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Pero los algoritmos encontrados por los matemáticos a partir del siglo 17
rápidamente dispararon el numero de decimales conocidos. En 1841 William
Rutherford calculó 208 decimales, de los cuales sólo los primeros 152 eran
correctos. William Shanks, un matemático aficionado de origen inglés dedicó cerca
de 20 años a calcular π y llegó a obtener 707 decimales en 1873. En el año 1944, D.
F. Ferguson encontró un error en el decimal 528 de Shanks, a partir del cual todos
los dígitos posteriores eran erróneos. El mismo Ferguson, en 1947, recalculó π con
808 decimales utilizando una calculadora mecánica. Pero la invención del ordenador
llevaría esta carrera a limites insospechados. En 1949, un ordenador ENIAC fue
capaz de romper todos los récords anteriores al obtener los primeros 2.037
decimales de π en unas 70 horas de trabajo (seguramente, William Shanks hubiese
dado su brazo derecho por una máquina así). Poco a poco fueron surgiendo
ordenadores más potentes, que destronaban a los anteriores en el número de cifras
calculadas, y en 1954 un NORAC superó la barrera de las 3000 cifras, al hallar los
primeros 3.092 decimales correctos. A lo largo de los años 1960 los ordenadores
IBM fueron batiendo récord tras récord, hasta que en 1966 un IBM 7030 llegó a los
250.000 decimales en unas 8 horas y media de trabajo. El primer millón de cifras de
π y su inversa 1/π se puede consultarse por la WEB.
Pero nuestra curiosidad es más fuerte, y aun seguimos buscando la forma de obtener
más y más precisión en la determinación del valor de π. Lejos han quedado las
épocas donde la Iglesia sostenía que su valor era exactamente 3 (aunque cualquier
niño con una cinta métrica pudiese demostrar que no era cierto) o cuando los
egipcios se las ingeniaban para construir algunas de las obras más grandes de la
antigüedad usando “3,1605” como base. Seguramente en pocos años superaremos la
barrera de los 10 millones de millones de decimales.