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Los soció logos toman la sociedad como algo dado y creen que sus teorías representan
de algú n modo lo que la sociedad es, así en el origen de la sociedad confluyen bases
naturales, bioló gicas, técnicas y simbó licas.
Sea cual fuese el origen de la sociedad, podemos observar ciertos rasgos comunes:
Dentro del á mbito de la filosofía se han dado varios paradigmas sobre el fundamento y
naturaleza de la sociedad, estos son:
ORIGEN DE LA ECONOMIA
Como podemos ver en la definició n de economía, ésta es una ciencia social que estudia
la forma de administrar los recursos disponibles para satisfacer las necesidades
humanas.
La economía es casi tan antigua como el ser humano. Desde que los primeros hombres
comenzaron a hacer planificaciones de alimentació n y organizació n de la comunidad
social ya estaban haciendo uso de esta ciencia social.
La mayor influencia de esta época viene por parte de los griegos, los cuales utilizaron
la palabra economía por primera vez. Entonces la emplearon para referirse a la
administració n del hogar (oikonomía, oikos de casa y nomos de ley).
Plató n dio una definició n de economía dividida en dos partes, por un lado, el estudio
de la administració n doméstica y por otro, el estudio del comercio. Aristó teles fue el
primer economista analítico, se refirió a diversos temas econó micos, que desde
entonces han mantenido actualidad, como sus definiciones econó micas, los fenó menos
de cambio y las teorías monetarias y de valor.
Las teorías postuladas en esta época se conocen como economía clá sica. En esta
corriente fueron muy importantes para la economía ademá s de Adam Smith, los
economistas Thomas Robert Malthus, su ensayo sobre los principios de la població n y
David Ricardo, con sus teorías de la ventaja comparativa, la ley de los rendimientos
decrecientes y teoría sobre la distribució n de la renta.
Desde entonces han surgido varias corrientes econó micas. Entre todas ellas cabe
destacar el marxismo, el neoclasicismo, el keynesianismo, el monetarismo y
el liberalismo econó mico.
EVOLUCIÓN DE LA ECONOMÍA
Dadas las restricciones que enfrenta, valora racionalmente los costos y los beneficios
para seleccionar la opció n que maximiza su utilidad. No obstante, en realidad los
individuos son homo sapiens, quienes lejos de ser calculadoras humanas, son
olvidadizos, impulsivos y emocionales, dichas imperfecciones del razonamiento
humano son conductas que los economistas debían incluir. En este sentido, la
Economía conductual es una rama de la Economía que cuestiona los fundamentos
bá sicos de la Economía neoclá sica al poner en duda el axioma de la racionalidad de los
individuos.
Una economía para la vida (oikonomiké) debe ser, ciertamente, una economía que
permita satisfacer, realizar y potenciar las necesidades de todos los seres humanos
(necesidades individuales y sociales, materiales y espirituales).
¿Por qué entonces hablar de una economía «para la vida» y no de una economía «para
satisfacer las necesidades»? Después de todo, la vida, en su generalidad, no es algo
específico, mientras que las necesidades humanas siempre son específicas
(histó ricamente determinadas). Hablar de una economía para satisfacer las
necesidades, o una economía para resolver «el sustento del hombre» (Polanyi), parece
ser algo má s concreto e idó neo.
No obstante, y segú n el enfoque que desarrollamos en nuestro libro (Hacia una
economía para la vida), en sentido estricto, el ser humano no tiene «necesidades»
(específicas), dadas de una vez y para siempre, ya que siendo en primera instancia un
ser natural, no es un ser especificado a priori. El ser humano, en cuanto
ser natural (parte de la Naturaleza), corporal, viviente, no es un sujeto
con necesidades (específicas), sino que es un sujeto necesitado.
Si las necesidades son histó ricamente determinadas y si éstas son producidas junto
con el proceso de producció n, una economía cuyo criterio de racionalidad sea la
reproducció n de la vida, no se puede fundar, en ú ltima instancia, en las necesidades
(siempre específicas). Se necesita un criterio (anterior) para el propio desarrollo de
las necesidades, que segú n nuestra tesis no puede ser otro que la reproducció n de la
vida humana inserta en el circuito natural de la vida.
Hay una anécdota de la revolució n francesa que puede ilustrar este punto (que sea
enteramente cierta o no es aquí secundario). La reina María Antonieta escuchaba
desde su palacio de Versalles los gritos de las masas enardecidas que llegaban de
París, por lo que preguntó a uno de sus mayordomos qué sucedía, y éste respondió : Su
Majestad, se han rebelado porque no tienen pan para comer. Y ella replicó : ¿No tienen
pan?, ¿por qué entonces no comen pasteles? Era una pregunta cínica, y pagó con su
vida; pero si hubiera estado en Beijing, el mayordomo habría contestado: no tienen
arroz para comer. Y en ciudad de México habría dicho: no tienen maíz. Y en Berlín: no
tienen patatas.