Mushoku Tensei Jobless Reincarnation Volumen 14 Edad Adulta - Summoning Arc (Light Novel)

Mushoku Tensei Jobless Reincarnation
Traducción al español: Jaden

Editor y Corrector: Sakmutar
Editor De Imagen: Soto
CLEANER: AZAZEL 堕天王
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Volumen 14: Edad Adulta - Arco De Invocación [Light Novel]
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Contenido
Capítulo I – Fortaleza Flotante .......................................................... 8
Capítulo II – Audiencia Con Perugius ................................................................. 26
Capítulo III – El Pasado Y Una Maldición, La invocación Y Los Celos .................. 39
Capítulo IV – Lamento ....................................................................................... 65
Capítulo V – Regreso Al Continente Demoníaco.................................................. 78
Capítulo VI – Búsqueda De Kishirika ................................................................. 90
Capítulo VII – Audiencia Con El Rey Demonio Inmortal ................................... 113
Capítulo VIII – Enfrentamiento Con El Rey Demonio Inmortal .......................... 133
Capítulo IX – Un Día En La Fortaleza Flotante ................................................. 154
Capítulo X – Punto De Inflexión (Parte 4) ......................................................... 169
Capítulo XI – Un Final Y Un Comienzo ............................................................. 184
Capítulo Extra I – El Nacimiento De Un Nuevo Rey De La Espada .................... 200
Sobre El Autor: Rifujin Na Magonote ............................................................... 208
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Capítulo I – Fortaleza Flotante
A PIE, nuestro viaje nos llevaría medio día hacia el norte desde la Ciudad Mágica de Sharia,
pero sólo era una hora a caballo. Nuestro destino eran unas antiguas ruinas, los restos de una
fortaleza.
Había escombros esparcidos por el suelo, vestigios de algún pavimento de piedra. Gruesos
pilares de piedra yacían derribados. Era como ver el Partenón, salvo que los años habían sido
menos benévolos con este lugar. Sin duda, en una época fue un espectáculo majestuoso, pero
ahora era poco más que un eco de la historia.
"Estos son los restos de la Fortaleza Scott. Los humanos la construyeron durante la Guerra
de Laplace. Dicen que hubo mil humanos que se atrincheraron para oponerse a la invasión de
los demonios. Lamentablemente, no fueron rivales para ellos, y la fortaleza fue finalmente
capturada".
Esta útil explicación llegó a través de la mujer que estaba a mi lado, una rubia con el pelo
trenzado. Tenía una mirada inocente y estaba vestida con un lujoso traje de viaje. Incluso
desde lejos, se podía decir que Ariel Anemoi Asura era una belleza sin igual que rezumaba
carisma.
Espera, ¿podría estar dirigiendo esa explicación hacia mí?
Cerré la boca y miré a mi alrededor. Luke y Sylphie estaban inmediatamente detrás de

nosotros, con Roxy, Zanoba, Cliff y Elinalise en la retaguardia. Nanahoshi iba delante,
liderando nuestro grupo. La mirada de Ariel estaba fija en mí, y no había nadie entre nosotros.
Tenía razón; me estaba hablando a mí. Recientemente habíamos viajado con algunos nobles
de Ranoan durante un tiempo, pero nunca habíamos hablado realmente, de ahí mi confusión.
"Sí que estás bien informada, princesa", dije finalmente.
Ella me dedicó una suave sonrisa. "Está representada en muchas de las canciones
populares de esta zona".
"No sabía que te interesaran las canciones populares".
"Para relacionarme con la nobleza local tengo que conocerlas", respondió Ariel con
naturalidad. Al parecer, el conocimiento de los cuentos antiguos era esencial para acercarse a
la clase alta. Debe ser mucho trabajo.
"¿Pero estás seguro de que podemos llegar a Lord Perugius desde aquí?"
"Esa es una buena pregunta. No tengo ni idea de cómo funciona, pero..." Hice una pausa,
mirando a Nanahoshi delante de nosotros. Llevaba una enorme mochila al hombro y le costaba
caminar, gracias a los escombros. Aun así, seguía avanzando sin mirar atrás. Yo la seguía,
pero me preguntaba cómo pensaba llegar a Perugius desde aquí. Por lo que recordaba, mis
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lecturas sobre la magia del teletransporte no mencionaban tales círculos por aquí. O tal vez
había uno, pero no se había notado porque estaba oculto. "Me preocupa más que se moleste
por la cantidad de gente que traemos".
Ariel se río. "Lord Rudeus, dice usted cosas muy divertidas. Este es el héroe que se ganó
el título de 'rey', ya sabes. Nuestro pequeño grupo difícilmente lo perturbará".
"Espero que tengas razón".
Miré a mi alrededor, haciendo un recuento mental de cada persona de nuestro grupo:

Nanahoshi, yo, Ariel, Sylphie, Luke, Roxy, Zanoba, Cliff y Elinalise. Éramos nueve, suficientes
para ser una gran unidad familiar. Aunque la realeza no lo consideraría una multitud tan grande.
A menudo recibían a docenas de invitados a la vez, así que un grupo de menos de diez
probablemente no les molestaría.
Norn había rechazado mi invitación; estaba demasiado ocupada con la escuela. Había dicho
que se esforzaría por compaginar sus estudios de esgrima con su participación en el consejo
estudiantil. Tal vez eso influyó en su negativa. Sin embargo, si la hubiera traído con nosotros,
probablemente habría tenido que traer también a Aisha. Eso nos habría convertido en un grupo
de once personas, definitivamente una multitud. No me sentía cómodo llevando a tanta gente
a conocer a alguien que no conocía realmente.
"Lord Perugius pasa sus días en reclusión ahora, pero después de la Guerra de Laplace,
vivió en el Reino de Asura durante un tiempo. La gente de allí lo considera igual que su propio
rey. Se dice que una vez trajo cien sirvientes con él cuando visitó el palacio. Alguien así no se
inmutaría ante un pequeño grupo de nueve personas", dijo Ariel.
"Supongo que sí".
En una tangente completamente no relacionada, la voz de Ariel seguro que era agradable
de escuchar. Seguramente era natural sentirse molesto cuando los visitantes llamaban a la
puerta sin previo aviso, pero las palabras de Ariel hacían parecer que todo estaría
perfectamente bien. Era sinceramente desconcertante. Su voz era como el susurro del diablo.
Miré a la princesa. "Si estaba harto de la vida en el palacio, tal vez no le guste nada el
concepto de visitas".
"Si ese fuera el caso, Lady Nanahoshi no habría accedido a dejarme venir".
"No creo que le dé tanta importancia", murmuré, recordando las circunstancias que llevaron
a Ariel a unirse a nuestro grupo en primer lugar...
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◇◇◇
Cuando Nanahoshi mencionó por primera vez a Perugius, me sentí tan emocionado como
un niño pequeño en la mañana de mi cumpleaños. Este era el Rey Dragón Blindado del que
estábamos hablando. Lo sabía todo sobre él. Había leído un libro sobre él, poco después de
reencarnarme en este mundo.
Perugius fue un héroe de la Guerra de Laplace hace 400 años. Según lo que leí, podía
controlar a doce familiares, había restaurado una antigua fortaleza flotante a su antigua gloria,
e incluso había luchado contra el propio Laplace con sus camaradas. Después de que Laplace
fuera sellado, la gente cantó tanto sus alabanzas que el nuevo calendario recibió el nombre de
"Dragón Blindado" en su honor.
Aunque Perugius era conocido como el Rey Dragón Acorazado, no tenía ningún territorio
sobre el que gobernar. Con el tiempo, abandonó el palacio de Asuran y comenzó a viajar por
el mundo en su fortaleza flotante, Chaos Breaker. Realmente íbamos a conocer a este hombre
de las leyendas. No podía evitar mi anticipación. Es decir, ¡vamos a visitar el castillo en el cielo,
Laputa!
Es cierto que ya estaba bastante ocupada entre ser madre y llevar a cabo mi propia
investigación, pero aun así tenía muchas ganas de ir. Lo siento, Lucie, tu padre no es rival para
su propia curiosidad. Pero te prometo que traeré algo para ti. Así que decidí acompañar a
Nanahoshi.
Mientras yo luchaba interiormente con mi propio egoísmo, Sylphie no tenía tantos conflictos.
En su lugar, preguntó: "¿Estaría bien si llevo a la princesa Ariel?"
"¿Ariel?" Nanahoshi frunció el ceño.
Dicha princesa había intentado solicitar el favor de Nanahoshi varias veces. Después de
todo, Nanahoshi controlaba un gran conducto comercial entre el Reino de Asura y el Reino de
Ranoa. Por supuesto, Ariel quería a la chica en su bolsillo. El problema era que Nanahoshi
quería tener tan poco que ver con este mundo como fuera posible, y por eso actuaba molesta
con todo lo que había en él.
En realidad, eso no es actuar. Creo que realmente está molesta.
"Sí", dijo Sylphie. "Lord Perugius ha vivido recluido durante muchos años, pero la corte
asuriana aún lo venera. La princesa Ariel es... bueno, considerando sus planes para el futuro,
creo que le gustaría conocerlo".
Ariel había cultivado conexiones en varios lugares con el propósito de tomar eventualmente
la corona asuriana. De hecho, había pasado años haciendo esos preparativos, pero sus
posibilidades eran tan buenas como lanzar una moneda al aire. En mi opinión, no es una
apuesta muy segura. La princesa se graduaría el año que viene, pero no tenía ni idea de lo
que pensaba hacer después. Tal vez seguiría sin hacer nada y acumulando más poder, o tal
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vez volvería a la capital en Asura para hacerse con el trono. Yo la ayudaría si eligiera esto
último, pero, sinceramente, me sentía un poco menos entusiasmado ahora que estaba casado
y tenía un hijo. Quería mantener mi participación a un nivel en el que no tuviera un impacto
negativo en mi familia, si era posible.
Bueno, dejando de lado mis sentimientos, la propuesta de Sylphie era probablemente otro
intento de ayudar a Ariel con sus conexiones. Si Ariel podía conseguir el respaldo del Rey
Dragón Acorazado Perugius, un hombre venerado como héroe en el Reino de Asura, haría
más fácil su lucha por la corona.
"Bueno, te lo debo por todo lo que has hecho..." Nanahoshi se encogió de hombros. "Claro,
por qué no. Puedes traerla".
Teniendo en cuenta lo evidentes que eran las ambiciones de Ariel, supuse que Nanahoshi
la rechazaría, pero aceptó de buen grado. Al parecer, Sylphie había cuidado de Nanahoshi
mientras yo no estaba. Eso incluía compartir la comida, proporcionarle ropa y lanzarle magia
de desintoxicación cuando enfermaba. Nanahoshi apenas había venido a casa desde el
cumpleaños de Lucie, pero Sylphie dijo que antes de eso usaba mucho nuestro baño.
Sylphie cerró el puño y sonrió. "¿De verdad? Gracias. La princesa Ariel estará encantada".
Y así fue como Ariel y Luke acabaron uniéndose a nosotros. Sylphie dijo que Ariel estaba
inusualmente entusiasmada. Supongo que ser una princesa no le impedía estar emocionada
por conocer a alguien tan famoso. Incluso yo estaba emocionado. Es decir, estábamos
hablando de un héroe de verdad. Del tipo que sólo se escucha en los libros. No podía esperar
a ver qué clase de persona era. Esperaba que no fuera uno malhumorado.
Ahora que lo pienso...
De repente recordé que había conocido a uno de sus subordinados hace mucho tiempo,
antes del Incidente del Desplazamiento. El hombre se hacía llamar Arumanfi el Brillante. Pensó
que yo era el autor intelectual del incidente del desplazamiento y trató de atacarme. Aunque
Ghislaine consiguió disuadirle, y no me dio la impresión de que fuera una mala persona. Aun
así, teniendo en cuenta que intentó matarme de la nada, había algo innegablemente peligroso
en él. ¿Quién sabía si su maestro, Perugius, sería mejor? La idea me puso nervioso.
De acuerdo, pero sólo porque su subordinado se haya desbocado no significa que él lo

haga.
Además, parecía que Perugius había tenido una premonición de lo que iba a suceder y trató
de detener el Incidente de Desplazamiento antes de que ocurriera. De ser así, se merecía
todos los elogios del mundo. Aunque intentar matar a un inocente en el proceso...
Bueno, lo que sea. El pasado es el pasado. Dejaré que el pasado sea el pasado. No saldría
nada bueno de actuar con hostilidad hacia alguien que estaba conociendo por primera vez. El
perdón era importante.
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"Estamos aquí".
Mientras me perdía en mis pensamientos, Nanahoshi finalmente detuvo a nuestro grupo

cuando llegamos al centro de las ruinas. Aquí no había absolutamente nada. O eso me pareció.
Al mirar más de cerca, me di cuenta de que había una piedra enterrada bajo los escombros
que era perfecta para sentarse en ella. Era un monumento, en realidad. Uno con un emblema
brillante que representaba a un grupo temible: las Siete Grandes Potencias. Este tipo de
monumentos estaban repartidos por todo el mundo, pero ¿quién iba a saber que
encontraríamos uno aquí?
De todos modos, no era un círculo mágico. Tal vez hubiera una puerta en algún lugar que
se abriera y revelara unas escaleras que llevaran a un círculo de teletransporte. O tal vez el
propio monumento tenía algún tipo de mecanismo de deformación instalado. O tal vez sólo
teníamos que recitar algunas palabras mágicas y la piedra nos teletransportaría
automáticamente. "Entonces, ¿qué vamos a hacer ahora que estamos aquí?"
"Llamarle". Nanahoshi se encogió de hombros y buscó en su mochila un silbato de metal.

Lo puso contra sus labios y sopló con fuerza. "Fsssh..."
No salió ningún sonido, sólo aire. ¿Es un silbato para perros o algo así?
"¿No oigo nada?" Cliff entrecerró los ojos, escéptico.
"Es un sonido que la gente normal no puede percibir, pero debería venir ya". Nanahoshi se
sentó en una de las muchas piedras esparcidas a nuestro alrededor.
Un sonido que la gente normal no puede percibir, ¿pero de alguna manera Perugius puede
oírlo desde aquí? Eso significa que esta flauta es un objeto mágico o que Perugius es un perro.
"Cliff". La expresión de Elinalise se volvió sombría al dirigirse a él.
"¿Qué pasa?"
"Sólo una pequeña advertencia: puede que alguien te diga algo denigrante mientras
estamos allí, pero no debes perder la calma y hablar de más. ¿De acuerdo?"
Frunció el ceño, haciendo un mohín como un niño pequeño al que su madre acaba de
regañar por sus estudios. "Ya lo sé. No soy un niño".
Elinalise se acurrucó contra él y le susurró algo al oído. La expresión de Cliff se relajó, lo

que significaba que le estaba diciendo cosas dulces o que se había disculpado.
"¡Estoy ansioso por ver qué clase de estatuas residen en la fortaleza flotante!" declaró
Zanoba.
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Siempre tan entusiasta. En cuanto se enteró de que iríamos a visitar a Perugius, había
dicho: "Deberíamos aprovechar la oportunidad para mostrarle a Lord Perugius nuestras
creaciones". Luego metió en una caja varias figuras que yo había hecho (incluida la de Ruijerd)
para llevarlas con nosotros. No tenía ni idea de si realmente tuviéramos una oportunidad o no,
pero Zanoba pensaba dar a conocer nuestro negocio a Perugius, al igual que yo había
mostrado mi trabajo a Badigadi. Seguro que le apasionaba nuestro trabajo.
Julie y Ginger no estaban con nosotros. Julie se quedaba en la habitación de Zanoba, y

Zanoba había ordenado a Ginger que actuara como guardaespaldas de mi familia. No es que
fueran ningún tipo de peligro, pero al menos ella podría proporcionarles asistencia si
necesitaban algo. Estaba seguro de que el verdadero deseo de Ginger era estar al lado de
Zanoba, pero al menos me tranquilizaba saber que tenía a alguien que cuidaba de mi familia
mientras yo no estaba.
"Intenta no insistir demasiado en tus intereses. Estamos hablando de alguien que ha vivido
más de 400 años", dije.
"¡Buahaha! Lord Badi ha vivido incluso más tiempo que eso. Cualquiera que haya vivido
tanto tendría que apreciar la fina calidad de sus figuras, maestro".
"Si tú lo dices..." Incliné la cabeza. "¿Hm?"
Una luz apareció en la distancia.
"Está aquí", murmuró Nanahoshi.
Una figura apareció ante nosotros una fracción de segundo después. Fue casi instantáneo,
en un abrir y cerrar de ojos.
El hombre tenía el pelo rubio y estaba vestido con lo que parecía un uniforme escolar blanco.
Seguramente era muy guapo, pero su rostro estaba oculto bajo una máscara amarilla que
parecía un zorro. Una larga daga colgaba a su lado. Tenía el mismo aspecto que recordaba.
"Arumanfi el Brillante, a su servicio", dijo.
Era realmente extraño lo abrupto de su aparición. Un momento no estaba aquí, y luego allí
estaba en medio de nuestro grupo. Probablemente voló desde su fortaleza flotante a la
velocidad de la luz. Hizo lo mismo cuando lo conocí, antes de que toda la región de Fittoa
desapareciera.
Nuestro grupo se quedó en silencio. Arumanfi me miró brevemente. Me pregunté si se

acordaba de mí. Una parte de mí temía que pudiera volver a atacarme. Activé en secreto mi
Ojo de Demonio y apreté mi bastón. Sin embargo, Arumanfi no pareció reconocerme en
absoluto, para mi alivio. Su mirada pasó por el resto de nuestro grupo antes de dirigirse a
Nanahoshi.
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"Son bastantes", dijo. Debía de estar contando nuestro número.
Nanahoshi asintió. "Sí, lo hay, pero eso no es un problema, ¿verdad? Dijo que podía traer
un grupo de diez personas".
"El número de personas no es un problema. Sin embargo..." Su mirada se posó en Roxy.

"El demonio lo es".
"¿Qué? ¿Por qué?" Roxy parecía un gato al que hubieran salpicado con agua helada.
"No permitimos demonios en nuestra fortaleza flotante".
"O-oh, es cierto..." Los hombros de Roxy se desplomaron hacia delante. Estaba destrozada.
Durante la Guerra de Laplace, Perugius había luchado contra los demonios. Tal vez todavía
les guardaba rencor. La guerra tiende a dejar su marca en los corazones de la gente. "¿No
hay manera de hacer una excepción?"
"Lord Perugius es un hombre muy magnánimo, pero odia a los demonios".
Casi había olvidado que existía tal discriminación, porque la mayoría de la gente no tenía
especiales prejuicios hacia los demonios en esta región. Pero no se podía decir lo mismo del
resto del mundo. Perugius podía ser un hombre de leyenda, pero también era un participante
en la guerra. Al igual que Ruijerd llevaba las cicatrices mentales de aquellos acontecimientos,
quizás Perugius también. Aun así, me sentía mal por Roxy, ya que era la única que no podía
venir.
"No, está bien", dijo Roxy. Sus hombros se hundieron en señal de derrota. "Si es así, me
quedaré atrás. Además, me daba un poco de miedo ver a Per-Lord Perugius de todos modos,
y todavía tengo mi trabajo como profesora aquí. Esto es lo mejor".
Aunque se daba por vencida, no podía ocultar la decepción en su rostro. Una parte de ella
quería venir con nosotros. Aun así, forzó una sonrisa mientras se volvía hacia mí, tratando de
ser tranquilizadora. "Está bien, Rudeus. Me encargaré de todo en casa".
"Está bien, pero te traeré un recuerdo".
Se bajó el ala de su sombrero para que ocultara su rostro. Tras una breve pausa, murmuró,
como en broma, "No necesito ningún recuerdo. Dame un gran abrazo cuando llegues a casa
y eso será suficiente para mí".
La rodeé con mis brazos y la abracé durante diez segundos. Su corazón empezó a
tamborilear con fuerza y tuve que apartarme antes de que mi bazuca atómica se recargara.
"Gracias..."
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"No", dije, "gracias".
Las mejillas de Roxy se pusieron rojas mientras se agitaba. Sonrió, a pesar de su vergüenza,
mientras los dos nos alejábamos. Cuando vuelva a casa, haremos todo eso y más.
"¿Terminaste?" preguntó Arumanfi. Se había acercado mientras los dos compartíamos una
sentida despedida. Ahora que mis manos no estaban ocupadas en otra cosa, me entregó un
bastón de mando. Miré a mi alrededor y me di cuenta de que todos los demás tenían uno.
"Sujétalo", dijo.
Agarré el objeto. Era de metal, de unos 20 centímetros de largo, con un complejo patrón
tallado en su superficie. Había un cristal mágico en cada extremo. Lo más probable es que sea
un instrumento mágico.
"¿Y qué hago mientras lo sostengo?"
"Sólo tienes que sostenerlo", dijo. "Lord Perugius utilizará la magia de teletransporte para
llevaros a todos a su fortaleza".
¿Así que este objeto estaba imbuido con magia de teletransporte? ¿Existe realmente tal
cosa? Si es así, eso era muy conveniente. ¿Pensé que habían dicho que los humanos no
podían ser invocados? Espera, tal vez esté bien, ya que esto no es magia de invocación. ¿Cuál
es la diferencia entre los dos, de todos modos?
"¿Cómo se supone que regresaremos una vez que hayamos terminado?"
"Volverán de la misma manera, en su mayor parte", respondió Arumanfi con indiferencia.
Eso significa que hay alguna manera de que nos teletransporten de vuelta. Lucie sería
mayor de edad cuando volviéramos si tuviéramos que regresar a pie. Era un alivio saber que
eso no ocurriría.
"¿Todos tienen uno de estos? Asegúrense de sostenerlo con las manos desnudas".
Miré mi mano izquierda. Como era artificial, no había forma de agarrar el bastón con las dos
manos desnudas.
Nanahoshi nos inspeccionó para asegurarse de que habíamos seguido las instrucciones y
asintió a Arumanfi. "Parece que todos están listos".
"Muy bien. Esperen un momento". Hizo un gesto con la cabeza y al momento siguiente fue
un destello de luz que desapareció en la distancia. Seguramente volviendo a la fortaleza para
decirle a Perugius que estábamos listos para ser convocados.
"Esto es bastante emocionante", dijo Ariel, sonriendo a Sylphie.
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"Sí, lo es".
Sylphie tenía razón. La princesa estaba ciertamente más enérgica que de costumbre.
En fin, teletransporte, ¿eh? Si algo saliera mal, podríamos ser transportados a quién sabe
dónde. Aunque sea una leyenda viviente, Perugius sigue siendo una persona, y la gente
comete errores. Vaya, esto da un poco de miedo.
"¿Hm?"
Mientras imaginaba el peor de los escenarios, el calor comenzó a recorrer el bastón en mis
manos. El calor se transfirió a mis manos y sentí como si me tiraran hacia ella. Me pregunté
qué pasaría si me soltaba. Sin duda, la magia del teletransporte fallaría. Pero la sensación fue
tan repentina que no me habría sorprendido que otra persona soltara el bastón instintivamente.
"¿Eh?"
Miré a mi alrededor y me di cuenta de que todos los demás ya se habían ido. No, no todos.
Sylphie me miró un segundo antes de desaparecer. Sólo quedábamos Roxy y yo.
¿Eh? ¿Me han dejado atrás?
Al segundo de empezar a dudar, me encontré con que mi conciencia era absorbida por el
bastón.
◇◇◇
Cuando me di cuenta de lo que estaba pasando, todo a mi alrededor era blanco. Era un
espacio vacío desprovisto de todo color. Una cuerda invisible me arrastró a una velocidad
increíble. Era como si alguien utilizara un cabrestante para enrollar su hilo de pescar y yo fuera
la presa fresca enganchada en el otro extremo, zumbando por el aire. A lo lejos, alcancé a ver
a Sylphie siendo igualmente arrastrada por esta fuerza invisible. ¿Esto es lo que se siente al
estar en el extremo opuesto de la magia de invocación?
Y lo que es más importante, este escenario me resultaba familiar. Lo había visto antes...
pero ¿dónde?
Así es, ¡el Dios Hombre!
Nunca pensé mucho en ello, pero ahora veía que este lugar se parecía a la zona que vi
cuando conocí al Dios Hombre en mis sueños. Excepto que, en esos sueños, siempre estaba
en mi cuerpo anterior. Esta vez, seguía siendo Rudeus, con mis ropas ondeando a mi alrededor
mientras me elevaba hacia adelante.
Una enorme luz me esperaba delante. Estaba tejida en un misterioso y complejo círculo
mágico, y me absorbió a medida que me acercaba.
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La siguiente vez que abrí los ojos, volvía a haber tierra firme debajo de mí.
"¡Uf!"
Respiré con fuerza. Era como si me hubieran despertado de un sueño. ¿Había perdido el
conocimiento en algún momento? No, no era eso. Recordé haber volado a través de una gran
extensión de la nada.
"Así que esta es la magia de invocación de Perugius, ¿eh?"
Era una sensación peculiar. La última vez que sentí esto fue durante el Incidente de
Desplazamiento. En ese entonces, también sentí como si estuviera volando por el aire. Sin
embargo, esta vez había una diferencia: una sensación de estabilidad. La calamidad fue como
un tren descarrilado. Esta vez fue más bien como un taxi, que me llevó con seguridad al lugar
correcto.
"Eso sí que me resultó familiar", me susurró Sylphie.
Evidentemente, no era la única que se sentía así. "Sí, así es", dije, mirando a nuestro grupo.
Ariel, Luke, Zanoba, Cliff, Elinalise y Nanahoshi. Todos estaban aquí. Salvo Nanahoshi y
Elinalise, todos parecían absolutamente desconcertados por lo que acababan de vivir. Al
menos estaban todos a salvo.
"Este círculo mágico es enorme", murmuró Cliff.
Sólo entonces me di cuenta de lo que estábamos pisando. Debajo de nosotros había un

enorme círculo mágico de unos veinte metros de ancho. Estaba tallado directamente en un
hermoso suelo de mármol. El agua corría a través del patrón grabado, emitiendo una tenue
luz. Lo más probable es que estuviera imbuido de algún tipo de magia. Aparte del agua, ya
había visto este mismo tipo de luz antes, en las ruinas que utilizamos para llegar a Begaritt. En
otras palabras, era un tipo de círculo de teletransportación.
"Vaya..."
Lo que realmente robó mi atención no fue el patrón debajo de nosotros, sino el enorme
castillo frente a nosotros. Debía tener al menos cincuenta pisos de altura, y otros tantos de
anchura, su forma era masiva e imponente. Seguramente, el interior no sería menos
majestuoso. Me devané los sesos buscando una comparación de mi vida anterior, pero no me
vino a la mente nada de tamaño similar. Lo más parecido que se me ocurrió fue tomar la Cúpula
de Tokio y ponerle un castillo encima.
Así que esto es una fortaleza flotante. Ya la había visto desde el suelo, pero nunca me había
dado cuenta de lo gigantesca que era. Incluso desde lejos, no era menos impresionante.
"Increíble". Sylphie se quedó boquiabierta. "Es más grande que el palacio de Asuran".
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Un extenso jardín se extendía ante la enorme estructura. Tenía tantos árboles y flores de
colores que podría ser un laberinto. Un canal corría delante de él, su agua brillaba a la luz. Se
notaba que el lugar estaba bien cuidado, incluso desde la distancia.
"R-Rudy, detrás de nosotros", gritó Sylphie.
"¿Hm?" Miré detrás de mí. Al otro lado del círculo había una valla metálica. Más allá había
un mar de blanco puro. "Nubes, ¿eh?"
Había tomado un avión una vez, en la escuela primaria en mi vida anterior. Esta escena se
asemejaba a mis recuerdos de entonces, aunque era diferente verla en persona en lugar de
mirarla a través de una ventana. Había algo profundamente conmovedor en contemplar así las
nubes.
Cliff y Luke estaban boquiabiertos. Incluso Ariel tenía los ojos redondos de sorpresa cuando
se asomó a la barandilla, contemplando el mar de blanco que había debajo de nosotros. Todo
el mundo se quedó con la boca abierta ante la vista. No puedo culparlos. Los aviones no
existían en este mundo, ni tampoco el senderismo de montaña. No había otra forma de
experimentar algo así.
Sylphie se agarró a mi bata.
"¿Qué pasa?"
"No se me dan bien los sitios altos". Le temblaban las piernas.
¿Realmente había aceptado venir a un castillo volador a pesar de su miedo a las alturas?
Estaba muy decidida. Si perdía el equilibrio, me aseguraría de agarrarla y llevarla.
"Espero que la vista desde nuestra fortaleza flotante sea de tu agrado", dijo una voz
desconocida detrás de nosotros.
Me giré. Una mujer estaba fuera de las líneas del círculo, inmóvil como una estatua. Tenía
el pelo rubio platino hasta los hombros y su rostro estaba oculto bajo una máscara blanca de
pájaro. Era difícil decir si era hermosa o no, pero estaba claro que tenía figura de mujer. Sus
ropas eran blancas y llevaba un bastón con una piedra mágica negra y casi opaca. Apuesto a
que cuesta mucho dinero. No es que el único valor de un objeto sea su valor económico, pero
esa cosa tenía que ser cara. Incluso más que mi propio y querido bastón.
Dicho esto, lo más notable de su aspecto no era ni su ropa ni su bastón. Eran las enormes
alas negras que sobresalían de su espalda.
"¿Una de las gentes del cielo...?"
Sus alas tenían una presencia imponente, pero la mujer estaba tan callada que no nos
habíamos dado cuenta. Era realmente extraño.
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En cuanto tuvimos su atención, inclinó la cabeza en forma de reverencia. A pesar de mi falta
de conocimiento de la etiqueta, me di cuenta de la elegancia de cada uno de sus movimientos.
"Les doy mi más sincera bienvenida a todos ustedes. Soy el primero de los sirvientes de Lord
Perugius, Sylvaril del Vacío. Seré quien les guíe a todos por nuestra fortaleza flotante, Chaos
Breaker".
"Soy Luke Notos Greyrat, caballero de la segunda princesa de Asura, Ariel Anemoi Asura.
Es un gran placer conocerte. Esperamos ver más de su magnífica fortaleza". Luke se paró
frente a Ariel mientras ofrecía su propio saludo cortés, sonriendo suavemente a Sylvaril.
¿Por qué le sonríe así? No es que ella tenga jarras gigantes. Tampoco es que sean
especialmente pequeñas. ¿Es esa su preferencia? No, no puede ser eso. Probablemente sólo
está siendo educado.
"Soy Ariel Anemoi Asura, la segunda princesa del Reino Asura". Ariel pellizcó el borde de
su falda, haciendo una lenta reverencia. Sus movimientos eran tan elegantes que nunca sería
capaz de imitarlos.
Sin embargo, los demás también nos presentamos de forma similar. Cliff y Zanoba se
comportaron de la misma manera refinada que los demás nobles. Yo era probablemente el
más ignorante de nuestro grupo en lo que respecta a la etiqueta adecuada.
"Es un placer conocerlos a todos", respondió Sylvaril amablemente, sin que su voz revelara
nada de sus emociones internas.
"Ha pasado mucho tiempo, señorita Sylvaril". Nanahoshi fue la última en hablar, asintiendo
con la cabeza en señal de saludo.
"Efectivamente, Lady Nanahoshi. Me alegro de ver... bueno, no, parece que no estás muy
bien de salud, ¿verdad?"
"No en mi mejor momento, pero estoy bien".
Su intercambio fue bastante breve, pero si el ambiente amistoso era una indicación, los dos
estaban en buenos términos.
"Bien, entonces. Seguidme todos". Sylvaril giró sobre sus talones y se dirigió hacia adelante,
con sus pasos totalmente silenciosos. Su cabeza no se balanceaba mientras se movía, y sus
ropas eran tan largas que ocultaban sus pies. Era como ver a un fantasma a la deriva.
Nanahoshi no movió ni una pestaña mientras seguía a Sylvaril, así que los demás la
seguimos.
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◇◇◇
Sylvaril tomó el camino que atravesaba el jardín. Una puerta de piedra se asomaba por
delante, parecida a un arco de triunfo. Al acercarnos, Zanoba tarareó en señal de
agradecimiento. "¡Ah, qué alivio tan impresionante!"
Aunque en realidad sólo le interesaban las muñecas y las figuras, seguía siendo bastante
conocedor de otras formas de arte. Quizá porque todas tenían algo en común. Por otro lado,
no tenía forma de juzgar este tipo de diseños. Bueno, si Zanoba está tan impresionado, estoy
seguro de que debe ser bastante increíble. Normalmente no se muestra tan asombrado por
nada que no sea una estatuilla o algo similar.
Seguí su mirada y levanté la vista. "Oh, wow..." Había intrincados relieves cincelados por
toda la superficie de la puerta, y los finos dibujos se extendían incluso hasta la parte inferior
del arco. Uno no podía resistirse a quedarse embobado mirando hacia arriba. Nos quedamos
mirando mientras caminamos, y Sylvaril intervino con una explicación.
"Esta puerta fue creada por el Rey Dragón Abisal Maxwell. Lord Maxwell tiene talento para
la construcción mágica y la artesanía. Una de sus otras creaciones es el palacio blanco del
País Sagrado de Millis-"
"¡Woooooa!" Zanoba jadeó.
Sylvaril hizo una pausa y se dio la vuelta. "¿Pasa algo?"
"¡Debo preguntar! ¿Dónde está el Maestro Maxwell ahora mismo?" La voz de Zanoba salió
en un chillido agudo mientras temblaba, con los ojos fijos en una parte concreta de la puerta.
¿Qué le ocurría? No tenía ni idea de lo que estaba mirando.
"Lord Maxwell es del tipo errante", respondió Sylvaril. "Suponiendo que no haya fallecido ya,
probablemente esté aventurándose en algún lugar".
"Oh, es una pena. Un hombre tan magnífico... Si tuviera la oportunidad de conocerlo..."

Zanoba apenas podía contener su emoción. Bueno, para ser honesto, no era que lo estuviera
intentando.
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"¿Podemos continuar?" preguntó Sylvaril.
"Oh, sí, por supuesto. Mis disculpas. Simplemente me conmovió la grandeza de su obra".
"¿De verdad? En ese caso, puedes encontrar varias piezas espléndidas dentro de la
fortaleza. Espero que se tome su tiempo y las disfrute mientras esté aquí". Adiviné que sonreía
bajo la máscara.
Zanoba se acercó a mí y me susurró al oído: "Maestro, ¿lo has visto?".
"Sí, lo vi".
"Este es un enorme descubrimiento. Es bueno que hayamos venido. Tenemos una enorme
deuda de gratitud con la Maestra Nanahoshi".
¿Qué era ese descubrimiento del que hablaba? Parece que no estaba mirando la misma
parte del relieve que él.
"Lo siento", dije, "no tengo ni idea de qué es lo que parece haber encontrado. Cuéntamelo
luego".
La cara de Zanoba cayó. "Increíble. Pensar que mi maestro pasaría por alto una información
tan fundamental..." Abatido, se puso detrás de mí. Lo siento, no tengo el ojo artístico para las
cosas que tú tienes.
"¿Hm?"
Cuando pasamos por la puerta, de repente empezaron a caer partículas blancas del cuerpo
de Sylphie mientras caminaba delante de mí. De hecho, esas mismas partículas estaban
cayendo de mi cuerpo también.
"¿Oh?" Sylvaril se detuvo de nuevo, volviéndose hacia nosotros. Su máscara ocultaba su

expresión, pero su comportamiento había cambiado notablemente.
"Um, ¿hay algún tipo de problema?" pregunté tímidamente.
En el pasado, Arumanfi me había atacado de la nada. Podría volver a ocurrir. Pensé que lo
mejor era aclarar cualquier malentendido antes de eso. Si realmente habíamos hecho algo que
la ofendiera, sería mejor que nos fuéramos ahora en lugar de pelearnos. Había cosas que
quería preguntarle a Perugius, pero si eso significaba batallar para llegar a él, prefería irme a
casa.
"No, nada demasiado importante. Hay muchos otros como tú en todo el mundo".
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"¿De verdad?" ¿Qué quería decir con eso? Me puso nervioso. Esto no iba a ser como una
especie de programa de juegos en el que se nos caía el suelo y yo acababa en otro campo de
fuerza como antes, ¿verdad? Tal vez debería activar mi ojo de demonio por si acaso.
"Sin embargo", continuó Sylvaril, "¿les importaría que les hiciera una pregunta a los dos?"
Eso me confirmó que también me pasaba algo. No tenía ni idea de lo que eran esas
partículas blancas que caían, pero me sentía como si me retuvieran en el escáner de equipaje
al pasar por el control de seguridad del aeropuerto. "¿Qué es?" Pregunté.
"¿Las palabras 'Dios Hombre' significan algo para alguno de ustedes?"
Me obligué a mantener la expresión en blanco.
Dios Hombre. En el momento en que escuché ese nombre, me vinieron a la mente los
recuerdos de Orsted. Me había hecho una pregunta similar, y cuando respondí con la verdad,
casi me mata. ¿Estaba a punto de ocurrir lo mismo? No quería eso.
Dudé. Si le decía que sabía de quién se trataba, podría dar lugar a hostilidades. Era cierto
que ya había bailado en la palma de la mano de ese imbécil, y que también me había ayudado.
No tenía intención de ser uno de sus secuaces, pero había seguido muchos de sus consejos.
Mientras vacilaba en silencio, Sylphie respondió por los dos. Negó con la cabeza. "No, nunca
había oído ese nombre".
"Entonces, ¿sientes una ira profunda dentro de tu corazón y un impulso innegable de matar
cuando oyes ese nombre?".
Sylphie volvió a negar en silencio con la cabeza. Yo hice lo mismo, pero la descripción me
tocó la fibra sensible. Orsted había reaccionado así cuando escuchó el nombre del Dios
Hombre. Si eso les molestaba, tal vez eso significara que Perugius y Orsted estaban
enfrentados.
"En ese caso, no tengo nada más que decir". Sylvaril se dio la vuelta y reanudó la marcha.
◇◇◇
Llamar a tu fortaleza flotante Chaos Breaker era lo más friki que se podía imaginar, pero su
exterior era ciertamente impresionante. ¿Cómo se puede crear una estructura tan grande?
Parecía imposible, y sin embargo había esculturas increíblemente detalladas repartidas por
sus pasillos. Cada pieza decorativa era una muestra de la maestría de su creador.
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El interior era tan asombroso como imaginaba. Había alfombras con bordados dorados. Las
paredes estaban pintadas, y costosas cerámicas y estatuas decoraban los pasillos. Zanoba se
lo bebió todo, balbuceando. "Esta escultura se parece al estilo de Ganon. ¿Es obra suya?" y
"¿Es una estatua de un caballero de Elanjin? Qué casualidad, poder ver así el verdadero objeto
en persona". Para mi desgracia, añadía comentarios efusivos en cada ocasión. Sylvaril y Ariel
le siguieron la corriente al principio, pero pronto se cansaron de su entusiasmo y se limitaron
a responder con sonrisas forzadas.
Normalmente, otro miembro de nuestro grupo se uniría a él con sus propias payasadas. Por
desgracia, el pobre Cliff estaba tan visiblemente nervioso que me dio pena. Tenía los ojos muy
abiertos y la boca firmemente cerrada, como si hubiera decidido no pronunciar una palabra
hasta que alguien se dirigiera a él. Elinalise le llevaba de la mano, como una madre que arrastra
a su nervioso hijo. Bueno, sinceramente es mejor que los dos no causen un escándalo.
"Esta es la sala de audiencias". Después de guiarnos por un largo pasillo, Sylvaril se detuvo
ante la puerta del final. Había dragones pintados a ambos lados. La propia puerta era gruesa
y estaba adornada con plata.
Habíamos tardado cerca de una hora en llegar a este lugar. Esta fortaleza era enorme. Casi
necesitábamos un Segway para recorrer el lugar de manera oportuna.
"Lord Perugius es un hombre muy tolerante, pero les pido que cuiden sus modales de todos
modos", advirtió Sylvaril, acercándose a la manija de la puerta.
¿No deberías llamar primero?
"¡Perdóname, pero aún estamos en ropa de viaje! ¿No sería una falta de respeto
presentarse así ante su señoría?" preguntó Ariel con pánico.
Era bastante habitual que los nobles y la realeza hicieran esperar a la gente en una sala
aparte antes de recibirlos. La gente solía aprovechar esa oportunidad para refrescarse y
ponerse la ropa de gala. Así lo recordaba en el Reino de Shirone, cuando conocí a su rey,
aunque en ese momento no tenía ropa formal, así que fui con mi bata sucia. Espera, mierda.
¿Debería haber traído ropa formal conmigo?
"Lord Perugius" no es de los que se preocupan por la forma de vestir. De hecho, encontró
la formalidad en el Reino Asura sofocante. Creo que encontrarías su recepción más positiva si
entraras como estás ahora, en lugar de cambiarte", dijo Sylvaril.
De alguna manera no me sorprendió escuchar eso. Tal vez la razón por la que había
empezado a vivir en esta fortaleza flotante era porque le habían hecho pasar por el aro en
Asura.
Aun así, Ariel frunció los labios. "Está bien", concedió finalmente. "Pero ¿podríamos primero
guardar nuestro equipaje y ropa exterior en algún lugar, por lo menos?"
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"Muy bien. Por aquí, entonces". Sylvaril asintió y nos guio a una habitación lateral. Era tan
espaciosa como una de las habitaciones de mi casa, pero estrecha en comparación con lo
enorme que era el castillo. Había una mesa y un armario, junto con algunos otros muebles. A
pesar de que la decoración era más apagada que lo que habíamos visto hasta ahora, incluso
las perchas y otros cachivaches eran de gran calidad.
"Agradecemos sinceramente su comprensión", dijo Ariel.
"Lord Perugius ya está esperando, así que recomiendo darse prisa". Sylvaril nos dejó con
esas palabras.
En cuanto Ariel se aseguró de que Sylvaril se había ido, comenzó a quitarse la chaqueta.
Luke se la quitó, mientras Sylphie sacaba un cepillo de su equipaje y empezaba a alisar
rápidamente el pelo de Ariel. Asimismo, Zanoba cogió una percha para ponerse la chaqueta
antes de sacar algo más formal de sus maletas para ocupar su lugar. Elinalise revisó la ropa y
el pelo de Cliff. Sin nada mejor que hacer, desempolvé mi bata y me ajusté el cuello de la
camisa. No tenía ropa formal, pero la ropa no era realmente lo que importaba. Era la intención.
Si Sylvaril recomendaba que nos reuniéramos con Perugius con nuestra ropa informal de todos
los días, eso era lo que haría.
Asimismo, Nanahoshi se limitó a observar al resto. El único esfuerzo que realizó en su

aspecto fue alisarse el flequillo. Oye, espera un momento, está en su uniforme escolar.
"¡Muy bien!" Una vez que todos terminaron, Sylphie se quitó las gafas de sol, y todos
estuvimos listos para salir. En el espacio de diez minutos, Ariel había cambiado drásticamente
su aspecto. Sólo con quitarse las prendas exteriores y alisarse el cabello le bastó para estar
radiante. Tal vez parte de ser de la realeza es perfeccionar tu habilidad para arreglarte en
cuestión de minutos.
"Mis disculpas por la espera".
"En absoluto. Por aquí". Sylvaril no parecía inmutarse lo más mínimo mientras nos guiaba
hacia la puerta con el escudo del dragón tallado en ella. Perugius esperaba dentro. La idea
hizo que todo mi cuerpo se tensara.
"Ah". Ariel exhaló profundamente cuando la puerta se abrió.
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Capítulo II – Audiencia Con Perugius
EL HOMBRE EN LO ALTO DEL TRONO desprendía una presencia imponente. Tenía un
pelo plateado brillante y unas pupilas doradas, pequeñas pero penetrantes. Tenía un aire de
realeza.
Así que este es el Rey Dragón Acorazado Perugius.
Mis piernas empezaron a temblar en el momento en que lo vi. Al instante supe qué era lo
que me asustaba. Se parecía inquietantemente al hombre de pelo plateado que me mató, al
que nunca olvidaría. Es cierto que sus ropas, peinados y rasgos faciales eran diferentes, pero
había algo inconfundiblemente similar en Perugius y en el Dios Dragón Orsted.
"Un paso adelante", ordenó Sylvaril.
Nanahoshi encabezó el grupo, con Ariel justo detrás de ella. Fui tras ellos como para
ocultarme de la vista.
La cámara era enorme, con un techo alto y pilares que parecían enormes árboles. Una
deslumbrante lámpara de araña nos iluminaba. La extravagancia casi me desencaja la
mandíbula. Las paredes estaban repletas de estandartes pintados con complejos emblemas.
Algunos los reconocí, como el escudo del Reino de Asura y el País Sagrado de Millis. Otros
me resultaban familiares, pero había algunos que no había visto nunca.
Once hombres y mujeres se alineaban a ambos lados de la alfombra de terciopelo que

atravesábamos. Todos iban vestidos de blanco puro, y sólo los diseños de sus trajes diferían
ligeramente. Pero cada uno llevaba una máscara diferente. Algunas tenían forma de animales,
y otras sólo cubrían los ojos, asemejándose a la visera que llevaba Cíclope de los X-Men. Otro
llevaba un casco que le hacía parecer una especie de policía robot, y otro tenía lo que casi
parecía un cubo en la cabeza.
Estos debían ser los doce familiares de Perugio. No es que la palabra encaje realmente, ya
que todos parecían humanos. Arumanfi, sin embargo, había sido la pareja de Ghislaine en el
combate. Eso probablemente significaba que todos ellos tenían poderes del mismo nivel que
un Rey de la Espada. Definitivamente no quería enemistarme con ellos. Será mejor que tenga
mucho cuidado con la forma de hablar, sólo para estar seguro.
"Por favor, detente ahí", dijo Sylvaril.
Nanahoshi se congeló en su sitio.
El trono estaba a dos pequeñas escaleras y diez pasos de distancia de donde nos
encontrábamos. Perugius nos miraba en silencio. Más aún, estaba seguro de que me estaba
mirando a mí. Nuestros ojos parecieron encontrarse, y un escalofrío me recorrió.
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Sylvaril pasó lentamente por delante de nuestro grupo y se dirigió hacia las escaleras,
ocupando su lugar a la derecha de Perugius. Arumanfi estaba a su izquierda. El resto de los
familiares se alinearon a ambos lados de nosotros.
Perugius mantuvo su mirada fija en nosotros mientras decía: "Soy el Rey Dragón Acorazado
Perugius Dola".
¡Dijo Dola! ¿¡Como los piratas del aire!? Espera, no. El Castillo en el Cielo no tiene nada
que ver con esto.
"Ha pasado un tiempo, Lord Perugius. He venido, como prometí".
Nanahoshi bajó la cabeza mientras hablaba. Era raro que se inclinara así y hablara con
tanto respeto. Noté que Ariel hacía lo mismo, mientras que Luke y Sylphie se arrodillaban.
Dudé sobre cómo debía mostrar mi respeto, pero me decidí por una reverencia al estilo
japonés.
"Así que has vuelto, Nanahoshi".
Había algo tan poderoso e intimidante en su voz que sentí un escalofrío en la espalda. El
miedo amenazaba con engullirme. Se apoderó tanto de mi corazón que me costó tomar aire.
El sudor resbalaba por mi frente. Esto es un poco increíble. Es como si realmente fuera un rey.
"¿Supongo que eso debe significar que ha encontrado alguna forma de convocar cosas de
otro mundo?"
"Sí", dijo Nanahoshi. "Sin embargo, no estoy segura de que los resultados sean los
deseados".
"Es la búsqueda del conocimiento lo que nos da propósito a los dragonfolk, no los logros en
sí".
Espera, ¿dragonfolk? ¿Así que él es una de esas personas dragón?
Nunca había pensado mucho en ello, pero tenía sentido. Dios dragón, rey dragón
acorazado. No eran humanos. Eran gente dragón. Ahora tenía sentido por qué Orsted y
Perugius se parecían; eran de la misma especie.
Sin inmutarse, Nanahoshi continuó su conversación con Perugius. Se mostró

sorprendentemente amable con ella. Al menos el tiempo que había pasado encerrado en este
castillo no lo había convertido en un viejo cascarrabias. "Como acordamos, me gustaría que
me enseñaras sobre la magia de invocación en este mundo".
"Muy bien", dijo.
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Los dos debían haber hecho un trato entre ellos mucho antes de esto. Nanahoshi estudiaría
cómo invocar objetos de otro mundo, y una vez que su trabajo diera frutos, compartiría lo que
había descubierto con Perugius. A su vez, él le enseñaría los misterios de la magia de
invocación en este mundo.
"Por cierto, es un grupo bastante grande el que has traído contigo. ¿Quiénes son estas
personas?"
"En realidad, me ayudaron con mi investigación. Los traje a visitarte como recompensa por
su ayuda".
"Oh." Perugius dejó escapar un suspiro de aburrimiento.
Llamar a esto una recompensa no me gustó mucho, pero no estaba del todo equivocada.
"Un placer conocerte", dijo Ariel, dando un paso adelante. "Soy Ariel Anemoi Asura, segunda
princesa del Reino Asura. Me siento muy honrada de estar en presencia de alguien tan grande
como usted, mi señor".
"¿Ariel Anemoi Asura, dices?"
"Sí, espero que podamos conocernos mejor pronto".
Resopló. "Ya sé quién eres. Perdiste en esa batalla sucia y solapada por la corona que
tienen en Asura, pero te niegas a ceder. En lugar de eso, arrastras a todos los que te rodean
a las aguas turbias del conflicto. Chica tonta".
Luke levantó la cabeza. La rabia le hizo ver su expresión, pero antes de que pudiera hacer
nada, Ariel levantó una mano para detenerlo. Mantuvo la voz uniforme mientras respondía: "Es
una forma dura de verlo, pero tienes razón". Sus labios se curvaron en una suave sonrisa
mientras lo miraba fijamente, sin inmutarse.
"Supongo que has venido aquí esperando que te preste mi fuerza".
"En absoluto. Eres un héroe de fama mundial. Simplemente quería conocerte".
"Hmph. Puedo ver a través de su acto".
Como siempre, su voz rezumaba carisma, pero su cara se había quedado sin color. Un
sudor frío recorría su piel. Perugius la había leído como un libro abierto, y claramente no tenía
una buena impresión de ella. Ella se esforzaba por salir adelante.
Perugius la miró fijamente, sonriendo como si se burlara de un niño mal portado. "Pero has
venido aquí. Eso también debe ser el destino. Te daré una oportunidad. Puedes quedarte aquí
en mi castillo".
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"Estoy... humildemente agradecida por tu generosidad". Ariel se inclinó una vez antes de
retirarse. Su expresión se disolvió en alivio, pero todavía había ansiedad en sus ojos.
◇◇◇
"Bueno, entonces, ¿qué hay de ti?"
Después de que Ariel diera un paso atrás, la mirada de Perugius se dirigió a mí. Era como
si me considerara de segundo rango junto a ella. Entonces miré al resto y me di cuenta de que
todos los demás estaban de rodillas. Los únicos que estaban de pie eran Nanahoshi, Ariel y
yo. Era natural que su atención se centrara en mí a continuación.
Me puse una mano sobre el pecho e incliné la cabeza de nuevo. "Es un placer conocerte.
Me llamo Rudeus Greyrat".
"¿Rudeus Greyrat?" Pronunció mi nombre como si lo estuviera meditando. "Tuve muchos

problemas para teletransportarte aquí".
Ladeé la cabeza, confundido.
"Normalmente, cuando se utiliza la magia de teletransporte, no se puede invocar a alguien

con mayor maná que el propio". Frunció el ceño. "Tu maná se parece mucho al de Laplace. Si
estuvieras decidido a resistirte, probablemente no podría haberte teletransportado".
"Bueno, me disculpo por las molestias".
Laplace era el Dios Demonio que Perugius selló hace 400 años. Cada vez que alguien
evaluaba mi magia, siempre lo mencionaban. Supongo que nuestro maná debe ser muy
similar.
"No importa, pero te advierto que no intentes usar esa repulsiva magia tuya en mi castillo".
"Ni se me ocurriría", dije.
Era como si tratara de disuadirme de intentar algo estúpido. No, era más que eso, era una
advertencia. Pero ¿por qué era tan cauteloso conmigo? Yo no era del tipo que se volvía loco
sin razón. Ni siquiera me volvería loco si tuviera una razón.
Ah, tal vez recuerda lo que pasó justo antes del Incidente del Desplazamiento.
Específicamente, la parte en la que Arumanfi trató de matarme. Tal vez pensó que me
guardaba rencor y esta era su petición para tratarlo como agua pasada. "Um, si esto es sobre
lo que pasó antes del Incidente del Desplazamiento, no tengo nada contra ti. Así que..."
"¿Hm? ¿De qué estás hablando?" Perugius ladeó la cabeza.
Arumanfi apareció a su lado en un abrir y cerrar de ojos, susurrándole al oído los detalles.
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"Ah, ahora lo recuerdo. Había un chico que intentaba hacer magia en el cielo, protegido por
un Rey Espada. Así que ese chico eras tú, ¿eh?"
Así que no se acordaba. Bueno, eso significaba que me había hundido más. Sacar el tema
de la nada era como anunciar que tenía rencor. Al menos no parecían tenerlo en cuenta. No
había hecho nada malo, después de todo... ¿lo había hecho?
"Rudeus Greyrat, por lo que he oído, es también el nombre de la persona que consiguió
herir a Orsted".
Si por "herir" se refería a que le había dado a Orsted el equivalente a un corte de papel,
entonces claro. Él y Orsted deben ser conocidos para que él sepa tanto. Me imaginé que este
era el caso. Orsted era el único vínculo común entre Nanahoshi y el rey de este castillo flotante.
Parece que tenía razón.
"Los que tienen talento como tú a veces confían demasiado en sus habilidades. Ser capaz
de herir al Dios Dragón sin duda te dio un sentido inflado de autoestima. Sin embargo, si
decides luchar contra mí, te espera la muerte".
En ese instante, sus familiares comenzaron a irradiar sed de sangre. Por favor, detente. No
quiero luchar contra ninguno de ustedes. Sólo he venido aquí para conocer la enfermedad de
Zenith y aprender un poco de magia de invocación.
Tal vez Perugius tenía la errónea impresión de que había luchado contra Orsted como un
igual y por eso lo había herido. Sin embargo, tenía doce familiares aquí. Sabía cuáles eran sus
habilidades, más o menos, pero sólo por lo que había leído en los libros. Eso no era lo mismo
que verlos en acción en el campo de batalla. Además, los números siempre eran una gran
ventaja en una pelea. Eso era lo que hacía que los zombis fuesen tan aterradores: eran débiles
por sí solos, pero en gran número, podían arrollarte fácilmente. Si Arumanfi era un indicio,
también eran todos tan capaces como Ghislaine al menos. Por no hablar de las habilidades
que poseía el propio Perugius, que sin duda también era fuerte. No había forma de que pudiera
sobrevivir a enfrentarse a todos ellos. Tampoco tenía intención de hacerlo.
"Por supuesto, no tengo intención de oponerme a usted, Lord Perugius", dije.
"Una sabia decisión. Me gusta la gente inteligente. Los tontos sólo ciegan a los demás, pero
los inteligentes se ayudan a crecer".
En otras palabras, la "gente inteligente" era la que no se oponía a él. Ciertamente no me

consideraba del tipo inteligente, pero al menos era lo suficientemente inteligente como para no
buscar pelea con él.
"Lord Perugius". Nanahoshi intervino. "Si me permite... su enorme reserva de maná ha sido
de gran ayuda en mi investigación. No es un enemigo. ¿No podrías tratarlo con un poco más
de amabilidad?"
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¡Sabía que podía contar contigo para intervenir! Sí, tienes toda la razón. No tengo ningún
interés en hacer enemigos. Juguemos bien entre nosotros.
"Hm." Perugius asintió. "Muy bien, entonces seré 'amable'. Ya que has ayudado a
Nanahoshi, ¿qué deseas a cambio? ¿Dinero? ¿O es poder lo que buscas?"
Su voz era plana, como si ahora le aburriera la conversación. Al menos había accedido a
tratarme como un invitado, pero ¿la gente suele ser tan hostil con alguien que acaba de
conocer? Parecía especialmente desagradable ya que estaba siendo tan deferente.
No importaba. Podría hacerle la pregunta que me rondaba por la cabeza. "Si puedo... tengo
una cosa que me gustaría preguntar".
"¿Qué?"
"Es sobre la enfermedad de mi madre". Procedí a explicar los detalles de la condición de

Zenith.
"Ya veo". Asintió con la cabeza cuando terminé de hablar. "He oído que hay viejos laberintos
por ahí que toman a la gente cautiva. Esa persona se convierte en el 'corazón' del laberinto,
permitiéndole funcionar. El maná que fluye a través de ellos como resultado los transforma.
Todos pierden sus recuerdos, sin excepción, y a cambio, su cuerpo es infundido con un poder
misterioso".
"¿Un poder misterioso?" repetí, confundido.
"Creo que a estas personas se les llama Niño Maldito o Niño Bendito".
¿Entonces Zenith tenía una maldición? ¿Una en la que no podía llorar ni reír? "Sin embargo,
¿por qué estos laberintos utilizan personas?"
"No lo sé. Existe la teoría de que los antiguos demonios dieron origen a estos laberintos y a
sus criaturas en un intento de crear un paraíso para ellos mismos. Se supone que el cristal
mágico en el centro de esos laberintos distribuye el maná a todos sus habitantes. Allí, pueden
prosperar sin pasar nunca hambre. No sería de extrañar que estos antiguos laberintos tomen
cautivos a los humanos para aumentar su eficiencia".
¿Así que los antiguos demonios intentaron crear un paraíso donde nunca pasaran hambre?
Ahora que lo pienso, había un montón de monstruos en el Laberinto del Teletransporte. El
lugar estaba prácticamente infestado por esos espeluznantes Demonios Devoradores. Me
había preguntado de qué podrían estar dándose un festín en esos túneles, pero esta
explicación tenía sentido.
Pero espera un segundo. Roxy dijo que se estaba quedando sin maná en el laberinto. Así
que obviamente, es una exageración decir que alimenta de maná a los que lo habitan. A menos
que los monstruos tengan alguna forma de absorber maná del espacio vacío o algo así.
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Bueno, nada de eso importaba en este momento. El Zenith era mi prioridad. "¿Conoces
alguna forma de curar a mi madre?"
"Yo mismo no conozco los detalles, sin embargo..." La voz de Perugius se interrumpió
mientras lanzaba una mirada a alguien detrás de mí. "Hay una mujer cuyo destino siguió un
camino similar. Una que todavía está viva. Si es información lo que buscas, ella sería la más
informada".
Seguí su mirada hacia la elfa de nuestro grupo de deslumbrante cabello rubio.
Elinalise levantó lentamente la cabeza.
"Elinalise Dragonroad, uno de mis compañeros te salvó de un laberinto hace unos 200
años".
"Sí, así es", dijo ella.
"Tú eres la mujer elfa que perdió sus recuerdos. Ya te conocí una vez. Ciertamente has
crecido desde entonces. ¿Me has olvidado?"
"No, no lo he hecho". Desvió su mirada de mí, con una expresión de incomodidad en su

rostro.
¿Qué demonios estaba pasando? ¿Significaba esto que Elinalise había pasado por lo
mismo? ¿Alguien más la había rescatado de un laberinto hace 200 años? Espera, aguanta un
momento. No sabía nada de esto.
"¿Por qué no has hablado con él de esto?", preguntó Perugius. "Dado que los dos están
aquí juntos, supongo que deben conocerse".
"Sí, pero..."
"Tú mismo lo has experimentado. Sabes más que cualquier otra persona".
Sus palabras acallaron su protesta por un momento, pero se mantuvo firme la siguiente vez
que habló. "Nunca recuperé mis recuerdos. No dije nada porque pensé que el caso de Zenith
podría ser diferente".
Su rostro se contorneó de dolor, a pesar de la valentía con la que habló. Cliff rodeó
suavemente su hombro con un brazo. Estaba demasiado confundida para hablar. Claro que
pensaba que Elinalise había actuado de forma un poco extraña en aquel entonces, pero nunca
había soñado que a ella también le hubiera pasado algo así en el pasado.
"Lo siento. Sentí que tenía que decírtelo, pero has estado tan feliz últimamente que dudé en
sacar el tema. Además, la maldición de Zenith no es un peligro para su vida. Pensé que tal vez
era una niña bendita o que tal vez se recuperaría y no habría efectos adversos en absoluto".
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Siguió balbuceando excusas, y fue todo lo que pude hacer para reunir fuerzas para decir:
"Podemos discutir esto más adelante".
"De acuerdo".
No tenía intención de culparla, en realidad. Puede que no haya compartido su historia, pero
dio bastantes consejos sobre el estado de Zenith cuando estábamos en el continente Begaritt.
En ese momento, pensé que sólo estaba compartiendo la sabiduría que había acumulado a lo
largo de los años, pero aparentemente, estaba hablando por experiencia personal.
Conociendo a Elinalise, probablemente tenía sus razones. Tal vez pensó que el Zenith
podría ser diferente, que podría recuperar sus recuerdos. O tal vez ella simplemente no quería
retorcer el cuchillo después de que ya había perdido a Paul. Sólo se lo guardó para sí misma
por consideración a mí, estaba seguro. Sin embargo, me hubiera gustado que me dijera algo
más sobre la maldición que podría tener Zenith.
"¿Hay algo más?" preguntó Perugius, desinteresado.
Sacudí la cabeza. "No".
La conversación sólo duró unos minutos, pero me dejó exhausto, como si hubiéramos
estado hablando durante horas. Todavía había más cosas que quería preguntar: sobre la
magia de invocación, por ejemplo, o sobre la Guerra de Laplace o el Incidente del
Desplazamiento, pero mi cerebro estaba tan lleno. No podría meter más información, aunque
quisiera.
"¿Y el resto de ustedes? ¿Hay algo que deseen?"
Zanoba se puso en pie. "¿Me permites hacer una pregunta?"
"¿Y tú eres?"
"Me disculpo por no haberme presentado antes. Soy Zanoba Shirone, tercer príncipe del
Reino Shirone".
"¿Un príncipe, hm? ¿Y también deseas mi apoyo para poder ocupar el trono de tu país?"
"No, tal cosa no tiene ningún valor para mí", respondió Zanoba, sin perder el ritmo. Sacó un
pequeño cuaderno de su bolsillo. Había un escudo dibujado en la superficie, uno que reconocí.
Un momento. Es el que vimos en mi sótano, en los planos del fabricante de muñecas.
"Este escudo se parece al suyo y al de Lord Maxwell. Veo que hay otros escudos similares
en esa pared de allí. ¿Sabe a quién pertenece éste?"
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Seguí su mirada hacia la pared cubierta de numerosas crestas. Varios de ellos me
resultaban familiares. Uno de ellos era el mismo que había visto tallado en el monumento a las
Siete Grandes Potencias. Otro pertenecía al Dios Dragón Orsted. Otro estaba tallado en un
instrumento mágico que ayudaba a mantener ocultas las ruinas de teletransporte. A juzgar por
el encantamiento que tuvimos que usar para ello, el escudo probablemente pertenecía al
Sagrado Emperador Dragón, Shirad. El que estaba al lado era el mismo escudo dibujado en el
cuaderno de Zanoba.
"Lo sé. Ese pertenece al Rey Dragón Maníaco, Caos".
"¡Ooh!"
Aha, así que esa es la cosa que Zanoba vio en la puerta. Debió ver el escudo de Maxwell
allí y se dio cuenta de su similitud con el de los planos. Naturalmente, asumió que los dos
debían estar vinculados de alguna manera. ¡Increíble! ¡Estoy impresionado!
Zanoba se adelantó, incapaz de reprimir su euforia ante este descubrimiento. "¿Puedo

preguntar dónde está ahora ese Dios Dragón Maníaco del Caos?"
Perugius negó con la cabeza. "Está muerto. Falleció hace un par de décadas, y no sé si
tiene un sucesor".
El cuaderno se deslizó entre los dedos de Zanoba, cayendo al suelo. Sus hombros se
desplomaron. "Es así..." En un instante, su rostro parecía haber envejecido cinco años. Eso
era decir algo, porque Zanoba ya parecía mucho más viejo de lo que era.
Perugius se deslizó hacia adelante en su asiento. "Por cierto, ¿de dónde has sacado ese
escudo?"
Zanoba seguía con cara de abatimiento mientras respondía: "Oh, lo encontré en la casa de
mi maestro, en una finca en ruinas de la Ciudad Mágica de Sharia. Estaba dibujado en unos
planos para una muñeca automatizada".
"Hm. Una muñeca automatizada, dices". Perugius asintió para sí mismo. "¿Y cómo era la
muñeca? ¿Increíble?"
"¡Oh, sí, más de lo que las palabras pueden expresar! El detalle en la artesanía era
absolutamente encantador. Sólo con mirarla se notaba el gran amor del creador por las
muñecas. Yo comparto la misma afición, así que pude sentir la profundidad de su adoración".
Una sonrisa se extendió por la cara de Perugius, hasta sus ojos. "Parece que tienes aprecio
por las artes. Eso me complace. Tengo varias obras del Caos en mi tesoro. Te las mostraré
más tarde".
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Su voz era tan suave que no podía creer que se tratara del mismo hombre que me había
hablado con tanta brusquedad sólo unos minutos antes. ¿Por qué Zanoba recibía un trato
especial? No es que me importara, sinceramente.
"¡Me honra!" La cara de Zanoba se iluminó mientras se hundía en el suelo, postrándose.

Obviamente, estaba tan feliz como Perugius. Mejor aún, se había ganado el favor del rey
dragón. Le envidiaba por ello. Yo había querido hacer lo mismo.
"¿Hay algo más?" preguntó Perugius.
La mano de Sylphie se levantó. "Sí, tengo algo... quiero decir, si no te importa, hay algo que
me gustaría preguntar". Se inclinó torpemente.
"¿Y usted es?"
"Sylphie Greyrat, esposa de Rudeus Greyrat y guardaespaldas de la princesa Ariel".
Sylvaril se inclinó y susurró algo al oído de Perugius. El hombre gruñó, su humor se agrió.
"Así que fueron los dos...", murmuró.
¿Como Sylphie y yo? ¿Habíamos hecho algo los dos para molestarlo? Sylphie tenía una
gran reserva de maná, pero no era tan grande como la mía. ¿Acaso le molestaba que ella
tuviera el cabello verde en el pasado?
"Antes de responder a tu pregunta, quiero que me respondas a algo. ¿Tienen ustedes un

hijo?"
Su pregunta fue tan inesperada que Sylphie dudó por un momento, confundida. Negó
lentamente con la cabeza. "¿Eh? No, pero tengo una hija".
"Muy bien. Si alguna vez das a luz a un niño, tráemelo. Le pondré un nombre por ti".
"Uh, um, de acuerdo..."
Hizo una delgada e inquietante sonrisa.
Bueno, eso es ligeramente incómodo. ¿Estaba insinuando que habría algo malo en nuestro
hijo si teníamos un niño? ¿O estaba buscando darle a nuestro hijo algún nombre súper
extravagante? Después de todo, este era el hombre que había llamado a su castillo Chaos
Breaker.
"Ahora bien". Perugius se aclaró la garganta. "¿Cuál es su pregunta?"
"Me gustaría preguntarle sobre el Incidente del Desplazamiento. ¿Sabe por casualidad
quién lo causó?"
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Eso era algo en lo que no había pensado últimamente. El Incidente de Desplazamiento fue
lo que teletransportó a Nanahoshi desde Japón. Sólo tenía sentido que una magia tan
poderosa como para arrancar a alguien de su propia dimensión tuviera algún tipo de retroceso.
En mi caso, simplemente me reencarné aquí, pero quizás las leyes de la física o la magia aquí
eran diferentes cuando alguien venía aquí con su cuerpo original. Por supuesto, lo contrario
podría ser cierto. Tal vez alguien intentaba conseguir otra cosa, y el retroceso de su magia
convocó a Nanahoshi en su lugar. Lo que significa que todo fue un accidente.
"No he confirmado nada con seguridad. En su momento, sospeché que era obra de alguien
relacionado con Laplace, pero..." Miró a Nanahoshi antes de continuar. "Ni siquiera yo soy
capaz de convocar a alguien como ella, y si yo no soy capaz, nadie en este mundo lo es".
"¿Lo que significa?"
"Esa calamidad no fue hecha por el hombre. Fue un accidente".
Así lo pensé. Era posible que alguien más capaz de convocar magia que Perugius fuera el
responsable, como Orsted. Aunque sería grosero sospechar de un culpable detrás de las
cosas cuando Perugius ya había declarado definitivamente que no había ninguno. Me guardaré
mis pensamientos para mí. No me apetece enfadar a este tipo más de lo que ya lo he hecho.
"Oh, muy bien, entonces. Gracias". Mientras consideraba diferentes posibilidades en mi

cabeza, Sylphie bajó los ojos y terminó la conversación.
"¿Alguien más?" Perugius volvió a preguntar. Esta vez, nadie respondió. Elinalise mantenía
los ojos pegados al suelo, y Cliff estaba demasiado nervioso para siquiera moverse. En cuanto
a los demás, Ariel ya se había agachado, y Luke seguía arrodillado en silencio.
"En ese caso, disfruten de su estancia aquí, en mi bonita fortaleza". Hizo una exagerada
inclinación de cabeza, y nuestra audiencia con él terminó.
◇◇◇
Sylvaril nos guio hasta la zona de invitados, donde había casi veinte habitaciones idénticas
vacías. En el interior había muebles de madera oscura, camas de plumas y enormes espejos
de cristal. Cada habitación estaba equipada con un armario forrado con lo que supuse que era
alcohol. Lo único que difería entre ellas eran los cuadros de cada una. El alojamiento era
mucho más lujoso que el típico hotel de negocios. Para hacer una comparación con mi vida
anterior, era como una suite real en el Hotel Empire. No es que tuviera experiencia en alojarse
en una suite o en el Hotel Empire.
"¿Sólo hay doce personas dirigiendo un castillo tan grande?" dijo Ariel.
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Tenía razón. Apenas había una mota de polvo en los rincones de las habitaciones. Parecía
que nadie había estado en ellas. No lo llamaría exactamente espeluznante, pero tenía un aire
de soledad, como comprar un mando extra para tu consola, aunque no tuvieras amigos con
los que jugar. Aunque Perugius había insinuado que de vez en cuando recibían alguna visita
aquí.
Después de elegir nuestras habitaciones, nos separamos para hacer nuestras cosas.
Zanoba y Ariel salieron a ver un poco más del castillo. Luke y Sylphie acompañaron a su
princesa, por supuesto.
En cuanto a mí, me quedé en mi habitación. Estaba agotado. Nuestra audiencia había

durado poco más de una hora, pero era como si hubiera metido en mi cabeza la discusión de
todo un día. Una parte de mí quería ver más de la fortaleza, pero por ahora, descansaría.
Me derrumbé en la cama. "Ahh, es tan suave". Tan suave, de hecho, que sentí que me
hundiría hasta el suelo. Me pregunto si podríamos llevarnos una de estas camas a casa...
No. Deja las camas a un lado por ahora. Me sorprendieron las crestas que vi. En nuestras
conversaciones surgieron un montón de nombres impresionantes que no reconocí, como el
Rey Dragón Abisal y el Rey Dragón Maníaco. Si recordaba bien, formaban parte de los Cinco
Generales Dragón. En la época mítica, se enfrentaron al Dios Dragón en una batalla que se
cobró todas sus vidas. Pero seguramente no eran las mismas personas de los mitos. Los de
la historia eran probablemente de muchas generaciones anteriores a los que habían surgido
en nuestra conversación.
De esos cinco, tres habían sido mencionados hoy: Rey Dragón Acorazado Perugius, Rey
Dragón Abisal Maxwell y Rey Dragón Maníaco Caos. También estaba aquel cuyo nombre
había escuchado en el encantamiento de las ruinas de teletransporte, el Sagrado Emperador
Dragón Shirad. Eso hacía que fueran cuatro. Se suponía que había un Emperador Dragón y
cuatro Reyes Dragón, lo que significaba que quedaba un Rey Dragón más. Ahora que lo
pensaba, sólo vi cuatro crestas parecidas a las del Dios Dragón en esa pared. ¿Tal vez el
último de su grupo estaba en malos términos con Perugius?
En cualquier caso, me sorprendió más la conexión con la muñeca. Sabía que había visto el
escudo de esos planos en alguna parte, pero pensar que pertenecía a uno de los reyes
dragón... No sabía nada del lenguaje de esos memos, pero quizá podríamos pedirle a Perugius
que nos lo descifrara. Eso nos pondría muy por delante de donde estábamos ahora. Tal vez
debería preguntarle, entonces.
O no. No parecía que le gustara demasiado. De hecho, parecía desconfiar de mí. Le pediré
a Zanoba que lo moleste en su lugar. Los dos parecen compartir el mismo aprecio por el arte.
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Espera. Si ese escudo pertenecía al Rey Dragón Maníaco, eso significaba que alguna vez
había vivido en mi casa. Un Rey Dragón, de entre toda la gente, se había encerrado en mi
sótano para juguetear con muñecos. Algo debía estar mal en su cabeza. El funcionamiento de
ese muñeco era bastante loco. Dado que Caos y Zanoba parecían estar en la misma onda, el
título de "maníaco" tenía mucho sentido. Le debían gustar mucho los muñecos.
Aparte de eso, esperaba aprender la magia de invocación de Perugius, pero a este ritmo,
no parecía muy probable. Era tan hostil conmigo. Si le pidiera que me enseñara, podría decir:
"¿Qué? ¿Planeas invocar a Laplace con todo ese maná tuyo?"
Hmm. Me pregunto si tal cosa es posible.
Perugius dijo que era imposible invocar a alguien cuyo maná fuera mayor que el tuyo. Dado
que el mío estaba a la par con el de Laplace, ¿significaba eso que realmente podía invocarlo?
¿Podría montar un altar siniestro bajo tierra y devolver la vida al Dios Demonio? No lo haría,
por supuesto, pero podía entender su animosidad hacia mí si eso era cierto.
"Bueno, podría haber sido peor". Aunque Perugius me odiaba, no me había expulsado de
su castillo ni había intentado iniciar una pelea conmigo. Por el momento, podía respirar
tranquilo. No fue perfecto, pero al menos salió bien.
Y así, mi primer día en la fortaleza flotante llegó a su fin en silenciosa contemplación.
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Capítulo III – El Pasado Y Una Maldición, La invocación Y Los
Celos
HACE DOSCIENTOS AÑOS, una niña fue rescatada de un laberinto. Había perdido todos
sus recuerdos y emociones. No tenía ni idea de quién era, sólo que tenía que ser una elfa
porque se parecía a una. Así, la colocaron en un asentamiento de elfos y reanudó una vida
normal allí. La gente del pueblo la acogió a pesar de que era una extraña para ellos. Los
recuerdos de la niña nunca volvieron, pero sus emociones sí lo hicieron después de unos años.
Era alegre y sociable, y en poco tiempo se enamoró de uno de los hombres del pueblo.
Sólo después de que ambos intimaran empezó a experimentar un problema: su libido se

disparó de repente. Quería tener sexo todas las noches.
Los elfos no son proclives a la intimidad frecuente, al menos no tanto como los humanos y
los duendes. Su pareja se esforzaba por satisfacer sus necesidades, pero ambos seguían
viviendo en armonía. Sin embargo, algo extraño le ocurrió a su cuerpo en esa época. Después
de que empezaran a tener relaciones sexuales, ella empezó a dar a luz un pequeño cristal
mágico redondo cada mes. En su interior había una acumulación increíblemente densa de
maná. Cuando se lo contó a su marido, éste se sintió un poco desconcertado por este
fenómeno anormal, pero le aseguró que no era nada de lo que preocuparse.
Poco tiempo después, el marido empezó a vender estos cristales en una ciudad humana.
Aunque parecía que sus ojos estaban nublados por la codicia, no se le podía culpar por codiciar
el dinero que estos cristales le proporcionaban. Nunca había sido rico y su mujer no trabajaba.
Al menos, el hombre nunca trató a su mujer como si fuera su propio árbol del dinero.
La tragedia llegó cinco años después. El marido murió, o, mejor dicho, fue asesinado. Con
su cargamento de cristales extremadamente caros, se ganó la atención de unos bandidos. Lo
atacaron y se llevaron su vida y su riqueza.
Sin él, la mujer se quedó viuda. Aunque cayó en una profunda depresión, siguió aguantando.
Por desgracia, había un problema en su cuerpo: su insaciable libido volvió a dispararse. Diez
días después de la muerte de su marido, el impulso surgió con fuerza y rapidez desde lo más
profundo de su ser. No pudo reprimirlo y atacó a uno de los hombres del pueblo. Sabía que
estaba mal, pero lo hizo de todos modos. Al menos, el hombre en cuestión no era reacio, y no
pasó nada después de que lo hicieran una vez.
Pasaron diez días más, y ella fue a por otro hombre. Luego, otros diez días y lo volvió a
hacer. Su apetito era tan indomable que pronto se corrió la voz de su salvaje promiscuidad.
Todas las mujeres del pueblo la denunciaron y la expulsaron. Aquella mujer se convirtió
después en prostituta, luego en esclava y finalmente en aventurera. Se dice que aún hoy sigue
vagando por el mundo.
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◇◇◇
"...Y eso es básicamente lo que ha sido mi vida", dijo Elinalise. Había venido a contarme su
historia a primera hora de la mañana.
"No tenías que contarme todo".
Sinceramente, escucharlo todo me dejó atónito. La maldición era lo único que necesitaba
saber, pero Elinalise no escatimó en detalles.
"Esta es mi manera de compensar por no haberte contado nada de esto antes".
"Entonces... ¿Cliff ya sabe todo esto?".
"Por supuesto. Se lo dije antes de nuestra boda".
"Oh, de acuerdo. ¿Y Sylphie?"
"Ella no lo sabe. Dudo que quiera saber que su abuela una vez vendió su cuerpo por dinero".
Me encogí de hombros. "No creo que a Sylphie le importe ese tipo de cosas".
"Sólo espero que no la mire con otros ojos si escucha rumores enfermizos sobre mí en
alguna parte. Puede que tenga mi sangre corriendo por ella, pero es una chica normal".
"Lo sé. Nunca le haría eso". Además, Sylphie no es responsable de las cosas que Elinalise
haya podido hacer en el pasado.
Dicho esto, después de escuchar todo lo que había pasado, podía entender por qué
guardaba silencio sobre su historia, y su relación con Sylphie. Nadie quiere que la gente le
mire de forma diferente. De todos modos, el pasado es el pasado. Había cosas en mi pasado
que tampoco quería revelar. No podía fingir que las cosas que había hecho en mi vida anterior
no existían, pero esa historia se quedaría en mi cabeza y sólo en mi cabeza.
"Entonces, ¿cuál es tu maldición exactamente?" pregunté.
"El maná de mi cuerpo se acumula y se convierte en un cristal mágico al recibir la semilla

de un hombre. Si no recibo la semilla de un hombre, el maná seguirá creciendo hasta
matarme".
"Pero estuviste bien el primer par de años, ¿verdad?"
"Sinceramente, tampoco lo entiendo del todo. En ese momento, no tenía un ciclo mensual,
así que tal vez eso tuvo algo que ver".
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"Tu menstruación..." Repetí sus palabras antes de interrumpirlas. Si tenía algo que ver con
su ciclo menstrual, tal vez eran sus óvulos los que se transformaban en esos cristales mágicos.
En ese caso, la maldición de Zenith era probablemente algo totalmente diferente. Supuse que
todavía tenía esas visitas mensuales. Después de todo, ya había dado a luz a dos niños, y
aunque Lilia no me había dado detalles, sólo tenía 35 años o más.
"¿Pero tus recuerdos nunca volvieron?"
Negó con la cabeza. "No. Incluso ahora, no recuerdo nada".
Me quedé en silencio. Así que seguía sin recordar su pasado, lo que significaba que no
tenía ni idea de quién era exactamente. Había una pequeña posibilidad de que algún día
recordara de repente, pero si no lo había hecho en 200 años, parecía poco probable que lo
hiciera alguna vez.
"La condición de Zenith es diferente a la mía", dijo Elinalise. "A juzgar por su forma de actuar,
parece que sabe quiénes son sus hijos. Tal vez recupere todos sus recuerdos".
"Espero que tengas razón". Aunque quizás era mejor no hacer demasiadas ilusiones. "¿Qué
hay de su maldición?" Pregunté.
"De momento, no muestra ningún signo de tener una como la mía".
"Ah. No lo había pensado".
"Lo más probable es que tenga una maldición diferente".
"¿De verdad?"
Ella asintió. "Creo que hay una clara posibilidad. ¿Tienes alguna idea de cuál podría ser su
maldición?"
Una idea, eh... Hm. Tal vez una vaga, pero nada concluyente. Tras una breve pausa, admití:
"No, nada".
"Muy bien, bueno, mejor seguir vigilándola".
Fuera lo que fuera, no era algo letal, pero podía haber un desencadenante por ahí que
hiciera que se manifestara. "Supongo que eso es todo lo que podemos hacer ahora, ¿no?
¿Seguir vigilándola?"
"Sí."
No me iba a hacer ilusiones, pero aun así no podía evitar rezar para que no pasara nada
malo.
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"Eso es todo lo que sé", dijo Elinalise. "Lo siento. Había demasiadas cosas que no quería
decir, y se me hizo tarde para decirte la verdad". Bajó la cabeza.
Comprendí que no quisiera hablar de su pasado. De hecho, me sentía culpable por no

compartir los acontecimientos de mi vida anterior con Sylphie y Roxy. Era una pena que
Elinalise no me lo hubiera contado antes, pero no iba a ser hipócrita y enfadarme con ella por
ello.
"No, te agradezco que hayas hablado de ello, aunque no te hayas sentido cómoda. Gracias".
Extendí mi mano y ella la estrechó, agarrándola con fuerza.
"Bueno, entonces voy a volver con Cliff".
"Voy a descansar un poco más y luego iré a ver a Nanahoshi", dije.
"Muy bien. Que tengas un buen día". Elinalise se dio la vuelta y salió de la habitación.
Al final, no aprendí nada nuevo sobre el estado de Zenith. Había una alta probabilidad de
que tuviera una maldición, pero aún no había causado ningún problema. Lo único que podía
hacer era prepararme para actuar en caso de que ocurriera algo más adelante.
◇◇◇
Tras el desayuno, nos reunimos en una sala con una larga mesa y tomamos asiento.
Nanahoshi y Cliff se sentaron a un lado mío y Zanoba al otro. Justo enfrente de mí estaba
Sylvaril del Vacío, la mujer de alas negras que servía a Perugius.
"Muy bien, ahora vamos a empezar nuestra lección".
El acuerdo era que Perugius enseñara a Nanahoshi la magia de invocación, pero Nanahoshi
había tenido la amabilidad de pedir que se nos incluyera. Estábamos empezando desde lo más
básico, así que Perugius no era quien nos enseñaba. Ya aparecería cuando llegara el
momento de poner a prueba lo que habíamos aprendido. Probablemente estaba tomando el
té con Ariel en este momento.
Aunque probablemente debería concentrarme en la lección en lugar de preocuparme por

dónde está Perugius.
"Primero", dijo Sylvaril, "asegurémonos de que todos estamos en la misma página. ¿Qué es
la magia de invocación? Tú allí..."
"Cliff. Cliff Grimor".
"Cliff, por favor, responde por mí. ¿Qué es la magia de invocación?"
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Había dos tipos de magia de invocación. La primera era el otorgamiento, que se utilizaba
sobre todo para crear utensilios mágicos, es decir, para dibujar círculos de invocación. Cliff se
especializaba en esto, y era un arte floreciente en la Ciudad Mágica de Sharia.
El segundo tipo era la invocación, que permitía invocar cualquier cosa existente, desde
simples animales como perros y gatos hasta bestias muy inteligentes. Esa lista incluía
monstruos apacibles que eran fáciles de domesticar para los humanos, así como otros con
poco intelecto, como los duendes y los treants. También podías invocar espíritus que existían
en algún lugar del mundo.
No había profesores en Sharia que pudieran realizar magia de invocación. Incluso el gremio
sólo tenía unas pocas personas que podían hacerlo, y todas eran aficionadas a ello. Tal vez
algún otro país estaba monopolizando esa escuela de magia, o tal vez era simplemente que
nadie en Sharia podía enseñarla. En cualquier caso, ese era el alcance de mis conocimientos.
Y Cliff debía estar tan versado como yo, porque me transmitió la misma respuesta.
"Eso es incorrecto", dijo Sylvaril sacudiendo la cabeza. "Es cierto que la invocación requiere
un círculo mágico por naturaleza, pero el trazado de un círculo no es en sí mismo parte de esta
escuela de magia".
"¿Lo que significa que sólo este último califica como magia de invocación, entonces?"
pregunté. El ambiente que se respiraba aquí me recordaba a cuando Roxy me daba clases de
pequeño.
"Sí, pero Cliff no se equivocó cuando dijo que había dos tipos de magia de invocación".
"En otras palabras, el otorgamiento no es uno de esos tipos".
"Efectivamente". Habló con voz suave, pero como no había pizarra ni libro de texto, tuve
que tomar notas con la pila de papeles y la pluma que había traído. Esto hizo que se sintiera
como una clase real. "Hay dos tipos de magia de invocación: Invocación de demonios e
Invocación de espíritus".
Anoté ambos nombres. Por lo que recordaba, los espíritus eran seres que existían en
nuestro mundo pero que rara vez se mostraban. Los únicos tipos que había visto antes eran
los Espíritus de la Lámpara que había invocado con esos pergaminos.
"¿Cuál es la diferencia entre los dos?" pregunté.
"La invocación de demonios, como bien saben los humanos, permite invocar a una bestia
que vive en algún lugar de la naturaleza. Según un antiguo pacto, no se puede invocar a nada
que se considere una persona. Sin embargo, todo lo que existe en el mundo puede serlo".
Así que todo tipo de criaturas podían ser invocadas con esa magia, incluso los dragones.
"¿Qué es ese 'antiguo pacto'?"
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"Cuando la magia de invocación nació en este mundo, nuestros ancestros hicieron un pacto.
La magia no puede romper esas antiguas reglas".
¿Así que la gente no podía ser invocada? ¿Era eso realmente cierto? ¿Qué diferencia había
entre teletransportar a una persona e invocarla? No es que importe mucho. Lo importante era
entender lo básico. Luego podría hacer preguntas más matizadas. "Lo siento", dije. "Por favor,
continúe".
"Muy bien. En la Invocación de demonios, no se puede invocar a una criatura con más maná
del que se posee. Incluso si lo hacen, es muy probable que no puedan controlar a la criatura
que invocan".
Ahora que lo pienso, había leído sobre eso en un libro hace mucho tiempo. Creo que se
llamaba Magia de Invocación de Sig. Contiene la historia de alguien que invocó a una criatura
más fuerte que él, que se lo comió vivo. Teniendo en cuenta lo amplia que era mi propia reserva
de maná, probablemente no tendría problemas independientemente de lo que invocara, pero
no tenía ni idea de si me obedeciera o no. No es que tuviera planes de invocar algo poderoso.
Además, ya teníamos tres mascotas en la casa. No había necesidad de invocar nada.
"Ah, sí, ¿los seres vivos son lo único que puedes invocar?" solté.
"Sí. No puedes invocar a los muertos".
"No, me refería a cosas. Como... ¿podría invocar algunas ropas que están en mi casa ahora
mismo?"
"Me temo que eso es imposible".
Así que no podía invocar las bragas de Roxy. Espera, aguanta un segundo. Nanahoshi
había logrado invocar una botella de plástico. Seguramente, no era imposible. Tal vez era
mejor decir que nadie en este mundo había descubierto cómo hacerlo todavía. Eso explicaría
por qué Perugius estaba tan interesado en la investigación de Nanahoshi, porque significaba
que esa magia era posible. Ahora entendía por qué había accedido a ayudarla.
"¿Puedo continuar?" preguntó Sylvaril, interrumpiendo mis pensamientos.
"Oh, sí. Mis disculpas por interrumpir repetidamente".
"En absoluto. Tus preguntas indican lo apasionado que eres por aprender". Asintió
lentamente antes de continuar. "La invocación de espíritus, como su nombre indica, implica la
creación de un espíritu".
"¿Creación? ¿Como si realmente los crearas?"
"Correcto. Gastas maná en el proceso y creas un espíritu con ciertas habilidades. Así es
como funciona la Invocación de Espíritus".
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En otras palabras, al utilizar esos pergaminos que Nanahoshi me había proporcionado, no
estaba invocando a los Espíritus de la Luz de la Lámpara desde otro lugar; los estaba
conjurando con mi propio maná.
"Los espíritus poseen un bajo nivel de intelecto y obedecerán las órdenes del invocador
hasta que agoten todo su maná", explicó Sylvaril.
"¿Es eso un absoluto?"
Hubo una pausa antes de que ella respondiera: "No. Si construyes específicamente el
círculo para que no sigan tus órdenes, entonces se creará un espíritu con libre albedrío en su
lugar".
Pero si no lo hacías, ¿seguirían todas tus órdenes? Eso era casi como una programación.
Espera, hablando de programación, me pareció que había oído hablar de un concepto similar
"Eso me parece extraño", dijo Cliff, con la voz llena de insatisfacción. "Los que sirven a
Perugius fueron espíritus convocados hace 400 años, ¿no? Son muy inteligentes si ese es el
caso, y es extraño que no hayan desaparecido en los siglos transcurridos".
Justo lo que esperaba de ti, Cliff. Era demasiado avispado para dejar pasar esa
incoherencia.
Sylvaril asintió alegremente. "Me alegro de que hayas sacado ese tema. El predecesor de
Lord Perugius, el primer Rey Dragón Acorazado Perugius, le transmitió sus conocimientos
sobre cómo crear once espíritus antiguos, muy inteligentes y poderosos. Normalmente, los
espíritus de tal calibre no durarían más de un día, pero Lord Perugius ha desarrollado una
forma de mantenerlos durante siglos".
Sí que estaba presumiendo. Pero podía ver por qué. Era toda una hazaña mantener durante
la eternidad lo que normalmente sólo duraría un día. En otras palabras, movimiento perpetuo,
un concepto tan increíble en mi mundo anterior como en este.
Hm, espera un segundo. Ha dicho once espíritus antiguos. ¿No es uno demasiado poco?
"¿No quieres decir doce?" pregunté.
"No, once. No soy uno de los espíritus de Lord Perugius".
Parpadeé al verla. "¿No lo eres?"
"No, en absoluto. Lord Perugius me salvó durante la Guerra de Laplace, y le he servido

desde entonces. Soy simplemente uno de los skyfolk".
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¿Gente del cielo? Bueno, eso explicaría las alas entonces. Si los otros eran sus sirvientes,
quizás ella era más una confidente. ¿O una amante? No, eso no podía ser. El romance no era
el único vínculo que existía en el mundo.
"Entonces, ¿qué vamos a aprender?" Pregunté.
"Nos centraremos principalmente en la invocación de demonios", dijo. "Sin embargo, Lord

Perugius considera que la invocación de cosas de otro mundo se asemeja a la Invocación de
Espíritus, así que estoy seguro de que también la trataremos".
¿Así que íbamos a aprender ambas cosas? Estaba deseando que llegara ese momento.
Podría ser divertido invocar monstruos de todo el mundo y abrir un zoo.
"Me gustaría aprender más sobre la Invocación de Espíritus específicamente, si es posible",

dijo Zanoba.
Cliff asintió con la cabeza. "A mí también me interesa el tema".
Cuando me di cuenta de lo interesados que estaban los dos en el tema, algo en mi cerebro
finalmente hizo clic. La programación. Así es. La forma en que funcionaba el núcleo de esa
muñeca automatizada me había recordado a la programación.
Espera. Si fuéramos capaces de aprender a invocar espíritus, podríamos ser capaces de

completar ese muñeco. Por supuesto, no creía que fuera fácil tener éxito donde el Rey Dragón
Maníaco Caos había fracasado, pero estaba seguro de que esta magia sería útil de todos
modos. Nunca se sabía cuándo serían útiles esos conocimientos.
"Muy bien, ahora vamos a empezar por aprender los fundamentos de la invocación. Primero,
por favor, mira este círculo mágico..."
Así comenzó Sylvaril la lección. Desgraciadamente, yo iba por detrás de los otros tres en lo
que se refiere a saber dibujar un círculo mágico, casi como un desertor escolar que de repente
ha decidido volver a unirse a sus compañeros. Tal vez debería haber aprendido lo básico en
lugar de dejárselo a los demás.
De todos modos, no era demasiado tarde para empezar. Uno nunca era demasiado viejo
para aprender algo nuevo, y sólo tenía 18 años. Mira a Zanoba. Tenía veinticinco años cuando
entró en la academia, y había recorrido un largo camino perfeccionando su habilidad para
fabricar muñecos. Debería aprender de su ejemplo. Aunque ahora mismo estaba empezando
con mal pie. Una vez terminada la lección, tenía que repasar y practicar.
"Por cierto", dijo Sylvaril, "es casi la hora de comer. Si hay algo específico que te gustaría
comer, por favor, házmelo saber".
Y con eso, nuestra lección terminó.
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◇◇◇
La noche anterior, cenamos cocina asturiana antigua, que incluía albóndigas y patatas
hervidas con sopa de hierbas. Había pan de trigo y otros granos, entre otros platos. No era
muy diferente de lo que comíamos en Sharia. Teniendo en cuenta lo grandiosa que parecía la
fortaleza desde el exterior, era una comida bastante sencilla, aunque deliciosa. Pero desde el
punto de vista de Perugius, no era una cocina antigua en absoluto. Consideraba que se trataba
de la cocina tradicional asturiana, la comida estándar que la gente hacía hace 400 años. Había
un dicho que había leído en alguna parte: la tecnología avanza en tiempos de guerra mientras
que la cocina lo hace en tiempos de paz. Los platos de Asura habían cambiado mucho en los
últimos 400 años.
Nos trajeron la cena a cada una de nuestras habitaciones, pero yo comí la mía con Sylphie.
Por muy lujosas que fueran las habitaciones, cenar solo era demasiado solitario. Era extraño
que nunca me hubiera sentido así en mi vida anterior. Realmente había cambiado desde
entonces.
El desayuno, en cambio, tenía que comerlo solo. Así es la vida.
Ahora era la hora de comer, y Sylvaril se había ofrecido a prepararnos lo que quisiéramos.
Teniendo en cuenta que Arumanfi estaba a bordo y podía hacer recados a la velocidad de la
luz, podían traer ingredientes de cualquier país del mundo. En realidad, podían simplemente
pedir en cualquier restaurante y hacer que él trajera la comida. Su velocidad resultaba muy útil
para las entregas a domicilio.
"¿Podría tener algo de Millis?" preguntó Cliff.
"Hm, entonces me gustaría algo de Shirone", dijo Zanoba.
Los dos deseaban comida de sus respectivos países de origen. Por mucho que actuaran
como si estuvieran a gusto aquí, seguro que echaban de menos su hogar.
"Muy bien. Haré que se lo preparen". La voz de Sylvaril era suave al responder a sus
peticiones, su máscara ocultaba cualquier emoción en su rostro.
"Me parece bien lo que sea", dijo Nanahoshi.
Quizás no se había dado cuenta, pero esta era nuestra oportunidad. No era el tipo de
hombre que dejaba escapar una buena oportunidad. Como solía decir el carismático Char
Aznable, ¡aprovecha al máximo cada oportunidad que tengas! "Estoy pensando en un arroz
blanco sazonado con vinagre y con pescado fresco y crudo cortado en trozos del tamaño de
un bocado por encima", dije. "¿Conoces un plato así?"
"¿¡Qué!? ¿Hay algo así aquí?" La cara de Nanahoshi se iluminó.
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Por desgracia, Sylvaril negó con la cabeza. "No, nunca he oído hablar de algo así. Aunque
aquí tenemos arroz".
Los hombros de Nanahoshi se desplomaron.
Sin embargo, me alegré mucho al oírlo. Mientras tuviéramos arroz, podríamos encontrar
fácilmente algo más para acompañarlo. "¿Qué tal agua fría con huevo crudo y harina de trigo,
mezclada en un fino rebozado en el que se pueden sumergir gambas, calamares o verduras,
y freír en aceite a alta temperatura?".
"Yo tampoco he oído hablar de eso. Aunque tenemos harina de trigo y huevos".
Ooh, ¡así que sí tienen huevos! Lo que significa que siempre puedo comer huevos crudos
sobre arroz caliente al vapor.
Como era de esperar, el sushi y la tempura no se podían comer. Eso probablemente

significaba que tampoco tenía suerte con el sukiyaki, ya que implicaba hervir salsa de soja,
azúcar y mirin en una olla. Lo que consiguiéramos aquí no sería tan delicioso como lo que se
podía comer en un restaurante en Japón, pero al menos con estos ingredientes podríamos
hacer algo. Lo que realmente necesitábamos era salsa de soja. Ese era el verdadero sabor
japonés que anhelábamos.
"¿Qué tal una salsa hecha con granos de soja fermentados? La salsa de soja o la pasta de
soja estarían bien".
"No tenemos nada de eso aquí en nuestra fortaleza".
Como sospechaba, aquí no existe tal cosa.
"He oído, sin embargo, que el Reino de Biheiril utiliza una salsa similar a la que has descrito.
Podríamos ordenar a Arumanfi que vaya a buscarla".
Me animé. "¡Sí, por favor!" No me importaba que fuera una molestia extra para Arumanfi. Si
podíamos pedirle que la buscara, también podíamos hacerlo.
◇◇◇
Al cabo de una hora, volvió sin salsa de soja. No fue una sorpresa, dado el poco tiempo que
teníamos, y la culpa fue mía por haber sacado el tema cuando ya era casi la hora de comer.
Pero, aunque no encontró salsa de soja, nos trajo otra cosa: una sustancia de color marrón
rojizo que los habitantes de Biheiril hacían fermentando judías. Lo llamaban tofu, pero yo decidí
llamarlo miso. Porque vamos, esto es totalmente miso.
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Si la memoria no me falla, el reino de Biheiril estaba situado en el noreste del continente
central. El miso y la salsa de soja eran dos caras de la misma moneda. Quizá ya habían
inventado la salsa de soja en ese país. Algún día tendría que ir hasta allí para comprobarlo.
Tendría que encontrar tiempo para visitarlo, aunque fuera dentro de 10 o 20 años.
Aparte de eso, teníamos arroz y miso, así que, naturalmente, les pedí que nos trajeran algo
de pescado blanco. Lamentablemente, no teníamos rábano rallado ni jengibre, pero sí limones.
Las verduras en escabeche habrían sido un buen complemento, pero era inútil preocuparse
por algo que no tenían aquí. Hice lo posible por darle a Sylvaril una receta decente, teniendo
en cuenta los ingredientes disponibles.
"¿Esto es lo que querías?", me preguntó, reapareciendo un rato después con un arroz

blanco muy caliente. El vapor surgió del marisco con sabor a miso. Luego estaba el pescado
blanco muy bien tostado con limón. Había dos platos, uno para mí y otro para Nanahoshi. El
mío venía con un huevo crudo.
"A veces hay que darse un capricho como éste", dije.
Tras una larga pausa, Nanahoshi respondió: "Sí, supongo".
Aunque los dos platos parecían perfectos, Nanahoshi los miraba con desazón. Tal vez le
disgustaba que sólo se parecieran a la cocina japonesa sin replicar realmente el sabor. Bueno,
no podía culparla. No sabía nada de lo que recordaba. Pero seguía siendo divertido probarlo,
aunque no fuera auténtico.
"Junta las manos en señal de agradecimiento y vamos a comer", dije.
"Sí, vamos".
Nanahoshi seguía frunciendo el ceño mientras cogía la cuchara y el tenedor y empezaba a

comer. Su expresión se contorsionaba de asco mientras deshuesaba el pescado, exprimía un
poco de limón y daba un pequeño mordisco. A continuación, dio un mordisco vacilante al arroz,
masticando lentamente. Había un cuenco de porcelana blanca lleno de sopa de miso del que
también bebió un sorbo.
Finalmente, dijo: "Esta sopa de miso no tiene dashi". Se le llenaron los ojos de lágrimas.
Siguió comiendo mientras caían.
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Fue bastante terrible. El arroz estaba seco y sin sabor, y la sopa de miso estaba
increíblemente salada. Aunque el pescado estaba bastante delicioso, olía fatal y no combinaba
para nada con el limón. El equilibrio era terrible. No estaba nada bien. La cocina japonesa de
nuestros recuerdos tenía un sabor mucho más delicado. A pesar de todo ello, Nanahoshi siguió
engullendo entre lágrimas. No volvió a hablar hasta que terminó, pero no tardó mucho.
"Gracias por la comida".
Oír eso fue suficiente para saber que había tomado la decisión correcta.
◇◇◇
Después de la comida, terminamos la clase de la tarde. Las lecciones sobre magia de

invocación fueron realmente muy interesantes, quizás porque Sylvaril era una profesora
bastante buena. Aunque hoy no nos ha enseñado nada importante, seguro que tarde o
temprano empezamos a asimilar los conceptos. Ahora mismo, necesitaba hacer un repaso
para preparar la siguiente clase.
Con eso en mente, pasé mi tiempo después de la clase vagando por los pasillos de la
fortaleza flotante. Explorando, por así decirlo. Este lugar era increíblemente enorme, así que
no podría verlo todo en un día o dos. Una vez más, me asombraba cómo algo tan enorme
podía volar así en primer lugar.
Perdido en mis pensamientos, divisé una pareja más adelante: Zanoba y Cliff. Deben haber
decidido ir a explorar después de la clase también.
Espera un momento. Eso es extraño. ¿Por qué no me invitaron entonces? ¿Me

abandonaron?
"Hey Zanoba, Maestro Cliff. ¿Qué están haciendo juntos?" Pregunté, acercándome. Prefiero
ser parte de la manada en lugar de ser un lobo solitario, si es que les da lo mismo.
"¡Maestro! En realidad, estaba vagando por los pasillos cuando Lord Cliff me llamó".
"Sí, eso llamó mi atención, así que..."
Aparentemente, no estaban paseando específicamente, así que no era como si me hubieran

abandonado. Qué alivio. También es bueno, ya que en realidad no era un lobo, salvaje o no.
Era un humano, uno que disfrutaba reuniéndose con otros humanos, ya que eso era lo que
nos convertía en los mejores mamíferos de la tierra.
Así es. Deberíamos agruparnos, ya que juntos seríamos más fuertes.
"¿Y qué es "eso" a lo que te refieres?" pregunté.
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Cliff indicó unas escaleras cercanas, que curiosamente llevaban hacia abajo en lugar de
hacia arriba. Al parecer, este lugar no sólo era ridículamente enorme, sino que también tenía
un sótano.
"Huh. Eso parece interesante. Si piensan investigar, me encantaría acompañarlos", ofrecí.
"Serías más que bienvenido, pero..." Cliff se interrumpió.
"¿Qué? ¿Hay algún tipo de problema?"
"No es eso. Sólo me pregunto si realmente está bien que bajemos allí sin permiso".
"Hm, no lo sé". Nos dijeron que éramos libres de pasear por el castillo, pero ¿se consideraba
el sótano como parte del castillo? ¿La gente suele dejar que los demás entren libremente en
sus sótanos? Personalmente, yo guardaba algunos objetos preciosos en el mío y prefería que
nadie los molestara.
"No debería ser un problema", dijo Zanoba. "¿Por qué no echamos un vistazo? Lord
Perugius dijo que éramos libres de entrar en cualquier habitación que no estuviera cerrada.
Estas escaleras ni siquiera están detrás de una puerta, así que seguramente no le importará".
"Espera, aguanta un segundo. A veces la gente tiene reglas tácitas sobre este tipo de cosas,
¿sabes?" Reglas tácitas como modales que están tan arraigados en la gente que los
consideran de sentido común.
"¿De verdad lo crees? Hm..." Zanoba ladeó la cabeza, no del todo convencido. Tal vez,
siendo de la realeza, no podía concebir tener una habitación en la que no quisieras que otras
personas entraran.
"¿Oh?"
Mientras los tres dudábamos de un lado a otro, Nanahoshi apareció de repente. Era de las
que preferían la soledad, pero quizás nuestro número había llamado su atención lo suficiente
como para atraerla. "¿Qué hacen ustedes aquí?"
Le explicamos que estábamos interesados en saber adónde conducían esas escaleras,

pero que no sabíamos si se nos permitiría aventurarnos libremente por ellas.
"Claro que sí", dijo.
"¿De verdad? ¿Podemos?"
"Sí. Las puertas en las que no quiere que entren ahí abajo están cerradas de todos modos".
"¿Has abierto alguna vez una de ellas y has entrado dentro?"
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"Sí, la última vez que estuve aquí, pude ver algunas de ellas".
Debe haber estado refiriéndose a su anterior visita con Orsted. La sola idea era suficiente
para hacer que mis piernas se sintieran como gelatina. Casi podía imaginarlo aquí.
"No se puede entrar en la mayoría de las habitaciones de ahí abajo, ya que están cerradas",
explicó Nanahoshi, "pero hay algo interesante ahí abajo".
"¿Algo interesante?" repetí, con la curiosidad a flor de piel.
"Algo que probablemente disfrutarían ustedes".
Hacía tiempo que no oía a alguien usar "ustedes" para referirse colectivamente a mis amigos
y a mí. Nanahoshi parecía el tipo de persona que usaba esa frase todo el tiempo, al menos
antes de ser transportada aquí.
"Si estás tan nervioso, ¿te sirvo de guía?"
Los tres intercambiamos miradas. Zanoba y Cliff estaban ansiosos por aceptar su oferta. Yo
me sentía un poco menos aventurero, pero no quería ser el único que se quedara fuera. Ya
que ella se ofrecía a guiarnos, seguramente no había ningún peligro en ir.
"Sí, por favor", dije después de mirar a los otros dos chicos.
El sótano era aún más enorme que los pisos principales. Además, también eran más
laberínticos. Las cosas se volvieron más complejas después de bajar varios tramos de
escaleras, convirtiéndose en lo que parecía una mazmorra. Me hizo preguntarme si la planta
baja era sólo para entretener a los invitados y la verdadera fortaleza estaba realmente bajo
tierra.
Recorrimos largamente los pasillos con Nanahoshi guiándonos. Al principio, había varias
puertas curiosas que intentamos abrir, pero todas estaban cerradas. De todos modos, las
puertas abiertas sólo conducían a habitaciones vacías.
¿Cuántos tramos de escaleras hemos bajado a estas alturas? Ya debemos estar muy por
debajo de la planta principal.
Aunque escasamente iluminado, el primer piso del sótano había estado al menos limpio. Sin
embargo, se volvía más oscuro cuanto más profundizábamos, y aquí abajo también estaba
húmedo. Había menos puertas y más caminos y giros divididos que tomar. Los suelos incluso
estaban inclinados aquí y allá, lo que los hacía aún más laberínticos.
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Los pasillos no se habían limpiado tan abajo, y los ratones pasaban periódicamente por
delante de nuestros pies mientras avanzábamos. Sus ojos brillaban en la oscuridad. Era
espeluznante, pero al menos no eran monstruos, y huyeron en cuanto nos vieron, como era
de esperar de los roedores. Al parecer, habíamos entrado en una parte no utilizada de la
fortaleza, pero eso no detuvo a Nanahoshi. Sin embargo, me pidió que invocara a un Espíritu
de la Lámpara antes de seguir adelante.
"Hm, no estoy familiarizado con este tipo de arquitectura. Que no la reconozca debe
significar que es de antes de la primera Gran Guerra Humano-Demonio o..." La voz de Zanoba
se interrumpió. Se divertía mucho con sólo ver la disposición del sótano. Su ánimo seguía
siendo alto incluso cuando nos aventurábamos más y más profundo.
"Oye, Silencioso, ¿estás seguro de que no estás perdido?" preguntó Cliff.
"No, estoy bien".
Aunque al principio lo encontró entretenido, Cliff estaba empezando a perder la paciencia.

Estuvimos dando vueltas por los pasillos sin entrar en ninguna de las habitaciones por las que
pasamos.
"Ah, esto es positivamente sorprendente. Es una rara oportunidad de poder visitar un lugar
como éste. ¿Ve, maestro? Mire cómo están dispuestas esas piedras. Es una forma especial
de colocarlas. A simple vista, todas parecen de tamaño aleatorio, pero todas son naturales;
ninguna ha sido alterada artificialmente. Pero cuando se considera que forman parte de un
sótano que sostiene un castillo tan enorme, es desconcertante cómo el lugar sigue en pie. No
se ven piedras así en nuestro continente. No me interesa mucho la arquitectura, pero los
misterios de este lugar son cautivadores. Tengo que preguntarme exactamente por qué
eligieron este tipo de método..."
Zanoba estaba disfrutando de verdad. En el momento en que descubriera algo nuevo,

empezaría a seguir así.
"Maestro, ¿qué le parece la forma en que están dispuestas estas piedras?"
"No sé nada de este tipo... Espera, he visto este tipo de arquitectura antes. Se trata de un
apilamiento de bloques, creo que se llama así".
"¡Ajá, no esperaba menos de usted, maestro! Así que conoces esta técnica. ¿Dice que el
apilamiento en bloque? ¿Cómo funciona exactamente esta técnica?"
"Mira allí en la esquina. Esas piedras han sido alteradas. Quien construyó esto las cortó en
forma rectangular y las apiló en un patrón alternado. ¿Ves? Haciendo eso, puedes mejorar la
estabilidad de las esquinas".
"Oh, ya veo. Aumentando la estabilidad de las esquinas, refuerzas también toda la

estructura".
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Ver un patrón de apilamiento de bloques aquí fue todo un shock. Me hizo preguntarme si
alguien del período de los Estados Guerreros había construido este castillo. No, eso no podía
ser. Esta no era una técnica exclusiva de Japón. Seguramente, la gente de aquí inventó el
mismo método de disposición de las piedras para reforzar la estabilidad de sus edificios.
Además, la arquitectura de piedra era bastante común en este mundo. Esta técnica debe haber
sido algo que innovaron en algún momento del pasado.
"¿Oh?"
Nos pusimos rápidamente en pie.
"Perdónenos. Mientras explorábamos su magnífico castillo, nos encontramos por casualidad

aquí abajo. Y he aquí que, como cabía esperar de una fortaleza tan grandiosa, hasta el sótano
encierra el suficiente misterio como para que a uno le palpite el corazón. Nunca soñé que
encontraríamos algo así aquí".
Zanoba divagaba a un ritmo rápido, así que me limité a gruñir y asentir. Era realmente útil
en momentos como éste, y probablemente hablaba en serio de cada palabra que decía.
"Sin embargo -continuó Zanoba-, me temo que hemos dejado que nuestra curiosidad nos
supere y te hemos ofendido en el proceso. Con la Dama Nanahoshi como guía, pensamos que
podíamos deambular por aquí abajo mientras no hubiera puertas cerradas que bloquearan
nuestro camino, pero debimos aventurarnos demasiado sin darnos cuenta."
"No me importa", dijo Perugius. "En cuanto a estos murales, no fui yo quien los creó".
Nanahoshi nos dirigió una mirada triunfal, como diciendo: "¿Ves? Te dije que estaba bien".
"¿Y qué quieres decir con eso?" preguntó Zanoba.
Se volvió hacia una de las paredes, con una mirada distante, como si estuviera mirando al
pasado. "Cuando obtuve esta fortaleza flotante por primera vez, no quedaba casi nada en su
interior. Había rastros de lo que una vez existió aquí, pero todo se había desvanecido y
desmoronado". Perugius se quedó mirando los murales mientras hablaba, con los ojos
entrecerrados mientras se acercaba y pasaba los dedos por ellos. "Lo único que quedó intacto
fueron estas pinturas murales, y se han mantenido en buen estado desde entonces. Todo lo
demás se ha perdido".
"Hm..."
"Y a partir de ellas, me di cuenta de que nuestros antepasados tenían un mensaje que
querían transmitir, una historia que querían que sus predecesores heredaran". Volvió su mirada
hacia mí. "Por eso no he cerrado la puerta de esta habitación. Si alguien viene aquí con ganas
de verlos, no tengo motivos para negarme. Por supuesto, sólo ha aparecido una persona así".
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"Agradecemos su explicación", dijo Zanoba, "y me alegra saber que no le hemos ofendido.
No hemos venido aquí necesariamente con la esperanza de ver estos murales, pero parece
que nuestros antiguos antepasados intentaban transmitir algo al dejarlos aquí. Hay algo
profundamente cautivador en esa idea".
"Me gustaría estar de acuerdo contigo, pero no me gustan estas pinturas", dijo Perugius.
"Hay algo asfixiante en ellos. Me dan náuseas".
"Bueno, a cada uno lo suyo, como se dice. Aparte de eso, no deberíamos quedarnos aquí
demasiado tiempo. Me temo que tengo muy poco control sobre mi propia fuerza. Si tocara
accidentalmente estas paredes, podría destruirlas, y eso sería una pena". Zanoba desvió su
mirada hacia la puerta, como indicando que estaba listo para regresar al piso principal.
Perugius tarareó en voz baja. "Arumanfi, guíalos de nuevo hacia arriba".
"¡Como usted ordene!"
Volvimos al piso principal con Arumanfi como guía, pero Perugius no nos acompañó. Debía
tener sus propios sentimientos sobre esos murales, porque se quedó en esa sala.
Después de eso, nuestro grupo se disolvió, y yo volví a mi habitación sin incidentes. Ya era
de noche. El sol se había puesto mientras explorábamos el sótano. Otro día ya había
terminado.
Me pregunté cuánto tiempo continuarían estas pequeñas clases nuestras. No importaba el

tiempo que nos tomáramos de la universidad mientras asistiéramos a las clases, pero no quería
estar demasiado tiempo fuera de casa. Lucie y Zenith pesaban en mi mente.
Ahora mismo, es mejor ocuparse de lo que tengo delante. No tengo ni idea de lo que pasa
con Zenith, y Lilia está cuidando de Lucie por mí. Lo único que me queda por hacer es practicar
y repasar la magia de invocación.
Justo cuando me dejé caer en el sofá y empecé a rebuscar en mi equipaje un montón de

papeles, llamaron a la puerta.
"¿Rudy? ¿Estás dentro?" Sylphie no esperó mi respuesta antes de asomarse. En cuanto

me vio, se deslizó y se sentó a mi lado. Entonces, dejó escapar una fuerte exhalación.
Busqué una jarra cercana, serví un poco de agua y se la entregué. "Toma. Debes estar
agotada".
"Gracias. La cogió y se tragó el líquido con ganas. "Uf".
Parecía más agotada que de costumbre.
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"¿Cómo van las cosas con la princesa Ariel?" Le pregunté.
"Um, bueno, no muy bien".
"¿Cómo es eso?"
"Lord Perugius no está tomando a Su Alteza muy en serio".
Al parecer, Ariel quería a Perugius en su bando, por lo que se esforzaba en enumerar todos
los beneficios que obtendría por apoyarla. Una vez que ella ascendiera al trono, él podría tener
un estatus de nobleza, su propio territorio, o un alojamiento especial si quería dedicarse al
comercio en Asura. Por supuesto, Perugius la rechazó por completo, diciendo que no
necesitaba nada de eso.
"Bueno, sí, no me extraña que tenga problemas", dije.
"¿Qué quieres decir?"
"Quiero decir que eligió vivir aquí, lejos de todo eso. Así que, o no le interesa lo más mínimo
o le disgusta activamente".
"¿Qué?" Sylphie ladeó la cabeza. "Pero yo creía que había dicho que había elegido vivir
aquí porque es más conveniente para impedir que el Dios Demonio vuelva a levantarse".
¿De verdad había dicho eso? Bueno, sin duda esa era una de las razones, también. "No es
eso lo que quiero decir. Si quiere el poder, ya está en posición de tomarlo para sí mismo. Es
el héroe de la Guerra de Laplace, después de todo. Sylvaril dijo que encontró la formalidad de
la corte asuriana sofocante. Si tratas de atraerlo con poder y prestigio, sólo te va a estallar en
la cara".
Si realmente quisiera salir de esta fortaleza, podría haberlo hecho fácilmente. Pero había
estado encerrado aquí durante décadas. Seguramente Perugius tenía sus razones.
"Sí, tienes un punto. Tal vez la princesa Ariel está siendo demasiado impaciente..." Su voz
se interrumpió por un momento. "Oye, Rudy, ¿qué crees que deberíamos hacer?"
"Esa es una pregunta difícil".
No tenía la menor idea. Sentí que Ariel se estaba saltando una serie de pasos cruciales
aquí. Normalmente, una persona cultivaría la amistad antes de pedir favores. Si la otra parte
no estaba dispuesta, entonces podía ofrecerle condiciones a cambio. Ariel se había
beneficiado de su carisma natural, utilizándolo a su favor para hacer conexiones instantáneas.
Nunca se había enfrentado a alguien que pudiera resistirse a sus encantos. Perugius y
Nanahoshi tenían una constitución diferente. Probablemente estaba en la misma categoría que
ellos. Estaba feliz de hacer algo por el bien de Sylphie, pero no estaba tan inclinado en ayudar
a Ariel.
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"Primero, creo que debería intentar mejorar su relación con Perugius".
"¿Mejorarla cómo?", preguntó Sylphie.
"Compartiendo sus aficiones o preguntándole por historias heroicas de su pasado".
"¿Pasatiempos e historias heroicas? Bien, creo que lo entiendo".
"Puede que te ayude traer a Zanoba también. Creo que Perugius es el que más le gusta de
todos nosotros". Zanoba podría llevar la conversación por ella, y Ariel podría limitarse a asentir.
Eso probablemente mejoraría la percepción de Perugius sobre ella.
"Hm, de acuerdo. Intentaré decirle a Su Alteza lo que has dicho".
"No me tomes demasiado en serio", advertí. "No soy infalible".
"Ehehe, agradezco el consejo a pesar de todo". Sylphie me dio un picotazo en la mejilla.
El suave tacto de sus labios fue suficiente para hacerme olvidar el estudio. En cambio, su
beso despertó en mí deseos perversos.
Tal vez debería llevármela a la cama para empezar a tener un segundo bebé. Rápidamente
descarté esa idea. No, no puedo distraerme. Voy a estudiar. Tendré que conformarme con
tocarle un poco el culo... ¡Espera, no!
"Por cierto, ¿cómo van las cosas contigo, Rudy?"
"Hm, más o menos, supongo".
Sellé mi demonio interior de la lujuria mientras discutíamos todo lo que había sucedido en
el último día. Hablamos de la maldición de Zenith, de la magia de invocación, de la comida que
compartí con Nanahoshi y de cómo ésta había guiado nuestra incursión en los sótanos de la
fortaleza.
"Eres muy amable con Nanahoshi", refunfuñó Sylphie cuando terminé.
Supongo que comer con otra chica y pasar el rato con ella es algo prohibido después de
todo. Dicho esto, Zanoba y Cliff estaban presentes las dos veces, así que no era como si
estuviera sola con Nanahoshi. Pero me desviví por hacer esa comida para ella.
Mierda. Tengo que hacer algo para arreglar el estado de ánimo de Sylphie. Tenía que
hacerle saber que mi amor por ella superaba con creces la amistad que compartía con
Nanahoshi.
"Um, señorita Sylphiette..."
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"¿Sí?"
"¿Puedo tenerla en mis brazos?"
Aspiró un poco, hinchando las mejillas mientras hacía un mohín y se daba la vuelta.
"Siempre intentas besarme así. ¿Por qué? ¿Es porque te sientes culpable?"
Oh, oh. Está siendo muy fría hoy. ¿Qué está pasando? ¿Está realmente enfadada conmigo?
No me digas que esto es ese período de calma del que se habla a menudo en los matrimonios.
Pero, además, se acerca nuestro tercer aniversario. La maldita marca de los tres años.
Sacudí la cabeza. No, el número de años no importa. Pero estoy en un serio problema.
¿Qué hago?
"¡Es una broma! Siento haberte tomado el pelo así, pero parecía que te estabas divirtiendo
mucho hablando con ella, así que quería vengarme un poco de ti". Sylphie me sacó la lengua
mientras me rodeaba con sus brazos y me apretaba en un abrazo.
Tiré de ella para acercarme. Era tan menuda, pero seguía siendo tan suave y cálida como
siempre. Me encantaba su tacto. Tal vez me merecía que me odiara, pero, sin embargo, no
quería que lo hiciera. Deberé tener más cuidado en el futuro.
"Pero, sinceramente, ¿por qué estás tan pendiente de Nanahoshi de todas formas?"
preguntó Sylphie.
"Eh, bueno, sé mucho sobre su situación y de dónde viene, así que quiero ayudarla como
pueda. Pero no es que esté interesada románticamente en ella ni nada por el estilo, ¿de
acuerdo?" La forma en que divagaba lo hacía sonar aún más sospechoso.
"Ehehe, sí, lo sé". Sylphie se río, dándome una palmadita en la cabeza. Luego me dio un
suave golpe en la espalda antes de apartarse. "Bueno, debería volver con la princesa Ariel.
Sigue trabajando duro, Rudy".
"Sí, lo haré. Y tú también".
Mierda. Pensaba que todo iba muy bien, pero las frustraciones de Sylphie conmigo debían
estar acumulándose en el fondo. Esto no puede seguir así. Tal vez sea una buena idea poner
algo de distancia entre Nanahoshi y yo. Quizá desviarme de mi camino para hacer cosas que
la hicieran feliz no era tan buena idea después de todo. Hmm...
Sylphie abrió la puerta para salir y se quedó helada. "¿Eh?"
Nanahoshi estaba de pie en la puerta. "Lo siento. No quería molestaros a los dos, pero...
tos, tos..." Tuvo un ataque de tos, agarrándose la garganta y el pecho mientras su cara se
contorsionaba de dolor. "Lo siento. Lo he oído todo. Tos... No te preocupes, no tengo ningún
interés en Rudeus... Tos..."
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"Oh, um, de acuerdo. Eso es genial, pero ¿estás bien?" Preguntó Sylphie.
"Estoy Bi... tos, tos..."
El estado de Nanahoshi era mucho peor de lo que había visto. Tenía arcadas como si tuviera
algo atrapado en la garganta, lo que no hacía más que aumentar nuestro malestar.
"Es que, ya sabes, mi tos ha empeorado mucho... Tos, tos... Fui a ver a Cliff para que me
lanzara alguna magia de desintoxicación, pero estaba ocupado con Elinalise. Pensé en pedirle
a Rudeus que lo hiciera en su lugar, pero si eso sólo va a causar más malentendidos, esperaré
y haré que Cliff me ayude mañana".
"No, está bien. Todo está bien. En realidad, no me preocupa tanto", soltó Sylphie asustada.
Cuando Nanahoshi se dio la vuelta para irse, Sylphie la agarró por el hombro. "Puedo
lanzártelo, pero si mi magia no es lo suficientemente efectiva, sería buena idea que Cliff te
lanzara un hechizo de mayor nivel más tarde".
"Gracias. Te lo agradecería, si no te importa".
"Muy bien, entonces aquí va". Sylphie presionó suavemente una mano en el cuello de
Nanahoshi. Lanzó su hechizo de desintoxicación sin recitar ningún conjuro, una hazaña que
yo seguía sin poder realizar. Claro, como sea, no puedo hacerlo en este momento. Pero estoy
seguro de que, si me esfuerzo, con el tiempo podré hacerlo también.
"¿Hm?" La voz de Sylphie cortó mis pensamientos mientras ladeaba la cabeza confundida.
Al momento siguiente, Nanahoshi volvió a toser con fuerza.
"¿Qué? Esto es... ¿un poco extraño? Mi maná es... ¿qué es esto?". Sylphie ladeó la cabeza
y trató de presionar con su mano contraria el hombro de Nanahoshi. Mientras tanto, el ataque
de tos de Nanahoshi sólo empeoraba.
"Oye, ¿va todo bien?" pregunté, con mi ansiedad a flor de piel.

Nanahoshi se tapó la boca con una mano. "¡Urgh... blegh!" Se oyó el sonido de un líquido
que salpicaba.
"¿Eh?"
Un coágulo de sangre cayó al suelo.
"H-hey..."
Nanahoshi miró en silencio su mano, aturdida. Su cerebro no parecía poder digerir lo que
estaba viendo. Volvió la palma de la mano hacia mí, como si pensara que yo podría tener las
respuestas. Su piel estaba cubierta de sangre. Un segundo después se desplomó en el suelo
y perdió el conocimiento.
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"¿Qué? ¿Por qué?"
No fui el único que se quedó boquiabierto. Sylphie también estaba congelada en el lugar.
"Hace un momento, cuando intenté verter mi magia en ella... ¿por qué? Yo no..." Motas de
sangre cubrían la cara y las manos de Sylphie mientras miraba a Nanahoshi. Su piel estaba
mortalmente pálida.
Me acerqué inmediatamente a ella. "Sylphie". Había un temblor en mi voz.
Se estremeció y sus ojos temblaron de miedo mientras retrocedía un paso. "¡No! No he sido
yo. Yo no le hice nada". Sylphie siguió retrocediendo hasta quedar atrapada en una esquina.
La seguí en silencio hasta que estuvo de espaldas a la pared. Una vez que supo que ya no
tenía a dónde correr, cerró los ojos. "Sé lo que he dicho hace un minuto, pero en realidad sólo
pretendía burlarme un poco de ti... pero de verdad, yo... ¡nunca haría algo así!".
Saqué un pañuelo de mi bolsillo, humedeciéndolo con mi magia de agua, y comencé a

limpiar lentamente la sangre de la cara de Sylphie.
"¿Eh...?"
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Una vez limpia, empecé a frotar su mano. El peor vehículo para las enfermedades eran los
fluidos corporales de una persona enferma. No creía que limpiar la sangre de Nanahoshi de
Sylphie fuera a arreglar todo por arte de magia, pero no podía dejarla con ese aspecto. Por su
parte, Sylphie no trató de resistirse; se limitó a quedarse allí y dejarme trabajar.
"Está bien, Sylphie. He visto toda tu interacción con Nanahoshi. No hiciste nada malo".
"De acuerdo".
Ahora estaba tranquila. Verla perder toda su compostura me había ayudado a mantener la
mía. Al menos, esperaba que así fuera. "Está bien", repetí de nuevo. "Tú no has hecho nada.
Nanahoshi ha estado enferma durante un tiempo. ¿Entiendes?"
"Sí..."
"Las cosas sucedieron de golpe, con el peor momento posible. Esto no es en absoluto tu
culpa".
"De acuerdo, pero... cuando intenté usar mi magia en ella, había algo... extraño dentro de
ella. Era como si mi mana no pasara a través de ella. De hecho, parecía... unirse o algo así..."
La sangre goteaba de la boca y la nariz de Nanahoshi mientras yacía en el suelo,

inconsciente. Su vida podría estar en peligro si no conseguimos su ayuda. Sylphie seguía en
estado de shock.
Tengo que calmarla. No, tal vez todo lo contrario. Tal vez debería ordenarle que hiciera algo.
Por lo general, cuando alguien estaba en este tipo de estado de confusión, darle algo que
hacer le ayudaba a salir de él.
"Escúchame, Sylphie. Necesito que consigas ayuda, ya sea de Cliff o de Lord Perugius".
"¿Quieres que vaya?"
"Sí. Velaré por Nanahoshi y haré lo que pueda por ella, pero mientras tanto, necesito que
vayas a buscar ayuda. ¿Puedes hacerlo?"
"S-sí, puedo hacerlo". La claridad volvió a sus ojos mientras corría hacia el pasillo y se iba.
Sylphie se había enfrentado a la carnicería varias veces antes, pero eso no la había preparado
para que un conocido vomitara sangre de la nada. Incluso ella estaba desprevenida. Y lo que
es peor, todo ocurrió justo después de que Sylphie tocara a Nanahoshi.
Sabía que mi mujer no era del tipo que hace daño a otra persona, por muy celosa que
estuviera. Dicho esto, a veces podía ser compulsiva y...
No, no, no es posible.
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"De acuerdo", dije, tirando esos pensamientos por la ventana mientras me giraba para mirar
a Nanahoshi. A pesar de lo que le había dicho a Sylphie, había pocos cuidados de emergencia
que pudiera darle a nuestra amiga inconsciente.
Tendré que hacer lo que pueda.
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Capítulo IV – Lamento
HAN PASADO TRES DÍAS desde que Nanahoshi se desmayó. Todavía no había
recuperado la conciencia y seguíamos sin saber qué le había hecho vomitar sangre.
Arumanfi apareció al instante después de que Sylphie se fuera a buscar ayuda. Miró a
Nanahoshi y la llevó directamente a la enfermería. Mientras tanto, reuní a todos para
explicarles la situación. Les dije que el estado de Nanahoshi había empeorado y que, cuando
Sylphie intentó lanzarle magia de desintoxicación, escupió sangre y se desmayó. También les
dije que estaba siendo tratada en la enfermería. Todo había sucedido muy rápido, y eso era
prácticamente todo lo que sabía. Todos estaban sorprendidos, pero al menos entendían lo que
estaba pasando.
Por el momento, Yuruzu de Atonement era quien cuidaba de Nanahoshi. Yuruzu poseía un
poder curativo especial que le permitía transferir la resistencia y la salud de una persona a
otra. Como esto funcionaba de forma muy diferente a la magia de desintoxicación, podía ser
eficaz para tratar enfermedades que no podían curarse por medios normales. Supuestamente,
al menos. El único problema era que Yuruzu no podía hacerlo sola. Necesitaba la colaboración
de alguien para realizar su magia.
Sylphie se ofreció inmediatamente. Yuruzu la hizo tumbarse al lado de Nanahoshi y empezó

a hacer su magia. La cara de Nanahoshi estaba contorsionada por la angustia durante todo el
proceso, y sus ataques de tos eran incesantes, incluso mientras permanecía inconsciente.
"Karowante, ¿cómo está?" Perugius miró una vez a Nanahoshi antes de ordenar a uno de
sus subordinados que la inspeccionara. El hombre a sus órdenes era Karowante de la
perspicacia, cuya habilidad le permitía mirar a través de lo desconocido para identificar los
secretos de una persona. Esto también significaba que podía analizar el estado de una persona
si no estaba bien, casi como una visión de rayos X.
Miró a Nanahoshi -o quizá a través de ella- y negó con la cabeza. "No es algo que Yuruzu
pueda curar con sus poderes".
"Entonces busca en los archivos", dijo Perugius.
"Como usted ordene".
Con eso, su subordinado comenzó a buscar información sobre esta enfermedad y cómo
curarla. Karowante iba a comparar los síntomas que había observado en Nanahoshi con la
literatura que guardaban en la fortaleza. Me ofrecí a ayudar, pero Perugius me rechazó de
plano; no tenía intención de dejar entrar a un extraño en sus archivos. Mientras tanto, Yuruzu
continuó su tratamiento y Sylphie permaneció en la enfermería.
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No me quedaba nada que me mantuviera preocupado. Por supuesto, no me pasé los tres
días siguientes sin hacer absolutamente nada. Volví a casa y puse a Roxy al corriente de
nuestra situación, haciéndole saber que Nanahoshi había sufrido un colapso y que Sylphie
estaba ayudando a tratarla. Por lo tanto, le dije que tardaríamos un poco en volver a casa.
Después de oírlo todo, Roxy se puso inmediatamente en acción. Se puso en contacto con
la universidad y pidió tiempo libre, luego explicó todo a nuestra familia en mi lugar. También
prometió cuidar de todos mientras estuviéramos fuera. Estaba mucho más calmada y serena
que yo. Sin duda, estaba acostumbrada a este tipo de situaciones.
Al final, no hice nada. Roxy lo hizo todo en mi lugar. Lo único que hice fue recordarles a
Aisha y a Norn, una vez más, que íbamos a llegar tarde. Luego cogí una muda de ropa extra
y me fui corriendo a la fortaleza flotante. No había nada que pudiera hacer cuando volviera,
excepto rezar para que Nanahoshi saliera sana y salva.
"¿Me pregunto si se recuperará?"
Al igual que yo, Cliff no tenía otra cosa que hacer que no fuera retorcer los pulgares. El
castillo tenía una capilla, y allí era donde Cliff iba a ofrecer sus fervientes oraciones. "Que se
haga tu voluntad, Señor Millis", decía con las manos juntas y los ojos cerrados.
La gente de fe a menudo rezaba así en tiempos de problemas. En cuanto a mí, nunca había
creído en ningún tipo de poder superior. Sólo tenía fe en las personas que me habían ayudado
en este mundo. Y sabía que, aunque rezara a Roxy o a Sylphie, no me aliviaría la ansiedad
que sentía.
Mientras el silencio se prolongaba, recordé de repente una película que había visto hace
tiempo. Era una famosa sobre extraterrestres que se apoderaban del mundo. Sus avances
científicos les permitían dominar a la humanidad y aniquilarnos. Pero al final de la película,
todas sus máquinas se detenían. No tenían inmunidad al virus del resfriado común, y éste los
diezmó a todos.
Nanahoshi se había teletransportado a este mundo. No se reencarnó en él, como yo.

Además, no envejecía, y no podía usar magia o implementos mágicos. Tal vez no era sólo
maná lo que le faltaba, sino también inmunidad a los patógenos de este mundo.
No, si ese fuera el caso, debería haber caído enferma mucho antes. Han pasado ocho años
desde el incidente del desplazamiento. Era mucho tiempo para que no se viera afectada.
Mis labios se adelgazaron.
¿Realmente va a morir?
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◇◇◇
Hoy era el cuarto día desde que Nanahoshi se derrumbó. Nos llamaron a todos a una sala
con una mesa redonda. Perugius y todos sus familiares estaban presentes, excepto Yuruzu de
Atonement. Se colocaron detrás de su señor mientras éste tomaba asiento en una
extravagante silla.
"Por favor, siéntense", dijo Sylvaril.
Hicimos lo que nos pidió, acomodándonos en nuestras sillas. Sylphie seguía ayudando a
Yuruzu con el tratamiento de Nanahoshi, así que, sin ella, sólo quedábamos seis.
"Hemos descubierto lo que aqueja a Lady Nanahoshi -dijo Sylvaril, adelantándose una vez
que todos estábamos sentados-.
Así que por fin han descubierto lo que es.
"El nombre de su enfermedad es Síndrome de Dryne".
¿Síndrome de Dryne? Era la primera vez que oía hablar de ello. Miré a mi alrededor; parecía
que no era el único. Cliff probablemente era el que más conocimientos médicos tenía entre
nosotros, pero incluso él parecía confundido, negando con la cabeza.
"No es de extrañar que no lo conozcas. Estaba activo hace un eón, cuando los humanos
poseían menos maná que ahora. Por aquel entonces, muchos niños nacían sin maná. Cuando
llegaban a los diez años, sin excepción, morían de este síndrome".
Bueno, eso parecía coincidir con lo que estaba experimentando Nanahoshi. Aunque no era
una niña de diez años, ya llevaba ocho años en este mundo y no poseía maná. Así que su
enfermedad definitivamente no era culpa de Sylphie después de todo.
"Según la literatura, los que no poseen maná propio carecen de la capacidad de neutralizar
el maná exterior que se filtra. Así, se acumula en su interior a lo largo de una década y provoca
esta enfermedad".
No entendí muy bien qué significaba eso, pero me sonó parecido al concepto de bacterias
buenas y malas. Tener tu propio maná significaba tener bacterias buenas para eliminar las
malas, pero los que no tenían ninguna sólo acumularían bacterias malas en sus cuerpos.
Aunque no estaba seguro de hasta qué punto podíamos confiar en esa literatura de la que
hablaba Sylvaril, su explicación tenía sentido.
"¿Has encontrado algo sobre cómo curar esta enfermedad?" Pregunté.
"No había nada. Esto ocurrió hace 7.000 años. Como el maná natural de los humanos se
fortaleció con el tiempo, el síndrome se extinguió".
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Ese marco temporal significaba que el síndrome estaba activo antes de la primera Gran
Guerra Humano-Demonio. Si la memoria no falla, se dice que esa guerra duró un milenio. Un
conflicto tan vasto provocó una gran evolución. Sea como sea, la humanidad debe haber
logrado fortalecerse. Sólo tenía sentido que el Síndrome de Dryne muriera como un
subproducto natural de eso.
Sin embargo, 7.000 años era mucho tiempo. No era de extrañar que quedara poca literatura
sobre el tema. Era un milagro que hubiéramos conseguido averiguar el nombre de lo que
aquejaba a Nanahoshi.
"Entonces, ¿qué hacemos?" Pregunté.
"Congelarla en el tiempo". Esta vez no fue Sylvaril quien me respondió, sino Perugius, cuya
imponente forma estaba rígida en su lujosa silla. "Scarecoat of Time puede usar su poder para
congelar el reloj de Nanahoshi".
Un hombre se adelantó mientras Perugius hablaba. Llevaba una máscara que sobresalía
en la boca. Se asemejaba a los labios fruncidos de una máscara de Hyottoko... no, ¿quizás
más bien a una máscara de gas? Así que es el Espantapájaros del Tiempo, ¿eh?
Estaba bastante seguro de que su habilidad era congelar el tiempo de cualquiera que tocara.
También detendría su tiempo, pero al menos si lo usaba con Nanahoshi, evitaría que muriera
o empeorara.
"Muy bien. ¿Qué hacemos después?"
"Contactamos con la gente de la superficie y buscamos una forma de curarla".
De acuerdo. Esa era una forma de hacerlo. Con la reputación de Perugius, seguro que no
había muchos que nos rechazaran.
"Aunque no tengo ni idea de cuántos querrán intentar salvarla", añadió Perugius.
"¿No puedes usar tu influencia para ayudarla?" pregunté.
"Nanahoshi y yo sólo estamos vinculados por un contrato. No me pondré en deuda con otras
personas para ayudarla".
Eso me parece terriblemente frío.
Dicho esto, no sabía nada de su relación, así que no iba a meter las narices donde no debía.
"No me malinterpreten. Ustedes son mis invitados, así que haré lo que pueda para ayudar.
Sin embargo, el propósito de toda mi vida es buscar a Laplace y derrotarlo. La ayuda que
puedo ofrecer sólo llega hasta cierto punto. No puedo ayudarla a costa de mi propio objetivo".
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Así que, básicamente, como vigilar a Laplace era su trabajo, no pondría un esfuerzo extra
para ayudarla. Si pedía ayuda a alguien más, eso le pondría en deuda, que eventualmente
tendría que pagar. Sería una deuda especialmente pesada teniendo en cuenta que
necesitábamos una cura para un síndrome que no había existido durante miles de años. No
se podía saber qué precio se exigiría por un favor como ése.
Perugius no tenía ninguna obligación con alguien como Nanahoshi. No, de hecho, ya había
hecho más de lo que tenía que hacer. Trató su estado y la mantuvo con vida. Por eso estaba
haciendo esta declaración, diciendo que no haría más de lo que ya había hecho. Si alguno de
nosotros quería salvarla, era bienvenido a hacerlo. No creía que hubiera nada malo en ello.
"¿¡Entonces piensas abandonar a Nanahoshi!?" estalló Cliff, poniéndose en pie.
"Nunca he dicho que vaya a abandonarla".
"¡Mentiroso! ¡Tienes este increíble castillo y todos estos excepcionales familiares a tu

disposición! Si alguien puede buscar una cura, tú deberías poder hacerlo".
El ceño de Perugius se frunció. "Tener la capacidad de hacer algo no significa que uno esté
obligado a hacerlo".
"¡Basta de juegos!" gruñó Cliff. "¡Es el deber de los que tienen poder ayudar a los
necesitados!"
"Hmph. No me impongas las molestas tonterías religiosas de Millis".
"¿¡Qué has dicho!?"
Sabía que Cliff sólo hablaba por rabia. Era un creyente de Millis, que se parecía al
cristianismo de mi mundo anterior. Tal vez una de las enseñanzas de Millis era que la gente
debía extender la mano de la misericordia a los corderos que necesitaban socorro. Sin
embargo, pensé que era un error decirle eso a Perugius. Él estaba operando en su propio
sentido de la moral. Durante los últimos 400 años, había estado trabajando hacia un objetivo.
Estaba interesado en la investigación de Nanahoshi sobre la invocación de otros mundos, pero
eso no tenía prioridad sobre Laplace. Era sobre todo una forma de matar el tiempo.
"¡Lo que estás diciendo equivale a abandonar a Nanahoshi! Si vas a ayudarla, deberías
comprometerte a hacerlo bien".
"¡Cliff, basta!" le bramó Elinalise después de que él pateara su silla. Lo agarró por los
hombros y lo sujetó con fuerza para que no pudiera moverse. "Sé cómo te sientes, pero
aguanta".
Sus labios se tensaron.
"No quiero perderte por algo así", continuó.
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Alrededor de la habitación, los once familiares de Perugius estaban preparados para la
batalla. Perugius echó una mirada a Cliff, que estaba comparativamente impotente, y sus
labios se curvaron en una sonrisa burlona. "Si te preocupa tanto su estado, ¿por qué no
actúas? Tu Dios diría lo mismo, ¿no? 'Cuando ayudes a los necesitados, no te apoyes en los
demás', creo que era".
"Grr..." Cliff frunció el ceño mientras se deslizaba de nuevo en su silla, enfadado por las
palabras de Perugius. Seguramente no era su intención lanzarse al cuello de Perugius.
Simplemente le molestaba que alguien tan poderoso, que parecía capaz de todo, no intentara
ayudarnos.
"Huff". Exhalé profundamente. Bien, ¿y ahora qué? Quiero ayudar a Nanahoshi, pero no
tengo ni idea de por dónde empezar. El resto del grupo parecía igualmente perplejo. Dentro de
mi familia, Aisha en particular había pasado mucho tiempo con Nanahoshi y se entristecería si
muriera. Además, si no hacíamos nada y veíamos cómo Nanahoshi se marchitaba, Sylphie se
culparía a sí misma.
¿No hay algo que pueda hacer?
"Perdón", dijo una voz cuando la puerta de la habitación se abrió. Yuruzu de la Expiación
entró. "La dama Nanahoshi ha recuperado la conciencia".
En cuanto oí eso, salté de la silla. "¿Y? ¿Cómo está?"
"En apariencia, sus síntomas parecen haber mejorado".
"¿Qué significa?"
"El síndrome de Dryne provoca una acumulación de maná, que altera el cuerpo de uno y
conduce a la enfermedad. Hemos conseguido tratar esos síntomas".
Por lo que parecía, el Síndrome de Dryne se parecía al SIDA. Toda su tos hasta ahora debía
ser una señal. Por eso, nuestra magia de desintoxicación fue eficaz para despejar sus
síntomas superficiales, pero nunca se deshizo del todo del problema.
"¿No puedes absorber el maná de su cuerpo o algo así?" Pregunté.
"No soy capaz de hacer eso, no".
"¿Entonces no conoces a nadie que pueda hacerlo?"
Yuruzu negó lentamente con la cabeza.
"Oh, está bien, entonces..."
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Me pregunté si habría alguna otra forma de drenar el exceso de maná de su cuerpo. Por
ejemplo, podríamos fabricar un instrumento mágico con esas propiedades. Seguramente,
nuestra capacidad para fabricar tales objetos había progresado en los 7.000 años transcurridos
desde la aparición del Síndrome de Dryne. ¿Qué más podríamos hacer? ¿Podría usar la Piedra
de Absorción de Maná para limpiarla?
No, esa cosa no es capaz de absorber el maná del interior del cuerpo de una persona.
Aunque tengo la sensación de que no es imposible usarla de esa manera. ¿Tal vez deberíamos
hacer algo en su lugar? ¿Pero cuánto tiempo llevaría hacer algo con esas capacidades? Y ni
siquiera hay garantía de que podamos hacer algo así. Mierda.
"En cualquier caso, voy a ver cómo está Nanahoshi", dije, dirigiéndome a la puerta. Los
demás me siguieron rápidamente.
◇◇◇
La enfermería estaba desolada. Tenía el mismo mobiliario que las habitaciones de invitados,
pero el interior era de piedra sin ventanas. Una especie de mesa de operaciones se encontraba
en el centro de la habitación, y también había un armario con un cuchillo y vendas y otros
suministros médicos.
El silencio flotaba en el aire.
Nanahoshi estaba en una cama en la esquina de la habitación. Toda la sangre que había
expulsado ya había desaparecido. En algún momento, Sylphie y Yuruzu le habían puesto una
prístina bata blanca como si fuera una especie de paciente de hospital. Desde fuera, no había
ningún indicio de que estuviera en peligro, pero la vida parecía haber sido drenada de ella.
"¿Nanahoshi? ¿Estás bien?"
Me miró. "¿Te parece que estoy bien?"
No, no lo parecía. Su rostro estaba mortalmente pálido y tenía bolsas oscuras bajo los ojos.
Se notaba que estaba enferma sólo con mirarla. Quizás los poderes de expiación de Yuruzu
también estaban agotando a la paciente.
Por cierto, la cama junto a la de Nanahoshi estaba vacía. Yuruzu hizo llevar a Sylphie a su
habitación de invitados justo cuando entramos. Había visto a Sylphie de pasada y parecía
demacrada. Había estado ayudando con el tratamiento de Nanahoshi estos últimos cuatro
días. Aunque no había estado sin comida ni agua, eso tenía un impacto notable en su
constitución.
"Yuruzu dijo que no podían curarme".
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"Lo sé", dije mientras me sentaba a su lado. Parecía que la señorita Yuruzu no había
ocultado ningún detalle a Nanahoshi. "Sin embargo, estoy seguro de que te mejorarás pronto".
"Ambos sabemos que no lo haré". Volvió la mirada hacia la pared y se quedó callada.
Quizás decir eso había sido un poco imprudente por mi parte.
Tras un largo y prolongado silencio, Ariel y los demás intentaron hablar con Nanahoshi.
Algunos intentaron reconfortarla, otros la animaron a mantener el ánimo, y otros le prometieron
que se recuperaría pronto. Todos intentaban alegrarle el ánimo, pero, por desgracia, en
momentos como éste, a veces eso tenía el efecto contrario. Para los que sufren, no hay nada
más despreciable que la tranquilidad vacía.
Nanahoshi no respondía a nada, así que al final todos se quedaron sin nada que decir. Un
silencio opresivo impregnó el aire, sofocando la atmósfera.
"Bueno, entonces, Nanahoshi, debería volver a mi habitación. Volveré a verte", dijo Ariel.
Fue la primera en salir, y los demás no tardaron en salir tras ella.
Cliff se quedó. Sólo con la insistencia de Elinalise abandonó finalmente la habitación.

Cuando salieron por la puerta, la oí decir: "No hay palabras que podamos ofrecerle".
Yo era el único que quedaba. No sabía por qué me había quedado, pero sentía que tenía
que estar aquí con ella, que sería peligroso dejarla sola en este momento. Sin embargo, no
había nada que pudiera decirle. No cuando estaba enferma con una enfermedad incurable.
Cualquier cosa que dijera sería inútil.
Nanahoshi tenía que estar llena de ansiedad. Su investigación sobre la magia de invocación
iba por buen camino. Una vez se había estancado en la primera fase, pero había superado la
segunda y la tercera. A juzgar por lo que dijo Perugius, ya tenía todo lo que necesitaba para
pasar al siguiente paso. No tenía ni idea de lo cerca que estaba de la quinta fase de su
investigación, pero si las cosas seguían como hasta entonces, probablemente podría volver a
casa en uno o dos años más.
Pero justo cuando las cosas empezaban a mejorar para ella, ocurrió esto. Fue como un
diagnóstico de cáncer. Aunque el cáncer ya no se consideraba intratable en mi mundo, la tasa
de mortalidad seguía siendo bastante alta. Fue suficiente para arrinconar a Nanahoshi y
llenarla de desesperación.
No sería sorprendente que volviera a estallar. Si realmente era cierto que esta enfermedad
no tenía cura, entonces no le esperaba ningún futuro. Si eso significaba que nunca podría
volver a casa, tal vez se merecía el derecho a volverse loca. Tal vez si desataba su furia hasta
que no le quedara nada más, podría calmarse y encontrar alguna forma de disfrutar del poco
tiempo que le quedaba. Si decidía desatarse, estaría a su lado hasta el final.
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"Para empezar, nunca tuve un cuerpo fuerte", dijo Nanahoshi con un suspiro mientras me
sentaba en silencio. Su voz sonaba más alegre de lo que esperaba, pero era del tipo vacío y
poco sincero. "En realidad no diría que soy de las que están enfermas, pero sí que me resfrío
más o menos una vez al año".
Me quedé callado y escuché mientras las palabras salían de ella.
"Mis notas eran buenas, pero no era realmente atlética. Prefería estar dentro de casa".
Tras una breve pausa, cambió de tema. "Este mundo no ha progresado mucho en el frente
médico, ¿verdad?".
Como no respondí, continuó. "Tal vez sea porque en este mundo se depende tanto de la
magia, pero ¿sabías que la gente de aquí ni siquiera se lava las heridas después de haberse
lesionado? Como resultado, hay muchos que reciben tratamiento demasiado tarde y mueren
o pierden un miembro. Qué idiotas, ¿no? Incluso limpiando sus heridas con agua corriente se
evitarían esas infecciones..."
Esperé y ella cambió de tema.
"Desde que me di cuenta de que no puedo usar la magia, he tomado una serie de
precauciones. Evito los lugares concurridos para no contraer ninguna enfermedad. También
me niego a comer alimentos que no conozco".
Estas pausas continuaron, intercaladas con sus pensamientos al azar.
"Puede que parezca muy poco saludable, desde tu perspectiva, pero en realidad he estado
haciendo ejercicio en mi habitación. Me he mantenido tan en forma como he podido, a mi
manera. Es decir, sabía que, si me ponía enferma, podría no ser tratable. De hecho, pensé
que probablemente sería incurable. Y probablemente sería alguna enfermedad de la que
nunca había oído hablar.
"¿No crees que este mundo es bastante extraño para empezar? Aquí hay monstruos lo
suficientemente pesados como para aplastarte, y no sé si es la magia o qué, pero este mundo
parece ignorar por completo las leyes de la física.
"Quiero decir, está bien, claro, pensé que este lugar era bastante genial cuando vine por
primera vez. De hecho, he jugado a bastantes videojuegos, y no odio las espadas y la magia
y esas cosas. Mentiría si dijera que no lo encuentro emocionante. Una parte de mí sintió celos
de ti por poder reencarnar en un mundo como éste..."
Su voz se apagó de repente, con los hombros temblando. Lentamente, volvió la cara hacia
mí. Sus ojos estaban rojos e hinchados mientras se llenaban de agua.
"No quiero morir".
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Las lágrimas cayeron una tras otra, como si un dique hubiera estallado en su interior.
"¡No quiero morir en un lugar como éste! No en este mundo raro y extraño. ¿Por qué? ¿Por
qué me está pasando esto? ¡No tiene ningún sentido! ¿Sabías que mi cuerpo no ha cambiado
ni una sola vez en estos últimos ocho años? No he crecido más, y mi pelo tiene la misma
longitud que siempre. Pero mi estómago gruñe, y si como, sigo haciendo caca. Sin embargo,
no me crecen las uñas y tampoco he tenido la menstruación".
Se abalanzó sobre una jarra cercana y la lanzó al otro lado de la habitación. Golpeó la pared
opuesta y se hizo añicos, salpicando agua por todo el suelo.
"¡No soy una humana de este mundo! No vivo aquí. Soy como un cadáver andante. ¿Y por
qué? ¿¡Por qué soy capaz de enfermar!? Es un completo desastre. ¿Por qué me tiene que
pasar esto? ¡No quiero morir! No quiero morir en este estúpido y extraño mundo".
Las lágrimas salían cada vez más rápido mientras se lamentaba.
"Quiero decir, ¡ni siquiera he besado a nadie! Todavía no le he dicho al chico que amo lo
que siento. Estoy tan celosa de ti. Disfrutas cada día, viviendo cada momento al máximo. ¿Por
qué tienes que estar triste? Oh, ¿tu padre murió y tu madre está gravemente enferma? ¿Y
qué? A quién le importa. Ni siquiera podré ver a mi padre antes de morir. Mi madre ni siquiera
va a saber que me he ido. Los echo de menos, tanto a mi madre como a mi padre.
"Todavía recuerdo la mañana antes de teletransportarme aquí. Mi padre dijo que volvería a
casa temprano ese día, y mi madre dijo que iba a asar unas caballas para cenar. Le dije que
iban a venir unos amigos, así que prefería que no viniera a casa temprano, y le dije a mi madre
que estaba harta de la caballa. ¿Por qué... por qué dije esas cosas? Seguro que los dos están
muy preocupados. Los echo de menos. Quiero ir a casa. No quiero morir. No quiero morir
aquí..."
Se rodeó las piernas con los brazos y enterró la cara en las rodillas. Sollozos ahogados,
hipos y gritos de dolor.
El dolor en su voz fue como una daga en mi corazón. Cuando llegué a este mundo,
probablemente no habría empatizado con ella en absoluto. "Los echo de menos. Quiero volver
a casa. Quiero volver a ver a mi familia". La persona que yo era entonces se habría
desconcertado al escuchar a alguien decir tales cosas. Habría pensado, eh, olvídate de ellos
y disfruta del nuevo mundo en el que estás.
Ahora las cosas eran diferentes. Entendía el deseo de volver a casa y de ver a tu familia de
nuevo. Sabía lo preciosos que podían ser esos días aparentemente monótonos. Una vez que
se habían ido, no podías recuperarlos nunca más. Nunca.
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Paul estaba muerto. Los recuerdos del Zenith podrían no volver nunca. La cálida familia que
conocía de Buena Village se había ido. Sin embargo, en su lugar, ahora tenía una nueva familia
que proteger: Sylphie, Roxy, Lucie, Lilia, Aisha, Norn y Zenith. Si de alguna manera me
separara de mis chicas para siempre, se me partiría el corazón en dos. Si alguna de ellas
desapareciera, iría hasta el fin del mundo para encontrarlas de nuevo. Y si de alguna manera
fuera transportado de vuelta a mi antiguo mundo, no importaría que pudiera usar magia allí o
que las chicas se tropezaran para colmarme de atenciones. Seguiría estando decidido a volver
a este mundo.
"Hic...hic..." Todo el cuerpo de Nanahoshi temblaba mientras apretaba los brazos alrededor
de las rodillas.
Nunca se había acercado a Zanoba, Cliff o Sylphie más de lo necesario, pero siempre me
escuchaba. Cuando le pedía algo, lo hacía. Cuando organizaba una fiesta, ella asistía. En
retrospectiva, nunca me trató mal. Se animaba un poco cada vez que hablábamos en japonés.
Al ser la única persona que podía hablar su lengua materna aquí, yo era su único respiro.
"Por favor, que alguien me salve..." Nanahoshi gritó en voz baja.
Me levante de la silla.
◇◇◇
Volví a la sala con la mesa redonda para encontrar a Perugius todavía sentado dentro.
Todos sus familiares se habían ido. Estaba allí solo, como si me hubiera estado esperando.
"¿Qué pasa?", preguntó.
"Voy a salvarla. Te agradecería mucho que me ayudaras, pero no te pediré más de lo que
estés dispuesto a dar".
Sus cejas se alzaron con sorpresa, pero asintió. "¿Oh? ¿Vas a buscar la manera de
salvarla?"
Me miró fijamente, como si tratara de averiguar cuán genuina estaba siendo y cuán decidido
estaba a llevar esto a cabo. Percibí su escepticismo, como si pensara que no haría nada a
menos que me beneficiara, pero yo no era realmente del tipo calculador. Como no tenía nada
que ocultar, le devolví la mirada.
"Muy bien", dijo. "A mí también me dolería verla morir".
Genial, ya he decidido lo que voy a hacer, pero ahora ¿por dónde empiezo?
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Esta era una enfermedad extinguida hace más de 7.000 años. Ninguno de nosotros tenía
idea de cómo encontrar una cura para ella. Todo lo que sabíamos con seguridad era que la
magia de desintoxicación y la magia de curación eran ineficaces. Perugius habría dicho algo
si la cura fuera tan simple.
¿Tal vez un implemento mágico? Pero tampoco tengo idea de si eso sirviera.
Si buscamos un implemento mágico que pueda afectar a alguien internamente, Cliff había
diseñado uno para Elinalise. En su caso, lo había mejorado con el tiempo mientras
comprobaba su eficacia, pero incluso entonces, no había eliminado del todo su maldición.
Aun así, quizá podríamos hacer lo mismo con Nanahoshi y trabajar gradualmente en su
estado mientras añadimos mejoras al dispositivo. Sin embargo, eso requeriría que
controláramos su constitución para ver si se producían cambios con el tiempo, y
probablemente Nanahoshi no disponía de tanto tiempo. Había vomitado sangre durante este
brote. Yuruzu había curado los síntomas superficiales, pero sin duda reaparecerían pronto.
Puede que no sobreviva al siguiente brote. Además, con su cuerpo congelado en el tiempo, no
teníamos oportunidad de experimentar.
Así que no podíamos usar un instrumento mágico. Tal vez podríamos hacer uno
eventualmente, pero ahora mismo, necesitábamos algo con efectos inmediatos. Tal vez
alguien sabía de un tratamiento de este tipo, como el Dios Hombre o Orsted. Ellos eran los
candidatos más probables en mi mente. El problema es que no tenía forma de contactar con
el Dios Hombre. Con un poco de suerte, podría visitarme en mis sueños esta noche e impartir
su consejo, pero nuestra comunicación era totalmente por su cuenta; no tenía forma de llegar
a él. Además, no teníamos tiempo para esperar a que apareciera.
"Señor Perugius, ¿hay alguna forma de contactar con el Dios Dragón Orsted?" Pregunté.
"No. No conozco su ubicación actual".
Así que incluso Orsted estaba fuera de nuestro alcance.
"En cualquier caso, dudo que él conozca una solución tampoco. Sólo apareció en este
mundo hace unos 100 años. Por muy sabio que sea, no tendría forma de conocer una
enfermedad de hace 7.000 años".
Orsted tenía unos 100 años entonces, ¿eh? Me imaginé que había estado por ahí más
tiempo que eso. Comparado con Perugius, era bastante joven. Incluso si todavía era mucho
mayor que yo.
"Está bien, pero entonces quién en el mundo sabría de una enfermedad de 7.000 años..."
Mi voz se interrumpió.
Espera. Existe una persona así. Acabo de recordar.
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Sí, efectivamente. Había alguien que había vivido tanto tiempo. No me dio la impresión de
que supiera mucho sobre enfermedades y similares, pero no estaba de más preguntar.
"En realidad", dije, "hay alguien que me viene a la mente".
"¿Oh?"
Dicho esto, no tenía ni idea de cómo encontrarlos. La última vez que nos vimos fue
totalmente por casualidad, y nos separamos poco después de encontrarnos. Tenía poca
conexión con ellos, además de no tener forma de contactar con ellos.
Sin embargo, tenía que hacer algo. Si esperaba aquí, nada cambiaría. "¿Sería posible que
me enviaras al Continente Demoníaco?"
"¿El continente Demoníaco? ¿Y qué piensas hacer allí?" preguntó Perugius.
Sólo había visto a esta persona una vez en el pasado. Al parecer, Roxy también se había
topado con ellos, pero nadie sabía dónde estaban ahora. No obstante, conocía su nombre -su
nombre, más bien- desde hacía mucho tiempo, ya que había estudiado sobre sus hazañas
cuando vivía en la región de Fittoa. Nuestro encuentro fue uno que nunca olvidaría.
"Me gustaría localizar a la Gran Emperadora del Mundo Demoníaco, Kishirika Kishirisu".
Kishirika era el nombre de la mujer responsable de la primera Gran Guerra Humano-

Demonio que ocurrió hace 7.000 años.
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Capítulo V – Regreso Al Continente Demoníaco
NUESTRO PLAN era simple. Primero, Perugius nos llevaría al Continente Demoníaco.
Luego comenzaríamos nuestra búsqueda de Kishirika y le preguntaríamos si sabía cómo curar
el Síndrome de Dryne o, en su defecto, si conocía a alguien que lo hiciera.
Realmente, era sencillo.
O al menos lo sería si estuviera refugiada en algún castillo como el de Perugius.

Lamentablemente, Kishirika tendía a vagar por el continente, así que dependía de la suerte si
podíamos encontrarla. No tenía ni idea de cuánto tiempo llevaría eso.
La situación no era del todo mala, al menos. Perugius dijo que haría un círculo de
teletransportación que nos llevaría a uno de los centros del Continente Demoníaco. En pocas
palabras, podríamos teletransportarnos instantáneamente a la mayoría de las ciudades del
Continente Demoníaco desde este castillo. El tiempo de viaje era lo que más me preocupaba,
así que, al menos, esa preocupación quedaba descartada. Con un poco de suerte, podríamos
encontrar a Kishirika en una semana.
Sin embargo, los círculos de teletransporte eran un poco aterradores. Su poder nos permitía
viajar instantáneamente desde este castillo en el cielo a cualquier ciudad del mundo. Eso
significaba que, como herramienta de guerra, podían permitir a los ejércitos eludir cualquier
terreno o defensa. No es que nadie intentara invadir esta fortaleza. Aun así, podía entender
por qué se consideraba magia prohibida y por qué Orsted y Perugius sólo la usaban en secreto.
No, estoy seguro de que no son los únicos que la usan. Sin duda había otros hechizos y
herramientas que la gente utilizaba en secreto a pesar de estar prohibidos. Así era el mundo.
No tenía ningún reparo en engañar y utilizar esa magia para acelerar la búsqueda de
Kishirika. Utilizaríamos la estrategia de Roxy cuando vino al Continente Demoníaco a
buscarme: visitaríamos cada ciudad individualmente y las registraríamos a fondo antes de
seguir adelante. No estaba segura de cuánto tiempo nos llevaría, pero supuse que
acabaríamos en un año. Al fin y al cabo, el viaje sólo nos llevaría un día.
El único problema al que nos enfrentábamos era la posibilidad de pasar de largo cuando
nos dirigiéramos a la siguiente ciudad y Kishirika entrara en la que acabábamos de abandonar.
Para contrarrestarlo, tomaría una página del libro de Roxy y pediría ayuda en cada gremio de
aventureros por el que pasáramos para reducir las posibilidades de que eso ocurriera. Sería
una búsqueda del tesoro de Kishirika, por así decirlo. Pagaríamos una buena recompensa a
quien lograra encontrar y capturar a la Gran Emperadora Demoníaca. Con la condición de que
la dejaran ilesa, por supuesto.
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◇◇◇
Reuní a los demás -Ariel, Luke, Cliff, Elinalise, Zanoba y Sylphie- y les expliqué mi plan.
Sylphie había recuperado la conciencia mientras yo hablaba con Perugius. Sin embargo,
era evidente que los tratamientos le habían pasado factura. Al principio estaba bastante
delgada, pero ahora parecía casi esquelética. Calculé que necesitaba al menos cinco días para
recuperar sus fuerzas.
"Para salvar a Nanahoshi, me gustaría que todos ustedes ayudaran", dije.
Ariel asintió inmediatamente. "Si eso es lo que deseas, te prestaré con gusto mis
implementos mágicos". Ofreció uno de los anillos que llevaba. Era uno de un par, y verter maná
en uno hacía que la joya del otro anillo se iluminara. Era un tesoro secreto del Reino Asura,
utilizado para alertar a la persona del otro lado del peligro. No estaba seguro de para qué lo
usaría, pero seguramente sería útil en algún momento. Casi como un localizador.
"Zanoba, señorita Elinalise, me gustaría que vinieran conmigo".
Quería a los dos como guardaespaldas. Después de todo, Zanoba era un Niño Bendito. Si
nos enfrentáramos de nuevo a una hidra, seguramente podría encargarse de ella. No podía
crear un Aura de Batalla, así que mis defensas físicas eran bastante débiles. Sólo gracias a la
Magia Perturbadora y a la Piedra de Absorción de Maná tenía una alta defensa mágica. Con
Zanoba en nuestra vanguardia, tendríamos una oportunidad si nos enfrentábamos a otra hidra.
Por supuesto, me sentiría desolado si mi exceso de confianza provocara su muerte, por lo que
añadí a Elinalise como apoyo.
"¿Y yo qué?", preguntó Cliff.
"Me gustaría que crearas un implemento mágico".
Francamente, no había ninguna garantía de que Kishirika supiera algo sobre esta
enfermedad o de que encontráramos una cura. Era posible que sólo estuviéramos perdiendo
el tiempo. Por lo tanto, pensé que debíamos enfocar la situación desde múltiples ángulos. La
enfermedad de Nanahoshi era similar a una maldición. Si Cliff trabajaba a partir de su
investigación existente, podría ser capaz de fabricar un objeto capaz de alargar su vida.
"No", dijo. "¡Voy a ir contigo!"
Cliff se opuso bastante a mi idea.
"¡Por favor, llévame contigo! Yo también quiero hacer algo por Nanahoshi".
Su investigación constituiría hacer algo por ella, pero quería ser más proactivo. Era
comprensible. Hacer la misma investigación de siempre no le daría la misma sensación de
logro.
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Cliff continuó: "Te lo imploro, Rudeus. Entiendo la sensación de querer volver a casa".
Ahora que lo pensaba, Cliff llevaba bastante tiempo fuera de su casa. Era bastante bajito
para su edad, así que sólo aparentaba unos quince años, pero en realidad ya tenía diecinueve.
Creo que dijo que había dejado el Santo País de Millis hacía unos seis o siete años.
El deseo de Cliff de volver a casa no era exactamente el mismo que el de Nanahoshi, dado
que ella era de un mundo completamente diferente, pero podía empatizar con ella en algún
nivel al menos.
"De acuerdo", dije finalmente.
"¿¡En serio!?"
Ya estaba llevando a Elinalise conmigo, y con Nanahoshi congelada en el tiempo, había un

límite a la cantidad de investigación que Cliff podía hacer aquí de todos modos. No tenía que
obligarle a quedarse a trabajar mientras nosotros salíamos a buscar. Podía reanudar su
investigación si nos encontrábamos con las manos vacías o no encontrábamos a Kishirika del
todo, le apoyaríamos en lo que pudiéramos. "Sí, maestro Cliff, me encantaría que me
acompañara".
En ese caso necesitábamos acortar el tiempo de búsqueda para que el cambio a la

investigación de una cura fuera lo más suave posible, suponiendo que nuestra actual ruta de
investigación fallara. Entre seis meses y un año debería ser suficiente.
"Y... ¿qué pasa conmigo? ¿Qué... debo hacer?" preguntó por fin Sylphie, con el rostro
pálido. Todavía no había recuperado sus fuerzas, así que no había manera de que pudiera
venir con nosotros. Además...
"Sylphie, quiero que descanses por el momento".
"Claro, pero después de eso, ¿qué?"
"Cuando termines de recuperarte..." Dudé. Finalmente, dije: "Me gustaría que volvieras a
casa y cuidaras de Lucie".
"¿Qué?" Su rostro se nubló.
Le expliqué rápidamente: "Es posible que no pueda volver a casa en un futuro próximo. No
creo que sea bueno para un niño estar lejos de sus dos padres durante tanto tiempo".
No estaba diciendo que un niño necesitara absolutamente a sus padres para un desarrollo
infantil adecuado, pero Paul y Zenith eran la razón por la que crecí como lo hice. Era mejor
para un niño si tenía padres que lo cuidaran. Estaba bien que su madre y su padre se
marcharan durante una o dos semanas, pero no dejar a un niño sin padres durante meses.
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"Um, de acuerdo", concedió Sylphie. "Supongo que tienes razón. Si no estás cerca, me toca
a mí cuidarla".
"Lo siento."
"No, está bien".
Ya le había dicho que el estado de Nanahoshi no era culpa suya, pero estaba claro que
Sylphie seguía queriendo ayudar. "Sylphie, ya has hecho más que suficiente. Yo me encargaré
del resto. Confía en mí".
"Lo sé..." Ella asintió, aunque todavía parecía decepcionada.
No es que no quisiera a Lucie, pero Sylphie llevaba valiéndose por sí misma desde los diez
años, gracias al incidente del desplazamiento. Sus padres habían muerto antes de tener la
oportunidad de reunirse. Sylphie había sobrevivido en gran medida gracias a la suerte y a la
gente que conoció en el camino, pero seguía trabajando duro en su empleo y también se
esforzaba mucho en nuestro matrimonio. Tal vez pensó que un niño estaría bien sin sus
padres. O tal vez era una creencia más extendida en este mundo que un niño no siempre
necesita una madre y un padre que lo cuiden.
En cualquier caso, Sylphie sólo tenía 18 años. La forma de pensar de la gente no cambiaba
de repente en el momento en que tenía hijos. Por el contrario, maduraban a lo largo de los
años mientras criaban a sus hijos. La idea de tener hijos nunca se me ocurrió cuando tenía
dieciocho años en mi vida anterior. En ese sentido, Sylphie lo estaba haciendo
fantásticamente.
"Creo que Roxy tendrá algunas palabras para ti si vas al Continente Demoníaco", advirtió
Sylphie. "No hay nadie entre nosotros que conozca mejor ese lugar que ella".
"En eso tienes razón. Si me encuentro con algún problema mientras estoy allí, me aseguraré
de consultar a Roxy cuando vuelva".
Roxy no estaba aquí. Me encantaría tener su consejo, pero Perugius no tenía intención de
dejar subir a un demonio a bordo. Me rechazó cuando intenté preguntarle directamente.
Al mismo tiempo, Roxy tenía que pensar en su carrera como profesora. Después de haber
pasado por todos esos problemas para ganarse su puesto, sería una pena que la despidieran
después de un año. Quería salvar a Nanahoshi, pero no a costa de todo lo que habíamos
construido como familia. Nuestras vidas también eran importantes. Por eso necesitaba que
Sylphie y Roxy cuidaran de todos los demás y mantuvieran las cosas en orden.
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Vale, parte de eso era probablemente mi ego hablando. Mis palabras no eran exactamente
sabiduría para las edades, pero, de todos modos, no quería que Roxy y Sylphie caminaran
hacia el peligro. No quería volver a ver morir a alguien que amaba. No después de Paul. Ningún
lugar de este mundo era totalmente seguro, pero el Continente Demoníaco era mucho más
peligroso que la Ciudad Mágica de Sharia.
"Por favor, no pierdas un brazo ni nada esta vez, ¿de acuerdo?" Las cejas de Sylphie se
fruncieron con preocupación.
"Tendré cuidado".
Precisamente por eso llevaba a Zanoba y a Elinalise conmigo. Aunque si alguna de ellas
estuviera en peligro de muerte, sacrificaría de buena gana mi brazo derecho para salvarlas.
Aunque preferiblemente no mi propia vida, no si pudiera evitarlo.
Bueno, da igual. Las cosas irían mucho mejor esta vez, estaba seguro.
◇◇◇
Volví a casa para explicar la situación a Roxy y al resto de mi familia. Cuando les dije que
no volvería a casa durante un tiempo, Aisha en particular parecía ansiosa. Afortunadamente,
ir y venir sería mucho más fácil esta vez. Pensaba volver a verlos cada pocos días. Era más
un viaje de negocios que una ausencia prolongada. Sólo les dije que quizá no volvería durante
un tiempo por si ocurría algún imprevisto. Existía la posibilidad de que nuestro círculo de
teletransporte se desactivara, y entonces tardaríamos mucho tiempo en volver a casa.
"Muy bien, te dejo las cosas aquí".
"De acuerdo. Ten cuidado, Rudy", dijo Roxy.
Me imaginé que ella insistiría en venir, pero aceptó quedarse después de escuchar todos
los detalles. Fue un poco anticlimático, en realidad.
De todos modos, viajaría de un lado a otro de la fortaleza flotante, pero era importante
prepararse para lo inesperado; nunca se sabe lo que puede pasar. Perugius nos dijo que,
aunque no pudiéramos utilizar el círculo de teletransporte para volver a la fortaleza, podíamos
usar cierto implemento mágico frente a uno de los monumentos a los Siete Grandes Poderes
y él enviaría a alguien a buscarnos. No es que no confiara en él, pero nunca se sabía lo que
podía pasar. Tal vez Laplace reviviera al segundo después de que nos fuéramos. Si eso
ocurría, Perugius estaría demasiado preocupado por nosotros.
Con esas posibilidades en mente, me aseguré una gran suma de dinero y objetos con los
que podríamos hacer un trueque, así como un mapa de las ruinas de teletransporte. Podríamos
volver aquí desde el Continente Demoníaco en seis meses, siempre y cuando tuviéramos
todas estas precauciones. También metí en mi equipaje una serie de objetos útiles, incluidos
algunos pergaminos del Espíritu de la Lámpara. Mis preparativos estaban en orden.
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◇◇◇
El círculo de teletransporte de la fortaleza de Perugius estaba situado bajo el nivel del suelo.
"Por aquí", dijo Sylvaril mientras nos guiaba a una habitación en el tercer piso del sótano.
La puerta estaba cerrada cuando llegamos a explorarla. El interior no estaba iluminado, pero
el pálido resplandor del círculo impedía que la oscuridad nos tragara.
"Lord Perugius ha dibujado recientemente este círculo. Está vinculado a un círculo en el

Continente Demoníaco que hace tiempo que no se utiliza".
"¿Qué quieres decir con "hace tiempo que no se usa"?"
"Hay muchos círculos de teletransporte en el mundo cuyos círculos de conexión han sido,
por la razón que sea, destruidos, dejándolos inactivos".
Los círculos de teletransporte sólo funcionaban mientras ambos lados estuvieran

conectados. Uniendo su círculo a uno que se había desacoplado, podía restaurar su
funcionalidad. El círculo en cuestión era probablemente uno de los muchos que habían corrido
esa suerte.
"¿Y Lord Perugius conoce todos los círculos de teletransporte que hay?"
"Es poderoso y grande", respondió Sylvaril con orgullo.
Sinceramente, sería útil establecer un montón de nuevos círculos de teletransporte que se

conectaran a los antiguos. Por supuesto, esa magia estaba prohibida en primer lugar, y estaba
seguro de que él no me la enseñaría. Además, juguetear con esas cosas por motivos egoístas
sólo me reportaría más enemigos, y eso es un pensamiento aterrador. No hay necesidad de
ser codicioso.
Además, no podía olvidar que cualquiera podía usar esos círculos, no sólo yo. Siempre era
posible que un monstruo temible se tropezara con uno de esos círculos. Si creaba un montón
sin tener en cuenta las consecuencias, podría llevar a la destrucción de todo un pueblo. No
podría dormir por la noche si eso ocurriera.
"Lord Perugius dijo que este círculo te llevará a un lugar que está cerca de la Gran
Emperatriz Demoníaca", dijo Sylvaril.
"Espera, ¿entonces él sabe dónde está?"
"Por supuesto".
Oh, de acuerdo. Eso es una sorpresa. Me imaginé que nos enviaría a una gran ciudad y
tendríamos que hacer todo por nuestra cuenta.
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"Dicho esto, existe la posibilidad de que sus cálculos estén equivocados".
"Sí, eso no es sorprendente", murmuré. La Emperadora Demoníaca que yo conocía era

bastante imprevisible, después de todo. Justo cuando pensabas que la encontrarías en un
lugar, se paseaba por otro. Su prometido era igual en ese sentido.
Oh, es cierto. Me olvidé de Badigadi.
Hace tiempo que no lo veo. Tal vez ya regresó a su propio territorio. Parecía que también
había vivido mucho tiempo, así que preguntarle por el síndrome tampoco sería mala idea.
"De acuerdo", dije. "Lo comprobaremos de todos modos".
"No hemos comprobado su destino. Existe la posibilidad de que el círculo del otro extremo
se encuentre en un lugar sin salida. Por favor, sean precavidos".
"¿Quiere decir que cree que está cerrado?"
"Posiblemente. Para ocultar su ubicación, alguien puede haber sellado la entrada".
Bueno, ella tenía un buen punto allí. Si no hubiera entrada al lugar, nadie lo descubriría.
Había gente que buscaba puertas ocultas, pero pocos que iban por ahí blandiendo un pico en
las paredes. Los únicos que excavaban con tanta insistencia cuando encontraban unas ruinas
antiguas eran los egiptólogos.
Quién sabe, tal vez aquí haya saqueadores de tumbas y arqueólogos que vayan a hurtar
ruinas de teletransporte y yo no me entere.
Me encogí de hombros. "Bueno, sí parece que no podemos pasar en absoluto, volveremos

aquí".
"Les deseo buena suerte".
Sylvaril permaneció en la sala mientras nuestro grupo saltaba al círculo mágico y se

teletransportaba.
◇◇◇
¿Cuántas veces me había teletransportado así ahora? Una vez durante el Incidente del
Desplazamiento, dos veces yendo y viniendo de Begaritt, y una vez usando implementos
mágicos para visitar el castillo de Perugius. Esta excursión era la número cinco. Por fin me
estaba acostumbrando a la sensación, que era como despertar de un sueño.
"Uf".
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El lugar al que nos teletransportamos era una habitación oscura. El hedor a moho y polvo
flotaba en el aire. Sea lo que sea este lugar, hacía tiempo que estaba abandonado. No había
luz ni velas que pudiéramos usar. Realmente era como una vieja ruina.
Ahora que lo pienso, me olvidé de preguntar a dónde nos iba a llevar exactamente el círculo.
"¡Achoo!" Cliff estornudó detrás de mí.
Miré hacia atrás mientras los otros tres salían del círculo. Elinalise no se inmutaba en
absoluto. Zanoba también caminaba con confianza. Cliff era el único que parecía intrigado por
el proceso de teletransportación.
"El aire aquí está muy viciado. Salgamos de este lugar rápidamente". Zanoba inició la
búsqueda de una salida.
"Hm." Escudriñé las paredes. No había puertas, escaleras ni agujeros en el techo por los
que pudiéramos salir arrastrándonos. Para mi disgusto, al estudiar el suelo tampoco encontré
nada. Estábamos en una habitación cerrada.
Así que esto era lo que quería decir con "cerrado". Sylvaril había dado en el clavo.
"Hola. Entonces, ¿cómo crees que saldremos de aquí?" Pregunté.
"Hm."
Nuestro grupo se dividió y comenzó a buscar formas de salir. Miramos hacia arriba, hacia
abajo, a la izquierda, a la derecha, a la izquierda, a la derecha, de B a... Básicamente,
buscamos por todas partes y algo más.
"Aquí es", anunció Elinalise después de minutos de búsqueda. Había encontrado una pared
adyacente a otra habitación. Había golpeado en ella y había escuchado el eco, lo que
significaba que conducía a alguna parte. Las paredes eran tan gruesas que no podía oír nada.
Supongo que no es de extrañar que los elfos tengan un oído superior.
"¡Bien! ¡Es hora de golpear, Zanoba!"
"¡Hmph!" Golpeó con su puño la pared. A pesar de tener unos 50 centímetros de grosor,
cedió, dejando una pequeña abertura. Zanoba siguió ensanchándola, atravesando la pared
con el puño con la misma facilidad que un niño derriba un castillo de arena. Una vez que fue
lo suficientemente amplia como para que alguien se deslizara a través de ella, Elinalise la
atravesó. "Yo iré delante".
Esta nueva abertura conducía a otro espacio abierto, también muy oscuro. Era de esperar,
ya que la estructura era totalmente de piedra, pero poco más sabíamos del lugar. No teníamos
ni idea de si estábamos por encima o por debajo de la tierra.
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"Rudeus, dame algo de luz", dijo Elinalise.
Seguí su orden y utilicé uno de los pergaminos del Espíritu de la Luz. Iluminó nuestros
alrededores, revelando una habitación cuadrada de unos diez metros de ancho.
"Ugh..." Cliff gimió mientras miraba a su alrededor. Las sombras danzaban sobre un número
de huesos blancos blanqueados en el suelo. Al estar en el Continente Demoníaco, quizás no
era de extrañar que los esqueletos variaran en forma y tamaño, haciéndolos parecer casi
artificiales.
"Parece que este lugar fue una vez una prisión", dijo Elinalise tras examinar los restos.
Efectivamente, en las manos de los esqueletos había esposas de metal oxidado.
La expresión de Cliff se tornó apenada mientras juntaba las manos. "Khh... Que Lord Millis
les conceda la salvación en la muerte".
Seguí su ejemplo, juntando mis propias manos. Salve a Amitābhā Buda, salve a Amitābhā
Buda. Descansa en paz. Me temo que le molestaremos por el momento, pero nos iremos tan
pronto como podamos.
"Muy bien, vámonos."
Este lugar estaba cubierto de huesos. ¿Cuánta gente habían encerrado aquí? Apuesto a
que ninguno de ellos se dio cuenta de que justo al otro lado de esa pared, había un círculo de
teletransportación. Espera, pero Perugius mencionó que el círculo ya no estaba conectado a
nada. Tal vez estas personas fueron teletransportadas aquí y selladas con magia. Si ese fuera
el caso, quien lo hizo fue terriblemente cruel.
"Encontré unas escaleras", dijo Elinalise. "Podemos subir desde allí".
Los escalones estaban en la esquina de la habitación. Por su aspecto, estos prisioneros ni

siquiera estaban en celdas. O eso pensaba, hasta que me acerqué a las escaleras y vi unas
viejas bisagras oxidadas en el suelo. Tal vez hubiera habido alguna vez barrotes de madera
para sujetar a esta gente, pero se habían podrido con el paso de los milenios.
Al final de la escalera había una escotilla de metal que se abría hacia arriba. Elinalise
comprobó cuidadosamente si había trampas y trató de abrirla, pero no tuvo suerte. Había algo
pesado encima, que la bloqueaba.
"Muy bien, Zanoba Robo, ¡es hora de que la abras!" Declaré.
"Maestro, ¿qué es esta cosa 'Robo' de la que habla?"
"Oh, eh, en una de las regiones en las que he estado, así es como llaman a los hombres
con cuerpos de acero que poseen una fuerza monstruosa".
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"Hahaha, así que eso es lo que significa. ¡Hmph!"
Zanoba presionó sus manos contra la puerta y comenzó a agitarse. Crujió cuando empezó
a abrirse. La arena cayó sobre nosotros. "¡Guh!"
"No te preocupes", dije. "Yo me encargaré de la arena".
"S-sí, está bien, Maestro".
Utilicé mi magia para bloquear la arena que caía mientras Zanoba seguía levantando,
empujando la engorrosa escotilla con todas sus fuerzas. Pronto, unos rayos de luz se colaron
por las rendijas. Al parecer, este era el camino hacia el exterior. Una vez que Zanoba hubo
forzado la tapa lo suficiente como para que alguien pudiera trepar por ella, Elinalise se deslizó
entre nosotros y salió primero.
"Está todo despejado".
Con esta seguridad, trepamos tras ella.
En el exterior, nos encontramos en una pendiente pronunciada. La pronunciada pendiente

estaba cubierta de tierra marrón rojiza, con rocas esparcidas hasta donde alcanzaba la vista.
A lo lejos había un bosque que parecía la espina de un pez, un espectáculo único que sólo se
encuentra en el Continente Demoníaco. También divisé lo que parecía ser una gran tortuga en
el horizonte.
"¡Así que este es el Continente Demoníaco!" Cliff tragó saliva, mirando cautelosamente
hacia abajo.
No había ninguna ciudad cerca, al menos no que yo pudiera ver. Me pregunté cuán cerca
estábamos realmente de Kishirika. ¿Teníamos que buscar la ciudad más cercana? ¿Y en qué
lugar del mundo estábamos? Tal vez lo mejor sería que volviéramos a la fortaleza y
preguntáramos.
No, antes de hacer eso, deberíamos buscar en la zona.

"Maestro Cliff, el continente demoníaco es enorme y peligroso. Peor aún, muchos de los
monstruos aquí se agrupan, así que por favor tenga cuidado".
"Sí, lo sé". La expresión de Cliff era totalmente seria mientras asentía.
Me refería a lo que dije sobre que este lugar es peligroso. Incluso un guerrero experto
perdería la vida si vagara pensando que es tan seguro como el Continente Central o el
Continente de Millis.
"No hay monstruos en nuestros alrededores. Estamos a salvo por el momento", dijo
Elinalise.
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No bajaba la guardia. Quería pensar que yo tampoco lo había hecho, pero la última vez que
estuve aquí, Ruijerd estaba conmigo. Quizás eso había suavizado mi sensación de peligro,
pero al menos ahora podía aprovechar mis experiencias en Begaritt.
"Además, debo advertirte que aquí no hay muchos fieles de Millis. Su forma de pensar es
muy diferente a la tuya, así que intenta no iniciar ninguna pelea innecesaria", dije.
"Ya sé..." Cliff se cortó y se aclaró la garganta antes de continuar. "No, tienes razón. Lo
entiendo".
Quizá sonara demasiado condescendiente, pero Cliff nunca había estado en ningún sitio
con tanta gente demoníaca. Buscar peleas por diferencias de opinión insignificantes sólo
causaría problemas. Esto no era como cuando viajaba con Eris. Quería evitar los conflictos en
la medida de lo posible.
"Cliff no conoce la lengua de los demonios ", dijo Elinalise. "Así que no tendrás que
preocuparte".
Es cierto, y Elinalise tampoco sabía hablarla. Ella y su grupo habían viajado por este
continente durante casi dos años, pero aparentemente dejaban que Roxy hablara la mayor
parte del tiempo. Aunque Elinalise parecía conocer algunos términos sexuales. Si Cliff
escuchara sobre su vida diaria aquí, probablemente se desmayaría. Pero eso era debido a su
maldición.
"¡Maestro!"
Zanoba había coronado la ladera y estaba bramando hacia mí. El concepto de ser cuidadoso
probablemente se le había escapado por completo. No es de extrañar. Podía caer desde un
acantilado y salir ileso.
"¿Ves algo?" Subí tras él.
"Whoa." El borde de la ladera cayó abruptamente hacia un acantilado escarpado. Mis ojos
se abrieron de par en par por la sorpresa de la vista que había más allá.
"Ooh, esto es increíble. Así que este es el aspecto de las ciudades de aquí". La voz de Cliff
estaba llena de asombro.
No se trataba de un acantilado normal, sino de uno enorme. Toda una ciudad se extendía
bajo nosotros, enclavada en el interior de un cráter. En el centro estaban las ruinas de un
castillo de hierro.
"Espera, ¿es aquí donde él cree que está?" Murmuré para mis adentros, con desprecio.
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Conocía esta ciudad. El cráter actuaba como protección natural, impidiendo que los
monstruos la invadieran. Por la noche, las piedras mágicas incrustadas en las paredes
interiores se encendían, iluminando la ciudad.
También conocía el origen del castillo. En su día fue la sede de la Gran Emperadora del
Mundo Demoníaco, Kishirika Kishirisu. El lugar quedó muy dañado en un conflicto durante la
Guerra de Laplace. Ahora era conocido como el Antiguo Castillo de Kishirika.
Esta ciudad, Rikarisu, no me había dejado más que malos recuerdos la última vez que
estuve aquí.
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Capítulo VI – Búsqueda De Kishirika
RIKARISU FUE UNA CIUDAD en la que me aventuré la última vez que estuve en el
Continente Demoníaco, junto con Ruijerd y Eris. Al final nos expulsaron de este lugar,
dejándome un sabor amargo en la boca. Sin embargo, mis experiencias aquí no habían sido
del todo malas. Rikarisu me enseñó a no pensar ni preocuparme demasiado por las cosas.
Bajamos la pendiente y rodeamos el perímetro del cráter, dirigiéndonos a la entrada de la

ciudad. Dos guardias vigilaban como la última vez que vine aquí. En aquel entonces, había
hecho que Ruijerd llevara algo en la cabeza.
"Oye, espera". Cliff se detuvo en seco y me miró. "Hay guardias aquí. ¿Realmente vamos a
estar bien?"
"Estaremos bien. Los pueblos del Continente Demoníaco nunca rechazan a nadie".
"De acuerdo, pero estos tipos parecen bastante intimidantes".
Al menos en eso tenía razón. Estos guardias estaban vestidos con una armadura negra con
cascos que ocultaban completamente sus rostros. La armadura parecía bastante siniestra, con
puntas afiladas en ella. Los soldados de aquí no habían llevado ese equipo durante mi última
visita. Quizá habían cambiado de vestuario desde entonces.
"Alto", dijeron cuando intentamos pasar por delante de ellos.
"Sí, ¿qué pasa?" Respondí en lengua demoníaca.
"Es sobre esa mujer que tienes contigo..." Miraron a Elinalise.
Cliff dio un paso adelante como si quisiera protegerla, pero Elinalise no se inmutó. "¿Qué
están diciendo?"
"¿Y bien?" preguntó uno de los guardias, consultando con su compañero. Sacaron una hoja
de papel y miraron entre ella y Elinalise. Eché un vistazo a hurtadillas; representaba a una
mujer tan encantadoramente bella como un súcubo. Era alta, con pechos voluptuosos y pelo
ondulado. Era en blanco y negro, pero hay que reconocer que Elinalise se parecía un poco.
Sin embargo, el tamaño de sus pechos es totalmente diferente.
"No es ella".
"Sí, no coincide".
Los guardias guardan el papel. "Perdonen que los entretenga. Continúa, entonces".
"¿Pasa algo?" Pregunté.
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"Nada que le concierna".
Su rechazo fue lo suficientemente contundente como para que siguiéramos tranquilamente

nuestro camino.
"Parece que están buscando a alguien", dijo Elinalise.
"Parece que sí".
¿Se había refugiado algún criminal en este pueblo? Seguramente no tenía nada que ver
con nosotros, pero debíamos tener cuidado igualmente, no fuera que nos encontráramos con
un asesino en serie en un callejón mientras buscábamos a Kishirika.
"Bueno", continuó Elinalise, cambiando de tema, "¿qué deberíamos hacer primero?".
"Vamos a conseguir algo de dinero. Primero iremos al Gremio de Aventureros".
"De acuerdo".
Y así lo hicimos.
"Vaya, este lugar es increíble".
El mercado abierto cerca de la entrada era suficiente para dejar a Cliff sin aliento. No estaba
menos concurrido y bullicioso de lo que recordaba. Aquí había aventureros de todas las razas,
muchos de ellos montados en bestias lagarto. Pero, a pesar de estas diferencias, se
desenvolvían de la misma manera que la gente de Sharia. Los mercaderes se peleaban con
los aventureros, la gente del pueblo se arremolinaba mirando las tiendas con gran interés, y
los mendigos suplicaban a los dueños de las tiendas que les dieran caridad, y recibían una
patada por sus problemas. Era un espectáculo que se podía ver en cualquier parte. Cliff
debería estar acostumbrado, pero las diferentes razas de demonios habían captado su
atención.
Había una cosa que llamaba la atención: soldados con armaduras negras estaban
apostados por la ciudad. Cada vez que vislumbraban a Elinalise, sacaban la hoja de papel
para comprobarlo. Debía ser fácil darse cuenta de que no era a ella a quien buscaban, incluso
desde la distancia, porque nunca se acercaban a nosotros.
"Señorito Cliff, parece que su mujer es igual de popular por aquí", bromeé.
"Uh, sí. ¿Va a ser esto un problema?"
"Suponiendo que la señorita Elinalise no haya hecho nada para meterse en problemas la
última vez que estuvo aquí, estoy seguro de que estaremos bien".
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Le lancé una mirada. Elinalise se encogió de hombros. "No he hecho nada malo". Se negó
a mirarme a los ojos. Quizá no había hecho nada malo, pero había hecho algo sucio.
◇◇◇
El Gremio de Aventureros estaba tal y como lo recordaba. El tiempo no había sido muy
amable con él, pero, para empezar, estaba en ruinas. Cuando entramos, llamamos la atención
de todos al instante.
Ah, qué nostalgia. La última vez que estuve aquí, dimos un pequeño espectáculo y todo el
mundo se puso a reventar. La gente se acostumbró a Ruijerd bastante rápido después de eso.
Pero al final todo fue inútil.
Los otros ocupantes perdieron rápidamente el interés en nosotros y se alejaron. Una fiesta
con un elfo y un grupo de humanos era rara, sin duda, pero no era suficiente para mantener la
atención de la gente durante mucho tiempo.
Nos dirigimos a la recepcionista y cambiamos varias monedas de oro de Ranoan por algo
de la moneda del Continente Demoníaco. Recibimos lo que era casi un centenar de monedas
de mineral verde a cambio y las echamos en nuestras bolsas de dinero sin molestarnos en
comprobar la cantidad. En el pasado, contar cada moneda había sido una tarea diaria. Las
cosas habían cambiado.
No, lo único que ha cambiado es que ahora tengo más dinero.
Después de eso, hicimos una petición al gremio para que la gente buscara a Kishirika.
"Parece una chica joven con el pelo morado y ropa de cuero. También tiene una risa maníaca
que no puedes pasar por alto y va por ahí llamándose a sí misma la 'Gran Emperadora del
Mundo Demoníaco'".
Dada la naturaleza de nuestra petición, se trataba de una misión de bajo rango, pero
igualmente le añadí una bonita recompensa. Mientras observaba cómo la recepcionista lo
pegaba en el tablón de anuncios, me llamó la atención otro folleto en una esquina: la búsqueda
y el rescate de supervivientes de la región de Fittoa.
El grupo de búsqueda de Millis se había disuelto, pero la misión seguía en pie. La

información de contacto también era la misma, remitiendo a la gente a Paul del País Sagrado
de Millis. Si alguien se presentaba y hacía el viaje hasta Millis, se sentiría bastante desolado
al no encontrar a nadie allí para recibirlo. Hice que la recepcionista cambiara la información de
contacto y dirigiera a la gente a Alphonse en el campo de refugiados. Supuse que todavía
aceptaba supervivientes. Podría haber escrito mi dirección en su lugar, pero no teníamos
medios ni energía para atender a los extraños que aparecieran.
"Muy bien, hemos terminado aquí".
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"¿Y ahora qué?" Preguntó Cliff.
Yo me pregunté lo mismo. Seguramente, podríamos hacer alguna búsqueda nosotros

mismos. Podríamos quedarnos aquí una semana y reunir información. También podríamos
contratar a algunas personas para que nos ayudaran a rastrear la zona a fondo. Nuestra
petición al gremio era, en definitiva, un seguro en caso de que no pudiéramos encontrarla
nosotros mismos.
"Empecemos por reunir información", dije.
Mientras miraba a mi alrededor, un hombre empezó a acercarse a mí. Tenía la cabeza de

un caballo.
Oh, eres tú. No podría olvidarte, aunque lo intentara.
Este era el hombre que nos había llevado a una trampa. Fue su culpa que nos expulsaran
de Rikarisu. Bueno... de acuerdo, sería una exageración decir eso. También rompimos un
montón de reglas nosotros mismos.
"¡Hey!" Nokopara gritó tan alegremente como recordaba de nuestro primer encuentro. Este
tipo se encargaba de saludar a los novatos a diario, ¿no es así? Entonces me di cuenta de que
se dirigía a Elinalise.
"Ha pasado mucho tiempo, ¿eh? ¿Tú y Roxy ya se separaron?"
Elinalise se quedó mirando extrañada durante un momento hasta que se dio cuenta. Golpeó
su puño. "Ah, tú eres el chico que estaba en un grupo con Roxy hace mucho tiempo".
"¿...Qué?"
¿Fue una vez miembro del grupo de aventura de Roxy? ¿Qué demonios?
Elinalise se giró hacia mí. "Rudeus, por favor interpreta para mí. Este tipo es mi... bueno, en
realidad, es un conocido de Roxy".
Alentada por ella, me acerqué al hombre que había intentado hacernos la vida imposible
ocho años atrás. Así que estuvo en el grupo de Roxy hace mucho tiempo... ¿Significa eso que
intentó hacer lo mismo con ella? Sin embargo, ella nunca dijo nada sobre eso.
"Hola, me llamo Nokopara. ¿Puedes entender lo que estoy diciendo?"
Al parecer, no se acordaba de mí. No es que pudiera culparle; mi aspecto había cambiado

drásticamente en los ocho años transcurridos desde nuestro último encuentro. Nokopara
tampoco había envejecido en absoluto, por lo que pude ver. La verdad es que no tenía ni idea
de cómo medir la edad de un caballo. De hecho, tal vez le costaba distinguir a los humanos
debido a nuestra raza, y por eso no me reconocía.
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"Sí, señor Nokopara, puedo hablar Lengua Demoníaca", dije.
"Rudeus, este tipo sabe mucho sobre esta ciudad", intervino Elinalise. "¿Tal vez puedas
conseguir que nos ayude?"
Sí, sabía bien lo buenas que eran sus habilidades para reunir información, así como lo
persistente que era. Vigilaba muy de cerca a la gente. Su habilidad para recopilar información
también era inestimable. Así fue como casi nos atrapó en su red la última vez. Puede que
incluso nos guarde rencor por cómo se desarrollaron las cosas entonces. En lugar de
desenterrar el pasado y convertirlo en un enemigo, probablemente era mejor ocultar mi
verdadera identidad y utilizarlo.
"Quagmire", dije. "Un placer conocerte".
"¡Sí! Quagmire, ¿eh?" Hizo una pausa. "Espera, ¿te he conocido antes en algún sitio?"
"No, no seas absurdo".
Si Eris estuviera conmigo, dudo que fuera capaz de perdonarle lo ocurrido. Pero el tiempo
era un lujo que no tenía, y no iba a desperdiciarlo desenterrando viejos conflictos. Al fin y al
cabo, Nokopara no había sabido que Ruijerd era un Superd, y fuimos nosotros los que bajamos
la guardia. Era agua pasada. Nokopara incluso se había cagado en público la última vez, así
que habíamos conseguido algo de justicia.
"Estamos buscando a alguien. ¿Quizás puedas ayudarnos?"
Me miró fijamente durante un momento antes de preguntar: "¿Cuánto pagas?".
Eso me puso la piel de gallina. ¿Lo primero que mencionó fue el dinero?
No, espera. Es natural que alguien pregunte por el pago cuando quieres que trabaje para ti.
"Dos monedas de mineral verde. Y si realmente la encuentras, te daremos dos más además
de eso".
"¿¡Cuatro monedas!?", gritó. "¿¡En serio!?"
Ah, tal vez le ofrecí demasiado. Ha pasado mucho tiempo, así que olvidé por completo el
valor del dinero aquí. Ah, bueno.
"Así de apurados estamos de tiempo. Pero te advierto que no nos engañes simplemente
porque sabes que tenemos dinero".
"Hey, vamos ahora, yo nunca estafaría a ningún amigo de Roxy. De hecho, estaré
encantado de aceptar la mitad de lo que has ofrecido". Se río, pasándose la mano por la nariz.
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◇◇◇
Después de dar a Nokopara toda la información que necesitaba para encontrar a Kishirika,
nos dijo que volvería a ponerse en contacto con nosotros en medio día, desapareciendo en el
tumulto de las calles de la ciudad.
"Has hecho un buen trabajo de contención", comentó Elinalise después de que le

despidiéramos.
"¿Aguantando qué?"
"Bueno, se me acaba de ocurrir: es el hombre que te tendió la trampa antes, ¿no?".
Mis ojos se abrieron de par en par. "Me sorprende que lo sepas".
"Oh, ya sabes, un pajarito me lo contó cuando estuve aquí la última vez. Dijeron que
Nokopara casi se mata después de meterse con Dead End. Aunque no creo que Roxy lo sepa".
No podía creer que Elinalise lo supiera. Bueno. Tal vez sería más sorprendente que no lo
supiera. Que un Superd fuera expulsado de la ciudad era una gran noticia.
"Fue más que nada un desafortunado accidente", dije. En parte fue culpa mía por tratar de
tomar el camino más fácil. Es cierto que la gente como Nokopara, que utilizaba a los demás
para su propio fin, me daba escalofríos, pero yo tampoco era un santo. No tenía por qué juzgar
a los demás. Si Nokopara no me reconocía, estaba bien. "No pienso vengarme ni nada por el
estilo. Aunque no seré tan indulgente si intenta traicionarnos de nuevo".
Dicen que, si tocas la cara de Buda tres veces, perderá la paciencia. Lamentablemente para
Nokopara, no soy Buda. Si me engañas una vez, te avergüenzas. Engáñame dos veces, y no
habrá una próxima vez.
"Por cierto, ¿qué era todo eso de que era un antiguo miembro del grupo de Roxy?"
"Oh, eso..."
Escuchar sobre su conexión me dejó en conflicto. No tenía la mejor opinión de Nokopara,

pero saber que había pasado tiempo con Roxy antes de conocerla me hizo sentir un poco de
celos.
Ah, bueno, quién sabe, tal vez era un tipo decente cuando era un niño. Después de todo,
por muy bueno que fuera alguien de niño, no había garantía de que se convirtiera en un buen
adulto.
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◇◇◇
Nos quedaban muchas cosas por hacer mientras esperábamos a Nokopara. Primero
teníamos que encontrar un lugar donde alojarnos. Aquí había un gran número de posadas
destinadas a los aventureros, desde los principiantes hasta los de rango especialmente alto.
Elegimos una de estas últimas para alojarnos. Por un lado, las posadas más lujosas eran más
seguras. Además, el tipo de cambio significaba que incluso los lujos más caros eran como
centavos para mí.
"Esto sí que me trae recuerdos".
Mientras buscábamos un lugar para alojarnos, pasamos por la posada Garra de Lobo,
donde me había alojado la última vez. Tres aventureros jóvenes y probablemente de bajo
rango salieron cuando pasamos, charlando entre ellos. Era un poco tarde para recoger nuevas
misiones del gremio, así que tal vez iban de compras.
Pensé en el otro grupo de novatos que se alojó en la misma posada con nosotros en aquel
entonces. Me pregunté cómo estarían Kurt y los demás ahora. Un error que yo había cometido
había provocado la muerte de uno de ellos, pero esperaba que a los demás les siguiera yendo
bien.
No, han pasado ocho años. Quién sabe si siguen vivos. Sin embargo, si lo estuvieran y me
los encontrara, sería bonito charlar de los viejos tiempos.
Oye, tengo una idea. Tal vez debería ver si puedo conseguir algo de ayuda de P Hunter,
también.
Si la memoria no me falla, sus nombres eran Jalil y Vizquel. Eran matones de poca monta.
Esta vez no les pediría ayuda para localizar a una mascota, pero de nuevo Kishirika era una
especie de animal. Quién sabe, tal vez podrían encontrarla.
"Creo que me gustaría pasar por cierta tienda. Conozco a la gente que dirige el lugar
bastante bien".
"No esperaba menos de usted, maestro. Sin duda está usted bien relacionado".
"Yo no diría eso. Estas son las únicas personas que conozco aquí".
Llevé al grupo a la tienda de mascotas de P Hunter. Tenía una idea general de dónde
estaba, aunque los recuerdos se habían desvanecido un poco. Afortunadamente, había
recorrido estas mismas calles muchas veces cuando era más joven, y todavía había puntos de
referencia que recordaba en el camino. Pero la tienda tenía un aspecto completamente
diferente cuando llegamos a nuestro destino. La tienda de animales era ahora una carnicería
que vendía carne procesada.
Alguien cubierto de lo que parecía piel de rata atendía el local, así que me acerqué a él.
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"¡Bienvenido!"
"Disculpe, pero creo que aquí había una tienda de animales. ¿Sabe qué pasó con ella?"
"Ah, ¿te refieres a Jalil? Se equivocó al intentar entrenar a una bestia hace dos años y
murió".
¿En serio? ¿Murió?
"¿Y Vizquel?"
"¿Ella? Dejó este lugar hace un año. Dijo que no había trabajo aquí para ella cuando Jalil
se fue".
Así que ella tampoco está aquí.
No podía creer que Jalil hubiera muerto realmente. Sabía que el Continente Demoníaco era
un lugar duro, pero en realidad estaba un poco triste al escuchar que se había ido. Aunque al
final también traicionó a Ruijerd, habíamos trabajado juntos y nos llevábamos bien durante un
tiempo.
"Vizquel me pasó esta tienda cuando se fue", explicó el carnicero. "¿Eres amigo suyo?"
"Sí, se podría decir que sí".
"De acuerdo, en ese caso, les haré un descuento".
Pregunté por Kishirika y le compré carne de Gran Tortuga como agradecimiento. Como era
de esperar, su sabor era absolutamente terrible.
◇◇◇
Pasamos el resto del día tratando de reunir información, lo cual fue un proceso muy lento.
Yo era el único del grupo que hablaba la lengua de los demonios, así que tuve que hacer todas
las preguntas. Tal vez debería haber presionado el asunto e insistir en que Roxy viniera con
nosotros.
No. En realidad, un interlocutor adicional no habría acelerado mucho las cosas. Lo único
que podía hacer ahora era contar con Nokopara. Al menos era un experto en este campo. Casi
había perdido la esperanza de encontrar alguna pista por mí mismo.
Y entonces...
"Parece una niña con el cabello púrpura y ropa de cuero. También tiene una risa maníaca
que no se puede perder y va por ahí llamándose a sí misma la Gran Emperatriz del Mundo
Demoníaco. ¿Has visto a alguien así?"
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"Ah, esa chica. Sí, la he visto. Aunque no recientemente. Creo que fue hace un año".
Me había acostumbrado tanto a las respuestas negativas que esta respuesta fue
inesperada. Muy inesperada, de hecho. Tal vez nuestra primera aventura en el Continente
Demoníaco sería un éxito después de todo.
"¡Hemos dado en el blanco!" declaró Cliff emocionado, como si ya la hubiéramos

encontrado.
Elinalise negó con la cabeza. "Sí, pero dijeron que no la habían visto recientemente".
Lamentablemente, tenía razón. Mencionaron haberla visto, pero eso fue hace un año. Y
para colmo, nadie la había visto en los últimos seis meses. Quizás ya no estaba en esta ciudad.
Tal vez deberíamos haber preguntado hacia dónde se dirigía. Rikarisu se encontraba en el
extremo noreste del Continente Demoníaco. Si iba a otro pueblo, tendría que ir al sur o al oeste.
Había montañas al suroeste, así que no creí que fuera a ir allí.
Sí, pero estamos hablando de Kishirika. No es que la conociera bien, pero no parecía de las
que usan las carreteras normales. Si estaba en lo cierto sobre eso, no se sabía en qué
dirección se dirigía.
"Por ahora, esperemos a escuchar el informe de Nokopara".
"Sin embargo, dudo que tenga algo importante en medio día".
◇◇◇
En cualquier caso, nos dirigimos de nuevo al Gremio de Aventureros. Planeamos coger una
mesa y comer algo, pero Nokopara se acercó antes de que pudiéramos llenar nuestros
estómagos.
"Hola. Perdón por la espera". Tenía la misma expresión optimista en su rostro. "Como era
de esperar, no he podido encontrar a la señorita, pero he conseguido algo de información".
"Oigámosla".
En su mayor parte, lo que nos dijo coincidía con lo que habíamos averiguado. Después de
todo, no había mucho que pudiera averiguar en medio día. Pero se las arregló para armar un
expediente con los lugares donde se la veía más a menudo y la última vez que se la vio. Eso
era bastante impresionante para el poco tiempo que tenía. Probablemente reunía información
con regularidad, o tal vez simplemente tenía muy buenos contactos. En cualquier caso, eso
significaba que sólo tenía que averiguar un poco más de información husmeando antes de
poder vender sus conocimientos. Geese parecía ser bastante talentoso en ese tipo de cosas,
también.
"Además, sobre tu emperatriz demonio... parece que algún rey demonio la está buscando
también".
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"¿Rey demonio?" Levanté una ceja.
"Sí, hace aproximadamente un año, el rey demonio de una región vecina vino hasta aquí
por alguna razón".
Dicho rey demonio era el actual residente del Castillo de la Vieja Kishirika en el centro de
Rikarisu. Aquellos guardias con armadura negra esparcidos por la ciudad eran supuestamente
los soldados privados, caballeros o guardaespaldas de élite -como quieras llamarlos- de este
rey demonio.
"¿Por casualidad su nombre es Badigadi?" pregunté.
"No, no es Lord Badi. Es su hermana mayor, Lady Atofe, una terrorífica rey demonio".
¿Eh, así que Badi tiene una hermana? Me pregunté si ella también tenía seis brazos, estaba
súper desgarrada y parecía una amazona negra. "¿Aterradora, dices?"
Asintió con la cabeza. "Sí. Sobrevivió a la Guerra de Laplace gracias a que era un rey
demonio agresivo que resolvía todos los problemas mediante el uso de la fuerza. Si haces algo
que no le gusta, te quita inmediatamente la cabeza de los hombros".
Era difícil imaginar eso, teniendo en cuenta lo bondadoso que era Badigadi. Pero si lo que
afirmaba era cierto, probablemente era mejor no acercarse a ella. Aunque si estaba
emparentada con Badigadi, también podría ser inmortal. En otras palabras, tal vez había
estado viva hace 7.000 años y podría conocer una cura para el Síndrome de Dryne. Buscar
una audiencia para preguntarle al respecto no sería una mala idea, aunque no tenía ni idea de
si aceptaría reunirse con nosotros o no.
"Ya que estamos en ese tema, ¿no ha vuelto Badigadi?" pregunté.
"No lo ha hecho... Pero bueno, sigue siendo un rey demonio. Deberías usar un título
apropiado cuando te refieres a él".
"Oh, mis disculpas".
Así que Badigadi aún no había regresado. ¿A dónde se fue? Por otra parte, tampoco estaba
por aquí hace ocho años. Tal vez galantear de un lado a otro era una especie de pasatiempo
para él.
Después de hablar con Nokopara, puse al resto al corriente de lo que había aprendido.
Zanoba se llevó una mano a la barbilla y dijo: "Aun así, aunque Lady Atofe esté buscando a
Kirishika, la foto que tenían no se parecía en nada a tu descripción".
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Tenía razón. La Kishirika que yo recordaba no se parecía en nada a la mujer que buscaban.
La que yo conocía se parecía a una niña pequeña. De hecho, nunca se me había ocurrido que
la foto que tenían esos guardias fuera Kishirika. Sin embargo, había cierto parecido. Tal vez
ese era el aspecto de Kishirika de adulta. ¿Quizás había madurado en los años transcurridos
desde que la vi?
No, eso no puede ser. La gente de la ciudad también la describía como una niña pequeña.
En ese caso, quizá este rey demonio no tenía ni idea de que Kishirika parecía una niña ahora
mismo. Valdría la pena preguntarle a Nokopara sobre eso.
"Oye, ese boceto que tenían los guardias no se parecía en nada a Kishirika. ¿Qué sabes de
eso?"
"Los reyes de los demonios son bastante frívolos cuando se trata de detalles. Lady Atofe
probablemente no se molestó en tener en cuenta la edad actual de la emperatriz demoníaca".
"Ah, de acuerdo". Badigadi también era bastante displicente en ese aspecto. No sería
sorprendente que Atofe fuera igual. "Supongo que deberíamos ir a visitar a Lady Atofe y tener
una charla".
Me levanté y Nokopara se asustó. "Espera un momento. Te digo que Lady Atofe es un mal
asunto. Es mejor que te alejes de ella".
"No, me temo que es necesario. Mientras no la ofendamos, seguramente no tendremos

problemas".
No los tendríamos, ¿verdad? Ciertamente espero que no. En caso de necesidad, podría
disparar magia desde la seguridad de mi escudo Zanoba. Lo único que tenía que hacer era
darle un buen golpe como a Badigadi y luego salir corriendo. Una vez que nos alejáramos,
podríamos cazar a Badigadi y hacer que mediara mientras le pedíamos perdón.
Sí, ¡suena como un plan!
"Si pretendes buscar una audiencia, creo que mi título debería ser útil". Zanoba se levantó
y se río.
No compartía su confianza. Tal vez era de la realeza y estaba acostumbrado a usar su

posición de esa manera, pero Ariel parecía una apuesta más segura si íbamos a tomar ese
camino.
Espera, después de ver cómo fueron las cosas con Perugius, tal vez Zanoba sea el más
simpático de los dos. Ariel estaba desesperada por hacer conexiones. Sus motivos ulteriores,
bastante transparentes, podrían agriar el humor del rey demonio.
"¿Es Lady Atofe conocedora de las bellas artes?" Le pregunté a Nokopara.
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"¿Eh? ¿Bellas artes? No tengo ni idea. Quiero decir, es un rey demonio, y la mayoría de
esos tipos tienen algún tipo de afición como esa. En cuanto a Lady Atofe... no estoy muy seguro
de si las bellas artes son de su agrado o no".
¿Y Badigadi? ¿Cuál era su afición? Me dio la impresión de que no tenía ninguno. A menos
que cuentes el alcohol. Le gustaba beber lo más caro. Nokopara mencionó que Atofe era
aterrador, pero Badigadi también podía ser intimidante. Si ella no era peor que él, estaría bien.
"Muy bien. Bueno, por el momento, nos dirigiremos a ver".
Con eso, Elinalise y Cliff se levantaron y se unieron a nosotros.
Todo el lamentable asunto nos llevó cerca de una hora, y nos dejó parados a cierta distancia
del castillo. En el más breve resumen, fue un desastre. Zanoba mostró a los guardias el escudo
de la familia real Shirone, y yo interpreté por él, solicitando una audiencia. Lamentablemente...
"Nunca he oído hablar de ese país. Además, Lady Atofe está ocupada. No tiene tiempo para
perder en reuniones".
En otras palabras, nos rechazaron en la puerta. No es que pueda culparlos. Shirone era un
país bastante pequeño. Era como si alguien de un pequeño país africano se anunciara ante
un japonés. Además, no teníamos cita. Era natural que nos despidieran.
"Lo siento mucho, maestro. Parece que mi país carece de la autoridad necesaria". Zanoba
no se molestó a pesar de lo grosero de su rechazo. En cambio, se disculpó conmigo.
"No, no pensé lo suficiente en la idea. Fue culpa mía".
"Bueno, también dudaba de que hubieran oído hablar de mi país". Frunció el ceño. Zanoba
no era del tipo patriótico, pero seguramente le parecía insultante que se menospreciara así a
su patria.
Cliff suspiró. "Oye, ¿por qué no descansamos un poco?" Estaba apoyado en una pared
cercana.
Todavía tenía mucha energía para seguir adelante, pero a Zanoba se le acumulaba el sudor
en la frente. "Sí, estoy un poco agotado".
Dada su monstruosa fuerza, era fácil suponer que tenía mucha resistencia, pero era más
bien del tipo de interior. Tal vez un día completo de ejercicio le estaba pasando factura.
Habíamos trabajado sin parar. Incluso mi mente estaba empezando a arrastrarse. Tal vez
deberíamos descansar.
"Todos tienen razón", dije. "¿Qué tal si comemos algo?"
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No había habido tiempo para almorzar. La cecina que habíamos comido mientras tanto no
había sido suficiente para llenar nuestros estómagos. No me apetecía mucho comer, ya que
la comida de aquí era bastante asquerosa, pero no teníamos muchas opciones.
"Maestro, parece que hay un puesto callejero por allí, así que ¿por qué no lo probamos?
¿Le parece bien, Lord Cliff?"
Ahora que Zanoba lo mencionaba, percibí un olor a carne asada. Mi atención se dirigió a un
puesto de pinchos. Las especias llenaban el aire, lo que indicaba que se trataba de la carne
más sabrosa del continente demoníaco. Había tres clientes esperando.
"No me quejo, pero ¿vamos a quedarnos parados comiendo? ¿No es eso mala educación?",
preguntó Cliff.
"Es un poco tarde para preocuparse por eso".
Elinalise se unió a la cola. "Pediré por nosotros", dijo. "Mientras tanto, Rudeus, por favor,
tráenos unas sillas".
Dudé. "¿Seguro que estarás bien, aunque no hables el idioma?"
"Puedo usar mis dedos para indicar cuántas queremos. Estaré bien".
En otras palabras, el lenguaje corporal era lo suficientemente universal como para no tener
que hablar el idioma. Mientras tanto, conjuré mágicamente algunas sillas en el borde de la
carretera. Estar de pie y comer estaba muy bien, pero si íbamos a descansar debíamos
sentarnos. A mí no me importaba plantar el culo en la tierra, pero Zanoba y Cliff opinaban
claramente lo contrario.
Cliff se fue para reunirse con Elinalise. "Iré a acompañarla".
"Uf". Zanoba y yo tomamos asiento mientras yo terminaba de prepararme. El agotamiento

me invadió. Sentí que todo el esfuerzo que habíamos hecho había sido en vano. No teníamos
ni idea de si íbamos a encontrar a Kishirika o no. Incluso si la encontrábamos, podría no tener
la información que buscábamos. De hecho, había una alta probabilidad de que no la tuviera.
Al igual que Badigadi, había vivido una vida increíblemente larga, pero probablemente no le
importaban mucho las enfermedades. Además, ¿cuántos detalles recordaría después de
tantos milenios?
"No pienses demasiado en las cosas", advirtió Zanoba.
"¿Eh?"
"Maestro, parece que sientes más responsabilidad de la que deberías cuando se trata de la
enfermedad de Lady Nanahoshi".
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"Sí, tienes razón". Lógicamente, sabía que su enfermedad no tenía nada que ver conmigo,
pero mis emociones tenían mente propia.
Zanoba continuó: "Pero entiendo un poco cómo se siente, queriendo volver al hogar donde
vivió la mayor parte de su vida. Por eso estoy aquí, tratando de ayudar".
"¿De verdad? Creía que estabas muy apegada a cómo es tu vida ahora".
"Por supuesto que lo estoy, pero recientemente he empezado a sentir nostalgia de mi

hogar".
Al parecer, incluso él tenía buenos recuerdos de Shirone. Pensaba que estaría bien en
cualquier lugar mientras tuviera sus muñecas o figuras, pero Zanoba no era tan diferente de la
gente normal. "Teniendo en cuenta lo desesperada que está Lady Nanahoshi por volver, me
imagino que se dejó algo increíblemente valioso cuando vino aquí".
"Sí, el hombre que ama y su familia, por lo que me ha contado".
Era una respuesta bastante cliché, pero eso no hacía que las personas que ella atesoraba
fueran menos valiosas. Sabía lo importante que eran la familia y los seres queridos, y lo mucho
que dolía perderlos.
"Me temo que no puedo relacionarme con ninguna de esas cosas", dijo Zanoba.
"Piénsalo así: lo que ella siente por ellos es lo que tú sientes por las muñecas".
Mientras hablábamos, mantuve mi mirada en Cliff y Elinalise. Los dos habían cambiado
mucho desde que los conocí. Como siempre, Cliff era pésimo para leer el ambiente, pero
intentaba empatizar con los demás a su manera. Elinalise era muy parecida. Todavía
recordaba cuando se pasaba todo el tiempo persiguiendo a los hombres. Pero si ahora se
separaban, sabía que harían todo lo posible por volver a encontrarse.
Seguí observándolas en silencio. El cliente que estaba frente a ellos compró su carne, y un
mendigo con una capucha hecha jirones se acercó con la esperanza de conseguir algunas
sobras, sólo para que dicho cliente lo echara. A Cliff se le encendió la nariz al verlo, pero
Elinalise lo detuvo antes de que pudiera iniciar una pelea.
Conociendo el carácter de Cliff, apuesto a que comprará más para el pobre mendigo.
Y así lo hizo. El mendigo le agradeció profusamente antes de engullir los pinchos. Entonces
empezaron a suplicar a Cliff que les diera más. Aunque exasperado, cedió y les dio más. El
mendigo le cogió la mano, con todo el cuerpo temblando de gratitud.
Espera un segundo. Estoy teniendo un déjà vu.
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¿No había experimentado esto mismo hace mucho tiempo? ¿Cuándo fue? ¿Y dónde?
Estaba bastante seguro de que fue en el Continente Demoníaco. No, espera. ¿Fue en el
Continente de Millis? Recordé haber compartido algo de mi comida con un mendigo... no, no
era un mendigo, ¿verdad?
No, no, lo más importante es que ese mendigo no acaba de dar las gracias a Cliff en lengua
humana.
Justo en ese momento, el mendigo sonrió y comenzó a reírse maníacamente.

"¡Fwahahaha!"
Su voz era tan fuerte que resonó por toda la ciudad. Se quitó la capa y bramó: "¡Me llamo
Kishirika Kishirisu! La gente me llama la Gran Emperadora del Mundo Demoníaco. Ya que me
has salvado la vida, te concederé tu deseo. Adelante, nombra lo que desees".
Mi cabeza empezó a dar vueltas.
◇◇◇
Kishirika tenía el mismo aspecto de siempre. Llevaba botas hasta la rodilla, pantalones
calientes de cuero y un top de tubo de cuero. El revelador atuendo dejaba al descubierto la
plana estrechez de su físico, desde la pálida piel de su clavícula hasta su ombligo y sus muslos.
Llevaba el mismo cabello voluminoso y ondulado de color púrpura y dos cuernos de cabra.
Esta vez estaba cubierta de más suciedad y mugre, pero no se podía confundir con otra
persona. Se trataba de la gran Emperatriz del Mundo Demoníaco, Kishirika Kishirisu.
"¡Fwahahahaha! ¡Fwaha! Fwahahaha!"
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Cliff se quedó mirando, boquiabierto. Elinalise también observaba con mudo asombro, con
una expresión cómica que nunca le había visto antes. Sin embargo, yo compartía su confusión.
Ni siquiera yo tenía idea de lo que estaba ocurriendo en ese momento.
Zanoba era el único que había mantenido la cabeza fría. Se llevó una mano a la barbilla y
murmuró: "Ah, así que ésta es la mujer en la que Su Majestad Badi piensa con tanto cariño".
De repente le vino a la mente un dicho: "El bien que haces a los demás es el bien que te
haces a ti mismo". Cliff era un buen ejemplo de ello. Era fácil decir que ayudarías a una persona
necesitada si te la encontrabas, pero muchos no lo hacían. Al fin y al cabo, los mendigos
llevaban la ropa hecha jirones, tenían la piel cubierta de mugre y los dientes podridos. La
mayoría de las veces, además, olían mal. Eso disuadía a la gente de acercarse a ellos por
miedo a contagiarse. ¿Podría ver a una persona así, sentir compasión por ella y ofrecerle la
comida que acababa de comprar para mí? Tal vez no. No les daría una patada como hizo el
otro cliente, pero tampoco era un filántropo.
Sin embargo, Cliff tenía un corazón caritativo. Cuando lo conocí, pensé que era estrecho de
miras y mezquino, pero ahora, pensaba que algún día sería un espléndido sacerdote. ¡Viva
Cliff!
Bien, dejemos de prodigar a Cliff con elogios y vayamos a la cuestión más importante: ¿por
qué Kishirika se comporta como una mendiga, precisamente aquí?
"¡Vamos, no hay necesidad de ser tímido! ¡Nombra lo que tu corazón desee! Y dime tu
nombre, ya que estás", dijo Kishirika.
"¿Eh? Eh, vale... Me llamo Cliff Grimor". Cliff todavía estaba en shock por su repentina
declaración de que era el mismo individuo que habíamos estado buscando. Volvió a mirarme
con una mirada suplicante.
Kishirika adoptó una pose altiva al responder: "Cliff, ¿eh? Alimentarme ha sido un logro muy
noble. Después de todo, ¡no he probado ni un solo bocado en los últimos seis meses!".
Me acerqué y me introduje en la conversación. "En ese caso, ¿quieres más comida?"
"¡Ooh! ¿De verdad? Ustedes son realmente generosos. Sí, generosos de verdad. Llegarán
lejos en la vida, recuerden mis palabras".
Kishirika engulló más pinchos de tortuga. La forma en que los inhaló me hizo preguntarme
dónde estaba almacenando todo en ese pequeño cuerpo. Y siguió, uno tras otro.
"¡Uf! Eso me ha llenado. Ahora estaré bien para otro año". Una vez terminada la comida,
Kishirika se dio una palmada en la barriga en señal de satisfacción.
Habíamos comprado hasta el último pincho que el dueño del puesto tenía a la venta. Al
menos estaba contento por haber hecho tanto negocio.
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Ahora, con eso hecho...
"Ha pasado mucho tiempo, Lady Kishirika", dije.
"¿Hm? ¿Y quién es usted?" Cuando bajé la cabeza, ella resopló y me miró fijamente. "¿Mm?
¿Oh?" Uno de sus ojos giró, cambiando de un ojo normal a uno de sus ojos demoníacos. Luego
se golpeó con el puño en la palma de la mano. "¡Ahá! ¡Eres tú! Eres el chico humano con el
maná asqueroso. ¡Por supuesto que me acuerdo de ti! Te di uno de mis ojos. Creo que tu
nombre era, eh... Roo... ¿Soomba? ¡Roomba! ¡Sí, eso era! Ha pasado mucho tiempo".
"Rudeus Greyrat", corregí. No soy un maldito robot de limpieza, muchas gracias.
"Sí, Rudeus, mucho tiempo de hecho. Seguro que has crecido mucho. Bueno, ¿cómo han
ido las cosas después de que nos separáramos? ¿Te ha ido bien a ti mismo?" Me dio una
palmadita en el muslo, llegando tan alto como pudo. Me recordó a un jefe de sección en un
trabajo de oficina dando palmaditas en el hombro a sus subordinados.
"Sí, el ojo que me diste antes realmente me salvó la vida numerosas veces".
"¡Fwahaha! Sí, seguro que sí". Ella asintió, complacida.
Realmente es demasiado fácil de manipular.
"Sin embargo, ¡sólo concederé mi recompensa a uno de ustedes! Sólo a uno". Se dio la
vuelta y señaló con el dedo a Cliff. "Tú, Cliff Grimor. Expresa tu deseo, sea cual sea".
Él tragó saliva y la miró fijamente. En ese momento, la duda se coló en mi mente. No lo

haría, ¿verdad?
Era sabido que Kishirika Kishirisu ofrecía ojos de demonio como recompensa a la gente, y
Cliff tenía sus propios objetivos. Un ojo de demonio podría ayudarle mucho a crear
implementos mágicos. Incluso yo me di cuenta de eso. Por lo que espero estar equivocado...
"En ese caso, por favor, dime cómo curar el síndrome de Dryne", dijo Cliff finalmente.
"¿Oh?"
"Una conocida mía lo padeció. Hasta ahora han conseguido sobrevivir, pero no hay indicios
de que se recupere por sí misma. Si conoces alguna forma de ayudarles, por favor, dímelo".
Mis hombros se hundieron de alivio. Mis preocupaciones eran totalmente infundadas y,

sinceramente, un poco ofensivas para Cliff. Tendría que invitarle a comer cuando volviéramos
a casa.
"Hm, Síndrome de Dryne, dices. Ese nombre me trae recuerdos. Aunque admito que me
sorprende un poco oír que alguien lo padezca en estos tiempos".
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Zanoba y yo intercambiamos miradas, asintiendo. Parecía que Kishirika estaba familiarizada
con la enfermedad.
"¿Se puede curar?"
"Una pregunta tonta. Claro que sí. Todo lo que tienes que hacer es conseguir un poco de
hierba de Sokas, preparar un té con ella, beberlo y eliminarás el problema junto con tu caca".
Sonreí. Esto era perfecto. Cabía la posibilidad de que la memoria de Kishirika fuera irregular
y esta hierba no funcionara, pero al menos ahora teníamos algo de información. Al decir "hacer
un té", probablemente se refería a decantar las hojas en un poco de agua y luego beberla.
"¿Hierba de Sokas? Nunca había oído hablar de ella. ¿Dónde podemos encontrarla?"
"En Maio, en la Ciudad Fantasma".
"¿¡Ciudad Fantasma!?"
Yikes. Cuando la palabra "fantasma" se usaba en la misma frase que "ciudad", normalmente
significaba que el lugar en cuestión era difícil de encontrar. Como si sólo pudieras visitarla en
tus sueños, o tuvieras que vadear un desierto para llegar a ella... algo así.
"Justo al norte de esa ciudad, en la punta de las Montañas del Lobo Rojo, se encuentra una
cueva en las profundidades de un barranco conocido como la Cola del Lobo Rojo. En sus
pliegues más profundos y oscuros hay una abundante cosecha de hierba de Sokas".
"¿Así que tenemos que ir a una cueva en este lugar de la Cola del Wyrm?"
Esto parecía un juego de rol. Después de venir hasta aquí, ¿realmente nos iba a mandar a
hacer un recado para recuperar la hierba? ¿Y teníamos que ir a una cueva situada en un lugar
llamado Cola del Wyrm? Si el nombre era una indicación, probablemente tendríamos que
luchar contra algunos dragones en el camino. Era una tarea difícil.
No, esto no es tan malo, honestamente. El peor escenario era no encontrar a Kishirika y
pasar los próximos años buscando.
De acuerdo, pero espera. Sabía de las Montañas del Wyrm Rojo, pero nunca había oído
hablar de un lugar llamado la Cola del Wyrm Rojo. "Entonces, ¿dónde se encuentra
exactamente la Cola del Wyrm?"
"Sabía pregunta. Verás, al final de la segunda Gran Guerra Humano-Demonio, la batalla del
Dios Dragón y el Dios Combatiente terminó con un agujero abierto en el continente, borrando
el lugar que antes se llamaba Cola del Wyrm".
"¿...Qué?"
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¿Así que el lugar que necesitábamos ya no existía? Además, esta historia que nos contaba
era totalmente diferente a la que yo había escuchado. La historia decía que el enorme agujero
en el continente era el resultado de la batalla de Kishirika con el Caballero de Oro. Dicho esto,
Kishirika no parecía ser de las que luchan... Bueno, da igual. Era una leyenda, después de
todo, y la gente suele hilar esas historias de la manera que les conviene. Ahora mismo, mi
prioridad era la Hierba de Sokas.
"¿Significa eso que la Hierba de Sokas ya no existe?"
Kishirika negó con la cabeza. "No, sólo estaba explicando que la cueva de la Cola del Wyrm
es donde se descubrió inicialmente".
Si fue allí donde se descubrió por primera vez, ¿significa que también crece en otros
lugares?
"La hierba de Sokas crece en las profundidades de las cuevas, donde el sol no brilla".
Basándonos en esa descripción, podríamos encontrar esta hierba dentro de los laberintos.
¿Pero podríamos entrar en cualquier laberinto? De ser así, debíamos replantearnos la
composición de nuestro grupo antes de aventurarnos. Necesitaríamos unas veinte personas...
No, podríamos ofrecer una recompensa, reclutar a algunos aventureros y enviar a cien
personas.
"Y", continuó Kishirika, "¡por eso ordené a cada rey demonio que cultivara esta hierba bajo
su castillo!"
"..."
"Después de todo, la hierba es deliciosa. Los que la beben tienen una vida
excepcionalmente larga. Es decir, porque los que la beben son reyes demonio inmortales.
¡Fwahaha!"
"..."
Así que, básicamente, lo que nos estaba diciendo era que todos los reyes demonio tenían
esta hierba creciendo bajo su castillo. Y dado que se consideraba un té de lujo, ¿podríamos
encontrar mercaderes que lo vendieran?
"¡Fwahahahaha! ¿Creíais que tendríais que ir a buscarlo en persona? Seguro que sí,
¿verdad? ¡Qué pobre! ¡Está creciendo justo ahí, en mi castillo! Fwahahahaha!"
Nadie me culparía por ver hasta dónde podía patear a esta idiota, ¿verdad?
Cliff parecía tener la misma idea. Cargó hacia adelante con sus manos cerradas en puños.
" ¡Tú, pequeña...!"
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"¡Por favor, espera, Maestro Cliff! No nos precipitemos. Primero tenemos que hacer que
suelte todo lo que sabe".
"S-sí, tienes razón."
Whoops, tal vez no debería haber dicho eso último en voz alta.
Si realmente había Hierba de Sokas dentro del castillo... no había nada por lo que enfadarse.
De hecho, era perfecto. Claro, nos preocupó para nada y eso me molestó un poco, pero esto
era una lección por sí sola.
Bien, enfría tu cabeza. Puedes ponerte de rodillas y rogarle por ello.
"Muy bien, Lady Kishirika, entonces le imploro que comparta un poco de su Hierba de Sokas
con nosotros".
"¡Por supuesto! Sólo hay un pequeño problema".
"¿Qué problema es ese?"
"Bueno, verás, hay una persona detestable que se aloja en mi castillo en este momento. Es
bastante difícil de tratar y no es terriblemente inteligente, así que he pasado los últimos seis
meses huyendo de... Uh-oh".
Sus palabras se interrumpieron mientras miraba algo detrás de nosotros.
"¿Hm?" Seguí su mirada.
Varios soldados vestidos con armaduras negras estaban allí. Cinco, seis, siete... veinte en
total. Peor aún, otro grupo se reunió en la calle de enfrente, y otros más salieron de un callejón
cercano. Muy pronto, estábamos rodeados por treinta de ellos. Nos miraban fijamente, como
si quisieran intimidarnos.
Elinalise se adelantó, con la mano sobre la espada que llevaba en la cadera. Un sudor frío
cubrió su frente. Con su número, no podíamos huir.
¿Qué deberíamos hacer?
Podía agarrar a dos de ellos -Zanoba en el brazo derecho y Cliff en el izquierdo- y usar mi
magia para dar un salto mortal. ¿Pero qué pasa con Kishirika y Elinalise?
El hombre que aparentemente estaba a cargo de los soldados avanzó hacia nosotros. Su
voz era ronca pero vibrante cuando dijo: "Somos la guardia personal del rey Demonio Inmortal
Atoferatofe, que gobierna el Territorio Gaslow". Habló en una fluida lengua humana. "Por su
orden real, por favor entreguen a Lady Kishirika y vengan con nosotros de vuelta al castillo".
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Detrás de él, los otros caballeros sacaron sus bocetos y los compararon con la Kishirika
real. Sus rostros se llenaron de confusión. Tal y como sospechaba Nokopara, el dibujo no se
parecía en absoluto a Kishirika porque Atofe había sido poco riguroso con los detalles. Pero,
aunque no se parecía a la mujer que tenían que apresar, gritar a pleno pulmón que era la Gran
Emperatriz del Mundo Demoníaco era suficiente para atraer la atención de cualquiera.
"¿Y si decimos que no?" bromeó Elinalise.
Los guardias sacaron inmediatamente sus espadas. El ensordecedor tintineo de las

espadas al salir de sus fundas resonó en la zona.
"No tendremos piedad".
No es que tuviera la capacidad de distinguir la fuerza de una persona a simple vista, pero
incluso yo podía ver que esta gente tenía experiencia en la batalla. Había una marcada
diferencia entre un novato y aquellos que habían resistido muchos combates antes, y estos
soldados eran sin duda los últimos. Intuí que eran mucho más capaces que un grupo normal
de caballeros.
"No debes hacerles caso. Si dejas que te lleven al castillo, no se sabe lo que te puede pasar.
Estamos hablando del rey Demonio Atoferatofe", razonó Kishirika. "¡No es más que una
completa imbécil!"
Mis cejas se fruncieron. Tenía razón. ¿Por qué íbamos a aceptar que esa supuesta idiota
nos detuviera? No teníamos nada que hacer con Atofe. Teníamos que encontrar alguna forma
de escabullirnos de esto.
Ah, pero espera un segundo, ¿no está la hierba que necesitamos debajo de su castillo? No,
seamos realistas, nunca he visto esta hierba antes, así que no sabría ni qué buscar.
Mientras dudaba, el líder de los caballeros se quitó el casco.
"Te lo imploro". Su cabello era de un rojo intenso y su rostro estaba curtido por la edad. Nos
dedicó una suave sonrisa y bajó la cabeza. "Si no vienen, me temo que mi señora nos
castigará. Te juro que no te trataremos mal, así que por favor..."
La forma en que se inclinó así fue bastante sincera. Solía ser el tipo de japonés al que no le
importaba rechazar a la gente, pero ya no. Cuando alguien hablaba con tanta seriedad, era
difícil no sentirse obligado a seguirle la corriente.
"¡No confíes en una palabra de lo que dice! Atofe no es la clase de persona con la que se
puede tener una conversación razonable". A Kishirika le caían gotas de sudor frío por la cara.
Evidentemente, había más de lo que decía.
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"He oído lo que decías", dijo el viejo capitán de los caballeros. "Nosotros también cultivamos
hierba Sokas en el territorio de Gaslow, así que sabemos cómo cultivarla. Si lo deseas,
podemos proporcionarte una maceta para que te la lleves a casa. Así que, por favor,
acompáñenos".
Siguió manteniendo la cabeza inclinada. No percibí más que honestidad en él. Él y sus
subordinados podrían habernos capturado por la fuerza con la misma facilidad, pero se
desvivía por pedirlo. No sabía nada de Atofe. El único rey demonio que conocía era Badigadi.
Pero tener un superior como Atofe era sin duda difícil.
"Ya que estamos en el tema", dije, "¿qué tiene Lady Atofe contra Lady Kishirika? Si es
posible, me gustaría saber la razón por la que ha estado persiguiendo a Lady Kishirika durante
los últimos seis meses".
"Hace un año, mi señora vino a esta ciudad por un frasco especial de licor que se producía
en el territorio de Gekura, pero Lady Kishirika lo robó y se bebió toda la botella".
"Ajá".
El viejo capitán de la guardia suspiró. "Mi señora tenía muchas ganas de beber esa botella,
así que se enfureció por esta afrenta. Nos llamó desde nuestros puestos en casa y nos ordenó
buscar al culpable. Lamentablemente, desconocíamos el aspecto actual de Lady Kishirika, y
el boceto que teníamos de ella no era lo suficientemente preciso como para ser de ayuda, así
que no hemos tenido suerte hasta ahora."
"Muy bien. Entiendo su situación".
Le puse unas esposas a Kishirika, usando mi magia.
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Capítulo VII – Audiencia Con El Rey Demonio Inmortal
EN RESUMEN, el Viejo Castillo de Kishirika era una pintoresca pieza de arquitectura
demoníaca. Estaba construido con piedras de hierro especialmente elaboradas, y aunque
carecía de los intrincados detalles y la elegancia de la fortaleza flotante de Perugius, seguía
siendo un espectáculo para la vista. De hecho, a alguien con gustos más prácticos
probablemente le gustaría más. Su único defecto era un agujero considerable en la torre
central.
El lugar era una atracción turística, por lo que normalmente estaba abierto al público
(siempre que se pagara la entrada), pero las zonas a las que se podía acceder eran limitadas.
Nos llevaron directamente a la sala de audiencias. No la espaciosa y llamativa que se utilizaba
para deslumbrar a los visitantes, sino una estrecha que se utilizaba con más frecuencia.
Los caballeros con armadura negra se alineaban en la estrecha sala, y su presencia hacía
que todo fuera opresivo y sofocante. La guinda de este desagradable pastel era que el trono
que teníamos delante estaba vacío.
"Seguro que está tardando mucho", murmuré.
Zanoba respondió: "La realeza requiere tiempo para prepararse antes de recibir visitas".
"¿Eso te incluye a ti?".
"¿Alguna vez he tardado tanto tiempo en prepararme que le he hecho esperar, maestro?"
"Por mucho que te gusten las bellas artes, no pareces tener ningún interés en la ropa".
Zanoba gruñó. "Me descorazona oírte decir eso. Pensé que tú, más que nadie, entenderías
el cuidado que pongo en mis botones y bordados".
"Quieres decir que te preocupas por esas cosas cuando las compras o las mandas a hacer,
¿no? No cuando te estás arreglando".
Llevábamos al menos dos horas esperando. Nuestras bromas sin sentido habían evitado
que me aburriera como una ostra, pero el sol ya se había puesto. No me quejaba de que estar
de pie fuera agotador, pero me hubiera gustado que nos dieran asientos mientras
esperábamos.
Zanoba y yo éramos los únicos en la sala de audiencias, aparte de los guardias. Elinalise y
Cliff se habían ido con uno de los caballeros a buscar la hierba que necesitábamos en el sótano
del castillo.
"¿Dónde está Lady Atofe? ¿Va a venir?"
"Ya te lo he dicho, hemos enviado a alguien a buscarla".
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"¿Pero no llega un poco tarde? ¿No me digas que está fuera de la ciudad?"
"Ella no es del tipo puntual. Su sentido del tiempo no funciona como el del resto de nosotros.
Es mejor que le des un día de gracia".
"De acuerdo, pero no podemos tener a esta gente esperando para siempre".
"Ustedes, cierren sus bocas. "
Escuché a los caballeros discutiendo. Estaban actuando con bastante despreocupación.

Escuchar su conversación me tranquilizó.
De repente, el viejo capitán de los caballeros se acercó. "Pronto estará aquí, así que por
favor esperen un poco más. Además, te pido que rechaces cualquier recompensa que te
ofrezca".
"Perdón, ¿una recompensa?"
"Si las cosas se tuercen y terminas aceptando una recompensa de ella, no habrá nada que
el resto de nosotros pueda hacer para ayudarte".
"Eh, de acuerdo... lo tendré en cuenta". Asentí con la cabeza, con la genuina intención de
seguir su consejo.
No tenía ni idea de lo que quería decir, pero no tenía ningún interés en aceptar ninguna
recompensa. No había caído tanto como para vender a Kishirika por una compensación.
Hablando de eso, dicha Emperatriz Demoníaca estaba actualmente atada con tanta cuerda
que parecía una oruga mientras yacía en el suelo. Ella sería castigada más tarde. No sabía lo
que tenían en mente: ¿una paliza? Pero seguramente no sería demasiado severo.
Aparte de eso, no podía bajar la guardia. Después de todo, íbamos a encontrarnos con un
rey demonio. Los únicos demonios de alto rango que conocía eran Kishirika y Badigadi.
Los dos son siempre tan alegres, pero apuesto a que si les haces enfadar... eh, qué raro.
Tengo la sensación de que no sería tan malo, en realidad.
"Muévete".
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Una voz sonó detrás de mí. Miré por encima del hombro y vi a una mujer. De todos los que
había conocido, era la que más se parecía al estereotipo de demonio. Su piel era de color
negro azulado, su cabello blanco y sus ojos rojo sangre. Tenía alas como las de un murciélago,
y un único y grueso cuerno sobresalía de su cabeza. Al igual que los caballeros, también
llevaba una armadura negra, aunque estaba claro que la suya había visto muchas más batallas
que la de ellos. Estaba cubierta de arañazos y los elementos decorativos habían sido
arrancados hacía tiempo. De su cintura colgaba una enorme espada que parecía demasiado
grande para sus escuálidos brazos. Su vaina era mucho más extravagante que la de los otros
soldados". No era tan alta, probablemente de altura media para una mujer adulta. Más alta que
Ariel, pero más baja que yo.
Lo más destacable de ella era algo totalmente distinto. Había un aura de rabia y hostilidad
indescriptible en ella. Si la violencia fuera una fragancia, la llevaría como un perfume, pues era
obvio que usaría la fuerza con cualquiera que intentara desobedecerla. Eso me recordó a Eris.
Era como un caballero femenino, no, un capitán de caballería, para ser más exactos. Sería
prudente no provocarla.
"¿No me has oído? He dicho que te muevas", reiteró.
"Oh, sí, por supuesto". Me aparté obedientemente del camino.
"Mucho mejor". Unos largos mechones de pelo blanco se agitaron detrás de ella mientras
caminaba hacia el trono y giraba para mirarnos. Se sentó y, tras quitarse la vaina de la cintura,
bajó la espada entre las piernas, adoptando una pose de rey.
Respiró profundamente y gritó: "¡Soy el rey Demonio Inmortal Atoferatofe Rybak!".
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"¿...Eh?"
Mientras ladeaba la cabeza confundido, los caballeros de armadura negra sacaron

apresuradamente sus espadas de sus fundas, levantándolas como muestra de respeto y
lealtad a su señor. Sin embargo, uno de ellos se abstuvo y se acercó al trono. Era el viejo
caballero capitán.
"¡Dama Atofe! ¿Por qué ha entrado por la puerta principal? ¿¡Cuántas veces le he dicho que
entré en la sala del trono por la puerta trasera!?"
"La razón debería ser obvia. Me gusta más entrar por la parte delantera".
"¡Tus caprichos no deberían dictar tu comportamiento!"
"¿No sabes que la mejor parte de desafiar a un rey demonio como héroe es poder atravesar
su sala del trono antes de entablar una pelea?"
"¿¡Qué relevancia tiene eso!? Tu padre fue una vez uno de los Cinco Grandes Reyes
Demonios. Oh, ¡cómo se lamentaría al ver la forma en que te comportas! Y no sólo él, ¿qué
pensaría tu marido, Lord Rybak?"
"¡Cállate ya!" Atofe sacó su espada de la funda y se la clavó al anciano tan rápido que no
pude seguir sus movimientos.
El viejo caballero capitán sacó su espada para parar su ataque, pero no fue lo
suficientemente rápido. Su casco salió volando mientras se desplomaba hacia atrás. Los
demás caballeros de la sala se precipitaron hacia él presas del pánico.
"Dejad de gritar delante de nuestros invitados", espetó Atofe. "¡Mi viejo se revolcaría en su
tumba!"
El casco del capitán de los caballeros vino rodando hacia mí. Estaba roto por la mitad.
Qué fuerza tan increíble.
Me agaché para recogerlo y encontré el interior cubierto de sangre húmeda y pegajosa.

"¡Uf!"
Espera, aguanta. Eso significa que su ataque realmente conectó con su cabeza. Uh... ¿En
serio? ¿Realmente lo mató?
"Muy bien, pero todavía te imploro que tengas cuidado". A pesar de mis preocupaciones, el
viejo capitán caballero se levantó del suelo como si estuviera completamente bien. Se inclinó
ante Atofe, con volutas de humo saliendo de su frente.
Parece que está bien.
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Tal vez él también era inmortal. De hecho, tal vez el resto de los guardias eran todos
inmortales.
"Me alegro de que lo entiendas ahora. Muy bien, hagamos esto de nuevo".
"¡Como usted ordene!"
Atofe devolvió su espada a su funda y retomó su pose de highlander. Uno de los otros
caballeros le trajo al capitán un nuevo casco, y se pusieron en formación. Una vez más,
desenvainaron sus espadas y se las ofrecieron a su líder.
"Soy el rey Demonio Inmortal Atoferatofe Rybak".
Zanoba se arrodilló rápidamente e inclinó la cabeza, así que le seguí. No sabía nada de
este tipo de etiqueta y supuse que debía seguir su ejemplo.
"En primer lugar, permítame agradecerle. Hemos podido atrapar a esta idiota gracias a ti".
Atofe dirigió su mirada hacia Kishirika.
Nuestra emperadora demoníaca estaba enrollada como un burrito. Parecía resignada, como
si hubiera perdido completamente la esperanza. Casi me sentí mal por ella. Básicamente la
habíamos escupido después de que nos ayudara y nos diera las respuestas que buscábamos.
Sin embargo, era un mal necesario. Teníamos nuestros propios objetivos que cumplir.
"No teníamos referencias de ella, así que nuestra búsqueda se alargó. Hicieron bien en
encontrarla por nosotros".
Ah, así que era tal y como sospechaba. Lady Atofe fue floja con los detalles cuando mandó
hacer ese boceto.
"Además..." Atofe siguió posando mientras miraba a lo lejos. Su voz se apagó y permaneció
en completo silencio. Pasaron cinco minutos con ella congelada en su sitio.
¿Se le estropeó el motor o algo así?
"Moore, ¿qué era lo siguiente que tenía que decir?"
"Una recompensa. Ibas a darles una recompensa".
Al parecer, el viejo capitán de caballería se llamaba Moore. Algo en ese nombre me hizo
imaginar a un tipo sonriendo maniáticamente. Como moo-hoo-ha-ha.
"Hm, sí. Tengo que darles una recompensa", murmuró Atofe para sí misma.
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"No, eso no es necesario". Recité la frase que había preparado mentalmente tras el consejo
de Moore. Supuse que se trataba de una formalidad. Probablemente por eso me sugirió que
la rechazara.
Atofe dio un pisotón. "¿Estás diciendo que no quieres mi recompensa?" Me miró con ojos
asesinos.
Mis piernas empezaron a temblar. La enemistad que desprendía no era una broma. Estaba
en un nivel completamente diferente al de Linia y Pursena. Era la misma animosidad que había
en los ojos de Ruijerd cuando me miraba fijamente.
"N-no, estaré encantado de recibir tu recompensa".
Era mejor no desafiar a alguien como ella. Si ella quería insistir en darnos algo, era mejor
aceptarlo.
Sí, eso es todo lo que puedo hacer. Moore me lo había desaconsejado, pero si la alternativa
era cabrearla intencionadamente, probablemente era mejor ceder.
Me aclaré la garganta y pregunté: "Si no te importa que pregunté, ¿qué es lo que pretendes
darnos?".
Los ojos de Atofe se entrecerraron y una sonrisa de satisfacción se dibujó en su rostro.

"Poder".
Poder, ¿eh? Poder... Bueno, mentiría si dijera que no lo quería. Si eso era lo que ella ofrecía,
valía la pena tomarlo.
Bien, pero el señor Moore nos dijo que era mejor no aceptarlo. Tal vez debería cancelar
todo el asunto y decirle que ya había accedido a darnos algunas de esas hojas en el sótano
del castillo, así que aceptaremos eso y nos iremos a casa.
"¡Te concedo el privilegio de unirte a mi guardia personal para que puedas entrenar tu
cuerpo!"
"¿¡Qué!?"
¿Eh? ¿Así que no iba a poner su mano en mi cabeza y despertar algún poder latente en mí,
o concederme un ojo de demonio como tenía Kishirika?
"Pareces bastante enclenque. Pero oye, diez años de mi entrenamiento te pondrán a la

altura".
"Um, uh..."
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"Así es, durante toda una década no descansaré para ayudarte a templar tu cuerpo. Bueno,
¿qué te parece? Es un gran honor, ¿no?"
¿Diez años sin descansos?
Uh, no, tengo dos esposas y un hijo esperándome en casa, así que me gustaría pasar de
todo el asunto del campamento de entrenamiento si te da lo mismo.
Seguro que diez años de entrenamiento me harían mucho más fuerte, pero ¿qué sentido
tendría si tuviera que abandonarlo todo para hacerlo? ¿Cuál sería el objetivo de ponerme tan
fuerte? ¿A quién pretendía derrotar? De acuerdo, quizá podría proteger mejor a mis seres
queridos si fuera más fuerte, pero ¿merecía la pena abandonarlos durante una década?
Entonces, ¿qué hago? No, no tengo más remedio que rechazarla. No puedo unirme a su
guardia personal.
Miré a Moore. Sacudió la cabeza, con una expresión de resignación en su rostro.
"Lo siento, pero por muy grande que sea el honor, tendré que abstenerme".
"¡Tonterías! Ahora, que alguien vaya a traerle un traje extra de armadura negra y prepare
un contrato para que lo firme".
Varios de los guardias personales de Atofe se apresuraron a salir de la habitación a su

orden.
"¡Le estoy dando la mejor armadura, el mejor entrenamiento, y permitiéndole entrar en la

guardia más renombrada de todo el Continente Demoníaco! ¡No hay mayor honor! No podrás
oponerte a mí una vez que firmes el contrato. No es que lo intentaras de todos modos, estoy
seguro, incluso sin esa formalidad. De hecho, debes estar muy contento ahora mismo".
No estaba nada contento.
Sin embargo, de todos los demonios de alto rango que había conocido, ella era la que más
parecía un rey demonio. De una manera extraña, me alegré de tener la oportunidad de
conocerla. Tal vez yo no era el único al que había ofrecido esta recompensa, tampoco. Tal vez
otros de su guardia también se habían visto obligados a firmar un contrato.
"Lo siento mucho", dije, "pero tengo una familia que me espera en casa. No puedo
abandonarlos durante diez años".
"No veo el problema. No he visto a mi hijo ni una sola vez en los últimos cien años. Créeme,
ninguna noticia es una buena noticia. Es la prueba de que siguen vivos".
¿Qué, porque ella había abandonado a su hijo durante un siglo, quería que yo hiciera lo
mismo con mi familia durante una década? No.
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"P-pero diez años es un tiempo increíblemente largo para un humano. Además, le prometí
a mi familia que volvería, y..."
"¿Y?" Las venas se movían en su frente. Estaba empezando a perder los nervios.
"Y tengo una amiga enferma que me espera. Necesito encontrar una cura para ella lo antes
posible y volver a casa. Además, tengo muchas otras cosas que hacer ahora mismo. No puedo
quedarme aquí y acumular poder para mí..."
"¡Cállate!" Atofe gritó tan fuerte que resonó en las paredes.
Oh, muchacho, eso fue ligeramente aterrador. Bueno, no, fue simplemente aterrador. ¿Qué
le pasa? ¿Por qué me grita?
"¿¡Vas a entrar en mi guardia personal o no!? Deja de hacer juegos de palabras y responde".
"¡No voy a hacerlo!"
Ella se congeló en su lugar. Toda su cara se puso roja mientras su expresión se

contorsionaba. "¿¡Por qué!? ¿Por qué me rechazas?"
¿Eh? Uh, ¿no he enumerado literalmente todas las razones?
"Uh, um..."
Ahora era un buen momento para dejarle las cosas a Zanoba. O al menos ese era mi plan,
pero lo miré, y prácticamente tenía signos de interrogación bailando sobre su cabeza mientras
me miraba inquisitivamente.
Ah, mierda, es cierto. Estuvimos hablando en lengua demoníaca todo el tiempo. No tenía ni
idea de lo que estábamos diciendo. No puedo confiar en él.
Entonces, ¿qué se suponía que debía hacer? ¿Cómo iba a convencerla de que se rindiera?
Los caballeros habían estado de buen humor hace unos momentos, pero después de mi
intercambio con Atofe, el ambiente se volvió hostil y tenso. Era como si se tratara de un equipo
deportivo que había venido a jugar en el terreno de su oponente.
"Te lo dije", soltó Kishirika. "Es una completa imbécil. Es mejor que no te involucres con ella.
Ni siquiera puedes tener una conversación adecuada con ella".
"¡Cállate! ¡No soy un imbécil!" gritó bruscamente Atofe, sacando su espada. "Ahora lo
entiendo. ¡Te estás burlando de mí! Por eso dijiste que no aceptarías mi recompensa. Crees
que soy estúpida y por eso te burlas de mí". Se dirigió furiosa hacia nosotros.
¿Qué? ¡Oye, espera!
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"¡Dama Atofe, por favor, intente calmarse! Romperá algo dentro del castillo si sigue
balanceando esa cosa".
"No soy una idiota, ¿de acuerdo? ¡No lo soy!" Blandió su espada, con la cara contorsionada
por la ira, mientras se abalanzaba sobre nosotros. Sus guardias intentaron detenerla.
"¡Muévete!" Atofe los empujó a un lado y se abalanzó sobre nosotros como un toro.
Oh, mierda. Oh, ¡mierda! ¿¡Debo usar mi magia!? No, podría empeorar las cosas si la ataco.
"Yo me encargo de esto", dijo Zanoba. Se levantó y se puso delante de mí. "¡Hmph!" Agarró
los brazos de Atofe mientras ella se abalanzaba sobre nosotros. Ella trató de apartarlo de una
patada, pero él no se movió, como era de esperar con el poder de un Niño Bendito.
"¡Hm, eres bastante fuerte!" Sus ojos se abrieron de par en par con intriga mientras miraba
a Zanoba, con una sonrisa curvada en sus labios.
Ajeno a lo que decía, ya que no hablaba el idioma, Zanoba la reprendió. "¡Cálmate! No

queremos ofenderte. Sólo queremos la hierba que tienes en tu sótano".
"¡Deja de decirme esas extrañas palabras extranjeras!", replicó ella, desinteresada en lo que
él tuviera que decir. De hecho, parecía que no entendía en absoluto la lengua humana, a pesar
de que Moore la dominaba.
Sin dejar de agarrar su espada, Atofe trató de golpear y patear a Zanoba, pero fue en vano.
Por fin, aulló con disgusto.
"¡Monstruo, estás duro como una piedra! Debes de tener un aura de batalla importante que
te protege. Interesante".
Con eso, se cortó el brazo con su espada, liberándose del agarre de Zanoba.
Así es. Atofe se cortó su propio miembro sin dudarlo. A sus ojos, sólo era una molestia que
la retenía. La cortó con la indiferencia casual de alguien que corta un hilo suelto después de
que su jersey se haya enganchado.
"¡Hmph!"
En el momento en que su brazo se separó de su cuerpo, se convirtió en un bulto de carne

flácida. Zanoba lo soltó y se golpeó húmedamente contra el suelo. Segundos después, se
arrastró hacia Atofe y se volvió a conectar a su cuerpo. Momentos después, su brazo volvió a
la normalidad. Había visto a Badigadi hacer algo parecido. La herida se curó sin dejar ni un
rasguño.
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"Bien, entonces. Te daré mi presentación completa: Soy el rey Demonio Inmortal Atoferatofe
Rybak, esposa de Kalman Rybak, el fundador del estilo de espada del Dios del Norte. Te
mostraré cómo es realmente el estilo cuando se usa en combate". Levantó su espada en el
aire.
Zanoba se puso de pie con los puños, como si pensara enfrentarse a ella sin armas. Un
temblor recorrió mi columna vertebral. Algo me decía que esto no iba a terminar bien. Es decir,
que Zanoba podría morir. Por muy niño bendito que fuera, Zanoba no era inmune a las heridas.
Por ejemplo, conseguí arañar incluso al Dios Dragón Orsted con mi magia, por muy poderoso
que fuera. En este mundo no hay absolutos. Zanoba, por ejemplo, era débil al fuego. Además,
aunque fuera resistente a los ataques físicos, eso no significaba que no pudieran herirlo.
"¡Urgh!"
Inmediatamente comencé a verter mi maná en un hechizo, con la intención de hacerlo lo

más rápido y denso posible. Lanzar Cañón de Piedra me llevaría demasiado tiempo, por
desgracia, pero ahora tenía más experiencia en el uso de la magia que antes.
"¡Fwahahaha! ¡Ahora muere! Este es el estilo del Dios del Norte definitivo..."
"¡Energía!"
Un rayo púrpura salió de mi brazo protésico. Crepitó en el aire, brillando tanto que nos cegó
momentáneamente.
"¡Ugyaah!" Atofe fue golpeada hacia atrás, la espada se le escapó de los dedos.
Una sensación de entumecimiento y hormigueo me recorrió la mano, hasta el codo, pero no

era nada de lo que preocuparse. No había vertido suficiente maná en ese hechizo para
electrocutarla.
"¡Hah!"
Como no es de los que pierden la oportunidad cuando su oponente está indefenso, Zanoba
lanzó su propio ataque. Su puño aterrizó justo en su cara.
"¡Gyahaaaa!"
Sus rasgos se contorsionaron mientras salía disparada por los aires, estrellándose contra
el muro del castillo. El muro se rompió por la fuerza de la colisión, y Atofe salió disparada junto
con los escombros.
"¡Ah, Lady Atofe!" Los caballeros se agruparon junto al agujero en la pared como un grupo
de gorriones quisquillosos.
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"Hm, he cometido un error. Estaba tan concentrado en protegerlo a usted, Maestro, que no
me contuve. Me pregunto si eso la mató".
"No, estoy seguro de que sigue viva". Por algo la llamaban Rey Demonio Inmortal. El
problema era qué pasaría ahora.
"Oh, no, ahora sí que lo han hecho".
"Sí, esto es malo..."
"No puedo creerlo."
Una veintena de guardias con armadura negra se agolpaban entre nosotros, murmurando
entre ellos. Estaba seguro de que no nos iban a dejar salir después de lo que le hicimos a su
amo.
"Khh". Levanté mi báculo, dispuesto a enfrentarme a ellos. Esto era culpa mía. Si sólo
hubiera escuchado la advertencia de Moore, esto nunca habría...
Espera, ¿fue realmente mi culpa aquí? En realidad, no creo que lo sea.
No podía saber que ella reaccionaría así, e incluso si la hubiera rechazado desde el
principio, el resultado habría sido probablemente el mismo.
De todos modos, puedo dejar el juego de la culpa para más adelante. Ahora mismo tengo
que averiguar cómo salir de esta situación.
Y, sin embargo, a pesar de lo preocupante que era tener a estos caballeros rodeándonos,
no sacaron sus espadas. Se limitaron a mirarnos fijamente.
Zanoba levantó sus puños vacíos. Tal vez debería haber conjurado un arma para él antes
de llegar aquí. Ahora no tenía tiempo. Tal vez había un tronco en algún lugar entre todos los
escombros de la pared rota.
"Ustedes dos..." Moore se acercó, actuando como su representante. Esta vez hablaba en
lengua demoníaca. "Debo preguntarles de nuevo, en nombre de mi señora, ¿están seguros de
que no quieren unirse a nosotros?"
"Pasaremos", respondí, sin dudar esta vez.
"Lady Atofe tiene afinidad con los individuos fuertes. Teniendo en cuenta que fuiste capaz
de detenerla antes de que usara su técnica definitiva y la mandaste a volar a través de los
muros del castillo con un solo puñetazo, estoy seguro de que ahora te querrá aún más."
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Gran sorpresa. Todos los reyes demonios que había conocido o de los que había oído
hablar eran así. Ni uno solo de ellos estaba cuerdo. Dicho esto, ninguno de los guardias hizo
un movimiento para apresarnos a pesar de que sabían que Atofe nos querría. De hecho,
después de ver a Atofe salir del castillo, algunos de ellos habían dicho cosas como "Vaya, mira
cómo se va", y "Bueno, eso le pasa por bajar la guardia", y "Tsk, tsk".
Moore dijo: "Nosotros, de su guardia personal, no hacemos un movimiento a menos que se

nos ordene. Sin embargo, una vez que ella nos dé una orden, no podremos dejarte ir". En ese
momento, varios de los guardias nos lanzaron miradas agudas. No iba a burlarme de ellos por
no actuar hasta que se les ordenara. En todo caso, lo agradecí.
"¿Qué pasará si nos atrapa?" pregunté.
"Seguro que te desafiará a un duelo".
Fruncí el ceño, confundido.
"Si pierdes en el duelo, te dejará inconsciente y te obligará a firmar un contrato con ella. Una
vez hecho esto, no podrás volver a desafiarla".
"¿Y cuánto dura este contrato?"
"Hasta que mueras, por supuesto".
Tragué con fuerza, lo suficientemente alto como para que me oyeran los que estaban a mi
alrededor.
"Aunque puedes tener dos años libres cada diez años".
Dividir eso en números más pequeños significaba que era esencialmente un día libre cada
cinco días. Pero ¿por qué eso se sentía tan poco abrumador?
"La mayoría de su guardia está aquí porque quiere, pero hay muchos que fueron reclutados
a la fuerza. En particular, muchos de los humanos entre nosotros lamentan su destino. Incluso
nosotros sentimos simpatía por ellos".
Varios caballeros bajaron la mirada. Al parecer, muchos de ellos se habían enfrentado a

nuestro dilema y se habían visto obligados a firmar un contrato con Atofe. Ella lo llamó una
recompensa, pero era básicamente un contrato de esclavitud.
Por eso dijo que no aceptara su recompensa. Ojalá me hubiera dado más detalles de
antemano.
No, fue mi culpa por no pedir una aclaración. Ahí estaba yo pensando que no podíamos
bajar la guardia, y fui yo quien lo hizo, al final.
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"Así que... " Me lamí los labios. "¿Qué pasa si ganamos este duelo?".
"Oh, ¿realmente crees que puedes ganar? En los últimos 5.000 años, ni una sola persona
ha vencido a nuestro maestro, aparte del Dios del Norte Kalman y el Dios Demonio Laplace.
¿Realmente crees que puedes vencerla?"
"Sí, probablemente no".
La llamaban inmortal y probablemente tenía tanta resistencia como Badigadi. Para

empeorar las cosas, ella parecía mucho más hábil en la batalla que él. Badigadi no era un
acólito del estilo de espada del Dios del Norte, al menos no cuando los dos se enfrentaban.
"¿Qué pasa si el duelo termina en empate?"
"Si te considera un enemigo, te retará de nuevo. Si te ve como un aliado, te reconocerá

como un igual".
Me pregunté cómo se sentiría ella en mi caso. Conociendo mi suerte, probablemente me

desafiaría de nuevo. Estaba bastante claro que me veía como un enemigo. Y si seguía
batiéndose en duelo conmigo una y otra vez, estaba destinado a perder eventualmente.
"Entonces, ¿qué debo...?"
"Correr". Moore no se anduvo con rodeos. "Ahora mismo, tus amigos deberían haber
terminado de reunir la hierba de Sokas. Hay un túnel debajo del castillo que te llevará fuera de
la ciudad, así que puedes usarlo para huir".
Los otros caballeros se sumaron:
"Por favor, no terminen como yo".
"Hey, si se te ocurre ir al País Sagrado de Millis..."
"Idiota, podrás volver allí tú mismo después de otros tres años de servicio".
"Sí, pero aun así..."
Más voces dolidas se unieron al coro, pero las ignoré. Ahora mismo estábamos muy
ocupados con nuestros propios problemas. Agradecido por su disposición a dejarnos ir, me
dirigí hacia la puerta. Pero me detuve cuando vi a Kishirika en mi periferia. Me miraba
suplicante. Después de todo lo ocurrido, los dos éramos ahora compañeros de fuga.
"No te importa que me lleve a Lady Kishirika conmigo, ¿verdad?"
"...Bueno, nuestro trabajo era sólo atraparla la primera vez, así que adelante".
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Así que estaban dispuestos a hacer la vista gorda. Atofe no les había dado ninguna orden
nueva desde que cumplieron la primera. Me pregunté si los castigarían por esto.
Bueno, no es mi problema.
Usé mi magia para quemar las cuerdas que ataban a Kishirika y la liberé.
"Ahh, muy agradecido. Tienes mi gratitud".
Después de eso, huimos de la sala del trono.
◇◇◇
Nos encontramos con Elinalise y Cliff dentro del castillo. Ambos llevaban mochilas llenas de
hojas de té y plantas en maceta en cada brazo. Las hojas eran de un color amarillo ocre, y
parecían aloe vera arrugado.
"Dijeron que estas plantas son vulnerables a la luz del sol, así que tendremos que cultivarlas
bajo tierra. Nos han dado un memorándum para que nos lo llevemos a casa, pero no puedo
leer lo que pone", dice Elinalise.
"O Roxy o yo podemos leerlo más tarde, pero tenemos que darnos prisa".
"¿Ha pasado algo?"
Le expliqué la situación y Elinalise no pareció sorprendida. "He oído algo sobre esto.
Kishirika regala ojos de demonio, Badigadi regala conocimiento y Atoferatofe regala poder... o
algo así".
"Deberías habérmelo dicho", refunfuñé.
"No hablo la lengua de los demonios. Deberías haber interpretado bien para nosotros".
Ahí me tenía. No había explicado bien las cosas al resto. En mi defensa, no era una
intérprete licenciada, así que apenas sabía lo que hacía.
"No tenemos tiempo para quedarnos parados y discutir. Pongámonos en marcha. Entonces,
¿debemos tomar el túnel subterráneo o volver por donde vinimos?"
Las palabras de Cliff volvieron a centrar mi atención en el tema pertinente. Probablemente,

Atofe todavía estaba reacomodando su cara después de que Zanoba se la rompiera, pero
podía venir hacia nosotros en cualquier momento. Sin duda, estaría aún más encendida
después de lo que le hicimos.
"Deberías abandonar el túnel", dijo una voz desde abajo.
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Miré hacia abajo, hacia Kishirika. Cuando nos conocimos, éramos más o menos de la misma
altura, pero en los años siguientes me había disparado y tenía que alargar el cuello para
mirarla.
"Pensé en no decir nada para pagarte por traicionarme", dijo Kishirika, "pero Badi destruyó
ese túnel durante la Guerra de Laplace".
"¿En serio?"
"En efecto. Ese hombre con el que hablaste es un traidor. Después de todo, Moore es la
mano derecha de Atofe. No dice más que mentiras para poder amañar las cosas a favor de
Atofe. A pesar de lo que dijo, probablemente empezó a conspirar contra ti en el momento en
que te enfrentaste a ella".
No me fiaba del todo de lo que decía, pero probablemente tenía razón. Podría habernos
engañado, con la intención de acorralarnos cuando descubriéramos que el túnel subterráneo
era un callejón sin salida.
Moore, bastardo... No puedo creer que nos hayas traicionado.
Pero espera, incluso si nos hubiera engañado, al menos no nos atacó mientras estábamos
en la sala del trono. Y aunque Atofe parecía intimidarlo también, eso no significaba
automáticamente que estuviera de nuestro lado. Además, nos había proporcionado la hierba
que necesitábamos un memorándum con instrucciones, así que no era del todo malo. Quizá
la culpa era nuestra por despreciar sus buenas intenciones y tensar su relación con Atofe.
Debería haber entregado a Kishirika, haber rechazado de plano su oferta y haber vuelto a casa
a toda prisa. Tal vez eso hubiera agriado mi relación con Atofe, pero habría preferido eso a lo
que estábamos afrontando ahora.
"Si realmente es tan astuto como dices, ¿no habría sido mejor que nos capturara en la sala
del trono?" pregunté.
"Estamos hablando de Atofe. Le gusta perseguir a sus presas y acorralarlas ella misma".
Tiene sentido. Así que está preparando las cosas para ella. Esa clase de delicadeza era
probablemente importante para un hombre en su posición, sirviendo a un rey demonio como
Atofe. Aunque me preguntaba si los otros caballeros sabían de sus segundas intenciones.
"Así que lo que estás diciendo es que debemos hacer nuestro escape por encima de la
tierra, ¿verdad?"
"Efectivamente. El resto de su guardia debe estar ocupado con las inspecciones en este
momento".
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Así es, estaban realizando una inspección cerca de la entrada cuando entramos. Toda la
guardia personal de Atofe estaría reunida dentro del castillo ahora mismo, lo que significa que
la entrada no estaba vigilada.
"Pero teniendo en cuenta que nos dejaron llevarte, tal vez pensaron que nos darías esta
información y nos llevarías a la superficie. O tal vez, sin que lo sepas, han reparado ese túnel
subterráneo".
"Si lo estás pensando tanto, entonces no importa realmente qué camino elijas, ¿verdad?"
Cierto, era una apuesta de cualquier manera, adivinar qué ruta usaría el enemigo para
perseguirnos.
"Señorita Elinalise." Me dirigí a ella. "¿Cuál elegirías si fueras tú?"
"Si fuera por mí, ciertamente no elegiría la ruta que tiene una alta probabilidad de llevarnos
a un callejón sin salida".
"¿Zanoba?"
"Los espacios cerrados me resultan más fáciles de combatir".
"¿Y Cliff?"
"Yo también iría a la superficie. No me gustan los lugares oscuros".
Impresionante, vamos a ir con el voto de la mayoría entonces.
"De acuerdo, arriba será", declaré. "Señorita Elinalise, vaya al frente y llévenos directamente
al círculo de teletransportación. Zanoba y Cliff la seguirán justo detrás de usted, y yo iré en la
retaguardia. Zanoba y yo podemos llevar todo el equipaje".
Cogí la mochila y las plantas de Elinalise. Era mejor que Zanoba y yo lleváramos estas
cosas. No pasaba nada si yo iba cargado porque podía usar la magia, y la fuerza sobrehumana
de Zanoba le permitía soportar una carga pesada con facilidad.
"¿Y qué, por favor, debería hacer yo?" Preguntó Kishirika.
"En cuanto a usted, Su Majestad, Zanoba está llevando todo ese equipaje de todos modos,
así que ¿por qué no se sienta sobre él?"
"¡Muy bien!" Ella se posó obedientemente en su hombro.
Se suponía que era una broma... Pero da igual, ese es el lugar más seguro para ella de
todos modos.
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"¡Muy bien, nos vamos!"
Corrimos hacia la salida del castillo. Tan pronto como nos deslizamos fuera de él, una voz
furiosa surgió en la distancia.
"¡Mooooore! Tras ellos".
Si no estaba asustado antes, seguro que ahora lo estoy.
◇◇◇
La oscuridad se cernía sobre la ciudad mientras bajábamos por la calle principal. Por mucho
que quisiera fundirme en las sombras, toda la zona estaba demasiado iluminada. La luz que
salía de las paredes del cráter nos iluminaba.
Escoger la ruta de la superficie había sido la elección correcta. No había ni un solo soldado
con armadura negra a la vista, y ninguno persiguiéndonos. Kishirika había dado en el clavo.
Ahora mismo, los guardias probablemente estaban preocupados buscando en los túneles
subterráneos.
Si teníamos suerte, Atofe podría desistir de su persecución... pero eso no era probable.
Después de todo, habíamos llevado a Kishirika con nosotros. Eso sólo le dio a Atofe más
incentivos para seguirnos la pista.
Al separarnos de la calle principal, pasamos por el Gremio de Aventureros. Me pregunté si

Nokopara seguiría dentro. Nunca pensé que íbamos a dejar la ciudad tan rápido. Ya habíamos
pagado el alojamiento para la noche, y nuestra ropa seguía en nuestras habitaciones. Era un
desperdicio dejar esas cosas atrás, pero no eran tan importantes. Era mejor cortar por lo sano.
Al pasar por el mercado, en su mayor parte desierto, divisé el callejón en el que habíamos
teñido el pelo de Ruijerd. Entonces también acabamos huyendo de la ciudad. Era difícil creer
que volviera a ocurrir lo mismo. Sinceramente, no tenía más que recuerdos amargos de
Rikarisu.
Finalmente, llegamos a la gran grieta que hacía de entrada a la ciudad. Había un par de
guardias apostados allí, pero ningún soldado con armadura negra. Uno tenía la cabeza de un
lagarto, mientras que el otro tenía la cabeza de un cerdo. Nos miraron confundidos, pero nos
dejaron pasar.
El círculo de teletransporte no estaba lejos de las afueras de la ciudad. Dimos la vuelta al

perímetro del cráter.
"¿Oh? ¿A dónde vas?" Preguntó Kishirika.
"Hay un círculo de teletransporte en esta dirección. Es lo que usamos para llegar aquí".
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"Hm, no lo dices. ¡Es difícil de creer que algo así siga existiendo por aquí, pero entonces
aga-guk! Me mordí la lengua..."
Habíamos dejado un marcador en el suelo para guiarnos de vuelta cuando fuera el momento
de partir. No habría problemas para localizar el círculo. Estaba oscuro fuera de la ciudad, pero
la visión élfica de Elinalise nos guiaría. Sólo teníamos que girar a la izquierda en la marca,
escalar la pendiente, y entonces el círculo de teletransporte estaría justo delante de nosotros.
Al llegar a la marca, me detuve en seco. No tenía otra opción.
"Hmph. Te has tomado tu tiempo para llegar aquí".
Por encima de nosotros, en la pendiente, justo en la entrada del círculo de teletransporte,

estaba Atofe. La acompañaban no menos de diez de sus guardias. En ese momento me fijé
en el agujero que había en el suelo cerca de la entrada de nuestro círculo mágico. Tal vez
fuera la salida al túnel que corría bajo el castillo.
"Moore nunca deja de impresionar. Fue tal y como dijo. Me aseguraré de elogiarlo más
tarde", murmuró Atofe para sí misma.
¿Leyó nuestros movimientos?
No, no fue así. Consiguieron adelantarnos. No habían leído nuestros movimientos, sino
nuestro destino.
"B-bueno, seguro que has llegado aquí muy rápido, ¿no?" Dije torpemente.
"Hmph. Volar hasta aquí fue sencillo. Pude verte a ti y a tus camaradas fácilmente desde el
cielo". Mientras respondía, sus alas se movieron detrás de ella. "Parece que Moore también
nos alcanzó".
Miré por encima de mi hombro y un grupo de caballeros con armadura negra se dirigía hacia
nosotros. Deben haber rodeado también el borde del cráter. Mientras Atofe se abría camino
desde el cielo, diez de sus guardias habían tomado el pasaje subterráneo, y el resto nos
perseguía por la superficie.
Así que utilizaron todas las rutas a su disposición para perseguirnos.
Era obvio cuando lo pensabas. No eran el inspector Zenigata, así que tuvieron que dividirse
de esta manera. Si conocían nuestro destino, tenían todas las razones para comprobar todas
las rutas de escape posibles.
Los guardias se desplegaron detrás de nosotros. Estábamos rodeados. No había ningún

lugar al que pudiéramos huir. Nuestra única salida estaba sellada.
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"Moore, hiciste un trabajo espléndido. Todo salió como dijiste", dijo Atofe.
"Si estás tan satisfecha, espero que cumplas tu parte y hagas lo que te pedí".
"No". La respuesta de Atofe fue cortante y levantó una mano. Ante su gesto, los otros
caballeros desenfundaron sus espadas. "Ahora, entonces..."
El rey demonio se acercó a nosotros y desenfundó su propia arma. Mientras se alzaba por
encima de nosotros en la ladera, me apuntó con su espada y dijo: "¡Fwahahaha! ¡Soy el rey
Demonio Inmortal Atoferatofe Rybak! Si me superas, te declararé héroe. Si pierdes, serás mi
marioneta hasta el día en que respires por última vez".
La sonrisa de su rostro era salvaje, y de ella se desprendía una sofocante aura de sed de
sangre. A pesar de ser más baja que yo, ahora mismo parecía un titán de cinco metros de
altura.
Lo siento, Sylphie. Puede que no pueda volver a casa después de todo.
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Capítulo VIII – Enfrentamiento Con El Rey Demonio Inmortal
REY DEMONIO INMORTAL Atoferatofe era increíblemente famosa. Era la hija de uno de
los Cinco Grandes Reyes Demonios, el inmortal Necross Lacross, y se dio a conocer durante
la segunda Gran Guerra Humano-Demonio.
Atofe era un parangón de la raza demoníaca. Aunque carecía de inteligencia, poseía una
destreza y una resistencia demenciales en la batalla. Era temida como un rey demonio salvaje.
Sus subordinados compensaban sus carencias intelectuales con su fuerza, pero cuando se les
cortó la ruta de suministro durante la guerra, todos fueron aniquilados. Entonces fue capturada
por los humanos y sellada.
No fue hasta la Guerra de Laplace que Atofe revivió. Laplace fue quien le dio una nueva
vida, y ella se hizo un nombre como rey demonio, trabajando a su lado. Cuando ese conflicto
terminó, perdió ante el Dios del Norte Kalman y capituló.
Según una historia, el Dios del Norte Kalman dejó un hijo con el Rey Demonio Atofe, y fue
este heredero el que se convirtió en el Dios del Norte Kalman II. Otra sugería que el Dios del
Norte Kalman impartió la sabiduría de su técnica de la espada al rey demonio. Otra afirmaba
que el Rey Demonio Atofe fue quien enseñó al Dios del Norte Kalman II todo lo que sabía.
Si había que creer alguna de estas historias, entonces Atofe era un veterano curtido en la
batalla que había transmitido directamente las técnicas del fundador del Dios del Norte.
Además, su cuerpo también era inmortal. Luchar contra una mujer así sería una tontería.
◇◇◇
Atofe se presentó ante nosotros con su séquito de soldados con armadura negra. Nuestra
ruta de escape estaba sellada. A juzgar por su expresión, estaba ansiosa por salir, y tenía su
espada en la mano, preparada para la lucha.
"¡Vamos, voy a acabar con los cuatro a la vez!"
Atofe no hizo ningún movimiento para iniciar la batalla, sino que se limitó a levantar su
espada y a escudriñarnos. Lo decía en serio. Con el poder del que disponía, era perfectamente
capaz de dominarnos antes de que pudiéramos reaccionar, pero no lo hizo.
"Esta vez no me cogerás desprevenida", advirtió. "Me doy cuenta de las cosas
rápidamente". El fuego brilló en sus ojos cuando miró entre Zanoba y yo. Esta vez, estaba
totalmente preparada para la fuerza inhumana de Zanoba y mi magia eléctrica.
Nuestros ataques anteriores no habían dejado señales de daño. Zanoba prácticamente le

había destrozado el cráneo, pero ahora su cabeza estaba perfectamente intacta. Sin embargo,
su vigilancia indicaba que nuestros esfuerzos habían sido lo suficientemente efectivos.
"Adelante. Inténtalo de nuevo. Esta vez, me lo sacudiré".

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Parecía confiada.
Tenía la sensación de que evadiría nuestros ataques. El estilo del Dios del Agua permitía a
una persona contrarrestar los ataques mágicos. No sabía mucho sobre el estilo del Dios del
Norte, pero, por otra parte, ella era un rey demonio. Estaba seguro de que mi magia no tendría
mucho efecto sobre ella esta vez.
He activado mi ojo demoníaco, pero ¿ver un segundo en el futuro me servirá de algo contra
un oponente como ella?
Mientras debatía cómo manejar esto, decidí que crear una apertura era mi mejor opción.
¿Pero qué hago después? E incluso si creo una apertura, ¿funcionará mi magia contra ella?
Ni siquiera el más poderoso Cañón de Piedra que pudiera reunir era suficiente para matar
completamente a Badigadi. Además, Atofe estaba preparada para mi ataque. Si ella se
defendía, mi magia no...
"Rudeus". Elinalise me susurró de repente al oído. "Al menos colemos a Cliff para que pueda
teletransportarse fuera de aquí".
Miré a Cliff. Estaba mirando valientemente a Atofe, pero le temblaban las piernas. Sería
inútil en la batalla.
"Si lo enviamos con las hojas de té, las plantas y el memo, debería tener lo suficiente para
salvar a Nanahoshi", continuó Elinalise.
"Sí, tienes razón".
Ella tenía razón. Esta era nuestra mejor opción. Teníamos que salvar a Nanahoshi. Esa era
la razón por la que habíamos venido aquí. Nada era más importante que lograr nuestro
objetivo. Aun así, todavía quería llegar a casa con vida.
No, incluso si soy derrotado, probablemente no moriré. Sólo que no podré ver a mi familia
durante al menos una década, y estoy seguro de que no quiero eso.
"También podríamos llamar a los refuerzos. Estoy seguro de que Perugius ha tenido tratos
con Atofe en el pasado. Seguramente nos ayudaría".
Perugius y sus doce familiares... eso sí que es una idea. Tal vez podríamos conseguir que
nos apoyara. Teniendo en cuenta la arrogancia con la que actuaba, seguro que tenía suficiente
poder para luchar contra Atofe.
"Muy bien", dije, "hagámoslo. ¿Crees que puedes convencer a Cliff?"
"Lo intentaré". Elinalise se deslizó hacia él.
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Los tres -Zanoba, Elinalise y yo- podríamos crear una abertura para que Cliff se deslizara y
se teletransportara de vuelta a la fortaleza. Mientras él convencía a Perugius para que viniera
a salvarnos, nosotros tendríamos que resistir a Atofe. Suponiendo que Cliff tuviera éxito,
Perugius vendría entonces a rescatarnos.
Pero ¿funcionaría eso? ¿Podríamos realmente aguantar tanto tiempo? ¿Y podría Cliff
convencer a Perugius para que nos ayude? Si Cliff tardaba demasiado, podríamos perder y
vernos obligados a firmar un contrato de todos modos. Sin embargo, si Cliff volvía, al menos
Nanahoshi se salvaría. Esa era la razón de nuestro esfuerzo. Pero también quería volver a
casa.
Ah, mierda. A estas alturas sólo estoy dando vueltas a la cabeza.
Tomé aire y me dije a mí mismo: "Calma".
En primer lugar, debíamos inmovilizar a Atofe durante un breve periodo de tiempo. Durante
esa ventana dispersaría a los otros caballeros con mi magia para que Cliff pudiera escapar.
Dependiendo de cómo se desarrollarán las cosas, el resto de nosotros podría incluso huir con
él.
Muy bien, hagámoslo entonces.
Puede que no seamos capaces de vencer a Atofe, pero sí podemos vencer a su guardia
personal.
Hagámoslo. Hagámoslos pedazos, asesinémoslos a todos. Si eso es lo que se necesita

para que yo llegue a casa, lo haré. ¡Bien, puedes hacerlo, Rudeus! Esta vez no vas a ser todo
palabras y nada de acción. ¿Entendido?
"No tema, Maestro. Incluso a costa de mi vida, mantendré al Rey Demonio Atofe en su sitio".
Zanoba tenía nervios de acero, y estaba perfectamente calmado. Eso era tranquilizador. ¿Por
qué siempre se las arreglaba para sonar tan heroico en estos momentos? ¿Era una especie
de obra de teatro o algo así? Si yo fuera una mujer, él me arrasaría.
Cerca de allí, Cliff y Elinalise cuchicheaban.
"El problema es que no sé si podré dejarlos atrás. Mis piernas no son terriblemente rápidas,
especialmente si tengo que llevar todo eso conmigo..."
"Rudeus y yo detendremos a cualquier perseguidor que tengas", prometió Elinalise,

manteniendo la voz baja. "Sólo no mires atrás y no te des tiempo a pensar. Cuenta tus pasos
y corre tan rápido como puedas. Intenta no tropezar".
"Pero debería unirme a ustedes en la batalla-"
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"No podemos ganar, ni siquiera con los cuatro. Necesitamos que pidas refuerzos. Ese es tu
deber en esta lucha, y es uno extremadamente importante."
"De acuerdo... Sí, lo entiendo. "
Había treinta zancadas hasta el círculo de teletransporte desde aquí. No tan cerca, pero
tampoco tan lejos. Si Cliff corría con todo lo que tenía, sería capaz de llegar.
Al cabo de uno o dos minutos, Elinalise regresó y dijo: "De acuerdo, le he convencido".
Miré a Cliff. Asintió, con la mirada decidida de un hombre dedicado a cumplir con su deber,
y no la de un hombre que huye de la batalla. Elinalise había hecho bien en decirle que su papel
era clave en la lucha. Siempre fue la que mejor habla. No habría sido capaz de convencerlo
tan fácilmente.
"Zanoba y yo distraeremos a Atofe y crearemos una apertura", dijo Elinalise. "Rudeus,

aprovecha esa oportunidad para desactivar a los guardias de los alrededores".
"Entendido."
Con eso, nuestro camino estaba establecido. Nos giramos para mirar a Atofe.
Ella todavía tenía su espada lista mientras nos miraba. "¿Crees que puedes vencerme?"
No había enemigos detrás de ella, pero estábamos en una pendiente y el suelo bajo
nosotros era inestable. Me preocupaba si Cliff podría realmente pasar corriendo sin caerse. Lo
único que podíamos hacer era creer en él.
"Zanoba, señorita Elinalise, haré el ataque inicial con mi magia".
"Suena bien".
Me volví hacia Atofe y levanté mi bastón. Iba a usar mi viejo y práctico Cañón de Piedra. Tal
vez Rayo fuera una mejor elección, ya que era una magia de nivel de Rey con la mejor potencia
de fuego cuando se enfrentaba a un solo oponente, pero a esta distancia, podríamos quedar
atrapados en el hechizo. Quería evitar ser un completo idiota y aniquilarnos con mi propia
magia.
"Uf..." Exhalé antes de concentrar mi maná en el báculo.
Atofe se quedó quieta. Ya sabía que podía usar la magia sin recitar ningún conjuro, pero no
hizo ningún movimiento para interrumpirme. Eso me vino de maravilla.
Mi ojo previsor leyó sus movimientos: Atofe desviará mi Cañón de Piedra con su espada.
La gente decía que mi Cañón de Piedra tenía un nivel de magia increíblemente alto, pero ni
siquiera eso iba a funcionar contra Atofe.
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¿Quizás Eléctrico funcionaría mejor? Pero ¿realmente puedo usar un hechizo con el que
ella está más en guardia?
"Maestro, le juro que seguiré cualquier ataque que desencadene, así que por favor tenga fe
en mí". Zanoba me miró fijamente, con los ojos rebosantes de confianza.
"...Sí". Me tranquilizó oírle decir eso. Estaba claro que tenía algún tipo de plan. En ese caso,
le seguiría la corriente. "¡Muy bien, entonces aquí vamos!"
"¡Sí, Maestro!"
Solté mi Cañón de Piedra después de cargar todo el maná que pude en él. Un sonido agudo
dividió el aire mientras corría hacia Atofe.
"¡Veo a través de tu ataque!"
Dejó una imagen posterior al reaccionar. Aunque llamarlo imagen posterior era una
exageración; apenas movió el brazo, cambiando ligeramente la dirección de su espada. En
ese instante, mi Cañón de Piedra conectó con su arma, enviando chispas por todas partes. Mi
ataque fue desviado, pasando por encima de Atofe y chocando contra una roca de la ladera.
Unas enormes columnas de arena salieron disparadas.
Lo sabía. Ese hechizo no sirve contra ella.
"¡Graaaaaaah!"
Zanoba lanzó algo contra Atofe.
"¡Gwaaaahaa!"
La cosa que lanzó gritó mientras se lanzaba hacia Atofe. Esta última preparó alegremente
su espada para cortarlo. "Tus ataques son fútiles, ¿no?"
Justo cuando Atofe estaba a punto de cortar el proyectil, se congeló. Un segundo después,
la golpeó en la cara.
"¿¡Fwah!?"
"¡Uf!"
Kishirika estaba pegada a la cara de Atofe. Ella había estado montada en el hombro de
Zanoba sólo momentos antes.
"¡Qué asco! ¡Hueles a mierda! Al menos báñate, imbécil". Atofe aulló.
"¡Disculpa, no es que quiera...!"
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Atofe no dejó que Kishirika terminara. Le quitó el potente olor a emperadora demoníaca de
la cara y la lanzó por los aires. Kishirika cayó en picado, aterrizando en el suelo justo fuera de
nuestro radio de combate.
"Qué asco. ¿En qué estabas pensando al lanzar algo así a...?"
Mientras Atofe gritaba exasperada, Zanoba cerró el puño y cargó contra ella. Elinalise se
deslizó detrás de él, escondiéndose en su sombra.
Mierda.
Podía ver a dónde iba esto.
"Así que te has colado entre mis defensas. Me gusta tu espíritu".
"¡Haaaaah!" Zanoba lanzó su puño. La fuerza que tenía era suficiente para ponerme los
pelos de punta. Su puñetazo cortó el aire mientras se acercaba a su cara. Atofe intentó desviar
el golpe con su guantelete...
"¿¡Gah!?"
...pero no lo consiguió. Su puño se estrelló contra su guante, haciéndola tropezar mientras

su armadura se deformaba bajo la fuerza de su golpe.
"¡Haaah!"
Zanoba siguió con otro golpe. Dio un gran paso y dirigió un puño hacia su torso.
"¡Débil!" gruñó Atofe.
Sus ataques no fueron suficientes para obligarla a retroceder. Incluso con la incómoda
postura en la que se encontraba, se las arregló para blandir su enorme espada. Un fuerte
chasquido resonó cuando sus piernas se doblaron y clavó toda la fuerza de su espada en el
torso de Zanoba.
"¡Guh... uuurgh!" La cara de Zanoba se contorsionó de dolor mientras caía sobre una rodilla.
Ni siquiera mi Cañón de Piedra fue suficiente para hacerle retroceder, pero con un solo ataque,
ella le había obligado a caer al suelo.
Atofe lo miró fijamente y resopló. "Tienes un cuerpo impresionante, pero no olvides que no
existe la defensa perfecta. Mi marido, Kal, fue el que... ¡gah!"
"¡Ja!"
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A mitad de su discurso, Elinalise salió de detrás de Zanoba, utilizando su espalda como
punto de partida. Su ataque, respaldado por la fuerza centrífuga, cortó el aire al conectar con
el cuello desnudo de Atofe. Su espada fue desviada con un ruidoso sonido. Ninguna piel haría
ese sonido. Atofe debía estar usando el Aura de Batalla para protegerse.
"¡Aún no he terminado!"
Tan pronto como Elinalise se dio cuenta de que eso no funcionaría, retrocedió. Acercó su
escudo mientras redoblaba sus esfuerzos, empujando con su arma. Ondas de choque
invisibles surgieron en la dirección de Atofe.
"¡Hmph!"
Atofe ni siquiera se inmutó. Sólo frunció las cejas en señal de disgusto, como si se le hubiera
metido arena en el ojo. "¡Tu espada es demasiado débil! Ves, así es como lo haces". Atofe se
inclinó desde sus caderas y blandió su enorme espada contra Elinalise. Esta última dio un paso
atrás en un intento de esquivar, pero-
"¿¡Khh!?"
Elinalise levantó su escudo en el último segundo. Al instante siguiente, resonó un profundo

sonido y Elinalise salió disparada por los aires. Rodó por el suelo sembrado de rocas y volvió
a ponerse en pie de un salto, como un gato. El miedo brillaba en sus ojos. Su ataque había
sido ineficaz.
Atofe había creado ondas de choque sólo con su espada. Si Elinalise no las hubiera
bloqueado con su escudo, podrían haberla atravesado.
"Tu juego de piernas es impresionante, lo reconozco", dijo Atofe. "Si te entrenas conmigo,
podrías..."
"¡Graaaaaah!" Zanoba se levantó de un salto, abriendo los brazos mientras cargaba contra
Atofe. "¡Aaaah!" La rodeó con sus brazos por delante, atándola en su sitio, y luego la levantó
hasta que sus pies ya no tocaron el suelo.
"Hmph, bastardo, ¿no tienes vergüenza? Poniendo tus brazos alrededor de mí como...
¡guh!"
Sus brazos eran como un vicio que la apretaba. La sangre negra salió a borbotones de la
boca de Atofe. ¡Aparentemente, este tipo de ataque era efectivo! Bueno, ella seguía siendo un
rey demonio inmortal. Cualquier daño que sufriera sería seguramente temporal.
"¡Maestro, ahora!"
"¡...!"
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Sus palabras me devolvieron a la realidad. Tenía a Atofe sujeto. Esta era nuestra
oportunidad.
"¡Cliff, vete ya! ¡Corre!" Vertí todo mi maná en mi bastón. Utilizaría un ataque total en la zona
y derribaría a todos los soldados enemigos.
"¡Bien!"
Cuando Cliff empezó a correr, los caballeros cercanos se pusieron en guardia y prepararon
sus espadas. Lamentablemente para ellos, ya era demasiado tarde.
"¡Nova de escarcha!"
Un escalofrío surgió de mi bastón. El suelo crepitó al congelarse, y los dedos helados se

dirigieron hacia los caballeros que nos rodeaban.
"¡Ah!"
"¿¡Guh!?"
Mientras la confusión se apoderaba de ellos, mi hechizo bloqueó sus pies. Nuestra victoria
estaba asegurada. Los había cogido a todos con la guardia baja; no tenían oportunidad de
librarse de mi ataque.
O eso creía. Una voz sonó: "...las llamas furiosas consumen mi cuerpo. Quemad en el lugar".
Una ola de calor se derramó desde un hombre, envolviendo a los demás. Ese calor comenzó
a contrarrestar mi Nova de escarcha. Al hombre que había lanzado el hechizo le salía vapor
de los brazos mientras descongelaba el hielo.
Así que era Moore...
El viejo capitán de los caballeros había comenzado su cántico en el momento en que levanté
mi bastón, lo que le permitió contrarrestar mi hechizo sólo unos segundos después. Me
sorprendió la cantidad de poder mágico que poseía, así como la rapidez con la que terminó su
conjuro. No me había esmerado con ese hechizo. Sin embargo, su magia sólo consiguió
liberarlo a él y a los dos guardias más cercanos. Los demás quedaron completamente
encapsulados en hielo. Todavía había una gran diferencia en nuestro poder mágico, y yo había
ganado esa batalla.
Y ahora he matado por primera vez.
"Estoy impresionado por el poder mágico que posees, al ser capaz de congelarnos a todos.
¡Todos, reciten el conjuro para Quemar en el lugar!"
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"¡Como usted lo ordene! Espíritu del Fuego que preside todas las cosas entre el cielo y la
tierra..."
Mientras Moore gritaba, los otros hombros comenzaron a recitar el hechizo desde el interior
del hielo en el que estaban atrapados.
No están muertos. Ninguno de ellos ha muerto.
Tuvo que ser la armadura. Quizás les daba una resistencia natural a la magia del agua.
Bueno, mierda.
"Grrr..." Atofe gruñó mientras Cliff se deslizaba junto a ella. "¡More, no dejes que se escape!"
"¡Entendido!"
A la orden de Atofe, Moore entró en acción. Unos segundos después, los otros dos
caballeros más cercanos a él consiguieron descongelar sus gélidas prisiones y se lanzaron
tras él.
"¡Como si te dejara pasar!" Elinalise se lanzó delante de los dos, cortándoles el paso.
"¡Rudeus! Llévatelo tú".
Moore persiguió a Cliff sin mirar atrás. Se movía rápidamente para un hombre con armadura.
Mientras tanto, Cliff llevaba una enorme carga al hombro. Sólo había unos siete pasos entre
ellos.
Giré mi bastón hacia Moore. "¡Cañón de Piedra!"
Moore usará el Muro de Tierra para intentar bloquear mi Cañón de Piedra.
No hay problema. Todavía puedo hacerlo. Vertí todo el maná que pude en mi báculo y liberé
mi hechizo.
"¡Muro de Tierra... gah!"
Mientras Moore seguía corriendo, lanzó su mano hacia mí mientras intentaba recitar su
conjuro, pero mi Cañón de Piedra atravesó su brazo como una especie de láser. Su apéndice,
junto con la armadura que lo cubría, salió disparado por los aires. La pérdida de esa extremidad
le hizo trastabillar, pero no abandonó su persecución.
"¡Concededme vuestro poder, Espíritus del Agua! ¡Niebla Profunda!" Moore recitó otro
hechizo, creando una niebla que lo envolvía. Al parecer, pretendía utilizarla como cortina de
humo para esquivar mi Cañón de Piedra.
Aun así, puede realizar esos conjuros con bastante rapidez. Ha aprendido a reducir sus
cánticos considerablemente, al igual que Roxy.
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"¡Ráfaga de viento!"
La ráfaga que desaté dispersó la niebla, pero Moore permaneció impertérrito. No mostró
signos de perder la concentración mientras perseguía a Cliff. Quizás esa armadura negra suya
también le proporcionaba resistencia contra los hechizos de viento.
¿Y ahora qué? Sólo le separaba una corta distancia de Cliff. No me quedaban muchas más
oportunidades.
Mientras me devanaba los sesos en busca de ideas, mi Ojo de Previsión me dijo lo que iba
a ocurrir a continuación.
Moore va a empezar a cantar un hechizo mientras sigue corriendo tras Cliff.
"Espíritus de las tierras estériles, respondan a mi llamado y entréguenme..."
"¡Magia perturbadora!" Había practicado esto con Sylphie innumerables veces. La magia
salió disparada hacia Moore e interrumpió el hechizo que había estado tratando de lanzar.
"¡Imposible! ¿Problemas con la magia?" Sorprendido, Moore bajó la mirada a su mano. Aun
así, siguió corriendo. Ahora sólo había cinco pasos entre él y Cliff.
"¡Calma!"
En rápida sucesión, le lancé otro hechizo con la mano izquierda para cortarle el paso. Usar
la magia a la que estaba más acostumbrado fue una buena decisión. Puede que mi oponente
sea un veterano, pero las habilidades de combate que había cultivado a lo largo de los años
seguían funcionando en su contra. Además, había pasado por simulaciones como ésta cuando
practicaba.
"¡Grrr!"
El suelo entre Cliff y Moore se convirtió en un pantano. El barro tenía la consistencia de un

pegamento, se pegaba a los pies de Moore. Aunque parecía que eso sería suficiente para
detenerlo...
"¡Dios desconocido, responde a mi llamada y eleva la tierra hacia los cielos! ¡Lanza de
Tierra!" Moore lanzó un hechizo a sus pies. Un bloque de tierra se elevó, y lo utilizó como punto
de partida para volar sobre mi Quagmire.
"¡Khh!"
No se detuvo. Simplemente siguió moviéndose. Todo lo que le lanzaba, lo contrarrestaba o

lo resistía.
Así que estas son las habilidades de un mago veterano...
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"¡Rudeus, ayuda a Cliff! ¡Deprisa!" Elinalise llamó desde atrás mío.
"¡Lo sé!" Le lancé una breve mirada. Estaba enzarzada en una batalla con los soldados que
habían estado junto a Moore. Eran dos contra uno. Ella no era su objetivo, pero era todo lo que
Elinalise podía hacer para mantenerlos preocupados.
"¡Suéltame, maldita sea! Ahora mismo. ¿No tienes vergüenza como hombre? ¡Deja de
aferrarte a mí! Al menos intercambiemos los puños". rugió Atofe.
Zanoba respondió: "¡Aunque me mates, no te dejaré ir!"
Atofe ya le había dado un cabezazo. La mantuvo agarrada con fuerza incluso cuando la
sangre brotaba de su frente.
Mientras tanto, los otros caballeros se estaban descongelando lentamente. El vapor llenaba
la zona.
"Khh..."
¿Qué podía hacer para despistar a Moore de su persecución? Era fuerte, y tenía mucha
más experiencia en la lucha contra la magia. Los hechizos normales no habían funcionado
contra él. ¿Debería lanzarle algo más poderoso?
No. Aunque un hechizo poderoso detuviera a Moore, sería inútil si Cliff quedaba atrapado
en la explosión. Además, Moore era increíblemente bueno respondiendo a cualquier cosa que
le lanzara, y también tenía esa estúpida armadura...
"¡...!"
Fue entonces cuando me di cuenta de que el suelo debajo de mí estaba mojado, resultado
de la Nova de Escarcha que había usado hacía unos momentos. Los soldados habían utilizado
Quemar en el lugar para derretir el hielo que había hecho, y ahora el suelo estaba encharcado.
Moore no era una excepción, ya que había sido el primero en descongelarse. Por supuesto,
Elinalise y yo también teníamos agua a nuestros pies.
Si Atofe nunca había visto ese tipo de magia, seguramente Moore tampoco. Por muy
experimentado que fuera, no sería capaz de contrarrestar un hechizo que nunca había visto.
Aunque si lo usaba, todos nosotros -Elinalise, Zanoba y yo incluidos- seríamos golpeados por
él. Sólo Cliff quedaría ileso. Él estaba fuera del radio de mi hechizo. Estaría bien.
Tomé mi decisión en ese instante. Sin dudarlo.
"¡Electricidad!"
Vertí suficiente maná en el hechizo para aturdir a todos sin matarlos.
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La electricidad salió disparada de mi mano. Crepitó en el aire mientras envolvía la zona
antes de golpear el suelo. Atravesó el agua y golpeó a todos los que estaban cerca.
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"¡Gyaaaah!"
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"¡Aaaah!"
"¡Oooooh!"
El humo se elevó de los caballeros de armadura negra mientras se desplomaban. Todo el

mundo fue sorprendido por la conmoción, incluyendo a Elinalise, Zanoba, Atofe, los otros
soldados, Moore y yo.
"¡Uf! ¡Gahh!"
Me atravesó el cuerpo, recorriendo mi columna vertebral y mis articulaciones. Cada parte

de mí parecía doblarse en la dirección equivocada. No había usado suficiente maná para
matar, así que sabía que saldría vivo de esto. Pero eso no impidió que la oscuridad se tragara
mi visión mientras perdía el conocimiento.
◇◇◇
Cuando volví en mí, estaba tirado en el suelo. Recordaba haberme desmayado, pero no
había durado más de dos segundos. Todo mi cuerpo estaba paralizado. Al menos tenía mi
visión.
¿Qué le había pasado a Cliff?
Levanté la cabeza.
Moore estaba de rodillas, con el humo saliendo de las grietas de su armadura. Tenía una
mano extendida hacia Cliff, y pude escuchar débilmente cómo murmuraba lo que supuse que
era un conjuro.
Tengo que usar la magia perturbadora... No, no llegaré a tiempo.
Concentré maná en mi brazo izquierdo. Aunque el derecho estaba entumecido por el golpe,
mi mano protésica aún podía moverse. Desplegué mis dedos y lancé un hechizo desde mi
palma.
"¡Atadura de viento!" Moore gruñó.
"¡Brazo, Absorber!"
El látigo de aire que Moore conjuró desapareció en un instante.
"¿¡Qué!?" La cabeza de Moore se sacudió en mi dirección. No pude ver su expresión a

través del casco, pero su sorpresa era evidente.
Cliff no miró hacia atrás. Estaba a sólo tres pasos del círculo mágico. Nadie podía atraparlo.
Gracias a mi magia, ni siquiera podrían intentarlo aunque quisieran.
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Mi hechizo también había paralizado a Atofe. Sus ojos estaban muy abiertos, mirándome
fijamente como un tigre. "Bastardo, realmente nos has atrapado. Qué magia más rara has
utilizado".
Permanecí en silencio.
"Aun así, es algo que me hace ilusión. No puedo esperar a que seas mi subordinado.
Kehehe. He estado deseando un mago como tú. Cuidaré bien de ti, lo prometo. Kehehe..." Me
sonrió maníacamente.
Le devolví la mirada, sin inmutarme.
Al ser un demonio inmortal, estaba seguro de que se recuperaría más rápido que yo. Ya no
habría escapatoria. No podríamos resistirnos a ella. Zanoba estaba fuera de combate. Aunque
todavía tenía los brazos rodeando a Atofe, parecían dispuestos a ceder en cualquier momento.
Dada su baja tolerancia al dolor, probablemente estaría inconsciente durante un tiempo.
Esto... era el fin.
"..."
Miré a Elinalise. Todo su cuerpo temblaba mientras intentaba ponerse en pie.

Probablemente había recibido la misma cantidad de daño que yo, pero no iba a dejar que eso
la detuviera. Todavía no se había rendido.
Una vez que te rindes, todo se acaba. El entrenador de pelo blanco en Slam Dunk también
lo dijo.
Con un poco de esfuerzo, podría hacer lo mismo.
Vamos, hagámoslo. Volvamos a casa. Quiero volver. Tengo que hacerlo.
Y cuando llegara a casa, hm... tal vez tendría un poco de tiempo sexy con Sylphie. Y con
Roxy también, por supuesto. También quería abrazar a la pequeña Lucie. Además, prometí
enseñarle a Norn espadas y magia, y estaba deseando comer el arroz de Aisha. Lilia tenía una
gran carga sobre sus hombros, cuidando de mi madre. Sin embargo, seguro que Zenith
acabaría recuperando la memoria. Cuando lo hiciera, podríamos ir juntos a visitar la tumba de
mi padre.
Sí, así es. Seguiremos sonriendo juntos, como siempre lo hemos hecho.
Mi vida en este mundo era tan increíblemente agradable. Tenía que protegerla. Tenía que
hacerlo.
Bien, puedo hacerlo. Muévete, Rudeus. No me importa si es sólo tu brazo; al menos puedes
usar magia.
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¿Y mi bastón? ¿A dónde fue a parar? Lo necesitaba para usar mis hechizos.
Ah, ahí está.
Resulta que me había tumbado encima de él.
Lo siento, Aqua Heartia. Estoy seguro de que debo haber sido pesado.
De todos modos, podía hacerlo. Sólo tenía que aguantar hasta que llegara la ayuda. Eso
era todo. No había necesidad de ganar.
Por favor, Maestro Cliff. Sé que probablemente odia a Perugius, pero se lo ruego, por favor,
persuádalo. No me importa si no puedes hacerlo inmediatamente, pero si al menos pudieras
enviar algún refuerzo dentro del año, sería genial.
"¿Qué?" Elinalise soltó un grito ahogado.
Levanté la cabeza y seguí su mirada. Cliff acababa de llegar a la entrada de las ruinas
subterráneas, donde se topó con uno de los soldados con armadura negra.
"No puede ser".
¿Uno de ellos había estado allí dentro todo este tiempo?
"Ah..."
¿Por qué no había considerado esa posibilidad? Esa brecha era bastante obvia. Por muy
estúpida que fuera Atofe, por supuesto que investigaría las ruinas.
Una oscuridad se extendió dentro de mí. La emoción que me invadió era una con la que
estaba muy familiarizada: la desesperación. Me dieron ganas de gritar, de desplomarme de
cansancio. No volvería a ver a Sylphie ni a Roxy. En cambio, tendría que entrenar con ese
idiota de rey demonio hasta el día de mi muerte. Mientras me resignaba a mi destino, toda la
fuerza de mi cuerpo me abandonó.
En ese momento, una voz sorprendida gritó.
"¿¡Qué...!?"
No era yo. No era Elinalise ni Zanoba. Tampoco era Moore.
Era Atofe. Ella era la que respiraba entrecortadamente mientras miraba fijamente en
dirección a Cliff.
"Ah, Lady Atofe..." El caballero con armadura pasó junto a Cliff, cojeando hacia la ladera.
Algo en él era... extraño. "El círculo mágico de allí conduce a Peru..."
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En el siguiente instante, algo atravesó su cuerpo horizontalmente. Se dividió en dos. El
individuo brillante que apareció detrás de él tenía el pelo plateado, pequeñas pupilas doradas
y ropas blancas cubiertas de motas de sangre.
"Rey Demonio Inmortal Atoferatofe, ¿hm?" El hombre que apareció en la entrada de las
ruinas hablaba con fluidez la lengua de los demonios. "Nunca hubiera esperado que estuvieras
aquí. Aunque consideré que algo así podría ocurrir cuando conecté mi círculo de teletransporte
con el que está aquí junto a Rikarisu".
Varias personas le seguían. Dos que reconocía eran Arumanfi el Brillante y Sylvaril del
Vacío. Todavía no había aprendido los nombres de los demás, pero eran seis en total.
"Tus sucios soldados han manchado mi fortaleza con su sangre".
Ah, eso tiene sentido. Atofe llegó aquí antes que nosotros. Debió encontrar la entrada a las
ruinas y ordenó a sus soldados que entraran a buscar. Los que encontraron el círculo de
teletransportación sin duda habrían entrado para ver lo que había al otro lado. Así, los
demonios entraron en la fortaleza flotante de Perugius.
"¡Peeerugiuuuus!" aulló Atofe.
El mismísimo Rey Dragón Acorazado se presentó ante nosotros.
◇◇◇
En el momento en que Atofe vio a Perugius, el ambiente que la rodeaba cambió. La

hostilidad que rezumaba de ella no se parecía a nada que hubiéramos visto antes. La forma
en que mostraba sus colmillos y miraba con desprecio casi me hizo preguntarme si él había
asesinado a sus padres o algo así.
"¡Perugius, bastardo!"
Aunque su cuerpo seguía entumecido por la conmoción, Atofe se levantó y empujó a

Zanoba. Su cuerpo cayó, completamente inerte. Lo ignoró mientras mantenía su mirada fija en
Perugius. Sus alas empezaron a batir rápidamente mientras concentraba su fuerza en las
piernas e intentaba lanzarse hacia adelante, pero sus rodillas cedieron.
"Hah, hah... "
Perugius le devolvió la mirada, con los labios rotos en una sonrisa encantada. "¿Oh? Esta
es una sorpresa muy agradable, Atoferatofe. ¿Has vuelto a bajar la guardia? Eso parece ser
algo a lo que tu tribu de demonios inmortales es propensa".
"Así que esta gente... eran tus secuaces, ¿eh? Este truco tuyo... ¿fue todo para que pudieras
matarme? ¿Qué pasó con el juramento que le hiciste a Kal?"
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Perugius se río mientras la miraba por debajo de su nariz.
Dominada por la ira, Atofe le gritó. Moore intentó acercarse a ella, con los pies inseguros,
pero no fue capaz de alcanzarla. Los únicos que salieron indemnes de mi hechizo fueron
Perugius y sus familiares, así como Cliff.
La forma en que Perugius miraba a Atofe era como la de un tigre fijado en su presa favorita.
"No me malinterpretes", dijo. "Estas personas querían salvar a su amiga, por lo que solicitaron
mi ayuda. Eso es todo".
"¡No te atrevas a mentirme! ¡Graaaah!"
"Mantendré la promesa que le hice a Kal. Él era mi mejor amigo".
"¡Puede que los dos hayan sido amigos, pero sigo odiando tus entrañas!"
Tras una larga pausa, Perugius respondió: "Yo también detesto a la gente como tú. Eres
una tonta que no atiende a razones". Levantó ambos brazos, con las palmas de las manos
hacia arriba.
El rostro de Atofe palideció. "N-no, no lo harías..."
Ignoró sus protestas y comenzó a cantar. "Este dragón sólo vive para servir. Sus garras son
tan largas y afiladas que nunca puede apretar la mano..."
Sentía que ya había escuchado esto en alguna parte.
"Cuando la rabia lo consume, no puede cerrar el puño. Aunque sus garras se rompan y sus
colmillos se caigan, ¡pronto te darás cuenta de la emoción que consume a este fiel dragón
cuando abandona su devoción!"
Perugius mordió cada palabra, una por una. Al hacerlo, el maná cercano se aglutinó a su
alrededor.
"Oh general de los dragones, tú que fuiste el tercero en morir, cuyos ojos eran los más
agudos, cuyo cuerpo estaba cubierto de escamas blancas, yo, Rey Dragón Acorazado
Perugius, te convoco".
Cuando me di cuenta de lo que estaba ocurriendo, Atofe estaba rodeada por dos puertas
que la separaban del resto de nosotros. Ambas tenían dragones minuciosamente tallados y
estaban muy ornamentadas. Uno era de plata, mientras que el otro era de oro. Salieron del
suelo mientras Perugius continuaba con su conjuro.
"Abre, Wyrmgate trasero. Abre, Wyrmgate frontal".
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Tal como lo ordenó, se abrieron de golpe. Algo salió de la derecha y se filtró en la izquierda.
No era viento. Era algo que no se podía ver a simple vista, algo que conocía bien.
Mana. Invocó esas puertas para absorber maná.
Mi propio poder mágico estaba siendo succionado. No fue la misma experiencia que tuve
con Orsted. El drenaje fue más rápido esta vez, más intenso, ya que minó mi resistencia.
"No, Lady Atofe, por favor corra..." Moore, que se había arrastrado hacia nosotros, se
derrumbó por completo.
Las piernas de Atofe seguían temblando violentamente bajo ella mientras inmovilizaba a
Perugius con la mirada. "¡Perugiuuuus!"
Su cuerpo parecía más pequeño que antes. Tal vez esas puertas estaban absorbiendo el
Aura de Batalla que ella había envuelto.
"¿¡En serio piensas romper tu juramento!?"
"No lo romperé. Sin embargo, esta es una oportunidad extremadamente rara que no puedo
dejar pasar". Perugius levantó su mano derecha. Se había vuelto blanca, irradiando una luz
tan brillante que bañaba toda la zona. "Golpe del Dragón Acorazado, Primer Golpe".
Dejó caer la mano. Toda la luz atravesó a Atofe.
"¡No olvidaré esto, Perugiuuuus!" Todo su cuerpo se congeló en el lugar. El tiempo pareció
detenerse por un segundo, y luego fue lanzada por el aire. Su cuerpo se partió por la mitad
mientras caía fuera de la vista.
"Hmph. De todos modos, no es que eso te vaya a matar", murmuró Perugius para sí mismo.
Habiendo perdido el interés, giró sobre sus talones para marcharse. "Sylvaril, recoge a los
otros cuatro y atiende sus heridas".
"¿Y qué pasa con los otros soldados?"
"Dejadlos".
"Veo que la Gran Emperatriz del Mundo Demoníaco, Kishirika, también está entre ellos".
En la esquina de mi visión, Kishirika estaba derribada en el suelo. En el momento en que

Sylvaril la mencionó, se movió en su sitio. Aparentemente, ella también había sido golpeada
por mi ataque eléctrico.
Lo siento.
"Déjala también".
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"Como usted ordene".
Aparentemente, iba a pasar por alto a Kishirika. Gracias a Dios.
"Uf". Mientras Sylvaril y los demás se acercaban, respiré aliviado.
Estamos salvados.
◇◇◇
Después, los familiares de Perugius nos ayudaron a volver al círculo de teletransporte.

Todos tuvimos que usar sus hombros para apoyarnos mientras caminábamos, excepto Cliff,
por supuesto. Él habló con Kishirika mientras los familiares nos atendían. Cuando miré en su
dirección, Kishirika estaba cacareando para sí misma mientras desaparecía en la distancia,
libre de nuevo. La próxima vez que la viéramos, esperaba que nos resultara más fácil
encontrarla... pero eso no era realmente importante ahora.
Cuando todos nos teletransportamos de vuelta a la fortaleza, Sylvaril cortó la conexión entre
su círculo y el que estaba cerca de Rikarisu. Ya no había camino de vuelta al Continente
Demoníaco.
◇◇◇
Fuimos guiados a la enfermería para recibir tratamiento por electrocución. Cliff nos cuidó.
De hecho, se ofreció como voluntario.
"Nunca había visto quemaduras como estas", murmuró mientras usaba su magia para
curarnos. Aunque nuestras heridas no ponían en peligro la vida, las quemaduras habían
penetrado lo suficientemente profundo como para dañar permanentemente nuestros cuerpos
si no recibíamos tratamiento. Me sentía culpable por haber herido tanto a Elinalise y a Zanoba,
pero si no lo hubiera hecho, no habríamos incapacitado a ese rey demonio inmortal.
Cliff fue especialmente cuidadoso al curar las heridas de Elinalise. Probablemente le

preocupaban las cicatrices residuales. Por su parte, Elinalise encontró su preocupación tan
entrañable que, en cuanto terminó de curarla, se lo llevó a algún sitio.
Zanoba siguió inconsciente incluso después de ser curado. Me ha salvado el pellejo.

Ninguna cantidad de gratitud podría recompensarle por ello. Por muy impagable que fuera la
amistad, tenía que agradecerle todo lo que había hecho. Me aseguraría de transmitirle mi
agradecimiento cuando se despertara.
◇◇◇
Una vez que estaba completamente curado y podía moverme de nuevo, fui a ver a Sylphie.
Estaba tumbada en la cama, leyendo un libro, pero cuando entré, levantó la vista y ladeó la
cabeza. "¿Qué pasa?"
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Sin responder, me deslicé silenciosamente en la cama y la rodeé con mis brazos. Ella soltó
un grito de sorpresa, que me apuñaló en el corazón. Se sintió como un rechazo. Aunque me
dolió, la seguí abrazando con fuerza.
La risa de Atofe aún perduraba en mis oídos, al igual que la desesperación que había sentido
cuando todo mi cuerpo estaba tan entumecido que no podía moverme. Sabía que no iba a
morir en esa pelea. Atofe se estaba conteniendo, y ni siquiera sus caballeros habían llegado a
atacarnos con todo su poder. La magia que usó Moore tampoco era lo suficientemente
peligrosa como para matar, pero eso no la había hecho menos aterradora. Si Perugius no
hubiera llegado cuando lo hizo, Atofe nos habría capturado y nos habría hecho firmar su
contrato. Nunca más tendría la oportunidad de tener a Sylphie en mis brazos de esta manera.
Ni podría ver a Lucie cuando creciera. Ni a Roxy, ni a Norn, ni a Aisha, a ninguna de ellas.
Solo ese pensamiento me sacudió hasta el fondo. Lo suficiente como para que todo mi
cuerpo temblara de miedo. No había nada más valioso que el calor que tenía en mis brazos
ahora mismo.
De repente, una mano me rozó el pelo. Sylphie me acariciaba la cabeza y me peinaba con
sus dedos suaves, delicados y cálidos. Me devolvió el abrazo con alegría. Ni siquiera me pidió
una explicación, simplemente me devolvió el abrazo. Eso fue suficiente para mí. Con mis
brazos rodeándola, me quedé dormido, aliviado.
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Capítulo IX – Un Día En La Fortaleza Flotante
Dos días pasaron en un abrir y cerrar de ojos.
Tras recuperar la conciencia, Zanoba recorrió alegremente el castillo, disfrutando de todas

las artesanías que había en él. El hecho de poder pasearse libremente le hacía estar de buen
humor. Me sentí aliviado de que se hubiera recuperado por completo de mi hechizo eléctrico.
Si no hubiera recuperado la conciencia, no sabría qué decirle a Ginger.
Cliff, en cambio, había cambiado. Inmediatamente después de la batalla, había hablado con
Kishirika y yo me había preguntado de qué se trataba. Resultó que estaban discutiendo su
recompensa por haberla ayudado antes: un ojo de demonio. Ella le dio el Ojo de Identificación.
Le permitía mirar cualquier objeto y comprender sus características. Lo eligió para poder
ayudar si alguna vez volvía a ocurrir algo parecido a la enfermedad de Nanahoshi. Como
siempre, Cliff era muy heroico.
Ese heroísmo, sin embargo, no le estaba ayudando a dominar el ojo. Estaba luchando con
él. Al parecer, todo lo que miraba venía con una etiqueta de nombre y una explicación. Para
él, el mundo entero estaba inundado de textos. No podía caminar sin que Elinalise le guiara de
la mano. Estaba seguro de que acabaría dominándolo. Cuando lo hiciera, seguramente la
gente le llamaría Cliff el Sabio. Hasta entonces, probablemente tendría que llevar un parche
en el ojo.
El siguiente fue Nanahoshi.
Destapamos las hojas de té que trajimos del continente demoníaco y le hicimos beber el
tónico. Poco después, Nanahoshi empezó a quejarse de que tenía que ir al baño. Yuruzu la
ayudó a ir a la enfermería, y... bueno, para preservar su honor, me ahorraré los detalles.
Digamos que se estaba recuperando.
"¿Cómo te sientes por lo demás?" Pregunté.
Nanahoshi seguía postrada en la cama. Su complexión había mejorado considerablemente,

pero el cansancio seguía presente. También había perdido mucho peso. Era como si todo lo
que tenía en el estómago se hubiera esfumado, dejando sólo un esqueleto.
"Me siento bastante mejor".
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Para estar segura, tendría que descansar otro mes, pero al menos ahora estaba de mejor
humor.
Su expresión era diferente a la habitual, tensa. Más bien parecía aturdida por haberse
despertado. Su cabello estaba desordenado y sobresalía en todas las direcciones. Solía
pensar que llevaba un estilo de vida poco saludable, pero al menos se cepillaba el pelo todos
los días.
"Gracias por ayudarme". Inclinó la cabeza, con las manos apretadas alrededor de una taza
de té de hierba de Sokas caliente. Su formalidad y sinceridad eran una muestra poco común.
"Te agradezco mucho que te hayas arriesgado tanto para ir a buscar estas hojas de té para
mí. Me has ayudado mucho".
Había algo profundamente inquietante al oírla hablar así.
No, estoy seguro de que sólo se siente débil, así que está un poco fuera de sí.
"No hay problema".
"Tú también me cuidaste la última vez que estuve en problemas. Te dije algunas cosas
bastante insensibles y, sin embargo, me ayudaste sin resentirme por ello. No sé ni cómo
empezar a agradecértelo..." Me dirigió una mirada de disculpa.
Nunca había visto a Nanahoshi actuar con tanta cortesía. Tal vez las habilidades de Yuruzu
of Atonement podían transferir personalidades además de resistencia.
"Ahora que lo pienso, fui bastante despreocupada y cruda contigo, aunque eres mayor que
yo".
Sacudí la cabeza. "No me importa en absoluto. En este mundo, sólo tengo dieciocho años".
"¿Y qué edad tenías antes de venir aquí?"
"Treinta. Pero no te preocupes por eso. Olvidemos el tema de la edad. Y no tienes que ser
tan educado. Puedes hablarme como siempre lo has hecho".
"De acuerdo".
Su expresión era serena mientras apuraba su bebida, como si pudiera sentir los efectos
inmediatos.
Me aclaré la garganta. "Estoy seguro de que ya te lo han dicho, pero tu enfermedad..."
"No va a desaparecer del todo. Sí, lo sé".
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Nanahoshi no estaba completamente curada del Síndrome de Dryne. La Hierba de Sokas
rompería temporalmente el maná que se acumulaba en su interior, pero si no se trataba, se
acumularía a los mismos niveles que antes. Como ella no era de este mundo, no tenía la
inmunidad al síndrome que el resto de la gente de aquí tenía. Afortunadamente, beber té de
hierba de Sokas a diario evitaría que se acumulara.
También existía la posibilidad de que incluso un poco de magia la hiciera enfermar. La

próxima enfermedad que contrajera podría ser algo que incluso Kishirika desconocía, algo
incluso más antiguo que el Síndrome de Dryne. Mientras estuviera aquí, no podría evitar por
completo el maná. Estaba en todas partes, en el ambiente, en la comida.
"Nanahoshi, tienes que volver a casa. No puedes morir aquí".
"...Sí."
"Haré todo lo que pueda para ayudarte a conseguir una forma de volver".
"Pero yo..."
Sacudí la cabeza. "No necesito tu gratitud ni nada. Aunque si me meto en problemas por el
camino, espero que estés ahí para mí a cambio".
Nanahoshi empezó a moquear mientras las lágrimas se agolpaban en sus ojos. Dejó
escapar un sollozo ahogado, con la voz apenas por encima de un susurro mientras decía:
"Gracias".
Esperé pacientemente a que dejara de llorar.
Siguió sollozando durante un rato, con los ojos rojos e hinchados. Habló con voz nasal
cuando dijo: "Pero me iré a casa".
"Sí. Seguro que quieres volver lo más rápido posible".
"No, me refiero a que tal vez no pueda pagarte todo antes de irme".
Espera, ¿así que quiere devolverme todo antes de irse a casa? Es más concienzuda de lo
que creía.
"No hay necesidad de presionarte así. Después de todo, tú también me has ayudado antes".
"Lo hice para agradecerte la ayuda en mi investigación".
"Muy bien, entonces me gustaría un consejo detallado sobre un pequeño asunto".
Ella frunció el ceño. "¿Qué pequeño asunto?"
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"Por ejemplo, ¿qué quiere una chica de mi edad? Sylphie y yo tenemos un largo futuro por
delante. Estamos casados y tenemos un hijo, pero aún no sé qué pasa por su cabeza. Dado
que tienes más o menos la misma edad, pensé que podrías saber algo".
"¿Sobre lo que está pensando Sylphie?" Nanahoshi se acarició la barbilla y miró su manta.
Parecía estar considerando seriamente el asunto. Seguro que se dedica a devolverme el favor.
"No tienes que responder ahora mismo", dije. "Puedes esperar hasta que tengamos una
pelea o quiera reconciliarse con Sylphie o algo así".
"De acuerdo". Nanahoshi asintió, con una expresión sincera.
Aunque estaba cerca de la edad de Sylphie, había muchas cosas que las separaban; venían
de mundos diferentes y Sylphie estaba casada. Nanahoshi no podía entenderla del todo. Ni
siquiera yo tenía idea de lo que pensaban los chicos de mi edad.
"En ese caso, lo dejaremos así. Seguro que tu cuerpo aún está débil, así que tómate tu
tiempo para recuperarte".
"Sí, lo haré", respondió Nanahoshi. "Gracias".
Salí de la habitación. Si me quedaba solo con ella demasiado tiempo, podría volver a poner
celosa a Sylphie. Era bonita en ese modo, pero no me gustaba provocarle ansiedad. No quería
hacerla dudar de mi amor. El hecho de que aún no lo hubiera conseguido era un fracaso por
mi parte.
◇◇◇
Mientras avanzaba por el pasillo, la luz del sol del atardecer entraba por las ventanas.
Ah, el atardecer es hermoso, no importa en qué mundo vivas.
No me gustaban mucho las alturas, pero la vista desde el amplio jardín de la fortaleza
flotante era tentadora. Desde allí, podía contemplar el mar de nubes mientras el sol se
escondía tras el horizonte.
Incluso a mí me gustaban los mimos de vez en cuando. Con ese pensamiento en mente,
me dirigí al exterior.
Los arbustos estaban perfectamente recortados y había docenas de flores que nunca había
visto. A medida que el sol se hundía bajo las nubes, bañaba la zona con una luz radiante,
haciéndola parecer un espejismo.
Si llevara a Sylphie a un lugar como éste y le susurrara dulces palabras, ¿cómo

respondería? Conociéndola, probablemente se pondría roja, bajaría la mirada al suelo y me
apretaría la mano. Seguramente su reacción sería adorable.
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Muy bien, una vez que Sylphie se recupere por completo, ¡intentémoslo!
Quería hacer lo mismo con Roxy, pero por desgracia, los demonios tenían prohibida la
entrada en la fortaleza. Además, probablemente no saldría muy bien, teniendo en cuenta la
personalidad de Roxy. Probablemente me miraría fijamente y diría: "Sabes que no tienes que
usar esas frases cursis conmigo, ¿verdad?". Estaría dispuesta a acostarse conmigo a pesar
de todo. Ella era franca de esa manera, aunque no lo pareciera.
¡Pero no se trata de eso! No se trata de sexo. ¡Sólo quiero que seamos cariñosos! Quería
que viéramos juntos la puesta de sol. Roxy decía: "Es muy bonito, ¿verdad?" Y yo respondía:
"Sí, pero no tan hermosa como tú". Y entonces ella se sonrojaba y se hacía la avergonzada:
¡eso era lo que yo quería ver!
Bueno, ella no está aquí de todos modos, así que no tengo suerte.
"¿Hm?"
Mientras caminaba, perdido en mis pensamientos, divisé una mesa en el borde del jardín.
Tres personas estaban sentadas a su alrededor.
"Y fue entonces cuando mi maestro usó su magia. Esta luz púrpura salió disparada de su
mano derecha, y carbonizó el cuerpo de Atofe, paralizándola en el lugar".
"Aha. Así que fue su magia la que la debilitó tanto".
"La magia de Lord Rudeus parece no tener límites".
Zanoba, Ariel y Perugius tenían una agradable charla. Mientras la luz del sol del atardecer
los bañaba, parecían disfrutar de su conversación. Luke y Sylvaril esperaban cerca, aunque
no participaban. Se limitaron a escuchar la conversación de Zanoba.
"El maestro Elinalise y yo quedamos atrapados en su ataque, pero no creo que haya otro
mago en el mundo que pueda usar un hechizo así fuera de mi maestro".
"He oído que se parecía a un rayo", respondió Perugius. "Pero si fue capaz de paralizar a
Atofe, como dices, debió ser bastante potente".
"¿Y? ¿Qué pasó después? ¿Cómo terminó la batalla?" preguntó Ariel.
"Desgraciadamente, me temo que perdí la conciencia en ese momento, así que no puedo...
Ah, ahí está el hombre en persona".
La mirada de Zanoba me encontró, así que no tuve otra opción. Me incliné y me dirigí hacia
su grupo. "Buenas tardes. ¿Tienen una fiesta de té?"
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"¡Sí, Maestro! Lord Perugius dijo que quería saber cómo transcurrió nuestra batalla con
Atofe, así que le estaba explicando los detalles más finos".
"Ya veo". Miré a Perugius. Parecía estar de mucho mejor humor que cuando tuvimos la
primera audiencia con él.
"Escuché que fue tu magia la que debilitó tanto a Atofe, Rudeus", dijo.
"No, eso fue en gran parte gracias a que Zanoba la bloqueó. Si hubiera dirigido mi hechizo
hacia ella sin su ayuda, podría haberlo desviado".
"Ya veo, sí. Jeje, esa imagen de ella aún perdura en mi mente". Su cara se resquebrajó en
una sonrisa obscena.
¿De verdad odia tanto a Atofe? Estaba de buen humor.
"Parece que estás bastante animado", dije.
"Por supuesto que lo estoy. Ni en mis mejores sueños pensé que tendría la oportunidad de
vengarme de alguien que me ha hecho sufrir tantas veces que he perdido la cuenta."
"¿Venganza, dices?"
"Sí. Un rencor, si quieres, que ha durado varios años".
Probablemente se refería a la guerra que ocurrió hace 400 años: la Guerra de Laplace.
Perugius era un joven aventurero en ese momento, pero ayudó a los humanos, luchando en el
frente. Atofe también había encabezado algunas de las fuerzas de los demonios, actuando
como general. Perugius se encontró con ella muchas veces en el campo de batalla. Como era
joven e inexperto, no fue capaz de vencerla, sino que sufrió heridas mortales en cada
encuentro. Dos personas lo salvaron en aquel entonces: el Dios Dragón Urupen, una figura de
tipo hermano mayor de Perugius, y el Dios del Norte Kalman.
Perugius sólo podía apretar los dientes con frustración por cada derrota. Planeaba vengarse
de Atofe, pero entonces el dios del norte Kalman se casó con ella. Cuando Kalman murió, hizo
que los dos juraran que no se matarían. Así, Perugius nunca volvió al Continente Demoníaco,
destruyendo sus posibilidades de venganza. Casi había perdido la esperanza de volver a
atacar a Atofe, pero este momento era más perfecto de lo que podría haber imaginado. Le
disparó sin que ella le devolviera el golpe. Eso era lo que le tenía en las nubes.
"Debo darte las gracias por eso", dijo Perugius. "Has hecho un trabajo espléndido".
"¿Estás seguro de que está bien que hayas roto tu juramento al Dios del Norte Kalman?"
"Él nos prohibió matarnos entre nosotros. Estoy seguro de que no le molestaría una paliza
unilateral".
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Golpear a un oponente indefenso por algo que hicieron hace siglos me pareció bastante
bárbaro. Aunque eso decía mucho de la profundidad del rencor que compartían.
"Parece que te he juzgado un poco mal. Debería darte algún tipo de recompensa", dijo
Perugius.
"Realmente no necesito una recompensa".
No, gracias. No cuentes conmigo. No quiero poder, no como el que ofrece Atofe.
"Ah sí, una vez que Nanahoshi termine de recuperarse, te enseñaré personalmente a usar
la magia de invocación".
Dudé. "Eh, no voy a quedarme atrapado aquí sin poder volver a casa durante la próxima
década si acepto eso, ¿verdad?".
"No me compares con Atofe".
Oh, bueno, mientras pudiera volver a casa, no había razón para negarme. Quería saber
más sobre la magia de invocación y teletransporte. Además, podría enfrentarme a una crisis
similar en el futuro. No estaría de más aprender otras formas de luchar, por si acaso. No me
gustaban los conflictos, pero en este mundo se necesitaba un mínimo de fuerza para escapar
del peligro. Pensaba que sería suficiente para proteger a mi familia, pero después de la hidra
y de lo ocurrido esta vez, estaba bastante claro que no era lo suficientemente poderoso. Quería
pensar que las situaciones en las que tendría que luchar contra algo de ese nivel serían pocas
y distantes, pero más vale prevenir que lamentar.
"Señor Perugius, ¿crees que podrías entrenar conmigo o enseñarme a luchar mejor? No
me importa si es después de las lecciones de invocación".
"Hmph. ¿Esto fue provocado por tu encuentro con Atofe? ¿O no estás satisfecho ya con el
poder que posees?"
Ah, mierda. Ahora su humor se ha agriado. Esto no es bueno.
"No es nada de eso. Sólo pensé que sería bueno tener mejores opciones si alguna vez me
meto en ese tipo de problemas de nuevo".
Tras una larga pausa, dijo: "Muy bien. Te daré un objeto para que puedas contactar
conmigo. Sylvaril". Le dirigió una mirada.
Sylvaril sacó una flauta de su bolsillo, una que parecía una torre con un dragón envuelto en
ella.
"Si usas esto en cualquier lugar con el que tenga conexión, Clearnight del Trueno Rugiente
lo escuchará, y Arumanfi vendrá a verte".
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Acepté la flauta y la guardé. Parecía que vendría a ayudarme si alguna vez lo necesitaba.
Tampoco era una mala solución.
"Hm, parece que el sol se ha puesto".
Miré hacia atrás; la luz del atardecer se había desvanecido. Ahora la luna flotaba en el cielo.
Extrañamente, la zona que nos rodeaba no estaba oscura. Eso era gracias al brillo azul que
desprendían las flores del jardín.
"Esta mesa está hecha de iluminadores", explicó Perugius. "Vamos, toma asiento. ¿Por qué
no seguimos charlando un rato?"
Obedientemente, me senté.
◇◇◇
"La artesanía de los enanos estaba realmente en su apogeo antes de la segunda Gran
Guerra Humano-Demonio".
"En efecto. Si los enanos no hubieran perdido su patria durante el conflicto, podrían seguir
haciendo obras maestras ahora".
Perugius era en realidad un tipo interesante una vez que llegabas a hablar con él. Poseía
una gran sabiduría y amaba las bellas artes. También era un hombre de cultura que apreciaba
el trabajo creativo.
"La raza enana ha perdurado, al menos. Poseen unas manos tan diestras que estoy seguro
de que algún día producirán otro artesano capaz de crear una obra soberbia."
"Hablando de eso", dijo Perugius, redirigiendo la conversación, "creo que dijiste que uno de
ustedes estaba criando a tal artesano".
Zanoba asintió. "Sí, aunque no lo parezca, mi maestro es un profundo conocedor de las

figuras. Pensamos que, si enseñábamos a un enano esas técnicas, podríamos alcanzar
nuevas cotas".
"Me enseñaste una de las figuritas de Rudeus. Era bastante interesante. Es increíble que
haya sido capaz de crear una réplica de una persona con un detalle tan intrincado".
Los dos estaban disfrutando de su conversación. Lamentablemente, yo carecía del nivel de

conocimientos que ellos poseían, así que no era capaz de seguirles el ritmo. Sin embargo, la
discusión era lo suficientemente interesante como para escucharla.
"No", dije, "me halagas demasiado".
"No hace falta ser humilde", dijo Perugius.
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"Estoy de acuerdo. Sylphie me ha hablado muchas veces de lo talentoso que es usted, Lord
Rudeus".
En realidad, había un participante más en nuestra fiesta del té. Mientras los otros dos
conversaban alegremente entre sí, ella intentó intervenir con sus propias sugerencias y
conocimientos. Lamentablemente, sus intentos fueron infructuosos. Estos dos eran tan duros
que ella, al igual que yo, no podía esperar seguir el ritmo.
"No es sólo magia. Lord Rudeus también sabe de artes. Realmente es una persona
increíble".
"Gracias, Princesa".
Actuando como una tercera rueda en la conversación era nada menos que Ariel Anemoi
Asura. Quería desesperadamente la ayuda de Perugius, pero no sabía cómo ganarse su favor.
Sonreí incómodamente mientras ella me colmaba de exagerados elogios. Durante la mayor
parte de la conversación, se había convertido en un robot que se introducía torpemente y
repetía como un loro las mismas frases genéricas. Era obvio que no tenía nada sustancial que
añadir a la conversación.
Tiene un largo camino por delante.
"Por cierto, Lord Perugius, estábamos pensando en sacar pronto al mercado algunas de
estas figuritas. ¿Podríamos pedirle su sincera opinión sobre la idea?" soltó Zanoba. Alcanzó
una caja que había dejado a sus pies, una que ya había visto antes.
"¿Oh?" Intrigado, Perugius la miró. Sin embargo, cuando Zanoba levantó la tapa, su estado
de ánimo se agrió rápidamente. "¿Una estatuilla de Superd?"
"Debería haber sabido que la reconocerías a simple vista".
Los labios de Perugius se diluyeron.
Zanoba sacó la figura de Ruijerd que había hecho Julie. Estilísticamente, era un poco
diferente de la que yo había hecho, pero la pose y el diseño general la hacían parecer real. Sin
embargo, eso no fue suficiente para satisfacer a Perugius.
"¿Me haces esta pregunta, sabiendo cómo detesto a los demonios?" Miró la figura de
Ruijerd con disgusto mientras escupía: "Más vale que abandones cualquier ilusión que tengas
de vender esta cosa".
Sin esperanzas, como esperaba. Perugius realmente detestaba a los demonios. Era una
persona por lo demás tolerante, pero tenía más prejuicios contra los demonios que nadie que
hubiera conocido. Zanoba debería haber sabido que mostrarle una estatuilla de Superd a
alguien como Perugius sólo conseguiría erizar sus plumas. ¿A qué estaba jugando?
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"No obstante, el modelo de esta estatuilla es alguien con quien tiene una deuda, Lord
Perugius", dijo Zanoba.
"¿Una deuda, dices?" Perugius frunció el ceño. Tras pensarlo un momento, sus ojos se
abrieron de par en par. "¿No me digas que has utilizado a Ruijerd Superdia como modelo para
esto?"
"Sí, lo hicimos. Me has dicho que, en tu última batalla con Laplace, fue Lord Ruijerd quien
te ayudó".
Las palabras rodaron suavemente por la lengua de Zanoba. No estaba sacando el tema al
vuelo. Los dos habían disfrutado de varias fiestas de té sin mí; Zanoba debía haber sacado
esa información de Perugius previamente. Ahora podía ver hacia dónde iba esto, y me daba
esperanzas.
"Por supuesto, soy perfectamente consciente de su aversión a los demonios. Sin embargo,
también creo que, si las habilidades de mi maestro tuvieran cierta exposición pública, este tipo
de artesanía arrasaría en el mundo. ¿No te gustaría que eso ocurriera? Imagínatelo: un mundo
espléndido rebosante de arte".
"Hmm..." Perugius hizo una mueca.
Estábamos tan cerca de convencerlo. ¿Tal vez yo también debería entrar en la

conversación?
"Odio a los Superd. Se mueven en la oscuridad, masacrando vidas inocentes. Aunque

también es cierto que sin la ayuda de Ruijerd, hoy no estaría vivo. Sin embargo..."
"Lord Perugius, Ruijerd se arrepiente de las cosas que hizo en el pasado", solté.
"¿Se arrepiente?" Perugius inclinó la cabeza.
Ahora, cómo debería explicar esto de la mejor manera...
"Sí. Laplace le engañó"

.
"Laplace, dices..." La cara de Perugius se nubló.
Parece que esta es una buena dirección.
"Así es. Laplace le dio una lanza que le robó los sentidos. Ruijerd fue manipulado para
deshonrar a todo su clan. Peor aún, incluso mató a su propia familia. Ahora, se siente
avergonzado y odia a Laplace por lo que hizo".
Perugius escuchó en silencio.
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"Por eso ahora está viajando por el mundo, buscando una forma de devolver el honor a su
pueblo. Este plan nuestro es una forma de ayudarle en su empeño. También tengo una gran
deuda con Ruijerd. Si está agradecido por la ayuda que le proporcionó, espero que apruebe lo
que estamos haciendo, como una forma de recompensarle".
Perugius se cruzó de brazos, cerró los ojos y frunció las cejas. Tras un largo silencio,
finalmente dijo: "No me importan los Superd y su reputación, pero debo honrar mis deudas".
"¿Entonces?"
"Haz lo que quieras".
Aunque no estaba complacido, Perugius había accedido, al menos. Ahora podíamos vender
nuestras figuras de Ruijerd sin temor a que Arumanfi apareciera de la nada y destruyera
nuestra tienda. De hecho, si alguien desaprobaba que lo hiciéramos, podíamos decirle que
Perugius nos había dado su permiso. No tenía ni idea de cuánto peso tenía su nombre, pero
seguro que era útil, dada su fama.
De todos modos, Zanoba tenía un argumento convincente. Ser capaz de escurrir el bulto en
un tema tan difícil... definitivamente me estaba impresionando cada vez más últimamente.
Tenía que aprender de su ejemplo.
"Agradecemos su consideración".
Tanto Zanoba como yo inclinamos la cabeza. Estábamos un paso más cerca de vender
estas figuritas al público.
Espera un poco más por mí, Ruijerd.
"Ya que estamos en el tema, maestro, ¿por qué no le das a Lord Perugius una muestra de
tu habilidad?" Zanoba se golpeó la palma de la mano como si esa idea se le acabara de ocurrir.
"¿Mi habilidad?"
"Ya sabes, tu habilidad especial para hacer estas figuritas de la nada".
Miré a Perugius, que asintió en señal de aprobación. "Muéstrame. Me interesa esta magia
tuya".
Y así comenzó mi demostración en tiempo real de cómo hacer una figurita. Hice lo mismo
que siempre: utilizar la magia de la tierra para crear la forma general, y luego ir picando cada
parte hasta que la figura general quedara unida. Esta vez, decidí crear una del tamaño de una
figura Nendoroid. Esto me facilitó las cosas y me permitió terminarla rápidamente. La calidad
no sería la mejor, pero al menos las piezas eran sencillas de construir. Creé una máscara de
pájaro sobre la cara de la figura. Sería una figura de Sylvaril.
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"¿Esto es Sylvaril? Eres muy hábil". Los ojos de Perugius estaban fijos en mí mientras
trabajaba, observando atentamente cada paso. Parecía muy interesado. Me pregunté si
realmente podía ver mi maná. O tal vez sólo podía percibir cómo lo manipulaba. Después de
todo, era un héroe legendario. "Nunca soñé que alguien usara la magia de la tierra de esa
manera".
"Si tienes una petición, puedo hacer lo que quieras", le ofrecí.
"Muy bien. En ese caso, tráeme una estatuilla de alta calidad que hagas y te la compraré".
Qué bien, ahora teníamos un cliente habitual. Teniendo en cuenta que no teníamos ni idea
de dónde había desaparecido Badigadi, asegurar otra oportunidad de negocio como ésta era
importante.
"En ese caso..." Ariel habló, uniéndose a la conversación. "También tenemos algunos
espléndidos artesanos en el Reino Asura". Continuó con una perorata sobre lo hábiles que
eran sus artesanos, y prometió que haría instalar una estatua de Perugius una vez que
asumiera el trono.
Todo el tiempo que ella divagaba, Perugius parecía molesto. Cuando terminó, le espetó:
"Los artesanos de Asura sólo crean obras para satisfacer la vanidad de la nobleza. No hay
nada interesante en su arte".
"¿...Qué?" Ariel se quedó sin palabras.
Como para clavar aún más el clavo en el ataúd, Perugius continuó: "Si realmente te
conviertes en rey, ¿no tendrás cosas más importantes que hacer que crear una estatua mía?".
"B-bueno, yo..."
Perugius la cortó. "¿O acaso malversar los impuestos del pueblo para vivir con lujo es tu
definición de ser rey?"
"N-no, en absoluto. Mis disculpas. Hablé fuera de lugar. Por favor, olvida que he dicho algo".
Ariel dejó caer su mirada, tratando de retroceder. Era difícil creer que esta persona abatida
normalmente desbordaba carisma y confianza.
Sin embargo, la forma en que Perugius la rechazó fríamente era improcedente. ¿De verdad
la odiaba tanto? ¿Lo que ella había dicho le había molestado tanto?
"Espera, Ariel Anemoi Asura", gritó Perugius cuando ella intentó escabullirse. Su mirada
opresiva se clavó en ella. "¿Qué significa para ti ser rey? ¿Qué posee un verdadero rey?"
"Bueno... son sabios, escuchan a los ministros de su gabinete y no olvidan su posición en

la sociedad..."
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"Error". Perugius negó con la cabeza, sin dejarla terminar. "El rey asuriano que conocí era
un verdadero rey, pero no era nada como lo describes".
"¿Qué rey?"
"El hombre que ocupó el trono tras la Guerra de Laplace, mi amigo jurado, Gaunis Freean
Asura".
Ya había oído hablar un poco del rey Gaunis. Fue el último miembro superviviente de la
familia real asuriana tras la Guerra de Laplace. Se convirtió en un gran gobernante que unió al
país después de que fuera devastado durante el conflicto. La lucha se cobró un gran precio en
las tierras asurianas, pero sus habilidades como monarca evitaron que el país cayera en una
guerra civil.
"He oído que el rey Gaunis fue un gran gobernante. Dudo que pueda seguir sus pasos".
Perugius volvió a negar con la cabeza. "No fue grande. Era un cobarde que odiaba los
conflictos y siempre estaba huyendo. No podía estudiar para salvar su vida, no poseía ninguna
habilidad en la batalla, y siempre se escabullía a alguna taberna para coquetear con las
mujeres del lugar. No tenía la ambición de llegar al trono, pero tenía la cualidad más importante
que puede tener un gobernante. Eso, creo, es lo que lo convirtió en un verdadero rey".
"¿Qué cualidad era esa?"
"Si puedes darme esa respuesta tú mismo, entonces te daré mi apoyo".
Ah, así que esta es la prueba que pretende darle. Está probando a Ariel, para ver si es
alguien que merece su ayuda o no.
"La cualidad más importante que puede tener un rey", repitió Ariel, acariciando su barbilla
mientras miraba la mesa. Probablemente estaba tratando de recordar las historias que había
escuchado del rey Gaunis.
A mí me parece que el tipo era un completo idiota. ¿O tal vez era un genio disfrazado, similar
a Oda Nobunaga?
"Rudeus". Perugius se volvió hacia mí. "¿Qué piensas?"
"Me temo que no tendría ni idea de cómo responder a la pregunta, dado que no soy de la
realeza".
"Qué respuesta tan aburrida. No tienes que contemplar la respuesta, simplemente di lo que
se te ocurra".
Eso sigue siendo un poco difícil.
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Un rey, ¿eh? ¿Qué se supone que es un rey en primer lugar? Sabía que aparecían mucho
en las historias de fantasía, pero ¿qué hacían realmente? Eran alguien en la cima. El
gobernante de un país, como un primer ministro, lo sabía. Para ser sincero, ni siquiera en mi
vida anterior me interesaba mucho la política. Lo único que hacía era mirar cómo reaccionaban
otras personas en Internet ante los políticos y seguir su ejemplo.
"Personalmente, creo que prefiero un gobernante que pueda ponerse en el lugar de la gente
común, en lugar de alguien que confíe en sus propias habilidades".
"Aha". Perugius exhaló, pareciendo impresionado con mi insulsa respuesta. "Ariel, este
chico acaba de darme una respuesta mucho mejor que la tuya".
Tras una pausa, argumentó: "Pero una persona no puede ser rey si sólo piensa en el
pueblo".
"Es cierto. Tampoco es que Gaunis sólo pensara en el pueblo. Sin embargo, los que le
rodeaban sí le prestaron su ayuda, y fue capaz de suprimir las posibles revueltas en Asura".
"¿Así que estás diciendo que las propias habilidades de un rey no tienen sentido?"
"¿Es eso lo que piensas? ¿Un país que hace gobernar a un imbécil es un buen país a tus
ojos?"
La expresión de Ariel se contorsionó con tristeza y frustración. ¿Qué era exactamente lo

que Perugius trataba de hacerle decir? No tenía ni idea. Bueno, no es que lo necesitara
realmente. No tenía intención de ocupar ningún trono. Tal vez Perugius intentaba en realidad
poner a prueba la determinación y el carácter de Ariel. Tal vez no había una respuesta
"correcta".
Aun así, ¿es un rey tan grande que vale la pena pasar por todos estos problemas para
convertirse en uno?
"Deberías pensarlo mucho, Ariel Anemoi Asura". Tras una breve pausa, Perugius dijo:
"Ahora bien, es tarde. ¿Por qué no volvemos a la fortaleza?"
Con eso, nuestra fiesta del té había terminado.
Recordaré por mucho tiempo la forma en que Ariel miraba mientras regresábamos al interior,
sus hombros caídos hacia adelante mientras arrastraba los pies con Luke pisándole los
talones.
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Capítulo X – Punto De Inflexión (Parte 4)
Después de eso, los días pasaron volando. Cuando Sylphie se recuperó lo suficiente,
volvimos a Sharia. El sol se estaba poniendo cuando llegamos a la casa. Me sentí
extrañamente nostálgico al estar frente a nuestra finca, a pesar de que sólo habían pasado
unos días desde la última vez que la vi.
"¡Estamos en casa!"
"Sí, sí. Bienvenidos a casa... espera, ¿Gran Hermano?"
En el momento en que irrumpimos por la puerta principal, Aisha entró corriendo en el salón.
Parecía totalmente estupefacta, lo cual no era sorprendente después del discurso que di sobre
la posibilidad de estar fuera de casa durante mucho tiempo.
"¿Ya has terminado? ¿Salvaste a la señorita Nanahoshi? O... ¿es inútil?" preguntó Aisha
con ansiedad.
Me acerqué y le revolví el cabello.
"¡Whoa, hey!" Aisha jadeó, sonando como un mal actor leyendo una línea de un guion. No
parecía disgustada por mi muestra de afecto. "¿Qué te pasa de repente?"
"Nada. Nanahoshi está bien ahora. Te lo explicaré en un momento. ¿Roxy ya está en casa?
¿Y Norn?"
"Norn todavía está en la escuela. La señorita Roxy está en su habitación, creo. En cuanto a
mi ma..." Hizo una pausa y se corrigió. "Mamá -la señorita Lilia, quiero decir- está haciendo la
lavandería. Mamá -la señora Zenith- está descansando ahora".
"Muy bien, así que Norn sigue en la escuela. Siento añadir más a tu plato, pero ¿podrías ir
a buscar a Roxy?"
"¡Sí, sí, capitán!"
Unos minutos después, Roxy bajó las escaleras. Debía de estar cabeceando en su pupitre
porque tenía el pelo revuelto y una huella roja en la mejilla. "Bienvenido a casa, Rudy. ¿Cómo
te fue?"
"Estoy a punto de explicarlo. Pero antes de hacerlo..." Deslicé mis manos bajo sus brazos y
la levanté, envolviéndola fuertemente en mi abrazo. Prometimos que haría esto cuando llegara
a casa.
"¡Wah! Um..." Aunque al principio me pilló desprevenido, Roxy me rodeó con los brazos con
cautela y me devolvió el abrazo. "Bienvenido a casa".
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"Me alegro de estar de vuelta".
Después de ese torbellino de aventuras, por fin estaba en casa.
◇◇◇
"Y eso es lo que pasó".
Les conté todo; fue mucho. No entré en detalles, pero sí incluí todo lo pertinente. Me tomé
un tiempo especial para transmitir todo lo que había aprendido en relación con la maldición de
Zenith. Tendríamos que vigilarla cuidadosamente.
"Seguiré quedándome en la fortaleza flotante por ahora, pero vendré a casa al menos una
vez cada tres días", dije.
Ariel y Sylphie también iban a quedarse en la fortaleza hasta que sus esfuerzos dieran
resultado. Sylphie también tenía la intención de volver a casa cada pocos días. Ninguna de
nosotras podría asistir a la escuela, pero... bueno, mientras nos presentáramos a las clases,
seguramente estaría bien. De todos modos, no había tomado ninguna clase últimamente.
"Muy bien, Lord Rudeus. Cuidaré bien de la casa y del Zenith en su ausencia, así que no
debe preocuparse", me aseguró Lilia. Había puesto una gran carga sobre sus hombros.
De todos modos, ese fue el final de mi informe. Nuestra reunión familiar se cerró.
"Uf, estoy completamente hecha polvo", dijo Sylphie. "Creo que voy a descansar. ¿Y tú,
Rudy?"
"Me voy a acostar después de tomar un baño".
"Um... ¿debo esperarte en la cama?"
"No, no te preocupes por eso hoy".
"Muy bien".
Y con eso, dejé que Sylphie descansara.
Me di cuenta de que no había tenido más que baños fríos en los últimos días. Echaba de
menos sumergirme en agua caliente. Me dirigí directamente a la bañera y utilicé mi magia para
calentar el líquido en ella. Robot calentador de agua manual Roombaus: ¡Activar!
En realidad, debería enjuagarme antes de meterme, pero... oh, bueno.
Me quité la ropa y me metí en la bañera.
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"Uf".
El agua caliente me envolvió y pude sentir cómo el cansancio desaparecía de mi cuerpo.

No me había dado cuenta de lo mucho que me habían quitado los últimos diez días.
Sin embargo, diez días. Es difícil creer que sólo haya pasado ese tiempo desde que fuimos
al castillo de Perugius.
Han pasado muchas cosas en ese corto espacio de tiempo. Nanahoshi se desmayó, luego
fuimos al Continente Demoníaco, conocimos a Kishirika, y cabreamos a Atofe...
Atofe sí que era fuerte. Tuve la sensación de que nunca podría derrotarla. Era una tontería
considerar siquiera la posibilidad de vencer a un oponente de su nivel. Me sorprendió que mi
magia eléctrica hubiera funcionado contra ella. Tal vez tuviera una oportunidad si mi oponente
bajaba la guardia...
Tal vez valiera la pena investigar más para perfeccionar mi magia. Al menos para que,
aunque estuviera rodeada de agua, no me golpearan los efectos de mi propio hechizo. De
momento, no tenía ni idea de cómo podía evitarlo.
¿Y si cubría mi cuerpo de goma? Como el Hombre Elástico de ese programa de televisión

para niños.
El subordinado de Atofe, Moore, también era bastante duro. No importaba el hechizo que le
lanzara, siempre parecía tener una contrapartida. Era como si conociera toda la magia que
existía y cómo defenderse de ella. Hasta ahora, la única otra maga fuerte que conocía era
Roxy, pero ella era más experta en enfrentarse a monstruos. Era la primera vez que veía a
alguien experto en luchar contra otros oponentes humanos.
Tal vez, mientras tuviera Magia Perturbadora y mi brazo protésico, podría encontrar la
manera de enfrentarme a un enemigo así. Realmente no había una estrategia determinada
para enfrentarse a oponentes fuertes como él.
En cualquier caso, si había gente tan poderosa en todo el mundo, realmente tenía que
trabajar para hacerme más fuerte. Nunca pensé que me enfrentaría a oponentes así, pero lo
cierto es que me topaba con ellos cada dos por tres.
Sólo había un problema: ¿cómo iba a hacerme más fuerte? Al parecer, no podía usar el
Aura de Batalla, así que había un límite en cuanto a lo que podía entrenar físicamente. Sin
embargo, no importaba si era físicamente débil, siempre y cuando pudiera triunfar sobre mi
oponente. En ese caso, tal vez iba en la dirección correcta al aprender la magia de invocación
de Perugius.
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Si seguía cambiando de marcha sin decidirme por un camino sólido, acabaría siendo un
insulso hombre de letras. Lo sabía de primera mano por mi vida anterior. Aunque había tantas
cosas en este mundo y tantas posibilidades que era realmente beneficioso adquirir una amplia
gama de habilidades. Prefería esto a cómo era Japón, donde tenías que elegir una sola
profesión y dedicarte a ella toda la vida.
Ah, sí, también me gustaría aprender a dibujar círculos de teletransporte. Así, si vuelve a
ocurrir algo así, podré huir rápidamente.
Puede que la magia en sí esté prohibida y que el teletransporte me parezca bastante

aterrador, pero el miedo no me iba a ayudar a aprender nada. El conocimiento es poder,
después de todo. Tener una forma de comunicarse a larga distancia también estaría bien. Ariel
nos prestó sus anillos, pero no terminamos usándolos. Tal vez podríamos mejorarlos para que
pudieran enviar mensajes simples de ida y vuelta. Aunque probablemente no funcionarían en
todo el mundo, al menos podrían ser algo parecido a un localizador.
Veamos, qué más había... Estaba bastante seguro de que se me ocurrió algo más cuando
fui al Continente Demoníaco.
"Ah, esto siempre pasa", refunfuñé.
Siempre se me olvidaban las cosas. Se me ocurría una idea, me juraba a mí misma que lo
haría más tarde, y luego se me ocurría otra cosa y olvidaba por completo los otros planes que
había tenido en la cabeza. Quería pensar que tenía muy buena memoria, pero seguro que me
fallaba mucho.
Mierda. Si seguía así, podría acabar cometiendo los mismos errores una y otra vez.
Había tenido suerte de que las cosas salieran bien esta vez, pero podría no ser tan
afortunada la próxima. Si no podía recordar lo que tenía que trabajar, no sería capaz de abordar
mis puntos débiles antes del siguiente incidente imprevisto.
Bien, pero ¿qué debo hacer entonces? Hmm...
Después de un largo momento de reflexión, se me ocurrió.
Eso es. Recuerdo que alguien me dijo que había que escribir las cosas si querías
recordarlas.
"Muy bien, supongo que debería empezar un diario entonces".
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True Flames Project
La idea sonaba aún mejor después de decirla en voz alta. Podía anotar los detalles de lo
que había pasado, lo que había aprendido, lo que tenía que trabajar y cualquier otra cosa que
necesitara. Entonces podría idear una solución, decidir a qué dar prioridad, establecer una
meta clara y seleccionar mi siguiente objetivo. De este modo, ya no tendría que depender de
la suerte y podría reflexionar sobre las meteduras de pata para que no volvieran a ocurrir. Esto
disminuiría mis posibilidades de repetir los errores del pasado. Eso también conduciría a
errores menos graves a largo plazo. Es cierto que llevar un diario no era una garantía de que
todo fuera a salir a la perfección, pero no era un mal punto de partida.
Sí, creo que esto funcionará muy bien. Pues entonces, pongámonos a escribir. Ahora
mismo.
Con ese pensamiento en mente, salí de la bañera de un salto.
"Aunque, en realidad, aquí no venden agendas".
Me sequé con una toalla antes de dirigirme a mi estudio. Me senté en la silla y saqué una
gavilla de papeles del fondo de mi estantería. Aunque no fuera un diario encuadernado, podía
escribir en ellos igualmente. Anotar las cosas era lo más importante.
Pero escribir en unas hojas sueltas es un poco deprimente. Vamos a hacer un pequeño
proyecto con esto.
No es que empezar con estilo sea lo más importante, pero no está de más vestir la
apariencia de mi nueva agenda.
Recogí los papeles sueltos y los coloqué sobre mi escritorio. Utilicé la magia para hacer
agujeros en el borde. Luego, utilicé mi magia de tierra para crear anillos para insertarlos a
través de ellos. A continuación, necesitaba tres tablas y una bisagra. Podía lanzarlos todos
juntos en forma de libro, para que se abrieran con mis hojas de papel encuadernado dentro.
Y con eso, mi diario estilo carpeta estaba completo. ¿Cuánto crees que me costó? Nada,
¡totalmente hecho por mí mismo! Bueno, el papel sí costó dinero.
Me pregunto si alguien de aquí compraría una perforadora si hiciera una a la venta. Al menos
valía la pena anotarlo. Si no anotara todas mis ideas, acabaría olvidándolas.
Entonces, ¿cómo se construye una perforadora? Uhh...
No. Tenía cosas más importantes que anotar primero.
"Hm, por dónde debería empezar..."
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True Flames Project
¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez que escribí un diario? Cuando estaba
encerrado en mi vida anterior, probé uno de esos sitios web de texto, pero no lo mantuve por
mucho tiempo. Podría seguir ese mismo camino si no fuera consciente de esto.
Afortunadamente, este cuerpo mío era bastante receptivo a las rutinas, así que probablemente
lo haría automáticamente siempre que lo convirtiera en un hábito.
De acuerdo, probablemente debería dejar de hacerlo. Suena raro hablar de este cuerpo en
tercera persona, como si no fuera el mío.
Lo que debería haber dicho es: Soy del tipo que hace las cosas con diligencia siempre que
las convierta en un hábito, así que no debería ser un problema.
Mucho mejor.
Mientras tenía ese vaivén interior, me puse a garabatear los acontecimientos de los últimos
diez días. Cuando terminé, ya estaba bostezando. Antes de darme cuenta, me invadió la
somnolencia.
◇◇◇
La zona que me rodeaba era toda blanca. No había nada más que una absoluta falta de
color. Conocía bien este lugar. Lo había visto cuando Perugius utilizó su magia de
teletransporte para transportarme por el espacio.
¿Pero dónde estaba exactamente? Nunca había pensado mucho en ello, pero empecé a
preguntarme si este era un lugar real en algún lugar de este mundo.
Aparte de eso, me gustaría no volver a esta forma cada vez que vengo aquí.
Volví a estar en el cuerpo que tenía antes de reencarnar, cuando era un encerrado sin
esperanza y con sobrepeso. No tenía intención de evitar la verdad de que esta fue mi vida en
el pasado, pero aun así me disgustaba. No me veía así mientras Perugius me transportaba.
"Hola".
De repente, él estaba allí. Su cara blanca y vacía tenía una fina sonrisa, un mosaico de
capas sobre él. En el instante en que lo vi, fue como si el recuerdo de su aspecto se borrara
de mi mente.
Era el Dios Hombre.
"Ha pasado mucho tiempo".
Sí, seguro que me trae recuerdos. Supongo que han pasado dos años, ¿eh?
"¿Ha pasado tanto tiempo?"
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La última vez que recibí tu consejo fue antes de irme al continente Begaritt. Así que sí, dos
años.
"Sin embargo, eso no es tanto tiempo".
Cuando yo era un aventurero, no apareciste ni una vez en tres años. Ahora hay algo de
nostalgia... Yo era bastante degenerado en ese entonces.
"Sí. Parece que ahora te va comparativamente bien".
Supongo que sí. Me casé, y me llevo bien con mi familia. Definitivamente estoy disfrutando
más de mi vida esta vez.
"Y también conociste a Perugius, por lo que veo".
Perugius, ¿eh? Es increíble. En mi vida anterior, nunca hubiera soñado que algún día
conocería a alguien como él. Y también me tomó cariño. Sabes, dijo que me compraría una
figura si hacía una buena. Nunca llegué a un nivel en el que pudiera vender mis cosas antes
de reencarnar aquí.
"Atofe también se aficionó a ti".
Eh, sí, de eso estoy mucho menos contento. Aunque supongo que mi entrenamiento ha
valido la pena si ella estaba tan interesada en mí. He trabajado mi fuerza física y mis
habilidades mágicas. Si Roxy no me hubiera enseñado la magia de agua de nivel King, esta
vez habría tenido serios problemas. Mi hechizo eléctrico fue bastante efectivo contra Atofe y
su guardia.
"Seguro que lo fue. La magia que usaste fue increíble. Estoy seguro de que podrías usarla
incluso contra Orsted".
¿Contra Orsted?
"No hay mucha magia en el mundo que pueda ignorar el Aura de Batalla y paralizar el cuerpo
de una persona".
Eso tiene sentido. Supongo que la gente de aquí no tiene una forma de defenderse contra
las descargas eléctricas. Pero, aun así, estamos hablando de Orsted. Simplemente usará la
Magia Perturbadora para hacer que mi magia sea ineficaz.
"Incluso si tu poder no supera al de tu oponente, eso no significa que no puedas reclamar

la victoria."
Tienes un punto... Espera, no. Imposible. Que yo pueda usar un poco de magia extraña no
cambia el hecho de que Orsted me aplastaría como a un panqueque. Además, no tengo ningún
interés en luchar contra él. No tengo nada contra el tipo.
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"¿Ah, sí?"
De todos modos, me ayudaste mucho durante toda la prueba de Begaritt. Mentiría si dijera
que no me arrepiento, pero no todo fue malo. Aunque no acabé siguiendo tus consejos.
"Bueno, esa fue tu elección".
Sólo por curiosidad, ¿qué habría pasado si no hubiera ido?
"Si no hubieras ido, tu padre habría encontrado alguna forma de salvar a tu madre y no
habría muerto. Además, habrías tenido dos princesas beastfolk para ti y habrías vivido feliz
para siempre".
¿...Qué demonios? ¿Así que estás diciendo que sólo murió porque yo fui?
"Así es. Porque tú estabas allí, se empeñó en lucirse delante de ti, y eso fue lo que arruinó
todo".
De acuerdo, pero, aun así, eso no puede...
"Si hubieras dejado las cosas en paz, habría reunido a sus camaradas para salvar a tu
madre. También a Roxy, por supuesto".
Entonces... ¿qué? ¿Estás diciendo que todo lo que hice fue inútil? Y oye, cuando llegué a
ella, Roxy estaba casi a las puertas de la muerte. Me cuesta creer que hubiera estado bien sin
mi participación.
"Ella realmente habría estado bien sin ti. Estaba destinada a sobrevivir, después de todo".
¿Qué quieres decir con eso? ¿Qué es esta mierda del destino? Explícate.
"¿Recuerdas al comerciante que salvaste? Si no hubieras estado allí, su entrega se habría

retrasado mucho. El día que llegó, cierto aventurero se paseó por el mercado y compró su
mercancía: piedras mágicas. Sin embargo, si el mercader no hubiera llegado, ese hombre
habría comprado otra cosa".
¿Cómo qué?
"Como un mapa del Laberinto de Teletransportación".
Oh, vamos, ¿por qué están vendiendo algo tan llamativamente conveniente?
"Tras fracasar en su intento de atraer a la gente para que se uniera a él en el gremio, Geese
habría ideado un plan para reforzar su número y así poder conquistar el laberinto. En el
proceso, vendería un mapa del Laberinto de Teletransportación a bajo precio".
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Ahora lo entiendo. Estás diciendo que vendería el mapa que hizo. Es cierto que hay poca
gente que querría entrar con Paul y los demás, pero podría haber algunos que pensaran que
podrían navegar por sí mismos. Entonces, ¿estás diciendo que el tipo que compró el mapa
reuniría a sus compañeros, entraría en el laberinto y salvaría a Roxy?
"Precisamente. Se encontraría con tu padre allí en la entrada, y entrarían todos juntos. Por
suerte, también encontrarían a Roxy".
¿Y dices que como tendrían más gente con ellos, les sería más fácil atravesar el laberinto,
y podrían rescatar a mi madre?
"Correcto. Aunque les habría llevado mucho más tiempo que a ti. Unos dos años, para ser
exactos. Dado que ha pasado ese tiempo desde que fuiste, sería justo ahora cuando la
sacarían de allí".
Me resulta difícil de creer. Todo parece demasiado conveniente.
"Tal vez, pero así es el destino".
De acuerdo. Supongo que tienes razón. Dicen que la verdad es más extraña que la ficción.
Supongo que eso significa que habría sido mejor si no hubiera estado allí. Maldición, eso es
deprimente. Aunque si eso ocurriera, supongo que no habría podido casarme con Roxy.
"Es cierto. En cambio, se habría enamorado del hombre que la rescató. Aunque él la habría
rechazado".
Bueno, no parece tan malo cuando lo piensas así. Amo a Roxy, después de todo. Aunque
eso provocó la muerte de Paul. Me hace sentir bastante conflictivo pensar que tuve que
perderlo para poder casarme con Roxy. No es que me arrepienta de nuestro matrimonio... Sólo
que, si hubiera tenido una relación similar con Linia y Pursena, imagino que también habría
sido feliz con ese resultado. No es que me parezca bien ser pareja de cualquiera, pero si
hubiera seguido ese camino, probablemente no hubiera sabido nada mejor, no hubiera sabido
que podría haber estado con Roxy en su lugar. Ah, maldita sea...
"Está en el pasado ahora".
Sí, tienes razón. Los remordimientos no me harán ningún bien. Decidí ir a Begaritt y eso es
todo. Ahora mismo, soy feliz. La decisión que tomé pudo ser un error, pero eso no cambia
cómo son las cosas ahora. Me arrepiento, pero no creo que todo haya sido malo.
"Sí que eres optimista".
De todos modos, ¿cuál es el motivo de tu visita de hoy? ¿Algún otro problema en mi camino?
"No, nada demasiado grande. Es menos un consejo y más un favor".
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¿Un favor? ¿De ti? Eso sí que es inusual. Nunca me habías pedido nada antes.
"Incluso yo a veces necesito pedir un favor."
Hmm. Bien, entonces. Sea lo que sea, dilo. No parece que sea malo escuchar lo que tienes
que decir y seguir tus consejos de vez en cuando. Creo que he sido demasiado desconfiado
contigo.
"¿Ah, ¿sí? Me complace oírte decir eso".
Bueno, te has esforzado mucho por ayudarme. De hecho, me siento mal por haber dudado
tanto de ti antes. Sólo pensé que te divertías viéndome sufrir, por eso actué así.
"Me has herido. Dado mi nombre, deberías darte cuenta de que soy un dios, después de
todo. Es cierto que me aburro y quiero mirar cuando algo entretenido está sucediendo, pero
no tengo la costumbre de llevar a la gente por el mal camino sólo para obtener placer de su
miseria."
Sí, eso pensé. No hay mucha gente así.
"De acuerdo".
¿Entonces? ¿Qué es lo que quieres que haga?
"Nada demasiado importante. Sólo quiero que bajes al sótano cuando te despiertes.
Comprueba y asegúrate de que no hay nada extraño ahí abajo. Si no ves nada, no te
preocupes".
¿Algo raro? ¿Por qué...? No, no importa. Yo me encargo. No te preguntaré esta vez,
simplemente lo haré.
"Hehe, muy bien, entonces. Tienes mi agradecimiento".
Cuando mi conciencia empezó a desvanecerse, una sonrisa enfermiza se dibujó en la cara

del Dios Hombre.
◇◇◇
Mis ojos se abrieron de golpe. Una vela parpadeó en el borde de mi visión. Miré a través del
tragaluz y vi la luna en el cielo. No había más sonidos. La casa estaba en silencio. Me había
quedado dormida mientras escribía mi diario. Un poco de baba me había caído por la barbilla
hasta la página a medio escribir.
Supongo que tendré que reescribirlo.
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Arranqué la página y la dejé en la esquina de mi escritorio. Más tarde copiaría lo que había
escrito en una nueva hoja.
Me pregunto cuánto tiempo he dormido. Siento el cuerpo tan aletargado que parece que he
estado fuera durante días.
Al levantarme, se me ha caído algo de los hombros: una manta. Sylphie o Roxy deben
haberla colocado sobre mí. Fuera quien fuera, agradecí el gesto.
"Muy bien, entonces..."
Todavía recordaba el contenido de mi sueño. El Dios Hombre me había dicho que fuera a
ver el sótano.
Un consejo un poco raro.
Sin embargo, sentí que no había nada malo en seguirle la corriente. Nunca me había
aconsejado mal en el pasado, así que me vi obligado a cumplir sus deseos de vez en cuando.
Nos beneficiaría a los dos. Además, el Dios Hombre debía de estar cansado de que le pusiera
pegas cada vez que intentaba darme un consejo. Aunque nuestra relación fuera del tipo de dar
y recibir, me convendría llevarme bien con él por si alguna vez necesitaba su ayuda.
Mientras me dirigía al sótano, solté un enorme estornudo. "¡Achoo! Uf, sí que hace frío..."
La primavera aún estaba lejos y la nieve seguía cubriendo el suelo, así que hacía frío. No
debería haberme dejado dormir aquí. Tenía que apresurarme y llegar a la cama para poder
acurrucarme bajo una manta caliente.
Cogí mi bata de un gancho de la pared, donde había estado colgada, y me la puse sobre
los brazos.
Me pregunto qué hora será ahora.
Tenía que ser alrededor de la medianoche, teniendo en cuenta que no oía ningún otro
sonido en la casa. Si me colaba en el dormitorio de Roxy o de Sylphie y me deslizaba bajo las
sábanas con ellas, probablemente gritarían de sorpresa. No me importaba que no tuviéramos
sexo; sólo quería un poco de calor. De hecho, ahora mismo me sentía muy solo.
Probablemente era gracias al Dios Hombre. No debería haberle preguntado qué habría pasado
si no hubiera ido a Begaritt.
No, fui yo quien lo preguntó. La culpa es mía. Y si toda la culpa es mía, debería dormir solo.
Estaba preocupado por esos pensamientos cuando abrí la puerta de un empujón.
"¿Hm?"
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De repente sentí una presencia detrás de mí y me di la vuelta. Todo lo que vi fue la silla
vacía que había dejado atrás. No había nadie.
Por supuesto que no.
"Debe haber sido mi imaginación".
Lo único que había en la habitación era un escritorio, una silla y una estantería. No había
ningún lugar donde esconderse. Había una ventana, pero no era lo suficientemente grande
como para que alguien pudiera entrar y salir a escondidas. La única entrada era la puerta ante
la que yo estaba. La habitación era lo suficientemente pequeña como para que una vela fuera
suficiente para iluminar todos los rincones. La única persona que podía estar aquí era yo.
Entonces, ¿por qué creía que había alguien más aquí, aunque fuera prácticamente
imposible?
A pesar de mi escepticismo, seguí sintiendo una presencia en la habitación. Era extraño.

¿Tal vez había un bicho debajo de mi estantería o algo así?
"¿...?"
Había algo que me desconcertaba. Mi corazón latía erráticamente. ¿Era ansiedad? ¿Qué
era lo que me hacía sentir ansioso?
"Bueno, da igual. Me apresuraré a ir al sótano a echar un vistazo..." Abrí la puerta hasta el

final y empecé a salir. Y entonces volví a girar al instante y exclamé: "¡Ajá, ahora te he pillado!".
No había ninguna lógica en mis acciones; lo había hecho por capricho. Sólo intentaba
asegurarme de que no había nadie. Sin embargo, he aquí que alguien estaba allí.
"¿Eh...?"
Un hombre con una vieja bata hecha jirones se sentó en mi silla, la única silla de la
habitación. Estaba envejecido, con arrugas en la cara y el pelo blanco como la nieve. El
comienzo de una barba le cubría la barbilla, dando la impresión de que no invertía mucho en
su aspecto. Tenía el aire de un veterano experimentado, pero había algo áspero y poco
refinado en él, como si hubiera salido de una larga, larga batalla. La luz de sus ojos era nítida,
y el color de su pupila derecha e izquierda difería entre sí.
Sus labios temblaron de sorpresa. "Entonces... ¿he tenido éxito?" Miró a su alrededor, con
los ojos entrecerrados mientras su expresión se llenaba de emoción. Sin embargo, bajó la
mirada hacia su mano, se tocó el estómago y se estremeció. Su sonrisa se volvió
autodespectiva. "No, esto es un fracaso. Supongo que no había esperanza de que tuviera
éxito..."
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Tenía la impresión de haberlo visto antes en algún lugar, pero no lo recordaba. Sin embargo,
había algo familiar, como si se pareciera a alguien. ¿Quién podría ser? ¿Paul, tal vez? No, él
no. ¿Sauros entonces? Pero no exudaba el mismo nivel de audacia que Sauros. Este anciano
parecía mucho más tímido.
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"¿Quién es usted? Um, ¿eres el Dios Hombre tal vez?"
En el momento en que dije ese nombre, sus ojos se volvieron hacia mí y se abrieron de par
en par.
Reconocí esa reacción. Orsted tuvo la misma respuesta exagerada cuando dije ese nombre.
Eran iguales. Sin embargo, este hombre no se parecía en nada a Orsted.
"No". Sacudió lentamente la cabeza, mirándome fijamente a los ojos. Había fuerza en su
mirada. Se negó a apartar la mirada. Era como si me absorbiera, casi como si me mirara en
un espejo.
El anciano miró la puerta detrás de mí y frunció el ceño. Señaló con un dedo nudoso y
huesudo y la puerta se cerró de golpe. Me sobresalté con el sonido que hizo.
¿Cómo lo había hecho?
Confundido, me giré hacia él. Había un brillo en sus ojos cuando me devolvió la mirada.
"No bajes al sótano. Te está engañando el Dios Hombre".
"¿Qué?" ¿Engañado? ¿De qué estaba hablando? No entendía. "Espera un segundo aquí.
¿Quién diablos eres tú? ¿Y cómo has entrado aquí?"
"Yo soy..." Abrió la boca para hablar, pero la cerró de repente. Tras un momento de
contemplación, finalmente dijo: "Soy _____".
Ese nombre me produjo una conmoción como nunca antes había sentido. Yo era la única
persona en este mundo que conocía ese nombre. Era uno que me llevaría a la tumba sin
compartirlo con nadie más, uno que quería olvidar, uno que no debería existir en este mundo.
El nombre de mi vida anterior.
"Vine del futuro", dijo.
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Capítulo XI – Un Final Y Un Comienzo
EL VIEJO VIENE del futuro. Eso fue lo que dijo. Sinceramente, no entendí lo que quería
decir. Es cierto que se parecía a mí.
"El futuro... ¿así que tú eres yo desde el futuro?"
"Así es. Soy tú, dentro de unos 50 años".
No se anduvo con rodeos, pero todo fue tan repentino. No sabía si debía creerle o no. Por
otro lado, sí sabía mi nombre. Nunca lo había mencionado a nadie y nunca lo haría. Tal vez
había una forma de usar la magia para leer la mente de una persona.
Dicho esto, me reencarné en este mundo con todos mis recuerdos intactos. No era tan
descabellado pensar que los viajes en el tiempo también podían existir. No tenía forma de
distinguir si estaba diciendo la verdad o no.
"Lo siento, pero no tengo tiempo para explicarte los entresijos de la magia del viaje en el
tiempo", dijo.
"¿Qué quieres decir con eso?"
"Exactamente lo que he dicho. Sé que parece una frase sacada de una película de
Hollywood, pero realmente no tengo mucho tiempo. Tienes que escuchar".
Hizo esa referencia a Hollywood sin perder el ritmo. Eso significaba que debía tener alguna
conexión con mi vida anterior. Tal vez realmente era yo desde el futuro.
Había un brillo en sus ojos y una oscuridad acechando en su interior. Francamente, parecía
alguien que mataba gente a diario. Su mirada era muy fría, como si le importaran muy poco
las vidas de los demás. ¿Era esta la persona en la que estaba destinada a convertirse en el
futuro? No podía ser. Era demasiado difícil de creer. Sin embargo, la expresión de su rostro
era seria.
De acuerdo, supongamos que él es yo dentro de 50 años y al menos escuchemos lo que

tiene que decir.
"No hay nada en el sótano", soltó. "Al menos, bajé allí y pensé que no había nada. Me sentí
tranquilo en los días siguientes porque el Dios Hombre dijo que no había nada de qué
preocuparse si no encontraba nada". El rostro del anciano se contorsionó con disgusto. "Pero
me equivoqué, y ahora puedo decirte por qué".
Se golpeó un dedo -el índice izquierdo- contra la frente, como si recordara el incidente.
Espera, ¿qué? ¿Es una mano normal?
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"Escucha. Creo que hay una rata en el sótano. Una enferma. Probablemente tiene dientes
morados, casi como una piedra mágica. No tengo ni idea de dónde vino ni de cuándo llegó allí
abajo. Lo más probable es que se haya colado en mi equipaje mientras estaba en la fortaleza
flotante de Perugius. Aunque realmente no importa de dónde vino".
El anciano abrió la mano y golpeó su puño contra ella. "Cuando bajes, asustarás a la rata y
correrá a la cocina. Allí, rebuscará entre los restos de comida que tienes fuera. Aisha la
encontrará muerta allí al día siguiente y se deshará de ella".
Permanecí en silencio y me limité a escuchar.
"Aisha se deshará de las sobras dándoselas a un gato callejero".
Su mano izquierda no es una prótesis. ¿Este tipo es realmente yo después de todo? ¿O ha

encontrado alguna forma de restaurar su brazo perdido en los 50 años transcurridos?
"Sin embargo, antes de eso, a Roxy le entrará hambre y bajará a comer un poco de esas
sobras. Como resultado, contraerá la enfermedad que llevaba la rata".
"¿Qué? ¿Roxy enfermará?" La mención de su nombre me devolvió la atención a la

conversación.
"Síndrome de Petrificación".
Me pareció haber escuchado ese nombre antes. Así es. Se supone que es una enfermedad
que sólo se puede curar con magia de desintoxicación de nivel divino. Era una enfermedad
incurable que convertía lentamente a los infectados en piedra mágica. Pero ¿dónde oí hablar
exactamente de ella?
"No nos dimos cuenta al principio. Después de todo, es extremadamente raro que alguien
se infecte con el Síndrome de Petrificación. Los patógenos sólo pueden refugiarse en una vida
que brota dentro de otra persona".
"Espera, quieres decir..."
"Sí, un niño no nacido. La enfermedad sólo afecta a las mujeres embarazadas. Me

sorprendió cuando lo descubrí después".
"¿Qué? P-pero Roxy no está..."
"Está embarazada", dijo. "Pero eso no es sorprendente. Los dos han tenido sexo, es
natural".
Espera, ¿Roxy está embarazada?
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Vaya. Era una noticia extremadamente alegre, y, sin embargo, estaba siendo entregada de
la manera más sombría posible.
"Por alguna razón, algunas ratas son resistentes a la enfermedad y actúan como portadoras
del Síndrome de Petrificación. Las reconocerás a simple vista. Sus dientes se han convertido
en cristales morados. Transfieren los patógenos a cualquier cosa que muerdan. Sólo se puede
transmitir por vía oral, y los patógenos no sobreviven mucho tiempo después de dejar su
huésped. Tardan como mucho medio día en extinguirse. Además, no es muy contagiosa, ya
que sólo afecta a las mujeres embarazadas".
"..."
"Los patógenos se instalan en el interior del feto y lo transforman, convirtiendo así el cuerpo
de la madre en piedra".
¿Y Roxy iba a contraer esta enfermedad?
"Si bajas por descuido al sótano y echas a ese roedor, Aisha se quejará al día siguiente de
que ha encontrado extraños restos de rata en la casa. Dos semanas más tarde, oirás hablar
de un gato infectado por el síndrome de petrificación. Poco después, Roxy tendrá fiebre".
Dudé antes de preguntar finalmente: "¿Y qué le pasará?".
"Morirá".
Su respuesta fue tan contundente y directa que me dejó sin palabras.
"Roxy perderá poco a poco la movilidad, hasta quedar confinada en una cama. Sus pies
comenzarán a convertirse en piedra, y será entonces cuando te darás cuenta de que tiene el
Síndrome de Petrificación".
"¿Y nunca mejoró durante tu tiempo? ¿No intentaste curarla?"
La tristeza bañó su rostro mientras sus ojos caían al suelo. "Estaba tan desesperado por
ayudarla que incluso fui al País Sagrado de Millis. Aprendí el conjuro necesario para curarla,
pero pasaron muchas cosas por el camino y me llevó demasiado tiempo. Cuando finalmente
regresé, era demasiado tarde. Su cuerpo ya estaba a medio camino, y estaba muerta".
"No, eso no puede ser..."
Inmediatamente levantó la cabeza, ese brillo feroz de nuevo en sus ojos mientras me miraba
fijamente. "El incidente estará relacionado con algo que ocurra dentro de 30 años. Todo se
debe a lo que dice el Dios Hombre. No te dejes engañar por él. Tienes recuerdos de tu vida
anterior, así que deberías entenderlo. Él es la raíz de todo el mal en este mundo. El jefe final".
"¿Pero por qué va detrás de Roxy?"
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"Todavía no sé la respuesta a eso. Sin embargo, sí sé que se mueve con algún objetivo en
mente. Lo último que me dijo fue esto: 'Gracias a que eres tan idiota, todo salió exactamente
como lo planeé'". Apretó los dientes. "Maldita sea".
¿El Dios Hombre realmente dijo eso? Aun así, hmm...
"En cuanto a cuál es su objetivo, tal vez Orsted o Laplace puedan saberlo. No tuve la
oportunidad de conocerlos en estos 50 años. Es muy probable que tú tampoco puedas, aunque
busques".
"¿Ni siquiera Nanahoshi tenía idea de dónde encontrarlo?"
Al mencionar su nombre, su rostro se hundió. Tal vez ella realmente no lo sabía.
"Nunca le pregunté, pero tal vez podrías intentarlo. Aunque no sepa exactamente dónde
está, es lo suficientemente inteligente como para pensar en todo tipo de contingencias, así que
puede que se le ocurra algo."
"¿Qué terminó pasando con Nanahoshi?"
Sus labios se adelgazaron y no contestó. La mirada triste de su rostro ya decía todo lo que
necesitaba saber, pero tras una pausa, finalmente contestó: "Al final, ella falló. Me equivoqué
al intentar consolarla, y entonces..."
¿Así que nunca consiguió llegar a casa? Entonces debió caer en la desesperación y quitarse
la vida.
"Está bien. No necesito escuchar más."
"Sí. Yo tampoco quiero hablar de ello". Levantó la barbilla, tratando de recuperar la

compostura. "Hay algo más, y es importante. Te enterarás de esto dentro de 10 años, pero el
Dios Hombre no se llama así aquí".
"¿Qué quieres decir?"
"Es un dios de los humanos, es decir, el Dios de los hombres. Todos los que han oído hablar
de él lo conocen así, como 'el Dios de los Hombres'. Sólo los que lo conocen de verdad saben
su nombre, el 'Dios Hombre'. No sé por qué ha decidido referirse a sí mismo de ese modo.
Supongo que es su forma de meterse con la gente".
Eso tenía sentido. Así que por eso algunas personas (Orsted) tuvieron una reacción tan
exagerada al nombre. Los únicos que lo sabían eran los que lo habían conocido y habían sido
engañados por él.
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"En apariencia, sólo parecía decir cosas que me beneficiaban". El anciano volvió a apretar
la mano. El odio ardía como un fuego furioso en sus ojos. Irradiaba una intensa sed de sangre
y, sin embargo, por alguna razón, no me pareció aterrador. "Todavía no te ha dicho una
mentira, hasta este momento. No hasta donde yo -o tú, más bien- puedo decir".
Su puño empezó a temblar. Algo chispeó en su interior, crepitando como la electricidad.
"Pero todo tenía un propósito: hacer que alguien tan reservado como tú bajara las defensas
para que le obedecieras sin rechistar".
Aunque me quedé mirando con mudo asombro las chispas que salían de su mano, también
me armé de valor por si intentaba algo.
"¡No te dejes engañar! Has leído manga, ¿verdad? Sabes que la gente que más habla de
confianza es la que siempre dice mentiras".
"Sí, lo sé, pero..."
Me espetó: "No, tú no sabes nada. Después de perder a Roxy, perderás a Sylphie. Estarás
tan destrozado tras la muerte de Roxy que ni siquiera pensarás en ella durante un tiempo.
Herida por esto, caerá en la depresión. El Dios Hombre aprovechará esa oportunidad para
manipular a Luke".
"¿Luke? ¿En serio?"
"Sí. Después, te enterarás por la chica que salía con él en ese momento. Ella dirá: 'Se
despertó de repente una mañana con pánico, afirmando haber escuchado la palabra de Dios'".
"Y... ¿qué pasa después de eso?"
"Luke aconseja a Ariel que se apresure a ir a Asura. Sylphie te abandona para ir con ellos.
Después de haber fracasado para obtener el apoyo de Perugius, Ariel está en desventaja. Ella
apuesta su escasa posibilidad de victoria a iniciar una guerra civil. Pero es derrotada, y Sylphie
muere en la batalla".
¿Sylphie... muere?
"Va a perder a los dos". El hombre negó con la cabeza, apretando los dientes. "Todavía
puedo oír la voz del Dios Hombre cuando me reveló todas sus artimañas. Esa risa aguda... la
forma en que sintió su mano cuando me dio una palmada en el hombro y me dijo: 'Buen trabajo'.
Maldita sea... ¡Joder!"
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Golpeó con sus puños mi escritorio. La electricidad chispeó a su alrededor, brillando como
el sol del mediodía. La luz se desvaneció en un instante, pero las marcas de las quemaduras
en mi escritorio permanecieron. Una vez recuperada la compostura, el anciano dejó escapar
un suspiro.
"Lo diré de nuevo: No confíes en él. Te arrepentirás". Cuando terminó de hablar, el anciano
se agarró el estómago. Su semblante empeoraba mientras lo observaba. "No me queda mucho
tiempo. Pero supongo que incluso habiendo dicho todo esto, probablemente no sabes qué
hacer ahora". Su rostro estaba mortalmente pálido. Aparecían ojeras bajo sus ojos.
El anciano aspiró, luchando por exhalar. Casi parecía estar a las puertas de la muerte.
¿Estaba enfermo de algo?
"Primero, veamos... sí, Eris".
Escuchar eso me hizo fruncir el ceño.
"Quiero que le escribas una carta tan pronto como puedas. Dile que puede que la hayas
engañado un poco, pero que la sigues queriendo".
"No, no la quiero", bromeé. "Ella es la única razón por la que tuve ED antes".
"Perdónala por eso. Eres un hombre, ¿verdad? Deberías ser capaz de hacer todo eso".
Fruncí el ceño.
Dejó escapar una carcajada burlona. "Bueno, yo no podía perdonarla. Los dos no nos
llevamos muy bien durante un par de años".
"Estuvo a punto de matarme innumerables veces. Me seguía a todas partes, y cada vez que
me encontraba, se lanzaba al ataque. Bueno, aun así, no se anduvo con rodeos. Era
perfectamente capaz de matar si realmente lo deseaba. Pero nunca me atacó cuando estaba
más débil. De hecho, cuando estaba en problemas, me ayudaba desde las sombras. Casi
como Vegeta de la serie Dragon Ball".
Vegeta, en serio...
"De todos modos, ella no es como el príncipe del reino vegetal. Ella sólo quiere estar contigo.
Ella siempre te ha amado. Debido a esos sentimientos, ella siempre ha puesto el máximo
esfuerzo en todo lo que hace. Sin embargo, también es terrible con las palabras y no sabe
cómo expresarse, así que todo lo que puede hacer es hablar con sus puños".
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True Flames Project
Eso está muy bien, pero yo ya tengo dos esposas y un hijo. Claro, puedo haber amado a
Eris en un momento dado, pero eso es ... todo en el pasado ahora. Es un pasado que todavía
tengo que resolver tal vez, pero es más ahora.
"Ya tengo a Sylphie y Roxy".
"No hay problema. Sylphie es bastante abierta de mente. En cuanto a Roxy, ni siquiera se
cree digna de ti, así que te lo perdonará. Eris también estará bien, si le explicas las cosas de
antemano. Además, realmente aún la amas, ¿no es así? Oh, pero debo advertirte: Espera un
golpe de Eris. Es el tipo de mujer que es".
"Entiendo lo que dices, pero..."
"Tienes que rodearte de tres mujeres que te quieren. Suena maravilloso. ¿Qué hay de malo
en eso? No me digas que no eres lo suficientemente hombre".
"No hables de ello con tanta ligereza, como si no tuviera nada que ver contigo".
"No me queda nadie", dijo. "Te lo digo porque tú eres yo".
Sus palabras tenían un peso extraño, pero...
"Todavía tengo la responsabilidad de cuidar de Roxy y Sylphie".
"Si quieres hablar de responsabilidad, también le debes una a Eris. Ella ha estado haciendo
todo lo posible por ti todo este tiempo. Sólo es una mierda para expresarse, así que no te has
dado cuenta, pero nunca ha dejado de intentarlo por tu bien. Si crees que le debes
responsabilidades a otras personas, ¿qué pasa con ella y todo el esfuerzo que ha hecho?
Ghislaine te golpeará con esas palabras... mientras estás frente al cadáver de Eris".
¿El cadáver de Eris?
"¿Así que Eris también muere...?"
"Sí. Protegiéndome. Creo que fue... cuando volví a desafiar a Atofe. Ese rey demonio era
más temible de lo que esperaba. Bajé la guardia". Habló como si fueran recuerdos lejanos, sus
labios se curvaron en un ceño.
¿Cómo de fuerte seré en el futuro si puedo permitirme bajar la guardia contra alguien como
Atofe? ¿Este tipo es realmente yo? Empieza a ser aún más sospechoso.
"Tienes que enviar esa carta. ¿Entiendes? Si no quieres tener los mismos remordimientos,
hazlo. Puede que no sea demasiado tarde si empiezas ahora".
"De acuerdo. Supongo que, si te sientes tan fuerte, puedo enviarla. ¿Pero a dónde?"
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"Al Santuario de la Espada. Seguramente ya te habrás dado cuenta de que ahí es donde
está".
El Santuario de la Espada no estaba tan lejos de Sharia. Tenía razón: tenía la sensación de
que podría estar entrenando allí.
"De acuerdo".
"No escribas nada que pueda alejarla", advirtió. "Si cae en la desesperación, será tu muerte".
"Lo sé".
Sabía exactamente qué tipo de persona era Eris. O al menos, lo sabía. Si lo que decía era
cierto, entonces ella nunca tuvo la intención de abandonarme. Simplemente no me di cuenta
de eso todo este tiempo. Ahora que consideraba lo que estaba diciendo, ella era bastante
horrible con las palabras. No era de extrañar que sus sentimientos no llegaran a la carta que
me dejó. Y esa fue la razón por la que los dos tuvimos este malentendido y me perdí.
"...Uf". El anciano ahogó un suspiro, luego se estremeció al darse cuenta y levantó la

barbilla. "Además, olvidé decir una cosa importante: no trates al Dios Hombre como tu
enemigo".
"¿Qué? Pero dijiste que me había engañado".
"Sí, pero no es alguien a quien puedas vencer. Desde luego, yo no fui capaz. Nunca pude
llegar a él". Su voz estaba llena de angustia.
Al decir que no pudo llegar a él, ¿se refiere físicamente? Así que ese espacio donde reside
el Dios Hombre, ¿está realmente en algún lugar de este mundo?
"Cuando me di cuenta de eso, todo mi cuerpo se estremeció. Sabía que nunca sería capaz
de vengarme por Roxy o Sylphie. Me esforcé al máximo para derrotarlo, pero ni siquiera pude
llegar a él. Puedo manipular la electricidad y la gravedad, pero el Dios Hombre nunca se
acercaría lo suficiente como para que pudiera usar mi magia contra él".
El hombre señaló el bote de tinta que había sobre mi mesa. Se elevó en el aire por un
momento antes de caer de nuevo en mi escritorio con un estruendo, esparciendo algunas gotas
de tinta.
"Puedo hacer que las cosas leviten. Puedo enviar mensajes a la gente a distancia. Incluso
puedo volver a crecer un brazo. Además, he conseguido saltar en el tiempo y volver al pasado".
Hizo una pausa. "Aunque esta magia fue en realidad un fracaso".
¿Un fracaso? ¿Qué parte de esto fue un fracaso? Estaba aquí ahora mismo, delante de mí,
¿no es así?
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True Flames Project
"Estoy seguro de que has empezado a darte cuenta, pero la magia en este mundo es
todopoderosa. Una vez que entiendas eso, podrás lograr casi cualquier cosa. Aunque llevará
tiempo, investigación y práctica lograrlo".
Mientras hablaba, levantó la mano izquierda. La forma en que la flexionó hizo que pareciera
que estaba presumiendo, pero su rostro había pasado del punto de palidez mortal y ahora
estaba completamente blanco. Los círculos bajo sus ojos se oscurecían y sus labios se volvían
azules.
"Pero nada de este poder tiene sentido. Todo fue demasiado tarde. Cuando me hice lo
suficientemente fuerte, la gente a la que quería proteger ya había desaparecido".
Todavía había un brillo en sus ojos, pero el poder ya había huido de ellos. Su respiración
era errática y áspera.
"¿Entiendes lo que he dicho? Te lo diré una vez más: Odio al Dios Hombre, pero tampoco
puedo triunfar contra él. No hay manera de vencerlo. No pude encontrar la manera de llegar a
él por mí mismo. Las cosas que necesitaba para llegar a él no existían mientras yo estaba vivo.
Así que no intentes luchar contra él. No tengo ni idea de lo que busca, pero, aunque tengas
que actuar como su adulador, hazlo. No te opongas a él. Deja que haga lo que quiera.
Entonces, mientras toda la gente que amas sigue viva..."
Toda la fuerza se esfumó de su mano y cayó sin fuerza. Levantó la barbilla y su mirada se
desvió hacia el techo.
"Hay tres cosas que tienes que hacer: consultar a Nanahoshi, escribir una carta a Eris y
dudar del Dios Hombre sin oponerte a él. Eso es todo".
No le respondí. Era todo tan repentino que no tenía nada que decir. Una cosa estaba clara:
estaba desesperado por intentar decirme algo.
"¿No puedes darme un consejo más concreto que ese?" pregunté.
"Consejos, ¿eh? Ah, esto me trae recuerdos. Así es. Yo era un vago cuando tenía tu edad...
Bueno, ya sabes, me encantaría darte más detalles y contarte todo lo que pueda... pero se me
ha acabado el tiempo".
"Sigues diciendo eso. Que se te acabó el tiempo, que tu tiempo se acabó. ¿A qué viene
eso? ¿Tienes prisa por coger un especial de anime de medianoche o algo así?"
"No. Quiero decir que se acabó. Y ya que estamos en el tema, no te fíes de los demás. Si
recuerdas cuando viniste por primera vez a este mundo, no dependías de nadie". Me miró con
la misma emoción en los ojos que si estuviera mirando a su nieto.
Ahora que lo menciona, últimamente me apoyo mucho en otras personas.
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True Flames Project
"Además, con mi llegada, tu futuro ya debería haber cambiado. Las cosas que digo ahora
puede que ya no se cumplan. Pero que yo viajé así al pasado no cambiará la historia que
viví..."
En el siguiente instante, la atención se desvaneció de sus ojos. Sus dos brazos colgaban
sin fuerza y levantaba la barbilla, respirando dolorosamente.
"Guh... Llevarás... una vida... diferente a la mía... Tendrás éxito... y fracasarás... como
siempre. Reflexionarás... sobre tus errores... y te arrepentirás también..."
El anciano se removió y el movimiento le hizo caer de la silla.
"Oye, ¿estás bien?" Me apresuré a llegar a su lado y lo atraje hacia mis brazos, sólo para
estremecerme de horror. Por muy musculoso y duro que pareciera por fuera, era
increíblemente ligero. Probablemente no pesaba ni 40 kilos.
¿Qué demonios? ¿Qué le pasa a su cuerpo?
"Ni por un segundo... creas que el hecho de que yo venga del futuro... significa que puedes
rectificar tus errores de la misma manera. Esta magia fue un error... No existe tal cosa... como
poder rehacer tu vida".
Sus ojos sin vida nadaban de un lado a otro mientras deslizaba una mano temblorosa dentro
de su túnica. "Usé este diario como guía... para saber en qué fecha volver... y lo traje conmigo.
He escrito... todas mis experiencias en él. Por favor...haz lo que puedas...para que no te
arrepientas...no dejes que ese cabrón se ría de ti...como hizo conmigo..."
Las lágrimas brotaron de aquellos ojos endurecidos mientras sacaba una gruesa carpeta de
su raída bata. La cosa estaba bastante desgastada por los años de uso, pero me resultaba
familiar. Era la misma carpeta que había hecho para mí momentos antes.
Cuando se la quité, la mano del hombre resbaló y cayó al suelo. Sin embargo, eso no fue lo
que me llamó la atención. Cuando sacó su diario, eché un vistazo al interior de su bata. Donde
debería haber un estómago, no había nada.
"¿Qué es eso? ¿Qué le pasa a tu cuerpo?"
"Eh, mi magia estaba... incompleta. No pude traer todo mi cuerpo... cuando viajé al pasado".
"¿Qué? P-pero acabas de decir que podías incluso regenerar tu brazo".
"No me queda maná. Lo siento... Si tan sólo Cliff estuviera vivo, entonces tal vez esto habría
sido más suave... Sólo un poco más de tiempo... Tengo algo más de información..."
"Lo siento. Ya has hecho suficiente. No tienes que decir nada más".
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True Flames Project
"No quiero que... tengas remordimientos... o que las cosas salgan como el Dios Hombre
quería... Por qué, en un momento como este... Cuando hay tanto que todavía tengo que decir...
Pero he venido hasta aquí, si al menos pudiera tener una visión de..."
Los ojos del hombre ya no me miraban a mí, ni a nada más. Lo que decía no tenía sentido.
Ahora sólo era una corriente de vagos balbuceos. Una sombra negra se extendía bajo sus
ojos, como si la sombra de la muerte se cerniera sobre él.
Así que este es el aspecto de una persona antes de morir... No, mientras está muriendo.
"Ah."
Por un instante, sus ojos volvieron a enfocarse. Miraban algo por encima del hombro. El
anciano levantó una mano temblorosa por encima de mí.
"Aah, Sylphie, Roxy... Maldita sea, ambas lucen tan adorables como siempre..."
Una sola lágrima se derramó por su mejilla mientras la luz desaparecía por completo de sus
ojos. Toda la fuerza abandonó su cuerpo y su cuello cayó inerte.
Estaba muerto.
Miré por encima del hombro, pero la puerta seguía bien cerrada. El hombre había armado
un gran alboroto, así que me pregunté si alguien se había despertado y había bajado corriendo
a ver qué era todo ese alboroto. El anciano debía de estar alucinando mientras daba sus
últimos suspiros.
Apenas pensé eso, unos pasos estruendosos bajaron las escaleras.
"¡!"
Salí apresuradamente de la habitación, justo a tiempo para ver a Roxy y a Sylphie venir a
investigar, cada una con una vela y un arma en la mano.
"Rudy, he oído voces y algo de ruido. ¿Hay alguien aquí?"
"¿Es un ladrón, quizás?"
Las dos parecían aliviadas en cuanto me vieron, pero seguían con la guardia en alto.
¿Debería hablarles del viejo? Dudé. No, no debería.
"No, lo siento", dije finalmente. "Era sólo que estaba medio dormido. Tuve un sueño raro y
usé algo de magia. Eso es lo que causó todo el ruido, creo. Culpa mía".
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"¿Sólo fue magia lo que usaste en tu sueño?" preguntó Sylphie con incredulidad. "Pero me
pareció oír a alguien gritando. ¿Estás bien? Um, si lo estás pasando mal, ¿deberíamos dormir
en la misma habitación? Sabes, mi abuela decía que cuando uno está sufriendo, sentir el calor
de otro humano es el mejor remedio".
"No, estoy bien. Seguro que probaría algo sucio si durmiera contigo. Y aún no has
recuperado la salud, ¿verdad?"
Al rechazar la tentadora oferta de Sylphie, Roxy puso cara de circunstancias. "Si realmente
es tan malo, puedes dormir conmigo. Aunque he empezado a sospechar que podría serlo...
En cualquier caso, si pudieras limitarte a unos toques..."
"No, hoy estoy muy bien".
Aunque Roxy no había terminado lo que estaba diciendo, sus palabras desencadenaron
recuerdos de lo que el viejo mencionó. Dijo que estaba embarazada. A juzgar por su forma de
hablar, ella también lo pensó.
"Está muy, muy bien", les aseguré. "Ustedes dos vuelvan a la cama. Yo me iré a dormir
después de ordenar mi despacho".
Sylphie asintió lentamente. "Bueno, si estás seguro, vale. Pero si necesitas a uno de
nosotros, no dudes en decirlo, ¿de acuerdo?"
"Al fin y al cabo somos marido y mujer, así que no lo dudes, por favor. De todos modos,
buenas noches".
Los dos parecían todavía muy preocupados mientras subían al segundo piso. Los vi
marcharse antes de volver a mi estudio.
En primer lugar, tenía que confirmar la veracidad de lo que me había dicho el anciano.
Todavía no tenía ni idea de quién era realmente, si era yo del futuro o alguien totalmente
distinto. Teniendo en cuenta que arriesgó su propia vida para llegar hasta aquí y advertirme,
lo que dijo parecía creíble. El mayor problema era que era tan repentino que era difícil de
digerir.
"..."
Sin embargo, había un pensamiento que no salía de mi cabeza.
No quiero perder a esas dos.
Y tampoco quería morir con remordimientos como lo hizo ese viejo.
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◇◇◇
Seguí a las dos chicas hasta sus habitaciones para asegurarme de que estaban a salvo, y
les prohibí expresamente que volvieran a salir esta noche. Fui a todas las habitaciones del
segundo piso y las cerré con llave desde fuera para evitar que todos salieran. Después, bajé
las escaleras y barrí el primer piso para asegurarme de que no había nadie. Una vez que me
aseguré de que no había nadie, volví a mi estudio para desnudar al viejo.
"¡...Qué!"
No tenía estómago. Debajo de su caja torácica había un agujero abierto donde todo lo que
se podía ver era hueso y piel. Casi no tenía intestinos. Aparte de ese punto, el resto de su
cuerpo era bastante increíble. Era difícil creer que fueran los músculos de alguien de unos
sesenta años. Estaba cubierto de cicatrices de batalla. Había una particularmente única en su
pecho, como si su piel hubiera sido soldada allí. Incluso sus pecas estaban en los mismos
lugares que las mías.
Por lo que pude ver, era exactamente igual a mí. Lo único que nos diferenciaba era que él
tenía una mano izquierda completamente funcional. Mencionó que la había vuelto a crecer él
mismo.
Debía ser muy hábil con la magia curativa para conseguirlo.
Aparte del diario, no llevaba nada más. No tenía ningún accesorio, ni siquiera un bastón. Lo
único que llevaba bajo la túnica era una camisa, ropa interior y pantalones. Tampoco había
nada en ninguno de sus bolsillos.
Seguro que, si Sylphie y Roxy murieran, llevaría algún tipo de recuerdo.
Por otro lado, si habían pasado cincuenta años, tal vez había pasado mucho y había perdido
esos recuerdos.
Tras dejar sus artículos a un lado, envolví el cuerpo del anciano en la manta que había
estado tendida cerca. Lo saqué a través de la cocina, en dirección a la puerta trasera.
Me detuve al ver las sobras de la noche anterior en la encimera. Estaban apiladas en un

plato. Eran las que, según él, mordisqueaban las ratas. Probablemente era mejor deshacerse
de ellas.
Me escabullí a través de nuestro jardín trasero y llevé el cuerpo del anciano a un terreno
baldío cercano. Allí, cavé una tumba, lo metí dentro y le prendí fuego. Mi magia fue lo
suficientemente poderosa como para convertirlo en cenizas y huesos en cuestión de segundos.
El hedor de la carne quemada flotaba en el aire. Era aún más nauseabundo sabiendo que
provenía de mi cadáver carbonizado.
"Urgh..."
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True Flames Project
La idea hizo que se me revolviera el estómago. Corrí hasta el borde del terreno y vomité.
Una vez que terminé de incinerarlo, usé mi magia para conjurar una olla y poner sus huesos
dentro. Lo enterraría en el mismo lugar donde puse a Paul. Si realmente era mi yo del futuro,
ese era el lugar donde sería más feliz.
Rellené el agujero cuando terminé de recoger sus huesos. A continuación, volví a la casa,
deslizándome por la puerta trasera antes de dirigirme directamente a mi estudio. Dejé los
restos del anciano junto a su ropa y cogí mi bastón.
Mi destino esta vez era el sótano. Ya había activado mi ojo demoníaco.
El viejo me había dicho que no fuera. Advirtió que la rata saldría corriendo, mordisquearía
nuestras sobras y que la enfermedad que portaba se trasladaría entonces a Roxy. Pero tenía
que estar seguro. Tenía que saber si esa rata estaba realmente aquí o no. Si no lo veía por mí
mismo, no podría creer lo que decía. Además, si tenía razón, no podía dejar a ese roedor sin
control.
"..."
Las escaleras que llevaban al sótano estaban a oscuras. Saqué un pergamino del Espíritu
de la Lámpara para iluminar la zona. Después de descender, respiré profundamente y puse la
mano en la puerta.
"¿...Hm?"
El polvo se había acumulado en un rincón de la escalera. Encontré lo que buscaba: huellas.

Huellas de rata, para ser precisos. También pude ver dónde había arrastrado su cola. Estas
huellas sólo iban en una dirección: hacia el sótano. No había huellas que demostraran que se
había ido.
No me atreví a abrir la puerta. En su lugar, utilicé la magia para hacer un agujero en la puerta
del tamaño de mi puño. Luego, vertí maná en mi bastón y lo empujé a través de la abertura.
Imaginé hielo en mi mente, suficiente para llenar toda la habitación. Dentro había objetos
mágicos y el abono que Aisha utilizaba en el jardín, pero todas esas cosas eran
intrascendentes.
"Nova de escarcha", susurré. En un instante, el hielo onduló por la habitación. Para

asegurarme, repetí el hechizo. "Escarcha... Nova".
Un escalofrío se extendió desde mi bastón, envolviendo cada rincón del sótano. Envié mi
Espíritu de la Luz a través del agujero y miré dentro para asegurarme de que toda la habitación
estaba helada. Finalmente, abrí la puerta helada, entré y la cerré inmediatamente tras de mí.
"..."
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Encontré la rata al instante. Estaba muerta, congelada, cerca de la puerta oculta que
conducía a mi santuario personal. La boca de la criatura estaba entreabierta, con los dientes
morados asomando. Realmente parecían piedras mágicas.
Hice un barrido exhaustivo de la zona para asegurarme de que no se había colado otro. Una
vez que me aseguré de que era seguro, creé una caja con magia de tierra, usé dos palos para
recoger el cadáver de la rata de forma segura y lo coloqué dentro. Luego la sellé para que
nadie la abriera inadvertidamente.
¿Sería mejor quemar esta cosa y deshacerse de ella? ¿O tal vez debería enviarlo al Gremio
de Magos para su estudio?
Esta última opción parecía la mejor. Si informaba de lo que había oído al viejo sobre el
síndrome de petrificación cuando entregara el cuerpo de la rata al gremio, podrían comprobar
la veracidad de sus afirmaciones. Aunque no tenía ni idea de si pudieran extraer el patógeno
de un cadáver congelado.
Cerré la puerta del sótano tras de mí y sellé el agujero que había hecho. El anciano dijo que
la enfermedad no se transmitía por el aire y que no era muy contagiosa, pero era mejor prevenir
que curar.
Regresé a mi estudio. Estaba totalmente despierto después de todo aquello, así que no iba
a poder dormir pronto.
Entonces, ¿qué debo hacer primero? O, mejor dicho, ¿qué es lo que puedo hacer ahora
mismo?
¿Debería leer el diario desgastado que el anciano había traído consigo? Tal vez podría
advertirme sobre los acontecimientos futuros. Aunque también dijo que la historia ya había
cambiado. En términos de ciencia ficción, ya me encontraba en una línea de tiempo alternativa,
una creada por mi yo del futuro que viajaba al pasado. Aunque leyera todo lo que contenía
este diario y me preparara para ello, era probable que muchas de las cosas a las que se había
enfrentado no llegaran a suceder.
Mis ojos se fijaron en mi frasco de tinta y en la mancha negra que había dejado en mi
escritorio. También quedaban marcas de quemaduras del lugar donde el anciano había
concentrado maná en sus puños y los había golpeado. Verlo me hizo recordar lo que me había
dicho: "Hay tres cosas que tienes que hacer". Había una cosa de su lista que podía hacer
ahora mismo.
Me senté, saqué un papel y cogí el bolígrafo.
"..."
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Primero, escribí una carta a Eris. Ella fue mi primera compañera de cama y alguien a quien
había amado antes de que desapareciera de la nada. Todavía tenía sentimientos complejos
hacia ella.
¿Qué debería escribir? Me pregunté mientras ponía la pluma sobre el papel.
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Capítulo Extra-I – El Nacimiento De Un Nuevo Rey De La
Espada
TRES SANTOS DE LA ESPADA estaban reunidos en la Sala Efímera del Santuario de la
Espada, cada uno de ellos sobre una rodilla. Estaban Nina Falion, Gino Britz y Eris Greyrat.
De pie ante ellos estaba el Dios de la Espada, Gall Falion.
Se quedó tranquilo mientras miraba a sus alumnos, que tenían las manos sobre las espadas
en sus caderas. Lentamente, dijo: "Su manejo de la espada ya ha superado el nivel de un santo
de la espada".
Los hombros de Gino se crisparon.
"Es casi el momento de reconocer al primer rey de la espada desde Ghislaine".
Los ojos de Gino se abrieron de par en par. Apretó el puño, temblando. Una emoción
indescriptible le invadió. Quiso saltar y gritar, pero reprimió el impulso. Todavía no había
identificado qué era esa sensación. No era mala, eso lo sabía.
Sin embargo, el Dios de la Espada no había terminado.
"Antes de hacerlo, tengo una pregunta".
Todos esperaron en silencio.
"¿Qué creen que separa a un santo de la espada, a un rey de la espada y a un emperador

de la espada?"
"¿La fuerza?" Nina soltó.
Estaba claro, por sus expresiones colectivas, que no podían imaginar ninguna otra
respuesta. Pero, al mismo tiempo, también sabían que no era tan sencillo: el Dios de la Espada
quería saber qué venía después de esa fuerza. ¿Qué más les separaba?
"Nina. ¿Qué te dijo tu maestro que hicieras antes de adquirir la Espada de la Luz?"
El maestro de Nina no era Gall Falion. La persona que había sido su mentor era el padre de
Gino, Timothy Britz. Ella reflexionó sobre las enseñanzas del hombre y respondió: "Él dijo: 'Ya
que eres diestra, entrena tu mano izquierda'. Me dijo que no podría liberar la Espada de la Luz
hasta que pudiera manejar perfectamente una espada con la mano izquierda".
"Así es. Tu mano no dominante es importante para usar la Espada de la Luz. ¿Entiendes
por qué?"
"Si tensas tu mano dominante, hará que la espada se desplace hacia un lado".
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"Sí. Tienes que invertir toda tu Aura de Batalla en el ataque y cortar en línea recta. Es simple,
pero ese es el secreto más íntimo de la técnica de la Espada de la Luz".
La técnica de la espada consistía en cortar un objetivo en movimiento. Si cargabas en línea

recta y utilizabas un ataque frontal, cualquiera podía esquivarlo fácilmente. Por eso los
espadachines atacaban desde abajo, desde un lado o en diagonal, utilizando movimientos
imprevisibles para pillar al enemigo desprevenido.
Sin embargo, el primer Dios de la Espada era diferente. No necesitaba esos trucos. En su
lugar, lo cortaba todo moviéndose más rápido de lo que su oponente podía reaccionar.
"Este secreto está incrustado en la historia del estilo del Dios de la Espada". Gall golpeó sus
uñas contra la empuñadura de su espada. "Cada generación de Dios de la Espada ha
trabajado para desentrañar lentamente las inexplicables técnicas que el primer Dios de la
Espada cultivó. Eso es lo que nos llevó a la forma actual del estilo del Dios de la Espada. Una
vez que entiendes los secretos más íntimos de la Espada de la Luz, el principio que la sustenta
y cómo practicar su uso, es muy sencillo. Cualquiera con un poco de talento puede aprender
a manejarla fácilmente. Eso hizo que la era del estilo del Dios de la Espada fuera considerada
la más fuerte. Podemos alzar la cabeza con orgullo gracias al primer Dios de la Espada y a
sus predecesores que desvelaron los secretos de sus técnicas".
De nuevo, sus dedos tamborilearon contra la empuñadura de su espada.
"La Espada de la Luz es la mejor técnica del estilo del Dios de la Espada. Los practicantes
de otros estilos la llamarían nuestra técnica secreta. Sin embargo, hay algunos que captan su
esencia mejor que otros. Los santos de la espada, los reyes de la espada, los emperadores de
la espada y el Dios de la Espada... Es un poco extraño, realmente. Todos hacemos lo mismo,
pero algunos somos más fuertes y otros más débiles".
Gall dirigió su mirada a Gino. "¿Qué crees que hace la diferencia, Gino? Contéstame".
Gino levantó la barbilla, con una expresión nerviosa en el rostro. No tenía ni idea de cuál
era la respuesta, pero se sentía presionado para responder rápidamente. "¿La capacidad de
pensar con lógica, de moverse con habilidad... eh, la fuerza del cuerpo... o tal vez la calidad
del arma...?"
"¿¡Calidad de las armas!? ¿Cuántos años llevas entrenando, chico? ¿Seguro que no
necesitas volver atrás y empezar desde lo más básico?" Le gritó Gall.
"¡Mis disculpas!" El rostro de Gino palideció mientras dejaba caer su mirada.
Lo que Gino realmente quería decir era "talento", pero sabía bien que esa no era la
respuesta que el Dios de la Espada deseaba. No había forma de que una pregunta tan
compleja pudiera responderse con una sola palabra. Después de todo, ahora mismo estaban
discutiendo las complejidades del talento. Si Gino decía algo tan estúpido, Gall podría
expulsarlo por completo.
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"No lo sabes porque todavía eres un niño, ¿eh? No importa. Los fuertes siguen siendo
fuertes, lo entiendan o no. Muy bien, Nina, responde tú".
Nina consideró su respuesta cuidadosamente. Lo más probable es que estuviera

preguntando qué les separaba de los que tenían un rango superior. Tenía que ser algo que los
Reyes de la Espada y similares tenían que Nina y sus compañeros santos de la espada no
tenían.
Ahora que lo pienso, la gente en esas posiciones -Dios de la Espada, Emperador de la

Espada, etc.- tenía compañeros de vida. Ella también quería eso. Un novio o un marido...
Nina miró a Gino. Seguía con la mirada clavada en el suelo, con una expresión de disgusto
en el rostro. Era más joven que ella, pero últimamente se había interesado bastante por él...
De repente, se le ocurrió una palabra que oía a menudo al Dios de la Espada.
"¿Es deseo?"
"Eh, bueno, seguro que últimamente has madurado mucho más, actuando de forma más
femenina. Justo lo que esperaba de una hija mía".
Se río, viendo directamente a través de ella. Nina no reaccionó. Había practicado para
asegurarse de que este tipo de cosas no se le metieran en la piel.
"El deseo... bueno, en eso no te equivocas. Pero ¿cuánto tiempo puede durar tu propio
deseo?"
"Por ejemplo, si te dijera que tienes que elegir entre casarte con Gino o convertirte en un
Rey de la Espada, ¿qué elegirías?"
Al mencionar el matrimonio, Gino y Nina intercambiaron miradas. Las mejillas de ella se

sonrojaron ligeramente.
"...Elegiría ser un Rey de la Espada".
En otras palabras, abandonaría la oportunidad de casarse con Gino. Eso mostraba los
límites de sus propios deseos. Se dio cuenta tarde de que su respuesta había sido un error.
"Ingenua como siempre". Él resopló de risa cuando ella bajó la mirada. Gall dirigió entonces
su atención al último miembro de su grupo. "¿Y tú, Eris?"
"Determinación".
"Determinación, ¿eh? No, eso también está mal". Se río y la despidió.
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Eris, sin embargo, se limitó a devolverle la mirada y decir: "No, no lo es. La determinación
es la respuesta correcta".
En el fondo de su mente, vio a Orsted apuñalando a Rudeus en el pecho. Recordó que se

lamentaba de lo impotente que era mientras él se desplomaba en el suelo.
Desde entonces se había vuelto más fuerte. Su poder y velocidad estaban en un nivel
completamente diferente. Sin embargo, no era suficiente para vencer a Orsted. Tras años de
entrenamiento, Eris había vislumbrado los límites de sus habilidades. Por mucho que
entrenara, nunca alcanzaría el nivel de Orsted. No era una exageración. Sabía que nunca sería
capaz de derrotarlo por sí misma.
Pero sería una historia diferente si estuviera con Rudeus. Juntos, podrían ser capaces de
lograrlo. Con la magia de él y su habilidad con la espada, podrían ganar.
Incluso si tuviera que sacrificarse para inmovilizar a Orsted, Rudeus daría el golpe final.
Si Rudeus ganaba, eso también sería una victoria para Eris. Ella moriría, por supuesto, pero
Rudeus viviría. Eso significaba que ella perdería la posibilidad de compartir un futuro con él,
pero eso no le importaba. Pensar en el futuro sólo la haría perder los nervios, y perder los
nervios haría que su espada se embotara. Una espada desafilada significaba que ambos
morirían. Si alguien iba a perder la vida, sería ella. Eris estaba decidida a perseguir ese
resultado, o tal vez podría decirse que estaba resignada a ello.
"¿Entonces no te importa si no puedes convertirte en un Rey de la Espada?" preguntó Gall.
"Eso no me importa realmente".
"Pensé que querías hacerte más fuerte".
"Sí, así es. Pero un título no cambia lo fuerte que es una persona, ¿verdad?".
Complacido, el Dios de la Espada murmuró: "Muy bien. Eris y Nina, la que pueda vencer a
la otra será nombrada Rey de la Espada".
Los hombros de Gino se desplomaron en señal de derrota.
Nina y Eris se enfrentaron.
"..."
Cada una de ellas empuñaba una espada de madera. Aunque no parecía un arma letal, en
las manos de dos santas de la espada, podía usarse fácilmente para acabar con la vida de
otro.
"Esto me trae recuerdos de la primera vez que vine aquí".
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True Flames Project
"En efecto".
Habían pasado varios años desde que Ghislaine trajo a Eris por primera vez al Santuario
de la Espada. Eris había sido como un animal salvaje, y por su culpa Nina había probado la
humillación. Después de todo, se había mojado delante de Gino y de los demás santos de la
espada. Sólo recordar el incidente era suficiente para que Nina quisiera cubrirse la cara y
retorcerse de agonía.
Sin embargo, no sentía odio por Eris. Gracias a Eris, se había hecho más fuerte. Dejó de
lado su orgullo y se sumergió por completo en su entrenamiento. Su humillación era lo que la
motivaba.
Nina afirmó con confianza: "Hoy seré la vencedora".
La sed de sangre brotó de Eris en oleadas, pero Nina no se inmutó. Era como un monje en
entrenamiento iluminado por la forma en que miraba a Eris con una expresión fría y compuesta.
"Hmph".
En el siguiente instante, toda la hostilidad de Eris desapareció. Su expresión era el polo

opuesto a la de Nina; estaba sonriendo maníacamente, como un depredador que mira a su
presa. La forma en que su inquietante sonrisa se extendía de oreja a oreja era suficiente para
hacer temblar a cualquiera.
Un miedo instintivo se encendió en el interior de Nina. Muchas veces habían intercambiado

golpes bajo el entrenamiento del Rey del Agua Isolda, y Nina había perdido. Por supuesto,
también hubo ocasiones en las que ganó. Pero los recuerdos de la derrota eran los más nítidos
en su mente. Sobre todo, porque cada vez que Nina perdía, Eris tenía esa sonrisa en la cara.
"..."
Eris no se movía. Permanecía mortalmente quieta, con esa sonrisa bestial en su rostro. Esto
era raro para ella, considerando que siempre era la primera en hacer un movimiento. Estaba
esperando para contrarrestar sus ataques, pensó Nina. Se había enfrentado a los
contraataques numerosas veces cuando luchó contra Isolde. Eris no podía utilizar técnicas del
estilo del Dios del Agua, pero el estilo del Dios del Norte también poseía contadores. Lo más
probable es que eso era lo que Eris pretendía.
"..."
El silencio flotaba en el aire. Eris sostenía su arma a la altura del hombro, mientras que Nina
sostenía la suya por encima de su cabeza. Ambas se mantenían perfectamente inmóviles, a
sólo un paso de la otra. El rostro de Nina era inexpresivo, mientras que Eris lucía una gran
sonrisa en el suyo. Las dos parecían un par de estatuas espeluznantes, por la forma en que
se miraban sin siquiera inmutarse. Esta quietud era inusual para dos estudiantes del estilo del
Dios de la Espada, que predicaba que el primero en hacer un movimiento sería el vencedor.
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True Flames Project
Ninguno de los dos se atrevió a moverse. Fue Gall Falion quien finalmente soltó un suspiro.
"¿Cuánto tiempo van a estar los dos ahí mirando el uno al otro?".
Esas palabras fueron el detonante. Nina fue la primera en moverse. Dio un paso confiado
hacia adelante. Un movimiento de pies que había hecho unas diez mil veces a lo largo de su
entrenamiento. La forma en que movía las piernas era lógica -incluso óptima- y la energía
recorría su torso. Nina mezcló esta energía con su aura de batalla, enviándola hacia su brazo
y hacia su espada de luz. Esta habilidad, promocionada como la más rápida de todas, se
precipitó hacia Eris.
La técnica de Nina era impecable. Cualquiera que la viera se quedaría asombrado,

sorprendido por su perfección. Pero...
"¡Graaaah!"
Una gran fuerza golpeó el estómago de Nina, haciéndola retroceder. Su cuerpo se estrelló
contra la pared antes de caer al suelo. Su uniforme estaba destrozado, dejando a la vista su
tonificado estómago. Una gran roncha roja se extendió lentamente por su piel. Una sensación
de ardor recorrió su cuerpo.
"¡Suficiente!", declaró el Dios de la Espada.
Nina miró fijamente a Eris. El sudor goteaba de la frente de esta última. Su uniforme estaba
ligeramente roto a la altura del hombro, pero por lo demás estaba indemne. La sonrisa también
había desaparecido de su rostro. Se quedó allí, orgullosa, como la vencedora.
"...Khh."
Nina comprendió lo que había sucedido. Eris dio un paso adelante al mismo tiempo que
Nina hizo su movimiento. Y mientras Nina se balanceaba desde arriba, Eris bajó su cuerpo y
liberó su propia Espada de Luz desde un lado.
Lo que Nina no entendía era por qué. Su propia técnica debería haber caído primero. Ella
había hecho el movimiento de apertura, y su espada era ligeramente más rápida que la de
Eris. Además, ella había girado desde arriba, que era la posición de ataque más rápida. Incluso
teniendo en cuenta algunos pequeños errores de cálculo, su ataque debería haber aterrizado
antes que el de Eris. Pero su batalla ni siquiera terminó en un empate. ¿Por qué estaba ella
desplomada contra la pared mientras Eris permanecía de pie?
"No se necesita un poder abrumador para vencer a una persona", dijo Eris en voz baja.
Nina no lo entendía.
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True Flames Project
Eris había utilizado una técnica al estilo del Dios del Norte. Normalmente, la Espada de la
Luz era excesiva para la mayoría de los oponentes. En cambio, Eris había desviado su poder
hacia la velocidad. Hizo que su ataque fuera lo suficientemente letal como para derribar a su
oponente, lo que hizo que su ejecución fuera mucho más rápida. No era sólo la fuerza bruta,
sino la distribución de su aura de batalla.
Esta fue una técnica que aprendió en su entrenamiento con el Emperador del Norte. La
velocidad añadida que le daba era honestamente insignificante, comparada con la cantidad de
poder de ataque que sacrificaba para conseguirla. Sin embargo, esta diferencia, poco más que
un pelo, fue lo que necesitó para reclamar la victoria.
"Magnífico, Eris. Te doy el título de Rey de la Espada".
Nina se levantó lentamente del suelo. Su cara se contorsionó mientras su estómago

palpitaba con un dolor sordo.
Me superó por completo.
Como estaban usando espadas de madera, ella sólo había sido lanzada hacia atrás y
magullada. Si Eris hubiera utilizado una espada de verdad, habría atravesado el corazón de
Nina. Un ataque comparativamente débil, teniendo en cuenta que el poder normal de una
Espada de Luz podría partir en dos el cuerpo de una persona, pero aun así era suficiente para
matar. Como Eris sólo había sufrido un desgarro en el hombro de su uniforme, eso era más
que suficiente para calificarla como vencedora. Nina había perdido por completo.
Nina suspiró y se sentó en el suelo, estirando la espalda. Había perdido este duelo en todos
los sentidos. El movimiento de apertura era suyo, y aun así estaba derrotada. Había perdido,
total y absolutamente. Se acabó. Un peso opresivo se instaló en su pecho.
"¿Te sientes molesta, Nina?" preguntó el Dios de la Espada.
"Sí".
Grandes lágrimas rodaron por sus mejillas.
"Todavía tienes espacio para crecer. Anímate".
"Sí, padre".
Ese día, por primera vez en mucho tiempo, llamó a Gall su padre en lugar de su maestro.
"..."
El Dios de la Espada esperó en silencio a que se secaran sus lágrimas. Eris volvió a fruncir
el ceño, cruzando los brazos sobre el pecho mientras permanecía cerca.
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Una vez que Nina terminó de moquear, Gall se giró hacia Eris y le dijo: "Te daré el título de
Rey de la Espada, pero no tengo nada más que enseñarte. Eres un Maestro".
Un Maestro, como el nombre implicaba, era alguien que había logrado una completa
maestría en el estilo. Nina y Gino intercambiaron miradas. Los dos emperadores de la espada
e incluso el Rey de la Espada Ghislaine nunca habían recibido el título de Maestro. Así de
exclusivo era ese reconocimiento.
"También puedo darte el título de emperador de la espada ya que estamos... pero en ese
caso, tendrás que luchar contra Ghislaine. Si quieres ir más allá y llamarte Dios de la Espada,
tendrás que matarme". Puso una mano en la empuñadura de su espada como si la desafiara
a responder.
Eris negó con la cabeza. "El título de Dios de la Espada no me importa".
"Me imaginaba que dirías eso. Bueno, entonces, ¿qué vas a hacer ahora?"
"Primero, volveré con mi familia".
Cuando el Dios de la Espada la miró a los ojos, le llamó la atención lo brillantes que eran.
Eris siempre había llevado consigo un sentimiento de pérdida. Si continuaba su búsqueda para
hacerse más fuerte y no perdía de vista su objetivo original, tal vez podría derribar al invencible
Orsted. Tal era el potencial que Gall percibía en ella.
"Ven, Eris. Como prueba de que eres un Rey de la Espada, te daré una de mis siete
espadas".
"...De acuerdo."
Ese día, los largos años de entrenamiento de Eris Greyrat llegaron a su fin.
◇◇◇
Cuando Eris y el Dios de la Espada se fueron, la ceremonia para determinar el nuevo Rey
de la Espada terminó oficialmente. Sólo Nina y Gino permanecieron en la sala.
Durante un rato, se sentaron en silencio. Ambos se sentían abrumados por la frustración y

la envidia, pero ninguno dejaba que se viera en sus rostros, ni hablaba de ello.
En silencio, ambos se levantaron y caminaron hombro con hombro hacia el borde de la Sala
Efímera donde se guardaban las espadas de madera. Cada uno de ellos cogió un arma.
Poco después, el tintineo de sus espadas se escuchó resonando en la sala. Era una sinfonía
común que sonaba a diario en el Santuario de la Espada, y mientras los dos entrenaban,
también continuaba esa rítmica melodía.
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True Flames Project
Sobre El Autor: Rifujin Na Magonote
Reside en la prefectura de Gifu. Le encantan los juegos de lucha y los bollos de crema.
Inspirados por otras obras publicadas en el sitio web Let's Be Novelists, crearon la novela web
Mushoku Tensei. Se ganaron al instante el apoyo de los lectores, y se convirtieron en el número
uno de la clasificación de popularidad combinada del sitio en el primer año de su publicación.
"Si basas tus acciones en el beneficio del grupo y no en tu propio interés, entonces la gente
a la que ayudas te prestará a su vez su apoyo cuando llegue el momento y lo necesites", dijo
el autor.
Versión al español por Re: TFP 24 de diciembre de 2021
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Mushoku Tensei Jobless Reincarnation Volumen 14 Edad Adulta - Summoning Arc (Light Novel)

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Mushoku Tensei Jobless Reincarnation

Traducción al español: Jaden

Página de Facebook: Re: TFP

Espera, ¿podría estar dirigiendo esa explicación hacia mí?

Cerré la boca y miré a mi alrededor. Luke y Sylphie estaban inmediatamente detrás de

"Sí que estás bien informada, princesa", dije finalmente.

"No sabía que te interesaran las canciones populares".

"Espero que tengas razón".

Miré a mi alrededor, haciendo un recuento mental de cada persona de nuestro grupo:

"Supongo que sí".

"¿Ariel?" Nanahoshi frunció el ceño.

En realidad, eso no es actuar. Creo que realmente está molesta.

Ahora que lo pienso...

De acuerdo, pero sólo porque su subordinado se haya desbocado no significa que él lo

Mientras me perdía en mis pensamientos, Nanahoshi finalmente detuvo a nuestro grupo

"Llamarle". Nanahoshi se encogió de hombros y buscó en su mochila un silbato de metal.

"¿No oigo nada?" Cliff entrecerró los ojos, escéptico.

"Cliff". La expresión de Elinalise se volvió sombría al dirigirse a él.

Elinalise se acurrucó contra él y le susurró algo al oído. La expresión de Cliff se relajó, lo

Julie y Ginger no estaban con nosotros. Julie se quedaba en la habitación de Zanoba, y

"Si tú lo dices..." Incliné la cabeza. "¿Hm?"

Una luz apareció en la distancia.

"Está aquí", murmuró Nanahoshi.

"Arumanfi el Brillante, a su servicio", dijo.

Nuestro grupo se quedó en silencio. Arumanfi me miró brevemente. Me pregunté si se

"El número de personas no es un problema. Sin embargo..." Su mirada se posó en Roxy.

"No permitimos demonios en nuestra fortaleza flotante".

"Lord Perugius es un hombre muy magnánimo, pero odia a los demonios".

"Está bien, pero te traeré un recuerdo".

"¿Y qué hago mientras lo sostengo?"

"¿Cómo se supone que regresaremos una vez que hayamos terminado?"

"Volverán de la misma manera, en su mayor parte", respondió Arumanfi con indiferencia.

"Esto es bastante emocionante", dijo Ariel, sonriendo a Sylphie.

¿Eh? ¿Me han dejado atrás?

Así es, ¡el Dios Hombre!

"Así que esta es la magia de invocación de Perugius, ¿eh?"

"Eso sí que me resultó familiar", me susurró Sylphie.

"Este círculo mágico es enorme", murmuró Cliff.

Sólo entonces me di cuenta de lo que estábamos pisando. Debajo de nosotros había un

"R-Rudy, detrás de nosotros", gritó Sylphie.

Sylphie se agarró a mi bata.

"No se me dan bien los sitios altos". Le temblaban las piernas.

"¿Una de las gentes del cielo...?"

"¡Woooooa!" Zanoba jadeó.

Sylvaril hizo una pausa y se dio la vuelta. "¿Pasa algo?"

"Oh, es una pena. Un hombre tan magnífico... Si tuviera la oportunidad de conocerlo..."

Zanoba se acercó a mí y me susurró al oído: "Maestro, ¿lo has visto?".

"¿Oh?" Sylvaril se detuvo de nuevo, volviéndose hacia nosotros. Su máscara ocultaba su

"Um, ¿hay algún tipo de problema?" pregunté tímidamente.

"¿Las palabras 'Dios Hombre' significan algo para alguno de ustedes?"

Me obligué a mantener la expresión en blanco.

¿No deberías llamar primero?

"Agradecemos sinceramente su comprensión", dijo Ariel.

Asimismo, Nanahoshi se limitó a observar al resto. El único esfuerzo que realizó en su

"Mis disculpas por la espera".

"Ah". Ariel exhaló profundamente cuando la puerta se abrió.

Así que este es el Rey Dragón Acorazado Perugius.

"Un paso adelante", ordenó Sylvaril.

Once hombres y mujeres se alineaban a ambos lados de la alfombra de terciopelo que

"Por favor, detente ahí", dijo Sylvaril.

Nanahoshi se congeló en su sitio.

"Ha pasado un tiempo, Lord Perugius. He venido, como prometí".

"Así que has vuelto, Nanahoshi".