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La motivación: aspecto
clave para un aprendizaje
personalizado
Índice
Esquema 3
Ideas clave 4
4.1. Introducción y objetivos 4
4.2. Influencia de la afectividad y la inteligencia en el
proceso de aprendizaje 5
4.3. Definición y tipos de motivación 8
4.4. La motivación y los valores 11
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A fondo 29
Test 34
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Tema 4. Esquema
3
Ideas clave
Las personas no somos simplemente arrastradas por los impulsos o apetitos, como
sucede en el comportamiento animal. Por una parte, porque sentimos esos impulsos
que nos mueven a conseguir o a evitar algo de manera muy diversa, a través de un
enorme abanico de emociones, sentimientos y pasiones en los que influyen nuestras
creencias y convicciones; y, por otra, porque podemos ejercer cierto gobierno
racional y gestionar inteligentemente, tanto los apetitos como los afectos que los
acompañan.
Comprender por qué una actitud lúdica puede ser muy beneficiosa para hacer más
atractivos los trabajos escolares.
Un excesivo miedo al fracaso o, por supuesto, a las sanciones que puedan acarrear
las tareas mal realizadas, no es, por lo tanto, la mejor condición o el estado idóneo
para el aprendizaje. Amenazar con sanciones es una estupenda forma de conseguir
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que se termine cumpliendo la amenaza, porque añade una dificultad extra a la tarea:
la mala disposición emocional de quien debe realizarla bajo la presión que supone la
amenaza. De igual modo, provocar el aumento de la ansiedad encerrando a los
alumnos en las aulas durante horas, o el malestar que supone permanecer sentado
Los afectos, que son los sentimientos, emociones y pasiones que nos conmueven,
vienen a ser como indicadores y refuerzos asociados a nuestras inclinaciones y
apetitos. Evalúan nuestra situación respecto de ellos. Por nuestros afectos, por la
resonancia o el eco que encuentran en nosotros ciertas situaciones, por la conmoción
que desencadenan en nuestro ánimo, podemos reconocer, de una manera muy viva,
en qué situación tendencial nos encontramos. Si nos sentimos muy tristes tras la
despedida de alguien, ese sentimiento nos revela hasta qué punto teníamos apego
hacia esa persona, es decir, deseábamos estar junto a ella.
Los afectos son noticias, tienen un carácter cognitivo, como han señalado numerosos
pensadores, pero no dan noticias objetivas sobre las realidades externas al sujeto,
sino sobre el propio estado anímico del sujeto.
Pero, además, los afectos positivos, como el placer o la alegría, refuerzan las
conductas que los provocan, mientras que los negativos, como el dolor, o el
aburrimiento, hacen que tratemos de evitarlas.
nos interesa muchísimo desde el punto de vista educativo, porque permite una
pedagogía de los sentimientos» (Marina, 2012, p. 106).
Por otra parte, podemos distinguir entre dos tipos fundamentales de motivación:
Motivación intrínseca. Es aquella que genera la propia actividad que se realiza por
sí misma y por la gratificación que le acompaña. Si lo que me motiva a aprender
es el deseo de saber, o que me resulta gratificante el proceso de aprendizaje, en
ese caso no me mueve nada ajeno a la propia actividad. La actividad motiva por sí
misma porque el realizarla resulta algo atractivo, interesante o placentero.
Como afirma Aristóteles en su Ética a Nicómaco, «hallar gusto en aquello en que debe
hallarse es de la máxima importancia para la virtud moral» (1985, 1172a).
Habitualmente nos conducimos por nuestros gustos, hacemos lo que nos gusta y
tratamos de evitar lo que nos desagrada. Por este motivo, desde el punto de vista de
la unidad de vida, de la integridad y coherencia, que perseguimos en educación
personalizada, es de una importancia crucial que esos gustos y aversiones se
encuentren en sintonía con los valores: que guste lo que es valioso desde el punto de
vista humano, y desagrade lo que sea un contravalor o un valor negativo, es decir,
algo que supone una desviación y un obstáculo en relación a nuestro crecimiento
personal. Los valores negativos son aquellos que entorpecen el camino hacia nuestra
plenitud humana.
«Valor», como indica el propio término, es algo que se relaciona con una valoración
positiva o negativa que hace algún sujeto o algunos sujetos. Sin embargo, existen
valores que son universales, que no son relativos a apreciaciones subjetivas, sino que
todo ser humano cuyo criterio no esté enfermiza o moralmente deformado, admite
como valioso. Por otra parte, también se puede establecer una cierta jerarquía entre
esos valores, como las que establece Max Scheler.
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Los seres humanos tenemos una serie de motivaciones básicas, como la búsqueda de
una seguridad que nos permita desplegar nuestras potencialidades, o el sentimiento
de dignidad, que nos lleva a vivir las faltas de respeto como una injusticia, o a tratar
de guardar el honor propio sin corrompernos. También deseamos trascender, ir más
allá de lo que inmediatamente nos rodea. Detrás de tantos mitos e historias que nos
hablan de largos viajes a tierras ignotas se halla este anhelo humano de
trascendencia, de ir siempre más allá.
De estas grandes motivaciones nacen muchas otras que son más concretas, y de ellas
debemos aprovecharnos como educadores profesionales, como expertos en
educación, para potenciar el deseo de aprender en nuestros alumnos. Con este
propósito, podemos utilizar recursos y técnicas que han mostrado ser eficaces. De
todas formas, lo más importante es saber que, aunque esas técnicas tienen una
eficacia bastante general, cada alumno responde mejor a un tipo de motivación que
a otro, y, por lo tanto, a unas estrategias motivacionales mejor que a otras, porque,
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Es muy importante que en el aula exista un clima o un ambiente que sea adecuado
para el aprendizaje, y en ese clima tiene una incidencia enorme la actitud del
profesor. Como ya hemos visto, ese clima debe ser cálido, acogedor, para que
propicie el encuentro personal. Un clima adecuado de confianza y respeto, en el que
el profesor muestra verdadero interés por cada alumno, mueve a los alumnos a
participar sin temor a ser ridiculizados o menospreciados. El profesor debe dialogar
y fomentar el diálogo, huyendo de los tópicos y los clichés que despersonalizan las
relaciones. Debe llamar a cada alumno por su nombre, y aceptarlo por ser quien es
(y no por ser de una determinada manera).
Un estudio empírico realizado por Ontoria y Molina (1988) demostró hasta qué punto
aprecian los alumnos y les resulta motivadora la actitud de un profesor que es
participativo, amable, que tiene buen humor, o que confía en el potencial de sus
alumnos, y, en cambio, les repele y desmotiva la actitud del profesor autoritario,
distante y rígido, siempre con cara larga, desconfiado y malhumorado, siempre
dando órdenes, siempre gritando, etc.
docencia.
Decía Piaget que la inteligencia es lo que uno utiliza cuando no sabe qué hacer: «sin
embargo, nos pasamos nuestra vida docente creando situaciones en las que
explicamos con todo detalle qué queremos exactamente que hagan nuestros
alumnos, y les ayudamos a hacerlo paso a paso» (Gilbert, 2005, p. 162).
El alumno tiene un conjunto de conocimientos y una visión del mundo que puede
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chocar con una nueva información o, simplemente, puede no saber cómo reaccionar
ante una determinada situación que incluye elementos que le confunde o que no
sabe cómo interpretar. No obstante, una disonancia o incompatibilidad excesiva, en
especial respeto a lo que se espera de los alumnos, a las metas u objetivos que deben
conseguir, puede tener un efecto desmotivador.
Educación Personalizada. Fundamentos
Antropológicos, Filosóficos y Psicológicos
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Tema 4. Ideas clave
Ejemplos de prácticas que ponen en juego esta disonancia cognitiva y la motivación
que le acompaña son: proponer adivinanzas, resolución de enigmas, emplear cierto
grado de suspense en el modo en que el profesor conduce las sesiones, proporcionar
solo algunas pistas que ayuden a realizar las tareas, etc.
Así, el investigador principal, Harry Harlow, concluyó que tanto la curiosidad como la
manipulación despiertan motivaciones cognitivas intrínsecas.
No obstante, el esfuerzo que el alumno tiene que hacer para realizar la actividad no
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Todo esto se debe tener en cuenta para potenciar la conciencia de éxito, es decir,
tanto la dificultad de las tareas como las distintas capacidades y dificultades de los
alumnos, o sus distintos temperamentos, o la dimensión social que es también uno
de los componentes que afecta a la conciencia de éxito. Pero, por regla general, es
bueno graduar de menos a más, y de una forma no abrupta, la dificultad en las tareas
propuestas. También es una buena estrategia, cuando se trata de tareas largas con
objetivos exigentes, fraccionar las tareas en una serie de actividades sucesivas más
sencillas, con objetivos intermedios, que puedan ser paulatinamente alcanzados. De
esta forma, la conciencia de logro se irá incrementando y, con ella, la motivación para
seguir adelante hasta culminar la tarea.
Es importante que el alumno atribuya los éxitos y fracasos a factores que pueda
controlar (esfuerzo, atención, técnicas de estudio, planificación del trabajo). Si cree
que sus fracasos se deben a factores que escapan a su control (el profesor, la propia
ineptitud o incapacidad, la excesiva exigencia, la mala suerte), se siente impotente y
se desanima, pudiendo llegar a un estado de resignación o indefensión aprendida.
El factor o factores que determinan el éxito o fracaso pueden ser considerados, por
el alumno, como internos o externos a él. Pueden ser considerados como causas o
factores que siempre están presentes, que son estables, o que aparecen y
desaparecen, es decir, que son inestables. Y, por último, pueden ser considerado
como factores que afectan a todas las facetas de la vida (atribución global) o solo a
algunas (atribución específica).
Las atribuciones causales negativas, desmotivadoras, son aquellas que, como hemos
dicho, el alumno percibe como incontrolables. Por ejemplo, si el alumno considera
que es poco dotado, estaremos en un caso de atribución estable (eso no va a
cambiar), interna (no depende del entorno sino de la manera de ser) y global (esa
carencia afecta a todo). Si considera que la tarea era demasiado difícil, estaremos en
un caso de atribución externa (esa dificultad no depende del alumno), inestable
(puede variar la próxima vez) y específica. Si el profesor es el causante del fracaso,
estaremos en el caso de una atribución externa, estable (si el profesor no tiene el
detalle de esfumarse) y específica, etc.
Todas estas atribuciones son percepciones del alumno que deben ser modificadas,
en orden a generar una conciencia según la cual los éxitos y fracasos dependen del
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Este mecanismo de profecía autocumplida fue estudiado por dos psicólogos, Robert
Rosenthal y Lenore F. Jacobson, que realizaron un curioso experimento en un colegio
californiano en 1966. En dicha institución, al comienzo del curso, hicieron unos test
de inteligencia a alumnos de entre siete y once años, que mostraron una notable
homogeneidad en los resultados, pero dieron a los profesores una información falsa:
les pasaron una lista con una serie de alumnos que, supuestamente, tenían un
potencial intelectual enorme, y otra lista con los menos capacitados. Al finalizar el
curso, constataron que los alumnos que habían sido considerado por sus profesores
como mejor dotados, debido a la falsa información recibida, obtuvieron mucho
mejores resultados que el grupo de alumnos supuestamente menos dotados, que
actuaron como grupo de comparación.
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Pigmalión
Los refuerzos extrínsecos, es decir, los premios o las sanciones que se emplean para
favorecer o eliminar determinados comportamientos, tienen el inconveniente de ser
una motivación indirecta, es decir, que no aumentan las ganas por realizar las propias
acciones reforzadas, sino por conseguir o evitar las consecuencias que le siguen, es
decir, los propios refuerzos: «En efecto, si uno elige o persigue esto por causa de
aquello, persigue y elige propiamente lo segundo, y por accidente, lo primero»
(Aristóteles, 1985, p. 114). Además, como demostró Deci (cit. en Lieury y Fenouillet,
2016), la motivación externa tiene el efecto de disminuir la motivación intrínseca por
la propia actividad, de la misma forma que lo hace también la competitividad, que
solo fomenta las ganas de superar a los demás, y no las ganas de hacer bien la propia
tarea.
Esta misma actitud, aunque es típica en los niños, puede mantenerse a lo largo de la
vida, y en todas sus facetas, y supone una motivación adicional extraordinaria para
afrontar cualquier actividad. El espíritu lúdico es el de quien se empeña, con
dedicación y cuidado, en dar el mejor cumplimiento posible a cualquier tarea sin
tener en cuenta más razones que la propia obra bien hecha, la obra hecha con
pulcritud (de «pulchrum»: «bello»), y la íntima satisfacción que ello conlleva.
Fomentar esta pulcritud entre los alumnos es ayudarles a que cultiven dentro de sí el
espíritu lúdico como actitud general ante la vida. Ello les proporcionará una
motivación intrínseca que irá en beneficio de su proceso educativo, y de una vida más
participativa y llena de sentido. Quien tiene esta actitud lúdica no es el frívolo que
considera que la vida no tiene un propósito, y por ello actúa de manera banal, sino
quien actúa movido por la idea de que todo cuanto hace es como dar respuesta a un
desafío planteado, como llevar adelante un encargo encomendado personalmente,
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lo que implica que uno ha sido tenido en cuenta desde el principio y no está en este
mundo por casualidad: «Porque, en suma, el hombre solo juega cuando es humano
en la acepción plena del término, y solo es plenamente humano cuando juega»
(Schiller, 2018, p. 77).
Gilbert, I. (2005). Motivar para aprender en el aula. Las siete claves de la motivación
escolar. Barcelona: Paidós.
Polo, L. (1996). Ética. Hacia una versión moderna de los temas clásicos. Madrid:
AEDOS. Unión Editorial.
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Lendoiro, G. (13 de junio de 2016). ¿Por qué los castigos a niños no sirven para nada?
ABC. Recuperado de: https://www.abc.es/familia/padres-hijos/abci-castigos-ninos-no-
sirven-para-nada-201606091359_noticia.html
Lieury, A. y Fenouillet, F. (2016). Motivación y éxito escolar. México D. F.: FCE. (pp. 10-
39). Recuperado de la Biblioteca virtual de UNIR.
En esto tres primeros capítulos de este completo ensayo sobre motivación, se nos
acerca a trabajos experimentales realizados por varios investigadores del ámbito
psicológico y educativo de los que se pueden extraer conclusiones muy interesantes
sobre la importancia de la motivación cognitiva, o sobre las consecuencias negativas
que, para la motivación intrínseca del estudiante, conlleva la utilización sistemática
de los refuerzos externos.
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Si, como hemos visto, la motivación y los aspectos afectivos que envuelven el trabajo
escolar son fundamentales para el proceso educativo en los alumnos, también lo son,
por supuesto, para los profesores que deben facilitar, orientar y animar dicho
proceso. En esta historia, la motivación docente del Profesor Holland sufrirá una
inesperada evolución gracias al contacto con sus estudiantes.
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TED (17 de diciembre de 2014). Carol Dweck: El poder de creer que se puede mejorar
[Archivo de vídeo]. Recuperado de:
https://www.youtube.com/watch?v=_X0mgOOSpLU
escolares.
D. Cuando invita a participar a los alumnos.