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Rodrigo Alonso Herrera Sanchez

Capítulo II: Marco teórico

El marco teórico del presente trabajo está inevitablemente dividido (pero no


inconexo) según las herramientas teóricas que voy a emplear. Desde las consideraciones
teóricas sobre la autobiografía, que me servirán más adelante para caracterizar el texto de
Portal e incluso explicitar la intención detrás de la elección de este género por la autora;
hasta el tratamiento de herramientas de análisis como identidad narrativa o campo
intelectual que ayudarán a dilucidar los mecanismos de autorepresentación presentes en
esta. La elección de estas categorías se irá justificando a lo largo del siguiente capítulo,
buscando siempre hacer explícita la conexión y compatibilidad entre ellas. Iniciemos, pues,
hablando sobre la autobiografía.

2.1) La autobiografía como forma de expresión

Pensar, en términos teóricos, sobre la autobiografía, como género o categoría, abre


un abanico de tópicos que podrían ir desde las consideraciones sobre su inclusión dentro del
campo de la literatura, hasta delimitar las características propias de una autobiografía para
distinguirla de otros objetos como las memorias, diarios, e incluso las mismas biografías;
pasando incluso por una reflexión histórica sobre el género autobiográfico (en términos de
producción y consumo). Para sortear este amplio mar de discusiones teóricas (que incluso
podrían concluir en una tesis enteramente dedicada a la autobiografía como género) he
decidido ser puntual en los aspectos a tratar, centrándome en los que considero relevantes
para este trabajo: breve repaso sobre los estudios autobiográficos en Perú (con miras a
poder situar este trabajo en una escasa tradición académica), desde qué momento teórico de
la autobiografía estoy trabajando (siguiendo la división propuesta por Olney [1991]), la
definición y caracterización de la autobiografía, introduciendo la problemática del género
del autor como importante para el análisis de este aspecto en particular, el cual estará
relacionado con los mecanismos de autorepresentación presentes en la obra de Portal y los
cuales serán explicitados en el tercer capítulo.

En el Perú, el estudio de los textos autobiográficos no es una práctica muy


extendida en el ámbito académico. Al respecto de este tema, tenemos el estudio de Sandra
Pinasco Espinosa (2011), para quien “no existe una tradición de escritura autobiográfica,
sino textos aislados que se han convertido en un apéndice del canon literario” (p.151).
Tomando esta idea como base es posible entender que la crítica literaria misma no ha
vuelto sus ojos, de manera rigurosa, a la forma autobiográfica. Esto no quiere decir que se
desconozca su existencia, sino que no es un género en donde haya un campo de
investigación recurrente. Por un lado, otra expresión de este fenómeno es que no hay una
producción y/o reflexión teórica peruana relevante sobre el tema de la autobiografía, sino
más bien un continuo recurrir a los teóricos clásicos del tema como Lejeune, Gussdorf o De
Man. El trabajo de Pinasco Espinosa profundiza muy bien en ello (teniendo en cuenta las
conferencias realizadas y la producción de tesis), por lo que no ahondaré más en el tema.
Sin embargo, el artículo de esta autora data del año 2011 y resulta interesante evaluar, de
manera breve, qué tanto ha cambiado esta situación.

El interés por lo biográfico, en general, se podría decir que ha aumentado a lo largo


de estos últimos años. La amplia producción de lo que se denomina literatura de
autoficción en los últimos años, llegando a ser los libros más vendidos durante las últimas
tres Ferias Internacional del Libro de Lima. Las obras de Renato Cisneros La distancia que
nos separa (2015), Dejarás la tierra (2017) y Algún día te mostraré el desierto (2019)
encabezan las listas. Pero también tenemos obras como Contarlo todo (2013) de Jeremías
Gamboa publicada inicialmente por Literatura Mondadori, la cual ha sido publicada
también bajo el sello DeBolsillo; o la reedición de Memorias de un soldado desconocido
(2017). A su vez, en el campo académico, si bien hay un interés por las obras de tinte
biográfico como La tentación del fracaso de Ribeyro o las memorias (o antimemorias) de
Bryce Echenique, así como también en el campo teórico por la llamada autoficción (Reisz,
2016) el campo específico de la autobiografía no tiene estudios de gran envergadura.
Podríamos citar el caso de Autobiografía del Perú republicano: ensayos sobre la historia y
la narrativa del yo editado por Ulrich Mucke y Marcel Velázquez (2015) y la publicación
facsimilar de la autobiografía de Magda Portal (incluyendo el estudio introductorio de
Yolanda Westphalen), objeto de estudio del presente trabajo, como los más relevantes.

No es que no existan obras para analizar, como bien rastrea Pinasco (2011), sino
que el interés no es amplio en términos de autobiografía. Me explico de mejor manera en
base a ejemplos. Es ampliamente conocido el carácter (auto)biográfico de El zorro de
arriba y el zorro de abajo de Arguedas, pero si bien la mayoría de análisis tienen este
aspecto en cuenta, lo tocan de manera tangencial o superficial. A su vez, también se conoce
el mismo aspecto en La tía Julia y el escribidor de Mario Vargas Llosa, pero esto no ha
suscitado necesariamente reflexiones sistemáticas sobre la forma autobiográfica. Esto bien
puede deberse a dos cosas: los límites de las disciplinas que lo abordan (antropología,
literatura, historia) por un lado, como también por la imprecisión de lo que es una
autobiografía de lo que no, por otro. Desde mi perspectiva, la autobiografía es un género
híbrido por excelencia y esto se puede rastrear desde el problema que atraviesa a dicha
forma de expresión: los problemas entre realidad y ficción, expresado esencialmente en la
correspondencia entre sujeto-objeto o, en otras palabras, autor-narrador-personaje.

Esta correspondencia puede ser rastreada de tres maneras a lo largo de la historia de


la teoría autobiográfica, según James Olney (1991). El primer momento correspondería al
del bios, como la relación entre texto-historia en donde se concibe al texto autobiográfico
como un relato verídico muy cercano a la objetividad de la disciplina histórica. El segundo
momento corresponde al del autos, en donde la cuestión reside en el problema de la
identidad y la capacidad de autorepresentarse en el texto, no siendo necesariamente un
objeto verídico en términos históricos. El último momento es el de la graphe, el cual se
aleja de las dos anteriores en tanto trasladaba la configuración del carácter autobiográfico
del texto mismo (como en la etapa del autos) al lector y desplazando completamente la
autobiografía al campo de la ficción, negando alguna posible referencialidad entre el autor
y el sujeto narrado en ella (De Man y Barthes son los que desarrollan este aspecto). Claro
está que esta división no es canceladora, ninguna “etapa” en sí cancela a la anterior, sino
más bien conviven a pesar de que una se ubique sobre la otra de acuerdo al flujo temporal.

Siguiendo la división expuesta por Olney en el párrafo anterior, debemos de tener


en cuenta que el presente estudio no se acerca al momento de la graphe, en tanto que
consideramos que la referencialidad entre autor-narrador-personaje es muy importante para
concebir las intenciones de Magda Portal a la hora de emplear la forma autobiográfica. Es
decir, nuestra investigación toma los dos primeros aspectos: el del bios, en menor grado, y
el del autos, en mayor. Es por ello que recurriremos al ya canónico exponente de la etapa
del autos, Lejeune, para expresar las características de la autobiografía, mientras nos
apoyamos, al mismo tiempo, en Pozuelo Yvancos. De esta manera, a la hora de abordar el
texto de Portal en cuanto a las intenciones detrás, podremos rastrear, en las características,
una justificación apropiada de su uso, relacionándola, llegado el momento, con las ideas de
esta expuestas en el proemio del texto.

2.1.1) Características de la autobiografía: implicancias y consecuencias

Lejeune (1994 [1975]) define a la autobiografía de la siguiente manera: “relato


retrospectivo en prosa que una persona real hace de su propia existencia, poniendo énfasis
en su vida individual y, en particular, en la historia de su personalidad” (p.50). Desde la
definición misma se desprende una caracterización formal muy importante: texto prosaico y
retrospectivo. De estos dos aspectos, el primero ha sido cuestionado recientemente en tanto
se puede llegar a considerar ciertos poemas (o escritura versal) como formas de expresión
autobiográfica; sin embargo, para el presente trabajo no consideramos las discusiones en
torno a ese tema. En cuanto al segundo aspecto, este tiene una implicancia muy importante
para el estudio de la autobiografía y, aunque sea una idea muy evidente, es necesario
mencionarlo: el trabajo sobre la memoria.

La memoria es un aspecto muy importante de la vida humana, en ella se basan tanto


nuestros sentimientos como nuestro conocimiento. Recurrir a ella para expresar algo
implica necesariamente conocernos a nosotros mismos desde nuestro interior. Todo trabajo
sobre la memoria, es decir, a la hora de plasmarlo en un relato, obedece a una construcción
de los hechos, a lo que podríamos llamar dispositio; y a hora forma de expresarlo, que
podríamos llamar elocutio, siguiendo a la Retórica.
Bibliografía

Lejeune, P. (1994). El pacto autobiográfico y otros estudios. Madrid: MEGAZUL-


ENDYMION.

Olney, J. (1991). Algunas versiones de la memoria/Algunas versiones del bios: la ontología


de la autobiografía. Anthropos, 33-47.

Pinasco Espinosa, S. (2011). Una aproximación a los estudios autobiográficos en el Perú.


Cuadernos Literarios(9), 151-170.

Reisz, S. (2016). Formas de la autoficción y su lectura. Lexis, 40(1), 73-98.

Silva Carreras, A. (2016). Literatura del yo: reflexiones teóricas perspectivas de autor en el
género autobiográfico. Káñina, Rev. Artes y Letras, 40(2), 149-158.

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