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REPÚBLICA DE COLOMBIA
1. ANTECEDENTES:
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TRIBUNAL SUPERIOR DE MEDELLÍN
SALA PENAL
RADICADO: 05 001 60 00 248 2012-04169
1
Folio 18.
2
Audiencia de formulación de imputaciones de 19 de abril de 2017. Folio 18.
3
Escrito de Acusación. Folios 2-7.
4
Audiencia de formulación de acusación del 8 de agosto de 2018. Folio 30.
5
Folios 38, 62 y 98.
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2. DE LA DECISIÓN RECURRIDA
Agregó, que si bien la fiscalía sostuvo que la integridad moral, honra y buen nombre
de Germán Darío Gómez se vieron “mancilladas” con las aseveraciones de los
acusados en su denuncia dado que no se probó cuál fue el acoso, intimidaciones y
constreñimiento que realizaba a los empleados de Sintratextil, también lo es que, en el
juicio no se logró demostrar que lo dicho por los acusados fuera cierto o falso, pues el
objeto del debate no era ese.
Resaltó que mientras la parte ofendida en este asunto fue enfática en afirmar que
jamás ha incurrido en los ultrajes, vejámenes y atropellos que le endilgan el
presidente y el secretario de Sintratextil, y que por el contrario, su actuar en calidad
de directivo de la empresa Enka de Colombia ha estado ajustada a derecho, los
testigos de descargo afirman todo lo contrario, aspecto que no le corresponde
dilucidar a la judicatura pues se trata de la palabra de unos empleados contra la de un
funcionario de la empresa, es decir, si las quejas interpuestas tienen asidero legal o
probatorio es un asunto que debe determinar el juez competente pues las acusaciones
que le endilga el señor Gómez Echeverri a los acusados no fueron objeto de
acusación, tal y como lo explican los artículos 29 de la C. Nacional y 448 del C. de
Procedimiento Penal.
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Frente a este tema trajo a colación algunos apartes del libro “Proceso Penal
Acusatorio” del Dr. Nelson Saray Botero y concluyó que los hechos por los cuales se
dio inicio al proceso, fue la consabida denuncia realizada ante el Consejo Superior de
la Judicatura y no, los panfletos que circularon en la empresa y las quejas realizadas
ante los demás organismos de investigación y control del Estado.
Subrayó que en la sentencia C-422 del 25 de mayo de 2011, la Corte haciendo alusión
a la jurisprudencia del Máximo Tribunal de cierre de la justicia ordinaria, explicó que
los elementos que estructuran el delito de calumnia son: “1) la atribución de un
hecho delictuoso a persona determinada o determinable; 2) que el hecho delictuoso
atribuido sea falso; 3) que el autor tenga conocimiento de esa falsedad y 4) que el
autor tenga la voluntad y conciencia de efectuar la imputación”.
Lo anterior para explicar, que en el caso bajo examen no se cumple ninguno de los
requisitos anteriormente señalados, ya que para el delito de calumnia lo que se debe
atribuir es un hecho delictuoso y los que aquí se endilgaban eran atropellos y
vejámenes en que incurría la presunta víctima abusando de su autoridad, de ahí que la
denuncia se elevara ante la Sala Disciplinaria del Consejo Seccional de la Judicatura.
El segundo de los requisitos, continuó, indica que el hecho delictuoso atribuido debe
ser falso, por lo que el escenario natural para aclarar la veracidad o falsedad de tales
afirmaciones es la especialidad laboral, tal y como lo dijo la Sala Disciplinaria del
C.S. de la J, por consiguiente, desde esa óptica y dado que “no se ha dado un
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veredicto frente a esa queja”, no se puede concluir que “los quejosos tengan
conciencia de la pregonada falsedad”, y la misma situación predica acerca de los
demás requisitos, incluso de los del delito de injuria.
Así entonces coligió que los testimonios escuchados en el juicio no arrojan ninguna
luz sobre ese “ánimus injuriandi” al que hace referencia la Corte Constitucional en
sentencia ya referenciada para considerar que la conducta se adecua al tipo penal
descrito en el artículo 220.
Dijo además, que de aceptarse en gracia de discusión, que los delitos atribuidos sí se
tipificaron, de cara a la misma jurisprudencia traída por quien representa los intereses
de la víctima6, no habría lugar a la antijuridicidad que se exige para estructurar el
delito y la responsabilidad de los acusados, pues no se logró demostrar que el bien
jurídico tutelado con los referidos tipos penales, esto es, “buen nombre, integridad
moral, derecho a la honra y al honor”, hayan sido afectados con la queja presentada
por los procesados, toda vez que dichas afirmaciones obedecen a las tensiones
suscitadas en un contexto laboral; en consecuencia, absolvió a los procesados Diego
Arturo Moncada Ruíz y Alfonso Enrique Mejía Vásquez.
3. DEL RECURSO
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Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Penal. Radicado 34093 del 14 de diciembre de 2011.
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de calumnia, porque hay una clara imputación de conductas típicas en relación con la
víctima Dr. Germán Darío Gómez, las cuales quienes las formulan saben y son
conscientes de su falsedad, pues si una persona en relación a otra, predica que
“calumnia, constriñe ilegalmente a otros, viola los derechos de reunión y asociación
y viola la libertad de trabajo de terceros”, ¿se están formulando imputaciones de
conductas típicas? La respuesta-según la recurrente- tiene que ser afirmativa y; ii) La
configuración del delito de injuria en los términos del artículo 220 del C. Penal ya
que en dicha queja se afirmó que Germán Darío Gómez “falta a los principios éticos
de la profesión o actúa con premeditación e incurre en violación de la ley
colombiana” (sic), es decir se atentó contra el buen nombre, la reputación y en
términos generales, la honra de un abogado, en los términos en que lo explicó la
Corte Constitucional en sentencia C-417 de 2009.
Reprochó además la afirmación del funcionario de primer grado cuando señaló que el
“agraviado debió haber traído al proceso, por sí o por medio de la fiscalía, una
prueba pericial que demostrara los derechos vulnerados”, cuando no es “dable
allegar al proceso” dictámenes en materia de infracciones o afectaciones a la ley,
pues esa es la labor del juez.
Criticó que el juez de primera instancia aseverara que “…de la lectura que cabe
hacer a esa denuncia es que ellos le dan visos de verdad a lo que están denunciado,
no de otro modo se podría entender que hayan acudido a una entidad estatal para
colocar dicho asunto en sus manos”, pues de ésta fácilmente se aprecia i) que
descartó el ánimus injuriandi porque se acudió a la autoridad y ii) que como quienes
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presentan tal queja “le dan visos de verdad”, se debe entender que ello descarta el
ánimus injuriandi.
Cuando en su consideración, de un lado, nada tiene que ver que se haya acudido a la
autoridad para formular la queja disciplinaria y de otro, que precisamente al dar esos
“visos de verdad” a sus imputaciones injuriosas y calumniosas lo que se evidencia es
el dolo en su actuar y trae a colación la sentencia C-489 de 2002.
Resaltó el a quo que la fiscalía no logró demostrar, más allá de toda duda razonable,
ni la materialidad de la infracción ni la responsabilidad penal de los acusados; no
obstante, considera que la materialidad de la conducta quedó ampliamente establecida
en el documento o queja que contiene las afirmaciones injuriosas y calumniosas por
parte de los procesados además el ánimo con el que éstos procedieron, restando
entonces por examinar si está demostrada o no, la responsabilidad penal de los
acusados, la misma que se acredita con su actuar culposo ya que tenían pleno
conocimiento de la existencia de la prohibición contenida en la norma.
Concluyó que no se trató de una controversia inter partes sobre lo que uno piensa y
opina del otro, ni que el agredido haya demostrado su acogimiento y apego a la ley, lo
que se trata es de valorar las conductas en su dimensión, pues ataca el buen nombre,
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la honra y la integridad del hoy afectado, lo que se adentra en el campo del derecho
penal, por lo que no es de recibo la tesis del juez de instancia referida a la existencia
de duda, de ahí que reitere su petición en el sentido de que se revoque el fallo
absolutorio y en su lugar se condene a los procesados.
2. En el presente caso, el problema jurídico postulado por el recurrente tiene que ver
con establecer si en el asunto bajo examen se satisfice, como lo sugiere ese
interviniente, el estándar probatorio de que trata el artículo 381 del C. de P.P. para
proferir sentencia condenatoria.
3. Para responder al problema jurídico postulado por el recurrente, este Tribunal en
primer término recordará cuál es el estándar probatorio que consagra el ordenamiento
adjetivo como requisito para soportar una decisión de condena; luego, empezará el
análisis de la prueba examinando en primer término el contenido de las estipulaciones
probatorias, que para el caso resultan de vital importancia; superado lo anterior,
evaluará el contenido de la prueba arrimada al juicio frente a la estructura dogmática
de los punibles objeto de acusación, a fin de concluir en tal contexto si los reparos
postulados por el ente acusador encuentran respaldo en la realidad probatoria.
4. Respecto al grado de certeza al que debe arribar el juez a efectos de emitir un juicio
de reproche contra el pasivo de la acción penal, el Máximo Tribunal de la Justicia
ordinaria, ha dicho:
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Así las cosas, no resulta conforme con la teoría del conocimiento exigir que la
demostración de la conducta humana objeto de investigación sea absoluta,
pues ello siempre será, como ya se dijo, un ideal imposible de alcanzar, en
cuanto resulta frecuente que variados aspectos del acontecer que constituyó
la génesis de un proceso penal no resulten cabalmente acreditados, caso en el
cual, si tales detalles son nimios o intrascendentes frente a la información
probatoria valorada en conjunto, se habrá conseguido la certeza racional,
más allá de toda duda, requerida para proferir fallo de condena.
7
En este sentido sentencia C-609 del 13 de noviembre de 1999.
8
Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Penal. Sentencia del 3 de febrero de 2010, Rad. 32863.
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5.1 El artículo 10 de la ley 906 de 2004 dispone que “el juez podrá autorizar los
acuerdos o estipulaciones a que lleguen las partes y que versen sobre aspectos en los
cuales no haya controversia sustantiva, sin que implique renuncia de los derechos
constitucionales”.
En igual sentido el parágrafo del numeral 4º del artículo 356, establece que “se
entiende por estipulaciones probatorias los acuerdos celebrados entre la Fiscalía y
la defensa para aceptar como probado alguno o algunos de los hechos o sus
circunstancias”; por tanto, su finalidad es depurar el debate público respecto a
hechos y circunstancias frente a las cuales los sujetos procesales no encuentran
controversia. Así lo ha entendido la Sala de Casación Penal de la Corte en los
siguientes términos:
“El procedimiento penal implementado por la Ley 906 del 2004 estructura lo
que se ha denominado como un sistema de partes, en el entendido de que dos
partes (fiscalía y defensa) acuden ante un juez imparcial que, sin
conocimiento previo de los hechos, habrá de resolver de conformidad con el
convencimiento a que llegue según las pruebas que aquellas le pidan, se
decreten y practiquen en un juicio público que él debe dirigir.
Así, los artículos 10, inciso 4º (norma rectora, obligatoria, prevalente sobre
cualquiera otra y que debe utilizarse como fundamento de interpretación,
artículo 26), y 356, numeral 4º, del Código de Procedimiento Penal, facultan
a las partes para que lleguen a acuerdos o estipulaciones probatorias que
versen sobre aspectos en los cuales no exista controversia sustantiva, sin que
impliquen renuncia a los derechos constitucionales.
La última disposición regula que los acuerdos tienen como finalidad tener por
probados “algunos de los hechos o sus circunstancias”, en tanto que el
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5.2 Revisada la actuación, en la sesión del juicio oral en que tuvo lugar la actividad
probatoria el a quo interrogó a las partes acerca de si era su deseo realizar
estipulaciones probatorias, obteniendo respuesta afirmativa, que se concretó, en
relación con la segunda de ellas en los siguientes términos10:
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5.3 De acuerdo con lo discurrido atrás, queda claro que los hechos que se tuvieron por
demostrados y respecto de los cuales resultaba inadmisible cualquier controversia
fueron 3, la existencia de la queja disciplinaria, la decisión de archivo de la misma en
primera instancia y su confirmación en segunda.
Ahora bien, para dar por demostrados esos hechos no era necesario anexar soporte
alguno, bastaba la manifestación de voluntad de las partes en ese sentido, tal como lo
expuso la Corte en la decisión cuyo aparte fue trascrito atrás. Sin embargo, como las
partes decidieron anexar unos documentos, estos solo podían demostrar la existencia
de esos 3 hechos, ni uno más, luego, no les estaba permitido a las partes, ni mucho
menos al juez, ampliar el contenido de lo estipulado acudiendo para tal efecto a la
referida documentación.
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con Alfonso Mejía que ya expliqué lo que pasó, ellos dicen en la denuncia,
que obligo a la gente a que haga arreglos o conciliaciones, dicen lo de la
denuncia a Eduardo Morales y que no pago las cesantías, esta denuncia ellos
la presentan y adicionalmente la ponen en conocimiento de los trabajadores
de la compañía ante 1.100 trabajadores, la colocan en carteleras, y los
volantes de esa denuncia los colocaron en el vestidor de los hombres.
Realmente yo creo que nuestra legislación faculta al trabajador para que
presente demandas”.
Al ser interrogado por los perjuicios provocados con la interposición de esa denuncia
o queja explicó:
“La queja atentó contra el buen nombre mío en la compañía y por defecto
afectó la buena imagen que yo tenía en la empresa frente a todos los
trabajadores. Y voy a colocar dos ejemplos muy sencillos, primero perdí
credibilidad frente a los trabajadores, en enero de 2013 cité en mi oficina
alrededor de 226 trabajadores donde se les hacía un ofrecimiento de unos
beneficios convencionales suscritos con un sindicato, eso era para que el
trabajador aceptara o no aceptara sin que tuviera que renunciar a los
sindicatos, de esos 226 solo 7 aceptaron la propuesta y, segundo, me
corresponde a mi hacer la solicitudes de arreglos, las personas que quieren
irse de la empresa a través de una prejubilación o bonificación, éstas
personas no han acudido a mí, acuden directamente a los jefes y en temas de
la Regional del Trabajo que me conocen mucho y conocen cuál es mi
actuación, me dijeron expresamente que a raíz de esa denuncia era mejor
hacer todo por escrito para evitar problemas con los sindicatos.
Durante el contrainterrogatorio12 explicó que para el año 2012 estaba vinculado con la
empresa Enka de Colombia y tenía manejo del recurso humano, por eso hacía
negociaciones con los empleados y estaba facultado para ofrecer beneficios
económicos por retiros voluntarios de la empresa. También conocía de procesos
disciplinarios de algunos empleados en segunda instancia, y a través de apoderado
judicial iniciaba los procesos de levantamiento de fuero sindical. Una de sus labores
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Audiencia del 15 de febrero de 2019. Minuto 46:24
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7. De otro lado, los testimonios ofrecidos por la defensa de Alfonso Enrique Moncada
Ruíz13 dieron cuenta de las tensas relaciones existentes entre empleados y directivos
de la empresa textilera y señalaron que actualmente cursan en los estrados judiciales
demandas por despidos injustos, también hicieron referencia a las persecuciones que
han padecidos algunos trabajadores de Enka de Colombia por parte de sus directivos,
entre ellos el querellante. Sin embargo, sobre la queja que en particular interesa a este
Tribunal manifestaron no conocer directamente nada de lo ocurrido.
Delito de calumnia
8.1 En ese sentido tenemos que el delito de calumnia está tipificado en el artículo 221
ibídem en los siguientes términos:
“Art. 221. Calumnia. El que impute falsamente a otro una conducta típica,
incurrirá en prisión de dieciséis (16) a setenta y dos (72) meses y multa de
trece punto treinta y tres (13.33) a mil quinientos (1.500) salarios mínimos
legales mensuales vigentes”.
13
Audiencia de juicio oral del 15 de febrero de 2019. Deponentes Jesús Albeiro Betancur Rojas y
Fernando Antonio Cadavid Castañeda. Minutos 01:03:41 y 01:15:05, respectivamente.
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Así, dicha Corporación ha destacado que los elementos estructurales de ese delito
son:
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Es más, revisada la actuación puede advertirse como ni siquiera la fiscalía precisó los
presupuestos fácticos que correspondían a cada una de las conductas imputadas, en su
lugar se limitó en las audiencias de imputación y acusación a realizar una reseña
fáctica sin precisar cuáles de los hechos referidos correspondían al delito de calumnia
y cuáles al delito de injuria, alegando de manera indistinta y conjunta su
estructuración. Ni siquiera en sus alegaciones finales pudo precisar su pretensión
desde lo fáctico pues se limitó a señalar que todo lo dicho por los acusados era
mentira, pues la víctima así lo demostró a través de su declaración.
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CS de J sentencia del 10 de julio de 2013, radicado 38.909
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Así las cosas, una tal imprecisión respecto de los hechos que sirven de soporte a la
imputación típica que lleva consigo el punible de calumnia, impide respaldar un fallo
de condena en los términos requeridos por el censor.
Delito de injuria
8.2 La conducta punible de injuria se encuentra descrita en el artículo 220 del Código
Penal, modificado por el artículo 14 de la Ley 890 de 2004 así:
Acerca del alcance dogmático del delito de injuria, el Máximo Tribunal de la Justicia
Ordinaria ha dicho que para su configuración “se hace imprescindible que el sujeto
activo consciente y voluntariamente impute a otra persona conocida o determinable
un atributo o calificativo capaz de lesionar su honra, además de conocer el carácter
deshonroso de la imputación y la capacidad de daño y menoscabo a la integridad
moral del afectado, de esa manera, exige para tal efecto la concurrencia de los
siguientes elementos:
18
Ver autos del 13 de mayo de 2009, radicados 26742 y 28737. En el mismo sentido, auto del 8 de
octubre de 2008, radicado 29428 y sentencia del 30 de mayo de 2007, radicado 26115.
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Traídos los anteriores conceptos teóricos al caso bajo examen, debe partir el Tribunal
por considerar, en primer término, que decir de alguien que procede a través del
soborno y el chantaje, puede constituir una manifestación injuriosa, en la medida en
que plantea un reparo ético respecto de la persona destinataria de tales calificativos y
de su forma de proceder. Empero, el Tribuna es del criterio que una tal adecuación no
resulta suficiente por sí sola para estructurar el injusto típico que se demanda en un
asunto como el que se examina. Veamos porqué:
De acuerdo con lo discurrido atrás, en asunto como el que concita la atención de esta
Corporación, esencial resulta considerar el contexto en el que se presentaron los
hechos que se juzgan, no otro que el de un conflicto laboral surgido para aquella
época entre los directivos de la empresa Enka de Colombia y sus trabajadores,
escenario naturalmente hostil y agresivo, en el cual se advierte usual el uso de una
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CS de J Sentencia del 10 de julio de 2013 , radicado 38.909
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parte hacia la otra, especialmente de los trabajadores hacia los patronos, de adjetivos
que descalifican a su enfrentado y por supuesto su forma de proceder.
En ese particular escenario es que se produce la queja instaurada por el presidente y
secretario del sindicato Sintratextil, queja que versa sobre aspectos atinentes a la
relación laboral y está formulada en un lenguaje propio de la tensa situación que
generan los conflictos como aquel en el cual se hallaban enfrentados los protagonistas
del proceso. No está demás resaltar que uno de los quejosos, Alfonso Mejía Vásquez
tenía inconvenientes serios con la empresa, que incluso desencadenaron su
desvinculación de la misma, trámite en el cual se vio abocado a intervenir el acá
denunciante.
En ese mismo contexto se hace esencial indagar acerca del ánimo con que el sujeto
las ha proferido las manifestaciones injuriosas, porque si este ha sido el de criticar,
corregir o denunciar, como acontece en el sub examine, no queda claro que pueda
estructurarse el delito por ausencia del elemento la intención de dañar el bien jurídico
tutelado de la honra.
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en contienda, de allí que una queja formulada por los directivos sindicales en contra
de sus naturales oponentes no tiene, en opinión del Tribunal, la capacidad de
ocasionar un desmedro en la honra e imagen de estos.
Ahora bien, que el número de trabajadores que se acogieran a los acuerdos propuestos
por las directivas de la empresa, en cabeza del denunciante, disminuyera de manera
ostensible no se explica adecuada y categóricamente en la queja formulada por los
acusados, con mayor razón cuando no generó ninguna consecuencia en su contra
como representante del patrono. Un proceder de tal naturaleza cuenta con
explicaciones más complejas que esa, como la naturaleza de las ofertas a ellos
realizadas, las estrategias definidas por los cuerpos sindicales o simplemente la
voluntad individual de entender como inconveniente a sus intereses las propuestas de
arreglo laboral recibidas. Las manifestaciones del ofendido resultan de su percepción
individual del asunto, percepción por supuesto interesada en cobrar a los denunciados
por su proceder.
De otro lado, las preocupaciones que según su dicho vivieron el acusado y su familia
durante la época del conflicto laboral, en sentir del Tribunal tienen más que ver con el
ejercicio del rol que para esa data desempeñaba, desde todo punto de vista complejo e
inquietante en lo personal, que con la existencia misma de la queja y su contenido. No
es claro de qué manera la queja y las imputaciones referidas por el denunciante como
en ella contenidas pudiera poner en peligro al denunciante y su familia, de existir
algún peligro este provendría de la situación que en términos generales
experimentaba la relación entre trabajadores y empresa. Al margen de lo anterior, no
puede olvidarse que el bien jurídico tutelado es el buen nombre, la honra, que se aleja
del bienestar físico y metal en los términos sugeridos por el censor.
En síntesis, en criterio de esta Sala, las expresiones utilizadas por los procesados
carecieron de la entidad suficiente para menoscabar la honra del querellante, quien en
la actualidad aún se encuentra vinculado a Enka de Colombia en calidad de gerente
de gestión humana y no existe, hasta la fecha ninguna prueba que refleje la incidencia
negativa que tuvo esa queja en las actividades propias de su cargo.
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NOTIFÍQUESE Y CÚMPLASE.
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Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Penal. Radicado 49287 del 27 de febrero de 2019.
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