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Las vértebras se encuentran unidas entre sí por tres puntos contacto que son los confieren
la estabilidad intervertebral. En la parte dorsolateral se encuentran los procesos
articulares que forman articulaciones diartroidales entre vertebras contiguas. En la parte
ventral, formando articulaciones anfiartroidales, se encuentran unas estructuras
ligamentosas llamadas discos intertertebrales. Estos discos, que unen firmemente los
cuerpos vertebrales, se encuentran localizados en todas las uniones intervertebrales con
excepción del espacio entre el atlas y el axis (C1-C2). La función de los discos es
proveer estabilidad espinal, permitir movilidad espinal y actuar como amortiguadores
intervertebrales.
Cada disco intervertebral posee en su parte central un núcleo pulposo que es una masa
gelatinosa formada por células mesenquimales suspendidas en un fluido amorfo. La
parte externa del disco es el anillo fibroso que está formado por fibrocartílago cuyas
fibras se encuentran orientadas de tal manera que al entretejerse le dan gran fuerza y
resistencia, así como cierto grado de movilidad. Las porciones laterales y la ventral del
anillo fibroso tienen el doble del espesor en comparación con la porción dorsal del
mismo. Esto explica porque los discos al romperse lo hacen por la parte dorsal. Cuando
se fracturan sólo algunas fibras del anillo fibroso, se produce un abultamiento en forma
domo en la porción exterior del disco. Este tipo de lesión se conoce como una protrusión
del disco intervertebral. Cuando la ruptura de fibras es total y permite el escape del
núcleo pulposo al exterior, se habla de una extrusión del disco intervertebral.
Conforme los animales envejecen, las propiedades físicas de los discos van cambiando
debido a variaciones bioquímicas en el núcleo pulposo. La degeneración o metaplasia de
los discos intervertebrales esta determinada por factores genéticos. Se han descrito dos
tipos de metaplasia discal. Las razas caninas enanas, sufren en realidad de una condición
genética llamada displasia hipocondroplasia ósea. Este trastorno se caracteriza porque se
presenta una osificación endocondral retardada pero organizada, que resulta en huesos
con un crecimiento menor en su eje longitudinal. Los discos intervertebrales de los
perros hipocondroplásicos o condrodistróficos presentan una transformación llamada
metaplasia endocondral.
Dichos cambios ocurren durante el primer año de vida y se caracterizan por una
substitución de células fibrocíticas por células condrocíticas, con lo cual en el núcleo
pulposo se transforma paulatinamente en cartílago hialino, mismo que con el tiempo
puede llegar a calcificarse. Entre las razas condrodistróficas encontramos a los
dachshunds, beagles, pequineses, bassett hounds, 1hasa apsos, cocker spaniels, shih tzus
y welsh corgis entre otros.
Cuando un disco intervertebral sufre una protrusión o una extrusión en su porción dorsal,
el cordón espinal se verá afectado en mayor o menor grado.
Una protrusión discreta provocará una irritación e inflamación del cordón espinal que se
verá reflejada clínicamente como dolor.
Si la protrusión es mayor o si existe una extrusión discal, el trauma sobre el cordón
espinal se incrementará, con lo que el paciente presentará déficits neurólogicos.
El 85% de las discopatías se presentan en la región toracolumbar, el 15% restante ocurren
en la región cervical. En el área toracolumbar la mayor parte de las lesiones se presentan
entre T11 y L3.
La signología clínica es variable y dependerá del disco en particular que haya sido
afectado, del tiempo transcurrido desde que ocurrió la lesión y de la fuerza (velocidad) de
la extrusión. Algunos pacientes presentan sólamente un marcado dolor, renuencia a
moverse y particularmente a saltar o subir escaleras. Estos animales, por regla general,
sufren de una protrusión discal, aunque puede darse el caso de una extrusión discal de
muy baja velocidad. Cuando se presenta una extrusión discal, por lo general los
pacientes tienen manifestaciones neurológicas francas que variarán según el grado de
compresión que haya sufrido el cordón espinal. Estos síntomas clínicos comienzan como
una ataxia discreta que progresa paulatinamente a una falta de propiocepción y
posteriormente una paresis paraplégica.
Durante el examen neurológico los pacientes que sufren de una discopatía toracolumbar
presentarán un cuadro típico de neurona motora superior, la excepción serán las lesiones
que ocurren caudales al segmento espinal L3 que presentarán la signología típica de una
afección a la neurona motora inferior.
El diagnóstico se lleva a cabo mediante un minucioso examen físico, neurológico y
radiológico. Una sólida historia clínica es siempre indispensable. El examen físico debe
incluir siempre una cuidadosa palpación de las vértebras toracolumbares. Utilizando los
dedos índice y medio se aplica presión paravertebral a ambos lados de la columna
vertebral, comenzando por L6-L7 y avanzando en dirección craneal. En muchos casos
(pero no en todos) es posible establecer cual es el disco afectado mediante simple
palpación, ya que el paciente presentará dolor en un punto específico. Otros pacientes sin
embargo, que presentan dolor generalizado en toda la región, de modo que la palpación
no servirá para establecer cuál es el disco afectado.
Grupo 1
Animales que presentan un primer episodio de dolor y cuyo examen neurológico es
normal.
Grupo 2
Animales con episodios recurrentes de dolor y/o examen neurológico con déficits
mínimos tales como ataxia discreta y falta de propiocepción. Los pacientes son capaces
de ambular, algunas veces se caen pero se pueden levantar y orinan voluntariamente.
Grupo 3
Estos casos presentan paraparesia severa pero son caces de orinar voluntariamente. Al
sostener al animal de pie, este será capaz de mover los miembros de manera voluntaria,
pero no será capaz de soportar su propio peso.
Grupo 4
Estos pacientes presentan paraplegia total y retención urinaria. Son capaces de percibir
dolor profundo, que se manifiesta como una respuesta de comportamiento y no como un
simple reflejo espinal.
Grupo 5
Este grupo de pacientes presenta una singnología clínica igual a la del grupo 4, pero no
son capaces de percibir dolor profundo.
Hemilaminectomía toracolumbar
Esta técnica quirúrgica consiste el retirar la porción lateral de la lámina vertebral para
permitir así la descompresión medular y la exploración del canal vertebral. La cirugía
puede llevarse a cabo mediante el uso de pinzas de rongeur o utilizando una fresadora
mecánica o pneumática.
El cuidado posoperatorio en estos pacientes es crítico, sobre todo aquellos que presentan
retención urinaria. A estos animales se les coloca un catéter urinario de Foley para evitar
la distensión de la vejiga por retención urinaria Deben permanecer hospitalizados hasta
que recuperen la funcionalidad de la vejiga. Una vez que esto suceda, el paciente puede
ser enviado a cada, aún y cuando no sea capaz de caminar todavía. La fisioterapia es
sumamente importante y debe ser iniciada en cuanto el paciente sea capaz de tolerarla.
Paulatinamente la función neurológica volverá a la normalidad y el paciente será capaz
de caminar nuevamente.