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Resumen de Diplomacia, comedia y azar: el Penacho de Moctezuma en las relaciones

México-Austria (1992-2011). Carlos Armando Peimbert Moreno

Este resumen identificará los puntos centrales del texto y destacará sus conclusiones. Para

comenzar, el “penacho de Moctezuma” ha sido incorporado, desde 1996, en las relaciones

entre los gobiernos austriaco y mexicano porque, para ambos, el patrimonio arqueológico

es uno de los pilares de la identidad nacional. Existen dos explicaciones acerca de cómo

llegó la pieza a Austria. La primera relata que hubo un movimiento constante de la “corona

de plumas” y de otros tesoros, el tlatoani1 envió éstos a Hernán Cortés, el capitán se los

hizo llegar a la reina de España y al emperador Carlos V y ellos recorrieron Europa hasta

llegar a Bruselas, donde se exhibieron un tiempo –Alberto Durero los contempló y relató

que las obras se valuaron en cien mil florines de oro. La segunda versión narra que la

reliquia cayó en poder del corsario francés Jean Fleury ya que cuando cometió un acto de

piratería, capturó los obsequios que transportaba el barco hacia España –se conoce que

algunos llegaron a manos de Francisco I. Después de un tiempo, un ladrón vendió el objeto

mexica y los otros regalos, donde fueron comprados, en una subasta, por Fernando de

Austria.

En una línea distinta, una característica llamativa del nacionalismo mexicano es que

forja una identidad común con respecto a una población “diferente” –los antiguos mexicas.

La idea de nación fue desarrollada gracias a las clases cultas que revalorizaron las

civilizaciones mesoamericanas, ésta tuvo como base a la exaltación del pasado azteca, la

denigración de la Conquista y la devoción a Nuestra Señora de Guadalupe. Por otro lado,

con los ojos puestos en el futuro y en Estados Unidos, personajes como Lucas Alamán

indicaban que la Nueva España era el único legado aceptable del que debía partir el nuevo
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Expresión náhuatl usada para denominar a los gobernantes.
país. El patrimonio representa idealmente tres valores fundamentales para el Estado: la

identidad nacional, la continuidad y la unidad, sin embargo, sólo a mitad del siglo XX las

naciones que contaban con ricos patrimonios arqueológicos comenzaron a aplicar medidas

para impedir la exportación de antigüedades. 2 En 1958, Raúl Noriega mandó hacer la

réplica del penacho de Moctezuma porque, en esos años, era impensable que el gobierno

reclamara el original, aunque después México logró recuperar el códice Tonalmatl-Aubin

en 1982 y el Badiano en 1991. A pesar de que la protección de monumentos arqueológicos

es un cimiento importante para los programas culturales de un país, siempre se verá

enfrentado el interés gubernamental y el rigor de las investigaciones; así pues, el cuidado

del patrimonio es un campo de batalla entre el Estado y el científico weberianos.

En cuanto a Austria, sus políticas culturales se han orientado a preservar el prestigio de

sus museos, ya que a diferencia de otros países europeos, no fue una potencia colonial, sino

una entidad política multiétnica que englobaba los territorios de los Habsburgo –éstos

fueron los mayores coleccionistas de arte del mundo, por eso hoy en día es una

“superpotencia” cultural.3 Existen dos explicaciones contradictorias acerca de la corona de

plumas. La primera es que la identidad de esta nación es su patrimonio, además, sin la

aprobación del Parlamento Nacional no se puede disponer del traspaso, donación o

devolución. La segunda premisa coloca al gobierno como víctima, debido a que devolver la

pieza sería un gesto de agradecimiento: la petición de México en la Sociedad de Naciones

permitió que la República austriaca no asumiera culpas compartidas con la Alemania

vencida y, encima, que no pagara los daños causados. Después de la Segunda Guerra

Mundial, Brasil y México formularon la Resolución 613, que exhortaba a las grandes

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Ibíd, 52.
potencias a ponerse de acuerdo con respecto a Austria y, en 1955, ésta suscribió el Tratado

de Estado sobre el restablecimiento de un territorio independiente y democrático con los

países ocupantes. La nación europea agradeció el gesto mexicano, que sería el nuevo pilar

de la relación entre ambos.

En febrero de 1974, Luis Echeverría fue el primer presidente mexicano que visitó

Austria, estrechando así los vínculos binacionales, pero aun con las condiciones internas y

externas propicias para una solicitud mexicana referente al penacho, se llegó al decenio de

1990 sin que hubiera una petición formal del gobierno de México. Gracias a las protestas de

Yankuikanahuak y Antonio Gómora “Xokonoschtletl”, donde defendieron la causa de los

pueblos indígenas americanos y la devolución de la corona de plumas, el arqueólogo

Roberto García Mol –director del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en

ese entonces– envió una carta a Erhard Busek, ministro de Ciencia e Investigación de la

República austriaca, donde solicitó el retorno del quetzalapanecáyotl 4; si se aceptaba la

propuesta, nuestro país hubiera enviado una muestra representativa de bienes culturales

mexicanos e, incluso, una réplica del objeto pedido. Sin duda era un tema complejo porque,

si la restitución se llevaba a cabo, desencadenaría una secuencia de reclamaciones de varias

naciones respecto a sus tesoros exhibidos en toda Europa, asimismo, es de sorprender que

el Estado mexicano, en la segunda mitad de los años 1990, continuara sin tener una

posición oficial en este asunto.

Thomas Klestil, en ese entonces presidente de Austria, tomó la iniciativa y bocetó la

primera oferta de devolución, de hecho, le preguntó a la embajadora de México en ese país,

Roberta Lajous, si la reliquia era importante para su nación, ella respondió

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Penacho de Moctezuma.
afirmativamente. Hay dos razones por las cuales se quería realizar el retorno: para pagar la

deuda de honor y fortalecer la presencia diplomática con su entorno. Esta situación escaló a

tal grado que hubo un debate televisado en el país europeo, donde el representante de ese

Estado había sido invitado por Ernesto Zedillo a visitar nuestro territorio y llevar consigo el

penacho y, aunque el gobierno mexicano nunca lo había pedido, se deseaba su regreso por

su carácter de símbolo nacional.

México mandó una delegación a Viena para manifestar su interés y tratar el asunto por

primera vez, ésta entregó una carta de José Ángel Gurría, entonces secretario de Relaciones

Exteriores, a Wolfgang Schüssel, ministro federal de Relaciones Exteriores de Austria.

Blanca Barragán, descendiente de Moctezuma Xocoyotzin, acusó a la comisión de nuestro

país de intercambiar la carta con la solicitud de restitución por otra –en ésta nueva se

felicitó a los austriacos por el primer milenio de la fundación de su país y se les regaló el

documento original de la protesta mexicana de 1938 (en ningún momento se atendió el

asunto del quetzalapanecáyotl). En nuestra nación, se convocó a una marcha para insistir en

que nosotros debíamos ser los principales interesados, sin embargo, fracasó –al mismo

tiempo, en Viena, Xokonoschtletl encabezó otra con dirección al Museo de Etnología. No

obstante, Roberta Lajous tenía en cuenta que el interés en repatriar el objeto mexica

despertaba recelo en los círculos opositores, por eso decidió buscar simpatizantes para

repercutir en el debate, a pesar de ello, se recibió una negativa rotunda: no había relación de

la corona de plumas con el tlatoani, la adquisición había sido legal y la reliquia se podía

desintegrarse en el traslado.

En 2000, como resultado de las elecciones, Vicente Fox se convirtió en el presidente de

la República Mexicana y su gobierno apostó, ya sea por flojera intelectual o miedo a las
críticas de sus opositores, por considerar versiones alternativas de la historia de nuestro país

a las del Estado post-revolucionario como otras posibles.5 Luis Ernesto Derbez, entonces

secretario de Relaciones Exteriores, le depositó un papelito en el saco del presidente

austriaco, cuya intención era pedirle resolver el asunto del plumero mexica a favor de

México, pero Fischer reaccionó desconcertadamente y a fin de eludir malas

interpretaciones, esclareció que era el Parlamento de Austria era quien decidía. Por otro

lado, la administración panista encontró un socio en Koichiro Matsuura –en su momento

director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y

la Cultura (UNESCO)– para recuperar la pieza y sugerirle a nuestra nación acudir al comité

especializado en la restitución de tesoros culturales –aunque quizá esta respuesta haya sido

sólo una mera interpretación periodística.

Si bien Fox manifestó su interés en solucionar el caso, en los hechos le fue indiferente el

tema del penacho y aun cuando le solicitó a Fischer que resolviera el asunto, jamás emitió

la petición oficial para la devolución. La Cancillería y el INAH le cobraron cada vez más

importancia a la corona de plumas de Moctezuma, sin embargo, el desenlace de la reliquia

dependía de los resultados en las elecciones de 2006, ya que se vinculaba una decisión de

política exterior con el suceder interno, a pesar de que el tema ya no era tan atractivo como

lo fue en la década de 1990.

En un contexto de violencia generalizada y de estancamiento económico en nuestro país,

el gobierno federal, para organizar los festejos del bicentenario de la Independencia y

centenario de la Revolución, adornó el lado este de la Plaza de la Constitución con un

cuadro alusivo a la fundación de Tenochtitlan y con imágenes inspiradas en la piedra del

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sol –denotando así el interés de traer el tesoro prehispánico a México.6 En 2008, el Partido

Verde presentó una iniciativa a la Comisión de Asuntos Culturales del Parlamento de

Austria para obsequiar el plumero de Moctezuma a nuestra nación, la administración

mexicana se adelantó al debate y envió una delegación a Viena para recalcar la disposición

a colaborar. Lourdes Aranda y Alfonso de Maria y Campos, los delegados encargados, se

comprometieron a hacer un lado las discusiones sobre el origen, la autenticidad y

legitimidad del quetzalapanecáyotl para agilizar el proceso devolutivo.

Una circunstancia que pudo haber favorecido a México es que la exministra de Asuntos

Exteriores de Austria, quien se opuso a devolver la pieza en 1996, visitó nuestro país para

promover su candidatura a la Dirección General de la UNESCO y ofrecer su apoyo al

gobierno mexicano para recibir el objeto mexica. 7 Además, el cambio de titular en el

Museo de Historia del Arte de Viena, donde la Dra. Sabine Haag asumió el cargo como

directiva, avivó las esperanzas ya que fue receptiva a las peticiones formales del régimen

panista. La SRE y el INAH, en 2011, presentaron un proyecto colaborativo con autoridades

austriacas para que se enviara la carroza de gala de Maximiliano, el escudo de plumas o

ambos; a cambio del penacho. Por último, se organizaron exposiciones con el objetivo de

sensibilizar a la población respecto al valor de la reliquia, empero todos estos esfuerzos no

dieron frutos y la corona de plumas no pudo ser repatriada.

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Ibíd, 112.

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