Está en la página 1de 4

Nombres

Esmeralda Altagracia Castillo

Matriculas

19-MPSS-6-059

Profesor (a):

Berkis E. Castillo Polanco

Materia:

Psicología Anormal

Tema:

Ensayo

Fecha:

24/07/2020
Introducción
La Evaluación Psicológica es “la disciplina de la Psicología que se ocupa del
estudio científico del comportamiento (a los niveles de complejidad
necesarios) de un sujeto (o un grupo especificado de sujetos) con el fin de
describir, clasificar, predecir y, en su caso, explicar y controlar tal conducta.
Clasificación y evaluación
El diagnóstico un paso importante en el proceso de identificación y clasificación de una
condición clínica. Un diagnóstico correcto es útil, no sólo como una forma de clasificar
una condición, sino también como base de un tratamiento eficaz. El diagnóstico
equivocado de Robert Bjorklund llevó a la estigmatización y a una terapia inadecuada.
El diagnóstico correcto, trastorno del estado de ánimo bipolar, llevó al tratamiento que
le permitió a Bjorklund participar completamente en la vida de la comunidad y promover
su educación. Cuando se le dio el tratamiento adecuado, la depresión de Pete Harnisch
mejoró. El diagnóstico correcto orientó el tratamiento que también hizo maravillas con
su pitcheo.
Durante mucho tiempo se ha reconocido la necesidad de clasificar los distintos tipos de
personalidad y de problemas personales. Desde la época de Hipócrates, los sistemas de
clasificación se han revisado de manera continua para incluir nuevos conocimientos y
puntos de vista cambiantes. No obstante, la clasificación de la conducta anormal se
encuentra todavía en una etapa inicial de evolución, en parte debido a la naturaleza
arbitraria del proceso de etiquetar a las personas. Por ejemplo, no existe un punto
preciso en el que un bebedor en exceso se convierte en un alcohólico declarado o
cuando la tensión que se siente al estar solo en una habitación extraña se convierte en
un miedo intenso conocido como claustrofobia. El enfoque de los autores hacia la
psicología anormal tiene implicaciones definidas para el proceso de clasificación.
Este enfoque sostiene que la conducta anormal se debe entender en el contexto de
varios factores: los eventos estresantes recientes en la vida de una persona, como el
duelo o la pérdida del trabajo; las vulnerabilidades generales de la persona, tales como
una tendencia hacia la baja autoestima (que tal vez se genere por experiencias durante
los primeros años de la niñez o por un sistema nervioso muy reactivo); y aquello con lo
que cuenta el individuo, como las habilidades para el afrontamiento, la capacidad
intelectual y la familia y los amigos que quieren y pueden ayudar. Un valor
especialmente importante al afrontar el estrés es la resiliencia, la habilidad para pensar
con claridad y funcionar bien, a pesar de las circunstancias adversas. A través de los
años, la clasificación o diagnóstico ha tenido varios significados: la simple asignación de
un nombre o etiqueta, así como una afirmación que proporciona información sobre
varios aspectos de un caso en particular. (Las raíces de la palabra diagnóstico significan
“conocimiento detallado”).
Las clasificaciones oficiales de las enfermedades mentales se empezaron a usar en
Estados Unidos en 1840, con la adopción de un esquema de clasificación de un concepto.
En el censo de ese año, “idiotez” fue la única categoría que se dio a las enfermedades
mentales. Los trastornos de la personalidad y retraso mental están codificados en el eje
II. Estas condiciones empiezan en la niñez o adolescencia y continúan hasta la edad
adulta sin sufrir muchos cambios. Los ejes I y II están separados, de modo que, cuando
se evalúa a los adultos, se toman en cuenta estas características continuas, que pueden
afectar las habilidades cognitivas, sociales o motrices o la habilidad para adaptarse.
El eje II también se puede utilizar para señalar características prominentes de la
personalidad desadaptada que no llegan a los límites de un trastorno de la personalidad.
Este eje puede no distinguir con suficiente claridad entre los estilos o rasgos de la
personalidad que se observan comúnmente, que parecen provocar pocos problemas
para el individuo, y los estilos de personalidad rígidos y desadaptados en forma evidente
que llevan a la infelicidad o ineficiencia personal. Sin embargo, con todas sus
imperfecciones, este intento por incluir los factores de la personalidad en la clasificación
psiquiátrica es un paso adelante. La composición de las poblaciones de Estados Unidos,
Canadá y muchas otras naciones han sufrido grandes cambios en las últimas décadas, y
hay muchos más por venir. El DSM tiende a reflejar el punto de vista de la civilización
occidental respecto de los trastornos mentales, pero su aplicabilidad está limitada a los
diferentes grupos étnicos, raciales y culturales en Estados Unidos (Regier y cols., 2002).

La entrevista sigue siendo el instrumento de evaluación que se emplea con mayor


frecuencia. Las entrevistas clínicas son de dos tipos: de evaluación y terapéuticas. El
propósito de la entrevista de diagnóstico (o evaluación) es recopilar información y
evaluar la conducta. Con base en la conducta verbal y no verbal del paciente durante la
entrevista, el entrevistador trata de comprender la razón por la cual éste solicita ayuda
y qué se puede hacer desde el punto de vista terapéutico.

La entrevista terapéutica (o sesión de terapia) ocurre después de que se realizó una


evaluación preliminar. Su objetivo es modificar la conducta y las actitudes desadaptadas.
Por lo general, en las entrevistas participan dos individuos, el entrevistador y el paciente,
aunque en ocasiones se incluyen a otras personas, como los miembros de la familia.
Estos últimos también pueden entrevistarse por separado. Contenido de la entrevista
Los entrevistadores de evaluación tratan de identificar los problemas y determinar la
naturaleza y extensión de la conducta desadaptada. Por lo regular, al principio los
entrevistadores intentan descubrir la forma en que el paciente describe, entiende e
interpreta su propio problema.

En algunos casos, la queja no es específica, como: “Me siento tenso y preocupado todo
el tiempo”. En otros, puede parecer demasiado clara, como: “Mi hijo es hiperactivo; no
puedo controlarlo”. Entonces, el entrevistador puede preguntar acerca de los
antecedentes del problema. Mientras consigue esta información, puede obtener una
mejor comprensión de los agentes desencadenantes de estrés que estaban presentes
en la vida del paciente mientras se desarrollaba el problema.

Conclusion
El objetivo de diagnosticar es clasificar los síntomas en trastornos, y estos
agruparlos en familias, para facilitar su estudio y conseguir el tratamiento
más adecuado. Es una herramienta imprescindible para la comunicación
entre profesionales, y para la sociedad en general. Con una sola palabra
podemos entender muchas veces el origen, el desarrollo, la sintomatología
actual y la evolución aproximada. Podemos decir que es "fácil" y nos facilita.
En cuanto en la entrevista terapéutica indicamos que es aquella que tiene
como objetivo general el facilitar la resolución de las dificultades
psicológicas del paciente mediante un cierto tipo de interacción personal
con un clínico experto o terapeuta.

También podría gustarte