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Perícopa: Génesis Cap.

4, 1-16

Relación con el contexto mayor.


El Génesis se divide en dos partes desiguales. La primera parte son los relatos de los
orígenes que se encuentran en los capítulos del 1-11, y la segunda parte es la historia
patriarcal, que se ve evidenciada en los capítulos del 12-50.
El contexto mayor de este texto del fratricidio de Caín a Abel claramente está ubicado en
los primeros once capítulos del libro de Génesis, los cuales son un pórtico a la historia de
salvación, que es el objeto de toda la Biblia; estos primero capítulos se remonta a los
orígenes del mundo y abarca en su perspectiva a la humanidad entera. Relata la creación del
universo y del hombre, la caída original y sus consecuencias, y la perversidad creciente
castigada con el diluvio. La tierra se repuebla a partir de Noé, pero las listas genealógicas
cada vez más restringidas concentran el interés en Abrahán, padre del pueblo elegido.
En sí Gn 1-11, trata de dar respuesta a una serie de cuestiones relevantes sobre el origen del
mundo, del género humano, sobre la vida y la muerte, sobre el bien y el mal.


 Crítica Literaria
 La crítica literaria se dedica a las anomalías, uniformidades y desigualdades que se
observan en los
 textos. Con ello logra delimitar unidades temáticas, investiga la integridad, restaura
el orden original a veces
 cambiado, determina la autenticidad (es decir, si un texto proviene o no de tal o cual
autor), determina la
 relación literaria de dependencia y descubre las fuentes escritas y orales de los
textos.

 5.5 Cambios estilísticos


 Ya sabes que cada autor tiene su estilo propio. ¿Qué hace al integrar en su obra una
pieza cuyo estilo
 le choca? Puede cambiarlo, introduciendo otros términos, construcciones, modos
verbales.
 Para empaparse del estilo de un autor hay que leer, releer y releer una y otra vez su
obra y
 compararla con otras. Es imposible presentar aquí todos los estilos
neotestamentarios; pero a modo de
 ejemplo valgan algunas muestras.
 Me unió unidades originalmente independientes con un sencillo y (kai) (Me 1:40;
2:23; 7:1; etc.); o
 con a continuación o inmediatamente (kai eurhys) (1:12,21; 6:45). Me emplea 41
veces el adverbio euthys.
 También dice de nuevo (kai palin) (2:1.13; 3:1; 4:1; etc.).
 Mt en cambio prefiere unir unidades con el giro he aquí (kai idoú) (Mt 8:2.24; 9:2;
12:10; etc.); y
 sobre todo con entonces (tote) (2:16; 3:13; 4:1; 9:14; etc.).
 Le también tiene formulaciones preferidas: la partícula griega de, que a veces se
traduce como pero
 y otras veces no tiene equivalente castellano (Le 2:40; 7:2.36; 8:19; etc.). También
emplea sucedió que
 (egéneto) (1:5.8; 2:1; 6:12; etc.).
 También hay indicaciones cronológicas que sirven de nexo entre historias: en
aquellos días, Me 1:9;
 8:1; en aquel tiempo, Mt 1 1125; 12:2; después de esto, Le 5:25; 10:1. •
 Le cambia frecuentemente el presente histórico de Me por un pretérito: Me 1:21;
2:8; 2:25; 3:4 - Le
 4:31; 5:22; 6:3; 6:9.
 También cambia formas verbales finitas de Me por construcciones con participio:
Me 4:1; 6:7;
 11:11; 12:18-Le 8:4; 9:1; 19:45; 20:27.
 Además Le gusta de septuagintismos, o sea imitaciones de lenguaje o estilo de la
versión griega del
 AT, la LXX. Este lenguaje aparece sobre todo en Le 1 y 2.
 Le también pule o refina el estilo marcano: p.e. remplaza la cama baja y pobre
(lecho) (krábatos) de
 Me 2:11 por la camilla elegante (kline.. Le 5:24. Sustituye la expresión más común
para ciruja (rafís) de Me
 10:25 por una más refinada (belone,, Le 18:25.
 En ocasiones también se omiten directamente expresiones y frases difíciles u
oscuras: Tanto Mt 8:2-
 4 como Le 5:12-16 omiten la dura frase de Me 1:43.7
A partir de estos diferentes cuerpos de tradición, el crecimiento del Pentateuco tuvo lugar
en varias etapas, pero es difícil determinar con precisión sus fechas. Las tradiciones
yahvista y elohísta se combinaron en Judá hacia el final de la época monárquica, acaso
bajo el reinado de Ezequías, en que sabemos por Pr 25 1 que se compilaron antiguas obras
literarias.
Hemos visto que la misma incertidumbre afectaba a muchos de los problemas que plantea
la composición del Pentateuco. Ésta se ha prolongado al menos durante seis siglos y
refleja los cambios de la vida nacional y religiosa de Israel. Con todo, y a pesar de tales
vicisitudes, el desarrollo aparece finalmente homogéneo. Hemos dicho que las tradiciones
narrativas se remontan en sus orígenes a la época en que se estaba formando el pueblo
de Israel. Las mismas observaciones, algo matizadas, valen para las secciones legislativas:
éstas contienen un derecho civil y religioso que ha evolucionado junto con la comunidad a
la que regía, pero su origen se confunde con el del pueblo. Esta continuidad tiene un
fundamento religioso: la fe en Yahvé fue la que forjó la unidad del pueblo, la misma fe
unificó el desarrollo de la tradición. Ahora bien, los comienzos del yahvismo están
dominados por la personalidad de Moisés. Éste fue el iniciador religioso del pueblo
y su primer legislador. Las tradiciones anteriores que en él desembocan y el recuerdo
de los acontecimientos que él dirigió se convirtieron en la epopeya nacional; la religión de
Moisés marcó para siempre la fe y las prácticas del pueblo; la ley de Moisés quedó como
norma suya. Las adaptaciones exigidas por la mudanza de los tiempos se hicieron
conforme a su espíritu y se escudaron en su autoridad. Poca importancia tiene el que no
podamos atribuirle con seguridad la redacción de ninguno de los textos del Pentateuco: él
es el personaje central, y la tradición judía tenía razón al llamar al Pentateuco el libro dela
Ley de Moisés.
El primero, los relatos de la “prehistoria bíblica” (Gn 1-11), es algo especial. Describe los
orígenes del mundo y del hombre; lo hace en un lenguaje a la vez sencillo y figurativo,
simbólico. Ese lenguaje se acomoda a la mentalidad de un pueblo remoto en la historia,
pero es el vehículo de transmisión de verdades humanas fundamentales. Son el prólogo y
presupuesto de la historia de la salvación. Las afirmaciones bíblicas se refieren a Dios,
creador y sustentador del mundo y del hombre, o al hombre; es importante su repuesta a
los dones de Dios.
Las tradiciones afirman que Dios creó al mundo, como al hombre y la mujer; hablan de la
unidad del género humano, de la desobediencia del hombre y la mujer a Dios, de la
situación ulterior de los hombres ante Dios.
Hay una degradación progresiva: se añaden pecados individuales y sociales a la
desobediencia original. Dios reacciona: castiga al hombre y pone límites a sus
pretensiones desmedidas. Así, las tradiciones bíblicas sobre los orígenes son la exposición
de unas cuantas verdades fundamentales, que se relacionan con el dogma; su veracidad,
para el creyente, está garantizada por Dios.
Son también la respuesta a los grandes interrogantes del hombre, incluso del que
prescinde de la revelación: de dónde vengo, quién soy, a dónde me encamino. Afirman
hechos y, si son ciertas las verdades afirmadas en los primeros capítulos del Génesis y en
los textos bíblicos que se hacen eco de ellas, los hechos presupuestos son reales, aunque
sea difícil delimitar su contorno preciso por su expresión en un lenguaje mítico o
simbólico. El lenguaje es el propio de una época y cultura. Eso ocurre en todas las culturas
en relación con los orígenes. El testimonio es importante, pero no delimita ni precisa el
contorno de las afirmaciones que son objeto de fe.
El fundamentalismo podría calificarse como una tendencia que concibe la palabra de Dios
como algo inmutable, monolítico y atomizado; dado de una vez para siempre, por lo que
solo cabría su repetición. Ahora bien, esa concepción de la palabra de Dios no es salvífica.
Características:
La lectura fundamentalista no tiene en cuenta el desarrollo histórico de los textos bíblicos.
La revelación y la inspiración se concibe de manera desencarnada, como si ellas
aseguraran la Inerrancia de un dictado palabra por palabra del Espíritu al escritor.
La lectura fundamentalista de la biblia es etnocéntrica, antropocéntrica, monocultural,
monoteísta, homofóbica, patriarcal, misógina, clasista, racista, colonialista y acrítica.
La interpretación fundamentalista reclama una obediencia incondicionada a doctrinas
rígidas y rechaza todo cuestionamiento crítico y científico llevando a un “suicidio del
pensamiento” “epistemicidios”.

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