UPAC para la adquisición de
vivienda. Posteriormente fue aportada la reliquidación con corte a 21 de marzo de 2000,
el 16 de septiembre de 2005, el demandado en el proceso civil interpuso incidente de
nulidad de todo lo actuado a partir del 31 de diciembre de 1999, conforme al numeral 3
del art. 140 del Código de Procedimiento Civil, esto, además, en virtud de la entrada en
vigencia de la Ley 546 de 1999.
Por último, el Juzgado 21 Civil del Circuito de Bogotá, juez civil de conocimiento,
mediante Auto de 14 de diciembre de 2006 decretó la terminación del proceso ejecutivo
hipotecario antes referenciado. Lo anterior, debido al pago de la obligación en cabeza
del deudor original por parte de un tercero que le adquirió el inmueble, por lo que la
entidad bancaria allí demandante desistió de la respectiva acción ejecutiva
T- La señora Paula Johanna Rodríguez Sierra garantizó un crédito para vivienda otorgado
1518046 por el Banco Central Hipotecario, hoy en liquidación, mediante hipoteca sobre un
inmueble; Ante el incumplimiento en el pago correspondiente a dicho crédito, debido al
incremento exorbitante de las cuotas, la entidad bancaria inició el 19 de septiembre de
1996 proceso ejecutivo hipotecario en contra de la aquí accionante. Mediante sentencia
de 26 de marzo de 1998, el juzgado civil de conocimiento ordenó, entre otras cosas, el
remate del bien objeto de hipoteca y, luego, ordenó su entrega. Ante lo anterior, la
accionante, además de la terminación de proceso civil, por cumplirse los requisitos
expuestos en la Ley 546 de 1999, solicita se suspenda la entrega del inmueble
adjudicado.
T- El Banco Av Villas le otorgó a los señores Héctor David Castañeda e Isabel Aldana de
1519609 Castañeda un crédito de $30.000.000 para la adquisición de vivienda, el 21 de enero de
1999 el Banco AV Villas inició en contra de los mencionado acción ejecutiva hipotecaria
por incumplimiento en el pago, después de aportada la reliquidación de que trata la Ley
546 de 1999, los demandados dentro del proceso civil, aquí accionantes, solicitaron la
suspensión y terminación del mismo. Empero, el 29 de septiembre de 2005, el juez civil
de conocimiento ordenó de oficio la terminación del proceso 6. La decisión descrita
con inmediata anterioridad fue apelada por el la parte demandante dentro del proceso
civil, correspondiendo su conocimiento como segunda instancia a la Sala Civil del
Tribunal Superior de Bogotá, la cual revocó la decisión del a quo. Por lo anterior, el
proceso civil sigue en curso.
Con la ley 546 de 1999 se crearon mecanismos para salvaguardar los créditos y el
sistema financiero, y se pasó entonces a la Unidad de Valor Real (UVR) como la nueva
medida de ajuste. La Ley 546 de 1999 incluyó expresamente normas relativas al período
de transición para el paso del antiguo sistema de financiación en UPAC al nuevo
sistema de UVR
PARAGRAFO 3o. Los deudores cuyas obligaciones se encuentren vencidas y sobre las
cuales recaigan procesos judiciales que dentro de los noventa (90) días siguientes a la
entrada en vigencia de la presente ley decidan acogerse a la reliquidación de su crédito
hipotecario, tendrán derecho a solicitar suspensión de los mencionados procesos. Dicha
suspensión podrá otorgarse automáticamente por el juez respectivo. En caso de que el
deudor acuerde {dentro del plazo} la reliquidación de su obligación, de conformidad con
lo previsto en este artículo el proceso se dará por terminado y se procederá a su archivo
sin más trámite. Si dentro del año siguiente a la reestructuración del crédito el deudor
incurriere nuevamente en mora, los procesos se reiniciarán a solicitud de la entidad
financiera y con la sola demostración de la mora, en la etapa en que se encontraban al
momento de la suspensión, y previa actualización de su cuantía.”
En este marco normativo surge el núcleo fundamental de la
Sentencia SU 813 de 2013. En los procesos hipotecarios que se
adelantaban antes del 31 de diciembre de 1999, la norma bajo
control constitucional había ordenado la terminación de los procesos con la reliquidación
del crédito, pero los jueces no hacían aplicabilidad del precedente constitucional y no
daban por terminado los procesos sino que quedaban suspendidos como lo determinaba
la norma antes del control constitucional; muchas tutelas fueron interpuestas a nivel
nacional por considerar vulneración al debido proceso, igualdad y vivienda digna.
En el desarrollo jurisprudencial tenemos los siguientes apartes que nos iluminan los
conceptos claves tenidos en cuenta para la resolución del problema jurídico planteado:
Sólo ante un nuevo incumplimiento del deudor, en las condiciones fijadas por la Ley 546
de 1999 mencionada, podía comenzar un nuevo proceso para el cobro ejecutivo de la
(nueva) obligación incumplida. En este sentido, el derecho a la terminación de los juicios
era un derecho procesal directamente vinculado con el derecho a conservar una
vivienda digna.
En conclusión, del desarrollo jurisprudencial antes citado se deduce que, para que el
juez civil deba dar por terminado el proceso ejecutivo hipotecario instaurado para el
cobro de créditos de vivienda en UPAC, es necesario que se haya iniciado antes del 31
de diciembre de 1999 y que la entidad acreedora haya aportado a él la reliquidación del
crédito.
Así las cosas, y agotadas las anteriores exposiciones, esta Sala concluye que habrá
lugar a la protección del derecho fundamental al debido proceso, y conexo a todos los
demás derechos constitucionales que resulten afectados, cuando los procesos
ejecutivos hipotecarios que estaban siendo adelantados con anterioridad al 31 de
diciembre de 1999 contra las personas que habían adquirido créditos de vivienda bajo el
sistema UPAC, no se declararon terminados por los jueces que conocían de ellos,
siempre que, igualmente, se satisfagan las causales de procedibilidad de la acción de
tutela anteriormente referenciadas.
2. ¿Qué pasa si después de aportada la reliquidación de que trata la Ley 546 de 1999,
quedan saldos o remanentes?
3. ¿Debe darse por terminado un proceso ejecutivo hipotecario, cuando, a pesar de cumplir
con los requisitos de que habla la Ley 546 de 1999, el bien inmueble, objeto de la
demanda, ya fue rematado y adjudicado?
2
Sentencia T-357 de 2005.
1. Sentencia T-522/01 en el aparte a que hace mención sobre lo
siguiente: I)defecto orgánico, que se presenta cuando el funcionario
judicial que profirió la providencia impugnada, carece, absolutamente,
de competencia para ello; (ii) defecto procedimental absoluto, que se origina cuando el juez
actuó completamente al margen del procedimiento establecido o vulneró de manera definitiva
el debido proceso constitucional del actor; (iii) defecto fáctico, que surge cuando el juez
carece del apoyo probatorio que permita la aplicación del supuesto legal en el que se
sustenta la decisión o cuando deja de decretar o de valorar pruebas absolutamente
necesarias – imprescindibles y pertinentes - para adoptar la decisión de fondo; (iv) defecto
material o sustantivo, que surge cuando el juez decide con base en normas inexistentes o
inconstitucionales
3. Sentencia T-327 de 1994: “Si se interpone la acción de tutela es porque hay un principio
de razón suficiente que lo justifica. No se instituyó este mecanismo como un medio de
sustitución, sino como un medio subsidiario – regla general-, o como mecanismo transitorio
para evitar un perjuicio irremediable, evento excepcional. Pero aún en este caso no se
sustituye la vía ordinaria, porque la tutela es transitoria, es decir, se acudiría a la vía ordinaria
de todas maneras
4. Sentencia C-701 de 2004, M.P. Rodrigo Uprimny Yepes, también la Sentencia T-381
de 2004, reiterada en Sentencia T-590 de 2006, M.P. Jaime Araújo Rentería: “El
presupuesto básico para la procedencia del amparo es la vulneración o la amenaza de
vulneración a un derecho fundamental y en ese sentido puede anotarse que las causales
genéricas de procedibilidad de la tutela contra decisiones judiciales deben estar
inescindiblemente relacionadas con la vulneración de derechos fundamentales, lo que implica
que para lograr el amparo constitucional, no basta acreditar la concurrencia de una de las
vulneraciones genéricas señaladas –que bien podrían ser subsanadas a través de los
mecanismos y recursos ordinarios-es necesario también, que tal defecto en la providencia
vulnere derechos fundamentales (Art. 86 C.P.)”
5. Sentencia SU-961 de 1999, M.P. Vladimiro Naranjo Mesa: “La razonabilidad de este
plazo está determinada por la finalidad misma de la tutela, que debe ser ponderada en cada
caso concreto. De acuerdo con los hechos, entonces, el juez está encargado de establecer
si la tutela se interpuso dentro de un tiempo prudencial y adecuado, de tal modo que no se
vulneren derechos de terceros. Si bien el término para interponer la acción de tutela no es
susceptible de establecerse de antemano de manera afirmativa, el juez está en la obligación
de verificar cuándo ésta no se ha interpuesto de manera razonable, impidiendo que se
convierta en factor de inseguridad, que de alguna forma afecte los derechos fundamentales
de terceros, o que desnaturalice la acción. En jurisprudencia
reiterada, la Corte ha determinado que la acción de tutela se
caracteriza por su ‘inmediatez’. (...) Si el elemento de la inmediatez es
consustancial a la protección que la acción brinda a los derechos de
los ciudadanos, ello implica que debe ejercerse de conformidad con tal naturaleza. Esta
condiciona su ejercicio a través de un deber correlativo: la interposición oportuna y justa de la
acción”
7. Sentencia T-1089 de 2005, M.P. Álvaro Tafur Gálvis: “evita el uso de este mecanismo
constitucional como herramienta supletiva de la propia negligencia o como elemento que
propicie la afectación injustificada de los derechos o intereses de terceros interesados”
8. Sentencia T-684 de 2003, M.P. Eduardo Montealegre Lynett y T-123 de 2007, M.P.
Álvaro Tafur Galvis. La jurisprudencia de esta Corporación ha indicado que para determinar
si el actor ha cumplido o no con el requisito de inmediatez, deben tenerse en cuenta, en cada
caso concreto
9. Sentencia T-1086 de 2005, M.P. Marco Gerardo Monroy Cabra. “El desconocimiento
del concepto de plazo razonable por parte del actor en sede de tutela, en atención a los
hechos relevantes de cada caso, implica a saber: i) que la inactividad del peticionario no se
encuentre válidamente justificada; ii) que se vulneren derechos de terceros o se
desnaturalice el amparo solicitado; y iii) que se configure un nexo causal suficiente entre los
dos requisitos anteriores.”
10. T-199 de 2005. Corte:“En efecto, dicho derecho fundamental – el derecho al debido proceso-
fue ostensiblemente vulnerado por las decisiones tanto del Juez de ejecución, como de la Sala Civil del
Tribunal Superior de Medellín, pues ellas desconocieron los efectos procesales resultantes de la
reliquidación del crédito, que consistían en la terminación del proceso y su archivo sin más trámites.
Con ello se apartaron infundadamente de lo dispuesto por la ley, concretamente de lo reglado
actualmente por el parágrafo 3° del artículo 42 de la Ley 546 de 1999, y de la jurisprudencia vertida al
respecto por esta Corporación, incurriendo en una vía de hecho por defecto sustantivo.
Efectivamente, la Corte ha venido explicando por qué este alejamiento injustificado del texto de la ley
y de los precedentes jurisprudenciales en materia constitucional se erige en una decisión caprichosa
que no puede ser tenida en cuenta como ajustada a derecho, sino más bien como una verdadera vía de
hecho. (...) Así pues, como lo dijera el magistrado disidente de la Sala Civil del h. Tribunal Superior de
Medellín, dentro del trámite del proceso ejecutivo ha debido tenerse en cuenta lo reglado por el
parágrafo 3° del artículo 42 de la Ley 546 de 1999, así como la jurisprudencia referente a la
terminación del proceso por reliquidación del crédito que dicha norma prescribe. Sin necesidad de
entrar a establecer si dicha liquidación se ajustaba a la ley, tan pronto la misma se produjo debió
haberse ordenado la terminación del proceso. Como no se procedió así, se incurrió en vía de hecho por
defecto sustantivo y en violación del derecho al debido proceso de los aquí demandantes
11. T- 357 de 2005 “Del desarrollo jurisprudencial antes citado se
deduce que para que el juez civil deba dar por terminado el proceso
ejecutivo hipotecario instaurado para el cobro de créditos de vivienda en UPAC es necesario
que se haya iniciado antes del 31 de Diciembre de 1999 y que la entidad acreedora haya
aportado a él la reliquidación del crédito. Así mismo, se infiere que no es necesario que el
ejecutado solicite al juez la terminación del proceso, ya que ésta se produce por ministerio
de la ley y por tanto aquel debe declararla….”
18. Sentencias de revisión de tutela: T-376, T-716, T-1074, T-1181, T-1226, T-1255 de
2005, y T-333, T-334, T-363, T-372, T-449, T-450, T-591, T-894A, y T-1086 del año
2006
8. VOTOS SEPARADOS:
9. CONCLUSION
Podríamos tener como segunda conclusión que esta sentencia de unificación hace
un verdadero estudio sobre la procedencia de la tutela contra providencias judiciales
y la verdadera aplicación de la doctrina constitucional para resolver los casos
concretos, por ser el pilar fundamental de la motivación y
posterior toma de decisión de este fallo.
Otro ejemplo de ello, es que la corte aplica conceptos generales para tomar partido
decidir cuáles son los presupuestos específicos para que proceda la tutela en
aquellos casos en que los deudores desean interponer la acción de tutela frente a
aquellos operadores judiciales que no decretaron la terminación de los procesos.
Pero, no es menos cierto, que esta sentencia puede tener una suerte de desaciertos,
entre los cuáles está que existe un prejuicio hacia los acreedores hipotecarios y a los
terceros de buena fe, que libre y espontáneamente solicitaron la adjudicación del
bien para cancelar la obligación por cuenta del crédito, o que compraron mediante
subaste el inmueble objeto de venta forzada.