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Tesis de Licenciatura en Psicología: Área
Clínica
“La fobia en relación a la angustia y el
síntoma”
Alumno: Maximiliano Markels
L.U.: 371242670
Mail: maxi.markels@gmail.com
Tutora: Noelia García Neira
DNI: 29571836
Segundo Cuatrimestre de 2016
ÍNDICE
PLANTEO DEL PROBLEMA y MARCO TEÓRICO Pág. 2
RESEÑA DE ESTUDIOS SOBRE EL TEMA Pág. 3
METODOLOGÍA Pág. 8
DESARROLLO
Parte I: Aportes de la clínica freudiana a la problemática Pág. 9
Parte II: Aportes de la clínica lacaniana a la problemática Pág. 22
CONCLUSIONES Pág. 35
BIBLIOGRAFÍA Pág. 37
1
PLANTEO DEL PROBLEMA Y MARCO TEÓRICO
El tema elegido se circunscribe en el área teóricoclínica, en relación a
ciertas temáticas trabajadas en la materia “Psicopatología” (Cátedra II: Prof.
Titular Plenario Dr. Fabián Schejtman). El tema girará específicamente
alrededor de la fobia como una entidad clínica que guarda una particular
relación con la angustia por un lado; y por el otro con el síntoma , en tanto este
último implica un particular tratamiento de lo real que evita el desprendimiento
de angustia.
La primera tarea que guiará este trabajo será plantear la fobia como una
entidad clínica para entender cómo esta se relaciona con la concepción
psicoanalítica del síntoma y saber qué relación puede guardar esta entidad
clínica en relación a la angustia; términos que aparecen íntimamente
relacionados en toda la bibliografía psicoanalítica.
La elección del tema responde a inquietudes particulares que surgieron
a lo largo de esta materia, por lo tanto se plantea realizar un recorrido
conceptual enmarcado en el psicoanálisis freudiano y lacaniano y su puesta
en relación con un material clínico, el caso “L” – presente en
“Encadenamientos y desencadenamientos en la infancia: una “batifobia” de
Gabriela Basz – que será presentado en el desarrollo de la tesis.
El objetivo principal que guía este trabajo es recortar distintos aportes
realizados por autores que se inscriben en el marco teórico del psicoanálisis
freudianolacaniano, para poder responder a los siguientes interrogante: ¿Qué
relación mantiene la fobia con la angustia? y ¿Qué estatuto sintomático se le
puede otorgar a la fobia? Siendo dos las hipótesis centrales que guían a este
trabajo:
● La angustia que se produce ante el objeto fóbico, no es la misma
Angustia que es delimitada por Freud como Neurosis Actual.
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● El síntoma y el fantasma, cuya función directa es realizar un tratamiento
de la angustia se presentan con un estatuto diferente en la entidad
clínica fóbica, respecto al resto de las entidades clínicas neuróticas.
A partir de esto, se plantean los siguientes o
bjetivos específicos :
● Localizar la función de la angustia y el tratamiento que se hace de esta
en los distintos tipos clínicos, indagando los desarrollos teóricos producidos en
relación a este fenómeno, en la obra de Freud y Lacan
● Indagar el concepto de Fobia a lo largo de la obra de Freud y Lacan,
distinguiendo la Fobia, como entidad clínica, de otras entidades clínicas que se
pueden observar en la neurosis.
● Teorizar si se puede considerar que en la entidad clínica fóbica, haya un
síntoma constituido y delimitar las consecuencias subjetivas que implican la
estabilización a partir de la constitución de una fobia.
● Localizar en los dichos del paciente presentado en el caso “L”
cuestiones que permitan teorizar que función cumple la angustia en este caso y
que tratamiento se realiza sobre esta.
El marco teórico utilizado será psicoanalítico; se tendrán en consideración
los aportes teóricos de Sigmund Freud y los desarrollos del psicoanálisis
francés, de la mano de su autor más prolífico, Jacques Lacan y de otros
autores que se circunscriben dentro de su enseñanza.
RESEÑA DE ESTUDIOS SOBRE EL TEMA
El fenómeno de la angustia en la clínica psicoanalítica.
Desde el comienzo de la teoría psicoanalítica, Freud se ha encontrado
con el fenómeno de la angustia en la clínica. Sus múltiples desarrollos en
relación a este tema pueden comenzar a ser localizados, en principio, en el
concepto de Neurosis de angustia delimitado en Sobre la justificación de
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separar de la Neurastenia un determinado síndrome en calidad de neurosis de
angustia (Freud, 1895B ) ; seguido de sus desarrollos sobre la angustia en los
escritos metapsicológicos: La represión (Freud, 1915B) y Lo inconsciente
(Freud, 1915C). En estos últimos, el autor trabaja el mecanismo psíquico de
la Represión y la histeria de angustia; síndrome antes delimitado en el historial
clínico Análisis de la fobia de un niño de cinco años (Freud, 1909). Finalmente
nos serviremos de la elaboración freudiana sobre la angustia en Inhibición,
síntoma y angustia (Freud, 1926A) donde este fenómeno es conceptualizado
como angustia de castración y como causante de la represión.
A continuación se tomarán los desarrollos de Lacan en relación al
fenómeno clínico al que nos referimos, principalmente al rededor del Seminario
10: La angustia (Lacan, 19623), donde el autor comienza a delinear una
clínica más allá de la angustia de castración freudiana. Se prestará atención al
trabajo que realiza este autor para llegar a plantear la angustia como una señal
de lo real; así como también analizar la afirmación: “La angustia es lo que no
engaña” (Lacan, 1932, P.174) y la discusión teórica que inicia en relación al
objeto de la angustia.
La f obia desde una mirada psicoanalítica.
Se pretende trabajar sobre los desarrollos de Freud en relación a la
fobia, que alrededor de su obra aparece siempre de forma muy cercana al
fenómeno de la angustia. En primer lugar en “Obsesiones y fobias” (Freud,
1895A) donde sitúa la fobia como una respuesta ante la Neurosis de angustia,
postulando que en esta última se prescinde del mecanismo psíquico.
A continuación se hará una revisión de los textos metapsicológicos
freudianos, para relevar los desarrollos que hace Freud en relación a la Histeria
de angustia, la represión y como la fobia funciona al modo de una evitación de
la angustia (Freud, 1915B; 1915C). Se relevarán algunas contribuciones
interesantes que hace este autor en relación al historial clínico de Hans (Freud,
1910A) para finalizar en Inhibición, síntoma y angustia (Freud, 1926A), donde
conceptualiza que la angustia en sí no es el síntoma de la fobia.
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En relación a los desarrollos de la escuela lacaniana, se hará énfasis en
la lectura de Lacan del caso Hans y su fobia entre los Seminarios 4 (Lacan,
19567) y 6 (Lacan, 19589). En ambos textos, el autor realiza una lectura de la
fobia como una suplencia del nombre del padre que estando inscripto parece
no estar operando, abriendo las puertas a una concepción de la fobia como
introductoria de la estructura neurótica mediante la neurosis infantil. Se
tomarán en cuenta otros desarrollos del autor que permitan conceptualizar la
fobia como una placa giratoria, como figura a la altura del Seminario 16 (Lacan,
19689).
La noción de trauma Freudiano .
Interesa recortar la noción de trauma que Freud propone como la
imposibilidad del aparato psíquico de ligar los montos de excitación, viéndose
empujado a un más allá del principio de placer, como se conceptualiza en Más
allá del principio de placer (1920). Cuestión que enlazaremos a las
conceptualizaciones de la Angustia como última trinchera antes del trauma,
ante los peligros externos y los peligros internos que generan las exigencias
pulsionales.
Desde los aportes del psicoanálisis francés se utilizara material que
permita conceptualizar lo real y el goce como lo traumático y el fantasma como
una elaboración de sentido alrededor de este núcleo de goce. Para emprender
este camino se tomarán algunas lecturas que realiza el Prof. Dr. Fabián
Schejtman, por ejemplo en La trama del síntoma y el inconsciente (Schejtman,
2012).
La noción de síntoma en la clínica psicoanalítica
Se tomarán aportes de Freud que permitan delimitar al síntoma como un
sustituto de una satisfacción pulsional y formación de compromiso producto de
la represión. A su vez se tomarán conceptos que permitan delimitar al síntoma
como el portador de un sentido provisto por la fantasía. Finalmente se resaltará
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la vertiente de la ganancia secundaria del síntoma y la asimilación del síntoma
a la unidad del yo.
Se hará también un recorrido por la obra lacaniana que permita resaltar
las conceptualizaciones del síntoma como metáfora y la posterior
conceptualización hacia el final de su obra que piensa al síntoma como núcleo
de goce. Para este fin tomaremos la lectura que hace el Prof. Dr. Fabián
Schejtman sobre el síntoma lacaniano, por ejemplo en Elaboraciones
lacanianas sobre la Psicosis (Schejtman, 2004) o en La trama del síntoma y el
inconsciente (Schejtman, 2012) .
El caso L: Fobia a los murciélagos
Se utilizará un caso extraído de Ancla Psicoanálisis y psicopatología,
Revista de la cátedra II de Psicopatología de la facultad de psicología de la
universidad de Buenos Aires . (Basz, G., 2010)
L es un niño de cinco años que llega a la consulta por un miedo que la
madre cataloga como extraño y que se presenta cuando su hijo se encuentra a
oscuras en su cuarto. En esta situación su hijo despierta sobresaltado,
gritando, llora, se encuentra muy confuso y no pudiendo expresar con palabras
lo que le ocurre.
La madre del niño describe al padre del cual se encuentra divorciada
como un hombre cruel, loco y malo. El padre cuando es citado a una entrevista
con el analista, se presenta como alguien en una posición de saber absoluto e
incuestionable en relación a la figura de su hijo, al cual describe como un “clon
suyo”. Incluso agrega sobre el niño en cuestión que éste se relaciona con los
adultos como uno más. L en su primera sesión refiere: “V
engo porque tengo
terror a la noche” (Basz, G., 2010, P. 269) efectivamente habla como un adulto
cuenta que cuando se encuentra en la oscuridad tiembla, le palpita muy fuerte
el corazón, siente mucho miedo, tiene la sensación que se va a caer y en esos
momentos no piensa nada.
A medida que transcurren las sesiones, el relato acerca de sus terrores
nocturnos cambia, comienza a incluir elementos significantes, dejando de ser
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solo un relato sobre las sensaciones corporales que lo invaden. L refiere:
“Cuando estoy a oscuras se me aparecen imágenes de vampiros que muerden
y sale sangre.” (Basz, G., 2010, P. 270) Al parecer estas imágenes comienzan a
aparecer a partir de que L. relata que sueña como castran a unos gatos,
después de haberlo visto en la televisión. También refiere que un día vio como
al padre lo mordió una rata.
Tiempo después L. relata una visita que tuvo al zoológico donde
observa unos murciélagos que se cuelgan boca abajo de los cables y pregunta
a su analista si es posible que los murciélagos bebés se caigan; mediante una
intervención del analista ante esta pregunta, L se remite a la sensación de
caerse. Después dice que tiene miedo de salir al jardín de la casa de su padre
debido a que vio como unos murciélagos tomaban agua de la pileta y que no
quiere ir a una casa que se encuentra en el Tigre porque allí también hay
murciélagos.
Así llegamos a un relato que realiza L. acerca de su padre, que
transcurre tiempo antes de que comiencen sus terrores nocturnos. L tiene una
disputa con su padre por la computadora, este le dice que lo echa de su casa y
L. le responde que se va a suicidar.
Se puede decir que se instala en L una fobia que tiene como objeto a los
murciélagos y que, en simultáneo, los terrores nocturnos desaparecen.
Análisis preliminar del caso
En principio se pueden aislar dos elementos de análisis en relación al
padecimiento: por un lado, los terrores nocturnos y por el otro la constitución de
una fobia. En relación al primer elemento, parece ser un padecimiento mudo,
ya que L no puede referir de él más que las sensaciones corporales que le
acuden. Las palabras resultan de poca ayuda en ese momento para decir algo
acerca de esos terrores, de los cuales es preso cuando se encuentra en la
oscuridad. Al parecer el niño sufre de lo que se puede catalogar como un
ataque de angustia que se produce en la oscuridad. Será necesario demostrar
por qué se nombra así el fenómeno que le ocurre a L y será necesario, a su
vez, diferenciar éste de lo que se puede llamar “tener miedo a la oscuridad”.
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Por otra parte hay una segunda configuración del padecimiento de L: se
trata de una fobia que se desarrolla durante el análisis y que tiene como objeto
a los murciélagos. Casi en simultáneo cesan los terrores nocturnos y se instala
este miedo a los murciélagos que al parecer le impediría estar en el patio de la
casa de su padre o ir a la casa de Tigre, debido a que son los lugares donde
corrientemente hay murciélagos.
Tomando estos dos elementos, los llamados ataque de angustia y fobia
a los murciélagos, se partirá de una revisión bibliográfica en la obra de Freud
que permitirá decir algo más sobre estos fenómenos.
METODOLOGÍA
El presente trabajo se inscribe en una lógica de investigación
exploratoria dentro de las metodologías cualitativas, siendo su objeto de interés
una articulación clínicoconceptual dentro de la investigación en psicoanálisis
que permita por medio del “estudio de caso” (en psicoanálisis) circunscribir las
relaciones entre los conceptos clínicos de Fobia, síntoma y angustia. La
metodología será entonces principalmente de revisión bibliográfica y
articulación de conceptos en relación con el material clínico.
Este trabajo se enmarca dentro del área clínica, como área temática o
curricular, por lo que se brindará este enfoque a través de la elección de
autores adecuados que hayan realizado sus desarrollos a partir de su clínica.
La investigación será de tipo descriptiva, la que supone una exploración previa
acerca de los temas a desarrollar, a partir del análisis de caso único. Luego a
partir de esto, se intentará una posible discusión diagnóstica del material
clínico, en relación con los temas y autores de la bibliografía. Particularmente
se utilizará bibliografía perteneciente a fuentes primarias (Freud, S; 1894,
1895, 1896, 1909, 1915, 1920, 1926 y Lacan, J.; 1954, 1957, 1961, 1962,
1964, 1966, 1969, 1974, 1988) fuentes secundarias (Mazzuca, R., 2010; Miller.
J., 2007 y Schejtman, F.; 2004, 2012, 2013) y material clínico (Basz, Gabriela,
2010).
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DESARROLLO
Parte I. Aportes de la clínica freudiana a la problemática
La Neurosis de angustia
Freud aborda por primera vez el problema de la angustia cuando está
investigando las llamadas Neurosis actuales; bajo esta denominación los
ataques de angustia aparecen nombrados tempranamente en la obra de
Freud, en Sobre la justificación de separar de la Neurastenia un determinado
síndrome en cualidad de neurosis de angustia (Freud, 1895B) . Como bien lo
indica el título, Freud intenta delimitar un complejo de síntomas, los cuales se
ordenan alrededor del síntoma principal de la angustia, llamando a este cuadro
clínico “Neurosis de angustia”
Resulta interesante ver cuáles son los síntomas que Freud describe
para este síndrome. En primer lugar describe la “irritabilidad general”, que
define como toda irritabilidad que aumenta como una acumulación de
excitación o una incapacidad para tolerarla (Freud, 1895B). En segundo lugar
aparece la “expectativa angustiada” ideaciones y pensamientos ligados al
afecto de la angustia que describe como el síntoma nuclear de este tipo de
neurosis. Freud se pregunta si esta última se pudiera deber a un quantum de
angustia libremente flotante que en vista de la expectativa, gobierna la
selección de las representaciones y está siempre pronto a conectarse con
cualquier contenido de las representaciones que le convenga (cf., Freud,
1895B, P.94). Sin embargo, Freud explica que la expectativa angustiada no es
la única forma en que puede exteriorizarse el estado de angustia ya que esta
puede también irrumpir de forma repentina en la conciencia, sin ser evocado
por ninguna representación y en consecuencia producir lo que llama un ataque
de angustia, el cual consiste solamente en el sentimiento de angustia sin que
esta se pueda asociar a ninguna representación, como sucede en el caso de la
expectativa angustiada, o posteriormente a esta se le puede asociar una
representación de forma espontánea. Entre otros síntomas se sitúa que en
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compañía de estos ataques de angustia aparezcan perturbaciones y
sensaciones que se localizan en el cuerpo, como “palpitaciones del corazón,
dificultades en la respiración, temblores, sudoración o diarrea”.
Entonces Freud sitúa dos formas de neurosis de angustia: la expectativa
angustiada y el ataque de angustia. La diferencia reside en que en el caso de
la expectativa angustiada, la angustia se encuentra anudada a
representaciones. A la luz de estos desarrollos observamos en el caso L lo que
se puede denominar una neurosis de angustia, que se presenta sin expectativa
angustiante, es decir, se configura como un ataque de angustia en el que
ninguna representación se asocie a ésta.
La angustia como libido trasmudada
En cuanto a la etiología de esta neurosis de angustia la hipótesis de
este temprano Freud es que esta quizás se deba a una acumulación de
excitación, siendo esta excitación de carácter somático y de naturaleza sexual.
Habiendo adoptado el principio de constancia como postulado fundamental,
Freud postula un modelo del aparato psíquico que busca mantener bajas las
cargas de excitación presente o, por lo menos, constantes. A partir de éste
modelo y por la observación de que en los casos de neurosis de angustia se
producía una interferencia en la descarga de la tensión sexual, llegó a la
conclusión de que ésta tensión sexual se esforzaba por descargarse mediante
la vía de la producción del afecto angustioso.
Por lo tanto concluye que lo que llevaría a una neurosis de angustia es
todo lo que impide que se haga un procesamiento psíquico de la excitación
sexual somática. Por eso concluye que el mecanismo de la neurosis de
angustia sería el de desviar de lo psíquico la excitación sexual somática y
recibir, a causa de ello, un empleo anormal (Freud, 1984B). Esta primera
conceptualización de la angustia como excitación acumulada la deja por fuera
del determinismo psíquico, ya que según Freud, no se producía por medio de
un mecanismo psíquico.
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Las neurosis con mecanismo psíquico: Las neuropsicosis de defensa
En el inicio de su obra, Freud se preocupa por delimitar la neurosis de
angustia por fuera del mecanismo psíquico. Esto se debe a que éste se
introduce en el campo a partir de sus estudios sobre los síntomas conversivos
histéricos y los síntomas que se producen en la neurosis obsesiva (las cuales
nombra como neurospicosis de defensa), ambas causadas a partir de un
mecanismo psíquico. En Las neuropsicosis de defensa (Freud, 1884) Freud
plantea que estos tipos de síntoma se producen cuando la persona que los
padece se revuelve contra una representación inconciliable que despertó un
afecto tan penoso que la persona decidió condenar al olvido la representación
(Freud, 1884). Sin embargo, el yo no puede simplemente olvidar la
representación inconciliable; en cambio puede debilitar esta representación
arrancándole la suma de excitación que ella posee. Ahora el problema es la
suma de afecto arrancada de dicha representación, ya que necesita ser
empleada de alguna forma. Hasta este punto ocurre lo mismo en histerias y
representaciones obsesivas, dice Freud. La representación debilitada pasa a
conformar parte de un grupo psíquico segundo, que más tarde será el
inconsciente formulado por Freud.
En la histeria se producirá una conversión, el monto de afecto será
volcado en una representación corporal. En el caso de las representaciones
obsesivas, la suma de excitación pasa a otras representaciones nimias con las
que se produce un falso enlace; el afecto deja de ser percibido por la
conciencia, pero se desplaza sin control entre las representaciones obsesivas y
sigue estando presente en las acciones y los pensamientos de éstas personas.
De entrada en la obra de Freud aparece esta idea, donde la conversión
pareciera realizar un trabajo más acabado en el proceso de alejar una
representación inconciliable de la conciencia que el mecanismo de transporte
del afecto a otra representación.
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El estatuto de la fobia: Sin mecanismo psíquico.
Freud aborda por primera vez el problema de las fobias en Las
neuropsicosis de defensa (1894A), donde atribuye el mecanismo de éstas
neurosis el del transporte de afecto a la gran mayoría de fobias. No obstante
en una pequeña nota Freud separa de estas fobias con mecanismo psíquico,
un grupo de fobias típicas, en el que no se puede encontrar ninguna
representación reprimida de la cual se hubiera separado el afecto angustia. La
angustia en estas fobias tiene un origen distinto (Freud, 1894A)
En Obsesiones y fobias (1895A) Freud realiza una distinción entre el
mecanismo psíquico de las obsesiones y de las fobias, a las cuales trata como
síndromes distintos. Detalla que la obsesión se caracteriza por estar en ella
presente dos componentes, una idea que se impone y un estado emotivo que
puede ser la duda, el remordimiento o la cólera entre otros. En la fobia el
estado emotivo es siempre la angustia, la ansiedad y el temor. Mientras que las
obsesiones son múltiples y especializadas, la fobia es monótona y típica.
Así Freud termina declarando que el mecanismo de las fobias no es el
de la sustitución, en oposición al mecanismo de la neurosis obsesiva. Dice
Freud: “Su mecanismo es distinto, ya no es el reino de la sustitución. Aquí ya
no se revela mediante el análisis psíquico una idea inconciliable o sustituida.
Nunca se encuentra otra cosa que el estado de ansiedad” (Freud, 1895A, P.
81)
Concluye que éstas fobias pertenecen a éste tipo de neurosis de
angustia y al igual que en estas neurosis, estas fobias carecen de mecanismo
psíquico. Al final de este escrito aparece una cuestión muy interesante: dice
que, en muchos casos, la fobia y la obsesión aparecen mezcladas, y que
puede encontrarse que al principio de la neurosis obsesiva, hubo una fobia
desarrollada como síntoma de una neurosis de angustia. La idea que
constituye la fobia y que se asocia al miedo puede ser reemplazada por otra
idea o por un procedimiento protector que parece aliviar el miedo.
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En Sobre la justificación de separar de la Neurastenia un determinado
síndrome en calidad de neurosis de angustia ( Freud, 1895B) pone en relación
con la expectativa angustiosa y los ataques de angustia (síntomas que aísla de
la neurosis de angustia), dos tipos de fobias que denomina como “fobias de las
neurosis de angustia”. En relación a la expectativa angustiosa, Freud sitúa las
fobias que tienen como tema central amenazas fisiológicas, en las que el
afecto de la angustia que se encuentra disponible, refuerza aversiones que son
instintivas en el ser humano como el miedo a las serpientes, la oscuridad o las
tormentas por ejemplo y destaca que estas fobias por lo general se producen
como resultado de una vivencia en que esa angustia pudo ser exteriorizada. En
relación a los ataques de angustia sitúa las agorafobias y demás fobias
referidas a la denegación de la locomoción.
Freud sitúa también que en las fobias de las neurosis de angustia se
puede observar un mecanismo de sustitución que se aplica posteriormente
sobre el contenido de la fobia sustituyéndolo por otra representación, esta
sustitución tiene que ver con medidas protectoras que originariamente se usan
para combatir la fobia.
A esta altura de la obra de Freud, parece que se le complica localizar el
lugar de la fobia en relación a las neurosis que delimita, sin embargo se puede
observar cómo ya en el principio de la obra de Freud, neurosis de angustia y
fobia comienzan sus recorridos conceptuales de forma íntimamente ligada.
Esto puede observarse en relación con el caso cuyo análisis moviliza éste
trabajo, en donde L pasa de tener una neurosis de angustia a desarrollar una
fobia a los murciélagos .
La angustia como producto de la represión: Freud y la metapsicología.
A ésta altura de la teorización de Freud aparece el concepto de pulsión,
como se puede ver trabajado con mayor profundidad en Pulsiones y destinos
de pulsión (Freud, 1915A). Para Freud, la pulsión es un estímulo para lo
psíquico, que proviene del interior del organismo y ante el cual se requieren
diversas acciones para cancelarlo. La describe como una fuerza constante,
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ante la cual la huida no sirve de nada ya que lo único que puede calmarla es la
satisfacción de la necesidad que impulsa.
El aparato psíquico, que funciona bajo el Principio de placer, busca
conservarse exento de todo estímulo. Así producirá sensaciones de displacer
ante el incremento de los estímulos y producirá señales de placer ante la
desaparición de estos. Por lo tanto, la pulsión exigirá al aparato psíquico
realizar actividades que modifiquen el mundo exterior con el fin de satisfacer la
fuente interior de estímulos. Uno de los posibles destinos que Freud sitúa para
la pulsión, como defensa contra ésta, es la Represión.
En el texto La represión (Freud, 1915b), Freud sitúa el mecanismo que
da nombre a este artículo y lo caracteriza por dejar algo por fuera de la
conciencia, es decir, la representación que era investida por el quantum
energético de la pulsión. Entonces, la Pulsión inviste con un monto de afecto
ciertas representaciones. Éste monto de afecto es la libido, sobre las
representaciones investidas recae la represión, pero resta el monto de afecto
que representa a la pulsión y que experimenta un destino totalmente distinto al
de la represión. Entonces Freud dirá que el factor cuantitativo de la pulsión
tiene tres destinos posibles, siendo uno de estos destinos posibles la
trasmudación de la libido libre en angustia. Por lo tanto a esta altura de la obra
de Freud la represión producirá la angustia, haciendo entrar está dentro del
determinismo psíquico.
La histeria de angustia
Al parecer, como producto de la inclusión de la angustia dentro del
determinismo psíquico, aparece un nuevo síndrome al cual Freud nombra
histeria de angustia; no obstante se observa que a lo largo de la obra de freud
el síndrome de neurosis de angustia sin mecanismo psíquico se mantiene.
Entonces aparecen los desarrollos que hace Freud en relación a su
caso paradigmático de fobia infantil: el caso Hans. Si bien en Análisis de la
fobia de un niño de cinco años (Freud, 1909) es anterior a que Freud
explicitára que la represión produce la angustia, ésta idea se deja notar a lo
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largo del historial. Así vemos como Freud teoriza que al reprimir la moción
erótica del pequeño Hans hacia su madre, se produce la angustia. Ésta
angustia en un principio no dispone de representación alguna, solo en un
segundo momento aparece la representación de que el caballo lo morderá.
En este historial es que Freud comienza delimitar lo que denomina
Histeria de angustia, la cual torna la libido, separada de su representación. Al
respecto el autor dice: “El trabajo que la histeria de angustia esfuerza, es el de
ligar esa angustia que se encuentra libre” (Cf. Freud, 1909, p. 95).
En el texto La represión (Freud, 1915B) Freud se explaya más en
relación a cómo actúa el mecanismo de la represión en la histeria de angustia,
colocándola como una de las tres psiconeurosis, y diferenciando una de la otra.
En esta psiconeurosis, la pulsión que se reprime es una moción libidinosa
dirigida hacia el padre que se encuentra estrechamente relacionada con la
angustia frente a él. La parte cuantitativa de la pulsión al actuar la represión es
traspuesta en angustia. Freud dice que la represión en el caso de la histeria de
angustia se debe catalogar como “radicalmente fallada” ya que no se evita que
se siga produciendo un desprendimiento de displacer, ahora en forma de
angustia. (Cf. Freud, 1915B, p. 151).
En Lo inconsciente (Freud, 1915c) Freud nos advierte que por lo general
hay una primera fase que se descuida completamente de esta afección: el
hecho de que la angustia surge sin que se perciba ante qué.
La respuesta fóbica ante la angustia
En el historial de Hans, se puede observar la dificultad que encuentra
Freud para delimitar cual es la posición de las fobias en relación a las demás
neurosis. Arriesga que quizás estas sean meros síndromes que pueden
pertenecer a distintas neurosis. Sin embargo al delimitar la histeria de angustia,
pone en relación a ésta la fobia, ya que una posible salida para liberarse de la
angustia, es mediante la fabricación de parapetos protectores que conducen a
evitaciones y limitaciones a las que el mismo sujeto se somete. Dice Freud
respecto a estos parapetos psíquicos que son de la índole de una precaución,
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una inhibición, una prohibición; y son estas construcciones protectoras las que
se nos aparecen como fobias y constituyen para nuestra percepción la esencia
de la enfermedad (Cf. Freud, 1909, P.94).
En La represión (Freud, 1915B) dice que el trabajo de la neurosis no
termina en la producción de angustia, sino que en un segundo tiempo. Para
alcanzar su meta, produce lo que Freud llama una formación de un intento de
huida, la fobia en sentido estricto, que son una cantidad de evitaciones
destinadas a excluir el desprendimiento de angustia (Freud, 1915B).
En el texto Lo inconsciente (Freud, 1915C), encontramos la elaboración
más rica en torno a la respuesta fóbica que se produce en torno a la histeria de
angustia. Freud describe que se emprende el camino de producir un “sustituto
por desplazamiento”, dando un paso para lograr un control sobre la angustia.
Freud (1915C) dice al respecto:
“La investidura fugada se volvió en una representación sustitutiva que a su vez se entramó
por vía asociativa con una representación rechazada y por otra parte se sustrajo de la
represión por su distanciamiento de aquella, permitiendo una racionalización del desarrollo
de angustia que todavía no se logró inhibir.“ (Freud, 1915, P. 179)
En una tercera fase, la represión, para terminar su trabajo, debe inhibir
por completo el desarrollo de angustia que se produce ante la formación
sustitutiva. Por lo tanto todo lo que se relaciona con esta formación sustitutiva
es investido con una intensidad particular, produciendo un parapeto que está
enlazado a la representación sustitutiva. A la menor presencia de los
elementos que conforman el parapeto menor se produce un pequeño
desarrollo de angustia que es usado como señal a fin de inhibir el ulterior
desarrollo de angustia mediante una huida. Esta construcción nos dice Freud
es la que lleva el nombre de fobia.
Freud en este texto mantiene la postura de que mediante este trabajo se
logra proyectar hacia afuera el peligro pulsional, comportándose este como si
todo el peligro del desarrollo de angustia no se produjera desde una moción
pulsional sino desde una percepción, de la cual se puede producir una
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evitación fóbica produciendo grandes pérdidas en términos de libertad
personal. Esto nos permite concluir que la angustia en la clínica freudiana
siempre implica una respuesta fóbica y a la vez plantear la respuesta fóbica de
L como una solución al conflicto que le representan los ataques de la angustia.
Ahora la pregunta es: ¿Se puede afirmar que los ataques de angustia de este
niño son producto de la operatoria de la represión? Se verá más adelante
porque no.
El síntoma en la metapsicología
La represión produce entonces un síntoma; Freud discute mucho acerca
de si debe hacer coincidir el mecanismo de la represión con la formación de
síntoma. Finalmente concluye que represión y formación de síntoma en
realidad son divergentes, ya que los síntomas son producto del retorno de lo
reprimido y sólo se puede llamar represión al mecanismo que tiene la
característica de sustraer el monto de energía de las pulsiones de su
correspondiente representación.
Respecto a las otras dos psiconeurosis dirá que en ellas la represión
también fracasa. Sin embargo el trabajo que realizan con el monto de afecto
parece más refinado. Lo interesante aparece cuando habla de la histeria de
conversión, aquí Freud explicita su idea de que es la que logra realizar un
mejor trabajo con el monto de afecto, llegando en algunos casos a hacerlo
desaparecer por completo, mediante una inervación corporal. Sin embargo
esto no es así en todos los casos, ya que en algunos se puede ver como no se
puede evitar cierto desprendimiento de angustia, ante el cual a su vez se
responde con una formación como la de la fobia.
Se puede concluir que en esta época de desarrollos sobre la
metapsicología, Freud distancia la formación fóbica de la formación
sintomática.
El trauma: La angustia automática.
17
En Más allá del principio de placer (Freud, 1920) Freud plantea el
problema de la neurosis traumática, cuya causación parece relacionarse con el
factor de la sorpresa y el terror que se produce. A Freud le preocupa
diferenciar el terror, del miedo y de la angustia, implicando esta última cierto
estado de expectativa frente al peligro y de preparación para él, aunque se
trate de un peligro desconocido. En cambio el terror es el estado en que se cae
cuando se corre un peligro sin estar preparado para este. En él es importante
el factor sorpresa y respecto al miedo, este requiere de un objeto determinado
en presencia del cual uno siente miedo. A partir de esto Freud postula que la
angustia no puede producir una neurosis traumática, incluso afirma que en la
angustia ese algo protege contra el terror. Pero entonces: ¿Cómo se produce
una neurosis traumática?
Freud plantea que el principio de placer funciona como una barrera anti
estímulos, protegiendo al yo de los estímulos externos e internos. No obstante
esta barrera puede ser perforada si ocurren estímulos tan fuertes que la
sobrepasen. Entonces Freud llama traumáticas a las excitaciones tanto
externas como internas que poseen fuerza para perforar esta protección
antiestímulo, produciendo una perturbación económica expresada en
cantidades de energía. El yo pone en acción todos los medios de defensa
posible ante estas cantidades excesivas de energía. Así se plantea la tarea de
dominar el estímulo y de ligar psíquicamente los volúmenes de estímulo que
sobrecargan el aparato y lograr así su tramitación. Esto se logra produciendo
una contrainvestidura, con el fin de alojar, de ligar, esa energía de forma
psíquica. Así Freud destaca que el apronte angustiado produce una
sobreinvestidura que prepara a los sistemas para ligar la energía libre,
constituyendo “la última trinchera de la protección antiestímulo” (Freud, 1920,
P.30). Así Freud plantea que la tarea del aparato psíquico es ligar la excitación,
que puede ser producto de las pulsiones. El fracaso de esta ligazón produciría
una neurosis traumática.
Entonces Freud encuentra una serie de fenómenos clínicos como en
los sueños de la neurosis traumática, las simbolizaciones de las ausencias de
la madre en el FortDa y en la repetición de vivencias displacenteras en la cura
18
analitica que demuestran que hay una función del aparato psíquico que es
independiente y más originaria que el principio de placer. Esta muestra el
carácter de una compulsión de repetición, la cual contraría el principio de
placer. Estas vivencias no subsisten en la psiquis de forma ligada, pareciera
que se trata de vivencias que son inconscientes pero que no están reprimidas,
en el sentido de la represión secundaria, sino que se trata de una represión
más primordial. Por lo tanto se trataría de vivencias que no fueron
simbolizadas.
Posteriormente en Inhibición, síntoma y angustia (Freud, 1926) realiza
un distingo entre la angustia que se produce como reacción directa y
automática ante un trauma, es decir, ante una vivencia de desvalimiento por
parte del yo frente a una acumulación de excitación, sea esta de origen externo
o interno, que este no puede tramitar; y una angustia como señal de peligro
que anuncia la inminencia de ese trauma, siendo esta una respuesta del yo a
la amenaza de una situación de peligro.
Cuando antes se cuestionaba si la angustia de L se podría considerar
como un producto de la represión, aquí al parecer encontramos una angustia
que no tiene que ver con este mecanismo y que más bien apareció remitida a
la producción de un trauma. Quizás podamos aventurar que en realidad L en
un principio sufre de angustia automática que se produce ante el quiebre de la
homeostasis por acción del trauma.
Torsión teórica: La angustia produce la represión
En Inhibición, síntoma y angustia (Freud, 1926) se puede observar un
cambio teórico en la concepción de la angustia, que se puede decir que viene
angustiando a Freud desde el primer escrito sobre la angustia. Este cambio
teórico va de la mano de la teorización de la segunda tópica freudiana yo,
superyo y ello y es producto de una nueva experiencia de la clínica por parte
de Freud.
En este escrito deja de considerar a la angustia como transmudación de
la libido para empezar a pensarla como una reacción ante una situación de
19
peligro, que produce el yo, cuando este se pone en contra de una moción
pulsional. Con este propósito el yo no tiene más que producir una señal de
displacer (angustia señal) para alcanzar su propósito por medio del principio
de placer. Freud define al yo como la verdadera localización de la angustia ,
indicando que la angustia es vivida sólo en esta instancia y no en las demás.
Freud se retracta de su teoría de que la que la represión causa la angustia al
afirmar esta no es producida como algo nuevo, a raíz de la represión, sino que
es reproducida como estado afectivo siguiendo una imagen mnémica
preexistente. Como consecuencia de este cambio teórico, la angustia, en la
clínica freudiana, se reduce a ser angustia de castración, siendo esta el motor
de la represión y también una angustia realista ante un peligro que amenaza
efectivamente desde el exterior, ya que las mociones libidinales implican el
peligro de castración exterior.
El síntoma en la última enseñanza de Freud
En Inhibición, síntoma y angustia, (Freud, 1926) no solo cambia la
concepción en relación a la angustia, sino que también se produce una
novedosa teorización en relación al síntoma.
Para producir este desarrollo, Freud comienza pensando en la
inhibición, definiéndola como la limitación funcional del yo. También señala un
nexo entre la inhibición y la angustia dado que intenta demostrar que muchas
inhibiciones son en esencia una renuncia a cierta funciones yoicas cuyo
ejercicio produciría un desarrollo de angustia. La función yoica se deteriora
cuando se hipersexualiza una parte del cuerpo ya que el yo renuncia a las
funciones de ese órgano a fin de evitar un conflicto con el ello y producir
nuevas represiones.
A diferencia de la inhibición, el síntoma no puede ser caracterizado
como algo que le ocurre al yo. Para Freud el síntoma se genera a partir de una
moción pulsional afectada por la represión. Esta moción, a pesar de la
represión, encuentra un sustituto totalmente desfigurado que ya no es
reconocida por el yo como satisfacción. Por lo tanto el yo segrega de la
20
realidad el síntoma, permaneciendo la moción pulsional aislada, por fuera de la
organización yoica y con independencia de ella. Freud no deja de resaltar el
síntoma como algo que es completamente extraterritorial, como si este fuera
un cuerpo extraño para el yo.
El planteo de Freud no termina ahí, ya que muchas veces la represión
no alcanza para terminar con la lucha defensiva contra la pulsión: ahora en su
lugar, el yo debe luchar contra el síntoma, que aún sigue produciendo
desarrollos de angustia. A esta lucha contra el síntoma Freud la nombra lucha
defensiva secundaria y consiste en que el yo intenta reconciliarse con el
síntoma, cancelando la ajenidad y el aislamiento que este representa, ligándolo
a su integridad, incorporándolo a su organización yoica. Esto se logra
obteniendo la máxima ventaja posible al síntoma, encontrando una utilidad,
volviéndolo indispensable para el yo, disfrutando este de su ganancia.
Consecuencias para la fobia: la angustia no es el síntoma de la fobia.
A consecuencia de estos cambios introducidos en la concepción de la
angustia y del síntoma en Inhibición, síntoma y angustia (Freud, 1926) se
producen modificaciones en su concepción de la fobia. En principio el
afectoangustia que se encuentra en la fobia, que es lo esencial de esta, no
proviene de la represión, sino que es lo represor mismo, siendo la angustia de
las fobias la angustia de castración inmutada. Entonces explica que en la
mayoría de las fobias se pueden entender como la angustia del yo frente a las
exigencias de la libido.
En segundo lugar, Freud critica su concepción de la fobia como una
proyección, ya que la exigencia libidinal no es el peligro en sí, sino que el
peligro es externo (la castración), y por lo tanto se sustituye un peligro externo
por otro.
También se retracta respecto a la concepción que él tenía de que el
síntoma de la fobia era la angustia. Hace esta revisión a partir de pensar que
en el caso de Hans, el síntoma que lo define como una genuina neurosis es la
sustitución del padre por el caballo. De esta manera, la amenaza de castración
21
no proviene del padre, sino del caballo, lo cual le permite postular que en la
fobia el yo se sustrae de la angustia por medio de una evitación o de un
síntomainhibición. Se da una lucha defensiva secundaria contra el síntoma,
que termina con la aparición de una inhibición, la cual aleja al sujeto de los
encuentros con ese objeto fóbico que produce angustia.
Parte II. Aportes de la clínica lacaniana a la problemática
EL síntoma y el inconsciente en la primera enseñanza de Lacan
En los años 50, asistimos a un Lacan que subraya la dimensión
simbólica del síntoma, haciendo hincapié en el carácter de formaciones del
inconsciente que este tiene. En esta época Lacan situará al síntoma como una
metáfora en la que un significante se sustituye por otro significante, que
designa el trauma sexual; y la significación que éste porta que el sujeto
desconoce se produce como un efecto de plus de sentido dado por la
estructura de metáfora que tiene el síntoma. Así determinará que lo reprimido
siempre son significantes, resaltando la dimensión significante del síntoma
(Schejtman, 2013).
Lacan tampoco deja de resaltar que es el inconsciente, el que por su
trabajo produce los síntomas, por lo tanto lo que se encuentra a nivel del
retorno de lo reprimido es la insistencia de este inconsciente que está
22
estructurado como un lenguaje. Así las formaciones del inconsciente son la
insistencia de un mensaje que quiere hacerse oír, es un saber no sabido que
se hace escuchar de forma simbólica. Por otra parte se puede pensar que
siempre que algo insiste hay algo en el otro extremo que resiste (Schejtman,
2013). Esto se retomará en la última enseñanza de Lacan.
La Fobia en la clínica del deseo
En la primera enseñanza de Lacan, la elaboración de la categoría clínica
de la fobia se realiza fundamentalmente a través de la lectura del historial
freudiano de Hans (seminario 4)Lacan toma como punto de partida el momento
previo al desencadenamiento de su neurosis, cuando se encuentra viviendo en
el “paraíso de la dicha”, ubicado como objeto de amor de su madre. Entonces
este autor aborda la cuestión desde la problemática del falo, es decir el que le
falta a la madre, lo que implica poner sobre la mesa el tema del deseo materno
y cómo posicionarse ante este. En la relación que se da entre Hans y su
madre, el niño percibe el falo como el centro del deseo de su madre lo cual
hace pensar en una inscripción del significante del nombre del padre, y por lo
tanto él mismo se debe posicionar de distintas formas en las que se ve llevado
a mantener ese deseo de la madre: seduciendo, haciendo de señuelo. De esta
forma Hans se ve llevado a identificarse con el falo materno, siendo lo que a la
madre le falta y desea. Lacan se refiere al niño como encarnando “la
metonimia del falo” ( Lacan, J., 1957, P.216) que nunca va a tener, es decir el
falo materno, concluyendo que el niño en su totalidad es el falo.
Lacan busca mostrar lo que ocurre con el complejo de castración de
Hans antes de que irrumpa la fobia, debido a que en ese periodo el niño no
tiene ningún tipo de problema en relación con el falo. Durante toda la primera
parte del historial Juanito juega con su hace pipí , se encarga de adjudicarle
uno a prácticamente todos los animales que conoce, se interesa mucho en el
suyo y en especial el de la madre.
Lacan hipotetiza que este equilibrio se rompe debido a la intrusión de un
elemento que a Hans se le vuelve difícil de integrar a su unidad corporal (por
23
medio de la imagen) y que este es el ocasionamiento de la enfermedad de
Hans. Lacan llama a este elemento de difícil asimilación el “pene real”,
distinguiéndolo del falo imaginario. El pene del infante comienza a volverse
demasiado real, comienza a moverse, empujándolo a la actividad
masturbatoria. Este pene real produce el surgimiento de un nuevo goce, que
se vuelve intrusivo y autoerótico y se materializa en la actividad masturbatoria
del niño.
Lacan nos recuerda que no es lo mismo cumplir con una imagen, que
tener algo real que ofrecer. ( Lacan, J., 1957 , P. 201) Esta irrupción del pene
real, es la que produce la expulsión de Hans del campo imaginario, de la
posición de ser el falo de la madre, ya que este acto masturbatorio, que tiene
como objeto a la madre, comienza a generar el rechazo de esta hacia lo que su
hijo le ofrece. Esto produce una caída de la identificación que Hans mantenía
con el falo, produciendo como consecuencia una fragmentación de la imagen
corporal y una irrupción de un goce autoerótico que se traduce en el fenómeno
de la angustia. Lacan dice al respecto que “La angustia es correlativa del
momento de suspensión del sujeto, en un tiempo en el que ya no sabe dónde
está, hacia un tiempo en el que va a ser algo en lo que ya nunca podrá
reconocerse” (L
acan, J., 1957 , P. 228)
Sin embargo la aparición de este pene real por sí solo no parece ser
suficiente para causar el desencadenamiento de la neurosis. Lacan recuerda
las escenas previas al desencadenamiento: el niño hace prácticamente lo que
quiere, se le permite hacer todo. Lacan resume esto al afirmar que Juanito no
está privado de nada. El niño duerme en la cama con su madre, al padre no
parece gustarle mucho, sin embargo cede ante la omnipotencia de la madre
que impone sus condiciones.
Hay otro elemento que falta, un elemento propio de la estructura
neurótica, que debería promoverse en contra de ese goce que resulta
excesivo. Este es la metaforización del nombre del padre y la aparición de este
como perturbador del goce en la estructura del mito edípico, produciendo de
esta forma que la castración se ponga en la cuenta del Otro. Sin embargo
como se venía diciendo antes, la significación fálica se encuentra presente en
24
la estructura, el nombre del padre está inscripto, pero este parece no estar
operando.
Así Lacan sitúa la causa de la construcción de la fobia, en esta carencia
paterna, que ubica como una falla del padre real, es decir, del padre del niño.
Este se obstina en no asumir el papel de castrador, no aparece como un padre
prohibidor del goce, ya que no es un padre que perturbe y que separe al niño
de la relación en que este encarna al falo materno. Entonces si bien tenemos la
irrupción de un goce autoerótico, de un pene real, la verdadera problemática
reside en que Juanito no logra integrar este elemento de goce, que se vuelve
disruptivo, debido a la carencia del padre que no logra asumir esta función
castradora que produciría una negativización de ese goce por medio del
complejo de castración.
Lacan dice que para Juanito se trata de encontrar una suplencia para
ese padre que se obstina en no castrar (Lacan, 1956). Si hubiera existido un
complejo de castración normal, el niño no tendría que haber desarrollado su
fobia, lo que este autor sitúa como la rueda de emergencias que viene a
auxiliar a juanito, y que viene a suplir la carencia del padre. Donde el padre no
muerde, Juanito se inventa un caballo que lo morderá.
Lacan afirma que siempre que se encuentre una fobia en este momento
crítico del niño, algo falta, algo que vendrá a jugar un papel fundamental en la
crisis, que es la relación del niño con la madre. El objeto fóbico viene a
desempeñar el papel que por alguna carencia no desempeña el personaje del
padre. ¿Que ocurre en el caso L?, ¿Al auxilio de qué viene la fobia? ¿Viene al
auxilio de una carencia paterna?
La fobia como introductora de la estructura
Lacan siguiendo a Freud, dice que hay que separar bien la angustia de
la fobia, dado que la fobia como objeto viene a cumplir una función sobre la
angustia, viene al auxilio, lo cual es consecuente con esta visión de la fobia
cumpliendo una función de suplencia del nombre del padre El autor sitúa que
la fobia constituye un remedio para la angustia transformándola en miedo,
25
pensándola como un dispositivo en el cual un objeto es elevado a la función de
un significante que da miedo (Lacan, 1956). Entonces el caballo, con su
estatuto de significante surge de la angustia pero trae consigo el miedo, que
siempre se refiere a algo articulable, es decir a un objeto nombrable.
Más adelante Lacan plantea que la fobia introduce en el mundo del niño
una estructura; situando la fobia como una respuesta de división subjetiva que
genera el aparato psíquico. La fobia hace aparecer puntos que hacen del
mundo un lugar peligroso y lo reestructuran alrededor de estos puntos. Se trata
de un mundo puntuado por signos de alarma que van dibujando un campo, van
delimitando un exterior y un interior, siendo que por ejemplo en el caso de
Juanito, hasta el momento del desencadenamiento este era parte del interior
de la madre. Esto se retomará en la última enseñanza de Lacan.
Es curioso como en el caso de L, su miedo a los murciélagos delimita la
casa de su padre y la casa del Tigre, también perteneciente al padre, como
lugares peligrosos de los cuales conviene mantenerse alejado.
El deseo prevenido en la fobia: mantener el deseo en la angustia.
En esta época Lacan piensa a las estructuras clínicas como distintos
posicionamientos subjetivos frente al complejo de castración, siendo la
neurosis un posicionamiento frente al deseo del Otro, cuya versión freudiana
es la castración de la madre. No obstante el neurótico toma a la demanda del
Otro como punto de referencia del deseo, dado que allí es donde se constituye
el deseo.
Lacan en el seminario 5, realiza una formalización de los tres tipos de
neurosis a través de tres fórmulas del deseo: estrategias para no saber acerca
de la falta en el Otro. Respecto a la fobia, remarca el “deseo prevenido” como
forma de posicionarse ante la demanda del Otro, volviéndose de esta forma un
Otro omnipotente. (Lacan, 1957)
En el seminario 8 plantea que hay otras maneras de sostener la relación
con el deseo, que conciernen al carácter insostenible del objeto. Es
precisamente por eso que la histeria y la obsesión pueden definirse a partir de
26
esos dos estatutos del deseo que denomina como el deseo insatisfecho y el
deseo imposible, instituido en su imposibilidad. En el caso de la fobia sostiene
que ella está hecha para sostener la relación con el deseo bajo la forma de la
angustia en el punto donde el sujeto se ve como castrado, confrontado al gran
Otro (Lacan, 1961).
Si el fantasma, como soporte del deseo, es lo que mejor sirve para
protegerse de la angustia y los síntomas son creados para evitar el desarrollo
de angustia, se puede concluir que la fobia mantiene su deseo de una forma
distinta que la neurosis obsesiva y la histeria, que sostienen su deseo en el
fantasma. Por lo tanto el deseo prevenido de la fobia se sostiene nada más y
nada menos que en la angustia.
Desde nuestro caso, se puede relacionar con la presencia de este
padre, de este Otro omnipotente, ante el cual L queda posicionado como un
objeto de goce y se puede pensar la fobia como una forma de anudarse al
deseo de este Otro omnipotente de forma prevenida.
La angustia: bisagra entre la clínica del deseo y la clínica del goce
A partir del seminario 10, Lacan se propone establecer una clínica que
vaya más allá de la clínica freudiana (la clínica del deseo y su tope, la angustia
de castración) produciendo una separación entre angustia y castración. Esta es
la consecuencia directa de la elaboración conceptual de un nuevo objeto, uno
totalmente distinto a los objetos que el psicoanálisis había producido hasta ese
momento. Se trata justamente de un objeto que queda por fuera de la
estructura del mito edípico, es decir, se apunta a un estatuto del objeto que es
anterior al deseo y a la ley, cuyo objeto coincide, ya que lo que la ley del padre
prohíbe es lo que se desea.
En el seminario 10, el autor busca mostrar cómo a partir de la
inscripción del sujeto en el campo del Otro como lugar del significante, se
produce un resto, algo que cae y se aísla . Miller al respecto dice: “En la
estructura del lenguaje hay algo que no puede reducirse al significante y se
asimila, al cuerpo, como viviente. Emerge como resto, resto de la operación
27
subjetiva que concierne al Otro” (Miller, 2007, P.37). Se trata entonces de un
objeto que es heterogéneo respecto de los significantes, algo que no puede ser
asimilado por estos.
Correlativamente de esta desimbolización del objeto, también se
produce una desimaginarizacion de este, produciendo un estatuto inédito del
cuerpo. Esto se debe a que el cuerpo imaginario es un cuerpo sin órganos, es
un cuerpo que para existir, debe dejar por fuera un goce que se aloja en él y
que se puede catalogar de autoerótico.
Así obtenemos un objeto que es un resto real, que está por fuera de lo
simbólico y lo imaginario. Este resto que cae de la operación de subjetivación
es el objeto a , que es un resto de goce, Miller dice que es lo que en la
economía de goce de cada uno no cede a la falicización. Con esto se refiere a
que el goce precisa un cuerpo, pero solo encuentra el cuerpo significante que
le da el falo. Sin embargo se encuentra ante un goce que es imposible de
negativizar por la función del falo. De esta forma se asiste a una dimensión del
objeto que expresa un goce positivo, no alcanzado por la operación de
metaforización que produce como resultado la significación fálica.
Con esto Lacan pretende hacer una crítica a todos sus desarrollos
pasados, a todos los conceptos construidos a lo largo de su primera
enseñanza sobre la base del estadio del espejo, volviéndose una crítica a lo
imaginario. A partir de este seminario lo especular encuentra nuevas funciones,
introduciendo la dimensión en la que más difícil se vuelve capturar este
peculiar objeto que Lacan está moldeando.
El distanciamiento de la angustia de castración freudiana
El seminario 10 puede pensarse como el inicio de las que serán grandes
tensiones teóricas, y que en el futuro tendrán grandes efectos sobre la clínica.
Una de esas torsiones se puede ver en el seminario 11, un año después,
donde Lacan comienza a distanciarse del mito freudiano de la castración, para
comenzar a pensarla como una operación que realiza el lenguaje sobre la
constitución subjetiva.
28
La operación de separación (es como Lacan llama a esta operación del
lenguaje) se trata de un efecto de corte que produce el significante sobre el
cuerpo y tiene como efecto unificar el cuerpo fragmentado de las pulsiones
parciales y autoeróticas, dejando caer como un resto de goce autoerótico el
objeto a. Es decir, mediante el dejar caer un sobrante que queda por fuera de
la unidad del cuerpo, se hace cuerpo.
A la altura del seminario 14 Lacan define a la castración como la
separación del goce y el cuerpo (Lacan, 1967). Es esta operación de pérdida
de goce la que constituye el cuerpo, produciendo un barrido de goce fuera del
cuerpo mismo (no todo). Como consecuencia emerge un nuevo goce, el goce
fálico, ya que la operación de separación lo localiza en el falo. Por la
coordinación del objeto pulsional con la castración se produce el objeto a como
objeto causa de deseo, tornando perdido el objeto pulsional. Así el límite de
goce produce al deseo, al delimitar su causa. Entonces se produce un sujeto
del deseo, ya que sin castración no hay deseo. La operación de separación es
independiente del Edipo, como anterior a la incidencia del Otro. Este seminario
produce una disyunción entre el Edipo y la castración, y la generalización de la
castración bajo la operación de separación. La castración es un nombre
impropio que se le da a la evitación por parte del Otro, como si este personaje
prohibiera el goce.
La angustia: la vía de acceso a lo real
Desde esta perspectiva lacaniana no nos protegemos del deseo o de la
castración, sino que con el deseo y con la castración, nos defendemos del
goce. Esto debido a que si el objeto que por lo común aparece velado por la
imagen se presentifica, pasa a ser la causa, nada más y nada menos, que de
la angustia. Así llega a definir la angustia como la falta de la falta (Lacan,
1962). De esta forma para Lacan la castración siempre será una lectura en
clave fálica de la pérdida de objeto original, la del objeto del instinto,
volviéndolo el objeto perdido freudiano qué causa el deseo, siempre desde
atrás, velado. Porque cuando se presenta por delante, aparece la angustia. El
29
objeto a es el fracaso del nombre del padre, en cuanto operador de
simbolización mayor. Cuando falta la falta, aparece el cuerpo del autoerotismo,
que de ordinario debería ser velado por la imagen del cuerpo.
Sin embargo algo de esta cuestión se puede ver asomar muchos años
antes que el seminario 10, como en el seminario 2, donde Lacan dice
refiriéndose al sueño de Freud de la inyección de Irma: “aparición angustiante
de una imagen que resume lo que podemos llamar revelación de lo real (…) Es
el surgimiento de la imagen terrorífica… angustiante; es la revelación de algo,
hablando estrictamente, innombrable” (Lacan, 1954, P. 249). Entonces el
objeto a es un objeto que es real que cuando se hace presente se torna la
causa de la angustia, es decir, la angustia es el único afecto que se hace
presente ante un encuentro con lo real.
Así Lacan postula la angustia como la vía por la que se puede acceder a
lo anterior al deseo y su objeto, como la única vía de acceso al objeto a. Este
es un objeto real, un objeto de satisfacción, que es goce, y mediante la
angustia aparece la distinción entre goce y deseo. Es decir, concibe a la
angustia como una vía de acceso a aquello que es del orden no significante al
igual que ella, dado que este objeto no se presta a la dialéctica del significante,
es su resto. Es por esto que Lacan desacuerda con la concepción freudiana de
la angustia sin objeto, ya que la angustia si tiene un objeto: el objeto a.
Al finalizar el seminario 10, concibe la angustia como la única forma de
aprehender lo real. Para esto retoma a Freud todo el tiempo y plantea que la
angustia es una señal, al igual que él, pero entiende que es señal de lo real
(Lacan, 1962) ya que es lo que no engaña. También se deja entrever el retorno
freudiano al decir que la exigencia pulsional produce un aumento constante de
excitación ante el cual el yo se siente desvalido, siendo el núcleo del peligro
una perturbación económica, un demasiado lleno de libido no utilizada. La
angustia es el operador que hace de la exigencia pulsional, la causa del deseo.
Así Lacan termina traduciendo el motor de la represión en la causa del deseo,
cediendo algo que se encuentra detrás del sujeto al campo del Otro. Respecto
a esto MIller dice: “El Otro de la demanda detenta los objetos de satisfacción,
el objeto cobra valor de don simbólico como testimonio de amor y si el Otro no
30
da se produce el desamparo, la angustia por falta o pérdida del objeto” (Miller,
2007, P.85). Es decir, el amor preserva el lugar de la falta del Otro.
Se puede entrever, que en nuestro caso, en L. se produce una irrupción
del goce que produce una fragmentación de su imagen corporal. Por alguna
razón la operación de la castración falla, el objeto deja de estar velado y deja
de funcionar como objeto causa del deseo para pasar a ser el objeto causante
de la angustia. A L le falta la falta, el goce se vuelve disruptivo y el niño no
encuentra palabras para expresar lo que le ocurre cuando el objeto se
presentifica en la oscuridad de su cuarto.
Lo real como lo que resiste
En los años 70 observamos un Lacan que entiende lo real como la
causa de la insistencia simbólica, dado que lo real es lo que resiste a la
simbolización, provocando un constante trabajo del inconsciente por reducirlo,
por simbolizarlo. (Schejtman, F., 2013) En el seminario 11 Lacan sitúa lo real
del trauma, y de esta manera entra en juego la noción de tyche , es decir, del
encuentro con lo real. Así Lacan se refiere a la noción de compulsión de
repetición freudiana, ligándola al trauma y a lo real. La insistencia simbólica del
inconsciente es una respuesta a esa compulsión de repetición, por lo tanto la
causa del inconsciente es real. Ese real está más allá del automaton , del
retorno, de la insistencia de los signos a la que nos somete el principio de
placer (Lacan, 1964). Es decir, Lacan coloca la automaticidad del inconsciente
al servicio del principio de placer, teniendo por tarea velar eso que lo ocasiona:
lo real.
Es curioso que en el caso L lo real parece presentificarse al modo del
trauma, lo que le exige cierto trabajo al inconsciente para producir un
tratamiento de ese real que deviene angustiante. Ahí es entonces donde
aparece la fobia a los murciélagos .
La cara de goce del síntoma
31
Lacan pasará en su última enseñanza a ocuparse de lo que en el
síntoma mismo resiste a la interpretación, aquello que del síntoma la excede, el
goce: la resistencia del ello freudiana que se presenta en la compulsión de
repetición y la resistencia del superyó: la reacción terapéutica negativa,
nombres freudianos de lo real. Algo de esto ya aparecía en el seminario 10,
donde se planteaba el síntoma como lo que no es llamado al Otro, no
formando parte de su naturaleza ser interpretado. Para ser analizado es
necesario sumar al síntoma la condición de la transferencia. Lacan dice que el
síntoma no es lo que muestra al Otro, sino que es del orden de lo que se
distingue del deseo como goce, el cual es en su naturaleza goce revestido.
Este goce se basta a sí mismo, y no pasa de forma natural por el campo del
Otro (Lacan 1962).
En el seminario 16 se destaca también la cara real del síntoma, como
goce al decir que el goce está excluido y que se afirma como real último del
funcionamiento del sistema mismo que lo excluye. La práctica analítica, lugar
de tratamiento del síntoma, debe develar la relación con el goce, que se
constituye como real en la medida que está excluido (Lacan, 1969).
En “La tercera” Lacan advierte que solo considera síntoma a aquello que
viene de lo real. Esto se presenta como “un pececito cuya boca voraz solo se
cierra si le dan de comer sentido” (Lacan, 1988, P. 84). Así el inconsciente
termina deviniendo una formación del síntoma, en la última enseñanza de
Lacan, como aparece en el seminario 22, donde el síntoma es del efecto de lo
simbólico en lo real. El inconsciente es, de acuerdo a esta concepción, lo que
responde del síntoma, y a la vez puede ser responsable de la reducción de
este (Lacan, 1974). El inconsciente se muestra así como una elucubración de
saber sobre el síntoma y adormece de sentido por la articulación significante
que promueve, adormece de lo real sintomático ligándolo con el sentido,
ligando la energía libre en las representaciones. (Schejtman, F., 2012)
Esto afirma aun más lo antes dicho respecto a nuestro caso de fobia: es
el goce lo que en este caso se presentifica, el goce no regulado por la función
fálica el que irrumpe, el que causa la angustia y el que obliga al sujeto a
armarse con una fobia, una fobia que lo ponga a distancia de ese goce.
32
Los distintos estatutos del síntoma en la clínica
Se pueden reconocer distintos estatutos del síntoma. El primero de
ellos, es el de una neurosis antes de ser afectada por el dispositivo analítico y
en la que el síntoma aun no ha devenido un problema para el sujeto que lo
porta. Se trata del síntoma de una neurosis no desencadenada, adormecida,
un síntoma que no es sentido como tal por aquel que lo porta, en el que la
lucha defensiva secundaria logró una armoniosa relación del yo con el síntoma,
que aún no se ha quebrado. El síntoma desde esta perspectiva aparece como
solución, antes que un problema, siendo una formación de compromiso,
teniendo este una ganancia que impide que se perciba padecimiento alguno.
De esta forma se evita el encuentro con lo más real del síntoma.
Para comenzar un análisis se requiere que fracase esa solución. Que el
síntoma pase a ser un estorbo, un problema. Es ahí que aparece un segundo
estatuto del síntoma: el padecimiento del síntoma, es decir el
desencadenamiento de la neurosis. De esta forma se hace presente esa cara
de goce del síntoma, desprovisto de sentido y de significantes que hagan un
tratamiento de ese goce, de esa forma se devela lo más extranjero y ajeno que
representa el síntoma para el sujeto, cuyo encuentro produce el encuentro con
lo real y la señal de angustia.
Para que haya síntoma analítico, tercer estatuto del síntoma, es
necesario traspasar el umbral de la entrada de análisis posibilitando una
transformación del sujeto y del síntoma que padece. El síntoma es capturado
por el dispositivo psicoanalítico y puesto en forma, se vuelve analizable y el
instrumento mismo de la operación analítica. El síntoma analítico comprende la
inclusión del analista en su estructura.
Lectura del caso L. a la luz de los distintos estatutos del síntoma.
Los tres estatutos del síntoma se encuentran presentes en el caso L. En
un principio vemos que en el niño hay ausencia de síntoma, lo cual se lo puede
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pensar como un periodo de estabilización; resta preguntarse qué tipo de
estabilización es esa. Creo que se puede plantear una estabilización mediante
una identificación con el padre por medio de ser su clon, tomando de él una
imagen que le permite constituir un cuerpo. Se trata del segundo estatuto del
primer estatuto del síntoma descrito.
En un segundo momento es en el que se produce los terrores
nocturnos, parece que ha ocurrido un desencadenamiento, se puede
hipotetizar que este es producto de la pelea que L. tiene con su padre, donde
presuntamente esa identificación que mantenía con el cae. Este hecho deja a
L. sin protección ante el goce paterno del cual no puede separarse; el goce
pulsional irrumpe, fragmentando su imagen corporal produciendo la
presentificación del objeto angustiante.
Por último el tercer periodo en el que el niño desarrolla una fobia a los
murciélagos, en análisis. Esta fobia parece poner a distancia al niño de su
goce, produciendo un efecto de castración, restituyendo la imagen corporal
cesando los ataques de angustia; al mismo tiempo permite ejercer una
separación del goce paterno.
Consecuencias: La fobia como placa giratoria.
A la Luz de los desarrollos del seminario 10, la fobia no puede aparecer
como algo que suprime por completo la angustia. Hay un resto que no queda
abolido por la fobia y su creación significante.
A la altura del seminario 16, la neurosis es presentada en las maniobras
del sujeto en el registro especular para proteger su narcisismo y hacerse amar
por el Otro, funcionando el objeto a como un obstáculo para mantener esa
imagen, debido a la imposibilidad para hacer entrar este objeto dentro de la
imagen.
Lacan toma la noción de anaclitismo y le da una torsión particular,
designando como relación anaclítica y perversa, aquella en la que el sujeto
tiende a tapar con el objeto la falta del Otro, siendo esto un tipo de relación
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perversa, en el sentido del cuerpo fragmentado por pulsiones parciales; distinto
del narcisismo que se produciría en una neurosis.
Tomando esta teorización de la relación anaclítica, Lacan plantea una
concepción en la que aborda la categoría clínica de la fobia, describiéndola
como si esta fuera una “placa giratoria”, siendo la fobia, en una perspectiva
temporal, un desplazamiento de la relación anaclítica con el Otro hacia el
narcisismo; es decir, el narcisismo, la asunción de una imagen y la constitución
de un cuerpo, impacta profundamente sobre la relación anaclítica anterior,
produciendo una perturbación profunda de esta. Esto, desde un punto de vista
estructural, se puede pensar como una superposición de la imagen especular
sobre el objeto a, en la que la organización narcisista se opone y desplaza la
posición perversa anterior. (Cf., Mazzuca, R., 2010, P. 226). La fobia de esta
forma, es ubicada, como el primer eslabón en el paso hacia una neurosis. Esto
es consecuente con la concepción de la fobia como introductoria de la
estructura neurótica. Al respecto Lacan dice: “Se revela entonces, la verdadera
función de la fobia, que es sustituir el objeto de la angustia por un significante
que atemoriza porque respecto del enigma de la angustia, la relación señalada
como peligrosa es tranquilizadora” y “No debe verse a la fobia en absoluto
como una entidad clínica, sino como una placa giratoria (...) ella vira muy
frecuentemente hacia los dos órdenes de neurosis, histeria y neurosis
obsesiva” (L
acan, J., 1969, P
. 280)
CONCLUSIONES
Luego de un vasto recorrido por la obra de Freud y Lacan ha llegado el
momento de concluir. En principio se propuso localizar la función de la
angustia. En Freud se encontró que la función de esta era producir un estado
de expectativa frente a un peligro, siendo este peligro siempre el peligro
exterior de la castración. De esta forma la función de la angustia queda ligada
a ser una defensa contra la castración. Sin embargo la enseñanza de lacan
produjo una crítica contra esta postura. Así encontramos una concepción de la
angustia, como señal de lo real, ante lo cual nos defendemos con la castración
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y la puesta en marcha de los mecanismos defensivos, de modo que el resto de
goce que representa el objeto a, queda velado, barrido del cuerpo,
posibilitando la aparición del deseo.
Al principio de este trabajo se propusieron dos hipótesis. La primera
versaba sobre la angustia que se produce ante el objeto fóbico, distinguiéndola
de la angustia que Freud delimita en el síndrome de Neurosis de angustia.
Como se vio, esta angustia se caracteriza por no estar asociada a ninguna
representación, por deberse a un aumento de la excitación sexual y por
carecer de mecanismo psíquico. Se ofrecieron contenidos teóricos suficientes
para homologar este síndrome a lo que Lacan llama encuentro con lo real, es
decir, el encuentro con el objeto a cuando este se presentifica sin la mediación
de lo simbólico y lo imaginario, produciéndose un exceso de goce. Por otra
parte se caracterizó a la fobia como un tratamiento de ese goce excesivo
mediante la producción de un objeto significante ante el cual se produce miedo
y caracterizamos al fóbico como alguien que mantiene su deseo en la angustia.
Así de esta forma se demuestra la hipótesis de dos formas distintas, por un
lado la angustia en la que se mantiene el deseo el fóbico no puede ser la
misma angustia producto de lo real, ya que en ella encontramos una
construcción significante que permite ceder este objeto de goce al campo del
Otro, articulándolo alrededor del deseo de este Otro. Por otra parte, en esa
angustia encontramos y este es el segundo punto una construcción
significante que permite decir algo acerca de qué es lo que angustia, tornando
está en miedo.
Esta cuestión de que el sujeto fóbico sostiene su deseo en la angustia,
lleva a comprobar la segunda hipótesis que guió este trabajo. La hipótesis era
que el fóbico no sostiene su deseo en un artefacto simbólico/imaginario como
lo es el fantasma. Por lo tanto encontramos que el fóbico mantiene un deseo
prevenido respecto a un Otro que se presenta como omnipotente, sosteniendo
continuamente este deseo en una relación angustiante con este Otro.
Eso deja la cuestión del síntoma y de cómo este se estructura sin una
estructura fantasmática que le provea un sentido o una ganancia secundaria de
la enfermedad. Con Freud se obtiene esta respuesta: Lo único que se puede
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considerar como formación de síntoma en la fobia, es reprimir al agente de la
castración y sustituir a este por un objeto fóbico. Es ante este objeto fóbico que
se pueden producir evitación e inhibiciones, al modo de una lucha defensiva
secundaria contra esa angustia que se desprende ante la presencia de dicho
objeto. Por otra parte esto es coherente con lo que se obtiene desde la última
enseñanza de Lacan, pensando al goce como el síntoma que obliga a trabajar
al inconsciente. Lacan nunca deja de destacar el papel de la fobia ante el goce,
ya sea como suplencia del nombre del padre donde este falla o introduciendo
la estructura neurótica del narcisismo a la fuerza sobre el cuerpo del
autoerotismo (Como placa giratoria). En fin, la fobia como el principal auxiliador
ante la producción de angustia y como un tratamiento de este goce sintomático
que Lacan postula en su última enseñanza.
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