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Ecotoxicología y
Contaminantes
Ambientales
Realizado por:
1. Introducción.
2. Ecotoxicología.
3. Indicadores de contaminación del ambiente: biomarcadores y
biomonitorización.
4. Pruebas de valorización de la ecotoxicidad.
4.1 . Tipo 1:
4.1.1 Bioensayos estandarizados y no estandarizados.
4.2 . Tipo 2:
4.2.1 Bioluminiscencia.
4.2.2 Ensayo en crustáceos y algas.
4.3 . Tipo 3:
4.3.1 Ensayos en peces, aves y mamíferos.
5. Contaminantes ambientales.
5.1 Químicos Inorgánicos.
5.1.1 Gases Inorgánicos.
5.2 Químicos Orgánicos.
5.2.1 Hidrocarburos lineales y policíclicos.
5.3 Metales pesados.
5.3.1 Plomo.
5.3.2 Mercurio.
5.3.3 Arsénico.
5.3.4 Cadmio.
5.4 Plaguicidas:
6. Conclusión.
7. Bibliografía.
.
Introducción
francés René Truhaut, quien en junio de 1969 la definió, durante una reunión del
como una rama de la toxicología y por enfocarse en los efectos tóxicos de los
contaminantes sobre el componente biótico del ecosistema, incluyendo a los seres
humanos como blancos de tales efectos.
Muchas otras definiciones fueron dadas posteriormente. Quizá, las que introducen
Forbes & Forbes (1994) que remarcan en la definición la inclusión del estudio de
la distribución y destino ambiental de los contami-
nantes. Hoffman y col. (1995) mencionan explícitamente el concepto de “especies
no blanco” en su definición.
Es importante remarcar que muchas veces el término ecotoxicología se utiliza
la definición dada por Landis & Yu (1995), como “el estudio del impacto de los
Un indicador ambiental es una medida que puede ser de origen físico, químico,
biológico, social o económico, que permite evaluar toda aquella información
ambiental disponible, con el fin de reflejar las condiciones en las que se
encuentra el medio ambiente o un factor ambiental particular, en un tiempo y en un
lugar determinado.
Tipo I: para este tipo de indicadores los datos están siempre disponibles ya
que son obtenidos gracias a un monitoreo permanente.
Tipo ll: se basan en cálculos de datos que provienen del monitoreo
permanente, pero necesitan datos adicionales ya que los datos pueden
estar total o parcialmente disponibles.
Tipo lll: no tienen ninguna base matemática ni están basados en datos que
estén disponibles. Son indicadores conceptuales.
Existe una gran cantidad de técnicas químicas y biológicas que permiten medir la
exposición de los individuos a sustancias que producen daño a nivel genético
(genotóxicos). En diferentes tipos de muestras (sangre, heces, orina u otros tipos
de tejidos) es posible evaluar la presencia del tóxico específico o de un metabolito
para establecer la exposición crónica o aguda. La medición
directa se realiza a través de la determinación de aductos de proteínas y aductos
de adn (complejos de químicos carcinógenos unidos a proteínas o dna), la forma
indirecta de evaluar el efecto genotóxico se realiza a través del estudio de
mutaciones, cambios cromosomales, integridad genética, aparición de proteínas
anormales, inhibición enzimática, etc.
1) Tipo 1:
Bioensayos estandarizados y no estandarizados.
Las pruebas de toxicidad más utilizadas han sido diseñadas en su mayoría para
evaluar respuestas de unos pocos individuos de una única especie. El estudio de
los impactos de las sustancias químicas sobre la interacción entre especies o
sobre la estructura y función de los diferentes ecosistemas, sobre todo acuáticos,
ha sido menos desarrollado. Debido a la menor complejidad y mayor facilidad en
el desarrollo e interpretación de los resultados de las pruebas de toxicidad en
laboratorio y monoespecíficas, se han desarrollado y estandarizado numerosas
pruebas de este tipo, sobre todo para especies acuáticas como algas
(Selenastrum capricornutum) y plantas vasculares (Lactucca sativa); dentro de los
invertebrados se incluyen crustáceos (Daphnia magna, Hyalella azteca), larvas de
insectos (Chironomus sp, Hexagenia sp) y bivalvos (Mysidopsis bahía); y entre los
vertebrados peces (Pimephales promelas, Oncorhynchus mykiss) y larvas de
anfibios (Lithobates catesbeianus, Xenopus laevis), la gran mayoría del hemisferio
norte. También existen especies estandarizadas para ensayos con suelos como
invertebrados oligoquetos e insectos. .
Los compuestos químicos deben tener ciertas cualidades para ser utilizados como
tóxicos de referencia. La agencia ambiental canadiense sugiere ciertos
compuestos para su utilización en controles de calidad, dentro de los cuales se
encuentra el cobre (CuSO4), zinc (Zn SO4) y cromo(K2Cr2O7) como compuestos
inorgánicos y el dodecil sulfato de sodio (SDS) como orgánico. Dichos compuestos
son utilizados en ensayos de toxicidad para evaluar las posibles variaciones en la
sensibilidad de los organismos utilizados como organismos prueba en el
laboratorio, y a su vez se pueden utilizar para verificar la reproducibilidad del
método por medio de intercalibraciones.
2) Tipo 2:
Bioluminiscencia.
Los ensayos de toxicidad aguda utilizando bacterias han adquirido esta gran
importancia en los últimos años no sólo por las características mencionadas
anteriormente, sino también debido a la correlación existente entre los resultados
obtenidos a través de estos ensayos y los bioensayos convencionales de amplia
utilización. Así, para muchos compuestos y muestras, los datos de toxicidad
obtenidos con el ensayo Microtox se corresponden bien con las toxicidades
agudas.
La elección del nivel biótico y el tipo de ensayo de toxicidad (fase del sedimento
empleada), se basa principalmente en los objetivos de estudio y en variables
referidas a la factibilidad en la realización de los ensayos (costos, practicidad,
etc.). Esto influye en la elección de ensayos empleando solo un nivel biótico. La
mayor cantidad de trabajos relacionados con la evaluación de sedimentos de
muestras ambientales se realizan con especies pertenecientes a un nivel biótico,
lo contrario a lo que ocurre en ensayos aplicados a las evaluaciones del medio
líquido. A su vez todas las fases del sedimento deberían ser evaluadas con una
batería de ensayos para tener un mejor conocimiento de la toxicidad total del
sedimento. Sin embargo se suelen seleccionar no más de dos fases, de acuerdo
con la capacidad de cada laboratorio para la realización de los ensayos. Los
organismos más utilizados corresponden a invertebrados bentónicos, esto se
relaciona con el hecho de que la fase más empleada para conducir ensayos de
toxicidad sea el sedimento completo.
Dentro de los invertebrados, los organismos de agua dulce más utilizados en las
evaluaciones de la toxicidad de sedimentos incluyen las siguientes especies
bentónicas y de la columna de agua (algunos ya mencionados en el apartado 2.1):
Daphnia magna, Ceriodaphnia dubia, Pimephales pomelas, Hyalella azteca,
Chironomus tentans, C. riparius, Hexagenia limbata y Tubifextubifex. Para dichas
especies se encuentran disponibles protocolos estandarizados por diferentes
organismos internacionales, los cuales fueron mencionados anteriormente. En
atinoamérica en general, debido a la ausencia de planes de gestión y de
protocolos nacionales para la realización de bioensayos de toxicidad, las
evaluaciones de ambientes contaminados se realizan con criterios poco unificados
en lo referido al tipo de matriz utilizada, puntos finales de evaluación y
principalmente no se han desarrollado metodologías validadas que contemplen la
utilización de especies nativas en dichas evaluaciones. Sin embargo, en los
últimos años se ha comenzado a emplear el anfípodo de distribución
Sudamericana H. curvispina como organismo prueba en evaluaciones
ecotoxicológicas. Esta especie se ha venido utilizando para evaluar tanto muestras
ambientales de sedimentos en laboratorio como para evaluar la toxicidad de
tóxicos puros adicionados a dicha matriz (sedimentos naturales o artificiales).
3) Tipo 3:
Ensayos en peces, aves y mamíferos.
Contaminantes ambientales
Químicos Inorgánicos:
Gases inorgánicos:
Químicos Orgánicos:
Dentro de los contaminantes orgánicos se incluyen compuestos que son liberados
al ambiente intencionalmente como plaguicidas (insecticidas, herbicidas,
fungicidas, acaricidas) y conservantes de madera. También forman parte de los
contaminantes orgánicos aquellos que ingresan al ambiente de manera no
intencional, tales como diversos subproductos industriales, detergentes, solventes,
productos para el cuidado personal o productos farmacéuticos a través de
efluentes (ej. antidepresivos, antibióticos y sustancias anticonceptivas).
Los HAPs son una clase de contaminantes que persisten en suelos, sedimentos y
material particulado suspendido en el aire. Son contaminantes ubicuos, derivados
de la utilización del petróleo y del carbón, y sus consecuencias en el ambiente son
nocivas, ya que tienen propiedades tóxicas, mutagénicas o cancerígenas, por ej:
naftaleno, fenantreno, antraceno y benzopireno. Los HAPs con 4 o 5 anillos son
más resistentes a la biodegradación que aquellos constituidos
por 2 o 3 anillos. Su efecto cancerígeno y liposolubilidad implican que estas
sustancias representan un riesgo para la salud humana y para el equilibrio
ecológico. Los HAPs biogénicos son también producido naturalmente por plantas,
hongos y bacterias (Albers, 2003).
Metales pesados:
El plomo (Pb) es un metal cuya toxicidad se conoce desde tiempos remotos. Está
presente naturalmente en el suelo y el agua a muy bajos niveles y la actividad
antropogénica favoreció su distribución en el medio ambiente. La producción
significativa de Pb comenzó alrededor del año 3000 a. C. El imperio Romano fue
la primera sociedad que usó ampliamente este metal para recubrir techos y cascos
de navíos y para fabricar tuberías, utensilios de cocina y otros objetos.
También lo utilizó como aditivo para el vino romano, debido a su sabor ligeramente
dulce. Ya en aquellos tiempos hubo informes que afirmaban que el Pb causaba
cólicos severos, anemia y gota (Gilbert, 2012).
Mercurio:
La razón por la que el Hg es dañino es que una vez liberado al ambiente no puede
ser removido y es transformado por microorganismos en compuestos orgánicos,
principalmente, metilmercurio (MeHg). Debido a que el MeHg es absorbido
rápidamente, tiende a bioacumularse y biomagnificarse en los animales
alcanzando concentraciones muy altas en lo alto de la cadena trófica (Ronchetti et
al., 2006). El MeHg atraviesa las membranas biológicas, la barrera
hematoencefálica e incluso la placenta. De hecho, ha habido mujeres que no
presentaban síntomas de envenenamiento, o eran muy leves, y dieron a luz a
niños con severos déficits neurológicos y/o malformaciones físicas (Antunes dos
Santos et al., 2016).
Si bien todas las formas del Hg son potencialmente neurotóxicas, entre los
compuestos inorgánicos el vapor de Hg es la más peligrosa, dado que puede
difundir a través de los pulmones hasta la sangre y luego alcanzar el cerebro,
donde puede causar daños severos y dejar secuelas algunas similares a las de las
enfermedades ps iquiátricas. Desde hace más de 400 años se conoce que la
exposición a vapores de Hg causó trastornos neuropsiquiátricos entre los obreros
involucrados en la fabricación de sombreros de fi eltro. El síntoma psiquiátrico por
exposición crónica a vapores de Hg es el eretismo, estado de excitación del SN
sensitivo.
Arsénico
Las formas inorgánicas son más tóxicas que las orgánicas. El mecanismo de
acción del As(III) consiste en la inhibición enzimática por reacción con los grupos
sulfhidrilos (-SH) de las proteínas y el As(V) puede desacoplar la fosforilación
oxidativa (Nava-Ruíz y Méndez-Armenta, 2011).
Cadmio:
El cadmio es un metal que forma parte del grupo IIB de la tabla períodica, con un
peso atómico de 112.41; la forma iónica del cadmio (Cd2+) esta usualmente
combinada con formas iónicas del oxígeno (óxido de cadmio CdO2), cloruro
(cloruro de cadmio, CdCl 2) o sulfuros (sulfato de cadmio CdSO4); se ha estimado
que 300,000 toneladas de cadmio son liberadas al medio ambiente cada año de
las cuales 4,000 a 13,000 toneladas son derivadas de las actividades humanas3.
Las vías naturales y antropogénicas de cadmio incluyen emisiones industriales;
así como, la aplicación de fertilizantes y aguas negras en sembradíos. En general,
la población está expuesta al cadmio principalmente por dos vías: la oral a través
del agua e ingesta de comida contaminada con cadmio (hojas de vegetales,
granos, cereales, frutas, vísceras animales y pescado); la segunda vía es a través
de la inhalación de partículas de cadmio durante las actividades industriales en
personas laboralmente expuestas, mientras que en la población general, la
inhalación es principalmente debida al humo de cigarro que contiene cadmio; la
exposición e inhalación del humo de cigarro en fumadores activos y pasivos es
considerado altamente peligroso ya que el cadmio se absorbe fácilmente por los
pulmones.
De los 106 elementos conocidos por el hombre, 84 son metales, por lo que no es
de extrañar que las posibilidades de contaminación metálica en el ambiente sean
numerosas. Hay que tener presente que los metales son materias naturales que
han desempeñado un papel fundamental en el desarrollo de las civilizaciones. El
problema surge cuando prolifera su uso industrial y su empleo creciente en la vida
cotidiana termina por afectar a la salud. De hecho, el crecimiento demográfico en
zonas urbanas y la rápida industrialización han provocado serios problemas de
contaminación y deterioro del ambiente, sobre todo, en los países en vías de
desarrollo.
Entre los metales más contaminantes destacan el plomo (Pb) y el mercurio (Hg),
seguidos por el berilio (Be), el bario (Ba), el cadmio (Cd), el cobre (Cu), el
manganeso (Mn), el níquel (Ni), el estaño (Sn), el vanadio (V) y el cinc (Zn). La
actividad industrial y minera arroja al ambiente metales tóxicos como plomo (Pb),
mercurio (Hg), cadmio (Cd), arsénico (As) y cromo (Cr), muy dañinos para la salud
humana y para la mayoría de formas de vida. Además, los metales originados en
las fuentes de emisión generadas por el hombre, incluyendo la combustión de
nafta con plomo (Pb), se encuentran en la atmósfera como material suspendido
que respiramos. Por otro lado, las aguas residuales no tratadas, provenientes de
minas y fábricas, llegan a los ríos, mientras los desechos contaminan las aguas
subterráneas. Cuando se abandonan metales tóxicos en el ambiente, contaminan
el suelo y se acumulan en las plantas y los tejidos orgánicos.
Plaguicidas:
Además, se debe considerar otros plaguicidas que se usan para combatir plagas y
vectores en el ámbito hogareño y en sanidad animal. Así, este grupo de
sustancias químicas puede ser usado a nivel humano, agronómico, domisanitario
y veterinario, y está sujeto a registros y reglamentaciones que incluyen sus
prohibiciones. Los principales plaguicidas que se usan en la agricultura son
herbicidas, insecticidas y fungicidas.
Desde el punto de vista toxicológico, las mezclas técnicas comerciales además del
principio activo incluyen sustancias transportadoras y/o diluyentes como agua o
solventes orgánicos, aditivos e impurezas, y, usualmente, el potencial tóxico de
estas sustancias puede ser semejante o mayor que el propio principio activo.
Insecticidas.
Acaricidas.
Fungicidas.
Nematocidas, desinfectantes del suelo y fumigantes.
Herbicidas.
Molusquicidas.
Rodenticidas y varios similares.
Las actividades humanas han causado cambios sobre la superficie de la tierra tan
significativos que en la década del 80 Eugene Stoermer acuño el nombre de
Antropoceno a una época geológica que comenzaría a finales del Siglo XVIII y que
estaría caracterizada por cambios a nivel de la biósfera inducidos por el ser
humano sobre los ciclos del carbono (cambio climático), nitrógeno, fósforo y azufre
(eutrofización) y del agua, además de estar causando la sexta extinción masiva en
la historia de la tierra. El término ha sido luego adoptado por muchos otros
autores, como el Premio Nobel Paul Crutzen. De hecho, autores como Rockström
y colaboradores en 2009 establecieron valores límite para diferentes parámetros
ecológicos y consideraron que muchos de ellos estaban excedidos, como el caso
de la biodiversidad y el ciclo del nitrógeno. Michael Newman en su libro se
pregunta si los contaminantes han pasado su valor límite, o si ya lo han
sobrepasado y lo desconocemos.
Bibliografía