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Hace algún tiempo, una mujer en un grupo de minimalismo aseguraba haberse librado de
sus problemas de ansiedad y cuando le pregunté cómo había logrado semejante hazaña
me respondió: “Con terapia”. Desde entonces me pregunto por qué si yo llevo tantos años
de terapia, mi ansiedad, en cambio, parece empeorar con el tiempo.
A veces se me pasa por la cabeza que no soy una persona “psicologeable” que, como
dicen, las personas neurodivergentes tenemos otra forma de sufrir y que las terapias son
para personas neurotípicas. También se me ocurre que los profesionales de la psicología
que me atienden, hacen las cosas demasiado mal o que yo soy demasiado complicada y
no me dejo “ayudar” porque me encapriché con la idea de que no tengo enfermedades
mentales y que mis procesos cognitivos y emocionales no deben ser patologizados,
entonces yo misma boicoteo “sin querer queriendo” las ayudas terapéuticas sólo para
probar que tengo razón.
El primero de estos problemas tiene que ver con la memoria. Entre los años 2011 y 2014
fui a una escuela de danzas donde prácticamente lo único que hacíamos era repetir
coreografías.
Hoy hace años que no escucho esa canción y todavía puedo repetir la letra completa sin
equivocarme. En ese momento me pregunté por qué podía memorizar secuencias de
palabras con tanta facilidad pero no coreografías y no llegué a ninguna otra conclusión
que simplemente se trataba de cosas diferentes y que yo era buena para una cosa pero
no para la otra por lo que seguí sufriendo mi problema de memorización de coreografías
pero no por mucho tiempo más.
Resulta que un día, la profesora nos reveló el significado detrás de un movimiento que
hacíamos con la mano, en esa parte la letra decía “me diste allí la mano la dentro del río/
y luego la sacaste con el anillo” y que el movimiento que hacíamos con la mano aludía a
eso. Me di cuenta de que con esa explicación, esa parte en particular de la coreografía
era fácilmente memorizable.
Al poco tiempo, me di cuenta de que durante el 2013, había tomado clases de bollywood
todo el año y que pese a las dificultades en la ejecución, la coreografía trabajada no había
sido difícil de aprender y que meses después de haber dejado de practicarla todavía la
podía recordar. La canción que bailamos durante el 2013 en bollywood, no tenía letra en
español, sin embargo, cada parte de la coreografía o bien era una mímica de la letra, o
bien, los movimientos tenían una relación lógica con la música y yo podía recordar con
facilidad esas cosas. Durante la introducción, el novio llegaba y lo recibíamos con
incienso y flores, cuando los personajes empezaban a cantar, sabíamos lo que decía cada
parte del canto y lo representábamos con movimientos específicos, luego, en las partes
en que no había letra pero el ritmo era Banghra, hacíamos pasos de bangrhra, y así cada
movimiento estaba integrado a un significado fácilmente aprendible.
En realción con las dificultades que llevaba años experimentando en la clase de danzas
árabes, se me ocurrió que a falta de memoria para movimientos descontextualizados yo
podía inventar imágenes y significados que asociados de una forma coherente los
movimientos y la música me permitieran recordar las coreografías. Lamentablemente, no
tuve mucho tiempo para poner a prueba mi solución en la totalidad de las coreografías
pero durante el par de meses en que lo apliqué tuve bastante éxito. Libre de tener que
recordar qué hacer, podía concentrarme mejor en cómo hacer y la clase era más
disfrutable. A algunas de las secciones coreográficas que logré codificar de esta forma
hasta el día de hoy las recuerdo.
2.
Otras de las dificultades para la que tuve que aplicar soluciones, tenía que ver con mi
rendimiento académico. Durante muchos años, intente recibir “ayuda” de una
psicopedagoga para resolver mis dificultades a la hora de estudiar. A esta psicopedagoga
la vi entre el 2009 y principios del 2017, aproximadamente. Debo admitir que me contuvo
y sostuvo durante todos esos años y que sin su apoyo seguramente no hubiera concluido
la cursada, también reconozco pese a haberme fastidiado mucho y a todas las críticas
que podría hacerle, no siento que en alguna forma su “tratamiento” me haya dañado.
Acerca de esto último, me gustaría volver más adelante, pero lo que quiero destacar
ahora es que pese a haberme funcionado como sotén, sus intervenciones no lograron
que yo durante todos esos años ganara independencia en la resolución de los problemas
que se me presentaban. Sí logre parcialmente identificar algo de lo que me pasaba. Ella,
por ejemplo, siempre me decía que yo me fijaba mucho en los detalles y me perdía de lo
general y esto no era eficiente generaba complicaciones en la comprensión de los texto.
También me daba mensajes consufusos, mientras yo un día era “tan abstracta que no
entendía lo simple” a la semana siguiente tenía “dificultades para comprender los
conceptos abstractos” y así… También me decía que yo era muy dependiente de la
estética y que si algo no estaba mal redactado o escrito de forma “fea”, entonces no lo
entendía.
Hacia fines del año 2016 leí junto a ella un texto que decía algo así como “la tradición es
como un río, las aguas pasan, pero el lecho queda”. Me reí mucho de esa expresión y
sentí que nunca en mi vida iba a poder llegar a entender porque un río tendría algo que
ver con la tradición. Permanecí en mi negación hasta que repentinamente, en mi divague
mental recorriendo el lecho del río, con las aguas pasando y sonido HD entendí que el
autor se refería a que el agua era el componente dinámico del proceso que mutaba de
forma continua mientras que el lecho era el componente estable que remitía a la historia y
que en la relación entre ambos componentes existía una continuidad y que eso era lo que
él entendía por tradición. En ese momento me di cuenta de que mi mente siempre dibuja
las cosas que escucha o lee y que si no entiendo los conceptos abstractos es porque
estos no se dibujan de forma automática y que encontrar una forma de graficarlos es
esencial para que pueda comprenderlos. Desde entonces pongo en práctica esto de
graficar los conceptos abstractos y si bien con ello no resuelvo del todo mis problemas de
comprensión, sin duda me es de mucha ayuda y hace la lectura más llevadera.
Con el tiempo me enteré que esto es lo mismo que hacen varixs autistas. Si hubiera
sabido antes que estaba en el espectro autista, quizás hubiera podido adoptar la solución
a la que otres habían llegado antes sin tener que pensarla por mi cuenta y me hubiera
ahorrado varios años de sufrimiento.
Cuando veo a mi alrededor, lo natural para mí, es mirar las partes de los objetos y prestar
atención a cómo se sostienen entre sí. Si no puedo verlo, lo deduzco y si no puedo
deducirlo, a veces trato de averiguarlo. Cuando era chica, algo que disfrutaba mucho, era
desatornillar el cubo de rubik, separarlo, mirarlo buen un rato por adentro, y volverlo a
ensamblar. Algo de eso es lo que hago ahora con lo textos.
3.
Otro problema que resolví es el del desorden, que a finales del año 2016 se encontraba
en un estado extremo que continúo hasta finales del 2018. Sé que hablé de este tema con
distintxs psicólogogos y psicólogas a lo largo de mi vida y que por lo menos dos terapistas
ocupacionales intentaron ayudarme y no lo consiguieron. Una de ellas me proponía
formas alternativas de almacenar los objetos que no me parecían útiles y otra venía a mi
casa y se quedaba conmigo mientras yo hacía la cama o ponía las cosas en su lugar para
que a la semana siguiente hubiera una nueva montaña de ropa en el suelo.
Yo por mi parte, había intentando aplicar el método Konmari en más de una oportunidad
sin poder completarlo ni sostener la totalidad de lo logrado en ninguna de esas ocasiones.
Lo único que ayudó a resolver casi por completo este problema fue el minimalismo. Yo no
inventé el minimalismo, pero fui yo la que llegó a encontrarlo y aplicarlo. Quizás la TO que
me frustaba con su intento de forzarme a almacenar las cosas de la forma que A ELLA le
parecía más práctica me ayudó a entender que el espacio que habitaba no estaba
adaptado a mis discapacidades y a reconocer que la forma en que estaba guardando las
cosas era realmente problemática, pero la que llegó a la comprensión de que la
acumulación de objetos era mi principal obstáculo fui yo.
El minimalismo es una solución que todo el tiempo estuvo disponible, es decir, cuando yo
llegué al minimalismo, ya existían cientos de miles de personas en todo el mundo
aplicando este estilo de vida hace décadas. Ojalá algunx terapeuta hubiera sabido acerca
de eso y me hubiera conocido lo suficiente a mí para entender que era algo que me podía
entusiasmar y servir. En cambio tuve que lidiar con una TO que durante semanas insistió
en que mi problema era que no colgaba las telas en el placard cuando volvía de las ferias.
Mi cuarto está ordenado ahora y las telas que uso para cubrir las mesas en las ferias
están guardadas junto con los exhibidores que llevo a las ferias. Me daría asco tenerlas
en el placard, me estorbarían y tendría que pensar demasiado para no olvidármelas
cuando voy a una feria si no estuvieran guardadas junto con el resto de las cosas que
pertenecen a la misma categoría.
4.
La cuarta estrategia de la que quiero hablar es de una que me ayuda a lidiar con la
disfunción ejecutiva. Para llegar a esta combine cosas que sabía y me habían llamado la
atención junto con la información que tengo acerca de mí.
Lo primero que escuché fue una charla TED donde una mujer explicaba que la única
forma en que habían logrado que el personal de un hospital se lave las manos antes de
entrar a las habitaciones de los pacientes había sido colocando un contador en un lugar
visible que sumaba una unidad cada vez que alguien se lavaba las manos antes de entrar
a una habitación. Así, la gente se lavaba las manos sólo por ver crecer el número del
contador.
Lo segundo que me llamó la atención fue ver plantillas para BJ con almanaques
circulares.
Lo tercero, leer a una autista que decía que tenía su BJ diseñado para procrastinar y
mostraba la foto de las páginas con columnas y cómo iba corriendo las cosas de día. En
ese momento, sentí que yo tuviera que ver mis fracasos de esa forma sería muy
desmotivador y que no valía la pena copiar su método porque no se veía muy distinto que
mis agendas.
Finalmente, con un libro de mandalas en la mano, las tres cosas decantaron al mismo
tiempo. Un diseño circular, un contador que sume una unidad por cada cosa que hago
bien y poder ver lo que hago en vez de lo que no hago.
No aplico esta técnica todos los días, pero cuando lo hago es sumamente últil. Ningunx
terapeuta intervino en el diseño de la misma. Fui yo la que decidió usar a su favor algo
que ya estaba ahí.
5.
Algo que también me ayuda con la disfunción ejecutiva es acercar y/o agrupar los objetos.
Esto es algo que se me ocurrió una vez que estaba descolgando la ropa que yo misma
había colgado. Cuando la descolgué ví que había usado broches iguales para cada
prenda y una vez agotadas las posibilidades de emparejar los diseños había usado
broches lo más similares posibles entre sí. En ese momento, yo tenía anemia ferropénica
además de mis complicaciones físicas habituales. Me podía acordar de que colgar la ropa
me había costado muchísimo, pero no me acordaba en qué momento había tomado todas
esas decisiones sobre los broches. Ahora cada vez que cuelgo la ropa llega un momento
en que esto se hace visible, usualmente es cuando se agotan las posibilidades de usar
broches iguales, ahí es cuando me doy cuenta de que todo ese tiempo los estuve
emparejando. Me pregunté cómo podía usar a mi favor esta tendencia de mi mente a
buscar combinaciones y la forma que encontré de aplicarlo es agrupando y/o acercando
las cosas. Por ejemplo, cuando estoy muy agotada y tengo que colgar ropa me propongo
empezar por las toallas, una vez colgadas las toallas, me propongo seguir por otro tipo de
prenda. Cuando no tengo energía para ordenar por lo menos voy agrupando las cosas por
categorías o acercándolas a su lugar aunque no llegue guardarlas y así, al otro día, una
parte del trabajo está hecho.
A esto de hacer las cosas por tramos lo combino con lo de ir pintando elementos repetidos
en un dibujo y es de utilidad. Otra vez, ningunx terapeuta intervino en la adquisición de
este hábito más que en decirme hasta el cansancio que tenía que dividir las tareas en
partes más chicas sin fijarse en cómo podía ser posible que sí lo hiciera.
6.
Si yo hubiera solicitado “ayuda terapéutica” en ese momento para leer el cuento, sin duda
me hubiera terminado en la clínica del parque o bien, con altas dosis de clozapina y sin la
tarea hecha.
Por otro lado, acerca del problema de la angustia, ya tengo un largo texto acerca de las
formas que en su momento había encontrado de lidiar con ella y de cómo distintxs
terapeutas me habían ayudado o no.
Si hay alguna conclusión que pueda sacar de todo esto es que hasta ahora lo que más
me sirvió para resolver problemas fue el conocimiento sobre mi misma, la observación a
las cosas que hago sin esfuerzo y la creatividad para inventar soluciones basadas en
esos conocimientos. Siento que cuando pido “ayuda” a “terapeutas” para resolver
problemas me suelo topar con estrategias que no tienen nada que ver con quien soy yo.
Se me impone el probar una y otra vez y seguir intentando fórmulas que no fueron
pensadas para mí y en las que fracaso continuamente descartando por completo el
reconocimiento y uso de mis fortalezas. Entiendo que hay cosas que no me salen bien,
que tengo objetivos importantes por cumplir y que varios de mis hábitos actuales no
juegan a mi favor, pero lo que se me propone es continuamente usar recursos que no
tengo dando lugar a frustaciones cada vez mayores que empeoran mis estados de
angustia y ansiedad. Creo que algo que falla en mis terapias es que yo no necesito que
me “ayuden”, lo que necesito es que mis terapeutas trabajen en explorar conmigo lo que
ya puedo, lo que ya hago y cómo usarlo para lograr mis objetivos. Quizás, una nueva
hipótesis de por qué a mí la terapia no me sirvió hasta ahora para “superar” la ansiedad
es que esta no trabaja con mis potencialidades sino que las ignora imponiéndome el
ejercicio de actividades para las cuales cuento con una considerable desventaja porque
de poder hacerlas ya las habría hecho porque no soy tan tonta y entonces no estaría en
terapia.
Es decir, yo no estoy usando mi tiempo como quisiera pero de alguna forma lo estoy
usando y quizás ese uso al pedo del tiempo está lleno de oportunidades que no están
siendo vistas y que de ser encausadas hacia el logro de mis objetivos podrían hacerme
sentir bien.