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Proceso: 05001-60-00-248-2012-04169

Delito: Injuria y Calumnia


Procesados: Diego Arturo Moncada Ruíz y Alfonso Enrique Mejía Vásquez
Procedencia: Juzgado 2º Penal Municipal de Bello
Objeto: Apelación de sentencia absolutoria
Decisión: Confirma
M. Ponente: Luis Enrique Restrepo Méndez
Sentencia No. 015-2019

REPÚBLICA DE COLOMBIA

SALA DE DECISIÓN PENAL

Medellín, once (11) de junio de dos mil diecinueve (2019)


Proyecto aprobado según Acta No. 051

Procede la Sala a resolver el recurso de apelación interpuesto por el apoderado


judicial de la víctima, en contra de la sentencia proferida el 6 de marzo de este año
por el Juzgado 2º Penal Municipal con Funciones de Conocimiento de Bello,
Antioquia, por medio de la cual absolvió a Diego Arturo Moncada Ruíz y Alfonso
Enrique Mejía Vásquez de los delitos de injuria y calumnia, establecidos en los
artículos 220 y 221 del Código Penal.

1. ANTECEDENTES:

Los hechos que motivaron esta actuación ocurrieron el 15 de mayo de 2012 en el


municipio de Girardota, Antioquia cuando los señores Diego Arturo Moncada
Ruíz y Alfonso Enrique Mejía Vásquez, en representación del sindicato
Sintratextil, elevaron una queja disciplinaria ante el Consejo Superior de la
Judicatura de Antioquia, en la que señalaban a Germán Darío Gómez Echeverri,

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Jefe de Recursos Humanos de Enka de Colombia SA, de realizar una serie de


actuaciones que afectaban la libertad de asociación y el debido proceso de dicho
gremio y realizar despidos unilaterales sin las indemnizaciones previstas por la
legislación Colombiana.

La querella fue presentada el 8 de noviembre de 2012 y la conciliación


preprocesal se realizó el 13 de marzo de 20131.

La formulación de imputación se llevó a cabo el 19 de abril de 2017 ante el Juzgado


2º Penal Municipal con Función de Control de Garantías de Girardota, Antioquia,
donde se les atribuyó a Diego Arturo Moncada Ruíz y Alfonso Enrique Mejía
Vásquez la comisión de un concurso de conductas punibles de injuria y calumnia. No
hubo aceptación de cargos ni imposición de medida de aseguramiento2.

El escrito de acusación se radicó el 14 de julio de 2017 3, correspondiéndole para su


conocimiento al Juzgado 2º Penal Municipal de Bello, dado el impedimento alegado
por los Jueces Penales Municipales de Girardota, Antioquia, lugar de ocurrencia de
los hechos.

La audiencia de formulación de acusación se concretó el 8 de agosto de 2018 4, en ésta


se les acusó en calidad de coautores de los delitos de injuria y calumnia consagrados
en los artículos 220 y 221 del C. Penal.

La audiencia preparatoria se efectúo el 12 de octubre de 2018 y el juicio oral, se


realizó en sesiones del 15 de febrero y 6 de marzo de 2019, fecha en que se anunció el
sentido del fallo de carácter absolutorio y se profirió la respectiva sentencia a favor de
ambos procesados5.

La representación de la víctima recurrió en apelación el fallo.

1
Folio 18.
2
Audiencia de formulación de imputaciones de 19 de abril de 2017. Folio 18.
3
Escrito de Acusación. Folios 2-7.
4
Audiencia de formulación de acusación del 8 de agosto de 2018. Folio 30.
5
Folios 38, 62 y 98.

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2. DE LA DECISIÓN RECURRIDA

Luego de un recuento de los hechos y de las pruebas practicadas durante el juicio


oral, el juez de primer grado consideró que en este evento no se satisfacen las
previsiones contenidas en los artículos 7 y 381 del C. de Procedimiento Penal.

Expuso que contrario a lo manifestado por la fiscalía y la representación judicial de la


víctima, en el juicio oral no pudo demostrarse más allá de lo que las partes
estipularon, al dar por cierto el contenido de la denuncia instaurada por los acusados
ante la Sala Jurisdiccional del Consejo Seccional de la Judicatura en contra de
Germán Darío Gómez Echeverri, en calidad de ejecutivo de la empresa Enka de
Colombia; por tanto, lo que quedó demostrado fue el hecho enunciado, pero no que
éste constituía delito de conformidad con los artículos 220 y 221 del Código Penal, y
mucho menos que los acusados fueran responsables de dichas conductas punibles.

Agregó, que si bien la fiscalía sostuvo que la integridad moral, honra y buen nombre
de Germán Darío Gómez se vieron “mancilladas” con las aseveraciones de los
acusados en su denuncia dado que no se probó cuál fue el acoso, intimidaciones y
constreñimiento que realizaba a los empleados de Sintratextil, también lo es que, en el
juicio no se logró demostrar que lo dicho por los acusados fuera cierto o falso, pues el
objeto del debate no era ese.

Resaltó que mientras la parte ofendida en este asunto fue enfática en afirmar que
jamás ha incurrido en los ultrajes, vejámenes y atropellos que le endilgan el
presidente y el secretario de Sintratextil, y que por el contrario, su actuar en calidad
de directivo de la empresa Enka de Colombia ha estado ajustada a derecho, los
testigos de descargo afirman todo lo contrario, aspecto que no le corresponde
dilucidar a la judicatura pues se trata de la palabra de unos empleados contra la de un
funcionario de la empresa, es decir, si las quejas interpuestas tienen asidero legal o
probatorio es un asunto que debe determinar el juez competente pues las acusaciones
que le endilga el señor Gómez Echeverri a los acusados no fueron objeto de
acusación, tal y como lo explican los artículos 29 de la C. Nacional y 448 del C. de
Procedimiento Penal.

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Frente a este tema trajo a colación algunos apartes del libro “Proceso Penal
Acusatorio” del Dr. Nelson Saray Botero y concluyó que los hechos por los cuales se
dio inicio al proceso, fue la consabida denuncia realizada ante el Consejo Superior de
la Judicatura y no, los panfletos que circularon en la empresa y las quejas realizadas
ante los demás organismos de investigación y control del Estado.

Subrayó que en la sentencia C-422 del 25 de mayo de 2011, la Corte haciendo alusión
a la jurisprudencia del Máximo Tribunal de cierre de la justicia ordinaria, explicó que
los elementos que estructuran el delito de calumnia son: “1) la atribución de un
hecho delictuoso a persona determinada o determinable; 2) que el hecho delictuoso
atribuido sea falso; 3) que el autor tenga conocimiento de esa falsedad y 4) que el
autor tenga la voluntad y conciencia de efectuar la imputación”.

Frente al delito de injuria la mencionada Corporación mediante Auto del 29 de


septiembre de 1983 dijo que el tipo penal se estructura una vez se satisfagan estos
requisitos:

“1) Que una persona impute a otra conocida o determinable un hecho


deshonroso; 2) que el imputado tenga conocimiento del carácter
deshonroso del hecho; 3) que el carácter deshonroso del hecho imputado
dañe o menoscabe la honra de aquella persona; 4) que el imputador tenga
conciencia de que el hecho atribuido tiene esa capacidad de dañar o
menoscabar la honra de la persona”.

Lo anterior para explicar, que en el caso bajo examen no se cumple ninguno de los
requisitos anteriormente señalados, ya que para el delito de calumnia lo que se debe
atribuir es un hecho delictuoso y los que aquí se endilgaban eran atropellos y
vejámenes en que incurría la presunta víctima abusando de su autoridad, de ahí que la
denuncia se elevara ante la Sala Disciplinaria del Consejo Seccional de la Judicatura.

El segundo de los requisitos, continuó, indica que el hecho delictuoso atribuido debe
ser falso, por lo que el escenario natural para aclarar la veracidad o falsedad de tales
afirmaciones es la especialidad laboral, tal y como lo dijo la Sala Disciplinaria del
C.S. de la J, por consiguiente, desde esa óptica y dado que “no se ha dado un

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veredicto frente a esa queja”, no se puede concluir que “los quejosos tengan
conciencia de la pregonada falsedad”, y la misma situación predica acerca de los
demás requisitos, incluso de los del delito de injuria.

Así entonces coligió que los testimonios escuchados en el juicio no arrojan ninguna
luz sobre ese “ánimus injuriandi” al que hace referencia la Corte Constitucional en
sentencia ya referenciada para considerar que la conducta se adecua al tipo penal
descrito en el artículo 220.

Dijo además, que de aceptarse en gracia de discusión, que los delitos atribuidos sí se
tipificaron, de cara a la misma jurisprudencia traída por quien representa los intereses
de la víctima6, no habría lugar a la antijuridicidad que se exige para estructurar el
delito y la responsabilidad de los acusados, pues no se logró demostrar que el bien
jurídico tutelado con los referidos tipos penales, esto es, “buen nombre, integridad
moral, derecho a la honra y al honor”, hayan sido afectados con la queja presentada
por los procesados, toda vez que dichas afirmaciones obedecen a las tensiones
suscitadas en un contexto laboral; en consecuencia, absolvió a los procesados Diego
Arturo Moncada Ruíz y Alfonso Enrique Mejía Vásquez.

3. DEL RECURSO

Contra dicha decisión la representación legal de la víctima interpuso y sustentó de


manera oportuna el recurso de alzada, con miras a que se revoque la sentencia
absolutoria proferida a favor de Diego Arturo Moncada Ruíz y Alfonso Enrique
Mejía Vásquez y en su lugar sean condenados por los delitos de injuria y calumnia;
como quiera que de las pruebas presentadas y practicadas en juicio se probó más allá
de duda razonable, la ocurrencia de los hechos y el compromiso penal de ambos
implicados.

La extensa argumentación que sustenta su inconformidad puede resumirse así:

6
Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Penal. Radicado 34093 del 14 de diciembre de 2011.

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“1) De la Estipulación Probatoria”:

En este acápite la censora trajo a colación la estipulación probatoria ingresada al


inicio del juicio oral consistente en que “Diego Arturo Moncada Ruíz y Alfonso
Enrique Mejía Vásquez presentaron queja escrita ante el Consejo Superior de la
Judicatura el 15 de mayo de 2012, radicada allí como investigación disciplinaria No.
050011102000201201388 y que esta investigación se declaró terminada según el
Acta de Audiencias del 12 de noviembre de 2014, por encontrar la referida
Corporación que el investigado no es sujeto disciplinable conforme la Ley 1123 de
2007, artículo 19, decisión que fue ratificada en segunda instancia en decisión del 11
de diciembre de 2014. Estipulación que tiene sustento en la misma queja presentada
por los acusados”.

Frente a ésta le asisten dos reparos fundamentales y es que i) si se revisa el contenido


del acta correspondiente a la audiencia de juicio oral del 15 de febrero de 2019, se
observa que ninguna constancia quedó dentro de la misma en cuanto a la formulación
de esa estipulación entre las partes, lo que en su sentir, se hace necesario para
verificar las condiciones en qué fue incorporado dicho documento, pues no se
permitió una lectura integra de éste ni que se formulara ninguna pregunta y ii) “que al
considerar tan significativo documento, son múltiples las repercusiones que se
derivan, ya en concreto, en lo que toca con fallo recurrido (sic) y que centra nuestra
atención, en el plano probatorio”.

Advirtió entonces, que de considerarse el contenido concreto y especifico de la queja


formulada por los acusados en contra de su representado, las conclusiones a las que
habría de llegarse son opuestas a las ofrecidas por el juez de instancia, de ahí que
“invite” a hacer un análisis puntual de ésta para determinar si es cierto o no que se
materializó infracción a la ley penal y de otro lado, si está demostrada, más allá de
toda duda la responsabilidad de los acusados.

“2) Identificación de contenidos en la queja”

Analizó puntualmente las “manifestaciones jurídicamente relevantes” insertas en la


mencionada queja y señaló que de la misma se coligen i) La configuración del delito

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de calumnia, porque hay una clara imputación de conductas típicas en relación con la
víctima Dr. Germán Darío Gómez, las cuales quienes las formulan saben y son
conscientes de su falsedad, pues si una persona en relación a otra, predica que
“calumnia, constriñe ilegalmente a otros, viola los derechos de reunión y asociación
y viola la libertad de trabajo de terceros”, ¿se están formulando imputaciones de
conductas típicas? La respuesta-según la recurrente- tiene que ser afirmativa y; ii) La
configuración del delito de injuria en los términos del artículo 220 del C. Penal ya
que en dicha queja se afirmó que Germán Darío Gómez “falta a los principios éticos
de la profesión o actúa con premeditación e incurre en violación de la ley
colombiana” (sic), es decir se atentó contra el buen nombre, la reputación y en
términos generales, la honra de un abogado, en los términos en que lo explicó la
Corte Constitucional en sentencia C-417 de 2009.

“3) La exceptio veritatis”

En este punto sostuvo que a quien pretende amparar su actuación dentro de la


denominada exceptio veritatis o excepción de la verdad, contemplada en el inciso 1º
del artículo 224 del C. Penal, le corresponde demostrar la veracidad de lo que
expresa, pues el a quo considera que es el agraviado quien tiene la carga de la prueba
y debe demostrar que él ha actuado de manera correcta y ajustada a la ley.

Reprochó además la afirmación del funcionario de primer grado cuando señaló que el
“agraviado debió haber traído al proceso, por sí o por medio de la fiscalía, una
prueba pericial que demostrara los derechos vulnerados”, cuando no es “dable
allegar al proceso” dictámenes en materia de infracciones o afectaciones a la ley,
pues esa es la labor del juez.

“4) Sobre el Ánimus Injuriandi”

Criticó que el juez de primera instancia aseverara que “…de la lectura que cabe
hacer a esa denuncia es que ellos le dan visos de verdad a lo que están denunciado,
no de otro modo se podría entender que hayan acudido a una entidad estatal para
colocar dicho asunto en sus manos”, pues de ésta fácilmente se aprecia i) que
descartó el ánimus injuriandi porque se acudió a la autoridad y ii) que como quienes

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presentan tal queja “le dan visos de verdad”, se debe entender que ello descarta el
ánimus injuriandi.

Cuando en su consideración, de un lado, nada tiene que ver que se haya acudido a la
autoridad para formular la queja disciplinaria y de otro, que precisamente al dar esos
“visos de verdad” a sus imputaciones injuriosas y calumniosas lo que se evidencia es
el dolo en su actuar y trae a colación la sentencia C-489 de 2002.

“5) Sobre la antijuridicidad material”

Dijo el juez de primer grado que en este evento no se conjuga el juicio de


antijuridicidad material que debe acompañar la lesividad propia, pues se trata de una
controversia laboral entre partes, afirmación que no comparte, en primer lugar porque
frente a los delitos de injuria y calumnia no es necesario que la imputación se
difunda, publicite o sea conocida por terceros, tal y como lo explicó la Corte
Constitucional en Sentencia C-635 de 2014, y en segundo orden, porque se estaría
desconociendo la libertad de configuración del legislador en materia penal y el juicio
anticipado de valoración que en relación con esa conducta efectúe el mismo y la eleve
a la categoría de delito (Sentencias C-489 de 2002 y C-442 de 2011).

“6) La superación de toda duda”

Resaltó el a quo que la fiscalía no logró demostrar, más allá de toda duda razonable,
ni la materialidad de la infracción ni la responsabilidad penal de los acusados; no
obstante, considera que la materialidad de la conducta quedó ampliamente establecida
en el documento o queja que contiene las afirmaciones injuriosas y calumniosas por
parte de los procesados además el ánimo con el que éstos procedieron, restando
entonces por examinar si está demostrada o no, la responsabilidad penal de los
acusados, la misma que se acredita con su actuar culposo ya que tenían pleno
conocimiento de la existencia de la prohibición contenida en la norma.

Concluyó que no se trató de una controversia inter partes sobre lo que uno piensa y
opina del otro, ni que el agredido haya demostrado su acogimiento y apego a la ley, lo
que se trata es de valorar las conductas en su dimensión, pues ataca el buen nombre,

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la honra y la integridad del hoy afectado, lo que se adentra en el campo del derecho
penal, por lo que no es de recibo la tesis del juez de instancia referida a la existencia
de duda, de ahí que reitere su petición en el sentido de que se revoque el fallo
absolutorio y en su lugar se condene a los procesados.

No hubo pronunciamiento de los sujetos no recurrentes.

4. CONSIDERACIONES DEL TRIBUNAL

1. En primer término ha de manifestarse que esta Sala posee la competencia para


abordar el estudio de la decisión proferida por el a quo, en virtud del factor funcional
determinante de la misma, consagrado legalmente en el artículo 34 numeral 1º de la
ley 906 de 2004.

2. En el presente caso, el problema jurídico postulado por el recurrente tiene que ver
con establecer si en el asunto bajo examen se satisfice, como lo sugiere ese
interviniente, el estándar probatorio de que trata el artículo 381 del C. de P.P. para
proferir sentencia condenatoria.
3. Para responder al problema jurídico postulado por el recurrente, este Tribunal en
primer término recordará cuál es el estándar probatorio que consagra el ordenamiento
adjetivo como requisito para soportar una decisión de condena; luego, empezará el
análisis de la prueba examinando en primer término el contenido de las estipulaciones
probatorias, que para el caso resultan de vital importancia; superado lo anterior,
evaluará el contenido de la prueba arrimada al juicio frente a la estructura dogmática
de los punibles objeto de acusación, a fin de concluir en tal contexto si los reparos
postulados por el ente acusador encuentran respaldo en la realidad probatoria.

4. Respecto al grado de certeza al que debe arribar el juez a efectos de emitir un juicio
de reproche contra el pasivo de la acción penal, el Máximo Tribunal de la Justicia
ordinaria, ha dicho:

“Ahora bien, en punto de la consecución de la verdad a partir de la adecuada


ponderación de las pruebas, el artículo 5º de la Ley 906 de 2004 dispone que
“en ejercicio de las funciones de control de garantías, preclusión y

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juzgamiento, los jueces se orientarán por el imperativo de establecer con


objetividad la verdad y la justicia” (subrayas fuera de texto).

La verdad se concreta en la correspondencia que debe mediar entre la


representación subjetiva que el sujeto se forma y la realidad u objeto
aprehendido por aquél, que, tratándose del proceso penal, apunta a una
reconstrucción lo más fidedigna posible de una conducta humana con todas
las vicisitudes materiales, personales, sociales, modales, sicológicas, etc., que
la hayan rodeado, a partir de la cual el juez realizará la pertinente
ponderación de su tratamiento jurídico de conformidad con las disposiciones
legales, para ahí sí, asignar la consecuencia establecida en la ley, lo cual vale
tanto para condenar, como para absolver o exonerar de responsabilidad
penal.
(…)
La convicción sobre la responsabilidad del procesado “más allá de toda
duda”, corresponde a un estadio del conocimiento propio de la certeza
racional7 y, por tanto, relativa, dado que la certeza absoluta resulta imposible
desde la perspectiva de la gnoseología en el ámbito de las humanidades e
inclusive en la relación sujeto que aprehende y objeto aprehendido.

Por tanto, únicamente cuando no se arriba a dicha certeza relativa de índole


racional ante la presencia de dudas sobre la materialidad y existencia del
delito investigado o sobre la responsabilidad del acusado, siempre que, en
todo caso, dichas dudas tengan entidad y suficiencia como para crear
incertidumbre sobre tales aspectos que tienen que ser debidamente
acreditados con medios de prueba reales y posibles en cada caso concreto, no
con elementos de convicción ideales o imposibles, ahí, en tal momento, es
posible acudir a la aplicación del principio in dubio pro reo, esto es, resolver
la vacilación probatoria en punto de la demostración de la verdad, a favor del
procesado.

Así las cosas, no resulta conforme con la teoría del conocimiento exigir que la
demostración de la conducta humana objeto de investigación sea absoluta,
pues ello siempre será, como ya se dijo, un ideal imposible de alcanzar, en
cuanto resulta frecuente que variados aspectos del acontecer que constituyó
la génesis de un proceso penal no resulten cabalmente acreditados, caso en el
cual, si tales detalles son nimios o intrascendentes frente a la información
probatoria valorada en conjunto, se habrá conseguido la certeza racional,
más allá de toda duda, requerida para proferir fallo de condena.

Por el contrario, si aspectos sustanciales sobre la materialidad del delito o la


responsabilidad del acusado no consiguen su demostración directa o
indirecta al valorar el cuadro conjunto de pruebas, se impone constitucional y
legalmente aplicar el referido principio de resolución de la duda a favor del
incriminando, el cual a la postre, también se encuentra reconocido en la
normativa internacional como pilar esencial del debido proceso y de las
garantías judiciales.”8 (Subraya de la Sala).

7
En este sentido sentencia C-609 del 13 de noviembre de 1999.
8
Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Penal. Sentencia del 3 de febrero de 2010, Rad. 32863.

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5. Como prolegómeno ineludible para entrar en la discusión atinente a la valoración


probatoria realizada por el a quo, advierte necesario el Tribunal dilucidar previamente
el contenido de las estipulaciones probatorias acordadas por las partes, en particular a
la identificada como número dos, la que, en sentir de esta judicatura, fue mal
manejada en sede de la primera instancia. Estas las razones:

5.1 El artículo 10 de la ley 906 de 2004 dispone que “el juez podrá autorizar los
acuerdos o estipulaciones a que lleguen las partes y que versen sobre aspectos en los
cuales no haya controversia sustantiva, sin que implique renuncia de los derechos
constitucionales”.

En igual sentido el parágrafo del numeral 4º del artículo 356, establece que “se
entiende por estipulaciones probatorias los acuerdos celebrados entre la Fiscalía y
la defensa para aceptar como probado alguno o algunos de los hechos o sus
circunstancias”; por tanto, su finalidad es depurar el debate público respecto a
hechos y circunstancias frente a las cuales los sujetos procesales no encuentran
controversia. Así lo ha entendido la Sala de Casación Penal de la Corte en los
siguientes términos:

“El procedimiento penal implementado por la Ley 906 del 2004 estructura lo
que se ha denominado como un sistema de partes, en el entendido de que dos
partes (fiscalía y defensa) acuden ante un juez imparcial que, sin
conocimiento previo de los hechos, habrá de resolver de conformidad con el
convencimiento a que llegue según las pruebas que aquellas le pidan, se
decreten y practiquen en un juicio público que él debe dirigir.

Con la finalidad de que ese juicio se centre en aspectos sustanciales, el


legislador previó la posibilidad de que de común acuerdo entre las partes se
haga una depuración anterior al debate en aras de que este verse sobre lo
trascendente y no se desgaste en temas sobre los que no se tiene ánimo de
controversia.

Así, los artículos 10, inciso 4º (norma rectora, obligatoria, prevalente sobre
cualquiera otra y que debe utilizarse como fundamento de interpretación,
artículo 26), y 356, numeral 4º, del Código de Procedimiento Penal, facultan
a las partes para que lleguen a acuerdos o estipulaciones probatorias que
versen sobre aspectos en los cuales no exista controversia sustantiva, sin que
impliquen renuncia a los derechos constitucionales.

La última disposición regula que los acuerdos tienen como finalidad tener por
probados “algunos de los hechos o sus circunstancias”, en tanto que el

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principio rector refiere que se pueden estipular “aspectos”, lo cual parece


ofrecer una amplia gama de tópicos a convenir.

La jurisprudencia de la Corte se ha ocupado del tema, a efectos de realizar


algunas precisiones, de la siguiente manera:

(I) El convenio excluye la actividad probatoria sobre el hecho específico, el


que el juez debe tener por cierto, de tal forma que no puede admitirse, por
improcedente e inútil, la introducción de una prueba que pretenda dar por
demostrado un hecho estipulado, como tampoco puede ejercerse
contradicción sobre ese aspecto (sentencia del 10 de octubre de 2007,
radicado 28.212).

(II) Admitida la estipulación, cuyo contenido, alcance y límites debe quedar


claro para las partes y el juzgador, no hay lugar a la retractación unilateral,
en tanto, de admitirse, se rompería el equilibrio entre los adversarios. Es
“factible acordar o tener por probado que el ciudadano A suscribió el
documento B, y, entonces, ese documento puede llevarse a juicio sin
necesidad de que el ciudadano A tenga que asistir a la audiencia pública a
reconocer tal hecho. En este caso, no se puede discutir la autoría del
documento, pero sobre su contenido es factible la controversia probatoria que
a bien tengan las partes” (19 de agosto de 2008, radicado 29.001; 17 de
octubre de 2012, radicado 39.475).

(III) El objeto de estipulación es un hecho concreto, no un determinado


elemento material probatorio (26 de octubre de 2011, radicado 36.445).

(IV) La estipulación misma, sin más aditamentos, constituye la prueba del


hecho, de donde deriva que no hay lugar a anexar elemento alguno para
respaldar la estipulación, pero si las partes convienen hacerlo, solo puede
apreciarse en el contexto del hecho acordado, pues si refiere aspectos fácticos
diversos, estos no pueden valorarse en ningún sentido, pues el anexo no
constituye prueba alguna, en tanto no ha sido introducido ni controvertido en
el juicio (6 de febrero de 2013, radicado 38.975)” 9.(Subrayado fuera de
texto)

5.2 Revisada la actuación, en la sesión del juicio oral en que tuvo lugar la actividad
probatoria el a quo interrogó a las partes acerca de si era su deseo realizar
estipulaciones probatorias, obteniendo respuesta afirmativa, que se concretó, en
relación con la segunda de ellas en los siguientes términos10:

Se estipuló en el sentido de que los acusados…efectivamente presentaron


una queja escrita ante los honorables magistrados del Consejo Superior de
la Judicatura el día 15 de mayo de 2012, queja que se radicó como
investigación disciplinaria #05001110200001201388 y que esta
9
Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Penal. Radicado 47666 del 15 de junio de 2016.
10
Sesión del juicio oral de fecha 15-02-2019 a partir del minuto 21:50, contenido plasmado además en
el documento anexo a folio 50 de la carpeta

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investigación se declaró terminada, según el acta de audiencia del 12 de


noviembre de 2014, por encontrar el consejo que el investigado no es sujeto
disciplinable conforme a la ley 23 de 2007, Art.19, Decisión que fue
ratificada por el Consejo Superior de la Judicatura Sala Jurisdiccional
Disciplinaria de Bogotá el día 11 de diciembre de 2014, al dirimir el recurso
de apelación interpuesto contra la decisión de primera instancia. Se sustenta
este hecho con la copia de la queja presentada, con la copia del acta de
audiencias #678, radicado #05001110200001201388 y con la copia de la
decisión con que fue ratificada por el Consejo Superior de la Judicatura,
Sala jurisdiccional Disciplinaria…

5.3 De acuerdo con lo discurrido atrás, queda claro que los hechos que se tuvieron por
demostrados y respecto de los cuales resultaba inadmisible cualquier controversia
fueron 3, la existencia de la queja disciplinaria, la decisión de archivo de la misma en
primera instancia y su confirmación en segunda.

Ahora bien, para dar por demostrados esos hechos no era necesario anexar soporte
alguno, bastaba la manifestación de voluntad de las partes en ese sentido, tal como lo
expuso la Corte en la decisión cuyo aparte fue trascrito atrás. Sin embargo, como las
partes decidieron anexar unos documentos, estos solo podían demostrar la existencia
de esos 3 hechos, ni uno más, luego, no les estaba permitido a las partes, ni mucho
menos al juez, ampliar el contenido de lo estipulado acudiendo para tal efecto a la
referida documentación.

Lo anterior significa que la Fiscalía tenía la carga de demostrar el contenido de esa


queja a fin de soportar su pretensión punitiva, deber que daba lugar al derecho a
interrogar a la víctima sobre ese particular tópico y los hechos en que se fundaba. Sin
embargo, cuando la parte trató de hacerlo, la defensa se opuso con el argumento de
que ese contenido fue estipulado, criterio que el a quo avaló, en un proceder del todo
desacertado, por desconocedor de los términos de las estipulaciones. No obstante,
ante lo evidente del yerro en que se estaba incurriendo, la Fiscalía no insistió,
pudiendo hacerlo, pues bastaba con que pusiera de presente el contenido de la
estipulación para definir el asunto, al no hacerlo aceptó la decisión debiendo asumir
las consecuencias de su incuria.
5.4 En síntesis, el contenido literal de la queja jamás ingresó al juicio por vía de la
estipulación probatoria, razón por la cual debe acudirse a la declaración del presunto

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ofendido a fin de establecer hasta donde pudo suplirse la omisión acabada de


destacar.

6. En la dirección anunciada, la fiscalía introdujo como prueba de cargo el testimonio


del denunciante Germán Darío Gómez Echeverry11, Gerente de Gestión Humana de la
empresa Enka de Colombia y quien explicó que respecto del señor Alfonso Mejía se
adelantaron dos acciones judiciales, una de carácter disciplinario y la otra una
demanda laboral de levantamiento de fuero sindical. La primera fue adelantada por la
señora Ana Isabel Zapata quien maneja el departamento de personal de la empresa,
allí se decidió, luego de que él ejerciera su derecho de defensa con asesoría de los
directivos sindicales, finalizar su contrato de trabajo por justa causa, decisión revisada
y confirmada en segunda instancia por él en calidad de director de gestión humana.

La segunda de las acciones emprendidas en contra de Mejía Vásquez fue conocida


por el juzgado 17 Laboral del Circuito de Medellín, despacho judicial que, a través de
sentencia, autorizó a Enka de Colombia para levantar el fuero y despedir a Alfonso
Mejía, decisión que fue ratificada por la Sala 6ª de decisión del Tribunal Superior de
Medellín en el mes de agosto de 2012.

Dicho testigo narró todos los pormenores de la competencia a él asignada en esa


empresa y explicó que no es que a los trabajadores se les ofrezca incentivos para
efectuar algún tipo de “arreglo” sino que existen diferentes formas de terminación de
los contratos de trabajo, tal y como lo estipula el Código Laboral, pero que en manera
alguna se ofrecen dádivas o incentivos para “obligar a la gente a arreglar”, pues este
procedimiento es riguroso y requiere autorización del Ministerio del Trabajo para que
un inspector avale ese acuerdo y una vez avalado se finiquita y se efectúa el pago de
la liquidación por nómina junto con la indemnización acordada.

Después hizo alusión a casos concretos de algunos trabajadores de Enka de Colombia


y respecto de la queja objeto de estipulación señaló:

“Esta queja tiene unas acusaciones de índole temerarias e injuriosas, porque


dicen que yo actúo bajo el soborno y chantaje con los trabajadores, que
coarto el derecho de asociación y básicamente los temas son relacionados
11
Audiencia del 15 de febrero de 2019. Minuto 23:10

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con Alfonso Mejía que ya expliqué lo que pasó, ellos dicen en la denuncia,
que obligo a la gente a que haga arreglos o conciliaciones, dicen lo de la
denuncia a Eduardo Morales y que no pago las cesantías, esta denuncia ellos
la presentan y adicionalmente la ponen en conocimiento de los trabajadores
de la compañía ante 1.100 trabajadores, la colocan en carteleras, y los
volantes de esa denuncia los colocaron en el vestidor de los hombres.
Realmente yo creo que nuestra legislación faculta al trabajador para que
presente demandas”.

Al ser interrogado por los perjuicios provocados con la interposición de esa denuncia
o queja explicó:

“La queja atentó contra el buen nombre mío en la compañía y por defecto
afectó la buena imagen que yo tenía en la empresa frente a todos los
trabajadores. Y voy a colocar dos ejemplos muy sencillos, primero perdí
credibilidad frente a los trabajadores, en enero de 2013 cité en mi oficina
alrededor de 226 trabajadores donde se les hacía un ofrecimiento de unos
beneficios convencionales suscritos con un sindicato, eso era para que el
trabajador aceptara o no aceptara sin que tuviera que renunciar a los
sindicatos, de esos 226 solo 7 aceptaron la propuesta y, segundo, me
corresponde a mi hacer la solicitudes de arreglos, las personas que quieren
irse de la empresa a través de una prejubilación o bonificación, éstas
personas no han acudido a mí, acuden directamente a los jefes y en temas de
la Regional del Trabajo que me conocen mucho y conocen cuál es mi
actuación, me dijeron expresamente que a raíz de esa denuncia era mejor
hacer todo por escrito para evitar problemas con los sindicatos.

A nivel familiar mi familia se enteró de la denuncia por personas cercanas a


la empresa y ellos estuvieron estresados y preocupados por la seguridad de
ellos y por mi seguridad personal, es más me dijeron que me retirara de la
compañía y yo dije no puedo retirarme porque este es el sustento mío, a nivel
personal me afecté en el sentido de que perdí el apetito, perdí 6 kilos y el
señor Alfonso Mejía en noviembre de 2012 en una manifestación, un mitin
que hubo afuera, por fuera de la reja me decía “malparido gran hijueputa
como estás de acabado, te vas a secar”, o sea que yo si sufrí ese tipo de
perjuicios”.

Durante el contrainterrogatorio12 explicó que para el año 2012 estaba vinculado con la
empresa Enka de Colombia y tenía manejo del recurso humano, por eso hacía
negociaciones con los empleados y estaba facultado para ofrecer beneficios
económicos por retiros voluntarios de la empresa. También conocía de procesos
disciplinarios de algunos empleados en segunda instancia, y a través de apoderado
judicial iniciaba los procesos de levantamiento de fuero sindical. Una de sus labores

12
Audiencia del 15 de febrero de 2019. Minuto 46:24

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era la negociación de la convención colectiva cuando el sindicato presentaba pliego


de peticiones.

Frente a la pregunta de si el Consejo Seccional de la Judicatura vinculó a la empresa


o a su familia a la investigación dijo que no.

Hasta aquí el contenido de la declaración ofrecida en juicio por el denunciante


Germán Darío Gómez Echeverri.

7. De otro lado, los testimonios ofrecidos por la defensa de Alfonso Enrique Moncada
Ruíz13 dieron cuenta de las tensas relaciones existentes entre empleados y directivos
de la empresa textilera y señalaron que actualmente cursan en los estrados judiciales
demandas por despidos injustos, también hicieron referencia a las persecuciones que
han padecidos algunos trabajadores de Enka de Colombia por parte de sus directivos,
entre ellos el querellante. Sin embargo, sobre la queja que en particular interesa a este
Tribunal manifestaron no conocer directamente nada de lo ocurrido.

8. Acto seguido el Tribunal confrontará la prueba acabada de reseñar, con los


elementos que integran la estructura dogmática de cada una de las descripciones
típicas contenidas en la acusación.

Delito de calumnia

8.1 En ese sentido tenemos que el delito de calumnia está tipificado en el artículo 221
ibídem en los siguientes términos:

“Art. 221. Calumnia. El que impute falsamente a otro una conducta típica,
incurrirá en prisión de dieciséis (16) a setenta y dos (72) meses y multa de
trece punto treinta y tres (13.33) a mil quinientos (1.500) salarios mínimos
legales mensuales vigentes”. 

Se trata de un delito que, como la injuria, atenta contra el bien jurídico de la


integridad moral de las personas, concepto que lleva consigo otros que detentan la

13
Audiencia de juicio oral del 15 de febrero de 2019. Deponentes Jesús Albeiro Betancur Rojas y
Fernando Antonio Cadavid Castañeda. Minutos 01:03:41 y 01:15:05, respectivamente.

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calidad de derechos fundamentales expresamente consagrados en la Constitución


Política de Colombia (Artículos 2,15 y 21 entre otros)14.
Es además un delito de mera conducta y de ejecución dolosa. Sobre este delito la Sala
Penal de la Corte Suprema de Justicia ha explicado “En este punible la imputación
falsa de una conducta típica constituye un ingrediente normativo. La inflexión verbal
imputar equivale a la acción y efecto de atribuir algo a alguien; falso es lo no cierto,
lo contrario a la verdad; conducta típica es la definición de un comportamiento
humano plasmada por el legislador, que para ser delito debe ser también antijurídica
y culpable…”15.

Así, dicha Corporación ha destacado que los elementos estructurales de ese delito
son:

“(i) La imputación de una conducta típica.


(ii) Atribución a una persona determinada o determinable.
(iii) Conocimiento o conciencia del autor acerca de la falsedad del
comportamiento imputado y
(iv) Que el suceso delictuoso falso imputado sea claro, concreto,
circunstanciado y categórico, no surgido de suposiciones de quien se siente
aludido con una manifestación generalizada.16

Acerca del último de los requisitos mencionados, esa misma Corporación ha


sostenido que no satisface la exigencia del tipo aquella imputación vaga, imprecisa,
equívoca, de la cual no puede extractarse claramente los elementos de la conducta
típica objeto de falsa imputación. Esto sostuvo en relación con este específico
requisito:

Desde luego, cuando se atribuye a una persona la realización de


comportamientos en sí mismo delictivos o con connotación penal, ello obliga
a definir unos mínimos de tipicidad que adviertan seria y objetiva la
14
ARTICULO 2o… 
Las autoridades de la República están instituidas para proteger a todas las personas residentes en
Colombia, en su vida, honra, bienes, creencias, y demás derechos y libertades, y para asegurar el
cumplimiento de los deberes sociales del Estado y de los particulares.
ARTÍCULO 15. Todas las personas tienen derecho a su intimidad personal y familiar y a su  buen
nombre, y el Estado debe respetarlos y hacerlos respetar. 
ARTICULO 21. Se garantiza el derecho a la honra. La ley señalará la forma de su protección.
15
Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Penal radicado 42706 del 10 de agosto de 2016.
16
Corte Suprema de Justicia, AP del 14 de mayo de 1998, radicado 12.445; AP del 2 de marzo de
2005, radicado 20.921 AP del 16 de diciembre de 2008, radicado 30.644 y AP del 30 de abril de 2014,
radicado 39.239 citadas en la Sala Casación Penal. Auto el 29 de septiembre de 1983. Citada en el
radicado radicado 42706 del 10 de agosto de 2016.

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manifestación calumniosa, pues, si de forma genérica se acusa a alguien de


ladrón o similares, es evidente que allí ninguna imputación concreta y
verificable se efectúa, haciendo inane en sus efectos el hecho
presumiblemente delictuoso.
Como la justicia penal no persigue pensamientos o personalidades, ni mucho
menos posturas morales o éticas, siempre es dable exigir que quien imputa a
otro la realización de un delito, precise un comportamiento cuando menos
determinable para que esa imputación en sí misma se advierta propia del
delito de calumnia.17

En el sub examine, de acuerdo con lo expuesto por el ciudadano Gómez Echeverri, en


la referida queja los denunciados afirmaron: que yo actúo bajo el soborno y chantaje
con los trabajadores, que coarto el derecho de asociación y básicamente los temas
son relacionados con Alfonso Mejía que ya explique lo que pasó, ellos dicen en la
denuncia, que obligo a la gente a que haga arreglos o conciliaciones, afirmaciones
que en opinión del Tribunal no cumplen la exigencia de que trata la jurisprudencia de
la Sala de Casación Penal en lo que a la necesidad de imputar una conducta típica se
refiere, pues se trata de una afirmación imprecisa y de alguna manera vaga.

En otros términos, parece un enunciado demasiado genérico y carente de exactitud y


precisión como para adecuarlo sin dificultad en una descripción típica. No se expone
en qué consiste lo que los denunciantes denominaron chantaje y soborno y menos
deja ver de qué manera se coarta la libertad sindical, como para contar con los
presupuestos fácticos indispensables en un correcto ejercicio de adecuación típica de
una conducta.

Es más, revisada la actuación puede advertirse como ni siquiera la fiscalía precisó los
presupuestos fácticos que correspondían a cada una de las conductas imputadas, en su
lugar se limitó en las audiencias de imputación y acusación a realizar una reseña
fáctica sin precisar cuáles de los hechos referidos correspondían al delito de calumnia
y cuáles al delito de injuria, alegando de manera indistinta y conjunta su
estructuración. Ni siquiera en sus alegaciones finales pudo precisar su pretensión
desde lo fáctico pues se limitó a señalar que todo lo dicho por los acusados era
mentira, pues la víctima así lo demostró a través de su declaración.

17
CS de J sentencia del 10 de julio de 2013, radicado 38.909

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Además, redunda en la argumentación expuesta, lo considerado por el a quo al


entender que si los denunciados tuvieran claro que imputaban al directivo de la
empresa una conducta punible, su queja habría tenido como destino la Fiscalía y no
un ente disciplinario, como en realidad aconteció.

Así las cosas, una tal imprecisión respecto de los hechos que sirven de soporte a la
imputación típica que lleva consigo el punible de calumnia, impide respaldar un fallo
de condena en los términos requeridos por el censor.

Delito de injuria

8.2 La conducta punible de injuria se encuentra descrita en el artículo 220 del Código
Penal, modificado por el artículo 14 de la Ley 890 de 2004 así:

“Art. 220. Injuria. El que haga a otra persona imputaciones deshonrosas,


incurrirá en prisión de dieciséis (16) meses a cincuenta y cuatro (54) meses
de prisión y multa de trece punto treinta y tres (13.33) a mil quinientos
(1.500) salarios mínimos legales mensuales vigentes”. 

Acerca del alcance dogmático del delito de injuria, el Máximo Tribunal de la Justicia
Ordinaria ha dicho que para su configuración “se hace imprescindible que el sujeto
activo consciente y voluntariamente impute a otra persona conocida o determinable
un atributo o calificativo capaz de lesionar su honra, además de conocer el carácter
deshonroso de la imputación y la capacidad de daño y menoscabo a la integridad
moral del afectado, de esa manera, exige para tal efecto la concurrencia de los
siguientes elementos:

“(i) Que el sujeto agente realice en contra de otra persona imputaciones


deshonrosas.
(ii) Que tenga conocimiento del carácter deshonroso de la imputación.
(iii) Que la imputación tenga la capacidad de dañar o causar menoscabo a la
honra del sujeto pasivo de la conducta.
(iv) Y, que el autor tenga conciencia de que lo imputado ostenta esa
capacidad lesiva, para menguar o deteriorar la honra de la otra persona”18.

18
Ver autos del 13 de mayo de 2009, radicados 26742 y 28737. En el mismo sentido, auto del 8 de
octubre de 2008, radicado 29428 y sentencia del 30 de mayo de 2007, radicado 26115.

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Acerca de la naturaleza de la conducta constitutiva de injuria, puede afirmarse que


puede comportar definiciones relativas a aspectos morales y éticos y que su
materialización opera no porque se exprese en público que alguien hace o hizo algo
en concreto, sino cuando se atribuye a esa persona una forma de pensar,
personalidad o valores contrarios a los que se estiman imperantes en la sociedad19.

El aspecto acabado de reseñar es precisamente el que diferencia la calumnia de la


injuria, pues en la primera se hace necesario delimitar lo atribuido al afectado a un
hecho debidamente circunstanciado, tal como se expusiera en aparte previo de este
proveído.

Sobre este punto en particular la Corte en la decisión acabada de citar agregó:

Si en el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, se detalla


como deshonroso lo “vergonzoso, indecoroso e indigno”, evidente se parecía
que lo pasible de atribuir a la víctima de las invectivas, dice relación con
actitudes, comportamientos, formas de ser, pensamientos o valoraciones
propias de lo moral- o de las normas del decoro o de la ética en
determinados ámbitos- , en postulación que gran parte de las veces no
obedece a un hecho o circunstancia en particular, sino a conceptos subjetivos
y arbitrarios que incluso no tienen que obedecer a la realidad, sino al deseo
de causar daño a la persona.

Traídos los anteriores conceptos teóricos al caso bajo examen, debe partir el Tribunal
por considerar, en primer término, que decir de alguien que procede a través del
soborno y el chantaje, puede constituir una manifestación injuriosa, en la medida en
que plantea un reparo ético respecto de la persona destinataria de tales calificativos y
de su forma de proceder. Empero, el Tribuna es del criterio que una tal adecuación no
resulta suficiente por sí sola para estructurar el injusto típico que se demanda en un
asunto como el que se examina. Veamos porqué:

De acuerdo con lo discurrido atrás, en asunto como el que concita la atención de esta
Corporación, esencial resulta considerar el contexto en el que se presentaron los
hechos que se juzgan, no otro que el de un conflicto laboral surgido para aquella
época entre los directivos de la empresa Enka de Colombia y sus trabajadores,
escenario naturalmente hostil y agresivo, en el cual se advierte usual el uso de una

19
CS de J Sentencia del 10 de julio de 2013 , radicado 38.909

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parte hacia la otra, especialmente de los trabajadores hacia los patronos, de adjetivos
que descalifican a su enfrentado y por supuesto su forma de proceder.
En ese particular escenario es que se produce la queja instaurada por el presidente y
secretario del sindicato Sintratextil, queja que versa sobre aspectos atinentes a la
relación laboral y está formulada en un lenguaje propio de la tensa situación que
generan los conflictos como aquel en el cual se hallaban enfrentados los protagonistas
del proceso. No está demás resaltar que uno de los quejosos, Alfonso Mejía Vásquez
tenía inconvenientes serios con la empresa, que incluso desencadenaron su
desvinculación de la misma, trámite en el cual se vio abocado a intervenir el acá
denunciante.

En ese mismo contexto se hace esencial indagar acerca del ánimo con que el sujeto
las ha proferido las manifestaciones injuriosas, porque si este ha sido el de criticar,
corregir o denunciar, como acontece en el sub examine, no queda claro que pueda
estructurarse el delito por ausencia del elemento la intención de dañar el bien jurídico
tutelado de la honra.

En el sub examine la intención de los acusados quedó determinada por su deseo de


que la conducta del directivo de la empresa fuera evaluada desde la óptica del derecho
disciplinario, jurisdicción que consideraron competente para definir su pretensión, de
allí que no surge inconcuso que su deseo fuera realizar manifestaciones deshonrosas
en contra del denunciante.

Adicional a lo anterior, el Tribunal encuentra dificultad en la verificación del


requisito atinente a la idoneidad lesiva del buen nombre de las manifestaciones
realizadas por los acusados en contra del denunciante, dificultad que se soporta
precisamente en la dinámica que resulta natural a este tipo de conflictos, en donde el
representante del patrono conoce de las estrategias y lenguaje que en su desarrollo
usan los representantes de los colectivos sindicales y estos conocen las herramientas
con que cuentan aquellos para responder. Más claro, en el escenario del conflicto
laboral unos y otros, acudiendo a un lenguaje coloquial, saben a qué atenerse,
conocen cuál es el rol que cada uno desempeña y la forma de llevarlo a cabo. Pero
eso no es todo, la población de una empresa, sindicalista o no, conoce esa realidad,
sabe cuál es el lenguaje que en desarrollo de un conflicto laboral emplean las partes

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en contienda, de allí que una queja formulada por los directivos sindicales en contra
de sus naturales oponentes no tiene, en opinión del Tribunal, la capacidad de
ocasionar un desmedro en la honra e imagen de estos.

Ahora bien, que el número de trabajadores que se acogieran a los acuerdos propuestos
por las directivas de la empresa, en cabeza del denunciante, disminuyera de manera
ostensible no se explica adecuada y categóricamente en la queja formulada por los
acusados, con mayor razón cuando no generó ninguna consecuencia en su contra
como representante del patrono. Un proceder de tal naturaleza cuenta con
explicaciones más complejas que esa, como la naturaleza de las ofertas a ellos
realizadas, las estrategias definidas por los cuerpos sindicales o simplemente la
voluntad individual de entender como inconveniente a sus intereses las propuestas de
arreglo laboral recibidas. Las manifestaciones del ofendido resultan de su percepción
individual del asunto, percepción por supuesto interesada en cobrar a los denunciados
por su proceder.

De otro lado, las preocupaciones que según su dicho vivieron el acusado y su familia
durante la época del conflicto laboral, en sentir del Tribunal tienen más que ver con el
ejercicio del rol que para esa data desempeñaba, desde todo punto de vista complejo e
inquietante en lo personal, que con la existencia misma de la queja y su contenido. No
es claro de qué manera la queja y las imputaciones referidas por el denunciante como
en ella contenidas pudiera poner en peligro al denunciante y su familia, de existir
algún peligro este provendría de la situación que en términos generales
experimentaba la relación entre trabajadores y empresa. Al margen de lo anterior, no
puede olvidarse que el bien jurídico tutelado es el buen nombre, la honra, que se aleja
del bienestar físico y metal en los términos sugeridos por el censor.

En síntesis, en criterio de esta Sala, las expresiones utilizadas por los procesados
carecieron de la entidad suficiente para menoscabar la honra del querellante, quien en
la actualidad aún se encuentra vinculado a Enka de Colombia en calidad de gerente
de gestión humana y no existe, hasta la fecha ninguna prueba que refleje la incidencia
negativa que tuvo esa queja en las actividades propias de su cargo.

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Sobre el tema es trascendente recordar lo afirmado por la Corte Suprema de Justicia


en reciente jurisprudencia en el sentido de que “desde un punto de vista dogmático, la
afectación del bien jurídico de la integridad moral está sujeta a los datos de índole
objetiva que formen y contextualicen los señalamientos en apariencia injuriosos del
procesado. No depende únicamente de la percepción del sujeto pasivo de la
conducta” 20 .

9. Corolario de lo anterior, la fiscalía fue incapaz de demostrar los elementos


estructurales de las conductas imputadas, para el caso del punible de calumnia, la
imputación de una conducta típica y, respecto de la injuria, si bien las
manifestaciones referidas por el denunciante podrían admitir el calificativo de
injuriosas, no es clara la intención lesiva de los acusados y la idoneidad de esas
manifestaciones para lesionar el bien jurídicamente tutelado, todo lo cual impone la
confirmación del fallo recurrido. El Tribunal Procederá de conformidad.

Por lo anterior, la Sala de Decisión Penal del Tribunal Superior de Medellín,


administrando justicia en nombre de la República y por autoridad de la Constitución,
CONFIRMA la sentencia de fecha, origen y contenido indicados.

Esta providencia queda notificada en estrados y contra la misma solo procede el


recurso extraordinario de casación. Una vez ejecutoriada, regrese la carpeta al
juzgado de origen.

NOTIFÍQUESE Y CÚMPLASE.

LUIS ENRIQUE RESTREPO MÉNDEZ


MAGISTRADO

JOSÉ IGNACIO SÁNCHEZ CALLE NELSON SARAY BOTERO


MAGISTRADO MAGISTRADO

20
Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Penal. Radicado 49287 del 27 de febrero de 2019.

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