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6.2.

El «dolce stil nuovo» Entre 1270 y 1310, aproximadamente, un grupo de poetas, toscanos
en su mayoría, expresó sus ideales estéticos de una forma distinta de las seguidas hasta
entonces, de-jando atrás los intentos más variados que buscaban la acli-matación de la lirica a
la lengua italiana: la «escuela sici-liana», los siculo-toscanos, los imitadores de Guittone d'
Arezzo, fueron superados por este reducido grupo de escritores, que fueron denominados por
Dante (Purgatorio, XXIV, vv. 49-62) cultivadores del do/ce stil novo.

Una de las características esenciales de los stilnovisti es la clara conciencia de su perfección


estilística, y de la nove-dad que supone la concepción de la poesía que se desprende de sus
versos. En este sentido, se ha considerado que la denominación de Dante es algo más que una
simple etiqueta: se trataría de una agudísima definición, en la que se reúnen dos adjetivos de
gran exactitud: do/ce y novo.

En efecto, para los stilnovisti, la dulzura de la poesia se desprende del objeto mismo de la
lírica; es decir, del Amor, que desde los primeros balbuceos de la escuela (Guido Gui-nizzelli) es
asociado a la nobleza de corazón, no siempre identificable con la aristocracia de linaje. Para los
trovado-res, la relación amorosa se establecía como un vínculo va-sallático, en el que la dama
desempeñaba el papel de señor feudal; para los stilnovisti el amor se convierte en la perfecta
contemplación de la más excelsa de las criaturas, de la da-ma, que tiene una situación tan
superior con respecto a los hombres, que no participa de su misma naturaleza, sino que más
bien parece ser un enviado de Dios, un ángel. Del mismo modo que la dama de los trovadores
ocupaba un grado social superior al del enamorado, ahora la amada es-tá situada,
espiritualmente, muy por encima del poeta: así, se convierte en fuente de virtud, comienzo de
toda felicidad, origen de bondad y belleza, capaz de provocar no sólo en el enamorado, sino en
cuantos la ven, un inevitable de-seo de perfección moral. En este sentido, hay que indicar que
ya entre los trouveres «amar» se babia convertido en sinónimo de «valer más», produciéndose
una significativa traslación semántica. Los stilnovisti reelaboran esa idea, cargándola de
significado espiritual e, incluso, místico.

Tal concepción del amor produce, en los poetas del do/-ce stil novo, una especial actitud
sentimental, que les per-mite enfrentarse con extraordinaria benevolencia -dulzura- a todo
tipo de obstáculos, a la vez que refuerza su vinculo afectivo mediante el examen detallado de
la excelencia de su dama y de los sentimientos que brotan en su corazón. De este modo, la
poesía stilnovista es una poesía de alabanzas a la amada, casi exclusivamente; a esta
característica se añade el motivo de la introspección psicológica, expresada con imágenes y
términos nuevos, procedentes del lenguaje teológico o científico.

Todo esto hace que los stilnovisti tengan una clara conciencia de la novedad literaria que tiene
su movimiento:

por una parte, han conseguido crear una lengua poética bien refinada, lejos de las asperezas
de sus predecesores, comparable en calidad y variedad de matices a la de los trovadores,
modelo ideal al que tienden en todo momento.

Por otra parte, los stilnovisti se consideran purificadores de los temas poéticos, al haber
renunciado a cantar todo aquello que no sea alabanza de la dama.

Para los poetas del dolce stil novo, la lirica de los trova-dores, además, tiene numerosos
elementos formales superfluos, que hay que eliminar para conseguir la más perfecta
expresión; al haberse separado la poesía y la música, tiene ya poco sentido crear una
estructura métrica diferente en cada composición, de modo que hay una clara tendencia a
determinadas formas fijas (ballata, soneto), al lado de la canción, que presenta su propia
estructura, a veces complejísima, muestra inequívoca de la elaboración formal del género más
elevado, y muestra también de la preparación intelectual de los autores y de su público.

El dolce stil novo, en definitiva, es el resultado de la evolución cortés en una sociedad que
babia sustituido las normas feudales por unas pautas de comportamiento basa-das en los
ideales de los comerciantes y de los hombres libres en general, habitantes de las Ciudades-
Estado del norte de Italia (Bolonia, Florencia, etc.); por eso, no debe extrañar que la lírica del
dolce stil novo no represente una ruptura con la tradición anterior, sino una renovación: los
temas poéticos de la canso trovadoresca se mantienen con las únicas alternativas ya indicadas,
debidas al cambio de estructura social.

Hacia el año 1310, el dolce stil novo se encuentra en fa-se de decadencia. Unos componentes
del grupo, como Guido Guinizzelli o Guido Cavalcanti, hace tiempo que han muerto; otros,
como Dino Frescobaldi o Cino da Pistoia, han producido la mayor parte de su obra. Dante ha
emprendido caminos nuevos, después de haber superado los planteamientos técnicos y
estilísticos de la Escuela: por esas fechas, está escribiendo la Divina Comedia.

Durante todo el siglo XIV abundarán los imitadores de los stilnovisti, aunque la lirica inicia una
transformación a partir del segundo tercio del siglo: entre los motivos que perduran, se halla el
concepto de amor que todo lo purifica y que es fuente de enseñanzas para el enamorado; la
sublime imagen de la dama, sólo comparable a un ángel o a una estrella, se convertirá en
tópico en los poetas posteriores; y, por último, surgirá una metáfora con grandes
posibilidades: la búsqueda del recuerdo de la amada en el libro de la memoria, idea que ya fue
utilizada en varias ocasiones por Cino da Pistoia.

Entre 1336 y 1337 Petrarca había llevado a término la primera reunión de composiciones de su
Cancionero, nuevo y fundamental hito en la historia de la poesía del Occidente.

--6.3. Petrarca De Francesco Petrarca (1304-1374) interesa ahora especialmente el Cancionero


(Francisci Petrarche Rerum vulga-rium fragmenta), colección de poemas comenzada en época
juvenil (hacia 1336-1337) y reelaborada incansablemente hasta el final de sus días, con un
total de nueve redacciones, a lo largo de las cuales el número de poesias pasa de 47 (24
sonetos y 23 canciones) a 366 (317 sonetos, 29 canciones, 9 sextinas, 7 baladas y 4
madrigales).

El Canzoniere tiene como núcleo central la figura de Laura, a la que se refieren las
composiciones incluidas en-tre los números 61 y 129, que están explícitamente fechadas entre
1338 y 134~. Petrarca perfecciona su lengua poética en este ciclo, caracterizado por una
meditación ininterrumpida, por los razonamientos de sus análisis, por la búsque-da de una
forma de expresión diferente, que se adecúe a sus emociones. Es la superación del do/ce stil
novo: la ale-gria y la tristeza, la «nostalgia por una paz imposible», son controladas por una
lengua equilibrada, que impide cual-quier exceso en la expresión. Ahora, lo importante es la
vida interior, la memoria capaz de retener para siempre los momentos más efímeros: un
saludo (soneto 108), una mira-da (soneto 107), una imperceptible reacción (soneto 123).

Laura se convierte en la proyección del estado de ánimo del poeta, en su «paisaje interior».

Petrarca ha construido paulatinamente el ciclo de Laura, ordenando las composiciones de


acuerdo con una gradación que lleva, por una parte, al magnífico soneto 90:
Erano i capei d'oro a /'aura sparsi che 'n mil/e dolci nodi gli avo/gea, e '/ vago /ume oltra
misura ardea di quei begli occhi, ch 'or ne son si scarsi;

e '/ viso di pietosi color' farsi, non so se vero o fa/so, mi parea:

i' che l'ésca amorosa al pello avea, qua/ meraviglia se di subito arsi?

Non era /'andar suo cosa mortale, ma d'angelica forma,· e le paro/e sonavan altro, che pur
voce umana.

Uno spirto celeste, un vivo so/e fu que/ ch'i' vidi: e se nonfosse or tale, piaga per allentar
d'arco non sana, y, por otra, a las dos canciones conclusivas: Chiare, fresche e dolci acque (126)
y Di pensier in pensier, di monte in monte (129).

El tono melancólico y reflexivo es característico del Cancionero y se mantiene con insistencia a


lo largo de toda la colección, aflorando de forma magistral en el grupo de composiciones
dedicadas al «presentimiento» (249-254) y, sobre todo, en el ciclo in morte de Laura (278-
349), construido en su mayor parte entre 1351 y 1353. La idea de la soledad se refuerza con la
de la caducidad de la vida: la aceptación de estas realidades le permite superar la tristeu y
entablar un sereno diálogo espiritual con Laura. Petrarca ya está en disposición de recibir a la
muerte como a una amiga, pues le permitirá contemplar a Dios y a su amada.

El conjunto del Canzoniere se cierra con la despedida de la vida y de la poesía: las


consideraciones morales, el cansancio y el arrepentimiento dan un intenso dramatismo a las
últimas composiciones.

Es significativa la diferencia existente entre el número de sonetos y canciones incluidos en la


última redacción del Canzoniere, a pesar del equilibrio que existía entre ambas formas en la
primera versión: Petrarca había comenzado su andadura bajo el dominio estético de la poesía
provenzal;

por eso, concede a la canción -igual que Dante- el lugar más elevado. Sin embargo, pronto
intuirá las posibilidades expresivas del soneto, que hasta entonces babia quedado relegado
casi exclusivamente a un plano de menor relieve, como forma genuina para las composiciones
de circunstancias. A partir de Petrarca, la canción perderá terreno y el soneto se convertirá en
la forma característica de la poesía amorosa.

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