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El documento habla sobre los riesgos de brindar primeros auxilios psicológicos y la importancia del autocuidado. Explica que el contacto continuo con el dolor de otras personas, la confrontación con la mortalidad y la violencia pueden generar estrés traumático secundario y desgaste por empatía. También describe los signos de este síndrome como fatiga, ansiedad e irritabilidad. Finalmente, enfatiza la necesidad de rutinas diarias de autocuidado y técnicas posteriores a incidentes críticos para prevenir el desg
El documento habla sobre los riesgos de brindar primeros auxilios psicológicos y la importancia del autocuidado. Explica que el contacto continuo con el dolor de otras personas, la confrontación con la mortalidad y la violencia pueden generar estrés traumático secundario y desgaste por empatía. También describe los signos de este síndrome como fatiga, ansiedad e irritabilidad. Finalmente, enfatiza la necesidad de rutinas diarias de autocuidado y técnicas posteriores a incidentes críticos para prevenir el desg
El documento habla sobre los riesgos de brindar primeros auxilios psicológicos y la importancia del autocuidado. Explica que el contacto continuo con el dolor de otras personas, la confrontación con la mortalidad y la violencia pueden generar estrés traumático secundario y desgaste por empatía. También describe los signos de este síndrome como fatiga, ansiedad e irritabilidad. Finalmente, enfatiza la necesidad de rutinas diarias de autocuidado y técnicas posteriores a incidentes críticos para prevenir el desg
[MÚSICA] [MÚSICA] En este primer video de la última semana del curso
MOOC sobre primeros auxilios psicológicos, vamos a tratar de reflexionar
y sobre todo de motivarle, para que tome conciencia de la importancia de las pautas de autocuidado de las personas que intervenimos, you sea a nivel voluntario o a nivel profesional en situaciones críticas. Trabajar en este tipo de situaciones en crisis diarias, en emergencias, en catástrofes, supone exponerse a una serie de riesgos. Estos riesgos básicamente tienen que ver, con cinco factores distintos. El primero, es el contacto continuado con un dolor extremo, muchas veces desbordado de las personas afectadas, de los sobrevivientes, de los afectados indirectos por las situación crítica. El segundo de los factores es darnos cuenta en vivo y en directo, de que ni los afectados ni en el fondo nosotros, tenemos tanto control sobre nuestra vida como a veces pensamos tener. Enfrentarse, ayudar a alguien, que acaba de perder por ejemplo, un hijo en accidente de moto, supone pensar en algún momento cuando volvamos hacia casa, que eso puede ocurrir en nuestra propia vida. Es eso que una madrugada puede sonar nuestro teléfono y comunicarsenos una situación, un accidente, una situación grave en nuestra propia vida. Por lo tanto el contacto con las emergencias nos recuerda periódicamente y muchas más que otras personas que no tenemos un control directo sobre todas las parcelas de nuestra vida. Pero además y es una consecuencia lógica, es el tercer factor nos confronta con las muertes inesperadas, con las muertes traumáticas y como estas muertes alteran y sesgan nuestra vida. Habitualmente usted no se levanta pensando que se puede morir usted, ni yo tampoco, ni yo me levanto pensando que se pueden morir mis hijos. Pero le aseguro que cuando voy a intervenir una emergencia, después me acuerdo mucho de mis hijos y pienso, ¿qué ocurriría si yo tuviera una situación como los afectados con los que acabo de trabajar? Eso produce un desgaste, eso produce stress. Finalmente hay un cuarto factor, que es que el contacto con estas situaciones, nos hace tomar conciencia de que aunque ayudemos a las personas a recuperarse, aunque las personas realmente se recuperan, hay hechos traumáticos cuyas consecuencias van a lastrar la vida de las personas afectadas de aquí hacia, hasta el futuro, probablemente hasta el día que se mueran. Ese ser nos hace tomar conciencia de que no todos los hechos traumáticos, se reparan al 100 por 100 y eso asusta. Y el quinto factor tiene que ver con los incidentes críticos relacionados con violencia, con la violencia que una persona ejerce sobre otra. Tener esa conciencia de cuanto daño, que brutalidad es a veces un ser humano capaz de tener frente a otro, nos inquieta profundamente y por tanto supone también un riesgo para nuestra visión de la vida. Sintetizando podemos decir que el contacto con incidentes críticos, con emergencias y con catástrofes nos genera dos consecuencias básicas. Por un lado nuestra visión de la vida se hace más realista, de tener más duda, tenemos algo menos de confianza en que la vida es tranquila, plácida y no da sobresaltos. Sabemos que la vida a veces juega en contra nuestra y es muy dura, pero además trabajando en ello, atendiendo a personas que están en contacto con ese dolor, que sufren, sufrimos nosotros mismos un desgaste importante. Si sumamos esto, una visión de menos seguridad en la vida y nuestro desgaste de atender estas personas, tenemos los dos elementos que conducen a lo que se conoce como el síndrome de desgaste por empatía. Antes de conocer mejor este síndrome, vamos a deteneros un momentito en la empatía. La empatía nos es absolutamente necesaria, no you solo para proveer primeros auxilios psicológicos, sino para atender también en otras fases, a las personas que sufren, a las personas que han pasado y se están tratando de recuperar de un incidente critico. No podemos trabajar con un escudo, necesitamos la empatía para entenderlas, para ayudarles a formular sus necesidades, para acercarnos a ella. Pero es un arma de doble filo, porque el uso continuado de esa empatía, él no poder colocar una excesiva distancia emocional porque eso nos hace dar una ayuda menos efectiva, nos hace vulnerables. No solo nos desgasta sino nos hace que percibamos más, mejor el dolor de los afectados. Eso que les ayuda a ellos, a veces va en nuestra contra, por tanto la empatía, tiene dos caras, dos filos, uno positivo para los afectados y uno que puede ir en nuestra contra. Veamos más profundo pues, ¿qué es el síndrome de desgaste por empatía? Pero hago una precisión, no estoy tratando de asustarle, de decirle que no se dedique a esto, de decirle que intervenir en aplicando primeros auxilios psicológicos, es una tarea de alto riesgo, en absoluto, lo que quiero que usted entienda es que enfrentarnos al dolor, a los incidentes críticos, a las emergencias, supone la presencia de ciertos riesgos. Si usted es conciente de este riesgo, de que elementos lo configuran, sabrá protegerse, sabrá prevenir y sobre todo que es lo trato de demostrarle en este video, sabrá cuidarse para recuperarse mejor. Por lo tanto la conciencia de riego aquí es para motivarle a cuidarse, para nada más. Vamos a conocer mejor el síndrome de desgaste por empatía. Los estudios internacionales demuestran que está compuesto por tres elementos, como si dijéramos tres mochilas, tres cajones de cosas que se acumulan. Por un lado experiencias traumáticas previas no resueltas, previas a dedicarnos al ámbito de las emergencias o incidentes críticos, esto es algo que compartimos la mayoría de nosotros. Muchos hemos vivido una situación dificil, traumática, no supimos que hacer y nos prometimos que la próxima vez que eso ocurriera, íbamos a tener herramientas para ayudar a otros. Este stress traumático previo, es el primero de los elementos. En los casos óptimos, es importante resolver eso, antes de dedicarse a la atención voluntaria o profesional a las emergencias. En el segundo bloque está el stress traumático secundario, es decir ese que se acumula por la exposición a los factores de riesgo que antes les he citado, como característicos de los incidentes críticos. Este stress secundario porque lo viven en primera linea en las personas afectadas y nosotros recogemos la exposición secundaria al dolor de otros. Y el tercer bloque, tiene que ver con el desgaste continuado con la acumulación, con el cansancio y agotamiento por enfrentarnos a estos dos stress anteriores, es decir por llevar si es el caso algún stress traumático previo, por afrontar stress secundario y por agotarnos haciéndolo. ¿Cuáles son signos de alerta de que usted quizas o alguien que usted conoce, puede estar sufriendo el síndrome de desgaste por empatía? Una petición importantísima antes de explicar estos signos. Muchos de ellos son compatibles o incluso son más frecuentes en algunas enfermedades en cuadros médicos. Por lo tanto antes de concluir que lo que a usted le ocurre o a la persona que usted conoce le ocurre es este síndrome de desgaste por empatía, consulte con servicios de salud, tanto médicos como quizas psicológicos, para que ellos descarten otras enfermedades orgánicas y puedan ayudarle a si determinar que estamos hablando de un desgaste por empatía. De lo contrario podría quedar alguna enfermedad. escondida, y por tanto no recibir su adecuado tratamiento. Entre los síntomas, los signos de alerta en el desgaste de empatía, tenemos un grupo, son básicamente físicos, fatiga, dolores musculares, molestias gastrointestinales, dificultades para dormir, cambios en los hábitos alimentarios. Es un grupo de síntomas que expresa un cierto malestar, pero lo hace a nivel físico. Tenemos los equivalentes a nivel psicológico, irritabilidad, mal humor, ansiedad, incluso cierta agresividad, frustración, toda una serie de síntomas que expresan, ahora you no con el cuerpo, sino con nuestros sentimientos. En tercer lugar, hay una serie de signos que tienen que ver con las tareas en sí, es decir, dificultades de concentración, pero sobre todo cierta dificultad para ponerse a hacer lo que uno debe hacer. Es decir, personas muy motivadas para ayudar que de repente empiezan a llegar tarde, faltan a reuniones, incluso generan una pauta de absentismo. Si usted observa esto en sí o en otros, pudiera tratarse de una persona que está teniendo dificultades para afrontar lo que le supone la presencia y la asistencia en incidentes críticos. Y por último, el cuarto grupo de síntomas tiene que ver con que este malestar, algunas de estas señales, comportan un aislamiento. Las personas que tienen desgaste por empatía suelen encerrarse en sí mismas y, por lo tanto, empiezan a mostrar menos comunicación, aislamiento, incluso dificultades de relación con los compañeros. Si esto aparece en una persona que antes no era así, usted también puede sospechar que podríamos estar hablando del desgaste por empatía. Bien. ¿Qué tenemos que hacer para evitar que se produzca este síndrome? ¿Qué tenemos que hacer básicamente para cuidarnos y no desgastarnos? Hay tres grupos de medidas distintas. La primera son las rutinas diarias que todas las personas debemos hacer, pero que usted como persona que ocasionalmente o a menudo está expuesto a situaciones altamente estresantes, debe hacer con mayor frecuencia. Rutinas que son para todos los días, no solo cuando usted viene de un incidente crítico. El segundo bloque sí son entonces algunas técnicas y algunos recursos que usted utilizará a la vuelta de un incidente crítico. Cuando haya venido de una escena en la que ha habido primeros auxilios psicológicos, en las que ha habido sufrimiento, en la que ha trabajado con personas, usted debe incorporar ciertas prácticas, ciertas rutinas de autocuidado especiales para el postincidente. Y finalmente, hay un tercer grupo de técnicas que explicaremos en otros videos y que tienen que ver con una intervención grupal para ayudarle a usted y a sus compañeros que han estado interviniendo a recuperarse y a no generar secuelas, que son unas técnicas especialmente estudiadas para este fin. ¿Cuáles son esas rutinas diarias? Cada uno de ustedes tiene que acabar desarrollando una caja de herramientas, de cosas que le ayudan para cuidarse, que potencien su resiliencia. No obstante, hay determinados factores que sabemos que, de forma casi universal, nos ayudan en los procesos de recuperación y nos ayudan a afrontar situaciones con estrés. Uno básico, el primero quizá, es planear el día en general con un tiempo de descanso adecuado y de desconexión. Es decir, cuando usted vuelva de su trabajo, sea de incidentes críticos o sea de otra cosa, planifique siempre un cierto tiempo de desconectar y un cierto tiempo de descanso. No nos vale solo descansar el fin de semana, precisamente porque estamos sometidos a situaciones de mucha presión. Mantenga contactos sociales, la familia, los amigos, la comunidad, son excelentes vehículos para potenciar nuestras habilidades de recuperación y nuestra resiliencia. Igual ocurre con practicar deporte, sobre todo si encima es al aire libre y actividades culturales y de ocio. Aquí cada uno debe investigar sus propios intereses, a unos les gustará una cosa, a otros otra, pero poder practicar este tipo de actividades, es decir, la parte más ruda de la vida nos ayuda entonces a compensar la visión de lo duro que a veces tenemos que afrontar cuando trabajamos con afectados. Un factor que parece ser altamente curativo es tener contacto en general con la naturaleza. La naturaleza tiene un poder de generar endorfinas, que son unas sustancias que tenemos en el cerebro y nos ayudan a sentir menos dolor y a sentirnos mejor. Y este es un fenómeno universal, con lo cual entiendo que es un fenómeno muy potente. Trate entonces de estar a menudo en contacto con la naturaleza. El mismo fin, el mismo objetivo se alcanza también con las técnicas de relajación y de meditación, que son dos formas muy adecuadas de tratar de reducir el estrés y de centrarnos en la tarea de no anticipar consecuencias, no anticipar prisas, no anticipar presiones. Por lo tanto, si usted practica you esas técnicas, no deje de hacerlo. Y si usted va a ser nuevo aplicando primeros auxilios psicológicos, quizá pueda aprender alguna técnica de relajación que le ayudará a recuperarse mejor. Es muy importante que todas las personas tengan un hobby, pero para nosotros es más importante aún. Un hobby entendido como una actividad de ocio que nos gusta, que profundizamos y que nos aporta placer. Bueno, especifico, tener un hobby y dedicarle tiempo, porque casi todos tenemos un hobby, pero no todos le dedicamos tiempo al hobby. Y es muy importante que usted se tome ese tiempo como una medida de fomento de la salud, de prevención del síndrome de desgaste por empatía. Y finalmente, una cosa muy sencilla, procure al día estar al menos 30 minutos al sol, paseando, sentado, haciendo deporte, tomando un café, pero el contacto con el sol también potencia las endorfinas y genera salud mental. Y eso creo que todos podemos intentar estar al aire libre y al sol durante 30 minutos cada día. Pasamos ahora a las técnicas de autocuidado cuando volvemos de un incidente crítico. Bien. Básicamente, esas técnicas componen un ritual en tres pasos. El primero de ellos es la ventilación. Después de que usted ha estado interviniendo en un incidente crítico, normalmente necesita contar y compartir lo que usted ha hecho, lo que ha dejado de hacer, lo que le ha impresionado. Eso de forma informal. De forma formal, hay otras técnicas que veremos después, pero de forma informal. El problema es con quién va a hacer usted esta ventilación, porque la experiencia nos dice que cuando una persona es interviniente, voluntario o profesional, va a una situación crítica y vuelve a su familia, tiene cierta tendencia de explicar lo que ha hecho, y la familia de preguntarle, ¿cómo te ha ido? ¿Qué es lo que ha pasado? ¿Qué es lo que has tenido que hacer? Pero ahí hay un riesgo importantísimo, porque usted está entrenado a aplicar primeros auxilios psicológicos, sabe lo que hace, está aprendiendo pautas de autocuidado, sabe cuáles son las reacciones, tiene herramientas, pero su familia no y, por lo tanto, su familia empieza a oír cosas, se confronta con las mismas que usted, la muerte, el dolor, que la vida no es controlable, pero sin esas herramientas y quizá sin vocación. Con lo cual hay que ser muy cuidadoso con compartir este tipo de situaciones en la familia. De hecho, yo lo que les aconsejo es, si son nuevos en esto, es que lo hablen con sus parejas, con sus hijos, con sus amigos, y dejen que cada uno diga, sí, ¿le gustaría que usted contara o prefiere que usted no cuente lo que ha hecho? En nuestro equipo, por ejemplo, la mayoría no contamos nada a nuestras familias. Nuestras familias saben que hemos ido a una emergencia. Saben que después de una emergencia nos gusta hacer detalladas cosas, hay quien va al cine, hay quien invita a su pareja a un restaurante a cenar, hay quien da un largo paseo, pero no se preguntan los detalles. Esos detalles es bueno ventilarlos con la gente que estuvo en la escena y que hacen lo mismo que usted y que conoce las herramientas igual que las conoce usted. Por tanto, ventilación sí, pero miremos con quién. Después de esta ventilación que no tiene que ser justo después, quizá le va a ir bien dormir, viene un momento de descompresión. Llamamos descompresión esa fase de transición del dolor, de lo extraordinario, de la emergencia, de lo traumático a nuestra vida normal en la que todo sigue en principio igual que antes de ir al incidente crítico. Para hacer esto, todos acabamos desarrollando ciertas casi rituales. Unos ponen una lavadora, otros planchan, otros cepillan al perro, otros sacan hierbas del jardín, otros cocinan. Pero si usted se fija, lo que tienen que común estas rutinas es que nos devuelven a que nuestra vida continúe igual. Hemos estado atendiendo personas afectadas por un atentado pongamos por ejemplo, para esas personas la vida ha cambiado de forma dramática. Pero es bueno y necesario simbolizar que nuestra casa sigue una lavadora siendo importante, que hay que lavar ropa y que hay que plancharla, porque eso nos conecta con la normalidad de la vida. Y eso es muy importante para usted. you hallará usted qué es lo que hace cuando vuelva, pero esa descompresión es un paso crucial. Y a partir de aquí le queda aumentar las pautas de autocuidado que usted you hace a diario. De hecho, lo que aconsejamos es que las doble. Si usted normalmente cuando no ha estado en incidentes críticos hace tres o cuatro cosas para cuidarse, pues en los tres o cuatro días después al incidente, haga siete u ocho, y verá cómo con estas medidas puede protegerse de la dificultad que tiene o el estrés que tiene intervenir en este tipo de situaciones. Por último, y solo lo menciono de pasada porque hay cuatro vídeos dedicados al tema, existen las técnicas grupales, el defusing y el debriefing, que son una forma estructurada y con ayuda de un conductor de la sesión, de abordar la recuperación y el reprocesamiento de lo que ustedes han hecho, y que se hace siempre en equipo, es decir, las personas que hayan intervenido en un incidente crítico se reúnen para aplicar estos protocolos y facilitar su recuperación. Una última reflexión. Usted, yo, todos los que están haciendo este curso, estamos haciendo esto porque nos gusta ayudar a los demás, porque somos solidarios con el dolor de las personas. Por lo tanto, tenemos cierta tendencia a ver claramente el dolor de los demás y a darle una importancia. Esto es positivo, es prosocial y le ha llevado a hacer este curso. Esto contiene un riesgo que es que como nosotros somos sensibles y estamos abiertos al dolor de los demás, cuando estamos trabajando en una emergencia en un incidente crítico, siempre subordinamos nuestras necesidades a las de los afectados. Y en cierto punto esto es correcto. Ellos están pasando muy mal momento, nosotros estamos para ayudar. Pero eso puede hacer que llegue un momento, entre otras cosas, por la tensión y por las ganas de ayudar, que nosotros no sintamos fatiga, nos parezca que no tenemos necesidades, no necesitamos comer, no necesitamos beber, no necesitamos descansar, no necesitamos nada, porque tenemos una energía inacabable. Obviamente esto no es así. Tenga usted en cuenta que si usted se quema, si usted desfallece ayudando a otros, perdemos a alguien que sabe hacer algo muy valioso y usted no podrá ayudar más a otras personas que sufren. Por tanto, quédese con un claro esquema. Cuando usted trabaja con incidentes críticos, lo primero es que usted se cuide. Lo segundo es que usted se siga cuidando. Lo tercero es que usted se cuide mucho. Y después está que usted cuide y se deje cuidar por su equipo, y usted cuide y se deje cuidar por su coordinador.
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