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Universidad Nacional de San Juan · Facultad de Filosofía, Humanidades y Artes

Departamento de Filosofía y Ciencias de la Educación

Cátedra: Antropología cultural

Ciclo Lectivo 2020

Unidad Nº 1: “El Estudio de la Naturaleza Humana y la Cultura”

Contenido: Sociedades animales, sociedades humanas.

Documento pedagógico
elaborado por la profesora Analía Ponce en base a:

 DAVIS, Kingsley: La Sociedad Humana. (Páginas 23 a 49).


 CHAUCHARD, Paul: Sociedades Animales, sociedad humana.

LO SOCIAL EN EL MUNDO DE LOS SERES VIVOS

Los seres humanos no somos los únicos seres vivientes que nos hemos organizado en sociedades.
Si bien existe una idea muy generalizada e instalada por el sentido común, como también por
algunas definiciones que pretenden ser científicas, que indica que lo característico del ser humano
es su sociabilidad; debemos afirmar que muchísimas otras especies animales exhiben
organizaciones sociales que en algunos casos nos dejan boquiabiertos por su grado de aparente
“perfección”. Las ciencias biológicas han mostrado que la constitución de sociedades no es
exclusiva del ser humano. La mayoría (aunque no todas) de las especies vivientes (y sobre todo
animales) son sociales. A esa característica de los seres vivos que en términos evolutivos han
adquirido la condición de sociabilidad se le denomina gregarismo. ¿Por qué decimos que es un rasgo
adquirido en el proceso evolutivo? Porque es un modo “exitoso” de adaptación al medio ambiente
natural que de alguna manera “garantiza” a la especie en cuestión la protección, la nutrición y la
reproducción.

Los especialistas en el estudio de conducta comparada, coinciden en afirmar que sólo comparando
las sociedades humanas con las sociedades animales se puede entender qué es, en el hombre, lo
característicamente singular, lo propiamente humano. Revisemos brevemente sus
argumentaciones:

Toda sociedad (desde los insectos a los humanos) posee un sistema de relaciones entre individuos
que tienen entre sí vínculos de carácter permanente (no ocasional) y que tienden a satisfacer
cooperativamente las necesidades denominadas “primarias”, esto es, las involucradas en: el
mantenimiento de la población, la división de funciones, la solidaridad de grupo, la perpetuación

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del sistema social. Entonces, ¿en qué aspectos encontramos las diferencias? Las diferencias
fundamentales aparecen cuando indagamos de dónde provienen las pautas de las conductas
denominadas sociales, cómo se establecen, a través de qué mecanismos.

En el caso de los insectos, cuyas sociedades parecen perfectamente organizadas (recordar las
películas animadas como Bichos u Hormiguitas), las pautas de conducta vienen dadas con la
herencia biológica, es decir, su estructura corporal determina absolutamente su rol social. Por
ejemplo, en una colmena, la reina y obreras nacen con un organismo diferente y su
comportamiento variará solo determinado por esta condición. A estas sociedades se las denomina
biosociales: lo social está completamente determinado por aspectos biológicos.

En el caso de los mamíferos, el rol social variará dependiendo no exclusivamente de su herencia


biológica sino que a esta matriz se le agrega la condición individual (sexo, edad, fuerza, salud,
liderazgo, etc.). A estas sociedades se las denomina biopsicosociales: las respuestas sociales pueden
ser aprendidas – por imitación – y hay lugar para la variabilidad individual.

Una categoría especial dentro de los mamíferos la ocupan los primates (no humanos). En esta
ocasión no vamos a ocuparnos de este orden biológico, al que también pertenecemos los
homínidos, pero recordamos que existen investigaciones fascinantes sobre estos “parientes”
cercanos del Homo Sapiens Sapiens. Les recomendamos un documental llamado “Jane”, que narra
la historia de una de las primatólogas más importantes que ha habido: Jane Goodall.

Finalmente, vamos a prestarle atención brevemente (retomaremos el tema con el programa más
avanzado) a la sociedad humana. Como ustedes se irán dando cuenta, a medida que van leyendo y
pensando al unísono, hay pocos (casi nulos) rasgos biológicos que en las sociedades humanas
condicionan los roles sociales. Éstos son la edad y el sexo (cuya complejidad ha originado
actualmente la idea de que no hay un sexo sino un sistema sexo/genérico).

Si prestamos atención a los verbos usados, ellos nos acercan a la clave de comprensión: para el caso
de los dos tipos de sociedades animales comentadas se ha usado el término “determinación”, en
cambio, para la sociedad humana, usamos el término “condicionamiento”. ¿Qué significa esto?
Significa que la biología humana nunca determina el comportamiento social, ni de los individuos,
ni de los grupos, ni de la sociedad en su conjunto; sólo lo condiciona y ni siquiera de un modo total
o definitivo. ¿De dónde provienen entonces, las pautas de comportamiento social humano? Y aquí
la respuesta: de la cultura. Sólo de la cultura, los y las integrantes de las sociedades humanas
recibimos orientaciones y modelos de conducta. Sólo a partir de su condición de socioculturales, los
agrupamientos humanos definen cómo es deseable ser y cómo es preferible no ser, en lo que hace
a los comportamientos y relaciones sociales.

En esta especie de unidad constituida por la sociedad y su cultura es que se entienden las opciones
humanas de la existencia. Seguiremos avanzando, a lo largo de nuestra asignatura, en la
comprensión de este fenómeno único entre los seres vivos: el mundo de la vida sociocultural.

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