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Después de escuchar a la Dra. Francy Ladino experta en neuroeducación y quien nos habla acerca
de la teoría del cerebro triuno y de lo que esta propone; además conocer desde la experiencia
docente de Carolina Aldana como el cerebro del estudiante puede llegar a aburrirse y las cosas
que como educadores podemos hacer para evitar que los estudiantes tomen una posición de
hastío en las jornadas académicas, es momento de saber por qué hay tanta información acerca de
estos temas y de cómo es qué este órgano que nos hace pensar, sentir, desear y actuar es el
encargado de realizar diferentes acciones ya sean de manera consciente o inconsciente y estas
acciones precisamente son las que nos permiten estar en atención constante al mundo y
adaptarnos a sus continuos cambios. Para ser más específicos en el tema que nos atañe es
importante conocer el papel del cerebro en el proceso de aprendizaje y el rol que cumple este en
la enseñanza.
Es por eso que tomando como base el texto “El paradigma de las neurociencias de la educación y
el aprendizaje del lenguaje escrito: Una experiencia de 60 años” del Dr. Luis Bravo
Valdivieso quien es un psicólogo chileno, doctorado en la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica.
Y quien ha dedicado parte de su tiempo al estudio de los niños con disfunción cerebral que
mostraban dificultades de aprendizaje, especialmente dislexias y como resultado de ellas
mediante investigaciones se ha hecho posible identificar los cambios que se producen entre
la actividad del cerebro, el lenguaje y la conducta durante la infancia y la adolescencia.
Demostrando así que existe una relación cambiante que muestra la incidencia que
tienen los estímulos y ambientes educativos en el desarrollo cerebral. Es pues, que el
Dr. Bravo deja claramente descrito en dos de sus obras que: “l o que sucede en los
primeros años de la escolaridad, cuando los niños ingresan al mundo de lo escrito, es
determinante del rendimiento posterior”, y “la lectura es resultante de una continuidad entre el
dominio del lenguaje oral y el aprendizaje del lenguaje escrito”. Esa continuidad lo lleva a
sustentar el concepto de “alfabetización emergente”, que puede tener desarrollos innovadores en
cuanto a la pedagogía del lenguaje.
Podemos concluir finalmente que es apremiante Entender cómo funciona el cerebro, y esto sería
la clave para un mejor aprendizaje pues, la neuroeducación y la psicología cognitiva aportan las
tácticas correctas para lograr un aprendizaje más profundo y eficiente durante la vida. La
Neurociencia, psicología y enseñanza confluyen en el aula “para que el docente sepa cómo
adaptar la clase a cada estudiante, pues no todos poseen las mismas capacidades cognitivas ni las
mismas sensibilidades, y que consiga un aula lo más diversificada posible”, como lo confirma
Mario Fernández, especialista en neurociencia de la Universidad Autónoma de Madrid.
Un infante triste, ansioso, estresado o deprimido no puede aprender igual que uno contento, y por
esa razón “es bastante fundamental considerar que, en aquellas edades, los sentimientos están
afectando mucho. Empero a un infante de 6 años puede fastidiarle toda la vida o cambiar su
carácter, ya que en aquel instante su cerebro es tan plástico que aquel evento emocional modifica
sus neuronas y sus conexiones”, explica Fernández. Por esa razón, producir un entorno en la clase
donde haya un óptimo ambiente es esencial para aprender. “Hoy en día, hay varios docentes que
realizan énfasis en entender el estado emocional de la otra persona”.
Los sentimientos, además, mantienen una interacción estrecha con la motivación por aprender. El
asunto sobre lo cual aprenderás es mucho menos fundamental que la manera en que te lo
acercan.
Sin duda, no es lo mismo comer lo que nos gusta que comer lo que
nos conviene. Y, sin embargo, cuando se trata del aprendizaje,
muchos estudiantes tienden a confundir la forma en que les gusta
estudiar con la que les proporcionaría los mejores resultados: leer
y releer, ponerse música, repasar compulsivamente... Por eso,
resulta esencial comprender la manera en que aprende el cerebro
(qué mecanismos, qué neurotransmisores y qué circuitos
intervienen), así como las acciones y circunstancias, internas y
externas, que favorecen un aprendizaje más duradero.
Neurociencia, psicología y educación confluyen en el aula “para
que el profesor sepa cómo adaptar la clase a cada niño, porque no
todos tienen las mismas habilidades cognitivas ni las mismas
sensibilidades, y que consiga un aula lo más diversificada
posible”, afirma Mario Fernández, especialista en neurociencia de
la Universidad Autónoma de Madrid. “La neurociencia puede
ayudarnos a saber cómo tenemos que aprender, a olvidarnos de
memorizar esos tochos increíbles, relacionar mucho más y
aprender más visualmente”.
“En los últimos años, la cifra de menores que padecen algún tipo
de trastorno del neurodesarrollo ha aumentado de manera
significativa, siendo el TDAH (de déficit de atención e
hiperactividad) y los trastornos del aprendizaje los más
prevalentes en la actualidad”, llama la atención Carvalho. Unas
patologías que requieren un enfoque adecuado y multidisciplinar,
desde el neuropediatra hasta los docentes. “Un manejo inadecuado
de estos niños y niñas puede traducirse, en un alto porcentaje de
casos, en abandono escolar prematuro (…), al no poder alcanzar el
rendimiento académico esperado según su edad y grupo
normativo”. Entre los posibles signos de alarma, el retraso en los
hitos del desarrollo: la no consecución de distintos objetivos
relacionados con el área motora, cognitiva y social dentro de la
ventana temporal determinada por los profesionales del
neurodesarrollo. Un contexto en el que la labor de los docentes es,
junto a la de la familia, fundamental.
https://elpais.com/economia/2020/12/02/actualidad/1606918081_0
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