Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
El Camino de la Persona
Ricardo Couyoumdjian
formando personas -alumnos, Director del Doctorado
profesores y funcionarios, entre en Historia USS
otros- dispuestos a buscar y
Salvador Lanas
promover el bien, la verdad y Director académico
la belleza. de la Escuela de Liderazgo USS
Instituto de Filosofía
Universidad San Sebastián
El Camino de la Persona
Autor: Instituto de Filosofía USS
Editora: Ana Victoria Durruty Corral
Publicación de: Ediciones Universidad San Sebastián,
Bellavista 7, Recoleta, Santiago de Chile
ISBN: 978-956-7439-94-2
Ninguna parte de este libro puede ser reproducida
sin permiso previo del autor y del editor
Diseño: Universidad San Sebastián
Diagramación: Marta Valentina Letelier Domínguez
Imagen portada: “La creación de Adán” de Michelangelo
Buonarroti. Capilla Sixtina, Ciudad del Vaticano (1511).
Libro impreso en Chile por: Imprex
El Camino
de la Persona
Libro I
Antropología Filosófica
Presentación
7
con Dios), no basta con encontrar la verdad. Hay que comunicarla.
Pero, sin arrogancia, sin aspavientos, humilde y claramente, porque
no somos dueños de ella, tan solo sus administradores.
8
El Camino de la Persona
9
un conjunto más o menos sistemático de ideas ingeniosas o novedosas,
con muy poca raigambre con la realidad y desestimando la verdad. La
práctica filosófica se ubica en una vía media entre esos dos extremos
muy presentes en la actualidad.
10
El Camino de la Persona
11
son capaces de amar e incluso de perdonar. Así quedó plasmada en
una de las escenas más recordadas del cine(3), cuando el replicante Roy
Batty después de llorar la muerte de su amada Pris y de salvarle la vida
a su verdugo, Deckart, le expresa poéticamente: “Yo he visto cosas que
vosotros no creeríais. Naves de ataque en llamas más allá del hombro
de Orión. He visto brillar rayos-C en la oscuridad cerca de la Puerta de
Tanhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas
en la lluvia. Es hora de morir”(4). Antes de la posibilidad real de que el
hombre cree robots semejantes a los humanos, los esfuerzos intelectuales
se centraban en distinguir a los seres humanos de los seres animales.
Pero a medida que la inteligencia artificial avanza a pasos agigantados,
se impone nuevamente la pregunta: ¿Qué es lo propiamente humano?,
¿Existe una naturaleza humana? Y si existe, ¿se puede replicar?(5)
3 Esta escena no se encuentra en la novela. En esta, Roy Batty está “casado” con Irgman, no con
Pris.
4 I’ve seen things you people wouldn’t believe. Attack ships on fire off the shoulder of Orion. I
watched C-beams glitter in the dark near the Tanhäuser Gate. All those moments will be lost in
time, like tears in rain. Time to die. La traducción es nuestra.
5 Una versión más moderna de “máquinas humanas”, algunas de ellas capaces de pensar por sí
mismas, se encuentra en la serie Westworld.
12
El Camino de la Persona
diferencia real entre las máquinas con apariencia humana y los seres
humanos. Serani nos entrega las claves para poder responder estas
interrogantes, es decir, nos invita a filosofar sobre la naturaleza humana.
13
Love is in the air,
Everywhere I look around.
Love is in the air
Every sigh and every sound(6).
14
El Camino de la Persona
15
¿Y seremos algún día como dioses?
16
El Camino de la Persona
Hasta acá esta breve presentación de los capítulos. Dejemos que el lector
haga su propio análisis y elabore su propia síntesis. Metodológicamente
hablando, hemos respetado el estilo y lenguaje de cada autor. Sin
embargo, hay un elemento común en cada uno de los capítulos que
componen este libro: la confianza en la filosofía del ser y en los principios
metafísicos que la constituyen.
17
Solo nos resta invitar a que lean este libro. No olvidemos que en cuanto
homo viator, peregrinamos muchas veces por oscuros y pedregosos
senderos. En este libro podrán encontrar una chispa que ilumine en
algo vuestro camino, pero una chispa “filosófica”, que al llegar al alma
puede convertirse en potente llama, la flama del filosofar.
Eugenio Yáñez R.
Director del Instituto de Filosofía
Universidad San Sebastián
18
Capítulo 1
El Hombre, ¿Algo o Alguien?
Juan Carlos Aguilera Pérez
21
1.1. Génesis y desarrollo de la antropología filosófica
Surge con Sócrates, uno de los primeros filósofos que se pregunta por
el hombre, y se fortalece con Platón y Aristóteles, quienes profundizan
en el estudio del alma y sus distintas facultades, y demuestran su
inmortalidad y espiritualidad. Durante la Edad Media, los estudios
sobre el hombre se centran precisamente en su alma –por influencia de
los filósofos clásicos– y el Renacimiento da un impulso al estudio del
hombre completo –no sólo su alma–, al detenerse a estudiar la dimensión
interior y subjetiva de la persona, y hacer hincapié en la centralidad del
hombre, en su importancia en cuanto tal y no sólo en relación a Dios.
A principios del siglo XX, Max Scheler acuña el término antropología
filosófica para referirse al estudio filosófico sistemático en torno al
hombre, y así se ha mantenido hasta la actualidad. Karol Wojtyla, en
el siglo XX ha sido relevante en los avances de los estudios relativos al
hombre, varón y mujer.
22
El Camino de la Persona
c) Integral: debe ofrecer una visión del hombre que tenga en cuenta
todos sus aspectos y dimensiones: psicológicos, biológicos,
sociológicos, espirituales, etc. En esto, la antropología filosófica
se distingue de las ciencias del hombre, que sólo tratan un aspecto
concreto, a diferencia de la misión de la filosofía del hombre que
considera al hombre de modo global.
23
1.3. El método de la antropología filosófica
24
El Camino de la Persona
Los seres vivos se diferencian de los inertes en que tienen vida. Vivir
no es algo accidental para el viviente: no ocurre que está vivo y luego
no lo está, sino que la entidad del viviente consiste precisamente en
vivir. Aristóteles afirma que, “para el viviente, vivir es lo mismo que
ser”. Un viviente es lo que es en la medida en que está vivo.
b) unidad: todos los seres vivos son uno, los seres inertes pueden
“partirse”;
25
En los seres vivos, la vida coincide con lo sustancial del viviente, pues
su único cambio sustancial es empezar a vivir (generación) o dejar de
hacerlo (corrupción).
Junto a estas características comunes, en los seres vivos hay que hablar
de una gradación, de una escala sucesiva de perfección. Esta escala
se puede dividir según los grados de inmanencia. Es decir, cuanta
mayor es la capacidad de un ser vivo de guardar dentro de sí, cuanto
más disfrute de un mundo interior, o más sepa decir de sí, mayor es
su nivel inmanente. No es lo mismo el moverse de una planta que los
saltos de un felino hacia su presa o que el movimiento de una mano
que saluda a alguien que quiere.
26
El Camino de la Persona
27
3.1. Noción de alma
Esta noción de alma no tiene nada que ver con motivos de índole espiritual
o religiosa. En este caso, alma se dice tanto de un hombre, mujer o varón,
como de una planta o de un animal, porque se entiende únicamente como
principio de vida del viviente, por el cual el cuerpo está organizado de
forma que es un cuerpo vivo. En consecuencia, el alma no es un elemento
preexistente o raro y muy elevado que tenga que unirse a un cuerpo, sino
que es lo que hace que un cuerpo sea, y sea tal cuerpo y no otro. Es lo que
constituye a un conjunto de órganos en un organismo vivo.
Todo esto significa que el alma es la causa primaria del ser y del obrar,
explica el modo de ser de los seres vivos. Por el alma vegetativa, las
plantas pueden nutrirse, crecer y reproducirse; por el alma sensitiva, los
animales pueden conocer a nivel sensible y satisfacer instintivamente
sus tendencias básicas; por el alma intelectiva –o espiritual–, el hombre,
varón o mujer, puede conocer a nivel intelectual y querer libremente. En
síntesis, el alma es:
28
El Camino de la Persona
29
b) potencias sensitivas:
c) potencias intelectivas:
30
El Camino de la Persona
31
El cuerpo es ante todo la dimensión física, orgánica o material de la
persona; pero no es sólo eso, sino que posee una dimensión subjetiva
y personal. El cuerpo no puede separarse del alma, de la persona;
cuando lo hace, deja de existir, el cuerpo no es algo que yo tenga,
sino que yo soy cuerpo, no es algo añadido. Esto significa que en el
hombre existe una integración radical entre cuerpo y alma, y que el
cuerpo no es ni una cosa, ni un instrumento, sino el mismo hombre
en su aparición externa.
32
El Camino de la Persona
33
animados, sólo hay cuerpo si está formalizado por el alma, en el caso
de los seres vivos.
Por otro lado, las tendencias o apetitos son nuestra reacción más elemental
ante el mundo que nos descubren los sentidos. En consecuencia, el
conocimiento sensible y la tendencialidad o apetición constituyen la
dimensión sensitiva de la existencia humana.
34
El Camino de la Persona
35
4.2. Los sentidos internos
Además del sentido común, existen otros tres sentidos internos que
desempeñan un papel fundamental en el conocimiento sensible.
36
El Camino de la Persona
Por otro lado, hay que pensar que nuestro conocimiento sensible no
es absolutamente sensible, sino que es la integración entre nuestro
pensamiento y la percepción (por la unión sustancial que existe en
el hombre entre el espíritu y la materia). Por eso, los errores de juicio
sobre la percepción nacen de una deficiente interpretación de los datos
ofrecidos por los sentidos. A veces los objetos pueden presentarse de
modo ambiguo (porque están lejos, porque no se distinguen bien...) pero
la razón es consciente de esta limitación y puede rectificar la percepción.
37
Los errores de juicio perceptivo pueden obedecer a enfermedades,
malas condiciones de visibilidad, precipitación al juzgar, intervención
perturbadora de otras facultades (como la imaginación o la memoria),
prejuicios u opiniones erradas.
38
El Camino de la Persona
Aristóteles define el bien como “lo que todos apetecen”, porque aquello
hacia lo cual el hombre tiene una inclinación natural es naturalmente
captado por la razón como bueno. Según esto, el bien se entiende como
“conveniencia”, sin ninguna connotación moral. La noción de bien es
compleja, pues se dice en muchos sentidos, y es tema de estudio propio
de la ética. Aquí nos interesa identificar dos grandes tipos de bienes:
39
necesidades es el racional y no el simplemente instintivo. Las tendencias
humanas no son iguales a los instintos animales, pues en el hombre no
existen pautas de acción fijas. El hombre elige el modo de satisfacer
sus necesidades, no está irremisiblemente arrastrado por un instinto,
porque es libre, porque tiene intereses más altos que los puramente
corporales, porque es capaz de crear hábitos que desplazan al instinto.
En consecuencia, lo decisivo en el hombre es el aprendizaje, no el
instinto biológico.
5. La Afectividad
Hemos dicho que las tendencias son un movimiento que sale del sujeto
y se proyecta sobre el mundo, orientando la búsqueda y la percepción
del bien. Ahora veremos cómo las emociones y los sentimientos
constituyen la resonancia interior consiguiente a la percepción sensible
e intelectual; es decir, tienen un carácter pasivo, son un “sentirse
40
El Camino de la Persona
En primer lugar, podemos decir que los sentimientos son cosas “que nos
pasan”, no que queremos positivamente (nos levantamos desanimados,
estamos tristes sin motivo aparente, nos enamoramos del compañero
más feo, alguien nos cae mal sin conversar con él...). Son la reacción
interior que tenemos ante la satisfacción o insatisfacción de una tendencia
determinada, la manifestación de cómo nos afectan las cosas, y a veces
están acompañados de una reacción también física (podemos ruborizarnos
ante el hombre que amamos, sudar frío cuando tenemos miedo, temblar
en un momento de ira...). Los sentimientos tienden a ser expresados
corporalmente.
41
Por último, es importante considerar que los sentimientos tienen un
cierto origen irracional –porque en su inicio no son intencionales–, pero
están llamados a integrarse en nuestra racionalidad. En este carácter
ambiguo (no son totalmente materiales ni totalmente espirituales)
radica la dificultad de su manejo. De hecho, Aristóteles señalaba que
sobre los sentimientos había que tener un dominio político y no un
dominio despótico.
42
El Camino de la Persona
43
positiva, pero sin dejar que dirijan unilateralmente nuestra conducta,
pues son valoraciones subjetivas. Nos hablan acerca del modo en que
vivimos la realidad que nos circunda.
44
El Camino de la Persona
45
que permite optar por esta verdad en contra de un sentimiento quizá
fuerte pero equivocado.
“Según uno es, así le parece el fin” sostiene Aristóteles, como dijimos
más arriba. Al justo, le parece bueno hacer justicia; al sentimental,
le parece bueno lo que dicen sus estados de ánimo. Como éstos son
cambiantes, pero efectivamente dirigen la conducta, hay que orientarlos
adecuadamente por la racionalidad para que, efectivamente, estén al
servicio de nuestro bien total como personas, de nuestro fin: la felicidad
en plenitud, no parcial o particular.
46
El Camino de la Persona
6. La Inteligencia Humana
47
Ésta es una de las maravillas que anida en el interior de las personas,
esencial para nuestras vidas, pero difícil de explicar. Y conocemos
gracias a la inteligencia, facultad superior del hombre similar a una
luz, que permite captar la esencia de las cosas, separar lo singular para
llegar a lo universal.
48
El Camino de la Persona
49
Podemos decir que conocer es abrirse a la realidad, es un modo superior
de ser y de vivir porque con el conocimiento intelectual somos capaces
de abarcar nuestro ser y todos los entes del universo, reproduciendo de
modo inmaterial en la mente, sin confusión y con pleno discernimiento,
las estructuras ontológicas de las cosas. Por medio de la inteligencia,
el hombre puede dominar el mundo, apreciar las cosas, orientar con
libertad su vida y amar a los demás; en definitiva, puede conocer el ser.
50
El Camino de la Persona
51
c) el lenguaje humano es ilimitado: siempre cabe novedad, formar
nuevas proposiciones. A diferencia de esto, los animales sólo emiten
un número fijo y limitado de mensajes, casi siempre iguales.
52
El Camino de la Persona
Una segunda respuesta es considerar la verdad como “la verdad del ser”
(u ontológica). Las cosas tienen una verdad intrínseca, son verdaderas
en la medida en que son, aunque ninguna inteligencia entre en relación
con ellas y las conozca. En este sentido, por ejemplo, se habla de algo
“verdadero” (por ejemplo, verdadero oro) en contraposición a algo “falso”.
53
verdades, algunas tan fuertes que no es posible pensar lo contrario
(por ejemplo, mi propia existencia, la existencia del mundo). Pero esta
convicción ha sido rechazada repetidamente por posturas escépticas
y relativistas.
a) el escéptico que duda de todo al menos sabe que duda y con esto
cae en una contradicción. Además, decir que no hay verdad ya
significa afirmar una verdad. Hay en esto una incoherencia;
54
El Camino de la Persona
55
ofrece varias alternativas, muchas veces no se pueden hacer afirmaciones
unívocas o no existe una única respuesta verdadera, y ahí es donde cabe
la pluralidad. Además, como existen diferencias entre un principio y
sus aplicaciones, un principio puede ser único, pero existir diversas
posibilidades de aplicarlo correctamente.
56
El Camino de la Persona
7. Voluntad y Libertad
57
verdaderamente bueno. Por tanto, así como del conocimiento sensible
derivan unas tendencias sensibles (o apetitos sensibles), del conocimiento
intelectual deriva una tendencia o apetito intelectual.
Esto quiere decir que la voluntad es una facultad propia de los seres
espirituales (porque exige la posesión intencional del bien conocido): sólo
queremos lo que previamente hemos conocido y, en último término, lo
que la voluntad quiere es nuestro bien total como personas: la felicidad.
58
El Camino de la Persona
59
Así, tenemos la capacidad de elegir el bien (voluntas ut natura) y
actualizamos esta capacidad en actos concretos (voluntas ut ratio).
60
El Camino de la Persona
de nuestra propia vida y que, por tanto, podemos decidir qué tipo de
vida queremos vivir.
61
c) la ejecución efectiva de lo que se ha decidido.
2) Para tener voluntad hay que empezar por negarse o vencerse en los
gustos y caprichos más inmediatos y empeñarse en el cumplimiento
del deber y en el logro de las metas que uno se propone.
62
El Camino de la Persona
7) Una persona con voluntad alcanza las metas que se había propuesto
con constancia.
63
obra con un juicio previo que no procede del instinto sino de una
comparación hecha por la razón: puede decidir entre diferentes cosas.
- por la libertad elegimos los medios que nos llevan a ese fin.
64
El Camino de la Persona
• elección: soy libre porque puedo elegir, de entre todas las posibilidades
que se presentan, la que quiero;
65
mapa del mundo personal: elegir una carrera y no otra, casarse con
una persona, aceptar un puesto de trabajo, cambiar de ciudad, tener
un hijo... Nos modificamos a nosotros mismos a través de la libertad.
66
Capítulo 2
Naturaleza y Vida Humana
Alejandro Serani Merlo
1. Introducción
La realidad natural y vital está tan presente en nuestra vida que ello se
refleja profusamente en el lenguaje corriente. Dado que los conceptos
de naturaleza y de vida son tan fundamentales y diversificados, su
clarificación sin embargo no es sencilla. Pero por pequeño que sea
el avance en su comprensión, este progreso no puede sino engendrar
69
orden en el pensamiento. En concreto, orden en la comprensión que
tenemos del mundo, de las cosas y de nosotros mismos.
4. Evidencia Sensible
70
El Camino de la Persona
5. Evidencia Intelectual
6. Lo Aparente y lo Real
71
7. Las Evidencias Primeras o “Hechos de Conocimiento”
72
El Camino de la Persona
73
Lo natural también es, para el sentido común, lo que viene dado, lo
que nosotros no hemos hecho; oponemos así lo natural a lo artificial.
Llamamos al producto de lo artificial artefacto o artilugio, esto es,
aquello que es producido por el arte o por la industriosidad humana.
Consideramos además a los minerales, a las plantas y a los animales
como constituyendo en su conjunto: “la Naturaleza”.
74
El Camino de la Persona
75
artefacto una vez realizado, da la impresión de que existe por sí solo.
El artífice puede morir, pero seguirán existiendo, al menos por un
tiempo, algunos de sus artefactos.
76
El Camino de la Persona
77
acción propia más que en un sentido metafórico. Nunca es en sentido
propio un agente o un sujeto de acciones. Por muy compleja que sea
una máquina, y por muy impredecible que puedan ser sus acciones,
siempre una máquina es un instrumento, y por lo tanto opera en
dependencia cercana o remota de un agente, que es quién la diseñó o
quién la opera o “la echa a andar”.
Los seres naturales que de modo más cercano se nos hacen evidentes
son los seres vivos. Y de entre los seres vivos, los más evidentemente
naturales son los animales más complejos.
78
El Camino de la Persona
79
bien múltiples que una. Las realidades sustantivas son más unas que
múltiples. Un pato es una realidad sustantiva, una bandada de patos
una realidad adjetiva.
80
El Camino de la Persona
Como de entre los seres naturales, los seres vivos son algo muy
especial, al principio formal de los seres vivos, los griegos le dieron
una denominación especial: psiqué. En castellano se ha traducido
por alma. También en castellano se acepta la palabra “psiquis”, pero
actualmente esa palabra denota más bien “mente” y no principio de
vida como era en griego.
Hoy en día cuando se habla de alma se entiende más bien “alma humana”,
y por eso aparece como contra-intuitivo decir que las palmeras, los
gatos y los ratones tienen alma. Resulta instructivo profundizar en las
razones de esta extrañeza.
81
Esto tiene que ver con el modo como concebimos la unidad del ser
humano. La intuición espontánea y certera que todos tenemos, de que
en el eidos (alma) de los seres humanos “hay algo especial”, que no está
en el resto de los seres vivos, lleva a muchos a pensar al ser humano de
manera dualista, es decir como si el ser humano estuviese compuesto de
la unión de dos cosas o substancias: “espíritu y materia” o “alma y cuerpo”.
Que el eidos humano sea algo especial, de ello parece no caber duda.
Que eso de especial tenga que ver con una dimensión espiritual en el
ser humano también parece haber para ello mucho fundamento. Pero
decir que el ser humano es una mezcla de espíritu y materia en realidad
es no decir nada, porque la materia con el espíritu no se pueden mezclar.
82
El Camino de la Persona
A diferencia del resto de los seres vivos, el ser humano, que es auto-
consciente, libre y responsable (o irresponsable), tiene un eidos (un
alma) que es de orden espiritual, porque el ser humano ejerce actos
de orden espiritual. El eidos humano constituye, con la proto-materia,
una realidad unitaria que es el ser humano individual, en la que no
hay mezcla de materia y espíritu, sino unificación y actualización de
proto-materia. La proto-materia humana no se junta ni se mezcla
con el alma sino que es unificada, especificada y actualizada por ella.
Como hemos dicho, la protomateria humana no existe, como tal,
antes de que exista un ser humano, ni tampoco después. Es por ello
que la relación entre eidos y protomateria no es como una relación
de dos cosas que existirían frente a frente, en igualdad. La relación
entre la protomateria humana y el alma humana que le da unidad y
especificidad, es, como la de algo que puede existir, pero no es, con algo
que es actual y que puede actualizar, a lo que estaba en potencia. Se trata
de una relación potencia/acto, entre un elemento cuya naturaleza es la
de ser “actualizable” y otro cuya naturaleza es la de ser “actualizador”.
83
en su cuerpo el alma está presente. Es por ello que la dignidad de un
cuerpo humano no tiene parangón con la de los otros vivientes, por
muy complejos y admirables que éstos puedan ser.
23. Recapitulación
Los seres vivos son aquello más perfecto y complejo que existe en la
naturaleza. Los vivientes se mueven por sí mismos, desde sí mismos
84
El Camino de la Persona
85
Capítulo 3
Persona y Libertad:
¿Somos realmente Libres?
Mariano Bartoli Presas
1. Introducción
89
en el propio vivir que evidencia que no quiere estar subordinado ni
dependiente de los intereses, poder, voluntad o capricho de otros.
Y esto no solo a nivel personal, sino también en el orden social. Las
exigencias de libertad de expresión, de participación, de asociación,
de elección, etc., son cada vez más comunes y más extendidas, así
como las concesiones que los gobiernos y autoridades políticas hacen
a dichas libertades.
90
El Camino de la Persona
91
expresaba Tomás de Aquino, siguiendo a Aristóteles, al decir que el
hombre es un animal racional(14). La naturaleza del ser humano es la
de una realidad corpóreo-espiritual. No es solo un ser espiritual o un
ser racional, ni es solo un ser puramente material, sino que, si bien es
un ser corpóreo, esa corporeidad está toda ella configurada y animada
por un principio espiritual que le hace ser lo que es. El hombre no es
lo que es por su cuerpo, sino que tiene ese cuerpo por ser lo que es.
Un vegetal, por ejemplo, es un cuerpo, pero ese cuerpo obedece a la
configuración que le da su principio vital puramente vegetativo. El
ser humano también posee un cuerpo vivo, pero su principio vital,
su alma, no es simplemente vegetativa, sino que es racional, de allí
que su corporeidad sea esencialmente distinta: su posición erecta, que
posibilita la liberación de las extremidades superiores para que aparezca
la mano, la presencia de rostro, su desespecialización(15), que le permite
habitar todo el universo, etc. Todo ello manifiesta que el cuerpo no
es un obstáculo para el alma espiritual, sino que ambos conforman
una radical unidad. Por ello, en la definición de su esencia debe
aparecer tanto la dimensión corpórea que el ser humano posee, como
la dimensión espiritual o racional. El cuerpo es parte de la naturaleza
humana, así como es parte de ella su dimensión espiritual. Por eso
es que se significa lo corporal al decir “animal”, esto es, un viviente
con sensibilidad, la cual no se podría ejercer sin órganos corpóreos
adecuados para ejercerla. Y se significa la diferencia específica, esto es,
aquello que le distingue esencialmente de otros seres, con el término
racional. Es por esta razón que el ser humano no es un animal más
al que se le agrega la razón, sino que es una realidad esencialmente
distinta al animal, aunque como este, participe de la vida propia de
las sensaciones y los apetitos sensibles.
92
El Camino de la Persona
93
personaje –ya que en el teatro griego había pocos actores y gracias a las
máscaras un actor podía interpretar diversos papeles– y, por otra parte,
permitían amplificar la voz de modo que fuera convenientemente oída
por el auditorio. Especialmente, por esto último, el término prósopon
pasó al latín como per-sonare, que significaba “sonar con excelencia
o amplitud” y ya adquiría el término un cierto carácter de nobleza y
distinción. En el ámbito jurídico romano aparece la palabra persona
para designar a aquellos que tenían voz propia (per se sonans), esto
es, aquellos que tenían derechos para intervenir en la vida pública.
Así “persona” era “el sujeto de derecho e incomunicable para otro”
(persona est sui iuris et alteri incommunicabilis), lo cual suponía una
determinada edad, un determinado status y la posibilidad de demostrar
ciertas posesiones materiales(18). Ser persona, por tanto, estaba ligado,
no a una condición y perfección interior del sujeto, sino a características
o condiciones exteriores. Personas eran los “libres”. Por supuesto, los
esclavos no tenían voz propia. De manera que no todo ser humano
era considerado persona.
18 Cfr. García Cuadrado, José Angel, Antropología Filosófica. Eunsa, Pamplona, 2001, pp. 119-120.
94
El Camino de la Persona
95
3. Persona: Estudio y Análisis de la Definición
96
El Camino de la Persona
97
El ser humano, a diferencia de los seres no personales, es persona, no
porque tenga una naturaleza, sino porque su naturaleza es racional.
Es el existir en una naturaleza racional lo que da una más radical y
profunda individualidad al ser humano. Veamos cómo lo dice Tomás
de Aquino: “Pero particular e individuo se encuentran de un modo
mucho más específico y perfecto en las sustancias racionales que
dominan sus actos, siendo no sólo movidas, como las demás, sino que
también obran por sí mismas. Las acciones están en los singulares. Es
así como, de entre todas las sustancias, los singulares de naturaleza
racional tienen un nombre especial. Este nombre es persona”.
98
El Camino de la Persona
Pero hay unos seres que no son determinados por su especie, sino que
gozan de un ser más pleno que se manifiesta en un obrar radicalmente
distinto, unos seres que, por su mayor perfección, poseen el ser por
99
sí mismos, lo cual les posibilita dominio sobre su obrar. Estos obran
desde su más profunda interioridad, obran desde un principio interior
a su naturaleza, no movidos desde fuera, ni por la determinación
exterior, ni por la especie, ni por el instinto, sino que tienen posesión
de los actos que originan y, entonces, son completamente únicos. Estos
seres son los seres personales. No sabemos qué harán, no sabemos qué
elegirán, porque poseen una originalidad ontológica. Los actos que el
ser humano ponga en la existencia dependerán exclusivamente de él.
Si nace un león, ningún acto nuevo se dará en la naturaleza, porque
ya se han dado. Comerá cebras, unas cebras que habrán cazado las
leonas y pasará echado gran parte del día. Sin embargo, si nace un ser
humano, no sabemos qué hará, qué elegirá para sí.
100
El Camino de la Persona
101
de designar al hombre con otra palabra que no sea la de persona,
porque ninguna otra refleja su nobleza tanto como ésta. El mismo
Tomás de Aquino señala que persona es nomen dignitatis, nombre de
dignidad. El hombre no se designa por sus funciones de trabajador, de
ciudadano, de consumidor, de solucionador de problemas, sino por
su ser personal. El ser humano es una persona no una cosa.
4. Persona y Libertad
La persona, de esta manera, nos aparece como aquel ser que por su
especial plenitud se tiene a sí mismo de tal modo que es dueño de su
ser y los actos que origina son verdaderamente suyos. Ahora bien,
si el obrar sigue siempre al ser de aquello que obra, entonces es fácil
apreciar que los actos de la persona solo pueden ser “suyos”, como
dijimos, porque el ser de la persona misma es “suyo”. ¿Qué se quiere
decir con esto? Simplemente, que el mismo ser de la persona es de tal
modo que no depende de nadie más que de sí, que la persona es dueña
y propietaria de sus actos y decisiones, de modo que puede orientarse
a su bien y perfección sin determinación ni coacción alguna. Este
modo de ser no lo tiene ningún otro ser de la naturaleza: no existe
animal, ni mucho menos vegetal, que pueda ser dueño de sus actos. Y
esto, ¿por qué es importante? Pues, porque este dominio que tiene la
persona y que emana de su propio ser es precisamente aquello sobre
lo que nos preguntábamos al comienzo: la libertad. Por ser persona
el ser humano es un ser libre.
Ciertamente que uno tiende a pensar que la libertad es algo más sencillo.
La idea que solemos tener en la cabeza sobre lo que es la libertad tiene
más que ver con hacer lo que uno quiere sin que nadie le obligue o se
lo impida, tiene que ver con que uno pueda actuar sin ser coaccionado,
o cosas más concretas como decidir, elegir, opinar, expresarse, reunirse,
distribuir su vida como le apetezca y se le antoje. Es en este sentido que
solemos ver a la ley, las normas, las obligaciones o prohibiciones, como
obstáculos y aspectos que disminuyen o sencillamente anulan la libertad.
Y no es que se piense del todo mal cuando se piensa así, porque es difícil
sostener que uno actúe libremente si no puede hacer lo que quiere.
102
El Camino de la Persona
Cuesta creer, en efecto, que uno sea libre y, sin embargo, no tenga un
dominio sobre lo que quiere decir, opinar o elegir. Sin embargo, reducir
la libertad humana solo a este aspecto exterior y aparente, es una actitud
simplista, superficial, que no agota toda la grandeza y belleza del actuar
libre del ser humano. Bien pueden recordarse aquí las palabras que
Cervantes pone en boca de don Quijote: “La libertad, Sancho, es uno
de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella
no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre,
por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida”.
Igual que el Principito, que era capaz de ver elefantes dentro de serpientes
boas, nosotros hemos de ser capaces de ver en la libertad algo más que
la pura ausencia de coacción exterior. En efecto, antes que cualquier otra
significación y más profunda que la apariencia exterior del obrar libre,
existe una libertad que no se ve, una libertad sin la cual no existiría ni
se manifestaría la otra: es aquella por la que llamamos “libre” a aquel
sujeto que es dueño de sí y de sus actos y que, por tanto, elevándose por
encima del instinto y de la determinación específica, se autodetermina
hacia su bien desde sí mismo. No se trata de una acción, ni de una
elección, sino que se trata del mismo ser personal que por ser espiritual
se tiene presente a sí mismo con posesión plena de sí. Ser libre en este
sentido significa no estar determinado, no obedecer a lo instintivo o
a la inclinación de la especie, sino que significa poder determinarse
a sí mismo, desde sí mismo a obrar. Pero atención: no nos referimos
al acto de autodeterminación, sino al modo de ser de la persona que
puede autodeterminarse. Por eso, no apunta esta libertad a una acción
o elección que se realiza, sino al mismo ser personal. De allí que, si bien
la persona se define como la sustancia individual de naturaleza racional,
también puede definirse, en razón de que por su naturaleza es dueña
de sí y de sus actos, como sujeto libre. Decir persona es lo mismo que
decir sujeto libre. Negar la libertad humana supone, por tanto, negar la
condición de ser personal y reducir al ser humano a la pura naturaleza,
como es el caso de los animales. Y el ser humano no es un animal más,
sino que es un ser personal, un ser libre. Antes de poder elegir, antes
103
de poder hacer lo que se quiera, antes de poder opinar, expresarse o
actuar como a uno se le antoje, es preciso poder tener un modo de ser
que posibilite ese actuar. Los animales, porque son seres irracionales
que se mueven y se determinan por el instinto, no pueden hacer lo
que quieren, sino que hacen lo que su especie les determina a hacer.
Incluso en aquellos casos que nos parecen “muy humanos”, en los que
el animal realiza una acción semejante a la acción libre, esa acción está
determinada por su instinto. En cambio, la posesión de la naturaleza
racional, la participación, por tanto, de la condición de persona, hace
posible que el hombre sea dueño de sí mismo y que no esté sujeto a
la determinación específica del instinto. De modo que, aunque no
manifieste en una acción la posibilidad de hacer lo que quiere, no deja
por eso de ser un sujeto libre.
De allí que esta libertad que no se ve, esta libertad interior, sea una
libertad que tiene la persona por el hecho de ser. Insistamos en esto: no
hablamos de actos que un sujeto hace, sino que hablamos de un modo
de ser que se ha de tener para realizar ciertos actos. Por eso, a esta
libertad le llamamos libertad ontológica. Es esta la libertad que tiene
toda persona por el hecho de serlo: el feto en el vientre de la madre, el
niño antes del uso de razón, el loco de un manicomio, el que duerme o
el inconsciente. Todo ser humano es libre y, por tanto, dueño de su ser,
aunque no realice actos que manifiesten dicha posesión. Evidentemente,
no es esta la perfección última de la libertad humana, pero es la que
posibilita toda posterior perfección y realización humana. Pensemos
que, si el ser humano estuviera determinado en su ser por los instintos,
no podría luego realizar elecciones, porque el instinto elegiría por él.
Es porque tiene un ser abierto a la realidad, no determinado a nada en
específico, un ser sobre el que tiene dominio, que luego, podrá elegir esto
o aquello o simplemente no elegir, aunque no hacerlo ya será una elección.
104
El Camino de la Persona
105
profundo. Pero, si se trata del libre albedrío, de esa autodeterminación a
elegir una cosa u otra, lo cierto, lo que efectivamente se puede reconocer
es que, pese a todos los condicionantes, pese a todas las limitaciones, el
hombre es capaz de un acto libre. ¿Por qué Juan se apuntó al voluntariado
de la universidad? Seguramente intervinieron muchas cosas para que
Juan actuara de ese modo: su educación, su historia, el barrio en el que
vive, sus gustos, sus aficiones, sus pasiones, su cansancio, etc., pero aun
cuando interviene todo eso, aun cuando todo eso está presente en el acto
humano, lo genial, lo impresionante, es que eso: ¡no lo determina! No
es esa la razón por la cual Juan se apunta al voluntariado universitario,
sino que lo hace desde lo más profundo de su interioridad. La razón por
la que actúa es que así lo quiso y punto. Esto es tremendo porque uno
busca muchas veces razones por las cuales alguien ha hecho tal acto y
se pregunta: por qué hizo o hice esto o lo otro. Pero al final, lo cierto es
que alguien, en las mismas circunstancias, podría haber actuado de otra
manera, alguien en las mismas circunstancias podría no haberse dado
la oportunidad de vivir el voluntariado. Lo cual nos evidencia que más
allá de lo externo, más allá de la elección, el hombre desde sí mismo y
en su propia interioridad, decide obrar o no, decide esto o lo otro, con
posesión plena de su propia decisión.
106
El Camino de la Persona
107
Ahora bien, como hemos dicho, la persona se determina a un bien
concreto y específico desde sí misma, desde su propia interioridad,
no lo hace movida por el bien exterior. Se ve así más claramente que
la libertad humana es una libertad interior, no exterior. Y cuanto más
interior, más libre. Cuanto menos depende mi acción de condicionantes
exteriores y es más “porque quiero eso que veo y conozco como bueno
y conveniente a mi perfección humana”, la acción será más libre. Si
la razón por la que me como un trozo de torta es porque me gusta
o porque está rica y me apetece, la acción está más causada por algo
que está fuera que dentro de la persona. Es la bondad de la torta la
que me mueve y, por tanto, no importa si estoy en clases, en la visita
al médico o manejando: si tengo la torta frente a mí, la comeré. Muy
distinto es si la torta la como porque quiero, porque desde lo más
íntimo de mi ser me muevo hacia ella con posesión de mí, de modo que
puedo distinguir el lugar y el momento en el que estoy sin importar lo
increíblemente rica y apetitosa que esté la torta. Si es la propia persona
la que se mueve a comer porque quiere (desde luego, gustándole la
torta y estando muy rica), entonces el motivo de la acción está más
dentro que fuera de la persona. Los bienes finitos no tienen la fuerza
para mover a la persona a apetecerlos y poseerlos –como es el caso
de los animales–, sino que es ella, la que desde sí misma se mueve a
una cosa u otra, porque ninguna es el bien infinito para el que el ser
humano está hecho. Por eso, la cuestión de la libertad no se agota en no
pasar a llevar a otro, y en que nuestra libertad termine donde empieza
la del otro, sino que termina, en el sentido de colmarse o realizarse,
en la posesión del bien más pleno para el ser humano. Uno puede
alejarse de su propia plenitud y felicidad sin pasar a llevar a ninguna
otra persona, sino pasándose a llevar a sí mismo. La libertad no tiene
que ver con lo que le hacemos o no hacemos a los demás, sino con
la propia ordenación interior a poseer la propia perfección humana.
108
El Camino de la Persona
Suele decirse que no somos libres, porque tenemos que obedecer una
serie de normas o leyes que “nos son impuestas” y que, por tanto,
por la ley somos más esclavos que hombres y mujeres libres. Sin
embargo, es fácil descubrir que precisamente porque somos libres,
siempre es posible actuar transgrediendo esas leyes y asumiendo
las consecuencias de nuestros actos, que por eso son “nuestros”. Así,
por ejemplo, podemos faltar a clases más veces de las que la norma
establece; podemos copiar en los exámenes pese a que sabemos que
no se debe; podemos, en fin, no obedecer la ley, lo cual supone que
no es ella la que nos determina o esclaviza, sino que somos cada uno
de nosotros los que nos autodeterminamos a poner un acto u otro en
la existencia. Si efectivamente las leyes nos privaran de libertad, no
podríamos desobedecerlas, pero lo hacemos. Esa posibilidad, entonces,
de actuar incluso contra las leyes o contra lo que es el bien humano
es, precisamente, el libre albedrío, es la radical capacidad que tiene el
hombre de autodeterminarse, pero de ninguna manera es la perfección
de la libertad. Poder actuar mal es solo la manifestación de que somos
libres, pero de ninguna manera, la plenitud de la libertad humana. La
ley, la norma, es la que, al contrario de lo que pensamos, nos ayuda a
109
poder decir ese “no” que nosotros deberíamos decir para ordenarnos
a nuestra plenitud y no somos capaces. Dicho de otro modo, es lo que
nos capacita para seguir el bien último para el que estamos hechos,
asistiéndonos en la correcta elección de modo que podamos ser más
dueños de nosotros mismos y no esclavos de nuestras pasiones y deseos.
27 Melendo, Tomás. Dignidad: ¿una palabra vacía?, Eunsa, Pamplona, 1996, p. 28.
110
El Camino de la Persona
5. Libertad y Dignidad
La persona humana es aquel sujeto que por su propio modo de ser decide
por sí mismo, de modo que nadie la puede usar o instrumentalizar
porque el ser humano es “suyo”. La persona “se tiene” a sí misma, por lo
que nadie puede tenerla, dominarla, manipularla. Por esto, entiéndase
bien: es la bondad del ser personal la que hace que la persona no
pueda ser dominada, usada y que nadie pueda instrumentalizarla. En
efecto, la nobleza de la persona es tal que no está hecha para ser “de
nadie”, ni siquiera de Dios, porque Dios la ha creado por amor con
libertad para que sea dueña de sí misma, para que desde sí misma
se determine al Bien. No es la persona una realidad que exista para
otra cosa, sino que es el único ser en la naturaleza que ha sido creado
por sí mismo como fin. En efecto, es la persona un ser que vale por
sí mismo y todo lo demás en relación a ella. De manera que nunca y
por ningún motivo o razón puede ser medio para otra cosa. Este valor
que tiene la persona, esta nobleza que le da el ser libre es lo que se
111
denomina dignidad. El ser humano por su naturaleza racional es un
ser personal, máximamente individual y único. Esa individualidad se
debe a que es un sujeto libre que se ordena por sí mismo a su felicidad
y plenitud. Y es esa misma libertad que impide que se subordine a
otra cosa, la que hace de él un ser dignísimo, valioso por sí mismo.
Pero ¿qué es la dignidad?
112
El Camino de la Persona
113
libertad es, a la vez, privarlo de dignidad y de la condición de persona. Del
mismo modo, negar su dignidad es negar su condición de persona libre.
Por eso, podemos definir la dignidad sintetizando las reflexiones de los
anteriores filósofos, diciendo que es la bondad superior que corresponde
a lo absoluto. Es esta una definición que podría perfectamente aplicarse
también a la persona. La bondad de la persona es de un orden superior,
de aquel propio de los bienes llamados honestos(32), esto es, amados por
sí mismos y nunca por otra cosa. Lo anterior supone que la dignidad
no se posee por alguna determinación del orden esencial, como la
actualización de la racionalidad o la manifestación en acto de la libertad,
sino por participar de ese grado de ser que posibilita la posesión de
uno mismo. Así, aunque la persona no realice actos racionales o actos
deliberados, posee igualmente dignidad y merece ser tratada como fin
y nunca como medio.
32 Ver el capítulo sobre el bien, del Camino de la Persona, del libro II, Ética.
114
El Camino de la Persona
Ahora bien, la persona no solo es, sino que actúa, realiza acciones. Y
es mediante estas acciones por las que ha de ordenarse a su plenitud y
felicidad última. A diferencia de los animales, que desde que nacen son
capaces de vivir una vida conforme a su naturaleza, que desde que nacen
ya saben todo aquello que deben realizar para vivir “en plenitud”, los
seres humanos, por su modo particular de ser corpóreo-espiritual, nacen
siendo incapaces de vivir de acuerdo a lo que son. En efecto, los animales
están como dotados de todo aquello que requieren para vivir su propia
vida. Así, por ejemplo, la tortuga marina nace y ya vive como tal, nadie
le enseña ni le corrige, porque incluso sus padres se han marchado. Ella
sabe todo lo que debe saber y ama todo lo que ha de amar para poder
vivir su vida de tortuga marina. El ser humano, en cambio, como enseña
Aristóteles, nace como una tabula rasa, un papel en blanco, sin tener
ningún conocimiento sobre sí mismo ni sobre la realidad que le circunda,
pero nace con un profundo anhelo de felicidad, con un profundo deseo
de verdad y bien absoluto. No sabe nada, pero puede llegar a conocerlo
todo; no ama nada o muy poco, y puede llegar a amar el bien infinito. De
allí que, si bien el ser humano nace libre, con esa libertad ontológica que
comentamos más arriba, tiene que ser educado para poder usar bien de la
libertad de modo que elija aquello que le conduce a su plenitud humana,
debe ser educado para que con sus acciones manifieste la grandeza de
lo humano. Por ser lo que es tiene posesión de sí mismo, de modo que,
en su obrar, debe ser capaz de manifestar ese mismo dominio de sí y no
dejarse llevar por los bienes exteriores y egoísmos humanos y obrar de
un modo acorde a su naturaleza racional. Pero esto no es posible si no
se le ayuda, por la acción educativa, a obrar como le corresponde a su
naturaleza de ser libre. Si, tal como lo dijimos, existe una íntima relación
en el orden del ser, entre persona, libertad y dignidad, es evidente que
también tiene que haber esa relación en el orden de las acciones. La
persona se hace más y mejor persona a través del recto uso de la libertad,
manifestando así una dignidad moral en sus acciones.
115
No hay acción humana, por más mala y deleznable que sea, que pueda
hacer que la persona humana deje de serlo y, en consecuencia, no hay
acto humano que haga posible que la persona deje de ser un sujeto
libre dotado de una dignísima bondad. La persona es lo que es, posee
dignidad y libertad, por el hecho de ser persona. No importa su raza,
condición, religión, sexo, ideología, edad, no importa lo que piense,
cómo piense o la naturaleza de sus acciones, nada de ello podrá nunca
hacerle perder su radical dignidad. No obstante, tal como lo dijimos,
no todos los actos se ordenan a la plenitud humana. Es fácil ver que
un terrorista, un violador, un estafador, un mentiroso, no actúan bien
por muy convencidos que estén de la bondad de sus acciones. Y es
fácil ver que, aunque siguen siendo personas y, por tanto, se les debe
un respeto absoluto e incondicional, han perdido algo, han usado mal
de su libertad, obrando de un modo que no permite apreciar en ellos
esa grandeza inconmensurable de lo humano. Se han hecho indignos.
Muchas personas –equivocadas, por cierto– afirman que cuanto más
conocen al ser humano, más aman a su mascota. Esto evidencia lo
que queremos decir; esto es, que se aprecia que cuando el ser humano
obra mal se hace inferior a los animales, actúa de un modo que de
alguna manera deshonra al género humano. Ha realizado un acto que
no exhibe aquello a lo que el ser humano está llamado a ser. Pierde,
por tanto, su dignidad moral, se hace indigno, mal representante de
la humanidad, llevando a muchos a valorar más el orden o género
animal(33). Al contrario, cuando un ser humano obra bien, haciendo
aparecer la grandeza del ser personal, se hace aún más digno, exaltando
con ese acto a todos los seres humanos. Así es como debería actuar un
hombre que aprecie el nombre de tal. Estos merecen propiamente el
nombre de “buenos” o “buenas personas”. Los actos de las personas son
dignos en la medida en que llevan impresa la excelencia y perfección
del ser personal. Por eso, mientras la dignidad ontológica no se logra
ni se consigue, sino que se tiene por el hecho de ser, la dignidad moral
es necesario conquistarla con esfuerzo y constancia. No es fácil estar a
la altura de la grandeza de lo humano, no es fácil poder mantenerse en
33 El error en considerar que el mal actuar de los hombres pueda hacer preferir a las mascotas
es que se desconoce el orden ontológico, el orden del ser que no se pierde y por el cual la
persona es digna y valiosa por sí misma, mucho más que cualquier animal.
116
El Camino de la Persona
Junto a ellas, es posible señalar otras notas esenciales que nos permiten
comprender más plenamente lo que significa ser persona y que incluso
nos permitirán apreciar más su propia libertad y su dignidad. Nos
referimos a la incomunicabilidad ontológica, la intimidad y la amistad.
Veamos brevemente cada una de ellas.
117
comunica su ser con ninguna otra realidad. Es esta singularidad lo que
designamos con la expresión “incomunicabilidad ontológica”. En efecto,
lo común es lo que pertenece a varios o a todos, y se opone a lo propio,
en cuanto que lo propio es siempre exclusivo, individual, peculiar.
Incomunicable, no es, por tanto, la imposibilidad de comunicarse
a través de las palabras o gestos, ni la negación de la sociabilidad o
apertura de la persona al otro, sino que alude a la nota o propiedad
por la que una realidad no puede ser común a muchos, sino específica
de uno solo. La incomunicabilidad personal niega que esta sea una
realidad común en la que varios participan o comunican, y afirma,
por el contrario, la más radical de las singularidades. Esa máxima y
radical individualidad la hace ser lo menos común, lo más individual.
118
El Camino de la Persona
119
“todos los alumnos universitarios son flojos” o “todos los políticos
son corruptos” o “todos los sacerdotes son abusadores”, etc. Porque
siempre alguien podría decir “yo no”. En efecto, la incomunicabilidad
supone precisamente que la persona no es una parte que entre en la
composición de un todo mayor, como sería la universidad, la política
o la orden sacerdotal, en el ejemplo citado.
120
El Camino de la Persona
El ser humano, por su naturaleza libre, vive desde sí mismo, con dominio
de sí, desde una intimidad que es mucho más plena y perfecta, porque
no solo trae la realidad a su interior, sino que se conoce y se ama a sí
mismo sin salir de sí mismo. No vive desde la exterioridad, desde lo que
le provoca la realidad exterior, sino que vive desde su “yo” más interior.
El “dentro” del ser humano es de una gran profundidad. Este “dentro”
es el lugar en el que la persona se tiene a sí misma, el lugar desde donde
decide el sentido que darle a su vida. Puede ser muy atractiva, muy
apetecible, muy conveniente y deseable una determinada realidad y,
sin embargo, la persona puede no quererla porque no se ordena a su
plenitud. En efecto, la intimidad personal es más que la interioridad
de los demás seres vivos. Podemos decir que es ese mundo interior
–constituido por las ideas, las apetencias, los sueños, los miedos, las
121
esperanzas, las motivaciones, las imágenes, los recuerdos, etc.- que
solo es accesible para mí y para quienes yo quiero que accedan. Es
“mío”, en el más profundo sentido de la palabra, porque de alguna
manera esa intimidad soy yo y supone la respuesta a dos preguntas
fundamentales: La primera: ¿quién soy? Y la segunda: ¿qué sentido
tiene mi vida? La respuesta a estas preguntas, formuladas en esa
interioridad, constituyen el principio según el cual se va configurando
una determinada manera de ser “yo”.
122
El Camino de la Persona
38 Frankl, Viktor, El hombre en busca de sentido. Herder, 3ª. Edición, Barcelona, 2015.
39 Cf. Carrasco, M.A., Op. Cit., p.30.
123
6.3. Persona y amistad
124
El Camino de la Persona
La persona, por ser lo que es, por su especial modo de ser incomunicable
y libre, fin en sí misma, exige ser amada por lo que es, exige ser amada
con ese amor por el cual el que ama quiere el bien del otro. Como
enseña Canals, siguiendo la tradición de Tomás de Aquino: “El ser
mirado con mirada desinteresada, contemplativa y amorosa, es una
exigencia radical de la existencia y de la vida humana personal”(44). No
se trata de que la persona tenga que merecer, a través de ciertos actos, el
ser amada, no se trata de que la persona tenga que hacer algo especial
para ser mirada y respetada, sino que, por tener ese ser dignísimo,
precisamente por su singularidad e incomunicabilidad, exige ese tipo
de amor. Pero, a la vez, solo la persona puede amar así. Los animales,
determinados por sus instintos, solo aman el bien particular que les
beneficia a ellos. Solo aprecian el bien para sí. La persona humana, en
cambio, por su naturaleza racional y libre, no está determinada por los
bienes exteriores, sino que tiende al bien en sí mismo, de modo que
puede poner entre paréntesis su propio ser y querer el mismo bien de
otro y empeñarse libremente en conseguirlo. La persona puede tener
una planta y, desde luego, puede quererla bien y, consecuentemente,
regarla, cantarle, cuidarla, pero no la ama por ella misma, sino porque
de algún modo le resulta útil, le alegra o le adorna el hogar. La ama
con ese amor que llamamos de concupiscencia o de cosa.
43 Se entiende que la persona se ama naturalmente a sí misma, por lo que el amor a sí mismo está
supuesto y es el principio del recto y adecuado amor a los demás.
44 Canals, Francisco, La persona, sujeto y término de amor y amistad. Conferencia pronunciada en
la Pontificia Universidad Católica de Chile, abril de 1989.
125
El amor de benevolencia, en cambio, es el amor por el que lo que se
quiere es el bien de otra persona, independientemente de su utilidad
o beneficio. Este amor de benevolencia, este amor por el que quien
ama quiere el bien y la felicidad de otro, cuando es correspondido,
cuando es una benevolencia recíproca unida íntimamente al afecto,
recibe el nombre de amor de amistad. Es este el único adecuado al
ser personal. De modo que, aunque no sea una definición formal,
bien puede definirse a la persona como el único sujeto capaz de
amar y ser amado con amor de benevolencia y amistad. En efecto,
la persona por ser lo que es, por ser incomunicable y por poseer esa
especial intimidad, puede abrirse a la belleza de la entrega personal, a
la entrega de sí mismo a los demás, poniendo en común su vida con
otros. La amistad se expresa y manifiesta en una donación de lo más
propio, de la propia vida. Esta comunión no solo supone la puesta en
común de bienes materiales como, por ejemplo, el pan, la comida o
ciertos bienes exteriores puestos en común. En la amistad se pone en
común y se comunica la propia vida íntima, lo que tiene uno de más
propio, entrando en comunicación de vida con “esta” persona y con
aquello que tiene de más suyo. De allí que dijera Ovidio respecto de
su amigo y lo repitiera San Agustín más adelante: “mi alma y la suya
no eran más que una en dos cuerpos”.
Por ser lo que es, la persona está llamada al don, a vivir enteramente
para otro ser personal, de modo que, cuanto más vive para otros,
cuanto más sale de sí misma por amor, más se ordena a su realización
personal. Cualquier otro bien que no sea otra persona es insuficiente
para aquel que aspira a la plenitud y a la posesión de un bien sumo.
Ni el dinero, ni el poder, ni el placer, nada es proporcionado al deseo
del corazón humano, salvo la persona. Por eso que dice bien Tomás
de Aquino cuando sostiene que toda ciencia y todo arte, toda acción
y toda elección se ordenan a una cosa: la perfección de la persona que
consiste en su felicidad. Es ella aquello por lo que vale la pena vivir: las
demás personas y Dios, como ser personal. Más que la sabiduría, más
que el conocimiento o el progreso de las ciencias, más que el dominio
de las técnicas o el ejercicio de las profesiones, más que las posesiones
materiales o los bienes exteriores, es la persona y su vida interior
126
El Camino de la Persona
Esto que nos aparece tan evidente, al punto que ninguno cambiaría
a su familia y a sus amigos por la comprensión de alguna ciencia en
particular o el dominio de alguna técnica en concreto por más útil
que resulte, porque, en definitiva, intuimos que todo lo que hacemos
es para vivir más plenamente con otros y para otros, esto que se
presenta tan nítido, decimos, solo es posible debido a nuestra radical
libertad. Negarla o desconocerla es cerrarnos al amor y a la amistad y
consecuentemente a la misma felicidad. Porque somos seres personales
es que somos libres, que tenemos libertad, pero la tenemos para amar
y ser amados, no para ser y hacer cualquier cosa que nos venga en
gana. Somos libres para darnos por amor a los demás; después sí que
podemos hacer lo que queramos. “Ama y haz lo que quieras”, decía
San Agustín. Nunca al revés. Solo allí puede encontrarse la verdadera
plenitud humana. Para decirlo más sencillamente, pero no menos
profundamente: “la persona es un ser que exige para su complemento
de una vida y de una entrega de otro ser personal que no se le ofrezca
bajo una definición o bajo una razón científica, sino que se le ofrezca
con su vida presentándole su interioridad y la gratuidad de sus actos
libres”(45).
45 Amado, Antonio. “Persona y Verdad: Para una Metafísica de la amistad”. En: Gómez, E. – Cere-
ceda, M. P. – Serrano, I. (Editores). La persona: divina, angélica, humana. Actas del Primer Congre-
so Internacional de Filosofía Tomista. RIL Editores, Santiago, 2014.
127
Capítulo 4
¿A Quién se Ama cuando se Ama?
Juan Carlos Aguilera Pérez / Emilio Morales de la Barrera
1. Introducción
Q uizá una de las cosas más arduas sea intentar hablar sobre el amor.
Pero más complicado aún pareciera ser el intentar una definición
del mismo. Y es que utilizamos esta palabra para designar fenómenos
muy diversos. Los poetas y los filósofos han intentado arrojar luz sobre
el tema, tratando de esclarecer algo que en gran medida es misterioso.
Hoy en día, además, pareciera que existe una crisis del amor. Todos nos
sentimos llamados a amar, pero, a la vez, percibimos una falta de amor
en nuestras vidas. Queremos que nos amen, pero muchas veces no
estamos dispuestos a amar a los otros. Gran parte de los sufrimientos del
mundo contemporáneo parece que se debieran a la falta de amor. Y es
que muchas veces queremos amar, pero no sabemos exactamente cómo
hacerlo. Y pareciera que otras veces no queremos hacerlo. Esto parece
consignarlo la forma agresiva de vivir, la crisis de la familia o la poca
importancia que en algunos momentos le damos a las demás personas.
131
contestar la pregunta de nuestro título, parafraseando un verso del
poeta Gonzalo Rojas, ¿a quién se ama cuando se ama?
Ante todo, se puede afirmar que todos, o casi todos, hemos tenido
experiencia del amor. El amor se da en nuestra vida cotidiana. Un día
resulta que nos sentimos enamorados. E intuimos que eso es bueno.
Pero pareciera que eso no es todavía el amor pleno. El amor aparece
cuando una relación afectiva se mantiene en el tiempo. Y se fortalece.
¿Es entonces el amor una pura relación afectiva? Parece que es eso y
mucho más que eso. Es también –intentando una definición–, una
relación que se detiene en un bien, se complace en él y quiere que ese
bien perdure.
132
El Camino de la Persona
133
Interesa, entonces, poner de relieve, antes de describir cualquier tipo
de amor, que es importante señalar que cualquiera sea éste, tiene como
componente estructural un sujeto personal, una relación y otro sujeto
o sujetos personales. Ahora bien, la relación entre implica también
que entre un sujeto y otro existe un espacio que “llena” la relación.
Veremos ahora qué quiere decir esto.
Así como entre cada persona existe un espacio físico que yo debo llenar
si me quiero acercar a otro, Hildebrand sostiene que cada persona
tiene también un espacio espiritual que lo circunda y distingue de los
otros. Hay espacios espirituales comunitarios íntimos, por ejemplo, “los
amigos”, “la familia”. Pero dentro de ellos cada miembro tiene alrededor
suyo un “espacio” que lo distingue, por ejemplo, “el padre”, “el hijo”.
134
El Camino de la Persona
48 Wojtyla, Karol, “La persona: sujeto y comunidad”, en El hombre y su destino. Madrid, Ed. Palabra,
1998. Pág 76.
135
3.2. El amor a otras personas como la más alta forma de la
relación yo-tú
136
El Camino de la Persona
137
Tal actitud hunde sus raíces en una visión antropológica de fondo
que puede denominarse inmanentismo: una especie de encierro en sí
mismo, una curvatura desde sí mismo hacia sí mismo. En el período
del Romanticismo, esto se manifestaba en una serie de conductas,
tales como un afán de volver a la naturaleza, el ir a la montaña, no
para estar en contacto con lo espléndido y bello de un paisaje, por
ejemplo, sino un querer huir del ruido ensordecedor de la ciudad, de
una sociedad que despunta en tecnológica.
138
El Camino de la Persona
139
vistos. En esta etapa no se ama a nadie, sino que se ama el amor. En
el fondo, la predisposición, puede ser entendida como una forma de
considerarse la persona posible, por otro.
140
El Camino de la Persona
otro por ti”, “si tú no estuvieras no sería”, “yo soy mejor por tu causa”.
O, en palabras de Pedro Salinas: “La vida es lo que tú tocas”.
Por eso, los padres tienen especial preocupación por los hijos. No
desean que sean heridos. Ellos saben que, de serlo, será uno de los
males más terribles que puedan experimentar.
141
tendencia a una unión fecunda. De ahí la exclusividad. Un filósofo
alemán decía que los hijos son el amor de los padres. Algo original
y único, es esa tendencia a la exclusividad, para siempre, solo con el
otro. Es una anticipación de lo que va a ocurrir en el amor de verdad.
142
El Camino de la Persona
50 Hildebrand, Dietrich, La Esencia del Amor, Eunsa, España, 1998, pág. 113.
51 Idem, págs. 114-115.
143
Por eso es que esta persona hacia la cual se dirige nuestro amor no es
de recambio. Se puede dar que luego de conocer y comprometerse con
una persona conozcamos a otra que es muy parecida. Pero el amor
que siento por la primera me hará ver que ella es única, irrepetible
e insustituible. Porque amamos a una persona nos resulta claro que
es inintercambiable. “No se nos ocurre pensar que pudiéramos amar
igualmente a la otra porque se le asemeja mucho, o porque poseyese
la misma bondad”(52). No es una cosa. No es un algo sino un alguien.
52 Idem.
53 Rovira, Rogelio, Los tres centros espirituales de la persona, Introducción a la Filosofía de Dietrich
Von Hildebrand, Fundación Emmanuel Mounier, Madrid, 2006, pág. 87.
144
El Camino de la Persona
145
páginas, también. Se ama a un hombre o a una mujer. Lo cual implica,
por supuesto, amarla con lo que los antiguos denominaban amor de
concupiscencia, esto es, amor propio del deseo. El otro es querido
porque es un bien, pero un bien para mí. Los griegos llamaron a este
tipo de amor Eros. Esto es completamente distinto a pensar que el otro
es un medio para mi propia satisfacción. Lo cual estaría negando la
naturaleza propia del amor. Y tal vez sea lo que ha detonado la actual
crisis del amor, donde pareciera que la voluntad de poder (Nietzsche)
ha reemplazado a la mutua colaboración amorosa. Cuando miro al
otro solo como un medio, no lo estoy alcanzando en su centro, sino
que me quedo replegado en mí mismo. La distinción parece sutil, pero
hay un abismo de distancia.
55 Buttiglione, Rocco, El hombre y la Familia, Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana, Méxi-
co, D.F., 1994, pág. 112.
146
El Camino de la Persona
Entre nuestras tareas para llegar a ser plenamente eso que somos,
la pregunta por el amor no es un hecho banal. Cuando uno se
pregunta: ¿qué se ama cuando se ama?, la respuesta puede contener
una posibilidad de salir de esa crisis del amor. Se ama personas. Se
ama a alguien y no a algo. Ello, en el amor maduro, que ha pasado
por las diferentes estaciones que hemos descrito en estas páginas,
contiene la responsabilidad de que ese ser al que se ama pueda él o
ella también llegar a desarrollarse de forma plena. Estar consciente
de esto constituye al menos un inicio.
147
Capítulo 5
Inmortalidad sobre la Tierra
¿Deseo Natural o Decisión Humana?
Guillermo Tobar Loyola
151
desde el punto de vista morfológico, lo característico se muestra en la
proporción de su bóveda craneana y su forma corta, alta y globular(56).
56 Cf. Carreño, Juan Eduardo, La filosofía tomista ante el hecho de la evolución del viviente corpó-
reo, CET, Santiago 2017, p.533.
57 Cf. Santo Tomás, Suma Contra Gentiles, cc. 83 y 87.
152
El Camino de la Persona
153
para el humano ya solo una cuestión de matar para no morir, sino el
momento de aplicar una estrategia de innovación y adaptación que
lo revistió de supremacía ante todo el reino animal. Por el uso de su
inteligencia es que consiguió dar caza al mamut lanudo a pesar de sus
largos colmillos curvados, como igualmente sometió las imponentes
astas del gigantesco ciervo irlandés por medio de una acción colectiva
estratégicamente coordinada.
154
El Camino de la Persona
2. La Inmortalidad Física
59 El emergentismo en cuanto teoría filosófica trata el tema del origen del alma humana señalan-
do que ésta emerge de la materia y que la singularidad característica del ser humano tiene su
origen en el cerebro, aun cuando posea propiedades cualitativamente diversas a la realidad
física. Es decir, niega la acción divina sobre la creación del alma humana.
155
que llenan calles y esquinas prometiendo saciar esa estructura a través
de las más diversas y discordantes prácticas. Los medios utilizados
para su promoción son tan variados como dispares: desde aguas con
propiedades mágicas y curativas, hasta opciones técnicas y científicas
“ofrecidas” por la investigación médica. De esta forma, la inmortalidad
se ha convertido en un “producto” en demanda en nuestros días. Todos
hablan de ella. Unos la ofrecen, otros la “compran”.
156
El Camino de la Persona
157
el ser humano vuelve a ser concebido, una vez más, como una máquina
o, por lo menos, algo muy parecido a ello.
61 Se trata de una corriente antigua que se infiltra en el interior de las religiones confundiendo sus
ideas y enseñanzas. Es un modo específico de ver la vida a través de un “conocimiento secreto”.
Dicho conocimiento tiene por objeto los misterios divinos y reservados a un determinado grupo
de personas. Con la gnosis el individuo intenta dar razón de la verdad espiritual del hombre
transmitida por un “revelador-salvador” que a su vez se desarrolla en el interior de una tradición
esotérica. En este caso aquel “salvador” sería la Sociedad Extropian.
158
El Camino de la Persona
Por otra parte, Alcor es una compañía privada en los Estados Unidos que
se dedica a congelar cadáveres. Las siglas de su nombre corresponden
a Allopathic Cryogenic Rescue (rescate criogénico alopático). El
nombre completo de esta compañía es Alcor Life Extension Foundation
(Fundación para la Extensión de la Vida) y fue fundada en 1972 por
Fred y Linda Chamberlain cuya sede se encuentra en Scottsdale,
Arizona. Cuatro años más tarde (1976), Alcor llevó a cabo su primera
criopreservación humana. Extraño negocio, pero negocio al fin y al
cabo. Al parecer la técnica utilizada no exige grandes complicaciones.
Basta operar con precisión y diligencia la preparación del cadáver, para
luego someterlo al congelamiento. Los pasos a seguir en dicha técnica
son básicamente los siguientes: en los primeros dos minutos después
de la muerte clínica del individuo su cuerpo es puesto en un bloque
de hielo. Una vez encima se quita toda la sangre que ha quedado en
las venas del “paciente”, para sustituirla por una solución fisiológica
que contiene un anticongelante, para luego bajar la temperatura
hasta llegar a la del nitrógeno líquido a -196 ºC. En este estado, se
mantendrá al “paciente” hasta el día en que de acuerdo a los avances
159
de la medicina lo puedan descongelar y dar cura a su mal. De hecho,
en el 2015 la BBC Mundo informaba de la persona más joven hasta
ahora que había sido congelada por criogenia. Se trató de una niña
tailandesa de apenas dos años. Luego de su muerte a causa de un
cáncer cerebral, sus padres –ambos ingenieros médicos–, decidieron
preservar su cerebro con la esperanza de que algún día pueda ser
traída de vuelta a la vida. Su padre, al ser consultado acerca de esta
decisión señaló lo siguiente: “El primer día que se enfermó Einz, me
surgió rápidamente esta idea de que debíamos hacer algo científico
para ella, todo lo que fuera humanamente posible en ese momento”(63).
Inmediatamente, un equipo de Alcor voló desde Arizona a Tailandia
para supervisar el enfriamiento inicial del cuerpo. Cuando el cuerpo
llegó a Arizona se extrajo el cerebro y se depositó en un recipiente de
acero que está mantenido a una temperatura de -196ºC, dentro del
cual se mantiene esperando que un futuro próximo, cuando ocurran
avances extraordinarios en tecnología médica se pueda revivir a la
pequeña Einz, y crear un nuevo cuerpo para ella(64).
63 https://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/10/151015_salud_crionica_cripreservacion_ninia_
men (consultada 15/052019)
64 Cf. Idem.
160
El Camino de la Persona
65 https://www.elespanol.com/ciencia/investigacion/20180913/millon-dolares-empresa-solo-con-
gelo-cabeza-padre/337466749_0.html (consultada 20/05/2019)
161
Sin embargo, la posibilidad de volver a congelarnos hasta que se
encuentre la cura a una nueva enfermedad estará siempre latente.
Con todo, dado que la ciencia y la tecnología avanzan cada vez con
mayor rapidez, se supone que la práctica de la crionización tendería
a disminuir hasta no necesitarla más, pues llegará el tiempo –después
de que la medicina haya superado todas las barreras que imponía la
enfermedad y la muerte–, de vivir tranquila y eternamente en esta
tierra. En definitiva, la aspiración de la técnica criónica es no morir
y disfrutar del goce terreno para siempre.
162
El Camino de la Persona
67 http://www.tecnologiahechapalabra.com/ciencia/leyenda/miscelanea/articulo.asp?i=7834
(20/05/2019)
163
4. La Tierra: Libre de Muerte
164
El Camino de la Persona
165
individuos, quienes tengan privilegios especiales para alimentarse
adecuadamente. En medio del hambre y de la estrechez se impondrá
el grupo de los privilegiados por sobre el resto de individuos, quienes
al poco andar pasarán a ser los desheredados de la tierra; serán ellos
y no estos últimos quienes beban en abundancia el agua que escasea
en lagos y ríos. No les importará saber de labios resecos en hombres,
mujeres y niños, como tampoco escuchar que la tierra yace estéril y
resquebrajada más allá de los muros de sus mansiones y fortalezas.
Habrá levantamientos y sofocaciones por doquier, solo se respetará la
vida de quien tenga acceso a la “inmortalidad”. Y a esas alturas, será
un delito su tráfico fuera del conocimiento de la autoridad. Masivas
condenaciones a muertes diezmarán a todos aquellos que “sobran” o
que no son dignos de vivir para siempre sobre la Tierra...
166
El Camino de la Persona
69 Borges,Jorge Luis, Borges esencial, El Aleph, el Immortal, Real Academia Española, Barcelona
2017, p.134.
70 Idem, p.138.
167
tiempo determinado para su desarrollo. Pero, una vez más afloran
interrogantes: ¿Un hombre o una mujer podrá vivir 200 años con la
psicología de un adolescente, luego otros 200 con la de un adulto, para
luego concluir con la misma cantidad de años en la condición de un
adulto mayor? ¿En cuál de estas etapas psicológicas se vivirá el resto
de los años que se sobreviva? ¿Se podrá mantener una relación estable
con una persona por más de 500 años o estos serán demasiado pocos
para preparar una vida en común por una eternidad?
168
El Camino de la Persona
169
sufrimiento fue capaz de crecer como persona y encontrar sentido
a su actividad: “Y fue solamente en el archipiélago Gulag –señala
Solzhenitsyn–, en la podredumbre de la prisión, cuando sentí en mi
interior las primeras conmociones del bien. Gradualmente se me fue
poniendo de manifiesto que la línea que separa el bien del mal pasa,
no a través de los Estados, ni de las clases sociales, ni por los partidos
políticos, sino precisamente a través del corazón humano y de todos
los corazones de los hombres... Y entonces yo me vuelvo hacia los años
de mi encarcelamiento y digo ante el asombro, a veces, de quienes
están en torno mío: ¡Bendita seas, prisión!”(71).
71 Citado por Muggeridge, Malcolm, en Más allá de la muerte, Planeta, Barcelona, 1994, pág. 213.
170
El Camino de la Persona
liberar a Tánatos y a capturar a Sísifo. Tan astuto fue Sísifo que antes
de morir logró persuadir a su mujer convenciéndola para que una vez
muerto, ella no ofreciera las ofrendas y sacrificios requeridos para los
muertos y dejara su cadáver sin enterrar, con ello lograría –una vez en
el inframundo– convencer a Hades de la necesidad de volver a la tierra
para persuadir a su mujer de ejecutar tan piadosa acción de honrar
su muerte y una vez conseguida esta acción volver al inframundo en
paz. Sin embargo, una vez más, la astucia de Sísifo junto a su deseo
de no morir y permanecer eternamente en la tierra, se lucieron
como protagonistas principales de aquel acto. Una vez de regreso a
la tierra se rehusó volver en forma alguna al inframundo. Con todo,
Hermes obligó a Sísifo a la fuerza y lo regresó al inframundo. Allí fue
condenado a empujar una enorme piedra por la ladera de un cerro
empinado que cuando llegaba a la cima de la misma, la piedra caía
cerro abajo y Sísifo en virtud de su castigo debía una y otra vez subir
la piedra hasta la cima. Sísifo no quería morir y en efecto, no moriría
porque eternamente debía subir la piedra y volver a recogerla para
subirla una vez más. Lo que Sísifo pensó sería un premio permanente
se convirtió en un castigo inquebrantable.
171
Hay muchos ejemplos que se pueden poner al respecto para ilustrar la
urgencia de la vida. Científicos que no descansaron hasta encontrar la
fórmula intuida en sus laboratorios; poetas que depuraron sus versos
día y noche hasta dar con el apropiado; inventores que no cejaron
en su empeño por inscribir sus nombres en el libro de las quimeras
cumplidas; hombres y mujeres que no dejaron para mañana la osadía
de conquistar su ideal hoy.
74 “Desde los estudios de Schmidt, Gusinde, Levi-Strauss, Eliade, Ries y otros, se ha comenzado a
apreciar, tras la diversidad de manifestaciones, el carácter universal y constante del fenómeno
religioso...” Guillermo Tobar Loyola, Mito camino de una experiencia, UFT, Santiago 2016, p.31;
De hecho, para los historiadores de la religión en general, como de modo particular para Juan
Martín Velasco éste está: “convencido de que donde existen indicios de vida humana, existen
indicios de actividad religiosa” (Tobar, 2016, 36).
172
El Camino de la Persona
75 Eliade, Mircea, Tratado de historia de las religiones Vol. I, Ediciones Cristiandad, Madrid 1974,
p.65.
76 Idem, p.66.
173
por la existencia de un Ser Superior y Todopoderoso. Gracias a este Ser
Superior la vida definitiva del ser humano, aquella que no tendrá fin y
con la cual alcanzaremos la felicidad plena, se halla efectivamente más
allá de la muerte. Tal vez el escritor inglés G. K. Chesterton pensó en
esto al decir familiarmente que el cristiano: “debe desear la vida como
si fuera agua y no obstante beber la muerte como si fuera vino”(77).
77 Chesterton, Gilbert Keith, Ortodoxia, Ed. Porrúa, S.A. México 1986, p.61.
174
El Camino de la Persona
175
Antes de concluir, concedamos otra suposición artificiosa. Imaginemos
que al final de todo, el género humano logra vivir para siempre sobre
la Tierra. En ese caso las afirmaciones de las redes sociales alcanzarían
ribetes apocalípticos: ¡La ciencia ha vencido a Dios! ¡Razón tenía
Nietzsche, Dios efectivamente ha muerto! ¡La ingeniería genética
sustituye la muerte humana por una vida indefinida sobre la Tierra!
Dios no era Dios..., y si Dios no era Dios ¿quién lo era entonces?
Lo cierto es que cada vez que el ser humano ha jugado a ser Dios,
las cosas no han ido bien para la humanidad. No olvidemos que esta
idea de jugar a ser dioses es tan antigua como el ser humano. Y, esto,
por supuesto, no tiene nada qué ver con el extraordinario avance de
la ciencia y de la técnica, avance que es necesario apreciar, apoyar y
financiar en cuanto se pone al servicio de la vida humana.
176
El Camino de la Persona
177
y recrear su naturaleza de raíz, pues nuestra experiencia personal,
como la del género humano en su totalidad, registra en sus anales de
historia afanes incumplidos respecto al deseo de no morir y pócimas
frustradas que aseguraban la inmortalidad. No obstante, lo más decidor
de nuestra imposibilidad de “crear” inmortalidad es la apertura natural
del ser humano al Absoluto, frente a lo cual el sentimiento de infinitud
embarga toda iniciativa humana que vaya más allá de sus fuerzas.
178
Capítulo 6
¿Soy Feliz?
Una Pregunta Incómoda
Eugenio Yáñez Rojas
1. Introducción
181
encontramos con el autocomplaciente. Para éste, aunque por razones
diametralmente opuestas, tampoco tiene sentido pregunta alguna,
pues ante cualquier adversidad o situación compleja siempre habrá
una mano invisible que responda y actúe por él, sin necesidad de
poner algo de su parte. El autoflagelante es un optimista ingenuo:
cree ciegamente en los otros (políticos, gobernantes, economistas,
empresarios, etc.) y por lo mismo al igual que el autoflagelante, vive
en una suerte de marasmo existencial.
182
El Camino de la Persona
2. Algunas Constataciones
Nada es más natural al hombre que ser feliz, y nada es más complejo,
especialmente en estos días, que alcanzar un estado de relativa plenitud
que solemos llamar felicidad, “vida lograda”, “vida buena”. Es evidente
que todos buscamos ser felices, y en virtud de ello encaminamos
nuestros actos en procura de ese fin último. Sin embargo, es también
un hecho indiscutible la gran cantidad de personas que declaran
ser infelices. Qué duda cabe, ser feliz es difícil. Esta es una verdad
antigua. Así lo creían Sócrates, San Agustín (Acerca de la Vida Feliz)(79),
79 Véase, San Agustín, Acerca de la vida feliz, Editorial Lumen, 1995, Argentina. El texto dice: “Si
al puerto de la filosofía, desde el cual se procede a la región y a la tierra de la felicidad, o
excelente Teodoro, condujera el camino guiado por la razón y la voluntad por sí misma, no sé
si temerariamente podría afirmar que llegaría allá un número muy inferior de personas, aunque
ahora también, como vemos, son muy pocos los que llegan.”
183
Schopenhauer (El Arte de ser Feliz)(80), Hobbes (El Leviathan) o Rousseau
(Emilio o la educación). Pareciera ser que la realidad también avala
esta postura. Ella nos muestra un panorama poco “feliz”: la violencia
campea por todas partes y de muchas maneras; el hambre asola a
millones de personas; las tasas de depresión son alarmantes; cada 40
segundos un ser humano descubre que su vida no tiene sentido o no
tiene esperanza y se suicida; la corrupción fagocita el tejido social, la
política y la economía; las injusticias están a la orden del día; abundan
las enfermedades psicológicas como la depresión, el stress, crisis de
pánico y otros innumerables trastornos psicológicos, etc.
80 Según Schopenhauer, tenemos que conformarnos con “una existencia sin dolores, tranquila,
soportable”. Todos hemos nacido en Arcadia, es decir, entramos en el mundo llenos de aspira-
ciones a la felicidad y al goce y conservamos la insensata esperanza de realizarlas, hasta que
el destino nos atrapa rudamente y nos muestra que nada es nuestro, sino que todo es suyo,
puesto que no sólo tiene un derecho indiscutible sobre todas nuestras posesiones, sino además
sobre los brazos y las piernas, los ojos y las orejas, hasta sobre la nariz en medio de la cara.
Luego viene la experiencia y nos enseña que la felicidad y el goce son puras quimeras que nos
muestran una ilusión en las lejanías, mientras que el sufrimiento y el dolor son reales, que se
manifiestan a sí mismos inmediatamente sin necesitar la ilusión y la esperanza. Si esta ense-
ñanza trae frutos, entonces cesamos de buscar felicidad y goce y sólo procuramos escapar en
lo posible al dolor y al sufrimiento” Die Kunst, Glücklich Zu Sein Oder, Eudämonologie, 1788. (La
traducción es nuestra).
184
El Camino de la Persona
185
esperanza de alcanzar cierta plenitud, y no podemos vivir bien sin
esperanza y sin aquella plenitud.
3. Filosofía y Felicidad
86 “Porque yo me hallo incapaz de remediarlas, por mi insuficiencia y pocas letras, y porque na-
turalmente soy poltrón y perezoso de andarme buscando autores que digan lo que yo me sé
decir sin ellos.” Miguel de Cervantes, prólogo del El Quijote.
186
El Camino de la Persona
187
Una mirada muy diferente tiene Aristipo (435 a. C. - 350 a. C.). Este
filósofo griego fundador de la escuela cirenaica, postula que la felicidad
es el sistema de los placeres, es decir, distingue entre el placer y la
felicidad. Sólo el placer es el bien, porque solamente él es deseado por
sí mismo y, por lo tanto, es el fin en sí: “el fin es el placer particular,
la felicidad es el sistema de los placeres particulares, en los cuales se
suman también los pasados y los futuros” (Diógenes Laercio, II, 8, 87).
En la misma línea, Hegesias, también filósofo de la escuela cirenaica
(nacido hacia el año 300 a. C), negó la posibilidad de la felicidad,
precisamente por el hecho de que los placeres son muy raros y efímeros
(Ibid., II, 8, 94), y la felicidad se identifica con el placer.
188
El Camino de la Persona
“la misma felicidad no es otra cosa que gozar de ti, para ti y por
ti(90). Esta es la verdadera felicidad y no hay otra. Los que piensan
que hay otra clase de felicidad, buscan otro gozo que no es el
verdadero” (Libro X, Cap. XII, 32).
189
romanos, como Plinio hablaban de arbor felix para referirse a un árbol
que daba muchos frutos. Un hombre feliz es, entonces, una persona
que ha tenido una vida fecunda, fructífera.
¿Qué nos quiere decir Kant con esta intrincada definición? Aunque en
apariencia es muy similar a la de san Agustín o santo Tomás, hay una
diferencia sustancial. Según él se alcanza la felicidad cuando nuestros
deseos y proyectos son alcanzados durante nuestra vida. La felicidad
es entonces un resorte “exclusivo” del hombre, sólo depende de él.
Para Kant el fin último de la vida no es ser feliz, sino actuar con buena
voluntad, una voluntad que es buena en la medida que está ordenada
y conducida por las capacidades racionales del individuo(92). Similar es
91 Kant, Immanuel, Kritik der praktischen Vernunft, Editorial Suhrkamp, Wiesbaden 1956, Pp. 129 y
255 respectivamente. (La tradución es nuestra).
92 Véase Kritik der praktischen Vernunft, II, 2,5. Ref. dada.
190
El Camino de la Persona
93 Véase Ensayo sobre el entendimiento humano, II, XXI. Locke tiene una concepción hedonista
de la felicidad. A diferencia de Aristóteles y Tomás de Aquino, postula que no actuamos en vista
al fin último, porque este no se encuentra aquí y ahora: “Cualquier otro bien, por muy excelente
que en realidad o en apariencia aparezca, no provoca los deseos del hombre que no vea en
ese bien parte de la felicidad con que puede satisfacerse, de acuerdo con su disposición en ese
momento (...) Aunque sea muy cierto que los hombres persiguen la felicidad de una manera dili-
gente y constante, pueden con todo, tener una visión clara del bien, de un bien superior al que
reconocen esta categoría, y, sin embargo, no afanarse por conseguirlo , ni dirigirse hacia él, si
piensan que pueden ser felices sin haberlo obtenido”. Ensayo sobre el entendimiento humano,
ii, XXI.
94 Nietzsche, Friedrich, El Anticristo, Editorial Alianza, Madrid 1994, pág. 28.
95 Nietzsche, F. Así habló Zarathustra, Planetalibro.net. Pág. 46.
191
En la misma línea se ubica Thomas Hobbes (1588-1679), quien sostiene
que existe en la humanidad entera
96 Hobbes,T., El Leviatán, Editorial Universitaria, Universidad de Puerto Rico, San Juan 1995, pág.
87.
97 Véase Rousseau, Jean Jacques, Emilio y el Contrato Social.
98 Marías, Julián, La felicidad humana, Editorial Alianza, Madrid, 1987.
192
El Camino de la Persona
193
4. El Giro Copernicano
¿Qué quiero expresar con todos estos ejemplos? Que, sin paciencia,
sin algo de talento, sin una dosis de sacrificio, sin una pizca de
renuncia, otro tanto de planificación, de proyección, y sin premura
por el tiempo, es muy difícil crear una obra maestra; es muy difícil
alcanzar la perfección. Y la felicidad es una suerte de obra maestra,
99 “Fulminado por un cataclismo del alma tan inmenso y desgarrador que apenas si logré eludir
una vaca que se atravesó en la carretera”. Así describió el Gabo la inspiración que dio origen a
Cien Años de Soledad
100 Mondscheinsonate (Claro de Luna) es una sonata para piano (n.º 14 en do sostenido menor), Op.
27, cuya duración es de 17 minutos. El primer movimiento Adagio sostenuto, es el más conocido.
101 La duración de las rutinas es de 115 a 130 segundos para los ejercicios individuales y 2›15- 2’30
minutos para los ejercicios de grupo.
194
El Camino de la Persona
102 El Manifiesto expresa que “el surrealismo es un automatismo psíquico puro, por el cual se
intenta expresar el funcionamiento real del pensamiento en ausencia de cualquier control
ejercido por la razón, al margen de cualquier preocupación estética o moral. Surrealismo:
sustantivo, masculino. Automatismo psíquico puro por cuyo medio se intenta expresar verbal-
mente, por escrito o de cualquier otro modo, el funcionamiento real del pensamiento. Es un
dictado del pensamiento, sin la intervención reguladora de la razón, ajeno a toda preocupa-
ción estética o moral”.
195
La existencia del hombre moderno/contemporáneo ha sufrido una suerte
de giro copernicano similar al del arte. Los pilares de la existencia no
anclan ya en la realidad, sino en la conciencia del individuo. Como en el
arte, la felicidad pierde su “substancia” y deviene puro “accidente”, es decir,
mero sentimiento y subjetividad. La “vida buena” es reemplazada por la
“buena vida”. La razón cede sus derechos a la imaginación, a la pasión, al
sentimiento. Así las cosas, la felicidad es lo que cada cual llama felicidad,
convirtiéndose, así, en un peligro, pues, más temprano que tarde, no
es capaz de cumplir lo que promete con la consiguiente frustración del
individuo. ¿Y qué es lo que promete? Bajo la consigna “deseo mucho y
lo mucho que deseo, lo deseo mucho”, promete opulencia, abundancia
de bienes, de placeres, de sensaciones únicas, de nuevas experiencias
llevadas al límite, o sea, un cóctel perfecto de experiencias sensoriales
radicales, que a la postre, y esto no es una teoría, sino un dato de la
experiencia, solo conduce a un vacío existencial. Pero eso no es todo,
esta “felicidad” se vive y disfruta en privado, se alcanza individualmente.
Es una oferta que seduce pues es una felicidad “individualizada”, hecha
a la medida de cada cliente y a la medida de su bolsillo y a la carta. Una
felicidad que no se alcanza con los otros, por el contrario, a menudo, a
pesar de los otros, o, peor aún, en contra de los otros.
196
El Camino de la Persona
197
En una de sus últimas obras, El malestar en la cultura (1930), afirmaba
lapidariamente: “¿de qué nos sirve una larga vida, si es tan miserable,
tan pobre en alegrías y rica en sufrimientos, que sólo podemos saludar
a la muerte como feliz liberación?”
La consigna del hedonista es entre otras: “la vida es corta, por consiguiente,
hay que vivirla a fondo”, o sea, disfrutar de los placeres sensibles
intensamente, como el comestible, bebestible y sexual. Dicho en una
terminología filosófica, hay una primacía del bien útil y deleitable,
por sobre el bien honesto. ¿Cuál es el sentido de la vida, desde esta
perspectiva? “Pasarlo bien”, disfrutar al máximo, como Sardanápalo
rey de Babilonia, famoso por su vida lujuriosa. Antes de morir habría
exclamado: “he comido, bebido, y me he divertido, nada me ha sido
más valioso que una brizna de paja”(106).
Pero ¿qué tiene de malo “pasarlo bien”? Nada por supuesto, siempre
y cuando esta actitud considere el placer como un medio y no como
un fin en sí mismo. El placer, al ser sensible, afecta o actúa sobre una
“parte” y no sobre “toda” la persona. Por el mismo hecho de ser un
goce de los sentidos puede ser intenso, pero de corta duración. Tomar
cervezas me puede producir mucho placer, pero ¿cuántas cervezas podré
tomarme antes que comience a sentirme mareado, con náuseas y con
ganas de ir al baño? ¿Cuánto podré comer antes de sentir el estómago
pesado o sentirme satisfecho? Lo mismo podemos decir de la actividad
sexual, sobre todo cuando ésta se practica como si fuese un deporte.
El placer por su naturaleza es siempre momentáneo. Un drogadicto
logra estar algunos minutos u horas “feliz”. Cuando se acaba el efecto
de la droga viene nuevamente la “tristeza del alma”. Degustar una rica
comida o beber un exquisito licor son placeres que sacian una facultad
o tendencia del hombre, pero no todo su ser, por ende, la felicidad no
puede consistir en esto.
106 Según la leyenda este rey al verse en inminente peligro de invasión levantó una pira en su
palacio, acumuló todo el oro y plata, todas sus lujosas ropas, a todos sus eunucos y concubinas
y se encerró en una sala de su palacio abandonándose a las llamas en una orgía de muerte.
Sardanápalo reflejo fiel del vividor, del lujo y la pereza fue elevado a la categoría de héroe ro-
mántico por los románticos ingleses y franceses. Lord Byron (1788–1824) le dedica una tragedia
y Delacroix un lienzo monumental, en donde es retratado como un héroe, como una especie de
superhombre desbocado en una mezcla de erotismo y muerte.
198
El Camino de la Persona
199
es el “negocio”, es decir, tener que hacer algo necesariamente para vivir,
y por lo tanto no disponer del tiempo necesario para realizar otras
actividades necesarias para el crecimiento espiritual.
107 Con esta expresión aludimos al “arte ready-made” creado por Marcel Duchamp (1887-1968).
108 Esta expresión se podría “traducir” de la siguiente manera: “cambie a su vieja esposa, por su
joven y sexy secretaria”, o “cambie a su viejo y achacoso marido, por su joven colega”.
200
El Camino de la Persona
109 Sobre algunos aspectos éticos de la publicidad véase Yáñez, Eugenio, Manual de Ética de la
Publicidad, Editado por DUOC, Santiago 2003.
110 Este consejo que le da Beatty, jefe de bomberos, a Montag, el protagonista de Fahrenheit 451
(Ray Bradbury), contiene muchos de los aspectos de nuestra actual sociedad, llamada “socie-
dad del consumo”, “sociedad de la información”; “sociedad de la imagen”.
201
Hemos escuchado hasta la saciedad que “el dinero no hace la felicidad”,
pero también hemos escuchado que ayuda a conseguirla. Si la felicidad
se identifica con el consumo, el dinero lo compra todo, incluso las
conciencias. Ya lo decía Quevedo: “poderoso caballero es don dinero”.
Nos guste o no, terminamos atrapados en una espiral consumista que
se proyecta en un materialismo individualista; viviendo una “vida
light” que no es otra cosa que una máscara de comediante tras la cual
ocultamos nuestro miedo a preguntarnos por nuestra vida y nuestro
destino, nuestro miedo a preguntarnos: ¿soy feliz?
6. Aproximaciones a la Felicidad
202
El Camino de la Persona
203
distingamos entre felicidad objetiva y felicidad subjetiva. La primera
se refiere al objeto que aquieta la voluntad y que es causa de la
felicidad subjetiva. ¿Cuál es este objeto capaz de saciar la voluntad?
¿Puede ser un bien creado externo corpóreo (natural o artificial) o
incorpóreos como el honor, el poder o la fama, o algún bien creado
interno (cuerpo y alma)? No, porque ellos tienen relación solo con
un aspecto de nuestro ser, satisfacen solo un aspecto de la persona.
Debemos buscar entonces un ser que nos supere, que nos trascienda
infinitamente. Este ser no puede ser otro que Dios. ¿Por qué? Porque
la felicidad es el bien perfecto que calma totalmente el apetito; de lo
contrario no sería fin último. La voluntad apetece el bien o la bondad
universal, no particular (dinero, riqueza, etc.) y sólo el bien universal
puede saciar la voluntad humana. Ningún bien particular puede saciar
la voluntad que apetece el bien universal. Esto sólo puede hacerlo
Dios. Lo recién señalado no implica que se desconozca la necesidad
de algunos bienes exteriores necesarios para alcanzar la felicidad,
que Aristóteles identificaba con una riqueza suficiente que permita
el ocio para poder filosofar o participar en la polis, y que nosotros
identificaríamos con los bienes materiales necesarios para llevar una
vida digna (alimentación, vestuario, vivienda, educación, etc.), los
bienes del cuerpo, o sea tener una buena salud y los bienes del alma,
que se traducen en tener amigos, una buena familia y realizar buenas
acciones que provienen del ejercicio de las virtudes. La felicidad
radica en el ser, pero requiere de un cierto “tener”. Hay que evitar el
“espiritualismo extremo” tanto como el “materialismo”.
204
El Camino de la Persona
205
trabajo, supone mucha renuncia, incomprensión, incluso escándalo. Si
lo que deseamos es mucho, mucho nos costará alcanzarlo. En cambio,
como decía san Francisco: “deseo poco y lo poco que deseo lo deseo
poco”, poco nos costará. Esta puede ser quizá una especie de fórmula
para la felicidad. La vida buena o feliz supone la autorrealización de
la persona, es decir, una vida plena, que admite el fracaso, el dolor y
el sufrimiento, no para quedarse en ellos, sino para crecer y aprender
de ellos, dándoles verdadero sentido.
206
El Camino de la Persona
207
estalla en la cara, ante la muerte repentina de un ser querido, ante una
enfermedad grave e inesperada, ante una crisis familiar profunda. La
pregunta por la felicidad es la pregunta por la vida auténtica, por la
vida buena, realizada, fecunda. Cuando esto no sucede aflora tarde
o temprano el prurito de la incomodad: ya no estamos tan cómodos
con nuestro trabajo, con nuestra familia, con nuestros amigos, a fin
de cuentas, con nuestra vida. De este modo, nos percatamos que un
fantasma recorre todo nuestro ser, el fantasma de la incomodidad, y
su arribo es a veces violento.
208
Índice
Presentación 7
Capítulo 1 19
El Hombre, ¿Algo o Alguien? 21
1. La Antropología Filosófica o Filosofía del Hombre 21
1.1. Génesis y desarrollo de la antropología filosófica 22
1.2. Características de la antropología filosófica 23
1.3. El método de la antropología filosófica 24
2. La Vida y sus Grados 25
2.1. Qué significa ser vivo 25
2.2. Los grados de vida 26
3. El Alma, Principio Vital del Ser Humano 27
3.1. Noción de alma 28
3.2. Las facultades del alma 29
3.3. La espiritualidad del alma humana 30
3.4. El hombre, cuerpo animado 31
3.5. Dualidad versus dualismo 33
209
4. La Dimensión Sensitiva de la Existencia Humana 34
4.1. Sensación y percepción 34
4.2. Los sentidos internos 36
4.3. Objetividad del conocimiento sensible 36
4.4. Las tendencias o apetitos sensibles 39
5. La Afectividad 40
5.1. Emociones y sentimientos 41
5.2. Clasificación de los sentimientos 43
5.3. El dinamismo de los sentimientos: 43
valor cognoscitivo y conductual
5.4. Algunas reflexiones sobre los sentimientos 43
5.5. Educación de la afectividad 45
5.6. El corazón, raíz última de la afectividad 47
6. La Inteligencia Humana 47
6.1. En qué consiste conocer 48
6.2. Cómo conocemos 49
6.3. Pensamiento y lenguaje 51
6.4. El conocimiento de la verdad 52
7. Voluntad y Libertad 57
7.1. La voluntad, tendencia o apetito intelectual 57
7.2. Dinámica del acto voluntario 60
7.3. Educación de la voluntad 62
7.4. La estructura esencial de la libertad 63
7.5. La autorrealización personal manifiesta 65
un alguien más bien que un algo
210
El Camino de la Persona
Capítulo 2 67
Naturaleza y Vida Humana 69
1. Introducción 69
2. Naturaleza y Vida. Realidades Fundamentales 69
3. Precisiones de Método: De lo Más Evidente 70
a lo que lo es Menos
4. Evidencia Sensible 70
5. Evidencia Intelectual 71
6. Lo Aparente y lo Real 71
7. Las Evidencias Primeras o “Hechos de Conocimiento” 72
8. Tipos de Evidencias Primarias 73
9. Lo Natural, lo Artificial y lo Violento 73
10. El Mundo de los Artefactos 75
11. El Artefacto como Herramienta 76
12. La Herramienta y la Máquina 77
13. Máquinas Autómatas 77
14. Seres Naturales y Seres Vivos 78
15. Un Ser Natural Automoviente 79
16. Unidad Fenoménica y Unidad Ontológica 79
de los Seres Naturales
17. Eidos y Proto-Materia 80
18. El Eidos Natural como Alma 81
19. Alma Humana y Alma no Humana 81
20. Un Eidos Espiritual 82
21. La Compleja Unidad Humana 82
22. Ni Espíritu y Materia, ni Alma y Cuerpo 84
23. Recapitulación 84
211
Capítulo 3 87
Persona y Libertad: ¿Somos realmente Libres? 89
1. Introducción 89
2. Persona: Una Primera Aproximación 91
2.1. Hombre y persona 91
2.2. Origen etimológico del término persona 93
2.3. Origen del concepto persona 94
3. Persona: Estudio y Análisis de la Definición 96
4. Persona y Libertad 102
4.1. Libertad ontológica 103
4.2. Libre albedrío 104
4.3. Libertad moral o humana 106
5. Libertad y Dignidad 111
5.1. Dignidad ontológica 112
5.2. Dignidad moral 115
6. Notas Esenciales del Ser Personal 117
6.1. La persona como ser incomunicable 117
6.2. Persona e intimidad 121
6.3. Persona y amistad 124
Capítulo 4 129
¿A Quién se Ama cuando se Ama? 131
1. Introducción 131
2. Importancia de la Categoría de Relación 133
2.1. Espacio interpersonal 134
212
El Camino de la Persona
Capítulo 5 149
Inmortalidad sobre la Tierra 151
¿Deseo Natural o Decisión Humana?
1. La Inmortalidad del Homo Sapiens 151
2. La Inmortalidad Física 155
3. Inmortales Gracias a la Ciencia 158
4. La Tierra: Libre de Muerte 164
4.1. Problemática político-social 164
4.2. Problemática existencial 167
4.3. Problemática religiosa 172
5. Qué tan Difícil será ser como Dios 175
6. Nada Nuevo bajo el Sol 177
213
Capítulo 6 179
¿Soy Feliz? Una Pregunta Incómoda 181
1. Introducción 181
2. Algunas Constataciones 183
2.1. Primera constatación: inclinación natural a ser feliz 183
2.2. Segunda constatación: no hay felicidad sin filosofar 184
2.3. Tercera constatación: el desistimiento de los filósofos 184
2.4. Cuarta constatación: un concepto escurridizo 186
2.5. Aclaración bibliográfica 186
3. Filosofía y Felicidad 186
4. El Giro Copernicano 194
4.1. La arremetida del sentimiento: 194
felicidad es aquello que llamamos felicidad
5. ¿Todos los Caminos Conducen a Roma? 196
5.1. Las ofertas del mercado 196
5.1.1. “Comamos y bebamos que mañana moriremos” 197
o el carpe diem
5.1.2. La felicidad ready-made 200
6. Aproximaciones a la Felicidad 202
7.-. ¿Cuáles son los Bienes que al Hombre le son Debidos? 205
8. ¿Podemos ser Felices en esta Vida? 205
9. ¿Soy Feliz? Una Pregunta Incomoda / 207
A Modo de Reflexiones Finales
214
El Camino
El Camino de la Persona
Ricardo Couyoumdjian
formando personas -alumnos, Director del Doctorado
profesores y funcionarios, entre en Historia USS
otros- dispuestos a buscar y
Salvador Lanas
promover el bien, la verdad y Director académico
la belleza. de la Escuela de Liderazgo USS
Instituto de Filosofía
Universidad San Sebastián