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Los problemas en la cadena de suministro no paran de crecer. El primer aviso llegó con
la escasez de material sanitario al inicio de la pandemia. A mediados de 2020
comenzaba la crisis de los chips, que hacía que no hubiese PlayStation 5 o que las
fábricas de coches cerrasen. Por si fuese poco, a principios de 2021 un buque
portacontenedores bloqueaba el canal de Suez, poniendo en jaque un transporte
marítimo que ya sufría atascos. Después, los precios de la energía, las materias primas o
los alimentos se dispararon, y en el Reino Unido las estanterías de los supermercados se
vaciaban. Los problemas ahora ya se extienden a todos los sectores y regiones: están en
peligro desde los regalos de Navidad hasta la seguridad energética.
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en China y Vietnam se paren fábricas por falta de energía o rebrotes del virus provoca
que en España la industria del automóvil tenga que cerrar por falta de chips, litio o
magnesio. Por su parte, en el Reino Unido la situación se ha agudizado debido al brexit.
El JIT nació en los años cincuenta de la mano del ingeniero japonés Taiichi Ohno,
empleado de Toyota. Su objetivo era eliminar la pérdida de tiempo y dinero que suponía
gestionar almacenes a lo largo de la cadena de montaje. Para ello, era necesario
entregar las piezas justo cuando las fábricas o tiendas las necesitaran, lo que aumentaría
los beneficios al reducir el coste de mantener inventarios y mano de obra adicional.
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El coronavirus, por tanto, ha sido una bomba para el JIT: cuando un eslabón de la
estructura se rompe o atasca, el impacto afecta a toda la cadena de suministros. Muchos
países tuvieron que enfrentar el virus con escasez de material sanitario, lo que llevó a los
Gobiernos de las principales potencias a tomar medidas para ganar autonomía en el
suministro. Esto no ha hecho más que reforzar una tendencia en auge, derivada de las
tensiones de la guerra tecnológica y comercial de los últimos años. La idea es aumentar
los stocks de seguridad, acercar las fábricas de productos críticos y eliminar de la
cadena a socios comerciales peligrosos, aunque eso suponga transitar del JIT a un
modelo más parecido al just-in-case (‘por si acaso’).
Uno de los casos más significativos son los chips, ya que están en el epicentro de la
escasez de suministros y de la guerra tecnológica. Estados Unidos, Europa y Japón,
además de anunciar impulsos en la industria local, han negociado con el mayor
productor de semiconductores del mundo, la taiwanesa TSMC, para que abra fábricas en
sus territorios. A su vez, Estados Unidos intenta bloquear el acceso de China a los
microchips más avanzados, mientras Pekín busca aumentar su autosuficiencia.
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