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Anunnaki: la civilización extraterrestre

creadora de la humanidad
Antiguos escritos fueron descifrados dando lugar a una teoría fascinante. El especialista en
lenguas muertas Zecharia Sitchin, realizó un descubrimiento que nos interpela como raza.

Hace 3.900 millones de años nuestro astro sol, gracias a su fuerza gravitacional atrajo a un
planeta intruso dentro de nuestro sistema planetario. Un planeta rojizo y con un tamaño
colosal que podemos comparar solo con el portentoso Jupiter, los sumerios lo llamaban
Nibiru, “el planeta de cruce”.

Un astro que se había formado en otro sistema solar se había infiltrado en el nuestro
invitado por nuestro sol. Al desviarse de su órbita, Nibiru, originó un desastre cósmico sin
precedentes, ya que este estaba en rumbo de colisión contra otro coloso, un planeta llamado
Tiamat, un astro acuoso integrado por grandes océanos. Este último contaba con 11
satélites, el mayor de ellos se llamaba Kingu (La luna).

En esa época dentro de nuestro sistema solar solo existían 8 planetas que los sumerios
llamaban así: Mummu (Mercurio), Lahamu (Venus), Lahmu (Marte), Tiamat, Kishar
(Júpiter), Anshar (Saturno), Anu (Urano) y EA (Neptuno). Al sol lo llamaban “Apsu”, en
los textos figura como algunos planetas surgieron de otro cuerpos celestes más grandes,
otros, sostienen que Urano y Neptuno provienen de una nube originada en los anillos de
Saturno.
Cuando Nibiru pasó cerca de Anshar (Saturno), arrancó a uno de sus satélites con su campo
gravitatorio y lo desplazó a las afueras del sistema solar, ese satélite era conocido como
“Gaga”, nuestro actual Plutón. A posterior, un choque de magnitudes inimaginables entre
Nibiru y Tiamat, dejaría a este último sin vida alguna y pululando sin rumbo por el sistema
solar. Luego de 3.600 años, Nibiru regresaría al sistema para cruzarlo entre Marte y Júpiter,
en esta segunda incursión volvería a impactar con la masa del ya tocado Tiamat, esta vez,
fraccionándolo en dos porciones.

Una de ellas encarnaría a nuestro actual planeta tierra, el otro, se convertiría en un anillo de
asteroides que separaría a los astros internos de los externos. Ki (Tierra firme del abajo),
quién disfrutaría de los rayos cálidos de Apsu, y de las noches luminosas gracias a Kingu,
la luna.

Los anunnakis contaban un año nibiruano como un Shar, lo que en tiempo terrestre serian
3.600 años, justo lo que tarda Nibiru en dar un giro completo por su órbita intrusiva
alrededor de nuestro sistema solar. Pero claro, para los anunnaki de Nibiru, esos 3.600 años
solo representarían uno en su calendario.

Pero ¿Qué oculta La Nasa sobre el regreso de Nibiru? ¿Se aproxima un cataclismo de
grandes magnitudes? ¿Existen algunas evidencias actuales de su posible regreso? La
sistemática desinformación a que nos exponen los grandes medios de comunicación,
sumado al cerrojo que proviene de ciertos organismos del Estado, nos ubica en un grado de
vulnerabilidad notable en torno a la veracidad de la realidad que nos atraviesa.

El avistamiento de dos “soles” en algunas partes del planeta, el observatorio de Hawái


contemplando un amanecer con un brillante planeta no reconocido oficialmente, sonidos
estruendosos en diferentes puntos del globo que provienen de las alturas, han desconcertado
hasta el más escéptico.

Muchas son las teorías, muchas las hipótesis, pero la inmensidad de lo desconocido es tan
abrumadora como concreta.

Tablillas de arcilla con lenguaje cuneiforme halladas en Irak

En estos textos está escrita la verdadera historia y origen del ser humano. El especialista en
lenguas muertas Zecharia Sitchin, dedicó más de 30 años de su vida a la traducción de estas
tablillas sumerias, para publicar en 1976 su libro “El duodécimo Planeta”. Sitchin descifró
los textos y descubrió que los sumerios conocían la existencia de todos los planetas del
sistema solar.

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