Está en la página 1de 6

UNIVERSI TERRARUM ORBIS ARCHITECTONIS

AD GLORIAM INGENTIS

SUPREMO CONSEJO GR 33° - REAA

“CAPITULO: ALEJANDRO DEDOFF”

PRESIDENTE DE CAPITULO:

“SAPM” LEONARDO LEDESMA SAMUDIO.

TRAZADO SOBRE EL TEMA:

"LA ULTIMA FASE DE LA EDAD MEDIA Y EL COMIENZO

DEL MUNDO RENACENTISTA”

GR 9° del R E A A

AUTOR:

Carlos J. Solís Romero

CAMPAMENTO DE ASUNCION, 23 de julio de 2.021 (EV)


Introducción:
Para iniciar este trazado me gustaría poner en contexto el periodo al que me
refiero en este trabajo, un periodo muy importante dentro de la historia de la
humanidad y muy conocido por todos nosotros.
Como todos sabemos, la Edad media se considera el periodo que abarca
aproximadamente desde la caída del Imperio Romano de Occidente ocurrido en el
año 476, hasta el descubrimiento del nuevo mundo en el año 1492. Este amplio
periodo de la historia se caracteriza principalmente por la figura del feudalismo, el
cual consistía básicamente en una organización social, política y económica basada
en la tierra y el vasallaje. Posterior a este periodo se inicia la edad moderna que va
desde el descubrimiento de América a la Revolución Francesa (1789), este periodo
se caracterizó por la transición del feudalismo al capitalismo y el fortalecimiento de
las Monarquías Nacionales Europeas.
En la transición entre estos dos periodos aparece el Renacimiento, el cual fue
un amplio movimiento cultural que se produjo en Europa Occidental durante los
siglos XV y XVI.
Con el advenimiento de El Renacimiento, la sociedad europea, transitó por
una serie de cambios radicales. La ciencia y las artes empezaron nuevamente a
tener preeminencia y superar el contraste social enorme que significó la caída del
imperio romano y la invasión de los pueblos barbaros, sobre ese territorio y
sociedad. La Europa Feudal se caracterizó por la disgregación geográfica, política y
social de los territorios del antiguo imperio, formando feudos administrados por una
naciente clase noble dirigente que gobernaba en nombre de Dios, del mismo que
había sido el principal adversario de la administración romana. Era el Dios de los
Cristianos.
Este trazado se sitúa en ese periodo, en esa transición, un periodo de
cambios importantes y transcendentales para la historia de la humanidad y la Orden.
El Renacimiento
Como ya lo mencioné más arriba, significó en términos históricos, el período
de transición entre la Edad Media y los inicios de la Edad Moderna. Los principales
exponentes del movimiento se hallaban en el campo de las artes, principalmente,
aunque también se produjo una renovación en las ciencias, tanto naturales como
humanas. La ciudad de Florencia, en Italia, fue el lugar de nacimiento y desarrollo
de este movimiento, que se extendió después por toda Europa. El Renacimiento fue
el fruto de la difusión de las ideas del humanismo, que determinaron una nueva
concepción del hombre y del mundo. El término Renacimiento se utilizó
reivindicando ciertos elementos de la cultura clásica griega y romana, y se aplicó
originariamente como una vuelta a los valores de la cultura grecolatina y a la
contemplación libre de la naturaleza tras siglos de predominio del cristianismo con
un tipo de mentalidad rígida y dogmática establecida en la Europa medieval. En esta
nueva etapa se planteó otra forma de ver el mundo y al ser humano, con nuevos
enfoques en los campos de las artes, la política, la filosofía y las ciencias,
sustituyendo el teocentrismo cristiano medieval por el antropocentrismo. En ese
sentido, el nuevo nacimiento del arte antiguo presuponía una marcada conciencia
histórica del individuo, fenómeno completamente desconocido y contrario al sentir
Feudal. De hecho, el Renacimiento rompió, conscientemente, con la tradición
artística medieval, a la que calificó como un estilo de bárbaros, que más tarde
recibirá el calificativo de gótico. En el desarrollo de este estilo se reveló la existencia
de los constructores que conformaban logias de aprendices, operarios y maestros.
Sin embargo, los cambios tanto estéticos como en cuanto a la mentalidad fueron
lentos y graduales.
Esta es una característica de las sociedades humanas. Debemos tomar en
cuenta que el concepto actual de renacimiento recién seria formulado tal y como hoy
lo entendemos casi cuatro siglos más tarde, en el siglo XIX por el historiador Jules
Michelet. Desde una perspectiva de la evolución artística general de Europa, el
Renacimiento significó una ruptura con la unidad estilística, la armonía de las
dimensiones del cuerpo humano tan desarrolladas en la época griega; las
dimensiones geométricas que enriquecían las construcciones griegas y romanas,
nuevamente fueron adoptadas como patrones de perfección. Su desarrollo coincidió
con el inicio de la Edad Moderna, marcada por la consolidación de los estados
europeos, los viajes transoceánicos que pusieron en contacto a Europa y América,
la descomposición final del feudalismo, la declinación del esclavismo, el ascenso de
la burguesía y la afirmación del capitalismo. Sin embargo, muchos de estos
fenómenos superan por su magnitud y mayor extensión en el tiempo el periodo
renacentista europeo.
La Masonería en tiempos del Renacimiento
La gran Edad Media, la de las catedrales, muere con el sigo XIV.
Ciertamente, se construyen aún iglesias, se esculpen obras maestras, se transmite
todavía una enseñanza iniciática por medio de las imágenes.
El siglo XIV ve el nacimiento de la burguesía reconocida como valor social,
del comercio capitalista y de la guerra en estado endémico. Algo se ha roto en el
alma de los europeos, y aparecen las desgracias: epidemias y hambrunas siegan
numerosas vidas, cierta animosidad perturba las relaciones humanas.
De hecho, se inicia una gran crisis religiosa; cada vez se cree menos en las
enseñanzas de la Iglesia, pues demasiados sacerdotes traicionan sus deberes y no
respetan el Evangelio.
En estos tiempos confusos de enfrentamientos con la iglesia, la masonería de
esa época no pudo pasar desapercibida. En 1326, el Concilio de Aviñon propina un
duro golpe a los masones: condena secretamente a las cofradías profesionales por
su voluntad de secreto, sus signos particulares, sus contraseñas, su lenguaje
esotérico y sus símbolos. La fraternidad iniciática disgusta mucho a los miembros
del consejo; crea “un círculo cerrado” en el seno de la cristiandad. En el colmo de la
herejía, los masones eligen a maestros que dirigen la comunidad sin preguntar la
opinión de la Iglesia y según principios espirituales que no están por completo de
acuerdo con el dogma.
Hacia 1370 se redactan en York unos reglamentos masónicos que siguen a
las ordenanzas de 1352. Se trata de cartas y constituciones que forman lo que se
denominan los “Antiguos Deberes” de los que existirán más de ciento treinta
versiones entre 1390 y los inicios del siglo XX. Es la primera vez que los albañiles
constructores ponen por escrito una pequeña parte de su regla de vida. Esta
necesidad de legislación no es un progreso, muy al contrario, los maestros la
sintieron porque temían por el porvenir espiritual y material de la Orden.
A mí entender, los maestros tenían perfecta conciencia de la inestabilidad de
la época. Sensibles a las advertencias del Concilio de Aviñon, estimaron que la
“revelación” de algunas leyes propias de su organización atenuaría el carácter
peligroso del secreto. Cada vez aislados, los masones temían una acción violenta
semejante a la que destruyó a los templarios.
Hacia mediados del siglo XV, los maestros de obras comprenden que es
preciso definir de nuevo las bases de la Masonería, sospechosa de herejía. En 1459
se reúnen en Ratisbona para revisar las antiguas costumbres de las logias y
redactar nuevas Constituciones para los canteros. Los reglamentos concretan varios
puntos de la regla de vida de los iniciados y se aplicará todavía a comienzos del
siglo XVIII.
En este ambiente histórico, alrededor de 1450, fue creada en Florencia La
Academia, una entidad bajo la inspiración de la similar fundada en Grecia por
Platón. Volver nuevamente a la ciencia era un imperativo. La baja edad media había
causado estragos en la sociedad existente en el tiempo de la dominación romana y
profundamente infiltrada por las migraciones de los pueblos europeos, rebeldes a la
autoridad imperial. Además, aparecían obras y escritos de la época griega, cuya
traducción mostraba el grado de avance cultural que había alcanzado el mundo
antiguo y tenía que ser recuperado, de la única manera que es viable, culturizando a
los recientemente incorporados a la vida europea. La Masonería que carece de
tiempo y espacio exacto de inicio, también fue afectada por esta influencia enorme.
El espíritu masónico de la época, soñaba y anhelaba principalmente, la más
grande libertad de pensamiento; conjuntamente con reformas políticas y religiosas.
En el ambiente reinante, la mayor parte de los reyes y gobernantes alineados
con la Iglesia Católica, se oponían fuertemente a tan radical iniciativa y
pensamiento. Y en medio de esta hostilidad, no era sorprendente que las
actividades masónicas se realizaran bajo el más estricto secreto que incluso afecto
a la naturaleza de la propia masonería, que sufrió transformaciones en este
turbulento periodo. En esta realidad, aparece en la historia Británica Jaime Estuardo
hijo de María Estuardo, quien fue el Rey Jaime VI de Escocia y Jacobo I de
Inglaterra que rigió a Escocia, Inglaterra e Irlanda después de la Reina Isabel I de la
familia Tudor que murió sin descendencia. Durante su reinado prolongado se
mantuvo la paz con España. Las islas británicas sintieron también el influjo del
Renacimiento desde la Corte.
Durante el reinado de Jaime VI continuó la «Era Dorada» del drama y la
literatura isabelinos, con grandes escritores como William Shakespeare, John
Donne, Ben Jonson o Francis Bacon, a los que el rey patrocinó, contribuyendo al
florecimiento cultural. Apasionado por la teología, ordenó la traducción de la Biblia
que lleva su nombre, la King James, y es la oficial de la Iglesia Anglicana.
Probablemente jamás hubo tal concentración de talento literario bajo el patrocinio de
la Corona inglesa. Los iniciales ímpetus de libertad, llegaron desde Escocia, donde
el Rey Jaime VI en el año 1583 designó a Sir William Shaw, un escoces
perteneciente a la nobleza, con un apasionado interés en la arquitectura como El
Maestro de las obras del reino y Guardián General. En 1598 Shaw emitió el primero
de unos celebrados estatutos en los que se declaraba las obligaciones de los
masones a sus respectivas logias. El segundo estatuto emitido en 1599 es el primer
documento masónico que ha sobrevivido y hace referencia velada a la existencia de
conocimientos esotéricos dentro la Orden. Es notorio que el nuevo espíritu del
Renacimiento estaba teniendo obviamente su impacto, permitiendo a Shaw a revivir
y desarrollar los rituales, y la mitología medieval masónica. Parecía que en Escocia,
la Masonería tenía respaldo real. Historiadores como James Preston en su obra
Ilustraciones de la Masonería, afirman que el Rey Jaime VI se convirtió en el Patrón
firme y entusiasta de la Masonería y el celoso alentador de esta actividad. Archivos
escoceses revelan que el Rey Jaime honro a las logias masónicas con la real
presencia en varias visitas que les hizo y estableció un ingreso anual de cuatro
libras escocesas a ser pagadas por cada maestro masón a los Grandes Maestros
escogidos por la Gran Logia y aprobada por la Corona. El más antiguo archivo de
una iniciación masónica es de John Roswell, terrateniente de una región escocesa,
quien fue iniciado en la Logia de Edimburgo en Junio de 1600. Jaime es el primer
Rey reconocido como francmasón iniciado en la Logia de Scouts y Perth en 1601 a
la edad de 35 años. De esta manera se dieron las condiciones para promover la
transformación de la masonería, para la transición de la Masonería operativa a la
masonería intelectual. Paralelamente sabemos, que a medida que el sistema del
gremio comenzó a descomponerse, lo que se conoce como albañilería operativa
comenzó a evolucionar hacia lo que es la masonería especulativa. Eventualmente la
parte operativa se perdería por completo con los masones que se iniciaban
principalmente de la nobleza y la burguesía en ascenso.
Conclusiones
Luego de lo expuesto más arriba, se puede concluir que la gran Edad Media,
la de las catedrales, la de la Masonería Operativa, muere con el siglo XIV. Se inicia,
además, una gran crisis religiosa.
En mi opinión, la Francmasonería en todas sus etapas, por las condiciones
de la época y del momento histórico, sufrió importantes cambios y transiciones en
este periodo de la Historia, transiciones que nos unen o entrelazan con los primeros
masones o masones operativos.
A pesar de las desviaciones y de las vicisitudes históricas, tanto en la
Masonería Operativa en su auge y en su declive o más bien en su tránsito hacia la
Masonería Especulativa ha conservado el símbolo vivo de una comunión en la que
el hombre vive una experiencia interior alimentada por lo simbólico y que más allá
de los errores humanos, de los intentos de adoctrinamiento, de los más diversos
extravíos, quedan los rituales, los símbolos y la dimensión iniciática.
A través de todas las épocas, la masonería ha sido uno de los caminos de
búsqueda del conocimiento, un camino que, gracias al laicismo que practica, no
choca con creencia religiosa ni política alguna.
La vocación de educación intelectual y moral de sus miembros constituye un
carácter íntimo de esta institución; inicialmente, esta vocación educadora ya se
apreciaba en los gremios de canteros medievales o masonería operativa, su
eclosión acontece en el período intermedio de los masones aceptados, y su
reconocimiento como algo genuino y exclusivo ocurre con el nacimiento de la
masonería especulativa moderna.
Para terminar, si bien ya queda fuera del marco de este trabajo pero en
coincidencia con los tiempos, me gustaría dejar este breve descriptivo de tres
grandes periodos de la Masonería que se conjugaron en estos tiempos:
El primero, en el que la masonería es denominada operativa, que abarca los
siglos XIII a XVI, y coincide con la edificación de las grandes catedrales góticas en
la que el centro de unión de los colectivos masónicos gravitaba sobre el oficio de la
construcción.
El segundo, o de los Masones Aceptados, abarca el siglo XVII y los primeros
lustros del XVIII. Se trata de un tiempo de transición en el que las sociedades
masónicas fueron admitiendo miembros honoríficos, llamados masones aceptados,
no dedicados a la construcción.
El tercer y último comienza en 1717 y llega hasta nuestros días. En este
tiempo se califica a la masonería como especulativa porque está compuesta
únicamente por miembros «adoptados» de modo que se separa definitivamente del
arte de la construcción y persigue exclusivamente una finalidad ética. Aunque la
masonería especulativa conserva la terminología propia de la construcción, su
significado es meramente simbólico.
Bibliografía

Trayectoria de la Masonería simbólica.- Revista Masónica Nos. 5-6 (1966) (internet)


Los Galileos.- De la opresión al dominio.- Logia Lautaro (Rafael Valencia) (internet)
El Gremio de Constructores - Logia Lautaro (Rafael Valencia) (internet)
La Masonería.- Historia e iniciación.

MMas Carlos J. Solís Romero

También podría gustarte