Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Estilo autoritario
Los padres con este estilo parental son controladores, prestan poco apoyo a
sus hijos y son propensos al castigo, las amenazas e incluso pueden ejercer
la violencia. Si el hijo infringe las normas familiares, será castigado severamente
sin escuchar su explicación.
Pese a que los niños autoritarios siguen las reglas la mayor parte del tiempo,
suelen desarrollar problemas de autoestima, puesto que los padres nunca han
tenido en cuenta sus necesidades o sus sentimientos y emociones. También
pueden convertirse en niños hostiles o agresivos, que no saben tomar
decisiones y resolver problemas. Varios estudios sugieren que los niños criados
con este estilo de educativo tienen un buen desempeño académico, pero corren el
riesgo de desarrollar habilidades sociales pobres, por lo que se considera un
estilo de crianza negativo.
Este es, sin duda, uno de los estilos educativos más saludables para la crianza de
los hijos. Los padres democráticos suelen ser firmes, pero también brindan
apoyo y cariño a sus pequeños. Establecen límites, pero también consideran el
punto de vista del infante. Dicho de otro modo, ponen reglas que esperan que los
hijos sigan; sin embargo, consideran que existen excepciones en estas reglas.
Los estudios muestran que los niños criados con este estilo educativo
tienden a ser más felices y exitosos. A menudo son buenos para tomar
decisiones y gozan de una mayor autoestima, y de mayores son más
responsables y se sienten cómodos expresando sus opiniones.
Ante los berrinches y rabietas normales de los niños, un padre con este estilo de
crianza diría algo así como: «Ya veo que no te gusta la sillita del coche, pero es lo
mejor para ti. Mira, papá también se pone el cinturón». Para superar la emoción
negativa de su hijo, le canta su canción preferida. Provocando en el niño un
cambio de actitud.
Crianza positiva
1. Actúa como un ejemplo a seguir. Los niños son esponjas que todo lo
absorben y la mejor forma de que aprendan es viendo cómo lo hacen sus
padres.
2. Piensa en las necesidades de tu hijo. Detrás de cada llanto, alegría o
tristeza se esconde algo que te quiere transmitir.
3. Marca límites y consecuencias. Hazlo de forma clara para que el niño las
conozca y las pueda cumplir.
4. Practica la escucha activa. Deja que te cuente sus cosas y cuéntale tú las
tuyas.
5. Enséñale a expresar sus sentimientos y emociones sin dañarse a él
mismo o a los demás.