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DECRETOS O REGLAMENTOS DEL PEN

AUTÓNOMOS - 99.1

Normas de alcance general que dicta el PEN sobre materias de su exclusiva competencia de
regulación (zona de reserva de la Administración, según algunos). Ej. empleo público,
procedimientos administrativos. Aunque también hay leyes que los regulan.

En teoría y según cierta doctrina, esta regulación – a diferencia de los reglamentarios – comprende
el núcleo y el complemento del objeto regulado, prescindiendo de la ley del congreso.

Según cierta doctrina, el decreto autónomo  debe circunscribirse al ámbito interno de la


administración, siempre que no haya sido reservado por la CN al PLN (sin perjuicio de eso, el PEN
dicta autónomos varios, incluso sobre creación de entes autárquicos o respecto del régimen
salarial del sector publico).

REGLAMENTARIOS (o reglamentos de ejecución) - 99.2

Las cuestiones sustanciales deben ser reguladas por ley. Los derechos se reglamentan a través de
las leyes (art. 14, 28 CN).

Los decretos reglamentarios son normas dictadas por el PEN con el propósito de fijar los detalles o
pormenores de las leyes, aspectos menores o secundarios.

Debe incluir los aspectos necesarios para la aplicación, ejecución e interpretación de la ley.

No deben alterar el espíritu de la ley. Por el contrario, el PLN puede adentrarse en la


reglamentación sin que esto sea una interferencia en los poderes del PEN.

El PLN legisla sobre el núcleo de los temas, mientras que el PEN reglamenta su periferia o
complemento.  

En este caso se ve una relación jerárquica donde la legislación se encuentra por encima de la
administración.

Se trata de una atribución propia del PEN por expreso mandato constitucional: no es necesario
que el Congreso se la otorgue.

DNU - 99.3. 

No estaban en la CN pre 94.

Normas emanadas del PEN pero con contenido de ley: regulación del aspecto esencial del objeto.

Ya eran una realidad – aceptada (ver, por ej., fallo “Peralta”) – en la Argentina hasta 1994, y la
reforma los recoció en la letra de la CN.

La intención de la reforma fue limitar la emisión de DNU.


El principio general es la prohibición (99.3, 2º párrafo).

Requisitos de fondo:

- existencia de circunstancias excepcionales: es decir, cuestiones de hecho extraordinarias,


crisis agudas.

- imposibilidad de seguir el trámite ordinario de sanción de las leyes (en tiempo oportuno
para adoptar los remedios necesarios para conjurar la crisis).

- razones de “necesidad y urgencia”: motivos impostergables relacionados con intereses


fundamentales del Estado (es decir, no la mera conveniencia del PEN).

Requisitos de forma:

- decisión en acuerdo general de ministro, que refrendan los DNU (+ JGM)

- control posterior del DNU por parte del Congreso (a través de la CBP).

Tanto la CN cuanto la ley 26.122 CBP regulan el trámite por el cual el Congreso controla tanto los
DNU, cuanto los decretos delegados y de promulgación parcial de las leyes. 

Para el rechazo por parte del Congreso de los decretos, se precisa la voluntad expresa de ambas
cámaras, por separado. En ese caso, el decreto pierde vigencia, sin perjuicio de los derechos
adquiridos desde su publicación y hasta su rechazo por el PLN.

Sin perjuicio del control legislativo, siempre se mantiene el control judicial (que llega, incluso, a
poder revisar si las causas invocadas por el PEN para el dictado del DNU eran suficientes para ello,
desde el punto de vista constitucional).

Jurisprudencia: Video Club Dreams (1995) – Verrochi (1999) – Consumidores Argentinos (2010)

DELEGADOS - 76. 

No estaban en la letra de la CN pre 94.

La jurisprudencia de la Corte Suprema (caso Delfino, entre otros) había elaborado la distinción
entre la “delegación propia” (donde el Congreso transfería su competencia al PEN, la cual – en
teoría – se hallaba vedada) y la “impropia”, donde el PLN autorizaba al Presidente a regular
determinados pormenores de la ley.

Los decretos delegados, al igual que los DNU, son normas emanadas del PEN pero con contenido
legal.

La diferencia – una de ellas – es que en aquéllos existe un actuar espontáneo del poder ejecutivo,
mientras que en estos, el dictado del decreto se da con una “autorización” expresa y anterior del
Poder legislativo.

Es el propio Congreso que traslada sus facultades al poder administrador; en el caso de los DNU, el
PEN directamente las toma (sin perjuicio del control legislativo posterior ya visto).
Hay, entonces, por un lado, una “ley delegante”, y, por el otro, “decretos delegados” (es decir,
promulgados por el PEN para ejecutar la delegación que el PLN le hizo por medio de la ley
delegante).

Nuevamente encontramos un principio general de prohibición de tales decretos.

Y también la excepción: “materias determinadas de administración y emergencia pública” (o sea,


dos excepciones).

En cuanto a la primera, son cuestiones que, pese a estar en la órbita del Congreso, son de
naturaleza administrativa (la ley 25.148 contiene una nomina no taxativa).

La segunda es la que ha traído mayores debates. 

La “emergencia” como tal es una circunstancia extraordinaria que afecta de manera grave al
Estado. Es parte de la realidad humana y desde las primeras comunidades políticamente
organizadas se ha buscado encontrar remedios para conjurarla (por ej. en Roma, ante una
emergencia – en general de tipo militar – se podía designar a un dictator con poderes
excepcionales para terminar con esa situación).

Hay que distinguir la situación de emergencia (cuestión fáctica) de los “remedios de emergencia”
(instrumentos jurídicos para combatir la emergencia).

La CN de 1853 trajo dos de estos últimos: la intervención federal y el estado de sitio. Ambos
suponen graves crisis para ponerse en práctica (conmoción interior, ataque exterior, perturbación
del orden, atentado contra la forma republicana de gobierno, invasiones exteriores, sedición, etc.:
éstas son las expresiones que se encuentran en los artículos que regulan ambos institutos).

La CN 1994 trajo dos más: los DNU y los decretos delegados.

La CSJN construyó lo que se llama la “doctrina de la emergencia”. De larga data, se fue perfilando a
través de sucesivos fallos donde se fueron definiendo – no de manera lineal, por cierto – los
contornos de la emergencia.

Así, se dijo que “a situaciones extraordinarias, remedios extraordinarios”, que la declaración del
estado de emergencia debe ser efectuada por ley del Congreso, por un tiempo determinado y que
en ese plazo los poderes estatales acrecen, pudiéndose regular los derechos con mayor intensidad
que en épocas normales. Siempre, de todas maneras, con control judicial.

Pero lo que se intenta es que, aun en tales épocas, la emergencia quede “dentro” de la CN (y la
jurisprudencia de la Corte que la interpreta) y no fuera de ella.

Requisitos de fondo (76 CN):

- materias determinadas de administración o emergencia pública.

- plazo determinado para su ejercicio.

- con “bases de la delegación” establecidas por el Congreso.

La ley delegante debe contener pautas concretas dentro de las cuales el PEN va a poder ejercer la
delegación. Eso implica definir y limitar el marco de actuación del poder administrador.  
Como requisito de fondo, se exige el refrendo del JGM (100.12), además de la remisión al
Congreso para su control conforme procedimiento ya estudiado.

Jurisprudencia: Delfino (1927) – Mouviel (1957) – Selcro (2003) – CPACF (2008)

PROMULGACIÓN PARCIAL – 80

Remito a lo visto ya en la clase de procedimiento de formación y sanción de las leyes.

Jurisprudencia: Famyl (2000).

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